Unión [Inuyasha&Kagome]

Capítulo 5: Eres diferente


Entendía el punto de Miroku. La brisa del aire en verdad parecía aliviar un poco los sentimientos que mantenían oprimidos a mi corazón. Aunque sinceramente mi cabeza no podía estar en paz. Había quedado poco satisfecho con lo que me había pasado… quizás ella estaba punto de decirme, que quería volver a verme.

Tonterías, no debería estar dejando que mi mente divagara en una ilusión… nada que pudiera tocar, o sentir.

—Observa a esa mujer…—pronunció Miroku señalando con una mirada a cierta joven que permanecía a lo lejos de nosotros—tiene una mirada tan fría, además que ya puedes notar su extraña presencia.

De hecho, era la misma de aquél chiquillo desagradable. ¿Qué hacía una criatura entre tanto humano?
No parecía que fuera a atacar, sólo observaba, cómo si buscara algo. Permanecía tapando hacia debajo de
su nariz con un abanico.

—No se ve que pretenda hacer algo… ¿acaso tú lo piensas?

—No sé, es sólo que ya es la segunda… Lo que me incomoda es si su verdadera forma es así cómo está, o
es un pequeño zorro que tomó la forma. Admito que la energía que emana, es superior a una criatura así.

Aquella mujer permanecía en la misma posición, al igual que una estatua que sólo movía los ojos. Una
actitud sospechosa si se miraba con detenimiento… pero todo mundo permanecía ocupado en sus propios
asuntos. Tanto, que no se daban cuenta de todos aquellos detalles que hacían de la vida algo mejor.
Quizás ni yo tampoco lo hacía en todo momento.

—Ya se fue…—mencioné tras ver cómo desaparecía entre el espeso manto que cubría el bosque.

Miroku se relajó más… había permanecido demasiado tenso.

Pasamos un tiempo más ahí, las personas comenzaban a marcharse poco a poco, hasta que fuimos
nosotros los únicos ahí presentes. No habíamos hablado ya, sólo permanecido en un silencio, nada
incómodo. Él decía que era bueno permanecer solos en nuestros pensamientos.

El sol ya no estaba presente, la luna junto con el manto de la noche lo habían reemplazado. Era una vista
hermosa… y a la vez, bastante nostálgica.

—Vámonos Inuyasha… pronto será más tarde y tengo hambre.

Me levanté sin decir nada, sólo seguí a Miroku de regreso a nuestro hogar…

Nuestro solitario hogar.

Yo caminaba atrás de Miroku, atento a mi entorno, pero a la vez pensando en lo que ya había estado
haciendo desde tiempo atrás.

Él estaba conmigo, y no le molestaba, lo sabía… sin embargo, no quería ser un impedimento para que él
formara una familia con alguien. Miroku me había dicho que no lo sería, pero no llegaba la indicada. Eso
sonaba extraño viniendo de él, pero muy aparte de sus “costumbres” su lado emocional resultaba mucho
más tierno. No quería estar solo, pero ansiaba el día en que él encontrara a la compañera que siempre había soñado.

Sonreí con nostalgia, recordé a Kikyou y el tiempo en que yo pensé en que ella me acompañaría toda la vida… no pudo ser así, ella se dio cuenta de lo que en verdad sentía y optó por la sinceridad. De igual forma, yo hice lo mismo, y en el fondo de mi corazón, vi lo que en realidad había representado para mí aquél amor.

Al menos tenía la satisfacción, que podía ya recordarlo sin lamentarme, frustrarme o sentirme de alguna otra forma tan negativa… sólo por aquella chica, Kagome.

No era que hubiera sentido quizás el mismo sentimiento que sentí por Kikyou, pero verla así, tan parecida… había sido un golpe con el que no contaba. La sorpresa, y un pequeño miedo fueron los sentimientos que me habían embargado, estos mismos, siendo anulados con su personalidad tan amable y fresca.

Ella… que no sabía si podría volver a verla.

— ¡Inuyasha! —un grito desesperado de Miroku me sacó totalmente de mis pensamientos. Estaba arrodillado a un lado de los arbustos… me dirigí hacia él. No podía ser que no me diera cuenta si alguien le hubiera herido.

—¿Qué…?—mi pregunta quedó muy atrás de lo que hubiera podido imaginar. Un fuerte palpitar inundó mi corazón, entre la emoción, horror, o quizás la ira que comenzaba a sentir.

Ahí estaba, la joven de hace unas horas… tirada, en condiciones realmente deplorables. Llena de sangre e inconsciente. Kagome parecía… ni quería pensarlo. Su respiración me tranquilizó, sin embargo, no sabía qué pasaría con ella.

Le ayudé a Miroku que intentaba levantarla con el mayor cuidado posible. En su rostro la preocupación también estaba presente…

Y me miró, y este cambió totalmente su mirada. Era como si yo tuviera peor aspecto que ella… ¿qué expresión debí tener?

No importaba, sólo quería ponerla a salvo.

Continuará….

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Pollux: No, ¿por qué te golpearía? para nada :) si lees y te gusta es mucho para mí, con tu comentario es más gratificante pero no te pegaría Lol xD me da gusto que te siga agradando la historia, y sí, es él,
Awwwww ToT gracias por esas palabras. Y sí, de hecho sabes que me inclino más a sesshxkag xD Pero no puedo dejar mi lado fangirl de esta xD

maFFer sussin: Bienvenida x3 gracias por leer, me da gusto que sea de tu agrado. Pues sí, un poquito de misterio nada más (?) es que trato de no hacar mucha obviedad xD x3 muchas gracias por todo.

mvss: Oh, muchas gracias en verdad, me da gusto ver que te haya atrapado la historia ;) Gracias!

Angels: Hola nena x3 y bueno, no, no es UA, es normal pero entre "" xD Se, Miroku es así siempre xD Ya sabrás que le pasó a ella ;) xD Lol, también ya sus sospechas serán confirmadas. Lol, eso quedo reservado para despues ;)

Espero disfruten el capítulo x3

Nota: Esto es cosa de la página si se ven raras las líneas, no lo puse así a propósito =(

 

Capítulo 6: Ayuda.

La desesperación se hizo cada vez más presente sobre nosotros dos. No dejaba de sangrar por un extremo de su mano, a pesar que Miroku le había puesto un pedazo de ropa para retener la herida, esta ignoraba por completo aquello. Demasiada preocupación estaba sintiendo, la persona que sostenía sobre mis brazos con mucho cuidado, se le escapaba la vida con cada gota de sangre que se caía al suelo… y no podía hacer aún nada por ella.

Ya no faltaba mucho, estábamos a nada de llegar. Miroku no dejaba de observarla y mantenerla lo mejor posible, pasándole un poco de su poder curativo. Esta tarea no era fácil para él, aún no podía asimilar bien lo que ahora poseía.

Un quejido… al menos sabía que ya estaba un poco consiente.

El tiempo voló, y ya estábamos en lo que era nuestro hogar. Un gran alivio surcó por mi cabeza y miré el rostro demacrado de Kagome.
Incluso ella parecía más tranquila. Algo tonto, pero igual también me contagiaba su deseo por vivir. Aunque su expresión estuviera tan lastimada, una fuerza se podía sentir al permanecer tan cerca de ella.

Ambos colocamos a Kagome en lo que era la cama de Miroku que estaba antes que la mía. No importaba si esta se manchaba por la sangre, no era momentos en pensar en algo así cuando ella estaba más necesitada de nuestra ayuda.

Miroku rápidamente se fue a buscar las cosas que necesitaba. Había de preparar una pomada para hacer la cicatrización de las heridas mucho más rápido, afortunadamente, teníamos todo lo que esta misma requería. Comencé por tomar una toalla que había dejado Miroku junto con bote de agua que recién había traído antes de comenzar a hacer la pomada.

Noté que su sangrado provenía de la parte de su espalda y brazos, así que la coloqué con cuidado boca abajo para retirarle la ropa y poder limpiar la sangre. Estaba muy mal herida, tenía demasiadas heridas, unas más profundas que otras.

Sentí tristeza por ella, y un coraje inmenso contra quien le había hecho tremendas heridas.

Seguí limpiando, hasta que ya no tenía más sangre en su espalda y brazos. Sólo tenía un rasguño en la cara.

Sus ojos estaban comenzando a abrirse, sentí un poco de nervios al saber que me vería.

¿Nervios? No sé porque había sentido eso en aquél instante.

Su expresión al verme fue de total sorpresa, sus ojos se dirigieron a mi rostro, sin embargo, no tenían mucha fuerza, ya que en ellos se veía el
dolor que sentía. Aún así, ella me sonrió.

—Gracias…—logró susurrar junto con un leve quejido.

—No se esfuerce, descanse que pronto estará mejor—dije con tratando de calmarla. Esperaba sólo la llegada de Miroku con la pomada.

—Puedo hablar bien, le agradezco que me esté ayudando. Pensé que iba a morir ahí, sola y de una manera que nunca imaginé—las lágrimas comenzaron a desbordarse. No soportaba ver a alguien llorar.

Instintivamente, toqué su rostro en una leve caricia que pretendía ser de consuelo.

—No llore, ya está bien, se recuperará y sólo será algo que olvidará con el tiempo. ¿Quién le hizo esto? —pregunté, aunque quizás no debí hacerlo, para no ponerla mal.

—No lo vi, yo venía corriendo porque algo me asustó cuando salí de casa del señor Naraku—se cabello estaba debajo de ella, y se acomodó en él—Sé que el señor Naraku no fue, porque él me dejó salir, siempre me dio libertad para todo…

“Y ahí comenzó todo. Cuando llegué a la casa junto con Hakudoshi, este le dijo que yo había hablado con usted y el señor Naraku pareció muy molesto. No lo había visto antes así, me…—detuvo un momento su narración antes de continuar—golpeó otra vez, pero ahora no había visto yo ninguna razón para su comportamiento. Le dije que me iría, él dijo que era libre de marcharme cuando quisiera. Lo hice, le dejé la perla y me fui. Una acción temeraria, no tenía idea a dónde iría, pero no soportaba estar ahí.

“Algo me empujó por la espalda, entonces caí, al instante me levanté y corrí lo más que pude, pero lo que sea que me haya pegado, me alcanzó y me hirió con muchos golpes, ya que caí y sentí todo en mis brazos y espalda. No pude levantarme, quedé ahí y sólo sentí cómo la sangre iba saliendo de mi cuerpo. Lloré de dolor, y quedé dormida sin darme cuenta.

Ella volvió a sonreír, ya que al contarme todo aquello no lo había vuelto a hacer. Su mirada estaba más tranquila.

—Es una cobardía lo que le hicieron, atacarle de esa manera. Espero pueda estar tranquila, aquí no le pasará nada.

—Gracias—respondió otra vez, al instante que su mano se alzó, limpiando las lágrimas derramadas. Extendió su mano, y tocó la mía. Fue una sensación tan cálida como la primera vez que lo había hecho. Una leve sonrisa también surcó mi rostro.

Vi a Miroku ya llegar al cuarto, tenía ya todo en la mano, y se hincó a un lado de mí, y del cuerpo de Kagome.

—La veo animada señorita. Sentirá un poco de frío, pero esto le ayudará a sanar mucho más rápido—advirtió Miroku antes de comenzar a poner la pomada sobre su espalda. La esparció por todas las heridas, y dejó una leve capa de grosor para un efecto más óptimo. Ella se estremeció un poco al primer tacto y apretó levemente mi mano.

—No siento ya el mismo dolor, en verdad, mil gracias por sus atenciones. ¿Cómo podré recompensarlo? —habló ella echando una mirada a Miroku.

—Señorita no es necesario, estoy seguro que usted haría algo similar por alguien que lo necesita. Iré a preparar algo para usted, lo que necesite, dígale a Inuyasha—Miroku se retiró, no sin antes mirar la mano de ella que seguía con la mía. Una sonrisa surcó su rostro, e hizo que surgiera en mí un leve sonrojo.

No supe si debía decirle algo en especial, ella cerró los ojos un momento y dejó caer su mano de la mía para acomodarla en su rostro. En él, se empezaban a notar unos pequeños moretes. Recordé toda su historia, y la misma era muy obvia para mí. El supuesto Naraku lo hizo para castigarla, si le había pegado antes ¿por qué no hacer esto? Quizás su confianza en la inocencia del mismo era demasiado ciega en ella.

Cuando estuviera mejor, saldría a ver todo otra vez. No podía dejar algo así, mucho menos, cuando corría el peligro de volver a atacar a Kagome.

Me levanté y prendí unas velas, la luz de la luna comenzaba a ser menos intensa, y todo se veía más oscuro. Coloqué un par al lado de
Kagome, que se había quedado dormida. Se veía realmente adorable.

Miroku llegó con un plato de pan y carne. Sin embargo, quedó estático al ver que esta ya dormía tan plácidamente.

—Bueno Inuyasha, al parecer habrá que dormir juntos—se burló Miroku tomando algo de la comida que traía.

—Seguro—respondí sarcásticamente y con algo de fastidio al comentario—tú duerme en mi habitación, yo puedo quedarme en una sábana en el piso.

—Vamos Inuyasha, ambos cabemos, no hay que pensar mal—siguió Miroku con una sonrisa en el rostro, y se acercó a mí—a ver, te quitaré esto, que tus orejas deben estar ya adoloridas por la presión se estar dobladas—quitó el pelo que cubría mis orejas y después el seguro que
había colocado en ellas. Sentí un alivio, si era algo molesto tenerlas así.

Miroku se fue por la sábana, con la intención de acostarse en ella. Sin embargo, antes que se pudiera sentar en el suelo, me posé sobre ella, no moviéndome para nada.

—Ya te dije que yo me quedaba—le repliqué con un poco de molestia. A mí no me importaba dormir así.

—Necio—susurró mientras me daba la vuelta—buenas noches.

Vi como desapareció en la habitación que dormiría. Eché un último vistazo a Kagome que estaba a unos metros de mí, y me recargué un poco en la pared antes de dormir.

¿Qué haría cuando se diera cuenta que no era un humano? Podía esperar cualquier cosa, quizás miedo, ya que un yôkai fue quien la atacó. Y a pesar de no ser yo un yôkai completo, era parte de él.

Opté por cerrar mis ojos, y esperar quizás despertar antes que ella y ocultar de nuevo mis orejas.

Cuanto más, podría seguir con un engaño.

Continuará…