de Dragon Ball - Una decisión del más allá.

Tema en 'Dragon Ball' iniciado por InunoTaisho, 13 Octubre 2012.

  1.  
    InunoTaisho

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    Escritora
    Título:
    Una decisión del más allá.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    5872
    Capítulo 23.



    Nota inicial: ¡Peligro de “spoiler” mínimo!, están advertidos… ☺. Con la nueva versión anime y el nuevo manga, “Dragón Ball Súper”, han cambiado muchísimas de las cosas que conocimos en el final de DBZ. He decidido mantenerme dentro de la línea original hasta casi el final de DBZ con un poco de variación, pues ya Bra ha nacido (y, al parecer, Toriyama la ha olvidado por completo en su reciente trabajo… T.T) y será mucho mayor que Pan; pero no omitiré mencionar a Beers y Whiss y varios de los sucesos ocurridos en la nueva saga porque estos personajes ya se han ganado el corazón de muchos.

    De verdad espero sigan disfrutando de este retrasado fic sin pretensiones de grandeza, un saludo y adelante.



    Han pasado ya varios años desde que Gokú regresó a la vida, y muchos eventos le hicieron ganar más amigos a su causa, entre ellos Mr. Satán, a quien él y sus compañeros “Z” conocieron durante el “Cell Game” y que llegó a autoproclamarse “Vencedor de Cell” porque nadie pudo constatar otra cosa. Este Mr. Satán fue de gran ayuda para derrotar la amenaza de Majin Boo cuando los guerreros “Z” tuvieron que enfrentarle, salvando la Tierra una vez más; y por cierto Majin Boo, la parte benigna dentro de él, se hizo aliado de todos ellos quedándose a vivir con Mr. Satán. No podemos dejar de mencionar que casi enseguida fueron atacados por Beers, el conocido dios de la destrucción del séptimo universo, quien buscaba al “Súper Saiyajin dios” para desafiarlo y que de una manera verdaderamente peculiar terminó en buenas migas con los terrícolas, y después… son tantas historias que no tiene cabida dentro de nuestra narración, más es importante mencionarlas.



    Ahora encontramos a nuestro buen Gokú disfrutando un opíparo desayuno preparado por Milk en tanto Goten le miraba embelesado. En esa tranquila mañana de sábado nada mejor para empezar el día que saborear la comida de su esposa sin nada de preocupaciones.



    — ¡Gohan!... ¡Gohan! —por cierto que Milk llamó a su hijo mayor desde la cocina ya que el joven no se había presentado a la mesa. Sin obtener respuesta decidió secar sus manos en el mandil y salir con rumbo a la zona de habitaciones para ver que le ocurría—. Ese muchacho… —murmuró levemente ofendida.


    — ¡Chomp, chomp, chomp…!... Gohan no sabe de lo que se pierde… —dijo Gokú hablando con la boca llena de arroz con verduras salpicando por todos lados, despreocupado como sólo él puede hacerlo. Después de terminada su quinta ración planeó pasar el bocado con un gran sorbo de té, pero con tan mala suerte que se quemó la lengua—. ¡Ay, ay, ay, ay…!... olvidé que el té está caliente —comentó mientras intentaba refrescar su apéndice soplándole con la mano.


    — ¿Te duele mucho, papá? —le preguntó Goten con aire de preocupación. Él también había devorado su ración respectiva a la manera Saiyajin, o sea sin interesarse por los modales.


    — Descuida, Goten, ya se me pasará —respondió el padre sonriendo nuevamente con su habitual alegría, concentrándose al momento en soplarle al té.



    Justo entonces Milk llegó nuevamente a la cocina seguida de un soñoliento y avergonzado Gohan.



    — Muy buen día, Gohan, sí que te has tardado en venir a desayunar —le saludó Gokú en forma paternal y amistosa sin dejar de soplarle al té.


    — Buenos días, papá… buenos días, Goten… siento haberme quedado dormido —respondió el joven ocupando su lugar correspondiente en la mesa, rascándose brevemente la nuca a modo de disculpa.


    — El arroz está muy bueno hoy, como todos los días —comentó el pequeño Son a manera de saludo, regalándole también una sonrisa franca y sincera a su hermano.


    — ¿En serio pensabas no desayunar hoy?... —el Saiyajin adulto le palmeó suavemente un hombro a su primer hijo en señal de aprobación—…te recomiendo tengas cuidado con el té porque está muy caliente —agregó como advertencia antes de darle un nuevo sorbo a su taza.


    — Gokú, está tarde tendremos que ir a ver a Mr. Satán… —la señora Son se dirigió a su marido con seriedad al momento de servirle a su primogénito su ración correspondiente, sentándose también para saborear el té— … ya Gohan ha tomado una decisión y es nuestro deber como padres acompañarle —añadió dando un pequeño sorbo a la bebida.


    — ¿Y eso…? —preguntó el aludido sin comprender mirando a su joven hijo con duda.


    — Bueno, papá, es que… es que… es que voy… es que voy…—Gohan enrojeció intensamente y se puso a tartamudear con nerviosismo—… es que voy a pedirle a Mr. Satán la mano de Videl porque… —de la pura vergüenza se le atoró un poco de arroz y eso le hizo toser.


    — ¿Mmh? ¿Dijiste que vas a pedirle a Mr. Satán la mano de Videl? —Gokú pareció más intrigado con la explicación tan imprecisa mientras Milk auxiliaba a su hijo mayor dándole unas fuertes palmadas en la espalda—. ¿Y qué va a hacer Videl sin una mano? —cuestionó ingenuamente al final sin encontrarle la lógica a la situación. ¿Por qué Mr. Satán le quitaría una mano a Videl para dársela a Gohan?



    Tanto la madre como el hijo azotaron en el piso al más puro estilo anime. Eso era el colmo de la simpleza.



    Por su parte Goten permaneció calladito sin saber que pensar. Videl le caía muy bien y estaba al corriente de que ella y Gohan iniciaron una relación más allá de ser simples amigos después de lo sucedido con Majin Boo, una relación que se llama noviazgo, el cual se consolidó con el paso del tiempo; pero tampoco entendía bien de que se trataba todo eso.



    — ¡Gokú, no seas idiota! —le gritó la morena a su marido tras levantarse de golpe, vociferando con aguda voz hasta despeinarlo de más—. ¡Nuestro Gohan va a casarse con Videl y esa es la forma correcta de hacer las cosas! —recalcó, respirando entrecortadamente al siguiente segundo para así recuperar el aliento.


    — ¿Casar…?... ¡ah, casarse! —ahora sí, el Saiyajin pareció comprender de que se trataba el asunto—. Entonces… ¿eso quiere decir que vas a vivir con Videl en la enorme mansión de Mr. Satán, Gohan? —le preguntó a su primogénito mientras éste volvía a su lugar—. Vaya, eres muy afortunado ya que podrás entrenar con el simpático de Boo todos los días —añadió un tanto abatido, fastidiado en el fondo por no poder ejercitarse diariamente como le gustaba.


    — Bueno, papá, no creo que lo más adecuado sea vivir con Mr. Satán en su casa… —respondió el señalado aún apenado, disponiéndose a desayunar como manda Kami.


    — Creo que uno de estos días voy a volver al planeta del Sr. Beers para seguir entrenando con Whiss… —mencionó Gokú pensativamente terminando por fin su taza de té, añorando ese entrenamiento espartano tan beneficioso para su condición.


    — De eso nada —le objetó Milk con dureza fulminándole con la mirada, azotando una mano en la mesa—. No te irás a ningún lado antes de la boda de Gohan —remarcó firmemente para zanjar el asunto, debatiéndose en su interior para no soltarle un zape por ser tan desconsiderado.


    — Está bien, Milk, no tienes por qué enojarte —ante esa velada amenaza el hombre no hizo más que encogerse de miedo sobre sí mismo, pidiéndole a su esposa serenidad con las manos.


    — Oye, Gohan, ¿y eso de casarse es complicado? —le preguntó Goten a su hermano tras haber disfrutado el drama familiar.


    — Ya hablaremos luego de eso, Goten, pues tengo que terminar un trabajo y voy bastante retrasado —fue la respuesta del mayor empezando a engullir su desayuno con la inconfundible rapidez Saiyajin, provocándole a su madre una mirada de desaprobación.



    Más, resignadamente, Milk decidió pasar por alto ese comportamiento tan impropio y les apremió a cumplir con las labores de ese día ya que en la tarde todos irían a la Ciudad Satán. Y ese todos incluía también a Goten.



    Esa misma tarde la familia Son se encontraba reunida y elegantemente vestida para la ocasión sentada en un enorme sofá en la residencia de Mr. Satán, esperando ser formalmente recibidos por el susodicho campeón. Porque por supuesto que Milk, de forma más que convincente, había vestido a los varones de casa con ropa formal, o sea de traje y corbata, en tanto que ella traía puesto uno de sus más sofisticados vestidos. Obviamente que los tres se sentían asfixiados con la corbata.



    — En serio, Milk, ¿por qué tenemos que usar esto? —fue la pregunta de Gokú por enésima vez intentando aflojar el nudo.


    — Ay, Gokú, Gohan va a formalizar su compromiso con Videl y lo correspondiente es pedir su mano cómo tiene que ser —le recordó la aludida volviendo a colocar la corbata en su lugar, observándole con reproche.


    — Mamá, a mí tampoco me gusta este traje —rezongó Goten de igual manera que su padre, haciendo lo propio con su corbata.


    — Goten, por favor, sigue el buen ejemplo de tu hermano y deja esa corbata en paz —claro que la morena no le permitiría a su menor hijo lucir desaliñado, por lo que ni tarda ni perezosa se ocupó de él.


    — Bueno, es Gohan el que va a casarse después de todo, así que él no tiene ningún problema con esto —observó el Saiyajin adulto con ahogada voz, desesperado por despojarse también del saco.


    — Ay, papá… —murmuró el referido en voz casi imperceptible ya que, de igual manera que sus familiares, no se sentía nada cómodo en ese horrendo traje color marrón que su madre insistió en comprarle.


    — ¡Oh, Gohan! —la voz de Videl le sacó de sus pensamientos y todos dirigieron su atención hacia ella. Lucía tan encantadora enfundada en un vestido color rojo de corte holgado.


    — Este… hola, Videl, ya estamos aquí —el joven le respondió en un murmullo bajo, mostrándose algo apenado de su propia indumentaria.



    Haciendo caso omiso del bochorno del muchacho, quien se había levantado presuroso para saludarle respetuosamente, la joven se abalanzó a sus brazos para plantarle un beso tronado en los labios. Inmediatamente se volvió a los demás y les saludó con cortesía regalándoles una amistosa sonrisa.



    — Señor Gokú, señora Milk… Goten, sean bienvenidos.


    — ¿Ya vamos a cenar? —fue la pregunta de Gokú dado que su estómago soltó el inconfundible gruñido en señal de que ya tenía hambre.


    — Gokú, ¿ya vas a empezar con eso? —le reprochó Milk mirándole con cara de pocos amigos.


    — Descuide, señora Milk, la cena ya está servida y mi papá les espera adentro —la muchacha no dejó de sonreír complacida al tiempo que se aferraba al brazo de Gohan, y les invitó a pasar al comedor con un refinado ademán.


    — ¡Qué bien, ya decía yo que la cena olía deliciosa! — indudablemente que Gokú no esperaría a que se lo repitieran y presuroso se encaminó al comedor, no fuera a ser que Boo se comiera todos los manjares y no le dejara nada.


    — ¡Papá, espérame, yo también tengo hambre! —Goten fue tras él más que apurado.


    — ¡Gokú, Goten!... —era demasiado tarde para detenerles aunque Milk se esforzó en hacerlo llamándoles la atención a voces—… esos dos no tienen remedio… —suspiró con pesadez y caminó delante de los novios para darles su espacio.


    — Te ves muy guapo con este traje, Gohan —Videl no perdió el tiempo y se acurrucó más sobre el brazo de su novio dedicándole una coqueta caída de pestañas.


    — ¿De verdad te lo parece?... jejeje, yo pensé que el traje del “Gran Saiyaman” te gustaba más que otros —respondió el aludido bastante avergonzado, enrojeciendo intensamente de las mejillas. Aunque ya llevaban un par de años de novios todavía no se acostumbraba al romanticismo de pareja.


    — Lucirás tan apuesto en el traje de novio para cuando nos casemos —recalcó la damisela con emocionada voz en tanto se encaminaban al comedor.



    Y ya con la fecha fijada y escogido el lugar de recepción —Mr. Satán no escatimaría en gastos por la boda de su hija, faltaba más—, únicamente se dedicarían a repartir las invitaciones entre sus conocidos más allegados y otros, algo de lo que Gokú, Gohan y Goten se encargaron personalmente. Por supuesto que a la mansión Capsule se presentó toda la familia Son con la especial petición de pedirle al matrimonio Vegeta – Briefs ser los padrinos del enlace (debido a que Pikoro se negó en rotundo porque no le gustan esos teatros), aparte que Milk le solicitó a Bulma le concertara una cita con su estilista exclusivo y así lucir hermosa en ese día tan especial.



    — Pero por supuesto que sí, Milk, e incluso puedes invitar a Videl a venir con nosotras para pasar un gran día en el spa —lógicamente que la científica no le negaría ese gusto a su amiga del alma, ya que ella también debía lucir radiante como madrina del evento.


    — Muchas gracias, querida, pero el padre de Videl ya ha contratado los servicios de un salón profesional para ella, así que va a estar muy ocupada en esas fechas —respondió la señora Son levemente apenada, tomando una galleta del platón.


    — Bueno, es una lástima… tenía tantas ganas de contarle mis experiencias como la esposa del más tosco de los Saiyajins —ni hablar, Bulma soltó un suspiro tomando a su vez una galleta.


    — Eso suena tan emocionante… —señaló Bunny Briefs con soñadora voz, bebiendo parsimoniosamente su té.



    Como podemos ver se encontraban en el balcón principal de la casa tomando el té con la anfitriona y en compañía de la señora Briefs y la pequeña Bra, quien a sus seis años ya quería ser toda una dama de sociedad como su madre; bueno, Goten y Trunks se habían ido a jugar con la consola de éste último en tanto que Vegeta… ya saben, él ocupado en su entrenamiento como de costumbre. Gohan, al ser el hombre próximo a casarse, consideró que lo más conveniente y adecuado era quedarse ahí para escuchar algún aburrido sermón sobre el matrimonio por parte de su propia madre y de Bulma, y lo peor es que Bra lo observaba con una mezcla de curiosidad y duda en su carita, tal vez imaginando algo gracioso sobre eso. De Gokú ni hablemos.



    — Oye, Bulma, ¿por qué no puedo ir a entrenar con Vegeta, eh? —en ese momento el Saiyajin de alborotada cabellera consideró adecuado preguntar por su coterráneo después de haber engullido un pastel de chocolate él solo, cosa que no le llevó mucho tiempo.


    — Ay, Gokú, tú ya sabes cómo es Vegeta de intransigente cuando se trata de su entrenamiento… —le contestó la dama en cuestión poniendo los ojos en blanco por una fracción de segundo, para inmediatamente cuestionarle con un deje de impaciencia—… ¿Pero cómo pudiste acabarte el pastel?


    — Es que estaba muy sabroso… ¿no tienen otro? —fue la respuesta del buen Gokú sin pizca de vergüenza dirigiéndose especialmente a la señora Briefs. Milk casi se desmaya de la pena.


    — Señor Gokú, es usted muy gracioso —la pequeña Bra soltó una risita por lo bajo y centró su atención en el adulto mirándolo con diversión—. A mi papi no le gusta mucho el pastel —recalcó con su dulce voz infantil.


    — Bueno, eso es porque tu papá todavía no sabe comer —Gokú le dedicó a la chiquilla una amistosa sonrisa dándole a su taza el último sorbo.



    Y tal como Gohan temía todas las mujeres (todas incluye a Bra) que los acompañaban le enfrascaron en una tertulia de por lo menos un par de horas acerca del matrimonio y su papel como esposo responsable y futuro padre de familia en tanto que Gokú consiguió huir al encontrar la forma de visitar a Vegeta en la Cámara de Gravedad por medio de la tele transportación (“¿Por qué no se me ocurrió antes?” exclamó dichoso al desvanecerse, dejando a su mayor hijo a merced de las damas). Lógicamente que esa inesperada presentación no fue del agrado del Príncipe más, al enterarse de los motivos de la presencia de su némesis allí, consintió en que entrenaran juntos como cuando fueron al planeta de Beers, pero eso sí, antes de permitirle cualquier cosa le dio unos cuantos golpes a modo de desquitar el abuso de confianza de Gokú sobre su persona y sus bienes (lo de su mujer es suyo y nada más… jejeje).



    La esperada fecha llegó y todos los amigos se reunieron en el lugar de recepción del evento, el amplio jardín del “Gran Hotel de Mr. Satán salvador del mundo y vencedor de Majin Boo”, decorado primorosamente para darle realce a la celebración. Algunos no se sentían tan cómodos utilizando el traje de gala adecuado para ocasiones especiales según lo indican las normas de etiqueta y urbanidad, pero no era adecuado que protestaran.



    — En serio, Milk, este traje es un verdadero fastidio —habló Gokú empleando un tono de desolación en tanto intentaba, por reiterada ocasión, deshacerse de la corbata—. ¿De verdad es necesario vestirnos así? —preguntó angustiado.


    — Pero por supuesto que es necesario estar más que presentables porque saldremos en televisión, Gokú, eso ya te lo dije… —le recalcó su esposa controlando su enfado mientras le acomodaba, una vez más, el nudo de la corbata—… no olvides que ese Mr. Satán es toda una celebridad y Gohan va a entrar a un prestigioso círculo social ahora que va a casarse con Videl —puntualizó en entonación de orgullo.



    Ambos se encontraban esperando el inicio de la ceremonia en una tarima colocada para tal fin, el lugar reservado para los novios y futuros esposos, los padres de ambos y los padrinos de boda. Y, hablando de los padrinos, estos se acercaron en ese momento: Bulma lucía una sonrisa radiante y un buen vestido de prestigiosa marca europea en tanto que a Vegeta se le notaba a leguas la molestia en el rostro por el hecho de estar ahí vistiendo, en su opinión personal, como un pingüino, pues iba enfundado en un elegantísimo frac oscuro a la medida… o sea, ¿a razón de que su mujer le hacía pasar todas esas vergüenzas?



    — ¡Hola, hola!... qué bueno que llegamos a tiempo —les saludó la científica llevando a su marido casi a rastras tomado de la mano.


    — ¡Fiuu!... —silbó Gokú observando a su paisano con verdadero asombro—. Caramba, Vegeta, te ves tan extraño con esa ropa —señaló.


    — Guarda silencio, Kakarotto, que nadie te pidió tu opinión y no estoy de humor para oír tus tonterías —le espetó el aludido soltándose al fin de su consorte con algo de rudeza. Inmediatamente cruzó los brazos sobre el pecho y les dio la espalda.


    — Sería bueno que se vistieran como la gente normal de vez en cuando, se los digo a los dos —recalcó Bulma mirando a ambos Saiyajins con algo de enfado, a lo que Milk mostró su conformidad afirmando con un movimiento de cabeza, y al siguiente segundo fijó la mirada en su esposo para agregar con irritada voz—. Vegeta, ¿sabes lo molesto que es salir contigo si siempre estás arreglado como para ir a pelear?


    — ¡Bah!, pues evítate la pena y déjame en paz —rezongó el nombrado sin dignarse a mirarla de frente, lanzándole una momentánea ojeada.


    — ¡Bienvenidos, bienvenidos!... —Mr. Satán llegó justo a tiempo para evitarles una discusión llevando a Gohan en un apretón amistoso y casi paternal, y saludó a Gokú estrechándole la mano—… es todo un honor recibirles en mi humilde hotel —e inmediatamente se volvió a Vegeta para saludarle pero, al notar su mal humor, reconoció adecuado no hacerlo y mejor les dedicó a las damas una cortés reverencia—. Señoras, ustedes siempre tan encantadoras —dijo educadamente.


    — Muchas gracias —le contestaron al unísono con igual gentileza.


    — Gohan, cariño, ¿cómo te encuentras? —prontamente la morena miró a su hijo mayor con el cariño y admiración que sólo una madre le puede dedicar a un hijo, alisándole el traje en el sitio donde Mr. Satán le había abrazado.


    — Un poco nervioso, mamá, pero ya se me pasara —le respondió éste un tanto aturrullado. Obviamente que su sentir con respecto al vestuario de novio era de sofoco total, pero estuvo más que dispuesto a darle a su madre y a su futura esposa el gusto de verle así vestido—. Me parece que la limusina ya se tardó —observó mirando su reloj.


    — Bueno, es casi seguro que en su camino deben haber topado con varios indiscretos fotógrafos en busca de la exclusiva —fue el comentario de Bulma en tono tranquilizador.


    — ¿Cómo pude pasar por alto ese detalle? —se preguntó Mr. Satán en voz baja un poco contrariado. Había dejado escapar la oportunidad de hacer un negocio redondo vendiendo la boda de su hija al mejor postor.


    — La novia está por llegar… —la voz de Pikoro les hizo mirar arriba. El namek descendió colocándose al lado del joven.


    — ¡Señor Pikoro, qué bueno que vino! —Gohan le dedicó una sonrisa alegre. Le era tan reconfortante tener a su querido maestro a su lado en tan importante día.


    — Acabo de ver el auto a unos cuantos metros de aquí… calculo que llegaran en unos cinco minutos —agregó el verde cruzándose también de brazos sin dirigirle la vista a nadie en particular.


    — Oye, Pikoro, ¿por qué tú no usas un traje como este? —le preguntó Gokú sacudiendo un poco las solapas de su saco, empleando un tono de desencanto por ver a su camarada usar su habitual traje de batalla. Eso era una injusticia a más no poder.


    — Yo no tengo porque vestir así —puntualizó el aludido dirigiéndole una mirada de fastidio. Ahora resulta que debía vestir igual que los demás…


    — Oigan, ustedes dos, ¿quieren hacernos el favor de callarse? —una vez más, casi como de costumbre, Bulma fue la encargada de interrumpir una discusión peligrosa regañándolos con firmeza—. Mr. Satán, no esté aquí perdiendo el tiempo y vaya a recibir a Videl que ese es su deber como padre… nosotros les esperamos —y le hizo el señalamiento al de peinado afro en un tono que no admitía discusión.


    — Sí, claro, claro, como usted diga mi estimada señora Bulma —por supuesto que el hombre no sería quien para discutir con ella ante tan clara petición, no señor, así que presto se retiró dejándolos solos.



    La ceremonia fue presidida por Kami – sama —nadie creería que Dendé se perdería de la celebración— junto con el juez principal de la ciudad para darle legalidad. Así todos ya pudieron brindar por la salud de los novios y ahora nuevos esposos.



    Por cierto que el baile de los novios con sus respectivos padres y los padrinos del enlace fue de lo más simpático ya que Boo se encargó de tomar el lugar que le correspondería a la madre de Videl al bailar con Gohan (¿se imaginan?), mientras que Pikoro tuvo que sustituir a Vegeta para bailar con la muchacha cuando fue el turno de los padrinos, y todo por haber perdido contra el Saiyajin en un rápido “piedra, papel o tijeras” dado que éste no tenía la más mínima intención de bailar. Pero no podría librarse más tarde de ello dado que su esposa le amenazó con divertirse al lado de Yamcha si él insistía con lo mismo… ante eso nadie se negaría, ni hablar.



    Después de pasado el protocolo se sirvió el correspondiente banquete y los Saiyajins, sin incluir a Gohan, por supuesto, recibieron el permiso de quitarse el saco para poder disfrutar de la comida. Ni tardos ni perezosos cumplieron con ello y se dedicaron a devorar platillo tras platillo acompañados de Boo, de Beers y de Whiss, los invitados especiales al convite.



    — ¡Esto está muy sabroso! —exclamó Gokú radiante de felicidad después de pasarse el último bocado del pollo horneado que le pusieron enfrente, dándole también un sorbo a su refrescante bebida.


    — Ojalá y no se les olvide invitarme a la siguiente boda… —dijo Beers sin dirigirse a nadie en particular, chupando la salsa BBQ que le escurría por los dedos—. Si no lo hacen tendré que venir a destruir la Tierra —les insinuó con seriedad.


    — Vamos, señor Beers, no olvidé el trabajo que nos costó mantenerla en nuestro poder. Además, si destruye la Tierra, ya no podremos saborear estos deliciosos volovanes de jamón con queso… o estos delicados y esponjosos rollitos primavera que son un deleite al paladar… ¿y qué me dice del exquisito y bien sazonado pollo adobado? —le dijo Whiss empleando un tono de conmiseración al tiempo que degustaba una porción de cada uno de los mencionados platillos—. Sería una lamentable pérdida, ¿no lo cree?


    — Mmm… sí, tienes razón en eso… bueno, de todos modos les advierto que espero mi invitación a la próxima fiesta, ¿les quedó claro? —el dios de la destrucción se tomó unos segundos para meditar en esas palabras más no dudó en lanzarles a sus otros acompañantes una mirada de advertencia, e inmediatamente le hincó el diente a uno de los volovanes—. ¡Ah, qué delicia de platillo, tan crocante y suave a la vez! —alabó relamiéndose de gusto.



    Los Saiyajins y Boo no se habían atrevido a interrumpir el diálogo (aunque Gokú estuvo a punto de “regar el tepache” por querer dar su opinión sin que se la pidieran, menos mal que Vegeta le metió un codazo en el momento preciso), y en cuanto Beers volvió a comer también reanudaron lo suyo.



    Muchos variados incidentes ocurrieron en la fiesta, y el más notorio de ellos fue que Beers terminó emborrachándose tras beberse todas las piñas coladas que tuvo a su alcance ya que el dulce sabor del dichoso coctel le fue tan agradable al paladar que no pudo resistirse; y eso obligó a Whiss a noquearle de un golpe en la cabeza para evitar una catástrofe mayúscula en cuanto empezó a decir incoherencias. Con pesar se retiraron temprano, eso sí, llevando las acostumbradas reservas de comida y unas aspirinas para el dolor de cabeza.



    — Gracias por todo, mi estimada y linda Bulma, volveré en poco menos de un mes para surtir la despensa nuevamente —Whiss se despidió con amabilidad de Bulma al tiempo que levantaba al desvanecido Beers echándoselo al hombro como costal de papas.


    — Ya sabes que son bienvenidos cuando gusten —le respondió ella con una sonrisa, agitando la mano como despedida.



    Más tarde Goten y Trunks se apartaron un poco del bullicio para jugar entre ellos teniendo una intensa batalla mental imaginaria, y estuvieron bastante entretenidos por un buen rato… al fin niños.



    — ¿Qué te parece esto, Goten?, muy pronto mi abuelo y yo terminaremos el diseño de nuestra plataforma portátil de realidad virtual acoplándola a unos lentes tridimensionales… así podremos tener acción real en cualquier lugar —le explicó Trunks a su amigo en cuanto abrieron los ojos, sonriendo grandemente con suficiencia.


    — Órale, eso suena muy divertido, Trunks —confesó el menor de los Son contemplando a su compañero de juegos y travesuras con sincera admiración.


    — Por supuesto que lo es, Goten, y lo mejor de todo es que podremos pelear contra todos los malos a los que se han enfrentado nuestros papás… —agregó el chico de lavanda cabellera visiblemente emocionado—… como Freeza en todas sus fases, Cell perfecto, Broly… lo tengo todo bajo control.


    — Súper… —el de cabellera negra no pudo ocultar su entusiasmo.



    La música proveniente del área de la fiesta atrajo su atención por un momento, y así pudieron ver a sus padres ser arrastrados hasta la pista de baile por sus madres, y ninguno de los dos lucía muy entusiasmado. En cuanto a Gohan… bueno, él parecía pasarlo mejor al lado de Videl a pesar del apretado traje que traía puesto.



    — Oye, Goten, ¿no crees que eso de casarse es muy problemático y nada divertido? —Trunks le hizo el cuestionamiento a su amigo más como si fuera una aseveración que una pregunta.


    — Pues sí… pero la comida estuvo muy rica —el aludido respondió con simpleza sin meditarlo demasiado.


    — Eso sí pero… ¿en serio te gustó ponerte este traje tan estorboso? —bueno, no se podía negar la verdad de esa observación, pero con todo y eso para Trunks el casarse tenía más puntos negativos.



    Dado que los dos habían sido ofrecidos por sus madres para hacer de pajes y llevar la cola del vestido de novia —en el caso de Goten eso fue más que de inmediato—, llevaban puesto un traje idéntico en color crema, zapatos, camisa y corbata de moño a juego. No lo habían pasado muy bien durante la ceremonia por tener que estar pendientes en la entrega de los anillos en el momento preciso… fue tan agotador para ambos, y les pareció aún más injusto el que Marrón y Bra solamente se hubieran dedicado a lanzar pétalos de rosa y arroz en el camino de los novios.



    — No, claro que no me gusta este traje —fue la afirmación de Goten moviendo la cabeza, y después se miró los zapatos. No era nada fácil correr con ellos sin ensuciarlos.


    — Lo mejor que podemos hacer es no casarnos nunca tal y como hicieron mis papás, y así no tendremos que usar otro traje —comentó Trunks en tono decidido.


    — ¿Tú crees que eso esté bien, Trunks? —el menor de los Son no pareció muy convencido. Si no se casaba no habría fiesta y por lo tanto no habría comida, además estaba el detalle de que su mamá lo regañaría.


    — Claro que está bien, Goten, de esa manera nos evitaremos muchas cosas, y la más importante es que no habrá una esposa que nos llame la atención por cualquier cosa —el heredero de Capsule levantó un pulgar hacia arriba para demostrar su confianza—. ¿O acaso ya olvidaste como Videl no dejaba en paz a Gohan con sus preguntas? —añadió a modo de recordatorio.


    — Mmm… es cierto, a veces Videl era muy enojona —Goten no tuvo que pensar mucho en ello.



    En los meses posteriores a la derrota de Majin Boo Videl se la había pasado acosando constantemente a Gohan con la finalidad de saber más de él y sus amigos, y confirmar así sus sospechas en cuanto a la posible relación de “El Gran Saiyaman” y “El guerrero dorado” con el “niño corredor” que había vencido a Cell varios años atrás, y de todos los extraños sujetos que le acompañaban en ese día. El pobre se las había visto negras para darle una explicación adecuada y convincente… pero el amor fue consolidándose día a día, eso era innegable aunque al mayor de los Son le costó algo de trabajo reconocerlo y aceptarlo como tal.



    — Bueno, Goten, entonces necesitamos hacer la promesa del dedo meñique, una promesa de hombres —dijo Trunks más sonriente después del breve lapso, con el puño de su mano derecha cerrado—. Tienes que levantar el dedo meñique así… —agregó a manera de explicación alzando el mencionado dedo.


    — ¿Y qué vamos a prometer, Trunks? —Goten no dudó en imitar el ademán de su camarada aunque se mostraba algo intrigado.


    — Que nunca dejaremos que una mujer nos mande… —respondió el de cabellera clara más que convencido antes de cruzar su dedo con el de su compañero de juegos—… bueno, nuestras mamás no cuentan porque son nuestras mamás —añadió para aclarar ese pequeño detalle y así no quedaran dudas de la misma—. Y quien rompa esta promesa sufrirá el terrible castigo de perder sus orejas, las cuales serán transformadas en naranjitas chinas —adicionó en tono melodramático poniendo gesto de circunspecto.


    — Yo no quiero perder las orejas —observó el menor de los Son con carita de acongojado, y no se soltó de su amigo.


    — Esta es una promesa de hombres —remarcó Trunks con firmeza.



    Y en eso estaban cuando alguien les interrumpió…



    — ¡Ya te encontré, Trunks!... Marrón y yo queremos bailar con ustedes —la pequeña Bra hizo su entrada triunfal apareciéndose detrás del seto que los ocultaba y se plantó frente a ellos, siendo acompañada muy de cerca por la rubia hija de Krilin y 18.


    — No molestes, Bra, ¿no ves que Goten y yo estamos ocupados? —el mencionado evitó poner los ojos en blanco hablándole con hastío… tenía que ser la inoportuna de su hermanita.


    — Yo no sabía que las luchitas entre ustedes eran de manos calientes —observó agudamente la chiquilla mirándoles con un deje de burla, pues ambos chicos mantenían los dedos entrelazados.


    — ¡Estás son cosas de hombres que no te importan! —le respondió Trunks soltándose bruscamente de Goten, e inmediatamente la encaró—. ¿Por qué no mejor se van a jugar con tus muñecas y nos dejan en paz? —le cuestionó enfurruñado.


    — Marrón y yo queremos bailar con ustedes —repitió la pequeña sin inmutarse en lo más mínimo, poniendo su más lindo gesto de puchero.


    — Bra, de verdad no es necesario que hagas esto… —la rubiecita se animó a hablarle a su amiguita minimizando el hecho, y sus mejillas estaban visiblemente enrojecidas de la pena ante el comportamiento de ésta.


    — Claro que sí es necesario… todos se divierten con la música e incluso mi papi está bailando —pero nadie le niega algo a la benjamina del matrimonio Vegeta – Briefs, así que sin más tomó del brazo al chicuelo de negra cabellera y lo arrastró con ella—. ¿Verdad que si vas a bailar conmigo, Goten, verdad que si? —le preguntó con su mejor acento infantil regalándole una de sus miradas más dulces.


    — Bueno, a mí me gusta bailar —respondió el muchachito correspondiéndole con una sonrisa amable, dejándose llevar.



    Trunks se quedó pasmado por unos segundos… ¿qué había sido eso? Definitivamente las niñas representaban un problema mayúsculo.



    — Mejor me voy… — murmuró Marrón con el rubor a todo lo que da y, sin atreverse a mirar al heredero de Capsule, se apresuró a seguir a su amiguita.



    “Pues qué remedio… no me voy a quedar aquí solo como tonto”, pensó el muchachito en sus adentros al verla irse.



    — ¡Oye, Marrón, vamos a bailar! —la llamó en voz alta caminando tras ella.



    A lo lejos, muy lejos de la Tierra…



    — ¡Cada vez se pondrá más interesante! —el anciano Supremo de quince generaciones atrás observaba los sucesos por medio de su bola de cristal, y se frotaba las manos con aire de diversión.


    — Disculpe, antepasado, pero no me parece correcto lo que usted está haciendo —a su lado apareció el joven Kaio - shin mirándole con algo de reproche, adoptando una entonación de sabihondo—. Déjeme recordarle que ante todo nuestro deber como dioses es…


    — ¿Y a ti quien te invitó, eh? — el viejecillo le interrumpió lanzando un grito airado—. ¡Fuera de aquí, metiche! —y más rápido de lo que pudiera pensarse por su avanzada edad le arrojó la televisión surgida de no se sabe dónde y todas sus revistas para caballeros de Edición Exclusiva. Afortunadamente para el joven su puntería no era tan buena.


    — ¡Antepasado, por favor, no se enoje… recuerde su presión! —manifestó el nuevo Kaio – shin mientras se alejaba como alma que lleva el diablo.


    — ¡Mi presión estará mucho mejor cuando te alejes! —le replicó el centenario hombre hasta que terminó de arrojar las publicaciones—. Caramba, el ambiente en el planeta era más tranquilo cuando ese atolondrado y Kibito estaban fusionados… pero ya verá en cuanto regrese, tendrá que limpiar todo este desorden —masculló levemente irritado volviendo a lo suyo, sentándose una vez más frente a la bola de cristal—. Bueno, todo va avanzando viento en popa… —y sonrió nuevamente con picardía.



    Nota: siento haberme adelantado varios años pero el cariz que voy a darle a la historia así lo marca. Sin más que decir espero se hayan divertido
     
    Última edición: 3 Marzo 2016
  2.  
    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Para niños. 9 años y mayores
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    Comedia Romántica
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    25
     
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    3390
    Nota: Me he adelantado más en este fic que en el otro porque las ideas me fluyen más rápido. Diviértanse con el breve capítulo del cual ya estoy escribiendo la segunda parte.


    Capítulo 24.




    Previamente, en el capítulo anterior…

    —…nunca dejaremos que una mujer nos mande… —indicó Trunks más que convencido antes de cruzar su dedo meñique con el de Goten—. Y quien rompa esta promesa sufrirá el terrible castigo perder sus orejas, las cuales serán transformadas en naranjitas chinas —adicionó en tono melodramático poniendo gesto de circunspecto.



    Unos días después de la boda de Gohan y Videl podemos ver a la pequeña Bra hurgando afanosamente en unos cajones, específicamente los ubicados en un viejo librero situado en el estudio principal de la mansión.



    — ¿Dónde estará guardado? —se preguntaba en voz baja mientras les daba un vistazo a algunos antiguos registros que había encontrado, dejándolos a un lado—. Algo tan importante no puede ser puesto en cualquier lugar.



    Súbitamente una idea le cruzó por la mente y su rostro se iluminó.



    — ¡Claro!, Trunks debe saber dónde lo guardaron —dijo emocionada.



    Sin tomarse la molestia de acomodar las cosas en orden salió del estudio y se encaminó velozmente hacia la habitación en donde su hermano hacía usualmente sus deberes escolares, entrando precipitadamente en ella sin llamar a la puerta.



    — ¡Trunks!, ¡oye, Trunks!, ¿tú sabes en donde está oculto el álbum de fotos de mamá y papá? —preguntó empleando su infantil tono de mando.



    El pobre muchacho dio un respingo y casi se cae de su asiento de tan concentrado que estaba escribiendo en su laptop.



    — ¡Bra!, ¿cuántas veces te he dicho que no me molestes cuando hago mi tarea, eh? —le increpó bruscamente manteniendo el equilibrio al tiempo que se enderezaba de la silla, mirándola con desaprobación. ¿Por qué se hermanita era tan inoportuna la mayor parte del tiempo?


    — Lo siento —se disculpó la chiquilla al tiempo que le dedicaba una leve reverencia. Más inmediatamente retomó la entonación de mandamás y volvió a la carga—. Te pregunté si sabes dónde está guardado el álbum de fotos de mamá y papá.


    — ¿El… el álbum de fotos de… de qué álbum estás hablando? —obviamente que el chicuelo no pudo evitar el gesto de desconcierto ante el insólito cuestionamiento. Que él supiera su progenitor es uno de esos sujetos que odian fotografiarse, por lo que era materialmente imposible que existiera un álbum exclusivo con imágenes suyas.


    — Pues del álbum de fotos de su boda, ¿de cuál más? —Bra frunció el ceño cruzándose de brazos y cambio el tono al típico de sabihonda heredado de su madre, con el que daba a entender que nadie es más inteligente que ella.


    — Ah, te refieres a ese álbum… —a Trunks le dio un ataque de risa momentáneo ante la ingenuidad de su hermanita y se carcajeó por un par de minutos, hasta que la niña puso gesto de puchero amenazando con llorar.


    — ¡Trunks, no te rías como tonto! —le reprochó agudamente aguantando las lágrimas.


    — Lo… lo siento… —el aludido respiró profundamente para recobrarse. En realidad no le interesaba mucho hacer llorar a la pequeña, especialmente porque sabía que su padre le recriminaría por eso—. Mira, Bra, ¿alguna vez has visto que papá sonría al tomarse fotos? —le preguntó cortésmente intentando razonar con ella, pues no estaría bien de su parte decirle la verdad de forma irresponsable hiriendo sus sentimientos.


    — Papi tiene muchas fotos conmigo —observó la chiquilla minimizando el hecho.



    Ciertamente, por más que a Vegeta no le gustara fotografiarse no podía evitar que tanto Bulma como la señora Briefs lo cacharan infraganti en algún momento especial con cualquiera de sus hijos —incluso había llegado a pensar que tenían cámaras ocultas en la casa, pero aún no lo comprobaba—, especialmente con Bra, su princesita adorada. Ello había dado lugar, en el transcurso de los años, a varios álbumes de recuerdos familiares que formaban una colección cuidadosamente ordenada y resguardada en una gran vitrina que adornaba la amplia sala de estar de la residencia.



    — Bueno, eso sí… pero no es algo que haga todo el tiempo, ¿o sí? —bien, el muchacho no lo negó y evitó poner los ojos en blanco. Sería más complicado de lo que pensaba—. ¿Y por qué quieres saber sobre esas fotos? —le preguntó inmediatamente sin dejarla responder a la observación anterior, sospechando hacia donde iría el argumento.


    — Es que Marrón me dijo que el álbum de bodas de sus papás era muy pequeño, como de una docena de fotos —se explicó la niña en tono solemne dándose sus aires de importancia—. Y yo le dije que mi mami debió de verse más linda que una princesa en su vestido de novia, así que tengo que enseñarle una foto —puntualizó.


    — Ya veo… —Trunks soltó un suspiro bajo de pesadez. Todo el argüende estaba relacionado con la reciente boda de Gohan y Videl.


    — ¿Y bien?, ¿dónde está ese álbum? —Bra miraba fijamente a su hermano esperando una respuesta lógica.


    — Bra… mamá y papá no… es decir… mamá y papá no se casaron como Gohan y Videl —el mozo le contestó entrecortadamente pasándose un poco de fluido bucal en espera de una reacción precipitada de su parte.


    — ¿Qué quieres decir con eso? —evidentemente que a la niña le extrañó tan rara confesión. ¿De qué estaba hablando su hermano?


    — Bien, verás… es muy largo de explicar pero… bueno, el caso es que su matrimonio no fue así, con una gran fiesta y toda la cosa, por ello no hay fotos para un álbum de bodas —el chicuelo procuró revelarle la realidad de una forma delicada al tiempo que se agachaba a su altura para hacerle sentir mejor, acariciándole la cabeza con cariño—. Pero lo más importante es que se quieren y somos una familia feliz, ¿no lo crees así? —complementó dedicándole una sonrisita tímida, no muy seguro de que ella se lo tomara con calma.


    — Entonces… ¿me estás diciendo que mamá no tiene un lindo vestido de princesa y papá no se puso su traje de príncipe encantador? —preguntó la pequeña con vocecita ahogada.


    — Pues… no.



    Lo sucedido a continuación fue tan rápido que, aunque Trunks lo supuso desde el instante en que soltó la sopa, no pudo hacer nada para detenerla, ya que Bra se dio la vuelta con rapidez y salió del estudio sin más ni más llorando con mucho sentimiento.



    — Ay, no… —por lo tanto tuvo que levantarse para seguirla, si bien no parecía apurado por darle alcance.



    Desde su punto de vista ya había llegado la hora en que sus progenitores legalizaran el asunto del vínculo nupcial de acuerdo a las costumbres de la Tierra, al fin y al cabo su padre ya era más terrestre por el tiempo que llevaba viviendo allí y porque ya no tenía un planeta natal al cual gobernar como rey.



    — ¡Bra, no te vayas! —la llamó con algo de desgana.


    — ¡Qué vergüenza, soy hija de la concupiscencia! —sollozaba la chiquilla antes de dar la vuelta por el pasillo principal.



    Bulma vio pasar a su hija con rumbo hacia la Cámara de Gravedad y no se le escapó el hecho de que iba llorando. Como la niña se había dedicado a hacer un alboroto por toda la casa nada mejor que aprovechar para hacer limpieza, así que en ese momento ella y su madre, la señora Briefs, se encontraban en el estudio principal acomodando los cajones del librero.



    — ¿Y ahora? —se preguntó extrañada dirigiéndose hacia la puerta y topándose de frente con su mayor hijo, quien parecía muy despreocupado—. Trunks, ¿sabes qué le pasa a Bra? —le cuestionó suspicazmente mirándolo con detenimiento.


    — Bra ha estado buscando el álbum de fotos de tu boda con papá, mamá, y ahora ya sabe que no existe —le respondió el muchacho con algo de pesadez—. Deberías haberle explicado todo desde el principio cuando empezó a alucinar con su propia boda, así nos hubiéramos evitado este problema —adicionó en voz baja empleando en esta ocasión una leve entonación de queja, recordando el tormento de los últimos quince días antes de la boda de Gohan y Videl.



    Tanto él como Vegeta no la habían pasado muy bien ya que la infanta se dedicó a “torturarles” diariamente durante ese periodo pidiéndoles su opinión sobre el vestido de “damita” de honor que luciría ese día, así como acerca de su peinado, sus zapatos y demás accesorios… quería estar segura de verse tan encantadora como la futura desposada aunque no era ella quien iba a casarse.



    — Me encargaré de hablar con ella después —le respondió la científica con algo de conmiseración rememorando también el suceso—. Ahora lo importante es evitar que interrumpa el entrenamiento de tu padre —señaló con más urgencia, indicándole con el dedo que siguiera adelante.



    Porque, por supuesto, la pequeña y afligida Bra tenía toda la intención de echarle en cara a su amado papaíto el haberla engañado.




    — Ya voy… —Trunks no tuvo más remedio que acelerar el paso, pero sin prisa alguna por capturar a su hermanita. En su cerebro cruzó la idea de divertirse un poco a costillas de su progenitor cuando intentara justificar sus acciones ante la chiquilla… sería tan hilarante oírle tartamudear dado que lo usual en él es no dar explicaciones de nada a nadie—. ¡Bra!... ¡oye, Bra, regresa! —la llamó.


    — Ay, Bulmita querida, nuestra princesita será la novia más bonita cuando se case —susurró la señora Briefs colocándose al lado de su hija, hablando con entonación soñadora—. ¿Crees que esté bien apartar su vestido desde ahora? —le preguntó con algo de preocupación.


    — No te apresures tanto, mamá, Bra va a cumplir siete años y todavía tiene mucho que aprender en la vida —le recriminó la aludida si bien empleó un tono suave en la voz. Inmediatamente en su rostro se reflejó una sonrisita—. Pero es posible que yo sí tenga que comprar un vestido para mí —se explicó convencida.



    Ajeno a la desgracia que se cernía sobre su cabeza vemos a Vegeta realizando su acostumbrada rutina de ejercicios para mantener condición, entrenando a una gravedad aumentada unas 600 veces. Nada más relajante para pasar una mañana sabatina que ejercitarse plenamente en la soledad de la Cámara de Gravedad sin nadie que lo molestara. Súbitamente la pantalla de comunicación con el exterior se iluminó y una chillona vocecita infantil le hizo perder la concentración de todo.



    — ¡Papi, eres malo… muy, muy malo! —era el lloroso rostro de su hija el que apareció de repente en el monitor.


    — ¿Pero qué…? —es lo único que alcanzó a mascullar antes de dar con su humanidad en el suelo, sintiendo el abrumador peso de la gravedad encima.



    La niña pareció no darse cuenta de lo que había provocado y continuaba llorando al tiempo que demandaba varias cosas que el Príncipe no alcanzaba a entender, de tan apurado que estaba procurando incorporarse dado que si se quedaba quieto por más de dos minutos era casi seguro que sucumbiría aplastado. Afortunadamente para él alguien desconectó la energía de la máquina muy justo a tiempo.



    — Vamos, Bra, o matarás a papá con tus gritos… de verdad lo lamento, papá —la voz de su hijo mayor le hizo reaccionar. El preadolescente le saludó a través de la pantalla sonriendo apenado, y al mismo tiempo forcejeaba con la niña para levantarla en brazos.


    — ¡Papi es muy malo, muy malo! —y ella no paraba de sollozar enfadada, lanzando puñetazos al aire en su afán de darle un golpe.



    Vegeta se incorporó de un salto acomodándose las adoloridas coyunturas con leves estiramientos, y salió de la Cámara de Gravedad como si nada le hubiera pasado, preguntándose qué mosca le había picado a su nena para que balbuceara de esa forma tan absurda. Respiró hondo antes de hablar, plantándose muy firme delante de sus hijos.



    “Aquí vamos…” pensó Trunks colocando a su hermanita en el suelo, evitando poner los ojos en blanco mientras disimulaba una sonrisita.



    — Bra, princesa, ¿a razón de qué me estás diciendo esas tonterías? —le dijo con gravedad mirándola fijamente, empleando un tono neutro de voz.


    — Es que… es que… es que Trunks me dijo que… me dijo que tú… —respondió la chiquilla con vocecita trémula suspirando entrecortadamente con pesadumbre, en tanto las lágrimas seguían cayendo de sus azules ojos.


    — Oye… —el chicuelo le lanzó una leve mirada de reproche. Claro, ahora resulta que la culpa era suya.


    — Muy bien, Trunks, será mejor que hables —pues era más que indiscutible el que su padre le mirara con severidad. Si algo le disgustaba en sobremanera al Saiyajin eran las peleas entre hermanos, sobre todo cuando el grandulón de su hijo mayor molestaba a su dulce y pequeña princesita.


    — Yo sólo le conté a Bra la verdad que quería saber, papá… que mamá y tú no se casaron como Gohan y Videl y que, por lo tanto, no hay un álbum de fotos de la boda —respondió el muchacho con entonación de respeto, inclinándose levemente al frente. Inmediatamente le cuestionó lo siguiente evitando sonar grosero—. ¿O acaso no es verdad lo que le dije?



    Vegeta guardó silencio sin atreverse a responder o negar algo al mismo tiempo que sus orejas enrojecían, consiente que su benjamina adorada le miraba atentamente.



    — ¿Entonces es cierto? —y ante esa confirmación silenciosa Bra ya no tuvo duda de nada, soltando nuevamente el llanto—. ¡Qué vergüenza, sí soy hija de la concupiscencia!


    — Bra… princesita, no debes llamar así a tu madre… —sin saber ya que hacer al hombre no le quedó de otra más que procurar mantener intacto el buen nombre de su señora esposa, así que no podía permitir que su hijita se expresara mal de ella.


    — Papá, concupiscencia es una elegante forma de decir que mamá y tú se dejaron llevar por sus bajas, sucias y alocadas pasiones carnales antes de contraer nupcias como era lo debido —le explicó su hijo mayor empleando un tono de científico. El joven estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no reírse ante el bochorno de su progenitor.


    — ¿… qué? —dado que el Príncipe no se había tomado la molestia de estudiar a fondo la riqueza del lenguaje terrestre había ocasiones como esa en que el sentido de las palabras le provocaba dolor de cabeza, por lo tanto no pudo evitar el gesto de perplejidad mirando a su primogénito.


    — Te recomiendo leer más cuentos infantiles con Bra, papá, así podrás entenderla mejor… —especificó Trunks mordiéndose levemente los labios mientras contaba mentalmente hasta diez antes de permitirse desternillarse de risa.


    — ¿Todo está bien por acá? —Bulma se apareció acercándose por el pasillo, lo que para el chicuelo fue una suerte, y miraba a todos con duda—. Bra, cariño, ¿por qué lloras así? —su atención se centró en la pequeña llorona.


    — ¡Mami… yo quería ver tu vestido de princesa… yo quería verlo! —la niña la abrazó por las piernas sin dejar de llorar lastimeramente, como si en eso se le fuera la vida—. ¡Ahora ya no podré ver a mis amigas a la cara!, ¿qué van a decir cuándo lo sepan? —añadió más que angustiada.


    — Calma, Bra, calma… mira nada más como te has ensuciado —la dama la abrazó comprensiva agachándose a su altura, e inmediatamente se dio a la tarea de enjugar sus lágrimas con un pañuelo—. Recuerda que las princesas valientes no lloran tanto —agregó cariñosamente.


    — Sí lloran… las princesas también lloran… y una vez Blancanieves lloró cuando… —iba a rezongar la chiquilla.


    — Pero ellas no son princesas Saiyajin —puntualizó Bulma apretándole la naricita con el pañuelo para eliminar los restos de fluido nasal.



    Los dos varones optaron por no hablar y dejar que la científica controlara la situación, aliviados de que al fin la niña silenciara sus gemidos. Pero era lógico que Bra no dejaría las cosas así como si nada, pues volvió a cuestionar los hechos.



    — Mami, ¿por qué papi y tú no se casaron como Gohan y Videl, eh? —preguntó con vehemencia al tiempo que terminaba ella misma de limpiarse la cara, mirando a sus progenitores con una mezcla de desilusión y enfado—. Pensaba enseñarle a Marrón una foto de ustedes con sus magníficos trajes de boda, y ahora no tengo nada que presumirle —añadió abatida soltando un suspiro.


    — Bueno, creo que ya no tengo nada que hacer aquí… —interrumpió Trunks soltando un bostezo cargado de aburrimiento, dando por terminada su participación de esa hora en la polémica familiar que se avecinaba—… mi tarea no puede esperar más… —adicionó dándose sus aires, y se alejó de ahí con prontitud.



    “Pobre papá, pero no puedo ayudarlo en esto…”, meditó en sus adentros a doblar con rumbo a su cuarto de estudios personal, soltando un suspiro bajo de pesadez “… y seguramente terminará aceptando cualquier demanda de Bra y mamá”.



    Y, como era de suponerse, Vegeta no corrió con la misma suerte de su hijo quedando atrapado allí a merced de sus mujeres, ya que tanto Bulma como Bra fijaron su atención en él en cuanto Trunks se perdió de vista. Instintivamente dio un paso atrás buscando el refugio de la Cámara de Gravedad.



    ─ Bien, Vegeta, ¿acaso no vas a decir algo? ─le cuestionó su señora intentando conservar la ecuanimidad en su rostro para no parecer ansiosa. Sólo un poco más y al fin haría realidad uno de sus más grandes sueños.


    —… —el pobre se pasó ruidosamente por la garganta un buen trago de fluido bucal, mirándolas a ambas con desesperación. Ahora no podía negarse a nada de nada para no quedar mal ante su niña consentida.


    — Sí, papi, sería tan bonito que mami y tú se casen así como Gohan y Videl, y podamos tener muchas, muchas fotos para nuestro álbum familiar —pues estaba claro que la chiquilla apoyaría a su madre sin lugar a dudas ya que pensaban lo mismo en ese momento. De tal palo tal astilla, ni hablar.


    — De hecho no es necesario hacer una gran fiesta, es mejor una pequeña ceremonia familiar y únicamente invitaremos al señor Beers y a Whiss —añadió la científica interpretando correctamente la mueca de su marido. La verdad tampoco quería torturarlo tanto, con tener su “aprobación voluntaria” le era más que suficiente—. Entonces, Vegeta, ¿nos casamos? —agregó al final antes de sonreír brevemente.


    — Está bien, está bien… hagan lo que quieran pero ya déjenme en paz —contestó el aludido en tono de queja y rendimiento. Lo mejor para él era darles gusto, y entre más pronto se fueran más pronto recuperaría el tiempo perdido de entrenamiento.


    — ¡Papi, eres el mejor de todos! —esas palabras fueron mágicas para la pequeña Bra, quien disipó sus penas arrojándose a sus brazos para plantarle un cariñoso beso en la mejilla—. Te quiero mucho —añadió con una de sus dulces sonrisas.



    En ese momento el Príncipe se relajó completamente correspondiendo el abrazo por un segundo para luego colocarla cuidadosamente en el suelo… el recobrar el amor y la confianza de su pequeña princesa le era más primordial que irritarse por una tonta ceremonia terrestre. Además, al final también le tocaría una buena ganancia, pues no dudaba que Bulma le recompensaría muy bien por su “esfuerzo”.



    — Mami, ¿puedo presumirle a Marrón una foto de la boda? —ya más animada y satisfecha Bra todavía tenía una petición que hacerle a sus padres, así que no dejaría pasar la oportunidad.


    — Por supuesto que sí, cariño, y puedes escogerla personalmente —Bulma tampoco podía ocultar su felicidad aunque en sí no había recibido una petición formal por parte de su consorte. Pero no era necesario dado que así es como el Saiyajin hacía las cosas y, además, el hecho de que aún estuvieran juntos por todos esos años es más que significativo. Y por supuesto que no le negaría el favor a su hija, agradeciéndole indirectamente por su ayuda incondicional.


    — ¿Y se van a vestir de reyes como en los cuentos de princesas? —la infanta los miró a ambos con una expresión soñadora y sus azules pupilas brillaron de modo especial. Parecía estar viviendo una de sus historias favoritas con hadas y toda la cosa.


    — ¡Claro!... es más, ahora mismo podemos ir a escoger los vestidos —la dama tomó a su hija de la mano y se dispuso a retirarse con ella, pero antes… —. Disfruta tu entrenamiento, Vegeta —le dijo a su marido regalándole un guiño coqueto y lanzándole un beso al aire.


    — Adiós, papi —la pequeña se despidió también sonriéndole con cariño.



    Las dos se alejaron contoneándose sin dejar de chacharear… al fin mujeres, muy comunicativas mujeres.
     
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