Mie Tsu

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 10 Julio 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami
    Shukusha

    Había respondido con un quedo "Sí, señora" a la petición de Kagami. No le molestaba ayudarla si así lo necesitaba.
    Luego de haber entrado al hostal, se aproximó al joven de la máscara y al hombre con el que hablaba.

    —Lamento la interrupción —dijo, haciendo una ligera reverencia—. Yuzuki Minami, la señora Kagami me ha pedido que guíe al joven a los baños del hostal.

    Lo cierto es que apestaba a... bueno, a puerto, pero ella no era quién para juzgar a qué apestaban los clientes de Kagami ni mucho menos. Por ese mismo motivo no había reaccionado a la extraña máscara.

    Le habló directamente al muchacho entonces, dedicándole una de sus sonrisas suaves.

    >>Puedes indicarme cuándo quieras pasar.
     
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    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

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    Suzu

    Su sonrojo competía con el kimono que vestía, agradeció al amable señor el gesto del regalo, pero para ayudar a los locales, Suzu sabia que las monedas debía fluir, así que como lo había prometido, compró un pequeño balón de papel para Miko, era un balón simple rosa, pero que estaba seguro ella jugaría.

    Pago el objeto hizo la reverencia de cortesía y salió... a pies ligeros del lugar por si alguna
    Kuchisake Onna,
    [​IMG]
    le
    preguntara si se veía hermosa, Suzu siempre les diría que no ¡aunque le cortaran la cara!

    Con su bonita tela seguro podía fabricar dos obi (obies, obis?) para que las dos estrellas estuvieran combinadas, ¡Que perfecto sería!

    De la velocidad de sus pasos, los
    Pokkuri
    [​IMG] Estos zapatos son huecos y dentro traen un cascabel, que hace un sonido "lindo" al caminar
    Hacían tanto ruido, que ya se esperaba lo peor de los caminos... La belleza cuesta!
     
    Última edición: 31 Julio 2020
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Apenas dio los últimos golpes, Kuroki dejaba sorprendido a Takano mostrando sus mejores dotes.

    —Bien hecho Kuro-kun —le felicité sonriendo debía admitir que se había esforzado. Al instante Takano se acercaba ofreciendo una oportunidad para entrenar con el.

    Cubrí entonces mi boca con la mi mano recubierta por la manga del kimono, una pequeña risa socarrona escapaba de vez en cuando...vaya por lo bajo mientras le miraba. Vaya sentimiento de nostalgia.

    —perdona, recordé mis días de entrenamiento en un dojo— me ergui para colocarle cerca de Takano, desenvolví un poco los vendajes para cubrir el dorso de ambas manos, nunca debía pasar por alto está preparación.

    —Bien empecemos de una vez, se hace tarde pero esto ayudará a conciliar mi sueño— me coloque en posición, cualquiera pudiese pensar que daría una danza pero no era una niña más que podías humillar, siempre estaba dispuesta a colocar en SU lugar a quien lo mereciera.

    La noche ya hacía su presencia, moví los flequillos para una mejor visión, en la misión anterior demostré mi valía y manejo de la katana, pero ahora demostraria mi fuerza fisica.

    —Listo o no allá voy—avise sabiendo que mi oponente era un maestro espadachín. Lo cual haría este entrenamiento interesante.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Shukusha

    Los nervios se apoderaron brevemente de su palpitar al oír la mención de la encargada sobre el incidente. Era la madre del muchacho de ayer, ¿no? Bueno, normal que lo supiera. No pudo más que esbozar una pequeña sonrisa algo incómoda, a modo de disculpa, e inclinó la cabeza algo rápido. Quería disculparse, pero era una señora muy parlanchina y apenas encontró hueco para acotar. La situación, sin embargo, fluyó con bastante naturalidad y Kohaku fue relajándose... hasta que oyó la mención de los clanes. Todo su cuerpo se tensó por un instante y tragó saliva, deseando que nadie pidiera o esperara su opinión al respecto. Conque ya había rumores, ¿eh? Viajaban rápido, muy rápido. Le echó un breve vistazo al hombre junto a él.

    Tendría que andar con más cuidado. Sería prudente no dar su apellido, aunque supiera que ese no era el rasgo más distintivo de todos. Comprimió los puños a los costados de su cuerpo y apretó los labios en una fina línea pálida.

    ¿Sacarme... la máscara? Dioses...

    El hombre aceptó su invitación para charlar luego y Kohaku renovó su sonrisa, claramente alegre. Estaba contento de poder retribuirle de alguna manera su tan grata amabilidad.

    —No me tardaré, señor, despreocúpese. Muchas gracias.

    Se giró, entonces, hacia la muchacha que ¿Kagami? había dispuesto para que lo ayudara. Le correspondió su amabilidad con una sonrisa suave y se inclinó, respetuoso, cuando ella se presentó.

    —Es un gusto, Minami-san. Mi nombre es Kohaku y, si no es molestia, me gustaría pasar de una vez a los baños.

    Bueno, bien podría hacerse pasar por el hijo de un simple aldeano y ya. No tenía por qué tener apellido y, de hecho, las personas no solían contar con uno. Kagami había mencionado que su ropa sería aseada mientras se bañara, lo cual era una ayuda inmensa, aunque eso implicara...

    Parpadeó rápido y aguardó, tranquilo y gentil, a que Minami le indicara el camino.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Yuzuki Minami
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    Al verlo presentarse, con una educación que no esperaba, se permitió una sonrisa más amplia, que dejó ver sus colmillos y le otorgó a su rostro ciertos rasgos felinos.
    Se volvió entonces, avanzando dentro del hostal, sirviéndole de guía.

    —El gusto es mío —dijo mientras caminaba y luego de un breve silencio, añadió algo más—. Parece que el día de hoy tuviste una aventura bastante interesante, ¿o no?

    No es que llegar un hostal apestando a puerto fuese de lo más normal, pero tampoco lo preguntó con afán de ser entrometida, al menos pretendió que su tono de voz no indicara tal cosa.


    bueno alv la primera persona (? estoy acostumbrada a narrar en tercera
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
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    Cuando Yuzuki amplió su sonrisa, Kohaku percibió los caninos puntiagudos de la muchacha y pensó en sus propios ojos, en sus pupilas finamente afiladas; ambos detalles se asemejaban a los rasgos de un felino, de cierta manera, y la coincidencia le resultó curiosa. Comenzó a caminar junto a la muchacha y soltó el aire por la nariz al oír su comentario, junto a una sonrisa tranquila.

    —De hecho, sí. ¿Es nueva en la ciudad, Minami-san? En el puerto, debajo del comercio del señor Taki, hay unas cavernas de lo más curiosas. Son muy grandes y oscuras, y corren muchos rumores al respecto.

    Estaba alterando un poco la realidad de los hechos, pero le interesaba saber si encontraría a alguien que hubiera atravesado una experiencia similar allí sin poner de manifiesto aquello tan extraño que había vivido. Si lo transformaba en simples rumores, nadie podría juzgarlo por nada.

    —Bajé allí porque necesitaba conseguir unas cosas, y lamentablemente tuve que meterme dentro de aguas estancadas y... muy malolientes. —Arrugó el ceño, olisqueándose a sí mismo, y frunció la nariz—. Bueno, estoy seguro que puede adivinarlo sin que lo mencione.

    Acompañó su último comentario de una risa liviana, casi cantarina, cuando un chillido suave provino de su bolsillo. Chiasa había asomado por fin la cabecita, y Kohaku la invitó a subir a su antebrazo. Se la veía recompuesta tras el incidente en las cavernas.

    —Ah, esta es Chiasa. Suele gustarle conocer personas nuevas, y veo que usted no es la excepción, Minami-san.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Shukusha

    Además de Kagami, realmente no había podido conversar con mucha gente más. Hacía preguntas, recibía respuestas, y ya. Bastante básico y quizás hasta aburrido para una persona como ella, pero aún así había llegado hasta Tsu siguiendo el rastro del clan.

    Asintió ante la pregunta del muchacho.

    —Llevo aquí un par de días nada más. De hecho en la mañana pensé en ir allí, Kagami me habló de las catacumbas, pero al final cambié de planes. Supongo que viéndote a ti, fue una buena decisión.

    Volvió a reír y luego su atención la atrajo el chillido que provino del muchacho, se volvió de inmediato y sus ojos toparon con el animalito, en el antebrazo del chico.

    —Pero qué cosita tan adorable —respondió casi de inmediato y luego, con cierto aire infantil, agitó la mano como si saludara a la ardilla—. Hola, Chiasa.

    Continuó su camino y se detuvo a la entrada de los baños.

    —Bueno, aquí estamos. Tómate el tiempo que necesites para quitarte la peste de encima. —Soltó una risa nasal que no tenía nada de malicioso en ella, al igual que sus palabras no habían sido bruscas.
     
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Puerto (Mao; Kenzaburô)[​IMG][​IMG]

    El niño sonrió —Me lo puso mi abuelito— dijo muy orgulloso — y no es necesario ir a algún lado a buscarlo, allí viene—señaló detrás de dónde se encontraba Kenzaburo; ¿Aquel hombre era su abuelito?
    [​IMG]
    —¡KIBO!— gritó a un lado de Kenzaburo. Aquel hombre era enorme; con una musculatura poco usual inclusive para los jóvenes japoneses; su cabello era blanco, casi plateado y en sus brazos tenía tatuajes bien definidos. Portaba varias armas consigo, una gran colección. El hombre corrió a encontrarse con su nieto, el cual corrió hacia a su abuelo muy emocionado, siendo recibido con un abrazo, el anciano cargó a su nieto —¿Qué te he dicho de hablar con extraños? —dijo acercándose a Mao —Le he contado la historia de Urashima Taro y le gustó mucho, reaccionó a todo lo que decía— decía Kibo sonriendo, era un niño muy feliz —¡Oh! Ya veo, ¿Entonces se sorprendio de que la tortuga era una princesa?—preguntó Shiryu a su nieto quien asintió con emoción. El hombre miró a Mao, a pesar de parecer muy rudo se le veía contento —Has tratado bien a Kibo, eso lo agradezco— Kibo jaló de la barba a su abuelo para que le pusiera atención, a su vez señalaba a Mao con la otra —Nos invita a un espectáculo al Shukusha abuelito, hay que ir, por favor, anda —Shiryu suspiró mientras negaba —Kibo, sabes muy bien que la gente de la ciudad no es muy amable con nosotros— Kibo hizo un puchero y miró a Mao —Pero ella ha sido muy amable, la señorita Mao, ¿ Ahora estás viajando? ¿Eres Ryouma?—preguntó confundido —ella no fue mala conmigo— Shiryu volvió a suspirar, esta vez miró hacia Mao —Siempre he sido temido y tienen motivos para hacerlo; agradezco tu amabilidad con mi nieto pero tenemos que rehusarnos— dijo dirigiéndose hacia el comercio que estaba en el puerto; Kibo se aferró a su abuelo y se despidió con tristeza hacia Mao.

    El anciano abrazaba a su nieto con cariño —¿Esta vez no vas a alegarme?— Kibo negó— Cuando somos pequeños, debemos escuchar a los viejos. Cuando somos grandes, debemos saber respetar a los viejos, y valorar lo nuevo— dijo Kibo repitiendo las palabras que le había dicho Mao hace unos instantes. El anciano lo miró intrigado mientras Kibo señalaba nuevamente a Mao mientras se alejaban de ella —Ella me dijo eso abuelito— el hombre se detuvo y se giró para nuevamente observar a Mao; desde aquella distancia hizo una reverencia ante ella, al erguirse volvió a mirar a Kibo —Hoy he tenido muchos buenos encuentros Kibo; creo que estoy inspirado para contarte historias— Kibo sonrió nuevamente abrazando a su abuelo.



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    Casa abandonada (Takano; Kuroki; Misato)[​IMG] [​IMG]

    Exterior

    Takano detuvo Kuroki antes de que se fuera detrás de Takeda, no le dijo el por qué; simplemente lo hizo porque podía. Se giró a Misato quien ya se estaba preparando para el ataque; Misato atacó con velocidad hacia Takano quien recibió el impacto sin ninguna emoción, no porque fuera un mal ataque; pero para el no implicaba gran daño, Takano golpeó a Misato sin ningún arrepentimiento en el estómago, aquel impacto fue muy fuerte a pesar de que no estaba usando todo su poder de ataque —A este ritmo terminaré mucho antes de lo esperado, aprieta los dientes y aprieta el abdomen al recibir el impacto; ayuda un poco al dolor— sin separar la vista de Misato habló a Kuroki —También aprendes de observar una pelea —

    Pero algo sucedía en la calle; un hombre caminaba arrastrando los pies con mirada baja. Takano le indicó a Misato que pararan el entrenamiento; aquello le preocupaba, y se sentía responsable de ambos —¿Un yurei? —preguntaba acercándose al hombre sin reparo; Takano pecaba de valentía o de estupidez ante los eventos sobrenaturales— Tienes pies, no eres un fantasma; pero te comportas como uno— dijo hacia el hombre a quien picó con la katana enfundada para cerciorarse de que fuera corporeo, después trató de reconocer el rostro, creyendo que podría ser el mismo ladrón que se encontró en la madrugada junto con Ukita —tampoco eres ese ladrón—presentaba una delgadez muy notoria, cabello largo y desarreglado junto a ropas roídas, no portaba armas —Creo que estás muriendo— dijo Takano con la voz ténue de alguien que no expresaba mucha empatía—No eres un fantasma, no eres un ladrón ¿Qué eres?— esperaba a que el hombre contestara; pero notó un vacío en su mirada; así que se giró hacia Misato y Kuroki —Creo que debo liberarlo de su agonía— dijo sosteniendo su katana.

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    Estas estadísticas las puedes encontrar en el tema de personajes no jugadores:

    Takano= nivel 4
    Fuerza= 17
    Protección= 13

    (Takano te está entrenando así que el no tirará dados, sólo atacará y defenderá con los atributos marcados arriba)


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    Shukusha (Takeda; Ukita; Matsuda; Fuji; Daichi;Kohaku; Yuzuki; Hideyoshi)[​IMG][​IMG] [​IMG][​IMG]

    Kagami estaba abrumada al ver a tantas personas reunidas; aasí que recurrió a algo que solía hacer frecuentemente —¡SENEATSU!— gritarle a su hijo para que bajara a ayudarla. No tardó demasiado en hacerlo, de todos modos pronto era su turno de estar detrás de la recepción, al ser el recepcionista nocturno.
    —Lleva a los nuevos huéspedes a sus habitaciones por favor— dijo mientras aceptaba el dinero que le entregaba Takeda; Seneatsu les pidió que lo siguieran, perdiéndose en los pasillos.
    Kagami se quedó allí frente a Hideyoshi y Daichi —Cómo verás este sitio se vuele cada día mas famoso —mencionó principalmente hacia Daichi; después se dirigió a Hideyoshi —Me da gusto volver a verlo por acá; ¿Volverá a pasar la noche en nuestro establecimiento?—
    Mientras tanto algunos empleados avanzaban a una de las salas del Shukusha, diseñada para poder ver espectáculos pequeños. Miko pasó junto a ellos, se veía confundida pero alegre.
    A su vez un empleado fuera de los baños preperaba yukatas limpias para los nuevos huéspedes que seguramente deseaban asearse.



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    Mercado barrio antiguo (Suzume )[​IMG]

    El hombre se despidió de Suzume con alegría; le gustaba que visitaran su comercio pues ya estaba en decadencia, y que Suzume le comprara algo le dió un poco de esperanza.

    Mientras tanto Suzume se dirigió al Shukusha tintineando, y otro tintineo parecía ocultarse entre los ruidos que causaba Suzume; algo la estaba siguiendo, un escalofrío la hizo detenerse. Se escuchó una campanilla junto a uñas raspando en piedra, después sintió el roce de algo entre sus piernas lo cual la hizo brincar asustando a su atacante.
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    Para su fortuna, sólo era un pequeño gato el cual siguió el sonido que emitían sus zapatos; el gatito portaba un hilo también con una pequeña campanilla. Se detuvo a mirarla unos momentos, y al haber dejado de escuchar el tintineo el gato perdió interés y volvió a subirse por los tejados.
    Suzume podía volver al Shukusha en paz.



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    Santuario (Natsu)[​IMG]

    El hombre en las escaleras lo dejó pasar sin problema alguno, era momento de que la sacerdotiza viera a aquellos interesados en sus palabras. Aquel templo era sumamente extraño en su interior; grandes estatuas de un Dios adornaban el lugar.
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    —Has regresado— dijo la sacerdotiza, quien esperaba sentada al centro del altar, se le veía cansada —¿Quieres conocer el verdadero poder de Mara?—
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    Casa Feudal (Heya)[​IMG]

    Heya avanzó hacia la casa feudal mientras anochecía sobre él; los guardias en la entrada lo vieron confundidos —¿Te has perdido?— preguntó uno de los guardias tratando de ser amable con el niño. En esos momentos las puertas se abrieron ligeramente mientras una mujer salía de allí, la cual detuvo su mirada en Heya, observando su kimono y percatándose que estaba armado —No deben preocuparse, seguramente está perdido ¿Quieres que te escolte? Mi nombre es Kahia Aitoko, soy detective en el cuartel militar así que puedes confiar en mi— se acercó a Heya y se inclinó para mirarlo —No es bueno andar caminando con una katana por las noches cerca de edificios tan importantes ¿Estás buscando a alguien?—




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    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

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    Suzume (afortunado)

    Amaba a los gatos, pero el susto que le clavo aquel le sacó una palabrota que era seguro que buda se
    ofendió.

    Corriendo al Shukusa, entro por el portón y sin saludar a nadie de la multitud que se conglomero en la recepción, sonrió de medio lado... ese día si que habría publico. En su habitación encontró a Miko dispersa como siempre, nostálgica y pálida; agachándose a su altura le puso enfrente el balón de papel rosa, esperando de corazón que fuera de su agrado.
    [​IMG]
    Después de que ella lo tomara de sus manos, el solo se concentro en la bonita tela conseguida, y con su aguja comenzó a trazar las peonias para el espectáculo... de su cabello y maquillaje ya se encargaría después.

    Era hábil con aquello, los cinturones empezaron a tener forma, la tela era del rosa de una peonia verdadera, por lo que un furisode blanco bastaría, no tenían mucha ropa, Suzu lo había perdido todo cuando los Taira loo exiliaron, pero esos kimonos remendados eran su tesoro, y el jamas daría un espectáculo mediocre.

    -Ya veras Miko, hoy brillaremos como las estrellas en otoño, mas claras, mas altas...- quizá Miko no le prestaba atención, pero Suzu se sentía menos solo.

    [​IMG]
     
    Última edición: 31 Julio 2020
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  10.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Escritor
    ???

    El hombre se resignó ante la insistencia del joven y detuvo su penoso caminar por la calle. Lamentaba que su refugio provisorio fuera invadido de aquella forma y en un inicio intentó huir creyendo que lo buscaban, pero las ridículas preguntas que le hizo el samurai de los cabellos negros le confirmaron que ni siquiera sabía quién era. No obstante, cuando giró la cabeza para mirarlo a la cara, sus ojos habían cambiado por completo. Era lo más vivo que podía apreciarse en su cuerpo deteriorado por largos años de miseria, y de ellos emanaba una energía más filosa que la katana de cualquier samurái.

    [​IMG]

    ¿Qué soy? Una persona como cualquier otra, o lo que queda de mí —respondió con tranquilidad—. Incluso si lograras asestarme un ataque, ni eso lograría terminar con la agonía de mi alma, por lo que te pido que no te tomes la molestia.

    Buscó una piedra cercana, grande, y se sentó en ella. Era incapaz de sostenerse en pie por mucho tiempo. Sus ojos se volvieron a apagar por unos segundos, clavados en el suelo, pero volvieron a cobrar vida cuando alzó la cabeza para dirigir una mirada interrogativa a aquella persona, a la que no consideraba una amenaza ya. Notó que estaba acompañado por un niño albino y una joven de largos cabellos negros.

    Soy… Togashi. Sin más —se presentó, conteniendo una expresión de dolor, provocada por el hambre— ¿Ustedes quiénes son y qué los trajo hasta aquí? ¿De casualidad tienen algo de comer?
     
    Última edición: 31 Julio 2020
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    Kaisa Morinachi

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    Kobayashi Masuyo
    Mao "Ryouma"
    En el Puerto

    Estaba por formar una sonrisa ante el entusiasmo con el que él niño dijo quien le dio su nombre, pero se sorprendió al escuchar al pequeño decir que su abuelo ya estaba ahí. Entonces, una potente voz traspasó todo el puerto; y algo se reactivó dentro de Mao, en cuanto vio quien era portador de ese vozarrón; el abuelo del niño.

    El rostro estupefacto no era distinto al que uso con Kibo, cuando este mencionó "Sake", pero el sentimiento era completamente distinto. Sintió sus manos casi apretarse en un puño, pero se paralizaron sin poder lograrlo, mientras miraba tanto al señor como a Kenzaburo. "¿Qué te he dicho sobre hablar con extraños?" Y la pequeña chica desvió la vista al suelo, incapaz de siquiera tragar para eliminar el nudo en su garganta.

    Calma, calma... Pestañeó con lentitud, demostrando que no era una estatua, en cuanto sintió la presencia del viejo ante ella. El niño empezó a contar entusiasmado lo ocurrido... con bastante detalles, no podía culparlo. Mientras escuchaba el intercambio de palabras, Mao empezó a inhalar insonora, para exhalar de igual forma sin abrir la boca. Más pestañeos, con los ojos perdidos en el suelo del puerto, pero procesando la conversación que surgía frente a ella.

    "La gente de la ciudad no es amable con nosotros" Su rostro, lentamente, volvió a tener movimiento. Frunció el ceño arrugando su frente, pero la expresión no era de furia; más bien mostraba arrepentimiento, tal vez algo de angustia. No dijo nada, y mucho menos alzó la mirada, se quedó viendo el calzado de ambos. Apretó los dientes en cuando Kibo soltó sobre si era Mao o Ryouma, logrando cerrar los puños completamente. Entrecerró los parpados, alertada por la vista que empezaba aguarse.

    Asintió con lentitud a las últimas palabras del señor, entendiendo por qué no podían aceptar la oferta.

    Apenas notó que el viejo se volteaba para marcharse, miró de reojo hacia arriba, viendo como Kibo se despedía con tristeza. En una sonrisa algo torcida a ojos cerrados, Mao le devolvió el gesto con la mano, segunda acción que le costaba un montón en este día. Observó como partían con una seriedad distinta, amargada. Logró escuchar como Kibo repetía la frase que le dijo, y temió por como fuera a reaccionar el anciano... Una reverencia, a la cual Mao respondió con otra de 90° grados...

    Había estado bien, ¿no? Demoró en volver a erguirse por completo. Pestañeó un par de veces más, soltando algunas lágrimas insignificantes. Suspiró después con pesadez, destensándose de una vez por todas. Caminó completamente en silencio, con el ceño fruncido y los labios tensos en una linea. Al llegar al lado de Kenzaburo, su mano ya se encontraba aferrada al mango de su katana.

    —Me... Iré al Shukusha, Ke... Kenzaburo —dijo con algo de dificultad, a pesar de que su voz no tembló. Era la voz de Mao, aquella sin adornos ni exageraciones— Puedes acompañarme, harán una obra. Entiendo si prefieres no hacerlo —Una leve sonrisa se coló en su severo rostro, para luego dirigirle la mirada a su maestro.

    A su propio viejo.

    >>No te agradan tanto las multitudes, ¿verdad? —comentó sonriéndole compasiva, para luego volver su vista a los callejones—. Cuídate, nos vemos al amanecer, espero.

    Y siguió su camino, sin esperar respuesta de Kenzaburo. Si iba estar el compañero de Miko, y quién sabe cuantos más mirones, era preferible que alguien como él no se presentara.


    Kobayashi Masuyo
    Mao "Ryouma"
    Camino al Shukusha.

    Tatuajes, armas, montón de años encima y aun así, un cuerpo formidable. Le daba y le daba vueltas, recordando las sonrisas de Kibo. Se sentía afortunada de haber conocido primero al pequeño, y luego a quien cuidaba aquella sonrisa. Ryu... Se sentía estúpida, ingenua y muy, muy diminuta. La abismal diferencia de poder era palpable con solo verle los ojos, con el cuerpo su mente simplemente se bloqueaba. Quienes habían probado el filo de su katana, y no vivieron para contarlo... con suerte le llegaban a los talones a Kenzo.

    Ningún guerrero de verdad, simples bandidos que tenían más huesos que carne, junto a una mente incapaz de procesar algo; esos era a quienes había logrado derribar, porque con suerte se sostenían así mismos. Y cualquiera que en verdad significara un peligro... de esos se encargaba Kenzaburo.

    El abuelo de Kibo no solo demostraba una solemne fuerza; mentalmente seguro era mucho más... Le dolía caer en cuenta lo lejos que estaba de apropiarse del nombre "Ryouma"
     
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  12.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Natsu Gotho
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    El frío recorrió su nuca, tal cual instinto al dar el primer aviso de que el ambiente se tornaba un poco hostil. Sus filosas pupilas ámbar se deslizaron por el rostro pálido, y quizá amoratado de la sacerdotisa, como si aquella niñita rosa se hubiese disuelto en el olvido.

    Comenzó a pensar.

    ¿Retirarse? El escepticismo lo mantenía de pie, apaciguando lo que su olfato dictaminaba como una situación poco recomendable de continuar.

    —¿Obtendré algo a cambio al conocerlo? —se atrevió a preguntar, manteniendo sus manos en los bolsillos.

    El interés de obtener un privilegio era algo particular que lo hacía continuar.

    Sin embargo, su mirada jamás se apartó de ella al no disolverse aquel ambiente extraño. Acorralarla, en caso de presentar amenaza de ser descubierto como perteneciente a un clan profanado; cortarle el cuello, en caso de estar amenazado de muerte, se mantenía entre sus planes, como finas fichas de Shögi, el cual le enseñó a jugar el viejo desde temprana edad, se removían en su cerebro.

    —Te ves pálida... —aquello lo soltó como una fina mofa, al hacer referencia en que él, no esperaba verse como ella.
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Con un movimiento agraciado asesté el primer golpe a Takano, pero este inmutable y estoico como un fuerte árbol recibió el ataque. Su respuesta no tardó y en un segundo pude sentir su puño el cual hizo escapar un chillido, no cabía duda era un maestro del combate debí esforzarme más...mucho más.

    ¿Desde cuándo en este Dojo aceptamos niñitas? Vamos quiero ver a la "guerrera" que detuvo a esos bandidos...si es que en verdad existe.

    Frunci el entrecejo al recordar aquellas palabras, aún haciendo eco en mi mente, viejas memorias...siempre, siempre demostraba que no era ni sería alguna moda de clase inferior. Canalice el dolor en una sonrisa desafiante, mis ojos no perdían de vista los de Takano ¿Pensaba que podría acabar rápido? Nada de eso, cada segundo aceleraba mi respiración y mi puño estaba listo para su mejor golpe.

    —Oh tranquilo...—dije con voz serena y gentil—aun tengo mucho que mostrarle—añadi con una voz algo más fría...fría por un creciente orgullo que amenazaba con tomar el control...dictando así la hora del contra ataque.

    —¿Uh?—

    Por supuesto algo ocurrió, Takano dio la orden de detener la práctica ¿Y ahora que? Repare entonces en la imagen de un extraño sujeto demacrado deambulando cual Yurei, desvíe la mirada algo molesta...justo ahora que estaba por demostrar mi habilidad pero un inoportuno incidente se manifestaba, vaya ridiculez.

    No...era hora de relajarme, un pesado suspiro escapó de mi boca apartando cada voz del pasado que nublase mi juicio y entorpeciera mi formación guerrera. Una vez relaje mi mente abrí mis ojos centrando mi vista en el particular sujeto cuya vida estaba por desaparecer Takano parecía tener la idea de ¿Matarle y acabar su agonía?

    —¿Pero estás seguro de...que no tenga oportunidad de...?—intente cuestionar la decisión del maestro, por un lado sentí pena por aquel pobre hombre pero la posibilidad que fuese su hora final...no podía descartarla como un triste hecho.

    —De verdad ¿Esta bien?— inquiri al extraño mientras me acercaba y le observaba con suma preocupación odiaría verle morir sin más nada que hacer.

    Pero justo a tiempo el sujeto reacciono, una penetrante mirada le tomo desprevenida, logrando incluso que tomase el mango de mi katana. Pero el vagabundo no representaba riesgo alguno,de momento.

    Togashi...con aquel simple nombre se presento, según lo último que añadió había pasado días sin comer algun bocado.

    —Mi nombre es Aoyama Misato— me limité a presentarmé aún mirándole desconcertada, no sabíamos de que vieja y lejana aldea provenía el enigmático viajero pensé mejor dejar a criterio de Takano y esperar ayudarle en algo de ser posible.
     
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  14.  
    EN Auditore

    EN Auditore La Hermandad de Asesinos

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    Daichi Nishimura

    [Shukusha]

    —Peculiar...—me dije, acariciando con suavidad mi barbilla, analizando todo lo que salía de la boca de la señora Kagami. Aquella señora era una pequeña masa de energía infinita que no paraba de hablar y dar detalles. Estuve a punto de detenerla por un momento, pero con rapidez comenzó a dirigirse hacia el chico de la máscara y luego hacia otros vistantes que aparecieron de repente. "Tiene sentido, ya se va haciendo tarde...", me cuestioné, buscando respuesta al repentino bullicio de las personas y la multitud que entraba. La escuché hablar sobre la "Sacerdotiza de la muerte", parecía que realmente era un tema bastante discutido últimamente, pero loo que dijo a continuación fue lo que más llamó la atención.

    —Los rumores parecen ser cada vez más reales...—aquello último lo susurré para mi, para poder escucharlo y procesarlo en mi cabeza. Mis ojos se perdieron por un momento en el infinito, parece que realmente hay un grupo o clan rebelde. Mi mente se repasó las viejas palabras de mi padre: "...las insurreciones son las respuestas del pueblo ante la maldad infecciosa de un regente y su sistema de gobierno inepto y ambicioso, Daichi, tú como Samurai, tendrás que elegir entre ser el símbolo de los granjeros que mueren de hambre y por la peste o ser leal a un ideal corrompido... Y yo, como tú padre no he criado a un soñador, observa a través del velo de mentiras políticas, ve a los ojos y reconoce el honor...", mi mente se volvió a conectar al presente. Recién ayer se había dado cuenta de todo esto, podía sentir como si se avecinara una tormenta, por alguna razón sentía como si tuviera que elegir pronto.

    Continué sumido en mis pensamiento, escuché la voz del chico a lo lejos, sacándome levemente del trance. Asentí con la cabeza a lo que sea que haya dicho, como quiera lo esperaría. Se marchó con una chica que apareció de la nada. Luego la señora Kagami mencionó el problema con los ladrones.

    —¿No hay nadie haciéndose cargo de la criminalidad en la prefectura? ¿Un guardían o la guardia imperial? —cuestioné ligeramente, por supuesto, en el norte de dónde venía, esos brotes esporádicos de bandidos y criminales de poca monta, solían ser extinguidos por la intervención de mi padre, por eso, me parecía extraño que la señora lo mencionara de manera tan relajada, en otros tiempos, en otro lugar, estaríamos dando caza a aquellos que se atrevían a despojar de sus pertenencias a granjeros y pescadores. Nuevamente, mis ojos de dirigieron hacia las personas que llegaban.

    "¡Aquí hay algo que no estoy viendo!, tanto flujo de personas no es normal...", me cuestioné casi con un grito en mi cabeza, observandoles ligeramente el rostro. Podía sentir como mis músculos se tensaban ligeramente y una gota de sudor frío bajaba por mi espalda. "Respira...", suspiré, relamí levemente mi labio inferior para intentar sentirme en sintonía conmigo mismo y saqué todo el aire de mis pulmones. Sonreí ligeramente hacia la señora.—Me alegro que su negocio vaya tan bien, ¿sabe de dónde vienen algunos de ellos?—pregunté intentando sonar desinteresado, intentando no fijarme en sus ojos, las palabras sobre honor de mi padre resonaban como ecos lejanos.
     
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    John Whitelocke

    John Whitelocke Usuario popular

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    Hideyoshi Soga 曽我秀吉

    En el Shukusha

    — Sí, ese mismo es el caso.

    Hideyoshi contestaba a Kagami sin perder la oportunidad de apreciar el extraño color de la luna. La noche era profundamente oscura y la luna se volvía opaca entre el infinito.

    Mientras se alejaba dentro del shukusha a un sitio apartado del mismo, pudo notar que un anciano de buen andar y compostura lo seguía, a lo cual no le dio demasiada importancia en un principio. Se sentó en un rincón, el cuerpo le dolía, había sido un día estresante y emocionante.

    El anciano se sentó a su lado.

    "Si no fuera por mis firmes creencias budistas, diría que este es un onryō de algún Taira que busca vengarse por anticipado". El pensamiento lo hizo reír, pero por un momento Hideyoshi se cuestionó su odio por el sintoísmo.

    "¿En qué momento decidí ser budista? ¿en qué momento decidí odiar el sintoísmo? Yo nunca... yo de hecho...". La propia idea de cuestionarse sus creencias y cosmovisión lo ponían de los pelos. Había sido un excelente día pero estaba a punto de terminarlo de mal humor. Tomó el cuenco de madera que se había traído con un poco de agua fresca, y se lo bebió. Luego posó el cuenco sobre su regazo. "Hace un instante estaba lleno... y ahora está vacío", por alguna razón esa idea lo perturbaba; pero nada lo perturbó más que esa voz: el anciano que se sentó a su lado le habló, luego de mirarlo con ojos alicaídos, y decirle unas pocas palabras que eran como susurros en el silencio del pasillo. El bullicio del shukusha parecía haber quedado lejos, ahora eran ellos dos, un hombre adulto como Hideyoshi y un anciano mestizo, con rasgos orientales pero con el cabello claro y los ojos apenas rasgados, pero lo suficiente como para pasar por japonés.
    Mientras observaba sus rasgos y oía su voz los recuerdos regresaban y como si el agua del cuenco hubiera tenido un efecto sobre su memoria pudo entonces recordarlo.

    "Hace unos días mientras me dirigía hacia Tsu, pude hablar con el sobrino de este hombre. Fue entonces cuando la pregunté por mi viejo amigo, su tío, para poder reencontrarnos. Le dije que estaría en Tsu un breve tiempo, que allí podría encontrarme si quería ir a verme, o que si ya no estaba ahí podría empezar a seguirme el rastro a partir de lo que dejara en el camino. Le dije que me gustaría contar con él, con su experiencia y su información. Y aquí está..."

    El hombre era un anciano de 69 años, con un castaño cabello claro del cual los japoneses desconfiaban hasta que percibían sus facciones orientales en su rostro. Era uno de los pocos hombres de esta tierra que conocía Occidente, había estado en el Asedio de Lisboa en el año 1147, y lo conocieron como el hitokiri del oeste. De padre español y madre japonesa, conoció dos mundos, y era fruto de dos mundos, pero decepcionó a su padre el día en que decidió permanecer en este islote para pasar el resto de sus años. Su increíble historia atraía viajeros y personas importantes que apreciaban sus relatos, por lo que se convirtió en fuente de mucha información y contactos.

    "Es verdad que pregunté por él pero tampoco tenía la certeza que vendría. Me pregunto, ¿qué tendrá para contarme que ha venido hasta Tsu?"

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    Última edición: 1 Agosto 2020
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Shukusha

    Asintió animado ante la decisión de Yuzuki de no ir a las cavernas, y luego su expresión cobró algo de seriedad.

    —Si en algún momento baja ahí, le recomiendo no hacerlo sola, Minami-san. Puede ser peligroso para una señorita como usted.

    Bueno, había sido peligroso incluso para dos hombres. No quería imaginar a aquella joven en las cavernas, sola y desprovista de defensa.

    Chiasa chilló con alegría cuando Yuzuki la saludó y Kohaku no opinó al respecto, solo ensanchó su sonrisa y guió a la pequeña ardilla hasta su hombro. Ésta fue observando todo con amplia curiosidad y el muchacho sólo esperó que no se le diera por desaparecer y hurtarle algo a alguien. Cuando llegaron a los baños, se giró hacia Yuzuki y se inclinó con ambos brazos a los costados del cuerpo.

    —Muchas gracias por su asistencia, Minami-san. Ha sido muy amable, y fue un placer conocerla.

    Su broma le causó gracia y rió a la par que ella, desapareciendo luego dentro del recinto. Lo recorrió de punta a punta, y una vez se supo solo, le permitió a Chiasa bajar y fue deshaciéndose de su ropa maloliente. Lo último que se quitó, así como había hecho en el pozo del santuario abandonado, fue la máscara. La observó prolongados segundos antes de depositarla en una pila, junto al resto de sus cosas. Esperaba no tener que estar mucho tiempo sin ella.

    Luego, se aseó. El agua tibia le revitalizó los músculos agotados y se cepilló bastante el cabello color cielo, quitándose todo rastro de suciedad. Cuando se envolvió en la yukata, Chiasa trepó hasta su hombro y se acomodó en la curvatura de su cuello. Kohaku le rascó la cabecita y ella pareció contenta al respecto.

    —Bueno... —murmuró, soltando el aire con pesadez—. Tenemos que salir, pequeña, ¿verdad?

    Le sonrió y la ardilla chilló, ajena a la clara tristeza que danzaba en los labios del muchacho. No estaba listo, no lo estaba para nada, siendo honestos.

    —Chiasa —llamó a su compañera, quien lo miró atenta, aunque en realidad... su corazón se dirigiera a su hermana—. ¿Cuántas veces me reprochaste que anduviera día y noche con esa máscara? Me pregunto qué dirías si... me vieras ahora. ¿Estarías contenta? ¿Entenderías... el miedo que siento?

    Selló sus labios, incapaz de mantener firme su tono de voz, y tomó una amplia bocanada de aire cuando deslizó la puerta del baño y salió al jardín exterior. Chiasa se acomodó dentro de su bolsillo, bastante dispuesta ya a dormir, y la dejó estar. Las linternas brillaban tenues, meciéndose al compás de la brisa, y Kohaku inhaló el aire nocturno al sentir su caricia en el cabello.

    Tan extraño.

    Bueno, no tenía idea cuándo le devolverían su ropa así que... sólo quedaba preguntar. Se acercó hasta la recepción, recorriendo el camino que había realizado junto a Minami-san, y se dirigió directamente a Kagami. La habitación estaba repleta de gente y reconoció por el rabillo del ojo a los miembros de su clan, pero no pudo dirigirles la palabra o acercarse a ellos. El corazón le latía con fuerza y quiso huír de allí.

    —Kagami-san —farfulló, pestañeando con fuerza; Dioses, estaban viendo sus ojos—. ¿Cuánto tardarán en asear mi ropa? A-ah, no es que haya algún apuro, tan sólo... me gustaría saber.

    my poor anxious bby sin su máscara *sobs*

    also me da gracia que no vayan a reconocerlo y piensen que sólo es un huésped del hostal y ya JAJAJA
     
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    Zero

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    Tanaka Heya
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    Responder negativamente seria meterse en problemas. Responder de forma afirmativa seria renunciar a volver... O volver actuando un papel que no estaba seguro si podía interpretar. En ese momento la mujer se presentó como detective y se ofreció a escoltarme. Olía a problemas, pero Heya decidió responder con la verdad después de que mencionara su arma. Si hubiera querido lo hubiera arrestado hace rato.

    -Estoy perdido en el sentido de que no sé a dónde ir, pero estoy bien orientado, creo-dijo haciendo un gesto de agradecimiento con las manos -M-mi nombre es Heya. -Dudó un momento antes de dar media vuelta para volver sobre sus pasos, a la vez que bajó su tono de voz- Estoy buscando a mi hermano, debería estar en esta ciudad...al menos en esta prefectura. No creo que el cuartel militar tenga tiempo para buscar niños perdidos, y si lo tuviera ¿debería venir de día?-dijo a modo de broma. A pesar de todo, tenía cierta incomodidad. Si mencionó su ocupación para convencerlo de que podía confiar en ella, significaba que debía confiar en el cuartel.
     
    Última edición: 1 Agosto 2020
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Casa abandonada (Takano; Kuroki; Misato; Togashi)[​IMG][​IMG][​IMG]

    Exterior

    Takano escuchó las palabras de de Misato, el quería seguir entrenando con ella pero aquel hombre había interferido —No tengo nada de alimento conmigo— dijo con fastidio, trató de calmar sus palabras crueles recordando los regaños de su líder y comenzó a caminar hacia él. Parecía estar analizando la situación, rodeaba a Togashi como si fuera un carroñero esperando que su presa muriera, se agachó a mirarlo y tomó sus manos, sintió las asperezas de manos entrenadas en armas; las soltó inmediatamente ante la confusión de Togashi, después se incó frente a él mirando sus alrededores con cuidado —Veo que tienes entrenamiento; pero dudo que puedas demostrar tus habilidades con ese cuerpo tan débil, mucho menos sin una katana— lo miró fijamente —Somos parte del clan Minamoto— dijo tajante a sorpresa de los presentes —Has interrumpido un importante entrenamiento, y por ello estoy de mal humor; así que tienes dos opciones, la primera es simple y sé que la elegirás sobre la segunda. Esta opción es unirte a nosotros, necesitamos personas dispuestos a pelear en nombre del líder del clan, no te puedo asegurar alimento y techo, hemos perdido a quien nos podía solventar algo de alimento diario— golpeó sus rodillas —La otra es morir ¿Qué dices?—



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    Shukusha (Takeda; Ukita; Matsuda; Fuji; Daichi;Kohaku; Yuzuki; HideyoshiMaoSuzume)[​IMG][​IMG] [​IMG][​IMG][​IMG] [​IMG]

    Suzume entró al Shukusha y se dirigió a su habitación donde encontró a Miko, recibió el regalo con sorpresa y una sonrisa en su rostro, Miko no era una mujer tan joven como Suzu; pero tampoco tan grande como Kagami; al sonreir se podían notar unas leves arrugas en la comisura de sus labios, sus ojos se iluminaron como si aquel objeto la hubieran transportado a tiempos mas gratos para ella. Pronto sería el momento de su espectáculo junto a Suzume.

    Takeda entró a la habitación que le asignó Seneatsu; su plan era poder tomar un baño para después poder dormirse, antes colocó aquel kimono con la flor azul bordada debajó de aquel futón para ocultarlo, quería lavarlo pero no expondría la seguridad del clan por ello, así que mientras lo escondía decidió relajar un poco su vista cansada; el futón era tan suave y acojedor que no pudo contenerse a recostarse encima, hace años no se recostaba en algo tan delicado; así que fue inevitable, se quedó dormido tras días sin poder hacerlo como era debido.

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    Fuji y Matsuda compartieron la habitación mientras Ukita se dirigía a la propia. Matsuda fue el único que decidió salir a tomar un refrescante baño, llevaba días sin hacerlo y olía fatal; se dirigió hacia dónde el recepcionista le había indicado dónde estaban los baños; allí dejó su ropa sucia en un cesto para que fuera lavada mientras se abalanzó a las aguas tibias del baño, no eran aguas termales pero aquello era demasiado refrescante; disfrutó aquel momento para si mismo, no pensaba salir de allí en un tiempo.

    Kagami se dirigio a Daichi nuevamente; pero miraba al anciano que acababa de entrar, lo miró extrañada hasta que se limpió su nariz de manera obscena, lo que hizo que Kagami negara con asco y volviera su mirada a Daichi —La guardia en Tsu últimamente parece ocupada en otros asuntos, no prestan atención a su pueblo, creo que sólo quieren impresionar a otras personas en lugar de tratar de mantener a su gente feliz y segura— bufó molesta —Seneatsu fue víctima de robo hace dos lunas, y aún no han resuelto nada, y no lo harán —Miró el movimiento del lugar, era mucha gente —A decir verdad siempre asumo que todos son viajeros o vienen por el espectáculo; pero un par de ellos llevan mas de dos días aquí, a estos que acaban de entrar no los había visto jamás, seguramente van de paso. No conozco sus historias, nadie ha querido contarme demasiado de ellos ¿Qué es de ti? ¿Me contarías algo de ti y tu presencia en este establecimiento? — decía Kagami aun sin entender si Daichi buscaba un lugar dónde pasar la noche o si quería pagar por el espectáculo que pronto se llevaría a cabo.

    Después de un rato un joven de cabello azulado se colocó frente a Kagami, preguntando de su ropa, asumió que era aquel muchacho cubierto de fango terroso —No debes preocuparte cielo; si vas a tu habitación uno de mis empleados golpeará a tu puerta para dejártelo extendido en tu habitación cuando la limpieza termine; suelen tardar un poco, y cómo venía tu ropa seguro tardarán aún mas. Si no hay nadie en tu habitación ellos entrarán y lo dejarán allí sin problemas— lo miró y sintió que aquel muchacho se sentía avergonzado; Kagami era sumamente chismosa y por lo cual era muy observadora —Ya veo...—dijo mientras le indicaba algo a uno de los empleados que corrían de un lado a otro para arreglar para el espectáculo; tardó unos momentos en volver a aparecer con una máscara de zorro, un elemento clásico del teatro, el cual le entrogó a Kagami y ella a Kohaku —...puedes devolvérmela después—

    Por último Kagami observó a Mao en la entrada —Bienvenida; el espectáculo está a punto de empezar; me ha dicho Seneatsu que te ha invitado junto a los otros dos, así que pueden disfrutar del entretenimiento—



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    Santuario (Natsu)[​IMG]

    La mujer rió ante aquel último comentario de Natsu —Perdonarás mi apariencia, tuve un encuentro por demás interesante; mi cuerpo pagó los estragos de mi confianza en el poder que me había otorgado Mara, no fue suficiente para desviar el camino de ese ser despreciable— sonrió —Debo dar mas sacrificios para poder ser digna ante Él— señaló la estatua central, mostraba al Dios, una criatura de cuerpo gordo con piel roja con semblante iracundo, tiene tres ojos y seis brazos. Una corona de cráneos humanos rodea su cabeza en compañía de serpientes —Tú has venido aquí, sin miedo; Mara se alimenta del miedo, por lo que tú eres un ser digno de su presencia, es por ello que los demás habitantes de Tsu no merecen sus dones, en cambio...— miró a Natsu —... tú podrías ser un nuevo hijo del Dios, al ser parte de él obtendrás poderes que sólo pueden imaginar los mortales, si crees que eres lo suficientemente valiente, colócate frente a su estatua para recibir su bendición—



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    Casa Feudal (Heya)[​IMG]

    Kahia lo miró confundida —Entonces estás de suerte al encontrarme aquí pequeño, y si es nos concierne la desaparición de un ciudadano; si me dices la historia de la desaparición de tu hermano tal vez pueda esclarecer tus dudas, soy la mejor rastreadora en Tsu, si tu hermano está en la Ciudad seguro lo encontraré —dijo con confianza, a su vez no quería perder de vista al joven Heya, estaba llena de desconfianza últimamente y cualquiera que pudiera representar una amenaza, ella lo observaría con cuidado —Será mejor que vengas conmigo al cuartel, cada segundo es vital para encontrar a alguien desaparecido, no debemos esperar hasta el amanecer para movilizarnos—
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  19.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Kobayashi Masuyo
    Mao "Ryouma"
    Dentro del Shukusha

    —Buenas noches, señora —respondió Mao apenas llamó la atención de la encargada, entrando con suavidad al lugar, para hacer una reverencia de 90°. Al volver a erguirse, observó con seriedad la espalda del chico frente a la recepción... Ese cabello... Era Kohaku, ¿no? ¿Se había quitado la máscara?

    La pequeña se acercó sin quitar la mirada de Kagami, pero evitando en todo lo posible visualizar la del chico. Quedó al costado de Kohaku, para luego sonreírle a la dueña del local, mientras apuntaba con el pulgar a quién tenía al costado.

    —Él es uno de ellos, Kohaku creo que se llamaba. En la noche anterior, descubrimos que era el escolta de quien Fuji y yo llegamos buscando. —Mao volteó hacia Kohaku, con una sonrisa a ojos cerrados, impidiéndose ver el rostro del mayor—. ¿No es cierto, chico?...—Y de a poco volvía a voltear su rostro al suelo—. Me vine a disculpar por parte de Kenzo y tuya en la mañana —Con la cabeza gacha, volvió a abrir los ojos—, ahí nos ganamos este acto de gratitud; por disculparnos y devolver la cajita musical. Así que ya sabes, Kohaku—kun; si te apetece, podemos ver juntos el espectáculo.

    Luego volteó a ver nuevamente a Kagami.

    >>Disculpe... ¿Cree que tenga algo de comer para ofrecerme? Estoy hambrienta —dijo sonriendo levemente, manteniendo cierta frunción en el ceño.
     
    Última edición: 1 Agosto 2020
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa
    Shukusha

    Atendió a la respuesta de Kagami mientras su cuerpo se destensaba ligeramente. Perfecto, sólo tendría que ir a su habitación y descansar hasta que le entregaran su ropa limpia. Sonaba sencillo y, con esa idea en mente, recibió además la máscara de zorro. La observó largo y tendido, justo como había observado su propia máscara en los baños. Agradecía de todo corazón las intenciones de Kagami, aunque... no se sintiera del todo correcto.

    Estuvo a punto de agradecerle cuando una voz que muy bien reconocía se abrió paso sobre el silencio de la estancia, desde su espalda. Todo el cuerpo de Kohaku se tensó y sus manos, aferradas fuertemente a la máscara de zorro, se congelaron donde estaban. No fue capaz de articular alguna idea coherente ni salir huyendo de allí, solamente... se estaqueó al suelo. Kagami conversaba junto a Mao, pero Kohaku no las escuchaba en verdad hasta que oyó su nombre en boca de la pequeña. Sus ojos, entonces, viajaron con cierto temor hacia la niña y... los abrió grandes, incrédulo.

    No lo estaba mirando.

    Mantuvo su vista sobre ella casi de forma descarada, pues no lograba creer lo que estaba ocurriendo. Una sensación cálida le bañó el pecho, expandiéndose lentamente por el resto de su cuerpo, y logró descongelarlo. No supo desde cuándo estaba sonriendo y sus ojos, si Mao los hubiera visto, destellaban tiernos y fugaces con una ternura infinita.

    Un suspiro imperceptible brotó de sus labios y se ató la máscara de zorro tras la nuca. Poseía un olor y una forma tan atípicas; era fría e incómoda. Pero quería tratar con Mao como siempre lo habían hecho.

    —Claro —aceptó a su invitación sobre ver el espectáculo, su voz suave salió amortiguada por la máscara que le cubría el rostro completo—. Me encantaría, Ryouma-chan. ¿Cuándo es que comienza la presentación, Kagami-san?

    Luego, con un cariño casi fraternal, se volvió hacia Mao e inició conversación.

    —Apenas nos hemos cruzado hoy, ¿verdad? ¿Qué tal estuvo tu día?
     
    Última edición: 1 Agosto 2020
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