Drama Violeta

Contenido oculto: Ocultisimo

Dedicado al Mes de la Mujer

Violeta era de esas chicas que permanecía sumergida en la biblioteca de la universidad, socializaba con pocas personas y componía sus propias canciones a escondidas. Durante su tiempo libre se imaginaba cantando en un escenario acompañada de músicos de orquesta.

Ese sueño parecía lejano para ella porque sufría de pánico escénico y era introvertida, lo que según Violeta no le permitiría cumplir su sueño de cantar en público.

Al llegar a su casa Violeta se ponía cómoda, encendía la radio y cantaba frente al espejo usando como micrófono el cepillo de peinar. Con el pelo mal amarrado interpretaba las canciones que pasaban en la radio mientras bailaba, la felicidad se notaba en su rostro.

Su voz era hermosa, podía alcanzar agudos y graves sin ninguna dificultad, le encantaba jugar con su voz. Pero cuando tocaban la puerta de su cuarto se callaba por completo.

Violeta realmente era una chica hermosa, con un talento único, pero que temblaba y sudaba cuando le tocaba presentar un trabajo en la universidad. Su problema de pánico escénico en ocasiones la entristecía, pero ella prefería no hablar de ese tema.

En la hora de receso ella pasaba cada día por el salón de música, Violeta nunca había tenido la valentía de inscribirse por temor a ser burlada. Solamente se quedaba viendo por la pequeña venta de la puerta. Violeta siempre trataba de esconderse, pero el joven profesor era consciente que ella siempre pasaba a la misma hora.

Un día ella paso a la misma hora de siempre por el salón de música, pero no había nadie. Solo estaba el profesor sentado en su escritorio revisando unos papeles. Violeta extrañada miro todo el salón sin entender lo que pasaba y fijo su mirada en el profesor. El profesor Samuel voltio su rostro con una sublime sonrisa al notar que Violeta lo miraba.

—Hola Violeta, ¿Quieres pasar?— preguntó.

A ella se le sonrojo el rostro de la vergüenza, pasmada del susto se alejo un poco de la puerta. El profesor Samuel se levanto de su asiento y camino hacia la puerta para abrirle.

—Pasa por favor— dijo con una cálida sonrisa, mientras abría la puerta.

Violeta únicamente lo veía, no era capaz de gesticular palabras. El profesor Samuel era su amor platónico desde que ella había entrado a estudiar en la universidad.

—Cla-Claro— dijo Violeta entre balbuceo.

Ella camino adentro del salón guiada por el profesor Samuel. Al entrar Violeta comenzó a mirar la inmensidad del salón, los instrumentos, micrófonos y todo lo que había dentro. Sus ojos brillaban y sin querer en su rostro se le dibujo una hermosa sonrisa.

—¿Te sientes bien?— preguntó el profesor.

—Me he dado cuenta que todos los días te paras detrás de la puerta— mencionó.

Violeta volvió a sonrojarse, voltio a ver al profesor con algo de temor y le respondió.

—Pro-Profesor me gusta su clase— dijo Violeta algo nerviosa.

—Enserio, que bueno— dijo el profesor con una amplia sonrisa.

—Si quieres te puedes quedar y mirar todo lo que tenemos aquí— le dijo el profesor mientras tomaba asiento nuevamente.

Ella aun no podía creerlo estaba adentro del salón de música y el profesor Samuel le había dirigido la palabra. Su corazón brincaba de la emoción que sentía. Comenzó a explorar cada uno de los instrumentos musicales como si fuera una niña pequeña.

—¿Violeta te gusta la música?— preguntó el profesor.

—Eh, si profesor— respondió Violeta.

—¿Que es lo que más te gusta?— pregunto nuevamente el profesor mientras veía a Violeta.

—Bueno, realmente, me gusta cantar— respondió ella con algo de temor.

—¿En serio?, me gustaría escucharte— dijo el profesor.

Violeta comenzó a sentir algo de nervios, lo que provoco que sus manos comenzaran a sudarle. Pensó un poco antes de responder, tomo una respiración para calmarse y poder hablar.

—¿Puedo cantar lo que quiera?— preguntó mientras miraba a los lados.

—Por supuesto que sí, adelante— respondió el profesor sonriendo.

Ella tomo una respiración y se acerco un poco al escritorio del profesor Samuel. Cerró sus ojos y comenzó a cantar con una sublime voz.



De inmediato el profesor Samuel identificó la canción y también cerró sus ojos para escucharla detenidamente. Simulaba con sus dedos que la dirigía, en su rostro se dibujó una sonrisa. Tenía mucho tiempo sin escuchar una voz como la de Violeta, disfrutó cada instante de la canción.

Violeta fue relajándose durante la canción y soltó su cuerpo, por un momento olvido su pánico escénico. Al termina de cantar el profesor no lo pensó dos veces y se levanto de su silla para aplaudirla.

—¡Bravo!, ¡Bravo!— dijo el profesor mientras aplaudía.

—Realmente eres fantástica— mencionó.

A Violeta se le ilumino el rostro y dibujo una hermosa sonrisa. Sus ojos se llenaron de lágrimas y al darse cuenta comenzó a secarse los ojos para no llorar. El profesor Samuel la miraba con admiración, se acerco a ella para abrazarla, lo que provoco que el corazón de ella se acelerara rápidamente. Quedo inmovilizada por un momento.

—Deberías cantar esa canción en la presentación de fin de año—

>>Quisiera que te unieras a la clase de música— dijo el profesor con emoción.

—¿En serio? Profesor yo lo volvería a pensar— mencionó Violeta con dudas.

—Sí, me encantaría que abrieras la actividad— dijo el profesor mientras la veía.

>>¿Hay algún problema?— preguntó.

—S-sí, me da terror pararme frente a muchas personas y hablar— dijo Violeta agachando la cabeza.

—No te preocupes, eso tiene solución— dijo el profesor mientras subía el mentón de ella.

Durante los meses siguientes el profesor Samuel trabajo con Violeta. Cada día que terminaba su clase la ayudaba a superar su pánico escénico aplicando algunos ejercicios. Ella se sentía muy bien y realmente confiada, su profesor era su ídolo. Su preparación duro tres meses, donde paso buenos y malos ratos, pero logro superar sus temores.

El día de la presentación uso un vestido hermoso, acomodo su cabello y se maquillo sutilmente. Por fin cumpliría su sueño, iba a cantar acompañada de los músicos de la universidad. Canto la misma canción, pero esta vez frente a mil personas. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez las dejo correr por su rostro mientras sonreía complacida.

Esa tarde recibió una gran ovación y aplausos de todo el público presente. Violeta sentía una felicidad inmensa, sus ojos brillaban como dos estrellas. Lo había logrado.