El espejo estaba roto pero igual se miraba. Contemplaba su figura entre los trozos de vidrio como si fuera la primera vez y le costaba comprender cómo todo aquello no lo había visto antes. Mil manos ensangrentadas se asomaban desde aquel otro mundo que observaba como ajena y no comprendía que todas y cada una de esas manos correspondían a la suya, pero en el fondo no quería admitirlo, porque hacerlo sería admitir todo el resto del cuadro. Sin embargo era difícil de negar cuando sentía el dolor en su mano como si fueran esas otras tantas que ahora bajaban para apoyarse en el lavabo, porque las fuerzas le flaqueaban. ¿Cuánto tiempo llevaba en tales condiciones? Quién sabe, pues no fue de golpe que lo notó. Se lo dijeron primero sus padres y ella no les quiso creer; luego se lo repitieron sus amigas, a las que comenzó a alejar de a poco, porque no soportaba que le mintieran así; finalmente, cuando parecía que todo el mundo intentaba convencerla de algo que para ella no eran más que insensateces, se desmayó un día y despertó en la clínica y conectada a un suero. Desde entonces que alguien la trata de convencer todos los días y de a poco se ha ido creyendo lo que antes otros le dijeron y, entonces, de a poco comenzó a verlo, a sentirlo bajo su piel y aquella mañana no pudo negarlo ante el espejo que la apuntaba, le decía que observara la verdad inefable e irrefutable de su cuerpo y, apenas soltó el llanto, una energía se liberó desde dentro y arremetió contra el pobre espejo, sin embargo esas energías parecían ser las últimas. La enfermera, que venía llegando, al ver la puerta del baño abierta, se acercó a inspeccionar y corrió a llamar al doctor inmediatamente al ver su esquelético cuerpo cubierto en la bata del hospital y sobre el piso del baño con la sangre que manchaba las baldosas blancas.
Ese mal es tan... Consume todo, y es difícil llevarlo. Afecta tanto que quien lo padece verdaderamente tiene una visión distinta de sí mismo en comparación al resto, no es un pensamiento para ellos, es una realidad. Es así como va ésto eh, en fin. Saludos.
Ay sí, es tan triste cuando alguien vive esta situación o condición. Es por demás que se les diga algo. No hay persona que les convenza de que están mal, porque el espejo les muestra lo contrario. Como siempre, una manera muy interesante de mostrarnos una realidad que en estos días abunda. Saludos.
Este relato me ha tocado la fibra sensible -como todos tus relatos, en realidad, je-, en especial porque la anorexia/bulimia siempre me ha parecido un tema muy delicado y me ha causado siempre curiosidad leer sobre ello y así. Muchos somos los que pensamos que este tipo de trastornos vienen de más allá que del propio individuo, que es el entorno el que te provoca eso, pero claro, tu mente es débil y quizás, más flexible que la de otras personas y por eso acabas así. Cuando empezaste con la imagen de ella viéndose en el espejo roto, ya me dio la sensación que iría sobre este mismo tema, no sé, lo supiste encauzar sugiriéndolo, pensé en eso o en alguien que se veía después de descubrir que había sido maltratada, que si bien es un tema muy diferente, tiene cierta similitud, porque hay algo psicológico que te aferra a algo y no te deja ver la realidad. Me ha parecido hermoso, un buen trabajo.