Microrrelato Volando entre pensamientos.

Se encontraba en el bosque; una tenue luz iluminó su cálido cuerpo perfecto, yacía inmóvil justo en una de las hermosas hojas de un viejo roble que disfrutaba de los años más gloriosos de su vida, ya había crecido lo suficiente, alcanzando una forma gutural y proporcionada, en esos tantos años consiguió madurar y con ello lograr la admiración que sólo la sabiduría alcanza, la belleza más neutral.

La pequeña criatura silvestre, descansaba su cuerpo y ocupaba su mente con vanos pensamientos, se imaginaba cosas, lugares y personas; luchas, rivales y conquistas; esperanzas, aprendizaje y diversas doctrinas ingeniosas que le hacían ver el mundo como el denominador de su espacio personal, partiría su vida en miles de pedazos, andaría sin aposentos fijos y saborearía el polen de las flores más exóticas e incluso de las más sencillas e inutilizadas por sus compañeras de vida: las abejas.

Las alargadas alas del ejemplar macho revoloteaban sin parar en otras ocasiones; pero, esta vez sólo quería concentrarse, enfocarse en su vida y en lo que quería o no en ella, en lo incorrecto que estaría no hacer las cosas por amor sino por un motivo que no dejaría de ser superficial aunque lo disfrazarán de naturalidad, pensaba en lo hermoso que es mirar dentro del bosque y saberte perdido en un mundo del cual no quieres conocer camino alguno, dónde poco a poco irás descubriendo el camino ideal a seguir, el camino por él cual transitarás en tus más ahogadas fantasías, el camino que nadie te impondrá, el que elegirás será él que cruzarás. De repente, una nueva incógnita surgió en la mente no humana pero que extrañamente razonaba del intrépido insecto volador, se trataba del destino o el paradero que lograría al emprender el viaje, y pensó "No tengo un paradero fijo, hoy estoy aquí, mañana tal vez no".

La libélula no tenía el mayor reparo en cambiar de opinión, tantas veces que se tomaba el tiempo de pensar en lo que quería para sí, pero lo único que lo había detenido era aquel viejo roble que lo vio formarse dentro de la fétrea "bolsa" que lo recubría al ser solo un bicho más en el espesor del bosque; ese viejo roble había sido su refugio, su mudo confidente y tambien el guía y retorno de sus aventurosas andanzas entre las penumbras de la noche y las extravagancias del día a día.