Yagate Kimi Ni Naru Unfair [Drabble]

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—Touko—la llamó, observando los papeles dispersos sobre la mesa—. Eres injusta.

Touko la miró. A contraluz, con los últimos rayos de la tarde incidiendo en aquel pequeño recéptaculo que servía como el centro de operaciones del consejo escolar. Apuntes, notas, bolígrafos dispuestos sobre la mesa. Archivadores clasificados.

En un primer momento no la entendió. Sayaka estaba allí, frente a ella, con una expresión que pocas veces le había visto.

—¿Eh?

No la estaba mirando. Y sin embargo, pudo saber que estaba sorprendida. Mantenía el bolígrafo entre sus delgados dedos, sosteniéndolo con cuidado entre sus falanges. Lo dejó sobre la mesa en seco.

—Digo que eres injusta.

En el rostro de Touko había cómico desconcierto. ¿Injusta? ¿En qué sentido?

—¿Por qué?—inquirió—. ¿Qué hice?

"La forma en la que simplemente te quedas ahí, escribiendo, estudiando a mi lado, completamente ajena a que el corazón parece pretender romper mis costillas es... tan injusta"

—Nada—replicó—. ¿Has tenido en cuenta todas las variables? ¿Piensas que puede ocuparse de todo por sí misma?

El desconcierto desapareció poco a poco del semblante de Touko. Oh. La campaña. Se llevó un mechón de cabello negro tras la oreja y sus labios dibujaron una sonrisa dulce. Tierna. Tan deslumbrante que podría rivalizar con el sol.

—Por supuesto—convino—. Estoy completamente segura de que Koito-san podrá ocuparse de ello.

Koito-san. Ese chica de primero con la que tan bien parecía llevarse. Apenas la conocía desde hacía semanas y ya la había propuesto como directora de campaña para las elecciones a la candidatura de la presidencia escolar.

En lugar de ella. Que era su mejor amiga y la conocía desde hacía años. Nadie la conocía mejor que Sayaka Saeki.

Eso era tan... injusto.

—Bien—suspiró recuperando el bolígrafo—. Si tú confías en ella supongo que yo también lo haré.

—Deberías. Koito-san es mucho más diligente de lo que piensas. ¿Sabías que su familia regenta una librería?

Pronunciar su nombre era como si el mundo repentinamente vibrase con colores más vivos. Touko lo decía con cariño, con ternura, de una forma en la que jamás había pronunciado el suyo.

De una forma en la que jamás lo pronunciaría.

—Entiendo.

Apretó el bolígrafo entre sus dedos. Los labios después.

"De verdad que eres injusta".