Long-fic de Inuyasha - Un destino muy complicado entre tu y yo (Inux Kag)

Re: Un destino muy complicado entre tu y yo (Inux Kag)

Especiales agradecimientos a aquellas lectoras que se acordaron de mi cumple este martes 18 de mayo pasado :D me hicieron muy feliz. Toda mi gentileza (y esta vez les regalaré reputación) a las que postearon: andreatxt (¿era así?) Pan-chan, mi chibi koohai( y yo que le bajé porque creí que te acosaba xD) Deji chan, KagomeG


Capitulo: “Hablando de un beso”


La niña corría por todos lados con su peculiar sonrisa en el rostro, haciendo que la joven sintiera por dentro un poco de envidia, ella quisiera seguir siendo así, como aquella pequeña tan dulce y alegre, que nada le preocupara, dejarse llevar por aquellas emociones que sintió perdidas en algún momento de su pasado. —Rin… ven un momento por favor… —Suplicó la azabache con una sonrisa medio forzada, la nostalgia la tenía demasiado hundida, estaba tan apegada a ella que le costaba trabajo ser feliz y sonreí como esa jovencita.

—Claro que si…—La joven dudó por momentos, ella podría ser su familia, pero no sabía aún como llamarla, quizás se molestaría si la llamara de manera distinta a la acostumbrada. —…señorita Kagome…—La joven notó la incomodidad de la niña al decirle de ese modo.

—Si quieres puede llamarme de otro modo Rin… ¿Cómo te gustaría decirme? —El rostro de ella se iluminó y sonrió de nuevo.

— ¿¡De verdad puedo!? —Preguntó esperanzada la chiquilla.

—Claro que sí, veamos… ¿te parece bien decirme hermana? —Rin se lanzó contra ella y ambas cayeron con fuerza al suelo en medio de la noche, sintieron tanta risa que no pudo ser contenida. Kagome se extrañó de esto, ¿A dónde había ido toda su melancolía? Bueno, por el momento no importaba, lo mejor era dejarse llevar por esa sensación de bienestar que le producía su nueva “hermanita”

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Un fuerte golpe en sus posaderas fue lo último que sintió antes de despertar a la realidad, miro a su alrededor y estaba en el interior del pozo, como en cada una de sus pesadillas nocturnas, seguramente habría caminado dormida como era regularmente por las ultimas semanas. Aunque está vez había algo muy distinto, la última parte donde se encontraron el pozo… el beso… él… todo había sido tan real… —Pero aún es un sueño Kagome… convéncete de una vez, nunca podrías volver a estar con Inuyasha, acéptalo…

—Yo no estaría tan seguro…—Una voz resonó por todo el lugar, pero no había nadie. No era algo tenebroso, más bien, era una voz muy familiar, de algún lado la recordaba, pero…—Hola abuela Kagome…—En ese instante las luces violetas del pozo comenzaron a rodear a la azabache, del piso de tierra una silueta masculina apareció, dejando asombrada a la azabache.

—Tú eres… Seishirou…

—Así es abuela…—La joven sonrió, pronto se colocó de pie y llegó hasta él para darle un fuerte abrazo que el joven nieto correspondió con gusto. —No creí que me extrañaras tanto abuela…—Respondió a son de broma, pero en cuanto las lágrimas de la azabache comenzaron a mojarle su haori rojo el rostro del joven se contrajo por la seriedad denotada. —Sé todo lo que ha pasado abuela, ya no llores más… tienes que ser fuerte para afrontar lo que viene…

—No, ya no soporto más… he tenido suficiente con esto. —El joven pelinegro le acarició la coronilla y le dio un beso delicado en la frente para tratar de calmarla. —Calma, ya, tranquila Kagome… tienes que estar calmada para lo que te voy a decir.

—Está bien Seishirou…

—Siéntate…

Ambos tomaron asiento en la tierra fría del pozo seco, momentos de incomodidad pero el joven no tenía demasiado tiempo, Kagome aún seguía con las lágrimas en los ojos pero más controlada y el joven tenía una mueca de seriedad que acentuaba sus rasgos masculinos y los definía aún más. —Puedes pensar que esto es un sueño, pero no lo es…— La joven pelinegra asintió con la cabeza poco sorprendida, de algún modo ya lo sospechaba desde esa caída. — Tú has ido justamente al día en el cual se supone que desapareciste…

— ¿Cómo es eso posible? —Preguntó consternada la joven— Desde que me fui han pasado varias semanas y…

—Es por culpa de la Perla…—Interrumpió él y la chica lo observó expectante a su respuesta. —…los tiempos han sido intervenidos, tanto este como aquél y mi propia época… no están sincronizados… al principio cuando te marchaste este tiempo avanzaba mucho más rápido que el de mi abuelo, aquí han pasado varias semanas pero allá apenas unas cuantas horas han transcurrido…

— ¿Quieres decir que el Inuyasha que vi era real? ¿¡Que lo acababa de ver justo después que me escapé!? —La joven llevó las manos a su rostro para cubrirlo y evitar que su nieto viera la humillación en él. Se sentía una tonta por haberlo visto justo después de todo lo que pasó, el haberle dicho esas palabras, seguro debió dolerle, es por eso que la trató así… que mala persona era. —Seishirou…—Con voz débil intentó llamar al joven nieto que tenía al frente de ella. —Si me quedo aquí… significa que cuando logre volver yo seré mucho más grande… tal vez hasta sea demasiado e Inuyasha ya no me quiera…—

—Eso no Kagome, no te sientas así… además con este nuevo paso… el tiempo volvió a cambiar…

— ¿De qué manera? —Indagó la joven a su nieto, alzó su mirada oscura y le vio fijamente a aquellos ojos dorados que tenía, tan similares a los de su abuelo, a los del hombre que amaba. Sonrió instintivamente al recordar el carácter de su nieto, eran idénticos, solo porque él utilizaba la forma humana, de no ser así podría hasta confundirlos. — ¿Cómo cambia el tiempo?

—Esta vez sería a tu favor ya que el tiempo que aquí transcurra será más lento que en esa época. —Le brindó una sonrisa conciliadora y volvió a acariciar su cabello azabache. Les esperaba una larga noche su lado…

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Después de la efímera reuniones el carácter agresivo del hanyou parecía haberse suavizado un poco. Pero la preocupación de sus amigos no era de esperarse, siempre lo consideraron parte de su equipo y por ningún motivo lo dejarían así abandonado a su suerte con tan lamentable estado. Toda la noche se la habían pasado siguiéndolo “en secreto” según ellos, ignorando el hecho del poderoso olfato del semi-demonio que sabía a la perfección de sus acompañantes.

Inmediatamente de un largo recorrido se detuvo al fin en aquel árbol sagrado, momentos antes les pareció ver a la joven sacerdotisa en brazos de su agresivo amigo, por lo que prefirieron dejarlos a solas, pero al verlo regresar solo y con un rostro retorcido por el sentimiento de impotencia y rabia en su ser fue cuando decidieron mantener una conversación alejada de él, precisamente sobre él.

El monje permanecía sentado en su típica posición de pensamiento con los brazos cruzados mientras observaba discretamente los movimientos de la castaña, quería pensar sobre el tema pero tenerla junto a él le causaba un extraño sentimiento de paz que hace mucho no sentía. En su mente creía tal vez podría comprender la situación de su amigo Inuyasha al solo pensar en que Sango le abandonara por ser así de arrogante, o no, tal vez por el hecho de tener objetivos distintos a los suyos como el salvar a su hermano Kohaku… ella podría decidir que lo mejor sería dejarle e ir sola en tan importante búsqueda. —Monje Miroku… ¿en que piensa? —Preguntó curiosa la chica de cabello castaño, en realidad había notado las miradas discretas que le daba aquel hombre y le provocaban un escalofrío, sus mejillas seguro ya tenían rastro del tinte que delataba su vergüenza en esa situación inconveniente. Le daba tanta alegría el saber que la miraba de otra manera ala acostumbrada mirada lujuriosa que le descubría a veces mientras fingía ignorarlo… todo cambio entre ellos desde ese beso…

—Sango, pienso que deberíamos hablar con el joven Inuyasha, tal vez en la situación que está se anime a confiar en nosotros de una vez…

—Yo no pienso lo mismo excelencia… si se trata de Kagome el es muy reservado, al igual que con el tema de la sacerdotisa Kikyou. —La mujer dio un suspiro de resignación y prosiguió. —No sabemos lo que ha pasado entre ellos ya que desde hace un tiempo les perdimos de vista, pero al parecer Kagome e Inuyasha han afianzado más sus lazos, por lo que es probable que esta repentina despedida le sea más dolorosa a Inuyasha…

—Lo que tú sugieres es que él ha escogido ¿no? —La vio asentir con la cabeza confirmando su pregunta, llevó la mano al rostro instintivamente en señal de desaprobación. Si el medio-demonio ya había escogido y la sacerdotisa le había abandonado seguramente el orgullo de este saldría a proteger lo último de su dignidad de especie superior. —Si es así sabes que estamos en un gran problema ¿verdad Sango? …tendremos que resignarnos a saber que pasó entre ellos…

—Si, así es excelencia…—Bajo su cabeza dejándose llevar de nuevo por los recuerdos, ese beso lo llevaba cada momento en su mente y en su corazón desde que ocurrió, deseaba tanto poder hablarle de ellos, pero no quería atreverse por temor… temor a lo desconocido, al rechazo, al engaño, ella era una inexperta en el amor y el era todo un mujeriego, si acaso llevara una relación de pareja con él y llegaba a engañarla con otras mujeres se arrepentiría toda la vida. Tanto el monje como ella.

—Creo que ya que no podemos hablar de nuestros amigos, ¿te parece si hablamos de nosotros querida Sango? —Entrecerró los ojos al sentir el temor de una fuerte cachetada en su mejilla, la verdad es que desde hace tiempo quería hablar con ella, pero no había tenido el valor de hacerlo. Sango era una mujer muy hermosa, inteligente y bondadosa, todo lo que cualquier hombre pudiera desear, pero no cualquiera podría merecer y menos alguien como él. Él que podría morir en el momento menos esperado, que la lastimaba con constancia por sus flirteos y deslices en cada pueblo. Tenía miedo de no merecerla. — ¿Sango?

— ¿Usted cree que tenemos algo en verdad? —La peli-castaña expresó en un susurro débil. Miroku abrió los ojos ante la sorpresa de creerse rechazado, pero las lágrimas que empezaron a pugnar por salir por fin se liberaron de su prisión marrón y rodaron por sus mejillas. — ¿No me miente?

—Yo no te miento Sango, tú eres alguien muy especial para mí…—La reacción inmediata de ella fue abrazarse a su compañero de viajes, el amor de su vida, su mayor alegría y su peor agonía. El monje extendió los brazos apara recibirla y así fue. Ambos sonreían felices sin creerse lo que estaba pasando, el sentimiento de ambos era reciproco y la dicha les embargaba en ese instante. La joven alzó su rostro para mirarlo a los ojos violáceos y descubrió ese brillo tan inocente que aceleraba su corazón al máximo. No era una mirada lujuriosa ni un simple cariño o respeto, era el amor lo que se vislumbraba en sus ojos y que en ella albergaba todo su corazón. —No puedo creer lo que siento, no es común…— La joven lo miró algo extrañada. — ¿Sabes? No creí merecer tu cariño, es por eso que no me atrevía a hablar acerca de aquel beso…—Él sonrió al igual que ella, ahora parecían tan tontos esos temores que les impedían hablar, apoyó su cabeza en el hombro femenino y aspiró el dulce aroma que emanaba. En un instante los brazos de la castaña le rodearon más y lo atrajo hacia ella con más vehemencia.

—Monje tonto… podrías no ser digno de mí y aún así yo te amaría igual…— Se alegró por dentro, esperando la contestación de su amado.

—Oye Sanguito, ¿acaso me estás diciendo que no soy digno de ti?

—Perdón por arruinarles el momento…—La voz proveniente solo podía ser de un ser como su amigo. —No fue mi intención arruinarles el rato… —Al ver que efectivamente se trataba de su amigo Inuyasha la exterminadora intentó separarse del monje pero este no se lo permitía dejando así roja la cara de ella por la vergüenza.

— ¿Qué haces aquí Inuyasha? Pensamos que no volverías a hablarnos…

—Yo… bueno, yo…

—Querías hablar con nosotros ¿no es así Inuyasha?— La exterminadora le brindó una sonrisa y se dispuso a acomodarse en las raíces de un árbol cuando se liberó del agarre de aquel hombre.

—Bueno, sí… ¡pero no crean que es porque me siento mal! …solo creo que les debo una explicación…

—Lo que tú digas…—El monje le habló con sorna y causó enojo en el semi-demonio que se cruzó de brazos, con una mirada cómplice entre la pareja se burlaron de las actitudes de ese arrogante. Bien sabían que si él era quien los buscaba debía estar muy angustiado.

—Les explicaré todo lo que ha sucedido…

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Definitivamente era el plan perfecto apara obtener la Perla de Shikon. Cada momento estaba fielmente plasmado en la mente de ese ser de ojos violáceos y cabellos oscuros. En medio del cuarto donde no llegaba la luz del sol estaba la pieza clave de su plan para obtener la Perla y fusionarla con la de la otra época. La torpeza de aquellos seres provenientes de esa rama del tiempo fue extrema al pensar que podrían interferir en el destino que Naraku les tendría preparado.

El semi-demonio caminó hasta llegar a su creación que se encontraba encerrada en una cúpula de líquidos morados y rojizos a modo de mantenerlo protegido. —Hakudoshi…—La voz gruesa del ser resonó por todo el sitio. —Sigue atrapado en este lugar hasta que sea el momento necesario de liberarte…—Mientras veía a su creación percibió la presencia de una silueta femenina acercarse a lentitud y cautela. —Kagura… te encargo que cuides de él hasta que vuelva a recuperar la conciencia…

—Naraku ¿Qué es lo que planeas? Si querías a esa sacerdotisa ya es un hecho, ella vendrá por decisión propia… sigo sin entender porque Hakudoshi fue atrapado por este cascarón tan asqueroso…

—No pretendo que entiendas el significado de mis acciones Kagura, confórmate con saber que gracias a esto podemos controlar a aquella creación mía y de Kikyou que llegó del futuro…

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La mañana llegó y con ella el término de las energías de la pequeña Rin, había jugado toda la noche y agotado todos los juegos que conocía. Ahora yacía sobre las piernas de su nueva hermana mayor reposando sus bellos ojos cafés de las largas horas sin dormir. Kagome empezaba a cerrar los ojos, estaba a punto de caer rendida ante el cansancio como la niña, pero en ese justo instante una sombra se posó sobre ellas tapando los rayos nacientes del sol matinal…—Rin, despierta. —La llamó Kagome, su amo había llegado finalmente por ella.

— ¿Qué hora es? —La pequeña somnolienta se frotó los ojos y de un brinco se puso de pie, tan solo para caer de lado y ser sostenida por las piernas de Sesshoumaru. —Amo Sesshoumaru… tengo sueño…

—Vamos Rin… hay cosas que hacer…

— ¿Podré volver a verla?

—Si eso es lo que quieres…

— ¡Si! ¡Vendré a verla a diario! —La niña gritó feliz ante la sonrisa de la joven sacerdotisa. Se aproximó hasta ella y le abrazó por última vez en el día. — Hasta pronto hermana…

—Hasta pronto hermanita Rin…


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N/DP: ¡Hola! Tanto tiempo sin poner actualización jeje… (Eso te pasa por no levantarte temprano) De verdad siento no haber colocado conti la semana pasada pero fue por culpa de el esposo de mi prima (ese tonto se la pasa pegado a la computadora de nuestra tía y no nos la suelta más que media hora… si acaso… cada tres días.) Parece tener pegado el teclado a las manos, además, según él, está “trabajando” pero una vez me asomé a ver su “trabajo” y resulta que estaba jugando videojuegos en Internet y checando su facebook (¡lo quiero asesinar, lo mío es más importante!)

Como muchas me decían que dejé olvidados a varios personajes aquí están de nuevo, retomé la relación de Miroku y Sango para que no sean “tan tristes” los capítulos que les dejo :D

Nota: Entren al concurso de Skip Beat!: Lista para el debut que estoy organizando, ¡sean la nueva estrella de la agencia LME! (Link en mi firma : D)

andreatxt: Gracias por tu post, aunque lamentablemente es spam, te recomiendo que describas algo sobre el capitulo para que chibi no lo borre xD. Espero que sigas apoyandome :D

Pan-chan: Gracias por el regalo, me encanta esa escena del manga, lastima que no pasó a mayores xD Pensando en ti (y en tus quejas) hemos hecho este capitulo un poco más largo de los últimos, queremos volver a acostumbrarlas capítulos largos y sin relleno (nuca hemos hecho relleno) ehh, bueno, yo… ¡NEXT!

Koohai: Gracias por siempre pasar por este tu fic (¿Qué no era de nosotras? ¿A que horas ella escribió algún capitulo?) No me refiero a eso… escucha antes de criticar Yuuko (eso jamás :D) Ya ves que en este no todo es tristeza y desilusión, ya son capítulos más largos cortesía de mi tía Martha y los gemelos que me cedieron la computadora (traducción: ellos se fueron al Kinder así que aprovechó para tomar la compu) Oye, era eso o otra semana sin conti…

Dark Phoenix: Hola hijita mía, (¡¿Por qué rayos no fuiste a salvarme!?) No sé de que hablas… (No te hagas que fue a mi a quien amarraron a la cama cuando tu escapaste… ¡casi me viola tu hermana!) Jeje, si ya me acordé… gracias chibi por seguirme en este fic, (debes estar enferma para que te guste) Damare… o te hago lo de la otra vez… (n-no te atreverías… *retrocede un paso*) Pruébame, jajaja…

kagomeG: Gracias por preocuparte tanto de que ponga una conti… agradecemos tus amenazas y berrinches en el msn (Ya te encontramos ahí, así que ya no te quejes) Es cierto, perdón por irme de pronto pero ya sabes como está la situación, si “el primo” me ve en otra cosa aparte de Word inmediatamente me pide la compu de regreso xD

Deji chan: Hola Linda, como ves ya estoy de regreso (puedes empezar a llorar ya) Grosera, bruja farsante, tonta, loca. (Vieja engreída, apestosa y delirante.) Bien, bien vamos a responderle a dulcekagome (ok, niña berrinchuda… *Iza le da una maruchan*) así es mejor, no me refería a esa clase de contestación… Gracias por tus apoyos y por seguir a esta loca de doble personalidad en sus ocurrencias xD

 

Re: Un destino muy complicado entre tu y yo (Inux Kag)

Capitulo algo largo, me tomé dos días para redactarlo (si no hubieras estado viendo la tele al mismo tiempo…) shh, no descubras… Bien, este despejará varias dudas y espero no me digan diciendo que todo es muy triste (porque es así, ya lo sé no hay que recordármelo) Oye grosera, solo dan su opinión. Les quiero invitar a leer el one-short que escribí de mí y de mi esposo (Tonta, diles la pareja, es un Inu-no-TaishoxIzayoi ¿Quién te va entender así como hablas?) grrr… Bien, se llama: “Vivir hasta conocerte” en este mismo foro.

Gracias a todas las chicas que leen este fic y que me han seguido durante todo este tiempo, es un orgullo para mi cuando les veo decir que les gusta mi fic, y aunque no postean o los borran siempre me ayudan a inspirarme :D Les mando un gran abrazo y un beso, mm, tal vez un pedacito de pastel de chocolate… Yuuko, pásamelo… ¿¡que rayos!? *Voltea y se encuentra a la susodicha on la cara embarrada y un plato de pastel vacío* Bien, pasen a leer el fic, tengo una platica pendiente con esta tonta…


Capitulo: “Enfrentando el pasado”

Se despidieron y les vio marchar hacia el horizonte. Un lamento escapó de sus labios, el cuerpo femenino se dispuso a girar para llegar a su habitación, El camino por el bosque era de gran paisaje, tanto hermoso como siniestro, por fortuna Naraku había cambiado el lugar donde residía su castillo. De aquellas congeladas cascadas a un bosque oculto en la nada, si lo pensaba fríamente era lógico que él cambiara de lugar si Inuyasha ya lo sabía. Unos pasos más adelante estaba el lugar, bostezó y siguió adelante donde la esperaba su ardua labor. —Necesito descansar.

—Sacerdotisa…—Una voz femenina le llamó desde atrás, giró dando un salto grande esquivando las cuchillas filosas que llegaron de una cercana distancia. La mujer de apariencia de geisha salió de un árbol frondoso del bosque, su abanico se cerró en un instante al ritmo de sus ojos entrecerrados. —Bien hecho niña, pero… ¡no creo que tengas tanta suerte con esto! —Abrió sus ojos rojizos y el abanico al son, un nuevo ataque de filosas cuchillas guiadas por el viento que manipulaba, fue rápida al esquivarlas y de forma simple, la práctica diaria con ese tipo de ataques le facilitaba mucho. —Has mejorado niña…

—Cuando me atacaste así por primera vez no sabía como defenderme, ¿crees que dejaría que pasara lo mismo?

—Ah, claro… esa noche que regresaste…—La vio a los ojos desafiante y entretenida con su diversión, el intentar provocarla resultaba ser muy estimulante para pasarla en ese lugar. Si Naraku no le daba la libertad deseada al menos podría buscar la forma de pasar el rato. —…Divertida reunión ¿no crees?— Su sonrisa burlona y la actitud arrogante molestó a la pelinegra, pero el orgullo no le permitió demostrarlo. —Vaya, veo que no te es muy grato recordarlo…

—Eso ya no me interesa…—Trató de ocultar los ojos cafés entre el flequillo, no quería sentirse débil frente a aquella mujer con apariencia de geisha. Si iba a permanecer en ese lugar lo menos que necesitaba era ser blanco fácil de esa mujer que solo buscaba un sentido a su estancia en el lugar. — Tengo cosas más importantes que hacer…

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Desde el momento en que viera a su nieto pasaron tan solo dos meses más, cumpliendo ya los tres meses de embarazo. El estómago comenzaba apenas a abultarse y fue necesario pedir un favor especial al director de tener clases en horas libres de los maestros, sin testigos. Las ropas que empezaba a usar debían ser más holgadas, por suerte no se notaba demasiado su embarazo.

Para ser tan solo una adolescente de quince años, las condiciones de este eran ejemplares y poco comunes, ningún síntoma fuerte se había presentado, aunque la tez aperlada de su cuerpo había palidecido debido al esfuerzo que implicaba cargar con un bebé en un cuerpo apenas preparado. Si bien ocultar el estómago no era un mayor problema, los constantes cambios de humor, de la depresión a la ansiedad, el aumento en su busto que se preparaba para la lactancia que le producía cierta sensación extraña.

Pero la ilusión de saberse llevando una vida en su vientre, esa emoción de colocar su mano y sentir cada movimiento de su hijo… La ayuda de su madre había sido primordial para tal suceso, siempre cuidándola y procurando por ella. Ese día era el mismo de la cita con el medico, su primer ecografía para ver al bebé. —Kagome hija, anda que ya vamos tarde…—Le aclaró su madre quien la veía desde el inicio de las escaleras.

—Perdona mamá, es que…—Con delicadeza y soltura acarició el vientre medio abultado y sonrió. — Estaba pensando…—Su madre vio aquel gesto con agrado y le devolvió la sonrisa, ella sabía a la perfección que era aquella sensación de bienestar. Ya dos veces lo había vivido.

—Debes dejar de quedarte tanto tiempo viendo tu panza en el espejo, tienes que empezar a creerlo… pronto vas a ser madre.

—Si, tienes razón…—Bajó las escaleras suavemente ayudada por ella quien subió inmediatamente al verla dispuesta.

—Hija, sé que es un tema muy delicado para ti, pero… es necesario hablar. El padre de tu hijo es Inuyasha ¿cierto? Pero no lo he visto desde que regresaste…

—Inuyasha… hace tanto que no recordaba ese nombre…—Mintió. Todo el tiempo pensaba en él. Pero ¿Qué podría decirle a su madre? Solo la verdad, aquel secreto que su nieto le había confesado. Aquello que le ponía tan feliz… si hablaba en ese momento, ¿qué más podría suceder? Si, algo más pasaría si ella confesaba a alguien su secreto, le invadió entonces ese recuerdo en la noche junto a su nieto…

“Aquella línea del tiempo que conoces puede colisionar con nuestra rama si tus planes no salen como deseas… abuela, te recomiendo no decir la verdad hasta que yo vuelva a protegerte de las consecuencias…”

— ¿Kagome? —La llamó su madre al notarla distraída y perdida en sus pensamientos. Tal vez aunque se considerara en suficiente confianza con su hija, no debió preguntar algo que le incomodaba tanto.

—Si mamá… el padre es Inuyasha, pero… él no puede enterarse, además de que el pozo está bloqueado. Es imposible que él logre pasar a esta época…

—Perdona… de verdad me siento mal por preguntarte hija, no debo meterme en tus asuntos…

—Descuida… solo querías ayudar…

Con la acostumbrada tardanza de la Higurashi llegaron raspando al consultorio del medico. Al verla tan joven se sorprendió un poco y después le sermoneó, al ser un hombre de mayor edad quien consideraba los principios morales de los siglos pasados como validos e irrefutables. No tardaron mucho en recibir sobre la virtud y decencia perdidas de la juventud actual. Kagome reía y se emocionaba al ver el pequeño cuerpo de su hijo en formación, como siempre es común la única que apreciaba cada pequeña parte era su madre, por más que le decía a la futura abuela donde estaban las manitas y piecitos nunca logró verlos.

Al llegar en la noche a su casa se escapó un momento para ir al pozo, quería aunque fuera solo observarlo y soñar con que algún día volvería a ver esa vegetación extensa, a sus amigos, a la anciana Kaede, a su amado Inuyasha…

Varias veces más intentó cruzar el pozo resultando todas ella vanas e inútiles. Ya la resignación abrigaba a su corazón y le impedía formar nuevas esperanzas que le lastimaran.

La mañana exacta de cumplir cuatro meses de embarazo fue diferente a todas las demás. Algo muy dentro le indicaba que ese era el día en que todo cambiaría. —Volveré a intentarlo hasta que pueda volver a cruzar. —Se afirmó a si misma buscando darse esperanzas, convencerse de que su presentimiento era genuino. Caminó hasta llegar al mismo sitio donde frecuentaba cada mañana. —Esta vez algo me dice que lograré pasar…

De un salto entró al fondo del pozo, con los ojos cerrados esperando sentir el duro golpe de la tierra contra su cuerpo, pero no fue así. Inmediatamente abrió los ojos conmocionada y derramando pequeñas lágrimas de felicidad. Finalmente había logrado volver a cruzar el pozo, estaba tan feliz… pensó en Inuyasha… confesarle el mismo secreto que le propalara* su nieto para tranquilizarla entre sueños.

Con un gran esfuerzo, por culpa de su medio abultado vientre, logró subir hasta arriba y salir. El paisaje se veía completamente normal e idéntico a como cuando se fue, nada había sido intervenido por suerte. Por un momento había temido lo peor y que Naraku hubiera actuado ya. — ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que me fui de este lugar?

—Un año exactamente, Kagome…—Giró el rostro para ver al ser dueño de esa voz tan infantil, no quiso encontrar lo que sus ojos vieron al quedar frente a frente. Una jovencita menor que ella de cabellos anaranjados y ojos rojizos. Su expresión risueña y dulce destruida por la furia e ira que emanaba de su mirada fría. Esa pose arrogante e indiferente del tumulto de sensaciones contrarias. —Ningyo… ¿Qué haces aquí? —Indagó en un hilo de voz. —Tú… desapareciste hace mucho tiempo, jamás regresaste.

—Estoy aquí para demostrarte que tu Inuyasha no es lo que piensas, ahora que has vuelto debes tomar la decisión de seguir con ese idiota o seguir a Naraku quien promete aceptar tus condiciones…—Sonrió y extendió la mano, alzando su rostro que miraba en forma singular. — ¿Aceptas el trato?

—No. —Fue la firme y tajante respuesta— No acepto nada que ayude a Naraku en sus planes malévolos. Y el que seas su hija no te da derecho a engañarme de esa forma, confié en ti y…

—No soy su hija en realidad…—Interrumpió la chica de manera abrupta, como si el hecho de solo considerarlo la enfureciera por dentro. —Yo provengo del mismo tiempo que tus nietos y hasta tú misma… una ramificación de la línea recta del tiempo que llegó aquí por culpa de ese engendro.

—Si tanto lo detestas ¿Por qué no te revelas? —La pelinegra llevó sus manos al pecho dándole énfasis a su expresión. No entendía el hecho de que las personas se aliaran si en realidad no había ideales en común, es por eso que existía la traición. — ¿Por qué le ayudas?

—No es por decisión propia. —Hizo una pausa para tomar aliento, lo necesitaba. Era muy humillante tener que admitir la verdadera razón de su comportamiento. —En el futuro yo fui creada como una especie de guardiana para la Perla por la sacerdotisa Kikyou al mismo tiempo que Maru nacía…

— ¿Maru? —Interrogó la pelinegra, de modo que interrumpió a la jovencita quien le miró de forma frustrada, el tiempo se le terminaba y las explicaciones que le iba a dar eran largas. — ¿Quién es Maru?

—A eso es a lo que voy niña impaciente… Antes de destruir a Naraku el se llegó a enterar de los planes de Kikyou para purificarlo junto con la Perla, así que creó a un espíritu que pudiera controlar las energías espirituales para defenderse… pero su creación no llegó a termino… al menos no en el momento en que la necesitó y purificado con el deseo de Kagome de devolverle la vida a Kikyou…

—Pero tengo entendido que esa Perla no desapareció del todo…

—Así es, fue purificada en un inicio, pero el deseo de Kagome antes de desaparecer la ató de nuevo a este mundo, aunque en un plano distinto, algo así como una especia de dimensión hueca… pero escapó y yo fui requerida, lo que nadie se imaginaba era que aparecería la creación olvidada de Naraku…

— ¿Qué fue lo que pasó después?

—Tuvimos una pelea y ella devoró mi cuerpo, lo hizo parte de sí, pero gracias a mis poderes espirituales, legados de Kikyou, me he mantenido intacta de su influencia… ella vive en mi interior, pero últimamente ha ganado más fuerza con la ayuda de…

—Por fin te encontramos Maru…—Exclamó cansado el hombre. Giró el cuerpo para enfrentar a esa voz tan familiar. —Se-señorita Kagome, tanto tiempo sin verla…

—Han tardado demasiado monje, dime ¿Dónde esta el hanyou?

—Él llegará en cualquier momento, Maru…—La sacerdotisa volteó para ver la transformación de la chica, esferas de luz la rodeaban y daban forma un nuevo ser. Sus ojos rojizos pasaron a ser de color rosado al igual que su cabello que cambió de tamaño, de uno largo a corto. Hasta su vestimenta fue cambiada por un kimono ligero de color blanco y los decorados, listones y demás encajes del mismo tono de sus ojos. — ¿Nos has llamado por órdenes de Naraku, cierto?

—Así es monje, Naraku tiene preparado un divertido espectáculo para hacer entrar en razón a esta necia sacerdotisa. —Una sonrisa lasciva se curvó en sus labios. Ella era demasiado arrogante como para soportarlo.

— ¿Qué ha pasado con Ningyo? —Cuestionó Kagome con una enmarcada furia en el rostro. —Contéstame Maru… esa mirada tan cruel ¿de quien era en realidad?

— ¿Aún te preocupas por ella? Que tierna… pero te aconsejo que te vayas olvidando de ese asunto por las buenas. Veras, ella puede pensar con claridad… hasta el momento… pero su cuerpo físico ya no responde más que a mis órdenes…

—Maldita niña… déjala libre de una vez… ¿Qué no puedes conseguir las cosas tu sola? —Rechinó sus dientes totalmente ofuscada, la desesperación le dañaba a tal punto que no notó el hecho de que Inuyasha estaba a punto de llegar.

—La verdad es que no… sin la ayuda de su energía pura no podría manejar a mi antojo la voluntad de las personas. Y respondiendo a tu pregunta, esa mirada es de ella… esta molesta porque ya no puede dominar su cuerpo para ayudarte, t ha tomado un cariño especial Kagome. —Mofó al tiempo que acomodaba su cabello detrás de su oreja. —Pero ya no hablemos de cosas tan tontas, ¿te parece si comenzamos la función? —Rió de mala gana ante tales reacciones de la pelinegra. —Inuyasha está a punto de llegar junto a la exterminadora… no precisamente del modo que crees…

—A qué… te refieres con eso…—Las palabras se empezaron a atragantar y sintió la garganta demasiado hinchada, lo suficiente como para evitarle hablar con suma libertad.

—Naraku envió una creación suya a atacarlo, justo cuando estaba él solo sin su espada… ¿y que crees que resultó? —La peli-rosa rió a carcajadas, disfrutaba demasiado saber lo que pronto ocurriría, ella ya lo sabía gracias a esa tonta de Ningyo. Que divertido era conocer el futuro para alterarlo…

— ¿Quieres decir que Sango está en peligro por tú culpa? —El monje alzó la voz, tomando por fin su parte en la conversación. —Lo que tratas de decir es que ella llegará hasta aquí siendo perseguida por Inuyasha… señorita Kagome debemos ir inmediatamente…

—Como dije antes, él viene en camino. —La joven de cabello rosado se alegró de ver a Miroku irascible, él intentó atacarla con unos pergaminos de alto nivel pero los esquivó con relativa facilidad. De un brinco llegó a la copa más alta de un árbol y juntó sus manos hacia el frente. Las luces blancas rodearon sus palmas y fueron formando una silueta conocida para la azabache. Un arco con flechas apareció en las manos de la joven. Volvió al suelo, quedando a tan solo unos centímetros de la joven. —Toma que lo necesitarás…—Y literalmente le arrojó el arma a un lado. —Recuerda que Naraku espera tu respuesta…—Con la mano derecha realizó un saludo militar e inmediatamente desapareció de vista, emulando al clásico estilo de huída de Kouga.

Tomó el arco y flechas decidida a todo. Su amigo la miraba con lastima y pena, esa pobre niña siempre debía afrontar las cosas más difíciles siendo una pequeña apenas. A sus ojos ya era como la hermana menor que debía proteger y estaba seguro que ella sentía lo mismo por él. La jovencita había tenido que afrontar el hecho de que a su corta edad estaba destinada a ser la guardiana de la grandiosa “Perla de Shikon” en una época que no era la suya. Tenía que padecer de Inuyasha mucho antes que él y fue la que siempre mantenía unido al equipo con su carácter noble y bondadoso, pero a la vez fuerte y agresivo.

Muchas veces lloró por la estupidez e indecisión de Inuyasha y ahora la veía soportando las mismas lágrimas por la determinación de enfrentarlo. — ¿Estás segura Kagome? —Preguntó el monje sumamente preocupado por su amiga y compañera de viajes.

—Si es necesario… yo misma lo detendré…

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*Rincón de la sabiduría xD: Propalar… significa divulgar algo oculto. En el lenguaje erróneamente utilizamos la palabra: “propagar” como un sinónimo siendo que esta significa extender, multiplicar, difundir, de ella proviene la palabra propaganda.


N/dp: ¡Hai! Seguro que se preguntan el por qué de lo anterior, la verdad ni yo ´se. Se me hizo interesante ponerlo. Lo acabo de leer en una revista… ¿Qué ciega he sido al usar propagar de un modo incorrecto! Bah, al tema… Como les dije antes, preparadas para lo que viene, esto está poniéndose muy interesante, (bah, es mejor ver la novela *come palomitas*) Oye ¿Quién te convidó de lo mío? Trae acá *se las arrebata* y quitate que no me dejas ver a Lucas. ¡No, Lucas, Zahir te va a matar si vas por Jade! Bueno, la reseña rápido porque “El Clon” está genial. A la hora que esto se está publicando debe ser temprano, pero ahora que escribo es miércoles y son las 11:53 PM. Espero que estos capítulos sirvan para que muchas despejen sus dudas con respecto a la trama. (Izayoi ¡ya se terminó y se quedó en lo más interesante!) ¿¡Qué!? No, siempre es lo mismo u.u… en fin, vamos a contestar a sus comentarios :D

Koohai-líder chibi: Gracias por seguir mi fic consentida, tienes razón al decir que estaba dejando de lado la actitud del monje, por eso fue l capitulo. Porque el y yo nos parecemos mucho (sobre todo en lo pervertidos…) Yo no soy tanto como él (¿ah no? Y que me dices del castigo que inventaste para tus hermanos cuando te dijeron que ya no les podías pegar…) es la única opción que me quedó :D Gracias por siempre estar en mi fic, y para que veas que te quiero mucho y respeto tu madurez (que bien le hace falta a esta) seguí tu consejo de los tres puntos… aunque personalmente pienso que es mejor visualmente como lo pongo yo, jiar.

KagomeG: Gracias por seguir el fic y hasta hacer el intento de comentar hasta cuatro veces, aunque chibi lo borre xD. Discúlpala, últimamente se ha vuelto muy seria con los comentarios, ya no admite demasiada platica u.u Leí tu comen del perfil y verás como con este capítulo tu duda sobre el castillo queda despejada, trabajo lo más posible para no hacerlo muy confuso pero si les revelo todos los detalles de una sola vez los capítulos serían de al menos 7 mil u 8 mil palabras xD

Pan-chan: ¿Ya te arrastra la curiosidad sobre mis escritos? Gracias, gracias *hace reverencia* aunque no creo que sea para tanto, vi tu comentario en el Periódico del anime, gracias por decirme que tengo extensa imaginación (yo diría que tienes amplios padecimientos de la cabeza a tratar :D) Mmm… puede ser, digo ¡mentira! Ya sabes que cualquier duda que tengas házmela saber que con gusto la respondo.

Deji chan: Me siento tan feliz de saber que lees mi fic… y que comentes, la mayoria me leen pero no se animan. Ya van varias que me dicen que entraron al foro por mi fic y me pone tan feliz… el siguiente que viene te aseguro que será bueno, ya me estoy emocionando… si supieran lo que aún tengo en mente, jajaj, queda historia que contar.

Dulcekagome: Gracias por comentar como siempre, aunque ya van varias veces que me doy cuenta que borran tus post xD Bueno, esta vez se quedó. Perdón si no me he pasado por tu fic, pero es que fue mi mes de vacaciones. Extrañamente me tomo un mes o tres semanas cada tres meses para descansar de escribir comentarios. Es un secreto, pero ya no importa decirlo, terminaron mis vacaciones de comentarios :D Pronto me pasaré por tu fic.

 

Re: Un destino muy complicado entre tu y yo (Inux Kag)

A los primeros minutos del partido llevamos un gol a Italia. Esto es en tiempo real. Prometo que si ganamos esto saldrá a la luz hoy mismo, ¡¡¡no te dejes Gio, hazlo por Jonathan!!! ¡¡¡Ese mi conejo Pérez, por eso te quiero más que a Ochoa!!! Como estoy medio inspirada (y a la vez distraída por seguir a la pelota) Jeje, es que me puse a escribir para que no me regañen por gritar tanto. Pero ¡el arbitro es un vendido! (Ya dinos, no queremos seguir con tus vitoreos) Ok, les dejo este capitulo, muy intrigante, y seguro que les dan ganas de matarme por como termina… *sopla un silbato y un ejercito de cucarachas salé de su escondite* (Están entrenadas para defendernos, jeje, además para subírseles al cuerpo en caso necesario) Último dato, la canción se llama Kuon y es de mi Mamoru Miyano.

Nota: Chibi okay, dices querer ser la consentida y me abandonas esta vez ToT

Que la disfruten… revenge




Capitulo. “Instantes antes de la batalla”

Desenfundó su espada y en un instante destruyó al demonio que azotaba a la aldea de humanos. Sus compañeros no se vieron en la necesidad de intervenir, no era más que un débil ogro de las montañas que buscaba expandir sus terrenos. Los aldeanos se acercaron a darles las gracias solamente a ellos, temiendo por su vida ante el imponente semi-demonio que los miraba con amargura y rabia aprisionadas en sus ojos color ámbar. Era lo mismo cada vez que iban a una aldea, él los salvaba y aún así le odiaban. Antes no le hubiera importado si estuviera con ella, con Kagome. La que siempre le consolaba e intervenía por él ante las personas malagradecidas. —Sango. —La llamó en un susurro el monje, bastante consternado y mirando con firmeza la sombra abatida del peli-plateado. —Esto debe traerle muy malos recuerdos…

— ¿Se refiere a la vez que volvió Kagome? —Articuló en voz baja, a fin de no ser escuchada por el amplio sentido del oído canino, cualidad del ambarino.

—No lo sé, pero… cada vez que hacemos esto su actitud cambia drásticamente…


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Un olor asqueroso le llegó a la nariz, inundándola con su fetidez. Era el aroma a sangre humana que emanaba de una distancia cercana a ellos, una aldea humana debía estar siendo atacada por un demonio. Saltó del árbol ignorando los gritos de sus amigos exigiendo una explicación, como siempre. Desde que hablara con ellos aquella vez que los interrumpió con el beso, eran una molestia. Solo les había hablado para enterarlos y que ya no lo cuestionaran más, pero fue al contrario. Cada vez pedían más pláticas de amigos, vaya farsa que tenían con él.

Aún cuando quisiera considerarlos de ese modo, sin Kagome no era igual. Ella siempre los mantuvo unidos, le brindó la confianza que necesitaba para tratar con las personas, dominar aunque fuera un poco su agresivo carácter. Ellos querían brindarle consuelo, compañía, reemplazar lo que ella se llevó, y de algún modo le incomodaba cuando estaba junto a ellos.

Estancó sus pies en la tierra para detenerse, ya estaba en el lugar deseado. Una humilde aldea que se arrasaba con el fuego y los constantes destrozos de ese ser con el rostro deformado, sus grandes brazos de color verdoso, mohoso. La cabeza pequeña a comparación de su cuerpo y la mandíbula sobresalía formando lo más parecido a un hocico de bestia, su cuerpo monumental destilaba un líquido que brotaba como agua, cayendo al suelo y dejando una estela de humo y la tierra infértil donde la tocaba. —Es veneno... —Se dijo Inuyasha, dando un ligero salto atrás como precaución instantánea. Observó a su alrededor y descubrió el por qué de tal podredumbre en el aire, los cadáveres habían sido bañados en esa sustancia viscosa que emanaba de su boca y la piel escamosa de su pecho, cubriéndolo como una especie de barrera, dándole más ascosidad a su aspecto.

—Te estaba esperando Inuyasha…—Masculló entre dientes el grotesco ser al tiempo que sonreía. Más emulsión glutinosa escapó de su boca. —Aunque has venido tarde, la aldea está completamente destruida…

—Maldito cobarde, no tenías que asesinarlos si querías llamarme. —Ubicó en un instante la mano sobre la cintura y la espada que ahí residía. La desenfundó dando paso a la transformación de esta en la legendaria Colmillo de Acero, la herencia de su padre. El adefesio sonrió con perfidia, ahora sabía cual era la espada que debía inmunizar.

—Yo soy Zankokuna, un grupo de partes desechadas del tonto de Naraku. —Avanzó hasta hacerle frente al hanyou, alertándolo. —Tú debes ser a quien me mandó a entretener por un rato…

— ¿De que estás hablando? —Preguntó intrigado. — ¿¡Que es lo que planea Naraku!? —Gritó, acortando la distancia entre ambos, con su espada en lo más alto atacó con su técnica especial, pero la velocidad del esbirro era sorprendente, no vio el momento en que ya se había ido de su vista frontal. —Cobarde…

—Yo no lo creo Inuyasha. —La voz provino a su espalda. Giró su cuerpo y estaba frente a él, riendo en proceder burlesco. Él elevó su espada de nuevo, dispuesto a atacarlo. —Ni lo intentes…—Con uno de sus brazos golpeó la espada lanzándola a un lado, donde cayó desvaneciendo su energía demoníaca. —No pelees usando esa vieja espada, inservible… ¿o acaso no puedes vencerme sin ella?

—Ya veras miserable esperpento… te destruiré con mis propias garras. —No pudo soportar el reto, si bien tenía en mente que al soltar su espada y peligrar su vida se liberaría su sangre demoníaca, no logró tolerar el insulto a su poder y ego.


Se lanzó veloz contra el mounstro y el ataque con sus garras resultó inefectivo. Solo logró arrancarle líquidos y partes que no tenían importancia, provocando la risa en él, caminó rápido y con un pie lo colocó debajo de él, aplastando principalmente su torso, impidiéndole respirar. Todo esfuerzo por liberarse era inútil, la respiración se volvió entrecortada y las fuerzas se iban. Su cuerpo ardía al simple contacto de ese demonio, comenzaron a formarse quemaduras de primer grado por su causa, y sus ojos empezaron a tener pigmentos de color rojo sangre…

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El fuerte rugido de una gata resonó por las cercanías del bosque. La reacción inmediata de ambos fue correr hacia el lugar de donde provenían los gritos. Más adelante se escuchó alaridos de una mujer pidiendo auxilio desesperada. Fue ahí cuando la vieron, montada sobre Kirara y la gata siendo embestida desde el suelo por una sombra dando saltos en el aire por un Inuyasha que ya había liberado su sangre demoníaca. — ¡Sango! —Gritó desesperado el monje. — ¡Sango!

— ¡Excelencia! —La gata giró en dirección a ellos. Sango suspiró aliviada al verlo, además de emocionarse mucho cuando vio por fin a su amiga. —Kagome, ¡me alegra tanto verte! Inuyasha está muy mal, ha liberado su sangre y no puede controlarla…

—Lo sabemos…—Respondió la azabache, conmocionada. Inuyasha estaba por darle alcance con una de las embestidas. — ¡Ven inmediatamente Sango! —Ordenó preocupada la azabache, debía llegar antes de ser alcanzada por una de las embestidas o sería muy peligroso para ella. Volteó a ver al monje y la angustia era notoria en sus ojos, sintió pena por él. Todos temían por la seguridad de Sango, pero recordó algo por instantes, siempre que regresaba había alguien que corría a sus brazos. —Monje Miroku ¿Dónde está Shippou?

—Él se quedó en la aldea hace tiempo por decisión de Inuyasha… no quería ponerlo en riesgo, fue muy duro para todos pero lo mejor. Aunque nos hizo prometerle que le visitaríamos seguido y en cuanto usted llegara le avisaríamos…

—Eso me ha dejado más tranquila… pero… quiero pedirle un favor. —Su voz se tornó seria, tuvo el presentimiento de que no le pediría algo simple. —Por favor tomé a mi amiga y huyan lo más lejos posible…

—Pe-pero Kagome… ¿dejarte sola con él en esa forma? —Una explosión cortó el reclamo el hombre, corrieron directo al lugar. La exterminadora por fin había sido embestida por Inuyasha transformado en bestia. La sacerdotisa miró insistentemente al monje quien no hallaba que hacer: quería salvar a su mujer, pero abandonar a esa niña con él… sería casi como asesinarla con sus manos. Tomó a la mujer entre sus brazos y dirigió una mirada al ser que se erguía delante de ellos, Inuyasha los había alcanzado. —No puedo dejarla sola señorita, usted es mi amiga y nunca me lo perdonaría…

—Y yo no me perdonaría que por protegerme muriera usted y tal vez hasta Sango, tienen que huir para poder curarla…—Miró decidida al semi-demonio, apretando su puño. Era el momento de la verdad, ella contra él, humana contra mitad humano. Futuro contra el pasado, Kagome contra Inuyasha. —Váyase de una vez…

—No me queda más remedio, le deseo mucha suerte señorita…—Los músculos de su rostro jamás se destensaron, le costaba decir eso, pero… si se quedaba podría morir a manos de su amigo, arriesgaría la vida de la castaña, solo sería un estorbo para la chica. Pensaba que ella tendría más posibilidades de detenerle sola, que con ellos. —Le prometo que en cuanto sepa que ella está bien, volveré a auxiliarla…

—Gracias…—Ocultó las lágrimas, mostrando una falsa sonrisa. Él notó su expresión pero no reclamó nada, no estaba en las condiciones para hacerlo. A la mayor velocidad posible marchó dejando a solas a aquellos que llevaban la relación más problemática que alguna vez habría conocido. —Inuyasha, yo seré tu oponente.

— ¡Feh! No me hagas reír humana estúpida, alguien como tú no puede hacer nada frente a mí…—Alistó sus garras filosas, mas grandes por culpa de su transformación. Sus colmillos saltaron a la vista, deseosos de probar sangre, específicamente de ella. No supo el momento en que su conciencia se había perdido, pero no le importaba. Si el remordimiento no se interponía él no tenía inconveniente en hacer lo que su sangre le dictara. Algo en el fondo el decía que ella merecía ser una victima más de su sangre demoníaca, una voz siniestra que le dictaba que hacer. —Quiero que seas la única mujer que su sangre sea derramada por mis garras…—Su voz sonó filosa, hiriente. Su mente sólo permanecía en el deseo de venganza, destrucción contra la que le había causado daño. Ese deseo en un instante se había incrementando, de permanecer oculto en su interior, se convirtió en su único motivo cuando la sangre lo dominó.

—Quiero que tú seas…—Su voz se agudizó, le costaba trabajo hablar. La hiel en su garganta y las lágrimas que caían como hojas de un árbol en otoño. Se sentía desolada, le dolían sus palabras, pero… como una tonta esperanza, creía que no era él quien decía todo aquello. —Tú serás el primero…—Tomó el arco entre sus manos y lo dispuso para defenderse, la cuerda del arco se tensó con la presión ejercida, la flecha en su mano apuntaba directo a él. A su corazón. Su mente negaba querer sellarlo como lo hubiera hecho aquella mujer cincuenta años atrás por desconfianza. Pero el corazón… el corazón le mandaba salvarlo de sí mismo. —…El primer demonio que yo…—Su voz se quebró por completo. —…elimine por amor…

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N/dp: ¡kya! ¡México, no te dejes! Malditos italianos. ¡¡¡¡¡Arbitro vendido!!!!! (Ese maldito lo sobornaron con spaghetti) Viene, viene, viene. VENADO… ¡¡¡¡GOOOOOOOOL DE MÉXICO!!!!!! (Que me da, que me da… *se desmaya*) ^////^ Estoy tan feliz de escribirles en este momento. Soy demasiado aficionada a la selección de México, y a pesar de que el arbitro es un vendido…. Esa falta debió ser un penal, ¿no vio que el italiano lo pescó y tumbó al suelo? …ganamos, por primera vez en la historia, le ganamos a Italia. Y como estoy muy, muy feliz. Les dejo esta continuación antes de tiempo. En Jueves. No olviden leer mañana “El periódico del anime” donde reportaremos en vivo el gran evento: Maratón de persecución fan-girl.


KagomeG: Gracias por comentar siempre, a pesar de que chibi te borre los comentarios. Te recuerdo que comentes parte del capitulo, tu opinión y no solo platicar conmigo (aunque es divertido) Perdona por dejarte en suspenso esta vez, pero el tiempo me anda correteando, quise dejarlas en suspenso para la próxima semana. Además, como cada seis meses, el semestre termina y tengo que trabajar. Así que si les dejo la otra conti que tengo escrita las dejaría solas por varias semanas.

Pan-chan: Como siempre, un gusto leer tus comentarios. Si te maté con aquél dialogo, esta vez te dejaré peor. Corté en el mejor momento ¿no? Aunque se los dejé un día antes, por la felicidad del partido. (Imagina si pierden… les pone hasta dentro de dos semanas) ¿Ya despertaste? Bueno, ayúdame a contestar (Ese es tu trabajo, a mí déjame en paz) Grrr… bueno, espero verte en el periódico con el gran evento. Será algo inolvidable ya que inscribí a Yuuko (¿¡que yo qué!?)

Dulcekagome: Linda chibi, gracias por estar presente. (Esperamos que este capítulo te haya dejado sumida en la desesperación) Oye, ya basta. Sé que te dará algo por hacerte esto, pero es que no lo puedo evitar, soy mala. Muajajaja. Pero ya les tengo la conti escrita para la próxima semana y les aseguró que me quedó muy bien. (Dirás, me quedó muy bien) La que escribe aquí soy yo. *Yuuko le da un zapae y comienza una pelea por la computadora*

 

Re: Un destino muy complicado entre tu y yo (Inux Kag)

La verdad estoy muy cansada, además de castigada xD Gracias a todas mis hermosas, bellas y queridas lectoras ToT sin ustedes no me animo a escribir. Capítulo largo, para compensar el anterior. A partir de este ya no habrán más escenas anteriores, el final es la complementación de la introducción del capítulo anterior (si, lo sabemos, hasta yo me mareé) y gomen, la canción iba aquí. Ya saben es Koun y de mi amado Mamoru Miyano. El peridiodico del anime se trasa un día… y les invito a leer mi nuevo fic. “InuYasha: The tragic love song of destiny”


Capitulo: “Pasado vs. Futuro. Kagome vs. InuYasha. ”


Él dio un salto quedando a unos centímetros de ella, sus ojos de color rojizo fueron cambiando a una tonalidad naranja, tomando por sorpresa a la azabache. Parecía estar reaccionando, volvía a ser el semi-demonio del que se enamoró. Pero la mente intervino y le agregó que ya era tarde, la batalla había comenzado. Tensó más el arco y soltó la primera flecha que por poco le dio en una pierna, fue gracias a su velocidad que logró esquivarlo. Le miró con rencor, las últimas escenas de sus recuerdos con aquella mujer volvieron a su mente. Ya no era a ella a quien veía, sino a la sacerdotisa de barro, a Kikyou.

Se acercó a ella y realizó un asalto con sus garras de acero, el ataque frontal fue esquivado al dar un salto a la derecha por reflejo de la joven, el surco causado fue enorme. Volvió a preparar el arco y disparó mientras él escapaba a la cima de un árbol. Ágilmente preparó otra flecha más y atinó en la pierna, pero apenas un roce, logrando destrozar parte de su pantalón rojo. La furia y rabia crecieron en el interior de él, un dolor punzante le había despertado de su ensoñación y vio claramente a su atacante. No era quien pensó en un inicio, sus ojos vislumbraron la silueta triste de la joven del futuro, quien aún no dejaba de derramar lágrimas.

Quiso detenerse, detener esa absurda pelea, pero el cuerpo no respondía. Podía sentir el dolor pero no más allá, las piernas no obedecían, sus garras estaban entumidas en la misma posición, no lograba moverlas. —Kagome…—Exclamó en un susurro mientras daba un salto, ella, asustada por lo que alcanzaría a acontecer lanzó flechas al aire para alejarlo, sin éxito. En un segundo él estaba su lado, sujetándola por el cuello y ejerciendo presión con el filo mortal. —Me traicionaste como Kikyou… Eres aún peor que ella. Solo has vuelto para irte con él. —El susurro en el oído le erizó la piel por completo, un lamento agónico escapó de sus labios inconscientemente.

—Yo vine por ti…—Le reclamó, lanzando sus palabras al rostro acabando con esa serenidad que aparentaba. —Si no he vuelto en tanto tiempo no fue por mi culpa. Tú mismo me enviaste de regreso cuando estuve aquí. — Gotas saladas de sabor amargo resbalaron por sus mejillas, mientras una luz de color azul la empezaba a rodear, en una delgada capa. — ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? —La luz comenzó a crecer y el peli-plateado empezó a sentir el rechazo que ejercía esa fuerza. — ¡Yo no soy como ella! ¡Mi nombre es Kagome y no Kikyou!

—Mal… dición. —Empezó a resentir el rechazo y el choque de fuerzas, lo que le hizo retroceder unos cuantos pasos. No quiso perder terreno, con todas sus fuerzas empujó contra la luz, venciéndola. Agotando gran parte de la fuerza física y espiritual de la azabache. —Ya sé que no eres ella… lo he sabido desde que empecé a verte a ti, y no a su reflejo. Pero… me has herido, aún más profundo que Kikyou y eso no puedo pasarlo por alto. —Ella golpeó certera en su estómago con la rodilla izquierda, consiguió hacerlo caer al suelo tosiendo por la falta de aire. Precipitadamente apuntó con su arco al hanyou que se restregaba en el suelo.

—Yo soy quien ha ganado…—Pronunció jadeante. —Nunca podrás comparar lo que yo siento por ese asunto y tu orgullo destruido por mi traición. —Ambos se sorprendieron de la fuerza de las palabras de la pelinegra, por fin le gritaba en cara lo que le causaba cuando la comparaba con Kikyou. —Tú me obligaste a tal extremo que renuncié a todo con tal de conseguir lo que querías. Destruir a Naraku. —Tensó más la cuerda causando nervios en ambos. Todos esos reclamos con y sin fundamentos que alguna vez pensó y olvidó comenzaron a fluir en su mente, quería sacarlo todo. Ya no cargar más. Porque el peso que llevaba era demasiado y ya no lo soportaba. —Tu misión era vengar la muerte de Kikyou, no la mía. La maldita Perla era cosa tuya, no mía. Y todo lo que pasa es por tu culpa… quiero odiarte, deseo odiarte pero simplemente no puedo…

—Eso lo veremos. —Respondió tajantemente. Kagome disparó y al instante fue esquivada, él, sencillamente se rodó a un lado, evitando así el certero tiro. Volvieron, en un instante de descuido, a la posición original en la que estaban, él tomándola por el cuello. Fue fatal verla en ese estado, no deseaba matarla, pero si herirla. Demostrarle que las mismas heridas que llevaba en el alma podría impregnárselas en el cuerpo. Quedaban a unos metros del árbol más próximo, y observó la piel de su cuello mientras la hacía retroceder, aún era visible aquella pequeña cicatriz que le había hecho en un momento de frustración y debilidad. La culpa y remordimientos volvieron a él, pero no consiguió detener sus pasos, parecía que su cuerpo se guiara solo. Ya no le obedecía. La acorraló con brusquedad contra el tronco. —Yo soy alguien superior y tú sólo eres una débil humana. —Las palabras que salieron guturalmente de su garganta no las sintió como propias. Algo muy extraño le pasaba a su mente y cuerpo.

—Sí, soy una humana, pero al menos no pretendo ser algo que no soy…

Los sentimientos nunca se olvidan, ​

una visita fugaz y termina.​

​

Una sonrisa melancólica apareció en el rostro de la bella chica. —Mira lo que pareces, no eres tú mismo… ¿Por qué no puedes controlar ese estado, tú, el que dice que será el más poderoso de todas las especies? —Lo dejó pasmado por instantes antes de intentar su siguiente movimiento, liberarse. Alzó el brazo derecho y lo colocó sobre sus manos, presionando para llevarlas hasta abajo junto con su brazo. En el descenso le rasgó parte de las ropas y causó arañazos en medio de sus senos y parte de su vientre. —No soy tan débil como creías…—Palpó las flechas que quedaban y tomó una más, le apuntó a él, directo al corazón.

—Dispara Kagome… sé que me lo merezco. Un mitad humano como yo, no tiene validez en este mundo. —Ella le sonrió con dulzura, lo que lo dejó sin comprender. Quiso detenerla, alzar su brazo a ella y obligarla a mirarlo con odio, ira, desprecio. Todo eso era lo único que merecía alguien como él, un despojo que no es ni una raza ni la otra, alguien que nadie desea para compadecer.

—Sabes que no puedo… nunca lo haría. —Inuyasha entornó los ojos a la dirección en que ella volteó a ver. Y ella disparó a las ramas de un árbol cercano. De entre las sombras salió una joven de cabellos rojizos mirando tristemente a la pelinegra.

—Kagome…

—Alguna vez te dije que sería feliz si moría por tu culpa, pero eso solo quiero que sea si tú lo deseas… al menos cuando seas tú mismo. —Se colocó en cuclillas y le abrazó llorando desconsolada. Él, confuso, no sabía que hacer. Ladeó el rostro y reconoció a la niña esa, que alguna vez lograra cruzar el pozo junto con Kagome. La pelinegra lo descubrió y decidió explicarle todo. —Ella es Ningyo, puede manipular los deseos de las personas, llevarlos hasta el límite, si en algún momento sentiste que tu cuerpo no respondía fue ella quien lo provocó…

—Jamás la hubieras atacado… Si ese deseo no existe en el corazón yo no puedo manejarlo. En la oscuridad que tienes en tu alma deseas vengarte por la traición recibida. —Se acercó a ellos y le susurró al oído al hombre. —Además, agradece que detuve ese instinto tuyo cuando desgarraste parte de sus ropas… ¿te imaginas que hubiera pasado si te dejaba solo? —Dio un brinco pequeño quedando al lado de la sacerdotisa y riendo con sorna. Un notable sonrojo cubría la cara del semi-demonio.

—Eso quiere decir que me guardas un rencor… ¿no es así, Inuyasha? —Su voz se tornó afligida y hosca. No quería culparlo porque él llevaba toda la razón. Era una traidora, una maldita traidora, y con el peor de sus enemigos. Pero ¿Qué hacer? Si la fatalidad les perseguía como si de sus víctimas favoritas se tratase, disfrutaba de abrazarlos en sus sospechosas circunstancias y causarles estragos.

—Es lo que yo me he preguntado varias veces…—Frente a frente, le habló con completa sinceridad. Una sincerad que jamás creyó poseer. —Créeme que me dolió mucho tu traición. Pero, por más que quiera, no logro odiarte humana. —Sonrió, mientras tomaba su fina mano de porcelana y palpaba la suavidad. La textura que le hizo evocar aquellos instantes de entrega total. La jaló hacia él para ver el escote que le disfrutaba y jactaba de haber hecho. Por instantes agradeció a la chica pelirroja por eso. Al notar los movimientos extraños Kagome intentó levantarse, pero no le fue otorgado. Al contrario, la atrajo más a él y ocasionó que cayera sobre sus piernas.

—Es hora de marchar Kagome, Naraku te espera…—La sacerdotisa asintió y le dio una última mirada Inuyasha, a pesar de estar cubierta por el tinte carmín la serenidad de su mirada corto toda felicidad que tuvieran. Ella no quiso marcharse de ese modo, pero cuando pelearon supo que no había marcha atrás. Nunca estarían en paz hasta destruir a ese ser. La lluvia comenzó a caer de nuevo, siempre parecía acompañarle en los momentos de tristeza, esa era una más de sus amigas, que le susurraba palabra líquidas. No eran de consuelo, sino, simples verdaderas dolosas.

Todos los restos se situaran en esta tierra de los daños. ​

Ahora camino por senderos lejanos​

—Tengo que irme…—Inuyasha se puso de pie y rápidamente, con un gesto caballeroso y delicado, le ofreció su mano para ayudarla a levantarse. Por fin había vuelto a la normalidad y eso le causaba tanta alegría, no iba a marcharse despidiéndose de alguien desconocido. Quería irse diciéndole adiós a él, a su amado Inuyasha. Dio dos pasos al frente.

—Espera…—El hombre mitad bestia solo podía ver con resignación como la persona que más amaba en el mundo se alejaba de él. “No otra vez, no de nuevo” La sacerdotisa se detuvo al sentir la mano cálida de Inuyasha, que de alguna manera trataba de detenerla. Temblaba. —Espera… por favor…—Sin pensarlo, atrajo el cuerpo de Kagome junto al suyo y la rodeó con sus brazos, el beso que nació entre ambos fue tierno y delicado, pero intenso y abrasador. Los primeros rayos de Luna pegaron en su rostro y las gotas de agua lavando las pocas lágrimas que quedaban acumuladas en sus ojos. Por fin, lentamente, ambos se separaron de un beso que había sido largo, pero a la vez lleno de sentimientos. —Te amo. —Dijo él en un susurro.

—Yo… Inuyasha yo…—Mirando fijamente sus ojos dorados endulzó su mirada, no creía ser capaz de lo que iba a hacer. Terminaría con todo de una vez, no permitiría que él le detuviera. Aunque quisiera morirse por dentro, arrancarse el corazón, tenía un deber por hacer… pensó en el cruel destino, que siempre se empeñaba en separarlos. Maldijo a la suerte una vez más antes de sentir de nuevo sus labios atrapados por los del hanyou. Él, temeroso de su silencio ya no quiso pensar, tan sólo se dejó llevar. Intentó hablar, pero en ese instante el introdujo su lengua para probar el éxtasis que era su paladar, llevó su lengua hasta el límite saboreando hasta el último rincón. Se vio obligado a soltarla por la falta de oxigeno, había derrumbado el poco valor que poseía antes del beso. —Es por tu culpa que yo…

Elegimos decir adiós e hicimos un juramento, es como un claro cielo azul. ​

Sublime y lejano​

—Dime que me amas y te aseguro que te dejaré ir…—Se abrazó a él con todas las fuerzas de su alma, el ambarino la adhirió a su pecho, apegándola a su corazón con cuidado de no lastimarle con las garras. Aunque le dolía decir eso, quiso, por primera vez en su vida, dejar de se un egoísta con ella. Alguna vez el monje le había dicho que dejara libre lo que amaba, si regresaba es que era suyo, sino, es que nunca lo fue. Intentó probar, pensar en que ella regresaría sana y salva diciéndole que no podía estar sin su presencia, como él. Y en ese entonces disfrutaría más que nunca de estar a su lado. —Sigo pensado que es absurdo ese plan tuyo de hacer las cosas solas, pero… aguarda por mí, que yo iré por ti en el momento que logre destruir a Naraku. Como has peleado hoy me demuestras que podrás defenderte… ve Kagome, que temo no tener las fuerzas como para soltarte…

Aún si me dejas, algún día, ​

en algún otro lugar que no hemos visto…​

Estaremos juntos.​

—Te amo Inuyasha… gracias. Pero espero que el día que te arrepientas recuerdes que fuiste tú quien me dejó ir… pero consuélate con mis palabras y nunca olvides lo que siento. —Se separó de su pecho pero sus manos aún seguían en contacto, el soltarla era el adiós definitivo, quisieron alargarlo lo más posible. Con suavidad y lentamente acariciaron la piel de la mano del otro, deslizándola hasta quedar la punta de los dedos que llegó a despegarse. Era para ellos el fin, pero existía un compromiso. Una promesa de volverse a ver, que era como un cielo azul, sublime y lejano. Sublime por maravilloso, un sueño. Lejano por inalcanzable, el sueño hecho una verdad imposible.

Porque el tiempo pasa y no se detendrá.​

Mientras dejas marcas de tus uñas en mi corazón.​

Deseando en mi pecho ver la luz de un nuevo día.​

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—Él espera…—Extendió su mano y ella la tomó. Pasara lo que pasara, esa joven estaba aprisionada al mando de Naraku, tenía que liberarla. Avanzó firme y con ritmo lento. Por fin emprendía el viaje hacia, lo que consideraba, su destino final. Si no conseguía usarlo a beneficio de sus planes, tendría que perder la vida. No le dolería, después de todo fue ella quien quiso ir directo a la boca del lobo, pero… colocó una mano sobre su vientre semi-abultado y notó los pequeños rasgos que tenía. Eran menores que los otros, y recordó por instantes que las garras retrocedieron en cuanto llegaron a esa zona, como si evitara dañarle, a su bebé.

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Mi viaje sin fin continúa.​

Los sentimientos nunca se olvidan,​

Una visita fugaz y termina.​

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Avanzó con las ropas desgarradas y entendió que no eran las adecuadas para ir a verle. Su uniforme de colegiala, arreglado en el área de su vientre. La chica de ojos carmines realizó un ademán y del lugar donde permanecía oculta salió una luz de tonos azules a gran rapidez y llegó a posarse sobre la azabache. La misma luz azul se extendió por su cuerpo y lentamente se retiró, dejando a su paso un pantalón de color rojo, atado a su cintura y dejando amplio espacio al vientre. El hakama de Kikyou. Un kosode blanco debajo del haori de mangas largas de igual color, con bordados de hilo negro al final de las mangas de amplio tamaño. El mismo traje de la sacerdotisa Kikyou. Y la mariposa misma, postrada sobre ella, le regaló el traje. —No sabes cuanto te extrañé, Kikyou.

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Todos los restos se situaran en esta tierra de los daños​

Recién llegaban a la aldea, en completo silencio, como ya era la costumbre de ellos el no interferir en los pensamientos del ambarino. Siempre quisieron ayudarle a sobrellevar las cosas, pero por las noches la amargura de su amigo crecía a niveles insospechados, parecía recordar siempre algo que le afectaba. Y esta vez no era la excepción, sentado de espalda a la fogata de nuevo se retraía en su mente, negándose a salir de la improvisada prisión de sus pensamientos. —Sango, ¿no te parece que hoy esta especialmente quieto?

—No me agrada cuando se pone así…—Proclamó preocupada la castaña. — ¿Por qué no va a verlo excelencia?

— ¿Yo? —Llevó la mano al pecho, nervioso. —Yo corro más peligro, ve mejor tú que eres una mujer. No creo que te haga algo.

—No seas cobarde y ve…—Lo tomó del cuello y lo llevó a rastras frente al peli-plateado que estaba de espaldas, cayendo a un costado. Sus amigos extrañados, rodearon y se llevaron una enorme sorpresa al descubrirlo dormido, apoyándose en su espada para sostenerse. —S-se quedó dormido…

—Pienso que es mejor para nosotros…—Se cruzó de brazos y sonrió. —Es más fácil que hable de ese modo. —Se acercó a su oreja y le susurró algunas palabras que la castaña no alcanzaba a escuchar. —Ahora confiesa, ¿Por qué actúas tan extraño últimamente?

—Ella…—Habló completamente dormido. Si supiera lo que hacían cada vez que lo encontraban en ese estado. —…Recuerdo siempre que yo fui quien la dejó ir… Kagome me dijo que cuando me arrepintiera, pensara en sus palabras… Pero ni eso me permite dormir en paz.

Porque el tiempo pasa y no se detendrá.​

Mientras dejas marcas de tus uñas en mi corazón.​

Después de eso no quisieron saber más… hasta llegaron al remordimiento por obligarle a decir esas palabras que guardaba para sí. Los recuerdos de la pelinegra. A la mañana siguiente estaban listos para partir. Continuar su búsqueda de Naraku, él no se detendría hasta destruir a ese ser, recuperar lo que más apreciaba, su pequeña Kagome.

Aunque a veces sintiera la rabia carcomiéndole por dentro, debía recordar la promesa. Ir por ella. Decidido y con un nuevo semblante, sentía algo renovado dentro de sí, no sabía lo que era, pero la carga que llevaba sobre los hombros se había liberado esa noche. Presentía que algo tenían que ver sus amigos. Volteó y sonrió arrogante, destensando el ambiente tan cargado que llevaban esos dos. —Andando… amigos. —Y ellos le devolvieron la sonrisa, por fin él les llamaba de ese modo con completa libertad, como no lo hacía hace tanto tiempo.

Deseando en mi pecho ver la luz de un nuevo mañana.​

Mi viaje sin fin continúa.​