Misato Aoyama Uno de los chicos también había venido a la posada a tomar un baño por su cuenta, bueno era el momento y no esperaría más. Me adelante entrando antes que Fuji y Ryouma a los baños femeninos, eran muy amplios viéndose como un lugar relajante, de solo verlo sentí un gran alivio diluyendo las horas de estrés que pesaban en mis hombros. Solté el listón del cabello cayendo este libre sobre mi espalda, seguido del kimono y vendajes que cubrían mi pecho y antebrazos de los cuales me despoje acomodandoles en una cubeta, una brisa helada nocturna rozó mi piel desnuda a lo cual respondí abrazándome, más no era una molestía, sino puro acto reflejo. La katana reposaba en una esquina junto a los vendajes...un lugar a buen alcance. Tome entonces uno de los tarros y dejé caer sobre mi piel el agua gélida, sentir aquel torrente helado erizaba cada centímetro de mi. Sacudí la cabellera salpicando miles de gotas cristalinas alrededor. —Vaya que alivio...—susurre mientras exprimia y peinaba con mis dedos cada hebra azabache, estuve inmersa ojos cerrados tarareando una apenas audible melodía. Alcancé una pastilla de jabón con la que enjabonaba cada parte, su aroma era cautivador para ser un pequeño jabón. Perfecto para pieles tersas. Derrame nuevamente otro tarro para remover la espuma del jabón así como toda la inmundicia acumulada en el camino...no era un baño tibio aromático pero había valido la pena. Cuando me di cuenta abrí uno de mis ojos y reí algo apenada al ver a Fuji junto a Mao observando...sentí que debía esperarlas unos segundos. —L-lo lamento no me pude contener, el baño aún no termina relajense ¡entren y acompañenme!—invite con una sonrisa. Desvíe mi mirada ocultando mi sonrojo, cielos...no tenia remedio, nunca cambiaría mi impaciencia a la hora de tomar un baño.
Kenzaburô Sus cabellos de la nuca y los brazos se erizaron al escuchar el grito; era un fantasma. ¿O no? Kenzaburô tardó pocos segundos en adoptar otra postura, más desafiante en este caso, y se adelantó a todos. Tomó la caja de música y la alzó. —Tenemos que seguirla. Será un problema si grita a voz de cuello sobre nuestra presencia. Los Taira tienen oídos en cada árbol. —gruñó e intentó colocar el rostro de la mujer en algún lugar de su pasado, pero no podía reconocerla... sin embargo ella parecía conocerlo, ¿verdad? —Iré a por ella. Y usando sus dotes de rastreo comenzó a internarse más en el oscuro y tétrico poblado. La vegetación había ganado terreno sobre las calles, las casas y cada sombra parecía una persona observando desde la distancia. Pero ya Kenzaburô había dejado atrás su miedo a lo paranormal. Ahora estaba cazando.
Kohaku Ishikawa No había prestado realmente atención a la advertencia de Kuroki, pero sí se congeló en su lugar cuando percibió semejante terror en la mirada triste de aquella mujer. Su mano permaneció tiesa, suspendida en el aire, a medio camino entre él y la señorita, y la devolvió a su costado con movimientos lentos y cautelosos. Apretó los labios. Había sido la máscara, ¿verdad? La mujer salió corriendo despavorida y Kohaku abrió la boca para detener a Kenzaburô, pero ningún sonido provino de ella. Arrugó el ceño, algo molesto, y se volvió hacia los demás. Su voz, sin embargo, no reflejó sus emociones internas. Era el mismo arroyo fresco de siempre. —Iré tras él —anunció, calmado—. Ninguno de nosotros debería andar solo a estas horas, en estas circunstancias. Quería bañarse, de verdad que lo ansiaba, pero prefería dejar sus deseos a un lado y preocuparse por lo que, si algo salía mal, luego le significaría un eterno y odioso remordimiento. Sin mediar mayores palabras, se giró hacia el bosque y enfiló en la dirección por donde Kenzaburô se había difuminado. Quizás habría sido una idea más prudente dejar que Kuroki, con sus habilidades, lo siguiera, pero donde Kohaku creía estar moviéndose por razones lógicas, en realidad sólo había pura emoción. No quería más tragedias, y una parte suya deseaba enmendar el profundo terror que le había causado a esa mujer... de alguna forma. Contenido oculto no estoy segura si Kohaku podrá seguir a Kenzo sin habilidad de rastreo? pero bueno, en el fondo es un pendejo impulsivo(?
Mao Siguió a Misato hasta entrar a los baños. Buscó una cubeta, banco y jabón para tener todo preparado. Soltó una leve carcajada al comentario de la mujer. —Gracias por la compañía, señorita Aoyama —contestó Mao, mientras empezaba a deshacer el nudo en su cintura, el cual mantenía en su lugar la falda y la tela que vestía su torso. Aquella firme cuerda también le servía para sostener la funda de su katana, permitiendose dejar sus manos libres. Dobló con delicadeza su falda, dejándola en algún lugar donde no le alcanzará el agua, para después hacer lo mismo con la prenda que cubría su torso. Dejó los lazos rojos, el frasco pequeño y su katana arriba de todo eso. Volvió sobre sus pasos para sentarse en el pequeño banco, sin darle la espalda a sus pertenencias, no les sacó el ojo de encima. Con dos cubetadas de agua mojó tanto su cuerpo como cabello, y de ahí procedió a enjabonarse. Se podían apreciar pequeñas cicatrices sobre su cuerpo, sobre todo en lo que eran brazos y piernas; la mayoría generadas por caídas contra el suelo, rasguños de ramas, golpes contra piedras al nadar y ese tipo de cosas. Una sola cicatriz resaltaba sobre el resto, está era una línea levemente vertical que cubría el centro de su torso, desde la altura de sus pechos hasta casi el ombligo. La cicatriz era delgada, lo que daba a entender que el corte que la ocasionó no fue profundo. Usó varias cubetadas de agua para limpiar todo el jabón de su cuerpo, para después estrujar su cabello, hasta que dejó de chorrear. Aprovechó de enjuagar partes específicas de sus prendas, las más sudorosas o manchadas de tierra. Al igual que su cabello, estrujó las ropa al finalizar el superficial lavado, para después proceder a vestirse. —Estoy lista —comentó cuando había vuelto a vestirse, se había peinado con una coleta alta, para evitar la humedad de su cabello en la espalda—. ¿Van a dormir acá? —comentó, disminuyendo el volumen de su voz—, ¿o alguna piensa volver? —. Se acercó a la salida, posando su mano en el marco, observando las luces de las linternas del exterior, que se colaban dentro del baño—. ¿Podemos volver? Sinceramente, no me gustaría dormir acá —declaró sin problemas, se le notaba preocupada—. Prefiero estar cerca del resto.
Misato Aoyama Una vez Mao entro continúe lavando el resto de mi cuerpo, aprovechando de paso para remover las manchas de sangre seca del kimono, el agua fría ayudaría a removerlas más rapido. Afortunadamente no eran grandes manchas y solo sería necesario lavar ciertas partes, al fin había acabado. Una vez seque mi cabello lo até en su cola,tome los vendajes para antebrazos y pechos, finalmente vestí el kimono esmeralda previamente estrujado. Estaría seco en media hora. —Pues yo descansaré aqui—afirme cuando terminaba de peinar mi cabello con la peineta guardada entre los pliegues del kimono—apenas salgan los primeros rayos de sol iré con ustedes—avise mientras amarraba mi katana al cintillo, estaba lista, el kimono recuperó su hermoso esmeralda, sólo faltaba esperar y vigilar a Fuji para finamente recuperar fuerzas en un futón.
Tanaka Heya Se despertó de golpe y maldijo para si el haberlo hecho. Había gastado sus últimas monedas pensando que valdría la pena por el descanso, pero tras el grito no pudo descansar. Aguardó algunos minutos pensando que pudo haber sido antes de salir de su habitación. No encontró nada extraño en los pasillos, ni escuchó ruidos en las habitaciones contiguas, pero si desde afuera, en el jardín, por lo que Heya decidió ir a investigar.
Shukusha (Fuji; Misato; Mao; Natsu) Fuji, siguió a Mao y Misato hacia los baños; allí Misato tomó la iniciativa, se veía como disfrutaba de tomar un buen baño, Fuji sonrió tranquilizándose. Después Mao hizo lo mismo mostrando sus cicatrices las cuales hizo estremecer a Fuji, no sabía todo lo que había pasado Mao, pero aquellas heridas hablaban por si solas, recordó a Chikusa; una fuerte tristeza hizo que Fuji deseara abrazar a aquella niña, pero se contuvo, no quería incomodarla. Así que dejó descansando sus armas; una kodachi y dos katanas, mientras que se quitaba sus ropajes, un poco distintos a los de ellas; soltó su cabello, algo que no solía hacer y tomó una de las cubetas de madera para arrojarse agua encima; procurando tallar bien aquella herida de flecha que Mao había curado en el camino a Tsu, esto le hizo recordar a Suguino, no sabía cuando volvería a ver a su familia. Terminaron de bañarse; Misato se quedaría en el Shukusha mientras que Mao regresaría a la casa abandonada, Fuji no lo pensó demasiado, a pesar de poder disfrutar de un futón suave, no podía simplemente dejar a Matsuda durmiendo solo en aquella vieja casa —Yo también regresaré; neesitaba el baño. Pero Matsu está solo y aún me preocupa aquello del veneno...—dijo con tristeza —...regresaré con Ryouma; nos veremos en la mañana Misato, descansa y recupera tu energía —Dijo mientras se vestía; y guardaba sus armas nuevamente. Mao; Misato y Fuji salieron de los baños; Mao y Fuji se dirigieron a la salida mientras Misato caminaba para su habitación; Natsu hacía lo mismo así que se encontraron en los pasillos dónde un muchacho estaba de pie, dirigiéndose al jardín a investigar aquellos sonidos; dándose cuenta que el sonido provenía de esas personas frente a él. El encuentro fue incómodo, se miraron por unos instantes. Natsu fue el primero en romper la tensión para seguir avanzando a su habitación; no pudo evitar notar que aquel joven portaba una katana. Misato hizo lo mismo, se dirigió a su habitación, estaba cansada, también notó que el joven estaba armado; así que sujetó su katana firmemente mientras entraba a su habitación. Heya sintió un aura interesante en aquellos dos; pero ninguno de ellos parecían querer hablar. Por suerte aquellas sospechas de que aquellos ruidos fueran una amenaza se disipó, los nuevos huéspedes no parecían querer pelear o causar disturbios. Mientras tanto Mao y Fuji salían del Shukusha mientras otra mujer entraba corriendo despavorida, no se detuvo a observalas, sólo entró. El hombre de la recepción la miró y la dejó entrar sin problemas. Detrás de ella venía Kenzaburô alertando al hombre que lo detuvo con mucho miedo al ver que portaba una katana —Perdone; son dieciocho monedas para poder entrar al Shukusha— dijo confundido, después otra persona con una máscara se acercó a Kenzaburô, lo había logrado seguir —¿Qué es lo que desean?— dijo muy nervioso; tanta actividad ya no era normal —Creo que tendré que pedirles que se marchen— dijo disculpándose con una reverencia. Contenido oculto: Gigi Tu no puedes seguir pnjs o conseguir pistas al no tener rastreo; pero podrás siempre seguir a un jugador si está en tu equipo Santuario (Takeda; Kuroki) Takeda y Kuroki se habían quedado solos; Takeda no creía que esa era una buena idea seguir a una mujer tan aterrorizada, sólo la harían sentirse peor; pero no pudo detenerlos; su cansancio lo venció haciendo que sus reflejos no fueran los mismos, necesitaba dormir. Llevó sus manos a sus párpados mientras los frotaba —Nadie nos salva sino nosotros mismos; nadie puede y nadie debe. Nosotros mismos debemos recorrer ese camino— dijo hacia Kuroki —Es una frase de Buda... —sonrió hacia Kuroki mientras tocaba su rosario de madera que llevaba en la muñeca—...nadie debe forzarte a hablar de tu dolor si no estás listo para hacerlo— le mostró el rosario —Esto es un mala; ciento ocho cuentas de madera; esto lo talló Chikusa para mi de la madera del árbol en el santuario en Nara; siempre que lo uso me trae paz...— dijo mientras se volvía a acercar al pozo —...tomaré el agua y me limpiaré; el olor a sangre y tierra me deprimen...—dijo con sinceridad —...hace que los recuerdos no me dejen dormir— volvió a jalar la cuerda para recolectar agua helada; la cual lanzó directamente a su rostro tallándolo; siguió haciendo esta acción hasta limpiarse por completo —Se renace cada día Kuroki; pero si no dejamos atrás las heridas no nos dejan avanzar— dijo mientras volvía a colocarse su kimono; después buscó en el Santuario algunas varas de incienso; no había ni una sola, sólo quedaban cenizas, las cuales tomó entre sus dedos y contrajo entre sus manos sujetando aquel rosario de madera; de pie dedicó unas palabras —Cuida el exterior tanto como el interior; porque todo es uno— Misato Natsu Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 [Envenenado] Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa)
Mao Volteó nuevamente a ver a ambas chicas, el baño a pesar de frío le había relajado, cosa que se presenció en su sonrisa. El agua siempre le calmaba. —Espero que descanses bien, señorita Aoyama —dijo con suavidad—; recuerda que es preferible noquear a alguien antes que matarlo, por el bien del Clan —comentó, pensando en el caso de que se viera involucrada en algún problema. Ya había comprobado su gran habilidad con la espada, así que temía más por la vida de quien decidiera enfrentarla que por la de su compañera—. Espero encontrarnos sin malas noticias mañana —finalizó, para salir al patio y esperar a Fuji afuera, escuchando desde ahí las preocupaciones de la mayor. —Me alegra que me acompañes —comentó mientras cruzaban el jardín neblinoso, con su expresión seria y apática, la voz era portaba sus emociones—, no hubiera podido volver sola. Notó de inmediato el ajetreo que se formaba en la entrada del Shukusha, y con su mano ya aferrada al mango de su katana siguió a la chica que corría despavorida. Se detuvo delante del chico que atendía el lugar, deteniendo su persecución, sorprendiéndose al encontrar a Kenzaburo. —¿Qué diablos? —murmuró, destensándose al notar que la sensación de peligro provenía de Kenzaburo; no entendía nada, y por quién más se preocupaba parecía estar metido en problemas. Para finalizar su estupor, a sus espaldas llegaba Kohaku... Ninguno había tomado un baño, la apariencia harapienta de Kenzo y la máscara de Kohaku no eran nada buenas, y lo comprobó al escuchar al chico pedir que se marcharan. —Señor —dijo con firmeza, con su voz más profunda y segura, erguida de forma perfectamente estoica—. ¿Están estas personas amenazándole? —prosiguió, acercándose al chico para interponerse entre él y sus compañeros. Acto seguido, miró con fiereza tanto a Kohaku como a Kenzaburo— ¿Se puede saber por qué tanto escándalo? —dijo con firmeza sonora, pero controlando su voz lo suficiente como para que solo la escucharan los presentes— Con esa máscara y andrajosa ropa dan muy mala espina, pero todos tenemos malos días; voy a confiar en que no son unos bandidos o algo por el estilo, pero es mejor que se vayan a buscar otro lugar dónde hospedarse, este lugar ya les cerró las puertas. Luego volteó a ver al chico que atendía, haciendo una reverencia. —Yo con mi compañera ya nos marchamos, fue un baño esplendido a pesar del agua fría —volvió a erguirse—. Muchas gracias por su atención a pesar de la hora que es —volteó a mirar a los otros dos hombres presentes—. Es una lastima que tenga que lidiar con esta gente complicada.
Ashikaga, Suzume (gorrión) Suzu (campana) Desde que había llegado a aquel pueblo, plagado de historias fantasmales, las pesadillas invadían sus sueños; sueños donde las burlas hacia él eran ensordecedoras y humillantes... Aquella noche, un sueño irregular lo había abordado, pero cuando empezó a escuchar la madera crujir de unos pasos sigilosos, se incorporó por completo del futón destendido gritando cual niño asustado; por un momento pensó en Miko, creyendo que tal vez había bajado a continuar con su ritual de extrañeza, pero cuando leves susurros recorrieron los techos de la casa, su instinto de auto preservación lo obligo a hacer lo único valiente que requería el momento. Se hizo un capullo con las sabanas, solo con los ojos negros al descubierto, meciendo ce mientras recitaba su nana favorita Odoma bon-giri bon-giri, Bon kara sakya oran-do Bon ga hayo kurya, Hayo modoru. Odoma kanjin -kanjin, Anhito-tacha yoka-shu Yoka-hu yoka obi, Yoka kimon’. Contenido oculto: traducción de la nana Estaré aquí hasta el festival, Después del festival, no estaré aquí. Si festival llega antes, Me gustaría volver a casa pronto. Yo soy de familia pobres, Ellos son de familia rica. Los ricos llevan buenos cinturones, Usan ropa buena. La recitó a modo de mantra para tranquilizarse, pero los ruidos seguían... decidió esperar el alba, para que el sol ahuyentara al mal. !Malditos sitios encantados! su rutina de belleza estaría estropeada ahora.
Kohaku Ishikawa Al final, habían acabado a las puertas del Shukusha. Kohaku se detuvo en la entrada del establecimiento al notar cómo la mujer ingresaba sin ser detenida por el recepcionista; claramente estaba hospedándose allí. Eso significaba que no vivía en la ciudad. ¿Cuáles serían sus motivos de estadía? ¿Se los habría topado en el santuario por casualidad? ¿Estaría rastreándolos? Era muy tarde y debían pasar desapercibidos, no podían armar un alboroto ingresando al hostal a la fuerza para hablar con ella. Pero estaba nervioso. ¿Y si era una enemiga? El mar de preocupaciones que danzaba en su mente se vio interrumpido por la presencia del recepcionista. Encontró tanto temor como incomodidad en su semblante y Kohaku se adelantó para inclinarse hacia él, en señal de disculpa. Mantuvo aquella posición unos segundos, hasta que reconoció la voz de Mao y se irguió. No entendió la mayoría de las cosas que dijo ni por qué los trataba así, pero decidió no darle mayores créditos. Simplemente la dejó estar. Ya había comprobado, después de todo, que la niña poseía un carácter... algo voluble e intrincado. —Mis más sinceras disculpas por los problemas ocasionados, señor —dijo hacia el recepcionista, con la mano sana sobre el pecho—. Nos retiraremos de inmediato. Tocó apenas el hombro de Kenzaburo, indicándole que lo siguiera, y se encaminó fuera del Shukusha. Podrían volver aseados y más tranquilos cuando amaneciera, o también... —Esa mujer —murmuró, una vez sólo estuvieron ellos dos—. ¿Deberíamos vigilar la entrada del hostal? ¿O investigar cuando sea ya de día? Su presencia era extraña, aunque no sé de qué manera, y... No lo sé. Demonios, el cansancio comenzaba a nublar su mente pero no podía simplemente dejarlo estar.
Ashikaga, Suzume (gorrión) Suzu (campana) Justo cuando sus nervios, empezaban a aplacarse, el estruendo de pisadas agitadas y el abrupto correr de las puertas de la habitacion, provoco que su miedo regresara aún mas terrible, arrancándole una estrofa de la nana a gritos. ¡ANHITO-TACHA YOKA-SHU YOKA-HU YOKA OBI, YOKA KIMON KIMOOON! Estaba aterrado, pero cuando vio que el espectro que había irrumpido su recamara era Miko, su miedo se trastorno en enojo. -¡Deja de actuar como un maldito Yurei! Si mi cabello empieza a caer por tu culpa, ¡me haré una peluca con el tuyo! Sin embargo Suzu dejo su drama cuando vio a su compañera en un estado peor que el suyo, tiritaba de terror, y el bonito kimono que habían cosido juntos estaba rasgado de los bordes. -EH!- grito en su cara para que algo de razón volviera, pero ella no estaba ahí, y quizá tardaría en recomponerse. Algo que Suzu notó, fue que las manos de la joven, hacían el reflejo de sujetar algo, algo que ya no existía ahí, su preciosa caja musical no estaba con ella, aquello le dolió en el alma; el lenguaje de Miko, era muchas veces por medio de esa caja... ahora podía entender un poco la bruma que le recorría a la pequeña Yurei humana. En pasos suaves, se acerco y sentó con ella en el piso, mientras que con las mismas mantas se envolvieron en un capullo, mientras Suzu, repetía su adorada nana, meciéndose ambos tratando de encontrar alivio a todos los monstruos y fantasmas que los lastimaban día a día.
Natsu Gotho Dio vueltas en el futón con la almohada sobre la cabeza, apretando los ojos con resabio hasta volver a escuchar estruendos en el pasillo, chasqueando la lengua. Se hubiese quedado preferiblemente en aquella mugrosa casa. Al cabo de unos segundos se levantó con el cabello negro alborotado y unas pequeñas ojeras bajo sus orbes ámbar, moviendo sus largas pestañas de arriba a bajo por el parpadeo mientras deslizaba la puerta de su habitación con la espada en su mano izquierda, comenzando a caminar por uno de los largos pasillos. No era correcto llamar la atención. Solo asesinaría a la alimaña bulliciosa y volvería a reconfortarse con su preciado sueño. Deslizó sus filosas pupilas sobre Suzume desde el marco de la puerta, viéndola borrosa. —Cállate —siseó a la persona desconocida, mientras se sobaba el ojo izquierdo con su mano derecha.
Shukusha (Fuji; Misato; Mao; Natsu; Kenzaburô; Kohaku) El joven recepcionista estaba viendo a todos lados; los fuertes cantos de Suzume lo estresaban pues despertaría a todos; mientras que aquellos sujetos querían perseguir a la mujer aterrada; Mao se acercó a él y puso en paz sus pensamientos, suspiró y agradeció las palabras de Mao —Me apena que no pudieran disfrutar del agua tibia y aromática por la que somos famosos aquí; no merecemos sus amables plabaras —dijo hacia Mao avergonzado pues seguía escuchando a Suzume; después miró hacia Kenzaburô y Kohaku—Miko, ese es el nombre de la mujer que parece seguir; no sé que le habrá causado. Pero créame cuando le digo que aquella mujer es extraña, no hace ningún daño; sólo es... diferente— dijo tratando de ser amable tanto con Miko como con Kenzaburô y Kohaku. Hizo una reverencia —Si me disculpan debo atender a esos gritos— dijo mientras se volteaba molesto corriendo hacia la habitación de Suzume y Miko. Para la mala fortuna de aquel hombre, uno de sus nuevos huéspedes se encontraba en la puerta, observando a Suzume y a Miko, avergonzado se inclinó ante Natsu—Disculpe este accidente; puede volver a su habitación; yo me encargaré que esto no vuelva a molestar su sueño— al levantarse miró a Suzume y a Miko con enojo —Ustedes dos, duérmanse; Suzume no cantes. Miko... — se detuvo al ver que Miko estaba temblando horrorizada; eso no era normal ni para ella, no podía ni articular palabras mientras se aferraba a Suzume como si fuera una niña pequeña; algo que ya no era. Cerró la puerta de su habitación; volvió a hacer una reverencia en disculpa a Natsu y regresó a prisa a la entrada dónde seguían Kenzaburô y Kohaku—En verdad deben irse; han alterado a mis huéspedes; por favor, no me hagan llamar a los guardias— Fuji miró a Mao y le susurró —Vámonos antes de que se den cuenta que los conocemos— dijo saliendo para dirigirse nuevamente a la casa abandonada; no sin antes mirar a Kohaku y Kenzaburô para ver si entendían que era mejor que regresaran a la casa. Misato Natsu Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 [Envenenado] Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa)
Ashikaga, Suzume (gorrión) Suzu (campana) Mientras, seguían meciéndose con el ritmo de la nana, y cuando todo parecía volver a la normalidad, el ruido del correr de la puerta hizo saltar a ambos. Suzume ya estaba harto de tanto lío, seguro que en la mañana debería aplicar toneladas de maquillaje para ocultar los feos círculos negros que saldrían en sus ojos. Dijo un extraño. Rodando lentamente la negra mirada al intruso de la habitación, cargando todo lo grave que era su voz real, respondió. -A no ser que quieras compartir esta habitación conmigo... por un razonable costo- Suzu exageró la connotación- te sugiero que te largues de aquí y aprendas modales. - de mala gana se levanto del piso y acercándose al extraño con dibujos en el cuerpo, dijo- Pero me parece mas interesante compartir...- lo dijo mientras con el sigilo de una vibora miraba de arriba a abajo al vagabundo. Suzume estaba harto de los hombres que se sentían rudos y superiores, y absolutamente todos huían ante tales insinuaciones, el solo quería descansar sin que un cualquiera se sintiera con poder sobre los demás.
Ashikaga, Suzume (gorrión) Suzu (campana) Justo después de ese encuentro, el posadero, llego a hacerles una regañina, cerrándole la puerta en la nariz sin permitirle defenderse, al final no era su culpa que todo el maldito pueblo estuviera embrujado; mucho mejor para él que todos se fueran, de esta manera volvió a acurrucarse con su acompañante, no dejo de cantar, pero ahora lo hizo tan suave, esperando que Miko lo siguiera también, y ambos pudieran dormir de nuevo. Contenido oculto: :C Dejen a Suzu hacer drama
Natsu Gotho Dejó de sobarse el párpado ante la voz gruesa dentro de la habitación, denotando al desconocido levantarse y pronunciar aquella invitación en medio de su cansancio, provocando que elevara una de sus perfectas cejas. No, él no iba por ahí... En cuanto sus labios iban a abrirse para emitir palabra el muchacho de la recepción se disculpó, aceptándolo al darle la espalda a la puerta que ya estaba cerrada. Le habían cerrado la puerta en la cara al extraño sujeto... aquello lo hizo sonreír en mofa a ojos de nadie, sintiendo que le habían dado su merecido por estropear su preciado descanso. Caminó sobre sus pasos y se encerró en su habitación, volviendo al futón. Definitivamente jamás dormiría con aquel personaje, prefería compartir habitación con el chico de la ardilla. Respetuoso, silencioso e inocente. Era más de su agrado.
Parecía que eran viajeros. Si, seguro eran viajeros que acababan de llegar. No encontraba otra explicación para que alguien tomara un baño a esas horas. Si, era eso.... Pero llevaban katanas... Bueno, era algo razonable. Uno no puede andar por ahí sin qué defenderse. Heya quería creer que no tenía porqué preocuparse. Si realmente eran viajeros podría preguntarles por información. Y si tenía suerte podría acercarse un poco más a su hermano. Pero no era prudente preguntar a esas horas, por lo que se fue a su habitación, no sin antes seguir al tipo a la que seguramente era la suya. Observó cómo mandó a callar a alguien del otro lado de la puerta, pero no entró. Avanzó por el pasillo e ingresó a otra habitación. Bien, Heya fue a dormir pensando en las opciones que tendría para investigar esa mañana.
Kuroki Fusatada Todo transcurrió muy rápido, desde que aquella extraña mujer me vió con gran alegría hasta que los demás se separaron debido a que temían que captaran nuestra atención, habría propuesto que valia mejor ocultarnos a separarnos pero, nada pude hacer. Musité un tanto tenso, pero poco después Takeda se puso a hablar, fue como le puse una gran atención, le devolví la sonrisa para cuando este hizo lo mismo, y vi su "Mala" el cual me quedé maravillado tanto por la manera en la que estaba hecho como la historia detrás, por lo que no evité musitar un tanto triste. —Veo que... Chikusa fue alguien tan importante, como usted, Takeda. Lo es para todos nosotros—. Dije, hasta llegaría a creer que Chikusa y él son hermanos, pues de alguna manera, Chikusa siempre estaba presente. Seguí escuchándolo y mirándolo, por lo que me quedé reflexivo ante sus palabras, y le terminé siguiendo. —No estoy acostumbrado a la sangre, pero es comprensible—. Dije un tanto triste, para poco después añadir otra cosa. >>Yo... no había visto de esa manera las formas para confrontar los problemas, las heridas. Lo tomaré muy en cuenta, la verdad es que, Takeda. Yo... le admiro mucho. Admiro su calma, su liderazgo nato, su fortaleza, dios es que. Ni yo daría para tanto, merece que nosotros nos encarguemos ahora que estamos en Tsu, y usted descanse un poco, se le nota el cansancio, aunque admito que su entereza pareciese intacta, en serio. Es hasta idílico.—sonreí ante lo que dije para tratar de animarlo, para después reverenciar. —Sería mejor volver, no creo que sea buena idea estar aquí los dos solos, y más con este extraño acontecimiento de hace poco.
Shukusha (Fuji; Misato; Mao; Natsu; Kenzaburô; Kohaku; Hideyoshi; Heya; Suzume; Yuzuki ) Fuji se alejó de aquel lugar junto a Mao; salieron discretamente de regreso a la casa abandonada. Mientras tanto Kenzaburô y Kohaku estaban fuera, planenando sus estrategias; Fuji los jaló de los brazos rápidamente, alejándose de aquel lugar. Misato y Natsu estaban en sus habitaciones; por suerte Misato había podido caer rendida e ignoró el bullicio; Natsu por su parte se quedó dormido después de aquel alboroto con Suzume. Hideyoshi había vuelto a dormir; no quería entrometerse en asuntos que no le correspondían, así se trataba el ser político. Mientras tanto Heya volvía a su habitación con demasiadas dudas; seguro los rumores a la mañana siguiente serían muy interesantes, y aquellos viajeros tal vez estarían dispuestos a hablar. Habitación Suzume y Miko Suzume durmió mientras que Miko se quedó despierta; estaba demasiado asustada; se fue a una esquina de la habitación y allí quedó temblando de frío y de miedo; después las lágrimas volvían a escurrir por su rostro; pero esta vez no hubo sonido. Nadie podía oír su lamento. Santuario (Takeda; Kuroki) Takeda sonrió y negó con su cabeza —También cometo errores Kuroki; también pierdo mi entereza de vez en cuando. De hecho, le debo un par de disculpas a Takano por ello; sé que puede sonar como alguien muy agresivo, pero se comporta de esa manera porque se preocupa por los demás, a su modo; por eso sus planes suelen ser mas que perfectos. Quiere evitar a toda costa bajas —Dijo caminando a la salida —Regresemos a la casa, tienes razón; necesito descansar... — pero algo frente a ustedes los detuvo de seguir avanzando; una llama azul. Takeda colocó su brazo frente a Kuroki en protección —Hitodama...—Dijo Takeda mientras observaba la danza de aquella alma. Se movía levemente hacia adelante; pero esto no los hizo retroceder; lentamente aquella llama parecía volverse mas pequeña y se colocó sobre el hombro de Takeda; quien trató de tomar la llama entre sus dedos algo que fue inútil. Se movió de un lado para otro intentando desprenderse del Hitodama; pero simplemente no pudo, estaba aferrado a él, flotando en su hombro. Esto lo hizo sentirse inseguro; como si un peso se le agregara a su ya acumulado cansancio —Creo que esto no planea separarse de mi— Takeda siempre ha sido alguien espiritual; pero jamás había visto algo semejante, sólo oído historias de fantasmas que el Viejo Obata le contaba cuando era niño —Tal vez se canse de seguirme...— dijo dirigiéndose hacia la casa abandonada. Casa abandonada (Takano; Ukita; Matsuda; Takeda; Fuji; Mao; Kohaku; Kuroki; Kenzaburô) Matsuda seguía allí dormido cuando Takano y Ukita regresaron del Mercado; se habían tardado un poco mas de la cuenta pues tuvieron que resolver algo. Por lo que les sorprendió no ver a nadie mas que a Matsuda dormido. No sabía de la situación económica de los nuevos integrantes pero sabía que al menos Takeda no querría gastar dinero durmiendo en otro lado. Fuji regresó jalando a Kenzaburô y Kohaku; Mao venía junto a ella; al entrar Takano los observó, era evidente por el aroma que algunos de ellos no habían tomado la ducha —¿Me podrían decir dónde demonios está Takeda y Kuroki? ¿No se suponía que estaban en su equipo?— Fuji se dirigió hacia Matsuda y se recostó junto a él; quería dormirse, no escuchar los regaños de Takano; ella sabía que Takeda no haría algo irresponsable. Lentamente los pasos de Takeda se hicieron presentes en la entrada; venía acompañado de Kuroki y un Hitodama en su hombro. Los saludo con una sonrisa mientras se hacía de su lugar para recostarse; Ukita lo miró extrañado —¿No nos vas a decir que pasó contigo?— dijo hacia Takeda y su pequeña flama azul, quien simplemente se dejó caer; el sueño le ganaba y no quería explicar mas; estaba agotado —Mañana; por favor— Ukita y Takano miraron a Kuroki el cual parecía querer explicarles, del mismo modo que Kohaku —Mañana— dijo Ukita tajantemente. Ellos también estaban cansados. Misato Natsu Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 [Maldecido] Mal descansado (-5 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 [Envenenado] Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa)