Mie Tsu

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 10 Julio 2020.

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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

    Virgo
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    Misato Aoyama

    Varios fuimos los que afirmamos seguir lealmente a Takeda, pero no fue hasta que el señor Kenzo cuestionó acerca del pasado del mismo. De buena manera atendió a sus demandas y allí la tarde siguió su curso, el líder contó su historia sin ningún ánimo de ocultar detalles.

    Su camino como sobreviviente Minamoto estuvo lleno emociones y encuentros que ponían a prueba su honor. Todo ese tiempo...escuché atenta cada anécdota vivida, en algunas ocasiones sentí mis ojos humedecer. Rápidamente les limpié aunque no sentí tanta vergüenza al descubrir que estaba sentada abrazando mis piernas, como las muchas veces el abuelo relataba sus hazañas de guerrero samurái cuando era niña.

    "El cielo no pide permiso para llover"

    Una frase muy conmovedora pero aún así impedí la salida de lagrimas, quería evitar mostrar debilidad. Observé entonces mi katana, el último recuerdo que el abuelo dejo oculto en nuestro hogar cuando sus visitas cesaron para siempre, era increíble que la dejase su primera compañera en manos de una familia, incluyendo su hijo; mi padre, dispuesta a dejar todo el legado samurái en el olvido. Nunca imagine que aun matenia algo de fe en nuestra familia.

    La noche llegaba y junto a ella el momento de movilizarnos, Takeda entonces había decidido dividirnos en grupos, asignando mi puesto en el equipo fantasma. El equipo especializado en el sigilo.

    —¿Estas enfocado está vez Kuro?— me acerque sigilosa a picar su cabeza con mi indice— nos espera otro rumbo en la sombras, es momento de irnos si no queremos correr peligro de nuevo— le recordé con una sonrisa, por un minuto enfoque mi vista en los nuevos integrantes— Daichi y Heya...—murmure sus nombres el primero parecía un hombre acaudalado, el segundo parecía llevar mi misma edad, en nuestro recorrido seguro conocere el potencial de ambos, siempre los nuevos rostros despertaban mi curiosidad.
     
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    Amelie

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    Pueden seguir posteando; yo sólo voy a tirar para ver quienes serán los responsables de tirar el dado de movimiento; y otro dado adicional

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    Gigavehl

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    Cáncer
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    Kuroki Fusatada

    Dejé que el resto de los presentes hablasen para llegar a lo importante, la manera en como nos moveríamos, una división de cinco por cada grupo, desplazándose en sitios distintos para llegar a la zona meta. Sonaba bien, aunque habían claras desventajas en algunos, como el que me tocó, ser sigiloso es lo mejor que se me da, pero no contar con un médico era algo preocupante, me crucé de brazos, reflexivo, mientras Takano hablaba y seguía prestando atención tanto a él como al entorno.

    No me gustaba del todo, pero tampoco sabía que opinar, tenía que conformarme.

    —Estoy de acuerdo—. Dije al aire. —Me gusta como esta conformado los equipos, y todos tenemos una misión muy importante adelante, solo rezo porque nadie caiga antes de tiempo. Haré lo que tenga en mano para no defraudarlos, y nos veremos de nuevo en unos días. Estoy listo, sé que todo saldrá bien.—sonreí mientras ahora escuchaba a Misato, por lo que la escuché sin mirarla ya que era claro la manera en como se me acercó.

    —Siempre lo estoy Misa-kun. Será un viaje peligroso, pero entretenido, siempre es bueno ver las cosas por el lado emocionante sin subestimar el peligro de la misma. Así siempre hay adrenalina de sobra para encarar los peligros.—la miré para sonreírle ampliamente.
    >>Eso decía mi padre.

    Luego miré a Takeda, para acercarme y reverenciar un momento.
    —Antes de que vaya con Ryouma, maestro. Quiero decirle que, cuando nos volvamos a ver. Me enseñe a ser tan paciente y calmado como lo es usted. Admiro mucho su fortaleza, así como lo que porta, estoy tan feliz y orgulloso de formar parte de su clan, como le dije desde la primera vez. Gracias por comprender mis intenciones. Y créame, no esta solo en todo lo acontecido con usted, cuenta con mi fiel apoyo—. Dije, para poco después separarme un poco, si no iba a decir nadamas.
     
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    EN Auditore

    EN Auditore La Hermandad de Asesinos

    Piscis
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    Daichi Nishimura
    [Casa Abandonada]


    Permanecí callado todo el tiempo, escuchando con atención al líder y a los otros miembros, la mayoría coinciadiamos en lo mismo; era corrector seguir al Clan Minamoto. Miré los rostros de cada uno de los presentes, podía observar su determinación y lealtad con aquel que se hacía llamar Takeda, pero era un grupo bastante pintoresco, parecía como si algún tipo de providencia hubiera decidido colocarnos juntos. Sin embargo, rápidamente pasamos a los asuntos sobre la operación, yo formaría a ser parte del grupo sigiloso. Mira a quién fue colocado como líder de esta pequeña división, era el compañero detective del señor Ukita: "Así que se llama Matsuda...", pensé levemente, mirando los rostros del "Equipo Fantasma", sonreí ligeramente con ironía, constantemente me sentía como último fantasma de un apellido muerto, asentí ante el líder, desde antes de llegar ya lo era. La decisión de ir a Iga me parecía peculiar, pero la pasé por alto.

    Los otros equipos fueron formados, equipo Ruidoso y Táctico, parecía que estaríamos bastante bien distribuidos por esa parte de japón. Asentí cuando Takeda dejó de hablar. Me quedé quieto por un momento, en silencio, cuestionándome un varias cosas, en cuestión de horas había pasado de ser un ente solitario a formar parte de algo más grande. Sonreí ligeramente, todo había sido demasiado aleatorio. Analicé todo el intercambio de palabras durante la reunión, entonces una idea se me ocurrió.

    Me moví de mi posición y busqué al detective Ukita con la mirada. Decidí acercarme, tenía una extraña idea en mi cabeza, tenía que admitir que se escuchaba un poco alocada, pero podría ser una opción.—Detective Ukita, ¿tiene un momento?—pregunté ligeramente, pero antes de que pudiera responderme, decidí hacer la pregunta que me interesaba.—¿El señor Takeda no ha pensado en reclutar gente desde el norte del archipiélago? Hokkaido está lejos, pero hay gente dispuesta a luchar contra el gobierno que los ignora...—me detuve un momento, analizando mis palabras.—La fragmentación interna no les ha quitado el espiritu a esas personas, usted mismo lo dijo, mi apellido tiene cierto peso en esa región, podríamos...—rasqué mi barbilla dudoso.—Desde allí, podríamos reclutar personas a la causa en las prefecturas cercanas, dividir las fuerzas de la capital...—me detuve, sentí que me estaba volviendo un poco apasionado con aquella idea, que podría no tener sentido.—Por supuesto, solo es una idea, no tengo realmente pensado.—alcé ligeramente mis hombros.
     
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Casa abandonada (Takeda; Matsuda; Fuji; Takano; Ukita; Misato; Kuroki; Heya; Daichi; Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki; Togashi; Kohaku)[​IMG] [​IMG] [​IMG][​IMG] [​IMG] [​IMG] [​IMG][​IMG][​IMG][​IMG]

    Fuji miró a Mao, aquellos ojos la preocuparon; no parecían ser los mismos que ella conocía, le preocupaba que buscara hablar con ella en privado, pero la siguió sin dudarlo; al estar alejadas del grupo la tomó de la barbilla para que la mirara mientras limpiaba el rostro de Mao con papel de arroz; quitó todo el sudor y un poco del remanente de sangre que tenía en el rostro —¿Qué sucede? Me preocupa verte tan distraída; me hubiera encantado oirte reclamarle algo a Takano —dijo sonriendo hacia ella —Me alegra que viajes con Kenzaburo; sé que es alguien importante para ti, nuestros maestros siempre lo son. Pero debes recordar algo, siempre seguiremos aprendiendo, incluso nuestros maestros cometen errores— no necesitaba ver sus heridas que habían sido tratadas; su kimono delataba dónde había entrado el sable del enemigo en el cuerpo de Mao, mientras Fuji veía esos patrones parecía estar enojada, después la miró y ese enojo desapareció —Las personas que nos aman siempre van a tratar de curar esas cicatrices; hacer lo correcto. Tú has hecho lo correcto — miró su katana —¿Deseas que revise a tu amiga?—

    Mientras tanto Takeda observaba a Kenzaburo —Pero esa sacerdotiza ha desaparecido de Tsu; al parecer también ejercía un poder sobre el señor Taisho; señor feudad de Mie — los apectos sobrenaturales lo rebasaban —Jamás creí que también deberíamos cuidarnos de cosas como esas; para ser sincero estoy bastante preocupado. Enfrentarme a una katana es algo cotidiano pero no a espíritus o demonios, pensé que eso se limitaba a las palabras y cuentos de cada ciudad—

    Misato y Kuroki hablaban del nuevo arreglo grupal; Takano los observaba sabiendo que aquel dúo era respetable y que evitarían a toda costa que el plan fallara. Takeda miró a Kuroki aquellas palabras fueron recibidas con gran atención y respeto —Makuto soke nankurunaisa— sonrió hacia Kuroki —Esto es un mantra que significa, si haces lo correcto, lo verdadero; todo saldrá bien. Nunca olvides quien eres y vive por hoy, recuerda que el próximo día el sol te recibirá con su calor, tú haz lo mismo— Sacudió el cabello de Kuroki antes de acabar su oración —Gracias por tu confianza—

    Ukita y Daichi también hablaban sobre la situación, Ukita afirmaba, estaba de acuerdo con las palabras de Daichi —El norte está lleno de hombre y mujeres esperando a que algo cambie; el área central siempre han considerado irrelevantes nuestras tierras. Pero ignoran que gracias a las tempestadas y a un clima inclemente se han forjado guerreros que podrán enfrentar mejor una guerra. A su vez sabes bien que nosotros somos un poco díficiles de convencer para abandonar nuestras tierras — sus palabras tenían razón, era difícil que alguien abandonara todo por lo que se ha trabajado, en especial en el norte, dónde si un cultivo se descuidaba sólo un día podría equivaler a perder la cosecha de la temporada —Para convencerlos necesitamos mas que su apellido y el de Takeda; necesitamos demostrar que somos lo suficientemente fuertes para que su confianza se deposite en nosotros. Justo ahora no somos suficientemente fuertes ni sabios; debemos convertirnos en guerreros que cualquier persona esté dispuesta a seguir—

    Takano miró al clan para concluir antes de dirigirse a sus destinos —Serán días complicados para cada uno de estos grupos; este es el peor momento para confiar en palabras amables, considérense como criminales, no den sus nombres; no digan sus oficios, eviten conflictos si no son necesarios —

    —Pero sobre todo manténganse a salvo; cuando nos volvamos a ver estaremos en Kamakura, para ello seguramente veremos siete lunas; no puede haber desvíos, si los hay trataremos de comunicarlos como nos sea posible — mencionaba Takeda —Eviten pasos equivocados, el error de uno puede comprometer a todos; es tiempo de que dejemos de pensarindividualmente, somos ahora una familia —Takeda se detuvo un momento —Es así como los veo; y no planeo en despedirme de nadie mas, por favor manténganse a salvo —

    Pueden seguir posteando en este tema si quieren cerrar algo con algún personaje









    El rol continúa para el equipo fantasma en Iga
    El rol continúa para el equipo ruidoso en Gifu
    El rol continúa para el equipo táctico en Iwakura
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Mao "Ryouma"

    Con sus nervios a raya, mantuvo sus facciones amargadas.

    —¿Uh? Ah... Takano... Él consiguió de vuelta la espada de Kenzaburo, también nos consiguió tiempo para tratar nuestras heridas —comentó monótona, con un volumen bajo, observando la sonrisa de Fuji—. Eso es bastante.

    Le calmaba poder seguir el viaje con Kenzaburo. Tras los sucesos en Nara, y con lo ocurrido ahora en Tsu, se volvió más palpable el miedo de perderle. Errores... Lo del Santuario... ¿había sido un error? Era claro, tanto él como Mao aun tenía bastante que aprender, Fuji acertaba en eso.

    Y entonces reparó en como ella observaba su Haori, cruzando por reflejo sus brazos sobre su pecho, intentando cubrir los cortes de la prenda. Por un momento su mirada pareció hostil, pero se mantuvo en silencio, algo encorvada...

    —¿Eh? —exclamó confundida. ¿Lo correcto?, ¿qué exactamente había hecho bien? Lo único bueno que hizo... podría haber sido devolverle la cajita a Miko o hablar con Kibo. Dio un pesado suspiro, dejando caer los brazos a sus costados, volviendo a erguirse como correspondía.

    Amiga... Desató su katana del cordón que también sujetaba la falda y el Haori, para luego sostener el arma enfundada con ambas manos, palmas dirección al cielo. Se notaba como la funda de esta había sido pintada por en cima, con materiales de no muy buena calidad. Tonos rosas y rojizos, intentando representar flores de cerezo.

    —Agradecería mucho si pudieras limpiarla —prosiguió con voz monótona, una expresión que intentaba ser neutral. No expresar nada—. Y si pudiera ser posible... —frunció con fuerza el ceño, tensando las manos alrededor de su katana enfundada—, revelarme lo que contenga el nakago —susurró, entregándole finalmente la katana a Fuji.

    Agachó su vista, dejando caer sus brazos a los costados, tensando con fuerza sus puños.

    >>Al parecer... una katana puede decir bastante —susurró—. Temo... temo lo que puede contener esta —prosiguió, alzando nuevamente el rostro, intercambiando miradas con la herrera—. ¿Podrías mantener... en secreto lo que encuentres? —Su voz no tembló al murmurar, su ceño seguía fruncido...

    Intentaba mantenerse firme, pero lo más probable es que su inquietud y preocupación no pasara desapercibida a ojos de Fuji.
     
    Última edición: 18 Agosto 2020
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    Zero

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    Tanaka Heya
    Casa abandonada

    Escuchó la respuesta de Takeda y no pudo evitar bajar la mirada. No debió haber preguntado.

    Aún medio dormido, escuchó el plan de Takano. Le hubiera gustado visitar Gifu, pero tenía claro que no seria un viaje por gusto. La noche aguardaba, al igual que la mente de Heya intentando prever lo que podría pasar.
     
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    Amelie

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    Casa abandonada (Takeda; Matsuda; Fuji; Takano; Ukita; Misato; Kuroki; Heya; Daichi; Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki; Togashi; Kohaku)[​IMG] [​IMG] [​IMG][​IMG] [​IMG] [​IMG] [​IMG][​IMG][​IMG][​IMG]

    Fuji sonrió mientras Mao le entregaba el arma —Por supuesto que podría hacerlo— dijo emocionada mientras le mostraba una caja de bambú, eran sus nuevas herramientas que habían sido compradas con los últimos ahorros de ella y Matsuda —He querido usarlas, será un honor que sean frente a ti —Fuji desenvainó la katana y de dos golpes la desarmó con cuidado mostrando el interior, el nakago del arma no estaba oxidado, sólo un poco sucio. El filo era el que más necesitaba limpieza, regó un muy fino polvo en todo el sable y con una pequeña borla comenzó a darle golpecitos por todas partes. Después tomó el papel de arroz y con fuerza comenzó a limpiar la katana cuidando el filo para no cortarse; era un movimiento mecánico pero muy cuidadoso; repitió de nuevo el proceso tres veces por la suciedad del filo, dejando expuesto aquel nombre. Al teminar Fuji volvió a ensamblar la katana; limpiando también la tusba y la saya; puliendo esta última y limpiándolas con aceite de bambú; la katana estaba terminada.
    Fuji hizo una reverencia y envainó la katana con respeto; extendiéndosela a Mao con una mano —Guardaré tu nombre en secreto, puedes estar segura que ni mi sombra sabrá que es lo que mis ojos han visto —

    Mori Tírame un dadito de 20 caras por favor
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Masuyo Kobayashi

    Mantuvo el ceño fruncido, aunque la reacción de Fuji había sido bastante positiva, eso le calmó un poco. Observó con atención cada uno de sus movimientos, tan precisos y cuidadosos, demostrando todo el esfuerzo que había aplicado en aprender la técnica. Entonces finalizó, entregándole de vuelta su katana, con sumo respeto.

    Efectivamente, el nakago revelaba su origen. Recibió con suavidad su katana, aliviada de haber conseguido su katana de vuelta, no quería ni imaginar lo que el guardia de Tsu hubiera hecho con aquella información. Aunque Fuji no parecía sorprendida por su contenido... ¿sería que en realidad eran bastantes insignificantes?, ¿por qué los atacaron los Taira, entonces?

    Sacudió su cabeza para despejarse, no era momento de pensar aquello.

    —Muchas gracias —respondiendo también con una respetuosa inclinación. Y cuando volvió a erguirse, amarró nuevamente la katana a su cintura—... Espero... que volvamos a reencontrarnos con buenas noticias —finalizó con seriedad, inclinando levemente la cabeza. En verdad deseaba que le fuera bien en su viaje.

    Tras eso, se fue a unir nuevamente con el grupo que le correspondía.

    Ya, con esto finalizo yo (?)
     
    Kaisa Morinachi ha tirado dados de 20 caras para Uyuyui Total: 12 $dice
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  10. Threadmarks: Día 28_Clan Minamoto
     
    Amelie

    Amelie Game Master

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    El rol proviene de Chiryu








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    El recorrido por las cavernas fue uno bastante pesado; al parecer la caverna era una serie de pasajes; el primer día Rengo recobró la conciencia descubriendo que había sido adherido al equipo de Kenzaburo. Hablaba solo mientras Kenzaburo y Misato lo podían escuchar, al parecer no le importaba ser escuchado, o al menos ya estaba demasiado acostumbrado. Pero no parecía que sostuviera una conversación, con lo que sea que hablaba no le respondía y eso amedrentó en el ánimo del chico quien se notaba deprimido y asustado, separado de su equipo.

    El segundo día de viaje encontraron a un grupo de campesinos perdidos, los cuales habían sido raptados por unos bandidos que esperaban recompensa por su captura, los tres acabaron con los bandidos liberando al grupo de campesinos, quienes se unieron a ustedes al no saber como salir.

    El siguiente día llegaron a Tsu, era de noche aunque no lo sabían. Kenzaburo los guio para que subieran las escaleras, allí llegarían a la entrada de "las catacumbas de Taki" en el puerto de Tsu, se despidieron y les agradecieron con monedas.

    Ya están en Tsu, se encuentran en el círculo rojo. Ignoren las líneas rojas.
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    —¿Por qué me trajo con ustedes? — preguntó Rengo aun con miedo, una pregunta que seguramente circulaba su mente en todo ese transcurso de días, pero no había sido lo suficientemente valiente para expresarla.

    Un sonido en la lejanía los alteró; la luz era escasa; pero llevaban días bajo las cavernas y su vista comenzaba a acostumbrarse y sus oídos también, el eco rebotaba y guiaba sus pasos; Rengo era el único que no parecía acostumbrarse, su brazo había sanado y al menos eso le daba la capacidad de poder tapar sus oídos a voluntad.

    —¿Un qué?— preguntó Rengo —¿A qué te refieres? Esas cosas no existen...

    El sonido se acrecentaba, un fuerte aire se hizo presente y los tres miraron hacia la dirección opuesta, tapando el aire ante sus ojos, acortando la visión del extraño suceso que estaban presenciando.

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    —¿Hemos muerto?—
    preguntó Rengo, para él eso tenía sentido, su recorrido en las cavernas, la extraña situación con los bandidos, la carencia de la voz a la que estaba tan acostumbrado y ahora la visión de aquel dragón frente a ellos —¿Seiryu? —preguntó sin miedo, era interesante ver como esos eventos le causaban menos terror que el mismo Kenzaburo.
     
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  11.  
    rapuma

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    Kenzaburo



    Los sucesos anteriores a la llegada de las cavernas de Tsu lo desgastaron un poco; los bandidos, tener que pasar de liderar un grupo de tres a uno de diez personas, el hecho de oír la extraña conversación que llevaba Rengo con aquella voz. Misato no había preguntado nada, ni intentado tener información sobre la conversación que habían tenido por privado Kenzaburo y Rengo. Eso sumaba la confianza que de por sí el espadachín tenía de la mujer; había sido una elección muy inteligente. En una ocasión el ronin reprendió al chaval, diciéndole que esa voz era algo malo, no debía escucharla. Pero claro, una cosa era decir y otra hacer, el niño siguió intentando conectar con ese Dios. Qué cosas más raras estaban sucediendo.

    Hasta que la imagen del dragón se presentó justo frente ellos, escondido entre rocas gigantes, con su cuerpo deslizándose con el brío de una criatura ancestral. Kenzo tuvo ciertas reacciones en su cuerpo. La primera fue espanto total, se quedó congelado a su pesar; luego tuvo una extraña adrenalina en su interior, algo le decía que debía luchar contra ese animal de leyendas; y la última reacción que tuvo, la más acertada, fue quedarse perplejo. Ya no sabía qué hacer. Una cosa era hablar de una leyenda de un dragón y otra muy distinta era ver cara a cara la realidad.

    "¿Hemos muerto?"

    La voz de Rengo le hizo pensar, aún no estaban muertos pero quizá próximamente sí.

    Kenzaburo se giró para observar la reacción de Misato y entonces tuvo que sonreír; no podía evitarlo, esconder la sonrisa era muy común en sus quehaceres generales, pero ahora mismo le dolían las mejillas, por lo que sonreír las liberaba de la tensión. Señaló al dragón, blanco como la luna, hermoso, peligroso. ¿Y si estaban muertos realmente? Se tocó el brazo y se pellizcó, luego tomó a Rengo con brusquedad y le despeinó la cabeza con un ligero movimiento de muñeca. ¡Estaban vivos!

    —¡Lo conseguimos! —dijo en voz alta, riendo ahora mismo, una risa contagiosa y limpia, que voló por el eco de la caverna sin poder contener la emoción de su cuerpo. ¡Lo habían logrado! Tras un arduo viaje, con problemas entre medias, con obstáculos. Se sintió orgulloso de sí mismo, probando la madera de líder. —Maldita sea... lo conseguimos.

    Observó al dragón en silencio, sintiendo el viento en su cuerpo; tuvo que sujetar su kimono para evitar que éste se le mueva de sitio, sin las mangas quedaba apenas sujeto por sus hombros. Apretó la katana con intensidad.

    —No mentiré en que no sé qué hacer ahora. —se cubrió los ojos por el viento, aún sonriendo. —Pero al menos sé por donde empezar. —dio unos pasos hacia delante con cautela, no sabía como actuar con aquella criatura sacada de mitos y cuentos para niños. Recordó la información de Ayame, sabía cómo se llamaba. —¡KIBO! —gritó con fuerza, no sonó hostil pero sí potente; con su vibrato de fuego acentuado en su voz. Se quedó allí, aún entre admirado y perplejo. ¿Realmente aquél dragón era el niño pequeño que contaba historias de mar a Mao?
     
    Última edición: 14 Marzo 2021
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  12.  
    Amelie

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    Cavernas de Taki
    [Misato; Kenzaburo; Rengo]


    Rengo recibió la sacudida de Kenzaburo, algo que lo espantó al punto que sintió su corazón palpitar con demasiada fuerza; después de que lo liberó de aquel tacto se dio un momento para respirar con calma alejado de ambos, aun no estaba acostumbrado a su presencia y mucho menos a su fuerza al hablar.

    "No mentiré en que no sé qué hacer ahora."

    ¿Vino hasta acá sin un plan? Sonrió, en eso se parecían; hacer planes no era lo suyo, fue por eso que no trató de regresar a Chiryu, se dejaba llevar por el momento, e ir planeando conforme las circunstancias se iban dando.

    El dragón parecía deslizarse en las estalactitas como si fuera una serpiente; avanzó hacia Kenzaburo y lo observó a una distancia razonable; su falta de hostilidad lo hizo acercarse mas, hasta reconocerlo; era aquel hombre que cuidaba a lo lejos a Mao, la niña que le contaba historias en el puerto. Miro después a Misato, no la reconocía, pero tampoco le daba malas energías; por último se detuvo en observar a Rengo, bufando encima de su cabeza mientras lo olfateaba.

    —Si planeas comerme, hazlo de un bocado por favor —mencionó Rengo.

    El dragón era grande; su cabeza era del tamaño de los tres presentes; su cuerpo era tan largo que no podían ver el final de su serpenteante cola; fue entonces que el dragón comenzó a reducir su tamaño, lentamente se encogía; para después transformarse ante sus incrédulos ojos.

    [​IMG]

    El imponente dragón, ahora era un niño pequeño.

    —¡Kibo! —mencionó alzando sus brazos —Así me llamo
     
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  13.  
    rapuma

    rapuma Maestre

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    Kenzaburo

    Era la primera vez en toda su vida que el agarre sobre la empuñadura de su katana temblaba. Las dimensiones del dragón eran abismales, ocupando el infinito vacío de las cavernas. La gran cabeza blanca se acercó hacia ellos y Kenzo retrocedió un paso sin poder ni pensarlo; era el instinto animal del miedo que le ordenaba retroceder un poco ante la colosal criatura.

    El ronin, con la cabeza anonadada por el momento, no pudo sino girar la cabeza con rapidez al ver a Rengo decir unas palabras tan simples como tranquilas. ¿Acaso ese mismo niño quejica que se desmayaba si alguien le hablaba fuerte tenía más cojones que él? Afirmó con energía, si algo no le faltaba al chaval era coraje, aunque se diga lo contrario. Después de todo, para estar en esa jerarquía dentro el clan...
    —Antes nombraste a Seiryu, Rengo. ¿A quién te referías? Y sobre todo, ¿a qué te referías con eso de que alguien me seguía desde hace tiempo?

    La transmutación de un extenso dragón blanco a un pequeño e infantil niño era lo último que hubiera querido ser testigo el espadachín. Fantasmas, dioses de muerte y dragones... ¿quienes le creerían algo así?

    —Kibo. —repitió Kenzaburo, mirando al niño, recordando justo ese instante en Tsu muchas lunas atrás en el puerto. El niño y Mao sentados, mirando el mar. —Kibo, ¿que cosa eres? —tuvo una imagen mental de Mao lanzándole algo contra la cabeza por ese comentario tan brusco, sin tacto. Carraspeó. —Es decir, ¿eres un dragón o hay algo misterioso que juega con mis sentidos? —y tocó suavemente la cabeza de Kibo, no era un gesto de cariño, era un simple apretón en la cabeza con entusiasmo; estaba comprobando si era real o no. —Tengo muchas preguntas, Kibo. ¿Crees poder responderlas? —entonces recordó a Shiryu, el abuelo del niño dragón. —¿Dónde se encuentra tu abuelo? Tengo que hablar con él, junto a ti. ¿Él también es un... un dragón como tú?
     
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    Rengo escuchó las palabras de Kenzaburo, justo cuando iba a responder lanzó las preguntas hacia el niño. Kibo observó a Kenzaburo con una sonrisa amplia a ojos cerrados.

    —Yo soy Kibo —rió —Eso soy yo —se señaló alegremente, ignorando el tema del dragón por completo —¡Mi abuelito!— miró a todos lados buscándolo, al no verlo comenzó a llorar, dándose cuanta que estaba en una caverna obscura y estaba solo.

    Rengo sonrió ante el pequeño y se hincó para mirarlo a su altura, colocando su mano en su cabeza —Tranquilo, seguramente tu abuelo te está buscando; por el momento nosotros cuidaremos de ti; mi nombre es Rengo— dijo hacia Kibo quien lo miró con los ojos enrojecidos mientras los tallaba; Rengo lo detuvo —Anda, tranquilo; seguro te has perdido y no recuerdas como lo has hecho, si quieres esperaremos aquí hasta que te sientas seguro ¿Si? —Sonrió

    Kibo lo observó, reparando en su herida en el pecho, la cual estaba infectada debido a que no fue tratada; Rengo se había olvidado de eso; Kibo tocó el pecho lastimado y una luz azulada iluminó la herida, sanándola por completo, dejando una cicatriz plateada.

    Rengo sonrió como si esperara aquello; después miró a Kenzaburo —Seiryu —dijo ante su pregunta anterior, después desamarró su cabello y distrajo a Kibo jugando con su listón rojo, jalándolo de un lado a otro —El Dios del cielo del este; es uno de los cuatro shijin, o criaturas divinas; el dragón de azur como también lo llaman es uno de los cuatro espíritus guardianes de las ciudades y se dice que protege la ciudad de Kioto sobre el este. El oeste es protegido por Byakko, el norte por Genbu y el sur por Suzaku —Rengo parecía idiota; pero tenía bastante información de este tipo —Pero debería ser azul, no blanco; no hay dragones blancos, está el tigre blanco por ejemplo, Byakko—miró los mechones blancos frente a las orejas de Kibo y sonrió, recordando a Yuzuki.

    Después Rengo miró hacia Kenzaburo —Ah— señaló a un lado de Kenzaburo, dónde no había nadie —Te sigue un sujeto aterrador y gritón a dónde quiera que vayas; dice que tú espada es suya.
     
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    Kuroki avanzó junto con Konoe por las cavernas; fueron seguidos por una figura que no pudieron ver ni reconocer. Los días pasaron en aquel sitio, ya se habían acostumbrado al recorrido entre prefecturas con caballos, así que volver a pie era algo agotador, aun así durmieron lo necesario.

    Llegaron en la noche a Tsu, aunque no pudieron notarlo al estar en las cavernas; sus ojos ya se habían acostumbrado a la escases de luz, por suerte no era nula; siguieron avanzando hasta esuchar ruidos; lentamente se acercaron y pudieron encontrar a Rengo, Misato y Kenzaburo quienes estaban acompañados de un niño pequeño, Rengo ya no estaba herido y tenía el cabello desamarrado, pues con su listón rojo jugaba con el pequeño niño.

     
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    Kuroki Fusatada

    Correr fue inútil, o eso pensé, ya que nunca escuché nada o vi nada, aún así, sentía que la mala fortuna apenas comenzaba, pues una figura nos seguía, a lo lejos, no se veía femenino, o quien sabe, pero no parecía ser la informante de Kenzaburo, porque se habría acercado...
    Cuidé que Konoe estuviese bien, no sabía en qué momento había tomado una actitud de líder en esos momentos. Pero poco o nada me importaba, me estaba quedando ensimismado en todos esos pensamientos del día pasado, en medio de todo ese eterno y oscuro trayecto, si no fuese por mi cabello albino, seguro me camuflaría bien. Aún así, algo en mí definitivamente había cambiado, haber estado muy cerca de la muerte, haber estado resignado, haber sido salvado pero haber hecho cosas de las que inclusive yo me creía incapaz de hacer me había dejado... mal, y esa simple palabra era quedarse corto a como me sentía en realidad.

    Con mirada cansada y un poco apática, decidimos parar a descansar, monté guardia y poco después fue mi turno, una vez descansados, continuamos pues esa figura me ponía paranoico después de todo lo visto.

    Al final, aunque un poco tarde, pudimos ver al fin el final del camino, o eso pensé, ya que figuras conocidas emergían, eran Kenzaburo, Misato y por supuesto Rengo, pero había un chico más, un niño, me parecía inclusive mucho menor que yo, ignorante que ese es el Dragón y que de hecho hasta Kenzaburo y compañía ya lo habían visto en carne propia.
    —Hola, equipo—. Dije, anunciando mi llegada, con voz cansada y mi expresión no hacía mas que mostrar cierta depresión por todo.
    >>Antes que nada, alguien nos está siguiendo y estoy seguro que no es otro fantasma, debemos estar alertas, ya que dicha figura nunca se acercó a nosotros.—suspiré, masajeando mis párpados, estaba muy estresado ya.

    —Necesito hablar con usted, señor Kenzaburo, creo que ambos sabemos que eso es un hecho, también contigo Rengo. Pero bueno, que tampoco es el sitio ni el momento indicado—. Añadí, para ver al chico y sonreírle de forma cansada.
    —¡Hola! Siento aparecer así como así. Estoy muy cansado—. reí apenado.

    Vaya... Al final estoy de vuelta en Tsu, ¿quién lo diría? Había llegado y dejado este sitio lleno de determinación y energías y ahora estoy aquí, de vuelta, deprimido, apagado y cansado... Distinto... Es que tantos errores en Chiryu de verdad me desmoralizó bastante.
     
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    Rengo observó a Kuroki y sonrió, al parecer ya había olvidado su enojo, o simplemente estaba muy alegre en ese momento junto a Kibo, el niño; el cual saludó a Kuroki. Rengo miró detrás de Kuroki, allí estaba Konoe, pero no estaba Natsu, esto lo hizo preocuparse, pues no sabía nada de él.

    —¿Y Natsu?— preguntó Rengo con un rostro de preocupación, odiaba no tener información; allí abajo, en esas cavernas, parecía estar desprotegido.

     
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    Kuroki Fusatada

    Respondí al saludo del niño con calma cuando escuché a Rengo, iba a decir lo que pasó pero eso solo preocuparía a todo mundo.
    —No lo sé... Desde que salí en búsqueda del cascabel ya no supe nadamas. Creí que estaría en el Shukusha o algo, o con ustedes, pero veo que no es así, igual y puede se haya desviado a algo, ya sabes cómo es. La verdad es que hasta temía no hallarlos aquí, pues cuando me dí cuenta todo mundo se había ido—. Dije, suspirando para recargarme en una pared de por ahí, mirando alrededor.

    —Estará bien, Rengo, no debes preocuparte por él—. Añadí, cruzándome de brazos, mirando a la nada, atento.
     
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    Rengo bajó las cejas, su expresión era de preocupación a pesar de que Kuroki le decía que no debía por qué alarmarse tanto; pero para Rengo era difícil no hacerlo, no escuchaba nada en su cabeza y no sabía de Natsu, su mundo estaba desaparecido. Kibo notó la preocupación y picó la mejilla de Rengo, quien al mirarlo nuevamente sonrió.

    —Mi abuelito nos protegerá a todos —mencionó Kibo

    —Tu abuelito es muy fuerte ¿verdad?— preguntó Rengo con una sonrisa —Podría derrotar a... —miró a Kenzaburo y lo señaló, aprovechando su distancia hacia él —...¿ese hombre?

    Kibo miró a Kenzaburo y sonrió —¡SI!— dijo levantando sus brazos haciendo reír a Rengo.

    —¿Y a ese?— Rengo señaló a Kuroki.

    —¡También! ¡Le gana a todos! Porque mi abuelito es muy fuerte— Kibo sonrió.

     
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    Kuroki Fusatada

    Ver los gestos de Rengo me preocupaba bastante, pues no había que ser avispados para notar que la preocupación era palpable en él... Parecía buscar algo, a esas alturas me preocupaba que aún pasando ya sus muy buenas horas Mara parecía simplemente brillar por su ausencia. ¿Porqué?

    Aún así, el pequeño Kibo lo distrajo, y con la inocencia de su edad lo reanimó, inclusive reí conmovido, más cuando Rengo me señaló, ¿un abuelo, eh? ¿Sería un maestro o algo así? Sonaba lógico si fuese alguien entrado en edad. Aunque me extrañaba mucho ver a un chico como él aquí abajo, ¿porqué estaba aquí? Era extraño.

    —Debe ser una persona admirable, estoy seguro de eso—. Comenté hacia Kibo, refiriéndome al abuelo, sonriendole un poco más reanimado por su energía, lo agradecía, un pequeño momento así al menos me hacía despejarme un poco.

    Amelie, si quieres céntrate en las demás zonas, a menos que alguien más llegue y postee (?)
     
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