Capítulo IV 仁 Jin — Benevolencia La noche había transcurrido, dolorosa fría y larga como un silencio. Daichi volvió al Oyaji con más interrogantes que respuestas; había sido un día demasiado confuso y ajetreado. Heya había pasado la noche en desvelo junto a Kahia mientras trataban de hilar pistas con la ubicación de su hermano, Kahia se lo había tomado personal ya que ella también había huído de Kioto hacia Aomori, allí había conocido a Ukita. Kenzaburô pasó la noche en el mercado durmiendo recargado en uno de los negocios locales. Los ciudadanos ya hablaban de la marca que aparecía en el Daruma, una meta a cumplirse; pero nadie sabía para quien, a pesar de que el uso era correcto aquello les preocupó a los ciudadanos, y mas al saber de la sepultura que se llevaría a cabo. Los robos eran comunes, pero no los asesinatos. Los que habían permanecido en el bosque llevaron a Takano al Shukusha dónde le informaron a Seneatsu lo ocurrido; el hombre se partió allí mismo llamando a su madre de manera delicada, pues no quería despertar a los húespedes que dormían. La señora Kagami fue a encontrarse con Suzu, ella conoció a Miko hace tiempo, aquello la lastimó profundamente. Takeda había desaparecido junto a la caja de música. El funeral había sido muy pequeño; en aquel santuario abandonado que habían adornado de papel blanco para mantener a los malos espíritus fuera del recinto; era el primer día de la semana, día de la luna; perfecto para un funeral. Las llamas de la incineración ardieron bajo, mientras el lugar se llenaba del olor a incienso amargo. "Conocer a alguien es tan sólo el inicio de la despedida" Cuartel militar (Heya) Kahia estaba cansada y con un dolor muy fuerte de cabeza a causa del desvelo —No tiene sentido que encontrarás pistas de tu hermano en las cercanías— dijo sacudiendo su cabeza —Puede que alguien esté confundiendo la evidencia que has recolectadi, no tiene sentido que regrese a Prefecturas tan cercanas a Kioto, seguramente te está buscando— suspiró —Puedo seguir rastros pero no de tanto tiempo, lo que necesitas Heya, es un informante, alguien que pueda ayudarte a buscar información — Kahia le entregó una misiva —Ve al Shukusha, mi amigo Ukita seguramente está allí, el no es un informante pero seguro que él podrá ayudarte — hizo un reverencia —He llegado al límite de mis habilidades— Shukusha (Ukita; Matsuda; Fuji; Takano Hideyoshi; Misato; Kuroki; Togashi; Kohaku; Mao;Yuzuki; Suzume ) Seneatsu no acudió al funeral; debía de cuidar el Shukusha, así que hizo su rutina diaria por las mañanas, deslizaba ligéramente las puertas para revisar quienes seguían despiertos, abrió por completo la habitación dónde se suponía estaría Takeda, no había nadie así que levantó el futón develando aquel kimono con la flor bordada. Seneatsu lo tomó y estiró para ver que era, aquello lo impactó, nuevamente lo dobló con cuidado con sus manos temblorosas. Kagami y Suzume regresaban de aquel evento tan triste, Seneatsu al ver esto se acercó a su madre, jalándola hacia el piso superior dónde nadie pudiera oírlos. Takano despertó de golpe; su cabeza le dolía y no entendía en dónde se encontraba, no reconocía aquel techo; deslizó la puerta de su habitación para entender que se encontraba en el Shukusha local. Ukita estaba de pie junto a Matsuda y Fuji quienes descansaban ignorantes ante todo lo sucedido en el jardín, contemplando las linternas apagadas. Takano salió del pasillo preocupado, abrió cada una de las puertas para buscar a Takeda. Hideyoshi; Misato; Kuroki; así lo hizo en cada una para darse cuenta que Takeda no estaba allí "la casa abandonada" pensó mientras se apuraba a la salida del lugar; dirigiéndose a aquel lugar que fue su refugio por un día, nada; sólo los pedazos de lo que fue el arma de Chikusa —Si tan sólo tú estuvieras aquí; seguramente te hubiera dicho a dónde se dirigía, te era fácil leer sus movimientos impulsivos...— dijo frustrado, cómo si Chikusa lo pudiera escuchar. Volvió a salir de aquel lugar para dirigirse al Shukusha dónde se dirigió con Ukita y los demás —Takeda ha desaparecido...— las sonrisas de armonía del trío se evaporó. Capítulo I El camino del dolor (Natsu) Natsu caminaba por las afueras de Tsu; aún sin un rumbo fijo; aquella katana brillaba intensamente en el sol, negra e impresionante; se sentía un peso distinta a la anterior, era distinta. Un hombre se interponía en su camino. Contenido oculto Natsu iba a pasar de él hasta que este lo detuvo del hombro —Deberías limpiar la sangre de tus ropas antes de caminar de manera pública — rió fuertemente— Llamas la atención, y para los ojos entrenados puede convertirse una tentación; el arma que cargas es especial. Siempre llama a su portador para regresar a Kioto— sonrió —Bienvenido al clan; hermano...— dijo soltándolo y avanzando en dirección opuesta, aquel hombre se dirigía a Tsu. Contenido oculto: Seguimiento de Natsu Se traslada a Shiga_Higashiomi Misato Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi PV= 45 PV= 39 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 PV= 60 muy bien descansado +2 defensa Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 55 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 65 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 90 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 80 Mal descansado (-1 en defensa) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Natsu PV= 60 +4 de voluntad [/QUOTE]
Yuzuki Minami Shukusha Fantasmas. Tenía un parchonazo negro en la memoria prácticamente desde el momento en que se interpuso frente a tres personas y Suzume, no recordaba ni siquiera cómo habían regresado al hostal y cómo habían llevado a Takano hasta allí. Solo recordaba el sonido metálico de su propia arma, la sangre casi fluorescente en el claro del bosque, su olor, y esa palabra, en un tono de voz que no era el suyo. Fantasmas. Se quedó de pie en la recepción del Shukusha unos segundos, en silencio, antes de dirigir la mirada hacia la entrada del hostal, clavándola en el horizonte, en dirección a dónde había partido Miko la noche anterior, antes de que nadie pudiese detenerla. Había llorado como una niña, ¿no? Allí, con un montón de desconocidos, allí, cuando podían enterrarle una katana en cualquier momento y no había sido por haber encontrado a Takano de aquella manera, porque bueno, estaba vivo. Era por Miko, por el propio llanto de Takeda y la idea terrible de que quizás, de haber actuado antes, alguien habría podido alcanzarla a tiempo. Dejó salir un pesado suspiro, mientras dirigía sus pasos a la entrada del hostal y una vez allí, sacó la flauta una vez más. La observó de nuevo, como si no reconociera lo que tenía en las manos, y aún así llevó el instrumento a sus labios. Entonando las notas de aquella canción. La canción que no había podido tocar para Miko, a pesar de que había sido uno de los impulsos por los que compró la flauta. No era más que una niña tonta. ¿Qué esperaba encontrar en el camino que había decidido seguir? Contenido oculto que rolee pura sadness de relleno? bueno
Kuroki Fusatada Me sorprendió lo rápido que Misato había conseguido convencer al encargado del Shukusa, la verdad es que era increíble como había gente que podía convencer a muchos otros tan rápidamente. Cuando volteé hacia Togashi, no evité sonreír cálidamente al verlo como si la infancia regresara a él, se notaba que llevaba días... O tal vez más, mucho más sin tener el lujo de estar así, como ahora. Por lo que también me dio un aire de tristeza... Entramos y poco después vi la comida, por lo que sonreí aliviado, no había ni desayunado ni comido, por lo que me giré a Togashi para cuando nos habló y se disculpó, sonreí y reverencié de vuelta en forma de agradecimiento. —No tienes que disculparte, Togashi. Viniste con la gente correcta, de hecho deberíamos disculparnos por la actitud de Takano... Es, especial como ya pudiste ver. Ni yo siendo un niño tuvo reparos en entrenarme de forma ruda, imagínate, pero honestamente no me importa, si no duele no cuenta—. Dije de forma segura, tal vez sonara bizarro. Pero en parte mi padre era así también. Se disculpó y no dudó en lanzarse a comer, por lo que sonreí, miré a Misato y le asentí, por lo que comí igualmente. Al fin teniendo una cama donde reposar de forma agradable por fin, no evité quedarme profundamente dormido, ignorante de cualquier cosa que estaba pasando con Takeda y compañía, literalmente, no tenía ni la menor idea de lo que iba a suceder el próximo día. Cuando amaneció, fue una curiosa canción con una flauta lo que me despertó, por lo que me hizo abrir lentamente los ojos, confundido, mientras me daba cuenta que estaba extendido en toda la cama, era una mala costumbre de hace años. Me tallé los ojos y volteé alrededor, salí al pasillo, mirando alrededor para ir hacia el origen del sonido. Hasta que no tardé en dar con una mujer, no la reconocía de nada, pero decidí recargarme en una de las paredes para verla de lejos y escucharla, estaba sentada en la entrada, en silencio, pues admitía que me encantaba escuchar que alguien tocase algún instrumento.
Natsu Gotho ♤ lejos de Tsu -> Shiga La madrugada comenzó a despejar la oscuridad, notando el cuerpo de otro hombre en medio del camino rocoso... Al ser frenado se miró las manchas del abrigo de forma ambivalente. Habían gotas carmín salpicadas. En su ensoñación pospuso el asearse al sentir la necesidad de marcharse. Lo escuchó hablar, guardando silencio. ¿Clan? Se dispuso a continuar pese a notar de soslayo la dirección en la que caminaba el chico, creyendo erróneamente que sus acciones no tendrían ningún vínculo con el grupo dejado atrás. Al pasar de unos minutos denotó un río, quitándose el abrigo para dejarlo caer en el agua cristalina, al igual que la espada manchada. Desvaneció los rastros revisándose los brazos con parsimonía. Al cabo de un rato sus dedos se deslizaron por la funda de la katana, visualizando las letras que al estar unidas reflejaban la palabra de muerte tatuadas sobre su piel. Coincidencia... Sujetó su vieja arma posándola de nuevo en su cintura. La tiraría, más adelante. El abrigo lo llevó húmedo sobre sus hombros, llegando a un punto clave. Kioto o Shiga. Dos caminos cercanos pero divididos... <<Las dudas nos hacen recordar, que en todo cuerpo, hay algo de humanidad, Natsu>> Estaba amaneciendo, y su cabeza cada vez recordaba más el viejo. Sintió por un momento la espada titilar, como si ella por si sola decidiera el camino que debía tomar. ¿Kioto? Sus orbes se deslizaron por el camino contrario. —Shi —le llamó por su nombre a la espada al sentirla palpitar, como si ejerciera el hecho de que él tomaría las decisiones en totalidad, encaminando se hacia Shiga. No tenía prisa en ver a Mara. Por ahora.
Kenzaburô Despertó y automáticamente el dolor de su cuello le devolvió el mal humor. Se frotó la nuca y se desesperezó con letargo, pronunciando un largo "aaaaannnjjj". Se miró las pintas y negó; estaba sucio, con sudor y sangre. Debía de cambiarse y buscar ropa nueva. También asearse, se sentía pegajoso. Paseó por los puestos de artesanía y se detuvo en uno en especial. —¿Cuanto salen los Daruma de piedra? —preguntó a un artesano. También había otras figuras pero él compraría algo en especial.
Hideyoshi Soga 曽我秀吉 En el Shukusha Takano había entrado a su habitación con algo de esa imprudencia desesperada que caracteriza a una persona ansiosa y en apuros. Hideyoshi apenas recordaba el sueño que lo había abrumado durante su larga y confortante noche, pero sin mediar preocupación por sus experiencias oníricas salió de su habitación y atravesó el shukusha como nunca. Pudo oírlo con lo justo: — Takeda ha desaparecido... Estaban Takano, Matsuda, Ukita y Fuji en esa escena. Hideyoshi terminó de beber su bacín con el agua fresca de cada mañana, su único consuelo ante la falta de sake. — Es extraño que haya salido tan temprano y sin avisar. Mi primera idea apunta a que podría haberse dirigido a la casa feudal, hoy tenemos la audiencia con Toshiro, pero me dijo ayer que quería que lo acompañase, ¿por qué no me despertó o esperó? De cualquier modo, me dirigiré a la casa feudal, debemos confirmar si está allí o no. ¿Alguien me acompaña? Contenido oculto: Movimiento Del Shukusha a la Casa Feudal, solo o acompañado
Mao "Ryouma" Kobayashi Masuyo Asesinos, demonios, fantasmas. ¿Estaban malditos? La pregunta quedó dándole vueltas en su cabeza, y a pesar que hubiera querido gritarle a Susume que no, tal vez si lo estaban. En un silencio sepulcral, volvieron al Shukusha, y Mao solo volvió a abrir la boca para aportar en el relato de lo ocurrido. Una expresión amarga con ojos rojizos, la delataban que en un momento lloró, ese momento fue cuando se interpuso entre Susume y Takeda. Temió que le hicieran algo al líder de los Minamoto, pero también había temido de que Susume se manchara las manos con la sangre equivocada. Sangre. Alma. Fue a una de las habitaciones vacías del Shukusha, donde pasó la noche tras pagar lo correspondiente. No se durmió con facilidad, pues la variedad de recuerdos le hacían ruido en su mente. La muerte la hacia encogerse sobre si misma, y le nublaba la vista, intentando detener los sollozos que brotaban a ratos. Lograba silenciarlos unos momentos, ahí su mirada se dirigía al techo, vacía. Muertes que no pudo detener, le provocaban lágrimas, pero las pocas muertes que ella misma empuñó se las detenían. No quería llorar en el momento que matara a alguien, no quería derramar lágrimas en el momento que le llegara su hora. No quería arrepentirse de sus acciones. Kobayashi Masuyo Mao "Ryouma" En el Shukusha Cuando despertó por la música de una flauta, terminó abrazándose así misma, sin saber que hacer; pero una cosa tenía clara, no debía permitirse morir. Tras vestirse e ir a la recepcción, observó que Takano había llegado al Shukusha, al parecer venía de afuera. La noticia que trajo consigo no cambió su expresión; a diferencia de Fuji, Matsuda y Ukita, Mao había despertado con un rostro apático. Se acercó al cuarteto, quienes estaban con un viejo que no conocía, y su mirada juzgadora le dejó en claro que no le acomodaba su presencia. —Buenos días —dijo haciendo una reverencia, saludando a los cincos presentes, aunque el quinto integrante parecía marcharse. Había mencionado algo sobre la Casa Feudal, esto solo provocó un chasquido en Mao. >>Iré a buscar a Kenzaburo —comentó paseando la mirada desde Takano, pasando por los enamorados, y terminando con la de Ukita—. Nos vemos —finalizó con una leve inclinación de cabeza. Mientras caminaba hacia las afueras del Shukusha, miró de pasada a Kuroki, quien estaba junto a la chica que la había guiado hasta el Santuario. Ya fuera del Shukusha, con las manos reposando sobre sus caderas, meditó en dónde podía estar Kenzo... Ella no era tan buena rastreadora como él.
Togashi Interior del Shukusha El dulce y suave sonido de la flauta fue el amanecer de una nueva vida para Togashi. Las melodías penetraron sus oídos cual brisa, cálidas como los rayos del sol, haciéndole fruncir el ceño y mover la mano como si intentara quitarse de encima unos insectos pequeños y traviesos. En realidad, la música le estaba resultando reconfortante, pero él quería dormir uno poco más, permanecer en su suave lecho; recordar la sensación de tener un descanso digno como el que cualquier hombre, mujer y niño merecían. Una vida más humana. Pero Togashi, ahora mejor alimentado y un poco menos débil, era consciente del lugar en el que se había metido. Sabía que tendría que huir un poco más para salvar su vida, alejarse de los ojos de las personas. Pero esta vez volvía a tener a su lado personas a las que proteger. Aunque no las conocía, eso le daba fuerzas para querer seguir adelante. Una vez más. Pero mientras despertaba, Togashi también fue un poco más honesto consigo mismo: su unión al clan Minamoto respondía, asimismo, al deseo egoísta de vengarse de los Taira… Y volver a verse con él. Se sentó y se frotó los ojos. Del exterior entraba la luz del día. También fue dándose cuenta de que la música, pese a ser relajante, estaba cargada de una honda tristeza. Llevó la mano a la cintura para acariciar el mango de su vieja katana, sólo para darse cuenta, como todas las mañanas, de que no la llevaba encima. Apretó el puño en silencio. Se aseó rápidamente. Limpió un poco sus mugrientos cabellos y su cara, además de limpiar sus flacos brazos y sus piernas. Estar limpio lo hizo sentirse un poco mejor, se sentía más él mismo, más tranquilo. Porque tenía un nuevo camino enfrente. Cuando salió de su habitación con la intención de presentar sus respetos al líder de los Minamoto. Era como un ambiente de luto, remarcado sobre todo por el llanto de las melodías. Sin dejar de ser bellas, para Togashi ya no eran tan cálidas como cuando despertó. Supuso que las cosas no estaban marchando demasiado bien para el clan, y eso lo pudo confirmar cuando pasó cerca de la habitación donde se hallaban los Minamoto. Allí vio a Takano dando la noticia: —Takeda ha desaparecido… Takeda, si mal no recordaba, era el nombre del líder del clan. Se quedó de pie en la puerta para prestar atención a la conversación. A ella se sumó un hombre que parecía ser de su edad, el cual sugirió que Takeda podría haber ido a la casa del señor feudal, con quien tenía una audiencia. Para Togashi tenía sentido lo que decía, pero de igual forma le resultaba extraño que el líder de un clan fuera sin una comitiva a tener dicha entrevista… Y más tratándose de un Minamoto que se estaba ocultando. La persona que había hablado compartía su forma de pensar. —De cualquier modo, me dirigiré a la casa feudal, debemos confirmar si está allí o no. ¿Alguien me acompaña? —Iré contigo —dijo Togashi en un tono calmo, característico de él—. Te esperaré a las puertas del Shukusha. Mientras tanto preguntaré al recepcionista si vio partir a Takeda, y en qué momento. Se despidió del grupo con una pequeña reverencia y se dirigió a la recepción. Allí vio a la persona que estaba encargada de recibir a los huéspedes, a la que se acercó. —Buenos días —dijo—. Quería saber si vieron salir a alguien en las últimas horas. Una persona que forma parte del grupo que me trajo hasta aquí.
Tanaka Heya Cuartel militar-Camino al Shukusha Heya devolvió la reverencia -Las palabras no son suficientes para expresar mi gratitud. Gracias por su tiempo. Dejó el cuartel al amanecer. Esta vez sabia a donde a donde ir. Contenido oculto ¿Fue eso una intervención de dos frases? Si Por si llegara a pasar algún cof cof evento cof cof de camino
Ashikaga Suzume No durmió y su mente jamas se relajó, todos hicieron lo que quisieron, hubo un momento de su memoria en blanco, solo recordaba estar quemando el cuerpo de una amiga, un pequeño pez fuera del agua, un alma triste a la que jamas logró entender, pero siempre quiso; aunque quizá ella nunca se dio cuenta, entre ambos jamas se dejaron morir... hasta ahora. Miko le regalo a Suzume la oportunidad de brillar y ser el mismo, ahora no tenia ganas, el luto de su alma presionaba con dureza, aquello le dificultaba respirar. Aún disfrazado de hombre, Suzume, lavo su cara cepillo su cabello y con su atuendo de varón, recogió cada cosa que con esmero había armado para los espectáculos con Miko; el podía vender esos pedazos de seda, los maquillajes, inclusive el espejo de latón; pero su alma estaba apagada. Cogió cada cosa de la habitación, inclusive el único Kimono Geiko que pudo salvar de los Taira, el balón rosa de papel; rebusco por la caja de Miko pero no la halló, suspiro con tristeza, y cuando todas las historias contadas estuvieron en sus manos, salió de la casa con dirección al viejo santuario. Los restos del funeral seguían vivos y el olor a incienso penetraba fuertemente, este aroma eran las Tsubakis de la muerte de Miko; si algún día regresaba a su señorío, Suzu decidió que las quitaría de su emblema, los Ashikaga. Coloco de la mejor manera su vida y recuerdos con Miko, mientras le prendía fuego... Suzume era de voz grave, por eso en su espectáculo jamas cantaba, pero este funeral a su alma y a su amiga le saco el llanto del recuerdo; ya había perdido antes, pero este sacrificio de luto, sería por alguien a quien si quería. Por primera vez en su vida, lloro por alguien mas allá de el mismo y por esta razón sacrifico ante el fuego todo lo que lo representaba y deseaba ser. Contenido oculto: cuarta canción de amor Maldijo a todos los dioses, en sus nombres reales, maldijo de nuevo a los Taira, se maldijo a si mismo, por ser la bestialidad que era y por primera vez también, le creyó al mundo... el era una abominación. Lloro disfrazado de hombre, lloro mientras cantaba, lloró por el luto que guardaría hasta que obtuviera venganza y sangre. Recordó al infeliz que le lloraba a Miko, el no la conocía y sin embargo sus lagrimas olían a tristeza real. Cuando este funeral privado terminara lo confrontaría, necesitaba otro puñal a su alma, respuestas y quizá si su cobardía no se interponía... acabaría con lo que la gente dijo de el, el fenómeno Ashikaga.
Shukusha (Ukita; Matsuda; Fuji; Takano Hideyoshi; Misato; Kuroki; Togashi; Kohaku; Mao;Yuzuki; Suzume ) Seneatsu bajó las escaleras mientras su madre lo seguía por detrás; se le notaba nerviosa; se despidió de él mientras este se retiraba; no saludo a nadie, a pesar de tenerlos frente a frente. Kagami miró a Togashi mientras este se acercaba —No solemos espiar a nuestros invitados —esto lo dijo sin mirarlo a los ojos. Muy cortante; Togashi no conocía a Kagami; pero eso era inusual en ella, pues siempre solía hablar demasiado. Ukita se levantaba mientras las palabras de Mao lo tomaron por sorpresa; ella se retiró —Yo puedo rastrearlo— decía Ukita mientras veía como todos parecían moverse sin dirección alguna —Pero explícame qué ha sucedido— Takano negó con la cabeza; aquello resultaba muy confuso para él, no tenía todos los detalles de la noche anterior, sus recuerdos eran tan difusos que no sabía si aquello era un sueño "Yuzu" pensó. Sin decirle nada a los demás, siguió aquel sonido musical hasta llegar a ella —Fue real— dijo ante Yuzuki —¿Qué haces aquí?—preguntó tajante como él era —¿Qué pasó ayer?— talló fuertemente sus ojos, despeinando hasta sus cejas de lo fuerte que había sido tal movimiento —Perdí a Takeda...— iba a pronunciar aquel apellido con su tono de preocupación. Conocía a Yuzuki y sabía que era de confianza —Jiin, él me obligó a seguirlo— era clásico que cuando Takano perdía el control de una situación actuaba errático. Un joven entraba al Shukusha; era Heya. Contenido oculto No te preocupes OneMoreee no te pasó nada en el camino :3 Casa feudal (Takeda; Hideyoshi; Togashi) Caminaron hacia la casa feudal, Hideyoshi conocía el valor de la palabra de un samurai; allí estaba Takeda de pie junto a los guardias que lo miraban intimidados; su apariencia era aterradora a comparación con aquel hombre amable que había conocido el día anterior. Cubierto de vendajes y un kimono negro mal arreglado, a pesar de ello se veía limpio; sin sangre encima. Contenido oculto Clavó sus ojos en Hideyoshi, una mirada fría y cansada, aquel hombre seguía sin dormir bien —Acabemos con esto —dijo hacia Hideyoshi para desviar su mirada a Togashi, no lo reconocía —¿Por qué lo sigues? —preguntó defensivo, sin ser agresivo pues aquel hombre estaba desarmado. Mercado Daruma (Kenzaburô) El mercado no estaba con un flujo natural de personas; al parecer varios de los comercios no abrieron, algunos comerciantes que estaban todos los días esa mañana no habían colocado sus puestos. El hombre lo miró confundido; pues por la apariencia del hombre no parecería que fuera a pagarle —Son seis monedas, viajero—dijo temeroso al ver la katana —Recomiendo señor — comenzó a decirlo con precaución —Que guarde mejor las armas, Tsu ha sido víctima de un terrible evento, un asesinato a uno de los nuestros— Misato Kuroki Kohaku Mao Kenzaburô Hideyoshi Heya Suzume Yuzuki Daichi Togashi PV= 45 PV= 39 Agilidad (+2 defensa) Deuda de honor PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Resistencia (+1 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Mal descansado (-1 en defensa) Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Buena reputación (+2 suerte) Timidez (-1 suerte) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) Cobardía (-2 defensa) PV= 60 Intuitivo (+3 suerte) voluntad débil (-1 defensa) PV= 60 Voluntad fuerte (+4 ataque) Deuda de honor muy bien descansado +2 defensa PV= 60 Agilidad (+2 defensa) Avaricia (-2 suerte) Takeda Takano Ukita Matsuda Fuji PV= 100 Mal descansado (-5 en defensa) PV= 65 PV= 90 PV= 80 PV= 60
Togashi Interior del Shukusha --> Casa feudal La respuesta que le dio la recepcionista le resultó desconcertante, y enigmática la forma en que evitaba mirarle. Togashi no entendía mucho sobre la forma que los empleados de un Shukusha se manejaban, sólo había estados dos veces de su vida en uno, antes de ser alcanzado por la miseria; pero tenía el vago recuerdo de que en una de esas veces ni siquiera le habían preguntado su nombre, bastó con dejar caer unas monedas en la palma de la mano para tener pleno acceso a los servicios. Asumió que la aclaración de “no espiar a los invitados” tenía que ver con una costumbre a la que no estaba habituado. Se disculpó por las molestias y se marchó con Hideyoshi a la Casa feudal de la ciudad. Aprovechó el camino para presentarse con el diplomático y conocer su nombre. Además, le comentó sobre la respuesta dada por la recepcionista del Shukusha. Ambos llegaron a las puertas de la Casa feudal, donde una persona de largos cabellos rojos, cubierta con algunas vendas, enfrentaba a dos guardias que no parecían sentirse muy cómodos con su presencia. Togashi lo observó con detenimiento, y cuando se dirigió a su acompañante con un seco “Acabemos con esto”, supuso que se trataba de la persona que buscaban. —¿Por qué lo sigues? Esta vez, la pregunta iba a dirigida a él. Togashi le sostuvo la mirada un instante, antes de realizar una reverencia acorde a la posición de su líder. —Soy Togashi —dijo con solemnidad, y procuró ser breve ante el malhumor del Minamoto—. Conocí a Takano anoche, me sugirió que hablara con usted… Cuando termine sus ocupaciones, claro está —se irguió—. Hace unos momentos escuché que lo buscaban, por lo que decidí acompañar al señor Hideyoshi en la tarea. Espero que mi presencia no sea inoportuna.
Tanaka Heya Shukusha Cuando ingresó al lugar observó más gente de lo normal. El ambiente se sentía... opaco, como el cielo antes de caer una tormenta. Incluso la señora Kagami se veía diferente cuando se acercó. -Buenos días. Sé que los huéspedes no suelen decir su nombre, pero me gustaría saber si hay alguien llamado Ukita en este lugar. Seria más rápido preguntar directamente a los huéspedes por lo que dijo la última frase en voz alta
Yuzuki Minami Shukusha Detuvo la melodía en cuanto detectó pasos tras ella, que estaba vez no se detuvieron hasta alcanzarla. Giró el rostro, apenas para que sus ojos toparan con los de Takano y la palabra que él mismo había pronunciado la noche anterior hizo eco de nuevo. Regresó la vista al frente y sonrió para sí, con cierta melancolía, al escuchar las frases que parecían inconexas entre sí. —Tan real como haber encontrado al señor a mitad del bosque —murmuró. Había bastado la noche de ayer y las palabras de Takano para que supiera cómo referirse a su líder, a quien estaba dirigida su infinita lealtad que parecía ser un legado directo de todos los Minami. Lo miró de nuevo, suavizando sus gestos a pesar de la brusquedad de sus palabras, porque así era, simplemente. Estaba dispuesta a responder una a una las cosas que solicitaba saber, lo más claro que le fuese posible. Prácticamente murmuraba, pero sabía que bastaba para que la escuchara—. Después de la última vez que vimos a Jiin, el día del escape, pretendí seguir el rastro... Su rastro. No fue particularmente sencillo, si me lo preguntas, pero las pistas me guiaron aquí, a Tsu. Llegué hace un par de días. Calló lo que le pareció una eternidad y con movimientos cuidadosos guardó el instrumento, mientras buscaba ordenar sus propios recuerdos fragmentados. —No lo tengo muy claro —admitió y deslizó sus manos por un largo cabello negro, varias hebras quedaron entre sus dedos—. Empezó aquí. ¿Sabes cuando se te instaura una inquietud en el pecho, ante algo que suele ser normal y de repente no lo es? Eso sentí anoche, Miko, una mujer algo... perdida, dejó el hostal anoche, para uno de sus habituales paseos nocturnos. Le entregó al señor una caja de música antes de irse, se me escapa a qué se debió el intercambio. Poco después él partió con Kohaku y... el desazón no desapareció. Estuve por pedirle ayuda a un hombre para ir en búsqueda de ambos, pero flaqueé hasta que la chica de ojos amarillos apareció pidiéndome que la llevase al santuario. Lo hice, no sé por qué si podía incluso ser peligroso, pero lo hice. Al llegar, Kohaku estaba solo y una vez acabó con los atacantes, nos guió por el camino que había seguido el señor en el bosque. De nuevo, silencio. Sintió el olor a sangre golpearle los sentidos, con un realismo aterrador, y comprimió las facciones. Le revolvía el estómago. Cuando continuó hablando, la voz le tembló un instante. —No sabemos qué pasó en lo que tardamos en llegar, cuando logramos alcanzarlo, yacía en el claro del bosque... con el cuerpo de Miko en brazos, sollozaba como un niño, Takano, lloraba de una forma tan desgarradora que no pude evitar hacer lo mismo. Tú estabas noqueado en el suelo, tardé más de lo que me gustaría admitir en reconocerte. Luego llegó la quinta pata del gato, el tercero en discordia, quien solía presentarse junto a Miko en los espectáculos de este Shukusha y, fúrico, quiso arremeter contra el señor porque creyó que él la había asesinado. La muchacha se interpuso y luego tú reaccionaste... Intenté. —Apretó los labios en una línea, tratando de evitar reaccionar como una mocosa de nuevo—. Intenté detenerte, tuve toda la intención, pero recibiste el golpe. Me interpuse, sé que le grité que el señor no lo había hecho, que él no había matado a Miko... porque sé que no lo hizo, a pesar de que me falten los fragmentos. Nuestro señor, el joven que recibió la cajita de música, no le pondría una mano encima bajo ninguna circunstancia. No recuerdo prácticamente nada después de ese momento, ni siquiera sé cómo te trajimos aquí y tampoco... tampoco sé qué camino siguió él, Takeda-sama. Contenido oculto takano im sowwy por aventarte tanta información en toda la cara
Kohaku Ishikawa Shukusha Había decidido asistir al funeral. Apenas había conocido a Miko, para la pobre mujer había significado un mero y desafortunado susto. La había perseguido hasta el Shukusha, desconfiando profundamente de sus intenciones. Había interrumpido su tan importante ritual nocturno, sus lágrimas de sanación y su derecho de visitar por última vez el lugar donde su espíritu ansiaba estar. Le había arrebatado todo eso, y ahora... ni siquiera podría disculparse. Decidió, por ello, asistir al funeral. Había dormido pocas horas y sus músculos, agotados, se resintieron cuando dobló las rodillas frente al santuario abandonado y oró. El sol comenzaba a rasgar la oscuridad, la brisa sabía a rocío y las aves matutinas fueron despertando poco a poco. Su dulce trinar se mezcló entre las palabras de su oración y, cuando alzó la vista al cielo, le juró cargarla por siempre en el corazón. El color de su voz, la densidad en sus melodías, todo aquello por lo que sufría y había sido forzada a abandonar. Cuando retornó al Shukusha, lo hizo a paso lento y cansado. El sol era cálido, pero sus manos aún temblaban con el frenesí de la noche anterior. Tantas cosas habían pasado, y él... no había podido hacer nada. Yuzuki se encontraba en la entrada, conversando con Takano. Llevaba una pequeña flauta entre manos y Kohaku se preguntó si ella también sería música. Los saludó con un breve asentimiento de cabeza e ingresó a la recepción. Muchas caras conocidas, por doquier. Divisó a Mao con Ukita, a Matsuda y Fuji. Recordó, casi de repente, que aún llevaba la máscara de zorro con la yukata del hostal. Se acercó a Seneatsu y preguntó, en tono suave y pausado: —Buenos días, ¿sabe si mi ropa ya está aseada? Necesitaba quitarse de encima todo aquello que no le correspondía, sentía que, de ese modo, su espíritu lograría tranquilizarse un poco.
Kenzaburô Depositó las seis monedas sobre el mostrador y notó que le faltaba dinero. Quizá lo hubiera perdido en todo el caos que fue viajar de prefectura a otra... Tomó entre sus manos el Daruma de diversos colores y lo guardó entre sus ropas mientras fruncía el entrecejo a lo que el artesano le comentaba. Un asesinato. Era normal, después de todo, que las muertes por despecho, por odio, por lo que fuera sean frecuentes. Si hubiera sido en otro momento de su vida, quizá estando solo, lo ignoraria y seguiría con su vida tan tranquilo. Pero un asesinato en el lugar... Pensó en Mao. ¿Tendría que ver? No. Su niña ya había demostrado innumerables veces que era más inteligente y tenía más recursos que la espada. ¿Estaría en peligro? ¿Habían asesinado a cualquiera de los otros inútiles? —¿Dónde ocurrió? —inquirió con su mirada afilada. De pronto estar allí comprando un Daruma se le antojó estúpido. —Habla artesano si no quieres ser la segunda víctima del día.
Hideyoshi Soga 曽我秀吉 En la Casa Feudal Takeda llevaba un aspecto pésimo. Hideyoshi se sorprendió porque pensaba que el líder del clan Minamoto iba a descansar esta noche, pero ante la desconfianza por su acompañante lo primero que hizo fue tratar de exorcizar aquellas dudas. Tras oír la respuesta dada por Togashi prosiguió a confirmarlo: — Mi señor, en efecto, este hombre se llama Togashi. He hablado bastante con él por el camino, me ha dejado una buena impresión. La decisión de qué hacer con él será suya, pero déjeme garantizarle que es muy improbable que pueda ser un informante de los Taira o de alguno de sus amigos. Suponía que esta intervención calmaría las dudas y nervios entre ambos. Era importante que Takeda tuviera un mínimo de confianza en Togashi, ya que los acompañaba en esta reunión que definiría la relación y el signo de la alianza entre la casa Hachi y el clan Minamoto. Pero había algo más que Hideyoshi no podía dejar pasar, por lo que se refirió con respeto... — Más allá de esto, estoy preocupado por su aspecto. Pareciera que hace días que no duerme correctamente, vamos a tener que tomar cartas en el asunto. Hay hombres que a cierta edad pueden evitar el sueño sin pagar un costo muy alto, pero en un hombre joven como usted dormir es esencial. "No voy a cuestionarle el que se haya ido tan temprano y sin avisar, estamos aquí y ahora hay que pensar en lo importante" Contenido oculto: Etiqueta Bruno TDF
Mao "Ryouma" Fuera del Shukusha Meditativa, sintió el calor del sol sobre su piel. Al abrir los ojos, observó como el chico de ayer, Heya, entraba al Shukusha. Se le veía algo agotado, ¿a dónde habría ido la noche anterior? Lo ignoró, ni siquiera le dirigió la palabra. Dejó de respaldarse en la pared cercana al Shukusha, y emprendió su camino hacia el norte. No sabía si encontraría a Kenzaburo por las calles de por ahí, pero sería menos probable encontrarse con Susume o la señora Kagami, no estaba lista para mirarles a la cara. Mao "Ryouma" Mercado Daruma Reconoció el mercado gracias al Daruma gigante. Ese era el lugar del cual había hablado Kagami ayer, ¿no? Dijo que había buenas artesanías, el recuerdo despertó ligeramente la curiosidad de Mao, aunque también recordó su primera interacción con Miko... Se podía considerar también la última. Recorrió en silencio el lugar, llegando a posarse frente al Daruma... Tenía una mancha, lo que significaba que alguien quería recordar la meta que se propuso, para poder cumplirla y no abandonarla, o algo así recordaba del asunto de los Daruma. Observándola un rato, distinguió que era una mancha de sangre... —... si no quieres ser la segunda víctima del día —amenazas traspasaron por sus oídos, y en reacción siguió con rapidez el origen del sonido, aferrada al mango de su katana. Se detuvo un par de metros tras el originario, con el rostro contorsionó en una mueca iracunda, al identificar a Kenzaburo hablando como mejor se le daba. Se acercó con pasos decididos, pero silenciosos, su respiración con suerte se escuchaba. Posó su mano izquierda en el hombro de Kenzo, el agarre fue más fuerte de lo previsto. A ojos cerrados, inhaló para exhalar con pesadez, aflojando de paso el agarre, pero sin soltarle el hombro. —Nadie quiere más víctimas, Kenzo —No sonó dolida, aunque se podía distinguir cierta furia. Desvió la vista al artesano que atendía el lugar, con su rostro apático cada vez más dominado por el enojo. No dijo nada más, a espera de explicaciones por parte de alguno de los dos.
Misato Aoyama Sentí un alivio conmovedor al ver como Togashi calmaba su hambre, incluso olvidé su impertinente comentario el día anterior. Ya que es probable que nos acompañe tal vez pueda ver lo que un par de "chicos" es capaz de hacer. Sin embargo decidí atribuir aquello a su lamentable condición al pasar semanas de hambre, al final el descansaría esa noche y despertaría renovado y reponer al guerrero que una vez fue. Las primeras luces del amanecer y una melancólica melodía de flauta, consiguieron lentamente despertarme, observé por unos segundo el techo. Recordé entonces aquel ambiente nocturno ¿Habría ocurrido otro incidente como el del Hitodama? Solo reuniéndome con el resto sabré si están a salvo. Al culminar mi acostumbrado ritual de peinar mi larga cabellera, ajuste mi katana y deslice la puerta para salir... habría jurado que alguien habría estado aquí en la madrugada. Recorrí el pasillo del hostal y note a un muchacho con Yukata y una particular máscara de zorro ¿Sería algún otro aldeano? a todo eso me pregunte sobre el otro chico enmascarado que es parte del clan tal vez andaba cerca o acompañando a Takeda. Por unos segundos le sentí familiar... Cuando estuve a punto de saludar al encargado note algo en su rostro que denotaba preocupación al igual que la señora a su lado. Algo me decía que no debía molestarles ahora, seguí mi camino entonces y no tardé en dar con Kuroki quien estaba recostado muy cerca. —¿Kuroki?— llame su atención y le saludé con reverencia— Buen día...¿Sabes si Togashi ha salido de aqui?—pregunte algo preocupada pues debía reunirse con Takeda en la brevedad posible.