Un Amor Claroscuro. Inu-kag.

Hola, nuevamente vuelvo con un nuevo capítulo de mi querido fic, de seguro no se esperaban que regresara tan rápido XD​

Pero bueno, debo aprovechar que aún no me tienen de mecate corto en la U, aunque empecé fuerte la semana anterior.​

Bueno, sin más qué decir, les dejo mi nuevo capítulo que espero les satisfaga durante un buen tiempo hasta que pueda volver a actualizar. :)​

Capítulo 11: ​

Negación​

Sentimientos reencontrados.​

*¿Por qué? ¿Por qué si me negué, si me prometí a mí mismo, no volver a tener otra relación con otra mujer?

¿Por qué entonces, mis sentimientos se empeñan a derrotar mis pensamientos? ¿Por qué me hace sentir tan bien su cálido abrazo?
Y aún así… ¿Por qué disfruto aunque tenga miedo?
Ella…no… Yo no puedo enamorarme de Kagome.*

— ¡Feh! (Definitivamente el amor es algo estúpido, siempre hace que me confunda.)
— ¿Eh? —Volví a ver— ¿Dijiste algo? —Pregunté curiosa ante lo que me pareció una extraña queja.
—No, nada (respondí volteando mi cara hacia un lado)
— ¿Tienes sed? —Cuestioné nuevamente al sentir mi garganta seca.
— ¿Ah? Sí, un poco, pero no es nada (contesté al sentir que ella me jalaba un poco hacia un lado, haciendo su abrazo un poco más fuerte)

— ¿Cómo no va a hacer nada? Mmmm ¿Qué quieres de tomar? Con gusto iré a traerlo para ti—ofrecí de manera amable.
—No tienes por qué molestarte Kagome. (Bajé la cabeza de manera tímida, lo cual no podía explicarme ¿Cómo podía estar tímido?)

*¿Por qué me comporto tan amable con ella? ¡No quiero ceder ante este estúpido sentimiento de nuevo!*

—No son molestias Inuyasha, con gusto iré a traer algo, sólo espérame aquí ¿quieres? —sonreí al darme cuenta de su gran rubor, y lo tímido que se estaba comportando.

Era extraño, de un pronto a otro Inuyasha se estaba comportando muy amble, no era a lo que me había acostumbrado desde el momento en que le conocí.

También aquella nostalgia que sentía en él, se había disipado poco a poco; ahora sólo podía percibir nerviosismo y sonrisas tímidas que se le escapaban de vez en cuando, ya que cuando se percataba de tal acción, de inmediato regresaba a su mirada seria e intensa de siempre. Lo que provocaba que esas simples pero tiernas acciones me gustaran más de él.

—No Kagome, tal vez más tarde ¿De acuerdo? (Está bien, lo admito, me siento extraño, y ahora casi no puedo caminar, ya que me mis piernas están casi temblando, extrañamente siempre que me sucede cuando ella esta hablándome. Es patético…)

— ¿Inuyasha te sientes bien? —se ve mal, ¿Qué le ocurre? — ¿Qué tienes? No tienes buena cara—cuestioné preocupada—te ves pálido ¿no quieres sentarte? —nuevamente pregunté mientras deteníamos el paso.

*Rápidamente Kagome me sacó de una manera muy abrupta de mis pensamientos.*

—Tranquila, me siento perfectamente (aseguré mientras mentía, ya que sentía que mis piernas eran un espagueti, y qué decir de mi estomago, pues creía que si metía algo de comida, obviamente lo expulsaría de la peor manera. ¿Cuándo diantres se callará esta mujer? ¡Cada vez me pone peor!)

*De pronto sucedió lo que más temía, mis rodillas cedieron ante el peso mi cuerpo, y terminaron por traicionarme vilmente, provocando mi caída al suelo.*

— ¡Inuyasha! —Grité despavorida— ¡Ay no! —Rápidamente me puse de rodillas y me acerqué a él— ¿Estás bien? —Pero no obtenía respuesta alguna, sólo tenía su rostro a lado contrario— ¡Dime! —Le exigí mientras tomaba de su rostro para que me voltease a ver, pues seguía sin tener una respuesta por su parte, recordándome que él no podía verme, lo que terminó por frustrarme.

*Simplemente no lograba hacer que mi estúpida boca formulara alguna coherencia de momento, resultándome extremadamente difícil pensar, debido a lo frustrado y enojado que me encontraba.

Sólo podía sentir sus cálidas y suaves manos rosar mi rostro; escuchar su dulce voz entrar por mis oídos, que provocaban el deseo de sentir una vez más esa melodiosa pero preocupada voz entrar por mi ser.*

— ¡Inuyasha! ¿Me estás oyendo? ¡Dime qué te pasa por dios! —Rogué sin obtener algún signo de respuesta de su parte, logrando ponerme más preocupada que antes, era como si su meta fuera la de ignorarme— ¡Inuya—pero había sido interrumpida por él en un instante, siendo por un momento muy confuso para mí, acción por la cual había hecho que cerrará con fuerza mis ojos a verlo aproximarse tan rápido.

Abrí mis ojos y me tope con los dorados de él. ¡Oh por dios! ¿Acaso es mi imaginación? ¡Mi corazón palpita tan fuerte, y rápido que parece que va a reventar! Y lo más impresionante es que Inuyasha haya sido quien tomó la iniciativa.

* ¡Yo no soy así! ¡Ni siquiera llegué a ser así con Kikyo! Nunca he sido impulsivo, no por absurdos sentimientos como el amor. No sé qué me pasó… ¡Simplemente mi cuerpo se movió sólo!*

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Hoy era lunes y me encontraba en mi oficina firmando algunas cartas y digitando una que otra cosa en el ordenador.

No me había atrevido a llamar a casa de Miroku para hablar, aunque sea con Inuyasha un poco por lo que sucedió aquel día, o saber si se encontraba bien luego de esa extraña caída.

No sé porqué, pero tenía un poco de miedo, ya que ese chico no es como los demás hombres que he llegado a conocer, él posee algo, ese no sé qué, que provoca un estremecimiento en mi ser.

Ya que aún sigo sin creer lo que Inuyasha hizo ese sábado…me he sentido confundida pero a la vez muy feliz, no quise demostrárselo, ya que me había tomado por sorpresa, y no sabía qué hacer.

Cuando por fin pude mover mi cuerpo, Miroku y Sango aparecieron, e Inuyasha me empujó con fuerza, mientras él se levantaba con rapidez.

Al parecer, no era algo que él hubiese planeado, pues estaba muy avergonzado, trataba de ocultarlo pero no podía, lo que provocó que Miroku lo molestara y que él tratase de golpearlo. Imagino que mis amigos no sabían qué había ocurrido entre nosotros.

—Ah…—suspiré tras recordar aquel acontecimiento, que ahora tiene mi cabeza dando vueltas—él dice siempre lo que piensa…no titubea al hacerlo…pero entonces ¿Por qué no me dijo nada luego de lo que sucedió? —Seguidamente llevé lentamente mi mano hacia mi boca, rozando mis yemas contra mi labio inferior con delicadeza—… ¿Qué haré? —musité pensativa.

De pronto comenzó a timbrar el teléfono, logrando sacarme de aquel transe en el que me encontraba, y contesté.

— ¿Hola?
— ¡Kagome, hola! ¿Cómo estás? —saludó Miroku.
—Estoy bien ¿Y tú? —Si supiera cómo estoy.
—Bien gracias, Kagome. Te llamaba para pedirte un gran favor—dijo Miroku de manera rápida y preocupada.

Lo que me puso en alerta, ya que un escalofrió no dejaba de recorrer mi espalda. ¿Será un mal presentimiento?

— Claro ¿De qué se trata Miroku? Dime sin problema—dije mientras sonreía como tonta ante mi estúpida respuesta.
—Es que tengo una emergencia familiar. Mi abuelo Mushin se cayó de las escaleras, y se encuentra en el hospital de la capital. Así que quería saber si tú podrías cuidar de Inuyasha, aunque suene totalmente extraño je, je. Sólo sería durante una pequeña semanita. ¿Es mucho pedir?

— ¿¡Cuidarlo!?—Exclamé, quién me manda de tonta.
—Sólo será una semana—rogó Miroku por el teléfono—él quiere que lo deje solo, pero lo que me preocupa es que últimamente no me presta atención, se encuentra muy distraído, y varias veces se ha golpeado no sólo con su cama, sino con todos los muebles de la casa. No se parece a Inuyasha, no a lo que yo estoy acostumbrado, siquiera me insulta cuando le molesto.

—Ya veo…—comenté pensativa, ¿acaso Inuyasha se encuentra igual que yo?
—Simplemente no estaría tranquilo con dejarle solo. Por eso te pido ese favor a ti Kagome, porque confió en ti, pero entenderé si no deseas hacerlo, ya que Inuyasha molesta demasiado.
—No te preocupes Miroku, además, ya te había dicho que sí— ¿¡De dónde salió eso!? Nuevamente salgo tonterías… ¿Qué voy a hacer conmigo?

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*Inicios de semana…las 7:00 de la mañana, pues a esa hora suele despertar Miroku, sólo que esta vez fue con un grito de niña que no soporto, lo que provocó que me despertara tan temprano.

El porqué del chillido de Miroku se debió a que nuestro abuelo Mushin tuvo un accidente con las escaleras, debido a eso, Miroku se encontraba muy preocupado.

Así que puedo suponer que ahora son las 9:00 a.m. luego de tanto tiempo de estarle escuchando que tenía que hacer muchas cosas.*

— ¡Ah! —Suspiré estando en el sillón de siempre—Lunes ¿eh? —musité de manera pesada.

*No logro sacarme la voz de Kagome del pensamiento, no tuve una buena noche por estar pensando en esa tonta de Kagome.*

—Inuyasha será mejor que te levantes, ya que pronto me iré—dijo Miroku tocando en una pasada mi cabeza.
—mmmm lo que sea, déjame solo…—contesté para simplemente darle la espalda aún estando en el sillón.

*Le dije a Miroku que no se preocupara por mí, sino por el abuelo, es decir, de nada vale que yo le acompañe.

Simplemente seria una carga para Miroku, ya que quiere llegar pronto a la capital, simplemente solo le retrasaría, eso lo tengo muy en claro, y Miroku también, así que esta vez no sé porqué se encuentra tan preocupado por mí.

Ya que durante un rato estuvo llamando varios amigos, para que hicieran una buena obra al prójimo en cuidar de mi, pero nadie quería debido a mi fama, pero creo que ya ha encontrado a alguien que lo haga.

No me gusta la idea de que alguien me cuide, con costo se lo permito a Miroku, pues me puedo cuidar perfectamente, así que cuando llegue esa persona la sacaré a patadas si puedo.

—Inuyasha, ve a ponerte una camisa, cuántas veces debo decirte que cuando esperamos visitas que no te andes en bóxer—se quejó Miroku.
—Ah…lo que sea—respondí sin prestar atención.

Ni siquiera podía dormir un rato en el sitio que más me gustaba de la casa, debido a los constantes toques en mi cabeza por parte de Miroku, y por la tonta de Kagome…razón por la cual desde el sábado en la noche no podía ni pegar las pestañas, pues no paraba de recordar lo sucedido ese día.

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Me encontraba ya frente a la puerta de la casa de Miroku, me encontraba nerviosa, y temerosa de ver a Inuyasha, ya que no hemos tenido ninguna conversación luego del sábado…

—Me pregunto…en qué piensa Inuyasha…

Rápidamente me dispuse en tocar la puerta, tres veces toqué para ser exacta. Siendo recibida por un apurado Miroku.

—Kagome, bienvenida—saludó Miroku mientras me invitaba a pasar.
—Hola, discúlpame si llegué muy tarde pero tenía que pedir permisos en el trabajo, y llegar a casa a hacer mi maleta—sonreí con timidez.

—No te preocupes Kagome, yo también he estado un poco atareado—sonrió—como verás…—comentó Miroku mientras señalaba con su pulgar a Inuyasha tirado en el sillón dónde lo vi por primera vez—Inuyasha está ahí como siempre, dormido. Así que no te extrañes mucho si lo vez la mayoría de las veces en el sillón—sonrió nuevamente Miroku.
—sí, lo noté…parece que está dormido, será mejor que no le despierte—sonreí como tonta, aunque era verdad, no quería despertarlo, ya que me sentiría muy incómoda, y aún más porque estaba con su ropa interior.

—bromeas, esta vez lo dejaré dormir, me ha contado que desde el sábado no ha podido dormir bien, pero no ha querido decirme la razón exacta—comentó Miroku mientras observábamos a Inuyasha—Ven Kagome, te mostraré la habitación en dónde dormirás durante este tiempo.
—Está bien—respondí mientras le seguía.

Subimos las escaleras en espiral hasta llegar a la habitación para que dejara mis cosas en la cama.

—Olvidaba decirte Kagome, que por favor, nunca, pero nunca cambies nada de su sitio, como muebles, mesas y ese tipo de cosas. Y si lo haces, por favor dile a Inuyasha—recomendó mi amigo.
— ¿Qué pasaría si no se lo digo? —Cuestioné de manera curiosa.
—Eso es porque Inuyasha posee un mapa mental de la casa.
—Ecolocación…—musité pero aún así Miroku me escuchó.
—Ah, sabes sobre eso.
—Sí, Inuyasha me trató de explicar un poco de qué se trataba.
— ¿Entonces ya sabes el porqué no puedes hacerlo si informar a Inuyasha?
— ¿Porque él podría tropezar?
—Así es—afirmó Miroku.

Y así seguimos hablando, mientras Miroku me mostraba todo en la casa, desde el baño, hasta las cosas en la cocina. Por último él se despidió de mí, y se fue dejándome con Inuyasha, el cual aún seguía en brazos de Morfeo.

Durante todo ese rato, estuve limpiando la casa, pues me parecía que estaba muy polvorienta, pero sin cambian nada de su sitio, al terminar jugué con Kirara, ya que me encontraba un poco aburrida, y no quería despertar a Inuyasha mirando la televisión.

Mientras llegaba la tarde, casi noche para ser exacta, e Inuyasha seguía sin despertar, provocándome una ligera preocupación, ya que desde la mañana no había comido nada, según creo.

—Ya se, haré algo de comida para cuando despierte pueda darle algo a su estomago—dije en voz baja para no despertarle.

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*¿Qué es ese olor?...Huele demasiado bien…Miroku debe estar mejorando en la cocina…*

—Ah… (Bostecé) ¡Qué bien dormí!, supongo que dormí lo suficiente por estas últimas noches en que no pude. (Comenté para mi mismo) Miroku ¿Qué estás haciendo de comer? Espero que sepa bien, ya que lo último que cocinaste sabia a rayos ja, ja (me burlé de él solo para verlo molesto.)

—Veo que ya has despertado—comenté mientras me acercaba a la sala de estar— ¿Dormiste bien? —Pregunté con amabilidad, será mejor que me comporte como si no hubiera pasado nada, ya que tal vez él no quiso hacerlo. Estaré a la expectativa tal vez él quiera ser quien dicha la primer palabra.

*¿Kagome? ¡Es cierto! ¡Miroku ya se hbia ido!*

— ¿¡Qué haces tú aquí!? (No me digan que ella…) ¿Qué diantres haces tú aquí? (Volví a preguntarle mientras tomaba asiento)
—Miroku me preguntó si podía hacerte compañía y ayudarte en esta semana. Espero no serte una molestia—comenté mientras me acercaba un poco hacia dónde él se encontraba—estoy haciendo la cena, por si deseas comer algo, pero antes de eso, supongo que deberías tomar un baño, y cambiarte de ropa—le recomendé, ya que debía suponer que no se había bañado, pues…aún estaba en sus bóxers.

No puedo creer que sea como un niño pequeño al que hay que mandar a bañar. Me causa tanta vergüenza verle así, ya había conocido sus antiguos bóxers rojos, ¿Y ahora me tocaba ver los azules con lunitas?

— ¡Eh! (¿¡Diablos, ya es de noche!? ¡Y aún sigo en bóxers!)

*Rápidamente me puse de pie sin decir una palabra, la vergüenza carcomía cada parte de mi cuerpo, impidiéndome articular alguna palabra que no fuera una maldición, así que me quedé completamente callado.

Sé que en mi interior que ansiaba escuchar su voz, y permanecer junto a ella de alguna manera, pero definitivamente no en esta condición tan vergonzosa.*

— ¿Por qué tan callado, eh? —pregunté con una leve sonrisa en mi rostro—vamos, ve a alistarte para que puedas comer—agregué tímidamente mientras dejaba que él se encaminara a lo que suponía, ponerse más ropa encima.

¡Por dios me siento tan avergonzada! Es la segunda ocasión en que lo veo de esa manera, y mi corazón no deja de latir con fuerza, seguido por mis mejillas totalmente rojas.

—Regreso al rato (pude balbucear con la mínima claridad en mi voz quebrada gracias al nervio y a la vergüenza. Ahora entiendo porqué Miroku me regañaba tanto.)

*Subí por las escaleras con rapidez, dirigiéndome al baño, para meterme a la regadera lo más rápido posible, en un vago pensamiento, de que si me caía el agua encima, que así podría largar la vergüenza de mí ser.*

— ¡Pero es completamente inútil y estúpido! (Grité mientras tomaba mis cabellos, sintiendo como el agua tocaba cada parte de mi cuerpo, provocando una sensación refrescante.)

*Amor…Estúpido sentimiento el que permito entrar mi conciente.*

—Mira por lo que me hace pasar (me quejé, sintiendo como mi corazón no paraba de latir con la misma fuerza que hace un rato cuando Kagome me habló.) Ya veo…así que al fin he cedido a ese sentimiento llamado “Amor”…aunque, yo no estoy completamente seguro…

*Terminé mi baño, y enseguida abrí la puertecilla de éste, dirigiendo mi mano en busca de la toalla para secar mi cuerpo.*

— ¿Dónde está? (Me pregunté a mi mismo, en busca del objeto, el cual… ¡No estaba!) ¿¡Por que hoy!? (Exclamé frustrado)

*¡Dios! ¿¡Cómo había sido tan estúpidamente distraído!? Había dejado la toalla al entrar a bañarme. ¿Ahora qué diantres haré?

¡Ya sé! Saldré rápido hacia mi habitación… ¡No, no, no puedo hacer eso, luego Kagome podría mirar! ¡Maldición, como me gustaría estar completamente solo!*

— ¡Maldición! ¿Qué haré? (creo que lo único que me queda es resignarme a esperar mi muerte en el baño, o a pasar una de mis mayores vergüenzas con Kagome) ¡No, no puedo, prefiero morir en el baño!

— ¡Inuyasha! —Le llamé mientras tocaba a la puerta del baño—pronto serviré la comida, espero que no tardes, sino se puede enfriar—agregué sonriente al saber que él podría probar lo que había preparado.
—Mierda (y en todo sentido de la palabra, sólo me quedaba la rendición, y la vergüenza, el típico “Por favor y gracias”) Kagome (pronuncié su nombre con un tono endeble debido a la vergüenza por la que pasaba.)
— ¿Qué pasa? —Es extraño que me llame desde el baño… ¡Oh no! ¿¡Le habrá pasado algo!? — ¿Qué sucede Inuyasha, te ha sucedió algo? —pregunté temerosa y muy preocupada.
— ¡Diablos! ¡C-cállate y, y escúchame! Esto es muy vergonzoso.

Escuché quejarse a Inuyasha, para luego escuchar como quitaba el seguro de la puerta y la abría tan sólo un poco, dejando ver su cabeza aún mojada; al igual que una ferviente sonrojo en sus mejillas las cuales parecían estar al punto de casi estallar.

— ¿Podrías…traer del cuarto de lavado una toalla? (¡Si quiera puedo hablar con normalidad!)
—Está bien—respondí devolviéndole el mismo sonrojo, ya que había entendido el porqué estaba tan avergonzado.

Rápidamente me alejé de la puerta, dirigiéndome hacia el cuarto de lavado, en busca de toallas limpias para que Inuyasha pudiese salir del baño. Al tener la toalla fui directo hacia el baño, y toqué la puerta.

—Inuyasha, aquí está la toalla, abre la puerta por favor—pedí gentilmente, mientras escuchaba como tiraba maldiciones al aire, lo que me provocó un poco de risa.
—Ya era hora (dije mientras me dirigía casi trotando hacia la puerta) ¿Por qué carajos tardaste tanto Kagome? ¡Me muero de hipotermia por la bendita brisa que se mete por la ventana! (Me quejé mientras abría la puerta)
—No seas insolente, mira lo buena que soy en venir en tu ayuda Inuyasha. Más bien deberías de decir “Gracias Kagome, por ayudarme a salir de mi apuro” —Me quejé mientras trataba de imitar su voz.

¿Cómo era posible que no me diera un simple gracias? Digo, ¿Qué le costaba? No era que fuera a morir por decirlo.

—Cállate, y dame esa maldita cosa de una buena vez (le exigí, mientras estiraba mi mano para tantear dónde estaba ella, tocando su hombro, siguiendo hasta lo que era su mano, la cual sujetaba el preciado objeto que deseaba.)

Me negué en darle la toalla, mientras sentía como él tironeaba de ésta constantemente.

De pronto sentí como Inuyasha tiró con mayor fuerza de ésta, provocando que perdiera el equilibrio, e Inuyasha también.

Como resultado había caído al suelo, y sobre Inuyasha, mientras la toalla caía sobre mi cabeza, quitándome por un instante la visibilidad.

— ¡Auch! —Me quejé.

*Kagome estaba apoyada sobre mí, parece ser que no se golpeó, lo que es un pequeño alivio, aunque yo no puedo decir lo mismo, pues mi espalda no deja de doler.*

— ¡Tonta Kagome! Se suponía que debías soltar la toalla (le reclamé adolorido por tal golpe contra el suelo)

*Definitivamente, el agua y el suelo no se llevan, pues había caído con mayor facilidad, luego de resbalar.

— ¿Te encuentras bien? (Le pregunté)
—Ah, sí, lo siento—contesté mientras seguía en su pecho…un momento ¿Su pecho? ¡Oh dios! Y él…Él esta…— ¡Ah! ¡Depravado! —Grité, ¡Esta desnudo, y yo sobre él, qué vergüenza!
— ¡Tú eres la depravada! ¡Y quítateme de encima! (Reclame al instante en que la empujaba hacia un lado mientras me ponía de pie)
—¡Kiah! —Seguí gritando luego de que me empujó, y cerré con fuerza mis ojos para no ver su esplendoroso cuerpo.

Me sentía muy avergonzada, el idiota se andaba de allá para acá en busca de la toalla y a como dios lo había traído al mundo.

Admito que deseaba ver ese abdomen fornido y duro de lavadero, pero no podía permitirme ser una depravada, así que seguí con mis manos tapando mis ojos.

— ¡Maldición, dónde está esa maldita cosa! (Exclamé mientras buscaba muy preocupado el paño, pues me encontraba desnudo, mientras que una de mis manos se encargaba en cubrir mi desnudez de la mirada de Kagome, que espero que no esté mirándome porque sería claro el suicidio.)

—Inuyasha…—musité con temor en mi voz y manteniendo mis ojos cerrados—la toalla, estaba en mi cabeza—dije mientras le extendía mi mano con la misma.
— ¿¡Qué!? (¡Es una aprovechada!) ¡Depravada! ¡Dame eso! (Exclamé mientras le arrebataba la mendiga cosa)

Rápidamente me puse de pie, y salí del baño, ¡Dios! Que vergonzoso, ¡Nunca me había ocurrido algo parecido con un chico!

— ¿Qué es ese olor? —Me pregunté al percibir un olor levemente a quemado— ¡Ah, la comida! —Grité mientras salía corriendo hacia la cocina.

Luego de un rato pude salvar la comida de una a catástrofe, y poder servirla a la mesa. Me dispuse a poner los vasos y platos para comer, mientras esperaba nerviosa la llegada de Inuyasha a comer.

Levanté mi mirada, y noté que venía caminado lenta y tímidamente hacia la mesa en la cocina.

—Puedes sentarte, en seguida te serviré de comer—comenté con nerviosismo.
—Eh…sí, gracias— ¿Acaso me agradeció?

Al parecer estaba comportándose muy amable, y quien no, luego de tal experiencia, ya que Inuyasha se encontraba una vez más con sus mejillas en un rojo fuego, mientras comenzaba a juguetear con sus manos de manera tímida sobre la mesa.

Me sentía nerviosa, la simple presencia de Inuyasha hacia que me sintiese así, me encontraba ansiosa también por escuchar su voz una vez más.

De pronto, un recuerdo vino a mi mente, una vez más el acontecimiento del sábado se proyectó en mi mente, ansiando poder probar de nuevo esa dulce caricia que Inuyasha me brindó en aquellos segundos, provocándome un escalofrió por mi espalda.

El roce que de sus labios había hecho con los míos, fue tan dulce y delicioso que provocó que mordiera levemente mi labio inferior, en un vago anhelo por poder probar esos labios de nuevo, pues me hizo sentir en el cielo mismo.

—Inuyasha…—pronuncié su nombre—dime…—simplemente no puedo más, necesito saberlo—lo que pasó el sábado—realmente deseo saber si ese beso significó algo o no—realmente
—No fue nada (respondí con una voz seca) no significó nada (agregué mientras volteaba mi cabeza hacia un lado)
—Ya…veo— logré articular… ¿Cómo, como pudo? Es mentira.

Rápidamente sentí un calor alrededor de mis ojos, mientras que mi vista se distorsionaba, las lágrimas luchaban por salir, pero me mantuve fuerte.

Aún cuando sentía un nudo en mi garganta el cual me impedía respirar con normalidad, mismo tiempo en pude percibir como mi corazón comenzaba a desquebrajarse de a pocos.

¿Por qué Inuyasha me dijo eso? Sabía que ese beso había sido algo más, algo dentro de mi me lo decía, pero sus palabras me resultaron tan hirientes que no sabía si creer o no.

¿Cómo era posible que un beso cambiara mi mundo? ¿Cómo era posible que un chico cambiara mi entorno?

Me perdía en sus ojos miel, los cuales lo mostraba serio, pero no seguro, era obvio que mentía, pero, ¿Por qué razón mentía?

Espero que les haya gustado mis querid@s lectores.
Solo me gustaría hacerles una pequeña petición, la cual también sería un bien para ustedes, simplemente es que por favor, se abstengan de hacer comentarios cortos, los cuales casi no aportan o demuestra si les gustó el fic; para que estos no sean borrados por algún moderador.

Pues a mi me duele mucho darme cuenta de que, a alguna de ustedes les han borrado su hermoso post, el cual se tomaron el tiempo por escribir, ya que demuestra que les ha gustado mi historia, y se molestan por segurla.

Sin más qué decir, me retiro.

Atte: Mikura 700.