One-shot Von [BTOOOM!]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 15 Mayo 2019.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Von [BTOOOM!]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
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    1611
    Pos... aquí está uwu Le puse Von de título porque la música que usé de fondo para escribirlo también se llama así, y además von significa "esperanza" en islandés. Supongo que no hacen falta más explicaciones al respecto.

    Etiqueto a Tarsis porque Aisha sale y a Reual Nathan Onyrian porque sale el cadáver de Andrea, y ya sabemos que cobra incluso muerto so (?

    Well, sin más preámbulos, les dejo la bella musiquita y el FF. Les recomiendo luego echarle un vistazo a las lyrics porque son hermosas y soy muy fan y ya, bai uwu


    Von
    .
    .
    .

    Los primeros rayos del sol matutino comenzaron a deslizarse dentro del bosque, entre la espesa vegetación, anunciando la aurora. Morgan se había detenido, con las manos sobre sus rodillas, buscando el aire que le faltaba. Aisha, a su lado, tomó uno de sus brazos y se lo pasó por detrás del cuello. Se miraron, sin decir nada, y siguieron caminando. Sabían que faltaba poco, que era el último esfuerzo de todos.


    Las aves habían comenzado a piar, y su canción se fue entremezclando con el arrullo de las olas. Luego de un rato, sus pies alcanzaron la suavidad de la arena. Aisha soltó a Morgan, incapaz de seguir cargando con el peso de ambas, y la segunda cayó de rodillas en la playa. El ardor de las quemaduras había empezado a provocarle mareos, y de haber tenido algo en el estómago de seguro ya lo habría vomitado. Aisha se mantuvo en pie con la ayuda de un tronco, mientras escrutaba la extensión del lugar de lado a lado, con la respiración entrecortada.

    Buscando lo que no quería encontrar.

    Asustada por lo que podría ver.

    —Mira —el murmullo débil de Morgan captó su atención, y giró la cabeza hacia donde la chica le indicaba—. Allí hay… ¿una tumba?

    Aisha se acercó, identificando un par de zapatos extraños y un cristal sobre el montículo de arena. ¿Qué era aquello? ¿Quién habría tenido el tiempo de algo así?

    —Estoy seguro de que ustedes hubieran querido enterrarlo —comenzó a leer Morgan, a su lado—, pero no podía dejar que las gaviotas se hicieran dueñas de su cuerpo. Sugiero no desenterrarlo. —Miró a Aisha—. Debe haber sido Andrea, y aquí debe estar el miembro del otro equipo que… también se sacrificó. Por ellas.

    Aisha apretó los labios al oír la mención del italiano, pues no pudo más que imaginar con aterradora claridad toda la situación. Andrea cavando la tumba, Andrea dejando el mensaje póstumo, Andrea retirándose en calma y solitud a morir. Morgan, por su parte, tragó saliva y buscó recobrar la compostura. Debía apartar de su mente la peligrosa idea de que aquel extraño había muerto por nada, o se desmoronaría otra vez.

    —Seguramente se alejó de aquí —continuó hablando, con forzada calma—, hay que seguir buscando.

    El sol había comenzado a coronar el límite entre el océano y el cielo cuando los pies de Aisha se detuvieron de improviso. Morgan alzó la vista, algo agitada por el esfuerzo, y estuvo por preguntar qué ocurría cuando su compañera echó a correr.

    —¡Aisha! ¡Detente, vuelve aquí! Mierda.

    Le resultaba imposible seguirle el ritmo, sus piernas estaban en muchas mejores condiciones. Pero se lo había prometido. Le había prometido que ella se encargaría de esto, que no tendría que vivir con una imagen que la perseguiría por siempre. Le había prometido cargar con este peso, ella sola, porque confiaba en su fortaleza para sobrellevarlo. No podía permitir que Aisha viera el cuerpo de Andrea.

    Las piernas le quemaban y el aire dañaba sus pulmones como ácido. Era un dolor insoportable, pero era el último dolor que aquella isla la obligaría a soportar. Era el último dolor que estaba dispuesta a cargar, luego de todos los pecados con los cuales se había manchado las manos.

    Aisha se detuvo de repente, a una distancia prudencial, y alzó el brazo hacia adelante. Morgan, al alcanzarla, advirtió las lágrimas silenciosas que corrían por su rostro y chasqueó la lengua. Estaba molesta.

    —Te dije que me esperaras en el…

    —Ahí está —susurró, con un hilo de voz—. Ahí… está.

    Morgan tragó saliva, buscando recobrar el aliento, y dirigió su vista al frente. Ahí estaba. Pestañeó un par de veces y no pidió permiso para comenzar a caminar. Aisha tampoco la siguió.

    Agradeció silenciosamente que hubiera utilizado su abrelatas en vez de las bombas. Su cuerpo yacía extendido sobre la arena, y la marea retirándose dejó de besar sus pies descalzos poco a poco. A su lado estaba el abrelatas ensangrentado junto al cristal. Un peso colosal hizo que le temblaran las piernas y se dejó caer de rodillas al suelo. ¿Qué estaba sintiendo? ¿Alivio? ¿Dolor? ¿Esperanza? ¿Cansancio? Observó sus manos entrelazadas con fuerza entre sí, y su visión comenzó a empañarse. Apenas sentía fuerzas, pero un inmenso torrente dentro suyo, de repente, la obligó a atender la imperiosa necesidad de liberarlo. Sus manos bajaron al suelo, envolvieron montículos de arena hasta que doliera, y sobre ellas comenzaron a caer las lágrimas. Una a una, al comienzo despacio, y luego sin control. Su cuerpo temblaba, le faltaba el aire, y antes de que pudiera razonarlo comenzó a gritar. Su voz le desgarraba la garganta y se fusionaba con el lejano rugido de las olas contra los acantilados. Su mente, por fin, luego de tantas torturas, se había callado. No oía nada, sólo su propia desesperación. No sabía poner nada en palabras, sólo gritar.

    Gritó y gritó, hasta que el torrente pareció vaciarse.

    Sintiendo un cosquilleo adolorido en la garganta, Morgan abrió por fin los ojos y detalló la expresión de Andrea. Lo que encontró allí fue lo más hermoso que había visto en la isla.

    Estaba sonriendo. Débilmente, apenas un esbozo; pero había una profunda paz en su rostro, y eso finalmente silenció la tormenta de Morgan.

    —Aisha —la llamó—, ven aquí. Mira esto.

    La muchacha al principio dudó, pero luego se acercó y se agachó junto a O’Connor. Sus ojos captaron de inmediato lo que a Morgan le llevó tanto tiempo, y su barbilla tembló presa de la emoción. “Está sonriendo”, fue lo que ambas quisieron decir, pero supieron que no hacía falta. Aisha dejó caer la cabeza sobre el hombro de su compañera, repentinamente agotada, y Morgan la rodeó con un brazo, mientras cerraba los ojos y se dejaba arrullar por el sonido del océano. Las lágrimas de Aisha eran silenciosas, y aunque dolían, también sabían a paz.

    Una brisa marina trajo el olor del agua salada, y Morgan desvió la mirada al horizonte. ¿Qué le habría traído esa felicidad a Andrea? ¿Qué habría visto o sentido momentos antes de morir? Mantuvo los ojos en el océano, como si allí pudiese encontrar la respuesta… pero sabía que era inútil. Sonrió, volviendo la vista al italiano.

    Sólo él lo sabría siempre.

    —Tenemos tanto, tanto que agradecerle —murmuró, aplacando el temblor de su barbilla—. Tantas, tantas cosas que no podremos decirle. Por eso tenemos que asegurarnos de usar, y usar bien, el increíble regalo que nos dio.

    Aisha asintió con la cabeza, despegándose de su hombro para enjugarse las lágrimas.

    —Quiero enterrarlo —pidió, en voz baja.

    Morgan asintió y, juntas, comenzaron a escarbar. Fue difícil, fue arduo, les tomó bastante tiempo y sus heridas dolían. Pero eran las únicas que podrían brindarle ese tributo, y se lo merecía. Lo merecía como nadie.

    Luego de cavar una fosa relativamente profunda, con los dedos lastimados y el cuerpo cansado, alzaron a Andrea apenas unos centímetros para depositarlo dentro, y recubrieron el pozo con la arena que habían sacado. Su rostro fue perdiéndose hasta desaparecer entre las partículas, y ambas sintieron estar despidiendo a un viejo amigo.

    Aisha se inclinó hacia la tumba improvisada y apoyó la frente sobre la arena, permaneciendo allí unos segundos antes de incorporarse y alejarse a paso lento. Como si no quisiera, pero tuviera que. Morgan la vio hacer en silencio y alcanzó el cristal. Sus dedos lo rodearon con fuerza, apretándolo contra su palma, y se llevó el puño al pecho.

    Estaba tan frío.

    —Gracias, Andrea. Puede que no nos lleváramos de lujo, pero nadie… —Tomó aire; vaya, hasta le costaba confesárselo a un muerto—, nunca antes nadie había hecho algo por mí. Suena tan triste y melodramático que me da verguenza decirlo, pero aquí, irónicamente, encontré personas, ya no herramientas. Nunca creí vivir ni querer proteger a alguien que no fuera Ronnie, pero ustedes… ustedes cambiaron eso. —Se incorporó con algo de esfuerzo, quitándose la arena pegada de las rodillas, y sonrió—. Siempre me llené la mochila de piedras, sin saber cuándo o cómo parar, y tú sacaste un par. Ahora va más liviana, y jamás podré olvidarlo. Gracias.

    Morgan oyó a lo lejos el sonido de unas hélices cortando el aire, y se giró hacia Aisha. Ella le sonrió, a la distancia, y comenzó a caminar. A pesar del infierno que habían protagonizado, Andrea les había traído algo de paz. Luego, con el correr de los años, ambas se preguntarían incontables veces si el italiano habría sido realmente consciente del nivel en el cual las había salvado. No solo sus vidas físicas, también sus mentes.

    Aunque las pesadillas las frecuentaran, aunque hubiese días demasiado oscuros para salir de casa, aunque permanecieran atadas a un frasco de pastillas.

    Andrea les había dado vida, una vida que se esforzaron en vivir.
     
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  2.  
    Tarsis

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    Era el final que desde el momento que Andrea se sacrificó, me imaginé. Justo este. La escena de ellas recogiendo los cristales en la playa, queriendo enterrarlos. Jamás me esperé que ninguna de las dos realmente se despidiera de él. Pero Insane nos sorprendió con la escena del Hospital y bueh, ya todos sabemos el final.

    Pero el punto es, que este momento era el cierre de ésta etapa. Saber que a pesar de todo lo que pasaron, alguien se sacrificó por ellas. Que había personas con buen corazón allí, aunque fuese una mierda lo que estaban viviendo.

    Ha sido hermoso de leer.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Es triste que esto no se pudiese dar en el rol y al final no pudiesen despedirse de él como debían. Al menos tenemos los fics para ver que podía haber sucedido si no hubiese pasado lo que pasó en el rol, siempre nos quedarán los fics uwu

    Y pues qué puedo decirte, Gigi, creo que hasta ahora no he tenido la oportunidad de comentarte pero he leído alguna cosilla tuya, sobre todo te he visto rolear, y con eso ya me hacía una idea de que tus fics serían preciosos. Y así ha sido el caso. Como siempre digo, no soy muy cercana a los personas de BTOOM, aunque al final más o menos los conozco un poco a todos, y como tal, creo que has hecho muy buena representación de ellos. Bueno, es tu personaje y Tarsis te dirá mejor sobre Aisha, pero yo lo he visto muy bien hecho.

    Es triste y bonito al mismo tiempo saber que Andrea se sacrificó por ellas. Osea, dudo que él quisiese realmente morir, pero tuvo el valor suficiente para suicidarse porque sabía que eso les vendría bien a ellas y eso me parece precioso, dentro de lo que cabe. Y el discurso final de Morgan es precioso. Al igual que pasó con Kat, Rach y Alex que al fin encontraron su familia en un sitio como la isla esta, Morgan, Aisha y Andrea también se encontraron en el peor momento.

    En fin, me ha gustado mucho, un fic muy detallado e intenso y con una reflexión final preciosa <3
     
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