Mie Tsu

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 10 Julio 2020.

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    rapuma

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    Kenzaburo

    Observó con atención la mano de Kibo, iluminando su mano y cerrando por completo el pecho de Rengo en una cicatriz plateada. Alzó las cejas y arrugó la frente, no esperaba que sucediera eso. Se quedó mirando con intensidad a Kibo, oyendo la información del Harima sobre los distintos guardianes mitológicos que protegían la capital. Entonces... ¿había más dragones?

    —Rengo. —le llamó suavemente, por primera vez. —Su abuelo se llama Shiryu y entró en cólera cuando Hana murió. Es un coleccionista de espadas, debemos hablar con él. Mi idea al hallar al dragón era buscar una forma de que luche junto a nosotros para sacar a los Taira del poder. Si los Taira siguen así pronto no habrá Japón por el que luchar... debemos convencer a estás criaturas que nuestra causa es la correcta. Ya no pueden permanecer neutrales al mundo del hombre; un mundo que tarde o temprano los engullira de todas formas. —miró a Kibo, sin poder terminar de creer que ese niño era la bestia alada. —¿Y entonces porqué es blanco? ¿Que explicación le encuentras?

    Se cruzó de brazos finalmente, intentando pensar también quién era el espíritu que le seguía constantemente. Sonrío levemente, ya sabía a quién pertenecía.

    —Kuroki. —pensó en voz alta el ronin, girando sobre sus pies para verlo. Pero su semblante se oscureció al ver que traía a Konoe con él. Gruñó y se giró del todo para que el chico le viera de frente. —Nos abandonas, nos retrasas y ahora no sólo pones en peligro nuestra posición sino que también traes a una perfecta desconocida para todos. —miró a Konoe. —Esto no es un juego, chaval, esto es una misión de tu señor. No puedes traer a quién te plazca, maldita sea. —hizo enfasis en la palabra señor, mientras se tallaba los ojos con una mano. ¿Cuánto tiempo tenían para que los Taira den con ellos? ya no era seguro; su posición estaba comprometida.

    —Señorita Misato, Rengo. —los llamó, ahora con sus sentidos alertas. —Debemos irnos y no podemos dejar que alguien externo sepa quién es el crío. —señaló a Kibo. —Niño, tu abuelo Shiryu, ¿se encuentra en su local en Tsu? ¿Crees que nos puedes llevar a él?
     
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    Kuroki Fusatada

    Pude contemplar en primera fila y con gesto cansado la molestia de Kenzaburo, solo suspiré no de mala manera, mas bien harto de que todo me haya salido de la mierda desde que vi a Rengo llegar a Chiryu. ¿Más sermones? Por los dioses... de verdad, ya basta. ¿No podría contar como mínimo que detuve a Hana?

    Yo nunca los abandoné, pero era un sacrificio necesario que al final volvió a irse al garete, de verdad, me estaba repudiando.
    —Yo tampoco estoy jugando, señor Kenzaburo, nunca lo he hecho, siempre me tomo todo en serio, por eso conseguí ayudar ante la derrota de Kato, si no. Ni eso habría conseguido... por favor, ya sé que he cometido demasiados errores—. Dije, visiblemente al borde de la ruptura, ya ni sabía si podría levantarme de nuevo después de esto.
    >>Quisiera hablar con usted, Kenzaburo, a solas... por favor—. Añadí cuando vi que había hablado con Kibo, si no era en ese momento quería que al menos estuviese al tanto de mis intenciones.
     
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    [Misato; Kenzaburo; Rengo; Kuroki; Konoe]


    Rengo escuchó la voz de Kenzaburo; pero esta vez no tembló, su voz era suave y amena —¿Un coleccionista de espadas— se preguntó en voz baja mientras Kibo comenzaba a jalar de su cabello para llamar su atención; pero Rengo estaba abstraído en sus pensamientos, suspiró al terminar de oír las palabras de Kenzaburo hacia él.

    —Señor Kenzaburo; no es bueno usar los poderes divinos para las guerras mortales— su voz era seria, inclusive un poco acusatoria. Sacudió el cabello de Kibo mientras le arrebataba su listón para que este lo persiguiera en el aire sobre su cabeza —¿Qué causa es verdaderamente justa? —sonrió ante el samurai curtido por la experiencia en batalla —Si no te enfrentas a nadie, estarás libre de todo reproche —Era la manera en la que Rengo había vivido su vida, y hasta hace poco tiempo, le había resultado perfectamente.

    Llevó su mano a la barbilla, pensando la pregunta de Kenzaburo —Puede que esté equivocado y no sea quien yo creo que es; pero si es, posiblemente su energía está debilitada.

    Después Kenzaburo atacó verbalmente a Kuroki.

    "No puedes traer a quién te plazca, maldita sea"

    Rengo levantó la mano para llamar su atención mientras Kibo amarraba el listón a su mano—Usted lo hizo conmigo; en contra de mi voluntad— alegó a Kenzaburo, después miró su rostro y bajó la mano de inmediato tratando de pasar desapercibido, amarró el otro extremo del listón en su mano.

    "Niño, tu abuelo Shiryu, ¿se encuentra en su local en Tsu? ¿Crees que nos puedes llevar a él?"

    Kibo lo miró y comenzó a llorar nuevamente; Rengo lo tranquilizó cargándolo en su espalda corriendo lentamente como si él fuera un caballo y Kibo su jinete.—Mi abuelito está de viaje — mencionó Kibo limpiando sus lágrimas.

    "...Siempre me tomo todo en serio, por eso conseguí ayudar ante la derrota de Kato"

    Rengo se frenó ante las palabras de Kuroki, haciendo que Kibo lo jalara del cabello esperando que este volviera a mover, al ver que no lo lograba se recargó en la cabeza de Rengo.

    —¿Kato fue derrotado?— preguntó preocupado —No murió ¿Verdad?— estaba genuinamente preocupado, observando como ambos se alejaban para hablar en privado, al parecer el debía esperar.


     
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    rapuma

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    Kenzaburo

    Se quedó observando atentamente a Kuroki, viendo los gestos retraídos, fatigados, cansados, deprimidos; culpables. Relajó solo un poco su ceño fruncido, no podía echarle nada en cara al chaval; él le había dado el permiso para que Kuroki haga a voluntad, aunque no contaba con que sus caminos se cruzarían no dos, si no tres veces desde que le dejó en los tejados de Chiryu. El crío era noble, una característica ya extraña entre los japoneses actuales; era una cualidad que compartía junto a Takeda, eran nobles pero muy ingenuos, aun unos muchachos jóvenes con ideas alocadas en sus mentes, fruto de sus anhelos. Soltó la respiración por la nariz al estilo de los búfalos y se acercó a Kuroki.

    Pero antes de poder responder a las palabras del muchacho, las de Rengo lo interceptaron. Kenzaburo se quedó justo en medio de Kuroki, Misato y de Rengo y Kibo. Miró al Harima con intensidad.

    —Los poderes divinos ya están desatados desde hace no sé cuanto tiempo, Rengo. —ladró con ansia, pero se detuvo unos momentos para tranquilizar el vibrato de su voz. —El Dios de la muerte está buscando reencarnar, algún estúpido intenta que sea posible y tenemos dragones escondidos bajo tierra, que protegen los puntos claves de Japón que conectan con Kioto. —se alzó de hombros. —Pronto vendrán a buscarlos, es mejor intentar decir nuestro punto de vista con el Imperio, que sepan valorar nuestra causa; ellos serán los responsables de dictaminar cuál es la noble de esta guerra que se aproxima a Shizuoka. Si escapas a los conflictos del mundo al que perteneces tarde o temprano te obligarán a ser parte y no vendrán tocando a la puerta como nosotros. —se acomodó el kimono sobre sus hombros, se le deslizaban por los mismos al no tener mas mangas. —"Tu mejor amigo es el vecino de tu enemigo", y esa frase lleva toda la razón. Estamos a dos días de Shizuoka y a cuatro de demora. Si golpeamos a los Taira por detrás y el clan de frente, los estrangularemos con una pinza, nosotros estamos aquí buscando aliados porque somos necesarios para hacer la diferencia entre la caída o no de Shizuoka, donde peleará tu hermano Takano junto el clan Minamoto. Mucho tiempo estuviste rehuyendo a los conflictos del mundo, de tu clan y de la vida. Desde hoy, Rengo, te comportaras como un hombre, dejarás de deprimirte y escapar; no eres una oveja que espera ser sacrificado, eres un perro de caza, un Harima. Puedes llorar todo lo que quieras pero cuando te quedes sin lagrimas, te secaras la nariz, tomaras tu espada y lucharas codo a codo junto tu familia, Kato se encuentra bien, ahora es un aliado de los Minamoto. —no estaba acostumbrado a hablar tanto, tampoco en enderezar a un muchacho asustadizo, pero estaban en momentos críticos, donde no se podía demorar más en tomar una decisión. —Y si estás aquí en contra de tu voluntad es porque me contaste tu historia. Pensé que eras un muchacho con problemas en la cabeza, ahora descubrí que eres un muchacho con problemas en la cabeza pero un muchacho importante. —sonrió levemente, su propio comentario le había dado gracia. —Y te protegeré con mi vida, como también lo juré con Takeda. Eres prescindible para todos, por lo que no escaparás más, no estando yo aquí vivo. —le dio una mano para que pueda estrecharla, estaba siendo sincero. Rengo era importante para Takeda. Luego se giró hacia Kuroki, viéndolo con el entrecejo más relajado. —Chaval, no entiendo tus motivos, pero si estás aquí con nosotros quiere decir que nunca dejaste de ser un Minamoto. —sonrió con ferocidad. —Si quieres que confié en ti, dime qué planeas. Cualquier cosa que tengas en tu mente. Pero no me mientas, no quiero sacarte la información por las malas. —le picó la frente con su gordo dedo índice. —Podremos resolverlo entre todos. Somos Minamoto y somos una familia. Estando aquí seguiremos el objetivo, si fracasamos volveremos para alcanzar al resto en la guerra y si lo logramos, podremos salvar muchas vidas, vidas inocentes. Vidas que quiere arrebatar el dictador que domina Japón, que con tal de matar a un solo sujeto es capaz de aniquilar una ciudad completa.

    Había hablado con pasión, su pecho subía y bajaba, tanto que casi había olvidado las palabras de Kibo. El dragón se encontraba solo y era un niño. Miró a Kibo y se rascó la nuca.

    —¿De viaje? Mmm. No podremos esperar tantos días. Creo... que esto fue un desperdicio. —tensó los puños de sus manos. —Pero lo intentamos. Debemos volver.
     
    Última edición: 17 Marzo 2021
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    Kuroki Fusatada

    Escuché las respuestas de Rengo ante el samurai, al parecer ese chico era el Dragón. ¿Podría ser? ¿Un niño? Sin dudas, aunque no lo sabía, me arrepentía el no haber llegado antes. Tampoco es como si pudiera hacerlo.
    Al final, Rengo parecía cuestionar un poco las palabras de Kenzaburo, era cierto que no se debían jugar con fuerzas extranormales para una guerra, era por eso que no me quería permitir que esto de Mara siguiese adelante, definitivamente no. Aún así era curiosa la respuesta de Rengo ante lo de haber sido llevado contra su voluntad, uhm. ¿Porqué no habré escuchado nada cuando ingresé a las grutas? ¿Se habrán adelantado tanto?

    Luego escuché a Kenzaburo, parecía por un instante molesto pero desupés se calmó, la verdad es que me sorprendía su cambio, si desde Nara lo recordaba muy distinto, seguramente cuando el clan se separó en tres muchas cosas sucedieron, cosas que obviamente ya no fui capaz de ver. Al final sus palabras eran ciertas, pues por mi parte no dejaba de ser un Minamoto al final, el trato tiránico que los Taira asolaban a Japón y eso no podría permitirse. las palabras de Kenzaburo me recordaban a mi padre, con más suavidad pero lo hacían, y era la razón por la que seguía luchando a día de hoy, aún inclusive frente a un duelo en el que estaba por caer muerto.

    Al final hasta a mí me hizo reír por lo bajo y en un instante el extraño comentario de Kenzaburo sobre el secuestro de Rengo, pero después esa breve alegría mutó a preocupación... ¿Q-Que Rengo ya le contó su vida? Por los dioses, nuevamente, otra maldita acción en vano, hasta pareciese que ir a Chiryu fue una total pérdida de tiempo tal que de no haber sido por Natsu, solo habría ido a morir.

    Bueno... Eso ya no quedó en mí, yo no fui a ningún Santuario abandonado para romperme la pierna y desencadenar esto, la verdad. Si tanta estupidez he cometido, habrá que rematar entonces, lo siento por Natsu, pero me seguía preocupando que de verdad no buscase destruir a Shi, si no utilizarlo, y si es cierto que Rengo le contó su vida, entonces Kenzaburo comprenderá muchas cosas sin tener que explayarme. Y eso, por lo menos, me beneficiaba. Al menos se sentía bien que alguien totalmente inesperado como es Kenzaburo terminará envuelto en esto, mucho más de lo que creí, de hecho.
    Elevé la mirada justo cuando Kenzaburo terminaba de hablar y le extendía la mano a Rengo, miré a este, y traté de dirigirle una mirada de "acepta, yo te protejo" pues no dejaba de estar seguro que todo lo acontecido en Chiryu fue un cúmulo de tan mala suerte que parecía había un pique con el destino o algo.

    Aún así, pronto desvié mi mirada al vacío, por si alguien más estaba por ahí, cuando el samurai volteó a verme y yo también hice lo mismo, con calma pero aún cansado. Lo escuché con suma atención, escucharlo salir de su propia boca que no dejaba de ser un Minamoto reavivió un poco mi determinación así como mis animos, tanto que me hizo sonreír, vi sus gestos, inclusive cuando me tocó, haciendome soltar una risa enérgica, asintiendo, si... ya me imaginaba ese escenario tan incómodo, menos mal que, a pesar de todo, había acabado mejor de lo que por un momento creí que acabaría.
    Sin pacto... Kenzaburo comprendiendo a Rengo... Defintiviamente mi temor por ser considerado Traidor se desvanecía totalmente, y eso hizo que soltara un pesado suspiro de alivio cuando había terminado de hablar.

    Ciertamente me había contagiado su pasión, tanto que por fin había recuperado parte de mi actitud, alegre y enérgica, al menos para esos momentos, aunque con el chico parecía que no salía muy bien, pues el comenatrio de Kenzaburo me preocupó, ¿tan pronto? En cierta medida convenía pues alguien nos estuvo siguiendo pero también era importante lo que quería decirle a Kenzaburo.
    —Señor Kenzaburo, debemos tomarnos un poco de tiempo, aún queda el tema de aquél que nos estuvo siguiendo, argh, si tan sólo supieramos en dónde estamos exactamente... en qué punto—. Dije reflexivo, mirando alrededor.

    >>Bueno, vamos, ya no habrán más mentiras—. Dije, seguro de mis palabras, para comenzar a avanzar un tanto apartado del grupo y sintiendo cómo Kenzaburo iba detrás mío ya.
     
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    Misato Aoyama

    Las vueltas que daba la vida....una sorpresa tras otra...

    Tomar un simple baño en Chiryu parecía ser la solución momentánea para una joven samurái que cumplía una misión para su señor, algo muy primordial en la vida predestinada para mi, ni eso me hubiese preparado para la locura que estaba por desatarse. Iba simplemente a despedirme y abandonar a Kuroki a su suerte sea cual hubiese sido sus planes, algún día podría enterarme de sus intenciones, ya vería que podría decirle a su padre o a Takano aunque el primero tal vez me enfrentaría en un interrogatorio más minucioso y exigente, todo podía pasar...

    Cuando aseguramos nuestros caballos di una palmada de despedida a Arashi, mi compañero aguardaria en buenas manos. Prescindi de la idea del baño y fuimos directo a la entrada secreta del Shukusha, al verlo vi como era un túnel qué tal vez no fuese el unico; no sería raro que los Shinobi dispongan de una red de caminos secretos para retiradas e infiltraciones, tal vez en un futuro pueda ser instruida en el tema y conocer más rutas secretas. Sin más partimos, aún estaba consternada por la deserción de Kuroki y ni siquiera nació de mi despedirme al menos, solo podía rezar en silencio.

    El viaje inicio, llegamos a una caverna extraña sumergida en penumbras sin más ruidos de goteos y ¿Un cascabel? El sonido en seguida atrajo nuestra atención, esperaba toparnos con un peligro común, el día de por si se inclinaba por percances indeseables. ¿Quien podría estar en las sombras? ¿Alguien nos sigue? Mi mano se posó por inercia en la katana del abuelo...escudriñe cada oscuro rincón en busca del origen de aquel sonido...no tardamos en dar con el

    Dioses ¿Que estaba ocurriendo?

    Allí estaban de nuevo Kuroki, Rengo, Natsu y otra chica desconocida y......¿Quien era ella?

    La vi más de cerca y...y....¿No tenía pies?

    Sentí encoger mi corazón y un frío recorrió hasta el último de mis huesos, sentí como mi mente se translado a la nada, el instinto regian mis acciones.


    Luego el choque de información

    Hana.... manipulación.... Asesinato

    Todos hablaban y hablaban de un tema en el que era ignorante....dioses hasta Kenzaburo sabía quién era esa mujer, por un momento iba a plantarme frente a ella y pedirle la verdad y yo misma impartiría justicia si debía hacerlo o regresar para alertar a todos....ellos...cuando vi a Kuroki mi respiración se aceleró; Estaba por exigir por la vía que fuese la verdad a detalle...

    Pero me congelé... nuevamente un incidente de naturaleza desconocida me doblegaba a la simple mortal que era...una samurái lista para enfrentar guerras en medio del choque de aceros, defendiendo el honor de mi señor contra generales y tiranos...


    Pero el mundo espiritual parece arremeter contra aquellos que osen ignorarlo.

    "Los Aoyama engendraron a una pequeña blasfema...no es de extrañar que ahora no sean ni la sombra de lo que fueron"

    Aquella y demás frases necias martillaban mi mente. No importaba si estaba dando mi vida y manchando mis manos con la sangre de bandidos, había quienes cuestionaban mi gracia con los dioses...por mi tendencia al desafío de las tradiciones.

    Todo era un caos el espíritu había herido a Rengo y Kuroki estaba en búsqueda de algo en particular solo podía observar...

    El espíritu de Hana nos encargaba el bienestar de su hijo y agradecía su compañía en sus últimos momentos.

    Llegó un momento donde todo acabo y ahora cargabamos a cuesta al niño raro...encima le contó a Kenzo algo en secreto...estaba incómoda con tanto secretismo.

    Y llegamos finalmente a Tsu, durante toda la noche recorrimos la caverna hasta llegar a nuestro destino, Rengo despertó convirtiéndose en nuestro acompañante, parecía alguien muy cooperativo hasta ayudó algunos viajeros en manos de bandidos...no era muy debilucho al parecer, al verlo desfallecer pensaba que era tan frágil como un Tonjiki mal preparado.

    Cuando llegamos a un punto donde tratamos el tema del dragón ¿De verdad habría tal criatura? Sonaba ridículo...

    Pero una visión...cambio todo.

    Allí lo vimos...se clavó en nuestras retinas la irreal figura que se deslizaba con gracia, Kenzaburo lo llamo ¿Conocía aquella criatura? En ese momento permanecí absorta en mi mente, ignore al dragón y su transformación en un crío, mi mente está a punto de...quiebre, en silencio, estoica, pero en el fondo me sentía sola, ignorada, debía lidiar con una fuerza que requeria más que Katanas y venenos, odiaba eso...era demasiado...¡demasiado!

    —Jajajaja—solte una breve pero sonora risa ¿Era alegría? No, era una extraña amalgama de ira, miedo, frustración, confusión en estado puro...había sido muy ingenua al pensar que estaba más que lista para afrontar un tema sobrenatural.

    —Entonces esto es lo que tenemos entre manos—hablaba en un tono algo animado pero había algo de inquietud palpable—un Dragón ha mostrado su presencia a la vez que enfrentamos la amenaza de una deidad que manipula a base de los deseos más profundos de los mortales...Mara.

    Me acerque entonces a Rengo observándolo con severidad—¿Sabes? Desde el principio que te vi tuve la suposición de que tú y yo nos enfrentaríamos en un duelo a muerte aunque...las cosas están cambiando ahora ¿Lo crees? — solté sin reparo, sabía que estaba muy afectada por todo lo presenciado aquel día ni siqueira reparaba en el adorable niño en la espalda de Rengo —Creo que mi viaje de explorar por mi cuenta la verdad sobre la muerte de Hana dio frutos sin esfuerzos...no fue necesario seguir a Kuroki al santuario en Tsu como lo planee en Kamakura—hable en voz alta revelando mi doble intención en el viaje a Tsu— ahora veo que no eres un niño común y corriente ¡Tuviste problemas en tu familia! Quien lo diría...

    Me detuve allí observando a la nada.

    —Estoy muy intrigada por saber todo sobre ti y tu penosa vida....creo que Kenzaburo podría ayudarme con ello ¿A qué si?—observe al samurái quien ya seguramente sabía todo sobre la trama maldita en la vida del joven hermano de Takano.

    —La verdad este día estoy furiosa, justo ahora fuerzas ocultas pretende enfrentarnos a nosotros que nos es imposible enfrentar lo intangible. ¿De verdad debíamos aceptarlo? ¡Ridículo!

    Desperté cuando alce la voz...podía expresar mi furia con un tono alto pero muy rara vez llegaba a desgañotarme en medio de una situación tensa. Solté un suspiro de hastío para jugar un mechón de mi cabello...había liberado algo de tensión acumulada en una noche de silencio...

    —B-bien...y-yo...no es la primera vez que ocurre esto...—mi voz bajo hasta una voz casi quebrada, sin altanería — puedo seguir con la misión, no se preocupen...—me enfoque en Rengo— Eres el hermano de Takano, alguien que admiro en cierta medida, si aparte de eso eres tan importante...cumpliré mi tarea de cubrirte...

    Era increíble...el orgullo hacía de las suyas en mi, no podía estar cómoda con esta nueva realidad, pero debía y podía aceptarla si quería mantener la supervivencia del clan.
     
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    Amelie

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    Rengo escuchaba a Kenzaburo con atención, el hombre no estaba tratando de ser intimidante pero su voz lo incomodaba de un modo que conocía perfectamente; era lo mismo que sentía al escuchar la voz de su padre o incluso de Itami, le tenía miedo; pero él no era como ellos. Al menos eso pensaba en ese momento.

    "Si escapas a los conflictos del mundo al que perteneces tarde o temprano te obligarán a ser parte y no vendrán tocando a la puerta como nosotros."

    O como Natsu, o como Kuroki; la vida ya lo estaba obligando a salir de su pequeño sitio seguro.

    "Desde hoy, Rengo, te comportaras como un hombre, dejarás de deprimirte y escapar"

    Otra persona que le decía que debía hacer con su vida. Rengo perdió el interés, no quería oír lo que debía hacer; no quería oír lo que los demás consideraban correcto, cómo debía vivir su vida según el estándar general de las personas.

    "no eres una oveja que espera ser sacrificado, eres un perro de caza, un Harima"

    Rengo sonrió; cualquiera pensaría que aquello le había causado emoción u orgullo; pero no fue así, le causaba gracia; pues ese apellido jamás se lo había atribuido, el no era parte de la camada; nunca se sintió como tal, pues el rechazo de Kato era absoluto.

    "Kato se encuentra bien, ahora es un aliado de los Minamoto."

    Cierto, se preocupó por él por unos instantes. ¿Por qué? Si él no se preocupaba por su hijo. Rengo miró las cicatrices en su palma, recordando. Después Kenzaburo le extendió la mano; miró de soslayo a Kuroki quien con una mirada le dijo que estaría bien; Rengo volvió a mirar a Kenzaburo, estrechó su mano mientras que con la otra Kibo lo jalaba con el listón rojo amarrado a su muñeca. Estaba atado, así se sentía. No se sentía seguro, no allí; no sin Natsu.

    "Bueno, vamos, ya no habrán más mentiras"

    Rengo se había quedado sin palabras; algo que no era común en él, ni siquiera podía pensar en algo hacia Kibo quien se aferró a sus hombros al darse cuenta que lo estaba ignorando; fue entonces que Misato habló.

    Aquella mujer que siempre se veía equilibrada y amable estaba explotando hacia él; se sentía vulnerable; en desventaja absoluta, Misato no lo intimidaba como Kenzaburo pero sus palabras lo hicieron sentir demasiado pequeño; su voz era fuerte y acusatoria; y sus palabras le recordaban a las de su padre; quien detestaba todo lo referente a los eventos sobrenaturales; entendía perfectamente el por qué, no era lo normal, no era lo justo. Pero existía.

    "...si aparte de eso eres tan importante...cumpliré mi tarea de cubrirte..."

    —No soy importante señorita Misato —mencionó sujetando a Kibo de sus manos mientras este se aferraba a él —Mi existencia es nula comparada con mi muerte, seguramente sea como usted dice; pelear hasta morir, simplemente porque yo no soy parte de ustedes— no quería hablar más de su pasado; pero quería dejar algo claro en todos los presentes —No planeo morir por Takeda —colocó su mano en su pecho —No necesito que nadie me proteja o cuide de mi; sólo me hacen sentir como un jabalí al que engordan para comerlo después—En sus ojos había determinación —Y mucho menos deseo que usen sus vidas para proteger la mía. Yo no soy un Harima, no tengo un apellido, no tengo un clan.

    Kibo comenzó a llorar nuevamente —¿Dónde está mi abuelito?

    Rengo lo cargó y levantó en el aire —No lo sé; pero yo esperaré contigo —volteó a Kibo para que los demás lo miraran —Despídete de ellos, porque ya se van — sonrió —Deséales un buen viaje, porque nosotros regresaremos a buscar a Natsu; comienzo a preocuparme por él.


     
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    Kenzaburo

    Aún tenía los puños tensos, no por una pelea verbal hacia Kuroki, todo lo contrario, detestaba haber fallado en algo donde veía éxito sin dudas, creyendo que sería muy fácil encontrarse un dragón y convencerlo para que se una a su bando. Pero Kenzaburo era alguien práctico y ya no veía probabilidades de lograr su cometido en una caverna vacía.

    —Señorita Misato. —la llamó con suavidad. La mujer tenía escondido el carácter. —Rengo tiene razón. Es hora de irnos. —miró una última vez hacia donde Kibo, el cual estaba en brazos de Rengo. Le dedicó una sonrisa triste, había estado tan cerca. —Kuroki se quedará aquí junto a ellos, no es seguro que tenga contacto con Natsu; de ese modo Kuroki no dejará que suceda nada. Confío en él.

    Se giró para observar al chaval y afirmó con la cabeza en su dirección. Luego miró a Rengo, mirándolo en silencio. Se giró sobre sus talones y comenzó a caminar justo en la dirección por dónde habían llegado; los hombros más caídos por su fallo pero siempre intentando no caminar con la cabeza gacha.

    —Tengo una historia larga que contarle, Señorita Misato. ¿Por dónde empezar? Tenemos un día hasta llegar a Chiryu, descansaremos allí, escribiré una nota sobre nuestra misión, para que Takano sepa el resultado. —tensó la mandíbula, escribir sobre su propio fallo era algo que le manchaba el orgullo y discernia sobre su propia capacidad en tomar decisiones. —Quiero que sepan nuestro resultado antes de partir a la guerra. Lamento mucho arrastrarla por nada a un sitio como este.

    Y así, caminando con cuidado de no pisar nada peligroso, desaparecieron en la oscuridad.
     
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  9. Threadmarks: Día 29_Clan Minamoto
     
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    Rengo observó aliviado al ver como Kenzaburo se alejaba; pensaba que se resistiría o terminaría gritando; pero no fue así, su tristeza era palpable, era un samurai con una misión incompleta, sintió como algo dentro de él se comprimía; pero no podía hacer nada, viajaría con Misato y ambos podrían reunirse con su señor; algo que no podía impedirse; aun así Rengo los miró caminando por la caverna de regreso.

    —Señor Kenzaburo...—mencionó avanzando hacia Kuroki, pues se mantenía así a salvo ante la posible ira del hombre ante un leve consejo —Si compra caballos llegará más rápido que si vuelve a recorrer a pie las cavernas — mencionó sujetando a Kibo con fuerza; después se giró ante Kuroki a quien le sonrió —Durmamos aquí; no quiero mover a Kibo de este sitio, si está aquí es porque su abuelo lo planea encontrar aquí. Trataré de comunicarme con Natsu, siempre terminamos encontrándonos de un modo u otro.

    rapuma Kuno Vizard tiraré la lista para saber quien tira el dado de movimiento si es que planean hacerlo. Si siguen el consejo de Rengo yo narraré la compra de los caballos y el recorrido hacia Chiryu donde recuperarán a los propios. Pueden postear y tirar el dado o tirar el dado en su post anterior

    [​IMG]
    Rengo fue el primero en despertar; se sentía bastante cansado a pesar de haber dormido, estaba agotado de los cambios constantes, de las peleas y las quejas, él detestaba el confrontamiento y aquello lo agotaba. Miró hacia Kibo quien dormía plácidamente, desató su listón de la muñeca y volvió a atar su cabello como ya estaba acostumbrado.

    Suspiró.

    —Buenos días — mencionó una voz que sobresaltó de sobremanera a Rengo; era una voz conocida.

    —Itami...— dijo Rengo con miedo, escondiendo a Kuroki y Kibo detrás suyo; un movimiento inútil, siendo que Itami ya los había visto.

    Gigavehl No me odies xD en verdad, yo sé; les ha llovido
     
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    rapuma

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    Kenzaburo

    Las palabras de Rengo llegaron hacia él por el eco de la caverna; giró el cuello sobre su hombro para ver la difuminada silueta de Kuroki, Kibo y el propio Harima. Miró entonces a Misato.

    —Es una buena idea. Compraré tu caballo, aunque esto falló sigo a cargo. —le sonrío con sinceridad. —Dejé que mis anhelos sobre leyendas me nublen el juicio. Lamento mucho la pérdida de tiempo, arriesgarnos por nada. —tocó su empuñadura y cayó en la cuenta que ya no poseía el tanto, el cual había vendido. Necesitaba uno. Su rostro se oscureció con un pensamiento mientras seguían buscando la salida.

    —En Chiryu vete directamente a los establos, antes tengo que pasar por la herrería. Nos encontraremos ahí y partiremos.

    Amelie si a Kuno Vizard le parece bien, compro los caballos y nos vamos a Chiryu.
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    —Pues al menos es lo que querría estoy cansada de secretos, lo importante es que relate todo acerca del niño ahora que la misión esta incompleta...tomese su tiempo—voltee a ver a Kuroki una última vez, no pude evitar sentir algo de pena al ver su plan totalmente colapsado, todo empezó con mi intromisión, tarde o temprano debíamos saberlo alguien iba a moverse era la pura realidad .—Estare atenta a cada palabra.

    Cuando estábamos por salir el chico extraño sugirió con temor que compraremos caballos para acortar nuestro viaje ¿Porque se ocultaba con Kuroki? No podía ser un niño tan débil y más si alegaba su intención de matar a Natsu.

    —Esta bien Rengo, aunque el señor Kenzo es quien decidirá nuestra ruta y forma de movimiento—Observe una última vez al niño dragón— Cuiden bien del pequeño por favor aunque...siendo quien es suena algo innecesario.

    Sin más que agregar parti a la par del samurái esperan que el equipo que quedase atrás no acarrearian mayores problemas ¿Lo tendrían? Grande o pequeño...seguro lo tendrian...Kuroki había decidió tomar un camino de infortunio y dolor.
     
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    Kuroki Fusatada

    La platica finalizó y fui volviendo con Kenzaburo, claro que no se me pasó por alto el descontrol de Misato, la verdad es que ya ni sabía en dónde pudo haberme ido mejor, menos mal que Kenzaburo es alguien más de mente abierta de lo que pensé, sin dudas me arrepentía no haber podido interactuar más con él, en esos me preguntaba cómo estaba el clan, cómo estaría Masuyo, que no sabía que ahora estaba siendo perseguida por traición, Kohaku, Yuzuki, Matsuda, Takano... Takeda...

    Solo les deseaba lo mejor, notaba el porte frustrado y serio de Kenzaburo, y lo entendía, los Minamoto estaban encaminados hacia una guerra de todas las de la ley en Shizuoka y eso me producía mucha frustración, porque se supone que debería estar allí, con ellos, pero aquí estoy... ciertamente estancado.
    Aún así, tenía que fingir que estaba como Kenzaburo, que fuese lo que fuese que hubiese pasado, no salió como esperaba pero tampoco era del todo así, tenía mucho trabajo que hacer, trabajo que al final yo mismo decidí tomar. Me crucé de brazos cuando volvimos y miré a los presentes, escuchando a Kenzaburo, cuando este se dirigió a mí le afirmé también, con calma, luego vi cómo comenzaban a retirarse, estaba por desearles buena suerte pese que Misato se le notaba muy molesta conmigo cuando Rengo habló antes.

    Noté cómo se me aproximó y le dejé estar, viendo a los Minamoto a lo lejos, podía sentir algo raro en Misato, tal vez una breve sensación de abandono, como si hubiese perdido las esperanzas para conmigo, pero no hice ni dije nada... maldita sea, a la única que veía como lo más cercano a una hermana se ha ido a la borda... menudos días.

    Vi como se retiraron por fin y volteé a ver a Rengo cuando este hizo lo mismo, le sonreí también y asentí, mientras los tres nos acomodabamos, claro que cuidaríamos de Kibo, Dragón o no, al menos por ahora, no dejaba de ser un Dragón. Aunque por mi parte seguía confundido, pues no lo había visto como tal, de cualquier manera, nos acomodamos mientras reía un poco por su comentario.
    —Ya, tu amigo lo hace por ambos, ¿verdad? Me alegro que siempre hallen forma de reencontrarse, por eso no me preocupo mucho, en fin, buenas noches, Rengo—. Dije, para acostarme, procuré montar guardia pero fue inútil, pronto caí dormido, pero de todas maneras alerta ante cualquier mínimo sonido que considerara sospechoso...


    Las horas pasaron... Esta vez estaba seguro que inclusive roncaba de tanto maldito cansancio, al tener de nuevo un mal sueño en forma de pesadilla por rememorar el combate a muerte contra Kawa ciertamente me hizo descansar poco como con Rengo, en algún momento recordaba también a Hana, ignorante de todo lo que dijo después de haberla liberado de la invocación, sin en cambio, fueron sus palabras y su silueta lo último que vi cuando poco a poco fui despertando por alguna razón, se sentía que se había dormido pero el descanso fue mas bien poco, miré con ojos nublosos alrededor, viendo nada y me quejé por lo bajo, tallandome los ojos mientras ya escuchaba a Rengo moverse, parecía amarrarse el cabello.

    Destapé mi ojo derecho, cerciorandome que el niño dragón estuviese bien, y así era, concordaba que si aquí estaba era porque el abuelo lo estaba esperando aquí. Iba a decir justo buenos días cuando otra voz se presentó, una que claro que reconocía y temía volver a escuchar...

    Es que en serio... el destino no puede seguirme torturando.

    Rengo fue el primero en reaccionar, claro que era Itami, cuando me dí cuenta Rengo se sobresaltó y nos tapó, pero lo veía inútil, si estaba desde hace minutos o más tiempo era claro que estaba más que enterado que estabamos nosotros tres ahí.
    Yo también me levanté deprisa, pero no solo estaba preocupado por Rengo, si no por Kibo.
    Maldita sea... Y yo ignorante que el niño se puede transformar.

    No evité quedarme paralizado en mi lugar, con un gesto sorprendido más que asustado... ¿Q-Qué hacía aquí? Apreté los puños, tenso, ya me suponía que era él... Claro, solo era cuestión de poner atención a la historia de Rengo.
    Habría cambiado lugar con Rengo pero suficiente había sido con lo de hace unos días, simplemente estaba en la completa mierda.

    —Itami... ¿Qué haces aquí?—. Pregunté tenso pero sorprendido, de verdad me tomaba completamente por sorpresa su visión...

    Y poco sabía que de hecho, Kohaku estaba ya siguiendo a Itami, definitivamente, de haberlo visto aquí, junto a él, habría sido un caos absoluto para mí.

    >>No es el momento ni el lugar para discutir... por favor—. Dije, firme, pues era literalmente un favor que le pedía a Itami, ya que me preocupaba Kibo y sus reacciones por sobretodo... ¿Y-Y si literalmente lo es? ¿Y si se transforma en uno? ¿Qué le esperaría no solo a alguien como Itami si no a nosotros? Para colmo... Con lo que me enteré de Itami ya hace días gracias a los informantes es que este tipo si era de dar miedo.

    Maldita sea, esto no puede estar pasando.
     
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    Amelie

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    [Rengo; Kibo; Kuroki; Itami]


    Itami observó a Kuroki —Es evidente que vine a buscar a Rengo —respondió ante su pregunta, se le notaba tranquilo, y su látigo no estaba en sus manos —No planeo discutir, no vengo a pelear. De hecho; me alegra que estén aquí; este sitio es perfecto ¿Verdad, Rengo? —clavó su mirada en Kibo a pesar de estar haciendo la pregunta a Rengo, este no respondió; pues se había colocado frente a Kibo, protegiéndolo de la vista de Itami.

    —¿No es agradable no escucharlo?— preguntó Itami, esta vez si levantando la vista hacia Rengo —¿No estás en paz contigo mismo? ¿no te agrada oír tus pensamientos y no las palabras de alguien quien dicta lo que debes hacer?

    —Si, estaba en paz sin tenerte cerca; gracias por preguntar —respondió Rengo para después mirar a Kuroki —Creo que esta vez pelearemos juntos, no podemos dejar que se acerque a Kibo.

    Itami sonrió y negó —Jamás le haría daño al niño; buscaba reprenderte; pero no sé cómo o por qué terminaste en este sitio, ahora que veo que te mantienes lejos de Mara y de aquel otro sujeto; puedo sentir que es el camino más adecuado para ti —observó a Kuroki —En este sitio podemos hablar sin que el Dios de la muerte pueda escucharnos ¿No lo ves? —sonrió —Es en este sitio dónde podemos hablar con la verdad.

    Rengo observó confundido a Itami; jamás había actuado así; pero no bajó la guardia. No podía, algo no estaba bien; podía sentirlo, un presentimiento. Miró a Itami; miró a Kuroki; no sabía que hacer ¿Qué haría Mara en su lugar? ¿Qué haría Natsu?
     
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    Gigavehl

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    Kuroki Fusatada

    Bueno... si, era obvio que Itami buscaba a Rengo, de hecho la pregunta fue mas bien por el shock más que por lógica. Mas lo segundo me sorprendía, sonaba muy tranquilo... bastante normal, pero no evitaba verlo con ceño fruncido por confusión, hasta Rengo parecía notarlo, le hablaba a Rengo pero miraba a Kibo, aunque el primero se esforzaba por ocultarlo de la vista de Itami...

    Luego mencionó cosas como si estaba en paz por no escuchar al fin a Mara, pero como era de esperarse, Rengo respondió a su manera, no dije nada, no hice nada, solo me mantenía tenso y serio, mirando el intercambio de ambos, escuchando a Rengo que tocaría pelear juntos... ¿Considera que Itami se iría sobre cualquiera que tenga algun índole sobrenatural encima? Pero Itami solo rió y dijo que no venía a lastimar al chico, y como dijo antes, no buscaba pelea, se notaba, por su serenidad y no parecía traer el látigo consigo.

    Odiaba admitir que efectivamente, prefería a Natsu lejos de Rengo, si Kawa decía que faltaba que Rengo cobrara su primera vida, con Shi de por medio podría ser ese momento, y eso era un problema. Tampoco me hacía gracia la tesitura en la que me hallaba, pues Natsu no es que fuese malo pero su frialdad...
    Salí de esos pensamientos cuando Itami me observó y habló, gemí reflexivo por sus palabras, veía de reojo cómo Rengo me miraba, lo hacía constantemente entre Itami y yo, la tensión era palpable y no podía culparlo, es que este hombre es tan extraño desde ya, y yo no hice mas que tragar saliva con dificultad, mientras se generaba un silencio bastante incómodo, pensando qué hacer o decir.

    Huir era ridículo... Era obvio que Itami nos seguiría, se tenía que zanjar esto ahora mismo... pero tampoco se iría por las buenas, era obvio que Itami era alguien que arrastraría a Rengo de vuelta con los Minamoto, a cumplir su propósito, cosa que hasta yo mismo repudiaba. Aún así parecía dispuesto a hablar, pero en realidad no sabía qué clase de ficha mover. ¿Qué tenía que hacer? ¿Esperar aquí hasta que el abuelo volviese? No, simplemente no había forma de esquivar esto, pero tampoco atacaría, no me iba a arriesgar a poner a prueba la fuerza de Itami, nuevamente el chico y sus impulsos.

    Al parecer... Mara no hablaba, ¿de verdad no nos escuchaba o simplemente no hablaba?

    "Veamos si puedes contener lo que te espera al creer que eres suficientemente capaz. Al ver lo errado que estabas, volverás a mi pidiendo consejos. Y yo estaré aquí esperando, esta vez con un té recién hecho"
    —¿Es... hora del té..?—. Dije al fin, confundido, ni yo sabía porqué decía eso, porqué justo recordaba esa frase del propio Itami en el Santuario de Kamakura.

    Pues sí, estaba errado en muchas cosas, porque precisamente no esperaba que una jodida loca supiera casi todo lo básico de mí sin que hayamos cruzado caminos, pero tener a Itami aquí tampoco me ayudaba a sentirme a salvo precisamente.
    Solté un gran y pesado suspiro, harto, cansado porque ha sido evento tras evento, estorbo tras estorbo, conflicto tras conflicto, no he tenido nada de paz desde Kamakura, y comenzaba a repercutirme en serio.

    —Kyogi...—. Dije entonces, mirando a Itami, ciertamente cansado por el poco descanso y por el hartazgo.
    >>¿Quién es esa mujer? ¿Y qué diablos significa que alguien te toque el hombro?—. Añadí, mi tono era un poco demantante por el cierto desespero no de la situación, si no de saber qué demonios estaba pasando, y cansado de todo, en realidad mi tono de voz no lo había controlado del todo.
     
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    Amelie

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    [Rengo; Kibo; Kuroki; Itami]

    Itami clavó su mirada en Kuroki, sonrió ante su comentario del té; para después mirarlo con una molestia que hasta Rengo volvió a interponerse entre la mirada de ambos; preocupado de que Itami atacara a su amigo.

    —Quítate—mencionó Itami hacia Rengo, el cual no respondió pero tampoco se movió; al ver que este no hacía lo que decía, la frustración se notó en el semblante de Itami; pero soltó un fuerte suspiro en lugar de recurrir a la violencia.

    —¿Por qué ese maldito nombre? —preguntó Itami hacia Kuroki.



    —Será porque me conoce — dijo una voz femenina en la obscuridad de la cueva; avanzó hacia ustedes sin provocar sonido alguno; era experta en ello. Itami se colocó de inmediato frente a Rengo, quien a su vez cubría a Kuroki y Kibo.

    —Gracias por guiarme hasta acá; Kuroki —mencionó Kyogi sin despegar la vista de Itami mientras desenfundaba su katana —Itami...

    [​IMG]

    —Kyogi...— mencionó Itami —...salgan de aquí, yo me ocuparé de ella.

    Kyogi rio —Me has arrebatado mi frase; maldito engendro —miró hacia atrás tratando de observar a Kuroki y Rengo mientras Kibo se aferraba a la pierna de este por miedo, Rengo acarició su pelo para tranquilizarlo, pero la verdad es que el estaba igual de confundido y nervioso, incluso más que él.

    —Me arrebataron a mi hijo por diecisiete años; tú y la maldita de Hana. Eso se termina ahora; Rengo vendrá con su verdadera familia; una que si sepa cuidar de él, una que lo atesore como es debido. Una que le explique su verdadero potencial en lugar de ocultárselo —ella estaba preparada con su arma mientras Itami sujetaba la katana en su cintura, había sido mala idea no haber traído consigo aquel látigo.
     
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    Justo el temor que venía sintiendo en el ambiente se hizo realidad no de la forma en como lo esperaba, tal vez Rengo me lo contagió, tal vez me lo veía venir, tal vez y sabía que de alguna manera Kyogi me podría seguir así como Itami a Rengo. Ambos estabamos siendo acosados como simples animales de ganado que lograron escaparse de su corral pero a la ves valiamos muchísimo, lamentablemente, el que valía era Rengo, yo tenía que ser sacrificado.

    Ver cómo Rengo temía que Itami atacara, ciertamente me comprimía el corazón, pues era curioso cómo Itami no reaccionaba hostil ¿mis palabras y la de aquél maestro llegaron a calar en él? No iba a tener forma de saberlo.
    Mi duda de que si lo conocían se resolvió cuando, como si la hubiese invocado, ella misma se apareció, obviamente me tensé, en especial por los cuatro, al parecer Itami ya conocía a Kyogi, me preocupaba de sobremanera Rengo y Kibo, inclusive por encima mío, ¿dejar al niño Dragón con ella? No era algo que estaba dispuesto a correr y el abuelo no parecía llegar pronto, me maldije, estaba en una tesitura tan incómoda que simple y llanamente me estaba azotando. ¿A dónde debería ir? ¿A Nagoya? ¿A Iga? ¿A Nara? ¿Shizuoka? Ningún lugar sonaba bien, tal vez Iga pero no quería exponer a Obata de esa manera, me iba a maldecir por siempre si condenaba de esa forma al Ninja, sumado a que parecía que Kyogi era una profesional en sigilo, inclusive más que yo. Tal vez Nagoya fuese el sitio más neutro para mí, no sé, necesitaba un maldito plan de acción y no tenía nada, absolutamente nada. Tenía que aguantar, hasta... no sé, un milagro.

    Por los dioses, soy más patético de lo que pensé.

    Me paralicé en mi lugar cuando Kyogi dijo algo de que su hijo le fue arrebatardo hace 17 años, por culpa de Itami y Hana, eso me enmudeció, Rengo tenía esa edad, me quedé aturdido pero me recuperé rápido, ¡¿qué demonios pasa aquí?! ¡¿Me están diciendo que Rengo es hijo de Kyogi?! Pero se supone que... es un Harima. ¿Acaso esa mujer estará delirando por Mara? ¿Por mucha estabilidad que aparente? ¿Qué sigue? ¿Que Kawa sea familiar lejana mía?

    Rabia e impotencia me invadieron, miré a Rengo y a Kibo, con gesto entre tenso y preocupado... ¿A qué se refieren con "Dragón"? ¿Literalmente lo es uno? ¿Debería sacarlo de aquí? Tenía que tomar una decisión, una certera y en muy poco tiempo antes de que fuese tarde, gemí por lo bajo para mirar a Rengo.
    —Rengo, vámonos, no es amigable, son una de las que quisieron eliminarme, vamos, llévate a Kibo contigo por favor, no es una pregunta—. Dije, serio y firme, para que al ver que cargaba a Kibo, comencé a jalar a Rengo sin remordimiento alguno para largarnos de ahí, no me iba a arriesgar a manipulaciones o un combate con clara desventaja ahí mismo.

    Tampoco iba a ser bueno perder el tiempo con nada... Tenía que moverme de ahí, rápido, solo rezaba que Itami ganara, escapara o lograra lo que fuese con Kyogi, por primera vez, le cedía toda mi confianza.
     
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    [Rengo; Kibo; Kuroki; Itami]

    Rengo escuchó las palabras de Kyogi, aquello, si era cierto; significaba que esa mujer era su madre. Y le estaba ofreciendo todo lo que él siempre deseó en una simple frase. Pero Kuroki lo sacó de su ensimismamiento; diciéndole que tenían que huir, y sobre todo el escuchar de que esa mujer también lo había atacado, lo molestó. Cualquiera que fuera aliada de Kawa debía de estar en su contra; por lo que decía, seguramente le estaba mintiendo para llegar a él, otra persona que quería usarlo; no podía decir si aquella mujer mentía en realidad; pero confiaba más en Kuroki, y a pesar de querer obtener respuestas, decidió seguirlo. Tomó a Kibo entre sus brazos y avanzó hacia la salida, unas escaleras que los llevarían a Tsu.

    Itami sonrió al ver que se alejaban sin caer en las palabras de Kyogi, mientras esta trató desesperadamente de detenerlos; pero Itami intervino, les daría todo el tiempo necesario para que estos huyeran.

    —Aleja a Rengo de la obscuridad, lo dejo en tus manos —mencionó Itami hacia Kuroki desenfundando su katana y encarando a Kyogi.



    Cavernas de Taki
    [Rengo; Kibo; Kuroki]

    Kuroki y Rengo salieron con Kibo de las cavernas, ingresando a un bar el cual parecía estar cerrado, seguramente debido a que sólo abría por las noches; las mesas estaban recogidas y no había nadie en su interior.

    Rengo se detuvo un momento y cerró los ojos, de nuevo buscaba comunicarse con Mara, pues esperaba que aquella cueva fuera el impedimento para ello; pero no pudo, ya no lo escuchaba; todo lo que creía conocer estaba comenzando a desaparecer de su vida. Se le notaba muy preocupado y confundido; pero no despegó sus manos de Kibo, para después mirar a Kuroki —Confío en ti, te seguiré.
     
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    Kuroki Fusatada
    Comenzamos a correr, pero a pesar de todo, pude escuchar las palabras de Itami... Escucharlo, con esa confianza, esa seguridad, que me dejaba todo en mis manos, me caló.
    En esos simples momentos era incapaz de tomar una decisión con seguridad, ¿qué me pasaba? Sentía que le estaba fallando a todo mundo a tiempo récord, aún así, murmuré por lo bajo "lo juro" y seguimos corriendo, hasta que llegamos a unas escaleras, para tomarlas y salir de ese maldito sitio.

    Llegamos a un bar que parecía cerrado, miré alrededor, tenso, parecía no haber gran cosa por ahora.
    —¿No te habla?—. Pregunté al notar esa pose curiosa con Rengo, seguramente intentando comunicarse con Mara, pero parecía que eso no sucedía, maldita sea, este repentino abandono, no puede ser casualidad.
    Hice esfuerzos por no mostrarme frustrado a mas no poder, todo me estaba saliendo tan mal en un simple momento que era... humillante.

    —Sígueme, iremos a pie. hay que ir a Nagoya. Necesito hacer algo allí, tal vez cumplir con una cita, no sé, debo pensar algo, maldición—. Murmuré, estaba muy concentrado en mi próximo movimiento, otra maldita acción a ciegas, ni siquiera llevaba dinero encima, no me iba a arriesgar a robar un caballo, si se montaba escándalo lo que menos quería era llamar la atención de todo dios.
    Así, le hice ceñas a Rengo de que fuesemos en Sigilo y mantenernos así, hasta salir de Tsu y dirigirnos hacia Nagoya, la capital de Aichi.
     
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    Amelie

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    Rengo se detuvo por un momento, miró hacia el suelo, por la puerta que estaba allí, aquella que los liberó de la caverna; Kibo se sujetó a él —Debo esperar a mi abuelito— mencionó asustado.

    Rengo le sonrió; no podían dejarlo a su suerte, no en esa forma —Calma; tengo un amigo que es bueno rastreando; no he podido hablar con él pero cuando pueda hacerlo le pediré que busque a tu abuelito para que puedas reunirte con él— sacudió su cabello mientras ocultaba su angustia actual; pues no sólo estaba preocupado por Kibo, o su situación actual con Kuroki. También se preocupaba por lo que acontecía debajo de ellos; estaba angustiado por no escuchar a Mara, y sobre todo le preocupaba la situación de Natsu, lamentó haberlo empujado, aunque fuera ligeramente; ahora que estaba sin él, se daba cuenta de cuanto lo extrañaba, pues su conexión era ya una hermandad.

    Miró a Kuroki, quien también no sabía que hacer claramente —Nagoya será —dijo algo apagado —He perdido contacto con... ya sabes quien—mencionó para no decir su nombre frente a Kibo, pues no sabía si conocía historias de él — No sé si es por el cansancio; pero al recuperarlo podremos avisarle a Natsu dónde estamos, y podremos reunirnos nuevamente.

    Salieron de aquel sitio dirigiéndose hacia Nagoya.

    Gigavehl te etiquetaré a la brevedad en Nagoya






    El rol sigue en Nagoya


    [​IMG]






    El rol proviene de Chiryu






    Natsu y Kawa ingresaron a Tsu; una ciudad que traía viejos recuerdos, la última vez que ambos estuvieron allí, fue cuando separaron caminos. Kawa esperando a Natsu mientras que este poseía a shi. No eran memorias muy gratas debido a los acontecimientos actuales.
    Por el lado amable, la pierna de Natsu había sanado por completo.

    —¿Cuál es el plan ahora?— preguntó Kawa ante Natsu.

    Ni Natsu ni Kawa lo sabían; pero si Masaki no los hubiese detenido en Chiryu, se hubieran encontrado con Kuroki y Rengo, quienes salían de Tsu momentos atrás.

     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Natsu Gotho

    El movimiento de los árboles por la brisa me hizo observarlos por unos minutos mientras lo escuchaba hablar dentro de mi cabeza. Habíamos logrado pasar de aquel engendro que asesinaría en algún momento, por ahora... Teníamos algo más importante que hacer. Al retomar el paso robé un par de monedas, hablándole a Kawa.

    —Ir a las cavernas. Nos están esperando.
     
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