Verano e Invierno

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Borealis Spiral, 20 Marzo 2013.

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    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    ¿por dónde empezar?
    Bueno, ¿Qué demonios le pasa a Sasha? No tiene porque andarle diciendo eso a Sam ¿Qué motivos puede tener para atormentarla tanto?
    Y casi quería llorar cuando Jake decía que siempre estaba en sus pensamientos de noche y de día y cuando le dijo que se recargara en su hombro ¿y cuando la defendió! Pero a mí también me preocupa que Brian quede al frente, de seguro hará de las suyas y creará un problema u.u
    Muchas gracias por seguirme invitando aunque me tarde siglos en leer, en serio me gusta mucho está historia.
    Saludos y felicitaciones porque cada vez se pone mejor
     
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    Borealis Spiral

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    @Marina ¡Master, gracias por comentar :)! Claro que Jake es un encanto y más respetuoso que Brian, lo que la hace mejor, jojojo. Además, el rubio puede ser príncipe del teatro y lo que quiera, pero Jake es rey ;) Ahora, veremos qué tanto es el amor que puede estar surgiendo en el corazoncito de Jake. Gracias por tu apoyo. ¿Sabías que te amo? *u*
    @Shassel ¡Gracias por tus comentarios animadores! Los aprecio mucho. ¿Tanta inquietud causó lo de Brian a cargo? Hm, me lo pensaré xD Lo sé, por fin Jake actúa y hace algo bueno por Sam, créeme me emocioné al escribirlo. Ojalá las cosas sigan así, de verdad, ojalá xD Gracias de nuevo.
    @Sheccid Es verdad, Sasha ha estado comportándose rara ¬¬ Me alegra que te gustaran los capítulo y la actitud de Jake que poco a poco se ablanda. Recuerda, las dos somos muy pacientes la una con la otra :3 ¡Gracias por tu lectura y tu comentario! Vale oro.

    A los demás que se pasan a leer, ¡muchas gracias! Motivo suficiente para seguir adelante con esto. Dejo aquí el siguiente capítulo que como siempre, es para ustedes. ¡Disfruten!

    25

    Sam quedó estática en su lugar durante otro espacio de tiempo, meditativa y ligeramente angustiada en cuanto a todo el tema de Brian estando a cargo. Quería creer que el rubio estaría demasiado ocupado con las obligaciones que Tucker le encargase como para tener tiempo de dirigirse a ella en algún momento; en verdad no quería más problemas con él, estaba cansada. La persistencia que mostraba para con ella era abrumadora, y lo peor era que sabía que lo hacía simplemente porque era un capricho, porque no había caído en sus redes. Sasha le había advertido claramente que no esperara que sus ataques duraran poco o desistieran rápido. Su amiga también era de las pocas mujeres que habían rechazado al bailarín en su momento, por lo que Brian también se había obsesionado en obtener su atención, siendo un pesado por mucho tiempo.

    La pelirroja suspiró sintiéndose mucho más agotada. El pequeño momento que durmió en el camión no había sido el suficiente para un adecuado descanso. Ante el recuerdo, se sonrojó, mas no pudo reprimir sonreír; debía agradecerle a Jake su gesto y por haberla defendido. Iba a tomar su par de maletas cuando Clark la interceptó y se ofreció ayudarla. No deseaba causarle más problemas, pero realmente no se sentía con la fuerza suficiente de cargar nada, por lo que lo dejó llevarlas. En tanto ingresaban a la casona, Clark criticaba la poca caballerosidad de Jake al dejar a una dama sola cuando necesitaba ayuda, así que Sam tuvo que explicarle que él se fue primero para darles privacidad a Jill y ella.

    Llegaron a la habitación que sería de Sam y que Sasha había escogido, donde ya se encontraban la actriz y la rubia. Clark las saludó fugazmente antes de retirarse para dejar que se acomodaran, mientras él iba a hacer lo mismo. Las tres se mantuvieron en silencio en tanto desempacaban y se alistaban. Sam miró a Glynn varias veces de reojo; las cosas entre ellas tampoco parecían mejorar. No podían considerarse siquiera compañeras de habitación dado que Glynn la ignoraba de la peor manera posible; ni en sus inicios de conocerlo Jake la había tratado con tanta indiferencia. Glynn solo le dirigía la palabra o la miraba cuando Brian se le acercaba a coquetearle y eso porque de alguna manera tenía que lanzarle sus represalias o mirarla con ira; y todo por algo de lo que no tenía ninguna culpa y mucho menos control. Por eso esperaba que el hombre se mantuviera absorto en el trabajo y no se le acercara más.

    Se tomaron su tiempo en acomodar el equipaje, cada una en su espacio designado dentro del cubículo, sobre todo Sam al sentirse débil, de allí que la hora de la comida las sorprendiera y las tres fueron a hacer fila en cuanto se les avisó que podían ir al comedor; Sam aprovecharía para darle las gracias a Jake. La bailarina escuchaba la conversación de Sasha, intentando mantenerse atenta, mas sus pensamientos eran un caos, no ayudándole en nada la jaqueca que punzaba sus sienes sin misericordia, y prueba de ello fue que cuando divisó a Mark, quien también iba por sus alimentos, las cartas que Jill le había dado para que se las entregara acudieron a su mente. Con todo el asunto de Brian al frente y sus problemas con Glynn había olvidado entregárselas.

    —¡Mark! ¡Mark! —lo llamó alzando su mano, sacudiéndola para que la viera.

    —¿Qué pasa? —cuestionó Sasha frunciendo el ceño, disconforme por verse interrumpida de un momento a otro.

    —Olvidé darle algo importante a Mark —explicó bajando su brazo al ver que tenía la atención del niño.

    —¿Dime? —inquirió el jovencito colocándose frente a ellas, amable.

    —Mark, tus padres estarán fueran por un tiempo y tu mamá me dio unas cartas. Una para ti y otra para que se la des a Ann —informó Sam sonriente.

    —Oh, ya veo. ¿Dónde están?

    —Las metí en mi morral y lo dejé en mi habitación —dijo Sam al recordar que normalmente no cargaba con su morral dentro de la casa—. Iré por él.

    —No importa —la detuvo Mark—. Hacer fila otra vez es aburrido, así que no te salgas. Yo nunca hago, por lo que iré yo.

    —Está bien. Gracias.

    Sam le dijo cuál era la recámara correcta y el infante se encaminó hacia allá, tarareando una canción. No es que estuviera feliz porque sus padres no se encontraban, pero estaba acostumbrado a que hicieran ese tipo de salidas y él prefería quedarse en el teatro. Allí se divertía más porque Clark estaba enseñándole cómo controlar marionetas, y era algo que quería aprender. Llegó al cuarto que le habían dicho y lo recorrió con sus ojos en busca del morral de Sam; sabía cuál era, pues se lo había visto muchísimas veces, así que no debía tardar demasiado en encontrarlo.

    En efecto, lo ubicó a un lado del saco de dormir de la joven, el que estaba paralelo a la pared adyacente de la puerta. Se acercó echándose al suelo; lo tomó para hurgar en su interior encontrando el par de cartas que su madre le había dejado, pero no solo eso, sino que halló algo más que llamó su completointerés. Una marioneta de intensos ojos verdes, cabello negro y que lucía un esplendorosa y abierta sonrisa, siendo sus facciones unas que él conocía muy bien a pesar de nunca haberlas visto con semejante gesto risueño.

    —¡Jake! —exclamó por demás maravillado, sin dejar de mirar el monigote, detallándolo, moviéndolo en sus manos.

    Era Jake, sin duda. ¿Significaba que él le había regalado esa marioneta a Sam? El pequeño frunció el ceño, disconforme. No era justo; él también quería algún regalo por parte de Jake. Tenía mucho más tiempo conociéndolo que el que tenía Sam y a ella ya le había hecho dos regalos; primero el broche de colibrí y ahora esa marioneta. ¿Y él dónde quedaba? Se levantó del suelo tomando las cartas con una mano y el títere con la otra, saliendo del cuarto para caminar por los largos pasillos y dirigirse a los aposentos del joven, dispuesto a reclamarle por su falta de consideración hacia él. Se suponía que eran amigos y los amigos se regalaban cosas, ¿verdad? Arribó a la pieza y antes de siquiera tomar el picaporte y abrir la puerta para entrar, se anunció gritando el nombre de Jake una y otra vez.

    —¿Qué quieres? —preguntó el pelinegro con sequedad cuando vio a Mark ingresar a la estancia.

    —Eres malo, Jake —reprochó inflando los cachetes—. ¿Por qué a mí nunca me has regalado una marioneta cuando te la he pedido y a Sam sí?

    —¿Qué? —Jake frunció el ceño, confundido por lo que el chico decía—. ¿Cuál marioneta?

    —La que le hiciste de ti.

    Mark extendió su brazo para entregarle a Jake la susodicha y pudiera viera; él la tomó y la examinó por demás extrañado. Evidentemente no era una de sus obras, pues él siempre se esforzaba por darle lo mejor de sí a sus creaciones y hacerlas, si no perfectas, casi. El muñeco que sostenía en sus manos era simple, burdo y mediocre; el trabajo de un aficionado sin talento. Con todo, tenía algo que de pronto lo perturbó mucho y es que aunque era un trabajo que parecía haber sido hecho a las carreras, tenía su encanto; Jake no estaba seguro de dónde radicaba ese encanto ni en qué, pero lo tenía. Además del hecho de que sí había alguna similitud con él, por eso del color de cabello y ojos, pero fuera de eso nada, ¿o sí? Observó con cuidado los detalles del rostro y se inquietó mucho más al descubrir que algunos rasgos se parecían a los suyos, por supuesto, sin la sonrisa.

    —¿Dónde dices que encontraste esto? —quiso saber después de pasar un buen rato mirando el monigote.

    —Sam lo tenía guardado en el morral que siempre lleva a todos lados —notificó Mark con presteza—. Tú se la diste, ¿verdad?

    —No —negó bruscamente enfocando nuevamente su visión en la marioneta.

    —¿No? —Mark se sorprendió y se tranquilizó un poco—. ¿Entonces de dónde la sacó?

    —Y yo qué sé —arguyó con acidez intentando ocultar el hecho de que estaba muy intrigado por saber cómo es que Sam poseía una marioneta que de pronto hacía recordarlo a él.

    —¿Crees que Clark se la hizo? —indagó Mark sumamente curioso.

    —¿Clark?

    Jake frunció el ceño no creyendo que se tratara de él. Primeramente porque Clark no era malo haciendo marionetas, siempre y cuando se concentrara, aunque existía la posibilidad de que hiciera una que otra por mera diversión y sin tomárselo en serio, por lo que ciertamente podía terminar simplonas. Segundo, estaba la pregunta del millón: ¿por qué Clark tendría que hacerle una marioneta a Sam que se pareciera a él y con una expresión que nunca —o casi nunca— utilizaba? Para molestarlo, ¿por qué más iba a ser? Jake tenía bien claro que Clark amaba sacarlo de sus casillas y humillarlo. Quizás el hombre la había hecho y se la había dado a Sam diciéndole algo tonto, cursi e irritante como que ahora Jake podría acompañarla a dondequiera que fuera y podrían estar juntos todo el tiempo por medio del títere aquel que lo representaría; y claro, como Sam era tan amable no pudo rechazarlo.

    Sí, seguramente eso había pasado, porque no era siquiera factible pensar que había sido la misma pelirroja quien le pidiera a Clark que se la hiciera, ¿cierto? O tal vez sí. Quizá a ella le pasaba lo mismo que a él; tal vez Sam pensaba mucho tiempo en él y esa marioneta era la manera de saciar su deseo de verlo, de estar con él. Ante el simple pensamiento de aquella posibilidad, Jake sintió que la sangre le subía al rostro y lo quemaba. Sacudió la cabeza; era absurdo, era absurdo, era absurdo. ¿Entonces por qué su corazón se sintió entusiasmado ante la idea? ¿Por qué su pulso se aceleró al imaginarse ese motivo? ¿Por qué su interior, allá en lo más profundo de su ser, aguardaba con esperanza que esa fuera la verdadera razón? ¿Tan arrogante era?

    Apretó la marioneta en su mano e inhaló hondamente; debía tranquilizarse o le daría un ataque de taquicardia. En eso, tocaron la puerta y pensó que debía tratarse de ella. Jake tragó duro y antes de que Mark corriera a atender el llamado, se obligó a sí mismo a moverse para ser él quien abriera. Lo primero que vio fue el rostro de la pelirroja, que aunque seguía luciendo demacrado, exhausto y enfermo, sonreía como era tan típico en ella. No obstante, esa sonrisa desapareció casi al segundo siguiente, cuando los ojos de ella se posaron en la marioneta que sostenía en su mano, y su expresión fue suplida por una de sorpresa mezclada con desconcierto y un atroz pánico que Jake no pudo describir, al tiempo que su boca se abría para soltar un nombre.

    —¡Matt!

    Sam palideció como la cera y soltó la bandeja, logrando que el plato con comida y el vaso lleno se estrellaran en el suelo haciéndose añicos, debatiéndose mentalmente, sin saber si llevarse las manos a la boca o extenderlas hacia Jake para recuperar su tesoro. Cuando sus alarmados orbes chocaron con los de Jake, que eran inundados por la confusión, la extrañeza y demás, tembló como no recordaba haberlo hecho jamás. ¿Por qué Jake tenía a Matt? ¿Cómo se había enterado de su existencia? ¿Había descubierto lo mucho que representaba para ella? ¿Haría preguntas al respecto? ¿Tendría que contarle todo? ¿Finalmente la peor de sus pesadillas ocurriría y Jake se alejaría de ella?

    El aire se negó pasar a sus pulmones ante la última interrogante y se aterrorizó. Después de la decisión que había hecho de no hablarle de Matt, después de lo bien que estaban yendo las cosas entre los dos, después de presenciar en primera fila que Jake se interesaba por ella, después de todo su avance con él, ¿ahora iba a perderlo? Las diversas emociones que la embargaron la marearon, aumentándole el malestar y sus piernas no pudieron con su propio peso, viniéndose abajo, y habría colapsado de lleno en el suelo de no ser porque en un rápido impulso, Jake la atrapó en sus brazos y la obligó a mantenerse de pie al apoyarla contra él; en ningún momento soltó la marioneta.

    —¡Oye! —exclamó él, mirándola preocupado. Estaba muy blanca y se estremecía sin reparos; llevó su mano libre a la mejilla de ella, descubriendo que ardía—. Tienes fiebre.

    —Lo siento —se disculpó ella con voz queda, colocando sus manos el pecho de él para alejarlo e intentar ponerse de pie por su cuenta, sin lograrlo.

    —¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó Jake con el ceño fruncido en ligera irritación e inquietud—. Deberías estar descansando.

    —Quería agradecerte lo de la almohada y lo de Brian...

    Su voz se volvió un hilo y Jake bufó. ¿Es que era tan tonta como para poner eso antes que su salud? La condujo al interior de la habitación y la sentó en la silla donde él se la pasaba horas frente a la mesa de trabajo.

    —¿Qué tienes, Sam? ¿Estás bien? —le preguntó Mark colocándose frente a ella, con su carita llena de mortificación y ella se sintió mal por causar tanto disturbio,

    —Está enferma, Mark —respondió Jake, tajante—. Tiene un fuerte resfriado. Ahora, ve por una escoba para limpiar el desorden del pasillo.

    —Ah, ¿por qué yo? Yo no lo hice —se quejó el niño haciendo un puchero, nada contento.

    —Solo ve.

    La voz de Jake fue una que no admitió reclamos, así que Mark tuvo que salir del cuarto e ir a buscar lo que le pidieron. Jake miró a Sam, logrando que otra revolución de sensaciones estallara dentro de ella. Él le ofreció la marioneta que seguía sosteniendo en su mano.

    —Mark dice que esto te pertenece.

    —Sí...

    Sam la tomó con manos temblorosas, temiendo que Jake hiciera más preguntas al respecto, sin embargo, no las hizo, sino que se limitó a darle la espalda en tanto aguardaba por Mark. La joven miró el muñeco y se preguntó cómo es que terminaron en esta situación tan tensa. ¿Cómo había llegado a las manos de Jake aquello que menos quería que conociera? Luego recordó que había mandado a Mark buscar las cartas y que estas estaban en el morral, junto a Matt. Había olvidado por completo que Mark tenía la mala costumbre de tomar sin permiso las marionetas que llamaban su atención; de haberlo recordado, ella habría ido por las cartas. ¿Pero cómo iba a imaginarse que el pequeño iría directo a Jake a mostrársela? Si se la hubiese mostrado primero a Clark quizás ese miedo desmedido que la atenazaba de hablar y moverse no estaría abrazándola en ese instante, cruel. Al poco rato, Mark llegó con la escoba y algo para recoger la basura, así que Jake comenzó a barrer la comida regada y los pedazos de cerámica y vidrio.

    —Oh, déjame... —Sam se levantó para ir a ayudarlo dado que fue ella quien provocó el desastre.

    —No te atrevas —la detuvo Jake lanzándole una mirada de advertencia.

    —Pero yo...

    —Siéntate.

    —Pero...

    —Siéntate —siseó, frívolo y molesto; en verdad no le gustaba repetirse dos veces.

    Sam fue dócil y se sentó bajando la mirada, dejando a Matt en su regazo.

    —Siento haber tomado tu marioneta sin permiso —La voz de Mark la obligó a alzar su vista para verlo frente a él; sonrió. No podía decirle que estaba bien dado que no lo estaba, pero tampoco podía culparlo del todo—. ¿Te la dio Clark?

    —¿Clark? —Sam ladeó la cabeza, confundida. ¿Qué tenía que ver Clark con Matt?

    —Lo sabes, ¿no? —comenzó Mark, emocionado—. La marioneta se parece a Jake y yo creí que él te la había regalado, pero dice que no, así que debió ser Clark. ¿O fue el señor Ford? —El infante frunció el ceño, pensativo y Sam rio divertida, comprendiendo un poco mejor.

    —No, Mark. Fue un regalo que me hizo alguien de donde vengo —declaró por inercia, sin pensárselo mucho, y se le revolvió el estómago cuando notó que Jake dejaba de limpiar para mirarla un momento. Desvió sus ojos de él.

    —Como un recuerdo, ¿verdad? Pero se parece a Jake, no puedes decir que no. ¿Por qué?

    Sam tragó duro para deshacerse del nudo que los nervios le formaron en la garganta, en tanto tomaba a Matt en sus manos, en busca de valor; y es que Jake mantenía sus ojos en ella nuevamente. Habló intentando que su voz no se quebrara.

    —E-es una coincidencia. También me sorprendí la primera vez —mintió con el más grande de los descaros y fue como si ella misma se apuñalara el pecho.

    Sus ojos escocieron. Estaba negando a Matt, estaba negando conocerlo, estaba negando su existencia al no decir la verdad del origen de su valioso tesoro y eso la lastimaba como nadie podía imaginarse. Se sentía vil, indigna de siquiera mantenerlo en sus memorias. ¿Para qué iba a querer sus recuerdos si no iba a compartirlos jamás; si iba a eludirlos?

    —Mark —lo llamó Jake cuando puso toda la basura en una bolsa y dejó limpio el pasillo—, baja a comer.

    —Pero... —El muchacho iba a volver a reclamar, pero el pelinegro no le dio la oportunidad.

    —Ahora —Lo miró intensamente y Mark tuvo que obedecer nuevamente, despidiéndose de Sam. Jake la miró a con el mismo vigor—. Ya vengo. No te muevas.

    Y sin decir más, desapareció de su vista cerrando la puerta tras de sí, dejando a Sam en la soledad, y se sintió agradecida por eso, porque ahora tuvo la oportunidad de drenar todas la emociones que la inundaban por medio del llanto silente. Y simplemente pudo tranquilizarla el pensamiento de que lo que hacía valía lo pena, pues solo así podía tener la garantía de que Jake seguiría a su lado, preocupándose e interesándose por ella de lasingular manera en que lo hacía, que era tan suya y que tanto amaba ella.

    Es...evidente que Jake no es un príncipe, pero se esfuerza n.n Es todo por ahora. ¡Gracias por leer!
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Y Ahí está, la verdad de Matt. No, no puede negarlo. Debe hablarle con la verdad a Jake, porque si le miente ahora, quedará sepultada en mentiras y la verdad tarde o temprano sale a relucir y será peor.

    Es verdad que es doloroso el hecho de pensar que pueda perder lo que ha ganado con Jake, pero si lo pierde, entonces realmente lo ganado no estaba bien fundamentado y un pilar débil cae con el primer golpe. Si Jake se siente traicionado, burlado, engañado o lo que sea, entonces deberá seguir aprendiendo que la vida está llena de desengaños, pero que no por eso no hay cosas lindas para él, porque también debe aprender que las hay y debe aprender a tomar de ambas.

    Fue un capítulo emocionante por el hecho de que Mark encontró la marioneta de Matt, pero fue también muy emotivo. Todos esos sentimientos que sintió Sam, los sentí yo, así como esa alegría que sintió Jake cuando él y el niño especulaban acerca de Matt.

    Quiero saber que sucederá. ¿Será valiente Sam? ¿O se portará como una cobarde mentirosa? Sammmm, no me decepciones xD
     
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    Shassel

    Shassel Usuario común

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    Saludos mi querida Borealis, lamento la demora.
    :O Infarto tras infarto a lo largo de todo el capítulo, me odio por no haber venido antes a leerlo. Wuaaaa, Sam tiene una de las suertes más crueles que he visto :/
    Primero, escapar del acoso de Brian, luego tener que sortear la actitud tan odiosa de Glynn y luego... el pre.infarto provocado por el descubrimiento de Mark en manos de Jake. Casi se me sale el corazón en esa parte. /Respira, respira/ Debo admitirlo, en el fondo de mi mente pensaba que sería mejor que mintiera y ocultara a Matt pero... al ver que eso ocurrió, creo que morí. Matt :'( . Ódianos a ambas por negar tu existencia, buuuu!!!!
    Sam... no puedo juzgarla, en verdad que no, pero sí que duele verla ocultar a a Matt. No sé hacia que lado de la balanza dirigirme. Tanto Matt como Jake son adorables a su modo y no, no puedo ni imaginar lo que pasaría si Jake se entera de la historia de Sam. Alejarla es algo que veo demasiado probable dados los antecedentes de conducta de Jake pero, peor aún puedo imaginar lo que hará al saber que Sam le mintió.
    Wuaaa todo parecer ser incierto. Eso es crueldad Borealis.
    Lloraré hasta saber la continuación :(
    Saludos.
     
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    Borealis Spiral

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    @Marina Master, gracias por tu comentario, y como te había comentado, de pronto no entendí tu comentario porque ya antes habías dicho que Sam no le dijera nada a Jake en cuanto a Matt y ahora pones que sí debía decírselo todo :/ Pero es verdad que negar a Matt se algo que... no es bueno, pero el miedo atenaza. Habrá que ver. TKM
    @Shassel Gracias por tu comentario y tu apoyo, lo valoro. Lo sé, soy muy cruel, pero así me destaco. Y a lo bien, me vi en un punto en el que no supe más cómo manejar todo este embrollo, pero esto debe continuar y a ver qué tal te parece la continuación :D

    A los demás que se pasan a leer, también agradezco enormemente que se tomen el tiempo de hacerlo, lo aprecio mucho. A ustedes, el siguiente capítulo, que no sé por qué me salen tan largos últimamente e.e ¡Disfruten!

    26

    Jake caminaba por los pasillos de la mansión dirigiéndose a la cocina, ligeramente irritado con toda aquella situación, siendo su principal fuente de molestia el hecho de que Sam no tomara en serio sus síntomas del resfriado y fuera tan imprudente de ir de un lado a otro como si nada, siendo que debía estar reposando en cama. En un lugar como el teatro, donde se requería que cada uno de los miembros estuviera fuerte y saludable para dar su máximo potencial en las obras, no eran admisibles esa clase de descuidos en la salud. Sam debía entender eso y debía dar prioridad a sí misma antes que a otros; debía anteponer su bienestar antes que ir a hacer algo tan tonto como darle las gracias a él. Gracias que no necesitaba ni quería.

    Sin embargo, algo que lo inquietaba sobremanera era la marioneta que Mark le había mostrado y que le pertenecía a ella. No es que le mortificara el supuesto parecido con él. Sam ya había dicho que se trataba de una coincidencia y eso mismo pensaba él; una coincidencia muy extraña y perturbadora de algún modo, pero que no significaba más. De hecho, se atrevía a imaginar que quien quiera que se la hiciera, había pedido los gustos de la pelirroja. ¿Quién quitaba la posibilidad de que a Sam le atrajeran especialmente las personas con cabello negro y ojos verdes, además de sonrientes? Estaba en todo su derecho de tener gustos específicos; todo el mundo los tenía. Clark mismo le había comentado una vez que él sentía especial inclinación por las mujeres rubias y hasta él tenía cierta preferencia; las morenas le parecían... atractivas.

    Por supuesto, a veces esa clase de arbitrios no significaban nada, y mucho menos querían decir que se debía estar sujeto a ellos todo el tiempo, siendo prueba suficiente el efecto que la bailarina provocaba en Jake, pues él no consideraba que Sam entrara dentro de la categoría de su predilección, y sin embargo, le parecía linda en algunos aspectos. Por otro lado, a veces los gustos estaban más que anclados, lo que lo llevaba a pensar que tal vez ese era el caso de Sam, y que su posible preferencia hacia los pelinegros poseedores de ojos del color de la vegetación fuera una de las razones por las que se interesó por él; porque le pareció atrayente de algún modo, a pesar de no cumplir con su gusto en la sonrisa. Ante la idea, sintió que el granate volvía a colorear su rostro.

    Cálmate, Palmer”, se dijo para controlar sus pensamientos y desbocados latidos. Últimamente estaba volviéndose un engreído de primera por pensar en tantas cosas absurdas relacionadas con las posibles razonesen las actitudes de Sam hacia él, y emocionarse por ellas.

    Si bien, entonces, la leve similitud no era lo que agitaba su espíritu, sí lo hacía le hecho de que quizás esa marioneta tenía la culpa de la reciente conducta de Sam de los días pasados. Si se la habían obsequiado como un recuerdo, a lo mejor siempre que la veía rememoraba todo aquello que había dejado atrás; a su familia, amigos y vecinos. Así que una extraña aversión hacia esa marioneta comenzaba a brotar dentro de él, porque de alguna manera, estaba dañando a Sam, estaba alejándola de todos al mantenerla distraída, en una fantasía; la distanciaba de su trabajo, de su pasión, de él, y aquello lo molestaba, frustrándolo al mismo tiempo porque no tenía sentido alguno. Mucho menos si él era amador innato de las marionetas, por lo que no debía sentir tal rechazo por ninguna, pero por esa sí que mostraba cierto choque. ¿Serían celos? Se obligaba a creer que no.¿Sería enfado de que Sam pareciera preferir y prestar atención a un muñeco sin vida antes que a...ella misma?

    No obstante, también le causaba mucha curiosidad, porque el monigote le mostraba sin necesidad de preguntarle directamente a la chica, que ella estaba relacionada de cierta forma con el mundo de los títeres; probablemente hasta conocía lo que implicaba formarlas desde cero y los principios básicos de controlarlas. Le decía que a diferencia suya, que en verdad no tenía ni mísera idea de su mundo de baile, ella tal vez sí entendía un poco más del suyo como marionetista; algo que le daba a su corazón una sensación placentera, pues de algún modo se sentía más unido a ella. Saber que, después de todo, sí podían tener algo en común, por muy insignificante que pudiera ser, lo hacía sentirse más cerca de la joven, le permitía percibir que la enorme brecha que los separaba, ahora se volvía cada vez más angosta. Una impresión que no había experimentado con nadie más que con Clark, y era agradable advertirla de nuevo.

    Pero lo que definitivamente le provocaba gran curiosidad y hasta cierto grado de desasosiego que no era capaz de describir, turbándolo de vasta manera, era el nombre que Sam había exclamado antes de casi desvanecerse. Matt. Un nombre que en un principio no debía importarle en lo más mínimo, pero lo hacía, porque a pesar de ser un nombre que le parecía eternamente ajeno, también le era extremadamente familiar. Sin embargo, de eso se aventuraría a indagar después, cuando cumpliese el cometido que se había propuesto en ese momento, que era ir a formar parte de la fila que le permitiría obtener comida, tanto para él como para la pelirroja que aguardaba en su habitación.

    El asombro de todos al verlo ingresar en la cocina y formarse en la línea, fue predecible, comprensible, notorio y palpable, teniendo en cuenta que ni una sola vez desde que Jake era parte del teatro había osado asomarse a la cocina, mucho menos intentar ir por su ración alimenticia; así que su repentina aparición causó conmoción, y los murmullos de sorpresa e incredulidad no se hicieron esperar por parte de los presentes. Naturalmente, él ignoró olímpicamente y con medalla de oro a cada uno de ellos, no pudiendo importarle menos la reacción que ocasionó en su compañeros, y se dispuso esperar no tan pacientemente a que llegara su turno.

    —¿Un plato? —preguntó una de las encargadas de repartir los alimentos una vez le tocó a él.

    —Dos. ¿Qué es bueno para mejorar el resfriado? —inquirió, directo y al grano.

    —Los tés son muy buenos —le informó la mujer, sonriente—. El de jengibre, así como el de limón, y con una cucharada de miel, ¡qué mejor!

    —¿Puede hacerme uno?

    —¿Estás enfermo? Qué mal. Debes cuidarte bien o puedes empeorar. Imagínate que...

    —¿Puede o no puede hacerme uno? —la interrumpió Jake de una forma un tanto grosera, pero no tenía el tiempo ni el temple para gastarlo en conversaciones sin importancia.

    —C-claro —respondió la mujer de inmediato, un poco intimidada, pues Jake podía imponerse bastante cuando se lo proponía.

    —Bien, ya vuelvo por él —notificó el joven antes de tomar los dos platos de comida que ya le habían servido, retirándose de allí.

    Jake retomó su rumbo a su alcoba, donde obedientemente, Sam lo esperaba sentada donde la dejó. Al verlo ella, ya estando más tranquila de su llanto pasado, abrió mucho los ojos, por demás sorprendida. ¿Había ido a conseguirle comida? Un rubor escandaloso cubrió su tez. Se suponía que era ella quien debía atender esa necesidad, no al revés. ¿Así de inútil se había vuelto últimamente? Sentía vergüenza de sí misma. ¿Y si Jake la consideraba tan buena para nada que creía que no podía cumplir ni con esa simple tarea? ¿Y si después de aquello él decidía definitivamente que ya no quería que fuera ella quien le llevara los alimentos, para evitar otra circunstancia tan molesta? No deseaba que eso pasara; no quería que le quitaran esos momentos con él. Eran más que una rutina, eran algo que necesitaba.

    —Ten esto —La voz de él la volvió a la realidad y notó que le ofrecía uno de los platos. Lo tomó con manos sudadas y temblorosas—. Come, ya vengo.

    Sam abrió la boca para preguntarle a dónde iría, pero no tuvo la oportunidad, pues velozmente, Jake volvió a salir de la estancia, cerrando la puerta tras de sí, dejándola en compañía de la soledad otra vez. Sam miró el plato de comida que sostenía en las manos durante un momento, antes de observar el cuarto, notando la tranquilidad y el silencio del ambiente. ¿Cómo era posible que Jake disfrutara tanto encierro? Era algo que meditaba sin parar, pero jamás llegaba a una respuesta convincente. Ella estaba tan acostumbrada a los espacios grandes, abiertos y a la gente; mas suponía que también tenía que ver el tipo de trabajo. El de ella requería que estuviera acompañada prácticamente todo el tiempo, aún en las prácticas; en cambio, Jake podía hacer sus marionetas en completo aíslo, sin problema alguno y hasta con mayor concentración.

    Se preguntó entonces si era posible que estuviera incomodándolo demasiado con su presencia. Si Jake era alguien tan hermético que prefería hacer todo solo, entonces que ella estuviera allí debía parecerle un fastidio tremendo. Tal vez por eso se había ido, porque no soportaba la idea de comer teniéndola a ella en su espacio, en el lugar que funcionaba como su refugio. El pensamiento le cerró la garganta y el estómago, por lo que su casi inexistente apetito se redujo todavía más. Luego, recordó que antes de irse, Jake había dejado su plato en la mesa de trabajo, así que debía regresar, mas seguramente sería porque no tenía a otro sito a dónde ir. Y habría continuado con sus pensamientos poco alentadores de no ser porque Jake hizo acto de presencia una vez más, trayendo ahora una bandejita con dos bebidas; una evidentemente caliente por el vapor que desprendía.

    —¿No empiezas todavía? —le preguntó él, alzando una ceja. No lo estaría esperando para comenzar a comer, ¿o sí? Porque si se trataba de eso, sería el colmo y terminaría por perder los estribos.

    —Yo... Lo siento. La verdad no tengo mucha hambre —confesó la joven, abochornada.

    —Necesitas comer para recuperar energías —le dijo Jake extendiéndole el vaso con la bebida caliente—. Este té ayudará con el resfriado, así que bébelo.

    —G-gracias.

    Sam tomó el recipiente con cuidado, soplando un poco para enfriarlo ligeramente y sorber una pequeña cantidad del líquido; era de jengibre y estaba muy endulzado, además de bastante caliente, por lo que se quemó la lengua. Lo dejó en el suelo, en un sitio que pudiera recordar para no derramarlo accidentalmente, en tanto esperaba que se enfriara un poco más. Luego miró su comida, sintiéndose en serio renuente a tomar bocado, mas una penetrante mirada la obligó a alzar su vista para enfilarla en Jake, quien no había hecho ademán de acercarse a su propio festín, sino que la observaba con intensidad, en muda expectativa de que alzara los cubiertos y comenzara a engullir. Turbada ante la insistente y demandante mirada de él, la pelirroja no tuvo más opción que comer, de poquito en poquito y con lentitud, pero era mejor que nada.

    Satisfecho con las acciones de ella, Jake también se dispuso degustar sus alimentos, de forma pausada y sin verse presionado, apoyándose en la mesa de trabajo, quedando semi-sentado en el borde de ella, ya que no contaba con otra silla aparte de la que Sam estaba usando. Se sumieron en un silencio que, si bien, no resultó tenso ni desagradable, se les antojó extraño, pues para ambos todo aquel asunto era insólito. Para Jake, porque nunca antes había mostrado semejantes atenciones por otro ser humano, mucho menos por una joven mujer, y menos aún si dicha mujer le causaba tantos disturbios mentales. Sam, en cambio, sentíase confundida y dividida, pues aunque se hallaba indudablemente feliz de que Jake le otorgara piezas de su interés, lejos estaban de ser los cuidados que cualquier chica soñadora y enamorada imaginaba o añoraba recibir de la persona que amaba. No había miradas de dulzura, no había palabras amables, no había caricias cariñosas; tan sólo había silencio y distancia entre ellos. Con todo, Sam no dejaba de fascinarse y sentirse alegre; después de todo, la situación en la que se encontraba había surgido debido a las actitudes de Jake, por lo que esta lo reflejaba propiamente.

    El tiempo transcurrió y Jake terminó su comida, no así Sam, que dejó casi un tercio del producto, y aunque al pelinegro no le agradó del todo la idea, lo dejó estar; parecía suficiente teniendo en cuenta su condición y al menos se tomó todo el té. Tomó el plato de Sam para tirar lo que restó, luego lo colocó sobre su propio recipiente junto a los dos vasos, listos para ser llevados a la cocina a que los lavaran, pero antes de hacerlo, se volvió a mirarla.

    —Necesitas ir a descansar para que te recuperes rápido. Te acompaño, vamos.

    El ofrecimiento sorprendió mucho a Sam, quien se vio petrificada en su asiento de un momento a otro. ¿Realmente estaba pasándole eso? ¿En realidad estaba disfrutando de la asistencia de Jake? ¿En verdad él estaba tan preocupado como asegurarse por su cuenta que reposaría un momento? Se sentía en un sueño maravilloso, mas supo que se trataba de la realidad al detallar en los ojos de él la impaciencia y su ceño fruncido, estando ya a un lado de la puerta abierta, en espera de que ella saliera. Se sonrojó, avergonzada de hacerlo aguardar más de lo que era necesario siendo que él estaba portándose tan considerado con su persona cuando no tenía que hacerlo.

    Se levantó lo más rápidamente que su malestar le permitió, no deseando que un mareo la atacara de nuevo, teniendo entre sus manos a Matt, dispuesta a salir de los aposentos de Jake. En el pasillo, ella continuó caminando en dirección a su propia recámara, teniendo al ojiverde tras de sí, como si se tratara de su escolta personal, y puedo sentir la mirada de él sobre su nuca, llenándola de una emoción indescriptible. Habían tomado esa posición para que la bailarina lo guiara, pues él no tenía ni la más remota idea de dónde quedaba su cuarto. Finalmente, llegaron a la puerta indicada, y colocándose frente a esta, Sam giró sobre su eje para encararlo.

    —Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí hoy. En serio te lo agradezco —se sinceró ella, ofreciéndole una iluminadora sonrisa, de esas que la caracterizaban, que podían mover hasta lo más inmutable en el interior de Jake, y que él había extrañado en los últimos días. Entonces, antes de que ella se dispusiera ingresar a la habitación, él se aventuró a hacer aquella interrogante que tanto había estado martillándole la cabeza.

    —¿Quién es Matt? —Soltó la bomba, sin rodeos.

    La sonrisa de Sam murió y otra terrible zozobra la invadió, mientras sus ojos reflejaban el pánico absoluto. ¿Por qué? ¿Por qué Jake le preguntaba aquello ahora? ¿Qué sospechaba; qué sabía? Su corazón se aceleró ante el miedo y sus orbes escocieron por las lágrimas de impotencia retenidas, así que tuvo que utilizar todas sus fuerzas para controlarse o volvería a desmayarse; además, no quería levantar desconfianza en Jake por su inusual actuar cada que oía ese nombre. Sin embargo, no quería mentir, no con respecto a Matt, no podía, sería rechazarlo por completo y simplemente no era capaz, sería una ingrata; pero tampoco quería que Jake se enterara, no ahora que comenzaba a abrirse, aún con miedo y cierta precaución; no ahora que se había tomado tantas molestias con ella por su bienestar, algo que no quería poner en peligro por ningún motivo. ¿Qué hacer? Tragó duro aclarándose la garganta y evitar que su voz saliera en un hilo cuando abrió sus labios temblorosos para hablar.

    —E-es mi marioneta, así se llama —contestó con supremo esfuerzo, intentando sonreír, resultando en una mueca extraña. No estaba mintiendo al decir eso.

    Jake entrecerró los ojos; ya lo suponía, de hecho. Al fin y al cabo, Sam la había nombrado al verla, pero no dejaba de parecerle extraordinario. Ahora no sólo se asemejaban en apariencia, sino que también en el nombre. ¿En verdad eran posibles tantas coincidencias? Notó que ella lo miraba inquieta, quizás preguntándose por qué es que de la nada había decidido interrogarla, por lo que se explicó.

    —Tan sólo me parece curioso, supongo —dijo no estando muy seguro de cómo clasificar exactamente su sentir, logrando que Sam ladeara la cabeza, confundida, olvidando un momento sus atormentadores pensamientos—. Mi segundo nombre es Matt.

    Saber eso pasmó a la pelirroja en su totalidad, y un trémulo sacudió su cuerpo, sin saber con certeza a qué se debió, al tiempo que estrujaba con mayor fuerza la marioneta en su manos. ¿El segundo nombre de Jake era Matt? El impacto que las palabras le ocasionaron la desorientaron demasiado, dificultándole la acción de respirar.

    —¿Matt? ¿Como de Matthew? —consiguió articular ella, atropellando las palabras dada la ansiedad con las que las pronunció, deseosa de indagar más respecto a aquella casualidad tan abrumadoramente asombrosa.

    —Sí —asintió él, desconcertado un poco por la actitud de ella—. Jake Matthew Palmer es mi nombre completo.

    Sam abrió los ojos mucho más. ¡El segundo nombre de Jake sí era Matthew! Matt, un nombre que significaba tanto para ella, un nombre que le parecía hermoso, que amaba. Su corazón latió con frenesí otra vez, pero ahora no supo a ciencia cierta si fue por la emoción de la declaración, o por la estupefacción que le causó, o por la intranquilidad que la envolvió. No lo supo, tan sólo estuvo consciente de que sus labios desearon pronunciar aquel nombre nuevamente, por lo que no se detuvo a pensarlo mucho cuando decidió hacerle una petición a Jake, mirándolo con fijeza, desprendiendo su expresión una luz que lo desencajó en gran medida.

    —¿Puedo llamarte Matt?

    Sam enfatizó cada una de las palabras para dejar en claro que lo que pedía era sumamente serio. Jake frunció el ceño por demás confundido, no sólo por el pedido, sino por la ilusión en la voz de ella, por el brillo esperanzador que se imprimió en sus perlas cafés, de tal manera que se le antojó incierto. ¿Pero por qué? ¿Por qué ese repentino cambio de conducta? ¿Por qué tanta añoranza por llamarlo por su otro nombre?

    —¿Por qué? —cuestionó al fin, incapaz de encontrar algún tipo de lógica.

    Sam bajó la cabeza para ver su marioneta, de pronto incómoda y sin saber qué responder; mas entonces, un recuerdo flechó su mente, uno de hace mucho tiempo, en el que había vivido una escena similar, siendo ella y Matt los protagonistas. Aquella vez ella le había preguntado a él si podía llamarlo por su segundo nombre, Dylan, pues creía que era lindo, que merecía ser utilizado, y lo mismo pensaba del segundo nombre de Jake; merecía ser pronunciado porque le parecía hermoso.

    —Es que realmente me gusta —se sinceró, dirigiendo su atención a Jake—. Es un muy bonito nombre, ¿no crees? Matthew.

    Y la manera en la que salió de sus labios, tan llena de dulzura, de ternura, de una increíble devoción, ocasionó en Jake un ligero estremecimiento y una corriente eléctrica que lo recorrió de cuerpo entero, cuya razón no pudo identificar y que lo aturdió en... no supo qué sentimiento.

    —¿O es que tienes algún problema con él? ¿No te gusta? —inquirió Sam al notar la repentina contrariedad en las facciones de él, y su propio rostro fue apagándose al pensar sus ilusiones muertas.

    Jake pensó que no fuera que no le gustara el nombre; era más bien que no estaba acostumbrado a él, para nada, pues nunca lo había usado y que de pronto alguien lo llamara por él sería muy extraño; tendría que habituarse, lo que tomaba tiempo, cosa que no le apetecía. No obstante, la triste expresión que había trastornado el contento rostro de Sam al imaginarse una negativa de su parte, le caló hondo; sabía que no debía importarle, pero lo hacía. Además, ella sería la única que lo llamaría Matt, por lo que iba a volverse algo especial, ¿no? Algo propio de ella, algo que la diferenciaría de todos los demás. ¿No era otra forma de estrechar la amistad que habían desarrollado y de la que había perdido el punto de inicio? El pensamiento le pareció tan llamativo que, de nuevo, su pulso se atrevió a acelerarse y su bomba de sangre interna mandó el líquido a su rostro, en plan de asentarlo allí un buen rato, avergonzándolo.

    —Llámame como quieras —aceptó finalmente, como quien no quiere la cosa, volviendo su rostro a un lado para evitar que Sam notara su rubor.

    La felicidad volvió a impregnar el mohín de la joven, en tanto la amplia y esplendorosa sonrisa que tanto disfrutaba él, acudía a sus labios. E incluso Sam sintió tremendas ganas de llorar de dicha, lo que se reflejó en su excitada y quebrada voz al agradecerle.

    —Muchas gracias, Jake... quiero decir, Matt.

    —Da igual. No pierdas más tiempo ni me hagas perder el mío y métete a descansar ya.

    Sam asintió aún rebosante de gozo y agradeciéndole una vez más, se adentró a su alcoba, cerrando la puerta, por lo que Jake no pudo contemplarla más. Inhaló con profundidad antes de soltar el aire a manera de suspiro largo y tendido. Los próximos días iban a ser muy raros, pero si Sam iba a sonreír como lo había hecho en ese momento, tal vez todo aquello valiera la pena, un poco al menos.

    Yo... no sé si lo que ha hecho Sam ha estado bien o no ._. Por ahora es todo. ¡Gracias por leer!
     
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    Shassel

    Shassel Usuario común

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    :O No,no,no,no.
    Oh por Dios, Borealis??? Qué pasó aquí? Demasiadas emociones para mi corazón. Es que me parece tan.. no sé, increíble.
    Cuando apenas estaba a emocionarme por la actitud tan romántica de Jake hacia Sam, al ver como es tan gentil como para ir a buscar alimento y medicina para ella... todo gira así? Pobre Sam. En su lugar me hubiera desmayado. Jake se llama Matt? Matthew!!! En serio!! No me digas que son parientes, es que ya son demasiadas coincidencias? Creo que me desmayaré. Siento que todo el capítulo se resumió a esa increíble revelación.
    Jake, Jake, cuanta sorpresas carga bajo la manga. Cruel con las cocineras, hermético pero con un corazón de oro. :3 Creo que en el lugar de Sam yo también lo andaría semi-acosando, XD Ok, no. /Soy demasiado tímida para eso X( / Pero sí que me enamoraría como ella.
    :O Lo que sí me sorprendió fue la inocencia con que Jake se tomó el nombre de Matt-marioneta, yo lo habría notado raro. Debe ser porqué soy muy paranoica XD. En el lugar de Sam, jamás le habría pedido a Jake llamarlo Matt O.O, sigo pensando en que un chico no dudaría en hacer mil y un preguntas más al respecto. Wuaaaa, que Jake no se entere a futuro.
    :'( Ahora creo que me sentaré a llorar por Matt, como Sam puede seguir callando, yo no sería tan fuerte :( . Menos frente a alguien como Jake.
    Que harás ahora en adelante Sam, wuaaaa, no sé porque pero mi sexto sentido fatalista me dice que algo ocurrirá? Espero equivocarme.
    En fin, como siempre, me has dejado con mil dudas mi querida Borealis, por qué me haces sufrir así X( ??
    No dudes en avisarme cuando este la conti, siempre es una alegría poder leerte :).
    Saludos.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    -.- Pero, ¿qué ha sido eso, Sam?

    Bien, técnicamente no le mintió a Jake y cuando en uno de mis comentarios dije que no debía decirle nada, era porque él no sabía nada de nada, pero en mi comentario anterior dije que le dijera, porque ahora él sabe algo sobre la marioneta y el nombre, mas veo que lo has manejado bien, ella no ocultó quién es Matt, porque en parte Matt es la marioneta, así que le dijo la verdad, sin embargo en donde sí hizo mal, a mi parecer, es el querer llamar a Jake Matt, porque Jake, aunque extrañamente se llama como Matt, ¡no es él! ¡Matt es Matt y Jake es Jake! Quizás es aquí donde a Jake le dolerá y le lastimará cuando sepa que Matt no es solo la Marioneta, digo, si es que llega a saberlo algún día y si no lo sabe, pues no hay problema, pero si por alguna razón llega a saberlo, entonces se sentirá dolido, porque aunque ella niegue que no lo quiere porque se parece a Matt, el que quisiera llamarlo como Matt (blee, vaya la redundancia con los nombres), eso estará en su contra. Obviamente que Jake le reprochará y le echará en cara que hasta quiso llamarlo Matt, por Matt.

    Ay, Sam, Sam, estás en un gran, gran dilema. Pero bueno, dejando esa parte, me encantó como Jake la cuidó, porque sí, se preocupó y la cuidó como jamás pensé que lo haría, preocupándose por su resfriado, porque comiera bien, porque se tomara ese tecito, porque se fuera a descansar y hasta la acompañó para cerciorarse que lo hiciera. Esa parte mostrada de Jake me ha dejado con la sensación de que cuando le entregue su corazón a alguien (espero que sea a Sam), será un compañero muy amoroso, cariñoso, cuidadoso, ideal xD

    Y algo más que me pareció interesante fue la manera en que sacó sus conclusiones sobre la marioneta, del por qué el parecido y eso, jajaja, pensar que puede ser porque a ella le gustan así, pelinegros con ojos verdes... y sonrientes. Y wow, a él le gustan las morenas, mira que sí que su gusto contrasta con la pelirroja, jajaja, que linda parte esa.

    Fue un capítulo muy atrapador por su encanto, pues ver así a Jake, fue realmente encantador.

    Espero el que sigue, sé que encontrarás las ideas para seguir con esta hermosa historia, así que:
    Nos vemos en el que sigue. TKM
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Título:
    Verano e Invierno
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    47
     
    Palabras:
    3514
    @Shassel ¡Gracias por tu lindo comentario! :3 Sabes que lo aprecio, me anima mucho. Pues sí, así mismo se llama Jake, Matt, y de hecho el título del borrador de esta historia era "Matthew²", supongo que ya sabes por qué xD En cuanto a tus demás dudas, se responderán a su tiempo, solo tenme paciencia; lo mismo para tu sexto sentido fatalista, jejeje, depende de mi humor xD No, no es cierto. Una vez más, gracias por leer
    @Marina Gracias por tu apoyo de siempre, Master *u* Lo sé, eso de los nombres es complicado, pero tú sabes cómo iba a llamarse esta historia, jejeje. Habrá que ver si Jake se entera de todo o no :rolleyes: Lo que no puedes negar ahora es que el tipo es un encanto xD Lo ha demostrado, simplemente necesita tiempo y paciencia, mucha paciencia, pero ya verás que poco a poco termina por bajar la guardia, jejeje. Y bueno, de nuevo gracias por leer y comentar. Te quiero mucho.

    A los demás que se pasan a leer, gracias; sobre todo a aquellos que me dejan sus me gusta, me animan a continuar; valen oro. Y a todos ustedes lectores míos, les dejo el capítulo. ¡Disfruten!

    27

    Sam logró descansar increíblemente bien y sin dificultad alguna; de hecho, en el momento en que su cabeza tocó la almohadilla de su saco, no tardó mucho tiempo antes de que el acumulado agotamiento pasado, le diera factura y la envolviera en los brazos de Morfeo. Y no habría despertado de no ser porque una suave voz comenzó a hacerse paso entre las penumbras de la inconsciencia, al tiempo que sentía que alguien la sacudía ligeramente y con delicadeza, llamándola para que despertara. Abrió los ojos con pesadez, descubriendo asombrada que la oscuridad reinaría por completo de no ser la lámpara en el centro de la habitación, iluminando de manera tenue. ¿Ya era de noche? ¿Tanto tiempo había dormido?

    —Sam —Volvieron a nombrarla y entonces ella se enfocó en el perturbador de su descanso, encontrándose con el rostro gentil de Clark—. Lo siento mucho, Sam, pero necesitaba despertarte para que comas un poco. Mira, traje tu cena.

    Sam vio que, en efecto, a un lado de él, estaba una bandeja con un par de platos de comida, un vaso y una taza, la que seguramente contendría té otra vez.

    —Muchas gracias, Clark —susurró sentándose; luego, su cabeza reaccionó—. ¡La comida de Jake!

    Matt”, se corrigió mentalmente, pensando que habituarse a llamarlo así sería más difícil de lo que imaginó, en tanto hacía ademán de levantarse, pero Clark la detuvo.

    —Tranquila, no te preocupes por él. Ya le he entregado yo su cena —informó, sonriéndole confortador.

    —Pero...

    —Descuida, él lo entiende. De hecho, está muy preocupado por ti y me pidió que me asegurara de que no salieras de tu cama hasta mañana si era posible. Fue él quien me dijo que estabas enferma, por lo que me tomé la libertad de conseguir algunos medicamentos —Clark sacó los susodichos de la bolsa del liviano abrigo que usaba—. Sería bueno que los tomaras después de que comas, ¿qué te parece?

    —Está bien —Sam se sonrojó, enternecida por las atenciones que estaba recibiendo, sonriendo contenta ante la idea de que Jake se preocupaba por ella; mas casi al instante, se borró su emoción al pensar que debía estarle suponiendo una carga enorme a Clark el tener que cuidarla cuando no tenía por qué—. Lamento mucho que tengas que hacer todo esto, Clark; debe parecerte una molestia.

    —¿Pero qué dices, niña? —El hombre sonrió más, intentando infundirle ánimos—. No me molesta en absolutos; al contrario, no podría no hacerlo. Es el deber de todo padre velar por el bienestar de su hija, ¿correcto?

    Un calor agradable inundó el pecho de la pelirroja, sintiéndose por demás querida y bendecida; experimentado esa sensación de cariño y protección que una vez sus propios progenitores provocaron en ella hacia tanto tiempo. Memorias de esa época acudieron a su mente; recordó cuando se enfermaba como ahora, como es que su madre la vigilaba con atención, preparándole sus remedios para que mejorara, mimándola como nadie más, recordando que su padre le mostraba sus mejores deseos de que se recuperara con palabras y besos afectuosos. Hacía muchos años que no sentía algo parecido, pero ahora volvía a palpar ese hermoso afecto que sólo un buen padre podría brindar, lo que la hacía inmensamente feliz; pues esos recuerdos ya sólo le traerían melancolía, pero no nostalgia, pues de alguna forma seguía contando con un cuidado paternal.

    —Gracias, Clark, por todo —le agradeció con un nudo en la garganta dada la emoción, creyendo que últimamente estaba volviéndose extremadamente sensible.

    —No hay de qué, Sam. Anda, come un poco, ¿sí? También traje mi comida en caso de que quieras compañía, aunque puedo irme si lo prefieres.

    —No —Ella sacudió la cabeza—. Quédate, por favor.

    Él asintió y los dos se dispusieron a disfrutar los alimentos en medio de una amena charla que inició el mayor, en la que él participó casi en su totalidad, siendo Sam tan sólo oidora, disfrutando escucharlo. Después, tal como había pasado en la tarde, Sam no se vio capaz de comer todo lo que había en el plato, pero al menos sí comió más de la mitad, y tal como le había parecido a Jake, a Clark le pareció suficiente; así que ya sólo la animó a tomarse los analgésicos para ayudarla con el resfriado y la fiebre. El efecto de la medicina fue casi inmediato, pues por más que luchó contra el sueño que la embargó, pensando que ya había descansado suficiente, Sam volvió a quedar profundamente dormida.

    Al ver cumplido su cometido allí, Clark alzó los platos que habían utilizado, salió del cuarto de la bailarina lo más sigilosamente posible y se encaminó a la cocina para dejar los trastes sucios y que fueran lavados. Acto seguido, se dirigió a los aposentos del joven Jake, también dispuesto a recoger los utensilios; por lo que fiel a su costumbre de no anunciarse al arribar, tan sólo tomó la perilla de la puerta y la abrió, penetrando en la estancia, que al igual que la de Sam, era iluminada por una lámpara ubicada en la mesa de trabajo frente a Jake, quien se mantenía concentrado en la marioneta que hacía, apenas dignándose a mirarlo de reojo.

    —¿Has pensando en tomarte unas vacaciones de hacer tantas marionetas? —preguntó Clark, risueño—. Nunca veo que dejas de construirlas y si sigues así llenarás otro saco.

    —¿Cómo está ella? —quiso saber el joven, ignorando la interrogante de su homólogo.

    —¿Sam? —Clark sonrió ampliamente al ver que poco a poco, la chica comenzaba a ocupar un importante lugar en el corazón de Jake—. Está mejor, parece. Durmió toda la tarde y cenó bastante bien teniendo en cuanta su estado. También se tomó medicina que pude conseguir y cayó rendida una vez más. Estoy seguro de que mañana se encontrará como nueva.

    —Bien —Fue el lacónico comentario de Jake, disfrazando el gusto que le daba escuchar esas buenas noticias.

    —No tienes por qué ocultar lo mucho que te importa Sam, Jake —comentó su compañero en tono casual.

    —Clark —Jake lo enfocó por completo, frunciendo el ceño en advertencia, descontento.

    —No lo evites, Jake, no puedes; ni siquiera puedes negarlo ya, ¿cierto?

    —Yo... No quiero hablar de eso —confesó él, desviando su mirada de los ojos grises de Clark.

    —¿Cuándo querrás hablar entonces, eh? Dime.

    Y de pronto, a Jake se le antojó responder nunca, que nunca hablaría de lo que Sam lo hacía sentir, de lo que ocasionaba en él; ni con Clark ni con nadie más hablaría, porque tenía miedo. Le daba miedo sucumbir a esos sentimientos, lo atemorizaba reconocer que Sam estaba tomando un lugar significativo en su mente, corazón y vida. Pensaba que el día que hablara de lo mucho que la pelirroja comenzaba a valer para él, sería como aceptar que podía vivir con ello sin dificultad, cosa que no era así; porque lo acobardaba la simple idea de un rechazo, de un abandono, de una muestra de indiferencia, de desinterés, de ser utilizado nuevamente.

    Ya había tenido suficiente de aquello en la vida como para que se le sumara algo más, no quería otra decepción.No quería que la imagen que tenía de Sam se distorsionara a una tan desagradable como la que tenía de los despiadados encargados del orfanato, de sus codiciosos padres adoptivos, de su tirano antiguo empleador, de sus propios padres; no quería sentir rencor, resentimiento, odio ni decepción por ella bajo ningún concepto. Por supuesto, lograr eso implicaría conseguir que Sam no ejerciera ninguna emoción sobre él, y para eso tendría que evadir todo tipo de contacto con ella, lo que ya le parecía impensable. Para su desgracia o fortuna, no lo sabía exactamente, Sam ya no era una variable en su vida, sino que se había vuelto lo suficientemente importante y constante como para al menos desear verla cada día un mísero instante y sentirse saciado de lo que fuera que le hiciera falta. Y saber eso lo alarmaba mayormente.

    —Jake.

    La voz de Clark lo sacó de sus profundas cavilaciones, cayendo en cuanta que no le había contestado, y seguramente ahora esperaba una respuesta. Sin embargo, cuando enfocó su atención en él una vez más, descubrió que el hombre no lo miraba con impaciencia, sino que su expresión era comprensiva, tranquilizadora, tierna y algo más que Jake no pudo descifrar, pero que para cualquier otro habría sido evidente que se trataba de un gesto paternal. Y es que Clark había leído el miedo en los ojos de Jake; su constante inseguridad a la hora de confiar en alguien, en cuanto a amar a otra persona. Por eso, conmovido por el debate interior del joven, se acercó a él y lo abrazó con fuerza y suavidad, en un intento por demostrarle que le entregaría toda su ayuda, que contaba con su apoyo incondicional. Sintió que el pelinegro se tensaba bajo sus brazos, seguramente tomado fuera de lugar, estando consciente de que Jake no era alguien dado al contacto físico y las efusivas muestras de cariño; pero Clark sí y consideró que en ese momento, el ojiverde necesitaba de un buen abrazo, ¿y quién mejor para dárselo que aquel que se consideraba su padre?

    —Sé que te asusta abrir tu corazón, Jake —le dijo con voz grave, serena y cariñosa—. Sé que te es difícil confiar, pero no debes cerrarte a las cosas buenas que te otorga la vida; hay mucho que tienes que disfrutar y sólo lo lograrás si te lo permites a ti mismo, si expandes tus horizontes. No debes temer, pues existimos personas que deseamos que seas feliz siempre, y que haremos lo que esté a nuestro alcance para que lo seas, aportando nuestro granito de arena; personas que te apreciamos tanto que no te haríamos daño deliberadamente. Jake, Sam es una de esas personas, así que puedes creer en ella.

    —¿Cómo estás tan seguro? —cuestionó Jake con voz temblorosa, vacilante.

    —Eh... ¿Instinto paterno?

    —¡Clark! —Jake se exasperó; no estaba para juegos.

    —No lo sé, Jake, yo sólo sé lo que veo, y lo que veo es que significas mucho para Sam. Ella te quiere, no más que yo, pero ahí la lleva —Clark sintió que Jake movía la cabeza de un lado a otro, quizás incrédulo de que bromeara con tanta facilidad aun en temas tan delicados—. Lo que quiero que entiendas, es que debes darte la oportunidad de ver lo bonito que tiene la vida para ti, en lugar de enfocarte en los malo siempre. Y en caso de que todavía sientas temor, siempre puedes contar conmigo para darte un empujón o brindarte una mano cada que la necesites. Cumpliré de la mejor manera posible mi función como...

    —Amigo —lo interrumpió Jake, convencido de que diría padre, y no se equivocó; esa era la idea de Clark, pero al verse anulada, no pudo más que sonreír con un deje de tristeza.

    —Sí, Jake, cumpliré mi función como el buen amigo que soy; modestia aparte, gracias.

    Jake sonrió de medio lado; a veces simplemente no comprendía a este sujeto. Quedaron en un silencio que no resultó incómodo para ninguno, hasta que le mayor decidió que era hora de retirarse a dormir, por lo que se separó del joven, y tomando el plato y vaso que Jake usó, se dispuso a salir de la habitación, despidiéndose, pero el ojiverde lo detuvo antes de que desapareciera tras la puerta.

    —Gracias, Clark...por todo lo que ha hecho por mí —le dijo Jake con honestidad, aunque con notable nerviosismo, sin atreverse a mirarlo a los ojos, ya que no estaba acostumbrado a agradecer nada. El hombre no hizo más que sonreír, sintiéndose lo suficientemente recompensado con esas sinceras cuatro palabras.

    —Cuando quieras, Jake. Estoy aquí para ti. Descansa, ¿bien?

    —Tú también.

    Y sin más, Clark se marchó de la alcoba, dejando a Jake con un tumulto de pensamientos; tantos resultaron ser y de mucha intensidad, que a la mera hora, no se vio capaz de continuar trabajando en la marioneta que hacía, de la que no le quedaba prácticamente nada. De hecho, se la pasó tan meditativo en todo el tema de Sam y lo que había hablado con Clark, que cuando se dispuso dormir, no logró hacerlo. Sin embargo, ya empezaba a acostumbrarse a las noches de insomnio causadas por cierta pelirroja que parecía negarse a salir de su cabeza. El único problema era que, a la mañana siguiente, se levantaba de muy malhumor, como pasó ese día una vez el astro rey retomó su gobierno en aquella parte del globo terráqueo. Jake se alzó de su saco de dormir irritable y con una pequeña jaqueca que no hizo más que empeorar su temperamento; de allí que durante las primeras horas del día, no hiciera más que refunfuñar y trabajar con poca delicadeza en el títere para terminarlo.

    Y después de lo que le pareció una eternidad, escuchó que tocaban la puerta, por lo que soltando un bufido de fastidio, se levantó de su asiento para abrirla, encontrándose con la culpable de sus revoltosas cavilaciones y adustez. No obstante, como si se tratara de un acto de magia, en el mismísimo momento en que la vio, renovada en espíritu y aspecto, sosteniendo la bandeja y sonriéndole de aquella manera alegre y dulce que la caracterizaba a ella, sus malestares decidieron morir junto con su mal temple. ¿Cómo era posible que una persona provocara tanto desastre? ¿Cómo podía Sam hacerlo padecer sensaciones tan opuestas? Tales cambios abruptos en el estado de ánimo no podía ser buenos para la salud, estaba seguro.

    —Buenos días, Matt —lo saludó Sam, contenta y con voz delicada.

    Jake se limitó a lanzar un monosílabo por respuesta, resultándole extremadamente extraño que lo nombrara de aquella forma; en verdad tendría que habituarse. De hecho, hasta se le había olvidado que a partir de ahora, ella lo llamaría por su segundo nombre, un derecho del que sería la única partícipe, lo que lo hacía especial; ese era un pequeño consuelo que lo motivaba a esforzarse por adaptarse a su otro nombre. También decidió no responder al saludo porque, en realidad, para él no había sido la mejor de sus mañanas, pero ver a Sam tan animada y con mejor semblante transformó esa mal despertar en algo más placentero, y seguramente así continuaría por el resto del día.

    —Luces bien —comentó al fin, mirándola directo a los ojos, logrando que se ruborizara. ¿Había pensado ya que le parecía encantadora cada que se sonrojaba? Ya ni recordaba sus propias reflexionesde semejante desbarajuste mental.

    —Me siento bien. Me ayudó mucho descansar y las medicinas —informó ella, alegre de que Jake siguiera preocupándose por ella—. Quiero agradecerte por todo lo que hiciste ayer por mí. Muchas gracias, de verdad.

    —Ya me agradeciste ayer —dijo él, extrañado de que volviera a darle las gracias. ¿Para qué?

    —Ah, bueno sí, pero... —Sam miró la comida, pensando exactamente qué decir, antes de enfocar sus ojos en él otra vez, sonriendo con ilusión—. Es cierto, pero creo que nunca podré agradecerte lo suficiente, así que me gustaría al menos dejarlo claro. Después de todo, no tengo otra manera de demostrarte mi gratitud, salvo las palabras, lo siento.

    ¿Lo siente?”, Jake frunció el ceño, un poco molesto, preguntándose cuándo dejaría ella de usar esa muletilla que lo sacaba de quicio. En serio no necesitaba disculparse por tonterías como no saber cómo más gratificarlo; al fin y al cabo, no lo necesitaba. Recompensa suficiente era que Sam fuera la Sam que él conocía, o con la que al menos comenzaba a familiarizarse; no requería de nada más que contemplarla tal y como era para sentirse bien. Por ello, en ese momento en el que los dos se sumieron en el mutismo, él se vio incapacitado de apartar su mirada de ella, insistente, inusual e indescifrable según Sam, quien se sintió muy desprotegida y azorada, por lo que se aclaró la garganta para hablar.

    —T-te traje el almuerzo —notificó extendiendo la bandeja frente a ella para que la tomara, con agarre inestable.

    Al escucharla, Jake pareció salir del trance que le provocó el simple acto de observarla, atinando a simplemente asentir, alcanzando la bandeja que le ofrecía, haciendo algo que hasta ese día procuró evitar a toda costa, que fue rozar sus manos con las de ella. A decir verdad, fue más que un simple rose; Jake cubrió las manos femeninas con las suyas en una caricia que nació de sabía Dios qué loco impulso, enviándole una corriente plagada de mil sensaciones que le aceleraron el corazón con desenfreno, al tiempo que la propia Sam se estremecía por la calidez y el placer que el contacto le brindó, sintiendo su rostro arder y su pulso aumentar, indudablemente sorprendida por su actuar.

    Se miraron a los ojos, quedando atrapados nuevamente en la visión frente al otro, a escasos centímetros el uno del otro al ser la bandeja lo único que los separaba, y Sam pudo descubrir en los verdosos orbes algo nuevo; un brillo diferente y sutilmente tórrido que, mezclado con el usual álgido, los hicieron lucir preciosos; únicos, tal cual Jake. Abrió la boca con la intención de decir algo, pero las palabras no salieron; estaba sumamente aturdida por la repentina acción de él como para pensar en algo coherente, así que fue él quien habló, con voz neutra, profunda y casi en un susurro.

    —No te entretengas o te perderás la repartición otra vez.

    Y retiró su tacto de la piel de Sam, con lentitud exasperante, como si no quisiera hacerlo en realidad, sujetando la bandeja, dejando a la chica con la sensación de frialdad y vacío allí donde había estado la mano de él en su dorso; esfumándose todo cual sueño al despertar.

    —C-claro —tartamudeó ella, turbada todavía de tanta agitación emocional, retrocediendo un paso—. Me voy ahora y regreso por el plato al rato.

    —Bien —concedió Jake sin moverse de su sitio bajo el umbral de la puerta.

    Sam parpadeó, confundida, cuando pasaron unos segundos y él siguió plantado en su lugar, sin hacer ademán de ingresar al cuarto como siempre hacía cada que tenía la comida en su poder y se despedían. Ese día, sin embargo, parecía que Jake no quería poner en práctica sus costumbres, pues continuó mirándola de aquella manera tan penetrante e indescriptible, poniéndola nerviosa, haciéndola sentir un revoloteo constante en el estómago al saberse dueña de su atención; una sensación extrañamente plácida. Retrocedió otro par de pasos.

    —Yo, eh... Nos vemos —volvió a decir ella y él no se movió, sino que mantuvo su vista sobre ella.

    El nerviosismo de Sam aumentó y con tranquilidad desesperante, se dio la vuelta y comenzó a caminar por el pasillo, alejándose de Jake. Después de ciertos pasos, volvió su cabeza un poco para descubrir que el marionetista insistía en contemplara, obligándola a retornar su visión al frente inmediatamente, con el corazón palpitándole a mil por hora, y caminó más pasos antes de hacer lo mismo, obteniendo el mismo resultado. Cuando llegó a la esquina para dejar ese pasillo, viró su cabeza una vez más y notó que Jake seguía donde mismo, así que dio la vuelta desapareciendo de su vista; no obstante, en lugar de continuar su camino, la pelirroja se quedó detrás de la pared unos instantes, antes de asomarse de nuevo, esperando que ahora sí él hubiese entrado a la habitación, pero su sorpresa fue grande al percatarse de que no, sino que mantenía enfocado su mirar hacia la dirección que ella había tomado.

    —Vete de una buena vez —apremió Jake en tono cansino.

    —¡Sí! Lo siento.

    Y avergonzada por su infantil actitud, Sam se encaminó a la cocina en busca de su propia ración de alimento, teniendo el rostro más rojo que el tono de su cabello, pues seguramente ahora Jake pensaría que era un bicho raro.

    Ambos son raros -.- Por ahora es todo. ¡Gracias por leer!
     
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    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    :) Hola, hola mi querida Borealis. Creo que te daré un abrazo de osos. :)
    Qué hermosos capítulo, creo que lloraré de la emoción. Jake!!!!!!!! No puedo creer lo dulce y cariñoso que se mostró en este capítulo, bueno, comparado con el de los capítulos anteriores, este es un Jake Matt mucho más adorable, nyaaa, el esfuerzo de Sam por fin dio sus frutos, y vaya que valieron la pena. :')
    Clark, no puedo creer que exista alguien tan maravilloso como él, sin duda es una bendición para Sam y Jake, sin duda es como un padre para ambos, aunque Jake no lo quiera admitir del todo.
    Que triste saber que la vida de Jake haya sido tan dura, debe ser muy difícil para él el poder confiar pero espero que por él bien del propio Jake pueda superarlo y ser feliz, el odio no es una carga fácil de llevar.
    Sniff, no salgo de la emoción, Borealis.
    Jake tomó las manos de Jake, no apartó su mirada... !! Y aunque la reprendió un poco, nada quita lo romántico del momento.
    No me hagas sufrir mucho para leer la continuación. Me comeré las uñas hasta saber que ocurrirá después. :)
    Como siempre gracias por el capítulo.
    Saludos y mis mejores deseos para ti y tu linda familia. Feliz 20015 :)
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Jajaja, sí, ambos son raros y como siempre, por alguna razón siempre comienzo mis comentarios por el final... ¡tú tienes la culpa por dejarlos tan así de emocionantes! Y bueno, me encantó la manera como se despidieron ellos. Sam yéndose y ¡sorpresa! Jake no cerró la puerta, sino que se estuvo ahí mirándola partir, hasta que desapareció de su vista, jajaja, eso fue muy divertido, de veras, hasta me sentí Sam, cómo debió sentir la mirada de Jake sobre ella, tanto así que ya hasta se había acostumbrado a ella, por eso cuando desapareció en la esquina del pasillo, volvió a asomarse, porque seguro echó de menos esa verdosa mirada xD

    Bien, fue muy bello de parte de Clark preocuparse así de Sam, llevarle su comida al cuarto para que no se perdiera la colación, luego darle esa medicinas para ayudarle con su malestar, pero después, ese amoroso hombre fue con Jake y asimismo trató al joven, como un tierno padre que está al lado de su hijo para ayudarlo en todo. Fueron escenas muy conmovedoras que despertó también mi instinto maternal.

    Yo quiero saber como es que si Clark tiene esa innata tendencia a parecer padre, no tenga hijos. Aun no sé mucho de su vida y me pregunto si sabré más de él, por otro lado, Jake está cediendo, ya veo que poco a poco, Sam se lo está ganando. ¡Hurra! ¡Al fin! Aunque su vida ha sido muy difícil y solitaria, debe aprender a abrirse, a confiar, cuando menos es un hecho que Sam y Clark no le fallarán, o eso creo u.u

    Aplausos para este genial capítulo, como los demás, estuvo lindísimo.

    En espera del otro, nos vemos. TKM
     
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    Borealis Spiral

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    @Shassel ¡Muchas gracias por tu comentario y por leer! Me anima mucho, lo aprecio y acepto con gusto ese abrazo de osos xD Y sí, Jake poco a poco empieza a mostrar su lado dulce, que creo que ya era hora. Me alegra que te gustara el capítulo; debe haber un poco de felicidad entre tanto drama, ¿no? De nuevo, gracias por tu apoyo infaltable ^u^
    @Marina ¡Gracias por leer y comentar, Master! Alcancé a publicar algo de esto antes de tu regreso, jijiji. Ya sabes, amo tu comentarios *u* Me alegra que te gustara el capítulo y que veas que Jake también tiene su corazoncito xD En cuanto a Clark, ya se sabrá de su pasado, algún día, en algún momento lol. Espero que este capítulo te guste, de alguna manera, lo hice pensando mucho en ti, así que a ti te lo dedico :3 Miss you and love you.

    A los demás que se pasan a leer, se los agradezco enormemente, valen oro. Por cierto, aviso rápido: Esta historia estaba planeada para que fuera de dos partes, pero va a ser que no. Al final, resultó más larga de lo que pensé, por lo que habrá una tercera parte, ¡yey! No se preocupen, que todavía falta para llegar a esa, creo; igual, yo los tengo informados.
    Ahora sí, sin más preámbulos, el capítulo. ¡Disfruten!

    28

    En efecto, Jake pensaba que Sam era rara e incomprensible; una verdadera joya exótica, y él no era exactamente un gemólogo como para conocerla a plenitud. Con todo, no necesitaba ser un experto para evaluar y comprender que la valía de esa gema de chica era inestimable; algo que no podía calcular y que nada podría llegarle al precio. Por lo que era de sentido común que siendo él un ser tan corriente y ordinario hiciera lo que estuviera a su alcance para cuidarla, ¿no? En realidad, reflexionar en ese tipo de cosas referente a Sam y su valor, lo hacían dudar. ¿En verdad merecía él que ella le prestara tanto interés? ¿No se suponía que las piedras preciosas eran propiedad exclusiva de personas de alcurnia, de la nobleza; de gente elegante, con modales y popularidad? ¿No era mejor que alguien con esas características se convirtiera en el objeto de la atención de Sam? ¿Alguien con miras a un buen y ambicioso futuro? ¿Alguien como Brian?

    ¡Sobre su cadáver! Si existía una persona en el mundo mayormente inmerecedora del mínimo afecto de la pelirroja aparte de él, era ese fanfarrón, libertino y cabeza hueca sin sentido de la moral. Y sus pensamientos sobre el rubio lo llevaron a cuestionarse cuándo le había agarrado semejante desagrado. Siempre había sido consciente de la mala reputación del moderador de baile gracias a todo lo que Clark le contaba de él, y nunca le importó en absoluto, pues siempre se vio ajeno a él y cada una de sus conquistas. ¿Entonces por qué ahora sentía tanto rechazo por él? Lo sabía, era por Sam; porque ella hacía la diferencia, porque de un tipo para acá, todo lo que tuviera que ver con ella dejaba de ser ajeno para Jake, cosa que no tenía sentido por más que lo buscara, pero así era.

    Y le daba coraje, demasiado como para que fuera remotamente sano; pero se despertaba en él ese peculiar estado de ira cada que pensaba en las ocasiones que tuvo Brian de tocar a Sam, de estrecharla en sus brazos, así fuera sólo para ensayar. Lo llenaba de molestia y frustración que alguien tan sucio y faldero como lo era el rubio, posara sus manos en una persona tan inocente y pura como lo era ella. Lo que era más, no soportaba la idea, por muy real que fuera y por mucho que él mismo la hubiese presenciado en primera fila el día anterior. De allí que hubiese obrado como lo hizo y le hubiera exigido al Casanova que la soltara, estando casi seguro de que si no lo hubiera hecho, lo habría obligado por las malas. A pesar de todo, con pesar y abatimiento, descubrió que su razonamiento estaba así de atrofiado principalmente por los celos. Ya no podía convencerse a sí mismo de lo contrario; una parte de él quería disfrutar de un contacto más íntimo con Sam, un encuentro más cercano.

    Miró su mano izquierda, sosteniendo la bandeja con la derecha, sin moverse de su sitio todavía. Quizás fue debido a ese deseo que tuvo el alocado impulso de tomar las pequeñas y suaves manos femeninas entre las suyas; así podría apaciguar sus inexplicables ansias. Y justo como había pasado en las pocas veces que llegó a gozar de un acercamiento parecido, con algún tipo de contacto físico por pequeño que fuese, sus sentidos se atolondraron ante el efecto y las sensaciones que esa mujer provocaba en su interior; a pesar de que siempre parecían resultar asombrosamente agradables al final. Por si fuera poco, considerándose ya él mismo un caso perdido, pensó con agobio que lejos de que sus ganas de que algo más próximo con la bailarina menguaran, ascendieron de una forma que no consideró ni medio normal. Suspiró profundamente; necesitaba que alguien lo encontrara, porque se sentía absurdamente perdido en sus emociones.

    Decidió no pensar en más tonterías, racionalidades, verdades, mentiras, sueños, pesadillas, o en lo que fuera que estuviera ocupada su inestable mente, por lo que ingresó finalmente a su cubículo, dispuesto a comer antes de que el tiempo se le agotara y Sam volviera a buscar su plato. Terminó de alimentarse justo a tiempo, pues escasos minutos después, la pelirroja regresó, por lo que él le entregó los trastes. No se dijeron mucho en esta ocasión, ya que Jake sí que se mostró más renuente a hablar dado sus meditaciones anteriores; necesitaba espabilar su cabeza y poner en orden una que otra idea antes de cualquier otra cosa, o terminaría convirtiéndose en alguien que se dejaba conducir por su instinto e impulsos, siendo que él no era esa clase de personas.

    Hubiese pasado lo mismo horas después, cuando llegó la siguiente colación del día y antes de que todos se preparan para ir al teatro al ensayo general. A pesar de que la joven le entregó su ración a tiempo, comentándole ligeramente cómo era que siempre se emocionaba de llegar a una nueva ciudad y a un teatro nuevo, pues resultaba agradable disfrutar los variados estilos de las construcciones, cuando llegó el momento en que ella tuvo que ir a recoger el plato vacío, se retrasó por varios minutos que a él se le antojaron excesivamente largos; claro que el hecho de que fuera un desesperado de primera no ayudaba en mucho. Frunció el ceño por demás extrañado e impaciente, en tanto miraba su reloj de bolsillo, seguidamente de la puerta, como si con eso pudiera hacer que Sam se apareciera frente él. ¿Por qué demoraba tanto? ¿Había olvidado que tenía que ir por su bandeja? ¿Algo mucho más importante que ir a verlo se le había presentado?

    Rechinó los dientes, disgustado ante la idea. No era el escenario más prometedor y mucho menos el que más le convenía imaginar, pero no podía evitarlo; su inseguridad no conocía límites y sabía que existía la posibilidad de que lo que imaginaba fuera cierto. Lo peor, a su parecer, consistían en esas reacciones que lo asaltaban sin previo aviso y que diferían completamente con su personalidad desinteresada y presumiblemente tranquila, logrando robarle la paz. ¿A él qué más le daba si Sam lo dejaba de lado por una vez para atender cualquier otra cosa? ¿Por qué tendría que afectarle de aquella manera que lo llenaba de inconformidad y decepción? Suspiró por demás contrariado. No había duda, todo aquello que implicara la pelirroja conseguía que su habitual carácter decidiera irse a paraderos desconocidos, quizás a otra dimensión; tampoco era consolador pensar que su serenidad se esfumaba para darle paso a lo peor de sus defectos, como los celos, la arrogancia, la molestia y sus más visibles vulnerabilidades. Y tuvo claro que debía hacer algo al respecto para controlar todo eso o se volvería loco, mucho más de lo que ya creía estarlo.

    Finalmente, el sonido que con tan expectante afán esperaba oír, penetró sus oídos cuando tocaron la puerta suavemente, y sintiendo que una carga e inquietud era quitada de sus hombros, se dirigió a abrirla. Allí estaba ella, intentando parecer normal frente a él al ofrecerle esa sonrisa de la que tanto disfrutaba, pero que en esta ocasión era menos brillante y alegre, pues un ligero velo de nerviosismo, desasosiego e incomodidad la cubría, al tiempo que estrujaba los laterales de la falda de su vestido en un intento por calmarse. Sí, Sam volvía a ser transparente para sus ojos, por lo que Jake pudo deducir que algo le había pasado, y que no lo mirara directamente confirmaba sus sospechas, ya que no lo hacía por su típica timidez o vergüenza; parecía más bien que procuraba esconder algo.

    —Tardaste.

    Fue él quien habló primero, siendo su tono uno de reproche a pesar de que no quiso que sonara así. Sam se encogió de hombros, abochornada; en realidad no había querido hacerlo esperar, mucho menos al saber que la paciencia no era su más grande virtud.

    —Lo siento —se disculpó ella, arrepentida—. Tuve un pequeño inconveniente.

    —¿Qué pasó?

    El timbre de Jake ahora fue demandante, y por un efímero instante, le dieron ganas de darse una buena patada. Sabía que no tenía ningún derecho de tener una explicación por parte de la chica y mucho menos de técnicamente exigírsela. Por supuesto, no negaba que quería saber que pasó por aquello que su razón, o lo que quedaba de ella, llamaba curiosidad y que su insolente corazón nombraba como interés. Lo que fuera, el hecho era que sí le gustaría que Sam le dijera la causa de su retraso, mas supuso que para conseguirlo debó utilizar un tono un poco más gentil, quedando clara su suposición cuando ella intentó evadir el tema.

    —N-no importa en realidad. Es una tontería, no es la gran cosa; un momento un poco desagradable, pero no vale la pena enfocarse mucho en él.

    —¿Qué pasó? —volvió a cuestionar él, insistente.

    —De verdad, Matt, no pienses mucho en eso, no ha sido nada. Serán exageraciones mías.

    Jake frunció el ceño pronunciadamente, aunque no supo debido a qué, pues en esos segundos un copioso torrente de sensaciones llovió sobre él, del que la irritación, el orgullo y la desilusión se vieron prominentes. Le irritaba que Sam le hiciera repetir su pregunta ya dos veces y no se dignara hablar, al mismo tiempo que se sentía decaído de que ella no confiara en él. Pero claro, ¿cómo hacerlo si había probado ser nada más que un déspota descortés? Por otro lado, estaba ese sentimiento de orgullo que lo orillaba a pensar que dejara las cosas como estaban, que si ella no quería decirle nada, que no lo hiciera; él no le rogaría. Además, ya le había dicho que no era un asunto importante, así que ¿para qué indagar de más o profundizar en él? Sin embargo, como había descubierto apenas minutos atrás, al estar con Sam, ninguna de esas cavilaciones significaban nada, por lo que un nuevo impulso lo llevó a mantenerlo constante en su misión de enterarse. La miró intensamente antes de abrir la boca y soltar una palabra que nunca, jamás, desde que llevaba de conocerla había articulado: su nombre.

    —Sam —pronunció y maldijo que la voz le saliera como un ronquido raro en lugar de salirle con suavidad como lo tenía en mente y como consideraba ella merecía ser nombrada.

    De hecho, era precisamente por su usual timbre lacónico e impersonal que él no se había atrevido a llamarla por su nombre anteriormente; porque consideraba que ese nombre, así como su dueña, involucraban dulzura y ternura, por lo que el son a la hora de llamarla debía ser igual. Además, ya ella le había probado que ser identificado de cierta manera o modo era importante, que podía decir muchas cosas entre los implicados; así que él había pensado en adoptar la creencia de que al dirigirse a ella por su nombre inmediato en lugar de utilizar frías y desinteresadas palabras como “oye”, “hey”, o “tú”, estaba probando que su relación había roto las barreras de los conocidos o simples compañeros de trabajo para convertirse en amigos. Y sin poder hacer mucho al respecto, comprendió que aunque luchara por negarlo o intentara revertirlo, ya le había abierto buena parte de su corazón a esa mujer.

    —Sam —repitió él, carraspeando al notar que lo ronco seguía atenazando su garganta, al tiempo que intentaba que ella dijera algo, pues de pronto se le quedó mirando fijamente sin pronunciar palabra—. ¿Qué ha pasado?

    Y es que la pelirroja se había quedado estática en su lugar, aturdida, intentando procesar esa maravilla que sus oídos captaron. Jake había dicho su nombre por primera vez. Una dicha que creyó innumerable como las estrellas del firmamento nocturno la envolvió, en tanto sus ojos brillaban emocionados. En primera instancia y a ojos de cualquiera, el hecho parecía una tontería y más porque la voz de Jake había salido en algún grado forzada, pero no le afectó en lo más mínimo. Él la había llamado por su nombre y a sus oídos fue como una hermosa exhalación divina que hizo su corazón palpitar con la mayor intensidad que le conocía. Sin embargo, se obligó a dejar su ensoñación al ver que el desespero de él se hacía más grande.

    —Yo… En serio no es nada por lo qué inquietarse, es sólo… —Nuevamente dudó. No quería quitarle su tiempo por cosas que para ella resultaban sumamente incómodas y que quizás exageraba; pero tampoco quería desaprovechar esa oportunidad que le demostraba que él realmente se preocupaba por ella—. Es simplemente que no la paso muy bien con Brian.

    —¿Brian? —Jake escupió el nombre como si se tratara de una comida en mal estado que quería desecharse de la boca de inmediato, en tanto fruncía el entrecejo nuevamente, notablemente descontento—. ¿Qué te hizo? ¿Intentó algo? ¿Se atrevió a tocarte?

    Si alguna vez Jake tuvo un instinto homicida muy, muy dentro de él, estaba por salir a flote. Sam sacudió la cabeza rápidamente, negando, mientras movía sus manos frente a ella.

    —No, no, nada de eso —se apresuró a explicar al percibir el enojo de él—. Simplemente me interceptó cuando terminé de comer y me entretuvo mucho y me abrumó con sus intentos de… ya sabes…

    Sam dejó de hablar, sonrojándose, avergonzada de tener que hablar precisamente con Jake de los esfuerzos del rubio por conquistarla.

    —No me fío de ese tipo —confesó él, malhumorado—. Está aprovechando su situación como encargado temporal, así que ten mucho cuidado.

    —Lo tendré, gracias.

    Sam sonrió a plenitud, ahora sí más feliz que nada al saber que Jake en verdad se interesaba por ella; ya no sólo tenía la evidencia que él mismo le presentó el día anterior al cuidar su enfermedad, sino que ahora también se preocupaba de que no cayera en las tretas de Brian. Y por un momento, se permitió pensar que las razones de Jake para mostrar cierto grado de enojo y recelo para con el moderador de baile no se debían únicamente a su mala fama de mujeriego, sino que se atrevió a pensar que a Jake no le gustaba que Brian estuviera cerca de ella; su mente casi se vio lo suficientemente insolente como para pensar que la reacción del joven se debió a los celos. Claro que fue la palabra “casi” la que hizo la diferencia, pues la pelirroja cerró sus pensamientos al instante para no hacerse ilusiones que no debía.

    Por mucho que lo deseara o lo soñara, era evidente que no era por eso. Jake simplemente estaba siendo amable, demostrando que ya la consideraba una amiga, cosa que indudablemente la hacía feliz, por mucho que su corazón en ese momento deseara ser algo más para él; pero no podía exigir nada ni mucho menos. Jake apenas comenzaba a salir de esa coraza blindada que parecía rodearlo y no quería echar a perder ese esfuerzo intentando sobrepasar los límites que aún existían entre ambos, a pesar de que añorara hacerlo para decirle y mostrarle lo mucho que había llegado a amarlo.

    —Será mejor que me dé prisa y me prepare para ir al teatro con los demás a hacer el ensayo general —dijo ella al ver que se sumieron en un agudo mutismo.

    —Bien —murmuró Jake notando hasta ahora que había dejado la bandeja en la habitación—. Espera.

    Se adentró al cubículo un momento y casi al instante le entregó los respectivos trastes a la chica.

    —Entonces nos vemos a la hora de la cena, ¿de acuerdo?

    Sam le ofreció una última sonrisa y después de asentir, Jake regresó a la seguridad de su espacio, donde pudo darle rienda suelta a todas las meditaciones que habían cruzado por su cabeza en cuanto Sam mencionó a Brian. ¡Pero qué incordio de ser humano! Y lo sabía, tampoco tenía derecho de quejarse o insultarlo porque no era a él a quien fastidiaba, pero que fuera Sam el centro de sus molestos caprichos ya lo convertía en su problema también, y según él, no necesitaba el permiso de nadie para considerarlo así. Se hallaba muy inquieto a causa del rubio, pues de pronto no le pareció una completa irracionalidad imaginar que intentara algo que en verdad traspasara la línea de pesadez y lastimara de alguna forma a Sam. No confiaba ni un ápice en Brian, en nadie en realidad, pero sobre todo en él; cosa que Sam no hacía. A veces eso lo sacaba de quicio sobre ella; su ingenuidad, el hecho de que no desconfiara de la gente y si lo hacía, no era con la intensidad o paranoia suficiente.

    Suspiró profundamente yendo a sentarse a su lugar frente a la mesa de trabajo; simplemente le hacía falta ponerle los hilos a la marioneta que hacía para terminarla completamente después de lo que a él se le antojó una eternidad. Intentaría no darle demasiadas vueltas al asunto de que Brian continuaría buscando oportunidades para contactar a Sam o terminaría por desquiciarse. Sabía que Clark y Sasha raramente la dejaban sola, por lo que no debía rebanarse el cerebro imaginando malos escenarios, aunque una parte muy dentro de él no se vio consolada por ese hecho y un intranquilo presentimiento le surgió. En definitiva, era un paranoico a niveles extremos.

    Ay, Jake, tienes demasiados defectos xD Por ahora es todo. ¡Gracias por leer!
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Ay, qué lindo principio de capítulo. Me encantó esa comparación de Sam con una joya exótica, una gema que solo el mejor postor puede tener y aunque Jake no es un gemólogo experto, sí que sabe reconocer el valor de Sam y es precisamente por ello que considera que Brian no es el hombre para tenerla.

    Wiii, celos, eso sí que fue muy interesante leer. Los pensamientos del príncipe del invierno siguen siendo muy vulnerables, es decir, sigue esa batalla entre su mente y corazón, de ahí que caiga en conspiraciones contra él mismo xD sin embargo, ahí está, avanzando poco a poco el amor que ya siente por Sam, el mismo que lo llevó a nombrarla pro primera vez por su nombre, awww, qué grato fue leer esa parte también, de qué manera considera él el nombre de Sam y supe aquí por qué razón él jamás la había nombrado, algo así como que Jake no se sentía digno, por su caracter, mencionarlo.

    Pero... sí, existe un pero y este me parte el corazón, o cuando menos, me partió en ese momento el corazón al leerlo, el hecho de que ella lo haya nombrado: Matt. No, no y no, no acepto que lo llame así, porque Matt solo uno y Jake, solo uno también y aunque el último se llame también Matt, pues no, no me cabe en la mente que deba llamarlo por su segundo nombre, no cuando yo desde el principio lo conozco como Jake.

    Ay, Bore, linda, sé que Sam no quiere reemplazar a Matt, sé que ella se ha enamorado de Jake, que ama su personalidad, que lo acepta tal cual es, pero al llamarlo por su segundo nombre, siento como que sí lo reemplaza, esa impresión me da, pero yo no soy Sam... y si a ella le parece bien, pues bueno, qué se le hace xD

    Saludos, desde el nublado pueblo que te vio crecer xD También fue muy grato entrar a la página y ver que habías actualizado esta historia que me gusta mucho y wow, así que tendrá una tercera parte, ¿eh? pues seguro la seguiré también xD

    Aunque por el momento me despido. Abrazos. TAM
     
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    Shassel

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    *O* Oh, vaya, no imaginaba lo dulce que podría llegar a ser Jake, celoso y un poco paranoico pero muy adorable. XD
    :/ Siento que fue un poco corto, XD, creo que se debió a que no hubo muchos diálogos, pero bueno, siempre es divertido ver como la mente de Jake Matt juega con él de maneras tan graciosas. Creo que morí cuando quiso patearse a sí mismo.
    Al menos todo el esfuerzo que Sam dedicó para conseguir que Jake finalmente empiece a dejar su armadura a valido la pena. De ignorarla casi por completo, pasó a preocuparse por ella, en cierta medida necesitar su presencia e incluso sentir celos. :) Me preguntó que dirá Clark cuando se entere de lo ocurrido XD. O Sasha?? Wuaaa... Si Sasha vuelve a sembrar dudas en Sam creo que le tiraré un nokia. XD Sé que no estuvo bien que Sam le pidiera a Jake llamarlo Matt pero... buaaa, sigo sin saber que pensar del asunto.
    O.O Me quedé con la inquietud de que fue lo que intentó Brian? Aun no entiendo como es que ese hombre no se rinde, :/ , uno diría que tras el freno que le puso Jake se calmaría un poco pero tal parece que me equivoqué. Y ahora está a cargo del teatro, no, no, presiento más problemas para Sam, o Jake...

    :) En fin, una vez más, mil gracias por el lindo capítulo y por traernos a un Jake tan adorable. *O*
    Saludos y abrazos.
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    @Marina ¡Master, gracias por tu comentario! Me anima mucho ^u^ Sabes que lo aprecio mil. Eah, Jake es Jake y Matt en Matt, Sam lo sabe... creo xD No, sí lo sabe, pero la emoción le ganó, ¿qué quieres? Es humana, perdónala. Seh, Jake cae en conspiraciones contra el mismo y es celoso, jijiji. No te miento, es el personaje con quien más me identifico xD En verdad, gracias por tu poyo. Te amo *u*
    @Shassel Gracias por leer y comentar; me anima mucho =) Creo que sí fue debido a los diálogos, porque a mí no me pareció corto el capítulo cuando lo escribí xD Y bueno, ya ves que Jake poco a poco se va derritiendo ante Sam y también verás aquí que Brian no se da por vencido todavía. ¡Gracias por leer!

    A los demás que se pasan por esta historia, también se los agredezco muchísimo, es pensando en ustedes que esto no se estanca por taaaanto tiempo lol. Aquí el capítulo. ¡Disfruten!

    29

    El grupo se preparaba para partir al teatro de la ciudad y efectuar el ensayo general antes de su estreno el día siguiente. Dado que era simplemente para ajustarse a las dimensiones del escenario nuevo, no era un ensayo demasiado estricto, por lo que no hacía falta usar el vestuario y todos podían tomarse la ocasión con más relajación. Después de todo, el verdadero período de esfuerzo, prueba y presión venía cuando terminaban su ruta habitual, visitando todas las urbanizaciones establecidas en su plan de trabajo, y debían idear nuevos bailes y obras junto con las piezas de música que los acompañaría; por lo que era los mese después de eso en los que los ensayos tomaban especial importancia, pues de igual forma debían escoger nuevo vestuario y accesorios para todos. Los únicos que no sufrían en el aspecto estético eran los marionetistas, mas sí que debían crear nuevo títeres para el nuevo espectáculo, así como practicar intensamente; no como en esos ensayos en los que Jake no asistía y el señor Ford tampoco iba al no ver la necesidad, asegurando que alguien de su edad ya no estaba para ese tipo de jaleos innecesarios. Clark era el único que iba a ver a los demás practicar a pesar de que él mismo no hiciera nada; le gustaba apoyar moralmente a sus compañeros.

    Sam salió de la casona, dispuesta a subir también a uno de los autobuses. Usualmente siempre se sentaba con Sasha, pero esa ocasión su amiga le había dicho que una de sus compañeras actrices le había pedido que la acompañara desde ya varios días con antelación, dado que tenía algunas cosas que contarle. Sam entendía que pasara eso, pues la morena siempre pasaba mucho tiempo con ella y suponía que las que eran sus amigas desde antes de que ella arribara al teatro debían echarla de menos. Menos mal que a causa de eso no se había levantado alguna enemiga de entre el grupo actor; suficiente tenía con Glynn. Después de todo, no necesitaba que Sasha la acaparara todo el tiempo, pues comenzaba a adaptarse e integrarse muy bien a su propio grupo de danza, e incluso había conocido a grandes personas a quienes podía considerar sus amigos.

    Enfocó uno de los grandes vehículos y decidió subir a él, notando que no estaba del todo lleno, así que buscó un asiento de su agrado en el medio del transporte. La verdad no le gustaba estar en los extremos, ni en la parte delantera, ni en la trasera, sino que el medio le parecía perfecto. Con todo, para ganarse a Jake había tenido que acoplar y ajustar sus gustos a los de él, pareciéndole increíble lo mucho que alguien era capaz de hacer con tal satisfacer al ser amado. No obstante, valía la pena, pues su recompensa era estar con él, disfrutar su compañía; eso hacía meritorio el sacrificio. Tomó el lugar de la ventana con la intención de ir apreciando las calles en cuanto el bus comenzara a moverse, así que dirigió sus ojos al exterior, aunque no vio nada en realidad; simplemente dejó que su mente divagara por unos instantes, pensando en todo lo que había pasado en los últimos días. Todas esas atenciones de Jake para con su persona, sus graduales cambios, el hecho de que finalmente empezara a confiar en ella; todo eso la llenaba de una emoción tan inmensa que a veces simplemente no podía evitar sonreír de la nada, como aquella vez que sus labios se curvaron hacia arriba, en una genuina sonrisa de alegría.

    —Me alegra que estés de mejor humor.

    Una voz la interrumpió de sus meditaciones y al volverse a mirar a la persona, su expresión cambió radicalmente a una de ligero pánico. Brian la miraba en toda su altura, con su conquistadora y ladina sonrisa.

    —Imaginé que no te sentías muy bien hace rato —siguió diciendo él, tomándose la libertad de sentarse a su lado, sin dejar de mirarla—. Espero que ahora estés disponible para conversar un rato, ¿qué dices?

    Y le guiñó un ojo por demás seductor. Sam frunció el ceño, más que preocupada, fastidiada. ¿En verdad Brian no se rendiría? Ella pensaba que ya le había hecho suficientes desplantes como para que quedara claro que no quería nada que ver con él; mas él parecía por demás reacio a dejarla en paz. De allí que al finalizar la comida, se le acercara en plan acosador, y aunque había intentado excusarse e irse, Brian fue hábil reteniéndola un rato. De hecho, tal vez no se habría escabullido de él de no haber sido porque un compañero suyo lo necesitó, por lo que tuvo que dejarla. Ahora, en cambio, no tenía escapatoria alguna, pues él le bloqueaba la salida.

    —No creo que tengamos algo de qué hablar —dijo Sam sin mirarlo, retrocediendo en su asiento hacia la pared del camión, intentando fusionarse con ella al ver el hombre se le acercaba bastante, robándole su espacio personal.

    —¿Qué no? Yo pienso que sí —Brian la observó intensamente, incomodándola mucho a pesar de que rehuía ese azul mirar—. ¿Sabes? Desde que te integraste formalmente a los bailes y ya no practicamos juntos, he sentido un vacío muy grande, justo aquí —Se llevó una mano al pecho y Sam lo miró de reojo—. Llevo días preguntándome por qué, pero es tonto siquiera darle vueltas al asunto; es demasiado obvia la respuesta. ¿Adivinas?

    —Eh… C-creo… —Sam se interrumpió, sobresaltada, cuando el rubio tomó su mano entre la suya, ocasionando que un escalofrío recorriera su cuerpo.

    —La verdad es que te extraño mucho, Samara. Extraño pasar tiempo contigo, extraño practicar contigo, bailar contigo. Me siento vacío en el escenario sin ti a mi lado, como compañera, como mi querida pareja. Es algo diferente, nuevo; nunca me había sentido así.

    —M-mientes —alcanzó a articular ella, por demás contristada, intentando liberarse del agarre, pero Brian ejerció fuerza para que su suave palma se posara en la mejilla de él—. No…

    —¿Miento? ¿Qué ves en mi rostro que diga que lo hago? —inquirió él con seriedad, sin dejar de mirarla penetrantemente y con descaro.

    —Yo…

    Sam intentó liberar su mano otra vez, sin éxito; eso no estaba bien. Miró con sus ojos cargados de lágrimas retenidas el determinado rostro del rubio; definitivamente, esto no estaba nada bien. Su mano no debía estar tocando ese rostro, ella no debía estar sonrojándose en ese instante, su corazón no debía latir con fuerza por esas palabras. Brian era un mentiroso; siempre mentía con tal de obtener su objetivo y lo sabía, así que no debía caer en sus palabras, su juego, su engaño; ella no era como las demás. Abrió la boca con la intención de gritar, pero se le adelantaron.

    —¡Brian! ¡Brian!

    El rubio dibujó fugazmente una expresión de malhumor antes de soltar y alejarse de la turbada pelirroja, para después mirar al que había interrumpido tan esencial momento. Era Mark, quien se acercaba a él a paso apresurado y rostro preocupado. Brian se esforzó por sonreírle amablemente.

    —¿Qué pasa, Mark?

    —¡Ven rápido! Dos tipos se están peleando.

    —¿Peleando? —Brian alzó las cejas, extrañado—. ¿Dónde? ¿Por qué lo harían?

    —No lo sé, yo sólo los vi y vine a decírtelo. Se supone que papá te dejó a cargo, ¿no?

    —Iré a ver entonces —El hombre se volvió a mirar a Sam—. Espérame, volveré.

    Y con eso, se levantó y salió del camión detrás del niño. Sam quedó estática en su lugar por unos segundos, demasiado impactada como para hacer algo, aunque no tanto como para no pensar. Eso había sido sumamente peligroso. Sintió su rostro arder, su pulso acelerar y sus ojos escocer por el llanto que intentaba suprimir, mientras se regañaba mentalmente por mostrar tan siquiera un momento de debilidad a causa de lo que Brian le dijo. ¿Estaba mal? ¿Que ella fuera una joven de sentimientos nobles que gustara de ocasionales halagos estaba mal? ¿Era un error desear escuchar elogios por parte de alguien? Sin embargo, entendía que quizás esa clase de palabras cariñosas, amables y ese tipo de piropos no existieran en el vocabulario de Jake, que era la persona de quien más deseaba oírlos. De allí que sintiera ira contra sí misma por permitir que lo que le dijo el rubio la azorara de esa forma, pues Brian no lo decía en serio, sino que era una treta para ganarse su afecto; no debía olvidarlo, no debía caer en la tentación simplemente por sus propios anhelos.

    Salió de sus cavilaciones mirando a sus compañeros; tenía que salir de allí de inmediato. A pesar de que Brian le había dicho que lo esperara, ella no iba a exponerse a continuar siendo su sujeto de pruebas; simplemente no deseaba estar con el moderador de baile ni un solo instante, ya que siempre terminaba sintiéndose vilmente mofada. Por ello, se alzó de su asiento con presteza y se dirigió a la puerta para salir del autobús y montar otro, teniendo la idea de que ahora se sentaría con alguien más. No obstante, en cuanto llegó al primer escalón de los tres que servían para ascender o descender del camión, se detuvo en seco cuando un cuerpo bloqueó la puerta en totalidad. La pelirroja abrió los ojos, asombrada, perdiéndose en los verdes ojos que la miraban con un poco de ansiedad. ¿Qué hacía Jake allí? Abrió la boca con la intención de formular la pregunta, pero nada salió de ella. No comprendía. Jake nunca salía de casa el día del ensayo, pues no iba al mismo; tampoco salía para despedirse de nadie. ¿Por qué ahora se aparecía frente a ella? ¿Había ido a buscarla? ¿La necesitaba para algo; decirle algo? ¿Era tan importante que no podía esperar a que regresara? ¿En realidad la buscaba a ella?

    La confusión e intriga se plasmaron tan evidentemente en las facciones de Sam, que Jake pudo leer y casi que hasta escuchar cada una de sus mudas interrogantes. No, no necesitaba nada de ella, pero se mostró más preocupado de lo usual con lo que le había dicho en cuanto a Brian, así que su sexto sentido desconfiado y paranoico no lo había dejado tranquilo, haciéndolo pensar que el coqueto ese intentaría aprovechar ese día para acosarla, por lo que decidió ir a buscarla para estar seguro de que se encontraba bien y que el otro no había osado tocarla. De acuerdo, en realidad el término “buscar” no era el más acertado en esa situación, ya que él no había hecho el trabajo a fin de encontrarla, sino que simplemente trazó un plan contando con la ayuda de Mark, a quien le había dado órdenes de ir de camión en camión en busca de la pelirroja. Si ella se hallaba sola o con alguien que no fuera Brian, Mark se lo diría, pues así podría retirarse a trabajar tranquilo, pero si resultaba que Brian la acaparaba, entonces el niño tendría que alejarlo de ella mintiendo acerca de una pelea. A Jake aún le costaba creer que le saliera bien la jugada, pero bueno, hablaban de Brian; insistía que no era el ser más brillante.

    ¿Un plan sucio? Podía ser. ¿De cobardes? También. ¿Pero qué otra cosa esperaban que hiciera si él era un cobarde? Por eso optó no ir a buscar a Sam él mismo; porque le dio miedo encontrarse con un cuadro que lo molestara o en el peor de los casos, que lo hiriera. ¿Qué clase de escena? No lo sabía y no quería siquiera pesar en una o terminaría dañándose a sí mismo; no obstante, concluyó que había tomado la mejor decisión, pues al ver el rostro mortificado de Sam, supo que no había pasado un momento agradable con el rubio. Y así era, ya que la joven se sintió tan burlada y culpable por su anterior reacción ante lo dicho por el hombre de mirada azul, que al descubrir a Jake allí, no pudo seguir conteniendo las lágrimas, así que estas descendieron silenciosas por sus mejillas, preocupándolo en gran medida.

    Jake subió el primer peldaño, acerándose a ella, haciendo menor la altura entre ambos. Era la segunda vez que la veía llorar, pero en esa ocasión las cosas diferían. Estaba convencido de que en ese momento ella no lloraba de felicidad, y también estaba seguro de que él no era el causante de su llanto por estar allí; no, sino que el culpable tenía que ese sujeto sin escrúpulos. Jake frunció el ceño y apretó los puños, sintiendo una cólera que en su vida había imaginado experimentar, subía desde su estómago, revolviéndolo, hasta su garganta, cerrándola; e increíblemente también se sintió temblar de ira.

    —¿Te hizo algo? —preguntó entre dientes, con voz ronca y en tono muy bajo, demasiado forzada, pues ni hablar podía de la furia—. ¿Brian se atrevió a ponerte una mano encima, Sam?

    Una simple afirmación o un simple asentimiento de cabeza era lo que Jake necesitaba para ir en búsqueda de ese patán que comenzaba a odiar más que a todas las personas que lo habían tratado mal en el pasado y darle un buen escarmiento. Nuevamente, no era alguien se dejara llevar por sus impulsos y normalmente prefería no inmiscuirse en polémicas, de allí que se mantuviera alejado de todos; mas esas autoproclamadas leyes suyas se veían abolidas siempre que Sam estuviera envuelta. De allí que esperara la respuesta de la joven con más impaciencia de la que lo caracterizaba, ya que ella se lo diría, ¿verdad? Sam le contaría si Brian había intentado pasarse de listo, ¿cierto? ¿O no confiaba lo suficiente en él como para confesarle algo así? De pronto, la idea no le resultó nada prometedora, porque no creyó justo que otros si tuvieran su confianza y él no. Cuando notó que ella negaba con la cabeza, sintió como si le hubiesen dado una bofetada.

    —¿No te hizo nada? —inquirió Jake otra vez, dudándolo bastante y su son se volvió más seco—. ¿Entonces por qué lloras?

    Sam se limpió el rostro con las manos, por demás avergonzada de mostrar semejante acto de debilidad frente a Jake, pero no pudo controlarse; al verlo allí, una sensación reconfortante y de alivio la inundó. Se sentía tan bien con su mera presencia, que movía sus más sensibles emociones.

    —Lo siento mucho —se disculpó, intentando sonreír—. Sí que puede ponerse pesado, pero no hizo nada indecoroso, no te preocupes.

    Jake entrecerró los ojos, absolutamente nada contento con su réplica. Allí estaba otra vez esa actitud de extrema confianza que tanto le chocaba a él; de alguna manera tenía que enseñarle a esa ingenua que no podía tener en tan buena fe a todos. A pesar de eso, momentáneamente lo único que le importaba al pelinegro era mantenerla alejada de la mira de Brian, así que subió el segundo escalón, quedando mucho más cerca de Sam, casi pegando sus cuerpos, así que ella de pronto se turbó por la escasez de distancia entre ellos, incapaz de apartar sus ojos de los de él.

    —Vuelve a tu asiento —ordenó Jake cortantemente.

    —¿Eh?

    Sam lo miró por demás confundida y él cerró los ojos, respirando profundamente en un intento por calmarse. Era verdad, esa mujer era lenta como ella sola, por lo que debía aprender a repetirse a sí mismo a pesar de que no le gustara. Abrió sus verdes orbes una vez más para enfocarlos en ella.

    —Vuelve a tu asiento —repitió con voz pausada y lo más clara posible para que comprendiera.

    Sam parpadeó varias veces, extrañada de su petición; con todo, hizo caso y se adentró al camión nuevamente, con él detrás de ella, así que se sentó en el lugar que anteriormente había ocupado; Jake se sentó a su lado, lo que terminó por desencajarla por completo. ¿Iría al ensayo? Si no tenía ninguna clase de participación en él, ¿para qué hacerlo? A Jake no le gustaba desperdiciar el tiempo. Entonces, recordó lo que había pasado minutos antes en cuanto a todo el asunto con Brian, y la idea de que lo hiciera por ella, para garantizar que el moderador no se le acercara, hizo que su corazón saltara de alegría. Lo miró llena de ilusión, con sus ojos brillando a causa de la esperanza y del incontenible amor. Ciertamente, Jake no era propenso a elogiar ni decir palabras cariñosas, pero Sam decidió en aquel instante que no los necesitaba; después de todo, Jake podía tener detalles para con ella, detalles como ese, como el del día anterior, como el de su preciado colibrí. Se llevó una mano al prendedor, acariciándolo con ternura. Sí, ese tipo de cosas eran las que hacían de Jake el Jake Matthew Palmer que ella conocía y amaba, lo que valía más que todo el oro o todos los halagos y piropos del mundo, así que no necesitaba más, de nadie más.

    —¿Es tu nueva marioneta? —quiso saber ella, interesada, viendo que él sacaba la susodicha de una pequeña bolsa de tela que hasta ese minuto detalló.

    —Todavía le faltan los hilos para que esté terminada —dijo él a modo de afirmación.

    —Ya veo. Es un soldado. ¿Será el protagonista en la próxima obra?

    Jake se encogió de hombros. En realidad nunca hacía marionetas con la idea de que fueran los protagonistas de alguna obra futura ni nada; simplemente las forjaba por hacerlo, porque le gustaba crearlas, así como le gustaba darles vida en el escenario. De alguna manera, podría decirse que era como un muy arraigado vicio; al fin y al cabo, se vio obligado a acostumbrase a trabajar sin descanso. Eso sí, a cada una de sus obras les tenía un especial aprecio, ya que siempre terminaba entregándoles mucho de su tiempo y energías; en un sentido muy amplio, les daba su vida, por lo que debía quererlas. Jake posó fugazmente su mirada en el morral de Sam, aquel que nunca dejaba y en el que seguramente estaba la marioneta que le regalaron. Supondría que el afecto que le tenía ella a ese títere difería del que él mostraba por los suyos.

    A ella esa marioneta se la habían regalado, no la había hecho por sí misma, y de pronto se preguntó cuál tendría más valor; ¿algo fabricado desde cero por uno mismo, poniendo toda su capacidad, o algo mal hecho que fue obsequiado? Imaginaba que mucho tendría que ver quién era el que daba el presente; de repente, lo invadió la terrible curiosidad de saber quién había sido el que le dio aquella marioneta a Sam. ¿Un buen amigo, un familiar, un novio? No, lo último no, todo menos eso. Intentó convencerse a toda costa de que Sam nunca había tenido esa clase de relación porque, pues, llanamente no parecía esa clase de chicas; además de que no tendría sentido. Si fuera el caso de que la bailarina hubiese tenido algún novio, ¿por qué había decido dejarlo para entrar al teatro? ¿O por qué el sujeto habría optado por dejar ir a alguien como ella? Sólo un completo estúpido sería capaz de cometer semejante idiotez, así que definitivamente no, un novio no había sido. Eso recudía las opciones a un familiar o un amigo.

    Naturalmente como siempre le pasaba cuando estaba con ella, sus pensamientos y actitudes se volvieron contradictorios, ya que una parte de él deseó indagar un poco más en la vida de la pelirroja, conocerla mejor; no obstante, ¿qué derecho podía tener de hacerlo si no estaba a siquiera intercambiar información sobre su propio pasado? Sam ya había dejado de hacer preguntas demasiado personales ante su renuencia a contar nada, respetando su decisión y privacidad. ¿No debía hacer él lo mismo al no cuestionarla? Quería decir, Sam era mucho más abierta, así que si quería hablar de lo que fuese que no le resultara incómodo, lo haría, ¿no? Después de todo, todos tenían el derecho de decidir de qué hablar y qué no.

    Sam miraba con insistencia el pensativo rostro de Jake, quien no dejaba de mirar la marioneta en sus manos, y la chica se preguntó qué andaría rondando por esa misteriosa cabeza. La alegría en su pecho seguía presente en su pecho como un fuego ardiente y abrasador, deseando que durara así todo el trayecto, creyendo que sería así, pero se equivocó, pues de pronto, dejando de contemplar el pelinegro, detallando al fin su alrededor, posó su visión en la persona que justamente en ese instante se plantaba a un lado de ellos. La expresión de tranquila regocijo en el bronceado rostro de la joven se transformó en una de ansiedad y alarma al ver al hombre, quien los miraba con claro descontento.

    —¡Brian! —exclamó Sam por demás nerviosa.

    Al oírla, Jake salió de su propio ensimismamiento y miró al recién llegado.

    Jake, eres un maestro para el autoengaño xD Por ahora es todo. ¡Gracias por leer!
     
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  15.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

    Géminis
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    Puras emociones con estos capítulos. En serio, el primero con el que grité fue con que Jake se llama Matt!! y luego cuando se puso celoso y este último me dejó con cara de O.O va a correr sangre.
    Lo que me ha gustado desde el inicio es como cuentas la historia, con mucha naturalidad y con cada capítulo me encariño más con los personajes. Haz hecho un gran trabajo.
    Y ahora si que me ausenté por un largo tiempo, pero tarde o temprano vuelvo a leer este increíble fic. ¡Sígueme invitando!
     
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  16.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Ay, no. Pobre Sam con Brian, digo, casi la hace llorar. No sé, pero yo creo que sí siente la presión del casanova y es que de seguro él está presionando demasiado puesto que no ha podido conseguir nada de Sam, aśi que me alegra mucho que tenga de su parte a Jake, aunque le a costado mucho tener ahí, donde debe estar xD

    Un plan magistralmente urdido para alejar a Brian de Sam y jajaja, me encantó que Mark fuera utilizado por Jake para eso, así se ve que de veras ese pequeño admira y quiere mucho al señor del invierno, aunque ya parece solo en apariencia en cuanto a Sam se refiere, porque imaginarlo arder ahí, frente a la joven en la puerta del camión, oh, qué lindo y esa ansia de querer saber qué le hizo el rubio cuando la notó así, tan perturbada xD qué lindura, pero ahora a vuelto Brian y... ¿qué va a suceder? ¿Se liarán esta vez a los golpes? ¿habrá sangre? Si la hay que sea solo del molesto casanova, jiji, okey, no, por alguna razón me cae bien Brian y bueno, pues, le está haciendo su luchita con Sam, quien quita y ahora sí ha encontrado al amor de su vida para que le quite lo coqueto y lo convierta en un fiel hombre... mmm, se vale soñar, ¿no? Nah, espero que ese rubio coscolino le corresponda un día a Glyn... ¿cómo es que se llama esa chica? Ay, creo que olvidé su nombre, perdón xD

    Bien, es todo por el momento, me despido, pero volveré cuando publiques el que sigue. Nos vemos, TAM
     
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  17.  
    Andrea T

    Andrea T Iniciado

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    Hola! :3 acabo de terminar de leer tu historia, la verdad me encanto demasiado .3. Jejjeje bueno no se si te acuerdes de mi XD de mi otra cuenta, andreAa creo que era jejjejej, ya había leído antes desde hace uhhhhh pero aun así me acorde que aun existía tu obra y al no recordar mi contraseña hice esta nueva cuenta :3
    Aun así tu historia ME ENCANTA!!!! de lo que recuerdo la ultima vez deje de leer cuanto hice mi ultimo comentario por mi otra cuenta y la verdad nunca pensé que tantas cosas lindas como tristes pasaran :3 ( a pesar de que lo haya leído dos veces lloré en la muerte de matt :c)
    Me da gusto saber que aun sigues publicando por aquí, y por favor me podrias dar el nombre de una tus obras que me dijiste que leyera, una que estabas empezando a crear con otros dos usuarios mas, te lo agradeceria mucho :3 ,espero con ansías tu siguiente capítulo, hoy llegando del colegio fui directamente a leer tus últimos capítulos así que decidí comentar. :3 ah y por haber dejado de estar por aquí te dedico un poema que invente (ahora invento poemas, no historias :3 pero haré una historia con poemas cuando tenga tiempo) sin mas:

    Prometo cosas sin cumplir
    Hago caso de lo que no debí
    De unas me arrepentí
    Pero por otras lo agradecí


    Agradecí mucho
    Haber encontrado
    Este libro tuyo
    Que aunque no leía
    El tuyo me daba alegría

    Y se que comente un día
    Que me divertí con tu escritura
    Que admiraba tu obra
    Que no me importaba otra

    Pero un día hubo lejanía
    Yo deje de buscar lo que leía
    Hoy eh vuelto a hallar
    Otra parte de mi alegría


    Espero que te guste n_n cuidate, hasta luego :3
    pd: es un poema corto ;( usualmente los hago de 8 estrofas
     
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  18.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    @Sheccid ¡Gracias por leer y dejarme tu maravilloso comentario! No te preocupes, yo entiendo que a veces nos tengamos que ausentar, pero te agradezco que hagas siempre un poco de tiempo para leer. Jejeje, me alegra que te sigue gustándote la historia a pesar de que vaya a su ritmo. Y por supuesto que siempre serás bienvenida a este fin ^u^ ¡Gracias por tu apoyo!
    @Marina ¡Master, gracias por tu incondicional presencia en esta obra! Sabes lo mucho que la quiero. ¿Te cae bien Brian? xD A mí no, es rubio ¬¬ Aunque supongo que sí tiene algo de carisma, jejeje. ¿Querrías golpes? o.o A mí no se me dan, la verdad y quizás te decepcione, pero allí dices, jejeje. Quién sabe si se le quite lo coscolino al rubio, hay hombres que son muy así, que las quiere a todas o a ninguna. Espero que te guste el capi y recuerda que TAM *o*
    @Nami-chan ¡Tocaya, qué gusto me dio saber de ti, no sabes! O quizás sí por lo que dejé en tu perfil xD El caso es que mi corazoncito palpitó de alegría al leer tu comentario y más al leer tu poesía, ¡me súper encantó! Fue un gesto muy tierno de tu parte y lo atesoraré siempre. Y yo sé que ha pasado un tiempo, pero como dije, por más que tarde meses en actualizar esto, no lo abandonaré nunca n.n ¡Gracias por leer, acordarte de mí y dejame tus lindas palabras! Lo aprecio mucho.

    A los demás que pasan a leer también les agradezco infinitamente, me anima a seguir, valen oro. Y ahora, después de un rato de inactividad, aquí el próximo capítulo que espero sea de su agrado. ¡Disfruten!

    30

    La guerra de gemas que hubo entre zafiros y esmeraldas fue tan palpable e intensa por la frialdad y el reto en la mirada que ambos participantes se lanzaban, que el ambiente se tensó de forma increíble; incomodando mucho a Sam, quien de pronto no atinó a hacer más que quedarse estática y tragar duro, sofocada por la densidad que despedían ambos varones, quienes parecían matarse con la mirada. Incluso algunos de los compañeros que los rodeaban prestaron atención a la escena, leyendo el amenazante entorno. Sin embargo, haciendo gala de su carisma, Brian se forzó por sonreírle a Jake, quien no se molestó en ocultar el disgusto que le causaba la presencia del rubio.

    —Vaya, parece que aquí hay un pequeño malentendido —dijo Brian como quien no quiere la cosa—. Lo siento, pero resulta que ese lugar es mío.

    —¿Dónde tiene tu nombre que lo certifique? —cuestionó Jake con mordacidad, importándole poco ser grosero.

    —No lo tiene —respondió Brian con acidez—. Pero yo lo estaba ocupando antes de que llegaras y…

    —El que se fue a la villa —lo interrumpió el pelinegro, volviendo su rostro a un lado, ya sin dignarse a ver al otro.

    —Requerían mi presencia y por eso tuve que irme un momento —se defendió el moderador—. Por si no lo sabías, estoy a cargo del teatro en lo que el patrón no está, por lo que debo mantener el orden y fui referido de una pelea que…

    Brian se silenció al unir piezas. ¿Desde cuándo el rey del invierno iba a los ensayos? Que él supiera nunca antes lo había hecho. Además, lo de la pelea no había sido verdad, sino que Mark lo había inventado todo, ¿pero lo hizo por su cuenta? ¿No sería más bien que le dijeron que le mintiera? ¿Y no era el chiquillo muy amigo de Jake? Sí que lo era, lo que sólo significaba que todo había sido planeado por el marionetista. Una risa incrédula y divertida lo asaltó sin poder contenerla.

    —¿Fuiste tú? —interrogó a Jake, quien no respondió, así que Brian volvió a reír con autosuficiencia—. ¿Es en serio? ¿Usar un truco tan bajo y usar a un niño para alejarme de Samara? ¿No tuviste ni el coraje suficiente de enfrentarme en persona que tuviste que recurrir a engaños? Más que el rey del invierno creo que eres el rey de los…

    El hombre de azul mirar volvió a callarse cuando Jake le mostró el títere de soldado que tenía en su mano, casi que estampándoselo en la cara, extrañándolo.

    —Habla con la marioneta. Tal vez a ella le interese escucharte —comentó el ojiverde con el tono más helado del que disponía.

    —¿Oh? —Brian sonrió burlón—. ¿Sigues escondiéndote detrás de algo? Estás actuando como un crío…

    —¿Más crío que alguien que reclama un lugar que no le pertenece? Seguro que sí —volvió a cortarlo Jake con sarcasmo.

    Brian rechinó los dientes al escuchar los murmullos que se levantaron de los presentes que estaban pendientes del cuadro que montaban, y es que allí le daban un punto a Jake. ¿Cómo osaba desafiarlo enfrente de los demás y encima hacerle quedar como un infantil? Intentó serenarse al tiempo que volvía a mostrar una sonrisa forzada y hablaba:

    —Verás, Jack —Sí, dijo mal su nombre a propósito—, el problema es que Samara y yo estábamos en una conversación importante y tú la has interrumpido.

    —¿Hm? —Jake miró a Sam fugazmente, la que se tensó de inmediato; luego, redirigió su atención al de celestes orbes—. Que ella decida entonces.

    Los dos posaron su visión en la pelirroja, quien enrojeció sintiéndose turbada. ¿Qué había hecho ella para merecer estar en medio de aquello? ¿Decidir sobre qué? Detalló que no sólo los hombres la miraban, sino que otros de sus compañeros también lo hacían, atentos, así que sintió empequeñecer todavía más.

    —Sam —La voz de Jake la hizo concentrarse en él—. ¿Quieres que me vaya para que sigas hablando con ése?

    Jake movió la cabeza señalando a Brian, sin perder contacto visual con ella. Sam miró al rubio unos segundos, notando un brillo en sus ojos; uno de expectación y ansiedad. Miró al pelinegro otra vez, descubriendo que los ojos de él brillaban con su habitual frialdad, pero aun así, la joven pudo distinguir ese otro destello que últimamente le daba más encanto a la mirada de él y que la hacía sentir más que especial, porque de alguna manera sabía que ese resplandor era únicamente para ella. Y no hubo nada más que pensar, sino que negó con la cabeza llena de seguridad, indicando que prefería la compañía del marionetista antes que la del bailarín; siempre la preferiría sobre la de cualquiera. Al momento, Jake sintió una especie de explosión interior, de contento y orgullo, una sensación que abrigó su pecho con un calor tan despiadado que se sintió arder en totalidad.

    —Allí lo tienes —se dirigió a Brian, intentando que la sonrisilla boba y el tono arrogante no fueran tan evidentes—. Ahora puedes dejarnos tranquilos.

    Brian gruñó por lo bajo en clara disconformidad al verse rechazado nuevamente por la misma chica, ante los ojos de algunos curiosos y lo peor a su parecer, derrotado por un completo inadaptado social. ¿Cómo era posible que cualquier persona, sobre todo una mujer, se rehusara a él para estar con alguien como Jake? Comenzaba a pensar que la pelirroja tenía pésimos gustos. A pesar de eso, en aquel instante no tenía otra opción que retirarse de allí, sabiendo que no haría más que el ridículo si continuaba esa batalla que no estaba llevándolo a ningún lado que no fuera la degradación de la imagen que se había erigido ante todos. Por ello, sin soltar una palabra más, regalándole una última mirada de disgusto a Jake y refunfuñando mil cosas, el rubio se bajó del camión, herido en su amor propio. En cuanto Brian se fue, la presión en el ambiente se aligeró asombrosamente.

    Jake cerró los ojos con fuerza, restregándoselos con la mano. ¡Ese Brian era un pesado! Y no sólo eso, sino que un boquiflojo completo. Y Jake no puedo comprender de dónde diablos había obtenido el autocontrol suficiente como para no echársele encima por haberle insinuado tan claramente que era un cobarde. Aunque pensándolo bien, quizás se dominó porque la pura verdad era que sí era un cobarde. De cualquier forma, que ese rubio coscolino y pretencioso se lo hubiese dicho no le había gustado ni un soberano cacahuate, por lo que se alegraba de que se hubiese marchado sin necesidad de pasar a otras medidas. Ahora sólo esperaba que la indirecta bien dirigida le entrara por esa cabeza suya y le quedara claro que era mejor no seguir metiéndose con Sam, porque ya tenía a alguien que la defendiera.

    Suspiró cansino, en sincronía con la chica a su lado, por lo que la miró al tiempo que ella también lo hacía al notar la coincidencia y velozmente se llevaba una mano a la boca, antes de que a la milésima de segundo siguiente, una risa desbordante y divertida la asaltara. Jake alzó una ceja entre confundido y avergonzado, esperando que no estuviera burlándose de él al enterarse de sus tretas, y temiendo lo último, se movió en su asiento un poco sobre su eje para darle la espalda a la chica, no queriendo mostrar el notorio sonrojo que casi juró iba a calcinarle el rostro.

    —Lo siento, lo siento de verdad —se disculpó ella haciendo un supremo esfuerzo por detener la risa—. Es… Es sólo que me ha sorprendido mucho. Lo que hiciste, quiero decir.

    ¿Entonces sí se burlaba de él?, se preguntó Jake con agobio y mayor bochorno, pegándose al respaldo del asiento lo más que las leyes de la física le permitieron, esperando de alguna forma ser capaz de romperlas y fundirse con él para desaparecer del mundo y los imprudentes ojos de Sam que sintió perforaban su nuca sin piedad. ¿Qué se suponía que hacía allí en primer lugar? ¿Alguien se lo podía recordar? Él ya lo había olvidado de plano.

    —A lo que me refiero es que… —Sam continuó su explicación con voz apacible y suave, haciendo una breve pausa para aclarar sus pensamientos—. Es que ha sido un gesto muy lindo, defenderme de Brian o incluso idear algo para sacármelo de encima —Sam volvió a reír al imaginarlo—. Te lo agradezco mucho, Matt.

    Y Sam lo decía de corazón, porque aunque muchas veces la habían defendido antes, e incluso el propio Jake lo había hecho el día anterior, esta vez había estado tan preocupado por ella que hasta había llegado al grado de alejar al rubio de su persona con ayuda de Mark. No sabía qué tanta verdad había en eso ya que Jake ni lo afirmó ni lo negó; no obstante, parte de ella quería que fuese cierto, porque le parecía muy tierno, porque entonces significaría que Jake había estado más pendiente de su bienestar de lo que habría imaginado y eso la hacía extremadamente feliz. Y por supuesto, siendo su personalidad como era, de alguna manera tenía que manifestar esa alegría, por lo que no puedo refrenar su mano cuando prácticamente de manera involuntaria se dirigió a la de Jake, la que estaba libre, apoyada casualmente en su muslo, tomándola y apretándola con cariño, como aquella vez en su debut como bailarina oficial.

    Y de igual forma, como en esa ocasión, Jake se tensó completamente, sintiendo que un escalofrío lo recorría de pies a cabeza. Dejó su posición para virar hacia donde Sam, aunque posó su verdoso mirar en las manos en lugar de mirarla a ella directamente o podría perder la noción de su alrededor como bien recordaba había pasado ese día también. Dado que su expresión se antojó más bien impertérrita a pesar de la innumerable cantidad de sentimientos que fulguraron en su interior y no apartó su seria vista de las manos, Sam se alarmó. ¿Cómo podía ser tan atrevida? Por lo que sabía, Jake no estaba acostumbrado al contacto físico y allí estaba ella, sujetando su extremidad como si nada; seguro estaba incomodándolo.

    —Lo lamento, no quise molestarte —se disculpó nerviosa, dispuesta a retirar su mano.

    Sin embargo, en cuanto la alejó un poco y Jake percibió la frialdad en el dorso por la ausencia de la calidez de la mano de la pelirroja, rápidamente se apresuró a sujetarla de nuevo, en un acto reflejo que ni él mismo asimiló del todo, pasmando a los dos en desmedida. Se miraron por demás estupefactos, con los ojos bien abiertos, en tanto el carmín adornaba sus teces y sus corazones bombeaban como si fuera la última vez. Eso sí, no pudieron sostenerse mucho tiempo la mirada, así que ella la bajó, aturdida hasta donde no se podía, mientras él se escudaba bajo la marioneta que había estado todo el tiempo en su otra mano, ocultando su enrojecido rostro, pensando que estar experimentando semejante azoramiento no podía ser normal. En definitiva, estar con Sam evitaba que pensara claramente y eso era malo para él, muy, muy malo. A pesar de todo, Jake no la soltó, sino que suspirando profundamente para calmarse, volvió su rostro al lado contrario de la joven y expuso con el tono de voz más neutro que encontró teniendo en cuanta la situación:

    —No me molesta. ¿A ti?

    Sam levantó la mirada, sorprendida por su respuesta y otra vez percibió que la flor de felicidad crecía unos centímetros más, creyendo que si seguía así, su pecho sería incapaz de contenerla. Una sincera sonrisa de dicha adornó sus labios al tiempo que negaba con la cabeza y aseguraba:

    —No me molesta.

    Y para demostrárselo, movió su mano bajo el agarre del pelinegro, lo más sutil y amablemente posible para que él no creyera que lo rechazaba, consiguiendo entrelazar sus dedos con los masculinos, dándoles otro cariñoso apretón. Jake sintió un grueso y cruel nudo en la garganta, uno peor en el pecho que le robó el aliento y otro en el estómago que lo revolvió en centenas de emociones que lo atontaron. ¿Pero se libreó del agarre? No, ni en ese momento ni en los minutos subsiguientes ni en todo lo que duró el trayecto hacia el teatro. No fue hasta que arribaron al edificio que tuvo que dejarla ir para que bajara del camión junto a los demás. Él también bajó, aunque no tenía ni la más remota idea de qué iba a hacer en lo que los demás ensayaban, por lo que quizás fuera mejor quedarse en el camión a esperar. El pensamiento se fue por el drenaje al recordar al moderador de baile, así que al final entró al teatro también, manteniendo a Sam bajo su campo de visión, ya que no era especial amante de las sorpresas y prefería no arriesgarse a nada en el caso de que Brian intentara hacer de las suyas si la perdía de vista un instante.

    Vio cómo todos los bailarines se acomodaban para ensayar tomando su posición detrás del escenario, pues practicarían los tres bailes uno tras otro y luego le darían la oportunidad a los de la obra. Jake se quedó mirando a los danzantes, o más específicamente hablando, observaba a la pelirroja tranquilamente hasta que alguien lo sorprendió por detrás, rodeando su cuello con un brazo en un agarre un poco brusco pero afectivo.

    —¡Hey, Jake, qué sorpresa! —lo saludo Clark tan eufórico como siempre, soltándolo ante el forcejeo que hizo—. ¿Por qué no me dijiste que venías? Yo que tanto te ruego para que vengas y resulta que tomas la iniciativa por tu cuenta; no hay quien te entienda, muchacho. En verdad me has tomado desprevenido, de saberlo antes habría traído las marionetas para ensayar un poco también.

    —No vine a ensayar —replicó el joven, cruzándose de brazos.

    —¿No? ¿Entonces?

    Jake se encogió de hombros y Clark arqueó ambas cejas antes de enfocar su atención al mismo punto que miraba su acompañante con tanto interés; sonrió con picardía.

    —¡Ah, pillín! Vienes a ver a Sam, ¿eh? Debí suponerlo.

    El hombre rio, juguetón a más no poder en tanto Jake se limitaba a permanecer en silencio, dejando que un ligero rubor cubriera sus mejillas al saber que no podía negarle eso a Clark porque era evidente que no estaba allí por otra cosa. La cuestión era que sí había algo más a fondo, pero no quería contárselo al otro; no con tanta gente alrededor al menos. Jake era extremadamente precavido y confidencial, así que al final contestó:

    —Ven esta noche a mi habitación y te lo explicaré.

    —Sus deseos son órdenes, su majestad —aceptó el mayor, alegre, haciendo una divertida reverencia—. Pero mientras tanto y si se me permite un consejo: sugiero que veas a tu Julieta como espectador, desde los asientos designados al público. Es mucho más espectacular desde allí, créeme; además, la primera fila está libre, por lo que es toda tuya si la quieres.

    Y con eso, después de guiñarle un ojo en señal de confianza, Clark le palmeó la espalda y se alejó de él, tal vez yendo a tomar un lugar frente al escenario. Jake lo pensó, pues por irónico que sonara, la verdad era que nunca antes había visto los bailes y la obra que ofrecía su trabajo como uno más del público. ¿Qué tan diferente podría verse todo desde allí que desde detrás de escena? Decidió intentarlo, invadido por esa curiosidad que los últimos meses había estado tan presente en él, descubriendo que, efectivamente, Clark estaba apreciando la práctica desde un asiento y aunque no estaba en la primera fila, sí estaba bastante cerca, por lo que se sentó a su lado.

    Descubrió con fascinación que las cosas sí que podían verse mejor desde un ángulo diferente; podían verse más completas, más plenas, más hermosas, justo como a él se le antojó que lució Sam, y de un segundo a otro, le entraron unas inexplicables ganas de verla danzar así, manteniéndose él donde se hallaba, pero ella exhibiendo el vestuario apropiado que no hacía más que realzar magníficamente su belleza natural. Y de igual forma, le pareció increíble que algo que ya había visto tantas veces pudiera maravillarlo con tan simple variación. Era absurdo, iba en contra de todo lo que una vez creyó o se obligó a sí mismo a creer, y tuvo que admitir que probablemente jamás llegaría a aburrirse de ver a su ninfa del otoño efectuando su danza; porque Sam merecía ser admirada no sólo una vez ni dos, ni siquiera miles, sino una vida completa.

    Y más atónito quedó al enterarse por experiencia propia que este nuevo descubrimiento podía aplicarse a otras cosas cuando, al finalizar las prácticas de los bailes, llegó el turno de los actores y Sam, divisándolo, se acercó a él para tomar asiento a su lado y poder mirar la obra actuada juntos, en tanto la joven comentaba de vez en vez lo que le parecía la historia. Jake también disfrutó eso como nunca antes había gozado una representación de esa clase y a pesar de que éstas no estuvieran dentro de sus principales pasatiempos. Con todo, también tuvo que aceptar que aquellas reformas en sus gustos, actitudes e ideales eran obra de Sam, porque con ella a su lado hasta lo más simple, burdo o poco interesante cobraba brillo, tomaba color, adquiría significado; cosas que anteriormente eran desconocidas para él y que quizás, no resultaran tan mal conocerlas ahora.

    Y todas aquellas revelaciones asentaron un sentimiento de inaudita calma dentro de Jake, la que le duró durante todo el resto del día, no terminando ni cuando el ensayo terminó y se dispusieron a volver a casa. Aun cuando después de comer, Clark fue a verlo y le contó lo de Brian, pidiéndole que mantuviera vigilada a Sam siempre que pudiera, esa serenidad en su interior no se vio obstruida, sino que continúo y gracias a ella, esa noche logró conciliar un muy placentero sueño, como el que hacía varias noches no tenía, llegando a la conclusión de que la presencia de la pelirroja en su vida podría ser, después de todo, uno de los raros cambios para bien que había tenido a lo largo de su existencia.

    Se le está rompiendo la coraza a Jake xD Por ahora es todo. Gracias por leer.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Oh, pero qué capítulo tan más lindo. No, pues si no hace falta llegar a los golpes para que se arregle la situación. Me encantó como manejaste este encuentro entre el rubio y Jake y sonreí bastante por el intercambio de palabras que tuvieron. Brian realmente no sabe con quién se mete, aun si Jake pensó por un instante que era un cobarde, lo que creo que no lo es, sino más bien un gran estratega, jajaja y cuando Brian lo llamó "Jack", jiji, él tan inmutable, por un momento creí que ahí sí saldría su temperamento salvaje xD

    Después, como es que terminaron tomados de la mano... me trajo esos gratos recuerdos cuando esos noviazgos de antes eran así de sanos, bonitos, limpios, respetuosos, honorables. ¿Ya te lo dije? Esta historia es muy hermosa. La manera en que está redactada, esa prosa poética, hermosa, llena de sentimiento, sin duda, una de tus mejores obras por el simple hecho de que tiene una magnífica narración.

    En este capítulo, por ejemplo:

    Siempre es un placer encontrar en tu narración símiles tan bellos y agradezco que sigas con la historia, porque aunque parece avanzar a su ritmo, no deja de ser encantadora e interesante y no, jamás se cansa o aburre uno de leer. Y bien, me despido diciéndote que estoy feliz por Jake, porque finalmente ha dejado su cubículo y ha ampliado su horizonte asistiendo a los ensayos y mucho más el hecho de que reconozca que la presencia de Sam en su vida es un raro, pero gran cambio en su existencia.

    Nos vemos en el que sigue. TQM
     
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    Sheccid

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    Sheccid desapariciones locas reportándose XD
    Ah que el Brian, en verdad me cae mal ese tipo, de por si son muy contados los rubios que me caen bien. En cambio estoy que me derrito por Jake, es tan tierno en el fondo, creo que se está volviendo de mis personajes masculinos favoritos. Sep, definitivamente la coraza desaparece (ya hasta tomándose de las manos los muy pilluelos) y ya hasta defiende a Sam (so moe :3)
    No hay faltas de ortografía y las comas y signos de interrogación están en su sitio.
    ¿Qué haces para que me emocione tanto como si leyera mis libros romanticones? En serio, es excelente historia, de las mejores de amor que me he leído hasta entonces.
    Avisame del próximo capi ¿si?
     
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