Misato Aoyama Mis nervios desaparecían al sorber un cuenco de té mientras éramos refugiados en el Shukusha, aún con la angustia que suponía el peligro que corrían nuestros compañeros, estaba segura que saldrían airosos de toda dificultad. Charlaba brevemente con Fuji sobre las bondades del té y la importancia en nuestra cultura. —Y entonces...alguien viene—y finalmente tras unas largas horas Matsuda llegaba con una Katana entre sus manos, le entrego la misma a Fuji para examinarla y averiguar sobre su portador. Luego me aproxime a escuchar más noticias y una de ellas llamó poderosamente mi atención...Mao y Kenzaburo habían dado muerte a un hombre en plena luz del día. Desgraciadamente una de las conjeturas más factibles era una realidad y no solo eso también las declaraciones de Hideyoshi...creo que era aquel hombre de gran elocuencia...y demasiada elocuencia para nuestro bien. Todo aquello había resultado en la prisión para ellos...incluido Takano. —¿Campanas? Y como si no fuese suficiente el problema escaló aún más, todo indicaba que había escapado y debíamos ir hasta la casa abandonada en el viejo barrio. En el camino la tensión volvía apoderarse de mi, observé cada rincón por si un inconveniente surgía en el camino, pero llegamos con bien a pesar de todo. "Descanse señorita Aoyama y recuerde noquear es mejor que matar, por el bien del clan" Recorde las palabras de la niña tras aquel baño helado en el hostal...vaya ironía ¿Quien cometió el error? Chasque mi lengua al recordar cada palabra era un buen consejo pero recordárselo a alguien que llevo decenas de batallas en su haber estaba de sobra, reconocer el terreno en batalla era básico para mi. Atacar y matar solo cuando era requerido Lo contado por Matsuda me hizo constar su habilidad pero al final era solo una pequeña con un largo camino que recorrer, esperaba que el clan saliese de esta, esperaba no causar muchas bajas innecesarias y sobre todo que ninguno de nosotros muriese ese día. —Esperemos que...ah todos salgan bien...—dije más calmada, estaba molesta, si...pero debía hacer a un lado mi ira y orgullo pues probablemente nos tocase salvarles.
Daichi Nishimura [Santuario] "—Mi nombre es Ukita Nagasada, la autoridad realmente recae en la señorita Kahia Aitoko... ¿Cuál es tu nombre?—" —Un placer, agente Ukita Nagasada...—antes de poder terminar, pude observar a la persona que se encontraba a cargo de la investigación. Se encontraba alejada preguntando con los testigos que se habían aglomerado para observar el duelo, probablemente ninguno había visto la muerte tan de cerca, creo que sobrepasó sus expectativas por los rostros que mostrataban. Escuché su pregunta, mi mente por un momento se congeló: "¿Qué debo decir?", por supuesto, podría mentir que sería lo más fácil, pero ya había mentido suficiente por el día de hoy. Sé que en la noche me cuestionaré esta decisión, pero, ¿qué tanto me sentía en paz con mi nombre? ¡No importaba!, era una cuestión de honor, el hombre me permitió ver el cuerpo sin arrestarme, así que creo que se lo merece. —Daichi Nishi...—me detuve en seco por un momento, remojé mis labios con nerviosismo. Incliné mi cabeza en señal de respeto, pero también para botar todo el aire contenido en mis pulmones.—Daichi Nishimura.—dije sin más, secó, cerré mis ojos y exhalé. Miré al hombre, no le importó, suspiré tranquilo, pero mi confusión regresó a la vez que el hombre removía el disfraz, al "Artista". Iba a realizar algún comentario sobre lo poco usual de la situación, pero de la nada todo el recinto se llenó de ruido, eran las campanas... Tres campanadas fueron emitidas, todos los presentes giramos para poner atención en el sonido. La mujer a cargo se acercó, parecía preocupada y molesta, lo pude notar por la mirada que me lanzó. Una leve gota de sudor bajo por mi frente antes de lanzar una sonrisa forzada, se marchó sin más. El otro detective apareció de la nada, con la katana del fallecido, malas noticias. Llevé mi mano a la barbilla, pero otra figura apareció: "Sí, esas campanadas eran importantes...", pensé, todo el ambiente había cambiado de aires. Algo estaba mal.—¿Qué significaban esa campa...?—fui interrumpido por la conversación y por los empujones del detective para alejarnos del Artista muerto. "—... y usted debería estar en Nara —" El ambiente se tensó, aún más que cuando me encontraron dentro del lugar. El detective Ukita y su compañero llevaron sus manos a sus armas, yo me mantuve confundido, no entendía lo que estaba sucediendo. Mi mente recorrió el lugar, los rostros y el cuerpo del hombre muerto, todo parecía surreal, crucé mis brazos, yo no debía formar parte de esa agresión, al menos no por ahora. "—...Deberían aprender a ser más discretos...— "Peculiar...", mi mente susurró. El hombre se marchó, el ambiente pareció relajarse, me cuestionaba si debía preguntar sobre lo que estaba sucediendo y la actitud de los implicados, miré al detective Ukita y a su compañero.—Sé que no me debería entremeter en este tipo de conversaciones ajenas, pero...—llevé mi mano a la barbilla nuevamente.—¿Qué acaba de pasar? ¿Quién era ese? ¿Y que fueron esas campanadas?— "Daichi, tenías que preguntar con calma...", sonreí nervioso, esperando las respuestas, cuestionándome si debería haber tomado mi tiempo de preguntar las cosas de manera pausada.
Kenzaburô Se mostró tan sorprendido como Takano, tanto que tardó en reaccionar y cuando lo hizo estuvo a punto de desenfundar su katana pero Takano lo empujó, literalmente hasta el bordillo de la ventana. Kenzaburô se encaramó a la misma y observó por última vez al anciano... transformado; no lograba comprender pero decidió que podría formular teorías desde un lugar seguro. Las campanadas tampoco le daba buenos augurios. Se lanzó sin más, intentando no caer de cabeza.
Santuario (Matsuda; Ukita; Daichi) Ukita miró sorprendido a Daichi "Nishimura" su pecho se comprimió mientras su pasado parecía recorrer su mente; salió rápidamente de aquel ensimismamiento debido a la interrupción de aquel hombre, él cual decía ser Michizane Sugihara. Cuándo este abandonó el santuario Ukita se dirigió a Daichi, tenía demasiado que decirle pero aquel sitio no era el más adecuado; ya no había mas que hacer con el cuerpo del hombre, no parecía portar nada distintivo y la única pista concluyente era la encontrada por Daichi la cual estaba celósamente guardada en el kimono de Ukita. El detective se sentía en deuda con el joveny debía convencerlo de seguirlos, a un par de extraños sin hablar demasiado en aquel lugar que no sentía seguro —Una palabra amable puede calentar tres meses de invierno — aquella frase provenía de Hokkaido, aquello lo sabías muy bien y al parecer Ukita también —Síganme— avanzaban hacia la casa abandonada Cuartel militar (Takano Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki ) Ambos se apresuraron a bajar sin detenerse demasiado con el aparente capitán Michizane; aquello era más complejo de lo que creían. Kenzaburo bajó seguido de Takano quien de un movimiento hábil desprendió la kusarigama; no hubo accidentes, todos podría correr perfectamente sin comprometer aquella huída que si no fuera por las campanadas hubiera sido mas que perfecta. Takano los guiaba detrás del cuartel militar para evitar ser descubiertos; pero alguien ya los esperaba, era Kahia la cual empujó una de las maderas de la barda que cubría el cuartel; Takano los detuvo desconfiado —¿Qué están esperando? ¿Qué les aplauda lo que han hecho?— decía Kahia con un tono molesto —Ya váyanse, debo reparar todo el daño que han causado— Takano avanzó guiándolos a la salida; debían esconderse en la casa abandonada. Casa abandonada (Takeda; Matsuda; Fuji; Takano; Ukita; Misato; Kuroki; Heya; Daichi; Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki; Togashi) Takeda afirmó ante las palabras de Misato —Espero lo mismo; pero siempre habrá consecuencias— mencionó mientras sostenía su mala, aquel collar de esferas de madera atado a su muñeca; sujetaba una esfera entre sus dedos, no para orar; era una manera de demostrar aquel nerviosismo ante la situación. Los primeros en llegar a la casa abandonada fueron Ukita y Matsuda, acompañados de un rostro nuevo; Takeda lo observó y después miró hacia Ukita —Siempre traes a más personas al grupo Ukita— decía Takeda refiriéndose a Heya y ahora a Daichi —Espero sepas lo que estás haciendo, ya que uno de los anteriores está desaparecido —mencionaba refiriéndose a Natsu, era evidente su abandono pero aquello no dejaba de preocupar a Takeda. Ukita se inclinó ante Takeda —Él es Daichi Nishumura; este apellido puede que no resuene en los oídos de los japoneses que no sean del frío norte; pero para nosotros, tanto Hakkaido como en Aomori debemos mucho a la familia Nishimura. Sé que podemos confiar en él; nos ha ayudado en la investigación del cuerpo— dijo entregándole a Takeda la misiva que encontró Daichi en el cadaver, Takeda la leyó confundido. Fue entonces que Takano entró con el resto; Mao; Kenzaburo; Yuzuki y Hideyoshi; dos de ellos estaban desarmados; eso era una desventaja, la katana adicional que cargaba Fuji ya había sido entregada a Togashi y Matsuda aun traía la del cadáver que investigaban, eso solucionaría a uno de los que permanecían desarmados. A su vez Takano no traía su katana, portaba una distinta. Takeda suspiró contendiendo sus emociones, después miró nuevamente hacia la misiva —He sido enviado a demostrar mis habilidades de engaño; sólo usted sabrá juzgar mis habilidades— Takeda leyó en voz alta, estaban en un espacio seguro y quería ver si en alguien resonaban aquellas palabras —Estas palabras fueron encontradas en el cadáver —dijo mirando con severidad tanto a Kezaburo como a Mao —¿Me podrían explicar por qué han matado a un hombre a plena luz del día? —Takeda seguía cansado, sus emociones no estaban controladas como siempre; parecía que iba a estallar. —Les he fallado como líder; no he sabido mantener unido a este grupo. Entiendo perfectamente sus acciones pues soy alguien que por mucho tiempo actuó en soledad, disto de la imagen de un gran líder; aun hay demasiado crecimiento que debo realizar; pero entiendo perfectamente que no puedo hacer esto solo; una flecha es fácil de romper; pero veinte de ellas resisten de quebrarse ante la mano mas hábil— Takeda sólo quería entender las acciones de los suyos —Al unirse a mi familia y aceptar mi apellido han tomado una decisión difícil, cada paso que demos de ahora en adelante nos acercará a una guerra, y esta no es una personal. Si me han seguido hasta este momento pensando en venganzas están subestimando la fuerza de este movimiento; esta pelea es para liberar Japón de las manos de un clan que destroza a aquellos que considera un estorbo; si en este camino ayudo a curar las heridas de su interior me sentiré realizado— miró a cada uno de los presentes; faltaba Natsu, faltaba Kohaku —Vuelvo a preguntarles a aquellos que han viajado conmigo desde Nara; y les hago la pregunta a los nuevos rostros presentes. ¿Están dispuestos a seguirme en este camino?— Misato Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi Togashi PV= 45 PV= 39 Agilidad (+2 defensa) Deuda de honor PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+19 ataque) PV= 60 Resistencia (+1 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+18 ataque) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) Cobardía (-2 defensa) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) voluntad débil (-1 defensa) PV= 60 Voluntad fuerte (+4 ataque) Deuda de honor muy bien descansado +2 defensa PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 65 PV= 90 PV= 80 PV= 60
Soga no Hideyoshi 曽我秀吉 En la Casa Abandonada La huida lo había desgastado mucho. Sus pies estaban magullados, apenas podía estar en pie. Se le había roto una sandalia en el camino, lo cual había terminado con el lamentable estado de su andar. Le faltaba su kodachi, pero nunca había sido en el filo de su arma en lo que confiaba, sino en el filo de sus palabras. El sermón de Takeda era conmovedor. Los errores los habían cometido Kenzo, Mao y Hideyoshi mismo, pero Takeda se responsabilizaba de todo, buscaba descargar los hombros de sus compañeros para cargar él con el peso de todo lo sucedido. —Yo voy a seguirlo, mi señor. Eso no ha cambiado. No todo es responsabilidad de Mao y Kenzo, yo también cometí errores. Le pido perdón, le pido que tolere mis errores y que me deje seguir aprendiendo junto a usted, enseñándole sobre aquello que puedo enseñarle, y aprendiendo de usted y del resto lo que tenga para aprender. Pasaron unos minutos. Hideyoshi tomó un poco de distancia del grupo principal para hablar con un chico que lo esperaba en el límite de la casa con las afueras. El chico se fue corriendo, luego de unas palabras susurradas al oído. "Ahora debo esperar", pensó. Se sentó, esperó, y esperó. "No puedo estar seguro si vendrá..." En eso la vio llegar, una vieja informante amiga de Hideyoshi. "Es obvio que no podremos quedarnos mucho tiempo más en Tsu, es necesario que me diga lo que sepa. Mi idea es que me pueda dar algo de información acerca de las prefecturas contiguas que no hemos visitado, cuál es la más segura, en cuál hay posibilidad para una alianza y en cuál no... pero lo cierto es que me brindará la información qué ella disponga" La mujer tendría unos cuarenta años, se acercó a él con paso disimulado, mirada quieta y un rostro alicaído. Contenido oculto: Habilidad Uso entonces Recursos
Misato Aoyama La tensión solo ayudó a que las viejas heridas de entrenamiento dolieran más, pelear en esta condición era una idea ridícula, en horas del mediodía nuestra espera lentamente nos carcomia. Pero por suerte acabo. No eran todos e inclusive habían rostros nuevos, aún faltaban Kohaku y ...Natsu pero tal parece que no vendría más. Observé cómo Mao y algunos parecían magullados, todo por aquel acto irresponsable....pudo haber aprendido de la peor manera las consecuencias de tan arriesgada acción. En mi corazón sentía el deseo de reprenderles, no como una "hermana" sino como la joven veterana guerrera que fui en el clan Ichinose, un clan indigno pero...donde lo que contó fue mi formación y esfuerzo. Esfuerzo por demostrar y elevar una vez más el orgullo del apellido Aoyama. Demostrarlo aún en una sociedad lapidaria que menospreciaba a una mujer guerrera. Pero por respeto decidí dejar las reprimendas en manos de nuestro maestro, le correspondía a el velar por el rumbo de nuestro clan. —Desde que inicié mi viaje tuve la esperanza de encontrar un clan dispuesto a liberar de la tirania a la nación y créame maestro veo en usted un propósito honorable que debo seguir—respondi a la pregunta de Takeda—para nadie es un secreto el difícil recorrido, solo deseo que en tiempos de imprudencia desmedida—mis orbes, en una mirada severa y fulminante, se clavaron en Kenzo y la pequeña Mao, a modo de una reprimenda rapida—asi como en los tiempos que todo vaya a nuestro favor, estar feliz de luchar al lado de cada uno de ustedes. Aún faltaban algunos, pero estaba más aliviada de saber que no vería otra masacre prematura, ahora más calmada pensaba en el peligro estuvimos...el otro atacante, no debía ser un simple e inofensivo hombre. No sabía que pensar solo importaba vivir otro día más y la seguridad de todos. Frote mi cabello y tome asiento cerrando mis ojos, la noche caeria y un nuevo día estaba en ciernes...pero el Clan Minamoto debia estar muy lejos si quería sobrevivir.
Yuzuki Minami Casa Abandonada Habían conseguido salir ilesos todos, ninguno había cometido un error al bajar que les pusiera en riesgo de herirse, pero no solo ella había sido incapaz de recuperar su katana. No iba a mentir, se sentía desprotegida así, incluso en el Shukusha dormía con el arma al lado, alerta, y ahora de repente no tenía absolutamente nada. Guardó silencio, escuchando cuidadosamente cada palabra de Takeda, de su líder, que a final de cuentas estaba allí a salvo, bueno, ignorando el desastre en que habían estado involucrados ellos. —Yuzuki. De los Minami, señor —comenzó entonces, inclinándose ante Takeda. Una parte de ella estaba absolutamente avergonzada de haber llegado a él en ese estado, en lugar de con el precisado kimono de su clan, pero aún así fue capaz de hablar con firmeza—. Cada miembro de mi clan, así como el de Takano, no nació para ningún otro objetivo que serle leal a los Minamoto, les seguí el rastro solo para poder poner esa lealtad a su servicio, incluso si eso me coloca en el centro de una guerra. Estoy dispuesta a seguirlo, ese es mi propósito. Contenido oculto todo shitty el post xddd
Kenzaburô Escapar como un cobarde distaba de su personalidad pero nada podían hacer contra cientos de guardias. La mente del Ronin bullía con lo último que vio. Aún no podía creer eso; el anciano que estaba encerrado junto a Takano desde un principio era el propio capitán de la guardia. No podía atar los cabos, la verdad que la situación iba más allá de su comprensión. Finalmente llegaron a la casa abandonada y al ver al resto del grupo allí reunidos lo tensiono, sobre todo los músculos de su rostro. Escuchó el sermón de Takeda y las disculpas de Hideyoshi y de Yuzuki. Incluso detectó la mirada de reproche de Misato. Kenzaburô apretó los puños. Él no entendía la devoción hacia los Minamoto, no sentía esa proximidad por el clan, tampoco la empatía. La única razón de su espacio entre ellos fue una casualidad y posteriormente el renacimiento de su katana a manos de Fuji, dejándolo atado de por vida con ellos. Pero a diferencia del resto a él lo ataba una casualidad. No el honor. —Primero me gustaría que fueras sincero con el resto del grupo. —miró a Takeda; Kenzo también estaba cansado y fatigado y su cuerpo le dolía. —En Nara Fuji me dijo que por mi pasado debería decir la verdad y no esconder nada. —buscó a la mujer para que ella afirmara. Volvió a mirar a Takeda. —Y siento que el que se supone que debe liderarnos no nos dice su pasado. —miró al resto de los presentes. —Todos te siguen sin miramientos. Sin reproches. Todos vivieron o nacieron o de alguna forma fueron formados para que cuando llegara el momento de encontrarte fueran leales hasta la médula. Leales sin cuestionar nada. Pero yo no. No te conozco. No sé nada de ti. Y lo poco que sé te relaciona estrechamente con el responsable de suministrar el veneno que mató a tu hombre en el Santuario, en la lejana Nara. Hablo de Hiro Sugita, hermano de Murai Sugita. Kenzaburô no estaba enfadado, tampoco elevaba la voz al hablar. Simplemente estaba cansado, con mucha fatiga en su cuerpo y buscaba una forma de sentirse unido a la causa, de que realmente el lugar fuera una familia para Mao cuando él ya no esté. Pero odiaba los secretos. Se odiaba a sí mismo por tener tantos conflictos internos y se odiaba a sí mismo por haber metido a Mao en esa situación. —Y tu katana. —habló de nuevo, siempre cerca de Mao. —¿Es Taira? Y entonces relacionó lo sucedido en la celda con el hombre de los mil disfraces. El de los mil rostros, el enigmático Murai. ¿Takano y él habrían sido testigos del envenenador principal de los Taira?
Togashi Shukusha Una vez que informó a Takeda sobre la situación con la que se habían encontrado en el Santuario, se limitó a permanecer cerca del grupo, no porque los guardias de la ciudad lo ordenasen, sino para evitar exponer aun más al clan frente a los hechos recientes; pese a que él era apenas un muerto de hambre que se había unido la noche anterior y seguramente no se interesaran en su presencia hasta que la cosa escalara más, si acaso Takano fallaba en la misión de rescatar a los heridos del Santuario. Permaneció cerca de la puerta, observando el cielo, pero con todos los sentidos atentos a cualquier movimiento, los cuales no se hicieron esperar. Personas con las que aún debía conocerse bien, llegaron al Shukusha para avisar que esas dos personas habían asesinado al hombre que vio tirado en el suelo. Aparentemente, no hubo una provocación previa por parte de éste. Togashi los vio deliberar entre ellos y, con bastante rapidez, se encontró siguiendo al grupo hasta la casa abandonada, lugar que le traía malos recuerdos. Casa abandonada Sin saber por qué, tal vez por intuición, sentía que se avecinaba una lucha inevitable. Lamentó con enojo y vergüenza no llevar su katana con él; si algo pasaba, iba a ser una carga para los demás al estar desarmado. Pero grande fue su sorpresa cuando Takeda, bajo la promesa de que no lo dejaría desprotegido, le entregó una katana, el arma que le había pertenecido desde la niñez, y que a partir de tal acto sería su posesión. Togashi, con cautelosa calma, miró a los ojos de su líder. Encontró una seguridad férrea en la mirada del Minamoto; cerciorándose de esto, tomó la katana, juntó las manos y agradeció con una inclinación. Le resultaba increíble haberlo conocido en persona apenas aquella mañana, y que ya le tuviera la confianza suficiente como para permitirle formar parte de sus audiencias y legarle algo tan significativo. —No lo defraudaré, mi señor —dijo una vez que la katana estuvo asegurada en su cintura. “Aunque tanta bondad puede jugarle en contra si no tiene cuidado” pensó para sus adentros, preocupado, pero no formuló estas palabras. Finalmente, el resto del clan se unió a ellos. Togashi frunció el ceño cuando supo que habían escapado de la prisión. Le extrañó que la habilidad innata del señor Hideyoshi con las palabras no hubiera logrado evitar tal hecho, e incluso que Takano fallara. Las cosas se complicaron más de lo que había imaginado, por lo que agradeció enormemente estar, ahora, armado. Takeda entonces dio un discurso al grupo. En él, lamentaba no estar a la altura de las circunstancias como líder que era, cosa que Togashi no podía corroborar ni refutar dado su escaso tiempo con el clan. Pero cuanto más hablaba el líder de los Minamoto, más identificado e interpelado se sentía por sus palabras. En ellas había algo de debilidad, que él también había padecido por mucho tiempo; cuando afirmó que seguir al clan por “venganza personal” era subestimar el movimiento de los Minamoto, se sintió señalado: pues era aquella su principal motivación para formar parte del clan… incluso por encima de su gratitud por que le dieran comida, techo, confianza e inclusive un arma. Se dio cuenta que el camino que había tomado era mucho más complejo que una riña con los Taira. No obstante, Togashi estaba dispuesto a seguir a Takeda Minamoto, porque era ese el camino que había decidido empezar. Estuvo a punto de afirmarlo cuando fue interrumpido por el hombre de la barba y cabello azabache. El del Santuario. Al escuchar todo lo que dijo, Togashi prefirió detenerse a oír lo que Takeda tuviese para responderles.
Casa abandonada (Takeda; Matsuda; Fuji; Takano; Ukita; Misato; Kuroki; Heya; Daichi; Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki; Togashi; Kohaku) Contenido oculto Perdón por jalar a Kohaku así tan randomente jajajaja pero creo que es importante que esté aquí Suzu queda un poco pausada, pero cuando regrese Yukionnatifa encontraré la manera de introducirla al grupo de una manera más rápida Togashi aceptó la vieja katana de Takeda —No debes defraudarte a ti mismo— dijo Takeda mientras observaba como los demás comenzaban a reaccionar a sus palabras; Kohaku había regresado a la casa abandonada al no encontrar a nadie en el Shukusha; Fuji lo jaló a su lado. Fue Hideyoshi el primero en hablar; Takeda afirmó ante sus palabras —El crecimiento siempre está presente, nunca hay algún momento dónde dejemos de aprender— no era el momento para regañar, necesitaba al clan unido más que nunca. Misato habló con la sabiduría de su experiencia, Takano afirmó ante aquellas palabras, sabía que podían confiar en ella y sus habilidades —Haremos que kamikaze se torne a nuestro favor — "el viento divino" mecionó Ukita, recordando sus tiempos en el mar. Takeda escuchó las palabras de Yuzuki, sonaban parecidas a las de Takano tiempo atrás cuando su enojo aun no estaba presente —Agradezco tu apoyo— dijo hacia Yuzuki —Pero necesito que sea tú propósito, ni Takano ni tú viven sólo para mi familia— Después habló Kenzaburo, Fuji afirmaba mirando a Takeda con tranquilidad, lo conocía y no temía por lo que fuera a pasar. Takano lo observaba sin emoción; él también había cuestionado a Takeda en su tiempo. Matsuda miraba preocupado a su maestro por las palabras del veneno, sabía que no estaba emocionalmente estable aunque no entendía el por qué se encontraba de ese modo, quería saber. Ukita fue el que parecía irradiar enojo cuando mencionó a Hiro, parecía dispuesto a intervenir pero se contuvo; aquella pregunta no se dirigía a él. Takeda se acercó a Kenzaburo con seriedad desenvainando a Genji con estremo cuidado —La katana no tiene clan, su portador si. Su nombre es Genji— con dos ligeros golpes desarmó su katana, sosteniendo la tsuba para que Kenzaburo pudiera leer la inscripción en el nakago del sable; oculto debajó, señaló la firma —Kyuzo, ese es el nombre del herrero, un hombre de Kioto que ha hecho las katanas para los Taira desde hace mucho tiempo —señaló el siguiente nombre debajo del de Kyuzo —Hiro; Hiro Sugita fue maestro de Ukita y mío, su lazo de sangre con Murai no lo define, mi maestro murió por la misma toxina que le fue implantada a Matsuda —dijo mirando a su amigo; ahora estable gracias a los nobles esfuerzos de Kohaku, Fuji lo abrazo —Jamás negaré que fui su alumno, era un alma noble que siempre peleó por la paz en Kioto, inluso haciendo frente a su propio hermano— miró a Kenzaburo con tranquilidad mientras volvía a colocar a Genji en su lugar—No esconderé nada con ustedes, esta es mi historia...— Takeda comenzó a narrar su vida mientras el tiempo transcurría fuera de aquella casa abandonada; la noche había llegado a Tsu mientras Takeda terminaba su relato —Un detalle mas a esta historia. Miko; la mujer en el Shukusha era mi madre, Hana Harima— miró a Takano quien tenía una cara perpleja en asombro; Hana Harima era la hermana de su padre. Takano miró a Yuzuki con sorpresa para luego regresar la mirada a Takeda; quien llevaba un duelo que ni él mismo sabía que tendría algún día. Takeda suspiró para tratar de romper la tensión en el aire, esperando que tantas palabras disiparan las dudas de aquellos que lo seguían. Contenido oculto: Ficha de Takeda Link a la ficha -----> Takeda Minamoto Si no la quieren leer lo entiendo; sólo es para aclarar su historia ante todos en el clan. Misato Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi Togashi PV= 45 PV= 39 Agilidad (+2 defensa) Deuda de honor PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+19 ataque) PV= 60 Resistencia (+1 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+18 ataque) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) Cobardía (-2 defensa) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) voluntad débil (-1 defensa) PV= 60 Voluntad fuerte (+4 ataque) Deuda de honor muy bien descansado +2 defensa PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 65 PV= 90 PV= 80 PV= 60
Tanaka Heya Shukusha Heya escuchó lo que dijo el joven albino y lo que respondió Takeda. Al menos se nota que es el líder, mientras algunos de su clan están en problemas es capaz de pedir un té como excusa para calmar a todos. Lo aceptó cuando y cuando estaba relajándose llegaron las noticias. Una lástima. Casa Abandonada Asintió ante el comentario de esperar que todo estuviera bien. Cuando llegaron los prisioneros escuchó el discurso de Takeda. ¿Aceptar su apellido? No recordaba cual era, pero estaba dispuesto. No quiso interrumpir la conversación, asi que se lo hizo saber mirando a Takeda a los ojos y asintiendo. Hablaron sobre guerras y liberar a Japón de los Taira, pero no fue hasta que Yuzuki mencionó su apellido que todo cobró sentido. No era cualquier apellido Escuchó las palabras del samurai y sonrió para si. Asi que si habla. También era cierto eso de las muertes a sus espaldas, hum.. El haber pasado la noche en vela comenzaba a mellar su mente. Para cuando fue consciente, estaba sentado en un rincón dormitando, con la cabeza apoyada en los brazos y estos últimos en sus rodillas, y los ojos cerrados mientras imaginaba la historia de Takeda. Pero el último detalle lo hizo salir de ese sueño. ¿Miko? ¿la misma mujer del shukusha?... ¿Era? ¿Era esa la razón del ambiente melancólico en la mañana? —No quiero agregar sal a la herida pero... ¿qué ocurrió la noche anterior?- Dijo luego de levantar la cabeza y lograr reincorporarse.
Daichi Nishimura [Santuario] "—Una palabra amable puede calentar tres meses de invierno —"` Mi corazón se detuvo por una milésima de segundo, la frase regresó a mi mente con los recuerdos de un pasado lejano invadió mi mente, podía jurar que podía verlo... A mi padre, detrás de él, en la lejanía, no sonreía, solo se mantenía asintiendo. Solté un suspiro leve, parpadee una vez y ya no estaba allí, volví a mirar los ojos del detective. Tuve la sensación por un momento que debía contestar la frase, pero mi mente se fue en blanco: "Al final, su sabiduría se te escapa en un momento como éste...", pensé, juzgándome, sentía una extraña sensación de pesadez en mis hombros. —Quién pensaría que cerca de la capital reonocerían el apellido...—susurré, miré el suelo, sintiendo perdido, luego el hombre habló. "—Síganme—" Dudé. Mi mente se cuestionó lo que estaba sucediendo, ¿acaso no era casualidad? No, esa frase la había escuchado tantas veces salir de la misma boca para regañarlo que no podíá serlo. Sentí miedo por un momento, pero el hombre parecía decidido. Asentí con la cabeza. Lo seguí, callado, olvidé por un momento lo del cuerpo del "Artista", alguien más se encargaría, los hilos del destino me estaban guiando a un lugar del que no esperaba, nos adentramos en las zonas más pobres de Tsu, lugar que no había visitado ni se me había ocurrido. [Casa Abandonada] Llegamos a una casa que parecía desolada, mal cuidada y que a sus alrededores se encontraba invadida por vegetación salvaje. "Quizás me quieran asesinar y despojar mis pertenencias...", pensé dudoso, pero recordé que eran detectives, no ladrones, el único que había actuado como uno era él cuando entró al santuario vigilados por guardias. Debía agradecer que no me encerrasen o me castigasen por invadir propiedad privada e interferir en la investigación. Y tan pronto entramos, fuimos recibidos por varias personas más, todos rostros desconocidos, relamí mis labios con un leve nerviosismo, por suerte no había cambiado la posición de mi arma, encontrándose en mi cintura. Intenté asentir con la cabeza en señal de respeto y de su saludo, pero una de las figuras sostenía una mala: "¿Estaba orando?", pero por su expresión pude notar que no era así. "—Siempre traes a más personas al grupo Ukita—" "¿Más gente?", me pregunté en mi cabeza confuso. El lugar estaba lleno de caras inusuales, en sus ojos podía divisar una capa profunda de dolor, mientras yo observaba que todos tenían katanas, "¿Un grupo rebelde de Ronin?", me cuestioné, estuve a punto de llevar mi mano a la barbilla para analizar la situación, pero el detective Ukita se encontraba diciendo mi nombre. "—Él es Daichi Nishumura; este apellido puede que no resuene en los oídos de los japoneses que no sean del frío norte; pero para nosotros, tanto Hakkaido como en Aomori debemos mucho a la familia Nishimura. Sé que podemos confiar en él; nos ha ayudado en la investigación del cuerpo—" Miré a todos los presentes con rostro avergonzado, no era muy usual que tantas personas supieran mi apellido. Realicé una reverencia, nuevamente para presentarme, pero a la vez... para exalar todo el aire de mis pulmones. "Y así se siente el peso de un legado muerto... Un apellido sin significado...", pensé, mordiendo con ligereza mi labio superior, sintiendo una mezcla de decepción y desconcierto. No respondí nada, solo me quedé así unos cuantos segundos, a la vez que veía como otra grupo de personas entraba. La sensación desapareció, siendo sustituida con una expresión de sorpresa—Son muchos...—susurré, observando las caras nuevas. Entonces, puse notar... Allí estaban los asesinos del "artista", un hombre que se veía demacrado, pero extrañamente cuerdo y una niña que lo acompañaba: "Peculiar", pensé, parecían sacados de una leyenda japonesa. "Eso debía ser las campanadas...", abrí mis ojos impresionado, "...han escapado.", miré al detective Ukita y su compañero, pero no parecían interesados en arrestarlos o devolverlos a la justica. "¿Que es todo esto?", pregunté, todas las caras se veían preocupadas. Finalmente, el que parecía ser el líder habló, mi mente solo pensó en los disturbios de Nara. Aquel hombre comenzó a hablar. Pude escuchar su nombre: Takeda Minamoto. Podía escuchar el deseo de venganza, pero más que pasión sin sentido, su motivación no se encontraba alimentado con el odio o el sufrimiento, sino con la búsqueda de liberad a la gente de Japón del poder imperial, volver a su familia a su antigua gloria derruida y darles justicia. "¡El bushido...!", mi mente gritó, podía sentir como aquel hombre vivía por ese código, no lo conocía, pero sabía que era un samurai... Como mi padre, de los que mantienen su honor hasta el final. Mi padre jamás habló de la guerra, pero si mencionó a los Minamotos, creo que nunca quizo relatarnos el dolor que vivió durante esos tiempos, lo poco que sé, es debido a los susurros de viejos hombres que se arrepienten de sus actos y lamentan su muerte. "Padre... ¿Tú luchaste bajo la bandada de los Minamoto y por eso te marchaste a Hokkaido o a los Taira y por verguenza te alejaste de todo esto?", esa era una duda sin respuesta y mi mente quería hablar. Cerré mis ojos por un momento, llené mis pulmones de aire: —Esto es lo que correcto...— dije en voz alta. Mi viaje desde el norte me ha permitido visualizar que mientras más cerca del centro mayor desigualdad y pobreza hay, cuando debería ser lo opuesto, en Tsu se puede visualizar como los propios guardias desaparecen en las noches, permitiendo que los criminales aterroricen a los ciudadanos, los guardianes de la paz están desaparecidos, era inevitable que alguien se levantara en contra de un sistema que le falla a los estratos más bajos del sistema. Remendar un código roto. —Es el camino del guerrero...—
Kuroki Fusatada La calma, como supuse, duró mas bien poco y no pude dejarme de sentir angustiado por la situación de encima. Ver la acción y escuchar las campanas era el colmo, Takeda tomó la iniciativa obvia y tuvimos que salir a la fuerza de ahí. Cuando llegamos a la casa abandonada, se hizo multitud ahí dentro, Takano y compañía volvieron junto con rostros que no había visto jamás, y el resto de las cosas se desencadenaron, no dije nada... No era el mejor momento. Pese a la pregunta de Takeda, la verdad no vi necesario decir nada, pues el que quisiera quedarme con Takeda tanto tiempo, inclusive cuando un maldito Hidotama se apareció es decir bastante. Así que mi lealtad no podía ser más claro. Algunos mostraron su pose sincera y fiel a Takeda, aunque Kenzaburo lo cuestionó, ciertamente le seguía ciegamente, pero en el fondo no me importaba, prefería estar así antes que solo, desamparado y sin saber a donde ir. Tal vez y aún no comprendía muchas cosas por mi corta edad, pero honestamente no me importaba, solo me mantuve en frío silencio y sin expresar nada, aunque sin ver a Takano, seguramente se mostraba todavía más frío que yo. Dejé que el resto hablase, solamente mantenía firme mi agarre a la katana, seguía herido pero poco importaba eso ahora, estaba dispuesto a defender a Takeda de cualquiera que quiera agravar la situación si era necesario, aunque sería paciente, pues habían guerreros mucho más capacitados que yo para defenderse de darse el caso... Dios... Jamás había sentido un ambiente tan fragmentado. Por mucho que varios dijesen que seguían a Takeda, seguramente tenían sus dudas, era normal eso.
Kenzaburô Oyó la historia del último Minamoto en un silencio respetuoso. En parte su alma se alegraba de que Takeda no tuviera secretos tenebrosos, eso quería decir que Mao sí podía pertenecer a ellos. Y esa sensación le trajo una extraña paz en su pecho. —No tenía intención de asesinarlo, quise seguirlo. Pero reconoció mi espada. —apretó el mango de su empuñadura. —Y tenía intención de devolverla. Eso solo quiere decir que era un Taira ya que esta espada perteneció a Soto, un antigüo espadachín de los Taira, cuya misión era asesinar a Hana Harima... —la revelación de que Miko era su madre ahora cobraba sentido. —Creo que Miko... Es decir, Hana reconoció mi espada en el bosque esa noche y por eso huyó. Lamento tu perdida. —dijo con sinceridad. —Y reconozco tu labor como líder, incluso comparto tus preocupaciones y dudas, ya que yo mismo las tengo. Mi espada es peligrosa, no por su filo, pero sí por su pasado. Si los Taira pueden identificarla tan a simple vista no creo que sea útil en tu objetivo. Incluso puede ser que sea peligroso que esté con ustedes, los estaré atando a la recompensa que tienen por mi cabeza... y no estoy seguro de lo que sucedió en la celda, con un viejo que poco a poco dejó caer su apariencia y reveló otra en un segundo. Como si fuera un disfraz... si estoy pensando en lo que estoy pensando puede ser que fuimos testigos de los disfraces del hermano de tu maestro. Y si realmente fue así... estamos en peligro. Deberíamos irnos ahora, aprovechando las sombras. Miró por la ventana hacia el exterior. —Y si podríamos hablar en privado tengo algo que proponerle. —habló hacia Takeda pero miró a Mao.
Soga no Hideyoshi 曽我秀吉 En la Casa Abandonada Cuando Hideyoshi regresó de hablar con aquella mujer, llegó justo para presenciar el que para él fue un tenso momento entre Kenzo y Takeda, el líder del clan. Cuando terminó Takeda de hablar Hideyoshi no se sorprendió, pero no porque la historia no fuese increíble, sino porque solo volvía a confirmar lo que ya había confirmado. Había hecho bien en elegirlo como su líder. Había hecho bien en hacerse un Minamoto. En su corazón todavía se sentía un Soga, pero para él ello no entraba en contradicción con el hecho de ser un Minamoto. Quizás se debía a que ambos clanes compartían algo en común: el declive. Luego oyó las palabras de Kenzo, cuando el vagabundo terminó de hablar en público parecía estar a punto de pedirle algo a Takeda más en privado, porque escuchó que le hablaba muy de cerca y por lo bajo, así que espero un poco a que terminase de interactuar con el líder de los Minamoto. Cuando eso ocurrió se le acercó por detrás y le posó la mano en el hombro. —Quiero disculparme por lo que te dije en el Santuario. Claramente todos estamos haciendo lo mejor que podemos, cometemos errores, sí, pero mientras nos tomemos en serio nuestras fallas lo suficiente como para tratar de aprender de ellas, entonces no hay nada que reprocharnos, y es por eso que me disculpo, no por haber cuestionado tu accionar, ya que entre camaradas debemos señalarnos lo que nos parece que son errores para así mejorar; por lo que me disculpo es por la forma y la prepotencia de mi trato—carraspeó antes de seguir—, y si realmente crees que nos significas un peligro, entiendo que quieras separarte del grupo, pero no debes necesariamente hacerlo de forma tal que dejes de pertenecer a nosotros. Puedes ser un verdadero miembro de nuestro clan y trabajar desde las sombras, individualmente. Yo me encargaría personalmente de que te mantengas comunicado con nosotros a través de algún veloz mensajero o algún viejo amigo que dispongo para esos trabajos. "Es un buen hombre, este ronin... lo conocí en unas circunstancias desfavorables, pero es un buen hombre" Por alguna razón a Hideyoshi se le ocurrió que era una buena idea finalizar su disculpa con una broma. —Si te ofendí o quedaste iracundo conmigo por todo aquello, quizás hubiera accedido a que puedas desahogarte conmigo en un enfrentamiento, tu katana se ve sedienta. Lamentablemente ahora no puedo aceptar ese desafío, perdí mi kodachi y soy un hombre desarmado. Se quedó pensativo luego de su conversación con Kenzo. Se dirigió a Takeda, con una mente inquieta. —Mi líder, lo que propone Kenzo, en cuanto a irnos durante la noche, ¿qué es lo que piensa usted sobre ello? Si me permite, antes de tomar una decisión sobre este asunto me gustaría comentarles cómo se encuentra el mapa político a nuestro alrededor. Si a usted le parece, les comentaré lo que sé al resto y cuál es mi idea al respecto, pero primero quiero oír su parecer. "Ya sea si nos vamos o no de Mie, el adónde, el objetivo que tengamos como clan, todo influye en nuestro próximo paso a seguir" Contenido oculto: Etiqueta rapuma
Casa abandonada (Takeda; Matsuda; Fuji; Takano; Ukita; Misato; Kuroki; Heya; Daichi; Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki; Togashi; Kohaku) El primero en hablar fue Heya, su pregunta era contundente, era comprensible pues acababa de unirse al grupo, aquello era distinto y necesitaba toda la información posible para poder hilar la situación actual. Takeda tardó un poco en hablar al respecto; era algo que no quería tocar, aun las heridas eran recientes. —Hana Harima; la mujer mejor conocida como Miko, salió a su paseo nocturno por Tsu, al parecer estaba acostumbrada a visitar el santuario en este barrio. —enfocó su vista en Kohaku, Daichi y Yuzuki pues estaban con él en aquel momento —Me entregó su caja de música con la promesa de arreglarla. Kohaku y yo decidimos seguirla, un mal presentimiento no nos dejaba tranquilos. Cuando llegamos al Santuario Miko ya no estaba allí, al llamarla escuchamos una respuesta lejana pero fuimos interrumpidos por dos...—miró nuevamente a Kohaku, no había hablando con él de aquel evento donde se vieron obligados a pelear en conjunto —... no puedo entender lo que eran; el filo de mi sable no se deslizaba como lo ha hecho en un ser humano —Recordó la pelea que tuvo con el hitodama de Chikusa en la madrugada de aquel mismo día —Eran cuerpos sin vida; obra de alguna especie de chamán, pues no actuaban a voluntad, eran controlados — era extraño hablar de aquellos fenómenos; pero habían sucedido, no mentía —Dejé a Kohaku terminar con el último en pie mientras me adelanté a la escena en el bosque...—lo decía como si aquello hubiera sucedido en tierras lejanas y no a unos cuantos pasos atrás de aquella casa abandonada— Vi el cuerpo de mi madre en el suelo; Takano estaba incosciente a un lado de ella —miró a Takano quien trataba de procesar toda esa información, tratande de recordar a su atacante sin éxito —Había sido asesinada y por el tipo de heridas creo que ella luchó por permanecer con vida —Sus pensamientos parecían alejarse, no quería expresar la culpa o la tristeza que sintió en aquel momento — Ella me dio su nombre, Hana — sonrió levemente —Me dijo que tenía la mirada de mi padre— Cerró los ojos notando que estaba agregando detalles que para la mayoría eran inncesearios. Sacó de su kimono la cajita de música y la abrió; sonaba nuevamente a la perfección. Eso era lo que había hecho toda la noche; arreglar la caja de música, la dejó sonar hasta que el mecanismo se detuvo solo; pero fue Daichi quien lo sacó de aquel ensimismamiento. "El camino del guerrero" Miró a Daichi y afirmó —El código Bushido nos guía por el camino del guerrero; un samurai debe seguir siempre dos caminos; el del guerrero y el del sable, ambos fielmente unidos; el honor del combate y la técnica del combate— mencionó recordando el objetivo de aquel viaje. Takeda escuchó las palabras y a su vez los silencios; sentía la duda como a la vez la aprobación; no culpaba a aquellos que no pudieran expresar palabra alguna, había estado en esa posición anteriormente, ahora todos sabían su historia; sabía que no siempre tuvo convicciones; por muchos años no tuvo voz propia. Kenzaburo habló; y con sólo sus palabras el ambiente parecía tensionarse, aquel samurai era una constante hoja afilada. —Lo que dice es cierto; en la celda fuimos sometidos a un interrogatorio de parte de Michizane, el capitán de Tsu; cuando se fue y escapamos...—decía sin emoción alguna —...aclaro que no pienso disculparme por escapar; pues opino que no tenemos que perder mas tiempo e irnos —se cruzó de brazos para poder regresar a su primer pensamiento —Lo que dice Kenzaburo es cierto; cuando estábamos escapando, nuestro compañero de celda resultó ser Michizane— terminó de decir Takano mientras Ukita miraba hacia Matsuda y Daichi. —Tenía la impresión de ello; Michizane no parecía reconocer la alerta de las tres campanadas, entre capitanes es un código muy común que indica el escape de las celdas, como capitán debió haber corrido al cuartel inmediatamente; en cambio decidió analizar el cuerpo...— argumentaba Ukita preocupado mirando a Takeda—...ese era el asesino de nuestro maestro; Murai Sugita. Y lo dejé ir con parsimonía— no podía ocultar su enojo. —No era el momento Ukita; has hecho bien en evitar un conflicto adicional; pero eso confirma lo dicho por Kenzaburo...—decía Takeda mientras se preparaba para contestar a las palabras de Kenzaburo; pero Fuji se interpuso antes e que pudiera pronunciar palabra. —Takeda, un hombre que no teme a exponer sus sentimientos ante sus amigos; pero guarda los mismos frente a un combate— decía Fuji mirando a Kenzavuro; después giró hacia Takeda —Kenzaburo, un hombre que guarda sus emociones ante sus amigos; pero los externa en combate —sonrió — Parecen opuestos uno del otro; pero los une la historia de la mejor acompañante para ambos, sus katanas. Fueron forjadas por el mismo herrero —Fuji lo sabía bien, había cuidado de ambas en algún momento; leyó las inscripciones, incluso se la había mostrado a Mao —ambas katanas fueron creadas para defender al Emperador, ambas fueron creadas para una persona que los precedió y al parecer ambos pelearon con personas que deseaban arrebatárselas— soltó una pequeña risa —¿No se dan cuenta? Esto no ha sido una coincidencia, la forja los une como hermanos — sonrió, seguramente nadie sentía tanta pasión por la herrería como ella; pero no soportaba el hecho de que se separaran por diferencias tan mínimas. Takeda sonrió a Fuji, ella siempre sabía que decir en el momento preciso, una cualidad que ni la misma Fuji sabía que tenía. —Kenzaburo; reconozco también tu autonomía, has sido tu propio líder por muchos años; y entiendo perfectamente tu sentir. Saber que algo en ti pondrá prenderá una hoguera para alertar al clan Taira es algo con lo que yo también lidio con mi apellido, y con Genji misma—con ambas manos buscó su kimono con la flor azul bordada y a Genji, su katana; sólo cargaba una de esas cosas —No pienso obligarte a hacer algo que no quieras hacer; pero tampoco quiero dejarte ir desprotegido, perdóname pero recurriré a mi memoria para usar tus propias palabras en tu contra. Kenzaburo, has caído en la provocación de un rival, has cometido un error, y has sido tú quien mencionó que el único error imperdonable es no intentar enmendar lo que se ha hecho mal. Te propongo un trato —Dijo tranquilamente, como una propuesta entre sake y amigos —Terminemos nuestro recorrido a Kamakura— miró a cada uno de los presentes —Todos los presentes debemos conocer al maestro Harima no Kato, buscador de la perfección, maestro invencible —dijo mirando a Takano quien no pudo ocultar su desdén al nombre, mientras buscaba la mirada de Yuzuki moviendo sus labios corrigiendo la última palabra de Takeda en broma "insensible" —Necesitamos entender el camino del sable; el cual sobrevive al decir que cuanto más se domina uno mismo, mejor se domina el mundo que nos rodea —se dirigió nuevamente a Kenzaburo —Entrenemos en Kamakura, con él único hombre con vida que ha peleado contra los Taira y sobrevivido— lo observó esperando que aquello llamara su atención. Fue entonces que Hideyoshi comenzó a hablar, sus palabras eran hábiles; si Kenzaburo a pesar de la oferta de Takeda decidía alejarse, al menos Hideyoshi le ofrecía una manera para mantenerse en comunicación y a su vez lo invitaba a no desprenderse del clan. Takeda se mostró preocupado en el momento de que mencionó la pérdida de su kodachi. Del mismo modo con Togashi, no podía permitir que uno de los suyos estuviera desarmado; también Yuzuki parecía estar desarmada. —Debemos irnos de Tsu, eso es evidente, hemos causado demasiado ruido y si seguimos haciéndolo irémos dejando pistas para ser fácilmente localizados— suspiró —He de admitir uno mas de mis errores, he perdido el kimono que portaba sobre este, estoy seguro de haberlo dejado en el Shukusha—dijo con su mano en su pecho —aquel con el emblema de los Minamoto bordado en la espalda— miró a Takano mientras este se mordía el dorso de su mano en enojo; era entendible. —El grupo cada vez es más grande y aparentemente más torpe— menconó Takano quien no se pudo aguantar el comentario. —Tú lidereaste un equipo de personas a escapar de una celda; dejando desarmados a la mitad —dijo Fuji reclamando al ver que Takano tampoco tenía su katana; a pesar de que portaba otra. Matsuda la jaló evitando que le reclamara por perder esa katana. —Mi comentario va mas enfocado a el número de personas —justificó Takano —al ser un grupo tan grande ya nos podríamos considerar una tropa, si todos caminamos juntos es evidente que nos verán, incluso aunque nos movamos entre los bosques o maleza— dijo con seriedad, a final de cuentas su mayor cualidad era de estratega militar —Moverse en pequeños grupos bien estructurados será lo mejor, es importante que se muevan bien como equipo — miró a Hideyoshi —antes de que continúe necesito saber tu información— Takeda afirmó ante Hideyoshi —Por favor Hideyoshi; explícanos tu idea, sólo ten en consideración que nuestro objetivo es Kamakura, en la prefectura de Kanagawa — Misato Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi Togashi PV= 45 PV= 39 Agilidad (+2 defensa) Deuda de honor PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+19 ataque) PV= 60 Resistencia (+1 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+18 ataque) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) Cobardía (-2 defensa) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) voluntad débil (-1 defensa) PV= 60 Voluntad fuerte (+4 ataque) Deuda de honor muy bien descansado +2 defensa PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 65 PV= 90 PV= 80 PV= 60
Soga no Hideyoshi 曽我秀吉 En la Casa Abandonada Asintió y procedió simplemente a decir lo que sabía: —La mujer que acabo de ver hace unos instantes es una informante, una amiga que conoce a una serie de cortesanos y personalidades importantes. Es una de las mejores espías de todo Japón, y puedo asegurar que su información es fidedigna. Sintió que todos se impacientaban. Querían oír lo que tenía para decir, no la forma en qué lo había conseguido. Se mojó los labios, los tenía secos. —Entiendo que debemos irnos de Tsu, pero la prefectura de Mie todavía es un lugar seguro, solo para que sepan. Esta información tiene sentido considerando que la casa Hachi está de nuestro lado. Pero como usted dice, nuestro objetivo es Kamakura, por lo que en nuestro paso hacia Kanagawa tenemos dos prefecturas que podemos visitar, es decir, dos caminos a seguir: por un lado, Aichi, la cual es terreno seguro para pisar, y por el otro lado Gifu. Sobre esta última la información que dispongo es que se halla en un conflicto interno, probablemente político, y de ser así, puede que estén tratando de definirse respecto de qué actitud tomar ante los Taira. En su momento había pensado y comentado la idea de que sería ideal conformar una cintura de prefecturas aliadas de los Minamoto, que rodeasen Tokio, para así ahogar a los Taira, pero eso tendrá que esperar por ahora, ya que Shiga no es un buen lugar para visitar ahora mismo. Hideyoshi hacía una pausa, tosió y se limpio con su ropa desgastada lo que parecían ser restos de saliva en torno a su barba. Miró a los costados, dubitativo, tartamudeó un poco pero finalmente emitió una última opinión... —La decisión es tuya, Takeda... perdón, mi líder—el respeto a la jerarquía era importante para él, no quería demostrar demasiada cercanía o familiaridad, pensaba que así se hacía más fácil para el líder de los Minamoto el dar órdenes, el liderar—, qué camino tomaremos y cuál omitiremos es su decisión. Aichi parece un lugar tranquilo al cual ir teniendo en cuenta los problemas que nos han afectado, y Gifu suena como un destino más misterioso. Pero también sé que Wakayama al suroeste parece estar sufriendo algún tipo de ataque, teniendo Osaka al norte seguramente se debe a una ofensiva de los Taira por dominar esa prefectura. Eso significa que si están distraídos podríamos lograr algo en Gifu... un conflicto interno... puede que podamos sacar partido de eso y ponerlos de nuestro lado. Dejó de hablar, su idea estaba clara. Él pensaba que podían correr el riesgo de ir por Gifu y conseguir otra alianza para el clan, pero es verdad también que el grupo estaba algo cansado y desmoralizado hasta cierto punto. Quizás necesitaban un triunfo en Gifu, pero puede que sus compañeros pensaran que lo que más necesitaban era un descanso. Hideyoshi no estaba seguro de la decisión que tomaría Takeda, solo esperaba que fuera la mejor.
Casa abandonada (Takeda; Matsuda; Fuji; Takano; Ukita; Misato; Kuroki; Heya; Daichi; Kenzaburô; Mao; Hideyoshi; Yuzuki; Togashi; Kohaku) Takeda afirmó ante Hideyoshi —Gifu; Aichi y Mie son las mejores opciones a mi parecer —contestó a Hideyoshi —Tus contactos nos han ayudado a poder planear mejor nuestro movimientos; para ello debemos hablar de las divisiones; Takano —dijo hacia Takano quien se acercó. —Hay varias cosas a considerar antes de iniciar a repartirnos; la primera es nuestra economía — negó mientras Takeda desviaba la mirada, miró al resto; el único que destacaba era Daichi con su ropa elegante y limpia —la segunda es el número de grupos; somos quince por lo que tres grupos de cinco parece perfecto, cada uno al menos debe tener un rastreador. Eso me lleva a la tercera cuestión, las habilidades de cada uno— señaló a Kenzaburo y a Hideyoshi —Ustedes siempre obtienen información, tienen recursos que pueden ser utilizados para mantener una red de comunicación, pero uno de los grupos se quedaría sin alguien capaz de utilizar recursos. Tenemos a Yuzuki y Ryouma con la habilidad médica; así que crearemos un equipo especializado en sigilo para que no necesiten de esta habilidad— Lo que decía Takano parecía ser confuso pero para él todo era tan claro como el agua. —Kuroki y Ryouma tienen habilidades muy parecidas; ambos sigilosos y con habilidades para escalar y descender sin complicaciones; Misato también sé que tiene esta habilidad de permanecer en las sombras — —Heya y Daichi lo tienen; uno logró tomar por sorpresa a Kana y el otro casi escapa a mi vista en la investigación; ambos de pies ligeros— mencionó Ukita nuevamente al conocer la destreza de ambos. —Bien; Matsuda, irás como líder de esta agrupación; primer grupo, equipo fantasma; su misión será permanecer siempre en las sombras, evitar contacto si en necesario; sus habilidades deben buscar información sobre el movimiento militar Taira, no por ello comprometer su ubicación. Conformado por Matsuda como líder; Misato; Kuroki; Daichi y Heya. Todos con habilidad de sigilo, hay rastreadores y un escalador que sabe obtener información rápida de la zona. Deben entender que no tienen alguien con habilidades médicas así que por ello deben ser sumamente discretos— mencionó Takano dirigiéndose después a Takeda. —Necesito que ellos se muevan a Iga; en esta misma prefectura— dijo Takeda quien hizo que Ukita se alertara —Perdón por el atrevimiento, pero no me parece una idea sensata; si Murai Sugita está cerca, ir a la ciudad que abiertamente se enemistó con los Sugita no creo que sea bien visto— mencionaba Ukita consterndo —La ciudad de Iga es aliada a nuestra causa gracias a las palabras de Hideyoshi; a diferencia de la ciudad de Koga la cual evitaremos a toda costa, no pondremos un pie en Shiga. Qué mejor para los Iga saber que nosotros estamos en contra de los Koga. No podemos dejar que los dos representantes del ninjutsu caigan en manos Taira, tenemos que asegurar esta alianza— mencionó Takeda —Bien, definitivamente el equipo fantasma está conformado por cinco integrantes; Matsuda como líder; Kuroki; Daichi; Heya y Misato. Para asegurar la victoria en el sigilo del equipo fantasma, necesitamos al equipo ruidoso— Decía Takano —conformado por Takeda; Hideyoshi; Kenzaburo; Ryouma y Togashi— —Suena al equipo de los que no soportas— dijo Takeda riendo. —No, es el equipo ruidoso, el más fuerte; su misión es básicamente ser lo que son, deben avanzar hacia Gifu, tienen conflictos internos por lo que no se van a enfocar tanto en ustedes si hacen sus gracias; a su vez podrán interferir si es necesario para formar una alianza, es el sitio perfecto para ustedes— Dijo Takano deslindándose de quejas —Mencionaron que tienen una katana extra; recomiendo dársela a Hideyoshi siendo que va a un sitio conflictivo. Matsuda le entregó la katana del hombre asesinado por Mao y Kenzaburo. —Por último; el equipo táctico, conformado por Yuzuki; Kohaku; Ukita; Fuji y yo; nuestra misión es poder encontrar materiales para fabricar más armamento; nos hemos quedado sin reservas de armas; mejorar la economía del clan, aunque tengamos que recurrir a técnicas poco decorosas. Viajaremos a Iwakura una ciudad de la prefectura de Aichi, allí podremos encontrar muchos materiales para el clan incluyendo de herbolaria. Al estar Yuzuki sin una katana estamos en desventaja es por ello que necesitamos a Ukita en este equipo — Culminó Takano. Takeda suspiró —Bien, si nadie quiere agregar nada los equipos se mantendrán de ese modo— Misato Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi Togashi PV= 45 PV= 39 Agilidad (+2 defensa) Deuda de honor PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+19 ataque) PV= 60 Resistencia (+1 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Katana (+18 ataque) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) Cobardía (-2 defensa) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) voluntad débil (-1 defensa) PV= 60 Voluntad fuerte (+4 ataque) Deuda de honor muy bien descansado +2 defensa PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 65 PV= 90 PV= 80 PV= 60
Mao "Ryouma" Se mantuvo en absoluto silencio, desde que lograron escapar de la celdas, y durante los acontecimientos en la casa abandonada. ¿Estaban todos?... No, habían más. Un tipo que recordaba haber visto en el Shukusha, sus vestimentas eran bastante elegantes. Había otro, el cual claramente había pasado por bastantes penurias, no lo conocía de nada... Y también estaba Heya, eso le sorprendió. Hiro... El cuerpo de Mao se tensó ante el nombre. Sugita... Dejó soltar un pesado suspiro. Hiro Sugita, el maestro de Takeda, no tenía ninguna relación con Mao. Tan solo el nombre la tomó desprevenida. En cuanto Takeda empezó a narrar su historia, Mao empezó a divagar en sus propios pensamientos, provocando que escuchara a medias las palabras del líder de los Minamoto. ¿Por qué se había unido al Clan? Recordó como ella misma fue quien se ofreció para entrar... "Solo quiero cortar un par de cabeza de los Taira", algo así habían sido sus palabras, pero... ya no estaba segura de ellas. ¿Lo que quería era venganza?, ¿viajó con Kenzo en busca de venganza? No... Tampoco mató al hombre del Santuario por estar relacionado a los Taira, ella no sabía absolutamente nada de él. Mientras pensaba en eso, fue a respaldarse a una de las paredes del lugar, manteniendo un semblante serio y los brazos cruzados. Recordó la mirada reprochadora que les brindó Misato hace unos momentos. ¿Por qué cometió tal imprudencia? Vivir... ¿Era capaz de vivir si Kenzaburo moría? Volvió a prestar atención a su alrededor, con su expresión hastiada más normal. Notó como Takeda, Takano y Ukita discutían sobre... ¿dividirse en grupos? Aún la consideraban, a pesar de que no respondió si estaba dispuesta a luchar por los ideales de los Minamoto: la liberación de todo japón de las garras despiadada de los Taira. Aún no tenía respuesta para eso. Buscó con la mirada a quien ahora le era de interés, la herrera del grupo: Fuji. Al visualizarla, se acercó con suma cautela, observando su espalda por unos momentos. —Señorita Fuji —habló con suavidad, con aquel tono grave. Nervios, tensó sus labios... Si, por algún motivo le preocupaba lo que Fuji pensara de ella. De una asesina. >>¿Tienes un momento? —prosiguió en cuanto obtuvo su atención... No estaba tan solo nerviosa por ser Fuji con quién hablaba—. ¿Puedo pedirte un favor? —murmuró delatando sin querer, con ese pequeño gesto, su nerviosismo. Le indicó con un movimiento de cabeza una zona de la caza abandonada, una sin nadie demasiado cerca. Mao también quería un favor en privado. Contenido oculto Amelie , supongo que ya te imaginarás lo que quiere la niña (?) ¿Crees que le pueda reparar la Katana antes que se separen?
Kenzaburô Afirmó con la cabeza hacia Hideyoshi mientras le oía. Pertenecía a un grupo y para mal o para bien debían de respetarse. Kenzaburô leyó sinceridad en los ojos de su interlocutor y volvió a cabecear. —Las palabras brotan como una caldera hirviendo cuando la leña quema. No me tomo nada personal. —hizo una especie de silencio incómodo para rematar con otro chiste. —Es por eso que no hablo mucho. Y tu proposición me interesa, creo que podremos hablar cuando estemos instalados en otro lugar. Luego escuchó nuevamente a Takeda y arqueó una ceja al escuchar lo del alma, aquél fuego fausto que se manifestaba por la magia de los bosques... pero Kenzaburô sabía que había otra razón. —Sé que una integrante del clan Taira, una sacerdotisa, regentaba un Santuario de aquí. Dicen que obra bajo el poder de un Dios pero no sé en qué se radica su fuerza. Puede controlar cuerpos humanos... ¿quizá tuvo algo que ver con tu enfrentamiento? Después de la charla de Hide y el plan de Takano, Kenzo volvió a su mutismo habitual. Le parecía bien lo de los grupos pero le pareció mucho más correcto que Mao viajara en el suyo. De ese modo siempre la tendría a la vista.