Una respuesta bajo nuestro árbol

¡Hola a todos! Hoy es 14/02, también conocido como el Día de San Valentín. Vuelvo después de mucho tiempo sin escribir, después de recuperar un poco de seguridad y confianza, pero no lo suficiente para que piense que haya hecho siquiera algo "decente", aquí, con un one-shot. Aprovechando, además, de que debía de presentar algún escrito para la actividad Amor vs Desamor
Sin más demora, dejaré que disfrutéis de esta historia. Notas más abajo.

Una respuesta bajo nuestro árbol​

«Siempre te he amado»​

Leyó una y otra vez esa misma frase, que a pesar del tiempo que llevaba allí, grabada sobre su superficie marrón, todavía no se había deteriorado. Se sentía como si lo hubiera escrito ayer, aquellas cuatro palabras talladas, y sin embargo ya habían pasado muchos años, seis para ser exactos.

Durante todo ese tiempo, había estado esperando una respuesta, algún indicio de que ella había estado y leído su mensaje, e incluso de que ahora mismo, sin que lo supiera, lo estuviese buscando, a él. Pero eso nunca ocurrirá. Jamás lo encontrará. No. Porque el mensaje no iba firmado con nada más que sus iniciales.

Cuando lo escribió, prefirió dejar el recuerdo de su primer amor en el anonimato, más por el sentimiento que decía lo poco que se la merecía que por el arrebato de culpa experimentado en su momento.

Con nostalgia, se alejó del árbol en silencio, sin emitir sonido alguno. Volvería mañana, estaba seguro de ello. Después de todo, no había día que no se hubiese quedado ahí, sobre la hierba, contemplando los cambios que experimentaba el árbol con melancolía, con anhelo... Pero sobre todo, con el sentimiento de no haber resuelto nada y, por encima de todo, de no haberse atrevido a presentarse, y mucho menos, de declarársele.

No tenía, probablemente, más arrepentimiento que aquel.

Ahora que el tiempo los habían distanciado, se reía de su propia estupidez, pero especialmente de su orgullo, su maldito orgullo. El que logró convertirlo en un imbécil, en un rebelde propio de su ya pasada adolescencia, en alguien tan despreciable que, sin darse cuenta, alejó a su mejor amiga de la infancia.

Y con ello, a su inocente primer amor.

Sabía que era un cobarde, que el daño ya estaba hecho... Pero simplemente no podía olvidarse de ella, y mucho menos cuando su imagen se presentaba delante suya —ahora como un simple, lejano recuerdo—,notificándole que pronto se iba a mudar.

«Por favor, ven. Definitivamente tienes que venir», dijo, con rostro serio. Tratando de no mostrar cualquier ruego o súplica hacia su ser. Obligarse a permanecer unos ojos tan fríos y serenos como el hielo.

Si ella esperaba verlo afligido o afectado, sin duda quedó decepcionada. Estaba inmóvil, mirando un punto donde no se cruzara con sus diminutos ojos, que se encontraban fijos sobre su sien. Cualquiera diría que no era diferente a una estatua; no parecía haber cambiado un ápice de su tranquilo rostro. Estaba petrificado por el shock, al menos para ella, pero él lo sabía.

Sabía que pronto se iría lejos, muy lejos, y no importaba lo que hiciera o dijese, no podía hacer nada; era algo irreversible e inevitable. Y eso era suficiente como para que se desatara una lucha interna contra sí mismo, debatiendo sobre lo próximo que diría o haría. Tenía la mente completamente en blanco. ¿Qué debía hacer? No lo sabía.

Quizás fue por eso que no se detuvo a pensarlo detenidamente hasta que lo hizo. Cuando, en un arrebato de furia y desespero, la jaló de su muñeca y se atrevió a juntar sus labios contra los suyos. Un beso demandante, pero sobre todo, algo forzado.

No fue de extrañar que, para cuando la chica se zafó de su captor y deshizo aquella indeseable unión, le arremetió un fuerte golpe contra su cara, dejando el contorno de su mano en su antes intacta mejilla derecha, al mismo tiempo que las lágrimas salían sin control.

Parpadeó para retener las lágrimas en sus ojos, y se mordió los labios para ahogar los gemidos de su corazón roto. Después, lenta y dolorosamente,como si deseara incrementar más aún el sufrimiento que estaba experimentando por todo su cuerpo, como si realmente estuviese dispuesta a hacerle daño —quizás el mismo que ha sufrido ella en esos mismos instantes, o incluso más—, la figura de su amada se alejaba de él mientras se encontraba arrodillado sobre el duro suelo, felicitándose por haber hecho semejante locura. La había traicionado. Seguramente debía de sentirse profundamente dolida con esta última estupidez que había logrado realizar.

Lo único que recordaba en esos momentos de los siguientes días era la compañía de la oscuridad de su habitación.

Y así, hasta que toda la clase fue a despedirse de ella en el aeropuerto. Todos menos él. Su mejor amigo, o mejor dicho, su anterior mejor amigo. Porque ahora no parecía haber ningún lazo entre estos dos.

Desde hace algún tiempo, ambos supieron que algo entre ellos había cambiado, y era algo que no podía ser descrito con palabras. Tampoco lucía como algo que pudiera regresar. Pero nunca lo expresaron en voz alta, probablemente por temor a que realmente se convirtiera en algo más que meras conjeturas. Algo sin retorno, del cual una vez cruzado no podrían dar marcha atrás.

En el fondo de su ser supo que ya nada volvería a ser igual.

Ya no eran amigos, entonces, ¿qué eran?

Y aún así, sobre la superficie de madera de ese árbol donde compartieron un sinfín de aventuras, grabó las palabras que jamás salieron de sus labios, con la esperanza de encontrar una respuesta algún día.

Han pasado seis años desde entonces; años en donde la respuesta no ha sido reflejada aún. Al menos, no hasta el día de hoy.

No pudo ocultar su sorpresa cuando observó, con asombro, lo que había escrito debajo:

«Yo también»​

El corazón del muchacho inmediatamente dio un vuelco. No había ninguna duda. La letra tallada —al parecer, con cierta dificultad—, era inconfundible. A pesar de los años, todavía se mantenía igual.

Incrédulo por lo que estaba ocurriendo, sus dedos se deslizaron inconscientemente sobre esas nueve letras. Sentía gran cantidad de sensaciones recorrer por todo su cuerpo, pero ninguna superaba a sus renovadas esperanzas ni tampoco a la inmensa felicidad que desbordaba de su pecho, al contrario que su anterior y muerto corazón.

Entonces, oyó una voz decir su nombre. Se giró.

Definitivamente, era ella. Era...

Y, con el mismo impulso de aquel día, tiró nuevamente de ella. Pero no lo hizo con fuerza, tampoco con enojo; solo con delicadeza y un fuerte sentimiento de anhelo. Con un fuerte e incontrolable deseo de no volver a alejarla de su lado. Entonces la abrazó e, increíblemente, fue correspondido. Luego, los segundos transcurrieron como minutos, y los minutos como horas, ambos sin poder creérselo aún.

Pero sobre todo, en el mismo momento en que se abrazaron, los dos comprendieron lo mucho que se habían extrañado. Por la forma en que se aferraban el uno al otro era imposible desmentir aquello.

—Siempre te he amado —confesó ella, de repente.

Rompieron el abrazo, para luego mirarse fijamente a los ojos. Cada uno estaba reflejado en los orbes del otro. Ante aquello, decidió también declarar sus propios pensamientos, aquellos que llevaba guardando bajo llave durante tantos años:

—Yo también.

Testigo de todo aquello, el árbol volvió a contemplar el acto que logró separar a esos mejores amigos de la infancia. Ahora no lo eran, por supuesto, ni nunca lo serán de nuevo. No ahora.

El mismo beso que los separó, que los hicieron sufrir durante estos largos años, ahora los juntaba nuevamente, con un lazo mucho más fuerte que nunca.

Irrompible y duradero, como el imponente árbol que se hallaba frente a ellos.


¡Gracias por leer hasta el final! ¿Cómo os ha parecido? Puede que no haya sido lo mejor que haya escrito -pero debo de decir que me he esforzado mucho para hacerlo-, pero es lo primero que hago después de, al menos, dos o tres meses; tened la empatía suficiente como para comprender que esta aquí presente se encontró y sigue encontrándose en una situación algo peliaguda. Estos días y los siguientes las he querido dedicar para despejar la cabeza, alejarme una breve temporada del teclado, pero sobre todo, de encontrar aquello que perdí. ¿Acaso nunca os ha pasado? De que la diversión acabe siendo una obligación. Eso fue lo que me ha pasado con la escritura, y ahora no hay manera de que prosiga sin que duela o me ponga a llorar, invadida por las preocupaciones de los principiantes. "Seguro que a nadie le gusta...", "¿Qué puedo hacer para...", ese tipo de pensamientos me han estado invadiendo durante 90 días mal contados. Tras comprender que no podía continuar de esta manera, decidí distanciarme, al menos, hasta que estos pensamientos desaparezcan de mi cabeza.

Lamento a aquellos que esperaron y siguen esperando alguna continuación por mi parte, pero en este momento declaro que no llegarán a ver la luz; como dije anteriormente, cada vez que las continúo siento que lo hago más por obligación que por cualquier otra cosa. Lo siento enormemente por ello, pero eso es lo que siento. Y tampoco me gustaría forzarme a hacerlo para luego hacer una catástrofe y arrepentirme luego, vosotr@s y yo.

No me iré, tampoco desapareceré; sólo afirmo con esto que quizás no actualice nada en una temporadita. Necesito... Necesito un poco de tiempo para poner en orden estos sentimientos. Disculpadme por esto... y gracias por comprenderlo.

Por último, aprovechando el día de hoy, deseo expresar (dedicarles este one-shot) mis agradecimientos a todas las personas que he conocido en FFL, pero especialmente a:
@Nowaki Fenix Castle [/USER] RexFrostBlaze Heartless Lariebel Hiroki Neko Nyan Dominó TheMilyNyan VeckeFer George Asai

Y si me he olvidado a alguien, sois libres de hasta quemarme si queréis; soy una persona con una malísima memoria. Bueno, he hablado con todos, algunos con más o menos frecuencia o mejor dicho, me habláis; no frecuento dar conversación, incluso hace tiempo que no hablo con algunos, pero quería haceros saber que habéis cambiado mi mundo de mil y un formas diferentes, y aunque no hayamos tenido contacto últimamente, quiero deciros de que, definitivamente, habéis llegado un lugar aquí, en este corazoncito. Os regalo una rosa amarilla *da una rosa a cada uno* Desearía agradeceros uno por uno, dar las rosas rosas a aquellos que se lo merecen, pero no tengo ni tiempo, ni palabras suficientes para ello tampoco deseo dejar perdidos a más gente (?). Muchas gracias por estar a mi lado.

No sé que más decir... Pues... Espero que os haya gustado este one-shot, que con tanto esfuerzo me costó realizar. Aquí me despido. Hasta pronto,
Kirino Sora