Song-fic Un roto para un descosido

Tema en 'Relatos' iniciado por Sonia de Arnau, 20 Noviembre 2018.

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    Sonia de Arnau

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    Título:
    Un roto para un descosido
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
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    1
     
    Palabras:
    1468

    Un roto para un descosido

    Hacía frío.

    La noche anterior había nevado y esa tarde todavía la nieve se apreciaba en las calles y mientras el sol descendía la temperatura disminuía. Entre las nevadas calles, una pareja caminaba por la acera: él cargaba dos bolsas y ella una. Él caminaba hacia atrás mientras observaba a su novia, la perfecta novia que tenía y debido a no poner atención por dónde pisaba, resbaló provocando que casi cayera al suelo de no ser porque mantuvo el equilibrio.

    —Tonto —dijo ella entre risas—. Vas a tirar las cosas y rodarán cuesta abajo. Y no pienso recogerlas.

    Él sonrió, se acercó a ella y después de observar sus mejillas coloradas por el frío, le dio un beso que ella recibió con gusto. Caminó a su lado para mirar sus pasos.

    Habían ido a la tienda a comprar algunas cosas que necesitaban. Estaban por mudarse y deseaban pintar y arreglar un poco el apartamento. Siempre iban juntos a todos lados, estaban muy enamorados el uno del otro, como si su relación fuera reciente. El mes que venía cumplirían un año de novios; nueve desde que vivían juntos. Se contaba que el amor cubre multitud de pecados y defectos. No obstante, aquellos defectos y errores era lo que más amaban el uno del otro.

    Tenían un auto, el que estaba lleno de sus cosas, no eran muchas pues solían vivir de manera sencilla; tan solo necesitaban una cama, una tele, una laptop… ocupaban el dinero para otras cosas.

    —Buenas tardes, vecina. —Él saludó con una sonrisa a la mujer que había salido, la vecina simplemente se limitó a saludar con la cabeza sin decir nada.

    —Nos odia —soltó ella—. Vamos —Invitó a su novio mientras subían al segundo piso donde estaba su apartamento.

    Tal vez eran juzgados por su aspecto, era lo que pensaban, pues las personas solían opinar por las apariencias. Ella tenía llena la oreja izquierda de aretes, usaba pupilentes de colores y formas exóticas. Su cabello era de tres colores; las raíces rubias demostrando su color natural mientras que las puntas eran azules y el resto rosa. Cuando se lo tiñó, no se decidió por uno de esos colores así que al final optó por ambos. Él tenía perforada la nariz y una de sus cejas, su cabello era virgen, aunque por sugerencia de su novia tal vez algún día se lo teñiría. Se había delineado los ojos permanentemente. Todo su brazo izquierdo hasta el cuello estaba lleno de tatuajes.

    Mas eso nunca les importaba.

    ¿Qué importaba si la sociedad los veía de forma rara por su manera de vestir? Se tenían el uno al otro y eso era lo que importaba.

    Un vez dentro del apartamento vacío, él sacó los pequeños botes de pintura de las bolsas, los formó en una linea y miró detenidamente los colores; rosa oscuro, azul, verde, amarillo… faltó el rojo, el color favorito de de él pero no encontraron una pintura de ese tamaño, y ya venían cargando mucho como añadir algo tan grande. Al destapar las latas, con una brocha comenzó a pintar la pared blanca de la sala, ya después que su novia viera su obra maestra. Pintó mientras cantaba y tarareaba una canción demostrando su enorme felicidad. Porque todo lo que hacían lo hacían juntos.

    —¡No se te olvide sacar la basura! —gritó él.

    —Eso hago ahora —respondió ella desde donde estaba—. ¿Sabes qué hace falta para avivar el ambiente? —preguntó mientras tiraba la basura—. ¡Música!

    —Lástima —Subía y bajaba la brocha, intercalaba los colores—, la radio está en el carro.

    Ella no le dijo que fuera a recogerlo porque no bajaría hasta allá solo para eso. Ya se conocían lo suficiente para saber cómo eran. Los dos se conocieron en una fiesta y cuando se vieron esa misma noche, podría decirse que fue amor a primera vista, eran tal para cual. Eran deferentes pero tenían muchas cosas en común.

    Un par de palabras que intercalaron fueron más que suficientes para decidir que debían estar juntos. Dios los cría, y ellos se juntan. Esa misma noche, que pasaron hablando largo y tendido, se platicaron de todo, ninguno de los dos se reservó nada. Ella había tenido seis novios y una novia, y con ninguno duró más de tres meses. Él, por su parte, solo había tenido dos parejas; un novio y una novia, e igual, por lo mismo fueron quienes cortaron con él.

    No obstante, ninguno de ellos sufrió por esas relaciones rotas, no porque fueron sus ex parejas quienes rompieron la relación sino porque nunca llegaron a experimentar el verdadero amor, no como lo que ellos en ese momento sentían. Era su relación más larga y sentían que todavía daba para mucho más.

    —¿Qué te parece? —Indagó él al sentirla detrás de su espalda. Se giró para verla, esculcando en su bolsillo para sacar una cajetilla de cigarros de la cual sacó uno.

    —No me gusta —dijo, y él volvió a ver la pared.

    —Tienes razón —Le dio una calada a su cigarro. Estaba completamente prohibido fumar dentro de la casa, pero qué más daba, desactivaron todas la alarmas de incendio, lo que era contra las reglas, pero ¿quién se iba a dar cuenta?

    —Le falta más… —Tomó un bote y esparció la pintura con fuerza contra la pared, provocando que algunas gotas les salpicaran sus ropas —… agresión.

    —Esto se vería espectacular si la pintura fuera ¡roja!

    Comenzó a bailar una clase de vals por la sala vacía, tarareando él la música.

    —¿Sabes para qué compré las croquetas de perro?

    —Para qué —Lo observó con ojos asombrados, emocionada.

    —Para esconderlos en los huecos y así haya muchas ratas.

    —¡O cucarachas! —dijo emocionada, bailando ante la imagen.

    —¡O cualquier otro animal!

    —Es maravillo —se acercó a él para robarle un beso—. Por eso te amo tanto, porque eres muy inteligente. Qué buena idea.

    Sus labios dibujaron sonrisas cómplices de su maldad. Estaban orgullosos de ellos mismos. Miraron la cocina que estaba llena de toda la basura que ella esparció por el lugar, comenzaba a oler mal. Ella volvió a tomar otra lata de pintura y la embarró por las habitaciones, haciendo un camino de la sala hasta allá, sería difícil de quitar porque el piso de esa zona estaba tapizado. Igualmente, gastó su maquillaje para dibujar un gesto vulgar en la tapicería.

    Rompieron la mayoría de las puertas y los picaportes.

    Rayaron las paredes como si de niños pequeños se trataran, dibujaron una pequeña historia, de cómo sería su encuentro en su próxima vida. Porque estaban tan hechos el uno del otro que después de la muerte, se volverían a encontrar. Estaban convencidos de eso.

    La vecina de abajo, quien era la dueña de los apartamentos, los había echado, y no porque ya no pagaban la renta y si lo hacían solo menos de la mitad, más bien porque poco a poco se dio cuenta que ellos no eran personas muy sanas y normales. Fumaban marihuana y no solo eso, consumían otro tipo de drogas potentes, apestaban todo el ambiente. También solían brincar y hacer extraños ruidos en la noche, perturbando la paz de sus hijos y del inquilino del tercer piso. Era una pareja entregada a los placeres, experimentando de todo un poco. Ella solía salir a recoger su correspondencia, sin importarle el clima, en paños menores y sin importarle que hubiera niños viéndola.

    Cuando la dueña les dijo que desalojaran el apartamento, ellos negaron irse, pero la vecina les amenazó con que si no dejaban el apartamento, llamaría a la policía. No querían involucrase con ella, así que con mala cara decidieron irse, la mujer les dio una semana para conseguir otro apartamento, pero ellos decidieron mejor aprovechar ese tiempo para hacer otra cosa. No se irían de ahí sin antes vengarse de la mujer por odiarlos, por no comprender su forma de vivir, su libertad, su forma de amar, de vestir, de disfrutar la vida.

    Por no quererlos por su personalidad.

    Ambos estaban rotos. Tal vez ella más que él.

    No había nadie que los comprendiera; solo se tenían el uno al otro.

    Los dos, tomados de la mano, miraron su obra maestra.

    —Te amo —dijo él.

    Ella se inclinó para recargarse en su hombro.

    —Yo más —finalizó.

    Cerraron la puerta tras de ellos y se fueron de ese lugar para encontrar un nuevo hogar. Mientras estuvieran juntos, no importaba si vivían bajo un puente, en el coche o en la calle. Uno sin el otro ya no podrían seguir viviendo.

    . . .​

    Lo que no me gustan de los song-fic es que te dan spoiler por la letra de la canción. Pero espero hayan disfrutado el relato.

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    Plumas de Cuervo

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    Saludos, vengo a cumplir con la petición realizada en 'Solicita un Crítico'

    Antes de comenzar debo confesar que el título me desencajó un poco porque casualmente no hace mucho escribí un OS con ese título y una temática muy similar. Ni idea que había una canción que hacia una referencia, para mi era una historia más de 'casualidades del destino'. Bueno, a lo que vinimos, a leer para comentar.

    No sé que me sorprende más, la historia o ese par de personajes muy peculiares. a mi parecer uno de los mensajes es que no hay que juzgar a las personas por su apariencia, que es lo que la mayoría hace, nadie conoce las historias que hay detrás de esa forma de vestir o la música que escuchan.

    Es un amor bonito el de ese par, algo loco, pero sincero. Pienso que faltó explicar con detalle como terminaron 'rotos', el como fueron esas relaciones que no les llenaron las existencia y que fue un paso para llegar a donde se encuentran ahora -y no me refiero a no tener un techo sobre sus cabezas en pleno invierno-.

    Te recomendaría releer lo escrito antes de publicar, para validar de que la narración fluye correctamente y no hay palabras que terminen haciendo ruido visual. Errores ortográficos, sólo conseguí uno de importancia, hay una parte donde dice 'deferentes' cuando debería ser 'diferentes'.

    Del resto todo bien, me gustó la historia. Espero pronto leer algo más de ti. Hasta luego.
     
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