Viajes por el mar

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Mayo 2024.

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    Amelie

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    Interior del barco
    [Yume; Kohaku; Tamura]

    Yume escuchó a Kohaku maravillada; no era normal que alguien de su edad leyera tanto, y eso explicaba la fortaleza con la que Kohaku hablaba, tal vez él no era consciente de ello.
    Escuchó la historia de sus padres y lo entendía perfectamente, el amor se da en esos pequeños detalles que los separaban del aprecio a los demás, esa era la diferencia entre amor de pareja al cariño entre amigos. Era amar al otro por cada pequeño detalle que hacía.

    Yume supo que no podía darle más significados al amor que él que ya había dado; no por falta de ejemplos, sino que ella tampoco había dado el siguiente paso; aun desconocía lo que era el romance; pero le emocionaba entenderlo, de volver a ver a su madre y hablar de mujer a mujer. Miró a Kohaku con ternura mientras él le preguntaba de un pequeño aperitivo y sonrió en complicidad.

    —Seguramente habrá algo en las cajas — Dijo al acercarse a una de ellas —Oye, deberías meter a Chiasa a una clínica, tal vez me ayude a obtener más remedios — dijo en broma mientras abría una de la cajas y vió sandías. El recuerdo de su padre cortándolas para ella cuando estaba herida le estrujó el pecho —¿Has probado la sandía?

    Fue cuando escucharon los pasos nuevamente acercarse; era Matahachi, había vuelto. Matahachi miró de un lado a otro hasta que vio a Tamura envuelto y sonrió —No aguantó nada.





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    [Riku; Togashi; Matahachi]

    Mostró sorpresa al saber que Riku no conocía bien a Takeda —Es importante conocer el temple de la persona a la que se sigue, o terminarás condenado a lo que acabas de decir que no permitirás: tus ideas jamás se alinearán — dijo con certeza —No hay manera de saber si el camino que se sigue es el correcto sin conocer al líder. Si lo desconoces sólo eres un peón más en esta historia... así me siento yo con esta alianza. Desconozco tanto y eso me aterra...

    Supiró cuando escuchó de las traiciones; sólo conocía la de Mao y Kuroki; pero la primera fue beneficiosa para los Sugita, y también para él. —Nuestros planes de hace ya varias estaciones atrás no incluían a los Minamoto. Lo único que buscábamos de ustedes era recuperar a Kenzaburo; quién fue alumno de mi maestro Kozaemon. Murai falló en recuperarlo por su ridícula obsesión, no siguió las órdenes y tuvo que recurrir a un plan de emergencia — Miró a Riku —Entiendo la frustración de Takeda; uno puede crear la mejor de las estrategias pero las emociones humanas son imposibles de predecir, alteran el orden —suspiró —Pero también esas emociones salvan vidas, y ese es un cálculo a favor que a veces crea milagros.

    Matahachi era menor a Riku; pero hablaba distinto a su edad. Se podía percibir la cantidad de estrategias que seguramente había tenido que plantear, todas los malos cálculos y frustraciones. Y en sus ojos no había odio, había algo de melancolía —Yami fue uno de esos milagros, te lo explicaré en otra ocasión. Esto se está tornando muy serio y la verdad es que quiero descansar un poco...

    Sonrió al ver que Riku guardaría el sake —¿Una ocasión especial? — preguntó antes de irse —Estar vivo ya es una ocasión especial — se alejó de la cubierta despidiéndose de Riku y Togashi; en su camino al interior miró a Rei ya balanceándose, Reijiro se reía al verlo. Los miró y no se preguntó quíen ganaría esa absurda contienda, sólo pudo concentrarse en las palabras que él mismo había dicho hace unos momentos.

    Sin más, entró al barco.

     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Está vez reí sin intención de ocultarlo y me recosté de espalda en la baranda, sonriendo ampliamente a la espalda que se alejaba.

    "Preferiría que no me maletiendas, déjame aclararlo. Dije que lo aceptaba como apto para gobernar. Pero, realmente, no diría que lo estoy siguiendo de la manera en que supones. Mí lealtad está en otras personas".

    Lo que serían las condiciones para mí victoria es probable que no se alineen con la mayoría de aquí, eso es lo que no dije.

    "Esta bien, no me importa, pero seré ese peón que se elevará cuando llegue el momento. Porque no me van a sacar de este tablero sin luchar". Negué, no molesto, sino extrañado de que la conversación tomara el mismo rumbo que con Togashi. "Y... Te entiendo. Aveces solo queda mirar hacía nuestro objetivo al final de este terreno desconocido. Todo puede cambiar y no saber dónde nos encontramos. Pero por ese algo... Correría por puas, por el hielo quebradizo y hasta atravesar el fuego...".
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Interior del barco

    Yume se sumó a mi plan y, mientras ella escarbaba en las cajas, yo solté una risa ante la idea de Chiasa robando insumos médicos. ¿La verdad? La veía totalmente capaz.

    —Una ardilla shinobi, tal vez sea la primera en su especie —bromeé a la par, animado.

    Me incliné encima de la caja que estaba husmeando y abrí grandes los ojos, con curiosidad, al ver las sandías. Era una fruta muy grande y de cáscara verde.

    —No... —negué, ligeramente abstraído, y pensé en mi espada—. ¿Cómo se supone que...?

    Interrumpí mi idea al oír sonidos tras mi espalda. Matahachi regresó, vio a Tamura dentro de su onigiri improvisado y solté una risa floja. No era que hubiese tenido mucho tiempo para decidirlo como tal, pero lo mejor era intentar tratarlo con naturalidad. Quizás el alcohol me estuviese ayudando a mantenerme relativamente relajado.

    —¿Y de quién fue la culpa? —repliqué, claramente en broma—. Oye, ¿tú sabes cortar sandías?
     
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    Amelie

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    [Riku; Togashi; Matahachi]

    Antes de irse, Matahachi miró a Riku y le escuchó —Gracias por aclararlo; suelo tener la mala costumbre de juzgar a las personas muy pronto — sonrió — Kirara tiene suerte de tenerte, Riku. Yo me aseguraré que tu estancia en las islas Oki no sea negativa. No quiero que tengas la misma mala costumbre que yo de juzgar a las personas tan rápido. Creeme que estas personas son de las más complejas que encontrarás a lo largo de tu vida— volvió a mirar al frente y siguió su camino.

    Matahachi entró al barco y Tsubaki salió; buscaba a alguien en específico, parecía envalentonado con su guaje en mano.




    Interior del barco
    [Yume; Kohaku; Tamura; Matahachi]

    Yume soltó una carcajada ante la idea de una ardilla shinobi; su risa fue algo nasal; no parecía molestarle demostrar esa risa ante Kohaku.

    Yume iba a responder a Kohaku sobre las sandías; pero la aparición de Matahachi interrumpió el pensamiento, seguido por las preguntas de Kohaku.

    —Mía — respondió con una sonrisa orgullosa mientras se acercaba a la caja; tomó una de las sandías y la colocó sobre otra caja. De sus cosas sacó un rollo de cuero, el cuál extendió con delicadeza sobre la caja. Una serie de objetos metálicos desfilaron por la mirada de Kohaku y Yume. Diferentes cuchillos, y herramientas perfectamente ordenados; todo un equipo de cacería. Tenía sentido.

    Matahachi tomó uno de los cuchillos más grandes, colocó dos piedras rodeando la sandía y colocó el cuchillo dónde un punto verde natural marcaba el centro de la sandía; cortó de la sandía con varios movimientos de sierra y las mitades cayeron para detenerse por las rocas a los costados, impidiendo que rodaran al suelo. Tomó después una de las mitades y comenzó a cortar por franjas. Entregó una a Kohaku y después otra a Yume quien sonrió como una niña pequeña.

    Al terminar de repartir, también cortó la otra mitad para después limpiar el cuchillo y al acabar también sus manos.

    Yume lo miró —¿No vas a tomar una tú también? Anda...

    —Ya tengo demasiado líquido en mi sistema, estoy bien— dijo Matahachi.

    Yume después miró a Kohaku, dio una mordida y cerró los ojos del gusto que le provocó probarla —¡Está deliciosa! Cómo la recordaba.

    —Es la temporada perfecta; Murai fue muy específico cuando las encargó a Tamura —
    dijo Matahachi.

    —Kohaku jamás ha probado una — agregó Yume.

    Matahachi miró a Kohaku —Tiene sentido; al norte no se dan muchas frutas como esta— señaló las semillas negras dentro del rojo de la sandía —Esas no te las comas.
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku Ishikawa
    Interior del barco

    Yume se rió con ganas ante mi broma y me di cuenta que me sentía liviano y satisfecho, como si... como si mi propia piel no me incomodara. Nunca había sido ni me había considerado del tipo bromista, no creía tener ese carisma que atraía a las personas y las alegraba, así que oírla reírse por una broma tonta que había hecho me ponía contento. En cierta forma me alentaba a seguir comportándome así.

    Matahachi se oyó sumamente orgulloso de su hazaña y no sabía yo hasta dónde tenía permitido vanagloriarse de haber tumbado al pobre Tamura, pero en definitiva era refrescante verlo comportándose más como un muchacho de su edad. Se me estiró la sonrisa y lo dejé estar, pasando al asunto de las sandías. Lo vi desplegar todo un kit de instrumentos diversos, el cual detallé con la misma curiosidad que le había otorgado a las frutas. De repente cortar aquella gran bola verde se convirtió en una hazaña y solté una risa en voz baja, divertido, al aceptar mi rebanada con ambas manos.

    —Eres como una caja de sorpresas —bromeé—. Gracias.

    Miré a Yume, acerqué mi porción a la suya para hacer un brindis improvisado y la chica disfrutó tanto el primer mordisco que me hizo sonreír. ¿De verdad estaba tan rica? Estaba por imitarla, pero entonces Matahachi me indicó que los puntos negros eran semillas, que no me las comiera y, otra vez, me reí en voz baja. Con el sake se había puesto igual, aconsejándome e impidiéndome imitar a Tamura, pero no me molestaba.

    —¿Qué pasa si me las como? —le repliqué aún así, sólo por molestarlo un poco.

    Finalmente probé la sandía, su textura se deshizo en mi boca y fue increíblemente dulce. Alcé las cejas, sorprendido, y volví a comer. Apenas la mordía desaparecía, como si fuese agua condensada o algo. Era muy diferente a lo que solía comer. Tuve cuidado de no tragar las semillas, eso sí, y me tapé la boca con la mano al escupirlas.

    —No imaginé que fuera tan dulce, está muy rica —comenté, entusiasmado, y miré a Matahachi—. ¿De veras no quieres una rebanada?
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Interior del barco

    Tsubaki afirmó antes de retirarse, dejándome de nuevo solo con ellos dos, de modo que cuando Shino habló le presté toda mi atención. Solo entonces me di cuenta, con una claridad aterradora, de que el camino que había elegido me había hecho crecer a la fuerza. Esta mujer era mayor que yo, ¿por qué estaba sentada como si no hubiese diferencia? Como le había dicho a Murai, había aparecido para ocupar los lugares que otros necesitaran y me había formado así como madre, hermana y compañera. Olvidaba constantemente que era también una hija.

    La pregunta de ella a Noishi me hizo volver al espacio, de hecho lo miré bastante divertida esperando por su respuesta y el otro soltó que el alcohol era otro veneno que debía dominarse, pero el sonrojo lo vendió y por más que quise contenerlo se me escapó una risa que casi se convirtió en una carcajada. Al darme cuenta me cubrí parte del rostro con el haori usando el brazo izquierdo y cuando preguntó por los Minamoto, por si celebrábamos todo con sake, bajé el brazo con tal de poder sonreírle.

    —Supongo que depende un poco del momento. Cuando sustituí a Takeda… cuando tomé su lugar como General, luego de que entráramos a la ciudad Yamagata empezó a repartir sake como si fuese agua —empecé a contar y reí por lo bajo antes de darle un trago al guaje—. Terminamos terriblemente borrachos, él, Fuji, Hashimoto y yo. ¡Y pudimos hacer que Takano probara un poco! Bueno, yo se lo pedí en verdad.

    El recuerdo, aunque diluido de formas extrañas por el alcohol y mezclado con las tragedias de la guerra, conservaba algo de calidez consigo. Recordaba las palabras de Inugami, nuestra conversación, luego que había hablado con Takano y lo que había resultado finalmente. Pensarlo me hizo desviar la vista al guaje y sonreí, un poco avergonzada con mis propios pensamientos.

    —Hashimoto terminó dormido incluso antes de que pudiese darse cuenta de que estaba ebrio yo creo.
     
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    Amelie

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    Interior del barco
    [Yume; Kohaku; Tamura; Matahachi]

    Matahachi sonrió ante el comentario de Kohaku sobre ser una caja de sorpresas —Menos mal llegué a tiempo — Al parecer su seriedad disminuía, no respondía con las palabras usuales en la etiqueta , no hubo un "De nada" o "Para servirle " estaban en un grupo de confianza.

    Después de la pregunta de las semillas; Matahachi lo miró para responderle.

    —Su textura no se asemeja a la de la fruta; suelen ser molestas al...

    —¡Te crece un árbol en el estómago!—
    interrumpió Yume —Lo he visto

    —Yume, eso no es...

    —¡Hey!—
    volvió a interrumpirlo Yume, señalándolo con su mano aun libre —¿Quién sabe de medicina aquí?

    —¡Tú! —
    Se unió Matahachi entre risas, no alegaría ante Yume quién claramente comenzaba a ser afectada por el sake. Y fue cuando vio la reacción de Kohaku al probar la rebanada y sonrió al escucharlo decir que le había gustado, después respondió al ofrecimiento de Kohaku:

    —No, en verdad estoy...

    —¡Cómela! Necesitas más frutas en tu dieta; ese hombro no se va curar si no comes bien. ¿Qué has comido hoy eh? —
    Yume comenzaba a parecerse más a Tamura cuando bebía.

    —Me dio mucha naúsea en el último viaje... la verdad no quiero volver a sentirme así — Se excusó Matahachi.

    —¡Mira cómo dejaste a Tamura! Es lo mínimo que puedes hacer por él ¿No es así, Ko?


    [Shino; Yuzuki; Noishi]

    Cuando Yuzuki se burló de Noishi; este la miró pero al instante se cubrió el rostro con el haori; Shino la acompañó simplemente porque su risa fue contagiosa; al final los tres terminaron riéndose.

    Shino recolectó esos nombres; conocía a Hashimoto e imaginarlo borracho le robó una sonrisa del rostro; a los demás no les conocía sólo un para habían sido nombrados en su presencia en algún momento.

    —Takano es su...— Noishi le explicaba a Shino para después mirar a Yuzuki, pues no estaba seguro —¿Esposo?

    Shino sonrió y negó hacia Noishi —Esas cosas no se preguntan, con decirme que es el hombre al que Yuzu ama me es suficiente — Shino miró a Yuzuki —Hashimoto siempre se duerme después de beber; fue una queja constante de mi padre hacia él, decía que le faltaba entrenamiento en el alcohol — volvió a mirar a Noishi que daba un sorbo de sake —Tal vez tu podrías entrenarlo a dominar ese veneno... — dijo burlona, provocando que Noishi se atragantara y comenzara a toser.

    —¿Para que sirve entrenar con el veneno si se te olvida como respirar?— le reprochó Shino, burlándose de él mientras él se recomponía.

    Noishi miró a Yuzuki y fingió seriedad —Debí haberlos escuchado, tenían razón, los Taira son despiadados. Un peligro.

    Shino lo miró con una sonrisa en su rostro; genuinamente estaba feliz de que Noishi estuviera bajando sus defensas.
     
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    Gigi Blanche

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    —¡Menos mal! —convine, más enérgico que él, y me reí ante mi propia confesión por adelantado—. Ya estaba sacando la katana para cortarla, Togashi me habría matado si me veía. —Miré a Yume, ladeando la cabeza—. Aunque habría sido divertido, ¿no?

    Matahachi empezó a responderme con seriedad la cuestión sobre las semillas, pero yo había esperado que... Yume intervino y giré el rostro hacia ella en automático, señalándola y sonriendo muy amplio. ¡Precisamente eso estaba pensando!

    —Yo sabía. —Asentí con la cabeza, por completo convencido de que te crecería un árbol en la barriga, y exageré la sorpresa cuando Yume dijo que lo había atestiguado—. ¿Lo has visto? ¿Cómo lucen? Bueno, dependerá de la semilla, ¿no? ¿Les sale la fruta por las orejas? ¿Las uñas se les convierten en madera?

    Era material para un nuevo yōkai, de verdad. Los dos nos habíamos puesto bastante imbéciles sin siquiera darnos cuenta. Matahachi volvió a negarse a comer y Yume le dijo que debía diversificar su dieta. Yo asentí con mucha vehemencia, en silencio, para apoyar los argumentos de la chica, sobre todo cuando trajo a colación su hombro. Él entonces se defendió con las náuseas de nuestro primer viaje y solté una risa nasal sobre la queja de Yume.

    —¿Te preocupa un poco de fruta pero no el guaje que vaciaste? —repliqué, divertido.

    No veía yo la relación entre el dulce sueño de Tamura y que Matahachi comiera sandía, pero esa clase de lógica ya no aplicaba aquí. En un chispazo de lucidez me pregunté por qué se estaría negando con tanta insistencia. Si no le gustara esa fruta particular sólo lo diría, ¿verdad? En algún punto había recostado el costado de mi cabeza en el hombro de Yume sin darme cuenta, y desde allí observé al chico. Lo observé y observé, entrecerrando los ojos, hasta que me erguí de repente con una idea revolucionaria.

    —¡Ah! ¿No te gustan las cosas dulces?
     
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    Amelie

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    [Yume; Kohaku; Tamura; Matahachi]

    Yume afirmó entre risas ante el comentario de la katana mientras alcanzaba otra rebanada; mientras que Matahachi sonreía, para él aquello no era mala idea, siempre que se limpiara el arma bien después de usarla; lo difícil sería el control pero seguro pensaba en eso porque él no usaba esa arma en cuestión; pero para alguien con el entrenamiento de Kohaku no representaría un problema.

    Yume lo siguió observando cuando le preguntó del árbol en el estómago —Es espantoso — dijo con una seriedad contenida en su sonrisa —¡Las personas no viven para contarlo! Se vuelven buen nutriente para la tierra — comenzó a reírse ante un evento tan desafortunado como irreal.

    Mtahachi cerró los ojos y sonrió con malicia —Me lo hubieras dicho antes, Yume. — Dijo pensando que si aquello fuera remotamente cierto, podría haber eliminado a Gendo y los suyos fácilmente, y tener un lindo jardín en el proceso. No lo externó para no arruinar el buen humor que ambos tenían.

    —Eso es distinto... — intentó defenderse Matahachi a la acusación de Kohaku sobre el guaje —Eso no era...

    Yume comenzó a reírse al ver que Matahachi no terminaba la frase; pero intentaba ser honesto con Kohaku.

    ¡Ah! ¿No te gustan las cosas dulces?

    —Me gustan las cosas dulces, mucho— dijo avergonzado — Sólo que si como algo dulce me da demasiada energía y... luego no puedo dormir — dijo bajando la mirada; avergonzado de sus palabras.

    —¡Por eso Rei lo mandó a dormir! El pequeño no puede pasarse de su hora de dormir ni comer cosas dulces — Dijo Yume hacia Kohaku, logrando ruborizar nuevamente a Matahachi; quién por puro orgullo tomó una rebanada y la mordió.

    Observó su rebanada en las manos, en verdad estaba muy dulce. Volvió a morder.

    —¡Escupe las semillas!— dijo Yume estirando su mano para que las dejara caer en su mano.

    Él la miró con seriedad y tragó. Yume gritó desesperada —¡No debí haberte humillado tanto! ¡Estás cometiendo seppuku! ¡Con semillas! ¡Tendré que extraerlas! — Yume se le abalanzó y él la detuvo con facilidad.

    —De mi crecerá un árbol de sandías — dijo con emoción teatral —Siémbrenlo y cuiden de él — se dejó caer con tal exageración que Yume lo sacudió cuando este tocó el suelo.
     
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    Gigi Blanche

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    Yume me contó del trágico destino que sufren las personas que tragan semillas y no pude responder nada, sólo reírme. Luego Matahachi confesó que sí le gustaban las cosas dulces y se me asemejó a un niño pequeño, incluso recordé la intervención de Rei enviándolo a dormir. Yume lo siguió molestando y acabaron envueltos en un teatro de lo más cómico. Cuando quise acordar, el chico se había tirado al suelo listo para morir. O listo para convertirse en árbol. No estaba seguro de que las sandías provinieran de un árbol, no imaginaba ninguna rama con la fuerza suficiente para sostener estas enormidades, pero sólo solté una risilla, incorporándome.

    —Debiste haber esperado a que toquemos tierra firme, ¿qué haremos con una planta de sandía en alta mar?

    Me acuclillé junto a él, del otro lado que Yume, y apoyé la barbilla sobre mis rodillas.

    —Hachi, Hachiiii... —lo llamé, picándole la mejilla, y suspiré. Miré a Yume—. Lo perdimos. Tendremos que meterlo en el onigiri con Tamura.

    Había tenido que resistir la tentación de picarle el costado para ver si tenía cosquillas, pero la idea que solté en su lugar creí que bastaría para que reviviera nuestro querido casi árbol.
     
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    Amelie

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    Yuzuki Minami
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    A Shino se le contagió mi risa, de hecho los tres acabamos riendo y aunque no pretendía que fuese así una punzada de culpa me atravesó el pecho incluso si ahora sabía que habíamos sido engañados una y otra vez. Quizás no pudiera regular nunca la culpa que sentía al estar en el mismo espacio que Murai, que casi había matado a Takano, y Noishi que pues solo había hecho lo que debía aunque implicara no estar con su hermano. Era la culpa de no estar junto a Takeda y Takano, mientras bebía con estas personas.

    A pesar de ello traté de ignorar el sentimiento, que parecía acrecentado por los sorbos de sake, y noté la sonrisa de Shino ante la mención de Hashimito. Noishi fue explicándole, al hablar de Takano no pudo decir si era mi esposo o no, pero que simplemente lo diera por asumido me estiró una sonrisa en el rostro, el gesto fue suave y se ensanchó al escuchar lo que le dijo Shino, que le bastaba saber que era el hombre que yo amaba.

    El asunto era que Hashimoto siempre se dormía bebiendo, que le faltaba entrenamiento para el alcohol y entonces Shino picó a Noishi con el asunto del entrenamiento en el dominio de venenos, lo que hizo que él se atragantara. De nuevo la risa que se me escapó fue más bien una carcajada y esta vez no me cubrí el rostro, porque Shino remató diciéndole que de qué servía si olvidaba cómo respirar.

    —Tratamos de decirlo desde el principio. —Me lamenté cuando se me pasó la risa y le di un trago algo más extenso al guaje—. Hacía falta que te dieras cuenta por ti mismo.

    Miré el guaje un momento, en apariencia concentrada, y luego volví a ver a Noishi.

    —Y yo que terminé en este barco para aprender nuevas técnicas, ahora vengo a darme cuenta de que a ustedes se les olvida respirar. ¿Qué será de mí con maestros como este? —dije con un pesar de lo más exagerado.


    va el dado de la borrachera

    edit: yuzu, no de nuevo JAJAJA
     
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    Togashi
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    El tiempo fluyó, como que el agua que se rompía bajo sus pies, ante el paso constante de la embarcación. La llovizna era tan fina que se pegaba a sus ropajes como perlas diminutas, así como en la caja que contenía el shirogami que, por leve instante, fue el centro de la conversación. Togashi había planteado que ese acero era la clave para vencer a Gendo Mori, porque sólo un material de tal calibre podría hacer frente al arma que había en sus manos, aquella que se creía invencible. Riku, sin embargo, ofreció una respuesta en la que no se consideraba el centro de nada, sino una parte del todo. Apenas una pieza más del tablero, pero una que aceptaría el destino de ser un parte fundamental si se daba el caso. Togashi, al escucharlo, pensó su voluntad se asimilaba a la del maestro de los grandes herreros: humilde, pero dispuesto a dar lo mejor de sí.

    Estuvo a punto de responderle, pero fueron interrumpidos por el joven que habían visto en las minas, aquel al que Tsubaki había amenazado con un pico. Con una sonrisa afable, éste dejó en sus manos unos guajes rebosantes de sake, que Togashi recibió murmurando un agradecimiento. Aceptó con un solemne asentimiento cuando Riku le propuso brindar.

    Brindemos por la nueva alianza… supongo.

    Eso fue lo que llegó a decir, antes de la aparición de un muchacho al que no identificaba de nada. Asumió, por éste mismo desconocimiento, que debía tratarse de uno de esos nuevos aliados provenientes del clan Taira. Togashi lo tranquilizó con un suave gesto de la mano cuando éste se disculpó; tenerlo junto a ellos no le molestaba, pero tampoco podría haberse dicho que lo idea lo hizo sentirse del todo cómodo. Sin embargo, en cuanto notó la soltura con la que él y Riku intercambiaron algunas palabras, se relajó un poco más.

    Tal como Matahachi dijo en algún punto de la charla, gran parte de su vida vivió con una idea equivocada sobre los Taira. Su odio se había alimentado por una idea errónea, que una fuerza superior se había ocupado de instalar en su cabeza. Y aunque pasó un buen tiempo desde que dejó esa feroz aversión atrás, aún tenía un trecho para acostumbrarse a la nueva realidad.

    Además, la conversación contenía información relevante, que la persona desconocida no tuvo reparos en exhibir en su presencia. Al oír sobre Dazai, la historia del crisantemo blanco, el sentido de seguir a Takeda y demás, Togashi comprendió que Matahachi comprendía el nuevo lugar que le correspondía como aliado de los Minamoto, porque estaba poniendo su confianza no sólo en Riku, también lo hacía sobre él, aunque Togashi no dijera nada y se limitara a beber. Pensó que tendría que hacer un esfuerzo por empezar a poner de su parte.

    El desenlace de la charla volvió a recaer en la figura del peón. Riku parecía tener unas metas que no se correspondían a lo que Matahachi creía, probablemente tampoco se condecía con sus propios pensamientos. Hasta donde entendía, la lealtad de su camarada estaba más con los Fujiwara, pero Togashi procuraba evitar los juzgamientos. Todos tenían algo y alguien por lo que luchar, y al menos creía que los unía el objetivo de evitar que se siguieran perdiendo vidas inútilmente.

    Cuando Matahachi se retiró, Togashi volvió a dar otro discreto sorbo a su sake. La bebida era de buena calidad, pero no había llevado la cuenta del volumen que pasó por su garganta, tan atento estuvo a la conversación.

    Lo de verte a ti mismo como un peón más, me recuerda a algo que me dijo Kyuzo —comentó con calma, mirando hacia la oscuridad de la noche, con el sonido del mar inundando sus oídos—. Para él, el mejor herrero es aquel que forja con la humildad de un artesano. Creo que fue una manera, también, de describir a su maestro: alguien tan humilde, que ni siquiera deseaba que su nombre fuese conocido —miró su guaje, con semblante pensativo—. Intento seguir el camino de esa humildad al pararme frente a la forja, y puede que lo tuyo siga una noción parecida.

    Volvió a girarse hacia Riku y, entonces, estiró la mano, invitando a que chocaran sus guajes en un gesto de camaradería. Togashi sonreía ligeramente.

    Porque aquel que sepa afilar el espíritu de los demás; forjará un alma templada” —dijo, como recitando— Era su frase. Brindemos por eso.

    En tanto aguardaba que Riku correspondiera, notó un movimiento por el rabillo del ojo. Notó que se trataba de Tsubaki, quien parecía dirigirse con pasos contundentes hacia una parte del barco. Le pareció, por su andar, que sus intenciones quizá fuesen bruscas. Miró a Riku y señaló al sujeto con la cabeza, como preguntándole si tal vez deberían seguirlo.

     
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    Fujiwara no Riku

    Alguien tan humilde, que ni siquiera deseaba que su nombre fuese conocido


    A la salida de Matahachi Togashi pareció volver a encontrar su voz entre el alcohol y volvió a conversar. Pero me volví hacie él con duda, confundido por sus palabras.

    "¿No sabes su nombre?". Le pregunté extrañado, al menos, con la seguridad de que si debería hacerlo. "Un herrero humilde, si, y por ello has escuchado su nombre y decidido pasarlo por alto. Me preguntó si lo olvidaste... O no estás conectando los echos". Reí, pero sin intención de burlarme de él. Vaya ironía su situación.

    "¿Quieres saberlo de mí o crees recordarlo?". Le pregunté con poca preocupación de guardarme esa información. "Tienes ni confianza, si eso te preocupa. Pero depende de ti o si quieres averiguarlo de otra persona, porque de quienes lo sepan, puedo llegar a ser el menos apegado a retenerlo ". Me sintió algo pesado el admitir aquello, terminando por desviar la mirada levemente.

    Tuvo unos muy buenos alumnos. Y se ve que mis sentimientos hacia él podrían ser inferior que el de ellos.

    y puede que lo tuyo siga una noción parecida.

    Sonreí ante aquellos. "Tengo mis objetivos, y espero nunca desviarme de ellos. Pero, también, quiero que está guerra acabe, no desear muerte sin razón fue parte de lo que hoy me trajo aquí...". Por aquellos que no pueden defenderse. Por la gente corriente que muere o debe tirar todo lo que son con tal de sobrevivir.

    Era su frase. Brindemos por eso.


    Levanté la gueja junto el brindis. "Que nuestro corazón se mantenga en el lugar correcto".

    Seguí las señales de Togashi y vi a Tsubaki, pronto notando hacía donde pleneaba dirigirse. "Adelante, pero mejor no nos note".

    Bueno, si sucedía algo, tenía que estar al tanto... con tal que no escale Pero no lo evitaría de iniciarse...
     
    Última edición: 26 Julio 2024
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    Interior del barco
    [Yume; Kohaku; Tamura; Matahachi]

    Matahachi procuró no reírse ante las palabras de Kohaku; manteniendo sus ojos cerrados, los cuales vibraban porque estaba haciendo demasiado esfuerzo por no abrirlos para observar sus expresiones.

    Yume miró a Kohaku, cómplice de sus pensamientos y después a Tamura —Si, tal vez el calor mate el crecimiento de la semilla en su interior — se recostó en el estómago de Matahachi —La escucho moverse, debemos actuar. ¡Hacia Tamura!— dijo intentando arrastrar a Matahachi, sin éxito.

    Matahachi se levantó de inmediato al sentir que la amenaza de envolverlo con Tamura era cierta —Nada. Va a terminar regándome y mi ropa está limpia — Miró a Kohaku con una sonrisa burlona, acudiendo su ropa por haber estado en el suelo —Lo siento por tu piel de lobo...

    —Tamura no se va a orinar encima, ni que fuera un niño pequeño... —
    le recriminó Yume levantándose y mirando a Matahachi — Entonces... Hachi — usó el nombre que Kohaku ya usaba con naturalidad; pero al oírlo de Yume si reaccionó sorprendido, dando un paso atrás. Cómo si su mente y cuerpo hubiesen olvidado que aquel nombre ya no era un secreto; aun así no le era familiar.

    —No soy...— intentó articular palabra.

    —¿Por qué sólo Kohaku puede llamarte así? — nuevamente Yume atacaba, y Matahachi la observó receloso. ¿Por qué debía de presionarlo nuevamente cuando ya se había dicho lo necesario momentos atrás? Yume negó al ver que estaba excediéndose y abrazó a Matahachi, acariciando su espalda.

    Matahachi correspondió el abrazo —Puedes decirme Hachi— mencionó Matahachi —Sólo ustedes pueden — dijo mirando también a Kohaku.

    Yume se separó de él —¿Y Tamura?

    Matahachi negó con vehemencia —Es demasiado ruidoso; no quiero que los demás se enteren antes de que yo pueda contarles mi historia.

    Yume afirmó —Tal ves ya es un poco tarde para decirte... —dijo con absoluta seriedad —Pero tarde o temprano te enterarás... — Matahachi la miró con preocupación — Me acabo de limpiar las manos en tu haori. Ya no está limpio.

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    —¡YUME!— Gritó Matahachi con genuina molestia mientras se lo quitaba para revisar los daños —Tú y Tamura son el uno para el otro— Remató mientras Yume se reía con fuerza.




    [Shino; Yuzuki; Noishi]

    Shino comenzó a reírse por el comentario de Yuzuki, se habían aliado contra Noishi sin siquiera planearlo. Noishi se sabía en desventaja, volvió a darle un trago al guaje, muy preocupado por aquella situación, pensó en una solución táctica, algo que pudiera darle la más mínima ventaja contra dos mujeres. Las observó a ambos y se lamentó de la ausencia de Tsubaki, después negó para sí mismo pues seguramente con Tsubaki serían tres contra uno. Dio otro sorbo para relajarse, debía vencerlas de manera rápida e ingeniosa; las observaba pero su visión lo traicionaba, dejaron de ser dos para volverse tres... después cuatro. Estaba en absoluta desventaja. Noishi cerró los ojos y colocó sus manos sobre sus rodillas; en posición de meditación, debía pensar una salida a su predicamento.

    Shino sólo observaba como Noishi parecía disociar mientras aparecían unas chapas carmín en su rostro. Shino miró a Yuzuki y sonrió —Míralo, todo ebrio — dijo con absoluta ternura —Se mantiene sentado pero creo que lo estamos perdiendo lentamente — volvió a reírse esta vez sin cubrirse, se acercó a él para sacudir ligeramente su hombro.

    —Por más shinobi que seas; el mantenerte estático y con los ojos cerrados no hará que seas invisible — dijo burlona hacia Noishi.

    —Presente como el viento; pero invisible su trayecto... lo entiendo, maestro— pareció repetir Noishi alguna parte de su entrenamiento.

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    Él en su mente estaba en un lugar distante; concentrándose en su entrenamiento. Shino reía nuevamente —Creo que somos sus maestros — mencionó hacia Yuzuki.




    Cubierta
    [Togashi; Riku]
    [Murai; Inagaki; Tsubaki; Konan]


    Togashi y Riku siguieron el andar de Tsubaki; quién los notó de inmediato pero no dio importancia alguna a que lo siguieran, de hecho lo agradeció en su interior, tendría aliados si aquello se tornaba funesto. En su camino pudieron ver como Genichi sostenía a Masaharu, quién caía de borracho a la par de Rei; mientras Reijiro festejaba con su guaje vació.

    Tsubaki se acercó hacia dónde se encontraba Murai. A su lado estaba Inagaki y Konan; Inagaki reía con locura mientras Konan parecía cuidar los pasos erráticos que Murai daba.

    —¡NO VEO! — gritaba Murai mientras Konan lo detenía e Inagaki reía —¡En verdad! ¡No veo nada!

    —Me sorprendería que pudiera hacerlo, Murai-dono — mencionó Konan mientras sostenía a Murai para que este no caminara de mas.

    —No me digas que puedo o no puedo hacer, Kozaemon — recriminó Murai hacia Konan — Pero si apreciaría que me dijeras por qué no puedo ver.

    —¡MURAI!—
    Gritó Tsubaki acercándose a velocidad a Murai.

    Murai se giró hacia dónde venía esa voz, Tsubaki se acercó a un paso de él y Murai lo abrazó con fuerza —Hiro... cuánto te he extrañado— se aferró a él.

    Tsubaki trató de quitárselo sin éxito —¡Kozaemon le puso algo a mi bebida, y ya no puedo ver! — Murai acusó a "Kozaemon" con "Hiro"

    Konan miró a Tsubaki en modo de disculpa; y Tsubaki le respondió con un rostro de absoluta confusión.
    272321f85274bed833dc6b8cbcf814e7.jpg

    Inagaki, seguía riéndose —Ya no tienes ojos, así cómo quieres ver

    —Cállate Obanai, si no quieres hacer tu trabajo y atenderme al menos deberías evitar burlarte de tu paciente—
    Dijo Murai hacia Inagaki, después dejó ir a Tsubaki y llevó su mano libre a sus ojos, encontrando las cuencas vacías —¡Ah! ¿Quién se los robó?

    —¡Yo me los robé! —
    aseguró Tsubaki quién sacó unos duraznos que llevaba en su ropa y los lanzó por la borda.

    "Plup"

    Se alcanzó a escuchar entre la ligera lluvia.

    —¡NO! ¡Hiro! ¡Mis ojos! — se lamentó Murai mientras Konan lo detenía para que no fuera a saltar por ellos.

    —No eran sus ojos Murai-dono — Konan era el único cuerdo en aquel pequeño grupo; algo que Riku y Togashi pudieron distinguir.

    Tsubaki miró a Inagaki; Inagaki imitó el movimiento que hizo Tsubaki con los duraznos y lo miraba para después ambos reírse al unísono.

    —Si no eran mis ojos, ¿Qué aventó mi hermano?— preguntó Murai hacia "Kozaemon"

    Konan miró molesto a Tsubaki y después sonrió —Aventó sus propias bolas, Murai-dono. Ya no tiene bolas.

    Tsubaki miró a Konan con molestia, pues le estaba arruinando su chiste.

    —¡No! No voy a permitir no tener sobrinos!— dijo Murai intentando volverse a lanzar por las "bolas"

    Aquello hizo que Tsubaki desviara la mirada de Konan hacia Murai; mientras Konan volvía a detener a Murai.

    Inagaki cayó al suelo, rodando de risa por todo lo que estaban diciendo.

    —¡A quién le dices que no tiene bolas! ¡Aventé fruta!— le reclamó Tsubaki a Konan cuando este puso a Murai lejos de la barandilla, quién se veía aliviado de saber que no se aventaron ningunas partes del cuerpo al mar.

    —A ti, cobarde. Atacando cuando tienes valor líquido ¿Eh? — Konan empujó a Tsubaki para que se alejara de Murai.

    Murai intervino —Basta, Hiro; Kozaemon. Mejor ayúdenme a buscar mis ojos.

    —¡Me los comí!—
    interrumpió Inagaki partiéndose de risa en el suelo.

    Murai se dejó caer resignado a la pérdida de su vista —¡Entonces que bueno que no puedo ver! No me gustaría ver lo que hay en el estómago del gordo Obanai.

    —Se los puedo sacar cortándole el estómago—
    agregó Konan.

    —¡No seas un bárbaro, Kozaemon!— dijo Murai entre risas — Seguro matas a Obanai y dejas mis ojos como sashimi.

    Y esa es una pequeña fracción de manos donde ahora se depositaba el destino de Japón.

     
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    Había notado de reojo el esfuerzo que el pobre chico estaba haciendo por no reaccionar, detalle que amenazó con estirarme la sonrisa, pero me enfoqué en Yume y en su respuesta por el bien de nuestra misión. Acabé apoyando los antebrazos en mis rodillas y asentí, muy convencido, apenas ella indicó que debíamos llevarlo con Tamura cuanto antes. No llegué a tocar a Matahachi, sin embargo, que el muchacho finalmente reaccionó; gracias a los dioses, que no sabía cómo habría sostenido el teatro con el miedo de causarle dolor en el hombro.

    La idea de que Tamura se hiciera encima no había pasado por mi cabeza, por lo que al oírlo de Matahachi demostré la sorpresa y el chispazo de preocupación al voltear hacia el chico dormido. Un segundo después, sin embargo, recordé el evento con Rengo y de por sí todas las inclemencias que esa pobre piel de lobo llevaba soportando los últimos dos años.

    —No lo sientes —me quejé sin molestia real, junto a una risa breve, y me encogí de hombros—. Le salió una enorme mancha de sangre, creo que le saldrían las necesidades del pobre borracho que tú emborrachaste. —Tuve una idea repentina y lo miré de forma acusatoria—. ¡Y por eso deberías lavarla tú!

    Si debía ser plenamente honesto, veía a Tamura un poquito capaz de tener un accidente así, pero llevarle la contra a Yume daba un poco de miedo y me callé la boca. Los chicos volvieron a casi discutir y acabaron amigándose con un abrazo, entonces Matahachi nos habilitó a llamarlo por su nombre de nacimiento. Sólo nosotros dos.

    —Qué honor~ —bromeé con liviandad, aunque también me provocaba cierta calidez que me permitiera aquel derecho.

    Al final Yume reconoció haberle manchado el haori y me hizo más gracia la reacción del chico que la travesura en sí. Mientras él se quitaba la prenda y la revisaba, la eché un vistazo a ella de reojo.

    —Y luego que no es por venganza... —murmuré al aire, desentendiéndome del asunto, y me acerqué a Matahachi para husmear la mancha rosada—. Hmm, podemos ponerle limón y sal antes de enjuagarla. Debería salir. ¿Qué opina, Su Majestad~?

    Hasta el último minuto parecía haberme puesto de su lado, ¡pero aquí no había lados!
     
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    [Yume; Kohaku; Tamura; Matahachi]

    —¿Yo debería lavarla? — Preguntó Matahachi mientras inspeccionaba su haori —Provocarlo es muy distinto a yo emborracharlo. Él tomó la decisión, yo no le obligué a nada — sonrió — Pero puedo lavarla por ti, no me molestaría. Sé perfectamente cómo tratar las pieles, incluso podría mejorar la calidad del pelo, es una buena piel y ha sido cuidado decentemente — Soltó una risa y al mirar a Tamura — Tamura no es la persona más sucia que conozco; pero si es bastante descuidado— dijo hacia Yume quién se cruzó de brazos — Pero quien se lleva el premio es Rei; no creo que exista una persona más sucia que él, y si por él fuera andaría con su ropa llena de barro, sangre y sudor. Yo debo lavarla regularmente.

    —¿No se supone que es él quien te sirve a ti? —
    le preguntó Yume.

    Matahachi la miró como si aquella pregunta debiera responderse sola; aun así intervino —¿Dejarle a Rei lavar mi ropa? — negó con un rostro de asco que no pudo ocultar — Y si yo no lavaba la suya, sería yo quien estaría oliéndolo en el camino. Y tener a un compañero sucio y desaliñado junto a mi, me daría mala imagen, no iba a permitirlo.

    Después Yume reaccionó a las palabras de Kohaku sobre la venganza —Tal vez un poquito, si — dijo llevándose las manos a la boca para detener su sonrisa malvada.

    Mientras tanto, Matahachi observaba la mancha, escuchó la sugerencia de Kohaku y soltó una risa seca con su nuevo título que Kohaku le había dado —El limón y la sal puede ser buena idea — dijo sintiendo la tela entre sus dedos, por fortuna al estar humedecida por la ligera lluvia pudo disminuir su expansión. Miró a Kohaku —De todos modos creo que ya era momento de lavarla— se sentó con las piernas cruzadas, resignado. El cuero con herramientas volvió a aparecer, esta vez tomó un objeto pequeño, un punzón. Con él comenzó a descoser las mangas.

    Yume se acercó curiosa —¿Por qué lo destruyes? No fue para tanto.

    Matahachi sonrió sin despegar su vista del hilo que desprendía con ya una naturalidad de movimiento —No lo hago; lo preparo para lavarlo — Detuvo su acción y miró a Yume — arai hari.

    —¿Dónde aprendiste? — preguntó Yume.

    — De Dama Shino — habló con respeto y sonrió — También me enseñó a teñir las telas pero para eso nunca fui hábil, tenía la paciencia pero no la visión estética. Coser y descoser sólo requiere técnica y es algo que puedo hacer de manera mecánica. Pero ser artista es distinto... Dama Shino siempre me dijo que si no lo sentía, no podía plasmarlo en la tela — sonrió orgulloso —Ella es una gran pintora.

     
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    Gigi Blanche

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    De a ratos era algo difícil molestar a Matahachi, pues se tomaba las cosas con seriedad y acababa estropeando los planes de las bromas. Respondió con un razonamiento crítico y se ofreció a lavar mi piel de lobo, a lo que suspiré ligeramente y sonreí.

    —Descuida, no hace falta —me rendí.

    Hablaron de Rei y lo sucio que era, y me pregunté cómo habría ido su competencia con Reijiro. Cuando Matahachi volvió a sentarse en el suelo, lo rodeé por atrás y me dejé caer a su lado, apoyando la espalda en la hilera de cajas. Recordé a las ancianas de la villa descosiendo y organizando los trozos de tela que conformaban las prendas con suma prolijidad, aunque nunca me había interiorizado en el proceso. El chico dijo que lo había aprendido de la Emperatriz y miré su perfil un segundo antes de regresar la atención a sus manos. Hasta ahora había demostrado saber hacer muchas cosas diferentes, pero aún me quedaba una duda.

    —¿Qué te gusta hacer? —le pregunté, con una pequeña sonrisa.

    Yume sentía que disfrutaba su profesión, de hecho creía que le apasionaba, Tamura valoraba sus viajes en soledad y a mí me gustaba recolectar hierbas y cantar, pero ¿qué le gustaba hacer a Matahachi?
     
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    Una sombra de confusión cruzó su semblante ante las palabras de Riku, quien afirmó sin rodeos que se había pasado por alto el nombre de su abuelo. Su camarada mostraba una sonrisa ligera; si bien no percibió en ella una cuota de burla, tuvo la sensación de que poseía una información que alguna vez también le perteneció, pero que al parecer ahora escapaba de este modo. Togashi frunció el ceño, desconcertado por la extraña revelación, e intentó hacer memoria mientras volvía a llevarse el guaje a los labios, como si aquello lo ayudara, irónicamente, a pensar.

    El sake volvió más complicado el hallazgo del recuerdo, aunque no se lo impidió por completo. Si Riku afirmaba que conocía el nombre de aquel herrero anónimo, debió estar presente en el momento en que lo escuchó. Como los momentos en los que estuvieron juntos fueron más bien escasos, no debió luchar demasiado contra las primeras nieblas que nublaban su mente, culpa del sake. Así, rememoró el encuentro en Nagano, cuando Kojiro lo confirmó como maestro de su escuela; también se habían visto en el comercio de Yukimura… Fue este el punto en el que, milagrosamente, rememoró la conversación que escuchó al entrar a ese comercio. Hablaban de alguien vinculado con Riku…

    Su nombre era Keisho. Keisho Okudera, el maestro de Yamamoto, Masamune y Kyuzo.

    Sonrió levemente.

    Acabo de recordarlo. Pero nunca lo pronunciaré en voz alta —dijo, volviendo a beber—. Masamune me contó la promesa que le habían hecho: no decir jamás su nombre, incluso ahora que ya no está entre nosotros. Me hizo jurar que jamás lo diría, si algún día me enteraba.

    Siguió escuchando a Riku y finalmente brindaron, haciéndose una promesa. En la fugacidad de esa conversación, Togashi vio en Riku a un camarada con gran espíritu y honestidad. Le alegraba poder conocerlo un poco más y, desde luego, estaba dispuesto a apoyarlo.

    Y juntos, llevar la escuela Ganryu a la cima.

    Tras ese brindis notaron a Tsubaki, a quien siguieron, movidos por cierto impulso de prevención. Al comenzar a caminar, sus primeros dos pasos no fueron coordinados; no fue algo visible a ojos de los demás, menos en la noche lluviosa. En cualquier caso, se las arregló para mantener un andar decente hacia lo zona donde se encontraba…

    Murai.

    Reconocer la silueta del shinobi despertó sus alarmas. Para Togashi era algo inevitable sentirse de esta manera, a raíz de todo lo que había atestiguado en el pasado. Sin embargo… la sensación de peligro se desvaneció con lentitud al escuchar la conversación que mantenía con sus acompañantes. No se encontró con el hombre burlón, enigmático y peligroso que había visto en Kamakura; eso sí, los aires de bufón sí que parecía mantenerlos, al reclamar sus ojos y acusar a los demás con nombres que no les correspondían, como Kozaemon o Hiro, el maestro de Takeda.

    Presenció toda la escena con evidente desconcierto. La escena era tan estrafalaria e inesperada, que había olvido por completo para qué se habían acercado… O quizá era el alcohol que comenzaba a mellar en sus sentidos. Había una capa de calor sobre sus músculos que desafiaba la frescura de la lluvia y los vientos provenientes del mar, y estaba a nada de dejar de sentir sus pies.

    Eso sí, la broma de los duraznos llegó a hacerle gracia. Y ni hablar cuando el muchacho soltó el chiste de las bolas, que lo obligó a llevar un puño a sus labios sonrientes.

    ¿Se supone que éste es el hombre que puso a Kioto patas arriba?
     
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    Fujiwara no Riku

    Exhale y suspiré pesadamente junto a un gruñido seco. Se podría decir, tenía mis pensamientos ante las payasadas de tantos borrachos.

    "Para un espectador este bien podría ser su punto más bajo". Le respondí a Togashi, quien parecía se uniría a ellos al menos estado, todavía viendo con humor reprimido lo que hacía ese grupo. De alguna forma, me temblaban los dedos una mano, y no era capaz de identificar si era de la cólera o si... También hubiera querido tomar.

    "¿Para él?". Señalé a Murai. "Está en una burbuja de su escenario ideal y, parece, perdido en el pasado". Si no recordar que si tiene sobrino un sobrino sirve de indicio.

    Volví a gruñir, tirando mí peso con poco ánimo a una posición en cuclillas.

    "Cuántas maneras tendría de romperle esa burbuja suya y ver esa expresión que tanto esconde...". Sonreí con un algo de malicia, imaginando sus lamentos. Pero no me estaba moviendo para realizar aquello. "Al menos parece ser que cada grupo tiene alguna niñera...".
     
    Última edición: 29 Julio 2024
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