Long-fic de Inuyasha - [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Re: [UA] ¿Cómo ignorar tu torpeza?

Cáp. 20​

Decisiones​

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Corría presurosamente detrás de la camilla; las enfermeras no me permitían acercarme mientras arrastraban a la persona malherida hasta la sala de emergencias. Sangre. Había sangre por todas partes; habían quedado las salpicaduras de aquél fluido vital color rojo en toda la carretera y yo me encontraba asustado. En verdad no tenía ni idea de lo que estaba pasando y comencé a sentirme mareado… no solo su sangre se encontraba regada por el piso del hospital sino también la que brotaba de mi frente. Mis manos también sangraban pero la mayor causa de mis mareos se debía a la excesiva cantidad de sangre que brotaba del enorme y profundo corte en mis sienes. Y así, sin más movimientos posibles ni esfuerzos que ejercer por mantenerme en pie, mi cuerpo cedió ante los mareos y caí en pleno camino a la sala de operaciones.

Abrí mis ojos con dificultad y pude observar a un hombre de gabardina blanca quien analizaba una hoja de rayos x en sus manos. Su rostro no era exactamente el de una persona alarmada pero tampoco se encontraba impertérrito… podía reconocer en su semblante que conocía a la perfección que algo no andaba bien. Me miró e hizo una señal con sus manos para que una enfermera entrara a la habitación en lo que él salía, seguramente, a dar la noticia de que todo marchaba bien… o todo lo contrario. Miré suplicante el rostro de la enfermera y quise pedirle una explicación de lo que sucedía pero no me dejó hablar y comenzó a revisar mi mano derecha; no había notado que la tenía enyesada. Luego prosiguió a revisar las partes suturadas al costado de mi cuerpo y finalmente prosiguió a asegurarse que el vendaje de mi frente estuviese perfectamente colocado.

Me miró inquisitiva y revisó mis párpados con una pequeña lamparita; parecía como si se estuviese asegurando que me encontrara bien… mentalmente hablando. Total Déjà vu el cual revivía en ese preciso momento.

–Estoy bien. –repliqué cortante. –No he olvidado nada…. No tengo amnesia.

–El doctor me pidió que lo revisara bien… un tal Psiquiatra Yasunao Aoki le entregó su historial médico al jefe de residentes de este hospital y me han pedido que me asegure que no haya traumas de ningún tipo. –respondió con toda tranquilidad mientras continuaba su labor de revisarme.

–¡Feh! Lo que sucedió no fue nada del otro mundo, señorita, así que ahorrémonos el tiempo y deje de hacer esto. –repliqué tajantemente.

La enfermera asintió en silencio nerviosamente.

–¿Y cómo se encuentra…

–La señorita que lo acompañaba se encuentra en observación. –respondió interrumpiendo mi hablar.

–Ya veo…–murmuré quedando pensativo por unos segundos para luego continuar diciendo. –¿Qué tan grave son sus heridas?

–Son solamente raspones en sus brazos y piernas y un leve corte en el tobillo izquierdo. –contestó con tranquilidad.

–¿Puedo…

–¡Inuyasha! –escuché aquella voz familiar llamándome mientras se acercaba a mí. –¡Qué bueno que ya despertaste!

–Shippo tiene razón, nos tenías a todos preocupados. –repuso una suave voz femenina; se trataba de mi hermana. –Llamaron a Kaede hace veinte minutos para informarle que te encontrabas en el hospital y todos creímos lo peor… pensamos que te había pasado algo grave como…. Ya sabes.

Esbocé una leve sonrisa de medio lado al escuchar sus declaraciones; se veía realmente dulce al preocuparse por mí…. Era alguien realmente muy inocente.

–No te preocupes…–musité firmemente. –…no fue nada tan grave ni algo que amerite preocupaciones. Y díganme… ¿dónde están…

–¡Inuyasha, qué bueno ver que te encuentras bien! –exclamó una fémina voz que era perfectamente conocida para mí. –Me tenías preocupada… pensé que perderías nuevamente la memoria…

–Yura, no exageres, mi memoria ya ha olvidado muchas cosas importantes como para perder algún recuerdo. –repliqué tajante.

–No me refiero a eso. –replicó automáticamente mientras se paraba al lado de Rin con ambas manos en su cintura… su típico semblante decidido. –¿Sabes lo humillante que sería para mí saber que mi ex novio me ha olvidado? ¡No podría permitírtelo por nada del mundo!

Rin y Shippo sufrieron la típica caída anime –por no decir ridícula- al escuchar esas aseveraciones, mientras sobre mi frente aparecía una enorme gota anime. Suspiré con resignación…. Yura Sakasagami jamás dejaría de ser tan vanidosa.

–¿Pero también te preocupas por su bienestar cierto? –preguntó Rin con una gota de sudor detrás de su cabeza.

–Aja, por supuesto. –contestó mientras claramente escribía un mensaje desde su celular.

–Disculpen, señoritas, ¿no les gustaría que las llevara fuera y les invitara un café? –preguntó galantemente una voz masculina claramente conocida.

Miroku había entrado de improvisto a la habitación y con ambas manos sostenía el trasero de mi hermana y de Yura. Ya había apretado mis puños con intenciones de alejarlo de Rin –de no ser por el maldito suero me hubiera levantado y le hubiera dado su merecido- cuando entró una mujer que parecía endemoniada y un aura de fuego la rodeaba…. Estaba claramente furiosa.

–¡Maldito infiel! –primer grito demostrativo de su presencia. Consecuencias: erizamiento en la piel del aludido. –¡No puedo dejarte un momento solo cuando ya estás tocando a otras personas! –segundo grito demostrativo de su presencia. Consecuencias: la típica posición de “rogar por tu vida” del aludido.

–Pero Sanguito… por favor, perdóname. No lo vuelvo a hacer, te prometo que no tendrás que vigilarme con tus ojos de halcón de ahora en adelante.

–¡Embustero! –tercer y último grito demostrativo de su presencia. Consecuencias: tremenda cachetada al aludido y enormes gotas de sudor sobre las cabezas de los presentes… sin mencionar la patada en la ingle que recibió el aludido por parte de la azorada y enojada Yura quien abandonó la habitación segundos después.

–Creo que eso dos nunca cambiarán…–murmuró Shippo… Rin y yo simplemente asentimos.

–Y dinos, Inuyasha, ¿qué fue exactamente lo que les pasó a Kagome y a ti? –preguntó Sango mientras recobraba la cordura.

–Ya les dije que no fue nada. Déjense de preguntas tontas… no fue nada del otro mundo. –repliqué tajantemente.

–Vamos, Inuyasha, dinos qué fue lo que…

–¡Rin! –se escuchó la voz de otra persona que ingresaba a la habitación. –Ho-hola Inu… yasha. –parecía nervioso de tener mi inquisitiva mirada sobre él. Su rostro ruborizado al pararse cerca de mi hermana me hizo enojar aún más.

–¿Se puede saber qué demonios hace este adefesio aquí? –pregunté con completo desdén hacia el aludido.

–¿Cómo te atreves a decirle así? ¡Ya verás cuando te agarre y…!–replicó la vampiresa quien fuera tomada de los hombros por Miroku para evitar alguna pelea.

–No me asustan tus amenazas… adefesio mayor. –repliqué con enojo mientras la vena sobre mi cabeza se acrecentaba.

–¡Inuyasha, ya fue suficiente con tus insultos! –replicó Rin con coraje.

–¿Qué está pasando aquí..? –preguntó la impertérrita voz de Kaede mientras ingresaba a la habitación al lado de una enfermera.

Ambas mujeres se detuvieron al ver tremendo espectáculo que se presentaba: yo me encontraba casi parado sobre mi camilla con el suero a pocos centímetros de zafarse, Rin y Sango me gritaban efusivas mientras la última era sostenida por su novio, Shippo intentaba detenerme y asimismo Kohaku lo hacía con Rin. Enormes gotas de sudor aparecieron sobre las cabezas de la enfermera y Kaede. Repentinamente, un galeno entró presurosamente a la habitación…. Parecía intranquilo.

–¿Sucede algo malo, doctor? –preguntó la enfermera.

–¿Taisho? ¿Inuyasha Taisho? –preguntaba leyendo su hoja de pacientes.

–Soy yo. –contesté mientras me reacomodaba en la camilla.

–La paciente del cuarto 416 sufrió alteraciones en sus venas y… murió.

Un silencio sepulcral reinó durante varios minutos la habitación. No podía creer lo que estaba escuchando… ¡es que había sido algo tan simple! Había hecho lo posible por ayudarla también sin que nuestras vidas peligraran aún más y ahora su cuerpo yacía inerte en alguna habitación de aquél hospital y posiblemente su familia ahora recibía aquella tan dura noticia. Miré mi reloj… eran las 10:06am.

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–Inu… yasha. –murmuró una voz a mi lado. Rápidamente me desperté al escucharla y me levanté de mi asiento para ver cómo se encontraba.

–Que bueno que despiertas. –murmuré esbozando una leve sonrisa. –Tu madre está afuera… nos tenías a todos preocupados. ¡Mira que desmayarte por tanto tiempo con leves cortes y raspones!

Sonrió dulcemente al escuchar mis reclamos. Colocó su frágil y cálida mano a un lado de mi rostro y me miró fijamente a los ojos… sabía que algo malo pasaba conmigo.

–Murió, ¿no es así? –preguntó con voz trémula.

Simplemente asentí y fijé mi mirada en otra esquina de aquella habitación.

–¡Inuyasha! –exclamó repentinamente con mucha preocupación.

–¿Y a ti qué demonios te pasa? –pregunté claramente confundido.

–Eso en tu cabeza… me dijeron que te habías desmayado por sangrar de tu frente. –contestó mientras agachaba su ruborizado rostro con tristeza. –Perdóname…–murmuró levemente.

–¿Por qué habría de hacerlo? –pregunté sin comprender a qué se debía su extraña conducta.

–Desde que te conocí no he dejado de causarte problemas y ahora mira tu cabeza: toda vendada y por mi culpa… podrías haber perdido nuevamente la memoria. –decía claramente apenada. –Perdóname… te prometo no volver a causarte más problemas.

–Eso lo dudo mucho. –repliqué causando que se entristeciera aún más. –Después de todo, ¿cómo podría ignorar tu torpeza? Pero ya es algo a lo que me he acostumbrado… no tienes que disculparte por nada. Además, yo mismo me causé estas heridas.

Levantó su rostro y sonrió nuevamente.

–Ahora descansa… mañana te darán de alta. –murmuré mientras besaba su mejilla en forma de despedida.

Kagome pareció temblar pero, por extraño que parezca, movió su rostro con decisión haciendo que se tocaran… nuestros labios estaban unidos.

–Y eso fue exactamente lo que pasó. –concluí mi relato completamente ruborizado.

–Ya veo… pero lo que aun no logro comprender, Inuyasha, es qué fue exactamente lo que los lastimó. –dijo el doctor Aoki mientras paseaba su mirada por la habitación. –Señorita Kagome, ¿usted recuerda qué fue lo que les pasó?

La aludida, quien había virado su rostro ruborizado al escuchar el final de la historia, se sobresaltó al escuchar la pregunta. Miró al psiquiatra y asintió en silencio… se notaba su nerviosismo.

–¡Cuidado! –había exclamado una persona desde un alto balcón.

Inuyasha parecía preocupado y fijó su mirada en lo que parecía algo que se aproximaba detrás de mí.

–¡Kagome! –exclamó mientras se arrojaba sobre mi para empujarnos a ambos fuera de la carretera.

Si bien, yo había caído sobre una cuneta raspándome las rodillas contra la carretera y cortándome el tobillo con la orilla de la acera, Inuyasha parecía esforzarse por empujar fuera de la carretera a una mujer de avanzada edad que estaba apunto de ser golpeada por el automóvil que se aproximaba a gran velocidad hacia ellos.

–Con que eso fue lo que pasó…–murmuró el doctor al terminar de escuchar el relato de Kagome. –Señorita Higurashi, discúlpenos un momento por favor. Quisiera hablar a solas con Inuyasha.

–Si…–murmuró mientras abandonaba la habitación.

–¿Sucede algo malo? –pregunté viéndolo de frente.

–Ya te he advertido muchas veces lo que te puede hacer una relación con ella… pero para no extenderme aún más, te tengo dos ofertas. –aseveró e hizo una leve pausa para continuar diciendo. –O te quedas con las terapias hasta que te cures completamente y te olvidas de Higurashi… o me entregas ese diario inconcluso y continúas con tu vida sin tener que volver a terapia.

¿Fin?​

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¡No! No las pienso dejar sin un epílogo ;)​

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Simple y Sencillamente​

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Cinco años después: ciudad de Kyoto, tarde nublada y vientos fuertes. Una pareja que acababa de salir de la Universidad se dirigía a la estación de subterráneo más cercana. La pelirroja miraba por la ventana del medio de transporte mientras éste abandonaba la estación para dirigirse a Tokio, donde se reunirían con sus amigos del instituto. Ayame Endo observaba la última carta que recibiera de una de sus más fieles amigas cuando estaban en el colegio; aquella carta había sido recibida hacía tres meses y era ahora cuando la pelirroja y su castaño novio, Houjo Akitoki, regresarían a su ciudad natal para tan esperada reunión.

Se venía planeando hacía mas o menos un año el reencuentro entre todos aquellos ex compañeros pero se había pospuesto a causa de “pequeños” cambios. Finalmente, y luego de tanto tiempo de espera, la joven pareja se reuniría nuevamente con sus amigos de la secundaria… aunque claro, debían tomar una ruta un poco distinta antes de buscar un departamento para quedarse durante el fin de semana.

Y es que durante aquellos cinco años transcurridos desde aquella “mágica noche” –como solían llamarle todos aquellos cuyas vidas cambiaron en un instante- en el club Shibuya cada quien había tomado su propio camino y no se habían visto –a diferencia de Sango y Miroku quienes frecuentaban la casa de la vieja maestra Kaede- durante todo ese tiempo.

Finalmente, y luego de tomar un taxi al salir de la estación del subterráneo, Ayame y Houjo llegaron al Hospital Central de Tokio. Al entrar se toparon con una pareja un poco más joven que ellos pero igualmente conocida: Rin y Sota, quienes también se dirigían a la importante “reunión” en la habitación 415 del hospital. El cuarteto había logrado encontrar la susodicha habitación gracias a que era la única que despedía olor a cigarro –cortesía de Yura Sakasagami- y varios murmullos quejumbrosos por parte de Kouga. Shippo, un joven de ahora diecisiete años, sostenía los regalos que depositaban en sus brazos al igual que Kohaku; Miroku y Sango no hacían más que hablar con la feliz pareja.

–¡Es tan tierno! –exclamaba Sango mientras tomaba fotos del aludido. –Se ve tan bonito cuando duerme, muchas felicidades… Kagome e Inuyasha.

Los aludidos sonrieron y posaron sus miradas sobre el pequeño bebé de cabellos azabaches, como los de su madre, y ojos color ámbar como los de su padre; el pequeño dormía en brazos de la pelinegra. El albino se levantó de su asiento y salió un momento de la habitación… parecía tener prisa por lo que los presentes decidieron no preguntar y esperar a que regresara. Inuyasha sacó un pequeño papel que poseía en su bolsillo desde hacía dos noches y que no era nada más y nada menos que la última página de su diario inconcluso; lo desdobló y lo leyó para sí mismo… le causaba gracia recordar su manera de expresarse aún más joven:

Me pregunto si habré tomado la decisión correcta. Esta es la última página de este maldito diario y no estoy dispuesto a entregársela al doctor Aoki; es algo que escribo por interés propio y que nadie llegará a leer jamás. ​

Me pregunto si aun poseo un poco de la cordura que me quedaba antes de conocer al ex esperpento… no sabría decirlo ya que no hace más que volverme loco con sus incesantes caídas, golpes, choques y demás… verdaderamente quisiera alguna vez poder decirle: ¿cómo ignorar tu torpeza? Pero es algo que no necesita ser preguntado… simple y sencillamente se necesitan acciones importantes para dejar pasar sus torpezas… ¡incluso si eso significa haberme arrojado frente a un automóvil en movimiento hace una semana!​

Simple y sencillamente: no hay manera de ignorar tu torpeza… Kagome Higurashi.​

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Hoy si… Fin​

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Notas de la autora:
Muchísimas gracias a todos aquellos que leyeron mi fic… les agradezco mucho sus comentarios y sugerencias a lo largo d sta historia. Sé que les habrá tomado por sorpresa el final d sta historia pero era la mejor manera d darle un fin… sé que algunas comprenderán :P
Hubiera publicado antes sta continuación de no ser porque CIERTA personita (si Pan-chan, me refiero a ti ¬¬) se me adelantó y terminó su fic el día que yo pensaba hacerlo :S! aunque bueno, me dio más tiempo para extenderme con ste capítulo. En fin, muchas gracias a todos los q lo han leído… adiós ;)