The Hunger Games Vivir

Hola, hola. Aquí estoy con una pequeña y nueva creación que se me ocurrió hace tiempo pero que nunca tuve la posibilidad de escribir, pero ahora sí. Es el escrito de la victoria por que tenemos un hermoso Foro para esta genial trilogía, pero debemos mantenerlo a flote ^^
Espero les guste, es algo...raro pero creo que se entiende bien la idea y eso.


Vivir

—Iré por otro.


Escuchar la voz del joven hizo que se sobresaltara. Ella sabía que con eso no se refería ni a otro delicioso pez como el que acababan de comer ni a otro leño para rehacer la apagada fogata. Eso sólo podía significar una cosa: él iría a asesinar a otra persona.

Se estremeció mientras se ponía de pie y seguía en silencio a su compañero de distrito quien cargaba con las pocas pertenencias de ambos; tenían lo justo y necesario, en lo que a materiales se refería, para sobrevivir en aquel lugar.

Caminaron un largo trecho, alejándose lo más posible de la zona en la que acampaban hacia unos instantes. Su estrategia siempre había sido aquella, ir y venir sin dejar ni el más mínimo indicio de su presencia en los lugares por los que transitaban. Luego de unos largos minutos, él se frenó delante de uno de los tantos árboles que los rodeaban.


—Vamos, te ayudaré a subir.


No contesto, ella no hablaba demasiado. No le parecía necesario y además, sabía que si abría la boca para comentar algo, terminaría hundida en un profundo llanto. Su realidad era horrible y ambos eran plenamente conscientes de ello.

Con agilidad se subió a los hombros del chico y a los pocos segundos ya se encontraba sobre el árbol. Él la miró y sonrió, gesto que ella intentó imitar sin resultados; el joven le revolvió el cabello con suavidad.


—No importa lo que oigas, tienes que prometerme que no vas a bajar —ella lo observó con el semblante cargado de tristeza — Promételo.

—Lo prometo —su voz salió en un casi inaudible susurro mientras se mordía los labios y apretaba los ojos para evitar que las lágrimas se acumularan en ellos.

—Volveré pronto. No te preocupes, estaré bien —volvió a dedicarle una sonrisa y ella sintió un ligero alivio en su interior — Ahora sube.


Dio una última mirada al muchacho y comenzó a trepar a gran velocidad. Sabía que si estaba viva aún era por eso, por su habilidad para escabullirse por las ramas sin realizar ni un sonido. Bueno, esa era una parte, la otra era él. Mientras se acurrucaba entre unas ramas un puntazo de culpa se instaló en su estómago; él siempre era el que salía a poner el pecho por ambos, el que solía volver con golpes y cortes sólo para mantenerla a salvo. Y era injusto; ella lo sabía pero jamás la dejaba acompañarlo. Tenía que esperar como ahora, escondida entre los árboles, hasta que él regresara…si es que lo hacía. Sin embargo, no contaban con más opciones. O ellos iban o los demás venían y, él no permitiría que se le acercaran.

Se lo había replicado infinidad de veces desde el comienzo de los Juegos pero él insistía en que permaneciera oculta. Ninguno podía negar que todos sabían que ella seguía con vida porque nunca había aparecido su foto durante las proyecciones nocturnas pero hacían lo posible para mantenerse lo más desapercibidos que pudieran.

Cerró los ojos intentando conciliar el sueño pero únicamente logró verse envuelta en una masa de recuerdos. Al principio fueron momentos alegres, esa tardes que ambos compartían cargadas de risas y algo de trabajo duro; los rayos de sol en su cara mientras sentía la brisa acariciando su cabello y él, como siempre, se encontraba a su lado acompañándola. Jamás la había dejado sola y sabía lo preocupado que estaba porque se acercaba esa fecha y ya era el segundo año en que el nombre de ella figuraba para ser partícipe de los Juegos.
Se recordaba a sí misma observando ese pequeño papel que cambiaría su vida en tan sólo segundos, aún sentía los oídos zumbar en el momento en que dijeron su nombre y se vio rodeada de miradas cargadas de angustia, podía escuchar sus pisadas durante el recorrido hasta el escenario que se alzaba frente a todos los jóvenes habitantes de su distrito. Y también lo que aconteció luego, como él ni siquiera había dejado que sacaran el siguiente papel para gritar esa frase que la hacía sentir tan culpable: Me ofrezco voluntario.

Porque era cierto, lo había hecho única y exclusivamente por ella, por su seguridad, por su vida. Porque sabía que si él no estaba allí, no iba a durar ni dos segundos dentro de la Arena. Estaba arriesgando su vida por ella, porque quería que ella viviera. Y eso sólo la hacía sentir más horrible.
No tardó en sentir las lágrimas deslizarse por sus mejillas y ahogó el sollozo que amenazaba con escaparse de su garganta. A los pocos minutos, sin dejar de llorar en silencio, se durmió.


~


Lo vio llegar con sangre fresca recorriendo sus manos y manchando su vestimenta. Estaba exhausto, podía notarlo a pesar de la distancia que aún los separaba. Saltó de la rama en la que se encontraba y corrió a su encuentro. Él la observó con cautela y ella intentó sonreír para hacerle saber que todo estaba en orden, que nada malo había ocurrido.

Pero él lo sabía, era plenamente consciente de ello. Nadie había ido a lastimarla esa noche porque sólo restaban tres personas y…una de ellas acababa de morir bajo sus manos. Un escalofrío recorrió su cuerpo y dio un paso atrás respirando con fuerza.
Siempre lo supo, desde el momento en que se ofreció para ir allí; él se sentía capaz de acabar con todos, sin importar lo fuertes o entrenados que se encontraran…Podía con todo si se trataba de protegerla. Él había ido con ese propósito, para lograr que ella lograra vivir…sin importar que él tuviese que morir para ello.

Se acercó con cautela y la abrazó; ella no hizo movimiento alguno para intentar rechazarlo a pesar de que se encontraba cubierto de sangre, en cambio se aferró a él con fuerza. Suspiró mientras se separaban y tomó sus manos, entregándole el cuchillo con el que acababa de asesinar al otro joven. Observó como el rostro de la chica se transformaba con rapidez en una mueca de disgusto y confusión.


—Ya no queda nadie.


Su voz se escuchó como un ligero susurro en medio de aquel palpable silencio. Sabía que ella jamás había tenido en cuenta la cantidad de tributos y que no contaba cuando proyectaban las muertes durante la noche, solía dormir envuelta en sus brazos mientras aquello ocurría. Por eso comprendía la mirada de horror que se había formado en su cara apenas había terminado de decir la frase. Ella dio unos pasos tambaleantes hacia atrás.


—Tienes que hacerlo.


Se acercó y la tomó por las muñecas aproximando el filo del arma a su estómago. Sintió el forcejeo que ella imponía mientras lloraba y le gritaba que se detuviera, que no iba a hacerlo, que no podía…


—Vas a vivir. Lo harás —él la miró con el semblante serio.

—N-no… ¡No podré si tú mueres!

—Si podrás, eres inteligente y sabes cuidarte bien sola a pesar de que me he pasado la vida custodiando por tu seguridad. Sobrepasarás esto, lo sé.


Le sonrió y aplicó un poco más de fuerza haciendo que el cuchillo penetrara por su piel. Ella gritó pero él no redujo la presión; sintió un dolor punzante en su estómago mientras su remera volvía a humedecerse con aquel tono escarlata. Sintió una ola de debilidad recorrer su cuerpo; momento que fue aprovechado por la chica para alejarse frenéticamente de él, cayendo de espaldas al suelo.


—V-vas a estar bien —él todavía tenía el arma y la retiró sin cuidado de su interior — Sigue siendo así de radiante, ¿de acuerdo?

—¡N-no!


Pero fue demasiado tarde y vio como el joven volvía a clavar el cuchillo en otra parte de su estómago. La sangre no paraba de salir y a los pocos minutos, él se desplomó en el suelo.
Ella se levantó con torpeza y se acercó a su lado, quitándole la cuchilla de las manos y colocando su cabeza en el regazo de sus piernas. Acarició sus cabellos con suavidad y él le sonrió una última vez.


—R-recuerda que te quiero, hermanita.


Él cerró sus ojos.

Ella oyó el sonido del cañón. Había ganado.

Ella iba a vivir.

Él había muerto por ello.