Self-insert Un día ordinario

Un día ordinario​

Aquel día empezó como cualquier otro, después de todo, ¿Qué podía hacerlo diferente a todos los demás? Mis recuerdos, de hecho, no fueron capaces siquiera de recordar ni el día ni el mes que pasó aquello.

Y tranquilamente puedo afirmar que, salvo por el suceso en sí, aquel día no se diferencia de ningún otro domingo que hubiese vivido antes.

Y sin embargo, fue un día muy importante y alegre para mí, incluso si las cosas, quizás, ya no podrían volver a ser como eran antes.

Poco a poco, con el paso de los días, la esperanza había ido mermando lentamente. Siempre me aferré a la idea de que algún día todo volvería a ser como había sido en sus inicios, como si nada hubiera pasado. Y aunque las esperanzas jamás murieron, quizá, en algún momento, me habría rendido y habría seguido con mi vida.

Aquel día, como todos los demás, entré a FFL varias veces en el transcurso del día, sin hacer nada realmente, salvo mirar mis alertas, cotillear un par de perfiles y poco más. Era una rutina monótona, pero una a la que me había acostumbrado demasiado bien.

Y sin embargo... algo faltaba. Entraba al foro por costumbre, porque llevaba haciéndolo durante tres años, pero cada vez le encontraba menos sentido. Cada vez me llenaba menos.

Sí, quizás era momento de cerrar un ciclo, de dejar ir aquel lugar que me había dejado tan maravillosos recuerdos, pero que ahora ya no se sentía igual.

Y entonces, un solitario mensaje lo cambió todo.

—"¡Ha vuelto, ha vuelto!" —escribió con entusiasmo Steve Yops en su perfil. Y entonces, al ver el nombre de las personas conectadas en ese momento, una genuina sonrisa de felicidad se dibujó en mi rostro.

Al parecer, aún era muy pronto para abandonar aquella parte tan preciada de mi vida.

Mi única molestia ese día fue el hecho de no haber sido el primero en darse cuenta de aquel maravilloso regreso.

El regreso de GalladeLucario...

Y a día de hoy, si me preguntan qué día fue el más significativo de mi vida en FFL, puedo decir sin dudas que fue aquél Domingo común y corriente, en el que un buen amigo volvió de la muerte.