Tras la Victoria

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Borealis Spiral, 21 Septiembre 2013.

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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Por poco se me olvida comentar, lo había leído, pero con eso de que (pues lo sabes) leo por el celular y después en computadora dejo el comentario, se me pasan las historias que debo dejar mi huella :D

    Qué gran continuación, de verdad Andy, me gusta cómo estas desarrollando la historia. A pesar de que en algunos casos me desespera Andrés, es tan tierno y mas la manera tan grandiosa e inteligente que Ax le hiso saber que era mal amigo u.u y luego fue él el que trato de alentarla(o) mencionándole que si era buen amigo xD Se llama algo así como psicología inversa, ¿verdad? Yo nunca la he utilizado, porque no se cómo hacerla, pero me gustaría, ¿de verdad funcionaria?

    Me intriga saber como continuara. ¿Ganaran o no? Podría decir que sí, pero algo me dice que no, ya que Andrés se ha caído varias veces. No desesperes, ni mucho menos te decaigas amigo, ÁNIMO, ANIMO, si se puede, si se puede.

    No te digo que espero el próximo, por que se que lo subirías hasta que te den gana. Así que solo digo esto: espero con ansias el próximo :D
     
  2.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Andres, como me enternece. La incomprensión de Oscar es comprensible porque cifró su confianza en Andrés, lo que me recuerda aquellas bonitas palabras que dicen: "No confíes en el hombre mortal, el perece y se hace polvo", jajaja y de alguna manera, tener baja autoestima es una manera de morir, cuando menos en sentido emocional y todas sus acciones son... polvo, sí. Ese polvo que el viento de la derrota disemina, ups, lo que no comprendo es que lo haya golpeado, eso fue indignante.

    Lo mejor de lo mejor, es que Ax pudo convercerlo para que volviera a la competencia, jajaja, me gusta esa chica. Su psicología es muy buena, le dio un resultado positivo y su consejo fue excelente, por desgracia Andrés no hizo suyas esas palabras y por eso terminó en el suelo. Ahora lo que espero es que no se quede ahí tirado y se levante.

    ¡Arriba, Andrés! ¡Tú puedes! :D

    Me encantó la combinación que hizo del lip y el Grap, lástima que no lo continuara. Espero la conti para saber si se levanta o no, si continua o vuelve a correr como conejo asustado.

    TKM.
     
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    Borealis Spiral

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    Título:
    Tras la Victoria
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
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    @NattyVoi Gracias por tu comentario, sabes que se agradece :3 Tampoco he usado la psicología inversa, así que no sé si Ax lo hizo bien o no, pero le funcionó. ¿Andrés se levantará o no? Bueno, eso se sabe en este capítulo. Gracias por seguir leyendo.
    @Marina Master ^w^ Gracias también por tu fiel comentario. Jaja a mí también me gusta Ax y sí, desgraciadamente Andrés es muy pesimista, pero espero, con ayuda de todos por allí, se le vaya quitando... En serio lo espero ._. Gracias por continuar conmigo *u*

    A los demás que se toman el tiempo de leer también se los agradezco mucho y a ustedes el capítulo. ¡Disfruten!

    Siete

    Los aullidos de ánimo volvieron a resonar potentes. Andrés volvió a escuchar por sobre todos ellos a Ax. No podía renunciar ahora, no a la mitad del enfrentamiento. Tomó la patineta que había caído justo a su lado y con ayuda de ella se puso de pie. Debía intentarlo, probar que Ax lo había ayudado bien. Volvió a iniciar el desliz, con otro movimiento de encaje; sin embargo, su cuerpo se movió por inercia para combinarlo con un grind modificado y nuevamente cayó antes de completarlo. Oscar no le había enseñado eso. Todo “Gecko” comenzaba a desesperarse.

    —Maldición, ¿por qué duda ahora? —se preguntó Oscar con desazón.

    —Vaya incompetente.

    El comentario provino de uno de ellos y Ax, con oídos agudos, le lanzó una mirada asesina al chico que se atrevió a decir aquello, asustándolo y sorprendiéndolo; Ax nunca había mirado a nadie de esa forma. Entonces, Ax corrió y sobrepasó el límite que le era permitido a los espectadores yendo al borde del tazón.

    —Espera, Ax —Oscar lo siguió.

    —Vamos, Andrés. Recuerda lo que dije. No te detengas y hazlo como te gusta. Sólo disfrútalo. ¡No temas!

    Oscar lo sujetó y lo alejó rápidamente de allí pidiendo disculpas a los jueces. En su lugar, Andrés logró escucharlo. ¿Como le gustaba? Le gustaba el skate, mucho. Disfrutaba el viento en su rostro, la adrenalina, el gastar energías, subir y bajar; todo eso le gustaba y más. Pensar eso, enfocarse en eso; olvidar lo demás. Se levantó esta vez sin parálisis. Se visualizó en el parque, de noche; practicando como siempre en soledad. El sonido del entorno se bloqueó y no hubo más que lo interrumpiera en su acto; ni él mismo. Se movió de aquí para allá, realizando los trucos que para Oscar eran un desastre y sin orden, sin embargo, funcionó. Los presentes se vieron envueltos en la demostración de Andrés, notando la diferencia a los anteriores con esos movimientos a la vista enredosos, y con todo, maravillosos.

    —¿Ese estilo es…? —Jeremías no pudo contener su asombro.

    —Oh —A Fernando se le dibujo una media sonrisa—. Interesante.

    El turno de Andrés terminó rápido. Había perdido mucho tiempo. La calificación se dio a conocer.

    —22 puntos de 30.

    Y una piedra azotó en la cabeza de Andrés. 22. El número más bajo de “Gecko”. Apretó las manos en puño queriendo llorar, mas unos brazos le rodearon el cuello por detrás. Era Ax, quien apoyó su mentón en su hombro.

    —Lo hiciste bien, no te preocupes. Estoy orgulloso.

    Andrés absorbió el líquido nasal que amenazó por salir y se limpió los ojos. La competencia no acaba todavía.


    —Fer —Jeremías lo miró penetrantemente antes de inclinar la cabeza—. Lo siento mucho. Espero me perdones.

    —¿El qué? —La repentina disculpa confundió al médico.

    —El último concursante. Fernando, puede acercarse —se oyó por todo el lugar.

    —Por eso mismo —declaró Jeremías.

    —¿Pero qué…? —Fernando miró al rubio más que atónito—. ¿Me anotaste? —Y es que él no participaba en ninguna clase de contienda. Era parte de “Los Cardenales”, sí, pero era el médico. ¡El médico!

    —Lo lamento mucho, Fer. Con lo de Ron necesitaba asegurar un buen número y nadie mejor para eso que tú.

    —Pero yo no…

    —Por favor, Fer. Jamás te obligaré a nada más. Hazlo por el equipo, por la victoria que tanto desean, que tanto merecen. No te pediré otra cosa en mi vida.

    —Caíste en la desesperación, Jeremías.

    —Lo sé. Es más, ni siquiera demostré ser un buen líder. No confié del todo en la capacidad de ellos. Les debo una disculpa también.

    —Así es. Ya me parecía extraño que insistieras tanto en que te mostrara mi skate.

    —De cualquier modo lo considero un buen movimiento; por el chico de antes. No creo que su equipo sepa que lo hace bien tal cual es. Es bueno, pero lo reprimen; las caídas de al principio lo prueban.

    —Tienes razón. Les mostraría la verdad —El médico suspiró larga y tendidamente—. No pienso hacerlo otra vez, ¿me oyes? Ni aunque me ruegues de rodillas.

    —Entiendo y gracias.

    Fernando se colocó el equipo de seguridad prestado y tomó una patineta de uno de sus compañeros para colocarse en el borde del tazón. Para todos allí lo que estaba pasando era por demás increíble. Dado que a Fernando nunca lo habían visto patinando, fue como si se hubiesen puesto de acuerdo para mostrar a los nuevos integrantes, dejándolos como armas secretas. Era un desafío digno de ver. Fernando no perdió un solo segundo y se deslizó, dejando al descubierto su técnica. Oscar y el resto del equipo, abrieron los ojos y la boca, impactados. Era exactamente igual a como Andrés patinaba. Tan desordenado y que parecía descomponer cualquier truco; sin embargo, no estaba mal, al contrario, cautivaba; era hermoso. Como danzar con la patineta, volverse estrictamente hablando uno mismo con ella. ¿Significaba que el skate de Andrés estaba bien? Parecía ser que sí. Oscar se golpeó mentalmente. ¡Qué idiota había sido!

    Fernando terminó su espectáculo e intentó destensarse. Había sido más complicado de lo que pensó. Su puntuación estaba por ser anunciada, pero no le importaba realmente. Tenía un largo tiempo que no practicaba y había cometido varios errores. Algunos los intentó ocultar con algún movimiento improvisado, pero no lo logró con todos. Menos mal que era de complexión pequeña y flexible; le era más fácil moverse de esa manera. Lo que fuera, no esperaba una gran puntuación, mas lo que a continuación sonó por los altavoces dejó impresionados a todos.

    —29 puntos de 30.

    La alegría y los festejos se hicieron presentes en “Los Cardenales” al tiempo que la desolación envolvía a “Gecko”; era lo único que necesitaban para saber lo que todos esperaban. Con todo, los jueces lo dieron a conocer al mundo entero.

    —Fue una competencia muy reñida con un resultado bastante ajustado. Con cuatro puntos de diferencia, los ganadores son “Los Cardenales” con un total de 148. Gracias a todos por participar y por esforzarse tanto.

    El gozo no puedo ser mayor para los ganadores y sus seguidores, sin contar que ya muchos que no los apoyaban habían quedado tan impresionados que decidieron no sería mala idea volver a animarlos. En cambio, para los derrotados y sus fanáticos, la oscuridad y la frialdad parecieron tomar posesión del soleado y caliente día; era realmente triste. El parque fue vaciándose poco a poco mientras ambos grupos se disponían retirarse a descansar, evitando reporteros y lunáticos. Andrés y Ax caminaban juntos teniendo a Niebla por delante hasta que Oscar se les acercó.

    —Hiciste un buen trabajo, chico —lo encomió y Andrés se sintió sumamente feliz—. También pido disculpas.

    —¿Por el golpe que le diste? —quiso saber Ax.

    —Claro que no; por el entrenamiento. No sabía que lo que hacías podía considerase un estilo de skate, nuevo e inusual al parecer, pero uno al fin y al cabo. Aprenderé cómo tratarlo para ayudarte a mejorar. Eso sí, si vuelves a actuar como hoy, no lo pensaré dos veces antes de golpearte de nuevo, ¿entiendes?

    Andrés asintió, temeroso y Ax frunció el ceño en desacuerdo. Oscar y su actitud violenta.

    —Por cierto, Ax, estás rojo otra vez. Te subió la fiebre, ¿verdad? —Ax sonrió con aparente inocencia—. Lo sabía. Bueno, Lina, yo y otros iremos a casa en el auto de David. Te vienes con nosotros.

    —¿Y Andrés? —preguntó Ax, curioso.

    —No te preocupes por él —Se metió uno de sus compañeros en la conversación sujetando al castaño por los hombros—. Él vendrá a una pequeña fiesta que los otros chicos organizamos, ¿verdad?

    —¿F-fiesta? —Eso los sorprendió; nunca antes lo habían invitado a una.

    —Claro. No necesitas ganar un premio ni nada para hacer una fiesta. A veces sólo lo haces para consolarte. Así que vamos.

    El individuo se llevó a Andrés a la fuerza… aunque igual él no se opuso.

    —Ah, esperen. Quiero ir a la fiesta. Andrés.

    Ax iba a seguirlos, pero Oscar lo tomó de la parte trasera del cuello del chaleco y lo detuvo.

    —He dicho que vienes a casa. Necesitas descansar. Es que en verdad estás mal de la cabeza.

    Y a pesar del forcejeo y sus berrinches de querer estar con Andrés, Oscar se lo llevó consigo.

    -TV-​

    “Los Cardenales” disfrutaban de la fiesta de victoria que sus fans habían preparado. Era normal que fueran ellos quienes las hicieran, no el equipo. Comían y bebían felices de la vida, deleitándose en observar y presumir el trofeo chapado en oro que había obtenido con su triunfo. Nada podía ir mejor o salir mal. Jeremías se apartó un poco de todos, haciendo un momento caso omiso de las coqueterías de algunas bellas chicas, para dirigirse con Fernando, quien estaba en un rincón solitario. No le agradaban del todo el ruido ensordecedor de la gente y la música a todo volumen.

    —¿Has visto a Ron? —preguntó el rubio sentándose a su lado—. Necesito hablarle.

    —No, también quería hablar con él. Estoy seguro que sabe que ganamos. ¿Por qué no vendría? Quizás se siente avergonzado.

    —Espero que no. Su participación influyó en nuestra victoria. Su puntuación también es parte del total —declaró Jeremías dándole un trago a su bebida.

    —Es verdad, pero realmente se niega a relacionarse con nosotros a menos que sea necesario. Ni siquiera sabemos dónde vive o trabaja. No hay duda, nos odia.

    —¿Por su origen? —Fernando asintió—. Eso podría entenderlo; lo que no comprendo es por qué salió de “Gecko” entonces. ¿Por qué unirse a nosotros si tanto rencor nos guarda?

    —Tienes razón. Debió quedarse en “Gecko”.

    Y no hablaron más de Ron en lo que restó de la fiesta.

    -TV-​

    El manto nocturno adornaba el cielo a aquellas altas horas. Oscar estaba sentado en las escaleras que daban acceso al edificio de departamentos en el que habitaban él, Ax y Lina. En el suelo reposaban un par de latas de cerveza vacías aplastadas y una más a medio llenar era sostenida en la mano izquierda del hombre. Miraba el firmamento y pensaba. Escuchó que la puerta tras él se abría y giró su rostro para ver de quién se trataba y si debía moverse para que la persona pasara. No se movió un milímetro; era Lina. Regresó su atención a las estrellas mientras sentía que la mujer se sentaba a su lado y apoyaba su cabeza en su hombro. La rodeó con el brazo libre y ella se acurrucó más contra él, permitiéndole poner su mejilla sobre la cabeza femenina, aspirando su aroma.

    —Ax sigue durmiendo y ha bajado la temperatura —informó ella con voz suave, delicada.

    —Eso es bueno —Quedaron en silencio un momento—. ¿Crees que soy mal líder?

    —Creí que para negativismos Andrés era más que suficiente.

    —No es negativismo, es sólo que…

    —Si es por lo que pasó con Andrés, no te preocupes; no podías saberlo, no puedes saberlo todo nunca. Además, ahora que ya te enteraste, vas a ayudarlo, ¿no?

    —Por supuesto.

    —Entonces está bien. Esa disposición tuya es la que te hace el mejor líder de todos, Oscar.

    El ambiente silente volvió a reinar. Lina quería decir algo que había estado dándole vueltas en la cabeza todo el día, mas no sabía si debía tocar el tema. Lo más seguro era que no, pero no podía continuar callando.

    —¿Sabes? No dejo de pensar en…

    —Ron —la interrumpió él y la sintió asentir—. Yo tampoco. Actuó tan extraño y desconozco la razón. ¡Maldita sea! Debiste seguirlo, Lina, debiste seguirlo. Así me habrías animado a hacer lo mismo… ¿Qué estoy diciendo? Realmente quiero saber qué le pasa, ayudarlo, pero no puedo mostrarme frente a él. No después de lo que le hice. ¡Soy la basura más grande del mundo!

    —No digas eso —Lina tomó el rosto de Oscar con sus manos, en el que ya podían visualizarse lágrimas—. Es lo que le hicimos, Oscar. Después de todo, yo soy la más culpable de todos. Significa que eso me hace otra gran basura, ¿no? Los dos, basura que se tiene la una a la otra —Lo último lo dijo con un poco de humor.

    —Oh, Lina —Oscar la abrazó con fuerza. Cuánto la amaba; por ella no se arrepentía. La conciencia lo carcomía vivo y sufriría el resto de su vida por la misma, pero Lina lo valía—. Dime que no te perderé, por favor. Que estarás conmigo siempre.

    A Lina esa petición la sorprendió. Oscar no era alguien que rogara, nunca fue así. Sin embargo, aquella noche estaba bastante susceptible, mas no le molestó. Lo que era más, la hizo feliz saber que la amaba tanto como para querer escuchar salir de su boca la aseveración de que no lo abandonaría nunca y se la dio.

    —Siempre estaré contigo, Oscar, porque te amo, te amo mucho; como a nadie.

    Se miraron llenos de deseo y bajo la mirada de las constelaciones, se fundieron en un beso que denotó aquel gran amor.

    Ay, yo y mi romance *u* Lo siento, me es inevitable y la pareja me encanta :P ¡Gracias por leer!
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Es verdad, tú y tu romance, algo innato en ti, al igual que lo es para Marina (Master en ese aspecto), pero es bueno tener de todo en una historia. Ahora, me ha parecido que Fernando sí que es bueno en ese deporte, y no tenía ni idea de que era parecido a como lo hace Andrés, me imagino el rostro de todos el “Gecko” y más de Oscar. Entonces el estilo de Andrés no es malo, tan solo necesita pulir y ya está.

    Esa Ax siempre me sorprenderá, quería ir a la fiesta con la ¡esa fiebre! “Los cardenales ganaron, yupi… bueno ambos grupos me gustan, así que como dicen, le voy al que gane, jijiji.

    Ron me sigue pareciendo misterioso y algo sucedió con Oscar, Lina y él, me lo imagino, pero mejor lo leo.

    Oro buen capítulo Borealis.
     
  5.  
    Marina

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    Ah, genial. Andrés logró levantarse y exponer su rutina. Ax logró que al final disfrutara de lo que sabe hacer, pero lo que mayor sorpresa me causó, fue cuando se anunció a Fernando como el último participante. Yo también siempre creí que solo pertenecía al equipo por ser el médico, jamás me imaginé que supiera el arte de la patineta, pero ¡Oh!, más impacto al leer que su técnica es igual a la de Andrés, jajaja, logré ver el rostro de Oscar al darse cuenta de eso. ¿Y qué digo de la puntuación que los jueces le dieron a Fernando? Se me salió una expresión de total asombro xD

    Fue un capítulo muy importante, porque ya sabemos que las técnicas de Andrés son muy buenas, y ahora, esa conversación entre Lina y Oscar, ha incrementado mi interés por Ron. ¿Qué sucedió? Si Ron pertenecía a los "Gecko", ¿por qué los dejó? ¿Qué cosa sucedió entre Oscar, Lina y Ron? Como Natty, creo darme una idea, pero mejor espero leer.

    El personaje de Ron me gusta, así que espero que verlo pronto por aquí xD
    Bien, me despido diciéndote que me encantó el capítulo, así que espero el que sigue.
    TKM
     
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    Borealis Spiral

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    @NattyVoi ¡Gracias por tu comentario! Así es, es bueno tener de todo un poco en una historia. Ax es raro/a ._. Jajaja, ¿le vas al que gane? Estoy en las mismas, de hecho xD No puedo elegir a alguno de los dos y bueno, te invito a seguir leyendo para que las dudas se disipen. Gracias de nuez por leer *u*
    @Marina ¡Master, gracias también por comentar! ¿Te gusta Ron? Te lo regalo *lo envuelve en papel y se lo da* Cuídalo que también le tengo cariño... Si sigo así me quedaré sin personajes xD Y bueno, las dudas se aclaran poco a poco. Me alegra que este gustándote la historia y aquí el capítulo TKM

    A los demás que se pasan a leer también les agradezco enormemente ^u^ ¡Disfruten!

    Ocho

    Jeremías patinaba por las calles de la ciudad montado su tabla. El enfrentamiento entre su grupo y “Gecko” había sido hacía cuatro días; en él, ellos había resultado ganadores. Con todo, seguía invirtiendo tiempo en “Los Cardenales” para llevarlo a la cima. Era obvio que “Gecko” no aceptaría que el marcador entre ellos fuera superado por su rival; así que imaginaba que tarde o temprano idearían alguna manera de obtener la revancha y él estaba preparándose para ese momento. Incluso había posibilidades de que “Los Cardenales” aumentaran en número. En su página web muchos habían enviado solicitudes para ingresar. Eso lo hacía feliz; claro que no tomaría el asunto a la ligera. La prueba de admisión que tenía en mente era rígida.

    Llegó a una cuesta empinada y colocando los dos pies sobre la tabla, se deslizó hacia abajo, veloz, imparable; permitiendo que el viento meciera sus dorados cabellos, alerta a cualquier peatón o auto que se atravesar en su camino. No obstante, lo jauría de perros que cruzó rápida e inesperadamente una calle perpendicular a la suya lo tomó por sorpresa. No pudo detenerse cundo las seis correas de los canes se unieron en un mismo punto, siendo sujetadas por una persona, así que chocó de lleno con ella, llevándosela al suelo, ocasionando que soltara los lazos. Jeremías quedó arriba de la persona.

    —¡Ay, ay, ay! ¡Qué daño! —Se quejó el desconocido y miró al rubio con disgusto antes de sorprenderse—. Eres el jefe de “Los Cardenales”.

    Jeremías también se sorprendió de reconocer al individuo; era el hermano del líder de “Gecko”. Se miraron asombrados unos instantes antes de que varios ladridos resonar por el lugar.

    —¡Ah, los perros! Quita, quita.

    Ax se sacó de encima a Jeremías y prácticamente lo obligó a ayudarlo a atrapar a los animales, que ya se paseaban por todos lados, libres. Después, Ax comentó que estaba por llevarlos a sus respectivas casas e impulsado por una extraña sensación y un raro interés nacido por Ax, Jeremías se ofreció acompañarlo. Ax era muy hablador y enérgico, percibió Jeremías, mas había algo en su actitud que lo perturbaba de alguna manera; que lo hacía preguntarse muchas cosas. Después de dejar a cada mascota en su hogar, ya que Ax se dedicaba a pasearlos cinco días a la semana como trabajo, se encaminaron al parque. Allí, Jeremías se aventuró a hacer aquella cuestión que le había llegado a la mente.

    —Perdona la indiscreción y lamento si te ofendo de algún modo, ¿pero tú eres gay?

    Ax lo miró con los ojos bien abiertos y una exclamación de estupefacción salió de su boca ante la interrogante. Después, una risotada llena de diversión sustituyó lo anterior y trató de hablar entre carcajadas.

    —¿A qué ha venido eso? ¡Qué gracioso! Nunca nadie me había preguntado algo así… Es divertido, pero no, no lo soy.

    —No lo eres. Vaya, lo siento. Algunos aspectos en tu forma de ser me llevaron a pensarlo. El otro pensamiento era que si no eres gay, entonces tienes tendencias afeminadas o eres una chica, pero eso no...

    —Bingo —lo interrumpió, sonriente.

    —¿Eres una chica? —Jeremías se desencajó bastante; lo decía en broma.

    —Sí; eres bastante observador. Es la primera vez que alguien lo nota casi al instante de conocerme.

    —No entiendo. ¿Qué pretendes al engañar a todos haciéndonos creer que eres un chico?

    —Oh, no. No pretendo nada ni es que quiera engañarlos. Desde pequeño me ha gustado relacionarme con los varones, jugar con ellos, vestirme como ellos. Con el paso del tiempo gran parte de su carácter se me pegó. Por eso los que me rodean siempre me confunden con chico y no es que me incomode o importe, por lo que no me tomo la molestia de corregirlos en sus creencias. Si lo descubren, bien y si no, también. Es costumbre.

    —Ya veo. Y dime, la herida de esa cicatriz, ¿cómo te la hiciste?

    —Ah, esta —Ax se tocó su “Y” invertida—. Dado que tienes el mando ahora debes saber del ataque que el antiguo jefe hizo a “Gecko”.

    —¿Fuiste una de las víctimas? —Jeremías se impresionó.

    —Así es. Fue por la noche. Regresaba a casa después de unas compras de última hora cuando unos tipos me acorralaron. Eran cuatro y me defendí lo mejor que pude. Soy bueno con los golpes a pesar de que no me guste la violencia, pero eran demasiados para mí solo. Al final resulté con magulladuras y contusiones. Esta herida en el rostro fue la peor. Creo que me hubiesen matado si alguien no hubiese ido en mi auxilio… Ah, eso me recuerda que debo darle las gracias. No lo he visto desde entonces.

    Ax concluyó con su relato, mas Jeremías se hallaba perdido en sus cavilaciones como para darse cuenta de ello; se sentía terriblemente mal. Sabía que las acciones del anterior líder habían sido brutales y poco honradas, pero nunca imaginó que llegarían a tales extremos y mucho menos los resultados tan horribles.

    —Es verdaderamente lamentable. No hay duda de por qué nos detestan tanto. Me siento responsable —dijo con voz afligida. Ax sonrió.

    —¿De qué estás hablando? No debes sentirte mal o echarte la culpa. Tú no hiciste nada malo. No es tu culpa que el otro jefe fuera un loco desquiciado que transformó una sana revalidad en un odio enfermizo. Nadie pensó que quería deshacerse de todo “Gecko” de una forma tan poco humanitaria. Además, me encanta mi cicatriz. Me da un toque de rudeza, ¿no? Forma parte de mi atractivo.

    Jeremías sonrió un poco ante lo escuchado, pero luego volvió a su expresión seria.

    —Aun así, las heridas del corazón tardan más en sanar. Es obvio que ustedes mantendrán una postura de alerta y de desconfianza ante nosotros.

    —La mayoría sí, no lo niego; fue un susto tremendo. Muchos hasta se fueron del grupo; pero yo no soy así. No considero que las viejas rencillas causadas por alguien deban ser un obstáculo para entablar nuevas relaciones. Realmente me gustaría volver a tener ese sentimiento de rivalidad y fraternidad que había entre ambos equipos. ¿Qué piensas?

    —¿Puede lograrse?

    —¡Claro! Es cuestión de poner el ejemplo y esforzarse. ¡Mira! Los dos estamos teniendo una conversación agradable y sin signos de agresión de por medio. Mostrarles a los demás que pueden hacer lo mismo traerá paz.

    —Supongo que tienes razón —Jeremías lo miró un instante, contagiado del ánimo—. Una relación de camaradería, ¿eh? Entonces debemos presentarnos adecuadamente. Soy Jeremías, líder de “Los Cardenales”.

    —Soy Ax, hermano de quien tiene el mando en “Gecko”.

    —¿Ax? ¿No es ese un sobrenombre? ¿Cuál es el real?

    Ax ladeó la cabeza. No era usual que preguntaran su nombre real, aún si sabían la verdad sobre su género. De todas formas, no era como si no le gustara, por lo que alegre se lo dijo:

    —Es Alexa.

    —Alexa —repitió Jeremías con suavidad—. Es bonito.

    —Jeremías también lo es.

    —¿Lo crees? —El joven alzó un ceja, incrédulo.

    Ax lo meditó mejor y se encogió de hombros, avergonzado.

    —Bueno no, je.

    —Eso pensé.

    —Yo me voy ya. Tengo cosas que hacer. Nos vemos, Jeremías.

    —Espera —Jeremías lo detuvo. No quería que se fuera; su compañía era muy agradable—. ¿Podrías darme tu número telefónico?

    —¿Eh? ¿Teléfono?

    —Sí. Me gustaría mantener contacto contigo. Sería una buena manera de enseñarle a los otros que pueden llevarse bien. El ejemplo del que hablaste.

    —Ah, es verdad. Está bien.

    Los dos intercambiaron números. Ax miró su celular sonriente.

    —¡Qué bien! Me siento honrado llevando en mi lista de contactos el nombre del líder de “Los Cardenales”.

    —¿Honrado? Eres extraña.

    —En fin —Ax se guardó el celular en el chaleco—. Nos vemos.

    Jeremías sacudió su mano a manera de despedida y vio a Ax alejarse. En verdad era una persona fuera de lo que estaba acostumbrado a ver y a la que no comprendía; aunque igual, parecía ser que todo “Gecko” quedaba fuera del alcance de su comprensión. Retomó el camino a casa.

    -TV-​

    Otro desequilibrio mareante lo atacó; cada vez eran más frecuentes. Tuvo que apoyarse en las repisas donde se hallaban los productos, arrojándolos al suelo en el trayecto. Estaba en el supermercado. Un pitido agudo y constante en su oído bloqueó el resto de los sonidos; dolor de cabeza en punzadas sin misericordia. Apretó los puños con fuerza. ¡Maldición! Sintió que alguien lo tocaba y ante el tacto todo el malestar desapareció, tan repentinamente como había llegado. Miró a su alrededor y descubrió a varios de los clientes rodearlo con rostro preocupado.

    —¿Estás bien? —le preguntó una mujer joven dejando su carrito a un lado, en el que había un niño de tres años.

    —¿Se encuentra bien, joven? —inquirió ahora una viejecita.

    Ron parpadeó varias veces y se irguió con un poco de dificultad y sin ayuda. Divisó su canasta de la compra y la tomó.

    —Estoy bien, gracias.

    Fue lo único que dijo antes de alejarse de allí a paso veloz. Vergüenzas por todos lados. Era lo que la vida parecía traer para él desde los últimos meses; humillaciones, desengaños y desilusiones. Salió del mercado con un par de bolsas de mandado y se encaminó a su hogar, el que era relativamente nuevo, así como el trabajo. Esa era otra cosa que la vida le otorgaba; cambios, cambios y más cambios. Hasta ahora ninguno había sido para bien.

    Pasó por un estacionamiento público en el que varios preadolescentes practicaban skate. Sonrió con melancolía. Torpes, inexpertos y con un gran espíritu. Se recodó a sí mismo, cuando se esforzaba por dar lo mejor de sí para convertirse en el número uno de la ciudad; su gran aspiración. Ser el amo del skate, el deporte que amaba y que iba a dejarlo solo, desamparado. Apretó las bolsas con fuerza. ¡Maldición! ¿Por qué todo lo que amaba terminaba por abandonarlo; por traicionarlo? Era un idiota por seguir tras aquello que lo reducía a nada; por desear continuar con el skate cuando era evidente que no tendría más oportunidad. Pero su mayor prueba de estupidez era el anhelo de volver a contar con esa persona que lo hizo añicos; por volver a apoyarse en su hombro en esos momentos tan duros por los que atravesaba; por extrañar tanto a quien una vez llamó mejor amigo.

    ¡Gracias por leer! :)
     
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  7.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    ¿Ax es raro/a?
    Citare algo para ti Andy.
    Que divertido capítulo, me hizo reír y mucho y créeme, no lo hice a voz alta porque la gente ya dormía xD Fue algo inimaginable que Ax y Jeremías se encontraran y empezaran a conversar como quienes amigos fueran de toda la vida. Pero bueno, Ax tiene esa clase de actitud, muy agradable con todos y creo que el líder de Gecko también es muy amplio. Fue lindo leer como se cayeron bien, y espero que en el futuro, tal vez alguien que no se traga a Jeremías lo haya visto con el hermano del líder de Los Cardenales y lo metan en problemas.

    Así que eso fue lo que sucedió con el anterior líder, convirtió la rivalidad-amistosa a una rivalidad enfermiza, con razón lo sacaron del equipo, aun así, aun me intriga el de donde es que Jeremías apareció y se hizo el nuevo líder.

    Ahhh, otra sorpresa, Ron, está enfermo O-O por esa razón es que cuando patino no coordino muy bien sus movimientos. Ya me dio algo de penita el tipo, digo, hasta el mismo se lamenta de que su vida ha dado cambios y cambios y estos no han sido para bien.

    Muy buen capítulo Bore-chan… me dejas con ganas de seguir leyendo más. Así que espero ansiosa el próximo capítulo. Hasta otra. Nos estamos leyendo.
     
  8.  
    Roseé

    Roseé Soy muy viejo

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    Ooooooooo!!!! a mi me encantaria practicar skate (pero soy muy miedosa), me encanta Andres (a parte de ser el nombre de uno de mis hermanos) se parece a un xcompañero que tube, fue un gran amigo mio, olle pobre Ron me da penita parece que no tiene perro que le ladre (o que le de un poquito de cariño), por ultimo ponle un canario que le cante bonito.

    sabes? me alegraste el dia! la pase super leyendo, me rei un monton... avisame para la continuacion (se despide... ¡YO!)
     
  9.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Jeremías, a mi sí me gusta ese nombre. Es lindo. Jaja, esa manera que tuvieron de conocerse él y Ax fue genial. Pude imaginar el choque, Ax soltando a los perros, estos corriendo por todos lados mientras Jeremías quedaba justamente sobre Ax y luego qué manera de ir directo al grano. "...¿eres gay?" xD Si yo hubiese sido Ax, claro que también me hubiera reído. Me encantó la explicación que ella le dio, pues verdad es que él... ella, nunca ha tratado de engañar a nadie sobre su sexo. Fue criada de esa manera y para Ax resulta de lo más natural hablar de sí misma como si de un chico se tratara. Sobre esa cicatriz de Y invertida, ya la había olvidado.

    Hasta ahora comprendo mejor que el antiguo líder de los "Cardenales" sí que perdió la cabeza. LLevar la rivalidad hasta ese grado, pues simplemente es irrazonable. Pobre Ax, quedó marcada de esa manera, pero me gusta su actitud, de hecho, su personaje me gusta más ahora xD.

    *Desenvuelve a Ron* Ron, ¿qué te ha pasado? Amas el skate, pero estás teniendo muchos problemas, ¿por qué? Y las interrogantes sobre él crecen. ¿Qué terrible enfermedad, aparte de la de corazón roto, padece?

    Gracias por el regalo *u*

    Nos vemos en el próximo, genial capítulo. TKM
     
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    Borealis Spiral

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    @NattyVoi ¡Gracias por tu comentario, Natty! Correcto, Ax es bueno para hacer amigos, así que no te sorprendas tanto, es su virtud. Lo de Jeremías todavía tengo que pensármelo un poco y lo de Ron, por favor, no le tengas pena; sufienciente sufrimiento tiene como para que ahora también se añada la pena. Tiene orgullo, ¿sabes? En fin, graicas por leer, lo aprecio mil ^^
    @rosée Nueva lecotra. ¡Bienvenida y gracias por comentar y leer! Tu comentario me alegró el día a mí y qué bueno que te guste Andrés; te lo regalaría, pero a ese me lo tienen secuestrado :P Lo del canario no es mala idea, lo pensaré xD Graicas por el apoyo, vale oro, lo aprecio :3
    @Marina ¡Master, graicas por comentar! Qué bueno que Ax te guste también y sí, es ultra positiva y esa cicatriz a mí me gusta tanto como a ella xD Lo Ron no es tan misterioso, pero sí lamentable y eso del corazón roto también lo tiene deprimido. En fin, gracias por seguir leyendo mis rarezas, Master, lo aprecio mucho. TKM

    Y bueno, después de un rato de no publicar, aquí el siguiente capítulo. ¡Gracias a todos los que se pasan a leer! A ustedes la actualización. Disfruten.

    Nueve

    “Gecko” se hallaba en el parque de skate que informalmente era suyo. Ante las órdenes de Oscar, cada miembro se esforzaba por practicar lo más que podía, sacando lo mejor de sus habilidades. La derrota pasada, más que apesadumbrarlos, los hirió en el orgullo. No sólo porque había perdido ante sus más grandes rivales, sino porque lo hicieron ante un grupo que estuvo por deshacerse por completo y que lo encabezaba alguien desconocido, joven y aparentemente muy inexperimentado. Tal vez lo que Oscar dijo era verdad; quizás se confiaron ante esa descripción de “Los Cardenales”, y ese era un error que no podían volver a cometer. De allí que todos los días y a la hora libre de la mayoría, ya entrada la tarde, se mostraran incansables en su entrenamiento.

    Andrés estaba sentado en el suelo con su patineta a un lado. Había practicado un poco ante la petición de Oscar, pero el hombre todavía no encontraba mucha información que le fuera de utilidad para su estilo, por lo que no podía asesorarlo demasiado. Le aconsejó que por el momento entrenara cuando él no estuviera presente o su manía por el skate “normal y correcto” le saldría a flote y terminaría por regañarlo inconscientemente. Andrés debía estar lamentándose por ese dictamen; sin embargo, su mente se mantenía ocupada en otro lado. Sacó su celular del short largo que vestía y buscó un mensaje que le había llegado aquella mañana; era el tercero de esa semana. Un mensaje de remitente desconocido y de contenido preocupante, aterrador.

    —¡Aquí estás!

    La voz a su espalda y las manos que se colocaron en sus hombros lo sobresaltaron tanto que pegó un gran salto sobre su lugar. Se giró con el corazón en la garganta para ver a la persona; era Ax. Se tranquilizó un poco.

    —M-me a-asustaste —confesó con el pulso a cien, pálido y temblando.

    —Lo siento —Ax le sonrió sabiéndose culpable. Vio el aparato en la mano de Andrés—. ¿Te mensajeas con alguien?

    —N-no —Andrés cerró el móvil rápidamente y se lo guardó, nervioso.

    —¿Eh? ¿Qué pasa? Luces sospechoso. Ocultas algo, ¿verdad?

    —N-no, no.

    Ax entrecerró un ojo, analizándolo. Suspiró sonriente para sentarse detrás de él y quedar espalda con espalda. Se recargó en la del joven de mirada gris con confianza, haciendo que éste se inclinara un poco hacia adelante, pero sin protesta o signo de molestia.

    —No tienes novia, ¿verdad, Andrés? —Aunque no vio que sacudió la cabeza, lo sintió—. ¿Alguna vez te gustó alguien?

    —Sí, en secundaria.

    —¿Cómo era?

    —Era bonita y popular.

    —Yo también soy popular.

    —Creo que ella lo era de una manera diferente —Andrés pensó que esa diferencia radicaba principalmente en el género—. A ella todas sus compañeras la admiraban y querían imitarla. Los chicos siempre le hacían caso a todo lo que pidiera. Le gustaban los colores oscuros en la ropa y siempre usaba falda.

    —¿Te gustan las chicas que usan vestidos y faldas?

    —Creo… que se ven lindas.

    —Oh —Un par de segundos de silencio—. ¿Y alguna vez le hablaste? —Lo sintió asentir.

    —Una vez, c-cuando le dije que me g-gustaba.

    —¿Se lo dijiste? —saber eso lo anonadó mucho. Con Andrés como era, una declaración la veía muy lejana. Otro asentimiento por parte del chico.

    —Sí. Me había mentalizado con muchos días de antelación, pero al final no lo pensé demasiado. Tan sólo me acerqué y se lo dije; le dije que me gustaba. Ella se burló de mí y me dijo que era obvio que me gustara, que a quién no iba a gustarle. Después dijo que no soñara con intentar nada con ella y se fue. D-después de eso no volví a hablarle.

    A Andrés se le quebró la voz. Recordar ese episodio de su vida tan doloroso y vergonzoso no era fácil. Aun percibía la burla y la frialdad en las palabras de ella y lo hería. De pronto, escuchó que Ax reía con todas sus fuerzas, incapaz de controlarse.

    —¿De qué te ríes? —Andrés quiso llorar—. ¿Ahora tú te burlas de mí?

    —No, no; lo siento, lo siento —se disculpó Ax intentando calmarse—. Es que me has sorprendido, Andrés. Declarársele a alguien requiere un enorme coraje; eres muy valiente. Me río porque llevas ventaja sobre mí que se supone soy tu confianza. Nunca me he declarado a nadie, no sé si podría hacerlo.

    —¿Eh? Pero yo he oído que a Diana le dices que te gusta mucho.

    —Porque es la verdad. Muchas personas me gustan, más si son del equipo, y me gusta decirles también cómo me gustan ya que todos son diferentes.

    —¿Cómo? ¿A qué te refieres?

    —Veamos —Ax se recostó más sobre Andrés, utilizando su hombro como almohada al tiempo que usaba sus dedos, listo para contar—. Diana me gusta como el aroma de las rosas. Marco como caminar descalzo en la playa. Elías como la textura de la cáscara de piña.

    Ax continuó dando una lista interminable de todos los que le gustaban y cómo, ocasionando en Andrés una que otra risa ante las ocurrencias de su amigo y su inusual manera de explicar las cosas.

    —Y claro que también me gustas, Andrés.

    —¿Y cómo te gusto? —quiso saber, lleno de curiosidad. Sin duda estaba feliz de saber que a Ax le gustaba; nunca antes le había gustado a alguien, pero deseaba conocer qué clase de comparación le daría.

    —Me gustas como tu sonrisa.

    —¿Mi sonrisa? —Se confundió bastante.

    —Sí, tu sonrisa. Tienes una muy linda, ¿te lo han dicho?

    Andrés lo pensó; no lo recordaba. De hecho, no era como si hubiese sonreído mucho a lo largo de su vida y no necesariamente porque fuera una persona seria, sino que simplemente no lo había hecho y ya.

    —No, no me lo habían dicho.

    —Pues yo amo tu sonrisa y creo que deberías sonreír más. ¡Ya sé! También me encargaré de que permanezca siempre en tus labios.

    —No tienes por qué…

    —Quiero hacerlo.

    Y allí estaba Ax de nuevo; regalándole y regalándole dicha con buenos momentos; promesas verdaderas. Si pudiera agradecérselo de alguna manera, con lo que fuera, por muy mínimo que resultara ser estaría satisfecho, pero no podía hacer nada por su amigo. Ax escuchó sus repentinos sollozos.

    —Oye, ¿qué pasa? Creí que era una conversación alegre.

    —Lo es —Andrés lloraba sin reparos—. Es sólo que… Todo lo que has hecho por mí es tanto y yo sin poder darte nada a cambio.

    —No lo hago para que me pagues algo, Andrés.

    —Pero… un amigo debería agradecer, de mínimo.

    —Muy bien, si quieres hacerlo, adelante.

    —No sé cómo.

    —Claro que sí. ¿Cómo lo has estado haciendo hasta hoy? Con palabras, ¿no es así? Para mí son más que suficientes. Me hace feliz escucharlas, así que adelante.

    —¡Gracias por todo, Ax! —Exclamó inmensamente agradecido y liberando un poco más de llanto—. En verdad gracias.

    —De nada, Andrés, de nada.

    Y continuaron un momento más así hasta que Oscar se les acercó y los regañó. A Ax por estar perdiendo el tiempo cuando debería estar practicando y a Andrés por ser una distracción, así que también lo puso a trabajar. Era indudable que a Oscar no le gustaban los holgazanes, pero sólo cuando estaba en “Gecko”, aseguró Ax. Y le contó a escondidillas a Andrés que el hombre era más perezoso de lo que parecía en su tiempo libre. Así, la noche los sorprendió, por lo que cada quien se retiró a su respectivo hogar.

    -TV-​

    Ron trabajaba en los frenos de un auto. El trabajo como mecánico no tenía nada que ver con el de archivero, pero no pedía mucho tampoco. Concentrado estaba en su labor cuando escuchó que gritaban su nombre.

    —Ron… ¡Ron!

    —¿Sí? —miró al que era su jefe.

    —Estoy hablándote desde hace un rato, ¿qué no oyes?

    —Ah, lo siento.

    —Vaya que estás sordo —El hombre corpulento y barbón no podía saber que sus palabras estaban un paso más allá que acá—. Tu turno ha terminado. Buen trabajo.

    —Buen trabajo a usted también, señor.

    Ron se alistó para salir del taller. Pasaba del mediodía y caminaba con paso tranquilo mientras sus pensamientos se concentraban en los cambios; esos malditos cambios que odiaba tanto. Necesitaba ajustar su horario en el trabajo para ir más horas o conseguir otro. Anteriormente le convenía uno que le permitiera dedicarle mucho tiempo al skate, pero ya no era un requisito. Continuó caminando ignorando que alguien lo llamaba a lo lejos; no fue sino hasta que la persona se acercó lo suficiente que logró escucharla.

    —¡Ro-nal-do!

    —¿Pero qué…?

    Giró sobre su eje y pocos metros alejado, observó a Ax acercarse a él como alma que se lleva el diablo. Alzó una ceja por demás extrañado cuando Ax se colocó frente a él, poniendo sus manos en las rodillas, inclinándose e intentando regularizar su jadeante respiración.

    —Ron, qué bueno que te encuentro.

    —¿Qué quieres? —espetó con dureza y frialdad. Ax hizo un mohín de disconformidad.

    —Cielos, ¿no puedes ser un poco más amable? Un “hola, Ax. ¿Cuánto tiempo? ¿Cómo están todos por allá?”, no vendría mal.

    Ron rodó los ojos y continuó con su camino.

    —Hey, espera. No te vayas ahora. ¿Sabes cuánto tiempo he estado buscando tu paradero? Te desapareciste de la faz de la tierra de un día para otro y…

    —¿Qué quieres? —volvió a preguntar con impaciencia, deteniéndose. Ax y su boca no estarían satisfechos y no lo dejarían en paz si no escuchaba lo que fuera que tuviera que decirle.

    —Vine a saludar —informó sonriente.

    Ron lo miró con una clara expresión de “te conozco lo suficiente. No intentes engañarme y dime ya a qué diablos vienes”, y Ax se vio atrapado.

    —De acuerdo, de acuerdo. Vengo a invitarte a salir.

    —Mi gusto sexual es hetero, muchas gracias —anunció retomando el paso.

    —¡Espera! Muy gracioso, Ron. Tú y yo sabemos la verdad sobre mí.

    —No soy pedófilo.

    —¿Quién te lo contradice? Además, hace un mes que cumplí los dieciocho años, así que soy todo un adulto… Un momento, ¿por qué digo esto? Ni siquiera es a lo que me refiero. Te invito como camaradas, es todo.

    —¿Por qué lo harías? —se detuvo.

    —Pues porque lo somos, ¿no?

    Otra mirada de “te conozco” por parte de Ron y Ax suspiró derrotado.

    —Siendo honesto, quiero agradecerte que me ayudaras aquella noche hace tres meses. Si no fuera por ti, esos locos me habrían quitado la vida o quién sabe qué otra barbaridad. En verdad me gustaría darte las gracias con esta pequeña invitación.

    Por ahora es todo. ¡Gracias por leer!
     
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  11.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    T.T lloro de felicidad tras ver a Mr. Pawa y el título de la historia en mi alerta. No la has abandonado.

    Exageró, bueno pasando a la historia. Debe ser duro entrenar y entrenar, es por esa razones que no me gustan los equipos deportivos xD ¿No pude haber nacido con esos dones?

    No puedo creer que aquella muchacha a la que Andrés tuvo la valentía de declarársele, lo haya despreciado de esa cruel manera. Mi hizo enojar, y es que esa clase de personas “populares” son así. Claro está, excepto Ax.

    No sé porque, pero esa parte me pareció algo encantadora. Ax le dijo que era popular, ¿qué le dio a entender, eh? (tal vez son mis imaginaciones :D)

    o.O a eso se refería, literalmente. Esa Ax como es. Es tan agradable y tan ocurrente, me cae bien, creo que será mi personaje favorito. Tiene mucha personalidad.

    Jajajaja xD no puede ser. Eso no funcionó:

    ¿Eso qué tal? No, tampoco funciono.

    Me ha gustado la continuación. Fue bastante llena de sorpresas y una que otra sonrisa. Así que Ron está mal de sus oídos, eso explica porque su malhumor, debe ser doloroso el que no puedas hacer más algo que te gusta mucho, en el caso de él, el skate. Otra cosa que me deja intrigada es sobre el mensaje que le enviaron a Andrés, ¿qué es lo que tiene escrito? ¿Alguna amenaza? Yo esperaba que Ax le arrebatara el móvil y leyera… pero bueno, ella no es así.
     
  12.  
    Roseé

    Roseé Soy muy viejo

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    Kiiaaaaa!!!! Ax, es toda una barbaridad, me encanta!!! te diria mas pero estoy apurada, grax por todo

    saludos !Yo! (sige asi)
     
  13. Threadmarks: Diez
     
    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    @NattyVoi Pues vaya que exageras ¬¬ Sé que me voy un rato, pero no es para tanto, psss. Así me tarde mil años, no abandonaré una historia, aprende :P Me alegro que te guste la historia y que notes los mensajes subliminales (? xD Y nada, a ver si esto sigue bien o si de a tiro me retiro de hacer esta clase de historias. Gracias por el comentario.
    @rosée ¡Gracias por pasarte! :3 Aunque corto tu comentario, me alegró el día ^u^ Espero que esto siga gustándote y gracias por el apoyo. Lo aprecio mucho.

    A los demás que se pasan a leer también se les agradece de corazón y a ustedes el capítulo, después de un período de letargo. ¡Disfruten!

    Diez

    Ron rememoró aquella fatídica noche. Fue imposible para el líder de “Los Cardenales” en aquel entonces que quienes no compartían su forma de pensar no se enteraran del ataque que organizó contra “Gecko”. Sin embargo, todos se enteraron cuando varios miembros del otro equipo ya habían sido embestidos. A Ron poco le importaba lo que les pasara a esas víctimas, en tanto no se trataran de las tres personas que sí eran de su interés. De allí que consiguiera a un par de tipos para que mantuvieran vigilados a dos, mientras él lo hacía con Ax, a quien por lo menos toleraría ver. Fue una coincidencia que fuera la próxima víctima de su enfermo “jefe”; aunque no del todo incomprensible. Dañar al querido hermano del cabecilla de “Gecko”. Nada mejor para intimidar.

    —No lo hice por ti —se sinceró sin pizca de tacto.

    —Lo sé, lo sé —Ax asintió sonriente—. Lo hiciste por Oscar, ¿verdad?

    —Fue un acto de caridad.

    —No es verdad; fue por Oscar. Sigues siendo un buen amigo, Ron.

    —Adiós —volvió a caminar.

    —No, espera —Ax lo siguió—. Déjame invitarte a algún sitio, por favor.

    —Quieres aplacar tu conciencia, eres egoísta —arguyó tajante.

    —¿Si te digo que tienes razón aceptas la invitación? —inquirió Ax con tono inocente.

    —Ah —Ron suspiró y se detuvo por cuarta vez. No le daría más vueltas al asunto o Ax lo seguiría hasta el final del mundo y soportarlo no estaba en su lista de actividades; nunca lo estuvo—. ¿A dónde?

    —Pues no sé. ¿Qué te parce a comer?

    —Ya comí.

    —Hm, entonces vamos al parque de atracciones.

    —Mucho ruido.

    —¿Al acuario?

    —Aburrido.

    —¿El museo?

    —Para morirse.

    —¿De comparas?

    —¿Es en serio?

    —Ah, entonces no sé; elige tú. Lo que sea y dónde sea, no hay problema. Tengo suficiente dinero.

    —¿Dónde sea? Al Girasol —Ron lo dijo en realidad sin pensar.

    —¿Al Girasol? ¿El bar? —Ax frunció el ceño, inseguro—. Bueno, no me gustan esos lugares.

    —Adiós.

    —¡No, no! Bien, iremos al Girasol. Tú ganas.

    De esta manera, los dos se dirigieron al bar que Ron alguna vez frecuentó. Tomaron asientos frente a la barra y el barman, un hombre de mediana edad y panzón, los atendió alegre de ver a Ron.

    —¡Hey, hijo! ¡Cuánto tiempo sin verte! Creí que te habías olvidado de nosotros.

    —He estado ocupado, Don.

    —¿Hm? —El hombre detalló a Ax—. Este niño me parece familiar. ¿Dónde lo he visto?

    —Es el hermano de Oscar —respondió rápidamente Ron y con un tono de voz que denotó que no quería más preguntas sobre el tema.

    —De acuerdo —accedió Don entendiendo—. ¿Qué les sirvo?

    —Un wiski en rocas —pidió Ron.

    —¿Y tú, chico? Pareces tener la edad suficiente.

    —Sí, pero no soy bueno para el alcohol.

    —Sírvele lo mismo —intervino Ron y Don sirvió los tragos.

    —Pero yo…

    —Tú fuiste el de la idea —Ron lo interrumpió mirándolo enarcando una ceja—. No pensarás dejar a tu invitado tomar solo, ¿verdad? ¿Dónde quedó lo de estar gradecido?

    Ax suspiró viéndose sin salida y miró el vaso con el líquido embriagante. Tan sólo verlo le causaba un terrible malestar.

    —Bebe —ordenó Ron dándole un trago al suyo propio.

    Ax tomó el recipiente de cristal y lo miró dudoso unos instantes, para después empinárselo por completo. Un hipido, dos, tres y sintió un ardor terrible bajar por todo su esófago y asentarse en su estómago. Se sujetó fuertemente a la mesa con miedo de caer ante el efecto repentino de que todo daba vueltas. Estaba mareado y hacía calor, mucho calor. De pronto, incapaz de sostenerse erguido sobre la silla, se echó hacia adelante y estampó su frente en la barra, haciendo un sonido que llamó la atención de varios clientes, ocasionándoles risillas burlescas. Ron bufó con fastidio mirando el contenido de su vaso.

    —Vaya idiota. Nunca le dije que lo terminara todo de un trago.

    En su lugar, Ax sacudió los hombros con vitalidad en tanto una carcajada desquiciada brotaba de su garganta. Sacudió las piernas arriba y abajo.

    —Ah, por eso no me gusta el alcohol —dijo por demás ebrio—. Eres malo, Ron —El nombrado ignoró totalmente sus reproches—. No entiendo cómo pueden gustar estos lugares. A ti, a Oscar; siempre juntos aquí…

    Ron frunció el ceño y fragmentos del pasado acudieron a su mente; todos ellos en ese bar, con Oscar a su lado, divirtiéndose, festejando, consolándose. Apretó el vaso en su mano. Por eso se mostró a sí mismo renuente de volver al establecimiento. Si lo hacía, los dolorosos recuerdos lo atacarían. Ax siguió murmurando, pero no lograba entenderle del todo ni escucharlo claramente.

    —Estuvo mal… Uh, lo que Oscar te hizo no estuvo bien; cometió un error. Quise castigarlo y no hablarle, ni a Lina, pero no pude. No soy un buen amigo. Pero tú si lo eres, sí lo eres y Oscar fue un idiota por no darse cuenta.

    Esas oraciones entre otras pocas, fue las que logró distinguir, pero no les prestó atención. No quería escuchar nada de nadie, mucho menos de Ax, quien ya había caído en un sueño aparentemente dulce por la sonrisa bobalicona en su rostro. Sus personalidades nunca fueron compatibles. Ron lo consideraba más que intolerable con su parloteo inagotable y sabía que Ax no le tenía mucha simpatía tampoco, pero era hermano de Oscar y él lo quería demasiado, por lo que se esforzó por mantener una relación estable; aunque ya no era necesario.

    —Uh…No… No hagas eso, Andrés… —Una risa alegre.

    —Vaya, vaya, parece que tendrás que lidiar con alguien —dijo Don colocando su visión en Ax, que seguía balbuceando cosas sin sentido. Ron bufó de nuevo.

    —Ni de chiste.

    Hurgó en la bolsa derecha del chaleco de Ax, donde sabía estaría el celular. En efecto, lo tomó y lo abrió. Miró la lista de contactos y el primer nombre llamó bastante su atención. Miró a Ax, quien continuaba ajeno a todo. Así que Ax podía ser de esa clase de personas, ¿eh? Aunque no había nada de extraordinario; era una chica después de todo. Continuó mirando los nombres, era una lista larga. El nombre de Jeremías golpeó sus ojos ámbar. ¿Se trataría de ese Jeremías? Las iniciales LC que precedían el nombre le dijeron que quizás sí. Chasqueó la lengua, molesto; allí estaba otro sujeto al que no soportaba. Siguió viendo y llegó al de Lina. Golpeó la pantalla repetidas veces con el pulgar antes de retomar su actividad. El que buscaba; el nombre de Oscar se dejó ver y tragó duro. ¿Hacía cuánto que no hablaba con él? Su mano tembló, vacilante, pero finalmente presionó el botón verde y mientras alguien respondía del otro lado, subió el volumen al máximo.

    —Ax, ¿qué pasa?

    Sostuvo el aliento y cerró los ojos, a punto de echarse para atrás y colgar, pero no podía. Ya no.

    —¿Qué sucede, Ax? Estoy un poco ocupado.

    —Ax está en el Girasol con tremenda borrachera. Sugiero que vengas por él antes de que alguien más lo haga.

    —¿El Girasol? ¿Quién es? —La preocupación fue evidente al inicio—. Espera. Esa voz… ¡Ron!...

    Colgó. Inhaló y exhaló, calmándose. Había sido más difícil de lo que parecía. Apenas controló el trémulo en su voz. ¿Pero por qué tembló? ¿De ira? ¿De odio? ¿De miedo? ¿De alegría? No sabía. Simplemente no sabía cómo debía sentirse con respecto a Oscar. Dejó el celular en su sitio, se levantó de la silla, sacó su billetera y pagó las dos bebidas; al final él terminó invitando a Ax. Miró a Don.

    —Oscar viene por él dentro de nada. Te lo encargo hasta entonces.

    El señor asintió y Ron se fue, dispuesto a ir a casa a descansar. Ese día había sido más que agotador.

    -TV-​

    Jeremías patinaba por la ciudad con destino a la plaza. El líder de “Gecko” lo había citado en ese lugar. Arribó y se dirigió al centro de la misma, en la que pudo divisarse un hermoso quiosco. Allí vio a Oscar, recargado en la pequeña arquitectura, a un lado de las escaleras de la misma. El ocaso se apreciaba en el horizonte.

    —Buenas tardes o noches —Saludó Jeremías cortésmente.

    —Buenas —Oscar asintió parándose recto.

    —¿Qué puedo hacer por ti?

    —Me alegra que atendieras mi llamado. Verás, me gustaría que nos enfrentáramos nuevamente. Los chicos y yo queremos la revancha.

    —Ya lo sabía. Pensé que de eso se trataba. Muy bien, acepto; sin embargo, me gustaría que hubiera un espacio de tiempo antes del encuentro. Estamos reclutando gente.

    —No hay problema; iba a sugerir lo mismo. Supongo que podemos acordar la fecha en otro momento —El rubio asintió—. Bien, ¿alguna sugerencia para la próxima competencia?

    —En esta ocasión me tomo la libertad de dejarles a ustedes la decisión. Lo que sea que convengan me parecerá bien.

    —¿Lo que sea? —Oscar frunció el ceño—. Oye, ¿no crees que eso suena muy arrogante? ¿Estás dándonos ventaja? ¿Nos subestimas? ¿Quién te crees que somos?

    —Siento que lo veas de esa forma. Pensé que como los menos beneficiados actualmente, sería justo que tuvieran la oportunidad de elegir.

    —¡Bah! No pienso discutir contigo. Tenemos un orgullo que alimentar con nuestras habilidades, pero tomaré la oferta; quizás termines arrepintiéndote. En cuanto decidamos te lo haré saber. Yo visualizo una carrera en esta ocasión, pero debo pedir la opinión de los otros.

    —Como dije, lo que sea va bien.

    —Algo más —Oscar calló un momento, inseguro de si continuar o no. Como le había dicho a su homólogo, tenía su orgullo; aunque hacerlo a un lado de vez en cuando no era tan malo—. Me preguntaba si podría tener una conversación con el último de tus participantes.

    —¿Con Fernando? Es por lo de tu último, ¿cierto? —Oscar asintió nuevamente.

    —Intento asesorarlo, pero su estilo es muy raro. He estado investigando sobre él y no encuentro información útil. Quizás este tipo, Fernando, pueda ayudar. Entiendo si no, pero como veo que él no acostumbra patinar, es mejor que comparta sus conocimientos con quienes puedan aprovecharlo.

    ¿Oscar estaba escuchándose? ¡Qué humillación! Debía reconsiderar seriamente lo de seguir los consejos o peticiones de Ax.

    —Fernando ha encontrado una nueva pasión —aseguró Jeremías—. Tienes razón en lo que dices. Además, ¿qué provechoso es acabar con un equipo cuyos miembros no muestran todo su potencial? Quiero vencerlos en todo su esplendor, y aquí también habla el orgullo.

    —Pues a veces dice cosas muy interesantes.

    Oscar sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió emocionado de tener que vérselas con alguien como Jeremías. Con el anterior cabecilla de “Los Cardenales” no había sentido nada más que una aversión extraña.

    —De acuerdo, arreglaré una cita con Fer. Ahora me gustaría solicitar algo a mí.

    —Te escucho —el líder de “Gecko” se cruzó de brazos.

    —¿Tienes tú o alguien de los tuyos alguna idea de dónde puedo encontrar a Ronaldo?

    —¿A Ron? —Oscar sintió una opresión en el pecho.

    —Así es. No ha venido a las reuniones del grupo; desde la competencia nadie lo ha visto.

    —Bueno —Oscar recordó que al ir por Ax al Girasol, en medio de su ebriedad mencionó algo sobre dónde trabajaba Ron, mas no dio ubicación exacta—, no en este momento, pero sé de alguien que tiene una idea.

    —Si pudieras decírmelo en cuanto la tengas estaría agradecido.

    —Claro y esto es para ayudarlo, ¿no? Piensas ayudar a Ron con su skate, ¿verdad? —Fue inevitable que en su voz un indicio de preocupación se presentara.

    —Por supuesto, aunque temo decir que él no se muestra cooperativo. Tengo entendido que una vez fue integrante de “Gecko”. ¿Por qué dejarlo?

    —Problemas internos.

    —¿Tan grandes como para entrar a un grupo al que odia y comprometer su adelanto en el skate?

    —Hay de odios a odios.

    —¿Qué significa eso? ¿Que de alguna forma odia más “Gecko”?

    —Olvídalo —Oscar no quería entrar en detalles en ese tema con su rival—. ¿Ya no tienes más que decir? Porque yo no y tengo cosas que hacer. Me voy.

    —Que pases buenas noches.

    Oscar alzó su mano en manera de despedida y se alejó. Jeremías tomó su propio camino.

    Hasta otra.
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Hola, vengo a fregar con mis exagerados comentarios xD Jajaja, ya entendí la indirecta (bueno, conociéndote, no lo fue).

    Sabes que tuve que consultar el diccionario para poder comprender algunas palabras. Bueno, fuera de mis quejas y demás, me encanto la continuación, te digo, cada vez me gusta más la historia. Estoy conque Ron eligió ese lugar adrede. No se podía sacar a Ax de encima, ella sí que es persistente.

    Tan solo citare algunas palabras que menciona un cantante que me gusta: “Eso me pareció verdaderamente negligente.”

    Ya me quedo más claro los problemas que tenía el anterior líder de “Los Cardenales” no veía la rivalidad “sana” contra los Gecko, peor ¿por qué? Eso me intriga, saber la razón del que su problema creciera más y más hasta el punto de dañar a otras personas. Tal vez ¿envidia? ¿Ira? ¿O simplemente se desquició, tal vez por algo que sufrió?

    Por cierto, el cómo se sintió Ros antes y después de hablar con Oscar me pareció un chico declarándosele a alguien O.o tal vez no, olvida lo que dije. Fuera de las bromas, parece ser que el problema de Ronaldo es más grave de lo que se imagina, ¡tener que subirle el máximo volumen al teléfono! Sin contar que ha sufrido bastante, me da la ligera sospecha de que Lina era novio de él, pero tiempo después lo cambio por Oscar, es por eso el odio más a uno que el otro.

    Bueno, creo que eso sería todo de mi aporte querida hermanita, así que sin más que agregar, me despido, si no antes pedir continuación, pero no después de dos meses… :D
     
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    Roseé

    Roseé Soy muy viejo

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    ¡Muy bueno! (aunque lo encontré algo corto... ) quiero que sepas que ya te estaba echando de menos, (estuve a punto de creer que ibas a abandonar la historia.... menos mal que no fue así) Me sigue encantando Ax, la encuentro tan simpática que ya le he agarrado cariño, espero que sigas resaltando esa personalidad tan particular que tiene, aun así faltan muchas cosas por resolver y cada vez me dejas mas metida en la historia...

    Saluditos cargados y rellenitos de mucha inspiración :D
     
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    Sheccid

    Sheccid Usuario común

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    regresé!!!
    Bueno, la verdad es que no note faltas de ortografía o no presté atención en eso, sino en la historia.
    Si me gustó mucho la pareja de Lina y Oscar y el empeño que pone Andrés. También Ax se me hace un lindo personaje, alegre y confiado. Aunque lo que no me dejo de preguntar es que hizo exactamente el líder anterior de Los Cardenales y por qué, también que pasó entre Oscar y Ron para hacer que este último se llenara de tanto rencor.
    Muy buenos capítulos y espero conti
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    @NattyVoi ¿En serio? ¬¬ ¿Una declaración? ¿Qué mente tienes? D: Ya decía yo que tus comentarios era súper exagerados ._. Pero me gustan porque me diviertan así que vale xD Espero que esta historia siga gustándote y creo, en serio creo, que poco a poco las dudas se responder y si no, aquí te tengo para que me recuerdes ^^
    @rosée ¡Gracias por tu lindo comentario! Me animan ^^ Lo sé, los capítulos para esta historia no los planeé muy largos, la verdad. Me alegro que te guste esto y Ax, a quien procuraré no echar a perder. Gracias por el apoyo.
    @Sheccid Bienvenida nuevamente, es un placer tenerte por acá y gracias por tu hermoso comentario :3 Sí, me alegra que te fustaran Oscar y Lina *u* Hacen bonita pareja xP En este capítulo pasado vimos que el antiguo líder de los Cardenales mandó atacar a algunos de Gecko, lo que sí es que todavía no explico bien el porqué; y lo que pasó entre Oscar y Ron tampoco he detallado, pero ya veremos. Gracias por pasarte.

    A los demás que se pasan a leer, ¡gracias también! Lo aprecio y a ustedes es que dejo la actualización. Nota: un capítulo muy importante para la trama de la hisotria que se desarrollará a partir de aquí. ¡Disfruten!

    Once

    La oscuridad reinaba en la ciudad y Andrés se dirigía a su casa después de un día más de práctica; estaba feliz. Oscar y él se habían encontrado con ese miembro de “Los Cardenales” que había participado al final en la pasada contienda, y le había mostrado a ambos el manejo base del estilo que él usaba. A Oscar para que lo mantuviera vigilado y a él para darle una idea de cómo organizarse mejor y cómo mejorar. Fernando era una persona amable, pensó Andrés, y estaba inmensamente agradecido de que se tomara la molestia de enseñarlo. No había manera de que esa alegría y gratitud le fueran arrebatadas.

    El joven castaño vivía en un barrio tranquilo en los suburbios de la ciudad y a esas horas de la noche, las calles se hallaban solas. Siempre procuraba regresar a una hora prudente para no preocupar a sus padres; esa noche sin embargo, un suceso imprevisto lo detuvo. Al recorrer una de las tantas calles por las que debía pasar para arribar a su hogar, unos chicos que parecían haber estado camuflados entre la oscuridad, pues no los percibió hasta ese momento, lo rodearon obligándolo a detener su patinaje. Eran cinco.

    —C-c-chicos.

    Los reconoció como el grupo en el que había estado sus años de secundaria y preparatoria. Aficionados al skate al igual que él que se unían a practicar y pasarla bien en tanto decidían qué harían al final con su vida; si continuarían con el skate o no; grupo en el que jamás fue bienvenido. El miedo se impregnó en sus ojos y su cuerpo se sacudió involuntariamente.

    —Cuanto tiempo, Andrés —dijo uno, el que parecía mandar sobre ellos.

    —H-hola, M-Mario.

    —¿Por qué esa actitud asustadiza? —continuó Mario con apacibilidad aparente—. Ven y acompáñanos, camarada. Queremos hacerte un regalo.

    —¿R-regalo? —Sus palabras no le gustaron.

    —Claro, es que, ¿cómo íbamos a saber que “Gecko” te acogería? ¡Vaya sorpresa! Es merecedora de un presente. Anda, ven.

    —N-no… Y-yo…

    Dos chicos lo tomaron por los brazos, apretándoselos fuertemente y lo hicieron caminar sin importarles sus suaves reclamos, viéndose arrastrado a un callejón desolado. Lo soltaron con brusquedad consiguiendo que chocara contra un muro. Todos lo miraron inconformes y se sintió un insecto; se encogió de hombros por demás intimidado. Mario habló con dureza.

    —¿Qué te dije sobre volver a patinar? ¿No te advertí que no volvieras a hacerlo; que dabas asco?

    Andrés bajó la mirada a sus pies sin dejar de temblar, con la visión nublada por las lágrimas acumuladas, pero no respondió. Mario prosiguió.

    —Y meterte a “Gecko”. ¿Es que además de inútil eres retrasado? ¿Cómo alguien con tu capacidad de poca monta fue aceptado en el equipo legendario? Yo hice el examen y no me aceptaron, ¿por qué a ti sí, que no sirves para nada? “Gecko” no sabe la basura que ha recogido del suelo. ¿No es por tu culpa que perdieron?

    Andrés cerró los ojos con fuerza, sintiéndose mal. Mario tenía razón. ¿Por qué lo aceptaron? ¿Por qué lo dejaron participar? Por él sufrieron una humillación sublime. Mario siguió hablando.

    —No querrás avergonzarlos más, ¿o sí? Te lo diré una vez más, Andrés, como amigo. Retírate de esto; no eres bueno. En realidad apestas en tu skate. Abandona y hazle un favor a ti y a todos los que te rodean. ¿No recibiste los mensajes?

    Andrés abrió los ojos y alzando la mirada la enfocó en Mario, incrédulo. ¿Él le había mandado todos esos mensajes de remitente desconocido? Esos que una seguridad increíble los rodeaban al decir lo inepto que era, que lo culpaban por la derrota de su equipo y que aseveraban un futuro lleno de infortunio para “Gecko” si su presencia continuaba pudriéndolos. Sollozó con ímpetu, aún sin derramar lágrimas.

    —Déjalo, Andrés —repitió Mario y se dio la vuelta dispuesto a irse cuando la débil y quebrada voz de Andrés lo paró en seco.

    —…N-no.

    —¿Qué has dicho? —Se volvió a encararlo sin dar crédito a lo que escucharon sus oídos. Sus palabras causaron el mismo efecto en los otros.

    —N-no… No quiero…dejar el skate. N-no q-quiero.

    Y es que no podía. Amaba el skate, amaba “Gecko”, amaba a Ax. No quería renunciar a nada, a ninguno de ellos. Mario lanzó una carcajada que ni él mismo pudo clasificar.

    —¿Qué demonios estás diciendo? ¿Qué sandeces salen de tu boca? —Sus ojos, llenos de repulsión, se clavaron en Andrés—. Por tu estupidez, por tu ridículo deseo inalcanzable, un grupo de skateres se irá al demonio. ¿Eso quieres?

    Andrés no respondió y Mario golpeó el muro a un lado de la cabeza del joven, haciéndolo saltar; más pálido no podía ponerse.

    —¡Responde!

    Sin embargo, no respondió. Mario gruñó con ira mal contenida y se alejó del tembloroso Andrés, quien sintió no podría sostenerse más.

    —De acuerdo. En ese caso, chicos, me apetece jugar un rato, ¿qué dicen?

    Sonrió con sadismo y los demás lanzaron exclamaciones y risillas burlescas, mientras que a Andrés una inquietud y un horror indescriptible le oprimían el corazón. Miró a Mario con sus ojos grises llenos de temor y súplica.

    —Oh sí, Andrés, jugaremos tu juego favorito.

    Las lágrimas finalmente ganaron la batalla y rodaron sobre sus mejillas cayendo al suelo, lentas y exiguas. Negó con la cabeza, rogando en silencio que no lo hicieran. No ese juego con el que tenía pesadillas noche con noche.

    —Vamos, sabes que te encanta. Recuerdas las reglas, ¿cierto?

    Sus hombros se sacudieron ante los sollozos incontrolables y abrió la boca para hablar, pero el nudo en su garganta no lo dejó; era un fuego abrasador que estaba quemándolo con gran ardor.

    —Las reglas, Andrés —exigió Mario frunciendo el ceño, golpeado reiterada veces el suelo con el pie, impaciente.

    —P-preguntas y respuestas —articuló finalmente—. Ustedes preguntan y yo respondo. Por cada pregunta errada, s-sanción. Termina cuando se completa el círculo. T-tú no participas.

    —Bien, las recuerdas, ¡qué bueno! —Mario sonrió con alegría juntando sus manos y en tono dulzón siguió—. Ahora, mi querido Andrés, ¿a qué personas no se quieren en el juego y, en general, en ningún sitio?

    Tardó un momento más en responder gracias al continuo llanto.

    —A… A los gritones y a los soplones.

    —Excelente. Sebastián dará inicio.

    Mario se acercó a uno de los chicos y susurró algo en su oído. El tipo rio encantado de la vida y asintiendo se colocó frente a Andrés.

    —¿Verdadero o falso? Andrés dejará “Gecko” y el skate para siempre.

    Los demás carcajearon al escuchar la pregunta; eso iba a estar bueno. Andrés abrió los ojos, sorprendido; no esperaba eso. Normalmente eran preguntas relacionadas con el skate; su historia, los trucos, las partes de la patineta. Como si una obstrucción mayor fuera quitada de en medio, las gotas de agua salada emanaron de sus ojos cual cascadas abundantes. Sus labios musitaron algo, temblorosos. El chico inclinó su cabeza hacia él, poniendo su oído cerca de su boca.

    —¿Qué dices? No te escucho.

    —F-falso.

    —Eeek —El sujeto imitó el sonido de una máquina cuando la respuesta estaba mal—. Incorrecto.

    Y con velocidad sorprendente, levantó su puño y lo asestó de lleno en el rostro de Andrés, derribándolo ante la poca firmeza de sus piernas. La víctima se cubrió el rostro, adolorida y retorciéndose en su lugar, sin dejar de llorar.

    —Me toca —dijo otro de ellos y se acercó a Andrés—. Sí o no. Andrés dejará “Gecko” y el skate para siempre.

    Andrés gimió con aflicción. Iba a ser la misma cuestión todo el círculo.

    —No…

    Una potente patada en el estómago sofocó su respuesta. Tosió intentando recuperar el aliento y se hizo ovillo buscando aminorar las punzadas de dolor.

    —Sigo. Andrés dejará “Gecko” y el skate para siempre. Verdad o mentira.

    —M-mentira.

    Otra patada, ahora en las costillas.

    —Mi turno. ¿Hago la pregunta o paso al castigo de una vez? —No hubo respuesta—. Tomaré eso como la petición del castigo.

    Lo sujetó del cabello y lo irguió lo suficiente para que se sentara, pasando por alto los alaridos ahogados; luego estampó su cabeza en el muro tres veces antes de soltarlo nuevamente y dejar que se desparramara en el suelo, no hallando energía para sostenerse. Mario negó con la cabeza, con pesar disimulado y se acercó al moribundo Andrés.

    —Es una verdadera pena, Andrés. Te creía un poco más inteligente, pero supongo que no puedo esperar mucho de ti, ¿eh? Aun así, para que veas que soy una gran persona, haré la pregunta yo y tendrás la oportunidad de responder correctamente. ¿Verdad que soy muy bondadoso? Entonces allí va. ¿Verdadero o falso? Andrés dejará “Gecko” y el skate para siempre.

    —Falso, falso. ¡Es falso! ¡Agh!

    La terrible presión que sintió sobre su cabeza obligó a Andrés a callar. Mario había colocado su pie sobre su cráneo, no sólo pisándolo, sino que restregando con vehemencia su calzado en la piel del chico, hiriéndolo, como si se tratara de ese gusano que siempre había visto en él. Su expresión era fría, cruel.

    —En verdad eres un imbécil; imbécil e inútil. ¿Podrías ser menos? ¿Podría tu existencia valer menos? —Dejó de pisotearlo y le sonrió con inocencia—. Se acabó el juego, chicos. No te preocupes, Andrés, estaremos por aquí dispuestos a volver a jugar contigo. Ya no me cabe duda de lo mucho que lo disfrutas.

    Seguido de sus compañeros, Mario salió del callejón con un amargo sabor en la boca, dejando a Andrés a su suerte, quien al saberse solo, finalmente dejó que los lamentos silenciosos tomaran voz y salieran sin reparo de su boca, por demás dañado; tanto física como moral y emocionalmente.

    -TV-​

    Ax estaba en su habitación usando su laptop. Veía vídeos divertidos de caídas, entre las que obviamente estaban las de skate. Le gustaba verlas especialmente esas para hacer una buena crítica mental del porqué salió mal el truco. Ya no tardaría en irse a dormir, era tarde y Oscar lo regañaría. En eso, su celular vibró sobre la mesita de noche, alertándolo. Se quitó los audífonos y vio de quién se trataba. Parpadeó un par de veces, sorprendido. Contestó.

    —Hola, Jeremías —saludó animado.

    —Hola, Alexa.

    —Me siento extraño. Creí que sería el primero en llamarte. Me sorprendiste.

    —Sí, bueno, ya ves —Ax no podía saber que él se sentía más extraño al no acostumbrarse a su manera de hablarse como chico.

    —¿Y? ¿Qué puedo hacer por el líder de “Los Cardenales”?

    —¿Conoces a Saúl “El Grind”?

    —Hm…Me suena —Ax intentó recordar, pero no era de los que lo lograran de inmediato—. Espera un momento.

    Abrió una nueva pestaña de Internet y en el buscador escribió el nombre que Jeremías le había dicho. Enseguida, un sinnúmero de resultados acerca de él aparecieron, incluidas fotos. Con éstas y una leída superficial a los resúmenes de las páginas, Ax logró distinguirlo.

    —¡Ya sé quién es! Este tipo es famoso por su uso de los grind. ¿Cómo pude olvidarme?

    —Bueno, se presentará mañana en la Plaza del Día, en la ciudad que está a dos horas de aquí. Dará autógrafos y se tomará fotos con los admiradores. Yo pienso ir y me preguntaba si querrías acompañarme.

    —¿En serio?

    La euforia en la voz de Ax no pudo ocultarse. Raras veces se hacían eventos de ese tipo en su ciudad y mucho más raro era poder asistir a los organizados afuera en otro lugar. Más principalmente porque no podían costearse los gastos, pero si era una invitación no podía desaprovecharse, ¿verdad?

    —Es en serio, ¿qué dices?

    —Me encantaría, gracias —aceptó por demás feliz.

    —Bien, saldremos temprano. A las 7. ¿Dónde quedamos?

    —Donde prefieras, no tengo problemas.

    —El centro es el lugar de encuentro más común. ¿Qué te parece?

    —Perfecto.

    —Entonces hasta mañana.

    —Hasta mañana y gracias otra vez.

    —De nada. Adiós.

    Colgaron. Ax miró la foto del famoso skater y sonrió. Lo conocería en persona, ¡qué emoción! Debía decírselo a Andrés. Iba a marcarle, pero se detuvo mirando la hora; era demasiado tarde y seguramente ya estaría dormido. Terminaba muy agotado de los entrenamientos y se esforzaba mucho, debía dejarlo descansar adecuadamente. Decidió que se lo diría después; cuando llegara, quizás. Eso sí, debía traerle un recuerdo; un autógrafo de “El Grind” podría gustarle. Y con ese pensamiento se alistó para dormir.

    Gracias por leer. Hasta otra ^u^
     
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  18.  
    Roseé

    Roseé Soy muy viejo

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    HAGgg... Mira a mi me trataron pésimo cuando era mas pequeña, recuerdo lo mal que me trataban mis compañeros y sus miles de burlas. Creo que si algún otra ves me identifique con un personaje no fue tanto como esta ocasión... ¡¡Me dejaste con pena!! Pobre Andrés... ¿por que? ¡¡¡ha esta hora a Ax no se le ocurrió llamar!!!
    Me dejaste impactada, con un gusto tannnn... ¡Hay! No se si felicitarte por tan buen escrito o decir como lo siento por lo que le paso a Andrés... Bueno admito, tu manera de redacción es muy buena y esta excelente la Historia (mucho mas que excelente)

    No se que mas decir... No me fije en nada que no sea la historia (a parte que no se me da muy bien eso) debo decirlo que me envolviste completamente con la historia...

    Saluditos cargados de ¡EMOCIÓN! (quisiera seguir leyendo y que Andrés estuviera bien...) y Abrazos ¡Yo!
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Bien, bien, finalmente pude leer los últimos capítulos que me había perdido y haré un breve resumen de las escenas que me parecieron sobresalientes, como por ejemplo esa conversación que tuvieron Ax y Andrés, como ella comparó a los amigos que le gustan con algo memorable, además me encantó cuando le dice a Andrés que ella también es popular, jajaja, y la respuesta de él. También me gustó la manera en que Ax convence a Ron para llevarlo con ella, las propuestas de adonde ir y el rechazo, para finalmente terminar en el bar en donde Ax, con una sola copa, acabó por completo ebrio. Fue interesante lo que reveló de Oscar y Ron, lo que le da más intriga a lo que ocurre entre Ron y Oscar, además de que en esta escena se mostró el sentimiento que hay entre ambos, uno que supera los demás. Alguna vez fueron amigos, ¿es imposible recobrar dicha amistad? Se nota que ambos sufren, ¿qué pasará con ellos?

    Por otro lado, detesté a esos cinco que "jugaron" de esa manera tan cruel con Andrés. Aprovechados sinverguenzas, sin embargo admiré a Andrés por mantenerse firme ante tanto maltrato. Esos indivíduos son los inútiles, parásitos de la sociedad que con sus bravuconerías, se aprovechan del que pueden; sintiendo envidia por los que son afortunados, ah, espero que alguien los detenga.

    Mientras tanto, Ax se va a divertir con Jeremías, quien la ha llamado por su nombre completo, Alexa xD
    Buenos capítulos, espero el que sigue. Será emocionante descubrir en que consiste la próxima competencia.

    Nos vemos. TKM
     
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    @rosée ¡Gracias por tu comentario! Sabes que lo aprecio mucho y me alegra saber que no abrí heridas del pasado con el capítulo anterior y que te está gustando la historia. También te mando saludos y gracias por el apoyo :)
    @Marina Master, me alegra que la alcanzaras :3 ¡Gracias por tu apoyo!, y pues aquí vuelve a salir Ron y se sabe un poco más de él y su relación con Oscar y Lina. Lo sé, ese juego es cruel y Mario es malo, pero como antagonista me gusta, ¿sabes?, jojojo. Y nada, aquí el capítulo.
    @WarvsDark gracias por el "me gusta".

    Y a todos las demás personitas que se hacen un tiempo para leer esta historia, también quiero agradecerles mucho; valen oro. Sin más, dejo el capítulo. ¡Disfruten!

    Doce
    Lina se hallaba en la guardería, pues cuidar niños era su trabajo. Jugaba con ellos, los ponía a pintar, les contaba cuentos y cantaban canciones. Ella, igual que muchas de sus compañeras, amaba su medio de sustento; le encantaban los niños. Cuando casi ya no había niños era que su turno terminaba, pasadas las tes de la tarde. Se alistó para ir a casa, despidiéndose con una sonrisa de los pequeños que quedaban, asegurándoles que mañana volvería a verlos y se divertirían mucho. Caminó con paso tranquilo por las calles cuando alguien se colocó frente a ella, obstruyendo su andar. Abrió los ojos tanto sorprendida como asustada.

    —Ron —lo nombró dudosa.

    —¿Qué pasa, Lina? ¿Por qué esa cara? Antes siempre lucías feliz de verme.

    Lina se sintió herida; Ron estaba burlándose de ella. El hombre siguió hablando.

    —Es más, antes siempre me recibías con un beso ¿y qué crees? Se me antoja uno.

    Antes de que pudiera reaccionar, Ron la sujetó de los brazos rápidamente y la acercó a él para unir sus labios con los suyos. Lina forcejeó intentando soltarse, pero él era mucho más fuerte y lágrimas de impotencia se acumularon en sus ojos. Al final no tuvo más opción que propinarle una bofetada para que la liberara. Se alejó de él con la respiración entrecortada y mirándolo molesta.

    —¿Cómo te atreves? Yo amo a Oscar, Ron.

    —¿Y? —Ron se frotó la mejilla afectada, enfocando sus ojos en ella, fríos como cubos de hielo—. A mí me dijiste muchas veces lo mismo y no fue impedimento para que lo hicieras con Oscar, ¿no?

    —Te equivocas. Oscar nunca haría algo así. ¿Por qué no puedes entenderlo? Lo único que quieres ahora es hacerle daño.

    —¿Y no tengo derecho? —Su voz sonó áspera, colérica—. ¿No puedo vengarme de las dos personas que más amaba y que me traicionaron?

    —Oscar no te engañó, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? Yo…

    —Ahórrate las excusas, Lina. De cualquier forma, ¿has pensado en lo que te he dicho? Abandona a Oscar y regresa conmigo.

    —¿Cómo puedes pedirme eso? ¡Eres un insensible! Realmente quieres verlo destrozado.

    —Malinterpretas mis intenciones, Lina. Lo único que quiero es que Oscar se dé cuenta de la clase de mujerzuela que ha metido en su casa.

    —¡Ron! —Eso la lastimó hasta lo más profundo de su ser.

    —Porque claro, si ya una vez te atreviste a jurar en vano que amabas a alguien y después lo dejaste, significa que puedes hacerlo sin problema una segunda vez, ¿cierto?

    —¡Ya basta! —Lina se tapó los oídos, no deseando escuchar más, mientras lágrimas de culpabilidad descendían por su rostro.

    —Exacto, Lina, no eres más que una mentirosa deshonesta sin sentido de la moral. Una mujer fácil, una zorra —Ron buscó algo en la bolsa delantera de su pantalón y sacó un anillo de compromiso—. Mira, ten esto.

    Lo lanzó y quedó a los pies de Lina, quien entre lágrimas logró distinguirlo. Cerró los ojos con fuerza, como si la visión del pequeño aro los lacerara sin piedad.

    —El anillo que con tanto orgullo portaste unos meses. No lo necesito; es escoria, igual que la persona a quien le fue otorgado con tanta ilusión.

    Con esas últimas palabras, Ron se retiró de la presencia de la mujer, quien se arrodilló en el suelo, abrazándose a sí misma. La gente en la calle la miraba con extrañeza y quizás lástima, pero no le importó. Ron estaba en lo correcto en cuanto a ella. Era una mala persona, lo sabía y lo reconocía. Merecía cada uno de sus insultos; la lastimaban como nada más, pero se los había ganado. El odio de Ron también lo merecía, pero Oscar no. Él no tenía por qué padecer del desprecio de Ron ni de sus ofensas; nada. La única culpable era ella. ¿Pero cómo no serlo? ¿Cómo pudo haberlo evitado?

    Originariamente ella no era de esa ciudad; pertenecía a otra, se había criado en otra. Eso sí, como la mayoría de las urbanizaciones de aquellas regiones, el skate estaba en su apogeo y ella siempre había sido una gran aficionada a éste, por lo que lo practicaba y lo seguía. En una convención que tuvo lugar en su ciudad conoció a Ron; congeniaron enseguida. Tenían muchas cosas en común y ese primer encuentro dio oportunidad a futuros. Ella llegó a apreciarlo mucho, realmente creyó encontrar el amor en él; por eso no dudó en aceptar ser su novia y más tarde su prometida.

    No obstante, ese amor por muy grande y sincero que pensaba era, de alguna manera siempre se vio eclipsado por la presencia de Oscar; aun cuando en ese entonces ni siquiera lo había visto personalmente. Sin embargo, lo conocía, sí que lo hacía. Ron contribuyó enormemente en ese hecho. Siempre hablando de él, siempre idealizándolo, siempre presumiéndole el gran amigo que era; a quien quería, en quien confiaba. Fue inevitable que con el paso del tiempo un cariño especial por ese gran amigo de su novio naciera en ella. Pensó que se trataba de una gran curiosidad o admiración.

    No fue que se dio cuenta de todo hasta que Ron y ella decidieron que era tiempo de que se mudara a la ciudad de él, ya que la planificación de la boda iba viento en popa y se efectuaría en la ciudad natal de Ron. Así aprovecharon y Lina ingresó a “Gecko”, conoció a todos los integrantes y claro, a Oscar. Con eso pudo comprobar la veracidad en las palabras de Ron al describirlo. Hubo más cosas y adjetivos tergiversados de los que creyó, pero en lugar de decepcionarla, la maravillaron de una forma desconocida. No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de que en realidad no amaba a Ron, pues se había enamorado inconscientemente de Oscar, por lo que ya no podrían casarse. Con esa resolución, los problemas iniciaron y la que era una bella amistad se extinguió; todo por su causa. Era un monstruo.

    -TV-​

    “Gecko” se había reunido para aclarar exactamente qué harían para la competencia. No obstante, un tema de conversación muy ajeno al principal era llevado por todos, quienes rodeaban a Ax, en cuyas manos sostenía un póster autografiado de “El Grind”.

    —¿Entonces lo viste y te autografió esto? —inquirió uno, admirado y Ax asintió.

    —Yo fui pero no pude obtener nada. Había mucha gente —dijo Darío cruzándose de brazos.

    —Yo ni siquiera sabía que iba a venir por estos lares —confesó David avergonzado.

    —Yo estoy coleccionando autógrafos de skaters famosos y guapos. ¿Cuánto quieres por este? —indagó Diana, emocionada.

    —No, no, véndemelo a mí. Te doy doscientos —se apresuró a ofrecer Elías.

    —Yo trescientos.

    Y más ofertas surgieron. Oscar se tocó la cabeza. A veces todos allí podían ser tan infantiles que lo sacaban de quicio. Desafortunadamente, no estaba de ánimos para escándalos o alguna pelea interna —la que seguramente se formaría si los interrumpía en medio de sus negocios—, porque ese día se había levantado con una migraña insoportable; tanto así que sus ojos no toleraron la luz solar, razón por la que usaba aquellas gafas oscuras. Lina llegó a su lado y le dio un frasco de aspirinas; había ido a buscarlas.

    —Te he dicho que no salgas sin tomar algo cuando te dan jaquecas —lo reprendió—. Sabes que el dolor aumenta conforme pasa el día.

    —No empieces. Mi humor no es el mejor ahora —Se tomó un par.

    —Veré si puedo hacer algo —Lina se dirigió a donde todos rodeaban a Ax—. A ver, chicos, ¿qué pasa?

    —Ax no quiere vender su autógrafo por mucho que le ofrezcamos —se quejó Elías.

    —Reitero que es para Andrés —dijo Ax por vigésima vez.

    —Pero él no pagará nada —dijo Diana, haciendo un puchero de inconformidad.

    —Es un regalo.

    —Muy bien, ya basta —volvió a intervenir Lina—. Ya no se esfuercen, chicos. ¿Por qué no le piden el que le trajo a Oscar?

    —Yo no le traje nada a él —aclaró Ax.

    —Por eso mismo.

    —¿Qué significa eso? —Marco miró a Oscar, divertido—. ¿Ax no te regaló nada esta vez, líder?

    —Vaya, vaya —Otros hicieron segunda a Marco en el juego—. Parece que alguien le ha quitado el puesto de número uno en la vida de su hermanito, ¿eh?

    —Y fijémonos quién lo ha destronado.

    Risas burlonas por parte de todos y Oscar sintió su sangre hervir. Si tan sólo esos malditos no fueran tan guasones; miró a su novia con reproche.

    —Muchas gracias, Lina.

    —Cuando quieras, amor —respondió ella con una sonrisa de complicidad.

    —Es suficiente, demos inicio que quiero regresar a casa a dormir —sentenció al final con voz autoritaria y luego miró a Ax—. Guarda ese póster. No creo que Andrés venga hoy.

    —¿No? ¿Por qué? —Saber eso lo extrañó mucho.

    —Ayer llamó y dijo que no vendría al entrenamiento porque estaba enfermo. No creo que hoy se sienta del todo mejor. Tal vez mañana.

    —¿Enfermo? ¿Qué tiene? ¿Lo sabes? —inquirió sumamente preocupado.

    —No le pregunté —Oscar se encogió de hombros.

    —¿No le preguntaste? ¿Qué clase de líder eres que no se preocupa por los suyos? —Ahora Ax estaba indignado.

    —No soy su madre, Ax.

    —Pero…

    —Si quieres saber qué tiene, llámalo tú.

    —Tienes razón.

    Ax se buscó el celular y cuando iba a marcar, el de Oscar sonó.

    —Es Andrés…

    Apenas alcanzó a completar el nombre cuando Ax se le echó encima y le arrebató el móvil, contestando.

    —¿Diga? ¿Andrés?

    —¿A-Ax? —lo escuchó preguntar con voz débil y se lo imaginó parpadear, confundido. Sonrió.

    —Sí, soy yo. ¿Qué pasa?

    —¿Y-y Oscar?

    —Está aquí mismo. ¿Qué pasa? ¿Necesitas hablar con él directamente o puedes hablar conmigo?

    —No… Está bien contigo… —Pausa, pausa, pausa.

    —Te escucho.

    —Ah… Hm… Nada, sólo quería avisar que no podré ir hoy tampoco. Me siento un poco indispuesto… —Su voz se quebró.

    —¿Es grave?

    —¿Eh?

    —Lo que sea que te esté pasando, ¿es grave? —Más pausa y un sollozo.

    —No… E-estoy mejor, gracias.

    —¿Hasta mañana?

    —Sí. Hasta mañana.

    Colgaron. Ax miró el aparato unos instantes, pensativo.

    —¿Qué dijo? —indagó Oscar.

    —No mucho. No vendrá hoy —Le entregó su celular—. ¿Y? ¿Qué tienes en mente para retar a “Los Cardenales” esta vez?

    —Es verdad, a eso venimos.

    Finalmente todos prestaron atención en lo que deberían y Oscar pudo explicarse.

    —Una carrera de tres etapas en la que utilizaríamos el skate, el patinaje y el ciclismo. Cuatro miembros de cada equipo participarían, pero tendrían la oportunidad de cambiar a uno de los que vayan en la carrera por otro en cada transición. Una clase de relevo.

    —Significa que habrá un máximo de dos cambios, ¿cierto? —quiso verificar Marco.

    —Correcto.

    —¿Pueden decidir no cambiar? —cuestionó Lina, curiosa.

    —Sí, estaría permitido y eso sería ventajoso en lo que se refiere a ganar tiempo.

    —Pero no en cuanto a eficiencia —aseguró Ax.

    —Por el agotamiento, sí, y porque pueden hacer la estrategia de poner al mejor de la respectiva sección en el relevo.

    —¿Quién gana? —quiso saber David.

    —El primero que cruce la meta de alguno de los dos equipos. No es necesario que lo hagan todos.

    —Me gusta —dijo Lina y los demás concordaron. Oscar asintió.

    —Bien. Se lo haré saber a “Los Cardenales” y podremos prepararnos.

    Dicho aquello, y después de un poco de práctica, la reunión del día concluyó.

    Por el momento es todo. ¡Gracias por leer! ^u^
     
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