Ciencia ficción Vida y Poder.

Autor: Temarii Juuzou.
Actividas: Maestro de los Retos.
Reto No.9. Te toca ciencia ficción. Escribe algo en ese género y la extensión que prefieras.
Advertencia: este es el prólogo s una historia original mia, la cual aún no se si publicare.

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Vida y Poder.

Entonces las luces en el cielo comenzaron a crecer; no eran las típicas estrellas que adornaban el cielo de Vitarnam[1], tampoco eran bolas de fuego, pero se acercaban peligrosamente. La gente mayor, mujeres y niños fueron evacuados a la ciudad subterránea donde serían protegidos, mientras que los guerreros y personas que quisieran ayudar comenzaban a viajar hasta el punto exacto donde aquellas luces impactarian. El jardín del Palacio real.

Desde hace unos meses aquellas luces rondaban los cielos y apenas unos días atras los científicos habían logrado descubrir que eran aquellas extrañas luces: Naves. Pero no cualquier nave, eran las naves de Dzala[2], una colonia de guerreros viajantes.

Un pequeño temblor le movió el piso, Ámbar los miró impactar desde su ventana, debía ponerse a salvo por órdenes de su padre, pero no queria hacerlo, debía luchar por su planeta, no esconderse en su habitación. Ya no era una niña, así que tomó sus cosas y salió.

—Soror[3]... ¿Qué haces? —le dijo una pequeña voz a sus espaldas. Era Bismut, su hermano menor.

—Voy a pelear con papá.

—Sabes que él no quiere pelear, quédate aquí... es obvio que los Dzalanianos sólo quieren mujeres para procrear más guerreros.

—Los detendré antes de que puedan hacerme algo —el pequeño iba a decir algo, pero Ámbar colocó su mano azul en el esponjoso y rojizo cabello de Bismut —. Confía en mi y no digas nada.

El pequeño apretó sus labios tanto que una línea blanquecina se formó en su rostro, negó con la cabeza y se dió la vuelta para entrar en sus aposentos.

—Benediximus[4], Soror.

Y ella, con cuchillos en mano, camino por los pasillos hasta el jardín, donde la tripulación de una de las naves comenzaba a bajar y los hombres valientes de su pequeño planeta comenzaron a rodear. Entre todos esos hombres, se encontrada Diamond, su padre y rey de aquel hermoso mundo.

Se escondió detrás de un pilar para poder escuchar mejor la conversación.

—... Entonces no podemos ayudarles, les pido de la mejor manera que se retiren y no vuelvan... —su padre mantenía la voz serena y calmada.

—Me temo que no podemos hacer eso... ustedes son uno de los planetas más pequeños de esta galaxia y, sin embargo, tienen la población más sana y fuerte.. sin siquiera ser guerreros...

Entonces no estaban ahí por las mujeres, aquellos intrusos querían el agua sagrada, el núcleo de su planeta, la fuente de energía vital. El corazón comenzó a palpitarle con fuerza, agarró su rebelde y rojizo cabello con una de sus manos, para que este no la delatara y asomó su cabeza para ver a los Dzalanianos. Tragó saliva.

Eran peor de lo que sus libros le mostraban. Seres enormes con caras alargadas, labios gruesos y cuerpos inmensos, de distintos colores de verde y dos bigotes colgando cada uno de las orillas de la boca. Sus ropas sólo los hacían lucir más impotentes; mientras que su pueblo, los Vitartes, vestian con prendas claras y simples, los Dzalanianos usaban armaduras negras y enormes, haciéndolos lucir el doble de grande de lo que eran.

Pero no iba a acobardarse ahora, tenía que luchar por su país.

—Sólo queremos el agua sagrada y después nos iremos.

El rey rascó su enorme y rojiza barba antes de abrir la boca para hablar, pero la imprudente princesa decidió salir de su escondite.

—No vamos a permitirte que te llevas nada.

Todas las miradas se fueron hacía la chica y la grandeza que había sentido en esos momentos había caído hasta el suelo y fue remplazada por temor. Los ojos de los intrusos brillaban de deseo, normalmente se reproducían con habitantes de planetas mediocres y poco estéticos, pero los Vitartes eran parte de los pocos seres más hermosos, con cuerpos fuertes y delgados, de distintos tonos de azules tan vivos que hacen querer sonreír, cabellos rojos o morados y la capacidad del camuflaje. Ámbar especialmente era preciosa al tener sangre real, pero muy torpe al momento de poder usar sus habilidades de camuflaje, por lo que su cabello rojo fuego paso a un naranja opaco, debido al miedo que aquellas miradas le provocaron.

—Cambio de trato anciano —el líder Dzalaniano que hablaba lo tomó de la blanca camiseta y lo levantó, pero el rey ni se inmutó —la queremos a ella.

—No te lo permitiré.

El rey chasqueo los dedos y todos los guerreros detrás de él levantaron sus lanzas y arcos a los intrusos, estos comenzaron a reír y se colocaron en posición para pelear, sólo esperaban órdenes.

—Sabes que tus armas son inservibles contra nuestras armaduras y nuestro armamento. Entregame a la chica y nos iremos.

Pero si algo también caracterizaba a los Vitartes era la gran unión que tenían como pueblo, no sacrificarían a una por todos los demás; si querían llevársela, tendrían que matarlos a todos. Entonces el líder de los Dzalanianos comenzó a reír, porque en los ojos de la princesa pudo notar que ella no era como todos sus compañeros de planeta, ella estaría dispuesta a sacrificar lo que fuera por conseguir lo que quisiera, por probarse a sí misma. Lo notó, porque su mirada era igual a la de él.

—Utilicen el Stunner... —comenzó a hablar en su lengua natal, la cual era desconocida para todos los Vitartes — ¡Ahora!

Los Dzalanianos levantaron sus armas hacia los habitantes azules y dispararon rayos paralizantes, el líder intruso, con el rey aun en sus enormes y callosas manos, miró a la princesa.

—Si quieres volverlo a ver con vida, ven a buscarnos —le guiñó el ojo con descaro.

Y subió a su nave, no tardó en despegar y salir de la órbita del planeta y la vision de Ámbar. Ella apretó los dientes y corrió hacia la sala de naves, donde bien podría encontrar una que pudiera utilizar.

—Ámbar , no lo hagas... —Le detuvo su hermano a medio camino, quien había visto todo. Era menor, pero en ese momento la miraba como si fuera el más grande y estuviera reprimiendola por ser tan impulsiva.

—No voy a quedarme con las manos cruzadas mientras nuestro padre... —entonces un nudo se formó en su garganta y comenzó a llorar.

Todo era su culpa, si tan sólo se hubiera quedado escondida... si no tuviera esa manía de querer demostrar que no sólo era una princesa, si no también una guerrera. Si tan sólo...

—Ahora debo hacerlo.

—Debes quedarte y tomar el lugar de padre.

—No puedo... No lo merezco —acarició la suave mejilla azul de su hermano —debo probar que merezco el lugar de reina.

—No debes probar nada, porfavor, piensa en todos los habitantes, papá no querría que tu...

—Pero yo no soy papá.

Y se metió en la nave, miró por última vez a su hermano y despegó, buscando las coordenadas de aquella nave. Pasó un largo tiempo antes de visualizar las colonias Dzala, pero lo había logrado. Eran cinco en total. Una de los guerreros, otra de los comerciantes, la de los obreros, la de mujeres y niños y la última de los prisioneros. Su padre estaría en esa o quiza en la primera. Aceleró.

—Fiorella —le habló a su pulsera, la cual toda familia real debe llevar. Una pequeña biblioteca en sus muñecas para cuando viajan a otros planetas — estrategia.

Pero la pulsera no logró contestarle a tiempo. Un golpe derribó una ala de la nave e hizo que está se tambaleara. La estaban atacando. Ámbar conectó su pulsera con la nave y le pidió ayuda para atacar, pero otro golpe la hizo girar y acercarse a un agujero negro que no tardó en succionarla para, luego de interminables sacudidas, escupirla en una galaxia alejada de la suya.

—Fiorella... regresemos —dijo desesperada y mareada.

—Me temo que no puedo hacer eso, la nave sufre daños severos. Necesitamos parar en algún planeta cercano para buscar ayuda antes de volver

— ¡No podemos perder tiempo!

—Lo lamento, princesa.

Y la nave comenzó a acercarse a un planeta cercano. Ámbar empezó a sentir sus ojos pesados y la cabeza darle vueltas. La nave le estaba robando mucha de su energía, en cualquier momento se desmayaria.

Quizo llorar por su padre, pero no tenía las fuerzas necesarias.

—Fio... ¿Dónde estamos?

—Estamos en la vía Láctea, princesa.

Y lo último que Ámbar vio antes de desmayarse fue un planeta azul.

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1.Del latín: Vida y agua.
2. Del georgiano: Poder.
3. Del latin: Hermana.
4. Del latín: Buena suerte.