Colección de Pokémon - Universo expandido [30 días de pokémania]

No estoy seguro si voy atrasado o no para la actividad, tengo la ligera impresión que mi día empieza mucho después que para el resto de usuarios. Pero, como fuese, en mi país apenas son las dos de la tarde y para mí yo estoy a tiempo así que aquí vamos x)

Día 1 - en medio del océano


Era quizá el mejor lugar en que había estado en su vida. Paz. Silencio. No ver nada más que una ondeante masa de agua rodeándola a lo largo de kilómetros. Aquello le recordaba su naturaleza solitaria. Siempre alejada de los demás. Como si fuese diferente. Como si existiesen realmente pocos o ningún humano con quien identificarse.

Y todo aquello era únicamente posible gracias al único ser con el que sentía compartir la esencia. Quizá el más bello pokemon que había visto en su vida. Un compañero inigualable. Majestuoso. Fiel.

Eran tanto por la escasez de la especie como sus escamas violáceas y brillantes lo que hacían a ese lapras tan diferente como ella. Tan el uno, quizá dos por ciento de la población de Kanto y Johto. Tal y como ella se sentía tras haber ganado la última liga. Con todos buscándoles por ser diferentes. Por resaltar. Y ellos simplemente buscando calma. Lejos de todo. Lejos de todos.

Pero aquello era solo una parte de lo que le hacía apreciar tanto al pokemon agua. Apreciaba mucho más de él su compañía. Sus momentos juntos en medio del mar. Sin necesidad de hablar, pero con la confianza en alto. Viajando juntos. Disfrutando del bello paisaje. Conformado por una base de agua, que se movía lentamente, como respirando con la misma calma que les invadía a ambos, pokemon y entrenadora. Adornado con borrosos y distantes retazos de tierra, montañas, bosques y edificios. Aquello era realmente vida para ellos.




Algunas veces el anochecer les sorprendía en medio del mar. El cielo se teñía de rojo lentamente mientras flotaban sin prisa, como dudando si volver a tierra buscando seguridad o arriesgarse a pasar la noche en el agua, disfrutando del silencio y la brisa oceánica. Eran aquellos dubitativos momentos cuando lapras cantaba nostálgico, con la mirada perdida en el sol que se ocultaba.

Buscaba respuesta. Alguno más de su especie. Ella lo sentía. Y sabía que quizá jamás verían a otro lapras. Pero, al final, sin importar que, ella si estaría ahí para escucharle.

 

Bueno, yo suelo escribir los nombres de los pokemon completamente en minúsculas porque son, específicamente, una especia. No es como que en los escritos perro o gato empiecen por mayúscula. Es por eso que lo hago así.
De cualquier modo. Gracias por pasarte por el escrito y por un comentario tan elaborado. Esos escasean a veces.



Día 2 - Erika

Ella se durmió sobre mi hombro mientras veíamos el atardecer sentados en el pasto. No quise fastidiarle. No lo intenté. Y quedé en trance pensando en el día que nos habíamos conocido.


Me presenté ante ella como retador. Como si fuese aquella la primera vez que mis ojos apuntaban a tan bella persona. Tan grácil como un pétalo de la flor más bella. Sin duda la más perfecta para su rol como líder del gimnasio planta de Azulona.

Quedé ciertamente cautivado con tan inusual imagen. Ella descansando junto a un cerezo plantado en medio de un bello jardín interior que cumplía el rol del gimnasio. Ella estaba casi dormida y se sobresaltó levemente con mi presencia.

“Hola… bonito día ¿Verdad?” hablaba suavemente, con la mirada perdida mientras se incorporaba “Me llamo Erika” pero aquello yo ya lo sabía “¡Oh! Lo siento. No me di cuenta que querías desafiarme” Era tan tierna. Me había perdido tanto en sus palabras, en su forma de hablar y en su belleza, que casi olvidé reaccionar cuando la batalla estaba por empezar.

La batalla no fue demasiado intensa. Los pokemon de Erika actuaban de manera casi gentil siguiendo la suave voz de su entrenadora; mientras los míos luchaban a la par, sin ser demasiado agresivos, pero buscando la victoria igualmente.

No podía evitar sentir que casi me dejaba ganar. No parecía del todo concentrada. Incluso parecía cansada. Quizá era aquella mi mejor oportunidad.

“¿Está todo bien?” le pregunté de pronto. Ella no parecía estar acostumbrada a alguna conversación durante la batalla. No la culpaba. Imagino que ningún líder de gimnasio socializaba mucho con sus retadores “¿Porqué lo preguntas?” de pronto parecía un poco más despierta “Parece que estuvieses enferma ¿Segura quieres continuar?”

“Estoy lo bastante bien como para vencerte” ella sonreía entonces. Que bella era su sonrisa.

“Si estas tan segura…”

“Claro que lo estoy”

“Entonces podríamos hacerlo más interesante” era mi momento y solamente esperaba que funcionase “si te gano me deberás una cena” intenté que sonase como una broma. Como un plan de escape por si a ella le parecía demasiado atrevido o incómodo.

“Está bien” no sé que era mejor, que realmente aceptase o que parecía aun más animada. Me alegraba causar eso en ella “pero si gano yo, serás tú quien me deba una cena” y no creo que hubiese forma de sentirme más feliz en aquel momento.


A pesar que ella no debía descuidar su trabajo como líder de gimnasio se dio el tiempo para nosotros. Era tierna. Demasiado. Y por eso la adoraba.

Me gustaba su forma de ser. Tan tranquila. Tan distraída. Hablaba con voz suave, casi débil. Algunos me dijeron que parecía enferma, pero ella siempre respondía que era el cansancio. Ser líder de gimnasio es un trabajo a tiempo completo. Seguro estaría siempre agotada. Incluso parecía siempre estar al borde de caer dormida, pero sonreía como nadie. La sentía tan delicada. Como si se fuese a desplomar de pronto. Pero yo estaría ahí, a su lado, siempre cuidándole. A lo largo de los días y de nuestras memorables citas. Siempre juntos.



Hubiese querido que el momento durase para siempre. Ella tan en silencio, pero a mi lado. Con el atardecer volviéndose infinito y dejando al mundo sumergido en el más bello y rojizo cielo.

No quería incomodarle, pero se hacía tarde. Traté de despertarle, pero no podía. Ella era tan tierna. Tan frágil. Por eso la quería y sabía que quería pasar mucho tiempo a su lado. Pero era suficiente por entonces. Ya debíamos volver a casa y continuar nuestra historia otro día.

Aquello no ocurriría. Me lo decía aquel hilo de sangre que descendía desde su nariz.

 

He tenido uno de los días más ocupados de la vida por lo que leeré detenidamente los comentarios luego.
De momento... creo que mi aporte menos cuidado para esta actividad Dx



Día 3 - Fin

Lo primero en percibirse fue el ruido de las ventanas al vibrar. Fuerte y perturbador. Ya desde entonces sabían que algo estaba por ocurrir. Probablemente algo malo.

Lo segundo fue el sismo. Acompañado de un ensordecedor rugido que acaparó todo el ambiente de la isla. Las personas comenzaron a abandonar los edificios. Aterrados y confusos.

Lo tercero cubrió la luz del sol. El día cálido acababa, dejando tras de sí la densa y abrumadora nube oscura que emanaba del volcán. El pánico se generalizó entonces. Los trabajadores del centro científico de Isla Canela activaron la alarma. No hubo síntomas ni preludios que les mostraran la catástrofe que vendría sobre ellos. Siguieron el plan de acción y recogieron todo lo que pudiesen rescatar antes de abandonar por completo.

Lo cuarto arrasaría con todo a su paso. Lava ardiente descendía lenta pero decidida por la ladera del volcán. El centro pokemon evacuaba a todos los pacientes y trabajadores, los cuales observaban aterrados como la lava cobraba su primera víctima. La mansión estaba, por suerte, abandonada. Pues fue rápidamente consumida por el infierno.


El barco solicitado para el rescate partió de los muelles al sur de ciudad Fucsia. Era un largo camino por recorrer, pero lo tomaron con determinación. A toda prisa, sin pausas ni distracciones, atendieron al llamado. Atravesaron por el norte de las Islas Espuma mientras divisaban a lo lejos la nube de oscuridad que se había desatado por la erupción del volcán.

No sabían si llegarían a tiempo. La distancia entre ambos puntos era una de las más extensas de todo Kanto. Pero siempre que hubiese esperanza continuarían con la misión.

Finalmente llegaron. Quedaba apenas un borde de la isla que aún no era cubierta por la lava. Todos los humanos y pokemon sobrevivían en aquella costa. Aferrándose a la vida con los pies dentro del agua.

Fue difícil, ciertamente. Pero lo habían conseguido. Todos juntos habían partido lejos de ese infierno. Lejos del fin de la ciudad en Isla Canela.