Un viaje inesperado

Un viaje inesperado​

En Canadá vive una pareja que le falta poco por cumplir un año de casados, los copos de nieve caen tan rápido cubriendo así las calles de nieve. Estaban terminando de decorar su casa para navidad hasta que se escucha la melodía de un celular en la amplia sala, la cual las paredes están pintadas de un color vino tinto y en las orillas un color dorado y el piso de madera oscura pulida, las demás partes de la grande casa tienen las paredes de varios colores el mismo de la sala, marrón claro y blanco, el piso de madera pulida algunas partes oscuras y otras claras. La pareja tiene un exquisito gusto para la decoración.

—¿Diga? —contesta el celular el hombre, y su esposa a su lado. Daniel duro aproximadamente cinco minutos hablando y a la vez discutiendo con expresión confundida y de disgusto en su rostro.

—De acuerdo —fue lo último que dijo antes de colgar, este coloco molesto el teléfono en la mesita de centro echa de vidrio. Su esposa Karina, le dirige una mirada de preocupación.

—¿Quién era?, ¿Qué te dijeron? —Pregunta Karina, su esposo suspiro antes de hablar.

—Era el jefe del instituto, quiere y necesita que me vaya ahora mismo a Venezuela y por lo que voy a hacer tardare una semana —dijo frustrado ante tal noticia.

Daniel es un científico químico de treinta años de edad, uno de los más importantes en el país. Y su esposa Karina es una odontóloga y profesora de geografía, de veintiocho años de edad.

—Pero ¿Por qué? Solo faltan cuatro días para navidad, no te pueden obligar a trabajar —dijo triste y con coraje la mujer.

—El instituto descubrió ayer en una mina en Venezuela estado Falcón un raro químico reactivo sumamente peligroso, y si no se trata a tiempo la mina podría explotar. Y yo soy especializado en esos tipos de químicos, por eso me necesitan—explica Daniel.

Daniel ama su trabajo le gusta lo que desarrolla en este, pero le desagradaba de sobre manera cuando lo llamaban de improviso para trabajar como ahora. El hecho de dejar a su esposa lo aborrecía y más cuando solo en cuatros días será navidad, la primera navidad que pasaran como esposos juntos en su hermosa casa. Él la ama más que a su propia vida, cuando la conoció fue amor a primera vista y sus años de noviazgo fueron los más felices de su vida, nunca había conocido una mujer como ella tan cariñosa y compresiva y a la vez fuerte y un poco seria, su forma de ser solo él la comprende y la ama tal cual como es. Una mujer que supera sus metas y atada a la vida que ama a su esposo irrevocablemente con todo su corazón.

Yo entiendo lo sucedido, es grave, tendré que dejarlo ir aunque eso implique… No pasar la primera navidad con él siendo esposos. Pensó Karina comprendiendo y teniendo en cuenta las consecuencias.

—Tienes que ir, ellos cuentan contigo —recalca la mujer tratando de hablar con ánimo, para que su esposo fuera a su deber y no se preocupara. No le gusta verlo así, ella siente como él se siente en estos momentos y viceversa, el que sientan la preocupación, frustración, coraje, tristeza, entre otras sensaciones más, les rompe el corazón a ambos y obviamente eso no les gusta para nada.

—No iré, yo quiero estar contigo y lo sabes —exclamo.

—Sí lo sé pero tienes que, aunque nos duela es tu deber, cielo. Por favor sólo… Ve.

—Está bien iré, te prometo que tratare de regresar antes de navidad —dijo Daniel lento y compresivo, no le gusta cuando ella se comportaba así tratando de ver todo de un lado positivo y realista, y a parte ella misma se lo pide para que no negara. Pero lamentablemente tenía razón.

—De acuerdo ahora ve —dijo Karina concluyendo la discusión con una leve sonrisa en sus rojizos y delicados labios tratando de animarlo, tratando de expresarle que todo va a estar bien. Aunque ambos supieran que no iba ser así.

Daniel alisto todo rápido para su viaje y su esposa lo ayudo, tiene una hora para llegar al aeropuerto y diez minutos para abordar el avión ya pagado por el instituto. Cuando terminaron de alistar todo ambos fueron rápido al garaje, y Daniel entro en el costoso auto negro con las maletas en los asientos traseros. Antes de terminarse de ir le dijo a su esposa que estarán en contacto que todo saldrá bien, luego se abrazaron por un minuto que pareció eterno para ellos y por último se dieron un tierno y dulce beso ,así demostrando ese verdadero amor que se tienen el uno por el otro. Le susurró en el oído adiós, y se marcho.

Despedirse de su esposa era como dejar su vida atrás para él, dejarla en esa época especial era el peor dolor que le podía causar y el nunca se lo perdonara, pero desgraciadamente tenía que. Llego al aeropuerto justo diez minutos antes de despegar el avión, el vuelo durara seis a siete horas, y todo ese tiempo solo se quedara pensando en su amada esposa o dormido soñando con ella.

Karina se dirige a la habitación de ellos, se sienta en la cama matrimonial y sin querer una lágrima amarga sale de sus ojos grises seguido por más lágrimas colocando ambas manos en su rostro, había guardado esas lágrimas para que no salieran delante de su esposo. Ella es fuerte siempre lo ha sido, cuando murieron sus padres en un accidente automovilístico durante su adolescente fue la peor etapa por la que pasó, hasta los veinte sufrió con eso y luego le quedó solo el recuerdo.

Todo mejoró cuando conoció a Daniel a los veinticinco y el tendría veintisiete, la primera vez que lo vio pasar por la calle por donde vivía él la miro también y le dedicó una sonrisa, fue amor a primera vista para los dos y al pasar el tiempo se conocieron mejor poco a poco durante dos años, paseaban a todas partes del estado. Al conocer a alguien que pasó lo mismo que ella a diferencia que él nunca conoció a su madre pero su padre era todo para él, era estar con alguien que la comprendía ambos pasaron por lo mismo, pero su personalidad fue lo que la enamoró su forma de ser, primera vez que entendía tanto a una persona sobre todo un hombre al igual él pensaba lo mismo.

Esos recuerdos las consolaban aunque sea por minutos, decide terminar de decorar para hacer la cena sin embargo no tiene mucha hambre, esa noticia fue un golpe duro y saber que no pasara navidad con él le frustraba rotundamente, ella sabe que será un mal recuerdo en el futuro.

Daniel llegó a Venezuela, ahí estaba terminando de amanecer, enseguida entro en el auto que le mando el instituto y el chofer recogió sus maletas y las guardo en el capo del auto. Mientras iba en camino a la mina, marco en su teléfono el número de su esposa para decirle que ya había llegado.

Karina despertó al instante que sonó su celular al lado de la cama en la mesita de noche. Contesto de inmediato soñolienta.

—¿Daniel?

—Hola amor —respondió su esposo— Ya llegue a Venezuela voy en camino a la mina, ¿Cómo estás.

—Que bueno que ya llegaste, estaba durmiendo pero quería escucharte.

—Yo también, tranquila sigue durmiendo yo te llamo mas tarde. Te amo.

—Yo también te amo cielo —concluyó Karina y los dos colgaron el celular. La odontóloga duro cinco minutos pensativa y luego cayó en un profundo sueño, el llorar le causaba eso.

Daniel llegó a la mina que estaba en Falcón entre las montañas a menos de quinientos metros de unos edificios. Enseguida empezó a trabajar quería terminar lo más rápido posible para volver con su amada esposa, se coloco la bata especial para ese tipo de químicos y con los demás científicos dió inicio al descubrimiento.

Hoy es navidad y Karina está preocupada, asustada, trasnochada y muchas más por su esposo. No sabe nada de él hace dos días y medio desde que la llamó. Siente que se va a morir si no sabe nada de él pronto, lo llama y llama pero sale contestadora al igual que el teléfono del instituto, le pasaba por la mente tantas cosas.


Le ocurrió algo, y si ese químico peligroso le causo algún daño o… lo mato. Pensó.

Sacudió su cabeza tratando de quitar esos pensamientos negativos de su mente, si algo le habrá pasado a su amada Daniel ella se podrá morir de la angustia o hasta podrá pensar en suicidarse, él es su vida y si algo le ocurriese a él no lo soportara ni el tampoco si le pasara algo a ella. Pero aún no sabía nada de él así que todavía no puede llegar a esos límites. Se le ocurre una idea y la decide ejecutar, viajara a Venezuela al estado Falcón a buscarlo, alisto sus maletas lo más rápido que pudo y cuando estaba a punto de salir por la puerta, esta se abrió. Ella tiro las maletas a suelo y lo abrazo fuerte y empezó a llorar, pero esta vez de felicidad.

—Daniel —susurro aliviada llorando, sintiendo una gran felicidad por verlo de nuevo.

—Karina perdóname por preocuparte tanto, moría por verte —dijo acariciando su cabeza que estaba apegada en su pecho.

—Yo también —se separo un poco de él para verlo a la cara quedando a escasos centímetros— ¿Estás bien? ¿No te ocurrió nada? —empezó a detallarlo y revisarlo para ver si tiene alguna herida, pero no encontró nada.

—Tranquila estoy bien no me paso nada —le dedico una sonrisa para que se calmara y ella la correspondió. Pero al momento se exalto y le preguntó.

—¿Por qué tu teléfono está apagado y el del instituto?, ¿Qué ocurrió? —dijo molesta, esperando impaciente una respuesta.

—Lo siento amor es que hubó una fuerte falla electrónica que hizo que mi teléfono no prendiera y se daño al igual que el de la compañía, y regrese justo hoy porque resultó ser que el químico no era reactivo como se lo suponían, pero si era peligroso. Sin embargo, lo tratamos a tiempo y regrese lo más rápido que pude para pasar la navidad contigo esposa mía—explico disculpándose con cierta agonía y a la vez feliz por estar por fin con amada esposa.

—Gracias a dios que estas aquí —dijo ya más calmada— Ya estaba a punto de ir a buscarte, si algo te ocurriera… Yo no podría vivir sin ti.

—Amor no digas eso, ya estoy aquí y pasaremos nuestra primera navidad como esposos juntos y eso nadie lo va impedir—le dedico una sonrisa como lo hizo por primera vez y ese gran amor que sienten el uno por el otro nunca cambiara, solo aumentara infinitamente porque son almas gemelas, simplemente es… Amor.

A escasos centímetros que se encontraban, se ven a los ojos y sus labios se unen despacio sintiendo ambos ese sabor dulce que se trasmitían, ese beso se fue profundizando así jurando amor eterno. Cuando finalmente termino el beso, ella pensó que lo único que quería para navidad era a su esposo, a su Daniel y lo único que quiere él es estar con amada Karina en ese día tan especial. Se vieron cara a cara.

—Tú eres mi regalo de navidad —dijo Karina y se abrazaron nuevamente.

Son almas gemelas y eso no cambiara, así como juraron en el altar el día que se casaron. Hasta que la muerte los separe, pero ni la muerte los separa porque en el cielo seguirán juntos.

Palabras:1949​