Un demonio Shinigami

Capitulo 4


La aparición de un ángel segunda parte

Ichigo se encontraba contemplando por la ventana, sentado en su pupitre si prestar mayor atención a lo que la profesora decía, sus emociones ambivalentes iba del odio a la desesperación, a la calma hasta la pena más negra ante la impotencia que se le avecinaba. La pérdida de sus poderes era lo único que tenía ocupado sus pensamientos mientras su corazón se preocupaba por la perdida de ese ser tan especial para él.

Los chicos lo miraban preocupados, él los evitaba a toda costa ya que no quería que sintieran lastima por él. Además el hecho de que Ishida ahora estuviera exterminando los Hollow no le hacía mucha gracia. Cuando el timbre sonó tomo su bolso lo coloco cobre su hombro y se dirigió a su casa.

Mientras se dirigía a la salida pensó en la joven que hace poco tiempo vivía en el armario de su dormitorio, algo cimbró en su bolsillo y al ver que era la inciña de shinigami corrió para dejar su cuerpo en un lugar seguro recordando las palabras de la joven shinigami que le advirtió lo que sucedería si encontraban su cuerpo tirado por allí.

Cuando se trasformo en shinigami sintió lo débil que se sentía y lo lento que se movía a comparación a cuando tenía todos sus poderes. Al llegar al centro del parque la vio peleando contra un Hollow que le triplicaba en tamaño.

— Sode no Shirayuki — recito la joven de vos ronca — Tsugi no mai Hakuren —lanza un poderoso ataque formado por cientos de cuchillos de hielo, el Hollow es exterminado.

Todo esto en un minuto pasó delante de sus ojos, vio a Rukia quien sin su ayuda venció al Hollow

Ella giró y lo vio su miradas se encontraron y sin decir ni una sola palabra se dijeron todo. Ichigo rápidamente fue a su lado y se dio cuenta que les quedaba poco tiempo juntos.

En el parque el viento soplaba mansamente acariciando los árboles, el claro en el que estaban era tan apacible y solitario, él se acerco a ella con cuidado sin aparatar la mirada de la de ella.

—Rukia — la voz de él sonó estrangulada por la emoción

Ichigo colocó su mano en la nuca de la chica y la trajo hacia él, sentía la respiración de ella tan calida sombreé su rostro y su aroma colmaba todos sus sentidos, poco a poco bajo su cabeza y se posesiono de sus labios, el beso tan anhelad tuvo sabor a despedida y un rayo de dolor lo traspaso.

¿Por qué la besaba ahora que la perdía? Pensó en shinigami sustituto

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Caminaba de muy mal humor al pensar en ese sujeto tan arrogante había pasado unos días pero al volver al lugar donde se lo topo fue como si su sangre hirviera por la tentación de ahorcarlo.
Seguía con la búsqueda de la madre de la pequeña traviesa había optado por poner unos panfletos muy rústicos pero que serian de mucha ayuda comunicando de la aparición de una pequeña, igual seguía la búsqueda preguntando a cualquiera que se me cruzara en mí camino, de esa forma descubrí gente enferma que necesitaba atención medica.

Y como dice el dicho si hiciste 30 por que no 31 y en eso estaba ahora no sólo buscando a la madre de Kibo si no que también ayudando a cuanta persona se me ponía enfrente y lo necesitara. Si cuando estaba viva me hubieran preguntado si ayudaría a alguien que no conociera hubiera dicho que si sin dudarlo pero nunca a esta escala. Los problemas no tenían fin y terminaba agotada mí vida ahora estaba al completo servicio del prójimo, enfermedad, hambre, pobreza y sobre todo diferencia entre clases y la frutilla de la torta los shinigamis, estos últimos me estaban empezando a caer como un ataque al hígado.

Me dirigía hacia la cabaña de la anciana Lin para verla como estaba llevaba un poco de fruta en una bolsa y pan además de unas bolas de arroz, iba pensando en que por el momento no había tenido suerte en la busca de la madre de Kibo, sin percatarme de unos pasos que me seguían.

Entre en la pequeña cabaña de la anciana y me dispuse a atenderla, realmente me tomo un buen rato poder curarla y darle de comer además de limpiar su casa. Al salir la calle estaba bacía, las humildes cabañas franqueaban uno y otro lado de la misma todas las estructuras eran de madera y se veían humildes pero pulcras.

Mi disponía a volver a mi hogar antes de que anocheciera pero una voz me detuvo.

— ¿Otra vez sola princesa?— el hombre alto de cabellera blanca estaba a mi espalda con su porte imponente y una media sonrisa dibujada en su rostro.

— ¿Acostumbra asechar a mujeres solas señor?— pregunte tajante y dejando ver mi fastidio en el tono (no pude evitarlo realmente este sujeto me había echo enojar y me la debía y su actitud arrogante no ayudaba en mucho pensé)

— Al contrario princesa estoy asegurándome que nadie se propase con usted— recostado contra el muro de una cabaña con los brazos cruzados sobre el pecho, demostraba total desenfado por la situación que tenia entre manos.

— ¡Yo no necesito que me ayude!— maldición este tipo me saca de mis casillas quien diablos cree que soy, una tonta que no saben como cuidarse. Pensé enojada —¡ ya se lo dije no necesito que me ayude puede cuidarme yo sola!

—Mire princesa, alguien como usted es un botín para los truhanes de estos lahares y si insiste en no llevar escolta para sentirse igual a todos ellos hágalo. Pero eso no impedirá que la proteja.

—¡ ¿Por qué sigue llamándome princesa si ya le he dicho que no lo soy?! — pregunté ya hastiada de la situación

— ¿Dígame su nombre? — preguntó él a su vez

—Hikari Higurashi, ¿quién es usted? — le pregunté

—Me llamo Saku Gyoso es un placer conocerla — la actitud del hombre cambio luego de mírame a los ojos durante unos instantes antes de responder, supongo que decidió que le había dicho la verdad y por eso decidió presentarse a si mismo.

 

El ángel se transforma en demonio


La mirada de Gyoso no dejo rincón de mi alama sin ser hurgado eso me molesto mucho por la actitud tan altanera y sobretodo el dominio de si que poseía era obvio para cualquiera que lo viera que no era un hombre que recibiera ordenes él era el que las daba.

—Creo que es hora de que vuelva a su casa señorita Hgurashi.

La actitud de él cambio tanto que durante unos instantes pensé que era otra persona, ese no era el hombre arrogante que la trataba con un tono burlón ahora en su tono se percibía cierta curiosidad y ¿ respeto?, ¿Seria eso posible?

—Eso hacia hasta que usted se puso en mi camino — mi contestación fue belicosa en extremo, pero a diferencia de otras veces solo sonrío inclino su cabeza y se aparto de mi camino dejándome asombrada. Pase a su lado y si mirarlo retome mi camino prestando atención a si unos pasos pesados me seguían pero no fue el caso, al doblar la esquina me permití una rápida mirada donde él estaba y vi que ya no estaba.


Decir que el camino a casa lo hice a 4 ojos es poco esperaba poder detectarlo antes de que el me siguiera, el nerviosismo que tenia hizo que gruñón se enojara conmigo y empezara con su perorata de que un guerrero no teme a nada y bla bla bla . Al llegar estaba exhausta tanto física como mentalmente, por lo que solo atine a tirarme en mi cama no puedo decir que haya dormido fue mas bien un coma por el cansancio extremo.

Pero al abrir los ojos lo primero que vi fue a ese hombre tranquilamente sentado en mi habitación contemplándome, no fue un acto consiento lo que siguió a continuación fue mas un acto defensivo y de preservación.

Me coloque de pie rápidamente y de mi mano el látigo de aire se formo para luego estallar en la mejillaza de Gyoso, el se coloco también de pie y contraatacó el segundo de mis ataques al desenvainar su espada.

Me lancé contra él y el solo me esquivo era una danza perfecta de armonía y sincronización entre un hombre y una mujer, mi látigo estallaba mientras su espada lo retenía. No tarde tanto en notar que él no me atacaba y que parecía muy concentrado en estudiar mis movimientos, así que de la nada me detuve y lo mire.

—No te gusta que te sorprendan princesa — fue una la declaración de un echo que no necesitaba replica.

—¿Cómo se atreve a venir a mi casa y meterse en mi habitación?, ¿qué quiere de mi?.

Mi respuesta fue una sonrisa y que de la nada desapareciera frente a mis ojos dejándome parada en medio de mi habitación la cual ahora parecía campo de guerra y sobre todo echa un torbellino de confusión, enojo y mil emociones mas.


Pido perdón por la demora este es cortito pero ya me pondré al día con uno mas largo que estoy trabajando en él gracias a todos

 

El shinnigami que llego a mi vida


Horrible forma de empezar el día con ese sujeto en mi habitación y no es que las cosas mejoraran mi humor se volvió tan negro como la noche mas oscura y toparme con él en la ciudad no mejoro en nada mi animo.

—Veo que te pone de mal humor pelear en las mañanas princesa. — el comentario echo en tono burlón provenía justo de mi espalda, lo cual me dejaba dos opciones una darme vuelta y golpearlo y crear una pelea en ese lugar o dos seguir mi camino e ignorarlo que fue la opción que tome.- Eso no funcionara me temo – la risa fue algo que hizo temblar todas a su alrededor, ese hombre realmente tenia mucha energía.


Lo ignorare, lo ignorare así sea lo ultimo que haga quien se cree que es este patán * pensé algo ofuscada* mientras seguía mi camino rumbo…. Durante unos instantes me quede en blanco ¿a donde iva realmente? Salí tan apurada que ni sabía a donde dirigirme, gire sobre mis talones y mire al que yo considerable el culpable de ese horrible día.

— ¿Qué quiere de mi? – Directa y cortante bien así entenderá que no me interesa nada que venga de él – pené dándome porras a mi misma

—Princesa, mi único interés es protegerte, ya que te niegas a ir con una escolta apropiada.- la sonrisa burlona volvió a dibujarse en su rostro mientras sus ojos fríos demostraban que no había un ápice de juego en sus palabras.

— No soy una princesa, y no necesito escolta – ya mi humor era peor de lo que fue hace 5 minutos ahora quería ahorcarlo de veras y no me importaba mucho la gente que por allí circulaba.

Una explosión a lo lejos llamo mi atención y sin pensarlo dos veces me encontré dirigiéndome al lugar sentía una energía muy poderosa y otra algo violenta. El lugar de la explosión era el bosque del lado sur donde un no había nada mas que un hombre postrado sobre sus rodillas tosiendo sin parar. La larga cabellera blanca me impedía ver su rostro y más ver que si estaba herido la posición casi fetal en la que se encontraba.


Puse mis manos en su espalda y me incline hacia él para intentar ayudarlo, la debilidad que de él provenía era tan fuerte como su misma fuerza poseía la contradicción fue algo que me dejo perpleja pero de este hombre no era la energía violenta de hace unos minutos.

Curarlo no era algo fácil y mas al ver que era tuberculosis lo que padecía, pero por lo menos podría hacerlo sentir mejor para poder trasladarlo, deje que mi energía curativa lo envolviera lentamente y lo calmara, pude sentir la paz que en este hombre yacía y la bondad de su corazón junto con un anheló.

—Esto es solo para que lo pueda trasladar, luego empezare a curarlo- hable con mi voz mas calma posible y a la vez para que el supiera que lo curaría, el único anheló que ese hombre tenia era curarse