One-shot Un bosque en el camino nocturno [Samurai Senso]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 29 Julio 2020.

  1.  
    Kaisa Morinachi

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    Escritora
    Título:
    Un bosque en el camino nocturno [Samurai Senso]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    834
    Kenzaburo es de rapuma , Takeda de Amelie y Mao, pos mía.

    Cualquier OoC, me disculpan (?)
    Y bueno, a diferencia de otros fics dónde salen Mao y Kenzaburo, que son como medio-oficiales hasta que se demuestre lo contrario; esto es un fanfic en todo sus sentidos.

    Creo que estoy lejos de poder interpretar bien a Takeda, pero bueno; por algo se empieza XD



    Un bosque en el camino nocturno

    Era primavera, por lo que el alimento no había sido difícil de encontrar, y el agua estaba algo asegurada siendo que estaban recorriendo un bosque; era su la última noche en él antes de llegar a Tsu. La luna, a pesar de parecer un simple trozo de uña cortada, brindaba una luz protectora a los viajeros. Habían decidido dormir tras haber avanzado un buen tramo, sin encender fogata.

    Mientras todos se acomodaban como podían, Takeda observó a sus alrededores en silencio, vigilando que todo estuviera en orden... Un solo detalle lo alarmó; Mao y Kenzaburo no estaban, y al parecer nadie se había percatado, pues lo hubieran comentado. Como no quería alterar al grupo agotado, el líder del Clan se adentró aún más en el bosque, totalmente concentrado en no perder el rumbo, para ver si el dúo seguía por los alrededores. ¿Se habrían perdido?, ¿o escaparon, abandonando al resto?... ¿Cumplirían su palabra? Eso solo lo sabrían ellos, pero Takeda confiaba en quienes tenía bajo su resguardo.

    En un par de minutos, el joven pudo escuchar como el susurrante viento trajo consigo un canto. El canto de una niña... ¿fantasmas? Siguió el ruido, y lo que encontró en verdad le asombró un poco. Era Mao, o Ryouma según su presentación, y Kenzaburo; parecían estar haciendo nada, simples siluetas entre la oscuridad profunda, pero con algo de tiempo los ojos del Minamoto ya había podido distinguir lo que ocurría. Kenzaburo estaba respaldado en el árbol más cercano a Mao, quien estaba arrodillada a lo que supuso que era un río, debido al murmullo de este que lograba escuchar. La escasa luz de luna hacía un poco más fiable lo que veía.

    Apenas reactivo su marcha para acercarse a ellos, analizó como Kenzaburo volteaba a verle al tiempo que se preparaba para atacar, por mera reacción a que alteraron su calma. Mao bajó el volumen de su voz sin dejar de cantar, deteniendo el peinar de sus dedos un momento; retomó la fuerza que tenía su canto, casi al mismo tiempo que su maestro identificó que era Takeda quien se acercaba. Volvió a respaldarse en el tronco, mientras soltaba un bufido, el líder se acercaba con tranquilidad.

    Mao había sellado su boca apenas sintió al entrometido tras su espalda; a pesar de que no había visto quien era, sabía que no le haría daño. La chica detuvo el acicalar de su hebras carbón, hundiendo las manos en el frío río, pensando que lo más probable es que fuera su líder. El último de los Minamoto había deseado seguir escuchando cantar a la niña, pero al parecer era algo que no se le permitiría aún. Mao sacudió sus manos frente a su cuerpo, para reducir un poco la humedad del agua fría.

    —¿Pasó algo? —Kenzaburo inició el dialogo.

    —Bueno, no estaban, por lo que vine a buscarlos. Es peligroso, deberíamos estar todos juntos, más aún de noche —comentó, aunque no sonaba necesariamente enfadado, estaba más bien intrigado.

    —Sabrás disculparnos, Takeda —tomó esta vez la palabra Mao—. Se necesita privacidad para atender a ciertas heridas —su voz seria sonaba calmada, pero a la vez distante.

    —¿Te ocurrió algo?, ¿se agravó alguna de tus heridas? —cuestionó con preocupación hacia Kenzaburo. Mao sonrió, pero de espaldas no se distinguió. El más viejo la miró de reojo, para luego dirigir su vista a dónde se suponía que estaba la de Takeda.


    —Hay heridas que no se ven —respondió sencillo. Su voz era algo tosca, pero no agresiva—. Volvamos; ¿no, Takeda? —prosiguió después, mientras observaba como la chica se levantaba con pulcritud del suelo húmedo.

    —Esas heridas son las más privadas, líder. Lamentamos haber hecho algo tan imprudente —comentó susurrante, mientras se acercaba a Kenzaburo, agarrándose a su brazo como quien sostenía a un anciano—. Vamos ya, ¿no?

    Sonaba tranquila, pero el líder no sabía si feliz... Era extraño, definitivamente.

    —Si, volvamos.


    De tal forma, sin comentar mucho más, volvieron con el resto guiados por Takeda, a pesar de que Kenzo sabía cómo volver. Quienes seguían despiertos cuestionaron a dónde habían ido; Mao respondió, tajante y agresiva, que no les incumbía, para que luego Kenzaburo mintiera con que simplemente se extraviaron en algún momento del camino.

    Takeda les encubrió la fachada, como quien consciente alguna fechoría leve sus hijos.

    El dúo no rebosaba de alegría, pero solo fueron necesarios un par de días para demostrarles que, juntos, parecían sosegarse.

     
    Última edición: 31 Julio 2020
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  2.  
    Amelie

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    Escritora
    Lo mas curioso es que Takeda si suele perderse; así que seguramente Takano se creyó por completo la mentira
     
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