Tres murciélagos en Central Park

Tres murciélagos volaban por encima de los árboles de Central Park. El parque solía estar bastante habitado durante el día, por neoyorquinos y por turistas, corredores y fotógrafos. Pero durante la noche, los árboles, ya casi sin hojas por el fin del otoño acercándose, se limitaban a dar "refugio" a los vagabundos que mejor se sabían esconder de los guardaparques.

Esos tres murciélagos eran de hecho tres vampiros hermanos: Ashley, Helen y Lionel.

Estos hermanos en particular no eran muy parecidos. Los tres tenían la piel pálida como la nieve, pero sus penetrantes ojos capaces de obligarte a obedecer su voluntad eran de diferentes colores; los de Ashley amarillos, los de Helen marrones y los de Lionel azules. El cabello de Ashley era corto, ondulado y negro como la noche menos iluminada posible; el de Helen era aún más rizado, más largo y color marrón, como sus ojos; y el cabello de Lionel era rubio, peinado estrictamente hacia atrás.

—Ah— suspiraba Lionel, habiendo abandonado su forma de murciélago, sentándose en lo alto de las ramas de un árbol. —¿No es maravilloso el festín que nos podemos dar en Nueva York? Muero por clavar los dientes en algún indigente enfermo.

—Eh, Lionel— le sonrió Helen, imitando a su hermano al sentarse sobe otra rama del mismo árbol. —No todas las noches tienes que estar buscando darte un festín. A veces tienes que venir y disfrutar del paisaje.

—Por amor a la luna, Helen— dijo Lionel poniendo los ojos en blanco. —Pudiendo haber asesinado a un idiota de Translvania con una estupenda salud, ¿me arrastras a Nueva York por el paisaje?

—Vamos, hermano— le miró Helen con mirada de cachorrito. —Si no hubieramos cometido una masacre considerable apenas ayer en Minnesota, porque tú elegiste esa ciudad en tu turno de ayer, nos habría llevado a Toronto a pescar algunos tontos— se rió.

—Por algo tenemos nuestro sistema de turnos— habló Ashley, acomodada en las ramas del árbol frente a ellos. —Además, ¿volar de Minnesota a Transilvania? Claro que no.

Lionel era quien más representaba a un vampiro de pies a cabeza y de adentro hacia afuera. No solo tenía una apariencia que, si bien algún humano podría imitar, nunca podría alcanzar; también era el más despiadado de ellos tres, capaz de matar aunque no necesitara alimentarse, y siendo brutal a la hora de masacrar humanos y otras bestias.

Helen rara vez mataba por diversión, pero cuando lo hacía se divertía en grande, tanto o incluso más que Lionel. Aún con su piel de muerta, su aspecto era casi humano, y de vez en cuando lo aprovechaba para no tener que cazar realmente ninguna presa, sino solo llamar un poco su atención.

Ashley era la más joven. A pesar de que sus ojos de un color propio de alguna bestia, tenía ideas extrañas para ser un vampiro: Prefería alimentarse de la sangre de animales y tan solo quitarle la vida a humanos que parecían pedirlo a gritos de alguna u otra manera.

Y ahí estaban los tres vampiros, disfrutando la vista de Central Park por la noche. Todo era paz y tranquilidad, hasta que oyeron unos callados gritos de auxilio y otra clase de gritos nada corteses, junto con gemidos de dolor y otra clase de gemidos bastante desagradables.

—Reconozco esos aullidos— gruñó Ashley.

—Yo también— suspiró Lionel con rabia, aunque con mucho menos euforia que Ashley.

—A mí me suena a trabajo de equipo— dijo Helen bajando de un salto del árbol, caminando hacia el sitio de donde provenían los "aullidos".

No uno, sino dos sujetos estaban abusando sexualmente de una chica en uno delos rincones más alejados de la civilización y la vigilancia que había en Central Park.

Y sí, trabajo en equipo.

—¡¿Qué están haciendo?!— gritó Helen "corriendo" hacia aquellos bastardos, los que se rieron justo antes de que uno de ellos caminara hacia ella.

—¿Quieres unirte a la diversión, cariño?— preguntaba mientras se acercaba, cuando de pronto Ashley saló de detrás de un árbol, interponiéndose en su camino.

—Sólo si puedo unirme también— dijo sonriendo y parpadeando como idiota, dejando al verdadero idiota delante de ella todo confundido.

—Humm...— empezaba a balbucear él cuando oyeron gritar al segundo bastardo, el cual ahora estaba siendo sostenido en alto del cuello por Lionel.

—Hay que equilibrar eso de tes chicas y dos chicos, ¿no?— dijo Lionel, pero sin sonreír, hipnotizando con sus ojos azules al otro idiota para que se quedara ahí parado.

Ashley era la que estaba más cerca de ese tipo, pero fue Helen quien se le acercó por detrás, pretendiendo que sus intenciones eran manosearlo, pero en su lugar se sacó una daga del bolsillo de su vestido e hizo un par de cortadas semi superficiales y simétricas en las mejillas del tipo, que empezó a gritar, lo que la irritó y obligó a clavar la daga en su garganta.

El sujeto en manos de Lionel no podía gritar y se estaba tornando de un color entre azul y morado. La chica a sus pies estaba tan horrorizada que no se atrevía a gritar. Y entonces Ashley se le acercó, arrodillándose a sus pies.

—Sólo tengo 1000 años de edad— se lamentó, mirándola con aparente tristeza, tomándole el rostro por la barbilla. —Aún no tengo el poder como para hipnotizarte y hacer que te olvides de todo...— dijo sacando su daga, que prefería guardar en su bota. —Así que descansarás en paz del modo tradicional.

Ah, trabajo en equipo.