Long-fic de Inuyasha - [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Re: [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Cáp. 19​

La fiesta en el club Shibuya​

(Parte II)​

Había hecho mi mayor esfuerzo por llegar a tiempo cuando caí en la cuenta…. ¡Si Kagome no tenía su celular, ¿cómo demonios sabría dónde sería la fiesta?! No tenía tiempo para resignarme, seguramente ya le habrían avisado por otros medios así que decidí continuar en marcha hacia el club Shibuya, ¡ya eran las 8:20pm y aún me faltaban otros veinte minutos para llegar! Durante el recorrido miré la ironía que claramente se dibujaba al ver mi agitado rostro reflejado en el retrovisor del autobús, es decir, jamás se me hubiera ocurrido verme en tal situación: ¡estaba tratando de evitar que Houjo bailara con Kagome en la fiesta…. Por celos! Quizás se debía a que la terapia finalmente había terminado de enloquecerme o simplemente el hecho de que el ángel de las desgracias, después de todo, no fuera tan mala persona…. ¡y vaya que tiene atributos! Su cabello azabache levemente despeinado y ondulado que cae como una cascada sobre su espalda, sus brillantes ojos de color chocolate, su busto muy bien formado y, para terminar de adornar el pastel, sus esbeltas y bien hechas piernas.

¡¡Irresistible tentación tramposa en la que fui a caer!!

No había sentido los minutos pasar pues seguía reflexionando en las consecuencias que podrían acarrear mis arrebatados actos por alejar al inadaptado geek de MI esperpento; finalmente el autobús se había parado a una calle del club Shibuya y simplemente tendría que correr todo el camino faltante. Me apresuré y corrí a todo lo que mis piernas daban cuando caía en cuenta de algo: ¡era una fiesta en parejas!

Busqué con la mirada algún alma solitaria que necesitara compañía de una desesperada persona como yo, pero desistí en mis intentos por conseguir parejas tan avanzada la fiesta pues dudaba que alguien fuera tan ridículo y capaz de ir solo a una fiesta de inauguración en parejas SOLO. Nuevamente veía la ironía personificada en mí y una enorme gota de sudor apareció sobre mi cabeza. Levanté mi rostro y apreté los puños; caminé decididamente y con plena seguridad hacia el vigilante corpulento que cubría la entrada al club. Lo miré inquisitivamente y fijé mi seria vista en sus ojos levemente cerrados a causa del entrecejo fruncido… aquél sería mi primer intento por entrar al club de aquella noche.

–Disculpa, Godzilla, pero estorbas mi camino. –dije intentando simular acento extranjero.

–Oh, disculpe su majestad, no sabía que el rey de Inglaterra nos visitaba al club. –replicó sarcástico mientras sonreía con malicia dejando relucir su diente de oro.

Lo miré irritado por varios segundos; estaba dispuesto a partirle el rostro a ese sujeto pero preferí volverlo a intentar…. Después de todo, el tipo medía casi el doble que yo y sus brazos eran como dos enormes masas asesinas listas para atacar.

–He dicho que me dejes pasar. –dije en tono soberano adquiriendo pose aristocrática.

–¿Y se puede saber con quien tengo el gusto? –bufó cínico mientras bajaba sus lentes oscuros dejando ver sus ojos azabaches.

–Pues soy una famosa figura artística…–murmuré un poco nervioso pero sin dejarlo relucir.

–¿Y a qué se dedica, señor celebridad? –preguntó nuevamente con aquél cinismo tan detestable.

–Pues yo… emm… me dedico al negocio de la música, soy un famoso cantante. –dije sudando fríamente por los nervios.

Me miró fríamente como si se estuviera burlando de mí en su interior. Luego de dudar unos segundos prosiguió con su interrogatorio.

–Y, sólo por curiosidad, ¿cómo se llama usted? –me preguntó cruzándose de brazos con severidad.

Mi mente actuaba rápidamente; era casi como un reloj cuyas agujas se movían el triple de rápido y no podía permitirme dudar por lo que inventé rápidamente un nombre que sonara extranjero y al mismo tiempo famoso.

–Inuseki…–tragué saliva pesadamente, como si dudara. –… mi nombre es Inuseki Taiyu.

Me miró impertérrito por algunos segundos y luego esbozó una enorme y, claramente, cínica sonrisa.

–Perdone mi intromisión, joven Inuseki, pero si es usted tan famoso como dice, ¿por qué razón viene solo a una fiesta para simples adolescentes, sin representante, identificación y ningún fanático desquiciado que lo esté siguiendo?

–Resulta que mi música aún no se vende en Japón. –repliqué casi automáticamente como si estuviera programado para ello. –Solamente soy famoso en Occidente pero muy pronto lo seré aquí también.

El corpulento tipo frente a mí se carcajeó por varios minutos colmándome la paciencia y haciendo que me surgiera una enorme vena sobre la frente. Finalmente, y luego de reír tan eufóricamente, adquirió una pose seria en su semblante y tomándome por los hombros me dijo:

–Suficiente, muchacho Inuseki o como quieras llamarte, el juego ya acabó. –decía mientras me arrojaba a la calle con toda su fuerza. –No pareja, no entras.

Miré como el gigantesco hombre regresaba al portón vigilando la entrada de la enorme fila de jóvenes con sus parejas respectivamente. Maldije al sujeto en voz baja mientras me levantaba y sacudía mi pantalón lleno de tierra a causa de la caída. Tenía un segundo plan y ese no podía fallarme, ¡era a prueba de imbéciles! Corrí decididamente a la parte trasera del club; no era más que un simple callejón por lo que deduje que sería fácil tumbar la puerta trasera a golpes y entrar.

–––––––––––––––––
–Malditos…. Idiotas… ¡me las pagarán! –advertí gritando desde las bolsas de basura sobre las cuáles había caído.

Tenía mi cuello y mis brazos rasguñados y un poco de sangre en mis manos –que pertenecía a los dos vigilantes traseros- pero lo que más me preocupaba era el golpe en el estómago que me había dejado inconciente por algunos minutos. Me levanté aturdido; no tenía ninguna marca que me hiciera sangrar y afortunadamente aquellos sujetos habían terminados más heridos que yo pero de igual manera habían logrado arrojarme a los botes de basura. Estaba claro que no desistiría, ya ni siquiera estaba seguro de querer entrar por las razones originales sino que era precisamente en esos momentos cuándo lo hacía por orgullo propio y el poder burlar la seguridad del club entrando a la fiesta solo.

Finalmente me encontraba de pie y dispuesto a poner en marcha el plan C y esta vez nada ni nadie me detendría de lograr mi objetivo; ¡incluso si me tomaba la noche entera conseguirlo!

–––––––––––––––––
Me encontraba aturdido en una esquina de la calle, apoyado sobre un paredón mientras esperaba compañía. Había tenido que recurrir a mi propio celular para que me permitieran entrar al club, ¡ya había intentado otros tres planes y todos fallaban y se me agotaban las ideas! Ya comenzaba a desesperarme pues me había tomado mucho esfuerzo comunicarme con aquella persona –pues había tenido que buscar su número en el directorio del celular de Kagome ya que yo lo desconocía completamente- y ahora comenzaba a sospechar que no llegaría y me dejaría plantado. Pero fue finalmente que la vi venir y estaba seguro que mi plan no iba a fallar… ¡eso jamás!

–Vaya, hasta que por fin te apareces. –dije cortante mientras me acercaba con seriedad hacia ella.

–Hubiera llegado a tiempo si fueras más claro con las direcciones que me dabas. –replicó frunciendo el entrecejo. –Además, no me atendían en tu casa y tuve que esperar por lo menos diez minutos para que tu pequeño hermano me abriera la puerta.

–¿Mi casa? –pregunté estupefacto. –¿Para qué demonios fuiste a mi casa?

–No pensarás que te dejarán entrar con esa fachada, ¿cierto? Además, supuse que, conociendo la mala fama de Inuyasha Taisho de “sobresalir” entre los demás, necesitaría traerte ropa decente para que permitieran que entraras. –contestó mientras me mostraba una bolsa negra en sus manos.

–¡Feh! Pues no veo que tu vengas muy arreglada que digamos. –repliqué burlón.

La pelirroja agachó el rostro apenada y aparentemente ofendida. Me di cuenta que no había sido muy cortés con mis comentarios por lo que me acerqué son seriedad hacia ella.

–Disculpa… no lo dije enserio. –dije mientras rodeaba su hombro con mi brazo.

Repentinamente, comenzó a reírse descaradamente causando total confusión por mi parte.

–¡Cómo eres fácil de engañar, Taisho, ¿de verdad creíste que necesitaba tu consuelo?! –exclamó mientras se carcajeaba estrepitosamente causando enojo por mi parte.

–Ya párale, ¿quieres? –repliqué fulminándola con la mirada. –Siendo La Rarita Ayame supuse que eras tan tonta para llorar por un simple comentario que no dice más que la pura VERDAD. –dije mientras comenzaba a reírme burlonamente.

–Si yo soy la rara tú eres el patético que llama a una chica a las 10:07pm para que lo acompañe a una fiesta en parejas a la que decidió ir solo. –replicó cruzándose de brazos.

–¡Como quieras! –repliqué irritado mientras tomaba firmemente su brazo. –Ya que el miserable de Kouga no te invitó y en lugar de eso vino con mi alocada ex novia, ahora debes aguantarte fingir que eres mi pareja para ésta noche para que nos permitan entrar.

–¿P-por qué crees q-que quería venir c-con Ko… el joven Fukanoshi? –preguntó adquiriendo un color carmín en sus mejillas.

–No te hagas, si fueras más obvia en los recesos por la forma en que lo miras terminarías inundando el patio del colegio con tus babas. –decía mientras continuaba arrastrándola hacia un pequeño local en el otro extremo de la calle.

–¿Yo? Si yo soy tan obvia entonces tú sostienes un cartel con letras luminosas que dicen: “KAGOME” –replicó divertida haciendo que me detuviera.

–¿D-de q-ué demo… demonios hablas? –pregunté mientras tragaba pesadamente e intentaba ocultar mi sonrojo.

–Por favor, Inuyasha, no podrías tener otra razón para tu tan desesperado llamado que querer entrar para evitar que Kagome y ese sujeto extraño bailen juntos.

–Como sea, ahora entra ahí y cámbiate. –ordené mientras la arrastraba por el pequeño local hasta los baños. –En cinco minutos iremos al club.

––––––––––––––––––
–¿Por qué te tardaste tanto? –preguntaba la pelirroja mientras caminaba a mi lado en dirección a la fiesta.

–Ésta maldita peluca no se quedaba en su lugar. –contesté con desdén.

–Aún no entiendo por qué la usas… no creo que discriminen a los albinos. –bufó sarcásticamente.

–El sujeto de la entrada no me dejará entrar si me reconoce, por eso me pareció buena idea que trajeras ropa y aproveché a comprar esta estúpida peluca en una pequeña tienda mientras esperaba que llegaras. –contesté mientras caminaba con mi típico semblante serio y de brazos cruzados.

–Muy bien, hemos llegado. –anunció Ayame mientras se abría paso por la multitud para entrar al club.

La rarita y yo entramos como si fuéramos pareja; después de todo, el sujeto de la entrada había sospechado de nosotros hasta que la pelirroja tomó mi brazo izquierdo y se abrazó de él para terminar de convencerlo. Finalmente nos encontrábamos integrados a la fiesta y muchas miradas atónitas se dirigían hacia nosotros; después de todo, Ayame nunca había sido vista en una fiesta como esa y en cuanto a mí…. Digamos que conocían perfectamente quien le había puesto “La rarita” como apodo. Y es que, además de la estupefacción que causábamos en la fiesta, la pelirroja no pudo haber escogido ropa más sobresaliente como la mía: camisa rojo encendido, pantalones negros rotos y un par de tenis converse del mismo color y tono que la camisa, ¡y aún poseía puesta la peluca!... era la única maldita mancha roja en medio de todos los estudiantes que, a pesar de que se tratase de un club, vestían ropas menos “fosforescentes”.

Me fui a los baños para poder quitarme la peluca pero no había podido siquiera poner un pie dentro de ellos cuando escuché ciertos murmullos tras el paredón que dividía la zona de baile de los baños y zonas de descanso. Podía diferenciar la voz del ángel de las desgracias y también la del inepto de Houjo por lo que apreté los puños inconcientemente y corrí la cortina para dejarlos ver sentados muy juntos. Si mi rostro hubiera mostrado más rabia que la que ya poseía seguramente hubiera lanzado humo por las orejas…

–Kagome… ¿se puede saber qué &%$# haces en éste lugar con éste inadaptado? –pregunté con total desdén hacia el último mencionado.

El aludido me miraba con cara un poco asustada mientras que la azabache no hacía más que dirigirme una mirada sorprendida y llena de confusión.

–Creo…. Creo que ha habido una confusión. –musitó el castaño claramente nervioso.

–Pues más te vale que me la explique antes que decida partirte el rostro. –advertí levantando el puño a la altura de su cara.

–¡Inuyasha! –exclamó la Higurashi parándose entre ambos para evitar conflictos. –Espera por favor Houjo, debo hablar con él a solas. –se disculpaba mientras me tomaba del brazo y me arrastraba lejos de ahí.

–¿A dónde crees que me llevas? –pregunté seriamente mientras era jalado por el ángel de las desgracias.

Finalmente se detuvo cerca de la pista de baile pero lo suficientemente privado –relativamente hablando- para poder platicar.

–Vaya, Ayame se ve realmente hermosa con esas ropas. –musitó viendo a la aludida quien se encontraba platicando con Hiten al otro lado de la pista.

–¡Feh! Eso no viene al caso. –repliqué cruzándome de brazos. –Lo que quiero saber es cómo te atreves a venir a un club con ése sujeto.

–Pues yo…–se viró y me miró fijamente a los ojos por algunos segundos para continuar. –…vine a hacerle compañía a Houjo, el pobre necesitaba de mi ayuda.

–¡Si tú, cómo no! Escuché perfectamente cuando te decía que te había confesado sus sentimientos y por eso quería que vinieras con él. –repliqué frunciendo el entrecejo retadoramente.

Me miró estupefacta por algunos segundos y parpadeó rápidamente hasta que me sonrió con dulzura.

–Cuando dijo eso se refería a que yo era la única persona a la que le había confesado sus sentimientos…–suspiró resignada y continuó. –No debería decírtelo pero es la mejor forma de aclarar todo esto.

–¿Decirme qué? –pregunté un tanto confundido.

–Esa confesión de la que Houjo hablaba se refería a que soy la única persona que sabe de su enamoramiento hacia Ayame. –contestó finalmente mientras me miraba un poco seria.

No sabía que decir. Estaba realmente atónito y no sabía si lo que decía era verdad o sólo alguna patética excusa por hacerme olvidar de mi enojo. A fin de cuentas que no podía resistirme a sus cálidas sonrisas y mucho menos cuando me las dirigía en momentos como aquél y me tomaba de la mano… un momento, ¿qué pretendía?

–Bailemos. –dijo llevándome hacia la pista de baile tomando mi mano.

El ángel de las desgracias –quien hacía alusión a su nombre en cualquier momento- no había terminado de colocar su pie en la pista de baile cuando ya había perdido el equilibrio. Se tambaleó agitando sus brazos en el aire hasta que finalmente cayó contra el piso; la miré divertido hasta que me fulminó con la mirada y finalmente me decidí por ayudarla a levantarse.

–––––––––––––––––––
La fiesta ya había terminado y me había ofrecido a llevar al ex esperpento a su casa; ¡No la dejaría caminar sola por las calles de Tokio a tan avanzadas horas! Íbamos riendo mientras caminabas y cada tanto debía sostenerla por los brazos –y en algunas ocasiones, por la cintura- para evitar que cayera sobre la carretera o chocara contra un poste de luz.

–Así que por eso decía que te había confesado sus sentimientos. –dije comprendiéndolo todo finalmente… bueno, casi todo. –Pero lo que aún no entiendo es que si a eso se refería, ¿por qué no la invitó a ella de una vez en lugar de pedirte ayuda?

–Pues él había escuchado rumores de que Ayame asistiría a la fiesta con el joven Hiten, así que necesitaba de mi ayuda para ingresar a la fiesta y poder hablar con ella. –contestó deteniéndose para observar las estrellas.

–¿Qué sucede, por qué te detienes? Son simples estrellas.

–Son realmente hermosas. –contestó suspirando mientras las observaba cuidadosamente. –¿Sabes? Mi mamá me contó, hace algunos años, que papá le había propuesto matrimonio una noche como ésta.

Me miró fijamente a los ojos y desvié mi mirada para ocultar el leve rubor que aparecía en mis mejillas.

–¿Te sucede algo? –preguntó claramente preocupada.

–Kagome, necesito hablar contigo. –contesté acercándome a ella.

–¿De qué se trata?

Tragué pesado y tomé aire para luego decir:

–Mi psiquiatra quiere que asistas conmigo a la próxima sesión el fin de semana. –contesté finalmente.

Me miró confundida por algunos momentos y cuando finalmente abrió la boca para contestar, escuché un peligroso crujido…

–¡Cuidado!

Continuará……….​

Notas de la autora:
Hola!!! Disculpen la tardanza, no es normal en mí demorarme tanto pero es que tenía trabajo grupal de matemáticas y también entregar las tareas pendientes (eso sin mencionar los dos exámenes para los que debía estudiar). Además, estuve de viaje desde el viernes pasado hasta el lunes y durante ese tiempo no tuve la computadora a mano :(
En fin, spero les haya gustado ste capítulo y me disculpo una vez más por la tardanza.

PD: Lo dejé hasta ahí para hacerlas sufrir…. En special a ti Pan-chan... y x cierto, el fic ya stá llegando a su fin o.o