Long-fic de Inuyasha - [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Re: [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Como lo prometí, aki tienen la continuación. Spero les guste ;)
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Cáp. 10​

Un merecido descanso​

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¡¡¡Libertad!!! Finalmente era una hombre libre de las ataduras que me unían al esperpento y es que finalmente se había cumplido el mes y ya no sería más el guía de Kagome. Me encontraba completamente extasiado al respecto pero exhausto ya que acababa de regresar de la ridícula boda de Kagura y Sesshomaru. ¿¡¿A quién se le ocurre avisar de una boda cuando se casarán al siguiente día?!? Exacto, después que el esperpento y yo termináramos de limpiar y pagar el desastre que hicimos en la perfumería, la cínica mujer de ojos carmín, e hija del subdirector de mi colegio, decidió soltar la sorpresa que su boda sería al siguiente día; ¡qué locura! En fin, que me encontraba completamente desaliñado y tumbado sobre mi cama mirando hacia el techo y recordando la terrible desgracia que reemplazó lo que se supone sería una boda y todo gracias al esperpento. Si de algo estoy seguro es que Kagura no regresaría jamás después de tremendo desastre que causó el ángel de las desgracias. Por lo menos había sido algo realmente divertido.

*****Flash Back*****​

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Recuerdo que acababa de llegar al lugar donde sería la ceremonia: era un lujoso hotel pero no lo suficiente como para llamarlos esnobs, aunque debo admitir que esa sería la forma correcta de llamarlos. En fin, había ido solo pues Rin no deseaba ver como la razón por la que no conseguía novio, -a pesar de tener varios pretendientes, incluyendo al hermano de la vampiresa- su amor platónico se casaba con una mujer detestable. Me encontraba completamente conciente de la situación por lo que decidí dejar a Rin a cargo de la casa y de Shippo mientras yo me encontraba en esa hostigante boda a la que ni siquiera quería asistir. Había estado tan sumido en proteger los sentimientos de mi hermana, que hasta accedí a dejar que Kohaku se quedara con ella en la casa; de todas maneras, el pobre iluso no tenía oportunidad con ella.

Finalmente había llegado el esperpento quien, para mi mala suerte, sería mi acompañante por el resto de la boda pues Kagura seguía con la errónea idea en su cabeza de que éramos novios; ¡el colmo! En fin, mis ojos se abrieron como plato pues jamás creí ver lo que vi esa tarde: y es que el esperpento había llegado con un vestido color turquesa que se ajustaba a sus curvas y resaltaba su busto, sin mencionar que le llegaba un poco más arriba de las rodillas por lo que dejaba ver su mejor –y talvez único- atributo: sus piernas. Era un deleite para la vista pero claro, también se dejaban ver las curitas en sus rodillas y el vendaje de su tobillo lastimado, y no podían faltar esos enormes anteojos que la hacen parecer abuela; en verdad deseaba que mi pareja hubiese sido otra persona pues, no solo debía permanecer con una de las personas que más detesto, sino que debía estar pendiente que no causara desastres. Misión imposible.

Entramos al gran salón donde se encontraban los asientos de los invitados y el altar. El esperpento y yo nos sentamos a esperar que finalmente apareciera Kagura; podía notar lo impaciente y frustrado que se encontraba Sesshomaru pues no cesaba de mirar la hora en su reloj de bolsillo. Finalmente comenzó a sonar la marcha nupcial por lo que todos los presentes nos pusimos de pies a excepción del esperpento a quien se le acababan de caer sus anteojos. Estoy comenzando a creer que necesita lentes de contacto. Es que me parece increíble lo programado que se encuentra cuando se trata de crear desastres pues siempre tropieza o bota sus anteojos en los momentos más inoportunos; es como si lo hiciera apropósito pero verdaderamente torpe. Si de algo estoy seguro es que nos costó trabajo contener la risa –a todos los presentes menos el esperpento que se encontraba lleno de culpabilidad- cuando Kagura tropezó con Kagome quien estaba agachada buscando sus anteojos.

Ya se habían dicho los votos y había ocurrido el beso –el cual, por cierto, no fue de mi agrado ver- y solamente faltaba la pequeña celebración que sería en el patio del hotel. Hermoso lugar al aire libre y adornado a la perfección con mesas cuyos manteles eran color blanco haciendo juego con los globos y demás. Estaban los meseros atendiendo y todos –a excepción de mí- estaban alrededor de los novios mientras partían el pastel; en verdad que deseaba regresar a casa pero no podía ya que, a causa del chantaje de Kagura, me tocaba proponer el brindis para los novios. Vaya día más frustrante. En fin, ya era hora de mi brindis por lo que me levanté y tomé una copa de champagne para avisar a las personas que debían prestarme atención.

No pude terminar de decir –ni siquiera pude comenzar- mi discurso pues la presencia del esperpento cerca de la piscina me puso alerta. Podía ver con exactitud como Kagome caminaba en dirección a nuestra mesa sin siquiera darse cuenta que tenía un camarero detrás de ella el cual sostenía una bandeja de copas de vino. Corrí para evitar cualquier desastre que pudiera ocasionar pero, para mi suerte, el esperpento se hizo a un lado para evitar tumbar al pobre mesero. Recuerdo que me sentí aliviado pero mi alivio no podía durar por mucho tiempo; y es que Kagura estaba caminando por ahí y en el momento que el esperpento se hizo a un lado para apartarle el camino al camarero, ambas mujeres chocaron haciendo que Kagura cayera en la piscina y Kagome simplemente resbaló y cayó sentada.

Fue solo en ese momento que sentí la necesidad de huir de ese lugar, por lo que tomé al esperpento del brazo y me la llevé corriendo de ese lugar. Si de algo estoy seguro es que Kagura no querrá verla jamás en la vida.

*****Fin del Flash Back*****​

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Me quedé dormido luego de recordar esos terribles desastres que causó Kagome en la boda de Sesshomaru y Kagura. Necesitaba descansar pues finalmente sería libre. Ya no tendría la obligación de hacerme cargo del esperpento ni de sus atrocidades; ya no me echarían la culpa por cualquier embrollo que se viera atrapado el ángel de las desgracias; ya no más cuidarme la espalda ni mantenerme alerta de desastres al ver a Kagome caminar con un simple lápiz en su mano; ya no más. Finalmente era una persona libre y no debería volver a ver su espantoso rostro; era algo que había deseado desde que la conocí y finalmente se hacía realidad. Los dioses habían escuchado mis plegarias e hicieron caso a mis súplicas. Finalmente volvía a ser Inuyasha Taisho, el rebelde sin causa que duerme en clases y prácticamente de divierte a merced de los demás. Era yo mismo otra vez.

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Ya había finalizado el fin de semana y me encontraba completamente descansado y listo para regresar al colegio y ser yo mismo. Me levanté y tomé mi tiempo para bañarme y ponerme mi uniforme pero al bajar las escaleras me sobresalté por una desagradable sorpresa: y es que ya eran las 8:00am y a esa hora comenzaban las clases; estaba claro que recibiría otro castigo. En fin, salí apresuradamente de mi casa y corrí lo más que pude hasta llegar al colegio donde fui no gratamente recibido por la vieja loca de Kaede quien me envió a la oficina del subdirector.

He de admitir que el castigo no fue muy severo en comparación a pintar las paredes de la institución, pero no me parecía justo tener que quedarme esa tarde para hacer el trabajo del conserje. ¡Vaya mala suerte la mía! Es como si haber pasado con el esperpento durante todo este mes me hubiera contagiado de su mala fortuna causándome desgracias sin necesidad de su presencia. Verdaderamente me fastidiaba tener que escuchar al subdirector sermoneándome por más de media hora con respecto a mis faltas de disciplina y, ¡para colmo! Debía entrar al salón de clase sin poder tomar asiento y deber permanecer parado durante toda la clase de matemáticas con el rarito profesor Jakotsu.

A fin de cuentas que al toque del timbre me dirigí a la cafetería pues no había tenido tiempo de desayunar a causa de la hora. Me senté con mi bandeja de comida en la primera mesa que encontré libre, –misión prácticamente imposible pues parecía que a todos se les había dado el antojo de comer a esa hora- seguido de Miroku quien no cesaba de quejarse de la mala comida de la cafetería. He de admitir que tenía razón en ese punto pero nadie lo obligaba a pedir la comida hecha por las cocinera en lugar de comprar una simple sopa ramen como siempre suelo hacerlo cuando como en la cafetería.

Como había dicho, parecía que a todos los estudiantes se les había dado el antojo de comer esa tarde en la cafetería pues incluso Hakkaku y Ginta comían en el piso ya que la mesa en la que se encontraba Kouga, estaba completamente llena, –y por supuesto que Yura estaba a su lado- y ese ridículo par que nunca se separa del inepto de Kouga decidieron sentarse en el piso cerca del susodicho. Por si fuera poco, la rarita de Ayame ingresó a la cafetería y después de comprar su almuerzo decidió pedirnos el asiento a Miroku y a mí en nuestra mesa. No tuvimos otra opción que permitirle sentarse; después de todo, esa extraña chica carece de muchas amistades y la mayor parte del tiempo se la pasa sentada en el patio viendo a Kouga de reojo sin siquiera hablarle. Está claro que esa extraña chica siente algo por el idiota que tanto odio; es decir, ¿¡¿qué clase de ignorante no nota cuando le gusta a una chica?!? Aparentemente Kouga carece de esa habilidad.

Debo admitir que no estaba familiarizado con la ausencia del esperpento pues esa “chica” siempre me sigue cual perro faldero, pero no era algo de lo que me estuviera quejando. Simplemente me parecía extraño que hubiera tanta calma –relativamente hablando- en la institución y que no hubiera ninguna clase de desastres. ¿Talvez Kagome había matado a los profesores? Lo dudo, en verdad que si se trata de matar a alguien se trataría del inepto de Houjo y no de los profesores, ya que ese par nunca se separa. Comienzo a sospechar que esos dos se traen algo entre manos pues me parece extraño que pasen tanto tiempo junto sin que el inepto de Houjo se queje de sus desastres. Una persona en su sano juicio no soportaría la presencia del esperpento sin siquiera quejarse una sola vez, cosa que Houjo no hacía. Ese par en verdad que es extraño.

Estaba disfrutando de una deliciosa sopa ramen –y de mi merecida libertad- cuando escuché algo que hizo que se me helara la sangre. Y es que era algo que no había escuchado durante todo el día y el solo hecho de que se presentara a la hora del almuerzo hacía que me congelara y frustrara casi inmediatamente. Era como un reflejo o un impulso el frustrarme y ponerme alerta al escuchar su voz… la voz de Kagome.

–Inuyasha, te estaba buscando. –dijo el esperpento mientras se sentaba a mi lado. ¡Vaya confianzuda!
–¿Se puede saber qué quieres? –pregunté con sequedad.
–Inuyasha…no lo hagas. –me regañó Miroku quien estaba completamente conciente de mis intenciones de mantener al esperpento alejado de mí.
–¿De qué hablas? –me preguntó Kagome viéndome de frente.
–Sabes perfectamente que ya finalizó el mes. –repliqué con frialdad. –Así que ya no soy tu guía.
–¿Qué….qué quieres decir? –me preguntó como si supiera lo que iba a decir.
–¡Que ya no deseo volver a verte! –grité levantándome con enojo. –Simplemente estábamos juntos pues era tu guía pero ya no debo permanecer a tu lado y ciertamente no lo deseo.
–Inu…–las lágrimas amenazaban con abandonar sus ojos por lo que simplemente me di la vuelta.
–Adiós, esperpento. –dije secamente y abandonando la cafetería dejando a una totalmente confundida Kagome.

Continuará………….​

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Espero les haya gustado ste cáp. No stoy segura q pueda continuar sta semana así q talvez será hasta el próximo sábado. Pero x si acaso, stén pndientes d la continuación ;)

 

Re: [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Cáp. 11​

Una pelea por un “premio” inusual​

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Me encontraba esa calurosa tarde en la aburrida clase de botánica con la vieja loca de Kaede. No es como si no hubiese querido quedarme dormido, pero había algo que me mantenía con energías totalmente recuperadas: y es que habían pasado ya 3 días sin el esperpento lo cual evitaba que me cansara rápidamente pues, francamente, estar con el ángel de las desgracias me hacía estresarme y estar alerta a todo momento. La verdad, no supe cual fue el paradero del esperpento luego de mi “despedida” ya que me había levantado e ido a mi lugar de descanso; simplemente sé, por palabras de una muy enojada Sango, que el esperpento había llorado en el baño durante largos minutos.

En fin, estaba en el salón de clases maldiciendo en voz baja a la persona que se le ocurrió inventar la botánica como una materia; ¡es que en verdad la detesto! Repentinamente, las puertas del salón se abrieron y podía observar al subdirector Naraku y al decano Totosai entrar al aula; debo admitir que por un momento me sentí nervioso pero me tranquilicé al ver que no me estaban mirando a mí por lo que deduje que no era un problema sobre mi conducta. Afortunadamente, mis sospechas no eran erradas por lo que –por primera vez en todos los años que llevaba estudiando en esa institución- decidí prestar atención a lo que debían decir.

–Como sabrán, cada año nuestra institución paga por un viaje a un centro turístico…–comenzó a explicar el subdirector con esa seriedad y risa maligna que tanto lo caracteriza. –pero temo decirles que este año el viaje se hará hacia un museo. –se podía escuchar el abucheo de todos los integrante de mi aula y, por su puesto, mi abucheo fue el más sonoro.

–¿¡¿Por qué demonios debes ser a un museo?!? –grité poniéndome de pie acalorado. – Se supone que debería ser una salida emocionante no algo que hacen los abuelos en sus ratos libres. –estaba claro que me había ganado un castigo pues la mirada que el miserable de Naraku me extendió fue más fría que a antártica.

–Joven Taisho... –gruñó entre diente. –Ya que está tan enérgico esta tarde, podría aprovechar esa energía para ir a pintar mi oficina. –ordenó exigentemente causando burlas por parte del miserable de Kouga y sus patéticos seguidores.

–Disculpe, sr. Subdirector, ¿se puede saber a cuál museo iremos? –pude escuchar la poco audible voz del esperpento quien claramente se encontraba extasiada por el hecho de visitar un museo en Tokio; vaya geek.

–Pues como iba diciendo, antes de la estrepitosa interrupción del joven Taisho, nuestra institución está ofreciendo un viaje al museo Shitamachi para luego llevarlos a su verdadero destino.

–La isla Hokkaido. –concluyó el decano causando perplejidad en todos sus oyentes. Verdaderamente se trataba de un lugar hermoso –por lo que había escuchado decir- pero también sabía que sería caro por lo que deduje que había gato encerrado.

–¿¿Cómo pagará la institución un viaje tan caro?? –exclamó la vieja de Kaede girando hacia el subdirector con asombro.

–Los padres del joven Fukanoshi se han ofrecido a pagar los gastos que sean necesarios. –contestó el subdirector con completa serenidad. He ahí la respuesta pues el mimado de Kouga Fukanoshi es del tipo chico ricachón y consentido. Me enferma.

–El viaje al museo se hará dentro de un día y el viaje a la isla Hokkaido será en dos días. –concluyó el decano abandonando el salón de clase en compañía del serio subdirector.

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Ya era la hora del receso y me encontraba pintando las paredes exteriores de la oficina del miserable subdirector; vaya forma de desperdiciar mi tiempo libre. En fin, me encontraba maldiciendo en voz baja los castigos que me ponían cuando escuché repentinas carcajadas que provenían de los pasillos. Aparentemente no podría concentrarme hasta que fuera a ver de qué se trataba tanto barullo, por lo que bajé de la escalerilla y me dirigí al lugar del que provenían las risotadas estrepitosas de Kouga.

El escándalo no se debía sino a que el inepto de Kouga y la desquiciada de Yura estaban imitando a una persona que bien supe quien era: el esperpento. Lo sabía perfectamente pues la imitación de Yura constaba en ponerse un par de enormes anteojos y caminar tropezando con todo lo que estaba en su camino; vaya forma más patética de pasar el tiempo libre. En fin, me di la vuelta para regresar a continuar mi labor de pintar las paredes de la institución cuando las risotadas de los dos imitadores y todos sus interlocutores se hicieron más escandalosas y pude diferenciar ciertas palabras que me causaron frustración.

–¡Oye, esperpento, no tropieces contigo misma! –escuché decir a la cínica voz de Kouga quien hablaba con la aludida cuyos ojos se llenaban de lágrimas.

–Es verdad, esperpento, no vaya a ser que atropelles a un profesor. –rió Yura con completo tono burlón.

Aparentemente toda clase de rumor en relación a la aludida se había esparcido por todo el colegio y ahora era motivo de burlas y risotadas habituales. Lo que más me había molestado de esa situación fue escuchar a Yura y Kouga llamarla “esperpento”; ¡que confianzudos! ¿¡¿Quiénes se creen para llamarla de esa forma?!? Soy la única persona con el derecho de llamarla Esperpento pues fui yo mismo quien le puso ese nombre; además, no hay nadie que pueda burlarse tan abiertamente y usar el apodo que me inventé y todavía viva para contarlo. Me di la vuelta y me recogí las mangas de mi camisa hasta los hombros para tener total soltura y comodidad al momento de abalanzarme sobre el miserable de Kouga, cuando el serio subdirector puso su mano sobre mi hombro con firmeza.

–Taisho, en lugar de estar perdiendo el tiempo con sus amigos debería estar pintando las paredes o sino perderá el derecho de asistir a la excursión de la isla Hokkaido. –me dijo exigentemente a lo cual fruncí el entrecejo.

–¡Feh! –fue lo único que salió de mi boca cuando me fui refunfuñando a continuar pitando las paredes de su ridícula oficina.

Me redirigí a continuar con mi ridículo trabajo cuando sentí una extraña mano rozando la mía. Sabía perfectamente que la única persona con el descaro de tocarme tan lujuriosamente no es nadie más que mi desquiciada ex novia, Yura. Estaba completamente seguro de ello pues podía reconocer su pálida y delgada mano sobre la mía a lo que simplemente reaccioné con disgusto bajando de la escalerilla y virando mi cuerpo para quedar cara a cara con ella. La miré con seriedad por algunos segundos esperando que dijera nada pero como no mostraba signos de hablar decidí proceder a hacerlo yo mismo.

–¿Se puede saber qué quieres? –pregunté cruzándome de brazos y recostándome sobre la pared. (Había olvidado por completo que la pintura estaba fresca)

–Inuyasha, ¿por qué tan serio? Creí que ya te habías librado del esperpento. –dijo en tono seductor.

–Eso ya lo sé. –repliqué con sequedad. –Solo quiero que me digas a que viniste.

–Pues quería saber si ya tienes pareja para sentarte en el viaje a la isla Hokkaido. –contestó con tono sensual mientras colocaba su mano sobre la mía seductoramente.

–¡Feh! No me digas que el miserable de Kouga te rechazó como su acompañante en el avión. –repliqué burlonamente. –Pensé que con lo insistente que eres ya te habría aceptado nuevamente como su novia.

–Pues sabes bien que mis planes son complejos. –replicó recobrando la seriedad que la caracteriza. –E irme a tu lado me garantizaría ponerle celoso. Además que ya aceptó que iría con otra persona.

–Pues como quieras. –concluí serio. –¿Y no te dijo con quien iría?

–No lo sé. –se encogió de hombros. –Pero por lo menos ya saqué al esperpento de mi camino. Es decir, mira que patética se ve sentada allí toda sola. –comentó cínicamente mientras me señalaba a la aludida quien comía su almuerzo sentada solitaria en una banca. –Muy bien, nos veremos mañana. –concluyó guiñándome el ojo y alejándose.

Me separé de la pared con intenciones de continuar pintando cuando me di cuenta que tenía la espalda llena de pintura roja.

–¡Maldición!

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Ya era el siguiente día y todos estábamos en camino al museo Shitamachi. La verdad, solamente el club de cerebritos del colegio iba emocionado por visitar ese reconocido museo pero todas las demás personas comunes y corrientes nos encontrábamos impacientes pues deseábamos que el día acabara para poder dirigirnos a la isla Hokkaido. En fin, en el camino al Shitamachi iba completamente frustrado pues los asientos del ferrocarril habían sido rifados y debía ir al lado de la extraña Ayame. Recuerdo bien que el esperpento iba al lado de una de las dos únicas personas que son sus amigos: Houjo. Exacto, el inepto de Houjo y la vampiresa de Sango seguían tratando con el ángel de las desgracias y en tan poco tiempo yo me encontraba completamente distante; en verdad que no le veo el punto en arriesgarme por estar con ella.

A fin de cuentas que llegamos a la estación Ueno desde la cual iríamos caminando hasta llegar al susodicho museo. La verdad prefería quedarme en el parque Ueno que tener que entrar al Shitamachi pero no tenía otra opción, era entrar o perder nota con el subdirector y definitivamente no deseba repetir un año más. A fin de cuentas que entramos al tan mencionado museo pero he de admitir que no me llamaba mucho la atención y ¡para colmo! Debíamos prestar atención a todo lo que la guía nos iba informando pues nos harían un examen al respecto cuando regresáramos de Hokkaido.

El club de cerebritos –en el cual, sin duda, se encuentran incluidos el esperpento y Kagome- iba anotando cada palabra y dato importante en sus cuadernos.

–En este museo podrán apreciar el ambiente en que se vivía en las épocas Meiji y Taisho…–comenzó a explicar una chica de cabello recogido en una coleta de caballo y de un color amarillo platinado, y cuyo gafete se mostraba con el nombre de “Yui Obinata”.

La verdad –y debo admitirlo- no estaba prestando atención en lo absoluto a lo que Yui nos iba explicando; y es que en verdad me encontraba cansado y aburrido de escuchar todo acerca de esa era que lleva mi apellido: “La era Taisho”. Se supone que en las clases de historia –la cual, por cierto- era impartida por el propio subdirector Naraku- debíamos aprender todo al respecto de esas dos épocas pero me tenía sin cuidado lo que puso haber pasado en ese entonces.

En fin, la verdad es que me separé del grupo en un determinado momento pues quería encontrar los baños. Caminé por los menos durante 10 o 15 minutos y no encontraba señales de ningún baño por lo que me salí del museo para buscar un baño público. Me había costado demasiado trabajo poder encontrar un baño público pero finalmente lo había hecho, la única complicación que me quedaba era el regresar al museo pues no recordaba el camino y ciertamente prefería quedarme en el parque Ueno a descansar y esperar que los demás salieran.

Ya tendría tiempo de sobra para sobornar a un cerebrito que me diera la copia de todo lo que había anotado.

En fin, comencé a caminar para poder encontrar una forma de regreso que simplemente se miraba más distante pues no la hallaba. A fin de cuentas que, detrás de un muro, pude escuchar las conocidas voces de Yura y Kouga por lo que supuse estarían con el resto del grupo pero lo que vi fue una escena que me hizo enojar aún más que el hecho de haberme perdido. Y es que el par de idiotas seguidores de Kouga y las amigas de Yura rodeaban a ese par que solo se divertía a merced del esperpento quien se tropezaba pues le habían quitado sus anteojos. Estaba completamente enfurecido.

–Oye, esperpento, ¿buscas algo? –preguntó el cínico de Kouga quien sacudía sus anteojos sobre su cabeza para que no pudiera encontrarlos.

–Será mejor que consigas otro par de anteojos, esperpento, o podrías matarnos con un televisor. –carcajeó Yura quien empujaba a la ya sollozante Kagome.

–Y eso no es todo, esperpento, no olvides mirar hacia arriba antes de quebrarnos nuestros dientes con una taza. –las risotadas de Kouga solo hacían que me enfureciera aún más. ¿¡¿Quién se creía para llamarla de esa forma?!?

–¿¡¿A quien demonios crees que llamas esperpento?!? –grité con enojo al aparecerme delante de ellos.

–¡Lárgate de aquí, bestia! –replicó mirándome con enojo. –¡Esto no tiene nada que ver contigo!

–¡Feh! No me iré a ninguna parte hasta que me expliques que demonios crees que haces. –repliqué con tono exigente.

–¿Pero qué dices? Sabes perfectamente que si te acercas este esperpento podría matarte. –la gota que derramó el vaso. Verdaderamente las palabras de Kouga me habían enfurecido a tal grado que no tenía otra opción…

Me abalancé sobre él y le di un puñetazo en el rostro que le había quedado bien marcado.

–¡Solamente YO puedo llamarla de esa manera porque ella es MI esperpento! –dije en tono demandante mientras veía al aún perplejo Kouga delante de mí.

–¡Ya verás cuando te…

Las palabras del inepto fueron interrumpidas por un extraño suceso. La verdad no supe en que momento el esperpento me había abrazado pero ahora se encontraba hundiendo su húmedo rostro –a causa de las lágrimas- en mi pecho y se pegaba aún más a mí. Verdaderamente que podía notar el alivio en ella pues esa reacción había sido cosa tal que aún me tenía sorprendido. ¡Me estaba abrazando! Por alguna extraña razón no sentí la necesidad de apartarla de mí y al contrario, quería darle su merecido al imbécil de Kouga de no ser porque el ángel de las desgracias me estaba dificultando moverme.

–¡Inuyasha! –pude escuchar la voz de Miroku quien corría hacia el lugar de los hechos al lado de su novia. –¡Te estábamos buscando, el subdirector está…–se detuvo en seco al ver la tan extraña escena.*–¿Qué está pasando aquí?

–¡Kagome! –gritó la vampiresa quien corrió al lado de la aludida.

–Estoy defendiendo lo que me pertenece. –contesté con sequedad. –Nadie más que yo puede llamarla esperpento. –murmuré fulminando con la mirada a Kouga y Yura.

Los aludidos se fueron de ese lugar aunque se había necesitado la escolta de Hakkaku y Ginta para que Kouga se fuera sin devolver el golpe.

–Ya deja de llorar. –dije secamente mientras me separaba del esperpento. –Ya vámonos… Kagome.

Continuará……….​

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Espero q les haya gustado mi continuación y prdon x haberlos hecho sperar. No stoy segura q pueda continuar mañana xq debo prepara una exposición -_- pero trataré d continuarla lo más pronto posible. Muchas grax x leer mi fic y x sus comentarios ;)