Daichi Nishimura Asentí con las cabezas ante las advertencias del hombre. "Esto es una estafa", mi mente ya comenzaba a decirme que esto había sido una mala decisión. Suspiré ligeramente resignado, sujetando la cuerda con fuerzas. Miré hacia el fondo del agujero de piedra en el suelo y salté. Mis pies se apoyaron dos veces en la roca para tomar impulso hasta que pude distinguir la débil flama de la antorcha en el techo. Me solté de la cuerda y caí al suelo con un ligero sonido que se convirtió en un eco vacío. Suspiré de nuevo, cerré mis ojos un par de veces, intentando hacer que mis pupilas se acostumbraran al repetino cambio de luz y pude observar como el chico enmascarado sujetaba la cuerda con una mano y en la otra tenía la cuerda. Me miraba, iba a hablar, podía sentirlo. "—Señor...mi labor aquí será rápida y sencilla: sólo debo buscar algo en las aguas estancadas de la caverna. Como hay una sola cuerda, ¿podría acompañarme hasta aquel gran pantano de allí adelante? Luego no pediré nada más de usted, se lo aseguro.—" Me encontré confundido. "Demasiado respetuoso...", pensé, pero en ese punto de mi existencia solo esperaba que el comerciante me estuviera estafando, pero por alguna razón el chico realmente parecía necesitar ayuda. Lo miré de nuevo arriba a abajo, mientras sujetaba la única cuerda que era su guia para poder subir. Asentí ligeramente. —Muy bien, chico...—me detuve un momento para intentar distinguir el pantano al que se refería. Mientras mi mente reprimía uno de los sermones sobre la terminología de samurais y su labor, no, su obligación de ser guardianes de los necesitados.—No te sorprendas si no encontramos nada, creo que este hombre nos acaba de ver la cara y...—me callé, no era necesario continuar con ese tipo de conversación. Volví a asentir.—Guía el camino...—le indiqué, señalando en dirección hacia el pantano.—Yo te seguiré.—respondí sin más, intentando observar... Aquello que podía estar oculto en la penumbra. Contenido oculto Gigi Blanche
Natsu Gotho ♤ Casa de armamento Su atención se detuvo en el lujoso tejado de aquel cuartel militar, tapándose la frente con una de sus manos al sentir sus ojos cegados por la potente luz solar. Los aldeanos que construyeron aquella edificación han de sentirse orgullosos, sin embargo, el no ver ápice de posibilidad por ingresar ni la disposición de los guardias al mantenerse rígidos en aquella postura derecha mientras observaban a la nada de entre los árboles, lo hizo continuar caminando, desviándose al adentrarse entre los árboles, permitiéndose escuchar el graznido de pequeñas aves sobre las ramas tupidas. En medio de su camino percibió pequeñas semillas entre la tierra, evaluándolas entre sus dedos hasta llegar a la casa de armamento. Suspiró con parsimonia, sin parar sus pasos hasta adentrarse e el sitio. Contenido oculto Post Editado
Ryouma En el Shukusha. Saludó con una reverencia de cabeza al posadero, pero se quedó en silencio mirando a Hiko, escuchando con atención. Silbó como expresión de asombro. —¿Problemas en Nara? —cuestionó, con su voz animada e infantil, de niño pequeño—, ¿pero no es Nara una ciudad grandota?, ¿qué tipo de problemas puede tener? —soltó una leve carcajada, luego suspiró sin perder su sonrisa—. Bueno, nunca me agradaron las ciudades —susurró despacio. Después escuchó sobre las catacumbas—. Vaya, eso suena entretenido —comentó divertida, aunque todo era en realidad una puesta en escena—. Lástima que no me haya encontrado ninguna chiquilla, para poder acompañarla —dijo haciendo una mueca de con los labios. Después frunció el ceño, en una cara de extrañeza—. ¿Eh?, ¿tan poco prestigio tienen los santurios? Que lástima —comentó con suavidad—, no es de extrañar que puedan haber fantasmas —sonrió ante lo último. Hay que ver lo curioso de la información. También se había percatado como uno de los presentes la observó más de la cuenta, el mismo al que Seneatsu había saludado. Y el chico se fue sin más tras saludar devuelta al recepcionista. Hiko y la otra chica habían seguido indagando sobre lugares turísticos, por lo que las ignoró. Volteó a ver nuevamente a Seneatsu. —Lo siento por hacerle esperar, estaban hablando cosas de lo más interesantes —comentó sonriente y a ojos cerrados, mientras con una mano se sobaba la nuca— ¡Bueno, a lo que venía! —dijo extendiéndose de brazos. Su voz la noche anterior había sondo algo más aguda, pero mucho más seria. Ahora sonaba más grave, aunque con más alegría. Su expresividad también era totalmente nueva, casi parecían ser dos personas distintas—. No te creerás lo que me pasó anoche —empezó a comentar, mientras apoyaba los codos en la mesa de la recepción, entrelazando sus manos para apoyar su mentón, sonriendo pícara. El volumen de su voz, a pesar de que se escuchaba bastante bien, era bajo; solo gente de buen oído, que le prestara atención, la escucharían. >>¿Te acuerdas del viejo fétido y el extraño enmascarado de ayer? —empezó, dejando atrás su explosiva energía, para narrar el asunto con más seriedad—. Pues bueno —una leve sonrisa, mientras erguía correctamente su espalda, tocando la mesa con ambas palmas—; ayer, al salir junto a mi compañera, los encontramos afuera. ¡Nos pidieron disculpas también!... Bueno, en realidad solo pidió disculpas el raro de la máscara, denotaba cordialidad por todos lados, un contraste sorprendente —narraba de manera entretenida, casi como si estuviera contando un cuento, pero sin llegar a alzar la voz. Mantenía, de algún modo, la seriedad de sus palabras. Aparte, gesticulaba bastante, tanto con sus manos como con su rostro—. No me explicaron mucho, pero básicamente, el grandullón harapiento quería devolverle algo a la chiquilla despavorida —sonrió, una mueca compasiva, la cual fue lo más real de su actuación. Era... Kenzburo era el que más compasión se llevaba de su parte...— Ya te habrás imaginado, con las pintas que tenía dio una idea equivocada— Aunque tal vez le estuvieran ganando el puesto a su maestro. Metió una mando entre sus prendas, sin dejar expuesto ningún centímetro de su piel, aparte de la ya visible, para sacar la cajita músical. Su haori quedó tal como antes de sacar la caja, sin necesidad de re-acomodarlo. —Compartimos gran parte de la noche juntos —comentó mientras dejaba la cajita en la mesa, aferrándose a ella con ambas manos. Se estaba inventando todo, esperaba que eso después no le jugara en contra... ¿las normas de Takeda hablaban sobre no mentir? Diablos, no lo recordaba—. No sé si serán buena o mala gente —prosiguió, observando con seriedad la cajita músical—, uno no puede averiguar esas cosas en una noche, pero... Aseguraría que no planeaban hacerle nada malo a la chica... ¿cómo era?.... ¿Miko? —terminó, observando con confusión a Seneatsu. Dio un pesado y algo exagerado suspiro, para después mirar acomplejada al chico, todo aún dentro de su actuación—. Lamentablemente, y también pidieron disculpas por ello... la cajita se rompió... aunque creo que aún suena —expresó alzando las cejas, en un rostro algo sorprendido. Luego sonrió, acercándole la cajita. >>El chico de máscara parecía que estaría ocupado hoy, así que no tuvo tiempo para venir. El grandullón, con el tiempo que logré interactuar con él, parecía que se le daban fatal las conversaciones. Aun así, querían devolver esta caja musical, pero la inhabilidad de uno, y los suntos del otro, se lo impidieron. Le ofrecí ayuda al grandulón, pues me lo encontré hace unos buenos minuto, y aquí estoy; Pidiendo disculpas por ellos, devolviendo este objeto. Así que...— Mao se alejó unos tres pasos de la mesa, para hacer una reverencia de 90°—. Lo lamentan mucho, también les frustra no haber podido disculparse presencialmente. Por favor, vean lo de ayer como un accidente. No digo con esto que le agarren confianza, solo busco aclarar lo ocurrido ayer —. Se volvió a erguir, sonriente, para soltar una suave carcajada. La disculpa y sonrisa habían sido verdaderamente genuinas. Esperaba que todo su montaje no fuera extraño, ni que se llegara a contradecir mucho en el futuro. Le atemorizaba eso. —¡Bueno, fin del asunto! —comentó, siempre manteniendo esa voz de chiquillo pequeño, juntando sus palmas en un solo aplauso—. Y bueno, esto no es por amabilidad —agregó sonriente—, ahora ellos me deben un favor —una expresión totalmente alegre, llegando a cerrar los ojos—. Así que... —volvió a su seriedad—, le pedí al grandullón que me acompañara por estos lados, siempre es mejor ir acompañados que solos, ¿no? Ninguno conocemos la ciudad... o eso creo —dudó al final, llevándose una mano al mentón—, pues en ese caso, la compañía nos beneficia a los dos. Volvió a suspirar, llevándose las manos tras la cabeza, con una expresión somnolienta. >>Bueno, fin de tanta chachara —volvió a ser una reverencia, pero esta vez más leve—, gracias por escuchar toda la explicación. Puede que me pase al anochecer, para tomar otro baño o quedarme a dormir, tendré que ver —dijo disminuyendo la alegría con la que hablaba. Observó a sus alrededores, aún meditando si irse o no, podía conseguir algo de información extra.
Kohaku Ishikawa El alivio fue evidente en su expresión tras oír la afirmativa de aquel hombre. Una sonrisa cargada de ánimos, casi infantil, decoró los labios por debajo de la máscara y se inclinó brevemente antes de encabezar el camino hacia el pantano grande. —¿Que nos ha estafado? Probablemente —concedió, con voz suave; no se lo oía para nada molesto, pese a lo que estaba diciendo—. Quizás estas cavernas no cuenten con todas las extrañezas que intentó adosarles, pero si encuentro lo que necesito me daré por satisfecho. —Se giró brevemente hacia él—. Espero que usted cuente con la misma fortuna, señor, sea lo que sea que espere encontrar aquí. Estuvo a punto de preguntarle su nombre, ya que le parecía descortés dirigirse a él sin saberlo, pero entonces se dio cuenta que debería entregar el propio a cambio y eso... ¿quizá trajera problemas? No estaba seguro, y puede que estuviera siendo un poco paranoico, pero prefería ser precavido y andarse con cuidado, mucho cuidado. Ya había cometido un error en el Shukusha, persiguiendo a esa mujer junto a Kenzaburo. No se permitiría volver a fallar. Una vez alcanzó el nacimiento de aquellos pantanos subterráneos, se acuclilló y echó un vistazo sobre la superficie turbia. Un potente olor a humedad y barro emanó hasta sus fosas nasales y arrugó un poco la nariz, inclinando la antorcha encima del agua. Esperaba encontrar las sanguijuelas para elaborar el antídoto. Contenido oculto *prende una velita*
Daichi Nishimura "Es solo un chico...", pensé, mientras lo observaba apresurarse hacia el pantano en la lejanía oscura. Mi mente se calmó, respiré hondo y el olor a humedad golpeó mi nariz haciendo que botara todo el aire de mis pulmones de golpe. El olor a humedad inundó ambas fosas nasales en un golpe repentino y me di cuenta que sin la antorcha, solo podía apenas un paso frente a sí, pero con la antorcha estaba seguro que podría regresar hacia la "entrada" por mi solo. El chico comenzó a hablar mientras lo seguía hacia el borde del lago subtérraneo, todo parecía calmado en silencio, pude sentir como nuestras voces harían eco, mientras el chico hablaba. "—Espero que usted cuente con la misma fortuna, señor, sea lo que sea que espere encontrar aquí.—", asentí para mi, aunque no pudiera verme por caminar detrás de él, siguiendo el camino que trazaban sus pies y la antorcha que sujetaba con fuerza. —Simple curiosidad, chico, simple curiosidad...—respondí mirando las paredes.—Quiero ver que tan profunda es esta estafa, quizás, el señor Taki diga la verdad y no ha explorado más allá, ¿quién sabe?—cuestioné ligeramente, entonces una idea pasajera pasó por mi cabeza.—La oscuridad lo engulle todo y lo abruma, sorprendentemente, no parece tener ningún efecto en el agua... ¿Acaso no es una contradicción?—pregunté más para mi que para buscar conversación.—La diosa Tsukuyomi, con la luz que irradía, controla los movimientos de los mares entre la oscuridad, ¿la luz será agente causante de ese caos en el oleaje o solo es el efecto colateral de su presencia? ¿La oscuridad...—me detuve en seco ante mi monologo sin sentido, por un momento regresaron recuerdos de otros tiempos donde lo habrían reprendido por hacerse esas preguntas, esta vez... La culpa pasada invadió mi cuerpo y solo seguí con mi mirada al joven que buscaba con anhelo en la superficie turbia del agua estancada.—Oye, chico, olvida lo que acabo de decir, ¿está bien? Solo son atisbos de locura...—el chico seguía rebuscando iluminando con la antorcha.—¿Qué buscas?—pregunté acercándome a su lado, exhibiendo genuina curiosidad, no quería pensar que el chico buscaba beber de esas agua. Contenido oculto Gigi Blanche
Yuzuki Minami Shukusha Chasqueé la lengua al escuchar lo dicho por Kagami y luego le dediqué una sonrisa, agradecida por la información. No quería darle muchas vueltas a los otros rollos. Estaba por retirarme, pero a última hora permanecí en la recepción un rato más, prestando más atención a la chiquilla, a su forma de hablar y sus gestos. Agudicé el oído, tratando de escuchar de lo que hablaba con el hijo de Kagami, sin demasiado éxito. Daba igual, no era esperando escuchar algo importante que le estaba prestando atención. Estaba hablando demasiado, casi más que la propia Kagami. Me aparté de la mesa de la recepción entonces, cerca de la mitad del que intuí era el monólogo de la chiquilla. Me retiré con los pasos amortiguados de un gato, detendiéndome apenas unos segundos a sus espaldas y con la misma agilidad silenciosa, mis manos ligeras lograron hacerse con algunas monedas de la chica de ojos dorados. ¿Debía sentirme culpable por robarle a una niña? Quizás, pero me di cuenta de que cargaba más dinero del que pude quitarle de encima. Salí del hostal entonces. Kagami había hablado de los ladrones del mercado de este barrio, poco sabría ella de que me había levantado unas monedas en su recepción. El puerto estaba más lejos, así que direccioné mis pasos hacia el mercado del daruma.
Kohaku Ishikawa La voz del hombre junto a él se replicaba con calma y cierta seriedad en medio del profundo silencio. Kohaku lo escuchó sin siquiera pensar en interrumpirlo; su mente parecía rumiar terrenos poco rutinarios y se preguntó entonces si sería una costumbre frecuente de aquel sujeto. No lo conocía, pero le agradaba la gente que ponía sus dudas y preocupaciones en palabras. Él nunca había sido habilidoso para ello, tampoco había estado bien visto en su villa. La máscara no sólo cumplía el propósito de conservar su pureza, la pulcritud de su tez y la inocencia de sus ojos. Puede que no cubriera sus labios, pero también contaba con el poder de sellarlos. Ya no estaba en la villa, sin embargo, y aquella máscara de arcilla vieja y maltrecha ya no conservaría su inocencia. Había perdido su poder entre la nieve. Observó el agua sin premura alguna cuando el hombre la condujo por su hilo de pensamientos, y meció el fuego de la antorcha lentamente sobre ella, apreciando los juegos de luces y sombras que se producían sobre la superficie opaca. No desvió la vista cuando sintió la presencia del hombre a su lado, simplemente sonrió y mantuvo su búsqueda ocular activa. —Sanguijuelas —respondió con simpleza—. Son útiles para extraer ciertas sustancias de la sangre, y tengo que ayudar a un amigo. Estaba bien, ¿verdad? Podía decirlo. Sentía que sí, y quería creer en sus instintos. Le permitió al tiempo deslizarse un par de segundos más entre ellos hasta retomar la palabra; esta vez sí miró a su compañero. —El poder de Tsukuyomi es inmenso, y los peces y criaturas marinas parecen temerle. ¿Ha visto cómo se ocultan en noches de luna llena? Las mareas cambian, la pesca se trastorna, y sólo por la presencia de su brillo pálido. ¿Cree que el océano logre percibir algo que nosotros no? Es probable. —Su voz era prácticamente un arrullo y fijó la vista en la antorcha, el fuego danzando frente a ellos—. Como ahora. ¿Amaterasu habrá encontrado, quizá, la forma de bendecirnos con su presencia? ¿O sólo son fantasías con las cuales nos alimentamos? No estoy muy seguro sobre la voluntad de los dioses, pero... Lo habían dicho más de una vez. Los ancianos de la villa eran los únicos, además de la familia Ishikawa, a quienes se les concedía el derecho de atestiguar el nacimiento del primogénito. Eran ellos quienes dictaminaban la pureza del niño y amarraban la primera máscara en su pequeña cabeza. Cuando Kohaku nació, las palabras de los ancianos fueron claras. Mírenlo, dijeron, Amaterasu destella con la inocencia del recién nacido. —Siempre están presentes —prosiguió—. En fenómenos tan increíbles como el cambio de mareas, o detalles nimios como la llama de una pequeña antorcha. Los dioses están, y el mundo reacciona ante ellos. —Asintió, como reafirmando sus palabras, y le sonrió al hombre a su lado—. No se disculpe, señor, por poner en palabras las dudas que acaecen dentro de su mente. Puede que encuentre a alguien que disfrute escuchándolas, como ahora, o que incluso las comparta.
Shukusha (Hideyoshi; Heya; Suzume ; Yuzuki; Mao y Kenzaburô) Seneatsu observó a Heya mientras salía del Shukusha; seguido de Hideyoshi, para él eso indicaba que debía recoger los futones y dejar las puertas habiertas de sus habitaciones; después giró hacia Mao quien le explicaba lo sucedido en la madrugada; no tardó Yuzuki en salir del Shukusha. Él escuchaba muy atento y algo aliviado, pues creía que aquellos hombres querían lastimar a Miko, a parecer todo había sido un malentendido. Miró la caja que colocaba en la mesa y no pudo evitar sentir tristeza, pues estaba rota; la tomó entre sus manos con delicadeza y también hizo una reverencia ante Mao —Ofrezco una disculpa por asumir lo peor de ellos; sé que no son amigos suyos pero si pasea con ellos hágales saber mi vergüenza— se irgió y afirmó ante Mao —Le agradezco que haya tomado su tiempo para resolver todo este asunto, siendo que no tenía nada que ver con usted. Lo que ha hecho es muy noble, este objeto es importante para ella— Miró hacia Suzume quien seguía con su madre, pero Miko no estaba a su lado, alargó un poco su cuello para ver si la habitación de Miko seguía cerrada, no lo estaba. Volvió a mirar hacia Mao con respeto —En disculpa me gustaría ofrecerles un espectáculo; Miko y Suzume son artistas, seguramente podrán pasar un buen rato, antes del anochecer se realiza este espectáculo; están cordialmente invitados— Dijo Seneatsu sintiendo una mirada detrás suyo; era Miko quien se acercaba como un pequeño ciervo hambriendo, receloso de acercarse pero su instinto de supervivencia no le permitía alejarse. Seneatsu se volteó por completo y le mostró la cajita de música; esto hizo que Miko corriera hacia él tomando la cajita en sus manos y abrazándola hacia su pecho. Seneatsu señaló con respeto hacia Mao —Ella la ha traído hasta acá; él hombre de ayer no quería hacerte daño, sólo quería devolverte la caja de música — Miko miró a Mao, después a la cajita dándose cuenta que estaba rota. Se acercó a Mao y la abrazó. Seneatsu se quedó estático —Esto... perdón; Miko no habla demasiado, así que responde con acciones— dijo tomando del hombro a Miko para que se alejara; la invasión del espacio personal era muy mal vista; Miko se separó. Fuera del Shukusha permanecían Heya y Kenzaburô, sin saber que ambos esperaban que Mao saliera de aquel lugar. Catacumbas de Taki (Daichi; Kohaku ) Ambos se dirigieron hacia el estanque mayor; la luz de la antorcha rebotaba en el agua que parecía de color negro; en los bordes del estanque había estalagmitas, algunas incluso conectaban con las estalactitas del techo; no goteaban pero el sonido de las gotas parecía hacer eco desde otro lugar no tan lejano. Al acercarse a las orillas pudieron sentir como la tierra comenzaba a sentirse mas maleable; hundiendo sus sandalias en aquella mezcla de tierra, agua y rocas a medio desintegrar. Sus voces a pesar de ser bajas creaban un leve eco que recorría aquella caverna. El agua estaba helada y envuelta en una nata de algas y enea; varios insectos se sacudieron al sentir como su tierra era movida por sus pies; algunas ranas brincaron de un lado a otro. Pero el agua no parecía completamente muerta, había movimiento en ella, por desgracia ese movimiento no estaba en las orillas como aquellas ranas e insectos. Aquellos seres que se movían en el agua no parecían ser peces, eran planos y alargados, efectivamente eran sanguijuelas. Era momento de entrar por algunas. Contenido oculto: Recolecta de sanguijuelas Al entrar al agua, las sanguijuelas serán atraídas a ti por el simple hecho de tener sangre en el cuerpo; básicamente se adhieren a ti. Deberás entrar al agua pues no cuentas con nada que te ayude a recolectarlas. Deberás tirar un dado de 20 caras; el número obtenido es el número de sanguijuelas que podrás quedarte. (Tanto Kohaku como Daichi pueden entrar al agua; pero sólo Kohaku podrá recolectar las sanguijuelas, si Daichi entra yo tiraré el dado de 20 caras. Contenido oculto: Cavernas Deberán tirar un dado de 20 caras a la siguiente acción que realicen después del estanque. Ya sea simplemente salir de aquel sitio, o seguir explorando. Casa de Armamento (Natsu) Natsu entró a la casa de armamento luego de que paseara un poco por Tsu, detrás de la barra de bambu se encontraba una mujer, la cual conversaba sin preocupaciones con un hombre que se veía sumamente intimidante; cargaba ocho armas, al menos esas eran las que podías contar a simple vista. No se veía como el típico guerrero samurai, tampoco algún otro guerrero usual. Al entrar aquel hombre colocó su mirada en Natsu y sonrió —Por fin, alguien que aprecia el arte irezumi— dijo mirando los tatuajes, aquel hombre era mucho amyor, aún así parecía dedicarse a entrenamientos severos pues su musculatura era asombrosa para alguien de su edad —Sólo aquellos con caracter saben portarlos— La mujer detrás de la barra interrumpió a aquel hombre dirigiéndose a Natsu —¿Un viajero, estás considerando mejorar tu katana? o buscas alguna otra mas adecuada para tus habilidades— Casa abandonada (Takeda; Takano; Kuroki; Misato ) Takeda regresó a la casa abandonada; al parecer mas temprano de lo que él había dicho; miró a Kuroki y Misato, después se dirigió a Takano, el cual se separó de la pared alarmado por la apariencia de Takeda; su ropa estaba llena de sangre nuevamente pero el hitodama había desaparecido de su hombro —¿Qué demonios pasó? —Preguntaba Takano angustiado sosteniendo a Takeda del hombro. Contenido oculto —Después Takano; dame la espada de Chikusa— Takano pudo notar que a pesar de aquellas heridas, Takeda parecía no estar agonizando, se le veía demasiado cansado y desaliñado pero su mirada era decidida. Takano le entregó la espada, aún dudando un poco si hacerlo. Takeda la observó por unos instantes, la desenfundó mirando el trabajo de limpieza que había realizado Fuji tiempo antes —Kyōdai ai... —decía Takeda mientras sujetaba el sable con sus dos manos —Ese fue el nombre que te dió Chikusa, significa hermandad— la sujetó del mango y la clavó con velocidad en el suelo de madera. Y en unos segundos ya había tomado la suya aún enfundada y con firmeza golpeó el centro del sable de la espada de Chikusa con el mango de acero de la suya; quebrando el sable. —Pero qué....—Eso fue lo único que logró decir Takano antes de mirar como Takeda caía de rodillas frente a lo que quedaba de aquella katana —...¿Takeda?— Takeda se quedó allí uno instantes, recogiendo cada pequeño pedazo de aquella arma —Debo ir de nuevo al santuario— Takano lo miró incrédulo —Tú no vuelves a ese lugar; aún me debes explicaciones; pero dime que es lo que necesitas hacer, yo lo haré; tú descansa aquí— Casa Feudal (Hideyoshi) Hideyoshi siguió a la perfección las direcciones que le habían dado, llegando a uno de los complejos mas grandes de aquella ciudad; a pesar de ser una belleza arquitectónica, nadie parecía detenerse a observarla, aquel lugar no parecía ser un sitio muy frecuentado inlcuso se podría decir que estaba descuidado. No se veían a los típicos sirvientes de corte aseando, o barriendo las hojas en la entrada, la cual estaba completamente cerrada y dos guardias la vigilaban con recelo. Al ver que Hideyoshi se acercaba apuntaron sus lanzas hacia él —El señor feudal no tiene audiencias el día de hoy; diga la razón de este atrevimiento, seremos nosotros en juzgar si es adecuado— Alguien detrás de la puerta estaba escuchando y se hizo notar con su voz —¿Es el informante?— preguntó aquella voz, era un hombre y al parecer los guardias la reconocían perfectamente. Contenido oculto Hagas lo que hagas me deberás tirar un dado de 20 caras :3 Mercado Daruma (Yuzuki) El mercado era bullicioso; varios de los comercios eran de hermosas artesanías; desde pequeños darumas de madera o piedra; hasta fuurin de vidrio perfectamente adornados. Aquel sitio estaba lleno de vida, a su vez había comercios de comida, la cual ya comenzaba a oler bien. Junto del Daruma gigante había una mujer que gritaba fuertemente —...La leyenda de Kamaitachi es cierta; son pequeños monstruos que a simple vista parecen comadrejas o ardillas y usualmente atacan en grupo; roban a los campesinos y aldeanos...— Cerca de aquella mujer había un hombre que tocaba la flauta, aquel sonido parecía ir en contra de todos los demás sonidos tan violentos en em ambiente del Mercado; a sus pies podías ver mas flautas como las suyas, talladas en madera. Misato Natsu Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi PV= 60 PV= 60 PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 muy bien descansado +2 defensa Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 55 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 [Envenenado] Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa)
Ryouma En el Shukusha —E-eh —trató de hablar en cuanto Seneatsu empezó a disculparse, en realidad no buscaba que se sintiera culpable, así que estaba genuinamente sorprendida. Terminó negando con ambas manos—. No se preocupe, señor —comentó respetuosa, para después mirarlo con seriedad—. Uno nunca sabe quienes pueden traer problemas consigo, usted hizo bien en pedirles que se marcharan—. Tras decir eso volvió a su rostro alegre, el cual había mantenido durante casi toda su estadía dentro—. Agradezco mucho sus disculpas. Escuchó la oferta del espectáculo, y sus ojos parecieron iluminarse. Recordó aquellos tiempo donde aprendía danza y canto con sus maestras. >> ¡Estaría encantado de verlos! En verdad, muchas gracias —siguió hablando con esa voz de mocoso—, les preguntaré a los otros dos si les apetece venir. En eso llegó Miko, Mao observó con seriedad su actuar. Vaya, en verdad parecía que atesoraba aquella caja musical, retuvo la sonrisa que quería surgir, manteniendo su rostro repentinamente serio. Escuchó al recepcionista explicarle lo sucedido a la mujer, mientras Mao intentaba apaciguar nuevamente su ceño fruncido. Y en eso, Miko se abalanza hacía a ella, provocando que tomara por reflejo el mango de su katana; pero estaba lejos de desenfundarla, ni loca lo haría; en cambio, su rostro de mostró totalmente rojo y anonadado en cuanto la chica le abrazó. Sentía que hace años no recibía una muestra de afecto así, cuando en realidad solo pasaron un buen puñado de meses desde que alguno de sus hermanos la abrazó. Se quedó estática, y al pestañear sintió sus ojos humedecerse un poco. Tan rápido como llegó la chica a su lado, Seneatsu hizo que se apartara, dejándola libre. La acción de Miko la descolocó por completo, por lo que le tomó un tiempo procesar lo dicho por el chico, que explicaba su reaccionar. Se había llevado una mano al pecho, logrando sentir el palpitar acelerado de su corazón. Inhaló hondo, exhalando despacio mientras volvía a erguirse correctamente. —Entiendo —dijo sonriendo, aun algo nerviosa por lo ocurrido—. Cre... Creo que ya me voy —. Hizo una leve reverencia—. Muchas gracias por su amabilidad, intentaré venir en la tarde a ver el espectáculo —. Luego volteó a ver a Miko, con una leve sonrisa—. Espero poder volver a verte en la tarde, y procura no andar sola en la noche, ¿vale? Adiós. Una última reverencia y se dio media vuelta para marcharse, saliendo del Shukuka. Mao Afuera del Shukusha La niña se respaldo en una de las paredes apenas salir del lugar, volviendo a suspirar sonora y pesadamente, llevándose la mano al corazón... Al parecer ya se había calmado. Cerró los ojos un momento, dejándose bañar por los rayos del sol, al final había terminado más alegre de lo que esperaba. Sonrió, bastante feliz, pero se borró casi al instante; había que ponerse a investigar la zona, estar atenta a los alrededores, su expresión nuevamente era amargada. Al abrir nuevamente los ojos, buscó con la mirada al chico de antes . Sabía que Kenzo la esperaba en la siguiente cuadra, pero no podía estar tranquila sin antes saber si ese mirón aún le seguía el rastro. Si se lo encontraba, significaba que tendría que seguir fingiendo aun estando con Kenzo, cosa que no le agradaba en absoluto. Lo ocurrido en el Shukusha la había agotado, aunque había quedado bastante satisfecha con el resultado.
Hideyoshi Soga 曽我秀吉 Observó consternado la situación. Las lanzas que lo amenazaban eran su principal preocupación, por un momento su mano se vio guiada hacia su kodachi, pero se contuvo, no venía a matar a nadie, ni a irrumpir en la tranquilidad del señor de Tsu. Lo que necesitaba Hideyoshi era hablar y parlamentar, su búsqueda no acabaría en un desatino, en una imprudencia. ¿Qué iba a hacer? Sus habilidades con la kodachi estaban ligeramente oxidadas, pero aún así creía poder deshacerse de esos guardias. ¿Y qué seguía luego? ¿Explicar que su urgencia era de tal magnitud que no podía perdonarle la vida a dos hombres cumpliendo con su deber? A pesar de todo optó por soportar el peso que la presencia del filo de esas lanzas ejercían sobre su persona. Hizo un gesto con la cabeza, buscando complicidad con los guardias, pero antes de obtener reciprocidad alguna escuchó esa voz que provenía de la casa del señor feudal. "¿Un informante?", pensó desorientado. Los guardias parecían reconocer la voz, y si reconocían la voz que emanaba desde las pertenencias del hombre más poderoso de Tsu, entonces debía ser alguien con autoridad. Y de ser así... "Esta es mi oportunidad..." Hideyoshi se dispuso a jugar su carta.
Natsu Gotho ♤ Casa de armamento Parpadeó al notar la cantidad de espadas que traía encima aquel sujeto. No se le haría nada extraño que terminara usándolas con los dientes en caso de perder los brazos. Continuó sus pasos hasta estar más cerca del hombre que indudablemente, le atravesaba la experiencia en batalla. Le apeteció hacer una pregunta pero la voz femenina lo hizo desviar su atención, manteniendo sus labios en aquella línea recta. —¿Cómo puedo mejorarla? —entre sus planes no estaba cambiarla, por ahora. Era preciada para él. Volvió su vista hacia el hombre, animándose a hablar antes de obtener la respuesta de la mujer, dejando salir nuevamente el grosor de su voz. —¿Entrenaría conmigo? —visualizó el lugar y se percató de una puerta que conducía a un patio trasero, señalándolo con su dedo índice izquierdo—. Un duelo sin armas. A mano limpia. Sabía que perdería, pero sino entrenaba no mejoraría...
Daichi Nishimura "—Siempre están presentes —" Bufé ligeramente ante esa afirmación. El ruido tuvo que haberse amplificado por el eco de las paredes que nos rodeaban. El chico me miraba a través de la máscara intentando convencerme con sus palabras, realmente creía en lo que decía, podía sentirlo por su tono. —Los dioses no son más que inventores de la enorme maquinaria que nos rodea, somos engranajes dentro de ese sistema que han creado y como creadores...-me detuve un momento.—Nos han abandonado o prefieren aparentar estar muertos.—dije sin más levantando ligeramente mis hombros. Los argumentos parecían haber terminado, así que comencé a alejarme ligeramente del lado del chico para poder observar el pantano desde otro ángulo. Todo parecía muerto, sereno, pero un leve movimiento extraño apareció más allá de la orilla. —Oye chico...—le dije señalando con mi índice hacia un área en penumbra porque la luz de su antorcha no parecía poder llegar desde la posición en que se encontraba.—Ilumina hacia allá, creo que he visto algo moviéndose.—le repondí indicándole con mi cabeza que se acercara. "Es extraño, ¿cómo algo podía vivir tan lejos de la luz del sol?", pero preferí mantenerme callado, mirando fijamente hacia la que parecía ser la ubicación dónde había observado algo moverse bajo la superficie marina. —Creo que podrían ser lo que necesitas para ayudarr a tú amigo.—le respondí, entrecerrando los ojos para intentar observar con más detalle.
Kohaku Ishikawa Arrugó apenas el ceño mientras lo oía hablar, y por alguna razón, fue repentinamente consciente de sus propios dedos sujetando la antorcha. La fuerza aplicada, la justa y necesaria, la textura rasposa y seca de la madera. Observó el fuego trémulo. ¿Los dioses... están muertos? ¿Era siquiera posible pensar eso? Jamás se le habría ocurrido. Es algo que siempre había dado por sentado, su presencia y su protección; aunque a veces, ciertamente, pareciera que nadie había allí, más allá del cielo. Oyendo sus plegarias, recibiendo sus ofrendas. Embelesándose con las danzas kagura de Chiasa. Bajando de su morada sagrada, surcando los amplios océanos, hasta arribar a sus costas para entregar los regalos bendecidos. Kohaku no se impondría jamás, sus propias creencias se lo impedían. Pero no logró esquivar la tristeza amarga que le provocó imaginar una vida sin dioses. El hombre lo distrajo de sus pensamientos al incorporarse y, al parecer, haber identificado algo. Se acercó e inclinó la antorcha en la dirección que le fue indicada. Una chispa de ilusión reverberó en su voz. —Sí, creo que sí —confirmó, y le extendió la antorcha a su acompañante—. Sosténgala, por favor. Debo entrar al agua. Se quitó las botas, el abrigo largo y se arremangó los pantalones hasta la rodilla, adentrándose en el pantano poco a poco. El terreno bajo sus pies era inestable, pegajoso y resbaladizo, y no quería provocar ningún accidente que lo retrasara. La luz de la antorcha alcanzó a iluminar las pequeñas criaturas deslizándose dentro del agua que, segundos después, comenzaron a adherirse a la piel expuesta de Kohaku. El muchacho sonrió y fue despegándolas una a una de sus piernas. ¡Eran sanguijuelas! ¡Podría elaborar el antídoto para Matsuda! —Ah, muchas gracias por esperarme, señor —expresó con sincera gratitud, inclinando la cabeza una vez salió del agua—. He conseguido justo lo que necesitaba. Las siguientes palabras murieron en su garganta de repente y dudó. Ese señor había sido tan amable, ayudándolo sin siquiera conocerlo, sin pedirle nada en retribución. Sentía que, al menos, debía... ofrecerle la misma asistencia. Aunque supiera que Matsuda aún lo esperaba, no podía simplemente irse. Su honor no se lo permitía. —Señor —retomó, en tono solemne—, ahora debo irme pues voy con prisa, pero realmente desearía agradecerle su ayuda de alguna manera. ¿Hay algo que pueda hacer por usted, aquí, en Tsu? Lo que sea.
Yuzuki Minami Mercado del Daruma Había contado las monedas que me había levantado en el camino al mercado, aún con cierta contradicción por habérselas quitado a una muchachilla, pero al final simplemente las guardó. Lo hecho, hecho estaba. El olor a comida le llenó las fosas nasales y una sonrisa se formó en sus labios, suave. Avanzó por el mercado, observando las artesanías, apenas prestando atención a lo que decía la mujer. Sin embargo, lo que llamó su atención fue el sonido que difería fuertemente de todos los demás. Era una flauta, buscó con la mirada el origen del sonido, solo para ubicar al hombre, cerca de la que hablaba de monstruos. Se acercó a él y permaneció allí, escuchando la melodía.
Hideyoshi Soga 曽我秀吉 La situación por un momento pareció desesperante, pero entonces se dispuso a utilizar su carta bajo la manga. Casi literalmente hablando, sacó una misiva por debajo de la manga y la entregó en mano al guardia, quien la leyó, miró a Hideyoshi primero y a su compañero después, para fijar su mirada por útlimo en el hombre que yacía dentro de la casa. Al unísono, se apartaron y adoptaron una actitud pasiva. La carta parecía haber funcionado, Hideyoshi había hecho uso de sus habilidades diplomáticas para evitar un conflicto, y de ese modo se ponía en una posición ventajosa. Sin embargo, no todo estaba resuelto. Los guardias podrían adoptar una actitud menos hostil, pero eso no significaba que fuera a tener suerte para obtener algo en su visita a la casa feudal. Necesitaba seguir empleando sus habilidades para poder ingresar en un lugar que normalmente estaba restringido al cotidiano. Los Minamoto necesitaban un orador y diplomático hábil que pudiera darle estabilidad a la política facciosa de clanes y alianzas en un futuro. ¿Pero podía atriburise ese destino providencial sin siquiera demostrar la capacidad para convencer a alguien que lo dejaran al menos iniciar una conversación? Lo intentó de nuevo. Tenía que entrar, tenía que hablar con el señor de Tsu y obtener información.
Camino hacia el puerto (Heya; Mao; Kenzaburô) Mao logró escapar de manera sigilosa a Heya para reunirse a salvo con Kenzaburô; quien parecía haberla perdido de vista; pero no le preocupaba tanto lo que había sucedido, su descuido fue por exceso de confianza en sus habilidades, no le sería difícil rastrearla nuevamente. Contenido oculto Hemos llegado a un impedimento, si el foro no se arregla vamos a pausar sus acciones unos momentos mas, pues sin rapuma no podemos seguir esta ruta. Daremos un tiempo de gracia pues no planeo que ustedes se queden parados por ello. Catacumbas de Taki (Daichi; Kohaku ) Kohaku se aventuró a entrar a aquel lugar de agua estancada; las algas que hacían una delgada nata en la superficie del agua también se fueron embarrando en su cuerpo; a su vez esto logró destapar el agua debajó, no olia tan mal y Kohaku podía sentir una ligera corriente; seguramente el agua corría por debajo, conectando distintos estanques de aquel sitio. La mordida de las sanguijuelas fue un pequeño pinchazo, que mas que ser incómodo se sentía gratificante pues había logrado su cometido; al parecer aquel lugar tenía suficientes criaturas anélidas para poder curar a Matsuda. El lugar parecía cada vez sentirse mas denso; cómo si aquellas paredes rocosas no desearan que estuvieran allá abajo, una corriente de aire llegó a ustedes, la cual no tardó en convertirse en ráfaga congelando a Kohaku que salía de aquella agua helada; alertando a Daichi mientras miraba como el fuego de la antorcha se apagaba. Contenido oculto: Cavernas Deberán tirar un dado de 20 caras a la siguiente acción que realicen. Ya sea simplemente salir de aquel sitio, o seguir explorando. Casa de Armamento (Natsu) La mujer observó a simple vista su katana mientras Natsu se dirigía hacia aquel viejo hombre, el cual escuchó sus palabras y sonrió enormemente; la mujer miró a Natsu con preocupación, sabía que era un forastero y el no conocer a ese viejo le podría acarrear problemas. —¡Un entrenamiento! Tu actitud me agrada. Espero no dejarte muy mal, pero de algo estoy seguro; el coraje es como un músculo mas, lo fortalecemos úsandolo— dijo bastante emocionado, mientras se dirigía a la parte trasera del local; justo del lado dónde podían observar el barrio viejo. Contenido oculto Has retado a alguien a una pelea callejera a puño limpio Hay gente honorable que pelea a base de las reglas; pero siempre debes recordar que no todos se guían por el honor. Natsu es nivel 1: Tirar un dado de 15 caras. Este representará el ATAQUE Tirar un dado de 10 caras. Este representará la DEFENSA Tirar un dado de 5 caras. Este dado representa la SUERTE de tu personaje; si en el dado sale “4” o “5” se le sumarán +5 de ataque. Tirar un dado de 5 caras. Este dado representa un ESQUIVE de tu personaje; si en el dado sale “5” esquivarás el ataque de tu oponente Puntos de vida= 60 Tu oponente es nivel 4: Tirar un dado de 18 caras. Este representará el ATAQUE + 15 de atributo de Fuerza Tirar un dado de 10 caras. Este representará la DEFENSA. +15 de atributo de Protección Este personaje no utiliza su suerte; no esquiva; no bloquea y no desarma (a menos que esté en tu equipo) Puntos de vida= 90 Si logras vencerlo obtendras= 500 EXP Sólo por combatir con él obtienes= 10 EXP Casa Feudal (Hideyoshi) Los guardias se miraron entre sí, uno de ellos tomó la misiva y la leyó —¡Ya háganlo pasar! No me gusta que los plebeyos comiencen a hablar mientras observan a uno de mis invitados— los guardias afirmaron y abrieron las puertas; no por completo, sólo lo suficiente como para que Hideyoshi pudiera entrar. Al hacerlo dos guardias mas lo esperaban dentro —Sus armas por favor mi señor— dijo uno de ellos mientras recibía tu kodachi; Hideyoshi no tenía mas opción que entrar desarmado; parte de la diplomacia. El lugar era hermoso; una casa enorme con un jardín frontal, seguramente haciendo juego con distintos jardines que tu vista no podían alcanzar a contemplar; pero la vista te fue interrumpida por un rostro altanero —Mi nombre es Toshiro Hachi; dijo sin ninguna formalidad; hijo del señor feudal. Acompáñame; es tiempo de hablar de las noticias del Imperio— Toshiro te indicó que lo siguieras; hubieras reconocido al hijo del señor feudal simplemente por su ropa; aunque su manera de hablar y su aspecto poco formal te parecían extraños; así como también ver que los suelos no habían sido barridos; los bonsais no han sido podados en mucho tiempo; incluso los tejados no se habían sacudido como era debido. Al ingresar a la casa feudal, pudiste notar que no parecían haber ningún tipo de sirviente, sólo guardias que estaban de pie en cada shoji. Te guió al primer piso dónde te pidió que te quitaras las sandalias para ingresar a una de las habitaciones dónde sólo había unos cojines para recargarse mientras se sentaban sobre el tatami; Toshiro se sentó y te indicó que hicieras lo mismo, al menos para algo tenía formalidad —Mi padre está indispuesto; pero me ha pedido que me encargue de este asunto. Así que espero tengas buenas noticias acerca de nuestra alianza con el Imperio; no hemos escuchado replica del gran líder imperial. Hemos hecho lo que nos ha pedido, y recibimos las oraciones a Mara, abandonando el sintoísmo. La señorita Kawa ha dirigido el santuario bajo sus órdenes por una pequeña temporada, aunque he de decir que la población de Tsu no ha dejado ir la creencia a las demás divinidades —suspiró —La señorita Kawa me advirtió que esto desataría la irá de Mara, y hay algo o alguien que ha detenido el gran poder de Mara. —Miró a su alrededor aburrido —Todos mis sirvientes se han dedicado a buscar respuestas a esto por días sin éxito; es una lástima que Mara tenga que tomar represalias...— Mercado Daruma (Yuzuki) El hombre terminó su melodía, bajó su flauta de madera y observó a Yuzuki sonriendo —Poesía en sonido— dijo sosteniendo con cariño aquel instrumento —Todo aquel con un corazón perturbado debe escuchar la voz de una flauta para sanar su alma— mostró las flautas que estaban en su pequeño puesto improvisado —Cada una de ellas tiene un sonido único; sólo son diez monedas por una flauta; siempre es mejor poder cargar con un instrumento en los viajes largos— el hombre se agachó para tomar una de las flautas para que la pudieras observar a detenimiento —Yo no te diré que tener una alejará a los espíritus malignos; pero puedo decirte que aleja los malos pensamientos, la música siempre trae paz— Misato Natsu Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi PV= 60 PV= 60 PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 muy bien descansado +2 defensa Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 55 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 [Envenenado] Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa)
Kuroki Fusatada —Una noche extraña, diría yo...—fue lo único que dije mientras me quedaba reflexivo e intrigado por aquella mujer, escuché el intercambio de palabras de Misato y de Takano pero no dije nada y solo me quedé sentado sobre mis piernas, en profundo silencio. No sabía si me había quedado demasiado ensimismado en mis pensamientos a donde Takeda volvió, por lo que fue como reaccioné y me quedé atónito ante las heridas de Takeda, pero... esa llama, esa Hidotama ya no estaba. —¿Takeda?—. Pregunté preocupado al verlo, levantándome y no pude hacer más, para cuando lo demás se disparó, Takeda tomó la katana de Chikusa, la clavó en el suelo y la rompió con fuerza, deshaciendolo en pedazos, no evité dar un respingo de sorpresa al verlo. Takano con justa razón se quedó mudo y solo pude ver a Takeda, empezando a recoger los trozos, por lo que me acerqué a él. —Déjeme acompañarlo, si lo desea—. Dije, inclusive refiriéndome si necesitaba descansar. Aunque seguía sorprendido por su accionar. ¿Acaso esa llama le obligó a hacer eso? Dudaba mucho que Takeda le diera explicaciones ahora a Takano, para ser honestos. Contenido oculto A ver si ahora si ya estoy más activo, maldita sea.
Natsu Gotho Una pequeña sonrisa se adueñó de sus labios en una leve curvatura, caminando tras el viejo hasta llegar al patio trasero, sintiendo nuevamente el sol en sus antebrazos. Se quitó la boina y dejó que el calor bañara sus hebras azabaches, permitiendo ver sus pupilas ámbar brillar en conjunto a las argollas que perforaban sus orejas. Llevó una de sus manos cerrada en un puño a la altura de su rostro, y la otra completamente abierta a la altura de su estómago. Con agilidad se movió hasta él, tratando de alcanzar su cuello en el primer golpe, de tal forma tendría oportunidad de lastimarle la garganta mientras probaba sus habilidades. No era una batalla, era una pelea, y las peleas no tenían reglas. Contenido oculto Vaya suerte de mierda que he tenido en los dados. Ataque: 5 + 4 de Voluntad A ver si aguanta un golpe mi niño(?)
Misato Aoyama El silencio reino por un largo rato y Kuro aún permanecía afectado por la noche anterior, la inquietud de Takano tampoco me permitía relajarme por lo que este ocurriendo con Takeda y aquel Hitodama, no sabía que podría traer una fuerza sobrenatural contra el. —¿Takeda?—dije estupefacta casi a la par de Kuroki, Takeda sangraba y parecía muy agotado a penas daba un paso trémulo en la entrada de la casa ¿Aquella esfera era un ente maligno? Tal cantidad de daño no era para menos. Eso sumado al hecho que Takano quebrase la espada de Chikusa solo trajo más dudas. —Takano ¿estás s-seguro?— pregunté aún preocupada pero sabía la determinación y no daría marcha atrás. —Con todo respeto pero no le veo en ninguna condición de volver a...aquel sitio...sea como debe descansar—aconceje a Takeda, tal vez le molestó pero su estado era lamentable y un nuevo enfrentamiento sería el último, debíamos esperar a Mao y hasta entonces me quedaría a cuiderle.
Casa abandonada (Takeda; Takano; Kuroki; Misato ) Takeda observó a Kuroki y a Misato con amabilidad y suspiró; lo que decía Misato y Takano era cierto —No deben preocuparse; sólo necesito meditar un poco...—dijo mientras colocaba los restos de la espada frente a él —Me quedaré aquí, lo prometo; y la compañía es bienvenida— Dijo esto hacia Kuroki él cual se le notaba muy angustiado. Aquellas palabras los tranquilizó un poco; Takano seguía sin entender que había pasado por la cabeza de Takeda para romper la espada de Chikusa de ese modo. —Cuiden de él— sin mas, Takano salió de la casa abandonada; dejándolos solos. Takeda se sentó en posición del loto con sus manos sobre sus piernas —Estoy agradecido de estar vivo en estos momentos— sonrió hacia Kuroki y Misato —Creo que hoy después de tantos días; podré dormir en paz— Mercado Daruma (Takano Yuzuki) Takano se había retirado de la casa abandonada directamente al mercado local; había demasiada gente, algo que le molestaba bastante aun así caminó entre la multitud tratando de nulifar los gritos de una mujer hablando de mitos, no quería saber nada de fantasmas o espíritus. Se encaminó a uno de los pequeños puestos de artesanos, un sitio dónde vendían inciensos y campanillas de viento conocidas como fuurin, jamás se hubiera imaginado a el mismo comprando ese tipo de cosas. El dueño le sonrió mientras Takano se inclinaba para estar de frente a los inciensos, oliendo uno por uno; el dueño lo miraba muy intrigado —¿Busca algún aroma en específico?— Takano lo ignoró y tomó una varilla, a su vez tómo una madera para recargar el incienso; unas piedras —Son cuarenta monedas— Takano le etendió aquella cantidad a sus manos. Decidido a regresar a la casa abandonada avanzó intentando esquivar cualquier mirada de algún vendedor; pero no lograba salir del mercado tan fácilmente, ahora que había comprado algo una mujer lo detenía del brazo —Un altar no es sólo incienso jovencito...—dijo la mujer señalándole diversas artesanías de madera. Casa de Armamento (Natsu) El hombre vió como Natsu tomó la iniciativa golpeando a su garganta; el viejo rió mientras detuvo el puño de Natsu con su mano sin ningún esfuerzo —Estás acostumbrado a pelear con armas; ese golpe con tu nivel de fuerza no sirve de nada— Con su mano que estaba libre le acomodó un fuerte golpe en el estómago a Natsu, dañándolo enormemente —Un consejo, cuando ves que tu oponente es mas fuerte; debes usar su propia fuerza a tu favor. Necesitas un buen maestro de artes marciales— el hombre soltó a Natsu —Y aun así te mantienes de pie; pero creo que es suficiente ¿No lo crees?— El hombre había mantenido su palabra; al menos combatía a puño limpio; pero sus ataques eran formidables. Contenido oculto Natsu es nivel 1: Tirar un dado de 15 caras. Este representará el ATAQUE Tirar un dado de 10 caras. Este representará la DEFENSA Tirar un dado de 5 caras. Este dado representa la SUERTE de tu personaje; si en el dado sale “4” o “5” se le sumarán +5 de ataque. Tirar un dado de 5 caras. Este dado representa un ESQUIVE de tu personaje; si en el dado sale “5” esquivarás el ataque de tu oponente Puntos de vida= 60 Tu oponente es nivel 4: Tirar un dado de 18 caras. Este representará el ATAQUE + 15 de atributo de Fuerza Tirar un dado de 10 caras. Este representará la DEFENSA. +15 de atributo de Protección Este personaje no utiliza su suerte; no esquiva; no bloquea y no desarma (a menos que esté en tu equipo) Puntos de vida= 90 Si logras vencerlo obtendras= 500 EXP Sólo por combatir con él obtienes= 10 EXP Misato Natsu Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi PV= 60 PV= 38 PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 muy bien descansado +2 defensa Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 55 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 [Envenenado] Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa)