One-shot Un Mayor y una mecánica de automail

Un Mayor y una mecánica de automail

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Esto.... bueno, esto lo hice para el concurso de "Parejas forzadas" y pffff... tuve un trauma. LOL gané con esta locura; así que espero les guste :)

Disclaimer: FMA no me pertenece
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“Un Mayor y una mecánica de automail”​

Veía detenidamente aquellas hermosas estrellas, millones de pequeños puntos blancos en aquel cielo azulado. Me encontraba sentado cerca de la ventana de la habitación que, con mucha hospitalidad, Pinako Rockbell me había ofrecido para que pudiera pernoctar.

Empecé a considerar en descansar, pero era algo que no podía llevar acabo en ese instante. Cada vez que subía la mirada hacia esas pequeñas constelaciones, y veía el cielo recordaba su ojos de un intenso color celeste, ojos que me había hipnotizado desde que la conocí.

Sabía que tenía que reprimir mis pensamientos, pero era inapelable, ella: una jovencita y yo; un Mayor en la milicia... que tenía el doble de su edad.

Ese día la había visto enojada, feliz y triste. Su cabello rubio parecían como finas hebras de seda que le acariciaban el rostro. Sus manos eran delicadas pero resistentes, acto que poseía al pasar por varias situaciones de su vida tanto buenas como malas. Se apreciaba la fuerza que habitaba en su cuerpo y alma.

Una jovencita perfecta.

Su hermosa mirada angelical y sus movimientos agraciados, además de la interesante actividad que aplicaba en mayoría de su tiempo; la mecánica. Era evidente que era excelente en el desarrollo de ésta. Me impresionaba esa habilidad.

Mi mente me exigía que dejara de pensar en aquellas cosas, pero era inevitable.

Rendido ante ella me dirigí a la cama, depositando mi confianza en que podría ser arrastrado por Morfeo, recorrí con delicadeza las sábanas blancas y me recosté en la cama. Cerré los ojos, intentando conciliar el sueño, pero era indiscutible que Morfeo se rehusaba a llevarme con él.

Abrí los ojos exasperado quedándome en silencio; escuchando las maravillosas melodías de la noche.

Entonces, ya casi rendido ante Morfeo, escuché un lejano ruidillo. Me levanté con curiosidad y salí por la puerta sin una dirección exacta, inicié mi caminata haciendo el menor ruido posible para no despertar a los que descansaban.

Llegué a la habitación causante de tal ruido ensordecedor y abrí la puerta unos centímetros con cautela. Entonces la vi.

Se quitaba las pequeñas gotas de sudor de la frente con el antebrazo, suspiraba pesadamente y se alejaba un poco para ver el resultado, posando su mano izquierda en la barbilla, examinándolo todo, parte por parte con sus ojos analíticos.

Suspiró complacida, entrecerrando los ojos y sus labios se curvaron en una perfecta sonrisa.

Ella lo era todo, si Winry Rockbell fuera de mi edad, ya me hubiera arrodillado y le hubiera pedido matrimonio. Pero está prohibida para mí, sería deshonroso y vergonzoso para la familia si me vieran en la situación que me encuentro; completamente deslumbrado por una jovencita que poco me conocía. Un honor que se ha pasado de generación en generación y que yo no estaba dispuesto a romper.

Inesperadamente hice un movimiento muy brusco, no pude mantener el equilibrio y todo el cuerpo se fue para adelante. Se abrió la puerta de un portazo y rodé unos 2 metros.

¡Cómo era posible que un Mayor de la milicia podía haberse caído tan fácilmente!. El honor que se ha transmitido de generación en generación en mi familia estaba siendo destrozado por mi culpa...

¿Dónde había dejado todo el entrenamiento de la milicia?. Me sentía verdaderamente avergonzado. Si hubiera perdido el equilibrio en cualquier otra situación hubiera muerto.

Atolondrado, me levanté como pude e hice como si no hubiera ocurrido nada. Aún estaba muy confundido por todo lo sucedido.

Verifiqué el perímetro encontrándome con sus bellos ojos, aunque algo hinchados y las escleróticas de un color carmesí.

Recuerda la dignidad, Alex, ¡recuérdala!. Otra vez piensas estupideces —pensé alterado.

—¿Mayor?... ¿Qué hace aquí? —preguntó mientras se masajeaba los ojos y volteaba la mirada en otra dirección.

—Disculpe la intromisión señorita Rockbell —dije aguantando las ganas de vomitar y salir corriendo de allí—, sólo pasaba por aquí y he perdido el equilibrio —mentí en parte. Pues sí había perdido el equilibrio—. ¿No cree que es muy tarde como para estar trabajando, señorita? —repuse tratando de evitar el tema de mi caída.

—Winry, sólo Winry —comentó—. Y no, nunca es suficiente tarde como para dejar el trabajo —contestó curveando los labios.

No me opuse ante el comentario y me mantuve quieto durante unos instantes.

—Y usted, Mayor, ¿no cree que es algo tarde como para estar merodeando por la casa? —preguntó inquisitiva mientras encaraba una ceja

Me aclaré la garganta demasiado nervioso.

—¿Qué está haciendo..., Winry? —pregunté rápidamente mientras volteaba a ver su trabajo y su sonrisa se ensanchó aún más.

—El automail de Ed —confesó mientras cruzaba los brazos y los pegaba al pecho.

Caminé hasta llegar a la obra maestra.

Con fascinación observé el automail, estaba casi por terminarlo. Las partes bien ensambladas, los tornillos, tuercas y cables esperando ser usados y la luna hacía que el metal tuviera un brillo espectacular. Si tuviera el color de la piel humana, se confundiría rápidamente con un brazo real. Estaba excelente y demasiado creíble, a pesar del color gris del metal.

No era muy musculoso, como yo lo hubiera preferido, pero la perfección que estaba observando tenía que ser reconocida. Los dedos tenían articulaciones como las de un órgano verdadero, sólo le faltarían las uñas para ser casi exacto.

Yo no era un gran conocedor acerca de la mecánica pero lo poco que había visto dentro de la milicia me podía dar un porcentaje de qué tan buena era Winry Rockbell en la especialidad.

Ella tendría un alto porcentaje a mi criterio.

—Está casi terminado —aseguré, ella me dio la razón con un sonidito proveniente de su garganta.

—Espero éste ya no lo rompa —susurró para si misma, pero escuché con mi oído desarrollado.

—Edward Elric lo romperá —admití. Ella bajó la mirada con tristeza. Me destrozaba verla así—. Pero siempre estará eternamente agradecido por tus trabajos, de eso estoy completamente seguro.

Ella levantó la mirada con esperanza y se acercó a ver el automail.

—¿Usted lo creé? —preguntó con un brillo especial en sus ojos.

—Así es —contesté caminando alrededor.

Acaba de obtener una prueba valiosa para darme cuenta de que por más que yo la adorara en silencio, que aunque supiera que yo era el doble de edad que ella, que ella era una humilde mecánica y yo un militar... ella nunca se fijaría en mí. Jamás. Y yo debía de hacer lo mismo. Este sentimiento tenía que ser enterrado en lo más profundo de mi corazón. Y nunca volvería permitir sentirme desfallecer por una jovencita.

Sé que siempre la adoraré con fascinación, pero no debía de involucrarme más de la cuenta, soy un caballero y no un Mayor imprudente.

Analicé rápidamente la situación: ella amaba con locura a Edward Elric.

—Iré a dormir, señorita Rockbell —anuncié mientras me acercaba a ella.

Como todo un caballero me arrodillé ante ella, le tomé la mano izquierda con la delicadeza que se merecía y besé sus nudillos. Ella se sobresaltó. La volteé a ver mientras ella se quitaba unas pequeñas manchas de aceite de su muñeca. Le había dado vergüenza que le haya besado la mano, mientras ésta se hallaba “manchada”.

—No se preocupe, señorita. Las manos de una mujer siempre serán suaves y cálidas a pesar que realice trabajos tan extenuantes como los que usted ejecuta. Sus manos son un evidente ejemplo —dije sin pensar siquiera en mis palabras mientras mostraba una sonrisa brillante.

Ella quedó aún más perpleja. Abrió la boca para hablar, pero ninguna cuerda vocal hizo caso a su cerebro y la volvió a cerrar.

De inmediato me di la vuelta nervioso, eso había sido una clara señal de mi alucinación, y la señorita era muy lista, se daría cuenta si no me iba de allí.

Debía de ir a la cama y tratar de dormir antes de cometer cualquier otra insensatez.

—Gracias —susurró con alegría.

Me acerqué al umbral de la puerta para de una buena vez salir de ahí, pero volteé a verla por inercia observando que ella se había acercado a su mesita de trabajo y tomaba con sutileza una fotografía. Un rubio y una rubia adornaban la fotografía. Edward Elric y Winry Rockbell.

—Gracias por sus palabras, Mayor —comentó antes de que yo me fuera—. Se lo agradezco en verdad.

—No hay cuidado —pronuncié—. Será mejor que vaya a descansar —propuse—, mañana podrá terminar, tengo la certeza de que Edward Elric no se molestará en esperar otro día más.

—Cuídelo por favor —pidió. Estaba devastado, realmente lo amaba.

—Él sabe cuidarse solo, creo que usted lo conoce más que yo —repuse.

—Sí, tiene mucha razón —admitió con desgano.

Volvió a situar la fotografía en la mesita y empezó a guardar todas sus herramientas de trabajo.

Cerré la puerta haciendo un sonido sordo y me adentré al pasillo dispuesto a olvidar. Al ir por la mitad del pasillo, escuché claramente algo que me penetró el corazón.

Ella suplicó en voz baja: “Regresa conmigo, Ed”.

Ahora tenía la firmeza de que era completamente necesario olvidarla.

FIN
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Es raro y probablemente me golpeen, pero fue forzada qué querían que hiciera xD
Por cierto, le doy las gracias a Sayita por haberme beteado el escrito(la mitad jajaja, me había confundido y escribí un drabble) aún así, se lo agradezco =D
Saludos

Ale Whitlock