de Inuyasha - Volviendo a lo de siempre [Naraku&Kagome]

Nota: Esto es una especie de ¿angst? Más o menos. Pero la verdad no me veo en ese plan a Naraku, así que podría ser una especie de odio-tristeza-ira[: Tiene ¿rimas? inconcientes, fueron sin intención ToT

Volviendo a lo de siempre.​

Naraku tiene una cosa clara: el amor es joder, es ser jodido y es disfrutar de ello, es lamentarse por haber sido tan estúpido y es sollozar por querer volver a ser idiota, pero Naraku sabe otra cosa: las pocas veces –porque no dura ni el día con una chica- que alguien ha sentido algo por su ser –él nunca es recíproco-, es él el que jode, el que manipula, el que controla, el que absorbe todo lo que le dan.

Y no devuelve nada a cambio… nada rescatable, sólo miradas rencorosas y un montón de magdalenas en moteles baratos. No le interesa, ni dice frases estúpidas excusándose, sólo se larga y ni adiós dice; solo roba el placer efímero que obtiene y las deja secas, vacías.

Hasta entonces había disfrutado de ello y nada, absolutamente nada iba a cambiar, pero la perdió así de sorpresiva como llegó y todo el tiempo que tardó para saber –reconocer- que estaba siendo manipulado por efectos químicos, así duró para entender que estaba jodido.

No se había dado cuenta porque creía que tenía todo bajo control, que, por ser ella –tan enérgica, positiva, explosiva, temperamental, tonta- la cosa no iba a ser peligrosa, -porque en realidad él siempre era lo dañino-, pero todo se dio vuelta y así de ruidosa como llegó, así de decepcionada se fue.
Pero él supo que fue engañado, por primera vez en su vida, porque fue ella quién absorbió todo lo bueno que ella encontró, todo lo rescatable que ella descubrió, se lo llevó, porque todo lo luminoso que tenía, se lo robó así como se lo dio.

Naraku sabe otra cosa más: Kagome Higurashi era lo único cálido que tenía, la excepción que le hacía rodar los ojos y sonreír cruelmente, que le hacía sentirse miserable cada vez que la veía, pero que no pensaba deshacerse de esa sensación.

Y la linda perla se largó, sin pedir permiso ni diciendo por favor, sólo recogiendo las partes que ella sembró.
Naraku es consciente de otra cosa: está realmente jodido; pero no va a sollozar ni lamentar, sólo va a cerrar los puños y chasquear la lengua mientras despotrica contra si mismo, por haber sido tan ridículo en dejarse engatusar de tan fastidiosa –pero dulce- e irritante –pero buena- chica, enterrando todo aquello que alguna vez pudo quizás, querer.