Policiaca Una Cita Falsa en el Museo

Tema en 'Relatos' iniciado por Dark RS, 12 Febrero 2020.

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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Una Cita Falsa en el Museo
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
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    1696
    Para la actividad "Simulador de Citas" con el lugar "Museo".
    Como no se me ocurría nada romantico con el lugar museo para una cita, intenté una historia cómica, pero como no sé si es graciosa en verdad, les dejo a ustedes, estimados lectores, juzgar si lo es. Gracias por leer.

    Una Cita Falsa en el Museo



    El Museo de Arte, Historia y Biología es de los más grandes del país. Se divide, tal como su nombre indica, en tres secciones: arte, historia y biología. Es el lugar más popular para las excursiones escolares, colegiales e inclusive universitarias, del país, gracias a sus colecciones invaluables que muchos museos y coleccionistas alrededor del mundo querrían obtener.


    También resulta ser el sitio que está actualmente bajo la mira de la policía. Específicamente de un detective de primer grado y una oficial recién graduada de la academia que busca un temprano ascenso a detective. Investigan, haciéndose pasar por una pareja, en la zona de arte.

    —Aquí Gallina Uno, pidiendo de nuevo que me cambien el nombre clave, cambio —susurra la oficial, asegurándose de que nadie la escuche.

    —Aquí Gallo Uno, solicitud denegada, cambio —le contestan desde una camioneta de vigilancia a dos cuadras del museo —. Ya se habló sobre eso y Zorro Uno pidió estos nombres específicamente.

    —Ese maldito de... Jonathan —se obliga a no decir el nombre real de su compañero, ya que se supone deben utilizar nombres falsos mientras dure la misión.

    —Zorro Uno es bastante peculiar, pero también es el mejor en la fuerza. Solo síguele la corriente y todo saldrá bien, cambio.

    —Se supone actuamos como una pareja y lo único que hace es corregir a la guía sobre las fechas y datos de las pinturas. Y sigo sin entender la razón de que me pusieran con alguien que me lleva una gran diferencia de edades, cambio.

    —Simple, este museo es un lugar muy famoso, o infame sería más correcto decir, para que los hombres casados lleven a sus jóvenes amantes. Desde una de las salidas del museo solo hay que cruzar una calle para llegar a un hotel que no pide identificación a los acompañantes, cambio.

    —Espera, espera, espera, ¿se supone estoy actuando como la joven amante de... Jonathan? Creí que estábamos fingiendo ser una pareja de novios.

    —Sí, simulan ser un viejo verde y una universitaria caliente, cambio.

    —No me gustó para nada esa comparación, Gallo Uno.

    —Bueno... Zorro Uno dijo que actuarías de jovencita cachonda, pero no me gustó como sonaba y lo cambié un poco.

    —¡Lo mato, juro que lo mato! —grita, sin recordar que se supone está encubierta. Cuando nota a las personas mirándola, incluyendo a su compañero, se sonroja avergonzada y baja la cabeza.

    —Antes de la ruda interrupción de mi dulce acompañante —el detective llama la atención de todos —, decía usted, hermosa —refiriéndose a la guía —, que esta obra, que fue comprada al Tate Modern de Londres, representa la visión de Picasso sobre su lugar de trabajo, yo hubiera usado la palabra santuario, pero no importa, el cual estaba localizada en una villa al pie del monte Saint Claire, pero en realidad era la montaña Saint Victoire y además....


    La joven oficial, código Gallina Uno, se aleja aún más del grupo. No le encuentra sentido a perder el tiempo conversando con la guía cuando podrían estar buscando pistas. Y, para su sorpresa, le molesta que su superior la esté ignorando tanto si se supone están en una cita. Por más que sea una farsa, es un sacrilegio ignorar a una bella mujer y se asegurará de que su compañero pague por su falta de interés.

    —Eso fue muy arriesgado, Gallina Uno, cambio —la reprende el vigía.

    —No fue a propósito, cambio —susurra apenada. Ya puede ver como el capitán la va a regañar en cuanto termine la misión, y ni que hablar de su ansiado ascenso a detective de tercer grado. Tendrá suerte si la dejan poner infracciones en los parquímetros de alguna mala zona.

    —Atenta, Zorro Uno dio la señal, encuéntrate con él de inmediato, cambio.


    De inmediato, Gallina Uno va hacia el que se supone debería estar actuando como su novio, pero que no lo hace. Ni por accidente lo ha intentado, ni una sola vez. Y no tiene planeado hacerlo tampoco.

    —Hola, ca-ca-cariño —lo saluda, sin saber como comportarse.

    —Fuiste muy grosera antes, Gaby —la llama según el nombre falso que decidieron antes.

    —Es que me has estado ignorando, Jonathan.

    —Te alegrará saber que vamos a seguir con nuestra cita, allá abajo.

    —¿Abajo?


    Un guardia de seguridad encuentra a una pareja besándose cerca de una de las bodegas, específicamente una que se encuentra en desuso desde hace casi un año. No es la primera vez que encuentra parejas que buscan a un lugar más íntimo. Les calcula unos quince o veinte años de diferencia, al hombre le encuentra esa clásica apariencia que siempre tienen los perdedores que engañan a sus esposas, creyendo que nunca serán descubiertos. Mientras que la chica parece una de esas universitarias que se venden para pagar la matrícula. Normalmente basta con hacer algo de ruido y suelen corriendo por sí mismos, como ratones que son perseguidos por gatos hambrientos, pero en este caso no le gusta lo cerca que se encuentran de la bodega que tan celosamente ha estado vigilando los últimos meses.

    —¡Oigan, búsquense un hotel! No pueden estar aquí —los reprende el guardia. De inmediato se separan, ella con tanta rapidez que se nota esperaba que alguien llegara a rescatarla de estar besando a ese sujeto tan estirado.

    —Perdone, usted, es que quería buscar un lugar para estar a solas con mi novia. Ya sabe, darle a la danza horizontal.

    —Claro, novia, como digas, amigo. Vean, se me largan de... — Cae desmayado luego de recibir un golpe en el cuello, propinado por la supuesta Gaby.

    —¿Darle a la danza horizontal? ¡Ugh! Nadie dice algo tan asqueroso en público en estos días.

    —Lo que importa es que funcionó.

    —Me pregunto si puedo denunciarte por acoso debido a esa frase tan cochina.

    —No pierdan más tiempo —los interrumpe Gallo Uno.

    —¿Y qué se supone hacemos aquí? —cuestiona ella, cruzándose de brazos.

    —Es muy simple.... —comienza a explicar Zorro Uno.

    —Resume el resumen del resumen de tu explicación, cambio —pide el vigilante, no queriendo escuchar otra de esas extensas explicaciones que el detective suele dar. Aún tiene pesadillas con la vez que se tomó cinco horas en explicar un robo bancario planeado desde el interior.

    —Bien, pero luego no digan que no les intento inculcar cultura.

    —Nadie lo dirá, cambio.

    —Para condensar —toma la tarjeta electrónica de acceso del guardia, la introduce en una ranura y se abre la puerta de la bodega —, aquí están los originales de varios cuadros falsificados que vimos durante el recorrido.

    —Aunque si hay pinturas aquí adentro, no sé si son iguales a las que pasamos durante el tour.

    —No prestabas atención, incluso hice, unas muy necesarias, correcciones. De seguro muchos estaban agradecidos por mis atentas correcciones.

    —Como digas —niega con la cabeza, esperando que se termine de una vez la misión.


    Ambos se dirigen hacia la oficina del director del museo. Les toma unos diez minutos ir desde el sótano hasta esa oficina. Aunque desde la percepción de la mujer, fue toda una eternidad llena de la incesante explicación sobre cómo resolver el caso, con muchas desviaciones, incluso hubieron desviaciones durante las desviaciones. Zorro Uno abre la puerta de la oficina de golpe, esperando haber logrado una entrada sopresiva.

    —Buenas, señor Hollower, tenemos algunas preguntas que hacerle.

    —No tengo tiempo para perderlo con ustedes —niega el director del museo, acariciándose su calva cabeza en un acto nervioso inconsciente.

    —Mire, cabeza de bola de cristal, no estoy de humor para sus tonterías. Si no confiesa en este momento sobre los robos y falsificaciones lo colgaré de esa cabeza brillante suya y lo tiraré a la jaula de los tiburones.

    —Técnicamente, los tiburones se encierran en acuarios peceras, no jaulas —corrige el detective.

    —Por esas mierdas es que no estoy de humor, y juro que si no confiesa de una vez le sacaré los ojos con mis propias manos, ¿entendido?


    Luego de la, para nada sorpresiva, confesión del director del museo, un escuadrón especial se encargó de arrestar al resto de los involucrados. Desafortunadamente la mayoría de las obras que fueron vendidas ilegalmente fueron declaradas como perdidas, por no haber quedado rastro alguno de las transacciones.

    —Aún no entiendo de dónde salió la información tan acertada sobre la localización de la bodega y la participación del director del museo en las ventas ilegales —cuestiona el hombre que antes les estuvo hablando desde la camioneta, pero ahora, en la comisaría, se sienta con ellos en el comedor —. Pero la versión corta, de la versión corta, por favor.

    —Simple, la guía del museo era mi informante. Decía datos erróneos, que yo reconocía como un código secreto. La corregía solo para que los demás visitantes no se fueran con información errónea.

    —Si tengo que volver a trabajar contigo, me suicidaré de un balazo —asegura la oficial, que ya tuvo suficiente del extravagante detective.

    —Eso va a resultar un problema, el capitán estaba bastante molesto de que casi arruinaras tu cubierta que dijo que te nombraría como mi nueva compañera —informa el detective, preguntándose si el comentario del suicidio hecho por la mujer era enserio o una simple hipérbole.

    —El capitán debe estar muy enojado como para haberte ascendido solo para ponerte con él —hace ver el que fue el vigilante, no envidiándola en lo absoluto en este momento.

    —Me quiero morir —deja caer la cabeza de golpe contra la mesa, esperando que ese golpe la saque de su miseria.

    —Felicidades por tu ascenso. Por cierto, ¿saben la razón por la que existen tres grados de detectives?

    —No lo sé, pero, ¿no deberíamos preocuparnos por el golpe que ella se acaba de dar? Ve que no se mueve para nada, creo que en verdad se murió de la pura impresión...

    —Está bien, la veo respirar, solo se hace la muerta. Pero lo importante es que, como decía, lo de los grados se dio debido a…
     
    Última edición: 12 Febrero 2020
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    InunoTaisho

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    Bueno, bueno, algo fresco y porque no decirlo, bastante entretenido con su dosis de humor y suspense sobre una pobre Gallina usada de tapadera sin siquiera pedirle su opinión... En verdad me sacaste una sonrisa.
     
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