Para la casilla 22 de Serpientes y escaleras: escribe un drabble que plasme un recuerdo en FFL. Tradición Es esa época del año de nuevo. Afuera se escucha una ventisca, pero el ruido del gran salón ha terminado por convertirla en un murmuro lejano. Faltan escasos minutos para que el reloj dé la medianoche y sea primero de enero. Todos están muy animados. Al recorrer el lugar con la vista caigo en cuenta de que somos una comunidad pequeña pero extremadamente diversa. Hay de todo aquí, gente que combina con la decoración navideña y otra que desentona completamente. Vestimenta casual y formal. Jóvenes y adultos, pero al final casi todos artistas. Escritores, dibujantes, editores, locutores, músicos y quién sabe qué más. Con cada minuto que pasa me pongo más nerviosa, incluso me tiemblan las manos. Veo a mis amigos y conocidos ir y venir con comida o bebidas. Sus voces y risas me llenan el cuerpo junto con la música. Una voz nos indica que debemos sentarnos a la mesa. Antes de tomar un lugar me sirvo otro vaso de ponche, como si este fuese a calmarme los nervios. Hemos llegado a la cuenta final. —¡Diez! —comienzan todos al unísono—. ¡Nueve! ¡Ocho! ¡Siete! A alguien se le escapa una gran carcajada y le siguen otras. Están tan felices que incluso mi ansiedad tiene cierta calidez. No puedo evitar sonreír. —¡Seis! ¡Cinco! —Me uno a ellos aunque tengo que reprimir la risa que me provocan las carcajadas de fondo—. ¡Cuatro! ¡Tres! ¡Dos! Todos levantamos nuestros vasos, sin importar si tienen ponche, refresco o si están vacíos. —¡UNO! —Como años anteriores, somos una sola voz eufórica—. ¡Feliz Año Nuevo! El gran salón se llena de gritos y felicitaciones, incluso algunos sueltan alguna que otra lágrima prematura, porque sabemos lo que viene después. Los vasos chocan entre sí. Cuando logramos volver a poner orden, nuestra tradición comienza. Uno a uno, en torno a la gran mesa, nos ponemos de pie y dedicamos unas palabras a nuestro pequeño hogar, a la pequeña isla que nos mantiene unidos. Fanficslandia. Los nervios se transforman en una carga emocional inmensa y, antes de que llegue mi turno, debo esforzarme por contener las lágrimas. Me pongo de pie y me presento a pesar de que la mayoría me ha visto en la isla casi desde sus inicios. Mis amigos más cercanos me sonríen y yo les devuelvo el gesto antes de comenzar a hablar. Pronto dejo de escucharme y digo lo que me nace, lo que siento cada vez que nos reunimos para celebrar un año más juntos. Menciono a cada persona que ha marcado mi vida en todos estos años y agradezco cada oportunidad que esta isla me ha brindado. Brindamos por un año más y todos los que están por venir.
