de Inuyasha - Tulipanes.

Sentiran mentira y abandono de mi parte. Pero era necesario...
Estuve en un retiro espiritual durante 4 días-hermoso por cierto, lo recomiendo- y durante estos dos últimos descansando....


Nota: Narración en tercera persona del plural. Por Kagome, hasta el último capítulo.
<<Esto sería un recuerdo (<<) inicio (>>) y fin del recuerdo>>
Advertencia: Desde aquí van a llorar a moco limpio. Les recomiendo traer pañuelos y un impermeable especial para su PC…Es todo.

One-shot: 775.

Parte XII: Dolor. ​

No quiero, simplemente no quiero acercarme al dolor que implica estar aquí, sé que dentro de poco no sentiré nada, pero aun así, no quiero. Observo el pavimento, me detengo en la gran línea negra que lo pinta, trazando una trayectoria hasta el abismo…

—Ve, te está esperando—aconsejó Sango mientras me abrazaba.

—Sonría, siempre le gustó que sonriera—Miroku también me abrazó.

Entendieron lo que les dije en el camino, sin importar nada, sé que ellos son mis amigos, nuestros amigos. Sonrio como no lo hago desde hace un año, la sonrisa de la cual te enamoraste es la que me acompañará…

—Hola—saludo tímidamente al acercarme—Supongo que me has estado escuchando, siempre me escuchaste aunque no lo pareciera—me quedo cuatro pasos más atrás del lugar planteado, temerosa. Un recuerdo me invade, el de hace un año…


<<Salí demasiado rápido, me tropecé con la manguera del piso y casi me caigo, suerte la mía que me sujetaste a tiempo. Sonreí tontamente como disculpa y me miraste a modo de regaño.

―¿Nunca dejarás de ser tan torpe?―recriminas al momento que me alzas en vilo hasta la moto.

―No―digo con simpleza―He sido así siempre y lo sabes―te recuerdo en cuanto me depositas en el pasto.

―Es verdad, supongo que sin mí ya estarías en el hospital―Ríes con ganas y te miro ceñuda.

―Te saldrán arrugas―bromeas un poco mientras subes en tu reluciente moto de color negro.

―Vamos―dices mientras enciendes el motor con un suave ronroneo―Cumpleañera―completaste.

―Está bien, cumpleañero―segundo al momento en que te abrazo por la cintura.
Me aferré más fuerte a ti en cuanto arrancaste, se me escapó un pequeño grito y tú sólo te reíste de mí, como cosa rara.

Hablábamos de nada y a la vez de todo. No eran necesarias palabras cuando sabíamos más del otro que de nosotros mismos. Tu largo cabello me golpeaba en el rostro, haciéndome cosquillas. Yo llevaba puesto el casco, mi pelo se atrapaba allí pero aún así sentía la leve caricia del viento. Estuvimos horas y horas paseando en moto, sin detenernos.

Nos dirigíamos de nuevo a casa, pero por otro camino. Paraste un momento en una estación de servicio a mi petición, cada uno fue al baño correspondiente, dejando la moto sola…>>


―Y todavía me siento culpable―susurré en cuanto avance los cuatro dichosos pasos y me senté frente a la cruz blanca con tu nombre, casi sin poder contener el llanto.

Miré el horizonte, la luna hacía su aparición ancestral, dándole un toque mortalmente mágico a la escena. Ese satélite, tan plateado como tu cabello me absorbió tanto, tu recuerdo me golpeó con fuerza, te sentía tan cerca que pude seguir…el valor recorrió mis venas y reanudé…

<<… Una vez montados en la moto, emprendimos de nuevo el viaje a nuestra morada…sonreímos en complicidad nos esperaba una muy larga noche. Pero antes de eso tenía que decirte algo sumamente importante…Nueve meses de cambios nos esperaban por delante, de manera inconsciente lleve mi mano a la altura de mi vientre y le acaricié amorosamente, a mi bebé, a tú bebé, a nuestro bebé.

Sentí como el viento golpeaba más fuertemente en mi rostro, te dije de manera suave que bajaras la velocidad.

―Vas muy rápido, bájale por favor―pedí en tu oído risueña, tu enmarañado cabello todavía me hacía cosquillas.

―Confía en mí―Y eso hice, me aferré más fuerte a ti. En un momento me asusté, se hizo un nudo en mi vientre por nuestro bebé, uno de esos presentimientos me atacó y urgí nuevamente en mi demanda.

―Baja la velocidad―pedí en un tono más alto para que me escucharas por encima del motor y las olas que esperaban abajo del abismo rocoso.

―Sólo si te pones otra vez el casco―Tú lo tenías puesto, pensé que estabas jugando, pero aún así te lo quité y me lo puse nuevamente.―Baja la velocidad―insistí.

―Hump…abrázame fuerte y la bajo―lo hice sin pensarlo, estabas actuando extraño. Me tranquilicé un poco a sentirte entre mis brazos, pero nuevamente la velocidad aumentó.

―¡Qué bajes la velocidad!―grité casi histérica, ciertamente no era contra ti, sino
contra la estúpida moto. Ante mi ataque reíste, te volteaste un poco, estaba que te gritaba que voltearas, me besaste dulcemente en los labios y regresaste la vista al frente.

―Dime que me amas―pediste igual de dulce. Sentí rabia por tu tranquilidad, mi mente me decía que te reprendiera, pero mi corazón me decía que lo hiciera, que dijera que te amaba…y le hice caso a mi corazón…

―Te amo, Inuyasha, te amo, te amo―dije entre lágrimas salidas de no sé donde mientras te abrazaba más fuerte contra mí, sentí esa necesidad de posesión casi enfermiza que me contagiaste, y la dejé salir…

―Yo también te amo Kagome―y vi cómo una lágrima resbalaba por tu mejilla.>>

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N/A: Triste, triste, triste. Se los advertí…¡Y esto no es nada!..falta la descripción…Espero verlos hasta el final...pronto, pronto…
(¡Se vende pañuelos! Barato, barato)…¬¬ La verdad los necesitan ¡yo quiero uno! (Compra) °° Tonta.

...Tal y como dije, lo anteriro fue lo más cursi, de todo. No los iba a poner a puro sufrir ¿o si?, si podía pero no quice, depués de todo estan advertidas....

 

Me tardé mucho, demasiado diría yo..pero tristemente. ¡Nadie comentó!, aún así aqui está la conti *tengo el presentimieto que apareceran cuando la historia termine*

Drabble 455.

Parte XIII: Culpa.​

Lloré, lloré y lloré, tan amargamente que sentí que la garganta se me desgarraba en cada sollozo. Era muy difícil recodar, y más sabiendo el día que era. Mis lágrimas se secaron en cuanto la luna se acercaba a su punto más alto del cielo, casi media noche. El tiempo pasó muy rápido y los chicos seguían allí.

Todavía me carcome el hecho de haber estado en el hospital. Hace un año, un maldito año que la vida me volvió a arrebatar lo que más quería…a otra familia…Mi familia.

Sango se acercó con la sonrisa más alegre que he visto dedicada a mí, Miroku la seguía de cerca con el ramo que traje para ti. Sonreí. Hoy dos veces sonreí de la manera más pura que pude encontrar. Los abracé con la garganta hecha un nudo y agradecí…Ellos me dieron fuerzas cuando desperté, cuando me enteré de todo y colapsé. Nuestros mejores amigo estaban aquí, fortaleciendo ese lazo, y ya sabiendo en mi rostro lo que iba a hacer su sonrisa desapareció, era el mismo rostro de hace un año, dolor, lastima, tristeza, compasión, pero por sobre todo amor…

…Hace un año, cuando vi esa lágrima fugitiva en tu perfecta mejilla, todo fue tan rápido que no grité. También lloré al verte llorar. Sonreí con desgana el cuanto vi el abismo aproximarse, sabiendo inconscientemente lo que pasaría…

…Tu calor me abandonó y sólo pude quejarme. Reproché la falta de tu cuerpo al lado del mío, sujeté mi vientre en un inútil intento de amortiguar el golpe, fue imposible. Sentí el momento exacto en que la moto dejó esa marca negra en el pavimento, saliste despedido por el aire y no vi tu paradero.

¡Crash!

Y era la moto que me había golpeado en el vientre, rompiendo una costilla, seguí en bajada y aun así no te vi…Eso me dolió más que el golpe y seguí llorando, impotente. Intenté llamarte pero mi garganta buscaba oxigeno y no habla. Sentí la explosión de la moto muy cerca, el impacto me bombeo a una roca donde golpeé mi cabeza quedando inconsciente.

Lo siguiente que escuché fue una ambulancia, varios pitidos y sonidos que mi cerebro no alcanzó a procesar…sólo unas palabras que me obligaron a llorar y volver a la inconsciencia, alejando un poco el desasosiego.

―¡Todavía respira!―Gritó una mujer, sentí que era alzada e inmovilizada.

―No venía sola―Oí a lo lejos casi como un susurró lastimero, lacerándome las pocas esperanzas que tenía.

―Hora de muerte: once y cincuenta y nueve minutos de la noche…―No hice caso al resto, ya me sabía el día no hacía falta.

―La chica se salvó por el casco…A lo mejor él se lo dio.

Y allí fue donde me sentí culpable…por dos muertes.

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N/A: Eso es una vil mentira snif, snif…¡Yo soy la culpable!...Lo siento…¿Por qué?...¡Es mi culpa! No tengo perdón de Kami.sama…Ya exageré, pero wow, soy cruel *se va un rincón a hacer circulitos* (¬¬Loca. Nos leemos)

 

Después de mil años..pero aquí está....
última parte....ohhh....De verdad lo siento, pero la baja de notas (liceo), no me dejo hacer nada....Ahora si...

Drabble 410.

Parte XIV: Adiós.​

​

Me separé a regañadientes del abrazo de los chicos, sabía que dolería pero también sabía que podrían estar tranquilos, me aseguré de eso en mi testamento. Sonreímos los tres en complicidad mirando al estrellado cielo. Asentí al momento en que Miroku dejó el ramo frente a la cruz, sacando una flor―la que tenía anteriormente―y otorgándomela, la tomé entre el abrazo que me proporcionaba Sango, Miroku me sonrió dándome ánimos y apartando a su esposa levemente… Me sonrieron nuevamente en señal de despedida, yo hice lo mismo. A lo lejos vi cómo su sombra desaparecía en la negrura del bosque…Sólo un accidente, les había dicho en el camino hasta aquí.


Me senté en el borde, mirando la mortecina luna, y con ella las brillantes estrellas. Reposé un poco mi cansado mirar, algo me obligó a levantarme, impulsada por una fuerza extraña lo hice, ansiaba esto más que nada…

Sujeté contra mi adolorido corazón el hermoso tulipán, justo en su fase culminante. Me acerqué más al borde―sin barda de contención―, una piedrecilla cayó, no llegué a oír el chapoteo, sabiendo lo lejos que estaba. Tomé impulso con un pequeño brinco, hacía atrás…

―Adiós…―susurré en cuanto mis pies perdieron el contacto con el rocoso suelo.

Contemplé a la luna con envidia, me regocijé del viento golpeándome la espalda y moviendo mi cabello. Sonreí sumamente alegre. Caí en un sueño no muy profundo, miré mi reloj…Once y cincuenta y nueve minutos de la noche.

El viento cortaba en el punto exacto, mis temores se desvanecieron, se fueron quedando como un manto sobre mi mirada, atrapándose en el travieso brisar. Oí el repique de las olas contra las piedras rocosas, el mismo lugar donde esparcí tus restos, siendo libre, en la gran inmensidad del mar, me deleité con el canto pasivo de la naturaleza, dejando que me envolviera.

Alcé el tulipán frente a mis ojos, totalmente abierto. Sus rojos pétalos se desprendían lentamente con cada golpe del viento, era hermoso, era nuestra flor después de todo…

―Quizás en la otra vida sepa su leyenda―dije a mis adentros con una sonrisilla en mis labios, vi como la cola se desprendía y mi cabello me nublaba la vista, el tiempo se congeló. Cerré los ojos, me sumí en la total inconsciencia y te vi, me extendías tu mano sonriente, la tomé sin vacilar…

Feliz.
Completa.
Llena de paz.
Recordando.
Abrazando el adiós.
Y todo oscureció.

Hora de muerte: Once y cincuenta y nueve minutos de la noche.

​

Fin.​

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N/A: ¡Sí! Dejé de ser cruel…¿Por qué me miran así lectoras?...¡Por matarla! Es mejor así a que este cómo zombi inerte y sin vida...No me reprochen, si me leyeron es por algo ¿no?...
No opino respecto a su criterio…pero ¡calma! ¡Bajen las antorchas! Iza…No te quieres quedar sin tu chibi ¿o sí?... Tranquilas que hay epílogo, no soy mala, sólo..(Cruel) Si eso…¡No! Cállate. Nos leemos en el epílogo.

 

Es increible..No pude esperar...

/Se esconde de las furiosas lectoras.
Nota: Narración en tercera persona del singular. Por Inuyasha.
One-shot: 1.255 palabras.

​

Epílogo.​

​

Trescientos sesenta y seis días. ​

Supe en el momento exacto que los frenos no servían. Maldije a los cielos por esto. ¿No podían dejarnos en paz?, tan empecinado estaba el podrido mundo en arrebatarnos todo. Temí, como nuca en mi maldita viva, temí.

No por mí, sino por ella. Sé que era fuerte, estaba seguro que ella llevaría las cosas mejor que yo si los papeles cambiaban. Sentí cuando se tensó y se abrazó más a mí.

Le hice peticiones absurdas, pero quería recordarla como algo hermoso, lo más hermoso de la vida. Se puso el casco que yo tenía, así se salvaría. Me abrazó como se lo pedí, así la tendría cerca…Dijo que me amaba seguido de mi nombre, era hermoso, también se lo dije, fue un secreto adiós…

Sentí el impacto, salí despedido por los aires y la vi, sus lágrimas y su hermoso rostro me buscaba sin encontrarme, me quejé por la separación, nunca me lo esperé, pero…

―Sólo quería que ella se salvará―musité en cuanto dejé de verla, un dolor más grande del que esperaba se alojó en mi pecho, mi corazón estaba frenético por la separación, sólo pude llorar en silencio hasta que mi cuerpo se estrelló contra una roca. Mi nuca recibió el impacto, fue una muerte inmediata.

&.

Me sentía como una asquerosa masa flotante. Me reincorporé como pude, pero sin sentir nada. Escuche un sonido irritante, alarmas y gritos, una explosión extinguiéndose…y lo peor una estúpida voz en mi cabeza…

“Espérala”.

Fruncí el ceño, o eso intenté hacer. Caminé, o mejor dicho floté hasta las alarmas. Y lo que vi me produjo asco. Mi cuerpo estaba ensangrentado, mi cuello en una posición nada normal, totalmente dislocado, no me importó mucho pero contuve un intento de arcada. Seguí un poco más allá y sonreí al sentir su sollozo, no por llorar, sino por saber que estaba viva.

La vi inmovilizada, con la respiración forzosa, y con esa máquina que registraba los latidos de su corazón, el cual seguía latiendo. Sin saber cómo y menos el por qué estaba a su lado, justo en el momento que Sango atravesó mi cuerpo hecha una mar de lágrimas, con Miroku más atrás sollozando y soltando improperios, sonreí. Los tenía a ellos, mi pequeña no iba a estar sola…Aunque hubo algo que me entristeció.

―¿Perdió el bebé?―musitó más como afirmación que cómo pregunta Sango. Miroku le vio sorprendido y luego triste.

―Sí, la moto le dio de lleno en el vientre, fue inmediato. Al igual que el joven, desnucado. No sintieron dolor―informó un paramédico.

En definitiva, el maldito mundo nos odiaba. Tanto que queríamos ser padres y ni eso…quizás yo no iba a poder serlo pero, ¿a ella también?, le habían quitado ese privilegio, su sueño dorado de ser madre…Lloré por ambos, imaginé su rostro en cuanto se enterará. Me lo iba a decir hoy, lo sabía, un hermoso regalo de cumpleaños.
Maldije mil veces mi suerte por eso…No debí haber comprado la estúpida moto, no debí si quiera enamorarme… ¡Ja! Que recuerdo.

Ahora dudaba de su fuerza de sobre ponerse, no sólo me había perdido a mí, también a nuestro bebé. Bufé molesto. Tuve tantas ganas de golpear en la madre a Kami o a Satanás, ¡a quien se me atravesará!, con tal de menguar el dolor. Mi alma vagaba y yo la vendería al mismísimo infierno con tal de arrancar el sufrimiento de su corazón.

Escuché como la ambulancia se alejaba, intenté llegar a donde ella estaba pero no pude. Mi cuerpo―o lo que sea―se quedó allí, como si una cuerda lo atase al lugar donde fallecí. ¡Genial! Ni acompañarla podía, sólo consumirme aquí como un idiota sin poder siquiera velar su sueño. Sin posibilidad de reclamar, grité, rezongué, insulté…hice todo y nada.

“Espérala”. Volví a escuchar, y cómo no podía hacer nada, eso hice.

Esperé, esperé y esperé. No tenía noción de nada. El sol salió y se ocultó, según mis cuentas fueron como dos meses, unos casi sesenta días en donde no apareció.

Flotaba en constante movimiento, hace poco descubrí que tenía alas o algo así, me elevé lo más que pude, casi rozando las nubes, pero en el mismo espacio limitado de siempre. Un día en donde ni la esperaba, apareció. No sólo ella, nuestras amistades más cercanas―eso incluye al sarnoso―estaban allí…Era mi entierro. El luto estaba presente y la vida que no le arrebató el accidente no llegaba a sus ojos, a su alma.

Se fue y con ella un pedazo mío. La esperaba cada luna llena, que era cada vez que venía. Y la escuchaba, siempre la escuchaba a ella. Sus pensamientos, sus temores y sus pesadillas. Siempre me sentía impotente a no poder hacer nada, pero eso sí, teníamos una conexión. Recordaba todo, cada detalle y sonrojo, me sentía halagado por sus recuerdos y alegremente acompañado.

Cada vez que se marchaba reclamaba en mi fuero interno, pero agradecía su salud, mas su alegría no estaba. Y en ese momento otra vez esa voz, una agradable pero desquiciante voz…

“Espérala”.

Y eso hacía, esperarla. Pero no entendía. Me llenaba saber de todos por medio de ella.
Me sentía devastado cuando ella también lo estaba, todas su emociones se filtraba a mí, llenándome. Como siempre ella supo llenar ese vacío en mi interior, incluso ahora, creyéndome en el cielo. Y otra vez se fue y otra vez escuché ante mis reclamos…

“Espérala”.

Tuve que escuchar exactamente doce veces esa voz.

Justo el día de otro cumpleaños, justo el día de mi muerte hace un año. Ella pensó, y me hablaba. ¡Me hablaba!. Como si estuviese a su lado. Recordé en el momento que ella recordó. Cuando nos conocimos, cuando hicimos nuestra promesa, el día de mi confesión...Todo. Y me sentí mas acompañado que nunca, impaciente.

Llegó al lugar y recordó el accidente, yo me situé a su lado en cuanto se sentó, acompañándola. Vi a los chicos y me alegre. ¡Casados, al fin!. Se despidieron en un abrazo cargado de comprensión, de tristeza, de amor. Siguió con su recuerdo y me recosté en sus piernas aspirando su aroma a jazmín, relajándome. Sabía lo que iba a hacer, y a pesar de sentirme egoísta ansié que lo hiciera…

“Espérala”. Y fue la última vez que la esperé. ¡Al carajo! La quería y ahora. Ella sintió
eso y se levantó, le dio la espalda al abismo rocoso y saltó…

Seguí su vertiginosa caída y sus dulces pensamientos, ella estaba feliz, yo también lo estaba. Justo en el momento que cerró sus ojos, dejando que su alma sucumbiera estiré mi mano, ansiando que me viera. Y así lo hizo.

Tomó mi mano si vacilaciones, me aferré a ella tanto como pude. Dejando que su cuerpo cayera al vació, dejando su alma conmigo. Pude esperarla, y me leyó el pensamiento.

―Lamento haberte hecho esperar Inuyasha―musitó sonriente. Ese día había sonreído mucho.

―¡Feh!―bufé como respuesta. Sonrió, y la estreché más contra mí. Levanté su rostro y la besé. Hice aparecer un tulipán y se lo di. Lo tomó gustosa y me besó…Con un rápido movimiento la abracé y la bañé de besos, me interrumpió y gruñí, maña adquirida de pequeño.

―No gruñas―me regañó en cuanto me besó como consolación…leí su mente y respondí de la misma manera, esa interrogante que le dejé de niños la respondí más que gustoso. No me contuve y sollocé con ella entre mis brazos, alegre, extasiado, completo…

Kagome Higurashi siempre sería mi chica tulipán rojo…eternamente.

Y en ese instante volvimos a nacer…juntos.

Hora de nacimiento: Doce y un minuto de la mañana.

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Sale del escondite.
Al fin la terminé oficialmente. Si lloraron, esa fue la principal intención. Si encuentran un error de dedo fue a causa de mis lágrimas, ¡Yo también lloré!...Al menos lo hice terminar bien ¿no?.

Gracias por leerme hasta el final. Por postear―o no―, por soportar todas las lágrimas y dejar su computadora―o notebook, laptop― llena de fluidos nasales, gracias a su servidora.

Espero no haber cometido Ooc con Inuyasha―lo dudo―pero tendría una excusa para ello, ehhh…¡Ya va que la estoy pensando!…Okey no tengo ninguna...(se escuchan propuestas).

Les digo que estoy pensando en hacer un segundo fic de esto…Una secuela...Si una de esas. Una manera de saber que pasó después, sería de unos cuatro o cinco capítulos largos y ya. Acepto peticiones, pero con calma, estoy hasta el tope con otros fics, espero verles pronto…
Sayo…(¿Ya te vas?)..si ¿por?...(Nunca supieron la leyenda…), que no la sepan pues…(Malvada…y después dice que soy yo)..Ésta bien, aquí dejo el link…(Sólo den click a la frase entre estos nenes ¡!)…

¡Vivan los tulipanes rojos!