Long-fic de Inuyasha - Un Amor Del Destino

Hola mis queridas lectoras como lo prometí aquí vengo a dejarles conti esta vez más larga que la anterior waaaaa no lo creo ya 23 paginas de comentarios *w* gracias por sus posts apoyo y me gusta sin más aquí les dejo el capítulo de hoy disfruten.

Capítulo 75 Noche De Emergencias

Al escuchar ese nombramiento tan sorpresivo pero también tan deseado la joven de ojos chocolate y Rin se pusieron de pie comenzando a caminar hacia la tarima, al llegar subieron los escalones de madera, ayudadas por sus respectivos superiores tomando las manos que estos les ofrecían.

Cuando llegaron arriba los ojidorados les entregaron a cada una, una insignia de oro y otra de plata. La de Aome era de oro cuyo grabado decía “Aome Higurashi Asistente Principal En Pediatría” Y la de Rin era de plata cuyo grabado era “Rin Hanabusa Asistente Principal En Oftalmología”.

Después de que termino el nombramiento todas las practicantes regresaron a hacer sus labores en sus distintas áreas de trabajo y con sus respectivos superiores aunque por dentro se morían de celos por ocupar sus puestos, a excepción claro de Nayumi y Natsumy aun cuando no estaban enteradas de la historia que unía a Rin y a Aome con los ojidorados, desde un principio se habían percatado de su amor hacia ellos.

-Felicidades, Aome.-mencionó Nayumi con una sonrisa.

-Gracias, Nayumi.-respondió Aome devolviéndole la sonrisa.

-Felicitaciones, Rin.-comentó Natsumy feliz.

-Gracias, Natsumy.-contestó Rin sonriendo.

Cuando volvieron a sus áreas de trabajo ambas realizaron el resto de sus labores con gran alegría hasta que llegó la hora del almuerzo. Entonces se dirigieron a la cafetería para comer lo habitual y reunirse con sus amados ojidorados, al entrar de inmediato los vieron tomaron sus bandejas, se dirigieron a su mesa y se sentaron con ellos.

-Hola, doctor Taishio.-saludo Aome sonriendo gentilmente.

-No me digas así, princesa…-pidió Inuyasha algo triste.

-Hola, doctor Sesshomaru.-musitó Rin con voz dulce.

-No te pongas formal, mi niña.-mencionó Sesshomaru algo serio.

-Lo siento mi príncipe, sabes que aquí tengo que portarme así.-musitó Aome mirándolo tiernamente.

-Perdóname Sesshy, sabes que aquí nadie sabe de lo nuestro.-respondió Rin con voz tierna.

Al terminar el almuerzo ambos ojidorados las llevaron a recorrer otras áreas del hospital que debían conocer, ahora que eran sus asistentes principales además de los distintos pasillos que conducían al área infantil, de enfermos graves o en terapia intensiva. El cuarto pos-operatorio que es donde se encontraban las batas, gorros, guantes, botas, cubre bocas, y fregaderos con agua esterilizada. En los cuales los doctores se lavaban las manos después de vestirse con las batas cubre bocas y demás implementos, antes de colocarse los guantes para después entrar a operar al quirófano. Al final les mostraron el pasillo que conducía al quirófano, la razón por la que les mostraron esas áreas fue para que no se perdieran en dado caso de que llegara a haber una situación de emergencia, durante las guardias nocturnas que de ahora en adelante debían realizar como parte de sus nuevos trabajos.

Finalmente el recorrido termino ambas regresaron a sus áreas de trabajo, completamente felices, ya que aunque todo fue rápido aun así lograron memorizar casi perfectamente todos los pasillos de las áreas que les correspondían recorrer. El resto de la tarde transcurrió en calma, sin imprevistos o problemas graves.

La tarde termino tranquilamente, y dio paso a la noche que a diferencia de otras veces esta vez era más oscura que antes debido a que las nubes de la tarde se habían tornado más grises casi negras, tanto que parecía que en cualquier momento podría comenzar a llover. Todo estaba en calma la chica de cabellos azabaches estaba ordenando sus últimos pendientes, y alistándose para su primera guardia nocturna, Nayumi había bajado a la cafetería por un par de cafés cuando de pronto se escuchó…

-¡Emergencia señorita Aome Higurashi repórtese inmediatamente en la sala de expulsión!-aviso Inutashio por el altavoz.

Inmediatamente Aome dejo los pendientes como estaban, y se dirigió al cuarto pos-operatorio. Al entrar se vistió rápidamente con otra bata que le llegaba a las rodillas rosa pálido, seguidamente se quitó los zapatos de piso y se colocó las botas, después se colocó el gorro el cual cubría su pequeño flequillo al igual que el cubre bocas, lavo perfectamente sus manos con el agua esterilizada que corría por el fregadero de metal las seco y se colocó los guantes.

En menos de cinco minutos ya se encontraba en la puerta de la sala de expulsión, Inuyasha la esperaba, aunque no parecía internamente se sentía muy nerviosa ya que aunque había realizado sus prácticas perfectamente, solo habían sido eso practicas ahora estaba por enfrentarse a un parto verdadero, pero no podía mostrarse nerviosa o insegura, ya que de hacerlo podría cometer un error grave además uno de los principios primordiales que se debían poseer para poder ser una buena cirujana pediátrica era el tener nervios de acero, sin decir una palabra ambos cruzaron la puerta y emprendieron manos a la obra.

-Las contracciones no paran doctora, me duele mucho… ¡Hay!-se quejó la joven futura madre de aproximadamente 19 años.

-Si sé que duele pero trata de calmarte, y de no moverte ¿Cuál es el diagnostico?- pidió Aome con voz tranquilizadora mientras le hacia la pregunta a Inuyasha.

-El cuello del útero está casi completamente dilatado son gemelas, pero una de ellas viene en mala posición.-respondió Inuyasha.

-Habrá que hacer una cesárea entonces.- dijo Aome con algo de seriedad.

-Así es justamente, eso iba a decir.-coincidió Inuyasha.

-Prepara una epidural, pronto.-pidió Aome a una de las enfermeras.

-Si doctora, en seguida.-contestó una joven de cabello café oscuro y ojos verdes.

A los minutos la enfermera volvió a entrar con la inyección lista, con gran cuidado se la dio al ojidorado que previamente, había acomodado a la paciente para colocarle el medicamento.

-Sentirás un leve pinchazo.-advirtió Inuyasha y agrego.-pero esto te calmara los dolores, no te muevas.

Inuyasha le administro la epidural con cuidado y de forma que la aguja fuera imperceptible, ya que ese procedimiento previo a una cesárea de emergencia era muy delicado y doloroso a la vez mientras hacía efecto adormeciendo la cadera para así ayudar con los últimos centímetros de dilatación para inducir después el parto y poder hacer la incisión sobre la piel del estómago sin que sintiera dolor alguno, y así finalmente sacar al bebé de la matriz.

Pero la administración de este medicamento también era algo peligrosa, ya que si la paciente llegaba a moverse mientras se le aplicaba, corría un alto riesgo de quedar invalida ya que la aguja entraba a unos cuantos milímetros de la espina dorsal, que es la zona más delicada del esqueleto y por supuesto de la columna vertebral. Afortunadamente eso no ocurrió, la epidural surtió efecto pronto haciendo que el cuello del útero terminara de dilatarse lo cual significaba que la paciente estaba lista para dar a luz.

-Bisturí.-pidió Inuyasha.

Aome se giró hacia la pequeña mesita de metal que estaba junto a la cama, en la cual se encontraban distintos instrumentos hechos igualmente de metal, que se usaban para la exploración, reconocimiento completo, o en este caso una cesárea aun cuando había unos cuantos que se parecían entre sí por lo cual podrían llegar a confundirse, en seguida reconoció el bisturí así que lo tomo y se lo entrego a Inuyasha.

El ojidorado realizo entonces una pequeña incisión sobre la piel del estómago cerca del ombligo, para después romper como un cascaron las capas restantes de piel, y así llegar al fin a las gemelas. Cuando lo hizo de inmediato saco a la que venía en mala posición y se la entregó a una de las enfermeras para que la limpiara de las sustancias dañinas para su vida, seguidamente saco a la otra bebé para que otra enfermera realizara la misma acción.

Sin tardanza alguna las enfermeras limpiaron perfectamente a las pequeñas, y después les cortaron el cordón umbilical, al instante se escucharon un par de llantos fuertes y constantes, lo cual significaba que a pesar de la cesárea imprevista todo había resultado bien.

Entonces Aome se dispuso a realizarles un examen completo, la salud de ambas era muy buena su ritmo cardiaco era normal, ambas median cincuenta centímetros y pesaban dos kilos con novecientos gramos, es decir casi llegaban a los tres kilos que es lo que normalmente debe de pesar un bebé en la etapa final de gestación, al terminar de examinarlas le dio instrucciones a una enfermera para que las llevara a los cuneros, una vez hecho esto volvió a su puesto junto a Inuyasha.

Este comenzó a limpiar la herida, usando alcohol agua oxigenada y gasas, al terminar comenzó a suturar la incisión cuidando que las capas de piel que había tenido que romper quedaran en su sitio y lo más importante que no corrieran riesgo de desgarrarse hasta que las aberturas de los tejidos del cuello de útero se cerraran y todos los órganos se reacomodaran en su lugar, cuando termino los últimos puntos de sutura pidió que la trasladaran a un cuarto.

-Fue una gran operación, doctor.-admitió Aome mientras se quitaba los guantes.

-Gracias pero la verdad no podría haberlo logrado, sin ti princesa.-reconoció Inuyasha acercándose a ella.

-Pero si… no hice gran cosa…-mencionó Aome algo nerviosa y sonrojada mirándolo fijamente.

-Claro que sí, y no admito más peros.-sentenció Inuyasha mientras quitaba el cubre bocas de su rostro, permitiéndole así ver sus rosados labios.

Los alientos de ambos chocaban al estar tan cerca, las mejillas de la chica empezaban a ponerse algo calientes tornándose de color carmín, Inuyasha la tomo de la cintura y la atrajo a su cuerpo ella a su vez coloco sus manos en su cuello, sin despegar sus expresivos ojos chocolate de aquellos orbes de miel que le fascinaban. Finalmente unió sus labios con los de él en un rose dulce, cariñoso tierno, amoroso mientras el ojidorado al sentir esos labios tan suaves deslizo sus manos por la espalda de Aome, explorando su boca en un vals cálido y gentil como pidiéndole permiso para adentrarse más, en esa cueva tan exquisita.

-Te amo, princesa.-musitó Inuyasha separándose de sus labios por la falta de aire.

-Te amo, mi amor.-respondió Aome sonriendo tiernamente mientras recargaba su cabeza en el fornido pecho del ojidorado.

-Te deseo tanto…-susurró Inuyasha junto a su oído mientras bajaba sus labios por su clavícula llenándola de pequeños besos.

-Inu…-llamó Aome comenzando a sentir su respiración alterada.

-Tranquila princesa mía, no pasa nada.- dijo Inuyasha mientras comenzaba a besar su cuello.-ambos lo deseamos.

-Si… pero… yo quiero que sea… muy especial amor…-musitó Aome con dificultad soltando un leve gemido.

-Lo haremos como tú quieras.-respondió Inuyasha besando levente el lóbulo de su oreja derecha y después sus mejillas.

-Me gustaría que fuera mágico…-admitió Aome sonrojada.

-Lo será mi amor.-prometió Inuyasha mirándola tiernamente y con deseo.

Parecía como si el tiempo se hubiera detenido, en esa habitación no se percibía sonido alguno más que el latir de sus corazones y sus respiraciones agitadas, todo continuaba en silencio total hasta que de pronto un rayo ilumino el cielo seguido de un trueno que desgarro las oscuras nubes dando así en seguida inicio al caer de la lluvia.

Entonces la joven de cabellos azabache tembló un poco debido al fuerte trueno, al percatarse de ello Inuyasha acaricio una de sus suaves mejillas para tranquilizarla, después deshizo el abrazo pero la tomo de la mano para acompañarla por sus cosas que continuaban en el consultorio de practicantes.

Al entrar no había nadie ahí al parecer Nayumi se marchó a casa mientras estaba en la sala de expulsión, así que solamente se quitó su bata la colgó en el perchero detrás de la puerta para devolverla mañana al cuarto pos-operatorio al igual que las botas, se colocó sus zapatos de costumbre tomo sus cosas y después ambos bajaron al primer piso. Como Rin aún se encontraba en el quirófano asistiendo a Sesshomaru en una cirugía de emergencia tendría que irse a casa sola, ya que Inuyasha aún debía hacerle una visita de rutina a la nueva mamá además de entregarle un reporte médico a su padre sobre el parto, observaciones, etc.

-¿Segura que estarás bien si te vas sola princesa?-preguntó Inuyasha algo serio.

-Claro que sí, mi amor.-respondió Aome con una sonrisa mientras esperaba que las puertas automáticas se abrieran.

-La tormenta se está volviendo, más fuerte.-mencionó Inuyasha.

-Si por eso me vine preparada, desde la mañana.-contestó Aome mientras abría su paraguas.

-Llámame cuando llegues a tu casa ¿Si?-pidió Inuyasha casi como suplica.

-Sí, lo hare.-prometió Aome dándole un tierno piquito en sus labios como despedida.

Con ese beso fugaz y con esa pequeña promesa, se quedó en el umbral de las puertas principales del hospital, viendo como la figura de su adorada princesa iba alejándose cada vez más andando por la acera cubierta con el paraguas.

A pesar de la promesa que le había hecho Aome de llamarlo apenas llegara a casa, el chico de cabellos plateados estaba algo intranquilo, sentía una opresión en su pecho sensación que comenzó cuando soltó la mano de su amada para que ella se fuera sola bajo esa tormenta que parecía no terminaría pronto.

Continuará--------------------------------------------------------

Espero que les haya gustado no me maten por dejarlo ahí el proximo capítulo se los traigo el Jueves o Viernes una cosa el siguiente capítulo es algo fuerte y recuerden que yo les dije que las cosas no son lo que parecen.

Pequeño Adelanto:

-Por favor, déjame ir…-pidió Aome como suplica.

-No… ¡Suéltame!-gritó Aome llorando.

Cuidense mucho sayo...

 

Hola mis queridas lectoras como se los prometí aquí les traigo el capítulo de hoy gracias por todos sus post y me gusta en verdad me animan mucho a seguir publicando recuerden que les advertí que el capítulo de hoy es algo fuerte así que traten de conservar la calma mientras leen.

Capítulo 76 El Presentimiento De Inuyasha

La bella joven de ojos chocolate iba caminando tranquilamente por la acera, a pesar de que la lluvia seguía cayendo cada vez más fuerte, y el viento comenzaba a soplar con más fuerza, aun así sigue tranquila su camino hasta que al dar vuelta en una esquina se percata de que alguien la sigue, lo cual la hace sentir algo nerviosa por lo cual decide voltear atrás para intentar ver de quien se trata, pero la fuerte lluvia y la escasa luz que proporcionaban momentáneamente los violentos relámpagos no duraba mucho.

-Aunque corras no podrás, escapar de mi.-pronunció una voz masculina.

Aome no le prestó atención en lugar de ello comenzó a correr más rápido por la acera debido a sus nervios soltó el paraguas que la cubría de la lluvia, por lo que en segundos termino empapada pero eso no le importó nada, estaba demasiado cansada y aturdida como para pensar con claridad aquella voz que le causaba ¿Miedo? O quizás… ¿Terror? Eso tampoco lo sabía con certeza de lo único que si estaba segura era de que debía alejarse de aquel individuo, pero sentía que entre más corría aquella figura oculta por la oscuridad se acercaba cada vez más y más a ella.

De pronto la joven de cabellos azabaches se hayo en un callejón sin salida lo cual la hizo temblar, ya que aunque deseara seguir corriendo hasta desaparecer del alcance de aquel individuo, no podría correr más estaba atrapada contra la pared, estaba temblando como una hoja.

-Al fin, ya no podrás correr más.-pronunció victorioso.

Después de pronunciar esas palabras aquel individuo desconocido, tomo a la frágil chica de ojos chocolate por los hombros, ella intento alejarlo defenderse empujándolo pero fue inútil, ya que en un movimiento rápido aquella figura capturo sus muñecas aprisionándola contra la pared del callejón.

-Por favor, déjame ir…-pidió Aome como suplica.

-No, lo hare.-respondió firmemente aquel individuo.

-¿Qué es… lo que quieres de mí…?-preguntó Aome a punto de llorar, por el miedo que sentía.

-A ti, lo que quiero es a ti.-respondió aquel hombre con un tono de perversión en la voz, y agrego.-tú me obligaste a actuar así.

Esa respuesta la desconcertó y la atemorizo más de lo que ya estaba, su respiración era irregular debido a la presión que estaban ejerciendo aquellas fuertes manos sobre sus frágiles hombros, encima de su blusa blanca la cual se pegaba a su cuerpo debido a que estaba empapada por la lluvia que seguía cayendo sin parar, además del crudo viento que soplaba.

-¿De qué… estás hablando…?-preguntó Aome con la voz temblorosa.

Esta vez aquel individuo no contestó, en lugar de ello acerco sus labios al delicado cuello de la joven de ojos chocolate y comenzó a lamerlo con fervor, llevo después una de sus rudas manos a sus suaves piernas rompiendo a su paso las medias transparentes que las cubrían y después la pequeña falda que le impedía llegar a la virgen intimidad de la muchacha. Cuando tuvo una de sus manos libres nuevamente intento zafarse de su agarre con todas las fuerzas que tenía, pero resultó inútil.

-No… ¡Suéltame!-gritó Aome llorando.

-No me digas que no te gustan, mis caricias gatita…-musitó aquella voz en tono burlón, mientras comenzaba a romper su blusa.

-Houyo…- dijo Aome reconociendo finalmente su voz.

-Si, al fin me reconociste, por cierto nunca pensé que escondías tantos encantos bajo ese uniforme…-respondió Houyo mientras besaba su cuello casi mordiéndolo.

-¡Déjame no quiero que me toques no quiero!-gritó Aome una vez más.

-Grita lo que quieras, nadie vendrá a ayudarte.-respondió Houyo con voz fría.

Inuyasha… mi amor ayúdame… ¡Ayúdame!-pedía Aome gritando en sus pensamientos.

-No dejare que Inuyasha tenga lo que es mío, lo que tanto me has negado.-aseguró Houyo con voz algo pervertida mientras comenzaba a acariciar su cintura con rudeza.

-¡Déjame! No me toques… ¡Suéltame!…-gritó Aome casi con un hilo de voz.

A pesar de estar casi al límite de sus fuerzas Aome luchaba por alejar a Houyo de ella, pero en el nuevo forcejeo se golpeó la cabeza y quedo algo mareada, estaba por rendirse cuando de pronto casi como un milagro del cielo escucho…

-¡Suéltala ahora mismo!-gruño Inuyasha.

Sin tener ni siquiera tiempo de responderle Houyo cayó al suelo inconsciente por un par de certeros y fuertes golpes que el joven de ojos dorados le dio en la cabeza y en el estómago.

Inmediatamente al ver la condición de su amada princesa, Inuyasha se despojó de su saco y la cubrió con este para después cargarla en brazos hasta su deportivo el cual estaba a menos de una cuadra de aquel lugar. Al verla tan asustada y lastimada sintió una gran rabia en su interior, decidió llevarla a aquella hermosa mansión de verano para atenderla y cuidarla, antes de entrar al auto le envió un mensaje de texto a Rin resumiéndole la situación para que le avisara a Sukiomi, y otro más a Sesshomaru para que le avisara a sus padres que se ausentaría unos días.

Cuando envió los mensajes entro al auto lo encendió y se puso en camino hacia la mansión, la lluvia seguía cayendo sin calmarse ni siquiera un poco. Por fortuna el ojidorado tenía puesta la capota del auto, desde que había salido del hospital al sentir una fuerte punzada en su corazón, señal de que su princesa estaba en un grave peligro, además había logrado escuchar su llamado en su mente.

Mientras conducía apretaba el volante con fuerza por la rabia que sentía en contra de Houyo, por haber lastimado lo que más amaba en el mundo en ese momento un solo pensamiento habitaba su cabeza, el de hacerlo pagar por su bajeza.

Finalmente llego a la mansión después de dejar el auto en la cochera, bajo en brazos a la muchacha de cabellos azabaches ya que seguía mareada por el golpe que tenía en la cabeza, además estaba temblando su delicada piel estaba fría sin contar que tenía varios golpes y raspones.

Al entrar la llevo a la habitación que había ocupado durante su primera estancia en aquella bella mansión, durante aquel hermoso verano. La recostó con delicadeza sobre la cama después salió de la habitación y le dio instrucciones a Ayumi para que subiera a desvestirla y a Akisuki para que fuera a comprar un botiquín profesional.

-¡Como que Aome fue atacada!-gritó Sukiomi alterada.

-Así es tía pero calma, por fortuna no le ocurrió nada.-contestó Rin tratando de tranquilizarla.

-Pero si me dijiste…-objeto Sukiomi pero no pudo terminar de hablar ya que Rin la interrumpió.

-Si fue atacada pero afortunadamente Inuyasha, llego a tiempo para salvarla.-explico Rin.

-Qué alivio me das.-admitió Sukiomi más tranquila y después le preguntó.- ¿Dónde está ahora?

-Esta con Inuyasha, en unos días volverá.-respondió Rin con una sonrisa tranquila.

Sesshomaru estaba en el salón explicándoles a Izayoi e Inutashio la razón por la que Inuyasha se había ido del hospital sin decir nada, y el por qué se ausentaría unos días, de pronto Mitzuki entro con el teléfono en una de sus manos.

-Disculpen la interrupción pero la señorita Akari está en la línea, y desea hablar con usted joven Sesshomaru.-aviso Mitzuki.

-Gracias Mitzuki, ahora le contestó.-respondió Sesshomaru.

-Con su permiso.-se excusó Satzuki retirándose del salón.

-Bueno nosotros, nos vamos a dormir hijo.- dijo Izayoi.

-Buenas noches, saludas a tu hermana de nuestra parte.-pidió Inutashio.

-Si claro, buenas noches.-respondió Sesshomaru.

Después de eso el mayor de los ojidorados subió a su habitación para contestar la llamada de su hermana menor.

-Bueno.- dijo Sesshomaru contestando el teléfono de su habitación.

-Hola hermanito, ¿Cómo estás?-saludo Akari del otro lado de la línea.

-Hola hermanita muy bien, ¿Y tú?-respondió Sesshomaru contento y después se lo preguntó a la inversa.

-Muy feliz también, oye ya me entere eh.-respondió Akari con alegría en la voz.

-¿De qué?-preguntó Sesshomaru haciéndose el desinformado.

-Pues que Inuyasha y tú al fin se reconciliaron con Aome y Rin.-contestó Akari riendo un poco y después agrego.-los extraño mucho.

-Nosotros también, te extrañamos hermanita.-concordó Sesshomaru.

-Pero ya pronto Karin y yo, volveremos a Tokio.-aseguró Akari.

-¿Cuándo?-preguntó Sesshomaru.

-En 2 semanas.-respondió Akari.

-Que bien, nuestros papás se pondrán muy felices.-mencionó Sesshomaru.

-Lo sé, salúdalos de nuestra parte y a Inuyasha también.-pidió Akari.

-Claro, que si.-respondió Sesshomaru.

-Cuídate mucho, adiós hermanito.-se despidió Akari.

-Tú también cuídate mucho, adiós hermanita.-se despidió Sesshomaru terminando la llamada.

Después de un rato más finalmente la frágil muchacha de ojos chocolate despertó, estaba algo confundida y aturdida por la herida que tenía en la cabeza, y muy adolorida por los moretones y raspones que había sufrido en su delicada piel, estaba recostada bocabajo sobre la cama ya no llevaba puesto su uniforme desgarrado y mojado, solamente tenía puesta una ligera camisola de encaje además de su ropa interior.

-¿Dónde estoy? Auh…-preguntó Aome en voz alta quejándose un poco.

-Está en la casa de verano de la familia Taishio, señorita Aome.-contestó Ayumi.

-¿Cómo llegue aquí?-preguntó Aome de nuevo aún algo aturdida.

-El joven Inuyasha la trajo iré a decirle que ya despertó, con permiso.-respondió Ayumi retirándose después de la habitación.

Cuando estuvo sola después de un momento Aome recordó lo que había sucedido, lo cual la hizo estremecer de miedo y pavor, ya que jamás pensó que el odio de Houyo hacia Inuyasha fuera tan fuerte, pero mucho menos que lo único que buscaba en ella era tenerla al precio que fuera solo para cumplir un capricho, y así zacear sus instintos más bajos como un animal, estaba completamente paralizada.

-Hola princesa, que bueno que al fin despertaste.-saludo Inuyasha con voz tierna.

-Hola…-respondió Aome casi con un hilo de voz.

Continuará-----------------------------------------------------------------

Espero que les haya gustado no me odien por dejarlo ahí el proximo capítulo se los traigo el Lunes o Martes ¿Aquí termino todo Aome nunca más correra peligro nunca más? Pues...

Pequeño Adelanto:

-Te enfermaras, si no comes nada.- dijo Inuyasha tomando un pedazo de queso acercándolo a su boca.

-¡No quiero!-gritó Aome alejando su mano de su rostro con brusquedad.

Cuídense mucho sayo...