Long-fic de Inuyasha - Un Amor Del Destino

Hola mis queridas amigas y lectoras por lo que veo estan impacientes por seguir leyendo por que de nuevo postearon pronto y eso me alegra bastante *w* gracias por todos sus comentarios y me gusta en verdad son muy importantes una pequeña aclaraciòn una parte del adelanto pasado lo coloque mal ya que es de otro cap no de este n_nUu disculpen mi descuido bueno aquì esta la segunda parte de este cap disfruten.

Capítulo 66 Luna Se Enferma (Segunda parte)

Aome quería quedarse toda la noche con Luna, pero tenia que ir a casa para cambiarse de ropa, comer algo, y dormir un poco, ya que al día siguiente tenia trabajo en el hospital, y aunque Nayumi podía cubrirla sin ningún problema, sabia que no podía dejar mucho tiempo su trabajo, después de todo era discípula y asistente, del padre de Inuyasha.

-Te llevare a casa, necesitas descansar.-ofreció Inuyasha gentilmente.

-Gracias.-respondió Aome tomando su mano para levantarse.

Cuando salieron del cuarto, ya no había nadie en la sala de espera Sango y Miroku se habían ido juntos obviamente, y al parecer Sesshomaru había acompañado a Rin a casa, así que solo estaban, Áyame y Koga.

-¿Estas más tranquila ahora Aome?-preguntó Koga.

-Si.-respondió Aome.

-Ve a descansar Luna estará bien, ahora solo necesita descanso.-aseguró Áyame.

Después de esas palabras ambos se marcharon del hospital, y subieron al deportivo color plateado para irse hacia la casa de la joven de cabello azabache, durante todo el camino ninguno de los dos había mencionado ninguna palabra. Hasta que finalmente fue Inuyasha quien decidió romper, aquel silencio tan incomodo.

Pero cuando giro su rostro hacia el asiento del copiloto, observo una escena realmente tierna su adorada princesa se había quedado profundamente dormida. Lucia como un hermoso ángel, su dulce rostro era acariciado levemente por los diminutos rayos de la luna, que se filtraban por el cristal del auto.

Al llegar el chico de cabellos plateados estaciono el auto frente a la puerta, pero Aome aún seguía dormida por lo que abrió la puerta del auto con gran cuidado, para no despertarla y la cargo en brazos, hasta la casa. Cuando entro Sukiomi lo acompaño hasta su cuarto, una vez ahí Inuyasha la recostó con delicadeza sobre su cama, y la cubrió con las sabanas, y el edredón de la misma como si fuera una niña pequeña, y por ultimo beso su frente, para después salir de su habitación.

-Gracias por avisarme donde estaba, y traerla a casa.-agradeció Sukiomi con una sonrisa.

-De nada, usted sabe cuanto la amo.-respondió Inuyasha.

-Si lo sé, buenas noches Inuyasha.- dijo Sukiomi.

Al día siguiente apenas amaneció aunque aún se moría de sueño la joven de largo cabello color del ébano, se levanto se dirigió al baño se despojo de la ropa que se había puesto el día anterior, y se metió a la tina para darse un baño caliente. Cuando termino se puso su bata, y envolvió su largo cabello con una toalla. Después de tomar su uniforme limpio, sus medias transparentes, y sus zapatos coloco todo sobre su mesita de noche.

Y se sentó sobre la cama, minutos después ya había terminado de vestirse, así que se acerco a su tocador, y tomo asiento frente a este luego quito el pequeño broche de la toalla blanca que aún cubría su cabello, después comenzó a cepillarlo hasta que quedo perfectamente desenredado cayendo como cascada tras su espalda llegándole un poco más arriba de la cintura con pequeñas ondulaciones al final, normalmente no solía colocarse ningún accesorio, pero esta vez busco en su pequeño alhajero hecho de porcelana con pequeños dibujos de flores algún broche entre los muchos que tenia, eligió uno hecho de plata en forma de flor, con pequeñas piedras preciosas rosas. Después busco en su joyero hecho igualmente de porcelana, algo sencillo para su cuello, mientras buscaba sus dedos se encontraron con aquella cadenita con el dije en forma de rosa, la tomo con ambas manos y se la coloco con cuidado en el cuello.

Esa cadenita era casi lo único que aún conservaba, de todo cuanto le había regalado Inuyasha sonrió frente al espejo al vérsela puesta,después de haberla guardado tanto tiempo,al igual que sus sentimientos. Se levanto tomo su bolsa, y un pequeño morral en el cual habían unos cuantos libros, y su cuaderno de apuntes ambos estaban sobre la cama y después bajo al comedor.

-Buenos días hermanita, te vez muy linda.-saludo Rin alegremente.

-Buenos días hermanita gracias, igual tú.-respondió Aome.

-¿Cómo se encuentra Luna?-preguntó Sukiomi.

-Bien mamá solo necesita descanso, en unos días saldrá del hospital.-respondió Aome bebiendo un poco de café.

Al terminar se fue junto con Rin directo al hospital. Al llegar ambas entraron y pasaron prácticamente corriendo por la recepción, hacia el elevador. Apenas las puertas de este se abrieron en el segundo piso ambas se separaron, y se dirigieron a sus áreas de trabajo.

El día estaba transcurriendo de manera normal, sin grandes ocupaciones solo las habituales, pero aún así no habían visto a sus amados ojidorados, lo cual las tenia muy desanimadas, ya que pensaron que no habían ido al hospital.

-Aome…-llamó Nayumi.

-Si… ¿Dime Nayumi?-preguntó Aome saliendo de sus pensamientos.

-Es hora, de nuestra clase.-respondió Nayumi entusiasmada.

-Eh… ¿Qué clase Nayumi?-volvió a preguntar Aome aún sin reaccionar por completo.

-Para nuestra clase, de “Alumbramiento Perinatal”.-respondió Nayumi con una gran sonrisa.

-Es cierto, vamos.-concordó Aome tomando su morral y saliendo del consultorio de practicantes detrás de Nayumi que se le había adelantado un poco.

La joven de ojos chocolate camino por el largo pasillo rumbo al elevador, tratando de alcanzar a su amiga afortunadamente logro alcanzarla justo cuando las puertas del elevador estaban apunto de cerrarse, una vez dentro ambas se dirigieron al tercer piso del hospital.

Cuando las puertas se abrieron ambas salieron del elevador, y caminaron nuevamente por otro largo pasillo hecho de piso antiderrapante blanco perfectamente limpio, al igual que los otros pasillos del hospital. Igualmente en este piso también había distintas puertas de madera, a los lados con pequeños cristales ahumados con distintas series de números, de color dorado. La clase que debían tomar seria impartida, en el aula numero 222.

Al entrar Aome tomo asiento en uno de los bancos de la primera fila, Nayumi se sentó junto a ella. El lugar lucia como un típico salón de clases, habían varios bancos hechos de madera clara, con cierto brillo gracias a una ligera capa de barniz transparente. Estaban perfectamente acomodados y alineados, en filas de cinco. Frente a estos había un gran cristal, a través del cual se podía observar otra habitación un poco más grande, en esta había una gran mesa, era igual a la mesa de operaciones del quirófano, de hecho era una replica exacta de esta en si.

Junto a ella se encontraba una pequeña mesita hecha de metal con distintos instrumentos de exploración; que se usaban para revisar la salud los bebés, después de que las enfermeras los limpiaban perfectamente, quitándoles por completo el liquido amniótico y el meconio, ya que ambos salen en grandes cantidades del útero, los cuales implican un gran riesgo ya que una vez que se corta el cordón umbilical, el bebé comienza a respirar, por si solo.

Y si no se han limpiado dichas sustancias, pueden llegar a sus pulmones mientras da sus primeros respiros, de vida. Eso era lo que la joven de cabellos azabaches aprendería a realizar, además de la manera correcta en la que se debía utilizar el instrumental medico, necesario para un reconocimiento completo.

Eso le causaba gran alegría, ya que después de que adquiriera esos conocimientos estaría prácticamente lista, para entrar al quirófano.

Todas las pláticas terminaron cuando el profesor entro al aula, todas las miradas se posaron atentamente sobre él, menos la de Aome ya que no se había percatado de su llegada, por lo cual seguía con la cabeza agachada leyendo su cuaderno de apuntes.

-No puedo creer, que sea él…-susurraba una chica de cabello chocolate con gran emoción en la voz.

-Lo sé yo tampoco, puedo creerlo.-concordó otra chica de cabello rubio igualmente emocionada.

-Aome… ¿Ya viste quien esta aquí? Y te esta mirando.-mencionó Nayumi emocionada.

-No y por favor no me distraigas, Nayumi.-respondió Aome sin despegar la vista de su cuaderno.

-En serio Aome, voltea.-pidió Nayumi con insistencia en la voz.

Ante tanta insistencia decidió dejar un momento la lectura de sus apuntes, y alzo la vista mirando al frente. Al instante entendió por que todas las chicas guardaron silencio, y se sintieron emocionadas de repente. La razón era que junto con Inutashio que era el doctor en jefe, había entrado también Inuyasha se veía realmente guapo con su camisa azul claro, su bata blanca al igual que su pantalón, y zapatos blancos, perfectamente lustrados. Su cabello plateado estaba peinado en una cola alta, realzando aún más la perfección de su rostro, sus ojos dorados estaban centrados en ella, lo cual provoco que de sus labios escapara una de aquellas tiernas sonrisas las cuales eran las favoritas de Inuyasha, aún así no podía evitar sentir algo de celos, ya que todas las chicas, estaban mirándolo.

Pero también se le hacia algo extraño verlo ahí, ya que su amado ojidorado se había especializado en Ortopedia, y no en Pediatría por lo tanto no comprendía por que estaba en una clase que no pertenecía a su ramo de la medicina, (Lo que Aome no sabia era que durante el tiempo que ella había vivido en Hon-Kong, e Inuyasha aún se encontraba en la universidad estudiando su carrera, varias veces asistió a su padre durante varios alumbramientos en el hospital, además de que había leído algunos de sus viejos libros de medicina, por lo que además de especializarse en la Ortopedia, también sabia algo de la Pediatría).

-Bienvenidas, señoritas.-las saludo Inutashio.

-Gracias.-respondieron unísonas.

-Después de tomar esta clase algunas de ustedes ya tendrán los conocimientos necesarios para poder entrar al quirófano, originalmente yo seria quien les daría a ustedes las practicantes esta clase, pero mejor he decidido que lo haga mi hijo Inuyasha ya que él tiene un conocimiento un poco más amplio al respecto, en esta parte de la Pediatría.-informó Inutashio.

-Esta bien, profesor.-respondieron unísonas nuevamente.

Cuando Inutashio se retiro del aula la clase comenzó, todas las presentes estaban muy atentas a cada palabra que decía Inuyasha, pero más que entender la clase solo podían concentrarse en él. Mientras tanto Inuyasha escribía unas cuantas cosas en un pequeño pizarrón, que se encontraba en una de las esquinas del aula, a la vez que explicaba cada una de ellas, centrando su mirada de oro fundido en aquella bella muchacha de ojos chocolate, la cual tomaba con gran precisión apuntes sobre la clase.

-Bien eso fue todo, por hoy.-informó Inuyasha mientras borraba el pizarrón.

Los rostros de todas las chicas se desanimaron, ya que para todas ellas la clase había terminado demasiado rápido, para que les hubiese quedado perfectamente claro, todo lo referente al “Alumbramiento Perinatal”.

-Las veré mañana, para realizar la primera práctica.-mencionó Inuyasha.

-Si.-respondieron unísonas.

Aome estaba apunto de salir del aula, para encontrarse con Rin en la puerta del hospital, para que se fueran juntas a casa como siempre. Cuando Inuyasha la llamó.

-Señorita Higurashi…-llamó Inuyasha.

-¿Si doctor?-preguntó Aome volteándose para mirarlo de frente.

-Eh… necesito hablar con usted de unas cosas, que me pidió mi padre.-respondió Inuyasha algo nervioso observando sus expresivos ojos chocolate.

-Si, claro.-accedió Aome y después miro a Nayumi y agrego.- ¿Te importa si no te acompaño?

-Claro que no, Aome.-respondió Nayumi.

Una vez solos…

-¿Y bien de que quería hablarme doctor?-preguntó Aome.

En ese momento Inuyasha se acerco lentamente a ella sin quitar su vista de oro fundido de aquellos dulces ojos chocolate, hasta que se acerco lo suficiente estaba apunto de darle un beso lleno de ternura, pero se detuvo y dirigió su mirada al delicado y fino cuello de la joven.

-Aún lo conservas…-pronunció Inuyasha con cierto auge de nostalgia tomando entre sus dedos el pequeño dije en forma de rosa.

-Así es yo… no pude deshacerme de el…-admitió Aome algo sonrojada y nerviosa por su cercanía.

Continuarà------------------------------------------------------------------

Espero que les haya gustado no me maten por dejarlo ahì el siguiente cap se los traigo el Lunes o Martes ya saben

Pequeño Adelanto:

-Debo… entrar ya…-objeto Aome algo agitada tratando de separarse de sus labios.

-Inu… Inuyasha…-musitó Aome con cierta dificultad mientras sentía sus labios deslizarse por su cuello.

Cuidense mucho sayo...

 

Hola mis apreciadas amigas y lectoras aquì vengo como prometì a dejarles el siguiente cap de esta historia que por lo que veo esperaban ya ansiosas gracias por todos sus posts y me gusta *w* ¡Ya 20 paginas! Apenas lo creo de verdad les gusta la historia y eso me halaga bastante esta conti va dedicada a mis hermanitas Alexa Masoray Alex Black Buterffly y AomeEuni hermanitas son las mejores en serio gracias por su apoyo con lo de... ya saben en fin si màs disfruten.

Capítulo 67 Prácticas

El joven de cabellos plateados sonrió al escuchar aquella confesión de los tiernos labios de Aome, ya que desde que habían vuelto a reencontrarse después de tanto tiempo lejos, y aunque nuevamente la había besado aquella noche, en la boda de Akari. Aún así seguía deseando escuchar de su boca, que en todos esos años no había podido desprenderse por completo del recuerdo de aquel ferviente amor, de adolecentes que se tuvieron al iniciar la preparatoria.

La confesión de que no pudo deshacerse de aquel dije que le había dado aquel verano que pasaron juntos, en una hermosa noche estrellada para así sellar su promesa de amor, hicieron que en sus ojos de oro fundido brillara por un instante la esperanza, de recuperar aquel amor que creyó perdido para siempre el día en que Aome se había marchado a Hon-Kong, negándose a escucharlo.

-Princesa…-llamó Inuyasha mirándola fijamente, se acerco poco a poco a poco a sus labios acaricio tiernamente su dulce rostro con una de sus manos, mientras que con la otra la abrazo de la cintura atrayéndola así más hacia su cuerpo bien formado.

Aome a su vez llevo ambas manos al cuello de Inuyasha por instinto más que nada, estando a unos centímetros de sus labios, cerro los ojos esperando sentir su tierno rose con los de ella, pero en ese momento…

-Tengo que irme…-pronunció Aome abriendo los ojos mirando el rostro de Inuyasha, tan cerca del suyo quien continuaba con los ojos cerrados, pero que aún así lucia perfecto.

-¿Por qué?-preguntó Inuyasha abriendo los ojos y mirándola fijamente, sin soltarla de su agarre.

-Es que tengo que ir a recoger a Luna, Áyame me dijo que hoy la daría de alta.-respondió Aome mientras sacaba su celular de un pequeño bolsillo de su bata abriendo, la tapa mostrándole así un mensaje de texto que decía.

Buenas noticias Aome,​

Luna ya esta completamente bien,​

Así que hoy mismo, la daré de alta​

Besos.​

Atte:​

Áyame.​

-Esta bien.-acepto Inuyasha mientras la soltaba de su agarre y después le preguntó.- ¿Te parece si te acompaño a recogerla?

-Si, por supuesto.-respondió Aome sonriendo mientras tomaba sus cosas.

-Permítame, señorita.-pidió Inuyasha mientras le abría la puerta del aula.

-Gracias, caballero.-agradeció Aome de forma juguetona.

Al salir del aula ambos caminaron por el largo pasillo hacia el elevador, una vez que las puertas de este se abrieron bajaron hacia el primer piso, y después se fueron al estacionamiento, todo el personal del hospital se había ido a casa e incluso ninguna de las otras practicantes estaba ya en el edificio, por lo que nadie los vio irse juntos.

Una vez en el estacionamiento Inuyasha le abrió educadamente la puerta del copiloto de su deportivo plateado para que se subiera, después de que Aome subió al auto se dirigieron, a la clínica veterinaria Takari para recoger a Luna.

-Buenas noches, señorita.-dijeron unísonos.

-Si, ¿En que puedo ayudarlos?-preguntó la recepcionista amablemente.

-Venimos a recoger a una perrita labrador que fue intervenida hace unos días, se llama Luna.-respondió Aome.

-Si un momento permítanme, avisarle a la doctora Áyame.-pidió la recepcionista mientras marcaba un numero en el teléfono.-Doctora aquí esta la dueña, de Luna.

-Que bueno Enyu, dile que pase a mi consultorio.-informó Áyame desde el otro lado de la línea y después colgó.

-Dice la doctora Áyame que pasen a su consultorio, se encuentra al final del pasillo.- indicó Enyu.

-Gracias.-respondió Aome.

Ambos caminaron por un largo pasillo que comenzaba desde la recepción, hasta el fondo donde había una puerta de madera marrón donde estaba grabado “Doctora Áyame Tachibana Veterinaria General” En color plata cubierto por un delgado rectángulo de vidrio, esmerilado.

-Adelante.-indicó Áyame al escuchar que golpeaban levemente la puerta.

-Hola, Áyame.-saludo Aome sonriendo.

-Hola, Aome.-respondió Áyame feliz.

-¿Dónde esta Luna?-preguntó Inuyasha entrando detrás de Aome y cerrando la puerta del consultorio.

-Inuyasha que sorpresa, verte aquí.-respondió Áyame ignorando su pregunta y mirándolos fijamente.

-Eh… Bueno… ¿Y Luna?-volvió a preguntar Aome tratando de disimular sus nervios por la mirada insistente de Áyame.

Creo que Aome esta apunto de reconciliarse con Inuyasha, pero mejor no insisto en saber más por ahora.-pensó Áyame.

-En seguida, mando traerla.-respondió Áyame mientras marcaba un numero en el teléfono que estaba sobre su escritorio y luego de un momento colgó.

A los minutos de que Áyame hubiese colgado el teléfono, entro al consultorio una joven de piel blanca, ojos verdes y cabello rubio vestida, con un uniforme de enfermera blanco, con pequeños detalles verde crema. Una de sus manos sostenía con cierta firmeza y suavidad a la vez, una correa lila al final de esta había una especie de gancho de metal, que se encontraba sujeto al collar de Luna que estaba hecho de piel café con pequeños dibujos dorados en forma de hueso, al igual que su placa de identificación.

-Gracias Aiko, puedes irte.-informó Áyame tomando la correa.

-Si hasta mañana, doctora.-respondió Aiko y después salió del consultorio.

Áyame se inclino un poco, y quito la correa del collar de Luna.

-Luna…-llamó Aome con alegría en la voz.

Al escuchar su nombre de los labios de su bella dueña, Luna corrió hacia ella ágilmente sobre sus cuatro patas, lo cual era una prueba más que clara, de que ya estaba completamente recuperada. La chica de ojos chocolate a su vez se puso de rodillas y la rodeo con ambos brazos, abrazándola con ternura sintiendo al fin después de varios días muy largos, un gran alivio en su corazón.

-Gracias por curarla Áyame, la has hecho muy feliz.-mencionó Inuyasha sonriendo observando aquella dulce escena.

-De nada Inuyasha es mi trabajo, además se lo que Luna significa para Aome.-respondió Áyame feliz.

-Ya llegue, mamá.- dijo Aome abriendo la puerta pero nadie le contestó pero eso era algo normal ya que era algo tarde.

-Bien, será mejor irme.-mencionó Inuyasha entregándole la correa.

-Si gracias, Inuyasha.-respondió Aome mirándolo fijamente.

En ese momento Inuyasha se acerco poco a poco a su rostro, y entonces la beso tiernamente deslizando una de sus manos hacia su cintura, atrayéndola más hacia su cuerpo intensificando más aquel beso tan tierno, como si el tiempo no existiera, explorando cada parte de su boca.

Después de aquel beso el joven de ojos dorados se marcho, y Aome cerro la puerta de entrada subió a su habitación, se vistió con una camisón de seda durazno que marcaba sus delicadas curvas, y se metió a la cama, quedándose profundamente dormida.

Al día siguiente se despertó muy temprano, saco de su closet su uniforme, se vistió y peino su cabello alisándolo perfectamente, se coloco aquel dije en su cuello tomo su bolso, y bajo al comedor con una gran sonrisa.

-Buenos días.-saludo Aome feliz mientras se sentaba en su sitio habitual del comedor.

-Buenos días hermanita, hoy estas muy feliz.-comentó Rin.

-Es verdad.-concordó Sukiomi.

Aome no contestó nada sobre esos comentarios tan acertados solo siguió desayunando, en silencio mientras recordaba todo lo ocurrido el día anterior, en ese momento tocaron a la puerta sin decir nada se levanto de la mesa, y se dirigió hacia la puerta aún con esa sonrisa, en los labios.

-Buenos días, gatita.-saludo Houyo al verla abrir la puerta.

-Buenos días, Houyo…-respondió Aome desvaneciendo un poco su sonrisa.

-Vine por ti para acompañarte al hospital, ya que no te he visto en estos días.-explico Houyo.

-Ya veo.-respondió Aome.

Después de la sorpresiva e inesperada visita de su “prometido”, la joven de cabello azabache entro de nuevo a su casa tomo su bolsa y su abrigo, que se encontraban colgados en el respaldo, de una silla del comedor.

Por ultimo antes de irse acaricio levemente la cabeza de Luna, que se encontraba acostada en su cómoda cama una cesta hecha de mimbre, dentro de la cual había una almohada muy suave, y después se fue al hospital.

-Gatita… ¿Estas bien?-preguntó Houyo.

-Si.-respondió Aome sin prestarle mucha atención.

-¿En verdad estas bien gatita?-volvió a preguntar Houyo con insistencia.

-Si en serio, estoy bien Houyo.-respondió Aome mostrando una sonrisa falsa.

-Es que te…-pero antes de que Houyo pudiera preguntarle algo más Rin lo interrumpió.

-Ya llegamos.-informó Rin.

-Gracias por acompañarnos, Houyo.-mencionó Aome.

-De nada gatita, te veo en la tarde.-respondió Houyo dándole un suave piquito en los labios.

-Esta bien.-accedió Aome y después entro al hospital.

-Hasta luego, Houyo.- dijo Rin dándose media vuelta para entrar también al edificio.

-Adiós, Rin.-respondió Houyo y después agrego.-Por cierto Kohaku me pidió decirte que también vendrá por ti, hoy en la tarde.

-Ok gracias, por avisarme.-mencionó Rin antes que la puerta automática se cerrara.

-De nada.-respondió Houyo y después se fue.

Ambas entraron juntas al elevador, y subieron al tercer piso. Cuando las puertas se abrieron Natsumy y Nayumi ya las esperaban, así que cada una se fue con sus respectivas compañeras, a sus aulas correspondientes.

Llevaron acabo sus prácticas con gran éxito, lo cual significaba que tanto Rin como Aome, estaban listas para entrar al quirófano. Y así al fin desarrollarse, en sus respectivas áreas de la medicina.

El tiempo transcurrió muy rápido casi como un abrir y cerrar de ojos, el reloj del aula de practicantes de pediatría indicaba las 6:15pm, pero nadie se había levantado de su lugar Aún. Todo continuaba en un silencio total.

-Bien eso fue todo felicidades, por sus grandiosas practicas.-pronunció Inuyasha.

Todas las practicantes se pusieron de pie, y comenzaron a salir del aula. Muy desanimadas debido a que sus practicas, sobre el “Alumbramiento Perinatal” habían terminado, lo que significaba que ya no verían más a Inuyasha, ya que de todas las chicas, que habían tomado su clase.

Solamente dos de ellas trabajarían con él dentro del quirófano, durante los alumbramientos u operaciones, que realizara en un futuro. La primera seria su mano derecha, y la segunda estaría como suplente de la primera solamente, en caso de una enfermedad, o accidente.

-Mañana les diré quienes de todas ustedes, trabajaran conmigo.-informó Inuyasha.

La joven salió del aula, y se dirigió al elevador para bajar al primer piso, e irse a casa con Rin. Estaba por entrar en el cuando sintió que alguien la detenía del brazo, así que giro levemente su rostro para ver, de quien se trataba.

-Déjame llevarte a casa, princesa.-pidió Inuyasha mirándola dulcemente.

-Si.-respondió Aome sonriendo.

El trayecto de ida a casa fue demasiado corto para gusto de Aome, ya que en lo que pareció un parpadeo, se encontraban frente a su casa. Antes de bajar del coche saco su celular de su bolsa y vio la hora eran las 7:30 pm, había acordado con Houyo que se verían a las 7:00 pm en punto para hablar sobre su compromiso, llevaba 30 minutos de retraso, pero la verdad era que eso, no le preocupaba mucho.

Guardo de nuevo el celular en su bolsa, miro a su amado ojidorado y dejo escapar un suspiro de pesar, ya que Aún no quería despedirse de él. Inuyasha no dijo ni una sola palabra solamente le sonrió dulcemente, y beso sus labios fue un beso tierno, dulce lento y muy suave, llevando una de sus manos a su cintura, lo cual hizo que la joven de cabello de ébano lo atrajera más a su cuerpo, colocando sus manos en su cuello ante esa acción el chico de ojos dorados deslizo la mano que se encontraba en la cintura de Aome hacia su abdomen, el aire estaba por terminársele pero aún así no quería, separarse de sus labios.

-Debo… entrar ya…-objeto Aome algo agitada tratando de separarse de sus labios.

-Aún no princesa, por favor…-susurró Inuyasha al oído mientras bajaba sus labios a su delicado cuello.

-Inu… Inuyasha…-musitó Aome con cierta dificultad mientras sentía sus labios deslizarse por su cuello.

Ambos estaban perdiéndose en los tiernos besos y delicadas caricias del otro, sus corazones estaban latiendo como nunca antes, ese amor que sentían desde hace años seguía intacto, incluso mucho más fuerte que antes. Pero a pesar de amarse tanto no podían estar juntos, aún ya que seguían existiendo dos grandes obstáculos el primero era el compromiso de Aome con Houyo, aunque eso ya pronto acabaría y el segundo que era el más importante Aome, aún necesitaba saber la versión de Inuyasha sobre lo que realmente había pasado entre Kikyo y él, aquel día. Pues aún cuando ya habían pasado cuatro años, la herida y el dolor de lo ocurrido provocando su separación, seguían latentes en su corazón.

Continuara------------------------------------------------------------------------

Espero que les haya gustado no me maten por dejarlo ahì el siguiente cap de nuevo estara dividido en 2 partes la primera se las traigo el viernes o sàbado

Pequeño adelanto:

-Houyo lo que voy a decirte, es…-respondió Aome algo nerviosa sin poder terminar de hablar debido a su cercanía.

¿Què pasara...? Bueno... las veo el Viernes o Sabado cuidense mucho sayo...