Microrrelato Una desgracia.

Una desgracia; sí, eso soy. Una maldita desgraciada que no sirve para nada, ¿Qué vine a hacer en el mundo?, ¿qué hago yo aquí? Simplemente contribuir con la destrucción, contribuir en la maldad, hacer que se incline la balanza al lado contrario, al lado donde no debe estar. Pero ¿a dónde puedo ir? Morir no es la solución, ¡No, no lo es!, seria peor, contribuiría con lo que odio, el dolor de otro. Y entonces ¿qué puedo hacer? trato de hacer lo correcto pero todo me sale mal, quizás no siempre odie cada cosa que hago porque lo que hago bien no me importa, pienso en lo que hice, en lo que hice mal, en lo que pude hacer mejor y en cómo eso podria cambiar la realidad.

Quiero dejar de ser la basura que soy, morir no es la solución... Quiero ser razón, quiero ser imaginación, quiero dejar de ser una sobra, quiero ser el engranaje funcional de cualquier obra, quiero ser útil y no discordante, quiero que me quieran por lo que soy pero sin obligar, quiero saber... ¡quiero saber como cambiar de desgracia a utilidad!.

Dicen las lenguas largas, las cortas y las redondeadas que para que otro te quiera, debes quererte a ti mismo... y, ¿saben algo?, no tengo la confianza necesaria, no tengo la menor pizca de querencia de mi ser y lo sé, ¡lo sé!, sé que mi autoestima no es la mas sana y aunque muchos no entiendan porque, prefiero que se queden sin saber, entrar en mi cabeza es salir sin la propia, quedarse atascado en un lucha de mi ser contra él mismo, canibalismo propio lo llamaría otro, es la guerra de mí contra mí misma, me como el corazón, me desgarro el alma, sorbo a sorbo bebo de mi propia sangre, extasiosa sustancia vital que recorren las venas con las que adoro jugar... no creo que sobreviva a otra batalla con mi interior, no creo que sobreviva a otra batalla con el exterior.

Game over -replicó mi alma y cada poro de mi piel se despertó, se me encrisparon los sentidos, el fin estaba predicho, me devoraría lenta y tortuosamente.