Viajes por el mar

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 29 Mayo 2024.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami

    La respuesta de Noishi me hizo sonreír, entendí su argumento y asentí con la cabeza, no más que eso. Si debía actuar de la misma manera sabía que lo haría, pero eso no significaba que no supiera cuándo extenderle disculpas a los demás; Shino estaba recibiendo a los míos como si fuesen suyos y Noishi solo había tomado las decisiones a las que tuvo acceso, ni más ni menos. Lo que pasar de ahora en más dependía de él y su hermano, además del resultado del enfrentamiento que nos esperaba.

    Shino se llevó la misiva al pecho al oírme, lo noté aunque no la miraba directamente y cuando habló alcé la mirada, insegura, solo para poder mirarla. Dijo que no solo lo habían matado, habían destruido el cuerpo del pequeño y una repentina sensación de náuseas me revolvió el estómago, no tanto por lo repulsivo de la imagen, sino por la ira que detonó.

    Habló de que habían dejado un crisantemo blanco, Noishi explicó lo que implicaba y suspiré, resignada. Esta historia se repetía una y otra vez hasta el cansancio, no me sorprendía nada llegados a este punto, pero la vida del niño, ¿qué necesidad había de matarlo de una forma tan cruel? Como si no fuese malo ya de por sí.

    —Era su niño, fuese quien fuese su progenitor —añadí en voz baja—. Entiendo que hubiese estado por tomar su vida, ¿quién no lo pensaría al tener que enfrentarse a eso? Sin embargo, ahora Noishi está aquí y también los demás... No está sola, ¿cierto? Kinsuke era demasiado pequeño, pero ningún niño quisiera que su madre lo siga en un destino tan terrible, por más difícil que sea no hacerlo.

    Miré a ambos, solté el aire con pesadez y entonces miré a Noishi directamente.

    —¿Fureku? —reboté entonces, recordando fragmentos de lo hablado en Tsu—. ¿No era el disfraz de Tomoe?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Interior del barco

    Sentí el peso del pelaje en mi espalda, denso, familiar, y alcé la mano para aferrarme a su borde con fuerza. Del otro lado estaba Matahachi y, aunque no fuera un aroma que aún reconociera, era alguien y en aquel abrigo sentí parte de su calidez. Volvió a disculparse, lo escuché hacerlo, y a nuestro alrededor se reunieron también Yume y Tamura. Me sentí pequeño e inmenso, asustado y reconfortado, pero sobre todas las cosas los sentí a ellos. Al muchacho vibrante y enérgico con el cual había rodado por un acantilado, la chica que nos cuidaba en silencio, que se aferraba al brazo de quienes la sostenían, y al pequeño gran niño que había buscado entre la tormenta de nieve. El que había sobrevivido.

    Los escuché, uno a uno, y las lágrimas amainaron de a poco. Mi espíritu, también, se sintió más liviano. La pregunta de Matahachi rebotó en el espacio y, otra vez, me pidió perdón. Me reí en voz baja, con la voz ligeramente gangosa. ¿Me había juzgado débil? No me habría enterado si no me lo decía, pobre criatura.

    —Estamos a mano —anoté, secándome las mejillas, y se me aflojó otra risa breve—. Cuando te di el arco también te hice llorar, ¿no? Aunque no te creí débil, muy feo eso de tu parte.

    ¿De dónde provenía la gentileza? Con el remedo de broma hecho, solté el aire por la nariz y empecé a recuperar la compostura.

    —No siempre fue gentileza —negué, con una sonrisa algo triste—. Si a ti te pesan tus acciones, a mí me pesan mis inacciones. Mi hermana siempre fue la rebelde de la familia, la que insistía en oponerse y la que nos defendía. Era... increíblemente valiente, y en un cuerpo tan pequeño... —Respiré hondo—. Vi muchas cosas y nunca hice nada, nunca tuve su coraje, y hoy... ya no puedo hacer nada por ella.

    Recogí la máscara entre mis manos y la observé, allí, al abrigo de estas personas.

    —La gentileza mucho tiempo fue cobardía, hasta esa noche. Esa noche olía a sangre y cenizas, tuve que cavar cinco tumbas, y todo lo que supe fue que jamás querría replicar tal violencia. Jamás querría... que alguien atravesara el dolor que estaba sintiendo. Bajo ningún concepto.

    Había presionado la arcilla entre mis dedos y giré el rostro hacia Matahachi.

    —Eso no invalida otros caminos. Yo también me encontré con Amanozako, ¿sabes? Y también la rechacé. —Le sonreí—. Si hubiese sido venganza lo único que ansiabas, habrías aceptado su oferta sin dudarlo. Pero no lo hiciste. —Agaché la vista a sus manos, su taza de té—. En el sendero de la venganza también pueden brotar flores. Las encontraste, ¿verdad? Personas a las que aprecias, a quienes ansías proteger. Quizá hayas convertido tu violencia en algo que no te enorgullece, pero lo hiciste para sobrevivir. Es en la vida donde podemos redimirnos, no en la muerte. —Solté una risa nasal muy ligera y regresé a sus ojos, aún hablando con calma—. Además, a mí no me pareces tan terrible. Deja de disculparte, no necesitas hacerlo. En Shima nos hablaste de tus errores, pero salvaste a Kibo, hoy me salvaste a mí, y estoy seguro que lo has hecho más veces de las que crees. Esos no son errores, Hachi. Jamás podrían serlo. Cada vez que protegiste a alguien, te detuviste a oler las flores.

    Había hablado más de lo que pretendía y con una seriedad que, apenas cerré la boca, amenazó con avergonzarme. Por suerte, Tamura y Yume nos estrujaron en un abrazo repentino que me arrancó una risa genuina, directa del pecho, y logré quitarme esa sensación de encima. Murmuré un sonido afirmativo al oír a Yume y apoyé mi cabeza contra la suya con suavidad, cerrando los ojos un instante y tragándome las ganas de volver a lloriquear. No... estaba solo, ¿verdad? Mi padre podría quedarse tranquilo.

    —Gracias por aceptarme —murmuré, esbozando una pequeña sonrisa, y miré la máscara—. Sin esto... temí ser sólo un monstruo, aún intento no creerlo, pero ustedes me aceptaron sin dudarlo. —Alterné la vista entre Yume y Tamura—. Gracias.

    La tontería de Tamura me hizo reír otra vez y atendí a la pregunta de Matahachi.

    —Ah, mezclé un poco lo que encontré —admití, un poco avergonzado—, pero me alegro si está rico. Tiene flores de árnica, limón, un poco de jengibre y miel, para que no sea tan amargo.

    Le di un sorbo a mi propio té y volví sobre algo que Tamura había dicho bastante de golpe.

    —Espera, ¿cómo que quisieron matarte de niño?
     
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    Fujiwara no Riku

    Esta información que voy a darte, es posible que sea algo muy personal para ti… Ven conmigo


    "Entiendo, si crees sea algo lo cual me sea significativo y puedas compartirme...". Lo mire con duda, al menos, habiendo considerado el secretismo también sea algo lo cual también esconder de aliados. De ser así, lo entendería, pero no espere fiera algo en lo cual me podría involucrar.

    Preferí no discutirlo y seguirlo hasta detrás del barco. De vez en cuando lo notaba seguiendo su mirada hasta Kojiro y Eiji, como mirándolos.

    Deje me contara aquel asunto. Permaneci en silencio, y siendo un tema tal, lo deje terminar sin interrupciones.

    "Kyuzo...". Repetí el nombre. Levanté la mirada hacia la lluvia y cerré los ojos por unos segundos. Reflexione lentamente sobre lo que me ha contado. Pasando los segundos, con un suspiro, baje la mirada y lo mire.

    "Puedo decirte que puede que yo no esté esperando nada él. A su vez, no se que ese hombre estaría esperando al reunirse conmigo". Le dije, en parte confundido, en parte... como si durará se verdad esto me concierne. Pero, hablando así, no le negué mí apellido o mí relación de quién ha sido si maestro.

    "Mí abuelo, parece dejo muy buenos alumnos". Le sonreí, contento de que una parte de él al menos vida de esa manera. "Pero no creo me equivoco al decir lo han conocido más que yo. No he incursionado en aprender la herrería o siquiera tengo el corazón en la agricultura, no tengo más relación que él que en el apellido". Deje unos segundos pasando de mis palabras, que a pesar de poder ser pesadas, no las dije con dolor.

    Si en mí familia ha habido algo como un linaje, alguna herencia pasada de generación en generación, eso está terminando conmigo. El último de ellos. Y aquel que nunca llego a aprender.

    El Samurái que nunca llego a serlo. Peleando una guerra demaciado tarde.

    Pero, hoy en día, no es hora de cargar ese arrepentimiento...

    "No he llegado a valorar a mí familia o yo podré no ser lo que generaciones de Okudera han sido, pero eso no significa que no lo han sido todo para mí... No significa que yo no lo he sido todo para ellos..." Estaba decidido en cada palabra, brillando en la voluntad que ha llevado hasta aquí.

    Levanté la mano y mire hacía el anillo que llevaba. El anillo en cual pedi se grabara un sello. Okudera. De inicio a fin, lo cargaré toda la vida con orgullo.

    "Kyozo..." Repetí. "Preferiría reunirme con Masamune y conocernos adecuadamente". Le admito, con cierta mueca. "Pero lo necesito a él. Necesito un herrero con su habilidad". Lo mire un poco avergonzado, esperando no lo tuve como insulto. "Porque tengo un objetivo de acabar con quién ha cazado a los herreros y destruyó mí hogar, de detenerlo y no dejar continúe quemando todo a su paso".

    "Tal vez por eso sea un guerrero el día de hoy, por ese objetivo. De tener la capacidad de pelear. Para eso, si al menos quiero que el acero que creyó destruir lo detenga, lo necesito a él".

    Busque entre mis pertenencias hasta dar con uno caja. Me aleje un poco de los bordes del barco, por si acaso, y cuide su contenido de la lluvia al abrirla.

    Se lo mostré...

    "Shirogami. Escuché, actualmente es el único que puede forjarlo".

     
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    Amelie

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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Matahachi escuchó las palabras de Kohaku sobre aquel momento dónde recuperó el arco. Recordó lo que había sido ese tacto tan familiar con una simple madera que dejó en abandono por tantas estaciones, un arco que resucitó gracias a Kohaku.

    "Debiste haberme juzgado débil... lo era. Lo soy aun..." Se atormentaba en silencio.

    "Cada vez que protegiste a alguien, te detuviste a oler las flores"

    Matahachi sintió como su pecho se comprimió con esas palabras de Kohaku y se encontró a sí mismo sin aliento; había pausado su respiración en una tensión absoluta la cual se liberó con el relámpago de dolor en su hombro; demostró ese dolor en una mueca que podría malinterpretarse con facilidad hacia las palabras de Kohaku.

    Tamura y Yume también se miraron entre sí cuando Kohaku les dio las gracias; ambos sabían que no había sido difícil. Algo los había llevado hasta Kohaku, y su presencia ya era tan natural y amena para ellos que simplemente sonrieron; para ellos ya era alguien especial, no un simple conocido. Habían conectado con tal profundidad que estaban seguros que Kohaku también entendía sus sentimientos. No lo trataban como a un niño, lo veían como un amigo más, uno más de su pequeño grupo.

    —Siempre supe que nos faltaba un Kohaku en nuestro grupo —dijo Tamura orgulloso porque él lo encontró. Cómo si ya hubieran conocido a Kohaku y sólo lo estuvieran buscando por todos esos años.

    Matahachi miró ya su taza ahora ya vacía —¿Amargo? — se preguntó a sí mismo. Kohaku había modificado los tonos de sabor para equilibrarlo. Matahachi había escalado posiciones en Kioto con esfuerzo y sangre; había caminado en la ciudad Imperial sin ninguna restricción; y por ello había bebido el té de las mejores casas especialistas en ello; incluso había bebido el té que Yume preparaba, el cual consideraba que era el mejor. Matahachi miró a Yume —Es mucho mejor que tu té.

    Yume lo miró con reproche —¿AH SI? Pues que él te haga el té de ahora en adelante ¡Niño malagradecido!

    —No, Yume no quise...


    Mientras Matahachi trataba de tranquilizar a Yume quien obviamente estaba sobreactuando para incomodar a Matahachi quién no parecía entender que sólo lo estaba bromeando. Tamura miró a Kohaku y soltó una risa.

    —Si, de hecho se supone que Matahachi me mató ya hace no sé cuántas primaveras atrás — sonrió.

    "Nos conocimos hace ya más de veinte inviernos"

    Las palabras de Yume en Tateyama resonaron en Kohaku; era cierto, sus amigos aparentaban ser más jóvenes.

    —¿Te acuerdas que te conté que me escapé con Yume? Pues bueno... — inició Tamura —No sabía que le estaba arruinando el plan a Murai y Kozaemon; pues ellos junto al señor Oda iban a hacer pasar a Yume como enferma para gradualmente irla enfermando más de manera... rara. Yume se veía fatal, muy enferma. Hasta yo me la creí y por eso me la llevé porque mi padre me dijo que la llevara con él, Gendo y Kyogi, al parecer Kyogi la curaría. Pero yo ya sabía que esa mujer jugaba con los muertos y me dio miedo; así que en lugar de llevarla con ellos me la robé —dijo entre risas — Y pues después mandaron a Matahachi por nosotros porque el tenía el rastro de Yume. Le compliqué todo; porque ahora debía matar a dos. Con Yume mencionó que murió de la enfermedad en el camino porque yo fui idiota y no lo llevé a tiempo a una clínica; y pues ahora Matahachi también debía justificar mi muerte... en ese entonces tenía cabello largo; cortó toda mi coleta sin preguntarme nada; después me hizo desvestirme y darle todo lo que traía, él tuvo que usar todo eso para justificar mi muerte.

    Tamura miró a Yume burlándose de Matahachi quién ya por fin había entendido que Yume bromeaba con él.

    —Yume sufrió tanto... por eso no pensé mis acciones. Ya no quería verla sufrir más y terminé complicando todo... así es la vida cuando no se tiene toda la información ¿No? Uno comete estupideces; pero no son su culpa, al menos no del todo... Y por mi decisión terminó pasando hambre y frío por mucho tiempo; pues no podíamos volver a Koga y ocultarnos allí, ni sabíamos llegar —suspiró —Me culpé tantas veces, hasta que ella me dijo que así ella era feliz. Yume es así, no guarda rencores; podría hacerlo porque la separé no sólo de nuestros enemigos, también de su padre a quién apenas pudo volver a ver.




    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Shino limpió sus lágrimas —Aun hay demasiado por hacer como para dejar caer mi existencia, si. Sólo que en aquellos momentos sentí que todo por lo que luché toda mi vida se había ido. Pensé que Tomoe había sido asesinada; que Noishi y los demás me había traicionado; Kinsuke... —negó —Hubiera muerto creyendo tantas mentiras, si he de vivir con el dolor de la pérdida de mi pequeño Kinsuke a cambio de hacer justicia con la verdad, lo haré con todas mis fuerzas.

    Shino posiblemente era la mujer más delicada que Yuzuki había conocido; por la manera en la que sostuvo el tanto pudo notar que no sabía usarlo; su cabello tan largo que casi llegaba al suelo, era evidente que con algo así no se podía combatir e incluso seguramente pesaba. Sus delicadas manos mostraban a alguien que hacía poco o nulo trabajo físico. Nadie fuera de la ciudad Imperial se podía permitir no poseer fuerza física, las mujeres en campo labraban la tierra; teñían ropa; tejían y obtenían seda; trenzaban sandalias; recogían leñas; cocinaban. Y muchas otras escondían armas debajo de su tatami. Pero a pesar de que Shino no gozaba de gran fuerza física, aun poseía el espíritu guerrero de su clan; hablaba con la autoridad y seriedad que aun gozaba, era delicada más no débil.

    Noishi miraba a Shino con un amor puro; cada movimiento que hacía era algo que parecía guiar su mirada; a vecess cerraba brevemente los ojos para guardar su voz, percibir su aroma. Y justo en uno de esos momentos de obscuridad debajo de sus párpados, Noishi escuchó la pregunta de Yuzuki quién lo obligó a salir de su recolección de nuevos recuerdos de la mujer que amaba y amó en toda esa ausencia.

    —Fureku —inició Noishi — Fue la identidad que tomó Tomoe por mucho tiempo en su estancia en Koga; pero el verdadero Fureku se escondía en Otsu. Lamentablemente Otsu cayó recientemente, Fureku fue secuestrado en Otsu junto al cuerpo del señor de Shiga; Kaji Akamatsu a quién no logramos recuperar en Kioto. Fureku es de los pocos Ikeda que aun siguen con vida, los Ikeda son dueños de estas tierras... Shimane es nuestra aliada porque aun tenemos con vida a uno de los Ikeda. Matahachi cree que el crisantemo negro ha reclutado nuevos elementos con los que está directamente atacando a los aliados que aun conserva el clan Taira.

    —El crisantemo negro es una agrupación de shinobis que anteriormente servían a Haruki Yamato; después pasaron a manos de Akishino —agregó Shino — El Emperador se comunicaba con esta organización gracias al famoso zorro blanco; un shinobi que jamás ha mostrado su rostro. El zorro blanco sólo se mostraba directamente ante Akishino, yo jamás pude verlo. Ni siquiera Gendo o Taiki pudieron verlo en persona.

    —En los tiempos antes de que mi familia y yo llegáramos a Kioto; se creía que el zorro blanco era Hoshi Harima. Pero mi padre insistía en que Hoshi había muerto en manos de mi abuelo, Kaito. Aun así, se creía que el yurei de Hoshi aun frecuentaba el castillo —afirmó Noishi hacia Yuzuki — Y al parecer así lo hacía. Sólo que jamás fue un yurei. Hoshi no había muerto a manos de Kaito. Una verdad que descubriría al unirme al crisantemo negro junto a Inagaki después de nuestro entrenamiento con Murai —Inagaki era otro nombre que Yuzuki conocía. El guerrero en Toyama, servidor de los Kimura— Ni en esos momentos conocí directamente al zorro blanco... pero tú y Konan lo vieron en las mazmorras; peleando contra Murai. Pero lo más sorprendente sería enterarnos después a voz de Matsuda que también él había cruzado su camino con un zorro... pero en su caso era de máscara negra.

    —Tanto Matahachi como Murai; Inagaki y Noishi están especulando los orígenes de estos individuos, creo que es algo de lo que ahondaremos ya en las islas Oki. Donde tendremos a más mentes que nos ayuden a entender lo que podría estar sucediendo —Agregó Shino.

    —Matahachi está seguro que ninguno de estos individuos responde a los clanes shinobi de Iga o Koga — La información era densa ¿Tantos movimientos ocultos habían sucedido en tan poco tiempo? — Y está seguro que otros shinobis han estado persiguiendo a los Fujibashi por un largo tiempo; y aun no entiende cómo es que siempre lgoran encontrarlos con los códigos de encuentro que sólo ellos manejan y...

    Shino colocó su mano al hombro de Noishi, quién paró de hablar —Profundicemos en las islas Oki. No confundamos más a Yuzu.





    [​IMG]

    Cubierta del barco/ Popa
    [Togashi; Riku]

    La lluvia caía delicada, siendo la única testigo de aquellas palabras.

    Bruno TDF Monpoke
    Primera vez que me siento inútil porque no puedo intervenir, soy sólo gotas de lluvia.
     
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    Gigi Blanche

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    Interior del barco

    Matahachi era un poco difícil de interpretar, o al menos comenzaba a tener esa sensación. Conforme le hablaba no fui capaz de dilucidar una emoción clara en su semblante, hasta que soltó el aire de golpe y su rostro se contrajo en una mueca extraña que... no entendí del todo, pero me generó algo de reparo. ¿Había hecho bien diciéndole todas esas cosas? ¿Había... vuelto a incomodarlo, quizá? Por el mismo motivo me callé y enfoqué mi atención en Yume y Tamura. Me costaba entender al muchacho, tal vez me estaba inmiscuyendo demasiado en su vida. A sus ojos sólo era un desconocido, después de todo.

    Tamura dijo que siempre les había faltado un Kohaku en su grupo y me reí a traición; la idea era tan descabellada como tierna.

    —¿Cómo? ¿Con tatuajes en la cara y ojos raros? —bromeé a la par, aún riéndome.

    Matahachi se quedó mirando su taza y le soltó a Yume en toda la cara que mi té era mejor que el suyo. El comentario fue tan repentino y se oyó tan honesto que, además de la sorpresa, también sentí algo de vergüenza. Yume reaccionó de forma exagerada, metiéndose con el chico, y yo aproveché la distracción para carraspear ligeramente la garganta. Esperaba... no haberme ruborizado ni nada. Otra vez, no lograba entenderlo.

    La historia de Tamura me permitió distraerme. Su mención de Matahachi conectó con el cazador del cual me había hablado en el santuario de Tateyama y asentí, haciéndole saber que lo escuchaba. En lo alto del monte, poco antes, le había asegurado al señor Yoshio que creía que Hachi había sobrevivido. "Es territorio de Dioses", le había dicho, y fue gracias a los dioses que se salvó. Y ahora estaba aquí, a mi lado.

    Aquí la lógica se trastoca, se convierte en fe, y quiero creer.

    Creo que el pequeño Hachi está allí afuera, en alguna parte.

    Abrí más los ojos cuando contó que Matahachi le había cortado la coleta. ¿Tamura con el cabello largo? Dioses, no me lo imaginaba para nada. Sonreí, divertido, y acabé viéndolo con genuina ternura. Aún recordaba el abrazo inmenso que se habían dado al reencontrarse en la montaña. Ese día Yume también había corrido. Volteé a mirarla a ella, envolví su mano con la mía y le di un apretón firme, sonriéndole.

    —Tienen una amistad preciosa —murmuré, fue más un pensamiento en voz alta.

    Con cuidado de no destapar a Matahachi abandoné el abrigo del pelaje de lobo, pero en vez de devolverle aquel extremo, me incorporé y me situé frente a Yume. La deslicé delicadamente con un "permiso" bajito hasta hacerla ocupar mi anterior lugar y la envolví, acuclillándome frente a ella, mirándola desde abajo.

    —La noche que huimos de Nara, esta piel de lobo abrigó del frío a Mao, la niña que ayudó a tu padre a escapar. En Kamakura, también, tapó a Rengo luego de que Kato lo hiriera, y tras la batalla de Shizuoka. Y en lo alto de la montaña Tateyama se la eché encima a Tamura, aunque él no lo recuerde. —Le lancé un vistazo divertido al chico y le sonreí a Yume con suavidad—. Así que sólo me quedabas tú. No tengo mucho para ofrecerles más que una taza de té y algo de calor, pero al menos esas dos cosas intentaré que no les falten nunca.

    Deslicé la mirada a su taza y recordé aquello que Hotaru había dicho en el shukusha de Tateyama.

    Kanketsu. La verdadera simplicidad se obtiene a través de procesos complejos. Al final del día, pese a lo enrevesado y agobiante que parezca todo, seguimos siendo sólo humanos. Y más allá de los errores, la culpa o los arrepentimientos, seguimos siendo sólo amigos.

    Dejando de lado el momento bonito, ahora que había rememorado los días anteriores volvió a acaecerme una duda. Una que antes no me atreví a esclarecer.

    —A todo esto... ¿Qué edad tienen?
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami

    Sonreí con algo de melancolía al escuchar la respuesta de Shino, viéndola limpiar sus lágrimas, a ella habían pretendido arrebatarle incluso más: su estatus, su niño y las personas que amaba, su familia y compañeros, pero seguía aquí. La miré con disimulo, pero sin dudas la observé a conciencia, era delicada, ni siquiera sabía empuñar un simple tanto y sus manos no estaban maltratadas; el cabello caía casi hasta el suelo, era pesado y poco práctico, ella en sí desprendía un aire de elegancia. Esta mujer no había tocado un arma en su vida, no había recibido el corte de una katana y ahora, desprovista de comodidades, estaba demostrando la fuerza de su sangre.

    La fuerza no era solo física, la palabra poseía peso y la presencia también, algo que Shino, con su autoridad y firmeza aún poseía. La idea me hizo sonreír, complacida, y sentí que me ayudó a pensar con algo más de claridad sobre mí misma. Le había dicho a Takano que Ankoku y Aoi, las katanas, mis dientes, eran ahora suyas... pero volvería a empuñar el colmillo. Volvería a empuñar la sombra de la serpiente y entonces demostraría que no podían hacerme caer, no mientras Takeda siguiera vivo, mientras Takano me esperara, Hayato estuviera cuidándome, pudiera volver a Rengo y sintiera la tranquilidad de ver a Kohaku con nosotros de nuevo, a pesar de sus nuevos lazos con los Taira.

    Habían cosas que no podían arrebatarnos.

    Y nos encargaríamos de demostrar la fuerza que poseíamos.

    Hasta nuestro último respiro.

    Notaba, además, el amor con que Noishi la miraba y no hacía falta nada más para entenderlo, por eso le había señalado que no estaba sola, que ahora él estaba a su lado. Era su sostén en este momento, ahora que cargaba con el peso de la vida del niño que no vería crecer y que nos preparábamos para algo de proporciones tan colosales. El amor era parte de la justicia que defendía, desprendida de la justicia de mi padre, era vital porque amar era una de las demostraciones más grandes de valentía cuando vivíamos en un mundo donde el odio y la venganza eran más fáciles y tentadoras.

    Había elegido no matar a Kato y ahora no matar a Murai, por eso estaba aquí como la figura de mi padre. La silueta de Shiro Minami me acompañaba en cada paso.

    De cualquier manera, atendí cuando Noishi tomó la palabra aunque ya daba por asumido que el Fureku del que hablábamos era el real. Había sido tomado en la caída reciente de Otsu; todo el asunto llevó a que me explicaran al Crisantemo Negro, que servían a Haruki Yamato y luego quedaron en manos de Akishino, y fruncí un poco al ceño al ver la cantidad de información que estaba recibiendo otra vez, pero seguí atenta y fue asintiendo con la cabeza según me pareció necesario, para que ambos supieran que los escuchaba.

    Mencionó a Hoshi, también a Inagaki el guerrero de Toyama a servicio de los Kimura y volví a asentir cuando mencionó que Konan y yo habíamos visto al zorro blanco peleando contra Murai. Tenía los recuerdos un poco parcheados, espesos, porque todavía tenía el cuerpo asolado por el dolor del corte de la mano, pero todo había sido tan extraño que se había afirmado por partes en mi memoria.

    Así como en Tsu y Nara, la información era densa y yo tenía la mente trastocada, de forma que hacía lo mejor que podía. Aún así cuando Shino lo detuvo, diciendo que profundizaríamos más en las islas y que no me confundieran más se me escapó una risa ligera, mezcla de culpa y vergüenza. A este paso se me iba a hacer un nudo en la cabeza, así que agradecía la pausa.

    —Apareció cuando Konan y yo estábamos en las mazmorras, el zorro blanco quiero decir. Él lo hirió, así que retrocedió, pero todo fue muy extraño, en realidad desde ese momento todo es extraño en general —admití porque no tenía caso negar lo denso de la información y las posibilidades—. Takano es mejor para esta clase de cosas, deberán tenerme un poco de paciencia, pero tanto él como Takeda confían en mi juicio y lectura y me envían sin instrucciones hace ya bastante. En las islas retomaremos esto como es debido.

    No me había pasado inadvertido que Shino me había llamado Yuzu y volví a suspender la mirada en algún lugar intermedio entre ellos y yo. La sonrisa de antes perdió las emociones que había reflejado, suavizándose, y estiré la mano hacia ambos, dejándola a su alcance.

    —Mi familia, las Minami, los hijos de Kato y Takeda me llaman Yuzu —dije en voz baja, buscando a ambos con la vista entonces, pero pronto volví a mirar a Shino específicamente—. Familia a la que ahora los suyos pertenecen. Les prestaré la fuerza que me queda y cuidaré de los suyos sin distinción cuando llegue el momento, así como ustedes han accedido a recibirnos. Usted y yo, Shino, demostraremos que no hemos caído todavía, por el pequeño Kinsuke.

    Ensanché la sonrisa, tomé aire y le di vueltas a más cosas de todo lo que sabía. Pensé y pensé, hasta que recordé algo en específico y me debatí entre preguntarlo o no, hasta que finalmente miré a Noishi.

    —El arco Sugawara que nos entregaron, saben que el pequeño es el único sobreviviente de su clan... ¿Qué pasó en Fujimi?
     
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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Tamura se mordió el labio en frustración cuando Kohaku mencionó la hermosa amistad que él y Yume tenían; Tamura miró a Yume, tan frágil pero inteligente, tan pequeña pero en su corazón era tan grande que no cabía en él. Habían crecido juntos; cómo buenos amigos, y cuando ese sentimiento se transformó en amor en el interior de Tamura, no supo como expresarlo de manera distinta; pues la amistad también era amor, y no sabía cómo diferenciar esos dos tipos de amor.

    Tamura sonrió al escuchar lo de la piel de lobo en Tateyama —Fueron muchas emociones en un momento; uff... pensé que te había tragado la montaña y que tus amigos me iban a matar por ello.

    Yume se dejó envolver; su rostro de alivio se materializó al instante de sentir aquel calor —Es tu manera de proteger; una muy agradable. Calor y té.

    —A diferencia de tus manos frías y ungüentos olor a...—Yume dio un golpecito en la frente a Matahachi con su dedo índice que fue impulsado por el pulgar para ganar mayor velocidad y fuerza, dejando un círculo rojizo en la frente del muchacho que no dejaba de molestar a Yume.

    Escucharon las palabras de Kohaku sobre Kanketsu y los tres sonrieron a su manera; Tamura muy alegre, tanto que abrazó a Kohaku. Yume sonrió mientras jalaba más la piel de lobo, para ver si Matahachi se molestaba. Pero Matahachi cerró los ojos con mucha alegría mientras sonreía, algo que obligó a Yume a conectar miradas con Tamura en una complicidad casi telepática. Después soltaron una risa cuando Kohaku les preguntó su edad, Tamura se avergonzó al instante.

    —Yo ya tengo veintiséis primaveras; Tamura veintiocho —contestó Yume con gran seguridad.

    —¿Veintiocho? ¿No tengo las mismas que tú? —preguntó Tamura.

    Yume negó —Y supuestamente nos mató un niño hace doce inviernos con sólo ocho cumplidos ¿No es así? —dijo mirando a Matahachi, le sonrió y le dio un beso en la mejilla —Sacrificaste tu infancia para dejarnos vivir la nuestra; muchas gracias.

    Matahachi bajó la mirada —Uno de ustedes sigue siendo todo un niño — Era evidente que Matahachi no sabía tomar halagos.

    —Si, Yume todavía es una niña —aseguró Tamura —Toda pequeñita, mírala... piensa que te está arrebatando parte de la piel de lobo pero esta te sigue cubriendo a pesar de que ella la jale.

    Rieron al unísono. Yume era tan liviana que Tamura podía cargarla con gran facilidad, incluso Yoshio no parecía desgastarse por hacerlo. Tamura si tenía una altura más normalizada; a pesar de comportarse como un niño pequeño.

    —Tuvimos que fingir por mucho tiempo que no teníamos la edad que realmente tenemos — Dijo Yume borrando la sonrisa — Teníamos miedo de que nos descubrieran. Además...—miró a Tamura —Eventualmente Tamura crecería mientras yo...

    Matahachi miró a Yume con preocupación —No tienes qué...

    Yume negó —Kohaku se ha sincerado tanto con nosotros, creo que es justo que yo también lo haga con él —suspiró —Son mis piernas... —dijo apesadumbrada — Gendo y Kyogi me dejaron un recuerdo que marcaría toda mi vida... cuando tenía ocho primaveras rompieron mis piernas, una fractura por cada hueso. Dejaron mis caderas intactas por...

    —Basta Yume —interrumpió Tamura, parecía que aquella historia le afectaba más a él que a la misma Yume. Tamura miró a Kohaku — Gendo amenazó a Murai diciendo que Yume sería una de sus mujeres; pero Murai le dijo que la iba a enviar como Miko a un templo fuera de Kioto; pero Gendo y Kyogi la secuestraron y...

    —Me torturaron y me dejaron sin atención médica por varios días hasta que creyeron que era suficiente...—Yume no lloraba; pero si mostraba odio en su mirada —Así sometieron a mi padre; quién tuvo que dedicar cuatro estaciones a cuidarme, a hacer prácticamente todo por mi, llevarme a todos lados, protegiéndome mientras estábamos en ese jaula llamada Kioto. Mi crecimiento se vio afectado; pero yo fui muy feliz con mi padre... y creo que eso fue lo que más les molestó... nos separaron, obligaron a mi padre a dejarme bajo amenazas. Pero en ese momento estaba mi tío Hiro, y el señor Oda, el médico de la corte. Por eso mi padre obedeció —sonrió— Pero después del exterminio de los Minamoto; también perdí a a mi tío. Jamás había visto a mi padre así —mencionó con gran tristeza —Mi padre hizo un plan, le encargó al señor Oda hacerme pasar por enferma y de ese modo podía fingir una muerte creíble y así, con el pasar del tiempo podría regresar con él.

    Tamura miró al techo —¡Ah! pero Tamura tuvo que interferir en ese plan y robarte; haciendo más difícil el plan e involucrando a ese niño —dijo señalando a Matahachi —Un error; pero ya había esperado muchas estaciones y yo me creí que te estabas muriendo, tenía que hacerlo.

    —Yo no me negué —sonrió Yume y miró a Kohaku — Pude haberle dicho el plan de mi padre mientras me decía que me sacaría de ese infierno; pero en su momento también era una niña, creí que escapar con Tamura sería mejor. A pesar de que mi padre me dijo sus intenciones; no le obedecí. Y por ello apenas hasta este momento puedo volver a ver el rostro de mi padre.

    —Nunca nos abandonó —agregó Tamura —Siguió enviando discretamente suministros y una que otra flor para Yume —Tamura miró a Yume — ¿Crees que me cobre todo lo que nos prestó todo este tiempo?

    Yume volvió a reír, al unísono de Tamura.

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    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Noishi almacenó la información del zorro blanco; Murai sólo le dijo lo que sintió en aquel momento, se sinceró con Noishi al decirle que su torpeza lo llevó a aquella pelea en dónde sobrevivió por mera suerte —Creo que subestimas lo que Takeda y Takano tienen muy claro —le dijo Noishi — Recuerda que eres una amenaza para Gendo; al grado de que quiso humillarte. En esta habitación hay dos mujeres muy fuertes, pese a quién le pese.

    Yuzuki extendió su mano hacia ellos y las lágrimas volvieron a los ojos de Shino tras las palabras de Yuzuki.

    La fortaleza de una mujer en la guerra es su instinto de protección ante los suyos; eso es lo que hace fuerte a una mujer sobre el varón. Es por eso que hoy estoy acompañado en esta prisión. Porque la fuerza de una mujer no me dejó solo —Shino repitió las palabras que Takeda dijo en el palacio Katsura ante ella; Kinsuke y Akishino —Estas fueron las palabras que me reforzaron el carácter de Takeda y su devoción por la mujer que tenía a un lado. Para Akishino eso habrá significado debilidad de parte de Takeda; para mi demostró su fortaleza levantando la tuya—dijo hacia Yuzuki.

    ¿Qué pasó en Fujimi?

    "Háblame de paz cuando no deba sacar cabezas de picas ni ver manchas de sangre en los tatami y si vas a condenar a Takeda por alzarse en nombre de los suyos, a los que esa sangre pertenece, que así sea. Es nuestro propio caos y debemos ser responsables por él"

    Aquellas palabras de Yuzuki también habían impregnado las memorias de Shino en el palacio Katsura. quién conocía la historia de los Sugawara

    —Ese arco fue un regalo de Michizane Sugawara hacia nuestro pequeño Matahachi cuando este lo llevó a Saitama—
    mencionó Shino con pesar— Akishino tomó un gran aprecio a Matahachi cuando estuvo a su servicio; confiaba mucho en él a pesar de que Matahachi a quién verdaderamente servía era a mí. Desde que tuvo ocho años estuvo a mi servicio y el de mi hermana Tomoe; siendo Kozaemon su mentor — El hombre que Kato asesino en Saitama — Tanto Kozaemon como Matahachi se encargaron de reubicar a muchas familias, en especial mujeres a las que el Imperio comenzaba a tomar a la fuerza para los hombres del clan Mori y Sawayama principalmente —miró a Yuzuki — Antes de Matahachi había un hombre llamado Toru Aoyama, un guerrero muy honorable que por mucho tiempo sirvió a Haruki Yamato antes de que Akishino tomara el poder — Aoyama, ese era el apellido de Misato — Él fue quien logró reubicar a muchos de los clanes de herreros que el Imperio comenzaba a localizar para explotarlos; Yamamoto se ocultó ingeniosamente detrás de las murallas de Nagoya. Kyuzo desarmó su taller de Kioto y Otsu; para después desaparecer. Masamune se reubicó con la ayuda de Toru en Iwakura— dónde también estaría Hashimoto —también sé de los Ise en Nara; Murai lo visitó recientemente por lo que sé... muchos clanes de herreros fueron reubicados por Toru Aoyama; pero atacados tiempo después por Gendo.

    Shino hizo una pausa, odiaba pronunciar aquel nombre; cerró los ojos y apretó las manos. Tomó aire para después continuar.

    —Matahachi conoció a Michizane en Saitama, la capital de la prefectura con el mismo nombre; pues Saitama siempre fue para él la ciudad perfecta para reubicar a refugiados. Kazumi, la esposa del señor de Saitama siempre le ayudó. Matahachi siempre permaneció en anonimato, usando una máscara para todos estos encuentros. Y fue con esa misma máscara que conoció al señor Michizane; pues este le confesó que volvería a abrir su herrería en su ciudad, Fujimi —Yuzuki lo entendió al instante; Michizane se había confiado de la paz que gozó unos años y creyó que ya no sucedería nada, que nadie vendría a amenazarlo.

    —Matahachi le insistió en mantener el anonimato; pero Michizane se negó, ya había permanecido ocultos por siete largos años; Matahachi no pudo hacer nada para detenerlo, así que le dio algo más... les enseñó su técnica con el arco para que se defendieran si era necesario —suspiró mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja —La noticia no tardó en llegar a Kioto; llamando la atención del clan Hyogo el cual tenía a un grupo de arqueros formidables; y Michizane se especializaba en la madera... Fujimi fue rodeado en la estación pasada por un ejército que exigía los arcos para el Imperio —Bajó la mirada, no era sólo tristeza lo que ocultaba, también era ira — Gendo entró a mi habitación nuevamente a burlarse de mí; diciendo que el clan Hyogo y él irían a Fujimi y llevarían la cresta de mi clan... —levantó la vista hacia Yuzuki. Firme.

    —Pero Gendo no esperaba la fuerza del pequeño poblado de Fujimi... que respondió con una técnica que bien conocía Gendo. La misma técnica de Matahachi...


    —¡Ha sido culpa de ese maldito niño! — le reclamó Kotaro hacia Gendo mientras veía a sus hombres caer a sus pies por las flechas lanzadas desde las atalayas del pequeño pueblo —No puede ser que tan pocos hombres estén reduciendo a los míos de esta manera. Les informaron de este ataque; es evidente.

    —Cállate Kotaro; usa a tus hombres; que nos cubran para que logremos ingresar al pueblo. Con nosotros dos dentro... ya no tendrán a dónde correr.— Dijo Gendo mientras Kotaro reacomodaba a sus hombres restantes.

    Y fue así como los hombres de Kotaro sirvieron de barrera humana para que Gendo y Kotaro ingresaran. Las personas comenzaron a correr despavoridas. El pueblo no tardó en caer ante las llamas.

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    Un niño se levantó de entre los escombros —¡PAPÁ!— Gritó corriendo despavorido.

    —¡Hey, niño! — Gritó Kotaro —Por acá.

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    —Aquí está tu papá — La voz de Kotaro era dulce, a diferencia de sus acciones; el hombre había cortado de tajo la cabeza; la mostraba con sorna hacia su hijo y lo remató clavándola en la pica más alta.

    El niño se quedó sin aire; no pudo hacer ningún movimiento a pesar de tener el arco a su espalda. Él sabía que no era tan bueno como su padre, que él no podría hacer nada. Un disparo certero se impactó en el ojo derecho del niño haciéndolo caer.

    Kotaro levantó la mirada a su discípulo frunciendo el ceño —¡Al corazón, Kenji! ¡Al corazón! — le reprochó a su el alumno quién avergonzado bajó el arco para seguir cargando los cuerpos de su antiguos compañeros en carretas y así transportarlos a capital.

    Kotaro se acercó al cuerpo del niño y lo miró —Maldita sea; ya no podré llevarme su cabeza de recuerdo.

    —¡Apresúrate Kotaro! El fuego se expande rápido — le avisó Gendo; que al igual que Kotaro permanecían sin herida alguna.

    —Deja termino...— mencionó Kotaro sin temor a la voz de Gendo.

    —¿Qué carajos haces? —preguntó Gendo acercándose a Kotaro, quien estaba atando algo a una rama de árbol. Al terminar la cargó a su hombro.

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    —Un ramillete de flores para mi querida Sayu —la voz de Kotaro mostraba gran alegría.

    Hayato había callado aquello; algo muy fresco aun en su memoria.

    —Kyoko ayudó a Hayato en recuperarse... —agregó Noishi —al parecer el disparo fue débil porque la flecha fue una reutilizada del campo de batalla. la punta estaba fracturada y la madera astillada. Eso lo salvó... en cambio, allí murió gran parte del clan Momochi y de los Sugawara sólo sobrevivió Hayato. Pero gran parte del clan Hyogo también cayó ese día—El clan de la mujer de Obata — Matahachi había enviado refuerzos a Fujimi; pero no pudieron hacer nada ante Gendo y Kotaro —El otro hombre que Kato había aniquilado en Saitama, junto a Kenji, el discípulo — Cuando Kyoko volvió a Koga con Matsuda siguiéndola; informó que el pequeño Hayato había quedado en buenas manos —Las de Yuzuki —Matahachi después de Koga se despojó del arco y se lo entregó a Murai como una promesa de que no te lastimara. El arco pasaría a manos de Matsuda en Kioto y con él nos salvaría a todos los que estuvimos allí, al final, ese arco transmitiría mi mensaje para reunirnos en Nara.


     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El comentario de Tamura me arrancó una risa divertida. Yo me había referido a cuando cayó rendido dentro de la cabaña, pero ese momento también contaba y, de hecho, era más gracioso.

    —Se te caían los mocos y tenías las pestañas congeladas, no puedo creer que te hayas lanzado a ese agua helada —recordé, aún riéndome—. Por un segundo yo también pensé que me ahogaba, y luego que me mataban los monos, y tal vez una diosa ofendida. ¿Y cuando rodamos acantilado abajo? Dioses, eso sí que dolió. Por suerte tenías encima las mejores drogas de la prefectura.

    Cuando lo ponía así... Tateyama había sido bastante salvaje. Pero, curiosamente, de primera mano no lo pensaba de esa forma, sino como un recuerdo hermoso y hasta divertido. Estaba lo de Inuzuka, pero también Hotaru había renacido, había conocido a Tamura y Yume, y había podido volver a ver a Seiryu.

    Yume y Matahachi continuaron su pequeña afrenta, que a mis ojos era bastante divertida, y tras decir lo del kanketsu Tamura se me vino encima. Había permanecido acuclillado frente a la chica, cuando quise acordar me caí al suelo y lo envolví también con mis brazos, riéndome. Era un atolondrado, pero lo había sido siempre. No vi motivos para moverme, así que me quedé sentado en el suelo sin mucho problema. Mis ojos se abrieron con genuina sorpresa al saber sus edades, alternándose entre sus rostros e intentando aceptar que sus caritas pertenecían a personas tan... bueno, tan mayores. Pensé que, a lo sumo, tendrían veintidós años. Entonces, otra realización me alcanzó.

    —Soy el menor —murmuré, y fruncí el ceño, contrariado. Era extraño para mí, que siempre había tenido hermanos tan pequeños y luego aparecieron Mao y Kuroki.

    La liviandad eventualmente se fracturó. Lo noté en sus expresiones, el silencio que pesó, y mi semblante se tensó en impacto y frustración conforme oía la historia. ¿Le habían... roto las piernas? ¿A una niña de ocho años? ¿Y todo porque su padre pretendió no venderla como un trozo de carne? Era... era enfermo. Fruncí el ceño, asqueado, y la compasión que pude llegar a transmitir la sentí convertirse en rechazo, indignación. Era inaceptable. Las cosas que seguía aprendiendo de estas personas, lo que hacían, que disfrutaran hacerlo...

    Era inaceptable.

    Sus piernas jamás sanarían completamente, tampoco lo haría el hombro de Matahachi. ¿Cómo eran capaces de castigar de esa forma a niños inocentes? ¿Qué demonios tenían en la cabeza? El relato acabó en una nota más liviana, incluso cómica, y admiré la fortaleza de estas personas, pero no pude adecuarme a ella. La sensación desagradable seguía revolviéndose en mi estómago y estiré el brazo, alcanzando la mano de Yume. Me quedé así un par de segundos, pensativo, apenas acariciando la piel ajena con el dorso del pulgar. Lo hice sin darme cuenta.

    —No puedo creer que Kuroki se haya ido con alguien como él. —Fue una reflexión en voz alta, un reclamo y un lamento—. Incluso si anhela perseguir su propia justicia, tomar sus propias decisiones... ¿tenía que elegir a ese sujeto, de toda la gente?

    No sabía si había sido muy ingenuo respecto a él o si nada en esta historia tenía verdadero sentido; una parte de mí quería aferrarse a la segunda alternativa, pero lo ocurrido en Shima seguía demasiado fresco en mi mente y no era capaz de alejarme de mis emociones. De la ira, el dolor y la tristeza. De momento debía conformarme con mantenerlas a raya y no permitirles devorarme el espíritu.


    yo? triste porque tamura tacleó a ko y no vio la sonrisa preciosa de matahachi :(
     
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    Zireael

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    Noishi dijo que subestimaba lo que Takeda y Takano tenían muy claro y el comentario me hizo sonreír con un dejo de vergüenza, lo que no esperé fue lo que añadió después, lo de que era una amenaza para Gendo y por eso quiso humillarme. Lo miré contrariada, aunque el solo nombre de semejante monstruo me tenso el cuerpo y me revolvió la mente.

    Una amenaza.

    Miré a Shino cuando repitió las palabras de Takeda, las que había dicho ante ella, Akishino y el pequeño Kinsuke; esta vez no pude regularlo, sentí que los ojos se me llenaron de lágrimas y las siluetas de Noishi y Shino se diluyeron frente a ellas. Me obstaculizaron la vista y tuve que empuñar el haori para secarme los ojos, antes de que las lágrimas cayeran, para evitar más reacciones impropias. Sin embargo, recordar lo que dijo Takeda me ayudó a recordar lo que dije yo.

    Una de las tantas cosas que me había costado mi mano izquierda.

    Reclamar por la cabeza del padre del que ahora era mi niño.

    Escuché entonces lo que comenzó a contarme Shino, dijo que el arco había sido un regalo de Michizane Sugawara a su Matahachi, a quien Akishino le había tomado afecto a pesar de que era ella a quien servía. Matahachi, junto a Kozaemon, uno de los generales que Kato había acabado, habían reubicado familias, en especial mujeres que el clan Mori tomaba a la fuerza y recordé el que habría sido mi destino, el porqué le había pedido a Takeda que no permitieran que nos separaran. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y los ojos se me volvieron a llenar de lágrimas, así que me limpié el rostro de nuevo.

    Oí el apellido de Misato, así que uní los hilos cuidadosamente en mi cabeza y cuando mencionaron a Masamune recordé cómo gracias a Fuji había conseguido una katana en Iwakura, la que ahora Takano llevaba consigo. En las reubicaciones también se acomodaron los herreros, pues eran explotados durante los períodos de guerra y fue eso... los años de paz engañaron a Michizane. Lo engañaron lo suficiente para que abriera la herrería en Fujimi y atrajera la atención del ejército y Matahachi, al no poder frenar su idea, le enseñó su técnica con el arco.

    Gendo y el clan Hyogo, llevando la cresta Taira.

    La mariposa que ondeaba en el fuego de Fujimi.

    Era mentira.


    Fueron ellos, no los Taira, quienes le arrebataron el ojo a Hayato y lo engañaron para que viera la cabeza de su padre antes de la clavaran en la pica, el pequeño Hayato que no pudo reaccionar porque dudaba de sus capacidades, habían querido matarlo luego de lo que lo habían obligado a ver. La ira que sentí siguió ayudándome a recuperar fragmentos de mí misma, ya no por el daño que habían causado sobre mí, si no por el que le habían causado a Hayato y por la manera, incansable, en que nos engañaban.

    Hayato no había contado nada de eso y no sabía siquiera cómo preguntárselo, temía abrir una herida demasiado reciente, un daño demasiado profundo y me parecía injusto cuando me había visto llegar sin una mano, cuando se había sentado en la audiencia como un adulto y solo ahora, viéndolo ofrecerle de su frasquito de miel a Tsubaki, era un niño y nada más. Tuve que seguir limpiándome las lágrimas del rostro y tomé aire.

    Recordé a Kyoko, que había sujetado a Hayato cuando gritaba por su padre, y asentí cuando Noishi lo mencionó. Al parecer Hayato había sobrevivido al disparo en el ojo solo por la debilidad de la flecha, pero murieron los Momochi, de los Sugawara solo quedaba Hayato, pero también los Hyogo habían perdido a algunos de los suyos. Al volver Kyoko informó que Hayato había quedado en buenas manos... las mías.

    Saberlo me obligó a tomar aire para evitar seguir llorando, porque Matahachi le entregó el arco a Murai como una promesa de no lastimarme, luego Matsuda lo usó salvándonos en Kioto y no pude evitar pensar que, más allá de que Murai casi matara a Takano, a los demás los había juzgado horriblemente por una mentira construida por Gendo, siempre el maldito Gendo y los suyos. Los que usaban dados para decidir destinos.

    —En Fujimi ondeaba la cresta Taira, la mariposa, y desde entonces achaqué lo que Hayato vivió y cómo lo encontramos a ustedes —dije obligándome a mirar a Shino aunque tenía la vista irritada por el llanto contenido—. Me oyó decirlo, ¿cierto? Yo saqué la cabeza del padre del niño de la pica y se la entregué, porque era lo único que podía hacer por él, solo eso. No creo poder olvidar sus gritos, la forma en que decía que debía haber muerto con su padre y el olor que había en Fujimi, donde el fuego y la muerte lo habían arrasado todo.

    Debí haber muerto con todos los Minami.

    Como Hayato deseó haber muerto con su padre.

    El llanto contenido me hizo guardar silencio entonces, me limité a respirar, parpadear y por más que quise contenerlo, porque era yo quien había preguntado, las facciones se me comprimieron. Todo lo que pude hacer entonces fue una cosa, porque creí que esta mujer que acababa de perder a su niño lo merecía, porque habían destrozado al pequeño Kinsuke y todo lo que podíamos hacer era seguir adelante, así que me incliné en una reverencia completa, aprovechando que estaba sentada.

    —Perdóneme por haber creído que su clan había cometido un acto tan terrible —dije con un hilo de voz—. Actuamos cegados y engañados por actos como ese, yo incluso más que algunos de los otros. Ahora sabemos quién es el objeto real de nuestro resentimiento e intentaré que acabemos con él, le doy mi palabra así como en su momento se la di a los Fujiwara sobre la cabeza de Murai. Gendo Mori caerá por lo que ha hecho, a su clan, a los Sugawara y a nosotros.

    Porque yo era una amenaza para él e iba a recordárselo.


    me puse el ost de demon slayer y fue mala idea porque casi me pongo a llorar (? así es como le seguimos haciendo tiempo a Togashi para que le vea el shirogami a Riku, sí
     
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    Amelie

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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Tamura tembló; no al recordar el frío del agua o sus pestañas escarchadas, no... los monos; vaya que esas criaturas le daban escalofríos de sólo pensar en ellos. Pero comenzó a reírse cuando recordó como azotaron en el hielo. Tamura en verdad demostraba su alegría con aquel grupo; no dejaba de reír mientras veía que Kohaku también lo hacía —¡Yo soy el mayor! —gritó Tamura apretando sus puños como si en ellos hubiera un poder invisible a los demás, comenzó a reírse aun más fuerte.

    Después de la historia de Yume; Kohaku la tomó de la mano. La pregunta de Kohaku tomó a todos por sorpresa. Yume y Tamura se miraron pues no sabían que decir. Esta vez fue Matahachi quien con mayor conocimiento del tema se acercó.

    —Gendo siempre ha deseado un discípulo que pueda cargar con su impulsividad —inició — Cuando conocí a Kuroki en Yamato, pensé que si alejaba a Rei podría hablar con él y Shiori. Pero la rabia nos consumió a los tres e inició un combate; Shiori había sido amiga mía y si bien jamás llegamos a ser tan profundos con nuestras emociones, confiábamos el uno en el otro; por eso me dolió que se separara de mi objetivo; pero no podía catalogarla, yo no le dije toda mi verdad, para ella siempre fui Matahachi Tanobu.

    "Y le traicionaría otras mil veces si en todas ellas tuviera la posibilidad de conocerte, no voy a permitir que mueras aquí Kuroki... Hasta nunca, Matatachi, "amigo"..."

    Las palabras de Shiori aquel día quedaron grabadas a fuego en su memoria. Se escucharon unos fuertes pasos aproximarse, era Rei quién tenía a Chiasa comiendo de sus manos, ella permanecía seca, haciendo notar que Rei la había cubierto de la lluvia en cubierta.

    —¿Hablando de Shiori? —negó Rei —Shiori estaba dispuesta a matarte, sin miramiento alguno. Y el otro, ni se diga. Un asesino. Ni siquiera llevábamos el blasón del Imperio o de los Taira en su momento.

    —No interrumpas mi historia, Rei— Respondió Matahachi para después proseguir —Kuroki hablaba del valor de la vida de cualquier persona; pero antes de esas palabras me atacó a hurtadillas para eliminarme; con ello atajé mi conclusión de que él peleaba sólo desde su perspectiva, y Shiori sólo veía a través de los ojos de Kuroki. Supe que me había enfrascado en una disputa inútil y aun así la ira me venció, les recriminé que su justicia estaba sesgada, pues atacaron al instante y las preguntas iniciaron después de los primeros ataques

    "¿En verdad ustedes se creen los justos? Yo soy lo que llaman calaña... Shiori... en ningún momentos me diste la oportunidad de nada, tomaste la katana y atacaste; eso signifiqué para ti, eso es tu nivel de lealtad"

    Sus palabras dichas en aquel momento regresaron a él, frescas —Yo callé todos esos años protegiendo a Shiori; y le dije cosas hirientes, le hablé de su falta de convicción, les dije idiotas.

    Rei soltó una risa —Si ellos supieran que se lo dices a todos... se ofendieron muy rápido

    —¡Rei! —
    Reclamó Matahachi a sus interrupciones. Y Rei calló mientras acariciaba a Chiasa con una delicadeza poco común en aquel gigante.

    "¡Dices que solo decimos idioteces, que nos falta lealtad y que somos hipócritas! ¡¿Tienes idea de lo que es perder tu hogar, tu clan, tu familia?! ¡¿Tienes idea lo que es sufrir todos los días sabiendo que no hay NADIE a tu lado?!"

    Las palabras de Kuroki retumbaron en sus oídos. Le habían juzgado sin saber su lado de la historia.

    "...Deja de gritar que te preocupaste por no verla, de acusarla de moral débil y de llamarme hipócrita. Porque tú nunca vas a entender lo que es perder todo lo que ustedes me han arrebatado"

    —Bajo órdenes de Gendo repetí la misma historia que me sucedió a mí pero con Kuroki.

    "Matahachi... No eres mejor que nosotros, tu calma no te hace intimidante, eres tan irónico que simplemente hace me reafirme que lo único que mereces es tener un destino miserable, Shiori no se fue porque le faltó convicción. Se fue porque no mereces tener su compañía"

    —Vas de nuevo a culparte de todo...niño. Tú seguías órdenes, Kuroki sin seguirlas ha cometido peores atrocidades...—
    Se notaba que Rei apreciaba a Matahachi —No seas llorón... — Lo apreciaba a su manera, claro.

    Matahachi negó —Kuroki alteró algo en mí que no sucedía desde Tateyama; un odio visceral. En ese momento cualquier deseo de reconciliación se escapó y preparé mis flechas para matar, no iba a frenarme, lo iba a hacer... incluso Shiori me buscó en ese último instante, buscó la paz entre nosotros y yo por odio me negué, estaba cegado.

    "... La diferencia entre tú y yo radica en que yo sé que no soy nadie, tú aun no te has dado cuenta... te demostraré lo insignificantes que son nuestras vidas"


    Matahachi recordó sus últimas palabras antes de tensar el arco hacia Shiori —Rei intentó detener el ataque... pero ni sus palabras calmaron mi odio; mi arco seguía tenso pero Shiori me dijo que me extrañaba... y vi una de sus lágrimas; bajé el arco. Sus palabras me detuvieron a tiempo.

    —Lloró por su vida y la de su amiguito; no era cierto lo que esa mujer te dijo. Sabía que si no lloraba no ibas a detenerte —
    mencionó Rei.

    —Fuera verdad o fuera mentira, Rei; iba a matarla y hoy cargaría con eso porque mi odio me dominó —
    miró a Kohaku — El odio dominó a Kuroki. Por eso siguió a Gendo.

    Rei se quejó —Kuroki no quiere conocer el otro lado de la guerra; cree que su visión es la justa y cree que él solo puede arreglar los problemas del mundo. Eso entendí yo en ese combate. Yo era igual a él, ya hemos hablado de eso Matahachi. Ya deja de culparte.

    Matahachi negó —No busco culparme; busco entender, Rei. El odio es un sentimiento tan peligroso e incluso tú pudiste controlarlo cuando aprendiste a escuchar —dijo calmado — Yo conozco a Gendo, me di a la tarea de hacerlo a tal nivel que también me buscó como su alumno; pero entendí que unirme a él sería ponerme cadenas en el cuerpo, no iba a obtener nada de Gendo a su lado, en cambio perdería lo más importante, mi libertad —miró a Kohaku— Kuroki actuó con odio y por lo tanto fue impulsivo e ignorante. Así como lo era Kenzaburo con Kozaemon, y por eso lo alejó de él. Creí que siguiendo ese mismo ejemplo y liberando a Kuroki en Shimotsuke entendería que no debía acercarse al Imperio. Pensé que al perdonar su vida entendería que el camino del odio no es la única solución, le confié mi apellido.

    —Y no lo merecía —
    dijo Rei sacudiendo la cabeza de Matahachi. Matahachi intentó quitarse la mano de Rei pero no podía ni doblar uno de sus dedos.

    —A todo esto ¿Qué haces aquí, Rei?— preguntó Tamura —No es que no quiera que estés aquí; pero se me hace raro.

    —Ya es la hora de dormir de Matahachi —dijo obligando a Matahachi a ruborizarse de inmediato, y al tenerlo sometido en su agarre, Matahachi no pudo esconderse debajo de la piel de lobo, así que intentó responderle pero Rei se adelantó— Si te desvelas despiertas con un pésimo humor el cual no estoy dispuesto a cargar por la mañana — le recriminó Rei mientras acariciaba a Chiasa.





    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Shino negó —Las disculpas también son de mi clan al de ustedes; también fuimos muy ignorantes ante los sucedido con todos ustedes. La visión que les daban de nosotros era la misma que nosotros recibíamos de los Minamoto. No hay nadie que no fuera manipulado de una u otra manera; pero lo importante es lo que estamos haciendo ahora. No hay nada más poderoso que el conocimiento, y si el enemigo tiene la fuerza, nosotros tenemos que ganar con otro enfoque o todo estará perdido —miró a Yuzuki con convicción, sus pupilas no temblaban y sus cejas se inclinaban ligeramente hacia la nariz — Noishi cree en Takeda. Yo también creo en él... mi familia y yo haremos todo lo que esté en nuestro poder para verlo gobernando en Kioto, Takeda será nuestro Emperador.

    Con aquellas palabras, Shino revelaba lo que habían estado planeando todo este tiempo. Ella no quería recuperar el poder; ni siquiera parecía querer delegarlo a su hermana menor.

    —El clan de los cuatro rombos —mencionó Noishi señalando el mon — Es el nacimiento del clan Takeda. Es nuestra resistencia hacia el Imperio, hacia el clan Mori y sus allegados.

     
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    Zireael

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    Escuché a Shino decir que también las disculpas eran de los Taira a los Minamoto, pues ellos también habían sufrido la misma ceguera que nosotros. No sabía si debía, pero me erguí despacio y fue así que pude recibir su mirada, noté la convicción en ella y el hecho de que tenía el ceño ligeramente fruncido. Lo que dijo después, al dejar claro que Noishi confiaba en Takeda, que él sería nuestro Emperador, hicieron que sonriera a pesar de las lágrimas que acababa de estar derramando.

    Esta mujer no iba a recuperar su lugar en el Imperio, ni siquiera planeaba que su hermana lo tomara. Estaba en apariencia segura y dispuesta a entregarle este país a nuestro Minamoto. Llevé la mano al mon que tenía en el haori cuando Noishi habló, tomé aire al escucharlo decir que el clan de los Cuatro Rombos era el nacimiento del clan Takeda, que era la resistencia contra los Mori, el Imperio y todos ellos.

    —Que así sea —secundé con firmeza—. Gracias por confiar en él, tanto por la confianza de Noishi como lo que usted misma vio en Kioto.

    Me limité a respirar de nuevo con tal de regular mi cuerpo, volví a cubrir el muñón de la mano faltante y alcancé a sonreírles.

    —Lamento haber irrumpido para hacerlos hablar de cosas tan terribles. Ojalá en otro momento podamos tener una conversación distinta.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Interior del barco

    La historia que comenzó a relatar Matahachi me permitió hilar conexiones y me forzó a establecer otras. En la clínica de Shima nos había hablado de su estrategia en Yamato, cómo él y Rei habían construido una muralla para desviar el cauce de agua y forzarlos a salir de su protección, todo con el objetivo secreto de rescatar y relocalizar a Hina. Allí habían intervenido Kuroki y Shiori, con quienes se encontraron en el bosque y acabaron enredados en una pelea. Los Kamino de Yamato. Recordé a Sho, el muchacho que había llegado a Shimotsuke junto a Kuroki y los demás en calidad de prisioneros liberados. Los habían retenido en Mito, donde, a su vez, Rengo se había presentado fingiendo ser Takeda tras recibir la misiva sobre la amenaza a Hideyoshi. Allí había forzado un pacto de sangre en el Emperador, mi padre entregó su voz a cambio de devolverle las emociones y éste escuchó a Mara, quien lo guió hacia Tamano no Mae. Rengo se fue con Hoshi, su abuelo, mientras nosotros nos movilizábamos a Niigata para informar a Takeda.

    En algún punto Nagoya caería y mi padre guiaría a Kuroki hasta Shima, utilizando su sangre Fusatada para alcanzar a la yokai y absorberla. Shiori, la antigua amiga de Matahachi, falleció un día antes de que su grupo llegara. Kuroki se fue con Gendo justo antes de volver a verlo.

    Yamato... Ahora lo recordaba. Kuroki y Shiori habían partido desde Kamakura a petición de Rengo, en paralelo al viaje que Yuzuki y yo hicimos a Odawara. Desconocía los detalles de lo ocurrido, pero si todos estaban allí con el mismo objetivo ¿cómo habían acabado tan mal? Rei se presentó en el interior del barco, aún estaba con Chiasa. La pequeña ardilla comía y se la veía completamente seca, también me dio curiosidad la delicadeza con la cual aquel gigantón hosco la acariciaba. No dije nada, sin embargo, y regresé mi atención a Matahachi.

    No podía juzgarlos desde ninguna dirección, de por sí no sabía la versión de Kuroki de los hechos. En cualquier caso, el relato de Matahachi no me pareció demasiado sesgado ni parcial. Rei intervino, insistiendo en que no debía echarse la culpa de todo, y él alegó que sólo buscaba entender. Habló de odio, de impulsividad e ignorancia. Agaché la vista, rememorando nuestro breve intercambio en Shima. No podía rebatir sus argumentos.

    —Lo mató sin saber que era el Onmyoji del Emperador —murmuré, algo abstraído—. A mi padre, quiero decir; y si lo sabía, volvería su juicio aún peor. Akishino murió poco después, pero su decisión podría haber acarreado un inmenso problema político para los Minamoto. Le dije que no merecía servir a Takeda, y él...

    Arrugué el ceño y, al rascarme el cabello, acabé revolviéndolo un poco. "Y sepa yo qué clase de misión divina tengas con él que desde Kamakura no nos has dicho nada". Ahora evocaba aquellas palabras con claridad.

    —Sentí una especie de rencor. Quizá me equivoque, pero sentí... que me echaba en cara no haberle contado lo que me estaba pasando en torno a los Shijin y los Dioses. En Shimotsuke apenas tuvimos tiempo de hablar, hubo un gran ataque de demonios carmesí y de allí viajé a Tateyama con la esperanza de revivir a Hotaru. Nos prometimos contarnos todo la próxima vez que nos viéramos. Pero... la forma en que me habló... fue como si su rencor se remontara de antes, mucho antes.

    No lo había excluido a consciencia, no lo había hablado con nadie por fuera de Rengo. No me sentía en la capacidad de comprenderlo, mucho menos transmitirlo, y no fue hasta Tateyama que las piezas empezaron a encastrar entre sí. Suspiré, desinflándome el pecho, y me distraje trazando círculos en la madera del suelo.

    —Me cuesta entenderlo y no lo justifico, sólo sé que... es un niño. Cuando se retiró del santuario con el cuerpo de Shiori en brazos, vi su espalda tan pequeña y pensé eso: que era un niño. No es un niño inocente, pero... que todo se haya torcido tanto...

    Quizás estaba destinado a ocurrir, quién sabe. Quizás, así como con Natsu y con Mao, cualquier otro motivo habría alcanzado para que Kuroki ocupara el lado de Gendo. Quizá no habían sido mis palabras o la ausencia de ellas, pero una parte de mí no podía evitar preguntarse hasta dónde cargaba responsabilidad. Llevaba toda una vida callando muchas cosas, quizá debiera haber confiando en él antes. Abandonar los malos hábitos.

    También sabía que girar en torno a eso era inútil.

    Matahachi se sonrojó por completo cuando Rei lo envió a la cama como si fuese un niño e intenté contener la sonrisa divertida, era bastante gracioso y hasta tierno pero no quería seguir empeorando mi relación con el chico. Comencé a incorporarme del suelo, suspirando, y me sacudí apenas la ropa.

    —Supongo que todos deberíamos ir pensando en descansar —dije, conciliador, y miré a Rei—. No pensé que te llevarías tan bien con Chiasa.


    Luego bajé los ojos a Matahachi.

    —Hina Kamino. Dijiste que planeabas relocalizarla. ¿Pudieron hacerlo al final?
     
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    [​IMG]
    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    "Un niño..."


    Ese pensamiento quedó guardado en la mente de Matahachi; iba a empezar nuevamente a sobreanalizar las cosas, a medir sus errores, cada palabra que pronunció mal en Yamato, en Mito, en Shimotsuke... pero la interrupción de Rei los obligó a pausar aquel pensamiento. Algo que pareció alegrar a Tamura, pues no quería que otra vez todos se pusieran tristes.

    Rei sonrió, liberó a Matahachi de su agarre y acarició con uno de sus dedos a Chiasa, con una delicadeza que no tenía con nadie —Te la cambio por Matahachi; prefiero servir a una ardilla que a este niño.

    —Bien; prefiero a Kohaku de compañero — dijo Matahachi hacia Rei.

    —Estoy seguro que Kohaku no cambiaría a Chiasa —intervino Tamura para después mirar a Rei con Chiasa —Yo no regalaría a una ardilla cómo esa — dijo al darse cuenta que Chiasa le robaba monedas a Rei.

    Matahachi se enfocó en la pregunta de Kohaku mientras se sacudía el cabello que Rei había enmarañado —Hina está a salvo; y seguramente ya se ha reunido también con su hermano y todos los guardias de Yamato en Saitama — sonrió satisfecho. Una sonrisa sincera muy distinta a su estado natural de preocupación, pues a veces también consideraba que llegaba a buenos resultados; aunque con métodos cuestionables.

    Tamura comenzó a reír y se agachó para después sacar de su gran morral varios guajes —Pues creo que es momento de sacarlos...

    [​IMG]

    Matahachi tomó uno y lo destapó para olfatear —¡UFF! pensé que era agua...

    Rei hizo lo mismo que Matahachi pero él sonrió —Mientras no te lo bebas como tal, todo está bien—dijo hacia Matahachi para después mirar a Tamura —Sake en guajes que normalmente son para guardar agua. No te veía como alguien que quisiera ser discreto.

    —Fue idea de Yume; fue difícil transferir el sake a estos guajes, pero se logró —Dijo alegre mientras Yume lo veía con incredulidad.

    —¡Te pedí alcohol para médicos! —tomó un guaje y contuvo las ganas de aventárselo — ¡No sake!

    Tamura comenzó a reírse —Pues ya ni modo —dijo levantándose —iré a repartirlo. Ahora vuelo.





    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Shino sonrió hacia Yuzuki —Por desgracia en tiempos como estos el dolor es algo que nos lleva a encontrarnos; pero es el perdón el que nos termina uniendo. Este es el camino que ahora pisamos y debemos ser fuertes para que nada ni nadie nos empuje lejos de él —Shino suspiró — Puedes quedarte con nosotros si lo deseas; nosotros...

    Se escuchó como alguien interrumpía tocando al marco de la madera; Tamura se asomó.

    —Pasa — dijo Noishi con curiosidad.

    Tamura entró y comenzó a repartir guajes a los presentes.

    [​IMG]

    —Es sake...— dijo en voz baja y luego hizo una reverencia ante Shino —Perdone la presentación; no me iba a traer la porcelana. —soltó una risa — ¡Beban! —miró a Shino —Si es que lo desea...— cambió el tono a uno menos dictatorial.

    Shino se ruborizó al instante, no estaba acostumbrada a tal despliegue de informalidades; Noishi lo notó y sonrió ligeramente. Tamura salió de la habitación y Shino se quedó sosteniendo el guaje con verdadera confusión.

    —Pero... ¿En dónde lo servimos?— preguntó Shino con una inocencia casi infantil.

    —Se bebe directo de la boquilla— dijo Noishi tomando la mano de Shino, amarrando el listón a su muñeca y destapando el guaje para ella. Hizo después lo mismo con el suyo.

    —¿Para qué del listón? —volvió a preguntar Shino.

    —Verás...— inició Noishi algo apenando; pues el sabía perfectamente para que era un guaje de esa índole —Se mantiene a tu alcance aunque tú... pierdas conciencia.

    Shino dejó ir un sonido de asombro mientras cubría su boca.





    [​IMG]
    Cubierta del barco/ Babor (lado izquierdo de la embarcación)
    [Reijiro; Genichi; Masaharu]

    Tamura repartió los guajes a los presentes.

    Cubierta del barco/Proa (parte delantera de la embarcación)
    [Inagaki; Konan; Murai]

    Tamura repartió los guajes a los presentes.

    Cubierta del barco/ Alcázar en popa

    [Eiji; Kojiro]

    Tamura se escondió de la vista de Kojiro y Eiji, no iba a emborrachar a los navegantes.

    Cubierta del barco/ Babor (lado izquierdo de la embarcación)
    [Hayato; Tsubaki]

    Tamura miró a Hayato quien ya estaba en brazos de Tsubaki, el niño se había quedado dormido. Tamura le ofreció un guaje a Tsubaki pero este se negó, diciendo que bajaría a recostar a Hayato en la habitación vacía y que seguramente él se quedaría cuidándolo.

    Cubierta del barco/ Popa
    [Togashi; Riku]

    Tamura los miró hablando seriamente —¡Hey! perdón por interrumpir; pero les traigo un regalo — dijo entregándoles los guajes.

    [​IMG]

    —Es un poco de sake que compré para el viaje — dijo para después retirarse destapando el sobrante e irlo bebiendo en el camino de regreso al interior del barco.

     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Se limitó a corresponder con un asentimiento cuando Riku dijo no entender qué esperaba obtener Kyuzo de algún posible encuentro, puesto que él tampoco podía definirlo. Lo único que conocía de Kyuzo eran las cosas que habían surgido de su charla esporádica, pero imaginaba que el herrero debía sentir el peso de alguna deuda hacia su maestro. Desconocía hasta qué punto se responsabilizaba por la muerte de éste y cuántas cosas se vieron implicadas, pero quizá veía en Riku la oportunidad de redimirse ante el apellido Okudera. De reparar, de algún modo, el daño que había provocado con su vanidad pasada.

    Riku siguió hablando y Togashi lo escuchó con solemne respeto, sin permitir que una sola palabra escapara de su atención. Así, escuchó cómo su camarada planteaba una determinada desconexión con sus antepasados, de los que sólo decía portar el apellido. Incluso afirmó que Masamune, Yamamoto y Kyuzo conocían mejor a su abuelo, algo de lo cual no dudó, a sabiendas de que los había entrenado desde muy jóvenes. Pero sin importar lo anterior, Riku afirmó que los Okudera eran parte de él, así como él prevalecía en quienes portaban su apellido. Habló con una convicción fuerte, y se permitió acompañarlo con su respectiva sonrisa, a la vez que detalló el anillo que alzó frente a sus ojos, un exquisito trabajo de artesanía en el que se podía ver el sello de los Okudera.

    No reaccionó cuando Riku admitió que prefería conocer a Masamune, tampoco vio motivos por los que debiera avergonzarse de su palabra. Él había cumplido su intención de mantenerlo informado sobre algo que incumbía el apellido de su familia; de ahí en adelante, respetaría la voluntad que decidiera seguir a partir de éste punto, sobre todo tras ver la convicción con la que Riku le hablaba. Pero alzó apenas una ceja, con interés, cuando el joven regresó sus palabras para decir que necesitaba a Kyuzo… para eliminar al que aniquiló a las familias de herreros y destruyó su hogar.

    Todo ese tiempo… estuvieron compartiendo un mismo objetivo sin saberlo.


    “…quiero que el acero que creyó destruir lo detenga…”

    “Llegará el día que, con mi martillo y mi fuego, jamás podrá jactarse de tener la mejor arma de Japón”

    Las palabras de Riku conectaron con la promesa que se había hecho en Nagano, frente a Kojiro y Miyuki. Fue entonces cuando Riku sacó una caja de entre sus pertenencias y, tras tomar ambos una distancia prudencial de las aguas, reveló su interior: un metal, cuyo nombre recorrió sus oídos como un eco, la voz lastimera del demonio carmesí.

    Shirogami… —repitió, dejando ver que reconocía el término.

    No dijo nada por espacio de algunos segundos, se limitó a observar con mucho detenimiento aquella pieza de metal. Se grabó su color, su brillo y todo aquello que le permitiese reconocerlo en un futuro.

    ¿Dónde lo obtuviste? —quiso saber, regresando los ojos hacia el semblante de Riku— Este material… Desconocía su existencia hasta hace poco.

    Dio un paso hacia atrás, llevó una mano a la empuñadura de Asahi, su katana, y dejó expuesto una buena parte de su filo, sin sacarla por completo de su saya. El filo relució incluso bajo ese clima lluvioso.

    Esta katana fue forjada por Kato y también está hecha con shirogami —Togashi reflexionaba—. Ese material que llevas ahí… tiene una relevancia que estoy interesado en comprender. Si Kyuzo es el único que sabe forjar con él, con más razón deberíamos considerar verlo juntos.
    >>Puede que sea una de las claves para derrotar a Gendo Mori.

    Volvió a resguardar a Asahi en el interior de su saya, provocando un sonido silbante. Justo en ese momento, apareció un joven que reconoció como aquel que Tsubaki amenazaba en las minas. Con una actitud muy afable, les dio unos guajes con sake. Togashi lo recibió con un leve asentimiento y llegó a murmurar un agradecimiento antes de ver cómo se marchaba al interior del barco. Luego regresó su atención a Riku, por si éste deseaba añadir algo.
     
    Última edición: 19 Julio 2024
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    Gigi Blanche

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    Interior del barco

    Rei y Matahachi pronto volvieron a enzarzarse en una de sus discusiones usuales y yo me limité a reírme en voz baja, un poco avergonzado por estar siendo usado como argumento entre ellos. No lo decían en serio, de todos modos, sólo había acabado en medio porque sí. Cuando Tamura señaló que Chiasa estaba hurtando el dinero de Rei, alcé las cejas y me estiré con cierta urgencia.

    —¡Chiasa! —la reprendí en voz baja, quitando las monedas de sus manitas para ofrecérselas a Rei—. Yo no le enseñé a hacer eso, lo juro. Ya la encontré así.

    Lo cual no significaba que sus manías no me hubiesen estado financiando desde entonces, pero detalles.

    Matahachi me confirmó que Hina se encontraba a salvo, detallé su sonrisa y pensé en lo que acababa de decirle, eso de que seguramente hubiera salvado a más personas de las que creía. Lo conocía poco, si acaso era mera intuición, pero dudaba estar errado con este muchacho. Exhalé con alivio y asentí, reflejando su sonrisa. En ese momento, Tamura se agachó y sacó unos recipientes que... ¿sake? La reacción de Yume me hizo soltar una risa nasal y vi al chico marcharse, dispuesto a cumplir su misión. ¿Cuántos litros de alcohol llevaba encima?

    Había permanecido de pie, por lo que bajé la vista a Yume y tomé su guaje con movimientos que de por sí pidieron permiso. Lo acerqué a mi nariz, lo olfateé y arrugué un poco el gesto. Se me cruzó una idea espontánea por la cabeza y me reí.

    —El pequeño Hayato y yo debemos ser los únicos en el barco que jamás probaron esto —comenté con liviandad, regresándole el recipiente a Yume.


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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Me sentía tranquilo hacía Togashi, viendo y sintiendo la compresión que le daba a mis palabras. A mis deseos.

    Tal vez, más cosas en común nos han echo conectar que estar bajo el mismo maestro.

    ¿Dónde lo obtuviste?


    "Lo recibí de alguien en Ueda hace poco tiempo. Él lo estaba guardando. Escuché, fue creado por mí abuelo". Dije, respondiendo a su propia pregunta e informandolo.

    Esta katana fue forjada por Kato y también está hecha con shirogami

    "¿Lo fue?". Pregunto con cierta duda, tomando de manera inesperada esa información. "Me dijeron mí abuelo forjó solo dos armas con este acero. Una de esas... Actualmente en manos de Gendo. La otra, es desconocido".

    Puede que sea una de las claves para derrotar a Gendo Mori.

    Sonreí muy levemente. "Una de las claves, si. El acero perfecto forjado en la mejor arma por el grande herrero...". Lo conté haciendo resalte a esas piezas, casi fantasioso. "Para acabar en manos de... ¿Quien?".

    Se me borró la pequeña sonrisa y suspiré. Guarde la caja con el shirogami con cuidado. Camine unos pasos y me recosté contra la baranda, donde guardé silencio y reflexione.

    "Tengo en claro mis objetivos". Me fui expresando en voz baja, por encima del golpeteo de las olas en el barco y la lluvia. "Y creo que no habrá mejor propósito para este acero que formar parte en la derrota de Gendo. Pero eso sería un objetivo lejano, solo una idea a medio cumplir, que punto tendrá la mejor arma a manos de... ¿Mí?".

    Cerré los ojos en un largo parpadeo, pesado. Si había tal cosa como duda, de finalmente sentirse oprimido por una responsabilidad... No va a estar en mí.

    Solo no lo creía como lo cuenta. Puedo Gendo muera en manos de otra persona, quien sabes, probablemente Kato, y yo nunca llegue hacerle una sola herida encima. O yo podría morir en cualquier pelea se encuentre por delante. Tal vez sea Gendo quien acabe con todos nosotros.

    Me encogí de hombros. "Muchas cosas van a converger en ese solo objetivo, cazar a Gendo. Sean piezas que se han estado moviendo durante años, planes, grandes talentos o incluyo personas inesperadas podrían participar". No voy a creer como aquel que ponga fin a su vida y reclamé su cabeza, maximamente, quizás, resulte ser parte.

    "Sea o no mí propósito, lucharé a muerte si así resulta suceder. Si así pasa que ambos nos crucemos".

    Esa era mí resolución. La de créeme un peón y aceptando nada giraría a mí alrededor, pero, me alzaré alto con tal de llegar a mis deseos y sin retroceder ante lo que encuentre. Superare esos desafíos, el fuego, o morir.

    Y no tengo permitido morir.

    Por todo que se nos ha quitado, ante todo que nos amenace, no voy a ser menos que inigualable...

    Es un poco de sake que compré para el viaje

    Perdido y metido como estaba, sentí la llegada e ida de esta persona como una tormenta. Acabando con guaje con Sake antes de darme cuenta.

    "¿Quieres brindar?". Le pregunté, levantando la botella. Una vez no hará daño.
     
    Última edición: 20 Julio 2024
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    Amelie

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    Interior del barco
    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura; Rei]

    Rei comenzó a reírse cuando Kohaku le devolvió las monedas y tomó una de las patitas de la ardilla —¡Bribona! Le gustan las cosas brillantes, por eso nos llevamos tan bien— levantó la voz pero sin agresividad, parecía en verdad que disfrutaba su compañía. Mientras que Rei reía, Yume parecía estar jugando con dos de los guajes.

    Tamura regresó y repartió los guajes equitativamente; sonriendo por su gran hazaña. Yume le extendió uno a Matahachi y le susurró algo. Después, Matahachi hizo lo mismo con Kohaku, acercándose a él.

    —Da pequeños sorbos; es tu primera vez y no tenemos ochoko o masu para irlo midiendo, va directo del guaje por lo que no vas a ver ni cuanto te estás tomando. Así que ve despacio— le recomendó.

    Rei se empinó la boquilla y tragó dos veces. Se levantó y sonrió —El tal Reijiro se ve como alguien que podrá competir conmigo — dijo sin ser específico en qué; pero por la situación parecía que decía en la bebida. Rei miró a Chiasa —Tú vienes conmigo, si le sacas unas monedas te daré más semillas.

    Sin más se fue de allí; pues no iba a tomar solo junto a un montón de niños —¡No suban a cubierta! Ese es sitio sólo para adultos.

    —Somos adultos—
    se quejó Tamura en voz baja mientras se dejaba caer nuevamente con el grupo.

    Matahachi iba a dar un sorbo al guaje y sonrió, después miró a Tamura —Tú eres el menos adulto de nosotros — Se preparó para dar un sorbo al sake pero Tamura lo detuvo.

    Tamura comenzó a reír —¡Mal educado! ¿Vas a beber sin brindar? Hasta un monje sabe que primero se brinda.

    Yume sonrió, Matahachi llevó su guaje al centro y los demás lo siguieron chocando entre ellos, esperaron a Kohaku y brindaron.

    —¡KANPAI!

    Todos bebieron; Matahachi miró a Kohaku expectante —¿Qué tal?

     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Interior del barco

    La reacción de Rei fue absolutamente despreocupada, incluso celebró las costumbres de Chiasa y supe que nada de lo que pudiera decir se interpondría entre ellos. Si la ardilla se las arreglaba para matar a alguien, Rei seguro cavaba la tumba sin siquiera hacer preguntas. La idea me hizo su cuota de gracia y los dejé estar; Chiasa lucía cómoda y tranquila, y eso era lo único que me importaba.

    —Sólo no le des _demasiadas_ semillas, que es una glotona pero luego vomita —le recomendé, aunque vete a saber si me haría caso.

    Tamura regresó con la victoria escrita en la cara y me pregunté cuánto alcohol habría repartido en la cubierta, que considerando estaba repleta de hombres adultos... Empezó a darnos los guajes restantes y Matahachi se acercó para ofrecerme uno. Lo tomé por inercia, porque en sí no tenía razones para negarme, aunque en el fondo estuviera dudando un poco. Me aconsejó beber de a poco y asentí, balanceando el recipiente y oyendo cómo el líquido rebotaba entre sus paredes.

    Rei, por supuesto, se lo empinó como si fuese agua y se fue a cubierta, aparentemente con el objetivo de retar a Reijiro. Reijiro borracho... La idea me estiró una sonrisa divertida en los labios y al oírlo planeando artimañas con Chiasa supe que todo estaba perdido.

    —Esos dos son una mala combinación —comenté al aire, riendo en voz baja.

    Arrastré una caja para sentarme frente a los tres, al centro, y con algo de timidez me adecué al brindis grupal. Me llevé la boquilla a los labios y la incliné con cuidado, como había dicho Matahachi, para darle un sorbo pequeño. El líquido ardió en mi garganta y lo siguió haciendo conforme descendía hacia mi estómago, haciéndome fruncir el ceño con extrañeza. No estaba acostumbrado a los sabores fuertes y eso definitivamente era la primera vez que lo sentía. No sabría decir si me gustaba o no, sólo era... diferente.

    —¿Siempre quema? —inquirí tras la pregunta de Matahachi, sorprendido, y al echar un vistazo hacia arriba solté una risa floja—. Espero que el señor Eiji no beba demasiado o acabaremos atracando en Koryo.

    Había visto a multitud de hombres perder la decencia y la formalidad al beber estas cosas, y a mí siempre me habían sido negadas por multitud de razones. Tener la libertad de tomar mis propias decisiones era revitalizante, más allá de cuánto quemara el sake. Además, era tan diferente que me pinchaba la curiosidad.

    Le di otro trago ligero, ahora preparado para la sensación, y tamborileé suavemente los dedos en el costado del guaje.

    —¿Alguna vez se emborracharon mucho?
     
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    Amelie

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    [Yume; Matahachi; Kohaku; Tamura]

    Rei escuchó la recomendación de Kohaku, no respondió pero lo tendría en consideración; no quería enfermar a su nueva aliada.

    —Cualquier combinación con Rei es una mala combinación— aseguró Matahachi.

    —No lo sé, ustedes hacen buen grupo a pesar de la diferencia de edad, y cargo — atajó Yume bebiendo discretamente.

    —Funcionamos bien juntos — afirmó Matahachi para después brindar entre todos.

    Matahachi miró a Kohaku mientras daba el primer sorbo al sake, aquellas expresiones le causaron gracia, y la pregunta sobre el escozor lo hizo sonreír —Siempre; pero puedes amortiguar sus efectos. Creo que tu disfrutarías del sake caliente, su sabor es más profundo y el ardor de la garganta se opaca ligeramente con el calor que desprende. Pero tomarlo así, frío...— señaló a Tamura — es perfecto en días lluviosos.

    Yume sonrió y soltó un suspiro después de sus primeros tragos —Qué refinado, Matahachi. El sake caliente es de nobles. Además... — miró a Kohaku — Hace efecto más rápido si está caliente.

    —Qué honor que esté tomando aquí con nosotros los pobres—
    se burló Tamura, haciéndole una reverencia burlona — Mi señor Tachibana — remató.

    La última pregunta de Kohaku tomó a todos desprevenidos; pues se miraron los unos a los otros. Y todos negaron.

    —No; pero hoy puede ser el día— dijo Matahachi con malicia para después mirar a Tamura —¿O tienes miedo, Tamura?— extendió su guaje hacia Tamura y luego en un movimiento veloz comenzó a beberlo con premura, un trago, dos, tres y siguió.

    Tamura no se quedó atrás y el número de veces que se movió la garganta de Tamura se perdió mientras Matahachi ya descansaba el guaje ya en sus piernas, aun con contenido en su interior. Matahachi miró a Kohaku y sonrió para detener sus manos de intentar lo mismo que Tamura.

    —¡Matahachi! ¡Eres un tramposo! — le recriminó Yume mientras intentaba detener a Tamura pero ya era muy tarde —¡Escupe, Tamura! Se te va a subir más rápido.

    —¿Lo ves, Yume? No necesitaba que estuviera caliente para que a Tamura se le subiera más.
    — cerró su puño y lo llevó con delicadeza frente a su boca para ocultar su sonrisa —Tendrás que abrazarlo, para cuidar su temperatura ahora que empiece a bajar por la ingesta tan apresurada.

    Tamura sonrió como nunca.

    Yume lo miró y negó con una sonrisa — Yo pensando que eras un joven decente y bien educado, me las pagarás— Yume sonrió y después le quitó la piel de lobo a Matahachi; miró a Kohaku con una gran sonrisa —La tomaré prestada unos momentos, no te preocupes; la cuidaré muy bien — dijo envolviendo a Tamura con ella mientras este comenzaba a reírse estruendosamente cuando ella lo abrazaba.

    —¡¿Quién ganó, eh Matahachi?!— se burló — ¡Ni significaste competencia ante mí!

    —¡Eres el mejor Tamura!—
    festejó Matahachi levantando el guaje en forma de derrota ante Tamura; miró a Kohaku y comenzó a reírse con él —Siempre bebe con mesura





    [Shino; Noishi; Yuzuki]

    Tsubaki entró a la habitación sin reverencia alguna; miró directamente hacia Yuzuki —Hayato se ha quedado dormido; lo he llevado a la habitación de junto — dijo para después sentarse junto a Yuzuki pero miró de frente a Noishi.
    Una pelea de miradas inició en aquel momento, y la tensión se hizo notar. Shino miró a Noishi; y después a Tsubaki; por último posó su mirada en Yuzuki, esperando encontrar alguna respuesta de ella.

     
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    Gigi Blanche

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    Matahachi me explicó las diferencias entre beber el sake frío y caliente, y recordé que este muchacho había pasado una buena parte de su vida viviendo en la Capital Imperial bajo el favor del mismísimo Emperador. Asentí, asimilando la información, aunque por dentro me sentí algo pequeño e incluso ignorante. Me habían enseñado hasta el hartazgo de historia y religión, pero había mucho que aún se me escapaba. Era lo que le había confesado a Chiasa en su momento: me asustaba la idea de suceder a nuestro padre sin conocer nada del mundo exterior.

    Tamura se burló de él, su reverencia me hizo sonreír con diversión y Matahachi lo retó a... bueno, a beber sin más. Miré a Yume y luego alterné la mirada entre ambos, pero Matahachi bajó su sake primero sin que Tamura lo notara y lo vi con los ojos más abiertos, en una suerte de reclamo silencioso. El reclamo de Yume no fue tan silencioso. Pensé que sólo había buscado molestarlo, pero cuando Matahachi mandó a la chica a abrazarlo lo miré de soslayo y noté la sonrisa que pretendía ocultar bajo su puño. ¿Acaso...?

    Una sonrisa pequeña, ligeramente traviesa bailó en mis labios y no dije nada, muy entretenido con la situación. Yume me aseguró que cuidaría la piel de lobo y mi sonrisa se ensanchó.

    —Descuida, sé que está en buenas manos... y que será bien usada.

    Lo dije con el tono amable de toda la vida, aunque por dentro cargó un tinte ligeramente diferente. Tamura siquiera disimulaba la alegría que sentía, era tan transparente como un niño pequeño. Yume lo abrazó, los observé con cierta ternura y regresé la atención a Matahachi cuando me habló. Era la primera vez que se reía, ¿verdad?

    Hinqué los codos en mis rodillas, encorvándome hacia adelante, y con cierto disimulo acerqué mi guaje al de Matahachi para que lo chocara con el suyo. En el proceso murmuré un sonido afirmativo en respuesta a su consejo, aunque ya estaba más enfocado en otra cosa.

    —Takkun —llamé a Tamura con un apodo improvisado, otra vez, disfrazando la diversión bajo la sonrisa de niño bueno—. ¿Beber siempre te pone tan contento?
     
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