The Hunger Games Tu heroe

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Fénix Kazeblade, 13 Febrero 2013.

  1.  
    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

    Cáncer
    Miembro desde:
    9 Noviembre 2011
    Mensajes:
    2,341
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Tu heroe
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2839
    Esta historia es para expresar la intención que el foro de los "juegos del hambre", le puesto mucho empeño ^^. Que lo disfruten y que la suerte esté siempre de su lado…


    A pesar de la fragilidad y miseria de nuestras vidas, de ese destino incierto que imperaba y nos regía desde nuestro nacimiento en este mundo hostil, de que en cada insurrección se nos había arrebatado cada cosa que poseíamos, siempre había algo que llegaba a sobrevivir, el amor, lo sé pues yo a ella, la amaba.

    Un paisaje helado ante nosotros, esculturas naturales forjadas por la ultima nevaba resplandecían ante las luz tenue del sol invernal. El bello sonido de su risa, sus labios rojos curvos resaltando entre el manto blanco de la nieve a nuestro alrededor dibujándose en una dulce sonrisa, sus ojos en grandes y vivaces observando hacia mí, más allá de esa mascara que cubría mis intenciones y palpando cada uno de mis pensamientos. Con el corazón en la garganta, el casi imperceptible golpeteo de mi pie en el piso, mi corazón palpitando incesante ante ti y la mente divagando en aquel sueño del instante perfecto y esa respuesta tan esperada. Sostenía en mi mano un broche dorado en forma de flor, fruto del sueldo completo de infortunado sueldo de tres semanas de arduo trabajo, mi espíritu en mi interior reuniendo valor, cuando lo notó.

    — Este día estas muy serio William— te aproximaste a mí y pulso se aceleró aún más— ¿está todo bien?— giró su cuerpo hacia mí y inclinando un poco su cabeza me sonrió— puedes contarme lo que sea.

    No habría otro comento, no habría otro lugar, me susurraba la suerte al oído, mientras el miedo me cerraba los labios.

    — Yo…—tomé un respiro—debo decirte algo.

    Esta reacción pareció divertirle y soltó una pequeña risita, yo la observé por segundo y bajé la mirada.

    —Alba, ¿tú eres feliz?—pregunté forzando un poco las palabras por mis nervios.

    — ¿Que si soy feliz?— me conocía esto no era tan normal en mí, comúnmente ella y yo no hablábamos de nada concreto— si, creo que soy feliz.

    Esto, inevitablemente me hizo sonreír.

    — ¿Y yo te hago feliz?— pregunté, sabiendo que con esto, podía arriesgarlo todo.

    — Lo haces, todo el tiempo…— contestó sin dudar.

    Estas palabras fueron en mi interior una descarga, pero la frase no había terminado.

    —…eres un gran amigo mío— concluyó.

    Es difícil describir que produjo en mí esta respuesta, en el fondo me hacía feliz de cierta manera, al menos era algo importante, pero la mayor parte de mi imploraba por algo más, mas sin embargo esa era la parte de mí que se engañaba, pues tu corazón que yo anhelaba pertenecía a alguien más y como un tonto enamorado solo en sueños, tal vez dañándome por este imposible, sentía que lo podía alcanzar.

    Su voz se escuchó entre el bosque llamándole y ella sin dudarlo se refugió entre sus brazos, expidiendo ese brillo que quería para mí, esa alegría, me forcé a esbozar una sonrisa y respondí el saludo de ambos y su despedida, mientras que ambos se alejaban perdiéndose entre la nieve.

    **************************************************
    Desfilábamos de manera degradante y banal como lo harían un ganando de reses rumbo al matadero, caras jóvenes llenas de sueños ahora rotos, con el miedo mortal surgiendo de sus ojos y la melancolía de perder la nada que poseíamos por la promesa vacía de una gloria teñida de rojo, madres que despiadadamente eran forzabas a ser separadas de aquellos hijos que tal vez partirían para no volver, hermanos de sangre, de lucha o de amistad, buscando que esos lazos que los habían unido no los desvaneciera el tiempo, la muerte o la distancia, se obligaban a creer que sería así. Hijos de Panem, de las ruinas de su libertad marchita, cosecha de una lucha vacía, hombre y mujer engrandados del distrito doce, tributos para los juegos del hambre.

    — He escuchado que no es tan malo, al final con algo de suerte terminas salvándote—le dije a un niño de doce años que lloraba desconsoladamente, sabía que era mentira pero que más iba hacer.

    — Lo…lo… dices enserio?—tartamudeó mientras caminaba ensimismado.

    — Claro, mi hermano ahora disfruta de eso, el gano los juegos anteriores, quédate conmigo y tal vez te de uno o dos consejos.

    Él esbozo una leve sonrisa.

    Mi realidad era otra, mi padre, la única familia que me quedaba, después de que mi madre muriera cuando yo tenía dos años de edad, terminó siendo encontrado muerto cuando yo tenía apenas ocho, se encontraba en el bosque cazando, alcanzado por el disparo de otro hombre, un accidente. La verdad es que, él ya se encontraba moviendo demasiados intereses, entre los distritos se escuchaban los voces de un nuevo movimiento a voces de él y lo callaron antes que este pudiera comenzar, desde entonces me valgo por mí mismo y desde entonces ella estado allí, siendo cada risa, cada rayo de esperanza y luz, cada impulso y cada fuerza, en un segundo tal vez desvanecida.
    Surgió aquella mujer del balcón, vestía de manera extravagante y casi ridícula, una especie de traje de oficina de un color fluorescente acompañado de un diminuto sombrero de copa entre la melena de su cabello rizado y cenizo.

    — El castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los venticuatro tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en el que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas, el que quede vivo, gana. ¡Gloria, fortuna y un reconocimiento eterno tendrán! — anunció la mujer como si se tratara de ganar algún tipo de premio de lo lotería o cualquier otro absurdo similar.

    Por alguna razón esa mujer me causaba cierta repulsión, para ellos de cualquier manera no éramos nada. Dio comienzo el sorteo, es el describir lo que se siente que tu propia existencia se ligue a la suerte, a un simple juego de azar que decidirá si al final te transformaras en un asesino para su diversión.

    Maldito capricho del destino, cruel realidad, tan absurda y hostil, cada letra pronunciada fue petrificando cada parte de mi organismo, cuando era pronunciado el nombre del primer tributo.

    — Alba Pearl, 14 años. — anunció la mujer con hipócrita entusiasmo.
    La pobre chica ascendió al podio con ojos llorosos y sus manos entrelazadas en tu pecho, arrastrando sus pies con temor.

    —Sube — la apresuró, la observó de arriba a bajo—no esta nada mal, muy bien se hará el segundo sorteo para el próximo tributo.

    — ¡Yo quiero ofrecerme como tributo! — una voz prorrumpió en todo el lugar, la mía.
    No se por que lo hice, solo hice, yo quería protegerla.

    — ¡Vaya!, esto si que sorpresivo, no es como que se vea mucho— dijo sorprendida la mujer.
    Alba me observaba consternada.

    — Ven, ven aproxímate —caminé hacia el estrado, ya allí pero observó como un espécimen raro— ¿tu nombre?

    — William Ignis…— dije en voz baja

    — ¡Los tributos han sido seleccionados!, ¡felices juegos del hambre, y que la suerte esté siempre de su lado!…
    **************************************************************
    Sudor frío desde mi frente, piel helada, ese olor sangre surgiendo, ascendía hasta el campo de batalla donde todo culminaría, como rogaba que fuese un mal sueño, una vana ilusión, presionando los puños con impotencia presionaba los ojos para despertar, yo no quería, yo no quería dinero, aquello que me hacía feliz me observaba aprisionada desde el otro asesor con incertidumbre, piedad y miedo, seguro pensaba lo mismo que yo, “por favor, por favor que al menos pudiera irse” pensaba. Mi mente no dejaba de ser saturada por los consejos de los patrocinadores, como cuando y por que comportarse de tal manera, fingir una sonrisa, emanar carisma, al menos había obtenido lo suficiente para sobrevivir.

    — Tres, Dos, ¡Uno!... — una voz imponente marcó el tiempo de partida.

    Corrí con todas mis fuerzas hacía el bosque, detrás de mi se lograron percibir algunos alaridos de dolor, la competencia había comenzado, si esto podía llamarse competencia, como pude y con esfuerzo intenté tomar algo con que defenderme pues sabía que no habría ningún tipo de clemencia, sin embargo por mi torpeza o nerviosismo el arma que era como una especie de espada cayó de mis manos, intenté regresar por ella, cuando un muchacho de mayor de unos 17 años de edad intentó arremeter contra mí, con singular y brutal salvajia.

    — ¡¡Muere maldito!! — exclamó con tal ira y despreció hacia mi como si le hubiese cometido el peor de los pecados. — ¡Muere! — gruñó dando un segundo tajazo.

    Era increíble para mi, ver alguien totalmente consumido e infecto de esta orgía de sangre y muerte, para mi fortuna su arma quedo atorada en un tronco y ante sus gritos y bramidos detrás pude ser mas rápido y escapar. Me perdí entre el follaje y como pude trepe a un árbol. Ya arriba, pensé en algo que me heló la sangre y en ese mismo momento desfallecer.

    — ¡Alba, ella estaba allá!, ¡maldición! , ¡Maldición que idiota soy!, yo tengo que intentarlo tengo que encontrarla— una especie de coraje se infundó en mi y con decisión descendí del árbol.

    Primero llegué hasta donde todo comenzó, once desafortunados no habían siquiera partido de la línea de meta y entre sus cuerpos inertes para mi alivio no se encontraba el de ella. Desde los nueve años subsistía por mi cuenta y no faltó mucho para que aprendiera a cazar, no me fue difícil según el rastro que me llevaba hasta ella.

    ******************************************************
    Dos días habían pasado, después de que un grupo de ellos habían terminado formando una alianza que era seguro no duraría, intentaron cazarme, logré noquear a uno de ellos y quitarles un arco y unas flechas pero entre el altercado uno de ellos me había herido el brazo y terminé agotando la poca medicina que tenía conmigo, pero lo que mas me preocupaba era no encontrar su rastro de nuevo. En el pasto seco di con sus huellas otra vez, estas seguían frescas, ella, estaba viva, apresuré mi paso, intentando no ser detectado por que después un tramo de camino me percate que no era única persona que la seguía.

    Mi respiración agitada, el arco empuñado en mi manos, ambos estaban cerca, tenía que llegar a tiempo y salvarla, tenía que lograrlo. Con cierta impotencia observé unas huellas en el piso marchadas de sangre y a mi mente fue atormentada por el peor escenario hasta que vi que esta tenía movilidad, seguía de pie, de pronto para mi dicha entre el olor de entre la hierba del bosque y la tierra mancillado por la batalla, percibí su aroma, único, inigualable, era como una noche en la playa, era como libertad y primavera, la busqué con la vista y antes que pudiera hacer algo una flecha cayó próxima a mi pie, mire de donde provenía, era ella.

    — Alba…— la llamé en forma de susurró— soy yo William.

    Ella me observaba, en sus ojos había temor, su labio inferior temblaba y era claro que había estado llorando más de una vez. Esto era como si un tierno y bello ángel fuera enviado de pronto al peor de los avernos, donde cada pluma fuera una ilusión, bondad y ternura y estas fueran de la forma más despiadada, arrebatadas. Escuche ruido entre la maleza, estaba seguro que estaban cerca.

    — Vamos baja, confía en mí, por favor— comencé a acércame a ella

    Precipitadamente me apunto con el arpón que tenía como si fuera un extraño, pero yo continué.

    Ya al pie del árbol cedí mi mano y le sonreí, ella intento imitar el gesto pero no surgió nada, pero si retiró el arma, la tomé en mis brazos y ella emitió un gemido, en antebrazo tenía una herida y también el muslo izquierdo, observé que no eran graves pero si algo profundas. Unió sus dos brazos en su pecho y se escondió entre el mió, la envolví en mis brazos y ella lloró.

    — Cristian Anquilus, distrito 9 eliminado, Morgan Brinx distrito 4 eliminada, Azula River, distrito 2 eliminada, Eduardo…. — una estridente voz comenzaba a anunciar los caídos en batalla, fuera de nosotros, solo sobrevivían otros tres.

    — Debemos irnos, busquemos la forma de escapar— le sugerí a Alba.

    Ella solo dijo que si con la cabeza.

    —Al parecer solo quedamos cinco, acabaré con ustedes y luego iré por los otros dos— dijo fríamente un muchacho de pelo blanco de pelo largo hacia atrás— estoy cansado, así que por no simplemente se rinden y les daré una muerte rápida.

    — ¡Alba vete! — exclamé

    Ella vaciló por segundos y se dispuso a correr, pero antes de que siquiera pudiera dar un paso, el maldito la tomó del brazo bruscamente, intenté impedirlo y me dio un puntapié en el estomago y la jaló hacía él, desenfundó un chuchillo y se dispuso a encajarlo en su pecho mientras ella forcejaba.

    — ¡Dejala! —rugí.

    Me levanté a pesar de mi dolor, escupiendo una bocanada de sangre, mis piernas apenas respondían, pero no la perdería, portaba mi arco y dirigía una flecha justo a su rostro.

    — Estoy apuntándote justo al ojo y tengo la precisión para darle el corazón a un ciervo a kilómetros— él chico quiso burlarse, pero algo vio en mí que terminó accediendo.

    — De cualquier manera terminaré matándolos a ambos— esbozó un gesto y la arrojó hacía mi.

    Apenas la tuve conmigo, me dispuse a correr tomándola con su mano entrelazaba a mía, debía ponerla a salvo, el otro hombre nos seguía como un animal salvaje, yo solo corría sin mirar atrás, en medio del caos, sus ojos se cruzaban con los míos y me daba fuerza y esperanza de seguir.

    Continuamos corriendo y los pasos detrás de nosotros dejaron de sonar

    — Yukai-sha distrito 7 eliminado, Macu Blod, distrito 5 eliminado…— el ultimo nombre mencionado era el mismo que me había querido atacar, lo supe al ver su foto.

    Ella apenas podía respirar, por lo que nos detuvimos solo un momento a descansar, no sé si una parte de mi lo advertía pero eso que sentía debía contarlo.

    —¿Por qué William? ¿ por que viniste a este lugar conmigo? —preguntó ella con ojos cristalinos.

    — Alguna vez, te pregunté si eras feliz, lo decía por que yo al menos por un momento quería ser completamente dueño de esa felicidad…

    —¿Qué quieres decir? —me miraba fijamente a los ojos.

    —Yo…

    Inesperado, mortal, despiadado surgió de entre los arbustos, alcance a hacerla a un lado, él lanzó varias tajadas al aire que apenas alcance a esquivar, apresuradamente intente alcanzar una de mis flechas mientras caía de espaldas al piso, el buscó arremeter contra mí, pero yo aproveché para introducir la flecha directo en su corazón, soltó un quejido, abrió los ojos y cayó de espaldas, había terminado. Alba y yo éramos las últimas personas vivas, tal vez ambos podíamos sobrevivir.
    Ella me observaba asustada, dirigiendo sus ojos a un costado de mi abdomen, observé hacia donde ella miraba mientras que al intentar levantarme un intenso dolor me había impedido, su cuchillo, el arma me atravesaba de lado a lado, la adrenalina de la batalla me había impedido que lo sintiera, pero ahora me sentía morir.

    — William…no…— de entre sus pómulos rodaban lágrimas, mientras me tomaba en sus brazos.

    — Llorando es el único momento en que no te vez linda— acaricié su mejilla y ella tomo mi mano, sosteniéndola allí.

    — Medicina, ¿tienes algo que pueda curarte?, ¿¡Por que, por que tenía que perder mi mochila!?...yo William ¿que hago? — tu rostro se tensaba, me aferraste a tu pecho.

    — Alba, debo decirte algo…

    — Dime, dime…— me susurró ansiosa.

    — Cada instante contigo, cada momento y experiencia que pasamos juntos fue lo mejor para mi —nuestras miradas se unieron— Alba me encanta tu mirada, expresa tanta ternura y la vez valor, tus labios y bella sonrisa que dibujan, me gusta tu voz mas dulce que el canto de un sinsajo, tu siempre has sido mi luz en este mundo en tinieblas, mi fuerza, mi determinación , mi valor es por ti…— acariciaba su brazo y sus manos, se estremeció — yo te amo…

    — William…— tus manos encuadraron mi rostro y se aproximó a mi, el dulce aroma de su aliento me hechizaba—yo también te amo.

    Sus labios, esos labios rosas, tersos, sublimes que había ansiado tanto, se depositaron en los míos, fundiéndose cada partícula de ellos en un tierno beso, sus ojos de poco se cerraban dejándose llevar por el encanto del momento, el tiempo se detenía y esos corazones que siempre habían sido destinados a estar juntos latían al unísono, sus labios danzaban con los míos acariciándose, buscándose entre si, otorgándose el uno al otro.

    El dolor comenzaba a desvanecerse hasta que ya no sentí nada, me perdí en tu calor hasta que todo se vio desvanecido, a pesar de la fragilidad de nuestras vidas y que en este mundo reinaba la tanta violencia y muerte, aún sobrevivía una cosa, el amor, ella me amaba.

     
    • Me gusta Me gusta x 4
  2.  
    Sheccid

    Sheccid Usuario común

    Géminis
    Miembro desde:
    25 Enero 2012
    Mensajes:
    493
    Pluma de
    Escritora
    ¡Y ya para que?!¿Para que decirle que lo amaba si estaba muriendo? Si, es mejor decirlo antes de que sea tarde pero ¿por que tan cruel destino?
    Oh, la canción es preciosa y más a voz de el guapo Julio Iglesias, me encantó desde que vi a Zoom y los súperheroes (no recuerdo bien el nombre, pero salia la canción en inglés)
    Emotivo y sin faltas de ortografía excepto con la falta de algunas comitas sin mucha importancia, me gustó mucho XD
    Sayo
     
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso