Verano e Invierno

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Borealis Spiral, 20 Marzo 2013.

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    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
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    :'(
    pobre Sam... en serio... me da mucha pena por lo que tuvo que pasar, ese tipo de traumas bien pueden ser superados, o inmortalizados. Espero que pueda recuperarse, y recuerde la promesa que se hicieron con Matt, una manera de mantener vivo el recuerdo será esa... seguir adelante cumpliendo lo que ellos habian soñado hacer :'(
     
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    Borealis Spiral

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    Verano e Invierno
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
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    47
     
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    Love Temari correcto, la pregunta clave es, ¿qué hará Sam con su vida? Gracias por tu comentario, me anima mucho.

    Bruno EVF ¡Gracias de nuevo, por tu comentario tan bien estructurado! Insisto, me has dejado con la boca abierta con tu análisis.

    Milmel ¿Eres adivina? XDD Hm, a ti te dedico este capítulo. Ya no sufras tanto, amiga.

    A ustedes:

    14

    Y el día siguiente llegó lleno de tensión. Pass no sabía cómo sentirse con respecto a lo de John; estaba nerviosa y tenía miedo. Por lo que sí se hallaba profundamente feliz, era por el hecho de que Sam parecía un poco mejor. Había comido más que otros días, se había levantado muy temprano para darse una ducha, la que no tomaba desde el incidente y había permanecido al lado de ellos toda la mañana; no obstante, eso preocupaba a Pass de alguna manera. ¿Estaba así de animosa porque John moriría? ¿La hacía feliz saber eso? No eran pensamientos lindos, mas dada la actitud de Sam, parecía que así era. También se inquietaba por Logan, pues demostraba estar contento con todo; de alguna forma, parecía ser que ella era la única que difería en sus sentimientos de alegría. ¿Era ella la que estaba mal?

    Se dirigieron al establo en cuanto se acercó la hora del juicio, donde estaban los caballos de cada quien. Un poco de brillo regresó a los ojos de Sam al ver a Wild, quien también parecía contento, pues se movió inquieto; se acercó a él y lo tocó.

    Wild —susurró acariciando su crin con dulzura—. Wild, te he echado tanto de menos —Lo abrazó por el cuello en tanto volvía a llorar—. Lo siento, te he descuidado mucho; he sido egoísta con todos... Lo siento.

    Y duró unos instantes llorando nuevamente, pensando en todos los problemas que le ocasionaba a su familia; sólo había pensado en ella y su dolor, no pensaba en el dolor que sus acciones le provocaban a Logan y Pass. Lo peor de todo era que lo sabía y aun así se le hacía muy difícil regresar a la chica que era antes. Cuando la pelirroja se encontró un poco mejor, montó en Wild y salió del establo, donde ya la esperaban sus hermanos, quienes al ver que lloraba otra vez, la dejaron sola un momento, sin apresurarla; en situaciones así, el llanto era la mejor forma de desahogarse. Finalmente, se encaminaron al pueblo.

    Al llegar, se dirigieron a la zona de ejecución, que era un baldío con paredes levantadas, sin techo y que estaba detrás de la oficina del sheriff. Como era de esperarse, gran cantidad de personas estaban congregadas allí; las noticias volaban rápido y más si involucraban a personas tan ilustres como lo era John Glover. Los verdugos ya estaban listos, así como los delincuentes; sería un fusilamiento, por lo que John y compañía se hallaban con los ojos vendados, con las manos atadas detrás de la espalda y formados uno al lado del otro, metros adelante de Dan, su padre y el otro oficial, quienes vigilaban cada cual a su víctima, teniendo en sus manos rifles cargados. Cuando las familias de los implicados estuvieron presentes y las exactas doce del día llegaron, la muchedumbre completa dejó los murmullos. Dan dio un paso adelante y habló con voz potente.

    —¡Atención! Fusilamiento número cincuenta y cinco. John Glover, Ronald Griff y Thomas Baker, acusados y, con pruebas suficientes, declarados culpables del asesinato de Zack y Margaret Glover, así como del joven Matthew Dylan Black ¿Su última voluntad?

    —Cuiden bien de mi familia —dijo uno de ellos, con voz tremendamente triste.

    —No morir —dijo el otro, con sorna—. Aunque supongo que no se podrá cumplir, ¿eh? Así que sólo diré que lamento haber conocido a John.

    —Oh, cállate, imbécil —Fueron las frías palabras del nombrado y después de eso, no dijo nada, por lo que Dan concluyó que no tenía un último deseo.

    —Bien, en ese caso, ¡preparen! —Él y los otros dos, sujetaron bien las armas—. ¡Apunten! —Lo hicieron—. ¡Fuego!

    Los gatillos fueron apretados y tres vidas dejaron de existir ese día. El silencio no pudo ni durar un segundo antes de que un plañido de dolor se dejara oír; era una mujer, quizás la esposa de uno de ellos. Poco a poco, más gemidos agonizantes de amigos y familiares, se apoderaron del entorno; cosa que con los Glover no sucedía. Logan no cabía en sí de alegría de que alguien tan horrible y desagradable como John muriera. No podía perdonarlo, ni siquiera lo intentaba; lo odiaba porque lo había usado a su antojo, con engaños y falsos tratos bondadosos, mientras maquinaba un siniestro plan y hacía sufrir a sus hermanas. Por el contrario, Pass, a pesar de que no estaba realmente triste, una emoción de lástima la embargó; sintió lástima por su tío. Esforzarse tanto, caer tan bajo, y finalmente fracasar por algo tan banal y fugaz comolo era una herencia, era ciertamente lamentable.

    Sam, sin embargo, simplemente no podía sentir absolutamente nada, no estaba enojada, no estaba feliz, ni triste; tan sólo no sentía nada. Creyó que al ver morir a quien le habría infrigido tanto daño, su dolor se iría, pero no había sido así, ni un ápice de felicidad surgió de su corazón y el padecer en su interior no menguó en absoluto; mas tampoco se sentía compasiva, ni siquiera creía estar satisfecha. John había matado a Matt y a sus padres; luego, le habían arrebatado la vida a él. ¿Era justo? Quizás ante la ley del pueblo lo era, pero para ella no era más que la salvación de una tortura que John debió padecer. Eso era, debió sufrir el resto de su vida, tal como ella lo haría... ¿Pero eso le garantizaba a sí misma que estaría mejor? No, por lo que tampoco valía la pena; al final terminaría asqueándose de algo así. Lo mejor era dejar las cosas como estaban.

    —¿Están bien, chicos? —Robert se acercó a ellos, con expresión preocupada.

    —Sí, no te preocupes. Mejor que nunca —le respondió Logan, en su voz un tono de sequedad.

    —¿Seguro? ¿Pass? —Robert la miró al ver que su mente parecía extraviada; sabía que ella y Sam podían ser muy sensibles en esa clase de situaciones.

    —Lo estaré, no te preocupes —concedió la castaña.

    —Hm —El joven dudó un poco, frunciendo la boca, para después mirar a la menor de la familia—. Sam, ¿tú estás bien?

    —Quisiera estarlo —murmuró con aflicción y son quedo.

    —Mamá hizo bastante comida, ¿por qué no vienen? —Los invitó, cordial—. Dicen que las penas con pan son buenas.

    —No quisiéramos molestarlos —dijo Pass, un poco avergonzada.

    —No es molestia. Somos amigos, ¿no? Los amigos se apoyan en todo y ustedes necesitan mucho ánimo en estos momentos. No sería bueno que rechazaran una mano amiga, si no se dejan ayudar, será su perdición.

    Sam bajó la mirada. Robert tenía toda la razón y la prueba era ella misma. Había estado rechazando las atenciones de sus hermanos y por ello, se había hundido más en el hoyo en el que había caído. ¿Qué diría Matt si la viera así? No estaría contento, de eso estaba segura.

    —De acuerdo, si insistes iremos, o por lo menos yo sí —aceptó al final Logan.

    —Yo no tengo problemas, pero... —Pass miró a Sam, inquieta.

    —Vamos —asintió la pelirroja en un hilo de voz.

    —Bien —Robert sonrió amable—. No se arrepentirán, o eso intentaremos.

    Y con eso, los cuatro se encaminaron a casa de su compañero, donde pasaron un rato lo suficientemente agradable, pues la familia del joven, dado que era muy amiga de ellos, se esforzó por hacerlos sentir bien e intentaron no remover agua amarga, por lo que se abstuvieron de hablar de John y se concentraron en otros temas. Después de un par de horas, los tres se despidieron, encaminándose a su propio hogar. Poco después, se encontraron con Dan, quien pidió prestada a Pass unos momentos, y aunque el principio Logan se opuso, al final el sheriff y la castaña tomaron rumbos diferentes, por lo que Logan y Sam regresaron solos a casa.

    —¿Qué pasa? ¿No piensas dejar a Wild en el establo? —preguntó él al ver que Sam pasaba de largo el susodicho.

    —Me gustaría ir a pasear un rato por el bosque.

    —¿Quieres que vaya contigo? —Logan enarcó una ceja.

    —Preferiría que no —confesó ella, sacudiendo la cabeza—. Procuraré no retrasarme mucho.

    Y sin darle más oportunidad de hablar, Sam galopó, alejándose de su casa. Se internó en el bosque, y a pesar de que sabía que le provocaría mucho más daño, fue a cada uno de los lugares que había compartido con Matt, llenando su mente de recuerdos que revivió, en los que pudo verlo con claridad; cada gesto suyo, cada sonrisa que le dedicó, incluso logró escuchar su voz, la que era llevada hacía ella por el viento. Hermosos recuerdos que nunca volvería a vivir y que obligaron a sus lagrimales a trabajar una vez más. ¡Qué daría por volver a verlo! Pero era imposible, su razón lo sabía, mas su corazón se negaba a creerlo. Debía hacerlo entender, debía enseñarlo a vivir nuevamente lleno de alegría, ahora sin la presencia de Matt. No lo entendía. ¿Por qué alguien que había estado tan poco tiempo en su vida fue capaz de dejar tanto impacto en ella? No tenía sentido, aunque tampoco lo buscaba. Era la simple realidad y debía aceptarla, tal como debía aceptar el hecho de que él ya no pertenecía a ese mundo.

    Cuando regresó a casa ya estaba oscuro. Dejó a Wild en el establo, prometiéndole que lo visitaría más seguido y luego ingresó a su morada, antes de finalmente sucumbir ante el cansancio, y abrazada a la marioneta que le fue obsequiada con tanto cariño, quedó dormida sobre su cama. Una semana pasó, un poco lenta para Pass y Sam, quienes se esforzaban por acostumbrarse a las nuevas condiciones. Ya gozaban de libertad, pero el trabajo también había aumentado; después de todo, no podían dejarle toda la responsabilidad de atender la granja a Logan. Ellas también eran parte de ella y tenían su porción de la herencia, por lo que debían cuidarla.

    Una tarde, mientras Sam daba mantenimiento a Wild, rememoró aquella vez que Matt la había visitado por primera vez. Habían hecho una promesa a largo plazo; ese día fusionaron sus sueños, prometieron que los cumplirían para estar juntos los dos y de esa forma compartir cosas que amaban. Era imposible que la mitad de esa promesa se hiciera realidad ahora ante la ausencia de él, pero estaba casi cien por ciento segura de que si estuviera vivo, Matt la cumpliría. Él había sido esa clase de personas; no importaba lo que se le pusiera enfrente, no importaban los obstáculos, siempre se esforzaría por realizar lo que decía. Esa era su impresión de él. ¿Cuál era la impresión que se daba a ella misma? ¿Se conocía realmente?

    No, no se conocía por completo y eso era porque su vida había tenido tantos giros inesperados que la tomaban por sorpresa, así que no sabía cómo actuar; además de que siempre había sido de un carácter sumiso y hasta cierto grado cobarde. No estaba segura de que fuera capaz de luchar, pero... Un nuevo recuerdo la asaltó. Su obra; la obra que Matt había hecho especialmente para ella, de la que era la musa, la inspiración, la protagonista. En la historia, no tuvo las cosas fáciles, debió luchar. Hasta ahora meditaba en ello, pero seguramente Matt era de los que mejor sabían que no todo se obtienía en bandeja de plata en cuanto a alcanzar un sueño se refería, y por eso había planificado la obra con todos esos problemas de por medio; para mostrarle que a pesar de todo, se podía triunfar y por sobre todo, que había confiado plenamente en ella. Había confiado en que, al igual que la marioneta, ella saldría adelante y conseguiría ser feliz haciendo lo que le gustaba.

    Con pesar descubrió que volvía a llorar; sin embargo, en esta ocasión, sus lágrimas no eran especialmente producidas por la tristeza, sino por la vergüenza. ¿Qué había estado haciendo todo ese tiempo? Matt creyó en ella de una forma casi aterradora de que haría lo que estuviera en su mano para cumplir su promesa, y tan sólo se había limitado a auto compadecerse a ella misma, sin ganas de levantar un dedo; en verdad era vergonzoso. Se limpió las lágrimas con algo de brusquedad, estaba cansada de tanto llorar; era hora de ponerle fin a su auto destrucción. Al fin y al cabo, no había sido confianza ciega, era correspondencia. Matt había confiado en ella tanto como ella había confiado en él, así que no lo decepcionaría.

    ********************************

    —¿A la ciudad? —inquirió Logan, sumamente extrañado.

    —¿Al instituto de ballet? —Fue el turno de Pass preguntar, asombrada.

    Era un nuevo día y los tres estaban desayunando cuando Sam les dio a conocer lo que deseaba; se mudaría a la ciudad y se internaría en el instituto donde había estado practicando ballet desde que era una niña, el que dejó cuando sus padres murieron.

    —Así es —respondió ella con mirada decisiva—. No hay problema porque estás por cumplir los veintiuno, Logan, así que la custodia de nosotras pasará a tus manos. Además, no sólo dan ballet, recuerda que como uno de los mejores institutos, tiene maestros particulares que enseñan las materias básicas a quienes lo desean.

    —No es que la educación me preocupe —confesó el joven—. Es simplemente que no entiendo por qué ahora, y aparte dices que no saldrás de allí hasta que cumplas la mayoría de edad. ¿A qué viene esto? ¿No será que quieres escaparte del trabajo?

    Sam abrió la boca para objetar, pero las palabras no salieron de su boca. A decir verdad, la petición parecía más bien una excusa; después de todo, la había hecho cuando Logan necesitaba más ayuda con la granja.

    —Me decepciona escuchar que pienses eso, Logan —comentó Pass, mostrándole una sonrisa reconfortante a su hermana—. Sam no es esa clase de personas, únicamente desea hacer realidad su sueño.

    —¿Sueño? —Logan frunció el ceño, confundido.

    —Sí —Pass asintió—. A ella siempre le gustó el baile y ha querido vivir de eso. No iba a ese instituto sólo por alegrar a nuestros padres, lo hacía porque lo quería. Si ya no fue después fue porque el t... John se lo prohibió. Ahora que tiene una oportunidad, ¿vamos a ser nosotros quienes se la quitemos? Simplemente porque nosotros somos tan simples que no expandimos nuestros horizontes, sino que nos conformamos con quedarnos aquí el resto de nuestra vida, ¿vamos a querer que ella haga lo mismo? Yo no lo quiero.

    Logan quedó en silencio, mirando a Pass, sorprendido; era increíble, su hermana menor lo había sermoneado. Se rascó la nuca, aun confundido y suspiró.

    —Como lo haces parecer, me harás un monstruo si digo que no, así que bien. Tienes mi apoyo, Sam.

    —¡Gracias, Logan! —chillaron ambas, lanzándose al cuello de su hermano en un fuerte abrazo.

    —Muy bien, muy bien; muy dulce, muy dulce, pero quedan cosas por hacer —Logan se quitó de encima a sus familiares—. Sé que quieres irte lo más pronto posible, Sam, pero sería de gran ayuda que te quedaras hasta que la conmoción con los empleados y demás detalles se arreglaran. Entonces veremos lo de tu viaje, ¿bien?

    Sam asintió estando de acuerdo. Ya había abierto la primera puerta, era un logro que le daba un toque de contentamiento; un paso a la vez, ya que no debía apresurarse o todo le saldría mal. Un poco más de dos semanas transcurrieron antes de que todo en la granja se ajustara lo suficiente, así que finalmente se hicieran los preparativos para la mudanza de Sam; Logan la acompañaría y ya habían conseguido quien los llevara hasta la ciudad. De esa manera, la fecha en la que decidieron partir llegó, y los tres Glover se encontraban en la casa del hombre que los llevaría, además de Robert.

    —¿No se te olvida nada, Sam? —inquirió Pass viendo la maleta de ella.

    —No, descuida. Además, cargo con lo más importante.

    Sam se acomodó sobre el hombro un morralito tejido a mano, en el que llevaba la marioneta de Matt, la que le serviría de ahora en adelante como inspiración y de la que no se desprendería nunca; era su tesoro especial.

    —Gracias por encargarte de la granja en lo que estoy ausente, Rob, a pesar de que tienes tus propias ocupaciones —agradeció Logan a su amigo.

    —No hay problema —Robert se encogió de hombros—. ¿Para qué están los amigos si no es para aprovecharse de ellos?

    —Por favor, cuida bien de Pass —continuó Logan, luego, susurró en el oído de Robert para que ellas no escucharan—. Asegúrate de que Dan no se le acerque.

    Robert no pudo esconder una pequeña carcajada divertida.

    —Cuida bien de Wild —Fue la petición de Sam, mirando al mejor amigo de su hermano con melancolía.

    —Tu caballo está en buenas manos —aseguró Robert, guiñándole un ojo y alzando el pulgar.

    —Bien —Logan suspiró—. Es hora de partir, Sam.

    Los dos que se quedarían se despidieron con un abrazo de los que se irían, y sin hacer esperar más al hombre que los llevaría, se alejaron en el interior del pequeño auto, de los pocos que había en el pueblo. El vehículo se perdió de vista en el horizonte, y las ganas de llorar asaltaron a Pass; después de todo, siempre había estado muy pendiente de Sam. Para ella, su hermanita aún era una niña que no estaba lista para salir al mundo, pero no era verdad; aunque no lo pareciera, Sam era muy madura. Además, fue su propia decisión; no podía detenerla, mas era un hecho que la extrañaría en demasía. Sintió una mano sobre su espalda que la palmeó un par de veces; se volvió y miró a Robert, quien le ofreció una sonrisa.

    —Estará bien —le aseguró con firmes y confiadas palabras. Ella asintió—. En marcha, entonces.

    Los dos tomaron el rumbo que los llevaría a la residencia Glover. También tenían mucho que hacer.

    Sam es una chica fuerte, ¿no?
     
    Última edición: 4 Agosto 2015
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    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
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    lloré, en serio lloré, pero de emoción
    lo bueno es que mi teclado estaba lejos de la chorrera de lagrimas, de lo contrario imagínate el corto circuito!
    no, no, no, barbaridad...

    gracias por el cap!!! lindo, hermoso, precioso!

    sabias que en mis tiempos libres le doy de bruja adivina?!
    jejejejjee, no por nada mis hermanos me dicen "bruja" jajajajaja

    Animo Sam!! que Matt esta contigo!!
    quiza no en cuerpo, pero si en espíritu. Tu misma sabes que en lo mas recondito de tu alma, en un trocito de ella, reside una luz, es la esperanza que te inculcó el, así que adelante!
    :')
    que lindo cap... gracias por la dedicación... :')
    me emociono...
     
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  4.  
    Love Temari

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    Aries
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    Al fin mataron a ese maldito ser que no merecía vivir, aunque no deberían haberlo matado, deberían haberlo dejado con vida para que sufra por los crímenes que cometió, pero igual estoy feliz :D
    Me gustó mucho cuando Sam decidió ir a la ciudad a seguir su sueño y a cumplir con la promesa que le había echo a Matt
    pero me pregunto si Sam ¿podrá adaptarse a la vida de la ciudad? y ¿qué va a pasar con su caballo?
    creo que Sam es una chica muy fuerte y lo ha demostrado con los sucesos que ha vivido y lo que le ha pasado
    tú historia me conmueve mucho y me hace llorar T-T

    Saludos y hasta la próxima!! :D
     
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    Ziello B

    Ziello B Entusiasta

    Escorpión
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    ¡Hola!
    Gracias por la invitación.

    Leer toda la historia ha sido realmente agotador y realmente genial, pues su contenido y trama es de mi completo agrado.
    Tu narración es fenomenal, muy fluida y concordante, escribes muy bien... que envidia!

    Con respecto a la historia en sí:
    Quede fascinada por el modo tan.. cruel en que mataste a Matt (porque fuiste tú).... fue un asesinato bastante bueno, muy injusto pero bueno, muy dramático. Eso me encantó.

    No todo debe ser flores y arcoíris...

    Sentí una gran pena por Fred, las duras y dolorosas palabras de Leilany, no lo confortaron en lo mas mínimo; aunque, es comprensible su reacción.
    Por cierto, me huele a que se acerca el final, dime que no.

    Los hermanos Glover deben tener su reencuentro, con una Sam recuperada por completo y no sé, lo que sea que se te ocurra estará bien.Pero intenta sorprender a todos tus lectores.

    ¡Gracias, de verdad!
    Cuídate, ¡chao!
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Milmel Jaja, pues menos mal que no le pasó nada al teclado. No tienes que agradecer, soy yo quien debe hacerlo. Tus comentarios me animan mucho, lo sabes.

    Love Temari gracias también por tu comentario. Pues Wild está en buenas manos, no te preocupes XD. See, John debió sufrir más. En fin, en esta ocasión a ti te dedico este capítulo, amiga.

    Ziello B Lameno que fuera agotador leer u.u Lo entiendo. Pero gracias por echártela toda XD y por tu comentario. Me hace feliz e intento sorprenderlos, en serio.

    Y bueno, a todos les digo que este es un último capítulo, ¡pero!, el de la primera parte. Si ven al inicio, dice primera parte. La historia sigue en este mismo tema con la segunda parte, ya que la dividí en dos. Sin más, gracias por leer y a ustedes el capítulo.

    15

    Incomparable; nuevamente, Sam pensó que no podía comparar para nada lo que era una ciudad real con un pueblo. Las personas que caminaban por las calles llegaban a un número incontable, no se detenían a hablar con los que se cruzaban, sino que seguían de largo, a paso veloz para seguir con sus actividades diarias; los autos abundaban, no había carretillas jaladas por caballos, o por lo menos no muchas, pues sólo había carros en movimiento. Sam no pudo esconder una sonrisita nostálgica al volver a ver aquel escenario después de tantos meses. Por supuesto que ella amaba la tranquilidad de su pueblo, pero nunca dejó de parecerle emocionante la ciudad; desde que era niña le gustó estar allí, ya que la sensación que la envolvía era diferente a la que sentía en casa, mas no por ello desagradable; se sentía como una aventurera.

    —Nunca dejo de sorprenderme —le dijo a Logan, con mirada y voz nostálgica—. Cuando tenía ocho, pensaba que al crecer vería la ciudad más pequeña, pero creo que no es verdad; la veo incluso más grande y con más gente.

    —Esta zona se desarrolla muy rápido —asintió Logan—. Más rápido que tú, diría yo.

    Sam no volvió a hablar; sentíase extraña. No era la primera vez que visitaba la ciudad, pero sí era la primera vez que lo hacía sabiendo que era donde Matt había vivido. Apretó la correa del morral que todavía no se descolgaba. Estaba nerviosa. El plan que había decidido con Logar era el de ir al instituto en ese momento para que la registraran y quedarse allí de ahora en adelante, pero ella tenía otros planes aparte de ese. Después de unos minutos más de trayecto, llegaron a su destino y se prepararon para lo que viniera.


    —No puede estar aquí —dijo la directora del instituto en cuanto Logan y Sam explicaron su situación.

    —¿Por qué no? Creí que aceptaban a cualquiera dispuesto a aprender. Ya le dije que el dinero no es problema, podemos pagar lo que sea necesario —insistió Logan con aire frustrado al ver la desilusión en el rostro de Sam ante la noticia.

    —Las inscripciones fueron hace un mes, un poco más quizás. Siempre debe haber un orden, joven —declaró la mujer de edad madura.

    —No importa, Sam es muy buena, fue estudiante de este sitio por años —insistió el hombre, confiado—. Estoy seguro de que cumple con las expectativas de cualquiera, y en el raro caso de que le faltara algún movimiento o lo que sea, lo aprenderá en un instante.

    —¿Es eso cierto? —inquirió la directora mirando a la pelirroja.

    —Bueno... —Ella se vio más nerviosa todavía. Logan hablaba de ella como si fuera un súper humano.

    —¡Claro que es cierto! —intervino su hermano otra vez, convencido—. Es más, puede hacerle una demostración en este momento.

    —¿Eh? —Sam abrió los ojos, tomada por sorpresa, lo que aumentó ligeramente su ansiedad.

    —Muy bien. Probemos tus habilidades, linda —concedió la dama—. Síganme por favor.

    Sin darle oportunidad de decir nada, la mujer salió del despacho seguida por Logan, por lo que Sam no tuvo más opción que ir tras ellos. La mujer consiguió el vestuario necesario para Sam, que consistía en un leotardo color rosa pastel, las malla de un tono más claro que el leotardo y las zapatillas a juego con el leotardo; en esta ocasión no le dieron tutú ni otro tipo de falda. Luego, se dirigieron a una de las tantas salas para practicar, obviamente, a una vacía.

    —Bien, empieza con algunos estiramientos, querida —pidió la directora con una sonrisa amable.

    Sam asintió e inició con calentamiento de piernas, haciendo el pilé y relevé, que consistía en separar los pies sin despegar los talones y flexionar las rodillas para luego ponerlas rectas; repitió el proceso varias veces. Después siguió con el estiramiento de espalda, que consistía en echar su tronco hacia atrás lo más que pudiera; también realizó estiramientos laterales, de ambos lados. Hizo otros de un estilo parecido antes de finalmente alejarse de la baranda de apoyo y colocarse en el centro de la habitación. Apoyó todo su peso en las puntas de sus pies y comenzando con pequeños pasitos, dio inicio a una danza. Se vio a sí misma ir y venir por lo amplio del lugar, acelerando y disminuyendo la velocidad, dando vueltas, saltando, moviendo sus brazos. Un par de veces cometió errores notorios que no pudieron ser pasados por alto por la directora, ya que el propio Logan, que era un ignorante en el campo, los notó, lo que aumentó el nerviosismo de ambos.

    —Es suficiente —habló la mujer y Sam se detuvo, notando que la dama cerraba los ojos unos momentos, manteniendo sus brazos cruzados sobre su pecho—. Te falta práctica, querida, mucha práctica, pero lo has hecho muy bien. Eres alguien muy capaz. Supongo que puedo hacer una excepción.

    —¿Quiere decir que...? —Logan miró a Sam muy contento.

    —Sin embargo —interrumpió la mujer antes de que festejaran nada—, el que permita que inicie estudios aquí, no quiere decir que pueda ingresar a los dormitorios del instituto.

    —¿Por qué no? —El joven estaba desconcertado. ¿Más problemas por resolver?

    —Necesito la autorización de un representante legal y usted no lo es.

    —Ya le explicamos la situación —volvió a decir Logan, exasperado—. Dentro de poco pasará a mis manos su custodia. ¿No puede dejarla quedarse mientras eso pasa? Después arreglamos el papeleo faltante.

    —Me temo que en asuntos así de delicados no puedo hacer nada. Van más allá de mi poder y preferiría no meterme en problemas, joven. Estoy gustosa de que atienda clases aquí, pero por ahora no puede ser internada, ¿me explico?

    No había más que hacer, todo había sido dicho y la directora fue clara y firme en su postura.


    —¡Qué fastidio! Supongo que no todo sale como uno espera, ¿no crees, Sam? —Los dos Glover ya estaban fuera del instituto—. En fin, vamos a buscar un lugar dónde quedarnos. Menos mal que traje un poco de equipaje conmigo, pues pensaba quedarme unos días, aunque ahora se alargarán los días.

    Y es que viendo la situación, ahora habían acordado que Logan se quedaría con Sam en la ciudad, hasta que él cumpliera la mayoría de edad y se hicieran los trámites necesarios de la custodia, para que lograran que Sam ingresara a la institución como una estudiante en su totalidad. Por ello, iniciaron esa nueva etapa de su vida con la búsqueda de un departamento para ambos. Decidieron que lo más conveniente era que fuera cerca de la escuela de Sam, no importaba lo caro que fuera; de cualquier modo, a pesar de que todavía no podían dar uso a su herencia, los dos contaban con grandes ahorros, siendo estos todas las mesadas que sus padres les dieron. Al fin podían darles un uso apropiado y gratificante.

    Cuando hallaron uno que fue de su agrado, en el que venían incluidos los muebles necesarios, Logan dejó a Sam desempacando mientras él iba a atender unas diligencias, en las que estaba la de mandarle una masiva a Pass donde le explicaba lo que había pasado. La pelirroja hizo un poco de limpieza y acomodó la ropa de Logan en la que sería su habitación y la de ella en la que sería la suya; el departamento no era grande, después de todo, no durarían mucho tiempo allí, pero era lo suficientemente cómodo como para que ninguno de los dos se estorbara. En tanto realizaba su trabajo, vino a su mente Pass, ya que seguramente se sentiría muy sola todo ese tiempo. También pensó en Robert y una sonrisa se le escapó; a buena hora había accedido ayudar con la granja. La verdad es que todos ellos le debían mucho a él y a su familia; eran grandes personas, por lo que sus hermanos y ella debían considerarse afortunados de tenerlos como amigos.

    Cuando Logan regresó, ella preparaba la comida. pues habían desayunado antes de partir del pueblo, pero de eso hacía ya varias horas, así que los dos disfrutaron de los alimentos y fue de esa manera como el día concluyo. Se había acordado que el día siguiente, Sam iniciaría con la escuela, por lo que cuando se hizo de mañana, el par de hermanos se alistó y se dirigió a la escuela; la directora ya le había dado a Sam el horario de clases desde un día antes.

    —Aquí estás. Ten un buen día, ¿quieres? Paso por ti a la hora de salida, aguarda aquí afuera, ¿de acuerdo? —le dijo Logan una vez se hallaron frente a la puerta.

    —De acuerdo, gracias, Logan. Pero antes de que te vayas, ¿puedo pedirte un favor?

    —El que quieras.

    —¿Puedes averiguar dónde quedan los cementerios de la ciudad, por favor?

    —¿Los cementerios? —Logan enarcó las cejas, sumamente extrañado.

    —Sí.

    Sam bajó la mirada, triste. Su agenda estaría muy ocupada de ahora en adelante, no sólo por las mañanas, sino que por las tardes también, pues la directora la había programado a una sesión de práctica de ballet extra. Aun así, ella debía seguir con sus planes; si Logan le echaba una mano dándole las direcciones de los cementerios, le sería de gran ayuda, pues así se limitaría a buscar los fines de semana, aunque no la mañana del sábado porque también tenía práctica, pero era trabajo menos empezar si ya contaba con la ubicación de cada cementerio.

    —¿No te parece algo raro? —inquirió el joven—. Una chica de tu edad debería preguntar por algún centro comercial, no por el cementerio.

    —No pidas razones —La voz de Sam se quebró—. Si lo puedes hacer, sólo hazlo, por favor.

    —Sí, sí, las conseguiré, descuida.

    —Gracias.

    Con esto, Sam entró al centro artístico educativo y Logan se fue. Los días siguientes pasaron rápido para Sam ante sus ocupaciones, por lo que su primer fin de semana en la ciudad se hizo presente, y tal como lo había estado maquinando en sus pensamientos, la tarde del sábado, después de que ella y Logan comieran, fue a uno de los tantos grandes cementerios que había en la urbanización. Pasó toda la tarde buscando el nombre que deseaba y a la vez no deseaba encontrar; revisó lápida por lápida, gaveta por gaveta, sin resultados. La noche la sorprendió sin siquiera haber abarcado la mitad del cementerio, por lo que tuvo que volver a casa, pero el día siguiente regresó para continuar con la búsqueda.

    El pensamiento de que lo encontraría tarde o temprano la motivó a continuar con su cometido los fines de semana siguientes; supo que tenía mucho trabajo, pues los sitios eran amplios y eran varios, mas no se daría por vencida. Logan se había ofrecido a ayudarle en lo que fuera que necesitara, pero se ella negó; no quería que viera su debilidad cuando lo hallara, pues sabía que dolería y que lloraría mucho. Caminaba por el cuarto cementerio, el que estaba bastante lejos de su departamento, agudizando bien la vista, mirando arriba y abajo en uno de los pasillos llenos de gavetas, hasta que se detuvo y suspiró; parecía una loca. Enfocó su visión frente a ella, y alejado unos metros, caminando por el pasillo que se cruzaba con el que ella estaba, logró distinguir un rostro que le pareció familiar, sumamente familiar, por lo que corrió apresurada hacia la persona.

    —¡Fred! ¡Fred! —lo llamó esperando que en verdad se tratara de él.

    El hombre se detuvo al escuchar su nombre y volviéndose, se encontró con la pelirroja.

    —¡Damita! —exclamó sorprendido de verla—. ¿Qué haces aquí?

    —Es una larga historia. Me alegra haberme cruzado contigo. ¿Viniste a ver a Matt? He estado buscando su tumba, pero no la encuentro.

    —Ah, no —Fred sacudió la cabeza—. No vine a verlo. Al padre.

    —¿Tu padre?

    —No, al de Matt.

    Esas palabras la tomaron por sorpresa. ¿Eso significaba...? Sus ojos escocieron ante la posible respuesta.

    —Sí —dijo Fred en un tono sombrío, al ver la interrogante de ella en su rostro—. La noticia de la muerte de su hijo fue demasiado para su corazón. No consiguió salir adelante.

    No era fácil para Fred decir aquello. Después de todo, también había visto la reacción de Leilany ante la muerte de su marido y consideró demasiado sufrimiento para ella; primero su hijo y luego su esposo. Y claro, la culpa se la echaba únicamente a él. Doble asesino, fue el sobrenombre que adoptó de parte de ella desde aquel día, y el desprecio y la frialdad con los que lo trataba, lo hería como nadie tenía idea, mas no podía alejarse de ella ni con eso; quería darle su apoyo, aunque quizás no lo necesitara. Leilany mostró ser una mujer fuerte, pues estaba recuperándose de manera asombrosa; aun así, se había prometido a sí mismo ser esclavo de ella el resto de su vida, tal vez de esa manera ella obtendría un poco de paz. Sacudió su cabeza alejando esos pensamientos y enfocar su atención en la pelirroja.

    —Así que estás aquí para ver a Matt. ¿Quieres que te diga dónde está? Es aquí mismo. Ven, sígueme.

    Los dos siguieron caminando hasta que salieron de los pasillos y se adentraron al campo de las lápidas. Continuaron su recorrido hasta que pudo visualizarse una pequeña colina, en la cual pudo apreciarse una sola tumba que estaba ubicada bajo un árbol. Sam abrió los ojos, sorprendida, ya que al acercarse lo suficiente, descubrió la clase de árbol del que se trataba.

    —Es un pino —susurró con voz trémula, mirando asombrada a Fred.

    Después dejó de hacerlo para enfocar su visión en la solitaria lápida. Un gemido de dolor escapó de sus labios al leer lo que rezaba en el material de la losa.

    “Matthew Dylan Black.

    Amado hijo y amigo.

    Siempre estarás en nuestros corazones”

    Además de tener la fecha de nacimiento y defunción. El dolor que volvió a golpear el corazón de la pelirroja fue tal, que se tumbó de rodillas al suelo, al tiempo que traicioneras lágrimas brotaban de sus perlas cafés; volvió a lamentar la pérdida de él, volvió a agonizar ante el hecho de que las vivencias felices que había pasado a su lado, no regresarían. La esperanza ilógica de que todo aquello se trataba de una horrible pesadilla murió allí mismo y quedó enterrada junto con Matt. Se abrazó a sí misma al sentir repentinamente un frío atroz que caló sus huesos a pesar del grueso abrigo que llevaba puesto ante el clima de la época. Fred no dijo ni una palabra y se limitó a permanecer al lado de Sam todo el tiempo que hiciera falta; él no podía llorar ya, debía ser un apoyo, un pilar que no se viniera abajo. Sam se calmó unos minutos después, se limpió el rostro, aun sollozando y sin dignarse a levantarse.

    —A él le gustaban los pinos —articuló con dificultad, quebrándosele la voz, mirando el verde árbol que se alzaba sobre ella; algo le decía que el que hubiera sido enterrado en ese lugar no era una coincidencia.

    —Así es, le gustaban mucho —concordó Fred, recordando—. Siempre que veníamos aquí a visitar a mis padres, Matt venía a esta colina, hasta que una vez me hizo prometerle que el día que muriera, lo tendría que sepultar aquí, bajo su árbol favorito. Fui el primero en saber su deseo, pero se lo dijo a sus padres y aseguró que se lo diría a su futura esposa y a sus hijos; incluso pensaba decírselo a sus nietos. Todo con tal de que le cumplieran su última voluntad.

    —Ya veo —Sam se levantó—. Entonces tenía razón.

    Fred la miró curioso y ella se explicó.

    —Imaginé que Matt era de esa clase de personas que no se da por vencida tan fácil y que lucha por lo que quiere.

    —Sí, así era.

    —Bien, entonces debo ser igual. Lucharé por cumplir mi sueño, el que ambos teníamos. Si lo logro yo, no hay duda de que Matt habría podido hacerlo también. No puedo seguir atormentándome. Me duele que no esté, pero los recuerdos que tengo de él fueron lindos y estoy feliz porque tuve la oportunidad de vivirlos junto a él. Además —Sacó la marioneta del morral y la miró con profundo amor—, no lo olvidaré jamás, por lo que no me preocuparé más por eso. Estaba realmente asustada de olvidar su rostro, su sonrisa, aquello que me hacía sentir; tenía miedo de que todo esto fuera relegado por el tiempo al concentrarme de lleno en otra cosa, pero no es posible que eso pase. Mi vida sigue adelante y debo aprovecharla, ¿no es así, Matt?

    Después de mucho tiempo, una pequeña sonrisa que logró alcanzar sus ojos, apareció en su rostro y dedicándosela a la sepultura, se alejó de allí junto a Fred, dispuesta a seguir adelante, pues su vida daría un giro importante a partir de ese momento, y debía adaptarse a él para llegar a su meta, por la que sin duda, se esforzaría al máximo con tal de alcanzar.

    Y hasta aquí. Esperen la segunda parte, la que va para largo así que no se escapan de mí, muajaja XD
    Hasta otra.
     
    Última edición: 4 Agosto 2015
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    Love Temari

    Love Temari Entusiasta

    Aries
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    Me asustaste cuando pusiste que era el final, pero no leí que era la primera parte jijijijij xD!
    Que mala la directora del instituto, como no entiende la situación, de Sam y Logan, Uyyy!!! vieja antipática, me cayo mal. Por lo menos Sam pudo entra gracias a que Logan se le soltó un poco la lengua y la pobre de Sam no pudo decir nada xD! me dio mucha risa esa parte :D
    Todavía me da pena la muerte de Matt, se que ya pasó T-T también me da una pena horrible el pobre de Fred que la mamá de Matt, Leilany le eche toda la culpa. por haber perdido a su hijo y a su esposo, es comprensible una doble perdida nadie la soportaría.
    Me dio mas pena cuando Sam se encontró con Fred y este le dijo donde se encontraba la lapida de Matt
    pobre Sam no lo ha podido olvidar y como olvidarle si era el chico perfecto para ella, me puse muy triste cuando ella se puso a llorar T-T
    ahora me pregunto si Sam se volverá a enamorar? podrá olvidar a Matt? el primer amor no se olvida, es el mas importante :( se que ella va salir adelante, ideas locas se me cruzaron por la mente cuando estaba leyendo con respecto al amor XD!

    Espero la segunda parte, muy intrigada, por saber que pasara con Sam
    Saludos!!! y hermoso capi como hermosa historia :D
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Hola :D por fin comento. Esto por que es el ultimo capitulo de esta primera parte. Tu sabes que no soy buena leyendo esta clase de historias romanticas, pero pa que veas la lei. Estubo bonita la historia, rosita y tuvo un cambio drastico (eso me encanta de una historia) tras la muerte de Matt -pobre de él y de ella T-T -fue triste, cruel!!!. Lo bueno esque ese desagradable hombre "tio" murio. Pero, estoy de acuerdo con que esa clase de personas, deberian sufrir, sufrir hasta su putrefaccion.

    ¿Que mas puedo decir? Estubo chida. Espero poder leer la siguiente parte aqui.

    Nos vemos. Cumpli dejando comentario y por leer la historia completa a mi ritmo. Ah, una cosa, creo la parte 2 sera mas dramatica, ¿Cierto?
     
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    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    Hasta este capi que pude comentar. La historia me atrapo, me enojó, me enterneció y me hizo llorar mucho, con la muerte de Matt parecía fuente y en este nuevo capi de nuevo me ganó el sentimentalismo al ponerme en el lugar de Sam y de Fred...tenían tantos momentos que vivir, tantos logros juntos, pero no, maldito tío John, merece otro adjetivo calificativo, pero luego me excluyen de ffl por usar palabras altisonantes :(
    Sam no lo olvidará, lo sé, pero se esforzará en el baile y a lo mejor encuentra un nuevo amor que cure un poco la herida y la haga sonreir de nuevo...
    Esperare el siguiente capi, tratare de pasarme un poco antes, aunque me tardo en leer, soy segura XD
    Sayo y te felicito por el excelente fic.
     
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  10.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
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    y ahora recien termino de leerme la historia... buaaa
    lloré, en serio lloré
    que tristeza y que alegría a la vez ver que algo de la luz aun brilla en ella...
    me dio mucha pena lo de Fred, eso debe doler y mucho, ese cargo de conciencia de una culpa que no fue suya lo perseguirá hasta la tumba y acabara con su alegria.
    espero realmente que todo salga bien para él :'(
    linda historia, en serio...
    Pues bien, ahora a leerme la segunda parte :D
     
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  11. Threadmarks: Segunda Parte // 1
     
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Verano e Invierno
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    Género:
    Drama
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    2660
    Love Temari Es verdad, el primer amor no se olivda nunca y bueno, ya leeras que eso es verdad XD Gracias por tu comentario, me gustó. No te asustes, aquí está la segunda parte.

    Dirtyagony ah, pues que bueno que la leyeras, a tu paso, lo entiendo. No eres de esta clase de historia XD Gracias por tu comentario y se supone que sí es más deamática, pero si me preguntas ya no podría asegurarlo del todo :confused: XD Ah, pos' a ti este capítulo que inicia la segunda parte :p

    Sheccid Me alegra que te gustara la historia y no te preocupes. Cuando puedes, puedes XD Sé que la leerás y muchas gracias por el esfuerzo que haces.

    Milmel ¿Tanto llorar? Vaya, no creí que ocasionaría tanto llanto con esta historia. Sí la pensé para eso, pero no creí que funcionara XD. Graicas por tu comentario, Mel y pues, la vida sigue y nosotros debemos seguir con ella. ¿Te suena? XD

    Para ustedes que continuán leyendo. ¡Disfruten!

    Segunda Parte

    1

    El teatro se alzaba majestuoso en el centro de la ciudad; su interior, bellamente decorado y pulcro, dejaba ver a dos grupos de personas, cada uno absorto en su respectivo trabajo del momento. Sobre el escenario, el Teatro Woods, acabado de llegar un par de días atrás, mostraba su espectáculo minuciosamente preparado al público que aquella tarde de verano había dedicado un poco de tiempo en su ajustada agenda para ir a verlos. Como muestra de gratitud y estima, debían por lo menos dejarlos apreciar un show merecedor del sacrificio.

    Desde su lugar en el grupo de espectadores, Samara Glover observaba atenta y maravillada cada detalle de la pieza de baile que se ejecutaba en ese instante. Su rostro concentrado y con una ligera sonrisa, se notaba iluminado, vivaz y maduro. Seis años habían pasado desde que se había mudado a la ciudad y como cada vez que el teatro llegaba, allí estaba nuevamente, mirando a aquel grupo que se había convertido en su objetivo en la vida; aquel objetivo por el que después de tanto trabajo, estaba por dar el paso final con tal de conseguirlo.

    Su sonrisa se ensanchó mucho más. No podía evitar pensar en lo irónico que era lo que sus ojos veían allí y lo que veían en el instituto. Sus profesores, incluidos la directora, mantenían el estilo de ballet muy clásico y eran bastante estrictos a la hora de ponerlo en práctica; sin embrago, el Teatro Woods manejaba un estilo mucho más libre, actual; practicaban el baile contemporáneo, lo que en lugar de molestarla o incomodarla por su educación, la atraía como si se tratara de un potente imán y ella de una simple pieza de metal solitaria. No podía resistirse a aquella fuerza que la llamaba, por ello estaba allí vez tras vez, fiel.

    La danza terminó y el telón se cerró, por lo que los aplausos no se hicieron esperar a pesar de que en sí, la función no acababa todavía. Ese había sido el baile del intermedio, ya que siempre había tres; uno introductorio, uno en el medio y el que cerraba todo el acto. Después del primero, había una obra teatral que cambiaba cada que el teatro concluía con su ciclo de viaje, al igual que los bailes. Después de la danza intermedia, se ofrecía una pequeña obra con marionetas, que fue la que siguió en ese momento. El telón volvió a abrirse y en medio del escenario, la fachada alta de un pequeño teatro pudo verse. Estaba diseñada de tal manera que la sección de arriba estuviera cubierta y los marionetistas no pudieran verse para así dar más viveza a la exhibición.

    Cuando los muñecos comenzaron a moverse, un suspiro nostálgico escapó de los labios de Sam. No pudo evitar recordarlo a él y la promesa que habían hecho, esa promesa que era una importante razón por la que se hallaba sentada en su lugar; por aquel sueño compartido. Y a pesar del tiempo que había transcurrido, sintió impotente aquel nudo en la garganta que la lastimaba cual fuego ardiente, en tanto sus ojos cafés se rendían ante las lágrimas, permitiéndoles fluir sin reparo, no apartando en ningún momento su visión de los títeres, aunque sin ponerles atención realmente. Tal como había sospechado en su tiempo, jamás dejaría de llorar por su causa. Sostuvo con fuerza el morral que descansaba sobre su regazo y bajo el material tejido, pudo sentir el objeto más preciado que tenía. Aquella marioneta que no se despegaba de ella y que lo representaba a él; su recuerdo presente siempre en su vida.

    No supo cuándo terminó la obra, pues cuando despertó de su ensimismamiento, era rodeada por el sonido de los aplausos. Lo había hecho otra vez; había viajado al pasado para encontrarse con él. Se limpió el rostro, burlándose de sí misma, pues no había mejorado en nada. Las presentaciones con marionetas seguían siendo su boleto al ayer; la droga que la hacía olvidarse de su alrededor, que la hacía olvidar la realidad del hoy; la pantalla por la que volvía a verlo, y no estaba bien, lo aceptaba. Tenía tanto en qué trabajar todavía. No debía vivir en una fantasía inexistente porque entonces terminaría tocando fondo.

    El último baile dio inicio y antes de que Sam lo hubiese imaginado, el espectáculo de aquella tarde finalizó. Chocó sus manos una contra la otra, al igual que todos los presentes, indicando con el gesto lo mucho que habían disfrutado el trabajo de los integrantes del Teatro Woods, quienes formaron una fila en el escenario, al tiempo que mostraban una reverencia al público, agradecidos. De ese modo, el lugar fue vaciándose conforme los minutos pasaron. Sam salió del cuarto del escenario, aunque todavía no salía completamente del teatro, ya que los demás se tomaban su tiempo para hacerlo y no era como si ella tuviera prisa en irse como para quitarlos de en medio.

    —¡Samara! ¡Samara!

    Una voz familiar se alzó entre el bullicio de la multitud. Miró de un lado a otro en busca de la dueña de la voz, así que de entre la gente reconoció a una mujer de edad media, de cortos cabellos rubios, a la altura de los hombros, y de penetrantes ojos verdes muy parecidos a los que ella recordaba con amor todos los días. La mujer le sonrió con gentileza, por lo que la pelirroja se acercó a ella y no pudo evitar hacer una pequeña inclinación respetuosa, al tiempo que la saludaba.

    —Buenas tardes, Leilany.

    La mujer amplió su sonrisa. La relación entre amabas había mejorado en gran medida con el pasar del tiempo. Fue Sam quien tomó la iniciativa de conocer a la madre de su primer amor, por lo menos para disculparse, ya que sentía que era en gran parte su culpa el que las cosas terminaran como lo hicieron. Leilany no negó verla, sin embargo, Sam pudo notar la frialdad en su mirada, sus acciones y sus palabras. Era obvio que de alguna manera, también la culpaba y por supuesto, no era de extrañar que recibiera tratos distantes y cargados de rencor. Con todo, la misma Leilany le pidió que no dejara de ir a verla y conforme sus visitas fueron haciéndose más frecuentes, ambas lograron entablar una linda amistad. Podían considerarse madre e hija.

    —¿Qué tal la obra, cariño? —preguntó Leilany sin apartar su vista de ella.

    Sam la miró con detalle y distinguió sus ojos verdes irritados; sabía que tampoco era fácil para ella estar allí, pues también le traía recuerdos dolorosos. Estaba segura de que al ver bailar a las marionetas, acudían a la mente de Leilany diferentes cuadros de Matt, siendo tal vez aquel de cuando decidió convertirse en marionetista; o ese de cuando comenzaba a aprender a controlarlas; quizás cuando finalmente consiguió hacer la suya propia por primera vez. Memorias llenas de variedad y colorido con sabor a dicha que sin duda la lastimaban. Y sumadas a todas ellas, estaban las de su difunto esposo, quien fue el que les mostró las grandezas del Teatro Woods a ambos.

    —Magnífica, como siempre —respondió Sam con una sonrisa, intentando despejarse de pensamientos tan deprimentes; luego, recorrió el lugar con la mirada—. ¿Dónde está Fred?

    —Lo dejé a cargo de la tienda para venir —respondió la mujer en tono casual.

    Las cosas entre esos dos también habían mejorado. A pesar de que Leilany continuaba mostrando un trato algo seco hacía Fred, no se comparaba con lo gélida que fue hacía años. Podía decirse claramente que ella lo odiaba a un grado muy alto, siendo casi imposible que llegara a perdonarlo. Leilany no deseó verlo, deliberadamente dijo cosas que lo hirieron, aprovechó su buena condición de corazón para hacerlo trabajar a su antojo, sin remuneración. Y a pesar del maltrato, Fred siguió constante, sin permitir que ninguna fuerza lo separara de su lado, ni la misma Leilany. Muchas veces Sam se cuestionó con inquietud, incapaz de comprender por qué Fred no la olvidó. ¿Por qué, a pesar de su crueldad, aseguraba amarla con locura? Incluso ahora, a pesar de que sus esfuerzos fueron recompensados un poco, Sam no entendía cómo pudo llegar a tanto. No tenía sentido. Se suponía que se amaba a quien te amaba de la misma forma, con la misma intensidad, ¿no? ¿O lo que Fred sentía era realmente la definición de amor?

    —Dime, Sam, ¿te gustaría acompañarme a comer? —la pregunta de Leilany volvió a sacarla de sus cavilaciones.

    —Me encantaría —aceptó gustosa.

    Así, las dos dejaron el teatro finalmente. Afuera, a pesar de que podía considerarse tarde, el sol continuaba ejerciendo autoridad sobre aquella parte del globo terráqueo, por lo que subiendo al auto de la rubia, se dirigieron a un restaurante que Leilany solía frecuentar. No podía decirse que el lugar era exclusivo de personas adineradas, pero era bastante elegante. Cada una ordenó lo que apetecía una vez estuvieron sentadas frente a una de las muchas mesas. En tanto aguardaban su pedido, iniciaron una conversación iniciada por Leilany.

    —Cuéntame, linda, ahora que acabas de cumplir los veintiuno, ¿estás lista para hacer realidad ese sueño tuyo del que presumes con tanta añoranza?

    —Sí —Su respuesta estuvo cargada de firmeza y decisión—. Mañana pienso ir a donde se alojan y les diré que quiero unírmeles. Ya se lo hice saber a la directora y ella misma me hizo una carta de recomendación para mostrárselas, aunque supongo que no puedo fiarme de sólo eso. A decir verdad, estoy realmente asustada. He imaginado que este día llegaría durante tanto tiempo, que ahora que está aquí, me da miedo pensar en el resultado. ¿Qué pasa si al final no me aceptan? Todo por lo que he luchado, ¿sería en vano? Estoy…aterrada.

    No era la primera vez que pensaba en todo aquello, sino que hacía un tiempo para acá que tenía la costumbre de ver el peor escenario. Se decía a sí misma que el mentalizarlo de esa manera la preparaba psicológicamente en caso de que el final no fuera el deseado; pero la verdad era que aun así, conocer la respuesta de sus esfuerzos la hacía temblar, la llenaba de zozobra, la hacía llorar, ya que todo su empeño podía ser tanto suficiente como insuficiente.

    —No quiero volver a escucharte hablar así —La voz dura y molesta de Leilany penetró sus oídos, por lo que miró a la mujer, quien mostraba en su rostro signos de fastidio—. Diciendo todas esas cosas luces patética. ¿De qué sirve lamentarse por algo que no ha pasado todavía? Sólo te torturas a ti misma y drenas tu confianza, así que no lo hagas más. Eres talentosa, Samara. Lo he visto tantas veces que puedo asegurarlo sin dudarlo, bailas espléndidamente y no esperaba menos porque has estado con esto desde hace años. Si ellos no ven eso es porque son ciegos, o su inteligencia no sobrepasa mis expectativas. No te preocupes, ¿de acuerdo?

    Sam asintió. Había escuchado las mismas frases muchas veces y de boca de personas diferentes; de sus compañeras de clase, sus profesores, la directora, de Pass y Logan cuando iban a visitarla, e incluso de Fred. No obstante, como siempre, el efecto que debía provocarle sólo Leilany lo conseguía; siempre se animaba cuando conversaba con ella. No estaba segura del por qué, pero pensaba que era simplemente el hecho de que necesitaba, a pesar de todo, una figura materna en su vida.

    Se concentraron en degustar sus alimentos cuando éstos llegaron, y entre otra agradable conversación terminaron, por lo que ambas se despidieron y amablemente Leilany se ofreció a llevar a Sam al instituto donde residía. Al llegar, las dos se despidieron y la rubia se fue, por lo que Sam quedó de pie a la entrada del centro educativo que había visto su progreso en el ballet durante toda su infancia y los últimos seis años. Oficialmente, ya no era una estudiante; se había dado de baja esa misma mañana, pero podía seguir viviendo allí por un margen de una semana, aunque esperaba que no fuera necesario y que el día siguiente se arreglara todo. Deseaba desde lo más profundo de su ser formar parte de aquel grupo, y estaba por conseguirlo, no debía echarse para atrás a última hora. Leilany le había dicho que aprobaría lo que fuera que le pusieran a hacer para ingresar, aunque también le aseguró que su casa era la de ella en caso de que se ofreciera una situación no tan favorable y agradable.

    Con la mentalidad de que pasara lo que pasara, triunfaría, Sam se fue a dormir o era la idea, porque de los nervios no pudo descansar como era correcto, sino que se limitó a rodar sobre su cama, abrazada a la marioneta de Matt. Muy temprano en la mañana, justo al rayar el alba, se levantó y se arregló; peinó su largo cabello rojo, el que había dejado crecer, para sujetarlo en una coleta alta, como siempre lo hacía; también metió a Matt en su morral y se lo colgó en el hombro en cuanto estuvo lista. Salió de su habitación y luego del instituto para dirigirse al lugar que servía al Teatro Woods como hogar temporal. Debido a su estilo de vida nómada, el grupo solía rentar una casa grande, más bien parecida a una mansión, el tiempo que su estadía en la ciudad durara, la que apenas podía convertirse en una semana, aunque había ocasiones que sobrepasaban los diez días. Al estar frente a la gran puerta de la casona, el valor le faltó. Ni siquiera sabía si ya estaban despiertos, mas suponía que por la clase de trabajo todos eran madrugadores. Inhaló y exhaló repetidas veces con lentitud, intentando calmarse, para finalmente alzar su mano hecha un puño y tocar con fuerza.

    Se preguntó si fueron capaces de oírla. Por la fachada de la mansión, podía decirse que por dentro era grande; seguramente las habitaciones estaban muy al fondo, pasando cantidad de anchos y largos pasillos para acceder, por lo que si estaban dormidos, ¿cómo escucharían sus ligeros toques? Lo que era más, si estaban levantados y hacían cualquier clase de actividad, ¿cómo la oirían con el ruido que produjeran? Debía golpear con más fuerza, pero si lo hacía lastimaría sus nudillos. Miró a su alrededor, buscando algo con lo que pudiera golpear la puerta, tal vez una piedra, y mientras buscaba, maldijo la falta de timbre. En eso estaba, cuando las alas de madera cedieron y detrás de ellas, un niño de unos diez años se dejó ver. El infante movió sus curiosos ojos de un lado a otro, de arriba abajo, analizándola con cuidado.

    —¿Quién eres? —preguntó el chico, ladeando la cabeza un poco.

    Por eso mismo la dividí. Por el pequeño salto en el tiempo que hubo. ¿Nueva vida para Sam?
     
    Última edición: 7 Agosto 2015
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    Love Temari

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    ¡¿Qué?! Seis años? un "pequeño salto" xD Wow, el tiempo pasa volando ¿no? :p
    Que valiente fue Sam, al haber hablado con la mamá de Matt y que ambas se hayan hecho grandes amigas, así como mencionaste, madre e hija. Lindo, lindo n_n
    Me gusta mucho que Leilani haya “perdonado” en sí, a Fred porque es entendible el dolor que sentía al saber que perdió a su hijo y después a su marido, encuentro que ella es una mujer fuerte junto con Sam.
    Nooo! Recordar a Matt, me da pena T.T pero me gusta lo tierna que es Sam, llevando a todos lados al títere de Matt ^^
    Ahora me pregunto si ¿Sam se enamorará otra vez? No sé, la verdad ese tema me intriga mucho xD y si creo que Sam tendrá una nueva vida :D
    ¿un niño abriendo la puerta a altas horas de la mañana? ¿Qué onda los padres del niño? Me llamó la atención XDD
    Me encantó el primer capítulo de la segunda parte y quede con ganas de leer mas XP


    Saludos!!!! ^-^
     
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  13.  
    alice chan

    alice chan Iniciado

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    Ahh... Muy lindo que Sam hablase con la mama de Matt, casi pensé que era imposible verlas amigas n_n.
    Me ha encantado y te aseguro que esperare con mucha impaciencia el proximo cap, ya que la segunda parte no es menos que la primera, como sospechaba desde un inicio.
    Tienes unos grandes dotes de escritura y espero que llegue a ser tan buena como TU, Maestra Borealis.
    Un beso de una conejita seguidora mu dulce.
    (¿Cuando estara la continuicacuon de "Un cuento de hadas desesperado?")
     
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  14.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    jejejejeje, por supuesto que esa frase me suena. Es la que rige mi vida entera :D
    me gustó el salto del tiempo, y como manejaste las escenas. Me da un poco de nostalgia lo ocurrido con Matt, pobre chico
    pero me agrada el hecho de que Sam continúe con la danza. Y Leylani... espero que puedan ir bien las cosas con Fred...
    me encanto!!
    simplemente me encanto!
    :')
     
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  15.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    Love Temari Supuse que dirían que no era tan pequeño el lapso de tiempo XD Gracias por tu comentario, sabes que me gustan y me animan. Intento sacar cosas lindas entre tanto drama porque sí, recordar a Matt es doloroso. ¿Se enamorará Sam otra vez? Bueno, yo y el tiempo lo diremos, jojojo XD. Gracias siempre por leer.
    alice chan ¡Ay! Nueva lectora y comentario. Me gustó mucho tu opinión con respecto a esta segunda parte, espero no decepcionarte. Graicas por tu comentario, gracias, gracias. A ti este capítulo.
    Milmel Lo sé, la tomé prestada de tu estado :p Sí, Sam continuó en memoria de su amado fallecido y yo también espero que todo vaya bien con todos, la verdad.

    Sin más que añadir más que agradecer a aquellos que leen esta historia, dejo el capítulo, corto -.-

    2

    Sam sonrió un poco, sin saber si sentirse aliviada o no, ya que no esperaba que un niño fuera quien la atendiera. Enfocó su visión al interior de la casa por la semi-abertura, lo que la hubiera dificultado mucho de no ser porque el niño abrió las puertas de par en par, sorprendiéndola, al momento que él se hacía a un lado.

    —¿Quieres entrar? —le preguntó con simpleza.

    Sam abrió la boca sorprendida. ¿Tan evidente era?

    —Ah… No, yo… —balbuceó, nerviosa.

    —Puedes —la interrumpió y le sonrió con inocencia—. No hay problema. Tienes asuntos que atender con papá, ¿no? Sígueme.

    El niño se adentró en la gran casa y Sam se quedó plantada donde mismo por unos segundos, dubitativa; sin embargo, después decidió entrar también; no perdía mucho. Quizás la echaran sin consideración y le prohibieran acercarse a ellos; no era una pérdida muy grande, era... inmensa. Muy bien, aceptaba que le aterraba la posibilidad de ser echada sin consideración o que la recharan; aun así, tanto ella como su inesperado anfitrión se vieron cruzando un ancho pasillo en el que a través de su largo, pudieron apreciarse la entrada a varias habitaciones. Una mujer joven salió de una de ellas.

    —¡Mark! —nombró al niño en tono de repehensión—. No vuelvas a irte sin más, me dejaste preocupada.

    —Perdón, Ann, pero fui a abrir la puerta.

    La mujer detalló por primera vez a Sam, frunciendo el entrecejo.

    —¿Quién eres tú? —le preguntó.

    —Bueno, yo… —Sam intentó presentarse, pero fue interrumpida nuevamente por Mark.

    —Tiene asuntos que atender con papá. La llevaré a su despacho. Vamos.

    —Con permiso —Sam inclinó la cabeza antes de retomar su labor de ir detrás de Mark, quien ya caminaba otra vez.

    Mark y Sam siguieron su camino, dejando a la mujer llamada Ann, muy extrañada. ¿Asuntos con el jefe? ¿Se trataría de una nueva recluta? Y si así era, ¿en qué categoría? Debía ir con los demás y darles la noticia. Mientras, Sam continuó siguiendo a Mark, más confundida que antes, pues él había dicho ya dos veces que hablaría con su padre. ¿A caso él era hijo del jefe? Iba a preguntárselo cuando el chico giró sobre su eje para mirarla, deteniéndose.

    —Hemos llegado —anunció señalando una puerta cerrada.

    Sam mantuvo su vista en ella, incapaz de abrirla; ni siquiera sabía a ciencia cierta en qué parte de la mansión estaba, dado que se había vuelto a sumir tanto en sus pensamientos que no había tomado en cuenta el recorrido. Y aquel temor que siempre se había albergado en su pecho con el pasar de los años, explotó; no quería sufrir una decepción más, creía que no estaba lista para enfrentarse a lo que fuera que la esperara detrás de la puerta. Al final, su actitud cobarde no había cambiado. Una mano pequeña se posó sobre su brazo, sacándola de sus pesimistas pensamientos; miró a Mark, quien mostraba extrañeza en sus facciones, siendo esta evidente al preguntarle, confundido.

    —¿No vas a entrar?

    —Tengo que.

    Y a pesar de su inseguridad, Sam aspiró hondo para tocar la puerta antes de abrirla y dar constancia de su presencia. Del otro lado, al fondo de la habitación, un hombre de mediana edad se mantenía sentado tras una mesa con algunos documentos sobre ella; el hombre era castaño y de grandes ojos pardos. Sam pudo notar que se parecía bastante a Mark, por lo que debía ser su padre. A un lado de él, había otro sujeto, de pie, más joven aunque unos años mayor que ella; él era alto, de piel blanca, y hebras doradas como el sol adornaban su cabeza, además de ser poseedor de un par de orbes azules como el océano.

    —Oh, una visita inesperada —comentó el rubio, mirando a Sam con brillantes ojos, incauto.

    —Perdonen mi interrupción —se disculpó ella, tímida.

    —¿En qué puedo ayudarte, jovencita? —preguntó el mayor, el jefe.

    —¿Es usted el encargado de todo? —quiso asegurarse ella.

    —A sus órdenes —asintió el castaño—. Soy Tucker Woods.

    —Papá —Mark penetró en la estancia—. Ella quiere decirte algo.

    —Sal, hijo, es conversación de adultos —le pidió Tucker.

    —Pero… —Mark dudó un momento.

    —Descuida, la trataré bien.

    El niño asintió y salió de lo que era realmente una oficina. Ya solos los tres, Tucker habló nuevamente.

    —Muy bien, dime qué puedo hacer por ti, señorita.

    —Mi nombre es Samara Glover y estudiaba en un instituto de ballet hasta hace poco —Sam sacó del morral la carta de recomendación y la colocó sobre la mesa para que Tucker la viera—. Estoy aquí porque me gustaría formar parte de su elenco. Quisiera trabajar a su lado, por favor.

    —¿Una bailarina? —inquirió Tucker leyendo la carta, al tiempo que el hombre rubio silbaba y comentaba, risueño:

    —Hacía mucho que no venía nadie a pedir trabajo.

    —Es verdad —concedió Tucker, dejando de leer para mirar a su compañero—. Menos mal que estás aquí, Brian. ¿Qué dices? ¿Hay puestos disponibles?

    Sam pasó su atención al nombrado Brian, asombrada y algo confundida.

    —Ah, lo lamento, no lo introduje —se disculpó Tucker al ver la expresión desconcertada de la joven—. Samara, él es Brian Charlton, es el moderador y organizador de los bailes que llevamos a cabo aquí.

    La estupefacción de Sam creció más y no pudo evitar preguntar:

    —¿Tan joven?

    —Bueno, dejando la modestia aparte, soy muy talentoso —alardeó Brian con una sonrisa autosuficiente—. Como sea, vamos a lo importante.

    Brian se acercó a ella y comenzó a rodearla varias veces, en tanto la escrutaba con ojos críticos, agudos y hasta cierto grado descarados. Sam se encogió de hombros, un tanto incómoda de sentir la penetrante mirada de él; era una inspección algo extraña.

    —Siempre será bienvenida una chica tan bella como tú —dijo finalmente Brian, guiñándole un ojo.

    —Haz las cosas bien, ¿quieres? —le pidió Tucker con fastidio.

    —Sí, sí —Brian lo ignoró, enfocando su atención en la pelirroja—. Vamos, te haremos una prueba, tómalo como una audición.

    Sam asintió, por lo que los tres salieron de la oficina. Hacer audiciones era algo a lo que estaba muy acostumbrada, por lo que se calmó un poco. Caminaron por un pasillo, no sabría decir si era el mismo de antes o diferente, para ella todos lucían igual, aunque se preguntó dónde estaba todo el mundo; el Teatro Woods contaba con muchas personas y no había visto a nadie más aparte de aquella mujer en cuanto entró. Iba a pedir noticias acerca de eso, cuando llegaron a un gran patio trasero, que si bien no estaba adornado por flores, el brillo que el césped despedía al ser alcanzado por los rayos del sol y lo grande del lugar, permitía aflorar un sentimiento agradable. Fue allí donde sus interrogantes internas fueron respondidas, pues la muchedumbre se dejó ver en cuanto salieron al aire libre; muchos notaron las tres presencias, pero se enfocaron principalmente en la de la pelirroja, cohibiéndola.

    —¡Su atención, chicos! –pidió Brian en voz alta para ser escuchado—. Hagan espacio, por favor. Será sólo un momento en tanto terminamos la prueba.

    —¿Prueba? ¿De quién? ¿Ella? —preguntaron unos.

    —Hace mucho de eso. ¡Quiero verla! —dijeron otros.

    —Sí. Ah, ¿no es de la que hablaba Ann? —murmuraron algunos.

    —Es verdad.

    Estos y otros comentarios salieron de la boca de todos, mezclándose, dando como resultado un alzamiento de murmullos inentendibles; sin embargo, hicieron caso de la petición del moderador y se hicieron a un lado, abriendo un círculo con el diámetro suficiente para realizar una pieza de baile sin problema.

    —Tu escenario —dijo Brian alargando su mano frente a sí, indicándole a Sam que podía empezar.

    Ella soltó un suspiro de inquietud; jamás había hecho una audición con tantas personas mirándola. Sacudió la cabeza; no importaba, no era nada nuevo. Supondría que Tucker y Brian eran los jueces y los demás eran los espectadores; no era diferente a las obras en las que había participado en el instituto. Dejó su morral en el suelo, pues nunca se acostumbró a bailar con él, y luego se colocó en medio de la circunferencia, por lo que tomando una posición de arranque, ejecutó su danza. Los años de duro trabajo, prácticas constantes y experiencia, se cargaron en ese momento, porque Sam deseaba ser aceptada, porque quería que cada uno de los presentes observara cuánto se había esforzado por llegar a donde estaba, en esa situación, y lo consiguió. Logró que se cautivaran con sus gráciles movimientos y sus sinceros sentimientos, ya que al finalizar, los aplausos no se hicieron esperar, junto con uno que otro grito y silbido de victoria.

    —No sé tú, pero lo hizo muy bien —aceptó Tucker, sin dejar de aplaudir y mirando al rubio.

    —De hecho sí, consiguió mi total interés —aceptó Brian, asombrado—. Es buena, sin embargo…

    —Entiendo. El estilo clásico no lo manejamos, pero tiene las bases bien cimentadas, creo que podría aprender el baile moderno sin problema. Incluso lo considero mucho más fácil.

    —¿La aceptarías a pesar de que habría que prepararla antes de una presentación? —Brian miró a Tucker, alzando las cejas, un tanto incrédulo.

    —Sólo si ella está dispuesta y, por supuesto, como encargado deberías estar al pendiente de su adelantamiento. Estaría a tu completo cuidado.

    —¿Y pasar tiempo extra con esa preciosidad? —Brian hizo como que se lo pensaba muy seriamente—. Hm, creo que acepto el desafío.

    —Tú y tu coquetería —Tucker negó con la cabeza antes de acercarse a Sam—. Tus dones son dignos de ver, no nos gustaría tener que rechazarte, pero para que puedas estar aquí deberás aprender el baile contemporáneo, ¿qué dices?

    —Sí, vine con eso en mente —aseguró Sam, decidida—. Por favor, enséñeme todo lo que pueda.

    —Perfecto —Se contentó Tucker—. Eres de las pocas personas que conozco que no se aferran con locura al ballet clásico.

    —Es porque me gusta aprender.

    —Bien —Tucker se dirigió a toda la multitud que no dejaba de hablar, ansiosa por saber en qué quedó todo—. ¡Escuchen todos! De ahora en adelante esta joven formará parte del teatro. Denle una cálida bienvenida y háganla sentirse como en casa.

    Una vez más, la gente rompió en aplausos y como si una barrera invisible —aquella que existe entre desconocidos— desapareciera, se acercaron a Sam, sumamente curiosos y la bombardearon con preguntas, tales como ¿de dónde era? ¿Cuál y cómo era su instituto? ¿Por qué decidió trabajar con ellos? Preguntaron por sus pasatiempos, sus comidas y colores preferidos, e incluso hubo quienes de una vez le pidieron una cita; la trataban como una de ellos sin restricción y eso la hizo feliz. Estaba preocupada por no encajar, pero ahora se daba cuenta que todos allí eran una familia y ya formaba parte de ella, por lo que, gustándole o no, debían soportarla y ella debía aprender a soportarlos.

    ************************************

    Lejos de las personas que interrogaban a la recién llegada, una joven y rubia mujer miraba todo con expresión ausente, sin importarle en concreto a quién decidían contratar y a quién desechar; prefería mantenerse ajena a esa clase de cosas.

    —Hey, Glynn —la llamó una de sus compañeras, acercándose a ella—. ¿Qué piensas de la nueva?

    —¿Pensar? —Glynn miró a su compañera con desinterés—. ¿Qué puedo decir? No la conozco.

    —Ya lo sé, me refiero a cómo baila. Sabes de eso, estás en el grupo de danza. ¿Es buena?

    —Supongo, la verdad es que no estoy familiarizada con el ballet clásico, pero si la contrataron es porque sabe lo que hace.

    —¿Sí? Yo pensé lo mismo y creo que Brian se ha prendado de la chica. ¡Mira! No aparta sus ojos de ella.

    —Es otro capricho suyo, lo conoces. Se emociona por cada fémina que ve y que considera linda. De hecho, si le pones falda a una escoba Brian estaría encantado de salir con ella —sentenció Glynn, malhumorada.

    Hasta otra.
     
    Última edición: 7 Agosto 2015
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  16.  
    alice chan

    alice chan Iniciado

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    Oh..my...good. ¡Lindiiisssiimooo capitulo, querida Borealis Spiral
    Pero... aca vi un error con el que me quedé "¿¡WTF?!"
    Se emociona por cada fémina que ve y que considera linda.

    ¿No seria "Femenina"?
    No vi mas errores, de hecho nunca los veo. Te dedicaré algun personaje algun dia (De nombre Borealis!)
    Se despide la querida
    @alice chan
    n_n me encanto el capítulo
     
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  17.  
    Love Temari

    Love Temari Entusiasta

    Aries
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    Ame tu capitulo, bueno ¿Qué capitulo no me ha gustado?
    Sam, que chica mas valiente, yo no podría haberme presentado delante de tantas personas XD soy muy vergonzosa :P
    Con que el niño se llama Mark, lindo nombre :D y para remate es hijo del jefe
    Brian *suspiro* que puedo decir de él. Es como el príncipe azul que quiero, rubio de ojos azules, lindo, lindo (se que parezco una niña chica, pero me encantan los rubios, creo que son mi debilidad XD)
    Y esa tal Glynn, ¿se podrá llevar bien con Sam? bueno, es que parece un poco pesada, quizás no lo sea, pero podía haber una pelea, porque parece que a ella le gusa Brian y parece que él no la pesca ni en bajada, solo tiene ojos para la linda de Sam <3
    ¿Podrá darse un nuevo amor entre Sam y Brian? sería tan lindo

    Saludos y cuídate!!! n_n
     
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  18.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    me encanta, no me esperaba esto
    pero otro muchacho?
    uno que esta prendado de ella?!
    que suuuper
    de valet clasico a danza contemporanea... pues bueno, no hay mucha diferencia, para ambos necesitas agilidad, flexibilidad y gracia
    y sé que Sam tiene todas!!!
     
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  19.  
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    alice chan Me alegra que siga gustándote. Bien, sigue haciéndome notar lo que sea que veas que está mal. La alumna debe superar a la maestra algún día, ¿no? Sí, sí, mi maestra dice que yo ya la superé... Aw, te extraño @Marina Ejem, en fin. ¡Gracias por tu comentario!
    Love Temari Hm, lamento no opinar lo mismo que tú en cuanto a los rubios. Yo, al contrario, les tengo una insana e injustificable aversión del demonio ¬¬ No preguntes por qué que no sé; pero me alegra que te gustara el capítulo y bueno, intento sorprender, así que te diré que debes esperar.
    Milmel Pues sí, apareció otro muchacho; de esos nuevos personajes que irán apareciendo en esta segunda parte, como en este capítulo. Gracias por tu comentario. Qué bueno que ambas deseamos lo mejor para Sam ^u^

    Como podrán ver, me salí del día habitual en el que publico y se los traje más pronto porque este viernes no podré publicar que me voy de viaje todo el fin de semana y no me veré por estos lares hasta la próxima semana; así que aprovecho para dejarlo ahora. Además de que está medio flojo el capítulo y corto, por lo que no quería hacerlos esperar tanto. Ya basta de excusas y la conti aquí:

    3

    Sam continuaba mirando todos los rostros que la rodeaban, perpleja. No creía aprenderse los nombres de cada uno de ellos; además, le hablaban al mismo tiempo que a la mera hora no sabía quién decía qué cosa ni nada.

    —A ver, a ver —Una joven de entre la multitud se puso delante de ella para separarla de sus compañeros—. Por favor, chicos, están sofocándola; déjenla respirar un poco. Sé que todos queremos conocerla, pero seamos comprensivos. Por cierto, el desayuno está listo. Vamos, a comer todos.

    Entre más comentarios que denotaban tanto desacuerdo como concordia en cuanto al trato que le dieron a la novata, el círculo de humanidad fue haciéndose cada vez más pequeño, estando todos dispuestos a disfrutar unos deliciosos alimentos para después regresar a sus ocupaciones del día con día. Esa tarde también tenían otra presentación, por lo que no podían estar perdiendo mucho tiempo; su trabajo consistía en ajustarse a un horario bien establecido y de la mejor manera posible.

    —De alguna forma me salvaste, gracias —le dijo Sam a la joven, calmándose de tan interesante bienvenida.

    La otra chicala miró y le brindó una sonrisa reconfortante. Sam detalló que era una chica bonita; poseedora de un largo cabello negro, piel apiñonada y ojos marrones; quizás un poco alta para la estatura promedio de una mujer, pero eso sólo le daba un toque de mayor encanto.

    —No hay problema —negó ella, sacudiendo la cabeza—. Tú discúlpanos a nosotros, que a veces podemos llegar a ser demasiado entrometidos. Por cierto, soy Sasha Nichols, mucho gusto. Parece que seremos compañeras de habitación.

    —¿Eh? —Sam ladeó la cabeza, extrañada, por lo que Sasha se explicó.

    —Verás, dada la cantidad de personas que somos, ni una casa de este tamaño tiene los cuartos suficientes como para que cada uno tenga su propia recámara, por lo que nos vemos en la necesidad de compartir habitación con otra persona. Tú, alguien más y yo dormiremos en una por órdenes del jefe; me lo acaba de decir, ¿qué tal?

    —Ya veo, estoy encantada. Deseo que nos llevemos bien —confesó la pelirroja, sonriendo amigable.

    —Yo también... Ah... ¿Cómo era tu nombre?

    —Samara, puedes llamarme Sam.

    —Bien, Sam, ¿dónde está tu equipaje?

    —No lo tengo ahora. Sería raro si lo trajera conmigo en este momento, ya que no sabría si me aceptarían, así que... Quiero decir...

    —Lo entiendo, lo entiendo, no te exaltes ni te compliques la vida —Sasha rió no tan disimuladamente, aunque sin intención de ofender—. Eres divertida. Será mejor que vayas por él. Lo que es más, sería bueno que te tomaras el resto del día libre. Tienes amigos y familia de los cuales despedirte, ¿no?

    —Sí, ¿pero está bien? —Sam dudó un momento, pues no quería meterse en problemas por salir así como así.

    —Claro, de cualquier forma, ahora mismo no es como si pudieras hacer mucho. Mañana iniciaría tu dura preparación y los entrenamientos, así que aprovecha. Además, este lugar no se trata de una prisión en la que te quedes confiscada todo el día; normalmente puedes salir a donde se te antoje. Anda, ve a despedirte. Ya le daré yo una explicación a todo el que la exija.

    —De acuerdo, muchas gracias.

    Sasha asintió, viendo que Sam daba la vuelta y se encaminaba a la puerta que daría acceso al interior de la casa; sin embargo, apenas pasaron unos segundos, antes de que la viera volver sobre sus pasos.

    —No puedo llegar a la salida; no sé dónde está, me perderé —declaró Sam, ligeramente avergonzada.

    —Entonces sígueme —le pidió Sasha y las dos comenzaron a caminar—. Cuando regreses me encargaré de darte un tour por aquí, por lo menos para que te des una idea de dónde está todo y eso. Tampoco es como si importara saber exactamente cada rincón de los lugares en los que nos alojamos; después de todo, no duramos mucho en ellos, pero sería bueno que te orientaras.

    Continuaron andando por los pasillos con paso tranquilo durante unos momentos más, hasta que Brian se les puso enfrente, mostrando lo mejor de su brillante y conquistadora personalidad.

    —Hey, hey, Sasha, ¿a dónde la llevas? —preguntó alzando una ceja, más que curioso.

    —Ah, eres tú, Brian —Sasha escondió una mueca de fastidio—. Sam irá por sus equipaje y a despedirse de su familia.

    —Entiendo, dime, ¿quieres que te acompañe, preciosa? —Brian se dirigió a la pelirroja, sonriéndole seductor.

    —¿No sería eso raro? —se cuestionó Sasha en voz baja, escéptica, al tiempo que Sam respondía con presteza:

    —Prefiero ir sola, gracias

    —¿Estás segura? Es peligroso ir sola por allí en estos tiempos. Si me dejas acompañarte —El rubio tomó su mano, sin apartar sus coquetos ojos de ella—, prometo tratarte bien.

    Y se tomó la libertad de posar sus labios en el dorso de aquella suave mano, ocasionándole a Sam un estremecimiento alarmante e inquietante.

    —Vamos, hombre, vas a asustarla —lo reprendió Sasha, separándolos, porque Brian no había soltado a Sam, sino que se le había acercado hasta el grado de casi robarle su espacio personal—. Continuemos, Sam.

    Sasha la sujetó del brazo y la arrastró lejos del rubio. Sam miró unos momentos su mano, antes de que otra escalofrío la invadiera; nada que ver. La sensación actual era completamente diferente a lo que había experimentado anteriormente con una acción parecida. Aquella vez que Matt besó su mano había experimentado sensaciones nuevas, extrañas para ella, pero agradables; ahora, en cambio, un sentimiento de completo desasosiego la invadió, por lo que perturbada hasta la médula, se limpió discretamente la mano en la falda del vestido.

    —Lo siento por eso —se disculpó Sasha—. Brian tiene la reputación de un Casanova; conquista sin pensarlo, por lo que recomiendo que deberías cuidarte. Hasta ahora, todos sus objetivos se han enamorado de él... bueno, casi todos.

    —Mantendré el consejo en mente, aunque realmente no desearía tener una relación con él fuera del ámbito profesional.

    —Ya decía yo que eras una chica inteligente, pero una cosa es el dicho y otra el hecho, por lo que insisto en que seas precavida, ¿de acuerdo?

    —Está bien, gracias.

    Caminaron unos metros más, hasta que Sam pudo distinguir el gran vestíbulo y la puerta principal; con esto, prometiendo que regresaría después, salió del que sería a partir de ese día su nuevo hogar. Antes que nada, se dirigió a donde Leilany; debía darle la noticia lo más pronto posible. Tuvo que tomar un trasporte público porque la casa de la mujer estaba muy lejos de donde se encontraba ella. Arribó a la parada usual y al bajar, continuó a pie unas cuadras más, para que finalmente sus ojos visualizaran un establecimiento; esa era la tienda de artesanías de Leilany. Bueno, originalmente era de su difunto esposo, pero pasó a ser suya, y aunque la simpleza del local no dejaba apreciarlo, la verdad era que le iba muy bien en el negocio.

    Subió los tres peldaños que daban acceso a la entrada y al ingresar, se dejaron ver la múltiple cantidad de diferentes formas de arte; tales como como esculturas pequeñas, vasijas, ornamentos, adornos, muebles hechos a mano, con encajes y diseños elaborados, cuadros y demás. Se acercó al amplio mostrador, en el que descansaba una pequeña campanilla, la que tocó para llamar la atención del vendedor, quien salió de una cortina ubicada al fondo a la derecha del mostrador, que era la que separaba la tienda de la casa. No fue sorpresa para Sam ver quién aparecía frente a ella, aunque no pudo decirse lo mismo de la otra persona.

    —¡Damita! —soltó Fred, asombrado de verla—. ¿Qué te trae por aquí? ¿Cómo has estado?

    —Excelente, gracias, Fred. Tengo buenas noticias que darles. ¿Dónde está Leilany?

    —Un momento, ya la llamo.

    Fred desapareció de su vista una vez más, pero al poco rato, regresó junto con la rubia.

    —¿Qué pasa, Sam? ¿No me digas que...?

    Leilany no pudo terminar la frase porque Sam ya asentía con vitalidad, mientras lágrimas de felicidad hacían el trayecto desde sus ojos, cruzando por las mejillas para llegar al mentón y luego al suelo. Las dos se unieron en un abrazo alegre, en tanto daban saltitos como niñas pequeñas, emocionadas. Fred observó la escena con una sonrisilla en sus labios, divertido, al tiempo que negaba con la cabeza y se preguntaba con ironía cuándo dejaría de ser niñera.

    —¿Entonces ya está? ¿Tu sueño ha sido cumplido finalmente? —le preguntó Fred después de que ellas bajaron el grado de su regocijo, tan sólo para estar seguro. Sam asintió una vez más, en tanto hablaba con son ligeramente ronco por el llanto y la emoción:

    —Sí, sólo venía a decírselos y bueno, a despedirme también. Debo prepararme para las presentaciones, por lo que ya no tendré tiempo de verlos en los siguientes días antes de irnos de la ciudad; pero como sospeché, es difícil después de todo. Es duro imaginar que me alejaré de ustedes que han estado siempre para mí cuando los necesitaba, que han sido mi familia aquí en la urbanización. Estoy tan agradecida por todo su apoyo, y tan apenada porque no nos veremos más, que simplemente no sé cómo expresarme...

    La voz se le quebró a Sam, al tiempo que sus lagrimales funcionaban al doble. Leilany la abrazó con cariño, acariciando su cabeza, dejándola desahogarse.

    —Lo sabía —aceptó Sam entre sollozos pronunciados—. No me gustan las despedidas.

    —¿Pero por cuánto tiempo, damita? —inquirió Fred con voz dulce y serena—. ¿Un año? Un poco más, quizás uno y medio; luego volverán a la ciudad, ¿cierto? Entonces podremos vernos de nuevo, y por lo que dices acerca de tus preocupaciones, no tendremos la oportunidad de verte bailar en esta ocasión, así que sigue luchando por mejorar y muéstranos un buen entretenimiento la próxima vez que nos encontremos, ¿de acuerdo?

    —Fred tiene razón —concordó Leilany, mirando a Sam con ternura, limpiándole las lágrimas—. Siempre te estaremos esperando, pero para que esta despedida no se convierta en recuerdos amargos, vamos, te invito a desayunar; estaba preparándolo cuando llegaste.

    —¿Puedo ayudar? —preguntó la joven intentando serenarse.

    —Claro, trabajemos duro y démonos una comida digna de nosotras.

    —¿Y yo? ¿Van a darme de ese gran platillo suyo? —indagó Fred, curioso.

    —No, es sólo para mujeres —respondió Leilany, cruzándose de brazos—. Tú quédate aquí y trabaja, esclavo.

    —¡Qué cruel! —se quejó el hombre.

    Las dos se adentraron a la casa y comenzaron a preparar el desayuno. Sam se divirtió bastante mientras cocinaban y platicaban de temas varios; aquel día se concentraron en hablar de los recuerdos que habían formado en los últimos años, colándose uno que otro de Matt y su padre. Al terminar de preparar todo, se dispusieron a disfrutar de su creación, y aunque Leilany había dicho que Fred no comería, en realidad sí lo llamó para que las acompañara; pasaron un buen momento lleno de risas y demás. Después, las dos mujeres recogieron el desastre que había quedado en la cocina, entonces Sam decidió que era momento de macharse.

    —Fred, llévala al instituto —le pidió la rubia dándole las llaves de su automóvil.

    —¿En el auto? —Fred se sorprendió bastante; Leilany nunca lo dejaba conducir su vehículo.

    —No, a pie, sólo quiero que le hagas compañía, ¿cómo ves? —retorció ella con sarcasmo—. Por supuesto que en el auto.

    —No hace falta...—Sam estaba por rechazar la oferta cuando Leilany la interrumpió:

    —No hay problema, linda. Fred será tu chofer hoy, así que aprovéchalo y explótalo.

    —No deberías poner a tu disposición la vida de otros —recriminó él.

    —Eres mi esclavo, me perteneces, por lo que puedo disponer de ti cuándo y cómo quiera sin que tengas derecho a reclamar, así que anda, llévala al instituto.

    —Sí, sí —Fred asintió; tal vez lo tacharan de masoquista, pero que Leilany le dijera que era su pertenencia lo hizo muy feliz.

    Una vez en el interior del automóvil, los dos se dirigieron al instituto para que Sam pudiera ir por su equipaje. Al llegar, le pidió a Fred, a pesar de las insistencias de él de ayudarla, que esperara en el auto en tanto ella iba por todo, esperando no tardar, pues ya había empezado a empacar unos días antes con la mentalidad del éxito. Cuando entró a la institución educativa y sus conocidos compañeros la vieron, otro bombardeo de preguntas la asaltaron. ¿Cómo le había ido? ¿Consiguió entrar? ¿Cómo era el Teatro Woods? ¿Cuánto ganaría?; y muchas, muchas interrogantes más. De ese modo, sus deseos de salir rápidamente de allí fueron frustrados, y el que creyó sería un corto espacio de tiempo, se trasformó en horas, por lo que antes de lo que hubiese imaginado, la hora de comer llegó. En cuanto tuvo la oportunidad, una vez hubo saciado la curdiosidad de sus compañeros, salió de la institución cargando un par de maletas; al verla, Fred corrió en su ayuda.

    —Lo siento mucho, Fred —se disculpó, apenada—. Mis amigos me entretuvieron más de lo que creía.

    —Descuida —la tranquilizó él, colocando las maletas en los asientos traseros—. Era obvio que querrían despedirse de ti apropiadamente y eso requiere tiempo —Miró su reloj de muñeca—. Es tarde, ¿comiste allí?

    —No. Me invitaron pero no podía hacerte esperar más.

    —No debiste angustiarte por eso, sabes que habría esperado lo que hiciera falta. Soy un simple chofer ahora, ¿no?

    —Para nada. Eres mucho más que eso, Fred, mucho más; eres mi amigo.

    —Entonces déjame invitarte a comer a algún lado como amigo; apuesto a que con todo el trabajo que hiciste, estás hambrienta.

    —No realmente —Sam bajó el rostro, el que de pronto se vio ensombrecido— Debería estarlo, pero no me apetece nada ahora.

    —¿No? —Fred frunció el ceño, confundido.

    —No, ahora mismo me gustaría que me llevarás a otro sitio, por favor.

    —¿Otro? ¿Cuál?

    —El cementerio —La expresión de ella se apagó un poco más.

    —Entiendo —Fred cabeceó, comprensivo—. Sube.

    Y viene la despedida más dura. Gracias por leer. Hasta otra.
     
    Última edición: 7 Agosto 2015
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  20.  
    negiyasuna

    negiyasuna Iniciado

    Virgo
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    Mensajes:
    8
    Oh... Que lindo pero a la vez tan...tan... bueno, ¡que me ha puesto la piel de gallina!
    Bueno, vi que se te fue dos veces el mensaje, así que comunícate con el líder de el foro para que te lo borre, o si no, borra tu el mensaje y en las razones pon que se te fue repetido, ¡todo tiene su solución!
    Pero... bueno, me encantó el capitulo y a ver si no tarda esa conti!
     
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  21.  
    Milmel

    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

    Capricornio
    Miembro desde:
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    303
    Pluma de
    Escritora
    :'( una durisima despedida en el cementerio :'(
    triste...
    pero tengo una duda
    la aceptaron en el teatro y ya se van?
    porque se van?
    creo que esa parte no quedo muy clara para mi :S
    pero el cap me encanto, como siempre, es chico casanova... creo que el enamorado terminará resultando el :D
    Animo Sam!!!!
     
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