Andrew Aldridge —No podré ver nada sin unas coordenadas—dije alejándome del telescopio con un soplido de frustración—. Vamos, tenemos que encontrarlas. Fui hasta los arcos de piedra viendo que nadie lo hizo todavía y los examiné desde todos los ángulos posibles en busca de algún número o referencia qué usar.
Examinando los arcos de piedra, Andrew estuvo un buen tiempo para verlos todos… pero finalmente encontró tallado, en la parte exterior de uno de ellos, con una letra diminuta y casi indistinguible… el número "57".
Ryder Parker. El tiempo pasó, y vi como Andrew se alejó del telescopio sin decir nada, con una expresión de inconformidad. Se dirigió a los arcos de piedra y se puso a observarlos. ...¿qué? Pero, ¿entonces no encuentra nada y se pone a revisar las piedras de este sitio? Vaaaaamos, hay opciones más entretenidas, y hasta útiles yo creo. Sin embargo, cambié de parecer cuando vi que una expresión de alegría apareció en su rostro y gritó el número 57. Parece que servía como pista. Yo volteé a ver a la replica esférica planetaria y noté el número ahí grabado. Ya habíamos recolectado suficientes pistas, lo más esperable es que estuviese de buen humor... Pero no. A decir verdad estaba algo desesperado por tanta demora, tanto quéhacer y tan nulos resultados. Así que mi filtro... Se desactivó. Y lo admito, ni siquiera fue a propósito, recién me di cuenta después de que hablé, aunque mi expresión facial se mantuvo intacta... —Bien, cómo parece que aquí hay un curioso y novedoso caso de disfonía espontánea sin causa aparente que puede informarse a todos los noticieros más tarde para que se tomen precauciones a nivel masivo —comenté, observando a Melinda al decir esas últimas palabras—, anuncio que el número grabado en la réplica es el 32. Tú encontraste el 57, así que... ¿Se puede hacer algo con eso o nos vamos ya a otro lugar?
Melinda La esfera giraba en el centro de la habitación, representando la dinámica de una ínfima parte de nuestro universo. A mí en lo particular me agradaba observarla y relajarme ante su incesante movimiento, formularme preguntas sobre los enigmas que escondía el espacio exterior. Pero, a pesar de esto, no vi nada en ella que pudiera relacionarse con el acertijo que procurábamos resolver. Tan sólo se trataba de una esfera armilar, nada más. Giré sobre mis talones. Antes de dedicarme a buscar por otro sitio alguna pista, miré de reojo a la esfera una última vez… Y fue entonces cuando pude notar, casi de casualidad, un número tallado. Estaba desgastado por el paso del tiempo, pero aún podía leerse con algo de esfuerzo. Era el 32. En el momento en que hacía este descubrimiento, Andrew se alejó del telescopio para acercarse a examinar… Los arcos de piedra. Era un sitio bastante peculiar para buscar pistas sobre un acertijo. Pero si yo encontré una en la gran esfera armilar, bien podría haber algo en la piedra. Me deslicé silenciosamente hasta sus espaldas. Efectivamente, en los arcos de piedra se hallaba tallado otro número: el 57. —Tengo una idea —fue mi respuesta a la pregunta de Parker. Me acerqué y miré el mapa de Júpiter, pues desde la lejanía había notado que los chicos se mostraron interesados por una inscripción particular, la cual no tardé en hallar— Esta inscripción es una instrucción. “Piedra=longitud, centro=latitud” . Teniendo en cuenta los números encontrados en los arcos de piedra y la esfera armilar, que está en el centro, debemos usarlos como coordenadas para mirar por el telescopio. Si me permiten… Con el silencio de siempre, me aproximé tranquilamente al telescopio, que ya tenía puesto un lente de aumento. Miré por él siguiendo la coordenada descubierta: —Longitud: 32. Latitud: 57 —musité, esperando hallar algo de provecho.
Melinda situó el telescopio en las coordenadas exactas, las cuales daban directamente al gran haya a orillas del Lago de Hogwarts. El punto exacto al que miraba daba al tallo del robusto árbol, entre algunos de los hoyos cuyo contenido ahora podía ver perfectamente gracias al lente de aumento. ¿Cuál sería el agujero del árbol que observaría? Hoyo 1 Hoyo 2 Hoyo 3 Hoyo 4 Hoyo 5 Hoyo 6
Melinda La coordenadas daban al gran haya del Lago Negro. Gracias al lente de aumento que habían colocado al telescopio, podía distinguir con más claridad los agujeros que había en su tronco, cuyos contenidos me fue imposible ver a causa de la altura a la que se encontraban. Mi estatura tampoco era que ayudase mucho, pero me encontraba en el punto más alto de Hogwarts, y eso me dio un pequeño consuelo. Mencioné a los chicos el lugar que estaba observando a través del telescopio. —Ahora estoy apuntando al tercer hoyo. Denme unos segundos para ver bien lo que contiene...
En el tercer hoyo, tallado mágicamente en la madera, había una inscripción. Tras ajustar un poco más el lente de aumento, Melinda fue capaz de leer su contenido. "Encontrar este pasaje habla sobre una gran virtud, pero si esa virtud es inteligencia o buena suerte, eso ya es otro asunto… la cuestión es, ¿seréis lo suficientemente astutos para encontrar… una aguja en un gigantesco pajar? En la tierra donde los pergaminos cubren las paredes, y la tinta es la sangre que mantiene ese lugar con vida, allí habrá una mancha de tinta que será igual a las demás para muchos, y sólo un verdadero Ravenclaw podrá ver lo que es invisible a los ojos."
Melinda —Veo una escritura mágica —avisé, mientras mantenía un ojo cerrado y entornaba la vista del otro, con el fin de lograr leer mejor lo que decía—. Tiene una estructura textual similar a la del acertijo. Dice así. Recité la frase en voz alta y clara, para que no se produjera ningún tipo de confusión. —“En tierra donde los pergaminos cubren las paredes y la tinta es la sangre que mantiene con vida ese lugar” —repetí tras la lectura—Debe tratarse de la Biblioteca —ajusté un poco más mi rodete mientras hablaba, como si con aquella acción pudiera concentrarme más—. Parker podría dirigirse hacia allí, aprovechando que este sitio ya lo tiene harto y aburrido —más que un comentario, esto último fue una orden impartida indirectamente al chico, a quien no miré en ningún momento. Moví un poco el telescopio, esta vez para dirigir su lente al primer hoyo.
En el primer hoyo Melinda encontró a una familia de ardillas que habitaba allí. Parecían ardillas comúnes hasta que una de ellas explotó en una nube de polvos rosados como si fuese de lo más común. Salvo por eso, no había nada más de interés allí.
Melinda —Nada de interés en el primer hoyo —declaré sin emoción—. Ardillas explosivas, lo normal —Desvié el telescopio ligeramente hacia abajo—. Veamos qué nos depara el segundo.
Andrew Aldridge Melinda había descifrado el patrón de números que nos daría las coordenadas para apuntar con el telescopio. La rubia había encontrado la siguiente pieza del rompecabezas para resolver el acertijo de Rowena Ravenclaw. Según el escrito que nos leyó, la siguiente pista estaba en la biblioteca del castillo. —Parker podría dirigirse hacia allí, aprovechando que este sitio ya lo tiene harto y aburrido—dijo sin mirar al chico. Fui hasta la salida y me detuve para hablarle a ella y a Ryder. —¿Ustedes no vienen? Y con eso los tres salimos de la Torre de Astronomía con dirección a la biblioteca.
Ryder Parker. "Parker podría dirigirse hacia allí, aprovechando que este sitio lo tiene harto y aburrido" Si el tono hubiese sido diferente, me hubiese dado igual, o hasta incluso me pudo haber dado alguna sensación de alivio por poder tener más opciones de moverme y no quedarme inmóvil como una planta ("muggle", supongo, porque incluso las plantas aquí se mueven y hablan... Lo sé. Es raro e inusual, pero esto es Hogwarts, incluso el mismo castillo podría tener pies y bailar a lo High School Musical). Pero no. Resulta que la mezcla de monja y emo de Melinda se las dio de "soy la patrona" y prácticamente me dio una orden sin siquiera hacer contacto visual. Para ser de una familia adinerada, esta chica tiene unos modales pésimos. De seguro el dinero lo invirtieron más en maquillaje excesivo para que pareciera que hubiese alguna especie de sonrisa en su cara en vez de darle algo de lecciones básicas de etiqueta. Y eso era suficiente estímulo para que me hiciera mandarla al pináculo del Monte Everest, pero apenas abrí la boca, Andrew me interrumpió. "¿Ustedes no vienen?" —Yo sí, pero no por las pseudo-ordenes de la lider extraoficial autoproclamada. Aquí no hay nada más que hacer, y concuerdo en que pienso que este lugar ya se puso más aburrido que película muda de cine alternativo, así que... Set the road, Andrew. No supe si Melinda vino o no con nosotros. Yo solo seguí caminando sin mirar atrás.
Contenido oculto Pues @Lucas Diamond, adelante~ Victoria Stone Y a pesar de la luz provisional y los llamados, el fantasma no apareció así que supusimos que se encontraría en otra torre. Con ello en mente, decidimos emprender marcha hacia la enorme torre de Astronomía. El camino fue igualmente rápido pues el lugar se encontraba en la misma planta que la anterior torre, haciéndonos un camino corto y fácil. —Espero que esté aquí~ —dije mientras entraba al lugar junto a Daniel, teniendo la suerte de encontrar la puerta abierta.
Daniel Brown La idea de Victoria fue muy buena, usar periculum para iluminar la torre. Pero al parecer no sirvió, porque allí no estaba el Barón. Salimos de allí cuánto antes, buscando otra torre. No hicieron falta muchas palabras, Vic dio el siguiente paso en la búsqueda llevándome a la torre de astronomía, de la cual no había oído hablar antes. —Vaya, así que aquí se aprende astronomía... Normal, mira el cielo, se ve perfecto. Y demasiado... cerca, creo. —Permanecí por unos instantes fijo, observando el cielo, para reaccionar a los segundos, recordando nuestro cometido—. ¡Bueno, pero hemos venido para otra cosa! ¿Barón, estás por aquí? —lo llamé finalmente. Contenido oculto @Nami Roronoa
Unos gritos escalofriantes fueron la respuesta que recibió Daniel a sus palabras. Siguiendo el sonido de gemidos y lamentos, encontraron a un fantasma en un rincón de la Torre de Astronomía. El fantasma en concreto era pálido, más pálido aún que Sir Nicholas, y al igual que él era transparente y de color perlado. Tenía el rostro demacrado, sus ropas estaban cubiertas con manchas de sangre plateada, y llevaba unas cadenas; parecía como que había muerto con las cadenas puestas y jamás podría quitárselas. En cuanto se dio cuenta que no se encontraba solo, el Barón Sanguinario dejó de gemir y gritar para voltearse a ver a los dos estudiantes. —¿Qué queréis? —preguntó con voz ronca.
Daniel Brown Oímos unos gemidos de repente, parecía alguien llorando. Y sí, así era, el Barón se encontraba ahí, llorando. Estaba además aprisionado por unas cadenas de lo más extrañas, unas cadenas espectrales, supongo. —¿U-usted es el fantasma de Slytherin? —pregunté algo intimidado ante el profundo timbre de voz del espectro—. Y-yo soy de su casa, de Slytherin. Soy uno de los pocos alumnos de este año —traté de ganarme la confianza ahora—. Y... el fantasma de Griffyndor, Nick, nos ha dicho que quiere hacer una fiesta. No sé por qué motivo hemos accedido a ayudarle a buscar a sus invitados, pero... en fin, que estás invitado. Callé tras darle la noticia. Se hizo el silencio, me sentía algo incómodo. Solo quedaba esperar su respuesta.
Contenido oculto You know, gemidos y gritos no es igual a llorar, ¿sabes? El barón no estaba llorando XDDDDD El Barón Sanguinario clavó sus espectrales ojos en el dúo ante él, y concentró luego su penetrante mirada en Daniel mientras hablaba. No le prestó particular atención a sus palabras hasta que mencionó la fiesta del fantasma de Gryffindor. —El aniversario de muerte… es esta noche, ¿cierto? Muy bien, asistiré —determinó el fantasma de Slytherin, cortante—. Ahora, dejadme solo… si sabéis lo que os conviene. Contenido oculto ¡Uno menos, quedan cinco! Fantasmas encontrados: 1/6
Victoria Stone Afortunadamente, encontramos al fantasma de Slytherin y fue Daniel el que le informó de la fiesta. Sonreí aliviada al saber que había aceptado y asistiría. Me alejé un poco del fantasma junto al chico y le dije en voz baja, de forma confidencial: —Creo que será mejor informar a Nick y preguntarle por otro fantasma, no parece que el Barón nos quiera ayudar... Después miré de nuevo al fantasma. >>Buenas noches, señor —dije con voz amable antes de alejarme hacia la salida, esperando a Dani pues no sabía si a lo mejor él sí quería preguntarle algo más.
