Tsumetai - Oscuridad -

“sé que te perdí… que falle…”

Yo no podía ver nada, tenía los ojos quemados. Me encontraba atado a una silla, mis fuerzas se habían esfumado, estaba en aquel estado donde uno no puede hacer más nada que lamentarse, recuerdo que las lágrimas no dejaban de rodar por mis mejillas, sabía que mi vida estaba llegando a su fin, sin embargo, eso me importaba poco, yo solo quería estar a su lado en aquel momento. Alguien se acercó a mí lentamente.

— Quiero que me cuentes… ¿Qué paso? —pregunto una voz femenina, no cualquier voz, era la de ella, yo lo sabía bien.

— Yo no sabría decir porque sentía lo sentía en aquel momento, nadie podía ayudarme, gritar era inútil, mi voz no se escuchaba y aunque hubiera dado lo mejor de mí, siempre faltaba algo. Quizá habría sido mejor perder la fe, pues sé muy bien que nunca te tendré, que jamás podré volver a hundirme en el eterno paraíso de tus ojos. Cada noche mis lágrimas te recordaban en la fría oscuridad de mi habitación, ver lo inútil que era en ese lugar… ver como todo se derrumbaba sin hacer nada, eso no es lo que iba a pasar… porque no habría dejado que vivas en un mundo así, simplemente te mereces lo mejor. Nadie es libre, nada es eterno, solo se quedan mirando la televisión mientras todo su entorno se marchita con la sequedad del materialismo que fomentan, tantas injusticias, tanto rencor, y quien nos lidera solo aviva el machismo irracional. Pues, sabía la razón por la que debía seguir con vida, cambiaria nuestro mundo…— Le dije intentando recordar cómo fue que termine en ese oscuro lugar.

— ¿Qué fue lo que hiciste? — pregunto entre lágrimas.

— Las cosas tenían que ser de otra manera, yo solo necesitaba el medio para hacerlo… tendría que obtener fama, respeto, seguidores… era la única manera de lograr cambiar algo… es por eso que busque la forma de hacerlo, pero solo encontré el fracaso, el tiempo pasaba y no tenía avance alguno. Estaba dispuesto a entregar mi vida, mi alma por ti, por verte feliz, quería ver tu bella sonrisa de nuevo… yo… recurrí a lo más bajo para lograr mi objetivo, pacte con el diablo. Estaba desesperado e intente miles de cosas para invocarlo, pero no pasaba nada… hasta que un día en mi locura corte mis venas, fue cuando se mostró frente a mí, un sujeto de tez negra, era muy esbelto y vestía un traje azul… la verdad no sé si se trataba del diablo, pero sabía que él me podía ayudar. Este hombre me enseño muchas cosas, desde como encantar a un animal hasta como manipular a las personas, todo lo que él me decía lo aplicaba para mis planes, quería que todos vieran como seria este mundo si fuéramos consientes del daño que nos hacemos. Con el paso del tiempo logre progresar, pero este ser… cada vez me pedía más cosas, no sabía hasta qué punto podría complacerlo, pero no podía rendirme en ese momento. Una noche, me ofreció un poder con el que podría cambiar la mente de las personas, ¿Te imaginas semejante cosa?... pero tal don requería un mayor sacrificio, yo sabía que todo esto lo hacía por ti, no me importaba lo que me pasara a mí, así fue como me dio esta habilidad… pero quemo mis ojos, ya no veré de nuevo… Sentí un dolor tan fuerte, pero si con eso podía cambiar al mundo… si con eso podía hacerte feliz…—

— ¡Ya basta! —me interrumpió llorando.

— Te pido perdón, estaba tan cerca de cambiar el…—

— ¡es que no lo comprendes!... no me importaba que tan mal este todo, si podía estar a tu lado… estar juntos siempre fue mi visión del mundo perfecto, compartir nuestras vidas era lo que me hacía más feliz, pero siempre estabas tan distante… cuando te alejaste mis sueños se desmoronaron…— refuto para luego ser vencida por el llanto, yo no podía creerlo, no dejaba de oír sus lamentos, creo que en ese momento grite, tampoco podía controlar mi dolor, recuerdo que escucha sus pasos alejarse de mí.

— ¡espera! ¡No me dejes solo! ¡Yo te amo! —Le grite con mi último aliento.

—Yo siempre te amé, me duele mucho que esto termine así… siempre vas a estar en mi corazón— me dijo al momento en que deje de escucharla.

— ¡no me dejes!... por favor…— grite nuevamente, pero sabía que ya no estaba.

— ¿Esto es lo que lograste con todo lo que te di?, me das mucha pena —me dijo esa voz que podía reconocer en cualquier lado, ese ser que invoque aquel día.

— ¡necesito que me saques de este lugar! ¡Tengo que verla! —Le rogué desesperado.

— Me gustaría que así pudiera ser… pero tu vida ya no te pertenece —Respondió.

Luego una oscuridad lleno mi ser… todos los días son una noche fría para mí… solo vivo para recordar este momento, si es que a esto se le puede llamar vida… yo le diría, eterno sufrimiento.