Vicafobia

Tema en 'Relatos' iniciado por Samantha, 22 Mayo 2009.

  1.  
    Samantha

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    Vicafobia
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    Vicafobia

    Este one-shot lo escribí para un concurso Está muy toche, la narración es muy rara Y debo tener algunas faltas de tilde. :o









    Vicafobia.

    New Jersey 1675. Karoline y su familia Karoline y su familia acostumbraban a, después de finalizar la cena —a la hora del té—, sentarse junto a la chimenea para contar las grandes hazañas vividas por el abuelo de la pequeña campesina, aunque su madre y abuela preferían las historias de brujas, pues éstas no eran solo cuentos de aldeanos. Las brujas en realidad existían, más que todo en las afueras de New Jersey, por eso todos vivían atemorizados. Karoline, quien era una chica muy asustadiza, comenzó a guardar ese miedo dentro de ella, no quería que una bruja se la llevara; como hizo con Cinty… la hija del granjero Michell.

    —Es muy terrible lo que le ocurrió a Cinty —mencionó la anciana Lorelyn, abuela de Karoline.

    —¿Qué le ocurrió a Cinty, Abuela?—preguntó con algo de curiosidad la pequeña Karoline.

    —La señora Wilson vio cuando Cinty se iba de la mano con una persona anciana, era muy vieja, de nariz larga, con una gran verruga gran verruga en su frente. En la otra mano, llevaba una escoba. —Explicó Mary, la madre de Karoline, quien estaba muy triste por la situación de la niña y no quería que tal cosa de la pasara a su hija.

    —Mujer, esas son invenciones de las viejas chismosos del pueblo; seguramente le quiere hacer una broma a sus padres. —Acotó Louis “padre de Karoline” mientras fumaba su pipa y leía un libro.

    Esa noche la madre y la abuela de Karoline sólo hablaban de ese tema, sin percatarse de que la pequeña niña se asustaba más y más por sus comentarios.
    La niña decidió irse a su habitación, pues no le agradaba lo que decían de las brujas, pero algo detuvo sus pasos: si iba sola a su recámara una bruja podría llevársela y nadie la escucharía eran los pensamientos de la pequeña.

    Se quedó sentada en las escaleras que estaban cerca de la chimenea, mientras seguía escuchando la conversación de los adultos, Y así estuvo por un buen rato.

    -+-

    El reloj marcó las nueve de la noche y todos se dirigieron a la cama para ir a dormir. Karoline estaba muy asustada y no quería quedarse sola; en sus pensamientos sólo estaba la imagen de una bruja fea. Pasó media hora, y la niña ya se había quedado dormida.

    Pequeños quejidos se oían en la habitación. La pequeña se revolvía entre las sábanas, mientras grandes gotas de sudor resbalaban por su rostro; una pesadilla, quizás.

    -+-

    Corría desesperadamente por el bosque. La risa malvada retumbaba en sus oídos, alguien la perseguía, ¿pero quién? Seguía corriendo, mientras las ramas de los árboles le rozaban el rostro haciendo que pequeñas gotas de sangre resbalaran por la cara.

    Se escondió tras un árbol ya anciano cuyas ramas, frondosas y crujientes, amenazaban con caerle encima. Guardó silencio tan desesperadamente como pudo, con las manos ante la boca y la nariz para no emitir ruido alguno. Sin embargo, una sombra se alzó peligrosa al costado del árbol y ella, asustada, gritó.

    De sus ojos brotaban gruesas lágrimas, ahora estaba más asustada que nunca. Delatante de ella se encontraba una mujer anciana, de pelo largo, con una cachucha negra en su cabeza; no muy alta, una verruga en su frente y una risa chillona y malvada. Sus uñas eran muy largas y sus dedos eran finos, pero adornado de arrugas debido a su vejez.

    La anciana tomó a la niña por el brazo izquierdo, mientras la pequeña se resistía a ir con ella. Le suplicaba que la soltara, pedía a gritos que alguien la ayudara; aun así nadie la escuchó. Seguía resistiendo a los jalones que la mujer de mayor edad le daba. La tomó y la subió con ella en su escoba, para luego llevarla a una vieja y tenebrosa casa que se encontraba cerca del pantano.

    Al llegar a la vieja casa de la anciana, la bruja se dispuso a amarrar a la niña y sentarla en una silla. Karoline estaba desesperada, por mucho que gritara nadie la iba a escuchar. ¿Qué iba a hacer esa horrible mujer con ella? ¿Comérsela? La bruja se acercó:

    —Tu corazón es joven y sano, podría darme vida eterna —mencionó la mujer riendo malévolamente.

    “¿Acaso esta mujer pensaba sacarme el corazón?”, Pensó la niña, luego de escuchar lo que la bruja había comentado. Karoline estaba muy asustada, no sabía qué hacer para salir de allí.

    —Hoy eres mi presa, pequeña Karoline, y me voy a apoderar de tu corazón —le decía la bruja mientras batuqueaba con mucha fuerza.

    -+-

    —Karoline, Karoline —llamaba su mamá mientras la movía para que despertara, pues, según creía, estaba teniendo una horrible pesadilla.

    La pequeña se levantó gritando y llorando. Vio a su madre y la abrazó muy fuerte, mientras le rogaba que no la dejara sola, ya que una bruja quería arrancarle el corazón. La madre le dijo que sólo era una pesadilla, ninguna bruja le haría daño. La señora le dio un beso en la frente y la cobijó para que no le diera frío. Salió de la habitación, mientras Karoline seguía muy atemorizada debido a la pesadilla que había tenido.

    Se sentó en el borde de la cama, dándole la espalda a la ventana y con el corazón aún acelerado. Las ramas de los árboles golpeaban la ventana, ya que el fuerte viento las hacía mecer. Echó un vistazo hacia ella y vio la luna, la cual hacía que sus rayos de luz se colaran por la ventana alumbrando la habitación de la niña.

    Unas nubes taparon su resplandor haciendo que todo quedara en tinieblas. Unos truenos se empezaron a escuchar, para después darle paso la lluvia. La tormenta era cada vez más fuerte, mientras los truenos y centellas alumbraban todo el cielo haciendo que su fuerte ruido retumbara por todo el pueblo.

    Karoline volvió a su cama, se arropó hasta el cuello y cerró los ojos fuertemente. Oyó como si alguien abriera el cerrojo de la ventana, y se asustó abriendo los ojos hasta más no poder. Pasos dentro de la habitación y unas pequeñas voces no muy jóvenes ni conocidas se comenzaron a escuchar. Sintió cómo alguien tocaba su hombro. Volteó para ver la mano que aún seguía allí, era una mano vieja, con muchas arrugas y largas uñas. Finalmente volteó para ver quiénes eran las dueñas de las voces, pero sus ojos se abrieron mucho más al ver a las personas que estaban frente a ella.

    Una mujer anciana, muy parecida a la de su pesadilla, y otra un poco joven, como de la edad de su madre. Su corazón volvió a acelerarse. Esta vez no era una pesadilla, esta vez era real… y eran dos. Un trueno hizo retumbar el cielo, mientras la cara de la mujer se reflejaba con la luz del relámpago, para luego unirse con el grito que pegó la pequeña niña.


    Fin
     

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