Una navidad de ensueño

Espero que les guste mi nueva historia

En una habitación grande de paredes azules, una cama grande, un gabetero de caoba y piso blanco estábamos seis chicos planeando la forma perfecta para divertirnos esa navidad. Las ideas eran buenas pero entre esas habían algunas bastantes peligrosas. Mi primo mayor, Hansel de 18 años, sugirió echarle purgante a la carne; esa idea fue descartada por lo peligroso de la misma. Christian de 15 años sugirió embriagar las frutas, dicha idea fue anulada porque nosotros también las comemos. Stefani de 13 años propuso que emborracháramos a papi para que él nos de dinero. Esa idea a todos nos complació y empezamos a tramar cada detalle.

Después de que analizamos cada punto, buscamos la forma de que la víctima nos mandara a servirle el trago únicamente a nosotros. Por suerte mi mamá, tía y abuela estarían ocupadas al día siguiente con la cena, por lo que papi no tendría más opción que pedirnos que lo hagamos por él. Mi papá es bastante predecible.

Alrededor de las siete de la noche cenamos juntos y platicamos con todos en la mesa. Cada vez que veíamos a nuestra víctima sonreíamos de forma siniestra y nos reíamos a carcajadas, mientras los mayores nos miraban sin entendernos.

Luego vimos televisión, hablamos sobre comida y ropa, nos reímos bastante y nos fuimos a dormir.

Cuando nos levantamos ya era 24 de diciembre y la casa estaba muy alborotada. Se escuchaban ollas, calderos, cuchillos, cucharones, maldiciones, pero sobre todo gritos. En vez de víspera de navidad parecía una guerra.

En fin, me levanté, me bañé, salí a la cocina para ver en lo que podía ayudar mas al llegar ahí me sacaron mandándome las tapas atrás. En serio me asusté. No le presté mucha atención y me puse a barrer la casa, ya los demás harían el resto. Fui al patio a buscar naranjas para limpiar la carne, entré con ellas y las coloqué en la mesa. Antes de que diera cuenta mis primos y hermanas ya estaban en la puerta; inmediatamente se pusieron a ayudarme con la casa para que al atardecer le pudiéramos poner las luces, el nacimiento, las arandelas y los regalos.

No obstante, en el momento en el que apareció mi papá nosotros nos concentramos en nuestro plan y al ver que él iba a la cocina mi prima fue tras él para convencerlo de que deje a ella servirle el trago, cuando lo vimos salir nos dimo cuenta que acabó cediendo y en el momento en que ella salió con una sonrisa nos dimo cuenta que lo había hecho.

El plan consiste en que cada vez que se le sirviera Dewar´s y seven up se le echaría un chorro de Brugal blanco que, aunque no se siente, da una borrachera fuerte. Después de un rato empezaríamos a hablar con él hasta marearlo y luego le pediremos dinero.

A la hora del almuerzo, nos sentamos en el comedor y comimos Pica Pollo, pues el desastre que había en la cocina era mejor no entrar. Otra vez ahí, nos reímos mucho y platicamos sobre las actividades que haríamos en la noche, la ropa y otras banalidades.

Luego las mujeres entraron a la cocina, papi fue donde su mamá y los muchachos nos pusimos a decorar. Fuimos al cuartito a buscar el árbol y los adornos para darle vida al hogar. Después salimos a la sala para armar todo. Los dos varones agarraron el arbolito para ensamblarlo, mientras las cuatro chicas restantes cogimos las luces, las arandelas y el nacimiento.

Nunca me había dado cuenta de lo grande que era mi casa hasta ese día. Y es que, cuando nos pusimos a decorar los pilares yo, que soy la más alta del grupo, me tuve que subir en tres sillas juntas para poder hacerlo. Luego decidimos que colores usaremos, ganando la sobriedad, elegimos plateado y dorado.

Algo que llamó mucho la atención de nosotras fue ver a los chicos pelearse con la punta del árbol que debieron haber montado hace mucho rato y gritarle hasta que mi hermana menor, Aylin, se las quitó y colocó en su lugar.

A las seis de la tarde nos fuimos a arreglar porque eramos diez personad que nos tardamos mucho en el baño. Los chicos fueron los primeros en arreglarse y se pusieron básicamente la misma ropa. Y las chicas se empeñaron en vestirse totalmente diferentes.

Papi se la pasó todo el tiempo que estuvimos preparándonos picando toda la carne y probando el resto de la comida.

Ya era la hora de cenar y la mesa estaba linda. Había chivo agridulce, pavo relleno, pollo horneado, pierna de cerdo asada, espagueti, lasagna, arroz con maíz, moro de guandules, pasteles en hoja de papa y plátano maduro, ensalada rusa y de coditos, teleras y, por último, frutas y dulces.

Todos nos sentamos y comimos hasta reventar.

Al acabar recogimos todo y nos fuimos a dar algunas vueltas y mientras las mujeres hablaban nosotros nos dedicamos a marear a papi con muchos pedidos a los que él, por querer salir de nosotros, accedía. Mas de un momento a otro él vomitó todo lo que comió en un conten y eso nos asustó mucho. Las mujeres se devolvieron y lo llevamos a casa donde se bebió una soda amarga que le mejoró el estomago, pero ya no queríamos salir así que prendimos el radio y nos divertimos en familia.

Pero el espectáculo comenzó cuando él quiso ser un bailarín nudista y empezó a quitarse toda la ropa pero mi mamá lo paró con un fuerte golpe en la cabeza. Intentó entrar lo a la casa mas él se resistió y prometió portarse bien; cosa que duró muy poco tiempo, pues se puso a cantar y bailar en medio de la calle. Ya en ese punto mis primos, hermanas y yo no sabíamos donde meter la cabeza por la vergüenza. Mami se dio cuenta de nuestra actitud y se rió de nuestra cara, nos advirtió de que no lo volvamos a hacer sino la pagaríamos caro.

De eso han pasado cuatro años y todavía no puedo acercarme a la bebida de papi. Lo único bueno fue que ganamos 1000 pesos cada uno.

Fin