Personas reales Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Lady Stanley, 13 Mayo 2020.

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    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
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    12 Enero 2008
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    168
    Too Fast For Love.jpg
    Éste Pop-fic, ha sido publicado en Wattpad bajo otro de mis nombres de usuarios Zyán R. Leppard. Pero sigo siendo la misma persona.

    Nikki Sixx, sabe que puede tener prácticamente a cualquier mujer del Sunset Strip a sus pies, está muy seguro que con chasquear los dedos, le abrirán las piernas para que pueda satisfacer todos sus deseos, menos una...

    Para su mala suerte, es la hermana menor de su camarada de su antigua banda, London... Y peor aún... su mejor amigo, Tommy Lee, se encuentra prendado de un hilo por ella.

    ¿Será capaz de traicionar la amistad de Tommy, con tal de obtener a esa mujer?

    ¡Por supuesto que sí! ¡Él es el jodido Nikki Sixx!

    ¿Cuándo ha sido una persona sensata? ¡Nunca!

    Pero en ésta historia... no todo es tan fácil cuando se da cuenta que no solo él sino más músicos de la escena, están interesados en esa bella dama.

    = Dallas Lawless =

    Personajes:

    Christina Applegate cómo Dallas Lawless.​
     
    Última edición: 13 Mayo 2020
  2. Threadmarks: Prólogo.
     
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
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    822



    Prólogo.

    Los Ángeles, California. 22 de Diciembre de 1987.


    ~Oh, I cannot explain
    Every time it's the same
    Oh, I feel that it's real
    Take my heartI've been lonely too long
    Oh, I can't be so strong
    Take a chance for romance
    Take my heart~


    Los puños se apretaron con fuerza bajo el mantel blanco de esa enorme mesa redonda y sus ojos verdes miraban con intensidad a la figura femenina que se movía al compás de esa canción. Él detestaba ese género y ella... no podía creer lo diferentes que eran y sin embargo; se complementaban super bien. Pero la bilis en su estómago le hizo saber la garganta amarga, cuando escuchaba el verso de esa canción tan ridícula.

    —Joder—dijo molesto, llevándose a los labios el trago de whisky que estaba tomando y acabárselo de un solo trago.

    Estaba que se lo llevaba el demonio. Y sintió ganas de partirle la cara a ese tonto "niño bonito" que bailaba con su novia.

    —Deberías confiar en ella, Sixx—una voz a su espalda lo hizo girarse, enfrentando con esa mirada molesta al entrometido en sus pensamientos.

    —Blackie...

    El otro joven, jaló una silla y se sentó al lado de su colega—. No arruines más las cosas, imbécil. Si es verdad que la quieres, no hagas más tonterías y déjala ser.

    Nikki rodó los ojos fastidiado y se descubrió así mismo esa noche, como un hombre celoso.

    —Eso intento... pero tu hermana no me da tregua.

    Ambos hombres voltearon a ver a la pareja de rubios que bailaban muy animados esa canción.

    ~I need you so
    There's no timeI'll ever go~


    El mencionado solamente sonrió al ver que Sixx, había caído en lo que dijo que nunca caería. Y le causaba más gracia que fuera su pequeña hermana quien trajera al Sex Symbol número 1 de Mötley Crüe, de cabeza. Un camarero se acercó para ofrecerles un trago más.

    —Solo puedo decirte, que si estás completamente seguro de lo que sientes por Dallas. Harás lo correcto—el pelinegro se levantó del lado de Nikki y de un trago se terminó su bebida, dejándola sobre la mesa del solitario bajista.

    En ese enorme salón con una decoración exquisita, muchísimas personas disfrutaban de la velada y de la música que sonaba. E incluso, los demás chicos de la banda pasaban la noche amena junto a sus parejas.

    Rodó los ojos cuando vio a Vince bailando de forma ridícula junto a Sharise, lo mismo pasaba con Tommy y Heather... y para su mayor sorpresa, el amargado de Mick se encontraba con Emi en la pista junto a los demás.

    Generación 1984 – 1987. Felicidades Contadores.

    Estaba ahí por ella... porque a pesar de toda la mierda alrededor suyo, esa chica representaba lo único bueno y diferente en su vida de porquería. Obviamente, sin contar a Mötley.

    ~Cheri Cheri Lady
    Goin' through emotion
    Love is where you find it
    Listen to your heart
    Cheri Cheri Lady
    Livin' in devotion
    It's always like the first time
    Let me take a part~

    ¡Suficiente! ¡Todo esto era suficiente! Cuando sus oídos escucharon el coro de la canción, se levantó molesto de su asiento, mandando al demonio el pequeño vaso de old fashion que al hacer contacto con el brillante piso se hizo añicos pero por el alto ruido de la música no se escuchó cuando se rompió.

    Llegó frente a la pista de baile donde su novia, parecía muy divertida y nada incómoda con la cercanía de aquel estúpido.

    Molesto, la tomó por el brazo con algo de brusquedad a la chica que bailaba muy a gusto con el otro rubio.

    —¡Oye! ¿Qué te pasa, estúpido? ¡Suéltala!

    —¡Nikki! ¿Qué estás haciendo?

    —Nos vamos, querida—le contestó molesto, empujando al chico, pero antes de alejarse con la chica mientras miradas curiosas caían sobre ellos. El otro, lo detuvo.

    —Jódete, Sixx—dicho esto, le soltó un puñetazo en la quijada al pelinegro.

    —¡Sebastián! ¡No! ¡Nikki, basta los dos!—gritó la chica horrorizada al ver al que era su novio agarrarse a golpes con el vocalista de Skid Row.

    La gente comenzaba a juntarse alrededor de donde aquellos dos peleaban y como si alguien estuviera en incognito de la prensa, fotos comenzaron a ser lanzadas con flashes.

    —¡Nikki!—gritaron Vince y Tommy, queriendo meterse en la pelea pero sus respectivas chicas lo impidieron.

    Mick miró con desaprobación la situación y apretó los puños.

    —Le dije que no la cagara—Blackie, llegó al lado del guitarrista y este asintió.

    —Es un maldito, idiota.

    —¡Ya basta!—gritó Dallas, con lágrimas furiosas en sus ojos y al ver que ambos varones detenían la pelea, echó a correr seguida por muchísimas miradas.

    Y la canción de Modern Talkin, terminaba de sonar, dándole paso a un remix de ellos un poco más moderno...

    Nikki Sixx le había arruinado su fiesta de graduación.
     
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    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
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    1440
    Capítulo I. ¿Soy Sosa?

    Durante los años ochenta, la escena del Hard Rock y el Glam Metal tuvo su mayor auge. Noches llenas de rock y chicos que venían de todas partes a disfrutar de la buena música. Sobre todo, en Los Ángeles, California fue la cuna de muchas bandas que nacieron en las calles del famoso Sunset Boulevard.

    Y esta historia, narra la historia de una mujer que vio pasar frente a sus ojos todo el glamour de esas épocas, maquillaje, colores llamativos... y ella era parte de todo eso.

    Agosto de 1980, Saint Paul, Minnesota.

    Suspiró al caminar tranquilamente por las calles de la ciudad, una mañana más en la que se dirigía a la Universidad. Sonrió para sí al ver entre sus brazos la pila de libretas que ya no cabían más en su maleta.

    — ¡Oye! ¡Espérame!—se detuvo de golpe al escuchar que la llamaban. Se giró al ver correr hacia su persona, a una joven rubia de hermosos ojos azules.

    — ¿De nuevo tarde?—preguntó divertida al ver cómo su amiga se arrodillaba para respirar profundamente.

    —No pude evitarlo—contestó una vez que su respiración se normalizó—. A veces me cuesta demasiado, sé que vivo bastante cerca de la Universidad, pero definitivamente esto no es lo que quiero para mí—pausó mientras la otra joven la miraba curiosamente—. Yo quiero brillar como todas esas estrellas de la guitarra, o cantar en un escenario como Freddy Mercury con miles de personas ovacionándome... que vibren con mis canciones.

    —Estás loca, Janet—ambas rieron mientras seguían su lento caminar, hacía la escuela—. Eres afortunada... yo con mi familia, sería imposible que quisiera tener una carrera musical de esa índole.

    —Lo que pasa, es que tu familia, es demasiado religiosa—hizo un pequeño puchero al recordar a los familiares de su mejor amiga—. Un día, deberías escapar... y decirles. ¡Seré una estrella de rock! ¡Y escapar!

    Siguieron riendo hasta ver la enorme reja del campus escolar, dónde muchos otros jóvenes llegaban en autos, bicicletas, motocicletas e incluso patinetas. Grupos de amigos y amigas que caminaban hacía sus facultades o decidían saltarse las primeras horas de clase.

    —Dallas... ¿Y si un día me convierto en una vocalista, muy famosa?

    La mencionada, sonrió—. Sigue soñando, Jann...

    Ese era su pequeño mundo, demasiado normal para cualquier persona. Una joven que asistía con regularidad a la Universidad para sacar una carrera... una carrera que no había elegido por gusto propio, sino porque su familia le había recomendado que era la mejor para su futuro, no como la tormenta de vida que tenía su hermano.

    Un hermano que había dejado de ver, desde hacía siete años... él, había decidido seguir su camino y oponerse a toda regla religiosa o moral. Se fue cuando tenía dieciocho años y rara vez venía a visitarlos.

    —Andando, perderemos la primera clase.

    Janet, rodó los ojos fastidiada y arrastró los pies detrás de Dallas.

    —Sabes qué no me gusta la Contaduría Pública... solo estoy estudiando esto para que mi madre no me de joda. Siempre seguiré con la idea de ser una estrella de rock... una banda formada por puras chicas. ¿Sería una locura, no lo crees?

    Dallas sonrió y asintió—. Realmente, dudo mucho que encuentres otras chicas que estén tan locas como tú y que encima, quieran arriesgarse a una locura como esa... ¿Una banda de rock? No lo creo Jann... vamos que el profesor Valentín, no perdona los retardos.

    Ambas rieron y echaron una pequeña carrera al segundo piso de su facultad. Dónde minutos después, ingresó el profesor, dándoles una mirada de advertencia por el casi retardo.

    Dallas aunque no había elegido su carrera, la disfrutaba, encontraba las teorías bastante sencillas y el razonamiento se le daba muy bien. No era la mejor de la clase pero tenía buen aprovechamiento, al contrario de su amiga que definitivamente no entendía absolutamente nada respecto a los temas contables que el profesor daba.

    —Gardner, Duren... ¿Mi clase está muy divertida?—preguntó el calvo profesor, mirando con seriedad a ambas jóvenes que reían por lo bajo. Todas las miradas se posaron en ellas, curiosas de la pequeña reprimenda—. Quizás, puedan explicarle al resto de sus compañeros los postulados básicos de la serie A...

    —Este...

    —Estamos esperando...

    La campana sonó, salvándoles momentáneamente el pellejo.

    El docente simplemente negó, al ver que las jóvenes sonreían aliviadas al ver cómo todos sus compañeros salían del aula, rumbo al otro.

    — La próxima vez, la campana no las salvara. Pueden salir.

    Ambas asintieron, tomando sus cosas para poder ir a la siguiente clase.

    Horas después...

    — ¡Por fin, ya estaba harta!—exclamó Janet, mientras caminaban rumbo a la cafetería del lugar—. Pensé que las clases de hoy, nunca terminarían.

    —No seas exagerada—sonrió Dallas.

    —Definitivamente pondré en el periódico un anuncio para solicitar músicos femeninos para que podamos hacer rock.

    —Ya... me tienes mareada con tanta joda con tu banda inexistente—contestó la rubia de lacios cabellos.

    —Vayamos por algo para comer, antes de que tengas que irte a tú casa de seguridad.

    —No puedo creer que les sigas diciendo así, mi casa no es un bunker, Jann—dijo Dallas algo molesta—. Sé que mis padres exageran un poco pero no son soldados de Dios, o algo parecido.

    Janet se detuvo para mirar a su amiga, el verde y el azul se encontraron un momento y la mayor de las dos suspiró—. Pues parecen... es decir... ¡Mírate! ¡Todavía vistes como una mocosa!

    — ¿Qué tiene de malo mi ropa?—preguntó la otra sin comprender del todo.

    —Esa blusa de encaje, ese suéter ovalado que parece de abuela... y esos pantalones ni siquiera al estilo de los hippies... y luego... tu cabello.

    Dallas se llevó una mano a sus hebras doradas—. ¿Qué tiene de malo?

    —Definitivamente, terminarás siendo una carmelita. En un par de años te veré recitándome los salmos bíblicos bajo un enorme hábito.

    —Tampoco tú, te vistes muy bien que digamos—contra atacó la joven.

    Janet sonrió divertida al ver cómo la nariz de Dallas se arrugaba un tanto molesta por los comentarios de su ropa. Pero terminó suspirando al ver la enorme diferencia entre ambas, Janet utilizaba pantalones de color negro ajustados, realzando sus curvas y cadera. Llevaba consigo una chaqueta de mezclilla expándex, mangas arremangadas y solo estaba abrochada dos botones hacia abajo, dejando a la vista una blusa blanca con el logotipo de los Rolling Stones y un llamativo escote en forma de V. Sin contar, las botas vaqueras que llevaba puestas y su crespado cabello que brillaba luminiscente al reflejo del Sol.

    Tenía razón...

    —Querida, yo soy genial—se dio una vuelta para presumir su figura—. Y tú te ves muy sosa.

    —Ya cállate. ¿Quieres?—se quejó de mala gana—. Acepto que no me veo bien pero mi ropa me gusta y ando muy libre con ella.

    —Y el maquillaje...

    — ¡Oh joder, cállate!

    Janet la empujó y se echó a correr a la cafetería, entre risas y un par de maldiciones. Entre risas, intentaron comer algo pero el sonido de una guitarra ruda y potente, llamó la atención de Gardner al momento, dejó de jalonear a Dallas para poder deleitarse con el dulce sonido de las cuerdas.

    — ¡Espera!

    — ¿Qué, qué pasa?

    — ¿No escuchas eso?—dijo Janet, olvidando la pequeña riña.

    Dallas levantó una ceja, curiosa—. No... yo no escuchó nada. Si es una treta para distraerme, esta vez no funcionará.

    —Cierra el pico—dijo la rubia y comenzó a caminar a dónde su oído la llevaba—. Suena fenomenal... Quizás el día de hoy, mi sueño pueda comenzar a cumplirse. ¿Vamos?

    —Oye... yo tengo que irme a casa, ya sabes cómo se ponen mis padres si llegó tarde.

    La ojiazul, rodó los ojos exasperada, tomando sus cosas y un poco indignada por la negativa de su amiga—. Está bien, te veré mañana. Mal amiga.

    — ¡Oye, Jann! ¡No seas así! ¡Compréndeme! Sabes que mi madre se molestará...

    Pero la rubia de alborotado cabello simplemente hizo un gesto con la mano, caminando llamativamente en dónde ella decía que se escuchaba un sonido... suspiró derrotada y bajó la cabeza. Viendo de mala gana el holgado suéter rojo que llevaba.

    —Pero me lo hizo mi abuela—dijo y tomó sus cosas, con dirección a su propia casa.

    Quizás, Janet tenía razón y era muy sosa... quería ser un poco diferente y no seguir con las ideas de su familia, se consideraba una chica creyente pero no al grado de sus padres. Los adoraba, pero otras veces, rozaba muchísimo con ellos... le encantaría, poder utilizar el mismo tipo de ropa de su amiga, colorida, coqueta...

    —Sólo es ropa, eso no hace a las personas. ¿Verdad?
     
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    N.T. A partir de éste capítulo, la historia será contada desde la perspectiva de los personajes.

    Capítulo II. Santa Egoísta.


    Cuando llegué a casa, recibí una reprimenda por parte de mi madre... abrí la puerta principal de la casa y mi madre ya se encontraba con uno de sus típicos rosarios entre las manos y con lágrimas mojándole los ojos. Tan solo me vio y casi me arrolló al estrecharme con desesperación entre sus brazos.

    — ¡¿Dónde estabas?!—me gritó, sin dejar de abrazarme—. ¡Estaba muy preocupada! ¡Ya estaba rezando rosarios para que nada te pasara! ¡Seguramente estabas tonteando con esa muchacha inculta!—suspiré y escuché por un rato más las palabrerías de mi madre.

    Pero un poco sofocada, me solté y ella me miró con reproche—. Mamá... estoy bien... solo se me hizo un poco tarde porque pasé a comer algo a la cafetería después de clases.

    —Esa no es excusa...

    Miré el reloj de la sala y solo me había retrasado treinta minutos...

    Vi a mi madre, persignarse y dejar su condenado rosario dentro de la vitrina dónde tenía su biblia y varios lirios junto a un par de veladoras.

    —Ve a lavarte las manos, preparé la comida—no dije nada más y asentí, dejé la mochila en el sofá y la vi desaparecer rumbo a la cocina.

    —Mamá... ¿Por qué siempre críticas a Jann? Ella es mi mejor amiga—le dije, quería retomar la plática acerca de Janet.

    Para mi madre, Janet, no era la clase de chica con la que ella quisiera que yo tuviera una relación amistosa. Pues desde la primera vez que se conocieron, se mostró tal cual es. Una chica libre de pensamiento y de diferentes costumbres. Tenía poco que se había mudado a Saint Paul junto a su madre, una señora muy trabajadora que prácticamente se la pasaba el día entero en la oficina para mantener a su hija.

    Mi madre eso no lo veía bien, decía que según las sagradas escrituras de la Biblia, una mujer debía estar al lado de un hombre que la cuidara y procurara, y viceversa. Pero pues no era el caso de Jann, sus padres estaban separados y parecían tener excelente relación.

    Mi familia en cambio, siempre ha sido muy religiosa y cerrada, mi padre es un buen hombre que trabaja y su mujer en casa... y para mi madre eso está bien, no nos falta nada y se quieren muchísimo. Pero... creo que el que tampoco aceptó esta situación, fue mi hermano, Steven, él se fue hacía casi siete años de casa porque se sintió hostigado de las costumbres familiares. Cuando decidió tomar esa decisión, prácticamente mi padre lo desheredó...

    Desde entonces, no le he vuelto a ver, solamente recibo a veces algunas llamadas de su parte o cartas muy breves, la última que recibí fue prácticamente hace un año en dónde me contaba que su banda de Hard Rock, London, se había separado por problemas con un bajista. Y de ahí, solo que formaría una banda nueva... solo espero que en dónde sea que esté, se encuentre bien.

    Regresando al tema con mi madre, ella frunció el ceño—. Esa chiquilla, no terminará bien y no quiero que te arrastre entre las patas cuando algo malo le suceda. Además... ve la clase de madre que tiene—dejó sobre la mesa los cubiertos, los vasos y le ayudé a dejar la jarra de agua también.

    —La madre de Jann, es una mujer trabajadora, mamá—fruncí el ceño también—. No es culpa de ella, que sus padres no se hayan entendido.

    Ella negó—. El deber de una mujer, es estar siempre al lado de su marido bajo cualquier circunstancia. ¿Qué ejemplo tendrá esa chica acerca de la familia?

    Suspiré—. No todas las mujeres queremos tener familia—mis palabras hicieron que mi madre me mirara como si hubiera visto un fantasma—. Yo al menos, no está en mis planes tener un marido e hijos.

    — ¿Qué has dicho? ¿Por qué?

    — ¡Entiende, mamá! ¡Ya no estamos en el siglo XIV! Las mujeres ahora tenemos voto, voz y algunas son profesionistas. ¿Qué me dices de todas esas mujeres allá fuera, qué trabajan? Algunas son excelentes abogadas, doctoras, profesoras y algunas de ellas no están casadas.

    Mi mamá, azotó un plato sobre la mesa y me sobresalté—. Esas mujeres están mal, irrespetan la palabra de Dios.

    —Creo que estás exagerando.

    — ¡Ya cállate, Dallas! ¡No permitiré que vengas a querer darme clases de moral! Todas esas mujeres son unas inmorales que fueron corrompidas por el pecado. Y tú... no serás una más de esas... no quiero que estés con esa chica, no permitiré que te descarríes igual que el insensato de tu hermano, vaya Dios a saber en qué malos pasos ande...

    La miré con molestia y supe que no llegaría a nada hablando.

    —Al menos mi hermano, vive su vida—lo último fue entre dientes.

    Pero pasó lo que nunca antes, sentí como la mejilla me ardió y en vez de mirar a mi mamá a los ojos mí vista estaba fija en la pared... y un sonido sordo se escuchó en mis oídos... Me... h-había pe-pegado... automáticamente los ojos se me llenaron de lágrimas y luego escuché como el plato se rompió.

    La miré y ella también estaba sorprendida por lo que había hecho, las manos le temblaron y yo solo atiné a sobarme la mejilla e inmediatamente eché a correr escaleras arriba rumbo a mi habitación.

    — ¡Dallas... hija!—me gritó pero yo no podía creer lo que había pasado.

    La escuché subir las escaleras apresurada tras de mí, pero en cuanto entré a mi habitación, azoté la puerta y le eché el seguro. Sollocé y miré con molestia mi recámara, odiaba esta maldita manía de mi madre de anteponer la religión ante cualquier cosa.

    — ¡Dallas! ¡Dallas! ¡Ábreme la puerta por favor! ¡Tenemos que hablar, hija!

    — ¡Vete, déjame sola!

    — ¡No lo haré hasta que me abras! ¡De verdad, no sé qué me pasó allá abajo... discúlpame!

    — ¡No! ¡Quiero estar sola! Vete... por favor—le pedí, me había recargado en la puerta mientras sollozaba, realmente mi mamá tenía una fuerza impresionante en la mano.

    Nunca nos había tocado un cabello a mi hermano ni a mí, pero creo que esta vez reaccionó bastante mal. ¡Mierda! ¡Solo estábamos hablando! Ahora entendía un poco a Jann... solo vino a casa una vez, ya que después de esa visita. Mi mamá no me permitió invitarla de nueva cuenta y papá tampoco.

    No me querían con una descarriada.

    La escuché hablarme para que abriera la puerta por varios minutos, pero al ver que no estaba dispuesta a hacerlo, se fue y yo lo preferí así.

    Durante la tarde no salí para nada de mi cuarto, no tenía la necesidad, pues tenía mi propio baño en la habitación, lo único que si tenía era hambre pero mi orgullo era más grande que permitir que mi mamá me viera con los ojos hinchados, porque vamos... ¿Quién no llora cuando uno de sus padres le suelta un golpe? Yo creo que todos, porque aparte del dolor físico, el emocional también está presente. Además de qué en la mente lo revives una y otra vez, entonces las lágrimas vuelven a salir.

    Por eso es que preferí que cayera la noche e incluso, mi papá tocó a la puerta intentando que yo accediera.

    —Dallas, cariño... abre la puerta por favor—me pidió—. Debemos hablar.

    —Papá... enserio, no quiero. Por hoy... no, por favor.

    Lo escuché suspirar al otro lado—. De acuerdo, pero mañana si hablaremos querida. Buenas noches.

    Luego de eso, mis padres discutieron y yo, simplemente me cambié la pijama y me metí a la cama.

    Qué día tan horrible...

    [​IMG]

    A la mañana siguiente, decidí levantarme más temprano de lo normal, no tenía ganas de discutir con mis padres, así que cuando el reloj marcó las seis y media de la mañana yo ya me encontraba lista para irme y el sol, todavía no había salido, la calle se encontraba oscura y seguía estando iluminada por las lámparas de la calle.

    Tomé una chaqueta y la mochila la eché al hombro.

    Llegaría a la Universidad mucho muy temprano, tenía clase hasta las diez de la mañana pero consciente de que mis padres intentarían hablar conmigo, así que era mejor así. Ya cuando llegara a casa por la tarde, espero que las cosas se hayan calmado.

    Saqué mi reproductor de casetes y puse mi canción favorita de The Scorpions, Still Loving You. Me fascinaba la voz del cantante y con su compañía me fui al campus.

    Caminé lo más lento que pude pero el camino fue bastante corto a comparación de otras ocasiones. Obviamente... era porque no estaba Janet conmigo esta mañana, cuando llegué había muy pocos estudiantes que llegaban demasiado temprano, algunos lo hacían porque vivían bastante lejos.

    Estudiaba en la Universidad de Saint Thomas, era un colegio bastante agradable, grande y costeable a la economía de mis padres, además estaba en mi segundo año y los profesores eran excepcionales.

    —Señorita Duren, buenos días—me sobresalté e incluso tiré mis audífonos. Miré a quién me hablaba.

    —Profesor Valentín, buenos días para usted también.

    — ¿Qué la trae aquí tan temprano?—preguntó curioso mi calvo profesor—. No tenemos clases hasta medio día.

    Sonreí falsamente—. Solo quería ponerme al día con algunas tareas y ahorita la biblioteca, prácticamente está vacía.

    —Es buena táctica—me felicitó y acomodó sus lentes—. Pero le recomendaría, dejar de reírse en mi clase junto con la señorita Gardner, usted tiene buen rendimiento académico, no lo desperdicie perdiendo el tiempo en tonterías.

    —Lo haré profesor y siento lo de ayer en su clase.

    —Póngase a estudiar Duren, ha tomado una excelente carrera—puso su mano sobre mi hombro y se fue caminando en dirección a la rectoría.

    Decidí ir a la cafetería y sí, quizás adelantar algo de lo que vimos en la clase del profesor Valentín y cuando estaba con Jann, realmente no hacía mucho. Pero es que es inevitable, hay tanto por platicar y por querer conocer que es difícil que yo preste atención a mis deberes.

    Compré un café, un sándwich y la mesa se llenó de mis libretas, pólizas de rayado diario, balanzas de comprobación, T' de mayor, mi calculadora y muchísimos cálculos. Creo que llené la mesa porque vi a varios compañeros comenzar a llegar conforme pasaban los minutos y yo seguía escribiendo, solo me saludaban y se seguían de largo.

    Bueno... hasta que se acercó una de mis compañeras de clase.

    —Hey... Dallas... buenos días—me saludó y yo levanté la mirada.

    —Buenos días, Katie.

    — ¿Estás atrasada con los deberes de Valentín?

    Negué y dejé de hacer mis cálculos—. No, solo quería adelantar un poco, de hecho quiero terminar el ejercicio que no terminamos ayer—la vi un poco indecisa de tomar asiento—. Siéntate conmigo. ¿Vas a desayunar?

    —En un rato más—me dijo y suspiró—. En realidad, vengo a pedirte ayuda... sobre el tema que estamos viendo... ¿Realmente le entiendes al Estado de Información Financiera?

    —Es muy fácil, sólo debes revisar tu estado de cuenta de bancos y el de contabilidad, debes verificar los saldos que coincidan en ambos estados y relacionarlos, los que no, debes buscar en dónde está el error.

    —Sinceramente no le entiendo—me dijo frustrada, mientras sacaba su libreta—. Pensé en pedirte ayuda porque se ve que tú si le entiendes, además Janet siempre pasa la materia y es porque está contigo.

    Sonreí y luego reí de buena gana.

    —Katie, no por el hecho de que Jann se siente conmigo, quiere decir que le paso respuestas en exámenes o algo parecido. Lo único que hago por ella, es intentar explicarle y el resto es cuestión de ella. No es la mejor estudiante de contabilidad, pero se defiende.

    Bajó su cabeza—. Entiendo... entonces disculpa por quitarte tu tiempo.

    Antes de que se fuera, la tomé con suavidad del brazo y la detuve—. Nunca dije que no te explicaría, anda, muéstrame tus apuntes.

    La mañana se nos pasó volando, algunos compañeros de clase se nos unieron y terminé explicándoles a todos sus dudas, ahora sus rostros de angustia habían cambiado completamente a unas más seguras y hasta sonrientes. ¿Enserio la contabilidad es tan difícil? Yo no la veo así, es simple razonamiento y lógica.

    A todo cargo, corresponde un abono.

    Justo cuando iba a tomar el primer bocado de mi sándwich, se me colgaron del cuello e inmediatamente puse mi desayuno en la mesa. Todo esto ante la mirada curiosa de todos los que estábamos en la mesa.

    — ¡Dallas!

    — ¡Ja-Janet! ¡E-espera, me estás a-ahogando!—estaba muy feliz por alguna razón en especial pero estaba siendo demasiado brusca. Cuando vio que mi cara empezaba a ponerse azul y los demás se levantaron, me soltó. Respiré con dificultad y tosí un poco.

    — ¿Estás bien?—preguntó Katie preocupada, mirándonos.

    Asentí.

    —Estoy bien, muchas gracias—dije ya repuesta y miré a Janet, le tomé las manos para que dejara de brincotear alrededor mío, podía sentir las miradas de todos—. Jann, siéntate por favor y dime... ¿Qué es tan importante?

    — ¡Te lo dije! ¡Te lo dije! ¡Te dije que algún día podría ser la vocalista de una banda de rock!—gritó y creo que bastaron sus chillidos inentendibles porque todos se levantaron de la mesa, guardaron sus libretas y se fueron diciéndome que nos veríamos en clase, otros agradecieron la asesoría y hasta Katie, me tocó el hombro y se fue.

    — ¿A qué te refieres?

    — ¡Si! ¡Así como lo oyes! Ayer, cuando te fuiste—rodó los ojos, pero sin quitar su enorme sonrisa de sus rojos labios—. Escuché el sonido maravilloso de una guitarra eléctrica en el auditorio de la escuela, cuando llegué, vi a dos chicas tocando una canción de Deep Purple... ¡Era fenomenal! ¡Y resulta que estaban buscando una vocalista!

    Abrí los ojos sorprendida por lo rápido que habló—. ¿En serio?—no sabía que más decir, la verdad es que estaba sorprendida y la vi asentir sumamente emocionada.

    — ¡Es una locura! ¿No lo crees? ¡Es tan irreal! Y bueno, ayer me hicieron una prueba o audición, lo que sea que haya sido y me aceptaron. Me dijeron que iba a necesitar más práctica, pero que definitivamente era mi voz lo que andaban buscando.

    —Cielos...

    — ¿No estás feliz, por mí?—de repente toda la felicidad en su rostro había desaparecido y sus ojos azules se habían apagado... pero... es que ni yo misma sabía cómo procesar tanta información.

    —No es eso, Jann, sólo que me has tomado por sorpresa—confesé—. Apenas ayer me estabas mareando nuevamente con tu idea de ser una estrella de rock y hoy... bueno, ya eres la vocalista de una banda y de chicas, tal y como querías.

    —Sí... es sorprendente.

    —Jann, no lo tomes a mal... enserio... solo que es sorprendente—sonreí y la abracé, entonces ella me regresó el gesto emocionada y comenzó a brincar sobre su asiento de nueva cuenta.

    — ¿Y tú? ¿Cómo llegaste ayer a casa?

    —Realmente no quiero hablar de mi día anterior—le dije y por fin ya más tranquilas, pude comerme mi sándwich.

    — ¿Volviste a pelear con tu mamá? ¿Y esta vez por qué fue?

    —Por ti.

    Janet se quedó callada y abrió sus ojos como un caballo—. ¿Por mí? ¿Y yo que tuve que ver, esta vez?

    —Lo mismo de siempre—me encogí de hombros—. Dice que te meterás en problemas y que no eres una buena amistad para mí. Ya sabes... sus cosas religiosas... creo que ahora comienzo a entender a mi hermano. ¿Sabes? Él se fue de casa porque peleaba muchísimo con mis padres, él tenía la misma idea loca que tú, ser un guitarrista famoso y formar su banda de rock.

    —Hizo lo correcto—dijo seria—. Disculpa lo que voy a decirte, porque sé que hablo de tú mamá... pero, amiga, está loca...

    Asentí y comencé a reír. Se contagió de mi risa y seguimos riendo.

    —El día en que una disquera importante se fije en nosotras, te llevaré conmigo a recorrer el mundo, seremos la banda, tú y yo.

    Sonreí y finalmente la campana sonó anunciándonos que las clases comenzaban. Vi a Janet quejarse de que no había hecho la tarea de contabilidad y solamente reí, en el salón intentaría ayudarle para que entendiera la clase.

    Momentos como estos, eran los que me hacían feliz.

    No podía quejarme, quizás la relación con mi familia no era precisamente la mejor pero mi amistad con Jann era lo que me mantenía centrada, quería terminar mi carrera y sinceramente, irme lejos. Me sentía sofocada de tener a mí alrededor tantas cursilerías religiosas, toda mi vida he vivido alrededor de ellas y por fin... comprendía los motivos de Steven para irse.

    Muy probablemente estoy siendo egoísta, pero así es como me siento y quiero ser yo misma.

    Para cuando las clases terminaron, mis compañeros agradecieron la asesoría de la mañana ya que Valentín llegó a retomar el tema y afortunadamente todos menos Janet, teníamos el ejercicio resuelto. Mi profesor me guiñó un ojo cuando vio el avance sorpresivo de todo el grupo y bufó al ver que mi rubia amiga, sencillamente no entendía.

    Al salir, la felicidad de Jann era tanta que me arrastró rumbo al auditorio de la Universidad para que conociera a sus nuevas amigas.

    — ¿Enserio? ¿Por qué tengo que conocerlas?—dije algo fastidiada, si volvía a llegar tarde a casa, tendría más problemas con mis padres.

    — ¡Porque eres mi mejor amiga! ¡Y quiero que todas mis amigas, se lleven genial! ¡Además tú irás con nosotras cuando seamos famosas!

    —Oh cielos... está bien—dije y caminé con ella.

    Siempre era así, Janet prácticamente me arrastraba a dónde ella quería ir, muchas veces me metía en problemas pero a final de cuentas era mi mejor amiga, la única a decir verdad. Como por ahí decían... ¿Y lo bailado, quién te lo quita? Sonreí al recordar ese dicho y con mejor ánimo, fuimos para que yo conociera a sus compañeras.

    Efectivamente cuando nos acercamos al auditorio, pude escuchar el sonido de una batería y una guitarra, no sonaban nada mal, pero podían mejorar. Les hacía falta la voz y un bajo para que se complementaran, Janet brincó emocionada mientras me tomaba de la mano, para volver a arrastrarme.

    Cuando entramos, dos chicas diferentes nos miraron y sonrieron al ver que mi rubia amiga entraba.

    — ¡Chicas!—exclamó y las otras dejaron sus instrumentos momentáneamente.

    —Hola Jan—dijo la otra rubia, de ondulados cabellos en un tono cenizo y también de profundos ojos azules. Era alta y de piel clara, para mi sorpresa vestía muy similar a Jann y la morena a su lado también lo hacía, traía unas botas vaqueras de color blanco con unas espuelas muy bonitas. Su cabello estaba alborotado y mascaba un chicle, en repetidas ocasiones generaba una bomba y la reventaba.

    — ¡Chicas, quiero presentarles a mi mejor amiga!—dijo y me empujó a las otras dos—. Ella es Dallas Duren, mi amiga desde siempre.

    —Hola—salude y la rubia de ondulados cabellos tomó mi mano, estrechándola—. Un gusto.

    —El gusto es nuestro, Dallas—sonrió y con una seña, la morena de alargados ojos se acercó—. Mi nombre es Janice Kuehnemund y ella es mi socia, Roxxy Petrucci.

    —Un placer.

    — ¿Tocas algún instrumento, Dallas?—me preguntó Roxxy. Yo negué.

    —Qué lástima—dijo Janice—. Todavía nos hace falta una bajista para completar la banda. ¿Conoces a alguien?

    —La verdad no—admití encogiéndome de hombros—. A la única que conozco, es a Jann aquí presente.

    Mi amiga sonrió entusiasmada y luego se dirigió a las otras dos—. Pongamos un anuncio en el periódico, siempre funciona, en el Times de St. Paul. ¿Qué dicen?

    Janice miró a Roxxy y la otra asintió.

    —De acuerdo, pero solo invertiré como máximo, veinte dólares por ese anuncio. No más—ahora comprendía, quien era la líder de la banda, Janice.

    —Puedo decirle a mi hermana, qué nos ayude con el tema del bajista. Jan—ambas rubias voltearon a ver a Roxxy—. Oh cielos, esto será complicado... eh... Janice, sabes que Maxine puede ayudarnos, ella incluso te ha dicho que puedes ayudarnos a revivir a Madame X.

    La rubia rodó los ojos y negó—. Sabes que no me gustan las letras de Madame X, dile a Maxine que muchas gracias pero no, yo quiero tener mi propia banda y mis propias canciones.

    Roxxy suspiró... no estaba entendiendo mucho de lo que hablaban.

    —Yo pongo cinco dólares más para ese anuncio. ¿Qué dicen?—Janet intervino para evitar una próxima pelea. Las otras dos voltearon a verla.

    —De acuerdo, entonces yo pondré otros cinco y ya tendremos treinta para un anuncio pequeño en el periódico.

    —Entonces que así sea.

    De repente, miré mi reloj y mi rostro se vio preocupado. ¡Y es que mierda! ¡Había olvidado la hora! Desde qué decidí acompañar a Janet, el tiempo se me fue volando, prácticamente después de esa pequeña charla de la cual no entendí nada, se pusieron a tocar canciones de otros artistas que yo conocía muy poco, todo era rock.

    No estaba muy familiarizada con el género.

    Y he de admitir que el timbre de voz de mi amiga es muy bueno, es agudo y a la vez suave. Sabe cómo llamar la atención y Janice con su guitarra, hace magia. Roxxy también tiene lo suyo al marcar el tiempo en cada golpe que le da a su batería... pero seguía haciendo falta, el sonido del bajo.

    Lamentablemente, yo no sé tocar ningún instrumento y no puedo prometerles aprender a tocar uno para formar parte de la banda, además... en casa, si mis padres me vieran llegar un día con una guitarra, seguramente querrían practicarme un exorcismo, llevarme a misa y hacerme leer las sagradas escrituras unas mil veces para que me arrepienta y evite que el demonio quiera apoderarse de mí, por medio de esa música satánica.

    Reí al pensar todo esto, pero no es más que la verdad.

    —Chicas, perdón... tengo que irme, Jann—mi amiga apretó los labios al ver lo nerviosa que me había puesto al ver el reloj, pero simplemente no podía evitarlo—. Tengo que irme, sino, mi mamá...

    La vi rodar los ojos y suspirar fastidiada, mientras dejaba el micrófono—. Anda ve, nos vemos mañana en el salón. Pero piensa en lo que te dije esta mañana.

    Asentí y sin despedirme de ninguna en particular, tomé mis cosas y eché a correr fuera del auditorio dónde estás estaban ensayando o algo parecido.

    Corrí y corrí por los jardines de todo el campus, empujé a algunos estudiantes que todavía andaban rondando la escuela y no me detuve a disculparme. Sentía como las piernas me quemaban por la carrera que estaba dando y el cómo la garganta y pecho me reventaban.

    Pero debía llegar...

    Casi tropiezo, pero brinqué una pequeña roca y seguí corriendo, me pasé un alto, afortunadamente no venían coches que pudieran atropellarme. Para cuando llegué arrasando en el porche de la entrada, mi mamá... ya estaba con el mismo jodido rosario del día anterior y más lágrimas en los ojos.

    ¡Oh pura mierda!

    Estoy segura de que esto no se iba a arreglar, al contrario, le había echado más mierda al cagadero de ayer... maldita sea.

    Y aquí íbamos de nuevo... a oír sus jodidos sermones religiosos y más mierda en contra de Janet Gardner.

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  5.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
    Miembro desde:
    12 Enero 2008
    Mensajes:
    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    3851
    Capítulo III. ¿Vixen?

    El último mes, la pasé castigada después de ese día que llegué tarde a casa y no me permitían hablar o salir con Janet. Prácticamente, solo la veía en las horas de clases y el almuerzo, pues mi padre se había empeñado en ir por mí al colegio, después de clases. Entonces me dejaba en la puerta de la casa y él se regresaba a la oficina.

    Estos últimos días, había sido bastante estresante para mí y agosto estaba por terminarse.

    E incluso... aunque le conté a Jann la situación, pareció distanciarse un poco de mí. Obviamente, anteponiendo las necesidades de su banda. Me sentía muy triste estos días al no tener a mi mejor amiga conmigo... pero la entendía, era su sueño, así como el mío de terminar la carrera e irme extremadamente lejos de las manías de mi familia.

    Hoy es viernes, y por pura fortuna, papá tiene una junta de trabajo que se extenderá por toda la tarde y yo podré regresar sola a casa. Me sentía levemente feliz porque me sentía con esa libertad que me quitaron al momento de castigarme.

    —Te quiero temprano en casa, Dallas—me advirtió mi mamá, desde el día que me abofeteó, nuestra relación se había hecho un poco más áspera de lo que ya era—. No quiero tener más problemas contigo. ¿Entendido?

    Asentí y tomé la lonchera, en dónde venía todo mi almuerzo. Pues parte del castigo, consistía en dinero solamente necesario para cosas escolares, no incluía alimentos fuera de casa. Y mi mamá ahora me preparaba lo que comería en mis descansos.

    —Si sucede algo extraordinario, prometo llamar esta vez.

    Me miró con advertencia—. No te quiero con Janet Gardner, Dallas, es la última vez que te lo repito. Ahora vete.

    No dije nada y salí por la puerta de la casa, molesta.

    Para mis padres era tan mal vista Jann, que hasta pena me daba hablarle después de todo lo que habían dicho de ella...

    Fui como cada mañana a la Universidad, pero lo qué si noté es que Jann no había venido a clases. Últimamente se la pasaba más tiempo con las integrantes de su banda femenina, que conmigo, debo admitir que me siento celosa por la preferencia de mi amiga. Así que durante este día, me tocó tomar el almuerzo con Katie.

    Y otro chico llamado Bell, un joven que provenía de Nueva York, igual que yo.

    Incluso en la clase de música, que era la clase favorita de Janet, no apareció por ningún lado... ¿Estará enferma?

    Aunque quise investigar más, no lo hice, pero decidí ir al auditorio del campus pues estoy muy segura de que Janet se encuentra ahí. Es el único lugar con buena resonancia para tocar instrumentos, así que me dirigí a ese lugar.

    No me había equivocado para nada, me sorprendí al escuchar la bonita voz de Jann al cantar. Nunca lo había hecho y al a distancia se escuchaba fabuloso, e incluso la guitarra y la batería que la acompañaban sonaban muy bien, e incluso... el bajo. ¡Se habían conseguido un bajista! Sonreí al saber que mi amiga estaba haciendo lo que ella quería hacer desde un principio.

    Entré sin toca y me senté en la primer butaca frente al escenario dónde muchas otras veces había ido a ver obras de teatro escolares, pero esta ocasión estaba disfrutando de la música tan sensacional que estas cuatro chicas hacían sonar. De repente mi boca se abrió en sorpresa al ver la destreza de Janice, la guitarrista, al tocar un solo muy inspirador y las otras tres disfrutar del momento, entonces entendí que había química entre las cuatro.

    El último miembro de esa banda de chicas, era otra rubia... parecía que el color de cabello claro era una tendencia en la moda, llevaba su cabello alborotado hasta los hombros y un tono de piel claro, e incluso sus ojos eran también de un color azul pero menos intenso que el de Janice.

    Cuando terminaron de tocar su canción, no pude evitarlo y aplaudí, llamando la atención de las cuatro chicas. Janet inmediatamente me sonrió y se bajó del escenario, para ir hasta mi lugar y abrazarme fuertemente, correspondí el abrazo ya que la verdad extrañaba a mi mejor amiga.

    — ¿Y qué te pareció, nena?

    —Suenan fantástico.

    — ¿En realidad lo crees?

    —Sí.

    — ¡Genial! ¡Este tiempo que no hemos pasado juntas, lo he aprovechado muy bien con las chicas!—Janet sonrió encantada y las otras aprovecharon para tomarse un breve descanso—. Me sorprende verte por aquí. ¿Tú madre te ha extendido el tiempo de llegada a casa?

    Negué y me separé de ella—. En realidad no, pero tenía ganas de verte. Y decirte... qué lo que me dijiste el otro día... tenías razón.

    La rubia no entendió del todo a la primera hasta que recordó la última tarde conmigo.

    —No quiero decir que te lo dije, pero te lo dije. Están locos.

    —Jann—mi amiga volteó a ver a Janice—. Recuerda que esta noche tenemos un show en el Brewing.

    —Ahí estaré. ¿Terminamos por hoy?

    —Sí, nosotras tenemos que preparar y arreglar unas cosas antes del show. Nos vemos allá.

    — ¡Claro!

    Con esto el trío de chicas, se fue dejándonos solas a Janet y a mí. Levantaron sus instrumentos, los guardaron en su estuche y los echaron en su hombro como una mochila, menos la batería claro, solo la morena de nombre Roxxy, se llevó sus baquetas y jugaba con una de ellas entre sus dedos.

    —Y dime... Dallas... ¿Qué tal la vida sin la intromisión pecadora de Janet Gardner?—me preguntó mientras sonreía burlona y yo hice lo mismo.

    —Aburrido... de casa a la escuela y de la escuela a la casa. Es sofocante... afortunadamente mi padre hoy no pudo recogerme porque tendrá una junta que durara toda la tarde. A mamá no le dio nada de gracia saber eso y que muy posiblemente llegaría tarde a casa y obviamente le molestó más saber que muy posiblemente iba a buscar la manera de hablarte.

    —De verdad... amiga, tus padres están locos—dijo esto mientras se acomodaba el alborotado cabello—. Pero bueno—miró su reloj—. Tenemos tiempo suficiente para que llegues a tiempo a casa y yo llegue a la mía para prepararme para esta noche.

    Sonreí al saber que enserio mi amiga progresaba con su loco sueño.

    —Me alegro mucho por ti, Jann—suspiré aunque la nostalgia me invadió—. Pero ahora que tienes a tus nuevas amigas, yo quedo en segundo plano. ¿No lo crees?

    Se detuvo y me tomó la mano, impidiendo que siguiéramos caminando rumbo a la salida de la Universidad, su mirada se cruzó con la mía, esos ojos azules me miraron muy serio.

    —No—dijo tajante—. Eres mi mejor amiga, la primera en darme la bienvenida a esta ciudad, a la universidad y a todo en general. Jamás podrías pasar a segundo término... además... en verdad quiero que cuando la banda comience a tener éxito y nos propongan un contrato... te vengas con nosotras.

    Sentí que los ojos se me llenaron de lágrimas, e inmediatamente la abracé. Yo de verdad quiero muchísimo a Janet porque tiene razón, ella también es mi única amiga. Es mi confidente en todo, mi concejera, mi compañera. Me dolería muchísimo perderla.

    —Aunque todo suene genial... sabes que mis padres no me dejarían por nada en el mundo, irme contigo—bajé la mirada apenada—. Primero me mandan a un convento para que permanezca lejos de ti.

    La otra bufó—. ¡Al carajo! ¡Enserio, mándalos al carajo y sigue el ejemplo de tu hermano!

    Sonreí y entonces ambas echamos a correr fuera de la escuela, para evitar que a mí se me hiciera tarde para regresar a casa.

    Cerca de una cuadra de mi casa, nos detuvimos para evitar que mi mamá nos viera juntas. Y Jann respiró hondo.

    —Es viernes—dijo emocionada—. Y es el primer show que tenemos, me sentiría muy honrada de que vinieras a vernos. ¿Lo harías por mí? ¿Irías a vernos?

    Me quedé callada y sorprendida, luego hablé—. Sabes que no puedo...

    —Escápate—me sugirió maliciosa—. Diles que no te sientes bien y vete a acostar temprano. Y te veo en la tarde en mi casa, para que te pueda arreglar un poco e irnos juntas al bar. ¿Qué dices?

    Me sentía insegura y la verdad, dudaba mucho que funcionara esa mentira tan tonta. Si le decía a mi mamá que me sentía enferma, no dudaría ni un instante en querer llevarme al médico. Pero los ojos de Janet me suplicaron en silencio.

    —No te prometo nada, pero si me decido a ir... te llamaré por teléfono. ¿Te parece bien?—ella asintió emocionada y con eso fue suficiente para que se fuera a su casa dando pequeños saltitos.

    Justo a tiempo llegué, pues mi madre salía al pórtico y me miró literalmente con el Jesús en la boca. Al ver que venía sola, sonrió y luego me saludó con la mano.

    —Qué bueno que ya llegaste, hija. ¿Cómo te fue en el colegio?

    La miré un poco aburrida—. Lo de siempre, tareas y más tareas, nada interesante—era más que obvio que no le contaría que pienso asistir a un show en un bar solo para ver a mi mejor amiga tocar con su banda.

    —Oh vamos, al menos debe haber alguna novedad.

    —Mamá, si estás curiosa de saber si vi a Janet, la respuesta es no. Tiene casi un mes en que no la veo... no sé en qué ande—fingí tristeza y mi mamá puso su mano sobre mi hombro para darme según su apoyo, porque yo sabía que en el fondo estaba muy feliz de saber de qué su plan de mantenerme vigilada con papá, le producía gusto.

    —Lo siento mucho hija, pero yo te dije que esa muchacha no me gustaba. Esperemos que Dios la cuide y la haga regresar al buen camino.

    Pasó la tarde tranquilamente, mamá se fue a la iglesia a dar la misa de las seis de la tarde con otras vecinas, igual de santurronas que ella. Y yo me quedé en casa con la excusa de ayudarle a hacer un poco de quehacer y adelantar mi tarea lo más que pudiera, solo sentía esa sensación de nervios conforme el tiempo pasaba y veía en el reloj que la hora de hablarle a Janet se acercaba...

    Todavía no me decidía a ir, escaparme de casa me daba pavor. Sobre todo porque podrían descubrirme... ¿Qué haría entonces? Nunca había desobedecido las órdenes de mis padres de forma muy directa... pero una parte de mi quería ir y ver el mundo nocturno.

    Vamos... tengo 18 años y todavía me tratan como una niña de 10.

    Jugué con el lápiz unos minutos más y finalmente llena de nervios e inquietud me levanté de la silla dónde intentaba concentrarme para hacer mis queridos cálculos contables. Fui a la sala, tomé el teléfono y marqué el conocido número de la casa de Janet... ¿Realmente lo iba a hacer?

    Sonó tres veces, sentí que los dedos me temblaban y casi al momento en que iba a desistir de esta locura, levantaron la bocina del otro lado.

    — ¿Diga?

    — ¿Jann? ¿Eres tú?

    — ¡Dallas! ¡Pensé que no me llamarías! Creí que no irías a verme. Si me estás llamando, eso quiere decir que tu mentecita entró en conflicto y quieres ir, aunque te mueras de miedo.

    —Sí... la verdad no sé ni cómo le haré para escaparme.

    —Fácil, toma las llaves de repuesto de tu habitación, déjalas en tu baño personal y tú lleva tu propio juego contigo. Para que cuando regreses puedas entrar sin mayor problema.

    —Te estoy escuchando... y me parece una mala idea.

    — ¡Dallas!—me gritó fastidiada—. Haz lo que te digo, siempre me funciona.

    —Pero mi madre no se cree las excusas tan fácilmente...

    —Ve a la cocina, calienta agua en la estufa y ponte paños calientes en las mejillas. Aguanta el calor lo mejor que puedas, haz lo mismo con tu nariz y se pondrán coloradas—escuchaba todo al pie de la letra y me sorprendía por las jugarretas que tenía Janet para engañar a su madre—. Así creerán que tienes fiebre, en cuanto intenten darte una medicina, guarda bajo la lengua la píldora y hazte la que quieres dormir.

    —Dios mío... ¿Cuántas veces has hecho esto?

    La oí reír—. Al menos unas veinte veces y mamá sigue pensando que soy una chica algo enfermiza.

    —Entonces supongo que lo haré...

    — ¿Te espero, entonces?

    —Sí, pero yo creo que será a las ocho... porque mamá regresa en unos cuarenta minutos de la iglesia.

    — ¡Oh sí, claro! ¡Entonces pon esa agua a calentar! Y nos vemos a las ocho. No traigas nada, yo te arreglo.

    Esas palabras sinceramente no me gustaron para nada. Así que una vez finalizada la llamada, volé a la cocina, puse una olla a fuego rápido y calenté agua. La deje hervir un poco y cuando lo creí conveniente, busque por todas partes un trapo con el que pudiera servirme de paño caliente.

    Terminé sacando de mi habitación una toalla de manos, y la mojé tal cual me dijo mi rubia amiga. Cuando el caliente trapo tuvo contacto con mis mejillas me sobresalté ya que me dolió un poco el quemón que me di, no fue nada grave, pero en cada puesta me veía al espejo de la sala y si... efectivamente las mejillas se me pusieron coloradas... luego hice la misma tarea con la nariz y quedé como Rodolfo el reno... me vi y me sorprendí de ver la jugarreta tan buena para fingir una gripe.

    Eliminé toda mi escena del crimen y finalmente, me fui a la sala. Justo un par de minutos antes de que mamá entrara, al llegar la vi muy contenta. Parecía que la misa había estado muy buena.

    Pero cuando sus verdes ojos chocaron con los míos se sorprendió al verme así, toda colorada y acalorada.

    —Dallas, hija... ¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?—dejó su bolso sobre la mesa y se acercó para examinarme, puso una mano en mis mejillas y la retiró inmediatamente, sorprendida—. Mi amor... estás ardiendo.

    Respiré un poco entre cortado—. No me siento bien, me empecé a sentir mal hace un rato. Creo que tengo gripe.

    —Traeré el termómetro, ahora señorita vete a tu habitación. Ponte el pijama y metete en la cama. Te llevaré también un té y unas pastillas para bajar la fiebre.

    Asentí y cuando le di la espalda a mi madre, festejé internamente. ¡Nunca creí que funcionara! Cuando fui a mi habitación, hice lo que mi madre pidió, me cambié y me metí a la cama... debía seguir fingiendo que de verdad me sentía mal.

    Cerré los ojos y fingí descansar, un rato pasó y mi mamá apareció con una taza de té humeante, el termómetro y una cajita con medicamento... Condenada Janet, era una pilla, pero la mejor idea que había tenido.

    —Ten, tómatelas—diablos... Jann me dijo que dejara las pastillas bajo mi lengua, pero al ver el medicamento, supe que era amargo—. Te pondré el termómetro para saber cuánta fiebre tienes.

    Cuando se volteó para poner en contra luz el termómetro, tomé las pastillas y las metí dentro de la manta bajo mis muslos. Luego tomé el té de canela que me trajo e hice una cara amarga como si realmente me hubiera tomado esas pequeñas pastillas. Cuando se volteó, yo estaba dejando el té sobre la mesita de noche.

    —Con eso te sentirás mejor.

    —Mamá—me miró preocupada—. Quiero dormir. ¿Está bien si me duermo temprano?

    —Está bien, cariño. Cerraré la puerta entonces—sonrió reconfortante y la culpa quiso invadirme, porque lo único malo que tenía mi madre era su fanatismo religioso. De ahí en fuera era una madre como cualquier otra, cariñosa, atenta, dedicada. Pero eliminé esos sentimientos de mi mente y acepté su beso en la frente—. Ahora levanta el brazo, vamos a ver si estás muy mal.

    Lo hice y me arrepentí un poco, pues el mismo aparatito marcaría que mi temperatura estaba perfectamente bien.

    —Iré al sanitario, hija—asentí y no podía creer que todo se estaba acomodando tal cual el destino lo quería. Cerró la puerta del baño de mi habitación, me saqué el termómetro de la axila y lo puse un momento sobre mis acaloradas mejillas.

    Cuando escuché que la llave del lavabo se abría, volví a colocarlo bajo mi brazo. Para cuando mamá estuviera de regreso, el termómetro ya hubo marcado la temperatura de mis cachetes.

    —Listo querida—dijo mi mamá y se acercó para sacarme el termómetro debajo del brazo. Lo observó y miró sorprendida—. Oh niña... estás ardiendo... 40°C, deberíamos ir a ver a un médico.

    Negué—. No mamá, estoy segura que mañana ya me sentiré mucho mejor.

    Me miró un poco dudosa—. ¿Estás segura?

    —Sí—asentí—. Además, estoy segura que es por tanto estrés en la Universidad, los primeros parciales ya se acercan y he tenido mucha tarea—que mentirosa me estoy volviendo—. Quisiera dormir al menos algunas horas de corrido, por la mañana estaré mejor. Ya lo verás.

    —De acuerdo—dijo no muy convencida—. Si es lo que quieres, adelante. Descansa entonces, hija, te veo mañana.

    —Gracias, mamá.

    Me sentí un poco mal, cuando volvió a besar mi frente y se fue preocupada de mi habitación, no sin antes apagar la luz y cerrar la puerta... ¡Oh mierda! ¡Se siente bien y a la vez mal! Pero en cuanto escuché que sus pasos se alejaron por el pasillo, yo salté de la cama, me volví a cambiar lo que traía puesto durante el día, saqué de mi closet unas cuantas frazadas y las metí dentro de las cobijas para simular que alguien dormía en la cama.

    Las pastillas se cayeron de la cama, lo primero que hice fue echármelas en el bolso del pantalón.

    Agradecí que mi casa era de un solo piso y así podría salir por la ventana, tomé mis llaves. Le eché seguro a mi recámara y conmigo también cargué las llaves de repuesto.

    Cuando vi que no había moros en la costa... salí por la ventana de mi habitación, intenté hacer el menor ruido posible y cuando me vi frente a mi casa, eché a correr en dirección a la casa de Janet.

    Me sentía ansiosa, nerviosa, culpable, feliz. Muchas emociones se peleaban en mi estómago y una sonrisa traviesa se asomó en mis labios.

    Era la primera vez que hacía algo como eso.

    Me detuve a cuatro cuadras, me apoyé en mis rodillas y aspiré todo el aire que podía después de semejante carrera...

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    POV. Janet.

    La verdad, no creo que esta Dallas vaya a venir. Si... me llamó por teléfono pero nada de eso me garantiza que realmente haya hecho lo que le dije, a mí me funciona esa pequeña mentira, pero como bien dice ella... su mamá no es tonta. E incluso puede llegar a ser muy astuta.

    De todas formas, tengo la pequeña esperanza de que viniera y tocara a mi puerta.

    Mientras esperaba su llegada, yo me arreglaba, había optado vestir esta noche un pantalón entallado de color negro, unas botas vaqueras con algunas modificaciones que yo le hice, un cinturón de hebilla gruesa con más detalles que me encargué de confeccionar y una blusa que mi mamá me había comprado hacía algún tiempo.

    Era de un color vino con brillantes, amplios hombros abombados y las mangas pegadas a mi brazo. Tenía un bonito escote en forma de V y bajo la blusa, llevaba puesto un top negro. Decidí ponerme un collar de cadenitas de fantasía con pedrería del mismo material que alguna vez compré en un mercado de pulgas.

    Me maquillé, me puse sombras de color morado y fiusha que hicieron que el color de mis ojos resaltara mucho. Agregué delineador y máscara en las pestañas, me puse una base de polvo sobre todo el rostro, un poco de rubor y decidí que esta gran noche de viernes mis labios serían de color lila.

    Alboroté mi cabello lo más que pude y terminé por echarme bastante laca, quería que mi peinado durara toda la noche de ser posible. Cuando estaba poniéndome los pendientes, el timbre de la puerta sonó.

    [​IMG]
    ¿Podría ser?

    Como sea, me emocioné y cuando fui a abrir... ¡Por Dios! ¡Si era Dallas! Había llegado, y la vi toda despeinada, con las mejillas coloradas y con una sonrisa.

    —Lo logré...

    —Lo hiciste... ¡Realmente lo hiciste! ¡Joder, Dallas! ¡Eres la mejor!—grité, mientras la hacía pasar a la casa—. No lo puedo creer...

    —Yo tampoco—respiró agitada—. Solo espero que a mi mamá no se le ocurra agarrar e ir a visitarme durante la noche para ver cómo me siento.

    —Ya verás que no—la miré y le vi la nariz colorada y las mejillas—. Ven, ahora debemos bajar la calentura de tu cara, amiga.

    Fuimos a la cocina, en dónde saque de la nevera, algunos hielos y los puse en un trapo. Se los puse en la cara y ella me miró sorprendida.

    —Déjalos así unos minutos y el color de tu piel regresará a la normalidad.

    —Jann...

    — ¿Si?

    Vi a Dallas sonreírme—. Te ves hermosa.

    Sin poder evitarlo, me sonrojé por el alago de mi amiga... asentí apenada y fui a mi habitación para buscar algo que prestarle... obviamente no podría llevarla al Bewing con esa ropa de niña que suele usar. Así que ente todo mí desastre de ropa, encontré unos pantalones de cuero, una blusa delgada del mismo color a mangas largas con puños abombados y una chaqueta de imitación piel con amplios hombros.

    Se vería muy bonita con esta ropa... zapatos, zapatos... estoy muy segura que Dallas en su vida ha usado zapatillas. Pero para todo había una primera vez, saqué de mi zapatera un par de plataformas de color plateado de pie descubierto que se ajustaba con una correa, estoy segura que Dallas y yo calzamos del mismo número y compartimos las medidas.

    Cuando regresé a la cocina, mi amiga ya tenía su color natural en mejillas y nariz. Miraba entretenida una caricatura.

    — ¿Estás mejor?

    —Sí, el hielo se derritió en cuanto tocó mis mejillas—me sonrió ampliamente y definitivamente esta mujer es mi mejor amiga.

    —Te dije que siempre funcionaba. Ahora ven, vamos a arreglarte para que nos podamos ir a la presentación de Vixen.

    — ¿Vixen?

    Asentí entusiasmada—. Sí, así se llama la banda.

    —Cielos, es un nombre curioso. Pero me gusta... Vixen.

    — ¡Si! ¡Andando!

    Estoy segura que esta noche va a ser la mejor del inicio de mi carrera.
     
  6.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

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    Romance/Amor
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    21
     
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    N.T. Este capítulo, será contado desde el punto de vista del autor.

    Capítulo IV. Apatía.

    Cuando la joven se miró al espejo, no podía creer lo qué veía, su cabello lacio siempre apagado y sin gracia. Relucía como el de su amiga, que sonreía maravillada detrás de ella mientras le daba los últimos detalles a las puntas de su cabello con el cepillo redondo y la secadora... había un enorme cambio en toda su fisonomía.

    Se sonrojó un poco al ver que se veía muy bonita, nunca había visto un reflejo en el espejo de su persona que verdaderamente le gustara. Pues, no acostumbraba a usar nada de maquillaje, obviamente por las reglas de su madre.

    Decía que las mujeres que se maquillaban demasiado, ocultaban su verdadera apariencia y eso a Dios no le gustaba, es por esa razón que Dallas no usaba maquillaje.

    Y lo que veía, le gustaba muchísimo. * N.T.

    Incluso cuando se cambió su ropa por las prendas de su amiga, de verdad que le gustó el enorme cambio en toda su persona. No parecía ser Dallas Duren, hija de Mary y John Duren, una chica hermosa bajo el régimen religioso de su familia.

    Ahora se veía tal cual adolescente lista para disfrutar la noche de viernes.

    Su piel se veía más blanca y brillante, sus pestañas resaltaban el color de sus ojos y el rojo de sus labios invitaba a un beso apasionado. E incluso las plataformas que Janet le había prestado, le quedaban perfectas.

    —Ahora sí... estás lista—dijo la rubia de ojos azules, emocionada, había juntado sus manos a la altura de su pecho—. Date una vuelta, déjame verte un poco mejor.

    La otra obedeció y giró lentamente para que su amiga la viera, le daba cierta pena al sentir que todas las curvas de su cuerpo estaban demasiado expuestas. Pero no lo expresaría ya que las prendas de Janet, le iban de maravilla.

    —¿Entonces... me veo bien?

    —¡Más que bien! ¡Seguro pensarán que eres parte de la banda!—elogió emocionada y luego fue a la sala para terminar de calzarse sus altas zapatillas—. Debemos irnos, se ha hecho un poco tarde y Janice seguramente se molestará si no llego para los últimos detalles.

    Dallas asintió y tomó sus cosas, su pequeño bolso. Ambas salieron rápidamente del departamento, echaron llave y pararon un taxi que las llevara al centro de St. Paul en donde se presentarían en un bar.

    El camino fue bastante ameno, entre las paranoias de Dallas y las risas de Janet, incluyendo las miles de imposibilidades de que su madre la descubriera, pero también había un pequeño nicho del que quizás si pudieran hacerlo. Estaría acabada si eso llegaba a pasar.

    Cuando llegaron, dividieron la tarifa del taxi y al entrar vieron el lugar algo lleno. Muchos jóvenes que ambas pudieron reconocer de la Universidad, se encontraban ahí, disfrutando de la noche, otros cuantos bebían una buena cerveza y otros por allá bailaban en la pista de baile con el suelo de colores.

    —Esto es fantástico—reconoció Dallas, mientras apretaba el brazo de Janet.

    —Brewing, o algo así—dijo la rubia vocalista—. No estoy muy segura de como se llama el lugar, pero es de los más concurridos el fin de semana por muchos estudiantes universitarios. Y a menudo, algunas bandas tocan en vivo los viernes—explicó mientras buscaba con la mirada al resto de las chicas—. Qué raro, ya deberían estar aquí.

    —¿No es todavía, muy temprano?

    Gardner negó—. No, se supone que ellas estarían aquí casi desde las siete de la noche para probar el equipo.

    —Tranquila, ahorita aparecen—intentó calmar a su amiga que comenzaba a ponerse nerviosa.

    ¿Y si se habían arrepentido? Fue lo primero que pensó, pero desistió de su pensamiento prematuro al ver a lo lejos en el fondo del bar, un alborotado cabello rubio rizado. Y las luces de la bola de discoteca la hicieron verse sumamente llamativa, se trataba de Janice quien estaba saliendo de lo que parecían ser los camerinos.

    Janet levantó la mano para llamar su atención, tomando con la otra la de Dallas y caminando entre el tumulto de gentío que se divertía esa noche.

    Cuando lograron llegar. Janet tomó el hombro de Janice, llamando su atención y asustándola un poco.

    —¡Cielos, Janet! ¡No hagas eso!—se quejó la rubia de intensos ojos azules.

    —Lo siento—sonrió la mencionada y luego esperó a que la emoción se relajara un poco dentro de ella, pero fue imposible—. ¿Y? ¿Está todo listo?

    Janice asintió, al mismo tiempo que recibía del barman una botella helada de cerveza—. Sí, todo está listo—le dio el primer trago y cerró los ojos junto a un mueca. Claro... la cerveza es amarga, luego abrió los ojos mirando a ambas—. Hola... eh... ¿Danna?

    —Dallas—corrigió la susodicha.

    —Qué bueno que pudiste venir—dijo seria, Janice era algo cerrada—. Janet, ve a camerinos, para que te prepares. Roxxy y Pía están terminando de arreglarse.

    —Claro. Ven Dallas.

    Janice se interpuso en el camino de ambas rubias, sorprendiéndolas un poco y puso un hombro en Duren.

    —Debes esperar aquí, no puedes pasar a camerinos—Janet miró sorprendida a la guitarrista—. Eso fue lo que me dijeron los del STAFF del lugar, lo siento.

    Ambas amigas se miraron un momento y finalmente, sin necesidad de decirse nada, Dallas infundía apoyo y comprensión a su única amiga.

    —No te preocupes, Jann—dijo la joven sin quitar su sonrisa—. Yo te esperaré aquí a que salgan.

    —Lo siento—la vocalista se dio media vuelta y siguió a Janice quien caminó satisfecha.

    Dallas al quedarse sola y sin nadie a quien conocer en ese lugar, comenzó a sentirse fuera de sí, además de que podía sentir la mirada de unos cuantos libidinosos, recorrerla de arriba abajo. Se sintió incómoda y rogó para que sus padres no descubrieran que no estaba en su cama durmiendo como les quiso hacer creer.

    Decidió tomar asiento en una mesa que estaba vacía y esperó, su mirada a veces iba a parar a la pista de baile dónde algunos chicos disfrutaban de la música, bailando. La música disco, estaba muy de moda en casi en todos lados, además de ser alegre y muy colorida, era perfecta para disfrutar la fiesta. Las voces tan suaves, agudas y a veces graves de los cantantes, mezcladas con los teclados, guitarras que complementaban las canciones.

    En este tiempo había artistas famosos del género, como los Bee Gees, Donna Summer, Gloria Gaynor, Boney M, entre otros más que invitaban a la gente a moverse al ritmo de sus coloridas canciones.

    Un mesero se acercó hasta dónde la rubia se encontraba.

    —¿Puedo ofrecerle algo, señorita?—preguntó este mirando interesado a la joven de blanca piel.

    Ella se sobresaltó un poco—. Un vaso de soda, está bien.

    El mesero había levantado una ceja, pero asintió mientras anotaba, segundos después se retiraba hacia la barra en dónde él y el barman miraban a la chica que les daba la espalda. Esperando ansiosa a que el grupo de cuatro chicas saliera al escenario.

    Todas las luces del lugar se apagaron, y la gente comenzó a chiflar en señal de descontento. E incluso la gente que estaba bailando en la pista de colores, tuvo que regresar a sentarse de mala gana, maldiciendo su suerte. Un humo salió del escenario y al momento un estrobo comenzó a titilar en el oscuro bar, junto al sonido de un bombo a dos tiempos.

    Dallas se emocionó al reconocer ese ritmo, levantándose de su silla cuando las luces rojas, azules, verdes, amarillas, purpuras, iluminaron a cuatro chicas de imagen sumamente extravagante. Janice comenzó a tocar una canción que nunca antes había escuchado, cayendo rápidamente en la cuenta de que era una composición propia.

    Y cuando Roxxy, Pía y Janet hicieron lo suyo, todo el bar vibró con ellas.

    La gente del lugar, veía maravillada, la técnica de cada una de las chicas. Dando toda su pasión sobre el escenario...

    El corazón de Dallas latía alborotado al ver lo fantástico del show, nunca antes se hubiera imaginado que Jann fuera tan buena y se entregara al cien por ciento mientras cantaba. Se veía hermosa... y estaba orgullosa de su amiga, en esos momentos... se le olvidó que se había escapado de su casa.

    —¡Preciosas, y como se llaman!—gritó un chico del público, un guapo joven de cabello rubio y nariz respingada—. ¡No sean tímidas!

    Janice sonrió divertida al ver al muchacho alborotado, se acercó con su sensual caminar al escenario y apartó con suavidad a Janet, que la miró un poco molesta por el actuar pero no dijo nada al respecto—. Claro... permítanme presentarles a la banda, en la batería, Roxxy Petrucci—chiflidos y aplausos no se hicieron esperar cuando la baterista tocó sus platillos y tarolas a cierta velocidad, luego se levantó de su asiento y levantaba los brazos al aire, agradeciendo la presentación—. En el bajo, Pía Maiocco—más aplausos y chiflidos del público masculino—. Y esta maravillosa voz... Les presento a Janet Gardner.

    Cuando Janice presentó a Gardner, Dallas no pudo evitar saltar de su lugar y aplaudir muy fuerte. Los ojos verdes y azules se cruzaron, mientras silenciosamente Janet le agradecía a su mejor amiga todo el apoyo, menos Janice que aunque sonreía, sus azulados océanos despreciaban a la chica.

    —Y ella—dijo Janet, quitándole el micrófono—. Es Jan Kuehnemund, nuestra guitarrista.

    El público ameno aplaudió, encantados de ver una banda de mujeres con tal potencial para la música.

    —Nosotras somos, Vixen—dijo Janet, ya que ahora tendría que utilizar su nombre completo pues así lo había decidido Janice.

    Presentaron algunas canciones más, y cada una de ellas tenía lo suyo.

    Canciones como:

    - Edge a Broken Heart.

    - Crying.

    - Love Made Me.

    - Charmed Life.

    Canciones que todavía debían pulirse y que solamente habían sido escritas para la presentación de esa noche. El público estaba bastante satisfecho con la presentación de las chicas.

    Cuando hubieron terminado, Dallas las esperó para felicitarlas, pero nunca imaginó que con una sola presentación, las chicas ya estuvieran recibiendo a sus primeros fans, chicos y chicas que incluso preguntaban sobre el método para peinar sus alborotados cabellos, o donde habían comprado su ropa.

    Fotografías no se hicieron esperar e incluso ella tuvo que esperar su turno para que pudiera acercarse a Vixen.

    —¿Dónde estabas?—fue jalada por el brazo de manera brusca, se movió de mala manera para ver de quien se trataba, hasta toparse con esos ojos azules que conocía.

    —Diablos, no pensé que esto pasara—exteriorizo sincera—. Su primer show y ya tienen fans.

    Janet sonrió encantada—. De esto se trata, de conseguir el éxito a la primera.

    Ambas jóvenes se abrazaron fuertemente y brincaron emocionadas por el reciente éxito de una de ellas. Mientras los ojos penetrantes de Jan las observaban con desaprobación.

    [​IMG]

    POV. Jan.

    Desde que escuché cantar a Janet, supe que ella debería ser la vocalista de la banda que estaba formando junto a Roxxy, era el timbre de voz que andaba buscando para estas canciones que había escrito hace un tiempo.

    Pero lo único que realmente no me gustaba de Janet Gardner, es su amiguita con pinta de tarada. Esa tal Dallas Duren.

    ¿Porqué? Sinceramente, no lo sé... soy algo especial con las personas, lamentablemente en el rostro se me ve cuando algo o alguien no me gusta, y este sentimiento me lo provoca esta pequeña rubia.

    No puedo decir absolutamente nada de ella, porque no la conozco, pero siento que será un gran bache en nuestro camino si Janet sigue manteniendo una amistad con esa niña. He encontrado a mi vocalista perfecta y no pienso permitir que una niña venga a arruinar todos mis planes y sueños de llevar a Vixen al éxito.

    Las vi brincar emocionadas y definitivamente eso me causó molestia.

    —Señorita—alguien llamó mi atención y dejé de mirarlas—. ¿Nos regalaría una fotografía?—un par de muchachos se acercaron ansiosos y sonreí.

    —Claro—posé para la foto con mi guitarra mientras los jóvenes intentaban encajar en el cuadro junto a mí. Después un flash que lastimó mis ojos, salió y los jóvenes se fueron muy contentos, no sin antes felicitarnos por tremendo espectáculo que dimos.

    Eso es lo que yo quiero, fama.

    —Ha salido bastante bien. ¿No lo crees?—a mi lado, llegó Roxxy, limpiando su cuello con una toalla para el sudor.

    —Creo que sí.

    —Las letras son buenas, pero necesitan unos cuantos arreglos—la miré mal y ella solamente sonrió—. Es broma, son perfectas... espero algún día poder escucharlas con una buena definición de una casa disquera.

    —También yo...

    —Mi hermana puede ayudarnos a conseguir un contrato...

    —Olvídalo, Roxx—sentencié y mi amiga de negro cabello me miró sorprendida—. No quiero deberle nada a ningún miembro de Madame X, y Maxine es parte de esa banda.

    —¿Qué tienes en contra de que alguien ya conocido, te ayude?—preguntó enojada y me miró impaciente—. Diablos Jan, es mi hermana, ella se ha ofrecido varias veces porque sabe que eres una excelente guitarrista.

    —Porque quiero demostrarle a todo mundo, a ti y a mí. Que podemos triunfar sin la necesidad de palancas.

    Pareció que Roxxy por fin lo comprendió, porque solo asintió, sonrió y me pasó por los hombros uno de sus desnudos brazos.

    —Tienes toda la razón. Pidamos una ronda para festejar.

    —Todo sería perfecto—Roxx me miró sin entender mi nuevo cambio de humor y quitó su brazo de mis hombros, prestándome toda la atención posible—. Todo sería perfecto, si Janet dejara su tonta amistad con esa niña.

    —Jan... no puedes entrometerte en esa relación—mi amiga miró a ambas rubias que seguían con su festejo infantil—. Ellas son amigas desde hace bastante tiempo, debes aceptarlo y no meterte en dónde no es tu asunto.

    —¿Y cuando nos vayamos de aquí? Janet obviamente vendrá con nosotras, pero... seguro querrá que su amiga nos acompañe y yo...

    —Esa chica ni siquiera es un músico—miré a Roxxy, creo que entendía lo que yo sentía. Pudiesen ser celos de que ella, llegara a reemplazarme—. No toca ninguna clase de instrumento y dudo mucho que aprenda, déjalas... además, esa niña se ve que tiene un futuro en el mundo normal.

    —¿A qué te refieres?

    —Está en su segundo año de Contaduría Pública—la miré sorprendida—. Y por lo que yo sé, es de las mejores alumnas del curso. A diferencia de Janet, que es una papa al sol.

    Suspiré un poco tranquila.

    —De ser así...

    —El único problema que pudiésemos llegar a tener con Dallas—ni siquiera me sabía muy bien su nombre, y era por el hecho de que no me agradaba—. Es que su familia es sumamente religiosa, y no necesitamos que sus padres o toda la comunidad cristiana de St. Paul se nos vaya a echar encima y nos tachen de música satánica.

    Empecé a reír de buena gana por lo que acababa de decir Roxx. Hasta una lágrima salió por mis ojos.

    —Tienes razón. Será de lo único que debemos cuidarnos.

    Petrucci me sonrió ampliamente y puso una de sus manos en mi hombro—. Ahora, déjalas en paz y festejemos—dicho esto, asentí menos contrariada de Dallas y un mesero se acercó a nosotras para darnos un par de tragos que alguien del público muy amablemente nos había enviado como felicitación por buen trabajo.

    La gente estaba muy animada y toda la noche, recibimos petición de fotos, otros cuantos intentaban sacarnos un número telefónico y otros tantos, invitarnos a salir.

    Durante la noche, Janet, Pia y Dallas se mantuvieron con nosotras.

    Pero el sentimiento de apatía que sentía por ella, era inexplicable, aunque intenté mostrarme amable. No pude hacerlo con naturalidad ya que al ser una joven tan puritana, había ciertas cosas que en definitiva, no entendía o prácticamente se escandalizaba. Pero podía imaginarme su situación al tener familiares religiosos.

    Pero yo no podía decir algo al respecto, pues desde hace casi nueve años que me mudé a vivir sola. Hoy por hoy, Roxxy es mi compañera de departamento y ambas compartimos los gastos del mismo, ese departamento es un regalo de mis padres para que yo aprendiera a ser independiente y miren... he podido hacer con mi vida lo que yo he querido.

    —Oye, Dallas—llamé a la rubia que se reía por una tontería que Janet había dicho—. ¿No crees que es un poco tarde, para ti, encanto?

    Ella me miró sorprendida—. Dios... ¿Qué horas son?

    Le mostré mi reloj de muñeca y las manecillas marcaban las dos de la mañana. La vi horrorizarse por la hora y Janet me echó una mirada asesina. No sonreí pero no voy a mentir que no disfrute al ver a angustia de la pequeña rubia.

    —¡Tengo que irme! ¡Si no, me van a matar!

    —Ey... Dallas, relájate—le dijo Janet, tomándola por los hombros para tranquilizarla en ese ambiente lleno de música fuerte, tragos y más gente haciendo ruido.

    —¡Pero es que no pensé que fuera tan tarde! ¡Dios! ¿Y qué tal si mi madre entró?

    —¡Dallas! ¡Tú tienes las llaves! No hay manera de que haya podido entrar.

    Pero parecía que la paranoia había invadido a la pobre muchachita, Roxxy me miró con advertencia pero fingió no prestar demasiada atención y centrarse en la plática de un tarado que le había invitado un trago, Pía observaba la situación e incluso intentaba ayudar a Janet a calmar a su amiga.

    Yo me levanté molesta, cuando vi que Janet tomó sus cosas y las de Dallas, para irse.

    Definitivamente, Dallas Duren iba a ser una piedra en el zapato para Vixen, si yo, no lograba separar a estas dos.

    Pero así como una idea macabra cruzó por mi mente, llegué a sentir una mínima pizca de lástima por esa pobre chica.

    A partir de ahora, intentaría por todos lo medios, separar a ese par para que la banda pueda crecer y reemplazaré a todo aquel que no esté dentro de los planes de Vixen.

    [​IMG]

    N.T. * Cuando Janet, termina de maquillar a Dallas y arreglarla para el show de esa noche. Hagan referencia a la fotografía que les dejé en la multimedia de ella, en el capítulo II.
     
  7.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

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    N.T. Capítulo narrado, desde la perspectiva del personaje.

    Capítulo V. Lazos Rotos.

    Yo estaba super asustada, cuando salimos del bar en dónde las chicas habían tocado. Lo que yo en estos momentos solo quiero llegar a casa y que mi mamá no hubiese intentado entrar a mi habitación, porque si no definitivamente iba a estar muerta. Ya me la estoy imaginando, diciéndome sus sartas de que seguramente el demonio me había corrompido.

    —Relájate, Dallas—intentó calmarme, Janet, pero en estos momentos no estoy como para calmarme.

    —¡Tengo que correr!—exclamé abatida, mientras Pía me miraba con pena por mi situación—. Enserio, lo lamento... no quería arruinarles la noche.

    Janet negó y puso su mano sobre mi hombro—. No pasa nada, nosotras entendemos. ¿Verdad?—la bajista asintió ante la pregunta de mi amiga.

    —No te preocupes, Dallas—habló Pía por primera vez—. Yo traigo auto, vamos, yo las llevo.

    Suspiré aliviada cuando escuché esas palabras que sonaron mágicas. Así no tendría que regresar corriendo a casa y muy probablemente, haría ruido y mis papás se despertarían.

    Pía fue por el auto, mientras Janet intentaba consolarme. Pero mis nervios eran más fuertes que cualquier tipo de consuelo y eso, mi amiga lo sabía. Cuando la bajista regresó, nos subimos a su auto, un Chevy del 58 y arrancó con dirección a casa.

    Afortunadamente no vivía muy lejos del centro de St. Paul, pero aun así yo no tengo permitido salir de noche y mucho menos, asistir a este tipo de eventos que mis padres consideran inmorales e irrespetuosos. Para cuando llegamos, le pedí a Pía que se estacionara unos metros alejada de mi pórtico, me despedí de ambas y así como salí más temprano de mi habitación, entré.

    Según yo, nadie había intentado entrar, pues la sala estaba tranquila y cuando me metí a la cama no había moros en la costa.

    ¿Será que me salvé de una buena? Yo espero que sí...

    Los nervios me mantuvieron parte de la noche en vela, hasta que como a las cinco de la mañana, el sueño me venció y me quedé profundamente dormida.

    [​IMG]

    Un mes después...

    09 de septiembre de 1980. St. Paul, Minnesota.

    Después de aquella salida de Dallas a ver el debut de Vixen, en el Brenwing del centro. Las cosas se complicaron un poco más para la chica, ya que... como bien había predicho, su madre había ido a su habitación a revisar su estado de salud. Encontrándose con una puerta cerrada y días después se enteró que la joven se había ido a quien sabe dónde en medio de la madrugada.

    La situación con su familia estaba demasiado tensa y uno de esos tantos días, recibió una carta de su hermano, poniendo más de malas a su madre.

    Querida Dallas:

    ¿Cómo estás, pulga? Yo espero que te encuentres de maravilla.

    Yo me encuentro en perfectas condiciones, con sus altos y bajos, ya sabes... tengo que conseguir ciertos empleos de medio tiempo para poder dedicarme a la música, los chicos y yo todavía no descartamos la opción de que pronto algún sello discográfico nos haga una propuesta interesante.

    Pero últimamente, ha habido roces entre los chicos de la alineación, el vocalista y el bajista se la pasan peleando y temo que un día de estos, puedan echar a perder el proyecto que llevamos construyendo de meses. Las canciones son buenas, el bajista es muy buen compositor, tiene idea de lo que hace al jugar con la canción. Pero su carácter no ayuda en nada y Michael, tampoco ayuda mucho qué digamos.

    Dentro de dos semanas, tenemos una presentación en un bar muy famoso del Sunset Strip. Si triunfamos ahí, es muy posible que podamos conectar con alguien importante para poder grabar el primer disco o al menos un demo.

    Bueno... creo que me he explayado con mis asuntos.

    Cuéntame. ¿Cómo te ha ido todo este tiempo? Recuerdo que cuando me fui de casa, tan solo eras una niña, hoy ya deberías estar con tus 18 años. ¿Cómo te tratan nuestros padres? ¿Siguen con sus tonterías religiosas? Ojalá y no te hayan convertido en monja, jajajaja... porque de ser así, iré al convento dónde te tengan e iré a buscarte para que seas excomulgada por tener un hermano satánico jajajaja.

    En fin hermana mía, espero tener prontas noticias tuyas. Me encantaría saber que ha sido de ti en todo este tiempo y también aprovecho esta carta para disculparme por la incomunicación que he tenido casi todo este año, pero no han sido momentos muy sencillos. Sobrevivir es difícil...

    Sobre todo si tienes compañeros tan errantes como yo, viviendo juntos en una pocilga.

    Por cierto, recuerda no darles a nuestros padres la dirección de dónde estoy viviendo. No quiero que vengan aquí con una comunidad de sacerdotes y monjas a querer exorcizarnos a todos.

    Un abrazo.

    Steven~

    —¡Es un malagradecido!—expresó la señora Duren, arrugando con molestia la carta que su hijo había mandado para su hermana. Miró ceñuda a la susodicha—. No te preguntaré sobre la dirección a dónde emites contestación de las cartas de Steven. Pero deberías considerar que, está descarriado. Y tú... estás por el mismo camino, no sería mala idea mandarte a un convento como lo insinúa el burlón de tu hermano.

    Dallas rodó los ojos—. Ya mamá... esa carta era para mí.

    —¡Haz silencio!—se exasperó la mujer madura—. Todavía está muy reciente tu escapada nocturna con esa chiquilla insoportable.

    —¿Seguirás con lo mismo, mamá?—preguntó la rubia y su madre bufó—. ¡Ya no tengo doce años, como para que sigas tratándome así!

    —Mientras vivas en esta casa, deberás respetar las reglas que hay en ella—sentenció la mujer—. Si no te gusta, puedes tomar el mismo camino que tú hermano... descarriar tu vida y dejar que el pecado entre en ella.

    —¿Sabes qué? ¡Estoy harta de toda esta mierda religiosa!—Dallas se sorprendió, cuando le gritó a su madre de esa forma. Pues no usaba palabras altisonantes jamás y mucho menos en casa... se llevó las manos a la boca mientras su madre la miraba como si un muerto se hubiera levantado de la tumba.

    Comenzó a echarse aire y las mejillas estaban coloradas.

    —Vete de mí vista—dijo la señora Duren—. Pecadora.

    Dallas se levantó de la mesa y dejó lo que estaba haciendo unos momentos atrás.

    Antes de esa discusión sin sentido, se encontraban preparando la comida, Dallas picaba verduras y su madre sazonaba una sopa.

    —No soy ninguna pecadora. Qué sepas que a Dios no le gusta el fanatismo, mamá—con esto la rubia dejó a su madre sin palabras y con un gran coraje invadiéndola.

    Pesadas zancadas dio sobre los escalones y de un fuerte portazo, cerró su puerta.

    Odiaba sentirse así, tan asfixiada por su propia familia. Las discusiones tan seguidas con su madre, muchas veces terminaban muy mal, sobre todo cuando el tema era Steven o Janet. Se tiró de mala gana sobre la cama, sumergiendo su rostro en la comodidad de la almohada. Aspiró el aroma de la funda, intentando tranquilizarse un momento.

    Pudo escuchar como su madre tocaba acaloradamente al otro lado de la puerta, pero no tenía ganas de seguir discutiendo con ella. Ya no quería seguir haciéndolo... estaba tan harta, hastiada, que irremediablemente comenzó a llorar nuevamente... llena de angustia e impotencia por toda su situación.

    ¿Tan difícil era querer hacer su propia vida?

    Extrañaba a su hermano y ahora, lo entendía mejor que nunca. También deseaba escaparse, tal y como él l hizo, quería tener ese valor para poder tomar una maleta e irse muy lejos, muy lejos de las ideas de su familia.

    Justo en ese momento, su tormento mental fue interrumpido. Ya que sonó el teléfono de su recámara.

    Se secó las lágrimas de las mejillas e intentó aclararse la garganta, no quería que la persona al otro lado de la línea, se diera cuenta de que estaba llorando.

    —¿Hola?

    ¡Dallas! ¡Tienes que ser la primera en enterarte de algo!—tuvo que alejarse la bocina del oído, al escuchar los gritos de Janet, al otro lado.

    —¿Qué pasó, Jann?

    ¡EMI Records, nos ha hecho la invitación para mudarnos a Los Ángeles! ¿Puedes creerlo? ¡Es una locura! Quieren que trabajemos en un primer sencillo... y si les gusta, nos firmaran bajo su sello discográfico... ¡Dios mío! Jamás pensé que saldríamos de St. Paul así. ¡Dice Janice, qué nos vieron en el Brenwing! Y que les gustó el material que teníamos... le dijeron que la banda tiene un gran potencial y que les gustaría ponernos a prueba. Dallas... nos iremos a Los Ángeles.

    Los ojos de la interlocutora, se llenaron de lágrimas. Sentía una enorme felicidad por su amiga pues estaba a nada de cumplir su sueño y se iría... sintió como otra de sus lágrimas rozó su mejilla y tuvo que ahogar un sonido lastimero, antes de poder responder.

    —Me alegro, mucho por ti Jann... enserio—intentó sonreír al imaginar que su rubia amiga estaría que rebosaba de alegría.

    ¡Nunca me imaginé qué esto pasaría! Es decir, no pensamos que saldríamos de pequeños bares en Minnesota... estoy tan feliz...

    —En verdad me da gusto escucharte tan feliz.

    —En cambio, a ti no te escucho muy contenta con la noticia. Pensé que te alegraría saber que la banda tiene un gran futuro en camino... Dallas... ¿Todo bien?

    La interpelada, asintió en silencio como si Janet pudiera verla. Luego se volvió a limpiar las lágrimas traicioneras que salían de sus ojos e intentó por todos los medios que su voz no sonara tan quebrada.

    —No es eso... sólo que me pone triste, el hecho de que ya no te voy a ver—confesó y en parte era verdad, porque una vez que Vixen se hubiera ido de St. Paul, ninguna de las dos no volverían a verse por mucho tiempo—. Solo no te olvides de los pobres, eh... mucha suerte, Jann, te lo mereces.

    Escuchó a Gardner emitir un sonido de sorpresa y la interrumpió—. ¿Y quién dijo que no volveremos a vernos? Dallas, prometiste que si la banda era volteada a ver, vendrías conmigo.

    —Sa-sabes que no puedo... mis p-padres...

    ¡Olvídalos! Debes hacer algo por ti misma...

    —Lo siento... y-yo...

    Escuchó bufar a la rubia—. ¿Sabes qué? ¡Tienes razón! ¡No volveremos a vernos! Porque en cuanto encamine mi trasero a Los Ángeles, no regresaré... y después te arrepentirás cuando me veas en televisión y visitando muchos países. Hasta nunca Dallas.

    Antes de que pudiera responder algo al respecto, la comunicación se cortó y se sintió muy culpable. Quería decirle a Janet que estaba muy feliz por esa maravillosa noticia, pero tampoco le mintió, cuando le dijo que no podía abandonar su hogar y sobre todo, que la extrañaría demasiado. Los ojos le escocieron nueva y finalmente se dejó caer sobre su cama con resignación.

    Escuchaba las manecillas del reloj en su habitación, avanzar a una lentitud tortuosa. Cada dos minutos levantaba la mirada y veía la hora...

    4:20 p.m.

    Escuchó en la parte de abajo, que su madre apagaba el radio y pocos minutos después salía por la puerta principal. Con un manto sobre la cabeza, seguramente se dirigía a la iglesia de la ciudad. Y negó... nunca nada iba a cambiar, definitivamente no quería ser como sus padres. Un tirón de ansiedad se sembró en su estómago y vientre bajo, provocándole un pequeño dolor.

    Su mente comenzó a jugarle... bien y mal. ¿Qué debería de hacer? Sin despegar la mirada por dónde iba su madre rumbo a la parada del bus.

    Quería poder cambiar un poco y arriesgarse, aunque tenía prácticamente todo con sus padres. Le hacía falta un punto de vista desde otro punto, quería crecer, madurar por su propia cuenta y pensar conforme a lo que ella pensara, no contra lo que sus padres le impusieran.

    Tomó el teléfono y tras hablar una última vez con Janet, decidió que era lo mejor.

    De su closet, sacó su única maleta de viaje. Una que tenía casi desde hace diez años, gracias a un viaje familiar a Miami, cuando ella y su hermano todavía eran unos chiquillos. Guardó toda la ropa que pudo en esa malera, esperando que no le hiciera falta nada... quería ir bien equipada ya que no sabría exactamente a dónde llegaría. Incluso tuvo que subirse encima de la maleta para poder correr el zíper para cerrarla.

    Y una vez que le echó una última mirada a su habitación, la cerró detrás suyo, queriendo convencerse a sí misma de qué era lo mejor. Siempre podía retomar sus estudios en otra ciudad, pero a su manera, total... le faltaba un año para graduarse.

    Tomó su mochila, sacó una libreta y le arrancó una hoja.

    Mamá, papá:

    Es muy probable que cuando encuentren esta nota, yo, ya me haya ido de casa. Puedo imaginarme en estos momentos su rostro y pidiéndole a Dios y miles santos en los que creen que regrese a casa. Pero... no lo haré, los amo con todo mi corazón pero debo hacer esto.

    He tomado mi decisión de enfrentarme al mundo yo sola.

    Bueno... no totalmente sola. No se preocupen, aunque he decidido irme, no les parecerá nada agradable que mi compañera en esta travesía, sea Janet Gardner.

    Mamá... lo siento, pero no te permitiré que sigas ofendiendo a mi amiga ni a su madre, que buena falta le hará su hija en cuanto estemos subiendo al autobús que nos llevará a nuestras nuevas vidas.

    Solo quiero que me disculpen, pero sus actuares me han hecho actuar así. Los amo... pero no me busquen, quiero enfrentarme ante todo como la adulta que debo comenzar a ser. Yo me comunicaré con ustedes cuando lo crea conveniente.

    Los amo.

    Con cariño.

    Dallas.

    Dejó la hoja y el bolígrafo sobre la mesa, mirando por última vez la modesta casa de sus padres.

    —Supongo, que así se sintió Steven, cuando se fue—dijo para ella, y cuando salió de la casa suspiró. Sintiéndose un poco culpable, pero era como si las cadenas que la tuvieran presa se acabaran de romper y pudo respirar el aire del vecindario con mayor libertad.

    Las cosquillas de la ansiedad por empezar algo nuevo, rondaban rodo su estómago y le sudaron las manos, luego aspiró profundo y comenzó a caminar con rapidez rumbo a la casa de Janet.

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    —¿Estás lista?—preguntó Janet, ansiosa.

    Dallas asintió—. Estoy decidida... más no lista... todavía me siento un poco culpable por la manera en que me salí de casa.

    —Tus padres deberán entenderlo. Y creo que has hecho lo mejor.

    —Eso lo dices así, porque tu madre te apoya al cien por ciento e incluso está de acuerdo en que te mudes a vivir a Los Ángeles.

    Janet sonrió—. Buen eso es cierto, pero de todas formas en cuanto lleguemos, estaremos solas.

    —Yo ni siquiera tuve la libertad de poder decirle a mi mamá a dónde me iba—suspiró un poco apesumbrada—. Es capaz de tomar el primer vuelo e irme a buscar.

    —De eso no tengo ni la menor duda—dijo Janet, levantándose de su lugar en el sofá de la sala y fue a la cocina, minutos después regresó entregándole a su amiga un vaso con soda—. Anímate... de verdad que has hecho lo correcto, ahora solo esperemos a que lleguen las chicas, para irnos.

    Mientras esperaban, pusieron en la televisión una película, Grease, que se había estrenado prácticamente hace unos dos años. Ambas disfrutaban de la trama y obviamente de mirar a John Travolta.

    —Cuando lleguemos a Los Ángeles, deberás vestirte como Sandy—dijo Janet, al momento en que se llevaba unas palomitas a la boca.

    —¿Cómo?

    —Sí, así como ella al final de la película—comentó sonriente—. Así como se ve ella de ñoña, te ves tú. Solo que ella se ve así por la trama de la película.

    Dallas arrugó la nariz, casi ofendida.

    —No lo haré... ya te dije que me gusta mi ropa.

    —Yo me encargaré de eso, no te preocupes—sonrió Janet, dándole poca importancia. Esto si no quería iniciar una discusión absurda con su mejor amiga.

    Ambas miraban la escena dónde John Travolta, interpretando a Danny Zuko, bailar con sus amigos en el taller mecánico.

    —La canción te queda perfecta—dijo de repente Janet.

    —¿Cuál canción?

    Look at me, I'm Sandra De—el rostro de Dallas se coloreó lleno de molestia. Al ver cómo, Janet, se acercaba a la video casetera y adelantaba la cinta hasta esa escena en dónde Rizzo y The Pink Ladies, cantaban de forma despectiva a Sandy.

    —¡Oye, es no es amable!

    —Es la verdad—se encogió de hombros—. Eres tal cual, la protagonista de la película. Solo con la diferencia de que no tienes un novio tan sexy como Travolta...

    Dallas se quedó sin palabras, sentía que la vergüenza le coloreaba la cara y solo quería esconderse de la mirada burlona de su amiga, quiso gritarle, pero nada salió de su garganta. Y solo atinó a desviar la mirada y quedarse en silencio, al momento en qué bebía de su refresco de cola.

    —Preferiría, ver Saturday, Night Fever—dijo en un susurro, de repente ya no tenía ganas de seguir viendo la historia de Sandy y Danny. Prefería seguir observando a John Travolta, interpretando el papel de un excelente bailarín de disco.

    Janet rio, y negó al ver que había dado en el clavo en la vida de su puritana amiga.

    Si relacionaba la película con Dallas, ambas eran iguales. Efectivamente, solo le faltaba el sexy novio de manita sudada para que fuera tal cual. E incluso ellas y las chicas de la banda, eran como The Pink Ladies.

    Antes de que pudieran poner una película más, el timbre sonó, y al abrir se encontró con la mirada ansiosa y entusiasta de Janice.

    —¿Estás lista?—preguntó la guitarrista líder de Vixen.

    —Claro—dijo Janet, mostrándole con una seña, sus maletas—. Estamos listas.

    —¿Listas?—Janice, levantó una ceja, curiosa.

    —Sí... le pedí a Dallas que viniera con nosotras—Janet no terminaba de entender porque Janice tenía cierto desagrado ante su mejor amiga. La vio fruncir un poco el ceño pero inmediatamente sonrió.

    —¿Estás segura de querer ir?—comenzó, pasando a la sala y seguida por Janet que miraba un poco desconcertada el repentino cambio de actitud de la líder—. ¿No crees que estarás muy lejos de casa? ¿Tus padres, como se tomarán el que no regresaremos a St. Paul en mucho tiempo?

    Janice, había descubierto que sus palabras tenían un gran efecto en Dallas. Ya que el rostro sonriente de la joven cambió a uno lleno de inseguridad y nervios, varias emociones atravesaron sus gestos y antes de que pudiera hablar, nuevamente, Janet intervino.

    —Dallas, ya ha tomado una decisión, Janice—dijo la rubia un poco seria—. Además, yo le he pedido que viniera conmigo, con nosotras.

    —Ya veo—dijo la otra rubia sin mirar a Gardner—. Pero debe considerar que cada una de nosotras pagará sus gastos en Los Ángeles. La disquera no nos ha dado algo seguro, todavía.

    —Trabajaré—contestó la interpelada con seriedad, ya había descubierto que no le agradaba a la guitarrista y no tenía ni la más mínima idea del por qué, pero no se pondría a averiguarlo. Por un momento las palabras de Janice, habían hecho mella en su interior queriendo regresar a su hogar, pero luego recordó que realmente quería tener una decisión tomada por ella misma sin influencia de sus padres—. Puedo trabajar, en cuanto lleguemos. Prometo buscar un trabajo para sustentar mis propios gastos.

    Janice frunció un poco el ceño, sin despegar la mirada de Dallas. El verde y el azul se enfrentaron con seriedad y al final la guitarrista no tuvo más opción que aceptar.

    —Bien, en cuanto lleguemos, todas tendremos que buscar un empleo de medio tiempo para poder solventar gastos en dado caso de que la disquera no quiera firmarnos. ¿Entendido?

    Dallas asintió y se levantó, ayudó a Janet a apagar el televisor y la videocasetera. Tomó su maleta y pasó al lado de Janice.

    —Niña... no quiero problemas, con tus padres—advirtió Janice, pues gracias a Janet, conocía lo problemáticos que podían a llegar a ser los progenitores de la rubia.

    —Si...

    Así mismo, Vixen y Dallas Duren, entraron al auto de Pía Maccolo. Con dirección a Los Ángeles, California.

    Un sentimiento de felicidad desconocido se instaló en el pecho de la rubia, esto pasaba cada vez que Janet, volteaba a verla y le sonreía. Roxxy Petrucci también hacía lo mismo, mientras que Janice miraba a las tres mujeres desde el retrovisor con algo de molestia al ver que su mejor amiga apoyaba el hecho de que esa niña estuviera viajando con ellas.

    —Qué comience la historia...

    Suspiró para sí, Janice y volvió la mirada al frente, mientras ponía un casete de Modern Talkin y comenzaba a sonar Brother Louie... al mismo tiempo, que el rojo cavalier se alejaba a gran velocidad. Dejando atrás, Saint Paul, Minnesota.
     
  8.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
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    12 Enero 2008
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    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    4133
    Capítulo VI. Welcome to the Jungle.

    El viaje a Los Ángeles, había sido bastante largo desde St. Paul, hicieron varias paradas en la carretera para rellenar el tanque de gasolina y pararse a comer en algún establecimiento. Pero por fin habían llegado. Cuando el cavalier rojo entró a la ciudad, ellas se maravillaron al ver grandes edificios y algunos rascacielos surcando la ciudad y mientras avanzaban, se podía vislumbrar la playa de Santa Mónica. Todo parecía tan irreal a los ojos de las cinco chicas que viajaban en automóvil.

    El aire fresco de la mañana, las mantenía entusiasmadas por poder descubrir todos los secretos de esa pintoresca ciudad.

    —Es tan hermosa—dijo Janet a Janice, emocionada. Mientras la guitarrista asentía—. Nunca me imaginé que Los Ángeles, fueran tan grandes.

    Janice asintió contenta—. Querida, venimos de una ciudad muy pequeña. Es normal que todo esto nos parezca sensacional.

    —Miren, nada más... ¡El mar!—exclamó Pía, mientras descendían por la autopista que las conectaba con la entrada a la ciudad.

    —¿Dónde nos quedaremos?—se atrevió a preguntar Dallas, sin dejar de maravillarse. A

    Apreciaba todo lo que estaba en foco de visión, las altas palmeras que se encontraban en toda la ciudad. Era todo tan bonito, ese sentimiento de culpa de haber dejado a su familia quedó atrás mientras recorrían las calles de la ciudad, era temprano y el sol todavía no quemaba.

    —EMI nos tiene preparada una casa—dijo Janice a la pregunta de Dallas—. Me dijo que sería provisional durante medio año, para poder sacar material interesante.

    —¿Y crees que lo lograremos?—preguntó Roxxy un poco preocupada—. Es decir, nada es muy seguro, todavía.

    —Lo lograremos.

    Janet tomó la mano de Dallas—. Lo haremos, todas juntas.

    Pía asintió contenta ante las buenas vibras y aceleró sobre la enorme avenida. Janice le indicó en el mapa hacía dónde debían ir.

    —No me jodas—comentó la bajista sorprendida, mientras miraba el puntito rojo en el mapa—. ¿Westwood? Janice... es una zona bastante cara.

    La guitarrista asintió contenta—. Eso es porque lo merecemos, ahora debemos demostrar que el gasto que está haciendo la productora vale la pena y tenemos que empezar a trabajar.

    —Bien si tú lo dices.

    Durante el corto trayecto al nuevo departamento que compartirían las chicas, fue relativamente corto, en comparación al largo viaje desde Minnesota a California. Lo único que querían era salir de ese auto y poder estirar las piernas, comer algo y recostarse en una cama. No pedían mucho más.

    —A partir de mañana, prometo buscar un empleo—dijo Dallas a Janet y su amiga, le abrazó fuertemente.

    —Estoy segura que nos irá genial.

    —Aprovecharé mis conocimientos contables, seguro deben servir para algo—contestó Duren—. No creo que mis notas en la Universidad sean en vano.

    —Ya verás que no...

    Westwood se encontraba entre Hollywood y Santa Mónica, era un sitio bastante agradable. Sin embargo, Dallas, nunca había salido de St. Paul, claro sin contar la mudanza que hicieron desde Nueva York tras la huida de su hermano mayor hacía siete años. ¡Mierda! Recordó que no había tenido tiempo ni siquiera de avisarle a Steven que se iría de casa... había sido una decisión tan precipitada que a penas se acordaba de su hermano...

    "Cuando tenga un pequeño tiempo libre, le enviaré una carta a Steven para decirle dónde estoy". Se dijo mentalmente y regresó a la realidad, escuchaba a las chicas conversar y de repente el coche paró en frente de una casa lo bastante amplia como para que las tres pudieran vivir ahí cómodamente los próximos seis meses.

    —Hemos llegado—dijo Janet, dándole un pequeño codazo para que reaccionara—. Dallas, vamos...

    La rubia asintió un poco azorada, pero cuando Roxxy salió del auto, la siguió. Cada una fue al maletero y tomó su respectivo equipaje.

    —Bienvenidas, hogar dulce hogar—dijo Janice, admirando la gran casa que tenían para ellas.

    Era una casa de color blanco con los adoquines de las ventanas en color gris claro, tenían un jardín delantero con el césped bien cuidado y una valla que protegía el mismo de la gente. Junto a la casa había un gran árbol que parecía ser de naranjas y el camino hacia la casa, era de granito rosáceo. Al lado de la puerta, había dos pequeñas masetas muy bien cuidadas en cada una había un pequeño pino en crecimiento.

    —Es hermoso—admitió Roxxy, jalando su maleta de ruedas—. Entremos. ¿Qué estamos esperando?

    —Solo queríamos admirarla un momento más—dijo Pía, sonriente.

    La morena frunció un poco los labios—. Estoy segura, que el interior de la casa es todavía mejor que aquí afuera.

    —Tienes razón—dijo Janice, regresando su mirada a la oscura puerta—. Aquí tengo las llaves.

    —Lo que quiero saber... es como vamos a cubrir los gastos de este lugar—se quejó Petrucci, nuevamente.

    —Tranquila... estamos en un residencial universitario—comentó la guitarrista para tranquilizarla—. Las casas de esta zona por lo general son baratas, pues los estudiantes tienen sus casas de hermandad por aquí. Así que los veremos muy seguido.

    —¿Estamos cerca de alguna universidad?—preguntó Dallas interesada.

    La guitarrista rodó los ojos al escuchar la voz de la chica—. Si... por eso les estoy diciendo que esta zona es residencial para universitarios. La Universidad de Los Ángeles, no queda muy lejos. Hay quienes prefieren quedarse en los dormitorios del campus y otros prefieren venir a vivir a esta zona que es bastante económica.

    —Es lindo...

    —Entremos de una vez—sugirió Janet, al ver que Janice no tenía la más mínima intención de seguir conversando con su amiga.

    Las cinco entraron y se maravillaron al ver de primera instancia, la sala de estar, Janice había tenido mucha razón. En frente de ellas, todavía estaba colocada la bandera de una hermandad universitaria, entonces no hace mucho habían desocupado la casa. Era una bandera de color morado brillante con los bordes y letras en dorado.

    Había tres grandes sillones de color blanco y un tapete beige felpudo bajo una mesa de cristal ratona, todo el piso era laminado en un tono cremoso. Las paredes de granito en blanco y cerca estaba un comedor para seis personas. Parecía que los jóvenes que habían estado viviendo en ese lugar, tenían una preferencia por los colores neutros ya que todos los muebles eran blancos, beiges y algunos negros.

    —Es bonito—dijo Pía, mientras se dejaba caer en el sofá y subía los pies a la mesa de cristal.

    —No vayas a romper la mesa—regañó Roxxy—. Acabamos de llegar y ya estás haciendo desastres.

    La rubia frunció el ceño—. Está bien, señorita—seguido bajó los pies.

    —¿Deberíamos escoger habitación?—sugirió Janet y el resto asintió—. Supongo que las habitaciones están arriba.

    —Andando.

    Pía suspiró, había conducido desde St. Paul hasta Los Ángeles y en esos momentos lo único que quería, era descansar un poco. Entrecerró los ojos al ver al resto subir las escaleras con entusiasmo. No le quedó de otra y tuvo que hacer lo mismo... aunque se arrepintió de su previa flojera al escuchar el alboroto por escoger habitación.

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    Dallas miró por la ventana y vio la tranquila calle, le gustó la vista que tenía en su habitación. Divisó a lo lejos pasar a un muchacho montado en una patineta y realizar un pequeño truco antes de seguir a lo lejos y meterse en una de esas casas, respiró y por primera vez se sintió libre sin evitar que una sonrisa adornara sus labios.

    Se giró para ver la maleta sobre su nueva cama. Realmente agradecía la situación en la que ahora estaba, aunque estaba más que consciente de que tendría que buscar un empleo y quizás... cuando lograra estabilizarse, retomar los estudios que había abandonado nada más así.

    —Espero que puedan entenderme—dijo ella, pensando en sus padres y se dispuso a acomodar su ropa.

    Para fortuna de las cinco chicas, la casa, estaba totalmente amueblada y todo gracias al trato que Janice había hecho con EMI Records. Aunque estaban condicionadas, literalmente durante seis meses no tendrían que preocuparse por un techo al cual llegar a dormir.

    Podía escuchar a las chicas, emocionadas por acomodar sus cosas en la habitación que habían escogido. Curiosamente, ninguna de ellas quería una habitación con ventana a la calle principal, así que ella acostumbrada a eso, no tuvo mayor problemas al elegir una habitación así. Lo mismo pasó con Janet, que ocupaba la habitación de al lado que también tenía vista a la ventana, agradecía que su amiga siempre la considerara e hiciera cosas que quizás no le agradaban del todo.

    Terminó de acomodar toda su ropa, y observó la habitación. No era ni muy grande ni muy pequeña e incluso, tenía un baño para ella sola.

    —¡Dallas!—escuchó el grito de Janet—. ¡Pediremos pizza para comer! ¿Vas a querer?

    —¡Sí! ¡Gracias!

    Luego miró sorprendida a su amiga, que había entrado tempestivamente en su habitación.

    —¿Para qué me gritas, si vas a entrar así a mi habitación?—reprochó la ojiverde.

    —Oh... es que quería ver si me acompañabas.

    —¿A dónde?

    —Obvio por la pizza, tonta—se burló la de ojos azules mientras la interpelada hacía un puchero.

    —Oye, pero ni siquiera conocemos la ciudad.

    —Es buen momento para comenzar a hacerlo. ¿No lo crees? Además, quiero conocer lo más pronto posible. ¿Te parece si antes de regresar con la pizza pasamos a buscar el Whisky a Go Go!?—preguntó entusiasmada.

    —¿Qué es ese Whisky a Go Go?

    —Es el mejor bar en Los Ángeles, para tocar en vivo. Bandas importantes han debutado en ese lugar y han salido al estrellato. Posiblemente sea buena idea ir donde está ubicado y pedir información para alguna fecha.

    —No me parece buena idea—contestó Dallas un poco renuente a ir—. Podemos perdernos, además... ¿Cómo nos iremos?

    —Pía puede prestarnos su auto.

    —Tú ni siquiera sabes conducir...

    —Sí sé...

    —Que no.

    —Que sí.

    Antes de que Dallas pudiera seguir respingando, Janet le lanzó una almohada fuertemente sobre el rostro y empezaron a juguetear como las dos buenas amigas que eran, sin embargo; gracias a su alboroto la líder de todo ese cambio en la vida de todas apareció en el marco de la puerta con los labios fruncidos.

    —¿Se puede saber que están haciendo?—preguntó Janice un poco molesta—. Estamos intentando descansar un poco y estamos esperando esa pizza, Janet.

    —Le decía a Dallas que me acompañara a buscar una tienda.

    —Bien.

    —¿Pía querrá prestarnos el auto?—preguntó Janet.

    Janice asintió y de su bolsillo del pantalón sacó las llaves lanzándoselas a la vocalista, esta las atrapó entre sus manos y sonrió—. Tengan cuidado, no conocemos este lugar.

    —De acuerdo—sonrió Janet y tomó la mano de Dallas—. Intentaremos no tardar.

    —El mapa está en la guantera del coche, en rojo está marcado el punto de la casa y la dirección de aquí para que puedan regresar. No tarden.

    Las otras dos asintieron y salieron al lado de la guitarrista que las miró todavía con recelo. Cuando las vio bajar por las escaleras, suspiró al ver que no iba a terminar de agradarle Dallas Duren.

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    Para la enorme sorpresa de Dallas, Janet si sabía conducir y lo hacía bastante bien. Aunque se molestó un poco con su amiga por el hecho de que nunca le contara que sabía manejar.

    —¿Y ahora por qué esa cara?

    —Nunca me dijiste que sabías conducir.

    —No lo consideré como algo importante—se encogió de hombros sin despegar la vista del camino—. Siempre íbamos a pie a la escuela y mi mamá siempre se llevaba el coche a su trabajo, pero ella me enseñó desde que tenía 14 años.

    Dallas la miró sorprendida—. ¿Enserio?

    —Sí, también deberías intentarlo—sonrió Janet, al momento de voltear a ver a Dallas ya que había un semáforo en rojo—. Es muy sencillo a decir verdad, sólo debes meter el clutch y luego cambiar la velocidad, así—la joven miraba atentamente los movimientos de su amiga—. Luego, suavemente ir sacando el clutch y acelerar, debes aprender a escuchar el motor del auto para cuando debas cambiar de velocidad.

    —Suena complicado y se ve complicado. No creo poder coordinar mis piernas.

    —Con el tiempo te acostumbras—dijo Janet, acelerando nuevamente a una velocidad estándar—. La calle en la que vivimos, es perfecta para que aprendas a manejar.

    —¿Hacia dónde vamos?—preguntó Dallas al ver que giraban a la derecha y luego a la izquierda, internándose en una amplia avenida con una separación de palmeras de los autos que iban y venían.

    —A buscar la pizza, claro—sonrió Janet—. Vivimos en una zona estudiantil, no creo que encontremos muchas cosas. Así que vayamos por acá. En la guantera viene el mapa, ¿Podrías irme indicando? Quiero ir rumbo al Whisky a Go Go! Y después por la pizza

    Dallas suspiró al ver que Janet no se rendiría con esa idea de ir a ese lugar.

    Así que no tuvo más elección y buscó el mapa dentro de la guantera, lo encontró bien doblado y al extenderlo se sorprendió al ver que las chicas de Vixen ya tenían bien ubicados todos los lugares a los que debían visitar para futuras fechas y hacerse de contactos, e incluso comenzar a ser conocidas entre la gente de la ciudad.

    Vio en color verde, encerrado en un círculo el nombre del bar.

    —Está sobre la primera esquina a la derecha y luego todo derecho para salir al Sunset Boulevard—dijo Dallas, mirando el mapa y de repete hacía los anuncios en verde del camino que indicaban el nombre de las próximas calles o desviaciones.

    Janet hizo lo que la chica le indicó y en un minuto se encontraban transitando la gran avenida. Había muchos comercios y personas que pasaban por ahí, la mirada de Dallas notó un grupo de chicos con cabello largo que pasaba por ahí y se metían a una tienda de instrumentos musicales, no les puso real atención.

    —Aquí la gente, si que se ve como ustedes—dijo la rubia, mientras la ojiazul se reía por el comentario.

    —¿Así como?

    —Pues así, con ropa desgarrada, jeans de mezclilla super entallados, cabello alborotado y seguramente se echaron dos o tres latas de laca para fijar.

    —Deberás acostumbrarte—sonrió Janet—. Porque estoy segura que a partir de este momento, empezarás a usar esa laca que tanto odias y a vestirte como tal.

    Dallas rodó los ojos divertida y siguieron avanzando entre las calles del famoso Boulevard

    —Podríamos un día intentar ir a Beverly Hills, puede que incluso nos encontremos con alguna estrella de cine—sugirió.

    —No estaría nada mal—confesó Janet—. Pero por el momento, prefiero centrar toda mi atención y energías en la banda. Vinimos aquí para salir a la fama, no para quedarnos en nuestros laureles.

    —Sigue todo derecho hasta la derecha.

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    —Mierda... esto es un asco—se quejó un chico de cabello negro, largo y alborotado. Caminando entre toda la masa de personas que dormía en ese asqueroso piso, intentaba no pisarlos o caer encima de alguno de esos—. Joder...

    Sus ojos azules se posaron sobre la figura durmiente y ebria de su compañero, qué dormía bien acompañado. Una mujer que tenía el torso desnudo, recargada en el pecho del pelinegro.

    —Sixx... mierda, Sixx, despierta, cabrón—dijo de mala gana, dándole un zape a su amigo con molestia.

    El interpelado, gruñó molesto por el golpe recibido, le costó abrir los ojos ya que sentía dentro de los párpados basurillas y estaba seguro que sus ojos estarían demasiado rojos después de haber fumado mariguana toda la noche. Además de la resaca que seguramente tendría en esos momentos.

    —Vete al carajo, Lawless—contestó y se acomodó en el sofá con la mujer entre sus brazos.

    El susodicho apretó los labios e importándole un carajo, volvió a soltarle otro golpe al chico con más fuerza—. ¡Joder, cabrón, levántate! ¡Corre a toda esta maldita gente de este lugar de mierda! Tenemos que ir a trabajar, animal.

    El pelinegro de alborotado cabello, entonces se levantó de mala gana, viendo retador a su compañero de banda. Azul y verde se enfrentaron con molestia el uno del otro, y este último empujó al otro muchacho fuertemente, le pasó de largo importándole poco si pisaba a algún borracho en esa sala de estar.

    —¡No eres mi puto padre, Blackie!—gritó enojado rumbo al baño.

    —¡Y no pretendo serlo, hijo de puta!—le regresó el insulto—. ¡Pero pareces un puto niño, Nikki! ¡Tenemos que ir a trabajar y despertar al tarado de Lazzy y Michael!

    —¿Y por eso me despiertas? ¡Carajo!—dijo desde el interior del baño, al cortarse sin querer con la hoja del rastrillo mientras se afeitaba—. Odio que me despiertes después de una noche de juerga.

    —Necesitamos instrumentos nuevos—se defendió—. Los que tenemos están por irse a la mierda, Sixx. Hay que hacer un pequeño sacrificio por la banda.

    —Me vale un carajo...

    —Sólo mueve tu culo, bajista. Mientras correré a toda esta puta gente.

    Nikki asintió, restándole importancia a los reclamos de Blackie, él lo único que quería en esos momentos era volver a dormir y de paso volver a tirar un polvo con esa chica de buenas tetas. Se miró molesto el pequeño corte y sacó del botiquín del asqueroso baño, una cinta de microporo para cubrir el corte.

    Así como Blackie lo había dicho, comenzó a sacar a la gente del diminuto departamento, aunque las masas humanas se iban yendo, dejaban toda su mierda. Pudo ver la mucha basura que había en el lugar y rodó los ojos al saber que cuando regresara de su miserable empleo, tendría que limpiar... o eso intentaría, si es que Nikki, Lazzy y Michael no se les ocurría hacer otra puta fiesta.

    Últimamente se estaban consumiendo por las fiestas interminables, y las composiciones de la banda pasaban a segundo plano, lo mismo estaba sucediendo con los shows, tenía un mes que no tenían una presentación en la ciudad ni alrededores... y eso para él no estaba bien, sin contar que Michael y Nikki, últimamente no se llevaban bien.

    —Estoy listo—dijo Nikki, se había cambiado incluso de ropa. Llevaba una camisa de color negro abierta del pecho y unos jeans de mezclilla, rasgados de las rodillas y unas botas vaqueras del mismo color de su camisa.

    —Bien... ahí están esos estúpidos—señaló a Michael y Lazzy. Ambos seguían durmiendo y estaban en las mismas condiciones que Nikki cuando despertó, unas mujeres dormían a su lado muy cómodamente.

    —Esto es cosa de todos los días—dijo Blackie.

    —Como si no te gustara despertar entre las tetas de alguna golfa—se burló el pelinegro mientras el de ojos azules negó.

    —No te diré que no, porque sería mentira. Pero al menos tengo un poco más de pudor que ustedes, imbéciles.

    Lawless se encargó de despertar a las chicas y pedirles que se retiraran, no lo hicieron de muy buena gana e incluso una de ellas quiso golpearle por verla desnuda. Mientras que Nikki, fue a la cocina, llenó un vaso de dudosa procedencia con agua y lo vertió sobre los rostros de sus dos compañeros. Segundos después, los cuatro peleaban, unos por haber sido despertados y los otros dos solo por el deseo de pelear y la burla que les causaba verles los rostros mojados.

    Un par de minutos después, salieron de su desastroso departamento y justo frente a ellos pasaron dos bellas muchachas dentro de un cavalier rojo del año. Ni siquiera voltearon a verlos y siguieron su camino sobre Sunset Strip.

    —Algún día, tendré uno de esos—dijo Michael, al mismo tiempo que bostezaba.

    Blackie rodó los ojos—. Pues si tu culo blanco no se pone a practicar las canciones, seguirás cagándola en el escenario. No necesitamos a alguien así en London.

    El interpelado lo miró enojado—. ¿Qué insinúas, Lawless?

    —Qué eres un perdedor—dijo Nikki mordazmente y comenzó a caminar en dirección contraria al grupo—. Nos vemos, imbéciles.

    —¿A dónde vas, perro?—preguntó Michael, enojado por la ofensa de Nikki.

    Este no se giró para verlo e incluso le mostró el dedo medio de su mano, mientras se alejaba a paso lento.

    Blackie suspiró al ver que las tensiones en la banda seguían creciendo.

    —Andando—dijo Lazzy, que hasta ahora se había mantenido en silencio—. Debemos ir a trabajar.

    —Y comprar comida—contestó Michael y Blackie asintió como eso último.

    —Nos vemos, entonces.

    Los tres músicos tomaron rumbo diferente, Michael trabajaba en un cine para adultos de la avenida durante medio tiempo, Blackie trabajaba en una tienda de abarrotes y le ayudaba a una anciana miope, mientras que Lazzy muchas veces se dedicaba a ser conejillo de indias de nuevas industrias tabacaleras. Le pagaban 7 dólares por cajetilla que consumiera, no tenía problema con ello pues por lo general, diariamente tenían fiestas destructivas y todas las pruebas de tabaco se terminaban en un instante.

    Entre sus cosas, llevaba las cajetillas vacías que canjearía por 7 dólares. Ese día tenía un total de 20 cajetillas, ósea un total de 140 dólares y necesitaba surtir nuevamente su cargamento de tabaco barato para una próxima fiesta.

    Mientras que el bajista de la banda, trabajaba en una tienda de música perteneciente a su familia durante medio tiempo.

    [​IMG]

    Al salir del coche, cerró la puerta detrás de ella. Y miró el espledor de la avenida.

    —Mira... allá hay una pizzería—dijo Janet, asegurándose de que su puerta tuviera el seguro puesto.

    —Entonces vayamos a ordenar de una vez—dijo Dallas, incómoda.

    —No querida—le contradijo—. Ahí esta el Whisky, y debo ir a investigar.

    —O-oye... ¿Y qué se supone que haré yo?—preguntó ahora más insegura que antes—. No conocemos la ciudad.

    —Tranquila, nada te pasara—Janet la tomó de los hombros y la miró fijamente—. Debes aprender a controlarte y algo muy importante... debes aprender a andar sola en la calle. No siempre podré acompañarte a todos lados. ¿Comprendes?

    Dallas asintió, pero aun así no se sentía cómoda—. ¿Por qué precisamente, tengo que ir yo a pedir la pizza? ¿No podemos ir al Whisky ese como se llame, las dos juntas y luego ir por la pizza?

    —¿Traes tu identificación?—Janet sonrió encantada al ver que el rostro de su amiga se veía lleno de sorpresa. Y buscaba entre sus cosas, en los bolsillos de sus pantalones y se dio cuenta de que efectivamente no llevaba consigo su identificación que la acreditaba como adulto.

    —N-no...

    —Entonces, sé buena chica y ve por esa pizza. Ten—le entregó un billete de 50 dólares—. Compra tres o cuatro, seguramente las chicas mueren de hambre y con una pizza no nos llenaremos. Andando.

    Dallas suspiró fastidiada y aceptó la orden de Janet.

    Vio a su amiga, caminar en dirección al bar frente a la avenida mientras sus caderas se contoneaban de un lado a otro, atrayendo de vez en vez las miradas de algunos hombres que pasaban por ahí, mientras ella arrastraba los pies con pereza rumbo a la pizzería.

    Todo esto sin notar que la venían siguiendo desde que ambas se separaron.

    —Maldición... justamente, tenía que pasarme esto a mí—se lamentó, mientras miraba el anuncio resplandeciente del local—. Yo no quería venir de todas formas... pero si tengo hambre.

    Ahora, pequeña zorrita dame todo lo que traes y no saldrás herida—una voz rasposa la hizo voltearse y quedar petrificada en su lugar al ver a un hombre empuñando una daga. Que brillaba con el reflejo del sol de ese día.

    Se quedó sin habla y mentalmente gritaba, incitándose a correr para salvar su vida. Pero no podía moverse. Y se maldijo por tener el billete que Janet le había dado hace solo unos minutos.

    —Y-yo no te-tengo nada.

    —¡Dame ese billete, mocosa estúpida!—gritó el ladronzuelo—. ¡Bienvenida a la jungla, primor!
     
  9.  
    Lady Stanley

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    Capítulo VII. Steven Adler.

    Todo el cuerpo se le paralizó al ver al desaliñado sujeto empuñando la daga y hablarle vulgarmente. Tragó pesado y sintió como todo en su interior vibró cuando de la nada, un muchacho de cabello largo y rubio salía de alguna parte, llegando a su agresor con violencia.

    Los vio hacerse de golpes y de repente el arma de filo, salió volando debajo de un coche.

    Suspiró aliviada y sintió como su cuerpo comenzaba a responderle nuevamente.

    —¡Maldito ladrón! ¿Quién te crees?—gritó el muchacho, que le soltaba un derechazo y luego una patada, noqueándolo.

    —¡E-es suficiente!—exclamó Dallas, asustada y azorada por la situación.

    Tras un par de patadas en los costados, el ladrón quedó desmayado en la acera y luego éste se sobó con un poco de dolor la muñeca. Y miró a la joven que todavía no terminaba de reaccionar por la reciente situación, una sonrisa se dibujó en sus labios y se acercó.

    —Ey... ¿Estás bien?—preguntó, poniendo una de sus manos sobre el hombro de la chica y pareció reaccionar—. Tranquila, tranquila... yo no te haré daño...

    Ella asintió sintiendo como el corazón le latía rápidamente todavía—. G-gracias.

    —Tuviste suerte, chica—sonrió mostrándole su blanca dentadura—. No me hubiera gustado imaginar el final de esto si no hubiera pasado por aquí—ella le miró todavía un poco desconfiada y él dio un pequeño brinquito con sorpresa—. ¡Oh! Qué tonto soy, mi nombre es Steven Adler, un placer.

    Ella asintió, mientras dudaba si tomar la mano del recién presentado—. S-soy Dallas...

    Steven sonrió ampliamente, tomando la pequeña mano femenina y estrechó con gusto—. Tienes un bonito nombre, Dallas, me gusta y es original—continuó él—. Me alegra que no haya pasado esto a mayores.

    —Gracias.

    El rubio miró curioso a la chica—. Oye... ¿Y a dónde ibas?

    —Estaba por ir a comprar una pizza—dijo más tranquila y el rubio asintió entusiasmado—. Gracias por salvarme...

    —Steven, nena, Steven. Qué no se te olvide mi nombre—dijo con galantería y le guiñó un ojo—. Debes tener un poco más de cuidado, esta zona es un poco peligrosa.

    —Es lo que he notado—suspiró—. Acabo de llegar y ya quisieron asaltarme.

    Welcome to the Jungle, baby—se encogió de hombros y Dallas sonrió.

    Ese chico no le causaba miedo ni desconfianza, minutos después ella y Steven se encontraban en una pizzería de la avenida. Ordenando cuatro pizzas grandes, que fácilmente era para seis o siete personas, repitiendo una doble porción.

    —Y dime... Dallas, ¿Qué haces en Los Ángeles?—preguntó el ojiazul, mirando con interés a la muchacha y de repente desviaba la mirada a la gente que se encontraba detrás del mostrador preparando sus alimentos.

    La rubia suspiró, jugando con las manos—. En realidad, vine aquí por puro capricho—Steven la miró interesado—. Digamos algo así como que escapé de casa... y vine aquí por mero capricho, unas amigas y yo acabamos de llegar a la ciudad y bueno... veme aquí.

    —Ya veo—sonrió el muchacho—. Pues es un placer tener a una chica tan bonita como tú aquí en la ciudad. ¿Y a qué se dedicarán en este lugar?

    —Mis amigas... digo mi amiga, han formado una banda de Heavy Metal y están seguras que aquí podrán triunfar.

    Steven se interesó más en el tema que se había dado con la rubia, sonrió encantado—. Que genial... porque, yo también estoy en una banda.

    Dallas se sorprendió—. ¿Enserio?

    —Sí... es una banda de puras chicas.

    —Eso es más aún más sorprendente—dijo y se emocionó—. La mayoría de las bandas de la ciudad son puros chicos, es raro encontrarnos una banda de puras chicas.

    —Eso mismo me dijo mi amiga.

    —Yo estoy en busca de reagruparme—comentó el rubio—. La banda actual con la que estoy, no funciona más. Mi amigo Slash y yo andamos buscando un nuevo bajista y un nuevo cantante que tenga toda la potencia en la garganta.

    —Espero tenga suerte, Steven—sonrió Dallas.

    Antes de poder continuar conversando, el dependiente de la pizzería, se acercó con el pedido. La chica pagó y nuevamente se quedaron en la mesa, se había provocado un silencio incómodo para los dos.

    —Creo... que debo irme—dijo la chica, tomando sus pizzas entre los brazos.

    —Claro—sonrió el rubio—. Permíteme ayudarte.

    Así ambos salieron de la pizzería y se encaminaron rumbo al charger rojo, para cuando Dallas y su acompañante regresaron, se encontraron con una rubia que tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido.

    —¡Caray! ¡Dallas! ¿Dónde te habías metido? Llevo un buen rato esperándote—se quejó y luego sus ojos azules se dirigieron hacía el chico que sostenía dos cajas de pizza—. ¿Y tú quien eres?

    —¡Janet!

    —Tranquila, encanto—dijo Steven, poniendo las pizzas sobre la capota del auto—. Mi nombre es Steven Adler, Dallas y yo nos acabamos de conocer.

    Janer frunció más el ceño—. Explícate.

    La interpelada suspiró y luego miró a Steven—. Él... me salvó, quisieron asaltarme.

    —¿Qué? ¿Qué te paso, estás bien?—preguntó Janet preocupándose por lo que su mejor amiga le contaba.

    —Estoy bien... pero Steven, llegó en el momento oportuno—sonrió agradeciendo nuevamente—. Golpeó al ladrón y luego me acompañó a comprar las pizzas.

    —Así es—dijo el rubio—. No soy ningún lunático pervertido. Déjame presentarme como un caballero—Janet lo miró un poco más relajada—. Soy Steven Adler, baterista.

    Minutos después Janet y Steven se entendieron muy bien. Se supo que las jóvenes venían de Minnesota y estaban ahí gracias a un trato que había hecho Janice con EMI.

    —¿Quieres que te llevemos?—ofreció Janet, mientras abría la puerta del auto.

    —Claro, pero no vivo muy lejos. ¿Y ustedes?

    —Nos dirigimos a Westwood.

    Steven se quedó en silencio al saber dónde vivían las chicas.

    —No somos ricas—aclaró Dallas—. Es una casa de parte de la productora de las chicas.

    —¿Y esta banda de chicas, tiene nombre?

    —Vixen—contestó Janet, en cuanto arrancó el motor del auto.

    —Qué buen nombre—dijo el rubio, mientras se apoyaba en medio de los dos asientos delanteros. Las pizzas iban a su lado, listas para comer—. Cuando tengan su primera presentación avísenme y con gusto iré a verlas. ¿De acuerdo?

    —Claro—sonrió la vocalista—. ¿Dónde te llevamos?

    —Phyllips St.

    Con las indicaciones del rubio, pudieron llegar y este les entregó su número telefónico.

    —Un gusto, chicas—comentó él, mostrándoles una radiante sonrisa—. Nos veremos pronto.

    —Igualmente, Steven—dijo Dallas—. Y otra vez, gracias.

    —No hay de qué—sonrió nuevamente y con la mano se despidió de ambas.

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    Cuando ambas regresaron a la casa, agradecieron de haber tomado la dirección correcta hasta Westood, estacionaron y en cuanto ingresaron. Encontraron a las otras tres jóvenes mirando la televisión y completamente cómodas con pijamas bastante graciosas, ranitas, ositos y gatitos adornaban sus prendas de cama.

    —¡Por fin!—exclamó Janice—. Tardaron muchísimo.

    —Tuvimos un pequeño percance—dijo Janet, colocando unas cajas sobre la mesa junto a Dallas—. Intentaron asaltar a Dallas.

    —¿Estás bien, querida?—preguntó Roxxy al momento en que se levantaba del sofá.

    —Si, no me pasó nada.

    —Un chico muy guapo la salvó—dijo la rubia vocalista, coqueta.

    Las mejillas de la interpelada se colorearon un poco cuando su amiga insinuó que quizás estuvo coqueteando con Steven.

    —Vaya Dallas... qué rápida eres—dijo Janice un poco agria.

    —N-no es lo que creen—se defendió—. Solo fue un buen chico al evitar que me asaltaran. Es todo.

    —¿Y ese chico guapo, tiene nombre?—preguntó Pía sonriendo de la misma manera que Janet.

    —Se llama Steven Adler, baterista—contestó Janet por su amiga.

    —¡Genial! ¡Así se hace chica!—elogió Roxxy, mirando a las dos recién llegadas—. Me alegra saber de que las dos se encuentren bien... pero ahora... quiero comer.

    El resto comenzó a reír y aceptaron lo que Petrucci había dicho, y comenzaron a comer su primera comida del día. Janice estuvo renuente a querer aceptar a Dallas en el grupo, pero intentó tolerarla lo más que podía.

    Mientras conversaban e ignoraban el programa de televisión, Janet les contó que no había tenido muy buena suerte en el Whisky a Go Go! Pues tenían todas las fechas del mes llenas, sino que a mediados de Octubre, podrían presentarse y eso quizás en jueves. No estuvieron muy de acuerdo ya que ese día era el que menos se llenaba.

    Al final, aceptaron que irían a hablar con el gerente del lugar, todas para intentar comenzar a trabajar y al día posterior... intentarían comenzar a buscar empleos de medio tiempo, claro, todas excepto Dallas.

    Ella tendría que buscar un empleo a tiempo completo para poder sostener su manutención en ese lugar ya que estaba más que consciente de que Janice no se tentaría el corazón para echarla de la casa si no contribuía con nada y sobre todo si no pertenecía a la banda.

    La tarde pasó y cada una de ellas se fue a su propia habitación para descansar como se merecía.

    Ya mañana... sería otro día.

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    —¡Oye tú, estúpido! ¿Qué mierdas te pasa?—preguntó un chico de rizados cabellos y piel morena. Levantó una ceja cuando vio a su amigo rubio sonreír como un tremendo tarado desde que habían llegado a ese lugar.

    —Nada—sonrió ampliamente—. Nada del otro mundo... pero... conocí a una chica.

    El moreno entonces le miró con interés—. No me digas que te enredaste con alguna de estás zorras.

    Ambos se encontraban en un club nudista de la ciudad, disfrutando de los atributos de las strippers que danzaban alrededor de los tubos en las plataformas.

    —Para nada—confesó—. Tiene un cabello largo y rubio, ojos verdes... es hermosa Slash.

    —¿Y se puede saber como la conociste?

    —La salvé de que un ladrón la asaltara, hoy—volvió a sonreír y el moreno le miró con asco.

    —No jodas... mejor disfruta de buenas tetas que puedes pagar por unos cuantos billetes verdes y déjate de tonterías—dijo nuevamente y se empinó su caballito de tequila—. No es conveniente andar en líos de pareja en estos momentos, tarado. Y menos si estamos buscando, reagruparnos. Por cierto. ¿Ya buscaste un vocalista para la banda?

    Steven reaccionó y momentáneamente dejó la imagen de Dallas a un lado, miró apenado al rizado y este solamente negó.

    Luego un par de chicas se acercaron con sugerencia a los dos clientes.

    —Eres un idiota—dijo Slash—. Tendremos que ir al Whisky a Go Go! Para buscar un vocalista que esté buscando algo más.

    El rubio asintió, dejando de prestarle atención a su amigo pues se encontraba más interesado en acariciar el trasero de una chica que se reía tontamente, pero sabiendo que esa noche seguramente terminaría en la cama de este.

    Al mismo tiempo, por la puerta del Girls, Girls, Girls, entraba un cuarteto de chicos con la pinta de rockeros malos. Llamando la atención de las stippers del lugar, mirando con deseo a estos que les miraban con arrogancia.

    —Eh... idiota, mira ahí—dijo Slash, señalando a los recién llegados-

    —¿Ahora qué?

    —Acaba de llegar tu amigo, Nikki y los de su banda.

    Steven entonces miró a los recién llegados que ahora buscaban una mesa para poder disfrutar del inicio de la noche.

    —Escuché que últimamente, London, está teniendo problemas. Podrías considerar a Michael para la banda.

    Slash negó—. No, ese estúpido cocainómano no es bueno.

    —¿Cocainomano? No seas mamón—se quejó Steven—. Nosotros también ingerimos esa mierda.

    —Si, pero por los rumores que he escuchado, London está a nada de irse a la mierda gracias a las constantes peleas entre Nikki y Michael. Además, de que no han tenido presentaciones en algún tiempo. Definitivamente Michael White no es un candidato apto para una banda en nacimiento.

    —De acuerdo, si tu lo dices. Está bien—se encogió de hombros volviendo a prestar atención a la chica que se colgaba de su cuello.

    —Eres un idiota.

    Del otro lado del club, Nikki, Blackie, Michael y Lazzy comenzaban con una ronda de cervezas. Y disfrutaban del show de las chicas que bailaban sensualmente sobre la tarima.

    —Tenemos que trabajar en nuevas canciones—sugirió Blackie, tomando un largo trago a su cerveza.

    —Eso mismo digo yo—continuó Nikki—. Escribí una canción, se llama Take me to the Top.

    —Nombre estúpido—dijo Michael de manera mordaz—. Seguramente también la letra es una mierda... como todo lo que cagas, Sixx.

    —Vete a la mierda, estúpido—contratacó Nikki, levantándose bruscamente de su asiento.

    —No vayan a comenzar una pelea estúpida—dijo Lazzy—. Nos van a echar.

    —Yo quiero follar esta noche, animales—dijo Lawless, frunciendo el ceño y colocando una mano sobre el hombro del ojiverde—. Ya basta... Nikki, cuando puedas muéstrame esa canción.

    El susodicho bufó enojado y sin bajarle la mirada al rubio vocalista, tomó asiento al lado de Blackie, no muy contento.

    —Me importa una mierda lo que pienses, White—dijo molesto—. Total... tu solamente estás para cantar mis letras y moverte en el escenario como la puta que eres.

    —Maldito hijo de puta...

    —¡Ya basta, carajo!—exclamó Lazzy—. ¿No podemos disfrutar de tetas y culos esta noche?

    —Todas las noches es la misma mierda, pero puedo tomarme un día libre para partirle la cara a este imbécil.

    Los insultos entre ambos integrantes de London, no bajaban la intensidad e incluso algunas bailarinas le habían avisado al personal de seguridad para que estuvieran atentos por si ese par comenzaba una pelea. Esa noche el club estaba parcialmente lleno y no por una pelea, perderían las ganancias de esa noche.

    Los ánimos se tranquilizaron cuando unas chicas se acercaron para llamar la atención de los chicos y ellos gustosos, aprovecharon para gastar su dinero en sesiones de sexo barato.

    Casi noche con noche las cosas eran así para London y la mayoría de pequeñas bandas en crecimiento que pululaban por el lugar, se iban a meter a ese club nudista. Tal cual, los cuatro jóvenes organizaron una fiesta en su departamento en dónde se someterían a la destrucción y depravación de esa vida de excesos.

    —Mierda—dijo Blackie—. Olvidé mandar una carta para mi hermana.

    —¿Esa dulce hermanita?—preguntó Nikki, mientras inhalaba una línea de cocaína—. Me pregunto si tendrá la cara de alien como tú.

    —Jodete pendejo—le recriminó el guitarrista—. Mi hermana, nunca, nunca, se fijaría en un idiota como tú—para esos momentos ya estaban ebrios—. Ella no pertenece a este mundo de mierda.

    —¿Mundo de mierda?—preguntó divertido, sintiendo la sensación de dopamina en su sistema—. Si esto es lo mejor que cualquiera pudiera querer en toda la puta vida.

    —Ella no—dijo Blackie convencido—. Por eso mismo, quiero mantenerla lo más alejada posible de mí. Aunque no dudo que en algún momento decida irse a otro lado lejos de las garras de mi santurrona familia.

    —Viejo... estás borracho y no me interesa una mierda saber de tus problemas familiares—contestó mientras de un trago se terminaba su vaso—. Tú vida no ha sido una mierda como fue la mía...

    —Sixx... no tienes que volver a contarme tu triste vida.

    Ambos se miraron y de la nada comenzaron a reírse gracias a los efectos del alcohol y la droga.

    Desde hacía un buen rato Lizzie y Michael habían desaparecido con unas strippers y quedaban ellos dos. Pero durante un buen rato más de seguir bebiendo ambos decidieron que no querían pasar la noche solos.
     
  10. Threadmarks: Capítulo VIII. Brothers Lawless
     
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    Capítulo VIII. Reencuentro.
    Los Ángeles, California. Marzo de 1981.

    Habían pasado 7 meses desde que había llegado a Los Ángeles y muchas cosas habían cambiado. Desde entonces, no había tenido las fuerzas suficientes para enviarle una carta a sus padres, disculpándose por haberse ido así de su hogar. A veces, extrañaba los mimos excesivos de su madre o los elogios de su padre por sus excelentes calificaciones en la Universidad. Pero otras veces se convencía así misma de que había sido lo correcto.

    Vixen había conseguido varias fechas en el Whisky a Go Go! Y en pequeñas fiestas privadas de jóvenes que disfrutaban de la música que las chicas hacían. Y ella... se había conseguido un empleo de tiempo completo en una editorial.

    También se lamentaba el haber perdido la dirección a dónde poder mandar las cartas a su hermano, siete meses se decían fácil. Pero esperaba que Steven, no estuviera preocupado por ella por el mutismo de ese tiempo.

    —Nos vamos, Dallas—dijo Janet, entrando a su habitación como siempre hacía. Sin tocar la puerta—. ¿Nos vemos para almorzar?

    Dallas asintió, mientras terminaba de colocarse los pendientes—. Claro.

    —¿Nos vemos en el Rainbow?

    —Pero es un bar, Janet—dijo la rubia de ojos verdes rodando los ojos—. Quiero almorzar, no beber.

    Gardner asintió un poco desanimada—. De verdad lo siento, nena. Pero los compromisos con la banda han aumentado... la productora ha comenzado a presionarnos... ya pasaron seis meses y no hemos conseguido que nos firmen.

    —No se desanimen—animó la rubia—. Estoy segura de que pronto, lograran alcanzar el éxito que tanto quieren. Además, se han hecho conocidas en el Whisky.

    —Tienes razón—sonrió Janet, abrazó a su amiga—. Si no podemos vernos para almorzar, nos veremos en la noche. ¿De acuerdo?

    La otra asintió mientras la vocalista, salía de su habitación, dejándola sola para terminar de arreglarse.

    Sonrió al ver el bonito cambio que ahora tenía, se rio mentalmente al recordar que una vez le había dicho a Janet que nunca se peinaría de esa forma y ahora en el reflejo del espejo. Su cabello alborotado y bien peinado relucía mucho, resaltando la finura de su blanco rostro. Se delineó con cuidado los ojos y luego los labios de un rojo intenso.

    Se perfumó y finalmente se puso su saco, en un color morado llamativo con grandes botones dorados. Alisó su falda y se calzó sus zapatillas, buscó su bolso y tras echarse una última mirada en el espejo, salió con dirección a su trabajo.

    Afortunadamente para Dallas, su trabajo no se encontraba tan lejano a Westwood, e incluso en algunas ocasiones. Steven Adler compartía la comida con ella, desde que se conocieron se hicieron amigos e incluso conocía a su mejor amigo Slash.

    Tomó el autobús mismo que la dejó a una cuadra en frente de la editorial: Hampton's Books.

    Era un empleo como auxiliar contable y dentro de la pequeña empresa desempeñaba bastante bien sus actividades.

    —Buenos días señorita Duren—dijo la recepcionista, que le regaló una sonrisa.

    —Buenos días, Katia—regresó el saludo y se dirigió al ascensor.

    Otro día más comenzaba y había que aprovecharlo lo más que pudiera. Por 600 dólares a la semana, era suficiente para cubrir los gastos de la casa Vixen, ya que como bien había dicho Janet, las cosas no estaban funcionando tan bien como pensaban al inicio, el material musical que ellas sacaban, no estaba convenciendo a la productora del todo y la paga en el Whisky no era muy buena.

    Solo esperaba que la mala racha de sus amigas, pronto se terminara.

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    Por otro lado London, se había separado, dejando por su lado a cada uno de sus miembros. La noche de su última presentación había sido un fiasco, Nikki Sixx y Michael White se habían peleado sobre el escenario frente a todos los espectadores. Algunos apoyaban al bajista y otros al vocalista.

    Por lo tanto, Nikki Sixx, se había dedicado a reagruparse. Buscaba nuevos músicos que hicieran lo que él soñaba, ser una de las bandas más salvajes de toda la historia. Para su fortuna, esa misma noche de que White le había roto la nariz en el escenario, un flacucho muchacho se presentó a él como baterista de una banda Sweet 19.

    Tommy Lee.

    Ahora él y Tommy buscaban un guitarrista que fuera potente y ruidoso para encontrar el sonido ruidoso que ellos buscaban. Al mismo tiempo, consiguieron encontrar por el anuncio en un periódico a Mick Mars.

    Un hombre bastante extraño, que resultó tener su guitarra afinada en re con influencias del blues. Y para finalmente agregar el ingrediente secreto, Mick había sugerido que un vocalista rubio y con movimientos de nena los haría ver sumamente atractivos.

    Por su parte, Blackie Lawless, había seguido su propio camino, reemplazando la guitarra por un bajo. En London, él no podía ser el bajista ya que Nikki ocupaba ese lugar, así que con nuevos músicos había conformado su propia banda llamada W.A.S.P. pero seguía manteniendo contacto con Sixx y se encontraban de vez en cuando.

    —¿A dónde vas, viejo?—preguntó Nikki a Tommy, sin dejar de tocar unas notas en su bajo.

    —Iré a comprar más cervezas—contestó, poniéndose su chaqueta—. Ya se terminaron y buscaré algo de comer de paso.

    —Eres un egoísta—se quejó Vince—. Nosotros también tenemos hambre, bastardo.

    —A diferencia de ustedes, yo si tengo un poco de dinero—dijo el baterista triunfante mientras Vince le miraba de mala gana—. Además, quiero ir a visitar a mis padres.

    —¿Enserio irás a verlos?

    —Ey, Vinnie—dijo Sixx—. Siempre es un gusto, ver a la mamá de Tommy—esto último lo dijo con una mirada libidinosa.

    —Oye cabrón—dijo Tommy—. Con mi madre no te metas.

    Tras decir esto, Lee abandonó la casa en dónde estaban viviendo. No se le podía llamar como tal una casa, ya que más bien, era una pocilga llena de basura.

    No era muy distinto a dónde Nikki vivía antes con los miembros de London, un departamento sumamente jodido con basura por doquier, la alfombra estaba hecha mierda y en ella había colillas de cigarro, basura de comida, latas y botellas de alcohol por todos lados e incluso por ahí se podían ver jeringas y ligas para inyectarse alguna sustancia alucinógena. Brassieres y bragas de las chicas que algunas veces olvidaban tras pasar la noche con alguno de ellos. Varias puertas rotas y roídas por la falta de mantenimiento. Y una habitación que Tommy y Vince tenían que compartir para su mala suerte mientras Sixx por muy cabrón se había quedado una habitación para él solo.

    Mick era la excepción de ese lugar, pues él tenía un empleo ya que pagaba la manutención de sus hijos Les Paul, Stormy y Erik. Y él vivía en su propio departamento en dónde había quedado estrictamente prohibido hacer fiestas.

    Por su parte Nikki también seguía trabajando en la tienda de música de su abuelo y Vince prácticamente se dedicaba a follarse todo lo que se moviera y tuviera tetas grandes.

    [​IMG]

    —Iremos a almorzar, Dallas—dijo una de sus compañeras de oficina—. ¿Vienes con nosotras al comedor?

    La joven se quitó sus gafas y negó—. Creo que esta vez paso, chicas. Pero gracias—sonrió y las otras asintieron—. Mi amiga Janet, prometió que almorzaríamos juntas hoy.

    —Bien, nos vemos entonces.

    —Provecho.

    —Igualmente—dijeron y se retiraron dejando a la interpelada sola en esa gran oficina.

    Suspiró un poco cansada y le echó una mirada al libro contable que se encontraba revisando para entregar los estados financieros de esa semana. Estuvo tentada a terminar el trabajo antes de irse a almorzar pero antes de que eso sucediera, una llamada a su extensión la detuvo.

    —Hampton's Book, buenas tardes.

    —¿Dallas?

    —¡Oh! Janet, eres tú. ¿En dónde te veo?

    La otra tosió un poco al otro lado de la línea y Dallas escuchó la voz de Janice, alegando de que tenían trabajo por hacer todavía.

    —Dallas... lo siento nena, pero no creo poder ir a almorzar contigo—suspiró y Dallas frunció el ceño molesta. Siempre era lo mismo desde que había encontrado ese empleo y Janice parecía que se empeñaba en mantenerlas separadas—. Todavía tenemos trabajo por hacer y... bueno...

    —Está bien, lo entiendo, no te preocupes—dijo y dejó caer sus hombros con pesadez—. Entonces iré a la tienda rápida de la esquina para comprar un emparedado o algo. Nos vemos.

    —Dallas...

    Antes de que pudiera decir otra cosa, cortó la llamada y cerró de un golpe el pesado libro de cuentas. Miró molesta el teléfono y salió de la oficina, estaría sola una hora completa y eso le molestaba pues ni Janet o Steven podrían comer con ella.

    Salió del edificio que estaba sobre Sunset Strip y se dirigió a la pequeña tienda de comestibles a la que algunos compañeros iban cuando necesitaban ingerir algo rápido y regresar a trabajar. Eso sucedía cuando se encontraban en cierre de fin de mes.

    Entró sin mayor problema y fue a los refrigeradores para poder buscar una bebida.

    —Qué horror—se dijo así misma, al recordar la tonta excusa de Janet—. Siempre es lo mismo... me estoy cansando.

    Hizo lo mismo y encontró un paquete de tres sándwiches. Se dirigió a la caja y pagó totalmente desanimada.

    Al salir, miró que la dependienta de la tienda le había entregado un par de billetes de más. Se giró para regresar y entregar los billetes sobrantes, pero antes de poder hacer lo que ella quería, se chocó fuertemente con alguien y sus cosas salieron volando.

    —¡Cuidado!

    Ambos cuerpos chocaron fuertemente y antes de poder caer, fue sostenida por la cadera por un par de fuertes manos. Al levantar su mirada, se encontró con un par de bonitos ojos castaños que la miraban sorprendidos.

    —Lo siento—dijo ella apenada, por la reciente cercanía. Nunca se le habían acercado así antes.

    —Discúlpame—dijo el muchacho, soltándola lentamente y esperando que ella no trastabillara—. No venía viendo, soy un idiota.

    —N-no te preocupes—contestó y luego miró que las cosas que ambos habían comprado, se habían quedado botadas en el suelo—. Yo tampoco me fije.

    —Permíteme ayudarte—dijo el muchacho de largos cabellos castaños quebradizos—. ¿No te lastimaste?

    Dallas negó y al momento en que ambos se agacharon para recoger sus cosas al querer tomar los dos una lata golpeada de cerveza, sus manos se tocaron. Provocando una descarga eléctrica en sus cuerpos. Sorprendidos... se quedaron mirando directamente a los ojos, un verde y un café. Solo fueron segundos pero a ellos les pareció una eternidad e inmediatamente retiraron sus manos, dejando de sentir esa agradable sensación.

    —Lo siento—dijo el castaño—. De verdad, lo siento.

    Se apresuró a recoger las cosas de la chica y se las entregó.

    —N-no hay problema.

    —Tommy, Tommy Lee...

    —Dallas Duren.

    Todavía estaban un poco sorprendidos por lo que acababa de pasar.

    —Enserio, discúlpame.

    —No te preocupes—sonrió—. Tengo que irme...

    —E-espera—Dallas se giró para verlo y él se quedó sin palabras al observarla completamente.

    A los ojos de Tommy Lee, esa joven le pareció sumamente hermosa y cuando sus manos se tocaron creyó en lo que sus padres habían dicho cuando se conocieron: Amor a primera vista. Aunque bueno, ellos el mismo día que se conocieron se habían casado. Pero él era un enamoradizo que quería creer lo mismo, pues esos largos cabellos rubios lo invitaban a perderse entre ellos y ese mar verde de sus ojos le decían muchas cosas.

    —¿Sí?

    —¿Te gustaría tomar un café, conmigo?—preguntó y la joven sonrió.

    —Es muy amable y lindo de tu parte, pero tengo que regresar a la oficina—contestó y no estaba segura de querer irse.

    —¿De verdad? ¿Dónde trabajas?

    —Allí—señaló el edificio de la editorial y Tommy en su mente se grabó el sitio donde la muchacha trabajaba. Luego la vio moverse un poco la manga de su saco color uva y vio el reloj en su muñeca—. Aunque creo que tengo tiempo para comer mi emparedado y jugo, contigo, ¿Tommy, verdad?—asintió un poco nervioso cuando ella mencionó su nombre.

    —S-sí, Tommy.

    —Vaya forma de conocer a las personas—dijo Dallas sonriendo—. Muy original.

    Los dos rieron por la pequeña broma y se dirigieron a una pequeña banca sobre la avenida bajo la sombra de un árbol. Durante esos meses en Los Ángeles, Dallas se había desarrollado gracias a la actitud de Janet. E incluso su timidez inicial la había ido modificando, todavía le costaba aceptar ciertas cosas por años con sus padres, pero había aprendido a ser más confiada de sí misma.

    Conversaron de cosas sin mucha importancia y Tommy se dio cuenta que era una chica que debía conocer.

    Agradeció haber salido de la casa de los chicos esa mañana y ahora estaba más que contento de estar ahí. Maravillándose con las pequeñas sonrisos y sonrojos de la rubia.

    —Es maravilloso—dijo él—. Supongo que yo no hubiera podido irme así de casa. No me considero lo suficientemente valiente para hacerlo, tiene poco que lo hice pero mis padres aceptaron el que quiera seguir mi sueño.

    —¿Y cuál es?

    —Tener una banda famosa—Dallas se sorprendió, ya que era el segundo chico que tenía la misma loca idea de su mejor amiga. Al parecer en esa ciudad había muchos chicos con el mismo objetivo.

    —Ya veo... yo solo quiero seguir sobreviviendo—sonrió nuevamente y al mismo tiempo le daba un sorbo a su jugo—. Estoy aquí porque mi mejor amiga me animó... ella también está en una banda.

    —¿De verdad?—preguntó sorprendido—. ¿Y dónde tocan?

    —Han estado tocando en el Whisky a Go Go! Desde hace casi cuatro meses. Pero las cosas se han puesto un poco difíciles...

    —Oye pues cuando toquen, deberías invitarnos. Que tal que en un futuro la banda de tu amiga y mi banda, compartimos escenario.

    —Sería interesante—dijo Dallas—. Pero creo que eso estará difícil, me imagino que ustedes ya tienen experiencia.

    Tommy se encogió de hombros y asintió—. Bueno... yo ya he estado en bandas del colegio y hace a penas un par de meses conocí a Nikki, mi brother, es mi mejor amigo. Él estaba tocando con su banda pero las cosas no salieron como todo mundo esperaba, empezó a pelearse de la nada con su vocalista en pleno show.

    Dallas suspiró y negó—. Ciertamente, no me gusta que la gente se comporte así.

    —Para mí fue divertido y admiro a ese sujeto... por eso cuando nos conocimos, inmediatamente supe que con él, haríamos algo grande.

    —Qué bueno... pero ahora—dijo Dallas mirando de nueva cuenta su reloj—. Debo irme

    —¿Qué?

    —Sí... mi hora de comida ha terminado y debo regresar a la oficina—miró como el rostro de Tommy se ponía un poco triste—. Un gusto conocerte, Tommy y espero volver a chocar contigo en una tienda.

    El castaño sonrió divertido y asintió entusiasmado—. Pasaré más seguido por aquí y a la mera hora para chocarte.

    Los dos volvieron a reír, se encaminaron de regreso al edificio donde Dallas trabajaba y para sorpresa de la joven. Tommy estrelló sus labios en su mejilla, provocando que sus mejillas se colorearan un poco.

    —N-nos vemos.

    —Hasta luego, bonita.

    Dallas se volvió a sonrojar y finalmente tras mirar un par de veces atrás, el baterista seguía ahí sonriendo ampliamente. Enfundado en un desgastado pantalón de mezclilla, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero, junto a unas botas vaqueras... definitivamente la mayoría de chicos por ahí se vestían de una manera muy similar.

    Cuando en el campo de visión de Tommy, Dallas ya no estuvo, sonrió encantado por la muchacha y decidió regresar al departamento junto a Nikki y Vince que seguramente le reprocharían por llevar algunas latas de cerveza aplastadas. Pero valió cada minuto haber demorado pues había conocido a la mujer de su vida.

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    Se estiró contenta, cuando vio que todo cuadraba perfectamente en su estado de situación financiera del mes. Aspiró hondo y disfrutó la sensación de sentir sus articulaciones estirarse agradecidas, pues tras varias horas después del almuerzo se mantuvo casi en la misma posición.

    Al levantar la mirada al reloj, vio que marcaban las seis en punto y la mayoría de sus compañeros se habían ido hacía casi una hora y media. Mientras ella prefirió quedarse un poco más, pues muy dentro de ella... quería retrasar la llegada a casa. Ya que como Janet y el resto se encontraban trabajando en cosas de la banda, ella tendría que llegar a limpiar la casa y realmente no tenía ganas de ello.

    A pesar de que Vixen era conformado por puras mujeres, a veces actuaban como hombres al tener un desorden total en la casa.

    Suspiró con cansancio y aunque no le gustaba la idea, decidió tomar sus cosas y partir rumbo a casa.

    —Debería aprender a conducir y de vez en cuando pedirle su auto a Pía.

    Cuando el elevador llegó a la planta baja del edificio, hasta la recepcionista se había retirado. Solo el guardia de seguridad seguía presente y la despidió con una cabezada.

    —Hasta mañana, señorita Duren.

    —Hasta mañana, George—se despidió y salió por la puerta giratoria. Sobre Sunset Strip.

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    —¡Oye viejo, mira nada más que mamacita viene saliendo de ese edificio!—exclamó un joven de cabello rizado y negro que fumaba mientras conducía.

    —No está nada mal... que hermosas piernas—dijo el susodicho sin dejar de mirar a la joven de saco morado que caminaba rumbo a la parada del autobús—. Acércate un poco para poder mirarla mejor.

    —No pierdes el tiempo, eh... Lawless—sonrió el conductor y aceleró un poco para darle alcance a la muchacha que caminaba despreocupadamente.

    En un auto sin capota, el viento les movía la larga cabellera negra.

    —Mira nada más lo que mis ojos ven—dijo el conductor, coqueto mirando a la chica con deseo.

    Dallas escuchó las palabras y suspiró un poco molesta, odiaba que los hombres hicieran ese tipo de cosas. Regularmente le pasaba cuando usaba una falda de tubo para ir a trabajar, pero había días en Los Ángeles que eran sumamente calurosos. Esa tarde lo era y la noche prometía ser húmeda.

    —Pero mira que bombón—contestó el moreno de alborotado cabello y ojos azules.

    —Eh preciosa—llamó el conductor—. ¿No quieres que te demos un raigth?

    —No, gracias—contestó ella de mala manera.

    —Vamos querida, una dama no debe andar solita por las calles del Boulevard. ¿No te han dicho tus papis que es peligroso?

    Dallas suspiró y se volteó para ver de frente, al par de sujetos que la estaban molestando.

    —Oh... mierda...

    —Dejen de mirarme... y lárguense—comentó la rubia molesta, observando al par. Uno de ellos se quedó sin habla y la miraba sin poder creer lo que sus ojos veían—. ¿Qué tanto me ves, idiota?

    —¿Da-Dallas?

    La rubia se sorprendió, nunca había visto a ese par de muchachos. Ni siquiera recordaba haberlos visto en algún sitio... pero el pelinegro de largo cabello alborotado parecía que si la conocía, ni siquiera en las reuniones de Vixen había visto algún chico así.

    —¿La conoces?—preguntó el amigo de Blackie.

    Este todavía no asimilaba lo que acababa de ver... era... era... su hermana. ¡Mierda! En cualquier sitio, podría reconocerla... lo que no entendía era... ¿Qué estaba haciendo su hermana en ese lugar? ¿Por qué no estaba en Minnesota con sus padres? La boca se le había secado e incluso no podía responder a la pregunta de su guitarrista.

    —¿De dónde me conoces?—frunció el ceño molesta, pero estando a la expectativa ya que no quería repetir el suceso de la primera vez en el Sunsent.

    —Da-Dallas... s-soy yo... Steven—habló el mayor.

    Y entonces la rubia se quedó sin habla... el corazón se le paralizó por un momento.

    —¿Steven? ¿Mi hermano, Steven?—preguntó, al mismo tiempo de que su bolso caía al suelo y se cubría la boca con total sorpresa—. N-no es p-posible.

    El pelinegro lo primero que hizo fue salir del auto, mientras el conductor no terminaba de entender que estaba pasando en ese momento, pasaron de estar lanzando piropos a esa muchacha a... ¿Qué mierda? Encendió las intermitentes para indicarle a otros conductores que pasaban que estaban esperando... algo...

    Ambos hermanos, se miraban sin creerlo... ¿Qué demonios? Nunca se imaginaron reencontrarse así, después de siete años. Lo primero que hicieron, fue abrazarse con fuerza, mucha fuerza y al momento los ojos de Dallas comenzaron a lagrimear cuando se encontró entre los brazos de su hermano mayor. Y Blackie, hundió su rostro en el cabello de su hermana menor.

    Permanecieron así por unos cuantos minutos, y la chica sollozaba de gusto. Aquel acariciaba los cabellos de la chica para darle apoyo.

    —Me alegra verte—le dijo en un susurro.

    —A mí también, pulga—sonrió sobre la cabeza femenina—. Creciste muchísimo, hermana.

    —¿Hermana?—se entrometió el rubio guitarrista de W.A.S.P. —. ¿Ella es la hermana de la que tanto has hablado?

    —Cierra la puta boca—dijo Blackie, mirando de mala gana a su compañero—. No es el momento.

    —Steven... perdón por no avisarte... pero todo fue tan precipitado.

    —¿Huiste de casa?—preguntó él, mientras se separaban y se miraban directamente a los ojos. Ante el silencio de la menor dedujo que sí—. Ya entiendo... nuestros padres.

    —Ya no podía aguantar más—se lamentó un poco apenada, pues durante todo ese tiempo, no había intentado contactar a sus padres—. Un día Janet, me dijo que se vendría a Los Ángeles con su banda y me dijo que si quería ser libre, debería venir... entonces solamente lo hice.

    Blackie asintió y comprendió por lo que su hermana había pasado. A él también le había pasado algo similar—. No tienes de que preocuparte... pero me imaginé algo así cuando no recibí ningún tipo de contestación tuya, en meses.

    —Lo lamento—se limpió las lágrimas de sus mejillas y volvió a abrazar al moreno—. De verdad... cuanto me alegra verte.

    —A mí también.

    Permanecieron un poco más así, hasta que Blackie notó el bolso tirado en la calle. Lo tomó y Dallas revisó que todo estuviera ahí.

    —Ey, Lawless... ¿Piensas quedarte más tiempo?

    El susodicho, rodó los ojos molesto—. Si quieres lárgate, tiene siete años que no he visto a mi hermana y no porque tu culo esté desesperado por ir a follar a alguna zorra quiere decir que yo tenga que hacer lo mismo. Vete.

    —Qué delicado—se quejó—. Bien, le diré a los muchachos que te reencontraste con tu dulce hermanita. Un gusto cariño—dicho esto, el guitarrista de la banda arrancó el coche dejando a ambos hermanos solos.

    —¿Lawless?

    Blackie asintió—. Es mi apellido artístico.

    —¿Entonces, Steven Lawless?

    —No pulga—sonrió al ver que su hermana seguía haciendo pucheros cuando le decía así—. Blackie Lawless, primor.

    Ella comenzó a reír cuando escuchó a su hermano revelarle su nombre artístico. Aunque sonaba bastante bien.

    —Ven, vayamos a una cafetería que está por aquí. Tienes que contarme absolutamente todo lo que ha pasado en todo este tiempo, dónde y con quién vives, que haces, que ha sido de toda tu vida e incluso que ha sido de nuestros padres.

    —De acuerdo—la rubia tomó la mano del mayor y comenzaron a caminar rumbo a una cafetería que los dos, conocían a la perfección.

    Cuando tomaron asiento en las butacas y una mesera les ofreció la carta del menú, comenzaron a hablar sobre todo lo que había pasado en esos siete años. El fanatismo religioso de sus padres, el desagrado que tenían contra Janet Gardner y su madre, la reciente escapada de Minnesota a California. Blackie se sorprendió al escuchar que la amiga de su hermana estaba tocando con unas chicas llamadas Vixen, él por mera casualidad, una noche de juerga las había visto en el Whisky a Go Go! Admitiendo que eran muy buenas, pero le faltaba pulir. La guitarrista era muy buena y la voz de Janet, asombrosa.

    Hablaron incluso, sobre la disolución de London.

    —Espera, espera, espera—interrumpió Dallas—. De pura casualidad... ¿Tu ex bajista y vocalista... no fueron quienes se agarraron a golpes en pleno escenario?—preguntó ya que cuando Blackie le contaba acerca de esa pelea y último show de London, recordó que Tommy, aquel flacucho muchacho y sonrió.

    Blackie levantó una ceja—. ¿Y tú cómo sabes eso? ¿A caso tú...?

    —No—negó inmediatamente—. Solo que exactamente el día de hoy, un chico que chocó estrepitosamente conmigo, me lo contó. Él estuvo ahí cuando eso sucedió y me dijo que había apoyado al bajista.

    —Dios... ¿Es enserio? ¿Y cómo se llamaba ese chico?

    Dallas vio que su hermano seguía siendo igual de sobre protector como siempre—. Su nombre es Tommy.

    —Creo que sé quién es—dijo un poco malhumorado—. Dallas, no quiero que te acerques a ningún músico del Sunsent.

    —Hasta ahora, conozco solamente a dos.

    —¿Y el otro... quién es?

    —Se llama igual que tú—comenzó ella, al momento de que la mesera llegaba para tomarles la orden—. Steven Adler. ¿Te suena?

    —Claro que me suena—dijo Blackie ya con el ceño fruncido—. El enamoradizo Adler. Su mejor amigo es un tal Slash.

    —Si, ese mismo—la mesera los miró un poco impacientes y ella lo notó—. Oh disculpe... yo voy a querer unos panqueques con moras y un café con crema.

    —¿Y para usted?—dijo la señora.

    —Lo mismo.

    La mujer terminó de anotar la orden y dejó a ambos hermanos seguir con su conversación.

    —¿Enamoradizo?

    —Ese chico intentó ingresar a London hace un tiempo, pero no nos convenció y finalmente le descartamos. Pero siempre se anda enamorando un día de una chica y al otro de otra. Aléjate de él.

    —Steven, sé cuidarme. Llevo haciéndolo desde hace siete meses, además Steven—el pelinegro la miró ceñudo—. Me salvó de un asalto cuando recién llegamos aquí, iba a una pizzería y un ladrón intentó quitarme el billete que Janet me había dado para comprar.

    —Eres una descuidada—la regañó y Dallas sonrió—. Y no vuelvas a llamarme Steven, ahora soy Blackie—la menor comenzó a reír provocando que sus cejas casi se juntaran de la molestia que sentía—. No te rías, todo mundo ahora me conoce como Blackie.

    —¿Y por qué, Blackie?

    —El cabello nena—fue todo lo que dijo al respecto de su nombre artístico.

    —Y ahora... ¿Deberé usar tu apellido artístico?

    —No... es solo mío.

    —Pero eres mi hermano... podemos compartir.

    —Cierra ya el pico, pulga.

    —¡No me llames así, tarado!

    Comenzaron a reír ya que rememoraron, las antiguas peleas que solían tener cuando eran unos niños. Minutos después regresaron con su orden y mientras comían siguieron conversando sobre más cosas.

    —Me gusta cómo suena—regresó al tema la rubia—. Dallas Lawless.

    Blackie la miró—. Entonces todo mundo sabrá que eres hermana de Blackie Lawless.

    —Suena bien.

    —No me molesta después de todo—se encogió de hombros y al mismo tiempo engullía un bocado de sus panqueques—. Las comidas rápidas aquí son muy buenas.

    —Lo sé, a veces vengo con Janet o Steven aquí a la hora del almuerzo.

    —Por cierto... ¿Dónde estás trabajando?

    —Estoy trabajando en la editorial Hampton's Books, como auxiliar contable—se enorgulleció de su puesto—. Al estar estudiando mi segundo año de la universidad me fue muy fácil hallar este trabajo y bueno... supongo que 600 dólares a la semana no están nada mal.

    —Creo que me iré a vivir contigo—dijo su hermano divertido—. Ya me cansé de trabajar.

    —Yo también estoy cansada de trabajar—suspiró cansada—. Además... estoy segura de que en cuanto llegue a casa deberé limpiar todo el desastre de las chicas.

    —Por cierto. ¿Dónde dices que estás viviendo?

    —Estoy viviendo en un residencial universitario, Westwood. La productora de las chicas nos dio esta casa mientras ellas logran sacar al menos un demo o algo que convenza a la gente de la productora... pero estamos a nada de que nos lancen si ellas no hacen un buen trabajo.

    —Suena caro.

    —Lo es... un poco... pero ese no es tanto el tema. No quiero llegar a limpiar toda esa casa, para una sola persona es algo pesado... si tan solo me ayudaran.

    Blackie frunció el ceño—. No eres sirvienta de nadie, Dallas. ¿Qué derechos les da?

    —Según Janice, la guitarrista—aclaró—. Que ese es mi único trabajo por tenerme viviendo ahí... vamos... desde que nos conocimos ella y yo no hemos tenido buena química, siento que piensa que le robaré a Janet o que quizás quiero ocupar su lugar en la banda. Sabes que nunca he aprendido a tocar un instrumento... pero no sé, no tenemos buena relación, intento estar lo más alejada posible de ella.

    —Está loca—finalizó Blackie—. Tú conociste primero a Janet, es tonto e ilógico que piense eso.

    —¿Sabes? Simplemente no quiero problemas con ninguna de las chicas, suficiente hacen con darme un techo. Creo que lo justo es que les ayude de esa manera.

    —Si pulga, pero no eres sirvienta de nadie. Ahora, termina de cenar y te iré a dejar a tu casa.

    —No es necesario... puedo regresar sola—dijo sorprendida de ver a su hermano tan comprometido con ella. Siempre la cuidaba mucho.

    —Te callas y no te estoy pidiendo permiso, te ayudaré a limpiar ese lugar y luego me iré a casa. Estoy viviendo aquí a unas cuantas calles del Sunset, es necesario vivir cerca de aquí ya que los bares dónde podemos tocar están en toda esta zona.

    —¿No tengo de otra, verdad?

    El mayor negó y ella no tuvo más remedio que sonreír ante la situación en la que la había puesto su hermano de la nada. Terminaron su cena y se dirigieron a la parada de autobús que los llevaría hasta Westwood.

    Ambos se sentían bastante afortunados por haberse reencontrado, después de siete largos años.
     
    Última edición: 13 Mayo 2020
  11.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
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    12 Enero 2008
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    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    3440
    Capítulo IX. Brothers Lawless.

    Una suave sonrisa dibujada en sus labios dejaba ver que se encontraba muy contenta, con la cabeza recostada en el hombro del mayor, que hacía lo mismo que ella pero reposando su peso contra los cabellos dorados. Ante cualquier persona que subiera al autobús y los viera, pensarían que eran una pareja de enamorados. Pero nada de eso, no, Blackie y Dallas Lawless estaban tan contentos de haberse reencontrado. El autobús se detuvo justo en el semáforo que estaba frente al Rainbow.

    —Supongo, que Janet y el resto de las chicas, se encuentran aquí—dijo Dallas, levantando su cabeza al notar el llamativo anuncio del bar.

    —¿Quieres bajar a buscarlas?

    Negó con suavidad—. La verdad no—sonrió—. Estoy más que gustosa de estar a tu lado, querido hermano, ellas pueden esperar y yo... tengo que llegar a convertirme en Cenicienta.

    —Debes considerar lo que te dije—contestó algo fastidiado—. No eres sirvienta de nadie, ni en casa, nuestros padres te ponían a asear toda la casa.

    —Mamá, de vez en cuando me ponía a fregar los platos de la comida. Pero nada más, semana a semana venía Bertha a limpiar.

    —¿Lo ves? ¿Y aquí por que tienes que hacer de su fiel sirvienta?—preguntó Blackie, enfurruñado.

    —Ya te lo expliqué...

    El mayor no quiso discutir con la chica y solamente la miró unos momentos, después desvió su mirada al camino que iba pasando mientras el transporte avanzaba por el Sunset. Mientras seguían el camino, conversaron de más cosas, sobre todo de la vida de Blackie y sus próximos proyectos y muy poco de Dallas. Ya que la vida que llevaba con sus padres, el pelinegro la conocí perfectamente.

    Para cuando llegaron a Westwood, la tarde agonizaba pintando el cielo de tonos naranjas, morados y rojos. Dando paso a la cálida noche, pues Los Ángeles era una ciudad bastante cálida, casi no llovía.

    —Si que vives bien—dijo Blackie al admirar el camino de adoquín rosáceo que cruzaba el jardín y la valla de la casa. Dallas rodó los ojos divertida y notó que las luces del interior seguían apagadas: no había nadie. Suspiró y buscó de entre sus cosas en el bolso sus llaves.

    —Pasa—dijo la muchacha, haciéndose a un lado para permitirle el paso al pelinegro. Encendió la luz de la sala y pasó con su hermano, lo que había pasado con ellas cuando conocieron la casa.

    —Para serte sincero, las envidio—expresó el mayor, metiendo las manos en sus vaqueros de color negro—. ¿Y enserio la disquera no las ha firmado?

    La rubia negó—. No. De hecho la disquera dijo que iba a darnos esta casa durante seis meses con todo pagado, ya pasaron siete y como lo prometieron, a final de mes tenemos que dar la primera renta. Supongo que como somos solamente cinco chicas viviendo aquí no se nos complicará, siempre y cuando las demás también cooperen.

    —Así como me has contado, estoy más seguro de que no será así.

    Mientras conversaban de más cosas, Blackie ayudó a la joven, miró con desagrado que hasta las mujeres que se suponía que son criaturas delicadas, fueran tan desordenadas y llegaban a ser tremendamente sucias. Eso lo pensó cuando vio un par de bragas y sostenes tirados en el sofá.

    —Regreso en un momento—dijo su hermana, cansada, fastidiada al ver todo el desorden. E incluso le daba un poco de vergüenza el que su hermano viera todo ese desastre—. Iré a cambiarme.

    —Mientras iré a la cocina a buscar algo de tomar.

    Dallas asintió mientras subía las escaleras, antes de ascender por completo se detuvo en el penúltimo escalón—. Tenemos cerveza en la nevera.

    Blackie asintió y perdió la vista de su hermana, se dirigió al lugar y suspiró al ver que también la cocina era un desastre. Ahora entendía a su pequeña sangre, el no querer regresar a la casa. Era como vivir con los demás miembros de W.A.S.P. y anteriormente London, era un completo desmadre el que había ahí. A diferencia de que la banda que vivía ahí, eran mujeres.

    —Son unas puercas—se quejó el pelinegro, al momento de abrir la nevera y encontrar rápidamente una lata de cerveza. La abrió, escuchando el delicioso sonido del gas escapándose y luego sorbió, disfrutando del sabor amargo de la bebida.

    Minutos después regresaba su pequeña hermana, con el cabello amarrado en un chongo, un short y una blusa de color verde, holgada. Perfecta para hacer limpieza.

    —Enserio, no tienes que ayudarme—dijo ella, un poco apenada—. Yo puedo sola... siempre lo hago sola.

    El mayor sin dejar de beber su cerveza, frunció el ceño y dejó la lata vacía sobre la mesa—. Te dije que no pulga, ahora... dame una escoba y empecemos con este desmadre.

    Dallas sonrió resignada y asintió—. De acuerdo.

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    Los ánimos no estaban del todo por los cielos, al contrario... recibir un regaño por parte de la gente de la disquera no era nada bueno. Les habían dado un ultimátum y si no conseguían material que fuera del agrado de estos, tendrían que seguir trabajando por su cuenta y encontrar otro sello que quisiera firmarlas... mientras arrastraban los pies rumbo al auto de Pía, el carácter fuerte de Janice no ayudaba para nada.

    Pues ante los pasos apesumbrados de todas, la líder de la banda se detuvo repentinamente. Clavando con molestia sus azulados ojos en el resto de las chicas, que se giraron sobre sus talones para ver que sucedía con la joven rubia.

    —¿Pasa algo, Jan?—preguntó Janet, al ver los labios apretados de su amiga—. ¿Estás bien?

    La mayor de todas se tardó un momento en responder, gracias a que no encontraba la forma correcta en contarles lo que sentía, estaba enojada sí y mucho. Sus ojos se posaron sobre la coronilla de Pía, quién inmediatamente sintió el desprecio de su guitarrista—. ¡Todo es por tú maldita culpa!—exclamó, ya no pudiendo más con la molestia que venía carcomiéndole las entrañas—. ¡Si tan solo pusieras atención al tiempo que marca Roxxy, no estaríamos metidas en la mierda!

    —¿Qué diablos te pasa?—preguntó la bajista, ofendida por lo que acababa de escuchar. Mientras que Roxxy y Janet se miraron preocupadas, pues en parte Janice tenía razón y en parte no, debió haberse tranquilizado para poder hablar con la bajista—. ¡Disculpe usted, señorita lo puedo todo! ¡Yo no tengo mie ego tan alto y metido en el culo de la disquera! ¡Perra!—exclamó Pía enojada, cruzándose de brazos.

    —Chicas... no peleen—pidió Janet, intentando tranquilizar la situación—. Mejor vayamos a casa.

    —Tú no te entrometas, Janet—sentenció Janice—. Todo esto está pasando porque alguien no ensaya las canciones que le he dado como debe de ser. Todo el tiempo está perdiendo el maldito tiempo frente al televisor.

    —Vete al carajo.

    —No... la que se va al carajo, eres tú, Pía Maiocco—contestó de nueva cuenta, no queriendo perder y de paso sacar todo el coraje que sentía. Ya que comenzó a recordar, momentos atrás lo que los productores les dijeron.

    Un último solo, se dejó escuchar dentro de la cabina de grabación. Mientras Roxxy y Pía le acompañaban en la melodía y Janet miraba encantada lo que su amiga realizaba con destreza, era un solo de guitarra que había creado precisamente para esa canción. Y luego Janet comenzó a cantar nuevamente.

    Al mismo tiempo que Pía, miró con el ceño fruncido su instrumento, pero sin dejar de tocar se concentró para no atrasarse nuevamente en el intervalo de tiempo que Roxxy marcaba con el bombo. Pero cuando levantó la mirada, se topó con los azules fúricos de Janice que solamente apretó los dientes y se concentró en tocar su parte.

    No quiso darle importancia, pero cuando iban a la repetición del coro, vio como la gente de EMI, con una señal de manos pidió una pausa.

    Dejaron de tocar abruptamente.

    —¡Un descanso chicas!—dijo un viejo canoso, que había hablado desde el micrófono interior del área de producción—. Cinco minutos...

    Cada una dejó su instrumento en su lugar, preparado para cuando decidieran regresar. Vio como Roxxy sacaba un cigarrillo de su pantalón y Janet le acompañaba a envenenarse los pulmones.

    —Janice, necesitamos hablar—dijo el mismo hombre de canas—. Querida... ¿Cuánto tiempo más seguiremos así?

    —¿A qué te refieres, John?—preguntó la líder, tomando una botellita de agua.

    —Venimos ensayando esta canción cinco veces y las cinco ves ha habido errores. ¿Me quieres explicar de qué se trata todo esto? No juegues conmigo Jan... no hagas que pierda mi tiempo con ustedes—dijo severo y uno de los asistentes de la disquera, se acercó para darle a él también una botellita de agua.

    Janice, tragó pesado y sintió la molestia instalarse en su pecho—. Lo arreglaremos.

    —Me vienes diciendo exactamente lo mismo desde hace tres meses. No es posible que gracias a pequeños errores como estos, no se hayan conseguido más shows en los bares de la ciudad. ¿Crees que el dinero cae de los árboles, niña?

    —John...

    —Nada—sentenció—. O mejoras la línea del bajo, o se van... no firmaré a Vixen si el material que producen es de quinta.

    Dicho esto, John, el productor de EMI Music fue a reunirse con el resto de las chicas, cambiando radicalmente su cara pues su sistema necesitaba un tabaco para calmar su reciente estrés y nervios.

    Janice se quedó ahí, apretando el cuerpo de la botellita de agua y mirando con molestia a Pía. Quien regresaba del sanitario en esos momentos, luego Kuehenmud se dio cuenta de que por ese día las canciones ya no le saldrían bien. Y sentenció a Pía mentalmente.

    Roxxy y Janet miraron con precaución la situación. Ya que últimamente Pía y Janice no se llevaban nada bien, era como si estuvieran viendo a Dallas y la guitarrista en una disputa. Pues gracias al tiempo que llevaban viviendo en Los Ángeles, la rubia amiga de Gardner había aprendido a defenderse de las tonterías de Janice.

    Este no era el caso, Pía apretó los labios y miró con desdén a Janice.

    —Vete tú al carajo, estúpida—contestó ofendida. Buscando entre sus cosas de forma violenta, las llaves del charger rojo.

    —No, no, no... querida—sonrió la guitarrista igual de molesta que la bajista—. Porque... ¡Estás despedida, tarada!

    Pía sonrió irónica—. Mejor para mí, nadie necesita tu banda de mierda—sentenció y se metió al interior del automóvil—. Todas, váyanse a la mierda.

    Tanto Roxxy como Janet, se miraron sorprendidas y boquiabiertas por el insulto de la bajista que para esos momentos arrancaba el coche y de forma abrupta aceleró perdiéndose entre las calles. Dejándolas solas... varadas, fuera de la disquera.

    —Genial, Jan—reprochó Roxxy, cruzándose de brazos enfadada—. ¿Y ahora, cómo regresaremos a casa? Si te has dado cuenta ya es algo tarde.

    La interpelada rodó los ojos fastidiada, llevándose la mano a la altura del puente de su nariz—. No se quejen, vayamos a dónde el maldito autobús.

    —¿Por qué le dijiste eso a Pía?—preguntó Janet un poco molesta por la reciente reacción—. Creo que te has excedido con ella... ¿No dijiste que nos faltaba a todas mejorar? ¿Por qué echarle la culpa nada más a ella?

    La mayor rodó los ojos—. Ya cállate, Janet—suspiró fastidiada—. Porque gracias a ella... es que no hemos podido avanzar, siempre está distraída y no pone atención a lo que hacemos. Siempre se atrasa...

    —Pero eso podía remediarse, Jan—dijo Roxxy, interviniendo en una discusión que podría acarrearle menos miembros en la banda—. Fuiste demasiado dura.

    —No me importa—terminó y miró con molestia a las otras dos—. No quiero más comentarios acerca del tema. ¿Entendido? Si Pía quiere largarse, mejor para nosotras—Roxxy miró con preocupación a Janet y esta hizo lo mismo—. Mañana mismo pondré un anuncio en el periódico, necesitamos una bajista profesional que quiera ver hacía el frente.

    Nadie más dijo nada y decidieron caminar rumbo a la parada del autobús, pues para su mala suerte. Tendrían que tomar dos buses hasta llegar a Westwood.

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    —¡Por fin, terminamos!—exclamó contenta Dallas, mientras se dejaba caer pesadamente sobre el mullido sofá de piel blanca. Sonrió cuando sintió al otro lado del sillón, el peso de su hermano—. Gracias...

    —No hay de que—suspiró y se llevó el brazo a la cara cubriendo sus ojos—. La próxima vez, cobraré los servicios de limpieza.

    Ambos comenzaron a reír, pues desde siempre se habían llevado bien y ahora reencontrarse a una edad que eran más adultos. Era mucho mejor su relación.

    —Cielos... es algo tarde—dijo la rubia, mirando el reloj en la pared el cual marcaba las diez de la noche—. Se me ha ido todo el resto de la tarde limpiando.

    —Entonces, supongo que debo irme—comentó Blackie, sintiendo el sopor que le daba después de hacer limpieza—. Carajo.

    —Disculpa hermano...

    —No, déjalo así—suspiró—. Yo insistí en venir.

    Justo cuando se levantaba del sofá y daba un profundo bostezo, por la puerta principal, entró Pía Maiocco bastante enojada. Fulminó literalmente a Dallas con la mirada e ignoró al muchacho que miraba todo sin decir palabra alguna.

    —Pía. ¿Estás bien?—preguntó la rubia desde la sala, viendo como subía la otra chica las escaleras dando zancadas.

    —¡Me voy a largar de este puto lugar!—gritó enojada la susodicha y Dallas solo atinó a mirar a su hermano con incertidumbre. Se mordió la uña un poco preocupada

    —¿Qué habrá pasado?—preguntó la rubia, mientras el pelinegro se encogía de hombros.

    —Lo que haya pasado, es mejor que no te entrometas—sugirió y se puso ahora la chamarra de piel con la que había llegado—. Ahora, yo debo marcharme. Ten—le tendió a la menor una hoja con unos números escritos—. Es mi número telefónico, pregunta por mí.

    —Claro.

    —Si puedo, mañana paso a buscarte a tu trabajo para ir a almorzar.

    La rubia asintió y acompaño al muchacho a la puerta. Cuando este atravesó el umbral de la casa, vio llegar a tres chicas que le miraron extrañado, pero él no se detuvo para ponerles atención, sabía que eran las compañeras de casa de su hermana y prefería evitarse malentendidos.

    Solo cuando estuvo sobre la calle, volteó para despedirse de su hermana con una señal de manos y comenzó a alejarse con las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón.

    Vaya día... y una sonrisa se le había dibujado en los labios.

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    Cuando Blackie se hubo ido, Janice reprendió a Dallas con su "Hombres, novios y demás, están prohibidos en esta casa" mientras que Janet, estaba más interesada por saber quien era el misterioso y guapísimo muchacho. Roxxy también quería saber, ya que juraba haberlo visto antes. Pero ante la negativa de la rubia, no pudieron obtener mucha información.

    El ambiente estuvo tenso cuando Pía, bajó las escaleras con su maleta en mano y mirando mal a todas las demás.

    —Cuídense de esta víbora—dijo la bajista, ofendida y sin decir otra cosa más. Salió dando un fuerte portazo.

    Todas se miraron y no dijeron nada, pues la situación era incómoda.

    Minutos después Janice, prefirió subir directamente a su habitación pues sea como sea lo que había dicho Pía si lo resintió.

    Mientras que Janet y Roxxy aprovecharon para bombardear a Dallas con preguntas indiscretas que hicieron colorear sus blancas mejillas. Era como un pequeño perrito regañado, sentada en medio del sofá y frente a ellas de pie, Janet y Roxxy haciéndole mil preguntas.

    —¡Ya dinos quien es!—exclamó Gardner, exasperada.

    —¡Qué no! ¡Métanse en sus malditos asuntos!—gritó, levantándose de su lugar. No iba a decirles que ese chico era su hermano.

    —A mí se me hace conocido—dijo Roxxy, llevando su mano a la barbilla pensativa—. Estoy segura que lo he visto en alguna parte.

    —Anda, Dallas—suplicó Janet—. Dinos quién es ese muchacho tan guapo. ¿Tu novio?

    La interpelada negó con la cabeza y finalmente sonrió, decidiendo contarles—. Su nombre es Blackie Lawless.

    —¿Blackie?—preguntaron ambas curiosas chicas y se miraron sin querer creerle a la rubia.

    —Así es, es guitarrista en una banda de Heavy Metal llamada W.A.S.P.

    Entonces Roxxy abrió los ojos sorprendida—. Creo que ya sé...

    —¿Y qué hacía él, aquí?—preguntó Janet, picara y divertida—. No me digas que...

    —¡No seas vulgar!—exclamó Dallas coloreada y asqueada pues se trataba de su hermano de quien estaba hablando—. No es mi novio, ni mucho menos mi amante o algo parecido. Él es...

    —¿Entonces?

    —¡Carajo, Janet! ¡Es mi hermano! ¡Es mi hermano mayor, Steven Duren! Ese hermano que dejé de ver hace siete años—dijo Dallas ofuscada por haber soltado todo tan de golpe—. Cuando venía de regreso a casa, me lo encontré. El tarado venía coqueteándome junto al baboso de su amigo, cuando se dio cuenta se le puso la cara del color de un fantasma.

    —No lo puedo creer—dijo Janet, sentándose lentamente en el sofá, todavía procesando la información—. Tú hermano... el hermano del que tanto me hablabas.

    Dallas asintió—. Sí, pero ahora, se hace llamar Blackie Lawless.

    —¡Ya sé dónde lo he visto!—exclamó Roxxy, sobresaltando a ambas rubias—. ¡Sí! Yo he visto a ese muchacho en el Whisky, una de las veces que tocamos ahí, él estaba entre el público bebiendo y riéndose con unos amigos suyos.

    —¿De verdad?

    —¡Si!

    —Y bueno, vino a ayudarme con la casa—confesó y las dos chicas suspiraron.

    —Discúlpanos—dijo Roxxy—. A veces olvidamos eso... no eres nuestra sirvienta.

    —Eso mismo dijo Blackie.

    Para la mañana siguiente, todas hacían sus tareas como comúnmente, a excepción de que esta vez ya no había quien las llevara a la productora. Pues Pía se había marchado muy enojada durante la noche anterior, en ese momento, terminó de colocarse unos aretes frente al espejo y colocarse un saco de amplias hombreras de color blanco.

    Decidió por un pantalón entallado de color negro y su cabello rubio alborotado.

    —Me voy a trabajar—dijo Dallas—. Pasaré al super mercado, nos hacen falta algunas cosas en la casa—no espero contestación pues sabía que sus compañeras estaban también apresuradas.

    Cuando salió, miró su reloj de muñeca y vio que todavía llevaba bastante tiempo para pasar a comprar algo de desayunar. Pero antes de que llegara a la parada de autobús vio como un automóvil de color negro se acercaba lentamente hasta parar a un lado de ella.

    —Hermano...

    —Sube, te llevaré.

    —¿Qué haces acá?

    Blackie en esos momentos, llevaba unos lentes oscuros que ocultaban sus azulados ojos pues cuando regresó a su departamento con sus compañeros de banda, decidieron irse al Girls Girls Girls! Y ahí mismo, se había encontrado a los chicos de Mötley Crüe. Donde todos terminaron inhalando cocaína, bebiendo y follando con las prostitutas del club nudista. Y cuando se dio cuenta, la mañana estaba por llegar.

    Y bueno... ahora conducía por la ciudad, a un lado de su hermana rumbo al trabajo de esta.

    —No te ves bien—dijo Dallas al ver que el mayor, buscaba entre sus cosas algo.

    —Esto no es de tu incumbencia, pulga—comentó, al mismo momento en que giraba el volante a la derecha y encontraba su cajetilla de cigarrillos—. Mi vida es mi vida, y punto.

    —Eres imposible—comentó ella cruzándose de brazos—. Recuerda que trabajo en la editorial del Sunset, en Hampton Book's.

    —Sí, vayamos.

    —Brother Lawless—comentó ella de repente, llamando la atención del pelinegro que ahora soltaba el humo del cigarro por la boca y la miraba sin entender exactamente que quería decir la menor—. No, no es nada... pero me agrada haberte encontrado hermano.

    —A mí igual, pulga.

    Los dos sonrieron y siguieron el camino de la carretera.
     
  12.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
    Miembro desde:
    12 Enero 2008
    Mensajes:
    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    7342
    Capítulo X. Apuestas.

    Pocas cosas habían cambiado desde que Blackie Lawless había entrado nuevamente a la vida de Dallas. Pues ella seguía trabajando, literalmente cuidando de cuatro chicas de veinte años que parecían más niñas de diez que otra cosa, quehaceres y más... esa era la vida de Dallas, que aunque consideraba pesada, no se quejaba pues era libre.

    Incluso, desde que se reencontró con su hermano, había sido más difícil poder coincidir con Steven Adler, el baterista de una banda forajida llamada Guns N' Roses, pues según las palabras del rubio de hermosa sonrisa, estaban comenzando a tener reconocimiento gracias al arduo trabajo de su mánager, Vicky Hamilton.

    Una de tantas tardes, entre la música y la gente que se encontraba en el Rainbow, Dallas, Steven y Slash compartían un par de cervezas. Al mismo tiempo que conversaban animadamente.

    —¿Entonces pudiste encontrarlo?—preguntó Steven, mientras dejaba la botella de cerveza y ahora se comía con mucho ánimo un nacho.

    —¡Sí! ¡Fue fabuloso, jamás me lo imaginé!—Dallas en esos momentos, les contaba sobre el cómo se reencontró con su hermano.

    —Me alegro por ti—dijo Slash, bebiendo tranquilamente. Pues Hudson era un joven bastante tranquilo y siempre andaba al lado de Steven.

    —¿Y ustedes, qué tal?—preguntó la rubia, mantenían una conversación casi a gritos por el volumen de la música—. ¿Dónde están esos excelentes músicos de los que me hablaron el otro día?

    Slash sonrió y asintió—. Seguramente, están borrachos en el departamento.

    —Créele—dijo Steven animadamente—. Esos no salen para nada, si no es para tocar o para ir a ver tetas en el Girls Girls Girls!, no salen—continuó sin darse cuenta de que Dallas le miraba un poco molesta—. ¿Qué?

    —Nada—rodó los ojos, y Slash suspiró al ver que su rubio amigo había metido la pata—. Es solo que... ¿Qué diablos encuentran de atractivo en un lugar cómo ese?

    —Lindas tetas y culos—confesó el moreno de rizados cabellos oscuros—. No lo tomes personal, nena, pero es más que la simple verdad y en muchas ocasiones. Sexo barato.

    La rubia les miró con repulsión unos segundos para finalmente suspirar, no tenían remedio. Parecía que todos los que conocía, se iban a meter a ese condenado club nudista del Sunset. Prefería cambiar de tema, porque hasta el tarado de su hermano se había ido a ese lugar.

    —Un día te llevaremos—sugirió Slash, divertido al ver el rictus amargo de la chica.

    —¿Qué?

    —Lo que has oído—comenzó de nuevo—. Iremos... y te gustará.

    Steven comenzó a reír sonoramente al ver a su amigo molestando a la rubia. Las mejillas pálidas de Dallas se colorearon de vergüenza y coraje por lo que Slash acababa de decirle.

    —¿Estás demente?

    Nou~ —dijo cantarín sin dejar de retar con la mirada a la rubia—. Vayamos este mismo viernes. Y puede que allá conozcas a Axl, Izzy y Duff.

    —¿No es más fácil que los conozca, aquí? ¿En un lugar decente?

    Ambos hombres comenzaron a carcajearse, provocando que la gente les prestara atención por sus simplezas. En esos momentos la joven no sabía ni dónde meter la cara, todo era muy vergonzoso. Así que se levantó de golpe de la mesa y se dirigió al sanitario, necesitaba aire.

    Ese par a veces eran insoportables, no entendía como de repente Steven pasó de ser un chico muy lindo, caballeroso y educado... a eso... ¡Ah sí! ¡Ya le habían agarrado confianza! El baterista nunca había dejado de ser lindo, pero ahora se pasaba a veces de lo confianzudo con ella y ese Slash ni que lo diga... desde el primer día que se conocieron, estaba ebrio y le dijo cara de ardilla.

    Se miró frente al espejo y cada que lo hacía, le gustaba lo que veía pues ya no era más esa chica bajo el yugo de dos padres hiper católicos y fanáticos. Ya no... ya no quedaba nada de esa chica que no usaba maquillaje y usaba ropa una talla más grande para ocultar su belleza femenina. Cuando pasó al sanitario y estuvo lista, salió por donde entró.

    Y decidió regresar a dónde ese par todavía se reía.

    —Ya basta, no es gracioso—dijo Dallas, enfurruñada.

    —Es que... lo que dijiste sobre un lugar decente—continuó Slash—. Ni aquí es decente, muñeca.

    —Pero al menos yo no me entero...

    —¿Ah no? Mira a tu derecha disimuladamente, cariño—dijo Steven, sonriéndole ampliamente y luego bebió de su cerveza. Dallas hizo lo que se le pidió y se quedó de piedra al ver que gracias a toda la gente que había en el lugar, algunos bailando, otros bebiendo y fumando, nadie se daba cuenta de la pareja que se encontraba practicando sexo oral.

    Una chica pelirroja, muy guapa, arrodillada frente a las caderas de su pareja y muy gustosa mimaba con su boca el enardecido trozo de hombría.

    Desvió inmediatamente la mirada, colorada... ¡Dios! ¿Qué había visto?

    Se cubrió la cara con las manos pues sentía su cara arder en pura vergüenza.

    —Es de lo más normal—dijo Slash—. A cualquier hombre le gusta que le hagan una buena mamada.

    —¡Saúl!

    —¿Qué?—se encogió de hombros—. No estoy diciendo más que la verdad.

    —Recuerda que Dallas, todavía es virgen, Slash—continuó Steven, no quería burlarse pero las caras que hacía su amiga daban para eso y mucho, mucho más.

    —¡Oh mierda, está bien!—ambos chicos dejaron de reír y miraron a la fémina atentos—. Iré con ustedes al Girls Girls Girls!

    Los ojos de Steven se abrieron sorprendidos al escuchar esas palabras salir de la boca de Dalla—. ¿Lo dices enserio?

    Slash sonrió, mostrando sus dientes blancos, malicioso—. Hagamos esto más interesante. ¿Quieren?

    —¿Qué planeas?

    —Si Dallas, no va... deberá pagar una borrachera completa. ¿Les parece bien?—sugirió encantado de ver la cara amarga que hizo la muchacha.

    —¿Y si yo gano? ¿Y sí, si voy?

    —No nada más es ir, mirar e irte—continuó Slash con la idea macabra que se había formulado en su mente. Él deseaba ver a la muchacha, en acción. Era una fantasía retorcida que tenía en su mente desde el mismo momento que la conoció, pero ahora podría jugar con ella de esa forma.

    —¿Entonces?

    —¿Slash, hermano... qué estás tramando?—preguntó Steven, divertido. Pues él conocía lo que el moreno pensaba y deseaba acerca de Dallas.

    —Un beso. Un beso con una stripper.

    —¿Qué?—el rostro de Dallas se blanqueó todavía más, haciéndola ver como un fantasma. Agradecía estar sentada porque las piernas le temblaron de solo imaginarse besando a una... una... ¡No! ¡Ella no podría hacer eso! ¡Jamás!—. ¡No lo haré!

    —Entonces ve pagando de una vez querida. Y yo quiero un buen whisky esta vez...

    —Slash... creo que ahora si te estás pasando, viejo...

    —Lo haré. Un maldito beso y después ustedes par de cabrones—ambos comenzaron a reírse al escuchar las palabrotas que Dallas recitaba—. Me ayudaran a limpiar mi puta casa de mierda. ¿Entendido? ¡Una semana!

    —¡Hecho!—exclamaron los tres al momento que chocaban palmas y tras mirarse los unos a los otros, volvieron a reír a carcajadas. Aunque Dallas, sinceramente no pensaba besar a otra mujer y mucho menos a una stripper.

    —¿Y cuándo iremos?—preguntó de la nada la rubia.

    —Alguien parece ansiosa—se rio entre dientes el guitarrista de Guns—. ¿Ya quieres saber que se siente besar a una chica?

    Se sonrojó por la broma de mal gusto y negó—. E-estoy más interesada en c-conocer a sus amigos.

    —Lo que tú digas, Duren.

    —No me llames más así—pidió la chica, mirando a Steven a los ojos—. Ahora soy Lawless...

    —¿Cómo tú hermano?

    —Sí.

    Auush~ Lawless Conspiracy—dijo Slash divertido al ver que Dallas asentía pero no cambiaba de parecer—. Está bien, está bien... Lawless... ¿Te parece si vamos el próximo viernes?

    —Después de mi trabajo—dijo ella decidida a ganar—. Nos veremos aquí mismo en el Rainbow a las ocho de la noche.

    —Perfecto.

    —Qué así sea.

    Después de eso, tras mirarse nuevamente comenzaron a reír y terminarse la cerveza que habían venido a consumir.

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    Muchos negocios pagaban los viernes y a los jóvenes les caía de perlas. Pues aunque el inicio de la semana no tuvieran dinero, ellos aprovechaban para salir a bailar a las discotecas o como muchos chicos de la zona, gastarlo en mujeres, alcohol y droga. Claro que sí... incluyendo chicas que estaban apegadas a ese ambiente viciado.

    Tal no era la excepción para el resto de Vixen, aquellas chicas, habían tenido problemas para encontrar una bajista que fuera buena y que sobre todo... aguantara el carácter de Janice. Esa noche, todas habían cobrado ya que gracias al ultimátum de EMI tuvieron que encontrar empleo pronto, así que llenas de golosinas y algunas cervezas estaban dispuestas a pasar el resto de la noche en su departamento.

    Todas menos Dallas...

    Justo en ese momento salió de bañarse, una toalla blanca enredada a su cuerpo y cabello... escuchó en la parte de abajo el pequeño alboroto y sonrió.

    Al entrar a su habitación se encontró con la figura seria de Janet Gardner sentada en su cama, con los brazos cruzados al igual que las piernas.

    —Jann... ¿Qué haces aquí?—preguntó la rubia, que ahora cerraba la puerta de su habitación para que nadie más pudiera entrar.

    —¿A dónde irás?

    —Saldré con Steven y Slash, es todo—dijo ella como si fuera lo más normal del universo. Y era verdad... aunque últimamente, no le contaba nada a Janet por la reciente caída de Vixen. Prefería que su mejor amiga mantuviera la cabeza centrada en su banda y en todo lo que conllevaba.

    —¿Por qué no me dijiste que saldrías?—volvió a reprochar, inflando las mejillas.

    —Jann, no tuve tiempo—contestó mientras buscaba en el cajón de su closet ropa interior fresca y limpia para ponerse. Dándole la espalda y evitando que su amiga viera su total desnudez, aun con la toalla alrededor de su cuerpo, deslizó unas bragas de color blanco con encajes y sin mirarla hizo lo mismo con el sostén—. No lo tomes personal... pero has estado muy ocupada con las chicas y yo no quiero intervenir

    —Pero pudiste haberme preguntado si quería ir contigo—en esos momentos Janet, veía muy alejada a su pequeña amiga. Ya no veía a la santurrona Dallas Duren, no... esa ya no era su amiga, a la que tenía en frente era a Dallas Lawless.

    La rubia suspiró y negó con la cabeza—. Esta vez no puedo llevarte, Jann... lo lamento—no podía decirle a su amiga, en el lío en el que solita se había metido por estar peleando con Slash. Además de que a Janet no le parecería nada cool la idea y pondría muchos peros para evitar que fuera a su cita pactada.

    Algo le decía que esa noche iba a ser muy diferente a las otras.

    —¿Cuándo fue que nos alejamos tanto?—preguntó la vocalista dolida ante la espontaneidad de su amiga. Con todo y sus reproches, seguía arreglándose para salir a quien sabe dónde, conocía a Steven y Slash, pero aún así le hubiera gustado pasar la noche del viernes con Dallas.

    La susodicha suspiró y cuando encontró un jeans de mezclilla con una rodilla rota, decidió poner atención—. No lo sé, Jann... no lo sé...

    —Todo es por Janice. ¿Verdad?

    La otra negó—. Yo sé que no le agrado a Janice, me di cuenta desde el día que nos presentaste. E incluso cuando intentó disuadirme para que yo no viniera con ustedes a Los Ángeles... así que no... no es por ella, quizás entre mi trabajo, el hecho de que no me ayudan con los quehaceres de la casa, me tienen cansada—dijo y luego fue a buscar un blusón que encontró de color negro y un enorme cinturón de color plateado que hizo excelente juego con su figura, dejando uno de sus hombros al descubierto junto al tirante del sostén blanco—. No es tu culpa, yo te quiero mucho—Janet estaba enojada al ver que Dallas no paraba con lo que estaba haciendo y la vio incluso calzarse unas plataformas de terciopelo con los dedos al descubierto.

    —¡Ya basta! ¡Yo quiero a mi amiga, conmigo!—exclamó, poniéndose de pie y fue a abrazar a la guapa muchacha que aun sin maquillaje se veía muy bien.

    —Yo también te quiero, Jann—regresando el abrazo un momento, pero luego se separaron—. Pero... por hoy deberás entenderme, tengo que apresurarme e irme.

    —¿Puedo ir contigo?

    —Esta vez, tendrás que disculparme—contestó, conectando la secadora a la luz y empezó con el cepillo. Para darle a su cabello ese friz tan conocido, todo ante la mirada llorosa de Janet.

    Ella sentía que tenía la culpa de que Dallas se encontrara tan sola en esa casa, pero no se arrepentía de haberla traído a Los Ángeles, sino todavía estuviera con sus padres siendo la sosa niña que siempre fue su amiga desde que llegó a Minnesota. Suspiró y volvió a sentarse en la cama... de verdad quería saber que estaba pasando con su amiga.

    —¿No te haré cambiar de opinión, verdad?—preguntó Janet.

    —Lo siento, Jann... de verdad me gustaría que vinieras conmigo. Pero... solo por esta ocasión, no puedo—sonrió al espejo, mostrándole su reflejo a Janet.

    —¿Te vas a encontrar con un chico, cierto? Y no quieres que haga mal tercio... o... ¡Espera! ¿Sales con Steven o Slash?

    La otra negó—. Algún día te contaré.

    Cuando estuvo lista y su cabello alborotado, lo fijó con laca, se perfumó y finalmente se maquilló. Esa noche tampoco le había dicho nada a Blackie de que saldría, ya que conociendo a su hermano, posiblemente este dejaría de hacer sus cosas para estar con ella. Reprochándole esa tonta apuesta, porque sí... era tonta, pero quería ganar.

    Bien merecido se tenía descansar por una semana del quehacer de esa casa y; si Slash y Steven perdían, harían todas esas labores domésticas por ella. Solo por eso le demostraría a ese par que ella era la mejor.

    Para completar su atuendo, buscó entre sus cosas, un par de calentadores que se puso en las espinillas de un color rosa fiucsa que resaltaba muchísimo todo su atuendo negro. Y para finalizar su look, buscó un blazer que se asemejara al color de sus calentadores, aunque dos tonos distintos, logró lo que quería.

    Se veía muy bien. Esta ocasión, en vez de aretes grandes pegados al lóbulo de la oreja, prefirió usar arracadas grandes con pedrería.

    —Te ves hermosa—dijo Janet—. Nunca me imaginé que dejarías de usar tus ropas de abuela.

    —Cállate—se rio la interpelada y abrazó a su amiga que todavía mantenía congoja—. Prometo contarte en que ando, cuando regrese. ¿De acuerdo?

    —¡De acuerdo!—recuperado el ánimo.

    Dallas suspiró aliviada cuando la sonrisa de Janet regresó a sus labios e incluso se emocionó de verla, elogiarla sobre su cambio de look y actitud. Tan diferente a la chica que conoció en St. Paul. Posiblemente siempre había sido así, pero la represión de sus padres la hacían ser una chica insegura de sí misma, ya no más.

    Cuando bajaron por las escaleras, Roxxy ni Janice, dijeron nada. Solamente miraron a Dallas que se despedía de una sonriente Janet.

    —¿Y esta a dónde va?—preguntó Janice, seria.

    Mientras que Janet, antes de darle la cara a su amiga rodó los ojos por la forma despectiva que la guitarrista tenía al hablar de Dallas—. Saldrá con su hermano—mintió para que ninguna de las dos hiciera más preguntas y así fue.

    Pues en la señal televisiva estaban dando Saturday Night Fever con John Travolta. Y era una de las películas favoritas de las tres adolescentes.

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    —¿Enserio crees que vendrá?—preguntó Steven Adler a su moreno amigo de rizados cabellos negros, al momento que se tomaba de un sorbo la cerveza en mano—. Yo digo, que nos quedaremos aquí como idiotas esperándola.

    —Sé que vendrá—sonrió Slash, convencido de que Dallas llegaría aunque no cumpliría su apuesta y ellos ganarían—. Sé que lo hará...

    —¿No es más fácil que nos diga que se quedará en su casa como chica buena y ya? Yo tengo ganas de largarme al club de una buena vez.

    —Debes esperar Adler—sentenció el moreno—. Además, mamá Izzy todavía no tiene a sus hijos listos para salir—ambos comenzaron a reír por el apodo al otro guitarrista—. Ya sabes que Duff y Axl se tardan muchísimo.

    El rubio rodó los ojos—. A veces pienso, que tú y el zanahorio terminarán juntos como los dos malditos maricas que son—Slash le dio un fuerte golpe con el puño cerrado—. ¡Ouch! ¡Estúpido!

    —¡Ya cierra la puta boca, cabrón!

    Antes de que Steven pudiera seguir peleando, vieron en el umbral del bar una cabellera frizada y rubia. La reconocieron al instante de que comenzó a buscarlos con la mirada, el rubio no pudo evitar levantar la mano para llamar su atención y hacer que fuera con ellos. Por atrás Slash, estaba ansioso de ver a la joven perder en cuanto fueran al club nudista.

    —¡Pensé que no llegabas!—exclamó Adler, abrazando a la muchacha con efusividad y ella lo recibió más tranquilamente—. ¿Estás lista cariño?

    Dallas lo pensó un poco pero asintió—. Estoy preparada mentalmente, para ver hombres degenerados dando su dinero a chicas que muestran su cuerpo por casi nada.

    —¿Casi nada, eh?—se burló Slash—. Querida, esas chicas ganan en una noche mucho más que tú y yo juntos. He llegado a ver en sus carteras baratas, más de mil dólares.

    Dallas se quedó callada... no tenía cómo discutirle al moreno lo que decía pues era verdad.

    —¿Y bien? ¿Quieres entrar en confianza?—preguntó Steven, ofreciéndole una botella de cerveza que aceptó de buenas a primeras. Se había descubierto como una buena amante de la cerveza y ahora tras darle un trago sintió el burbujeante sabor atravesar su garganta.

    Esa noche la música estaba más fuerte de lo normal y muchos chicos venían de todas partes aledañas para pasar un buen rato en el Rainbow. Música de los 70's sonaba en todo el lugar y la pista de baile iluminada por luces de colores era un plus para el lugar, sin omitir la enorme bola de cristales de disco. La gente joven se reunía para bailar varias canciones conocidas y los recientes éxitos de The Bee Gees.

    —Esto te va a encantar—dijo Slash malicioso—. Se lo que te digo.

    —Algo en tu tono de voz, comienza a provocar que me haya arrepentido de haber venido.

    —Tranquila nena—concilió Adler—. Todo estará en orden. ¿Qué puede salir mal?

    La rubia suspiró y sintió que una revolución se instaló en su estómago cuando tras un rato más en el Rainbow, aquel par llenos de alcohol en su sistema, decidieron arrastrarla al Girls Girls Girls!, no muy segura los siguió ya que el club estaba a un par de cuadras sobre la enorme avenida del Sunset.

    Antes de cualquier otra cosa, se detuvieron a comprarle a un latinoamericano un cigarrillo suelto y aspiraron el humo con gusto. Incluso ella, decidió comprar uno para poder tranquilizarse antes de entrar a ese lugar lleno de testosterona y olor a sexo. Pues conforme avanzaban, se arrepentía de estar yendo hacía el lugar pactado. En enormes letras de neón en color azul y rosa se levantaba el anuncio de Girls, Girls, Girls! Nude's Club. Shots all Night, Men's Clubs, y en la Puerta del lugar, un enorme hombretón que estaba revisando a todos aquellos que entraban al club.

    —¿Lista?—preguntó Steven, sin dejar de sonreírle.

    Tragó pesado, pues nunca se imaginó estar en una situación como esa. Si un año y medio atrás le hubieran dicho que entrara en un club stripper, ella se hubiera ofendido, pero hoy solamente estaba atenta a cumplir una apuesta. Bien... era ver, admirar la desnudez de otras chicas y besar a alguna... ¿No era tan difícil verdad? ¡Carajo que sí! ¡Ella jamás había besado a nadie y no pretendía que su primer beso fuera con una jodida stripper! En esos momentos odió mínimamente a ambos músicos porque ella no quería que fuera así, todavía conservaba esa tontería del beso del primer amor.

    —Identificaciones—salió de su sopor mental, cuando ya se encontraba frente a ese enorme guardia de seguridad. Que cuando la vio levantó una ceja con curiosidad marcada en sus duras facciones.

    —¿Eh?—se quedó pasmada, mientras Steven y Slash se reían al momento que sacaban sus ID—. Este... ¡Ah, sí, sí... aquí la traigo!—sacó de su cartera, su identificación que la acreditaba como mayor de edad, entregándosela al enorme hombre que la examinó con detalle. Buscando algún indicio de falsedad en la misma, aunque se encontró con que la chica no era residente de California, sino de Minnesota.

    Tras observar los sellos federales a marca de agua en la credencial y observar con detenimiento la foto y luego a la chica; finalmente se la entregó.

    —Bienvenida—dijo todavía no muy seguro del que hacía la chica en el lugar. Cuando enfocó su mirada en Slash y Steven, les permitió la entrada de manera rápida ya que ese par eran clientes frecuentes.

    —Gracias—dijo Dallas extrañada al ver que sus amigos no tuvieron tanto problema—. ¿Qué fue eso?

    —Quizás ya nos reconoce—comentó Slash como si nada y buscó con la mirada una mesa dónde poder acomodarse.

    —Allá hay lugar y se ve cómodo, ya que faltan Izzy, Axl y Duff.

    —Vayamos.

    El trío de amigos fue rumbo a la mesa vacía en ese ambiente de luces rojizas, moradas y naranjas que daban el tinte de ser un lugar erótico. Una alfombra felpuda en color rojo quemado adornaba todo el piso del lugar, y por todos lados, había mesas de color negro de tres a cuatro sillas. Cerca de la barra estaban las periqueras que eran usadas por algunos hombres más grandes que otros.

    Y el espectáculo principal, por todas partes había guapas strippers en poca ropa y una que otra sin sostén, mostrando pechos al aire y únicamente se paseaban en una diminuta tanga. Dallas intentaba no mirar pues le causaba vergüenza.

    —Anda—dijo Slash, dándole un pequeño empujón—. Si te quedas mirando... comenzaré a creer que te gusta.

    —¡Cállate!

    Mientras ellos se acomodaban, en el mismo lugar acaba de entrar Blackie Lawless, junto a Randy Piper, Rik Fox y Tony Richards. Después de haber tenido un ensayo musical exitoso y un largo día de trabajo, nada mejor que venir a malgastar los billetes que ganaron esa semana.

    —¡Yo invito la primera ronda!—exclamó Tony, encantado de ver hermosas chicas bailando en las tarimas de tubos dorados y luces de neón.

    —¡Andando, que la noche es joven!

    De la misma forma, entró un grupo de jóvenes de extravagantes peinados y ropas desgarradas. Parecía que acababan de salir de una presentación por la enorme cantidad de maquillaje que llevaban en sus rostros, un alto y delgado muchacho, otro de cabello alborotado y ojos verdes, un rubio y uno que traía una botella de vodka en la mano pero con mala cara.

    —¿Por qué tenemos que venir a este jodido lugar, cada que terminamos un show?—se quejó el más maduro de todos.

    —Alguien está enfadado—dijo el rubio, colgándose del cuello del pelinegro—. ¡No seas aguafiestas, Mick!

    —Son unos idiotas...

    —Vayamos a divertirnos, T-Bone—dijo el pelinegro, y siguiendo la cantaleta del rubio se acercaron a una mesa en dónde inmediatamente una mesera con un traje de enfermera sexy, se acercó para atenderlos y de paso, dejarse manosear por los chicos recién llegados.

    Por el mismo lugar que acaban de llegar, entró un alto y delgado muchacho de cabellos rubios hasta los hombros, su cabeza adornada por un kepi militar y ajustados pantalones de mezclilla. Una camiseta sin mangas y varias pulseras en las muñecas de sus manos, detrás de él entró uno más bajito, de negros cabellos, su cabeza adornada por una especie de boina francesa. Una camisa blanca, un chaleco negro de piel y un pantalón de algodón del mismo color que su chaleco y zapatos. En sus labios había un cigarrillo y miraba el lugar con naturalidad.

    Finalmente, entró el más llamativo de los dos, un pelirrojo de ojos azules que miraba con desdén a todo aquel que le mantuviera la mirada por más de dos segundos, engalanado en unos jeans de mezclilla, botas vaqueras de color ocre, una camisa de animal print abierta hasta la mitad del pecho y una chaqueta de cuero negra.

    —Allá están—dijo el más alto de los tres, comenzando a caminar—. Y miren nada más con que bombón están.

    —Seguramente es una de estas zorras—contestó el pelirrojo, como si nada, arrastrando los pies detrás de su alto amigo.

    —Opino que es linda, y no creo que sea una stripper, Axl.

    —No comiences a sermonearme, Izz—contestó el pelirrojo de manera seria y fue cuando notó que efectivamente la muchacha con la que charlaban Steven y Slash, no era una de esas mujerzuelas del lugar.

    Esa noche de viernes, el club estaba casi al full de su capacidad ya que por la entrada, se hizo presente una de las bandas más importantes hasta ahora en América. Los chicos de KISS, acababan de atravesar el umbral del club, se hizo bastante alboroto pues detrás de ellos venía todo su cuerpo de seguridad y muchísima gente de la prensa que intentaba hacerse con una foto de los jóvenes.

    Pues en esos momentos, venían seguramente de dar un concierto ya que en sus rostros todavía permanecía el maquillaje característico de cada uno.

    Una mujer engalanada en un abrigo de piel de color morado y largas piernas, una piel de color canela y rizos rojizos como el fuego. Se acercaba inmediatamente hasta los cuatro individuos.

    —Rouse—saludó el Chico Estrella, tomando la mano de la madura mujer y besándola—. Qué gusto verte.

    —El gusto es mío, cariño—sonrió encantada al ver a Paul ser tan caballeroso con ella, se conocían desde hacía un par de años pues en una de las presentaciones de KISS en la ciudad, ellos como muchas otras estrellas de rock, habían llegado a su club nudista—. ¿El mismo lugar de siempre?

    —Yo creo que sería lo más adecuado—dijo Gene Simmons, mirando un poco incómodo a toda la gente que estaba en el sitio—. Algo privado, por favor.

    —Así será—dijo la mujer y chasqueó los dedos, haciendo que cuatro hermosas bailarinas se acercaran—. Trátenlos bien... —dijo y les indicó un área más privada del club para que tomaran asiento—. Sharise—la rubia que venía acompañando a Erick, se detuvo y miró a la que era su jefa—. Ofréceles solo lo mejor.

    —Sí, Rouse.

    Si en definitiva, esa noche muchos iconos que fueron a futuro muy famosos. Llegaron al Girls, Girls, Girls! A pasar una noche de pelos y degenere.

    Mientras Dallas quien había ignorado todo lo que había pasado en ese lugar, pues en esos momentos se encontraba bebiendo su tercer Martini seco, ya que cuando Axl Rose la había conocido, inmediatamente se había lanzado sobre ella como un cazador.

    —Vamos, vamos Dallas—dijo Steven divertido—. ¡Debes cumplir una promesa!

    —¿De qué hablan?—preguntó Rose, interesado al ver con recelo a Steven y Slash tan insistentes con la muchacha.

    —Mierda—masculló todavía no sintiéndose tan gallarda como para hacer lo que ellos querían.

    —¡Tienes que hacerlo! ¡Si no ve sacando esos billetes y ve por mi botella!

    —Mejor di que te rindes, nena—sugirió Steven y entonces hasta el mismo Duff se sorprendió cuando la rubia se levantó, dando un golpe con la mano cerrada sobre la mesa.

    —¡Lo haré! ¡Les demostraré aquí y ahora que ustedes son unos maricas!—exclamó, mientras salía de su asiento entre Steven y Slash—. Pero primero debo ir al baño...

    —Por ahí—indicó Axl con su dedo índice y la rubia asintió.

    Todos miraron su hipnotizante pero inconsciente ondular de sus caderas al caminar, enmarcando con cada paso su trasero que ahí más de un hombre exceptuándolos a ellos... miraron el corazón que se formaba, torneado y seguramente delicioso.

    Solamente los dos susodichos entendían las palabrerías sin sentido de Dallas, pero Axl, Izzy y Duff no...

    —¿Qué están haciendo, idiotas?—preguntó McKagan al momento de beber una cerveza.

    —Es una apuesta—continuó Steven, sonriendo de medio lado al ver que Dallas tenía sus azules ojos encendidos en determinación—. Espera y lo veras.

    —¿Qué va a hacer?—preguntó Axl inconforme.

    —Es simple, tiene que besar a una stripper frente a nosotros—dijo Slash sonriente a lo que Izzy dejó de prestar atención a una bailarina en el escenario y volteó completamente a vera Slash.

    —Eso sí me interesa—dijo y se acomodó la boina—. Definitivamente, yo quiero ver eso...

    —Yo también—dijo Duff—. Joder...

    —Como si nunca hubieran visto a dos chicas besándose—continuó Rose, no estaba del todo seguro de querer ver a Dallas besarse con una stripper. ¡Bueno! Acababa de conocerla, no era como si sintiera algo por ella, porque no era nada así, pero no le agradaba que Slash y Steven tuvieran tanta confianza con la joven ya que él había puesto los ojos sobre esa chica de mirada inocente.

    —Tú también quieres ver eso Rose—continuó el baterista.

    Rodó los ojos admitiendo que sí, se le hacía muy sexy y excitante ver a dos mujeres besarse y toquetearse.

    —¿Y el premio es?—preguntó no queriendo mostrar su lado perverso.

    —Si nosotros ganamos—dijo Steven sonriente casi triunfante, señalándose así mismo y Slash—. Dallas tendrá que pagarnos una borrachera, completa. No hay excusas, debe hacerlo.

    El pelirrojo sonrió—. Es interesante y creo algo injusto—se encogió de hombros—. Considerando que ambos son unos malditos alcohólicos.

    —¡Cómo si tú no lo fueras!—exclamó divertido Duff y Axl rio, pues era verdad.

    —¿Y si ella gana?—preguntó Izzy.

    —Tendremos que hacer el aseo de su casa por una semana entera—suspiró Slash—. Realmente espero que pierda... quiero alcoholizarme—los miembros de Guns N' Roses rieron.

    Una mesera les llevó otra ronda de cervezas y un Martini más para la rubia que los acompañaba. A las bailarinas que habían visto a Dallas con los masculinos, se les hacía sumamente raro verla... no era común que una mujer anduviera por ahí y menos en un club nudista. Si llegaban a venir, pero rara ocasión.

    —Algo me dice que si lo hará—dijo Duff, canturreando ya que comenzaba a sentir el alcohol invadir su sistema—. Sé que lo hará.

    —Nosotros apostamos con ella a que no lo hace.

    —Pienso lo mismo que Duff—dijo Izzy—. Aunque sinceramente yo no diré nada ni me opondré porque es algo que si me gustaría ver.

    —Bien, aquí viene...

    —Háganlo interesante—sugirió Rose, cruzándose de brazos y mirando con malicia a amos músicos—. Qué se suba al escenario y bese a Dubái—las miradas de Steven y Slash se dilataron en pura emoción y malicia masculina pues lo que sugería su líder era descabellado, loco, extremo... tan solo pensarlo, sintieron una breve erección.

    —Pero todo mundo la vera, Axl... no se atreverá—dijo Izzy rodando los ojos—. Y menos si viejos rabos verdes la observan y más chicos calientes.

    —¿Estás caliente, amigo?—bromeó Steven y echaron a reír.

    —Solo es una sugerencia—finalizó el pelirrojo—. No es obligatorio eh...

    Tanto el baterista como el guitarrista se miraron, en silencio lo pensaron... aunque sonaba bastante interesante la idea, corrían el riesgo de que Dallas se ofendiera y no volviera a hablarles nunca más. Pero... ¡joder que la idea de Axl era buenísima! No perdían nada en comentarle, picarle el orgullo y gracias al enorme ego que descubrieron que poseía, lo terminaría haciendo.

    Para cuando Dallas regresó a la mesa, todavía seguida por varias miradas lascivas, ella retomó su asiento en medio de los dos muchachos.

    —¿Y bien?—picó Slash—. Nena, es mejor que me digas si quieres dejar aquí la apuesta y solamente paga.

    Rodó los ojos algo fastidiada—. ¡Que no! ¡Ya les dije que lo haría y lo haré! ¡Traigan a esa stripper!—mientras estuvo en el sanitario se mentalizó de hacerlo. ¿Qué más daba? Total era un beso... y nada más.

    —Espera, espera... no comas ansias—dijo Steven, tomándola por los hombros—. Antes queremos hablarte de otra cosa, puedes reconsiderarlo. ¿Entendido?

    La chica no lo entendió pero miró al rubio—. ¿Qué pasa?

    Ante la mirada atenta de los otros cuatro varones sobre ella, esperando para ver su reacción, Steven habló—. Queremos que la apuesta sea un poco más... más intensa—vio que la cara de la rubia se distorsionaba al no entender exactamente que querían decirle—. A lo que me refiero... es que queremos que vayas y beses a esa chica, de ahí—señaló a la stripper que en esos momentos hacía su show, interpretando a una chica policía mientras la canción sonaba de fondo y ella empezaba a desnudarse sensualmente sobre el escenario y abrazar el tubo.

    —¿Qué? Eso no—sentenció la rubia comenzando a enojarse.

    —A cambio—intervino Duff, pues él si quería ver toda la acción—. Todos te haremos el aseo de la casa durante un mes.

    —¿Qué?—preguntó Axl, al ver en lo que se acababan de meter. ¡Y todo por un puto beso! Miró ceñudo a Duff que solo se encogió de hombros divertido.

    —¡Sí un mes entero!—exclamó Izzy, sorprendiendo al resto pues era el que menos se metía en líos de ese tipo. Pero sonrieron mentalmente al saber que también esperaba ansioso por poder ver algo así.

    —¿Enserio?—preguntó Dallas, no muy segura.

    "¡Vamos Dallas! ¡Tú puedes! No seas una niña sosa... ya no eres esa niña que salió toda asustada de St. Paul... ¡Es un beso, joder! Aunque sea con una mujer... y... y... ¿Si te gusta? No, no, no... ¿Qué diablos estoy pensando? Seguramente ya se me subieron los Martinís, sí... eso debe ser... debes considerar que la propuesta de los cinco es bastante atractiva. ¡Un mes entero sin hacer limpieza! Será divertido verlos fregar un plato y tender camas, lavar ropa... ¡Vamos Dallas Lawless, hazlo!"

    —Ya déjenla—dijo Axl, algo molesto al ver que su intento de conquista no caía ante sus encantos y tampoco prestaba atención a ellos en general. Se había ido a un viaje cósmico dentro de su mente.

    —Está bien, lo haré—contestó la muchacha, sorprendiendo a todos en especial a este último—. Subiré allá, dónde está esa zorra, la besaré y le sobaré las tetas con tal de ganar esta apuesta y verlos hacer el quehacer de mi casa durante un mes. ¿Hecho?

    —¡Hecho, carajo!—exclamó Slash encantado y volvieron a estrechar las manos.

    Los chicos de Guns, sonrieron triunfantes al ver que la chica había sido sinceramente muy fácil de manipular. Pues tras un par de minutos, había tomado la mano del baterista para que la llevara hasta el frente de ese enorme club nudista. En esos momentos Dubái terminaba de sacarse la blusa de chica policía quedando únicamente en una diminuta minifalda de color azul marino y sus trabajadas piernas cubiertas por medias de rejilla, largas botas puntiagudas de tacón, y su bronceado cuerpo del torso para arriba, cubierto con su sexy sostén.

    Todo pasó como en cámara lenta para Dallas.

    Pues desde una mesa cercana al escenario, Mötley Crüe disfrutaba de inhalar sus líneas de cocaína y beber cerveza animadamente, los castaños ojos de Tommy se abrieron al enfocar cierta melena rubia, no podría confundirla ya que desde la primera vez que la vio, se enamoró de la fiereza de esos cabellos. Pero sintió un tirón amargo en el estómago al verla tomada de la mano de otro muchacho.

    —¿Qué miras, T-Bone?—preguntó Nikki, quien quitaba su atención de los senos de una stripper para ver que su larguirucho amigo se había puesto pálido, sonrió burlón—. No me digas qué ya te cruzaste...

    —No, nada de eso—comentó Tommy sin voltear a mirarlo, pues estaba seguro de que era la rubia que le había robado el corazón desde la primera vez que la vio.

    —¿Entonces?—preguntó este, viendo la cara de su amigo y siguiendo la mirada de él con la suya, vio a una muchacha que no tenía para nada la pinta de una stripper. Acompañada de la mano de otro sujeto—. T-Bone...

    —Creo que es Dallas—le dijo, todavía sorprendido por lo que estaban captando sus ojos—. Estoy seguro...

    —Viejo no digas tonterías—dijo Sixx, despachando a la stripper y tendiéndole el tubito para inhalar coca—. No es ella, esa chica no vendría a un sitio como este. Ahora ten, toma una línea conmigo.

    Tommy negó y se quedó a la expectativa de ver si era o no era... su corazón latía alborotado cuando la vio subir al escenario, dándole la espalda.

    —Miren eso—dijo Vinnie, encantado al ver a la chica—. Que hermoso trasero...

    —Apoyo lo que dice este imbécil—contestó Mars, seguido de empinarse su botella de Vodka y luego encender un cigarrillo—. Nunca había visto a esa chica aquí.

    —Es porque no es una stripper—dijo Tommy, un poco molesto al ver que sus amigos estaban comiéndose con la mirada a quien él creía que era.

    Sin que la música dejara de sonar, toda la atención de la gente en ese lugar, puros hombres en su mayoría y el resto de las bailarinas exóticas y meseras en el lugar. Prestaron toda su atención a la muchacha que se acababa de subir al escenario con Dubái.

    —¿Qué mierdas irá a hacer?—preguntó Nikki, se había acomodado en la silla.

    —No lo sé, pero no me está gustando esto viejo—dijo Tommy, enardecido en molestia.

    Desde otra de las mesas, los chicos de W.A.S.P. ya bastante entonados y enfiestados hasta la yugular. También miraban muy atentos lo que estaba pasando en el escenario principal. Hasta que los ojos azules de Blackie, se posaron muy abiertos en la espalda femenina que veía, ese cabello... esos movimientos... no podía ser...

    Sintiendo que todo el alcohol se bajaba de su sistema, se levantó de su silla como un resorte dispuesto a averiguar si la mujer a la que estaba viendo era su hermana. ¡Mierda! Si fuera ella... ¿Qué carajos estaba haciendo en un lugar como ese?

    —Ey, Blackie... ¿Qué te pasa amigo?

    —Debo atender unas cosas.

    Tony le miró sin entender exactamente porque de repente el espíritu de su amigo, se había ido por el caño.

    Desde la zona V.I.P. del club,Caar se había visto interesado por lo que pasaba en la parte baja del lugar. Señalándoles a sus amigos que estaban demasiado ocupados con las chicas, lo que pasaba en el escenario.

    —Miren eso—dijo este, curioso—. ¿Qué irá a pasar?

    —Quizás esa stripper se acostó con el novio de esa chica y ahora la golpeará—dijo Gene como si nada, como si hablara del clima. Y ahora volvía a besar apasionadamente a la chica que tenía entre sus brazos, llenándola de su blanco maquillaje.

    —Sea lo que sea, no nos incumbe—dijo Paul, teniendo a cada lado un par de bellas muchachas que le mimaban.

    —Pues yo si quiero ver—dijo Ace Frehley, despachando a la bailarina que le miró mal y se puso al lado de Erick.

    Dallas sentía que el corazón se le saldría pues ya estaba ahí, podía sentir muchísimas miradas sobre su nuca y eso solo le hacía querer salir corriendo. Pero vio a lo lejos la mirada burlona de Axl Rose y el tipo se le hizo pedante, a primera impresión se vio que él quería intentar algo más con ella... pero no lo conseguiría. Así que frunciendo el ceño subió al escenario y la tal Dubái dejó de bailar, solo para mirarla sorprendida.

    —¿Qué quieres?—preguntó a la defensiva.

    —Ganar una apuesta, querida, lo siento—dijo la rubia, soltando la mano de Steven que se cruzó de brazos divertido. Estaba esperando que Dallas realmente perdiera, pero sus ojos se abrieron llenos de sorpresa cuando la vio acercarse a la sexy nudista.

    —¿Apuesta?—preguntó la stripper sin entender exactamente que estaba pasando. Y luego vio todas las intenciones de la rubia para con ella, sonrió entendiendo que era lo que quería. Extendió sus brazos hacía ella, mientras que Dallas la aprisionaba por las caderas enfundadas en la diminuta minifalda de policía.

    —Bésame—pidió la chica, sonrojándose—. Se linda... ¿Quieres?

    Nadie más que ellas dos podían escuchar sus cuchicheos gracias a la música. Desde su lugar Rouse, la dueña del club había cambiado la canción, no se inmutó cuando aquella chica fue a interrumpir a su mejor bailarina, al contrario... el morbo de los hombres le haría ganar mucho dinero por sea lo que sea que esa chica quería.

    —Deberás seguirme entonces—dijo Dubái divertida, pues no era la primera vez que besaba a una mujer—. Tranquila y déjate llevar,

    Justo cuando Blackie Lawless llegó casi al frente del escenario e iba a gritar el nombre de su hermana, las palabras se atoraron en su garganta. Pues cuando comprobó que si era ella... la stripper había estampado sus rojos labios con los de la rubia que solo se dejó llevar tal y como lo había dicho la bailarina.

    Todos los presentes ahí, se quedaron de piedra al ver que ese beso comenzó a intensificarse y silbidos se dejaron escuchar en todo el club. Cuando las manos de Dubái apretaron el trasero de Dallas.

    Esta sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo, al sentir la lengua femenina perpetrar en su boca y luego se estremeció cuando las manos femeninas le estrecharon el trasero. Cerró los ojos, sintiendo como las mejillas comenzaban a arderle por la vergüenza y todas esas sensaciones que nunca había sentido en el cuerpo.

    Sin percatarse, todos los hombres ahí parecían una jauría de animales en celo al verlas besarse. Y una ola más de silbidos se dejaron escuchar cuando la stripper se había sacado el sostén, haciendo que los enardecidos chiflaran más y comenzaran a lanzar billetes hacía dónde ellas estaban.

    —No puedo creerlo... —dijo Slash, atragantándose desde su lugar al ver que Dallas sí había cumplido con su palabra.

    —Mierda—dijo Izzy, ya sintiendo el tirón en sus pantalones.

    —Han perdido bastardos—se sonrió Axl, divertido al ver que sus compañeros se ponían calientes con ese beso femenino—. Ya los quiero ver de perras, limpiando esa casa.

    —Tú también estás incluido en este desmadre, Rose—sentenció Duff, bebiendo de su cerveza mientras disfrutaba lo que veía.

    La mesa de Mötley había estallado en silbidos por parte de Vince, que veía encantado con una sonrisa amplia la situación. Nikki había sonreído morbosamente al ver a las chicas besarse y Mick solamente esbozar una leve sonrisa, tan típico de él. Era reservado después de todo... menos Tommy que se había quedado prácticamente mudo... lo vio levantarse como un fantasma hacía dónde estaba la chica.

    Mientras que los KISS, también se habían quedado sin palabras cuando escucharon a todos esos asnos comenzar a silbar y graznar tonterías. Paul Stanley se había quedado sin palabras al notar a la chica, mientras que Erick y Ace chocaban palmas

    —¡Muy bien!

    —¡Yeah! ¡Eso es!

    Gene no dijo nada pero no pudo mentir que lo que sus ojos veían, le gustaba.

    Cuando el aire faltó en sus pulmones... se separaron, se miraron a los ojos y Dubái solo pudo acariciar la tersa mejilla sonrojada de Dallas. Y luego voltear a ver a todo el público y como en son de victoria, levantó la mano de la chica para mostrar su momento.

    —¡Dallas!

    —¡Dallas!

    —¡Mierda!

    Continuará...
     
  13.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
    Miembro desde:
    12 Enero 2008
    Mensajes:
    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    2099
    Capítulo XI. Reprimendas

    Muchísimos chiflidos y obscenidades se escuchaban en todo el club, de hombres enardecidos por lo que sus ojos acababan de ver. Encantados de ver a dos mujeres hermosas besarse tan profundamente y la última que vitoreaba sobre el escenario, provocaban todo un mundo de testosterona andante.

    Dallas todavía no lograba asimilar lo que había hecho. Pero lo había hecho... e interiormente se sentía poderosa y muy victoriosa, aunque todo le zumbaba los oídos. Tuvo que salir de su ensoñación cuando fue jalada fuertemente por uno de sus brazos.

    — ¡Dallas! ¿Qué carajos estás haciendo aquí?—la profunda voz de su hermano, la hizo regresar los pies al lugar dónde estaba: Un club nudista del Sunsent Strip.

    — ¿Qué?

    — ¡Sí! ¿Qué mierdas haces aquí?—preguntó Blackie, molesto y algo avergonzado. ¡Por Dios era su hermana! ¡Su hermanita pequeña!

    —Oh por Dios... no fue para tanto—dijo ella, sintiéndose molesta y soltándose del agarre del chico.

    — ¿Dallas?—ambos hermanos, se voltearon para encontrarse con Tommy Lee. Entonces el rostro femenino se coloreó avergonzado, de que precisamente ese muchacho que conoció solo hace un par de semanas, hubiera visto lo que acababa de hacer.

    ¿Qué pensaría, ahora?

    — ¿Y tú eres?

    Tommy prestó atención al muchacho de profundos ojos azules—. Soy Tommy. ¿Y tú? ¿Estás bien, Dallas?

    La rubia asintió todavía avergonzada y por mero instinto se había escondido detrás de Blackie.

    —S-sí...

    — ¿Por qué lo hiciste?—preguntó el delgado muchacho un poco aturdido de lo que había visto.

    Entonces los dos muchachos se quedaron viendo a Dallas, quiso contestarles pero nada salió de su boca... luego la tristona mirada de Tommy le dijo silenciosamente que el muchacho estaba decepcionado de ella y se sintió mal.

    — ¿Y bien?

    —Ya, Blackie—reclamó mientras el baterista miraba sin comprender.

    — ¿Él quién es?

    —Es mi hermano mayor—contestó la rubia, mientras que el pelinegro miraba con desconfianza al castaño—. Tommy, él es Blackie.

    —Ya veo.

    —Hermana—habló el bajista de W.A.S.P. —. ¿Quieres dejar de cambiarme el puto tema y explicarme que carajos hacías besando a una stripper? ¿Y sobre todo, que mierdas haces aquí?

    Dallas rodó los ojos y tras un momento, antes de poder responder. Steven llegó a su lado.

    — ¡Ganaste, carajo!—gritó emocionado el rubio—. Pensé que no te atreverías... pero ahora... ¡Oh mierda! Ni porque tendré que limpiar tu casa, dejo de sentirme emocionado.

    — ¿De qué está hablando este tipo?—preguntó Blackie ya molesto de ver que llegaban más tipos que aparentemente conocían a su hermana, puso los brazos en forma de jarra sobre su cintura y esperó.

    —Yo te explico viejo—empezó Adler mientras Dallas se coloreaba de la cara avergonzada y Tommy miraba también todo sin entender—. Bueno... pues mi amigo Slash y yo retamos a Dallas en una apuesta, si ganaba nosotros limpiaremos por un mes su departamento y si perdía debía pagarnos toda una parranda. La apuesta consistió en besar a Dubái.

    —Están idiotas—dijo Blackie y suspiró—. Y tú estás loca.

    —Supongo que no está nada mal—soltó Tommy, sonriendo al entender la situación—. También hubiera hecho lo mismo si de limpiar la casa Mötley se trataba.

    — ¿Eh?

    La rubia sonrió un poco confundida al ver que su hermano, Steven y Tommy la dejaban de lado.

    — ¿Mötley Crüe?—preguntó Blackie—. Entonces me supongo que estás tocando con Nikki. ¿No es así?—vio al larguirucho muchacho asentir sonriente—. Quién lo diría... ¿Dónde está Sixx?

    —Allá viejo—señaló Tommy a donde sus amigos estaban con otro grupo de bailarinas que les atendían después del breve show que la rubia había dado para todo el club.

    —No pensé reencontrarme tan pronto con Sixx—dijo Blackie y se dirigió a su hermana—. No te metas en problemas Dallas, regresa a casa con cuidado y por favor... deja de visitar ese tipo de lugares.

    —Mira quien lo dice—ironizó la muchacha mientras sonreía y sentía como Adler pasaba su brazo confianzudo sobre sus hombros. Pero al sentir la mirada de Tommy, educada se retiró del abrazo del rubio.

    —Bien... ahora vayamos a festejar con los muchachos tu victoria.

    —Claro—sonrió la rubia pero se detuvo a irse con Steven—. ¿Me permites un momento? Iré con ustedes.

    Steven asintió y dejó a los dos muchachos.

    — ¿Estás bien?—preguntó Dallas.

    —Este... sí, estoy bien solo que me sorprendió muchísimo encontrarte en un lugar como este—se rascó el brazo un poco incómodo y desvió su mirada hacía una bailarina que pasaba con solamente su braga puesta, pero inmediatamente regresó la mirada a la rubia—. ¿En serio, fue una apuesta?

    —Sí... no pensé que lo lograría—confesó apenada—. Pero ya había bebido algunos tragos con los chicos y bueno... lo demás ya lo sabes gracias a Stev.

    — ¿Es tú novio?—preguntó incómodo.

    —No para nada. ¿Recuerdas que te conté del chico que me salvó el día que llegué a Los Ángeles? Bueno pues es él...

    Tommy sonrió aliviado—. Bueno, menos mal...

    —No pensé volver a verte. Pasó un tiempo desde la última vez que te vi y nos conocimos.

    —Es verdad—continuó y Dallas le invitó a caminar con ella rumbo a la mesa donde se encontraban los chicos con los que había planeado todo ese embrollo—. Pero no me sorprende encontrarte en este sitio. Todos los hombres que conozco vienen a ver tetas al aire y muy posiblemente buscan terminar entre las piernas de alguna de estas zorras.

    Tommy sonrió y asintió—. Creo que eso es más que obvio.

    Cuando llegaron a la mesa en dónde los cinco chicos que estaban con Dallas, más bailarinas y prostitutas les rondaban. Y algunas de ellas miraron mal a la bonita chica en compañía de Tommy.

    —Chicos.

    Duff, Axl, Izzy y Slash, voltearon a ver a la joven.

    —Sí, si... si vienes a restregar tu victoria, no es necesario—dijo Axl, recibiendo en sus piernas a una stripper.

    —No, Rose—rodó los ojos al ver que el pelirrojo parcialmente la ignoraba porque ella le había dado el avionazo cuando intentó coquetearle—. Quiero presentarles a alguien.

    El resto levantó la mirada para ver al larguirucho muchacho—. ¡Ey, yo conozco a este tipo!—dijo Slash, dejando a la chica desnuda y estrechando a Tommy—. ¡Viejo! Que gusto verte.

    — ¿Ya se conocían?—preguntó Duff, levantando una ceja al ver al castaño más alto que él.

    —Sí, en una de tantas fiestas—comentó Tommy—. Compartimos un par de cervezas y polvos zombis.

    — ¡Excelente!—dijo Slash e invitó al castaño a sentarse.

    —Veo que ustedes también están trabajando en su banda. ¿No es así?—dijo Tommy, interesado de ver a los cinco sujetos.

    —Así es—comentó Axl, acariciando los redondos senos de la stripper—. Guns N' Roses, mi hermano. ¿Y tú?

    —Mötley Crüe.

    —Es un buen nombre, me gusta—dijo Duff al momento de poner en la tanga de una chica un billete de un dólar.

    —Dallas... oye, me dio mucho gusto encontrarte de nueva cuenta. Aunque no aquí.

    —A mí también Tommy.

    — ¿Te gustaría seguir la fiesta en la Mötley House cuando cierren esta pocilga?—preguntó un poco tímido—. Queda a unas cuantas calles del Whisky a Go Go! Y también pueden venir tus amigos. ¿Qué dices?

    La rubia miró al castaño unos minutos, antes de contestarle bebió de una cerveza que Duff le tendió y quiso pedir ayuda de sus dos amigos. Pero rodó los ojos al verlos más ocupados con esas golfas.

    —Encantada—sonrió—. Y estos idiotas, seguramente también querrán ir.

    —Si hay droga y chicas, yo encantado—dijo Steven, al tomar la mano de una chica—. ¡Ya vengo!

    Durante los próximos 50 minutos, Tommy y Dallas conversaban ya que el resto de los muchachos estaban más ocupados con las bailarinas exóticas y mientras más conversaban descubrían que tenían más cosas en común.

    Por otro lado Blackie y Nikki se divertían llenos de alcohol y drogas, junto a bailarinas que meneaban el trasero para ellos. Vince desde hace un muy buen rato se había ido con una chica y Mick empezaba a aburrirse, de vez en cuando era divertido venir al club pero pasado un rato rechazando cuanta zorra se le ofreciera, se le hacía aburrido sin contar el jodido dolor en la cadera al estar sentado en una silla tan incómoda.

    —Idiotas—dijo este, jalando bruscamente a Nikki y Blackie—. Yo me voy, ya se volvió un asco este lugar.

    —Eso lo dices porque no has cogido, anciano—dijo Nikki, disfrutando de desvestir a una chica.

    —Nos vemos mañana, Sixx. Ensayo a las 6—terminó Mick y luego vio al otro pelinegro—. Nos vemos Lawless.

    —Cuídate, viejo.

    Con esto Mick se fue y salió mientras se ponía su chaqueta.


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    —Dallas. ¿Te encuentras bien?—preguntó Tommy al verla ya mareada, y aturdida entre tanta gente.

    —Estoy bien—dijo, quitando las manos del castaño de ella—. Quiero irme, pero estos tarados...

    —Deberás acostumbrarte—le dijo Lee, ayudando a que estas e recostara sobre su pecho—. La mayoría de los días son así, trabajar, venir al Girls, follar, drogarse, seguir la fiesta y dormir un par de horas y comenzar la rutina nuevamente.

    —Mañana es sábado—bostezó, cerrando ya sus ojos—. Podré dormir todo lo que quiera.

    — ¿Quieres que te lleve a casa?

    —Por favor.

    —Espera aquí—dijo el castaño y buscó con la mirada a Nikki y sus amigos, lo vio a lo lejos junto a Blackie el hermano de Dallas—. Iré a buscar un taxi, no tardo.

    La rubia negó y se levantó entre mareos y tambaleos—. Y-yo voy contigo.

    —De acuerdo.

    El delgado baterista, la ayudó a apoyarse, enredando uno de sus brazos alrededor de su estrecha cintura y aquella sensación de mariposas en su estómago se presentó al tocar a la chica mareada. Aunque como buen chico y caballero que era se serenó.

    — ¡Ey Dallas!—la rubia volteó con ayuda de Tommy, viendo a Axl Rose—. ¿Te vas encanto?

    —Sí... no me siento bien. Nos veremos pronto, despídeme de los demás por favor.

    El pelirrojo asintió un poco disgustado al ver que la rubia no tenía el más mínimo interés por él, al contrario, prefería irse muy seguramente a follar con ese alto baterista. Que se fuera al carajo.

    Cuando ambos jóvenes salían, junto a ellos pasaron rodeados de guaruras, el grupo Kiss. Pero al notar que era la muchacha que les había dado un tremendo espectáculo hacía un rato se detuvieron momentáneamente.

    —Oye, chica—dijo Paul Stanley, sonriendo bajo su máscara de maquillaje—. Excelente espectáculo primor—se acercó a ella ante la incómoda presencia de Tommy. El baterista adoraba la música de Kiss, pero en esos momentos Paul no le agradaba precisamente—. Un placer verte en acción primor—besó el dorso de su mano y luego siguió su camino.

    —Nosotros pensamos lo mismo—dijo Erick Caar y Ace Frehley sonrió mostrando su pulgar arriba.

    —Supongo que gracias—dijo Dallas, bastante mareada y apoyándose aun en Tommy.

    Se sintió un poco intimidada cuando Gene Simmons, el enorme bajista de la banda se acercó a ella con una sádica sonrisa que se le antojó aterradora, retrocedió un par de pasos sobre la figura de su delgado acompañante y se detuvo cuando el vampiro le habló.

    —Si un día quieres venir a una fiesta privada de Kiss, primor, llámanos—dijo este, sacando de su extravagante pantalón de cuero una tarjeta—. Solo, mantén este contacto en privado. Considérate afortunada de que te de mi número personal preciosa—tras decir esto, el demonio abandonó el club junto a sus demás amigos.

    Obviamente escoltados por sus guarda espaldas.

    Cuando Tommy y Dallas se quedaron solos, el baterista se sentía un poco incómodo y más cuando la rubia guardó entre sus cosas la tarjeta que Gene Simmons le había dado.

    —Vamos, nena—dijo Lee y cuando consiguió sacar a la muchacha del club. Pudo parar un automóvil y entrar con ella en la parte trasera—. Eh... a West...

    —Westwood—dijo la adormilada muchacha. Acomodándose contra el pecho masculino y aspirando el perfume de Tommy mezclado con alcohol y algo de perfume barato de las prostitutas de ahí. No le desagradó y entre el sopor y el sueño que sentía solo se dejó sumergir.

    —Dallas... ¿Estás bien?

    Asintió y poco a poco se quedó dormida, ignorando que el viaje de regreso con las chicas iba a ser relativamente corto y que los largos dedos de Tommy, acariciaban sus rubios cabellos.
     
  14. Threadmarks: Capítulo XII. La Invitación de Tommy Lee.
     
    Lady Stanley

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    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    5257
    Capítulo XII. La invitación de Tommy Lee.

    Cuando abrió los ojos, la luz del sol le molestaba en el rostro y tuvo que abrir y cerrar los ojos varias veces para acostumbrarse a su entorno. La cabeza le daba vueltas y las sienes le punzaban, como si le estuvieran martillando la cabeza. Sin poder evitarlo, se llevó una mano a los ojos para evitar que los rayos del astro siguieran lastimando su visión.

    Se tapó con una almohada para seguir durmiendo, en la comodidad de su cama.

    Un momento... su cama... ¿Cómo había regresado a casa? Se levantó de golpe de la cama y miró todo a su alrededor, al observar los colores en las paredes y la posición de la habitación, supo que si... estaba en su habitación.

    — ¿Pero qué mierdas?—se dijo, saliendo de las cobijas y poniendo los pies sobre el helado piso de mosaico blanco. Notó que todavía traía la misma ropa con la que se había ido el día anterior—. ¿Qué pasó anoche?

    Al reflejarse en el espejo de su tocador, se dio cuenta del asco que era en esos momentos. Su cabello estaba enmarañado y todo el maquillaje estaba corrido, el delineador estaba tiznando su rostro y el rojo labial pintaba su barbilla... parecía de esas drogadictas que andaban caminando sobre el Hollywood Boulevard durante la noche.

    Se restregó la cara, tomó sus cosas de baño y se encerró en el cuarto de ducha comunal de la casa.

    Todo le daba vueltas y su mente tenía enormes lagunas que le impedían recordar el cómo había regresado a casa. Recordaba todo, menos su llegada.

    —Carajo—dijo molesta, cuando sintió el fétido aroma de alcohol rancio sobre su ropa y con algo de asco se la quitó de un tirón. Quedando desnuda en ese lugar, corrió la cortina de la regadera y abrió el grifo.

    Tras varios minutos bajo el agua tibia, pudo asearse y quitarse el sudor que ponía su piel pegajosa y todos los aromas de su cabello se fueron por el drenaje.

    Poco a poco se sentía limpia y cuando estuvo lista, salió de la regadera. Enredando alrededor de su cuerpo una toalla y otra en su cabello. Se miró en el espejo empañado y vio la limpieza en su cutis y sonrió al ver su rostro al natural como cuando vivía con sus padres en Minnesota.

    Cepilló sus dientes y cuando estuvo lista, salió de regreso a su habitación. Se sorprendió un poco al escuchar el silencio de la casa, aunque no prestó mucha atención necesitaba ponerse al día, tomar el desayuno y ¡Por Dios! Una pastilla para la resaca.

    Al estar completamente vestida, fue a la parte baja de la casa, en la mesa del comedor encontró una nota que solo la hizo torcer los labios.

    "Dallas.

    Estaremos todo el día en el estudio de EMI, no nos esperes a comer. Regresaremos por la tarde.

    Te dejé un analgésico y una bebida energética en la cocina.

    Cuando regrese, me gustaría platicar a detalle contigo.

    Un abrazo.

    Te quiero.

    Janet G."

    Suspiró al saber que nuevamente estaba sola, y al dirigirse a la cocina se molestó al ver una enorme pila de trastes sucios sobre la tarja. Apretó con molestia la nota que Janet le había dejado haciéndola una bola de papel arrugado y la tiró de mala gana en el bote.

    Vio el reloj y se sorprendió de ver que pasaban de las diez de la mañana.

    No tuvo más remedio que buscar sus guantes de látex y comenzar a fregar, lavar y barrer como una triste Cenicienta.

    —Y esos malditos, ni siquiera se presentaron—dijo la molesta chica cuando terminaba de asear toda la cocina. Dejándola como nueva.

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    Por primera vez en mucho tiempo, Tommy, no despertó con resaca de alcohol o drogas. Estaba desvelado, pero no estaba en estado de putrefacción como el resto de sus amigos. Se levantó de forma perezosa e incluso sonrió al ver que Vince no había aparecido durante toda la noche, muy seguramente estaba con alguna chica por ahí.

    Al salir de la habitación, no le sorprendió ver el desastre que muy seguramente Nikki había organizado. Pues cuando regresó de dejar a Dallas en su casa, una fiesta masiva se desarrollaba como noche tras noche en la Mötley House. Había gente que definitivamente no conocía y hasta pudo por ahí visualizar a Blackie, el hermano mayor de Dallas.

    Por ahí andaba Nikki haciendo tonterías y ligando a cuanta chica podía.

    Pero por curiosa que pareciera la situación, no tuvo los ánimos de unirse al degenere de esa madrugada y prefirió irse a dormir.

    Al ver a toda la gente durmiendo dónde podía, incluso vio a los amigos de Dallas. Duff, Steven, Slash, Izzy y Axl Rose que dormían junto a varias chicas que estaban desnudas.

    — ¿Y mi hermana?—preguntó Blackie, se había despertado hace unos cuantos minutos y estaba demasiado adormilado—. ¿Qué le hiciste tarado?

    El castaño se echó para atrás—. Está en su casa, hermano, no tienes nada de qué preocuparte.

    —Espero que me estés diciendo la verdad.

    —No soy un puto violador—dijo Tommy algo molesto, pero decidió no darle mucha importancia a Lawless ya que estaba muy probablemente sufriendo los estragos de la fiesta o todavía estuviera ebrio—. Nos vemos.

    Era sábado por la mañana y él aprovecharía que todos estaban totalmente destruidos para poder ir a desayunar con su familia y porque no, invitar a la bonita rubia a salir.

    El sábado por la mañana en Sunset Strip era particularmente tranquilo, la gente vivía más de noche o más bien los adolescentes que ocupaban parte del día para descansar la fiesta del viernes.

    Tomó en la parada, un bus que lo dirigiría hacía la zona estudiantil de Los Ángeles, justo en el centro donde estaba la Universidad y las zonas residenciales donde estaba viviendo Dallas. Estaba seguro, ahora sí que esa chica era la indicada pues por sorprendente que pareciera no tenía ganas de follarla y después botarla, bueno de follarla si tenía ganas, de mandarla a volar no.

    Quizás hasta era buena idea invitarla a desayunar con sus padres. Pues sus progenitores eran un amor total.

    Con esa idea tomó el transporte correspondiente y tomó asiento una vez pagado su pasaje. Miraba por la ventana y una boba sonrisa se dibujaba en su rostro al pensar en la muchacha, estaba muy seguro que ahora sí era la indicada.

    Al haberla llevado durante la noche a su casa, se aseguró de fijarse exactamente en qué calle y número de Westwood, vivía. Y ahora iba por el camino correcto.

    Tardó en llegar 35 minutos gracias a que todavía era temprano y muchos lugares todavía no abrían. Cuando bajó observó sus alrededores, y pocos estudiantes que asistían al campus universitarios, por lo general el equipo de futbol practicaba en sábado arduamente, el equipo de porristas y más chicos que entraban y salían.

    Caminó por la bonita calle de fraternidades universitarias y sonrió al ver que unas chicas que salían de una de tantas casas le guiñaban el ojo coquetas. Se acomodó la camiseta que llevaba puesta. Visualizó la casa en dónde vivía Dallas y se decidió a tocar.

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    — ¡Oh mierda!—exclamó la muchacha al escuchar el timbre, vio el desorden de la sala y rodó los ojos, pensando que muy probablemente era alguna de las chicas o alguien que quisiera venderle algo—. ¡Janet! ¿Qué se te olvidó?—preguntó en el mismo momento que abría la puerta y no era nadie de quien pensó, frente a ella estaba Tommy y su radiante sonrisa.

    — ¿Hola?

    —Tommy... ¿Qué haces aquí? Eh... es decir, ¿Cómo conseguiste mi dirección?

    El castaño comenzó a reír—. Primero... ¿Puedo pasar?—la joven se hizo a un lado y le permitió la entrada, aunque se sintió incómoda porque el chico viera el desastre de la sala—. Y bueno, el cómo sé dónde vives... es porque anoche fui yo quien te traje aquí. Estabas muy borracha y te traje, fue todo.

    —Oh Tommy—sonrió agradecida—. Muchas gracias... no recordaba como llegué aquí. ¿Fuiste tú quien me llevó a mi habitación?

    Este volvió a asentir—. Sí, me recibió tu amiga Janet y me indicó el camino, no te hice nada si es lo que piensas.

    —No para nada—sonrió de nueva cuenta y se dio cuenta de las fachas en las que se encontraba.

    Un mallón de color negro, unas sandalias y una blusa blanca holgada que mostraba su hombro derecho y su cabello estaba amarrado en un chongo totalmente desacomodado y con varios mechones cayéndole por todos lados. Y sin una pizca de maquillaje.

    —Oh por Dios—se dijo e intentó que Tommy no la viera.

    —Déjalo, te ves muy bonita—comentó y como si estuviera en su casa, se dejó caer en el sofá—. Venía a verte y quería saber si te gustaría ir a desayunar conmigo a casa de mis padres.

    — ¿Eh?

    —Sí, bueno—se incomodó un poco por lo que le había dicho—. Acostumbro a desayunar con mi familia los sábados y me gustaría invitarte, como amigos. ¿Qué dices?

    Dallas suspiró y vio todo su alrededor, ropa tirada por todas partes, la mesa ratona de cristal llena de vasos de coca cola vacíos, y algunos platos sucios junto a cajas de pizza... no podría.

    —No creo—contestó y el castaño se sintió un poco desanimado, posiblemente por las palabras que dijo con anterioridad. Seguramente la rubia estaba pensando que él ya estaba intentando algo más.

    — ¿Por qué?

    —Mira este desorden—suspiró fastidiada—. Debo arreglar la casa, antes de que regresen las chicas.

    —Oh vamos, este lugar está bastante decente a comparación de la casa Mötley, se ve limpio y muy femenino—esto último hizo movimientos de chica y ambos rieron—. Vamos preciosa, no tardaremos mucho.

    Dallas lo pensó un momento y asintió no muy convencida—. De acuerdo, subiré a asearme y regreso. ¿Vale?

    —Bien.

    —Solo con una condición.

    — ¿Cuál es?

    —Ayúdame a recoger la sala, es lo único que me faltaba por realizar—Tommy asintió y Dallas subió a su habitación para arreglarse un poco.

    Mientras el baterista buscaba como arreglar un poco, no era muy bueno en quehaceres domésticos pues ni con sus amigos recogían el desastre que día a día se acumulaba en el departamento. Incluso preferían botar la basura por la ventana y seguir su vida.

    Pero como le dijo a la muchacha, intentó doblar la ropa femenina que andaba por ahí desperdigada y sonrió divertido al encontrarse con sostenes y bragas. Recogió la basura de la mesa y con un trapo húmedo limpió la mesa de cristal. Las cajas de pizza las echó en el cesto de basura y los trastes sucios en la tarja.

    No supo cuánto tiempo se tardó pues Dallas regresaba y se quedó sin aliento al verla. No se veía como en la noche, sino más juvenil y fresca, llevaba puestos unos pantalones holgados de colores pasteles acampanados y una blusa de licra que quedaba perfecta a su figura en color blanco. Y su cabello antes enmarañado por el chongo ahora caía grácil sobre sus hombros y espalda. Llevaba su mismo maquillaje y unos bonitos aretes de pedrería de fantasía adornaban sus orejas.

    —Wow—suspiró al verla y se sonrojó un poco cuando sintió la mirada de Tommy.

    — ¿Exageré un poco?

    —No, para nada—dijo este todavía admirándola, definitivamente esa chica era la indicada—. Te ves hermosa.

    —Gracias—sonrió y vio que el chico había hecho un buen trabajo. La sala se veía bastante decente y se sintió libre de los quehaceres durante ese día.

    —Pues si está todo en orden. Vámonos—le tendió su brazo y la joven aceptó el gesto.

    — ¿Vamos muy lejos?—preguntó esta, cuando echaba llave a la casa. Y Tommy asintió.

    —En realidad, vamos muy cerca de la playa de Santa Mónica. A mis viejos les gusta ir a la playa seguido y se consiguieron una casa por ahí cerca, te gustará. ¿Ya has ido?—la muchacha negó pues desde que llegó, lo único que hacía era trabajar – limpiar y viceversa, hasta el reencuentro con Blackie y las salidas que tenía con Steven y Slash. No hacía la gran cosa y definitivamente, acercarse a la playa le gustaba muchísimo.

    —Nunca he ido, y me parece genial—sonrió y ambos caminaron por la calle tranquila—. A veces cuando tomo el auto bus a lo lejos se ve la rueda de la fortuna que está sobre la bahía. Sería interesante poder ir.

    —Si quieres podemos ir—sugirió el flaco muchacho y llegaron a la parada. Mientras este llegaba y abordaban—. Es un lugar que te gustará seguro, pero... no podremos meternos al mar. No tengo un traje de baño y tú tampoco.

    Dallas sonrió y negó—. No pero podemos caminar por la playa y sentir la arena en los pies. ¿Qué dices?

    Tommy asintió encantado—. Entonces, no se diga más y disfrutemos de este día. A menos que tengas algún compromiso por la noche.

    —En realidad no. Las chicas no están casi nunca en la casa y mi hermano seguramente tiene cosas que hacer con su banda. ¿Tú no tienes compromisos con tu banda?

    Tommy en esos momentos no recordaba que tenía ensayo a las seis de la tarde y negó. Ignorando que muy posiblemente, Mick le armaría un drama.

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    John Mattews miraba ceñudo a Janice al ver que no tenían una bajista. Cruzado de brazos esperó a que la chica respondiera a la pregunta que le había hecho.

    — ¿Y cuándo pretendes contratar a una? ¿Qué se supone que están haciendo, Jan? Siete meses mamacita... y no veo nada claro. Este mes vence el trato que EMI ha hecho con ustedes y a partir de ahora, deberán sustentar sus gastos por su cuenta. No puedo seguirlas esperando, tengo algunos otros proyectos que se ven más prometedores que ustedes.

    La rubia apretó los labios enojada—. Te dije que estoy trabajando en ello. No es fácil encontrar un músico, las chicas de hoy en día todavía prefieren irse a bailar a las discotecas. En vez de andar tocando un instrumento y tocando Hard Rock. Debes entender...

    —Una semana más, una semana y no más. Si no veo entusiasmo deberás buscar otra productora.

    El hombre recibió una llamada en su enorme teléfono celular y dejó a la rubia enojada y sola. Pues sus otras dos compañeras habían decidido salir a tomar un poco de aire.

    — ¿Y ahora qué voy a hacer?—suspiró la chica un poco desganada.

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    —Ven, esto te encantará—dijo Tommy, cuando sacaba de sus pantalones un juego de llaves y abría con cuidado la puerta de su antigua casa—. Mis padres te caerán muy bien, además de que mi mamá es la mejor cocinando panqueques con mermelada de todo el mundo.

    —Ya lo creo—contestó Dallas mientras sonreía y cuando el baterista, pudo abrir, se adentraron en una modesta casa, bastante amplia y acogedora.

    Había algunos cuadros de arte con referencias griegas y una larga alfombra de color azul marino, cubría parte del recibidor, y cortaba posiblemente en dónde era la cocina ya que de esa habitación se escuchaban voces y el sonido de trastos chocando levemente al ser utilizados.

    —Ven. Seguramente mamá está preparando todo. Los sábados acostumbramos a desayunar en familia y pasadas las diez de la mañana.

    — ¿No se molestarán de que me hayas invitado sin avisar?—cuestionó la muchacha al observar la casa de Lee.

    Este negó—. Mis padres siempre reciben bien a todos los amigos que traigo a casa. Ahora vayamos, te presentaré a mi madre.

    —De acuerdo...

    Ambos caminaron rumbo a la cocina, un piso de ajedrez lustroso. Donde se centraba una mesa para cuatro personas, mismo que estaba tranquilo a excepción de una bonita mujer con un delantal azul cielo que cocinaba y al mismo tiempo escuchaba la radio.

    — ¡Mamá!—exclamó Tommy, dejando momentáneamente a Dallas que miró un poquito nostálgica la escena al recordar a su madre.

    —Hijo—saludó la mujer correspondiendo el abrazo sin notar a la invitada—. Pensé que no llegarías, con eso de que ya te independizaste... mira nada más Thomas estás demasiado delgado—se giró para ver mejor a su hijo y notó a la chica—. ¡Oh!... ¿Y tú quién eres bonita?

    —Este yo...

    —Mamá, ella es una amiga mía, Dallas Lawless.

    —Un gusto—dijo la mencionada y estrechó la mano de la mujer.

    —Qué bonita niña—sonrió la mujer—. Pero ven, siéntate, siéntate, siéntete cómoda.

    —Gracias, señora...

    —Oh querida, llámame Voula.

    — ¿Y papá?

    —Todavía está en la habitación—sonrió y tomó del refrigerador una jarra con jugo fresco de naranja—. Y tú hermana no tarda en bajar, creo saldrá al cine con sus amigas o no sé, no estoy muy segura.

    —Bueno—comentó el castaño y se sentó al lado de la rubia—. Vinimos a visitarlos e iremos nosotros a pasear por la playa de Santa Mónica y la feria que está en la costa.

    —Qué buena idea—dijo la mujer y siguió con sus labores—. Le diré a tu padre que salgamos también a pasear un rato. ¿Se quedarán?

    Dallas miró a Tommy y con los labios le dijo que no—. No creo, ma' tenemos que regresar por la tarde, Dallas tiene algunas cosas que hacer.

    —Bueno, qué lástima, aun así que gusto conocerte querida—sonrió nuevamente y cuando preparó la mesa, la rubia se ofreció a ayudarle un poco para que todo estuviera listo, era lo menos que podía hacer pues se sentía una intrusa en ese cuadro familiar que de manera sana envidió. Sus padres nunca estaban juntos, ni se respiraba ese ambiente relajado como en la casa de los Lee.

    — ¡Mamá! ¿Dónde están mis pantalones?—de forma tempestuosa, entró en la cocina, una joven alta y delgada de largos cabellos castaños y lacios. De bonitas facciones.

    — ¿No estaban en tu closet?

    —No... —miró a los invitados y sonrió al ver a su hermano—. Tommy... que gusto verte, flaco—abrazó y el más alto correspondió—-. ¡Por fin te conseguiste una novia muy bonita! ¡Felicidades!—el rostro de la rubia se coloreó por la mala interpretación de la chica.

    — ¡Athena!—exclamó el baterista avergonzado—. ¡Ella no es mi novia! ¡Es mi amiga!

    La castaña se tapó la boca sorprendida y luego sonrió—. Lo siento... pensé que el tarado de mi hermano se había sacado la lotería con una chica tan bonita cómo tú. Mil disculpas—dijo Athena y le tendió su mano a la rubia—. Un gusto, creo que ya sabes mi nombre. ¿Y el tuyo?

    —Dallas Lawless.

    —Un gusto. ¿Te gusta mi hermano?

    Dallas se volvió a sonrojar y no supo que decir.

    — ¡Athena! ¡Ya deja de joder, enana!

    — ¿Qué? No tiene nada de malo saber si le gustas a esta chica tan bonita.

    — ¿A quién le gusta mi hijo?

    Una cuarta persona se hizo presente en la cocina, todavía vistiendo el pijama.

    —Es que le estaba preguntando a Dallas, si le gusta el feo de mi hermano—dijo Athena como algo muy natural.

    David, el padre de Tommy se acercó para saludar a su hijo—. Athena, deja a tu hermano tranquilo, querida. Un gusto señorita.

    —Un gusto señor Lee.

    —Y es muy educada—volvió a molestar la menor de las jóvenes en el lugar y finalmente los dos progenitores de esos chicos comenzaron a reír al ver el aprieto en que habían metido a su hijo mayor y el rostro colorado de la muchacha que llegó con él.

    —N-no e-es así...

    —Oh vamos, no tiene nada de malo. Piernas flacas tiene su encanto... aunque si yo no fuera su hermano, lo vería sumamente horrible.

    — ¡Athena!—volvió a exclamar el baterista sumamente avergonzado—. ¡Mamá!

    —Ya niños, ya tranquilos y todos sentémonos a comer. Tommy, acerca una silla más para que podamos estar juntos en la mesa—dijo David y el castaño disgustado asintió, arrastrando una silla que estaba pegada a la puerta del jardín.

    El desayuno con la familia de Tommy, resultó ser bastante entretenido entre las impertinencias que decía Athena y los gritos avergonzados del castaño. Sin olvidar, las risas de sus padres al ver lo bien que sus hijos se llevaban y la agradable compañía de Dallas.

    Cuando hubieron terminado, Athena, como si conociera a Dallas de toda la vida la arrastró a su habitación para que la ayudara a buscar algo para salir ese día. Tommy no muy contento tuvo que esperar a que la diabla de su hermana dejara a la chica tranquila para poder salir y cuando se quedó con sus padres en la cocina se atrevió a hablar.

    —Es muy bonita, hijo—dijo David, al momento que remojaba una galleta en su taza de café—. Y además, muy linda.

    —Lo sé, papá—suspiró y su madre sonrió al ver que una vez más su hijo parecía estar enamorado—. Creo que es la indicada.

    —Sólo no vayas a asustarla, cariño—recomendó Voula—. No la mezcles con tus cosas de la música y tus amigos.

    Tommy sonrió divertido y se encogió de hombros—. No es necesaria la recomendación ma', porque Dallas tiene como hermano al ex guitarrista de Nikki como hermano mayor.

    Los señores Lee se miraron sorprendidos.

    —No se metan en problemas—dijo David y no estaba más interesado en intervenir en la vida de su hijo—. Pero si ella es la indicada para ti, cuídala bien.

    —Traerla de nuevo a casa, es muy linda—sugirió su mamá como un intento de cupido y Tommy asintió encantado.

    Para cuando Dallas regresó, Athena estaba más que contenta con la gran ayuda de vestuario. Pues la rubia le había explicado como cresparse el cabello y le había dicho cómo combinar colores. La hermana menor de Tommy, llevaba unos jeans entubados de mezclilla, unas zapatillas de tacón medio, una blusa blanca y una chaqueta de cuero.

    — ¡Gracias cuñada! ¡Te debo una!—exclamó la castaña y otra riña entre ella y su hermana se dio a causa de su bocota.

    — ¡Creadores, ya nos vamos!—dijo Tommy fastidiado, se despidió de sus padres y jaló a Dallas casi a la salida.

    Cuando estuvieron fuera, se hizo un silencio algo incómodo.

    —Dallas... lo siento—dijo apenado y rascándose la nuca—. Disculpa por la actitud de mi hermana... ella es...

    —No te preocupes—dijo la rubia, tomando las manos del baterista—. No me molestó—sonrió suavemente—. Entiendo y está bien, además... ¿Tú y yo, somos amigos, sí o no?

    El castaño asintió un poco desilusionado pero no permitió que la joven viera su gesto—. Bueno, vámonos hacía Santa Mónica. ¿Estás lista?

    — ¡Sí, vamos!

    El camino rumbo al parque de diversiones fue entretenido para ambos, ya que el sol calentaba sus cabezas mientras se divertían en diferentes partes. Se subieron a los Go-car, jugaron billar, reventar globos y para sorpresa de la chica, Tommy era muy bueno en el tiro. Este le entregó un oso de peluche, comieron palomitas del lugar e incluso se habían detenido en un puesto de sodas.

    — ¿Tú crees que lleguemos a triunfar?—preguntó Lee de la nada mientras miraba el oleaje tranquilo del mar.

    —Yo pienso que sí—sonrió esta y sorbió de su soda—. No he tenido la oportunidad de escucharlos, pero quiero creer que así será.

    —Eso espero, es mi sueño.

    —Y el de muchos chicos de por aquí—comentó distraída mientras Tommy la miraba—. Hasta mi hermano tiene esa meta, por eso se fue de casa y espero que él también logre su cometido.

    —Gracias—dijo este y sin que ella lo esperara, estampó sus labios en la mejilla.

    Dallas no supo que decir, se sonrojó y una descarga eléctrica le recorrió todo el cuerpo de la muchacha al sentir el terso contacto de su labios en su piel. Le miró un momento y bajó la mirada al piso.

    —Lo siento.

    Ella negó—. No pasa nada, sólo me tomó por sorpresa—admitió y luego comenzó a caminar nuevamente—. ¿Subiremos?

    Tommy asintió al ver a Dallas que señalaba la rueda de la fortuna. Miró el reloj y vio que pronto empezaría a atardecer—. Podemos esperar un poco más. ¿Todavía tienes esa idea de llenarte los pies de arena?—preguntó divertido y vio que la chica sonrió de la misma forma.

    —Mueve tu trasero al mar, Lee—dijo y lo jaló de la mano, sobre el largo camino hecho de madera—. Cuando regresemos, subamos a la montaña rusa y luego a los asientos voladores.

    —Excelente idea, Lawless—conforme caminaban, disfrutaban del aire marino y de la gente que andaba por ahí disfrutando del día.

    Dallas agradeció en silencio a Tommy, pues desde su llegada a Los Ángeles solo había tenido trabajo en la oficina y en la casa donde vivía con las chicas de Vixen. En esos momentos se sentía cómo una chica enteramente normal, una muchacha de 18 años que disfrutaba del fin de semana sin preocupación de regresar a una casa, que cuando cruzara la puerta al interior, le estaría esperando una madre que quisiera exorcizarla. Al abandonar sus pensamientos, se dio cuenta que se había quedado ensimismada en sus recuerdos, pero al sentir la mirada del baterista sobre ella, esa sensación de mariposas le recorrió el estómago.

    Tommy no era feo e incluso recordó las palabras de Athena, que a pesar de ser bromas, no sonaban del todo mal. El baterista a su lado se había portado como un caballero desde que se conocieron y recordó el día en que chocaron.

    — ¿Qué piensas?—preguntó el delgado muchacho, en todo ese momento no pudo evitar dejar de mirarla.

    —Solo recordaba el día en que nos conocimos—sonrió y Tommy se avergonzó.

    —Disculpa.

    Ella negó—. Si no hubiéramos chocado ese día fuera de la tienda, no nos hubiéramos conocido.

    — ¿No te lastime, verdad?

    —No, de hecho había sido lo más interesante que me ha pasado. Y luego, me encontré con Blackie.

    —Pues como te dije ese día, fue un placer chocar contigo.

    Ambos llegaron a la playa y al ser todavía de día, había bastante gente que disfrutaba de nadar, pasar el día bajo una sombrilla y una buena cerveza. Y otros más aventureros, se lanzaban contra las olas marinas para surfear.

    —Es muy bonito—admitió Dallas—. Nunca había visto un mar tan bonito. En Nueva York, nunca me dejaron ir a la playa y en St. Paul no hay.

    —Aprovecha, porque Tommy Lee es un hombre ocupado—dijo divertido, mientras la muchacha hacía muecas con el afán de arremedarlo—. Boba—tras decir eso echó a correr sobre la arena.

    La joven comenzó a reír y perseguir al castaño, con la carrera los cabellos volaban al igual que los de ella y sentían la brisa marina darles en el rostro. Entre carrera, se pudieron quitar los zapatos sintiendo la humedad de la arena entre sus dedos.

    Cuando ya no pudieron más, sintieron que el pecho les quemaba y se detuvieron.

    — ¡E-espera... ya... ya... no puedo!—exclamó Dallas, dejándose caer sobre la arena.

    —Te... llenarás de... a-arena—dijo aspirando aire profundamente y luego gracias a la breve debilidad que le dobló las piernas. Se fue sobre el delgado cuerpo femenino.

    — ¡Tommy, ouch!

    — ¡Lo siento!—dijo mientras se reía al mismo tiempo que ella. Rodaron sobre la arena, pero cuando pararon, sus rostros quedaron muy juntos. Sintieron como un sentimiento los invadió y Tommy al ver los labios color cereza le entró la tentación de besarlos.

    —E-este...

    —Lo siento, lo siento—dijo este retirándose de ella. Avergonzado y algo abochornado pues sintió los atributos femeninos de Dallas. Pudo sentir sobre su pecho la redondez de sus senos y supo que por esa situación, la joven se sintió nerviosa.

    Dallas no contestó pero asintió, sintiendo como las mejillas le ardían por la cercanía, nunca había estado tan cerca de un hombre. Steven y Slash no contaban y mucho menos su hermano.

    —M-mejor regresemos a la feria. ¿Quieres? Las luces de la rueda de la fortuna se ven geniales cuando las encienden y sobre todo cuando estás en la cima y puedes ver toda la ciudad.

    —Vayamos.

    No tocaron más el tema y poco a poco la tranquilidad fue regresando a los dos, sacudieron el oso de felpa que Tommy había ganado para Dallas y cuando regresaron vieron como las luces de los juegos mecánicos comenzaban a encenderse. En colores neones que le daba ese toque mágico.

    Como prometieron, se subieron a la montaña rusa y luego a las sillas voladoras, que si bien no eran muy altas, les dejaba ver toda la playa en general y parte de los alrededores de la ciudad.

    Para el final, dejaron la rueda de la fortuna.

    —Andando.

    Cuando el mecánico de la rueda, les puso los cinturones y estuvieron asegurados. Sintieron en el vientre el pequeño tirón del juego pues comenzaba a subir poco a poco, hasta que todos los lugares fueran llenados. Conforme subían, la tarde agonizaba dejando el cielo de un color naranja y morado. Maravillando a ambos jóvenes.

    —Es tan hermoso—expresó Dallas al ver toda la ciudad en la punta de la rueda de la fortuna. Pues estaba casi llena, y en lo que otra pareja subía al siguiente asiento, ellos disfrutaban de la hermosa vista a Los Ángeles.

    —Desde aquí se puede ver el Girls—bromeó Tommy, señalando con su dedo a un punto cualquiera.

    —Eso no es verdad—sonrió la chica divertida—. Tommy... gracias.

    — ¿Qué por qué?

    —Por este día—dijo ella, recostándose naturalmente contra el hombro del castaño y este se sintió nervioso al sentir en su nariz el perfume de la muchacha.

    —Debes salir a divertirte, más seguido—contestó y acarició su cabeza.

    Entre las luces, la altura, el ambiente cálido. Ellos se miraron, los ojos de Dallas brillaban de una forma muy bonita para Tommy y él no pudo evitarlo, aunque despacio se sentía nervioso al quitar un mechón de cabello del rostro femenino y al observarla, lento y firme, se acercó a ella.

    Necesitaba comprobar que ella era la mujer correcta, algo le decía que así era. Se fue acercando y Dallas al verle, no se alejó, el corazón le latía alborotado por lo que Tommy iba a hacer y solo cerró los ojos, total... su primer beso se lo había dado a una stripper para ganar una apuesta. Pero su mente inocente le dijo que ese iba a ser su primer beso.

    Fue cerrando sus ojos y apretó las manos en puño sobre el asiento a cada lado de sus piernas. Y permitió que Tommy sellara sus labios.

    ¿Así se sentía?
     
  15.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
    Miembro desde:
    12 Enero 2008
    Mensajes:
    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    3923
    Capítulo XIII. Una inquilina especial.

    Los Ángeles, California. 23 de Junio de 1982.


    En su mente, todavía recordaba aquel primer beso que se había dado con Tommy. E incluso, las mejillas todavía se le coloreaban un poco al recordar el cálido tacto de sus labios. Su aroma y su sabor.

    —Oye... el mundo llamando a Dallas... ¡Oye! ¿A dónde te fuiste?—preguntó de repente Janet Gardner, entrando a su habitación con un temple molesto.

    Dallas se giró para verla y borrar esa bonita tarde de abril con Tommy—. Oh... oh... lo siento—contestó y se levantó de la cama, para ir hacía el armario y calzarse las zapatillas.

    — ¿Sigues pensando en ese Tommy?

    —N-no... bueno sí—suspiró—. Fue una tarde muy bonita a decir verdad.

    Janet suspiró y negó con suavidad—. Vamos Dallas... no le has vuelto a ver desde entonces. ¿Qué te hace pensar que quiere volver a verte?

    —No lo sé, sé que así será—dijo Dallas—. Además somos amigos, así como con Steven y Slash... y los demás chicos de Guns N' Roses.

    —Ya...

    —Bueno, debo irme a trabajar. Y también quedé de verme con mi hermano.

    — ¿Y quién limpiará este lugar?—preguntó de repente Janice, entrando sin permiso a la habitación de la rubia—. Te recuerdo que debes ayudarnos con la limpieza de este lugar.

    —Jan—empezó Janet.

    La rubia, negó y enfrentó a la mayor de las tres—. Si quieres que este lugar, límpienlo ustedes—sentenció molesta—. No soy la madre de ninguna de ustedes y ya me cansé de tener que estar limpiando día tras día todo el desorden que ustedes causan. Ropa, trastes, basura, ya estoy cansada.

    —Si no te gusta, puedes tomar tus cositas e irte—dijo Janice, enojada.

    Pues el ánimo de la líder de Vixen no era el mejor ya que aún no conseguían algo que pudiera llamar la atención de EMI.

    —Claro que sí—dijo la rubia, en esos momentos del tiempo en Los Ángeles ya no temía de la enorme ciudad americana. Al contrario, siempre podría pedirle ayuda a su hermano o alguno de sus amigos, incluyendo a Tommy.

    —Adelante—se cruzó de brazos la guitarrista—. La puerta está muy ancha.

    — ¡Janice, Dallas!

    —Vete al carajo, Janice—dijo Dallas enojada, entonces comenzando a buscar la maleta con la que había venido desde Saint Paul. Y al tenerla entre sus manos, empezó a echar la poca ropa que trajo de inicio y toda aquella que había conseguido, estaba a casi un año de haber llegado. Todas sus pertenencias cupieron en la maleta y en un pequeño saco de lona guardó lo restante.

    — ¡Dallas, por favor espera!—exclamó Janet, ella no quería terminar mal con su mejor amiga—. No te vayas.

    La rubia negó—. No, Janet, Janice tiene razón. Soy una carga menos para ustedes. En cuanto encuentre un lugar a dónde quedarme te daré la dirección.

    Sin decir más, Dallas pasó al lado de una somnolienta Roxxy que se despertó por el repentino escándalo. Besó la mejilla de la morena y la vio bajar con sus cosas en las manos, no entendiendo que pasaba exactamente. Detrás de Dallas, fue Janet, llamándola insistentemente para que se detuviera mientras que Janice, golpeaba con el puño cerrado la pared.

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    — ¡Andando, cabrones!—dijo un entusiasmado Nikki, al terminar un ensayo. Se sentía de la mierda por la noche de parranda, pero ese ensayo había salido de puta madre y sus ánimos estaban por los cielos.

    — ¡Wooh!—hizo segundas Tommy, levantándose de su batería—. ¡Sí, Live Wire es todo un éxito!

    —Ni que lo digas.

    —Ya, ya idiotas—dijo Mick, dejando su guitarra sobre la base—. Debemos presentar el set list en el Whisky a Go Go! Antes de cualquier otra cosa y que ustedes cometan alguna pendejada.

    Los otros tres comenzaron a reír al ver el amargado carácter de su guitarrista y asintieron, no sin antes tomar unas cervezas del jodido refrigerador y chocar el oscuro cristal de la botella.

    — ¡Llenaremos el puto lugar!—dijo Vince, al terminar su cerveza y encender un cigarro—. Y estoy seguro que habrá muchísimas nenas esperando por mí.

    —Muevan su trasero, imbéciles—dijo Mick, poniéndose su chaqueta—-. Recuerden que el dueño del bar nos dijo que debemos entregarle todo el set. Con eso de que a piernas de pollo se le ocurrió vomitar a media canción... se arruinó todo.

    Nikki y Tommy rieron divertidos por recordar el suceso. Pero el castaño entonces supo que ese día había quedado con cierta jovencita y nunca llegó, se sintió mal por días y terminó follándose una stripper del Girls.

    —Oh... T-Bone—empezó Nikki—. ¿Todavía te estás lamentando por esa zorra que besó a Dubái?

    — ¡Oye, ella no es ninguna zorra!—exclamó molesto—. Su nombre es Dallas y para tu puta información, Nik, es hermana de Blackie.

    — ¿Qué?

    La sala de la Mötley House se quedó en silencio al escuchar las palabras del castaño, Vince decidió terminar su cigarro y levantarse a ponerse su chaqueta de mezclilla. Mick negó en silencio por la situación que se tornó incómoda y Nikki procesaba la información.

    —Lo que escuchaste, bajista—dijo Tommy, enojado todavía, había dejado su cerveza en la jodida mesa que equilibraban con varios cartones—. Dallas es hermana de Blackie Lawless, tu antiguo guitarrista y no es una prostituta. Ni una zorra como la has llamado.

    —Oh, hermano.... No te enojes, no lo sabía—dijo Nikki intentando calmar al más alto—. Escuché de algo así que me dijo Blacki, sobre una hermana menor que tenía. Pero nunca me imaginé que era esa ardiente chica del club.

    —Ya... déjalo así—dijo Lee—. Nos vemos más tarde.

    —Oye, oye... ¿A dónde vas? Tenemos que ir al Whisky.

    —Ya lo sé—se soltó un poco brusco—. Evita volver a llamarla así.

    El ojiverde se sorprendió al ver a Tommy molestarse así por llamar a una chica zorra. Negó con la cabeza, al ver que su amigo prácticamente se encontraba de un hilo por la chica, sin embargo; no iba a interferir en ello. Pero podría ser un clavo para la banda en un futuro si formalizaban esos dos algo más.

    —Vámonos—dijo Mick y los otros tres asintieron.

    Afortunadamente, no vivían lejos del bar y podían ir a pie.

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    —Maldición—dijo una joven enojada, arrastrando con problemas su enorme maleta de viaje y un morral de lona, donde traía más de sus pertenencias. Miraba la calle y miró que la hora en la que debí entrar a trabajar se había pasado—. Ya no llegué—molesta. Caminó a la parada del autobús y esperó a que este pasara.

    Por un momento, pensó que había sido mala idea salirse de esa forma de la casa Vixen.

    —Vamos, no puedes estar lamentándote. Ya antes lo hiciste, puedes volver a hacerlo—se refería al día en que decidió abandonar la casa de sus padres.

    Cuando el autobús llegó, subió con un poco de dificultad y tomó el asiento más cercano a la puerta de salida. Las personas le ignoraban y ella miraba por la ventana, las calles pasaban lentamente conforme la unidad avanzaba lentamente, permitiéndole que más pasajeros subieran y otros descendieran en la parada correspondiente.

    Ella... iba al Sunset. Una avenida bastante concurrida, negocios y bares por doquier.

    — ¿Tienes problemas, linda?—preguntó una chica que iba sentada a su lado, observando de reojo el rostro compungido de la rubia.

    —No—negó inmediatamente, no queriendo entablar una conversación con la desconocida. Al observarla inmediatamente notó que era una prostituta, por sus rojos labios y voluminoso cabello, y sin duda alguna sus entalladas prendas reveladoras.

    —Ah bueno—regresó está tranquila—. Pensé que sí, ya que acarreas una gran cantidad de equipaje.

    —Eh dicho que no—dijo Dallas—. Chofer, acá me bajo.

    Justo cuando llegaba al Sunset Boulevard, miró como el autobús se alejaba y desde su interior la mujer le movía la mano en señal de despedida.

    —Malditas zorras—dijo enojada—. No soy una niña idiota que va a terminar en un jodido prostíbulo.

    Se fijó a su alrededor y notó que estaba justamente frente al famoso Whisky a Go Go! Se veía muy diferente de día, pues de noche estaban las luces de neón encendidas y mucha gente andaba por todo el perímetro. Suspiró derrotada y siguió su camino.

    — ¡Ey! ¿Dallas?—alguien gritó su nombre y levantó la mirada un poco hastiada. Pero todo su gesto enfadado cambió al ver esa melena castaña, caminar rápidamente con entusiasmo hacía dónde se encontraba.

    — ¡Tommy!—exclamó al verle—. ¿Qué haces aquí?

    —Vine con los chicos—señaló el alto a los tres que venían detrás a unos metros—. Tenemos unas cosas que hacer en el bar, para el show de esta noche.

    —Ya veo...

    El castaño, entonces notó la maleta que la chica llevaba a su lado—. Oye... ¿Y esa maleta? ¿Te irás?

    —No es así—se rascó el brazo un poco incómoda—. Me he peleado con las chicas y decidí salirme de la casa... creo que fue lo mejor...

    — ¿Problemas con Janice?

    —Así es—suspiró cansada—. Me he cansado de ser su Cenicienta.

    —Pero eres una hermosa Cenicienta—dijo sonriendo y ella lo hizo de la misma forma—-. Aunque tienes razón...

    —Sí, lo sé... ahora debo buscar un cuarto de hotel dónde quedarme o buscar a mi hermano, para quedarme con él...

    —No puedes quedarte en un cuarto de hotel—dijo alarmado—. ¿Por qué no te quedas con nosotros? Estoy seguro que a los chicos no les molestará.

    — ¿No, nos molestará qué... T-Bone?—a espaldas de Dallas y Tommy, llegaron Vince, Nikki y Mick. El intermedio de estos, había hablado, pasándole por los hombros al más alto uno de sus brazos.

    — ¡Oh, Dallas! Déjame presentarte a los chicos—sonrió ampliamente, correspondiendo al gesto del pelinegro de penetrantes ojos verdes.

    En cuanto la mirada de Nikki se había clavado en Dallas, se tomó su tiempo para recorrerla de pies a cabeza. Mirando sus dorados cabellos y lechosa piel blanca... y una figura de infarto. Luego esos carnosos labios rosados que al parecer eran de un color natural, cuando sus miradas se cruzaron pudo sentir como un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y ella inmediatamente retiró la mirada, un poco incómoda.

    —Un gusto—dijo la muchacha sin saludarlos directamente.

    —Bien, este de aquí es mi hermano Nikki Sixx.

    —Bajista, señorita.

    —Yo soy Vince Neil—dijo coqueto cuando se presentó y sin pedir permiso a la chica, tomó su mano besando su dorso.

    —Y este anciano de aquí, es Mick Mars.

    —Púdrete—comentó el guitarrista un poco malhumorado—. ¿Y tú quién eres? ¿Eres la novia de Piernas de pollo?

    Los tres comenzaron a reír mientras Tommy fruncía el ceño.

    —Eh... no—dijo Dallas avergonzada—. Somos amigos. Y mi nombre es Dallas Lawless...

    —No me digas, que tú eres la hermana de Blackie—comenzó Nikki interesado y vio que ella asintió. Entonces recordó la pequeña pelea con su amigo al haber llamado a la muchacha que tenía en frente, zorra.

    —Sí... él es mi hermano mayor.

    —Oye... ¿Y qué decías que no, nos molestaría?—preguntó de repente Vince, curioso, sin dejar de comerse con la mirada a Dallas que para ese momento ya se encontraba un poco incómoda.

    Tommy reaccionó y se puso al lado de ella—. Le estaba diciendo a Dallas que a ustedes no les molestaría que se quede con nosotros un par de días en lo que encuentra dónde quedarse.

    — ¿Por qué no vas dónde tú hermano?—preguntó Nikki.

    Dallas asintió—. No quiero causar molestia, Tommy, Micky...

    —Nikki—dijo serio al corregirla.

    —Perdón, Nikki. De hecho la idea es buscar a mi hermano o buscar a unos amigos que viven no muy lejos de aquí.

    —Para nada es molestia, encanto—dijo Vince coqueto, sintiendo la penetrante mirada de Tommy sobre su cabeza—. A Nikki, Tommy y a mí no nos molesta que te quedes un par de días en la Mötley House.

    —N-no, en serio no quiero causar problemas.

    — ¿Y sabes dónde vive tú hermano?—preguntó de repente Mick.

    —En realidad no... sólo tengo un número telefónico. Pero no sé si él tenga un espacio para mí.

    — ¡Oh vamos, Dallas!—pidió Tommy—. Si no te sientes cómoda con nosotros, puedo decirle a mi mamá que te preste mi habitación.

    La rubia asintió—-. No te preocupes, de verdad... puedo rentar una habitación por dos días. Además tú casa está cerca de Santa Mónica y me queda un poco lejos de mi trabajo.

    El castaño se rascó la cabeza un poco pensativo al recordar que efectivamente era un poco lejos desde dónde Dallas vivía anteriormente.

    —Chicos. ¿Tienen problema con qué Dallas se quede?

    —No—dijo Nikki un poco indiferente—. Puede quedarse.

    —Por mí encantado, nena—dijo Vince sin quitar su galantería al ver lo hermosa que era. Definitivamente para el cantante, la chica frente a él era seguro una presa más que caería rendida a sus pies pues desconocía que Tommy moría por ella.

    — ¡Excelente!

    —Pe-pero...

    —Nada de peros—dijo Tommy—. Puedes quedarte el tiempo que quieras.

    —Idiotas—llamó Mick a los tres más jóvenes—. Después pueden ayudar a Dallas a instalarse en la casa de mierda. Ahora, tenemos trabajo que hacer.

    —Bueno, bienvenida—dijo Nikki, y pasó al lado de la chica rozando su brazo al pasar. Provocando en ambos una descarga eléctrica que los descoloco a su manera, Dallas sintió como los vellos de todo el cuerpo se le enervaban por ese mínimo y casi inexistente roce y para el pelinegro fue no muy diferente. Miró su espalda cubierta por sus largas hebras rubias pero siguió su camino al bar sin prestarle mucha atención.

    — ¿Nos acompañas?—preguntó Tommy, tomando su mano.

    Ella asintió—. Vamos...

    —Yo te ayudo—dijo al quitarle la maleta de las manos y conducirla a la entrada del Whisky.

    —Adolescentes—dijo Mick no muy contento.

    Cuando entraron al bar, el dueño del lugar ya los esperaba. Un poco impaciente por la tardanza, pero accedió de buena gana al ver todo el set list completo. Estos debían cubrir cuarenta y cinco minutos, antes de que Dokken, la banda principal saliera para cerrar el evento.

    Sin contar que además Mötley Crüe ya tenía un EP bajo su propio sello discográfico y estaba en marcha un álbum más. Y sobre todo porque por el momento, eran la banda más conocida del Sunset.

    Les explicó que debían tocar durante, jueves, viernes y sábado. Y habría una paga considerable para ellos, les entregó la propaganda que debían pegar por todos lados y tras firmar el contrato de paga, la banda y Dallas quien estuvo callada todo el rato, estuvieron libres.

    — ¿Y tocas algún instrumento, preciosa?—preguntó Vince, al momento de sacar un cigarrillo.

    —No. Eso es solo cuestión de mi hermano.

    —Ya veo—le dio la primera calada al cigarro—. Deberías aprender, hermosa. Tienes dedos largos y serías una estupenda guitarrista o bajista—esto último lo dijo mirando de reojo a Nikki que solo sonrió divertido.

    —Déjenla en paz—dijo Mick, siendo el más serio de los cuatro—. No la asusten, malditos animales.

    — ¿Por qué siempre estás de malas, viejo?—preguntó Tommy.

    —Porque siempre están haciendo pendejadas.

    Entonces hasta Dallas se le hizo divertido la contestación del guitarrista y soltó una suave risa que hizo a todos estremecerse por el timbre de voz. En esos momentos los cinco salieron rumbo a la avenida principal.

    —Creo que deberían tomar el concejo de Mick—sugirió Dallas algo apenada—. Además no estaré con ustedes mucho tiempo, solo un par de días en lo que encuentro a mi hermano.

    —Es posible que encuentres a Blackie aquí—dijo Nikki que caminaba al lado derecho de Vince—. Por lo general la mayoría de bandas anda buscando dónde tocar. El Whisky y el Trobadour son los lugares más comunes, deberías darte una vuelta.

    —Lo haré—dijo Dallas, en todo ese rato no había soltado la mano de Tommy pues el baterista le provocaba tranquilidad, además de conocerlo mucho mejor a comparación de los tres que iban también—. O siempre puedo ir con Steven y Slash.

    — ¿Y esos quiénes son?—preguntó Mick.

    —Son unos amigos, también tienen una banda.

    — ¿Ah sí? ¿Y cómo se llaman?

    —Guns N' Roses—dijo la chica al amargado guitarrista.

    —Nombre de mierda...

    — ¿Qué?

    —Tranquila muñeca—dijo Vince divertido—. A Mick, todos los nombres de otras bandas las considera con nombres de mierda. Menos Mötley Crüe.

    —Exacto.

    —Creo que he oído algo de ellos—dijo Nikki pensativo—. Los he visto solo una vez en el Trobadour y son buenos, no me quejo... pero su bajista debe mejorar muchísimo. Diles que el gran Nikki Sixx lo dijo.

    —Te van a mandar a la mierda, amigo—dijo Tommy divertido—. En especial el cantante, tiene un carácter de mierda.

    —Oigan—llamó Dallas—. No los conozco mucho chicos, pero por favor no hablen así de mis amigos. ¿Quieren?

    —La nena salió delicada... ¿Eh?

    —Ya. Déjenla en paz—dijo Tommy serio, viendo que las facciones de Dallas se endurecían un poco—. Mientras pensemos... ¿Qué comeremos hoy?

    —Pizza—dijo Nikki y Mars bufo—. ¿Qué? ¿Tienes más dinero?

    —No pienso gastar mi dinero en alimentarlos, tarados. Pizza será.

    — ¿Sushi?—los cuatro voltearon a ver a Dallas y ella se encogió de hombros—. Puede ser pizza, sushi y hamburguesas. ¿Qué dicen?

    —Creo que te amo—dijo Vince, cuando escuchó la sugerencia y su estómago gruñó hambriento.

    —No sabes en lo que te acabas de meter—dijo Mick, al ver la sonrisa idiota de sus tres compañeros de banda pusieron.

    —No se preocupen—dijo la rubia—. Es una forma de agradecerles, que me dejarán quedar con ustedes un par de días. Yo invito.

    —Bienvenida seas—dijo Nikki, mostrándole sus blancos dientes a la chica. Cuando ella le sonrió supo que muy posiblemente esa joven podría caer muy fácilmente pues al mirarla directamente a los ojos ella se sonrojó y desvió la mirada.

    — ¡Andando, muero de hambre!—exigió Vince, tomando la otra mano de Dallas y la jaló desprendiéndola del agarre de Tommy y literal empezó a correr con ella, sacándole risas al ver lo divertido que podía ser el rubio.

    Nikki se adelantó un poco dejando a varios pasos atrás a Mick y Tommy, el guitarrista le tomó el hombro con fuerza haciendo que el más alto de los dos, le mirara curioso.

    —Cuídala de esos dos—sugirió seriamente—. Si te interesa, cuídala bien.

    Tommy no entendió que es lo que Mick quiso decirle así que no le tomó mucha importancia y echó a correr junto a los otros tres que se iban riendo mientras corrían justamente, a la misma tienda dónde conoció por primera vez a la chica.

    —Imbécil—murmuró Mick al ver que Tommy cuando quería podía ser muy inocente. Pues él inmediatamente notó la mirada lasciva y lujuriosa que Vince le dedicó a la chica y la sonrisa arrogante de Nikki prometían muchas cosas.

    Los cinco, compraron varios sixpack de cervezas y se dirigieron a la casa Mötley.

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    —Okey... no me imaginé que este lugar estuviera hecho mierda—dijo Tommy, rascándose la nuca de manera incómoda. Mientras los otros tres hacían exactamente lo mismo y esperaban que la chica que venía con ellos, se fuera por todo el desastre que había en ese departamento.

    Habían tenido que entrar como normalmente hacían: por la ventana. Pero cuando los cinco estuvieron dentro vieron toda la mierda que estaba por todos lados.

    —Mierda—dijo Nikki al ver el rostro indescifrable de Dallas—. Oye... chica... si quieres irte, entendemos.

    Dallas entonces salió de su ensoñación. Nunca había visto tanta basura por todos lados, junta. Se quejaba del desorden de Vixen y estos chicos vivían realmente en un basurero. Sus ojos viajaron por el sucio piso lleno de basura, estaba algo pringoso y no quiso imaginarse de que era, condones tirados, cajas de comida vacía, botellas de muchísimo alcohol...

    —N-no... está bien—dijo incómoda, intentando no pisar nada.

    —Cielos—dijo Tommy avergonzado—. Creo que debemos limpiar.

    Los otros tres asintieron.

    —Es que nunca nos pusimos a pensar que una chica estaría con nosotros aquí. ¿Me entiendes?—dijo Vince algo apenado—. Bueno, si han venido chicas pero...

    —Está bien, no me expliquen nada—intentó sonreír y miró a Tommy—. Creo que es mejor que me retire...

    —Permítenos, limpiar este basurero y comemos. ¿Te parece?—pidió el castaño y Dallas asintió todavía no muy conforme.

    —B-bueno.

    —Ven—la jaló del brazo y caminó por sobre todo el desastre, con la chica—. Te llevaré a mi habitación, espero que no esté tan jodida como acá.

    Cuando ambos entraron, pudieron escuchar las voces reprochantes de Nikki, Mick y Vince, culparse por el chiquero del lugar. La habitación se encontraba oscura y al encenderla, no estaba en las mejores condiciones pero al menos no apestaba a aromas rancios como afuera.

    —De verdad, discúlpame—dijo Tommy apenado—. Nunca nos imaginamos que estábamos viviendo en un chiquero...

    —Thomas—la miró avergonzado pero le había gustado como sonaba su nombre en la boca de la muchacha—. No te preocupes, estaré bien—le tomó su mano—. Gracias por dejarme quedar con ustedes... dame cinco minutos y yo les ayudaré a limpiar. ¿De acuerdo?

    —Gracias—dijo el castaño agradecido y sin poder evitarlo, besó sus labios nuevamente como aquella tarde en la rueda de la fortuna—. Había extrañado tus labios.

    —Oh, Tom—suspiró sonrojada y bajó la mirada un poco avergonzada—. Y-yo también... ahora. ¿Me permites un momento? Quisiera cambiarme.

    —Este... ¡Sí, perdón!—le entregó su maleta y salió rápidamente de la habitación que compartía con Vince.

    Para cuando salió, estaba con una boba sonrisa, mientras sus demás compañeros estaban intentando limpiar el lugar. Pero el departamento era una verdadera pocilga... un montón de basura por todos lados y más mierda.

    —Joder... ¿Ya te la cogiste?—preguntó Vince al ver la cara de idiota de su compañero.

    — ¡Claro que no, Vinnie!—exclamó Tommy enojado—. ¡Y no digas esas cosas!

    —Vamos, T-Bone, no te enojes—se burló Nikki—. Vince tiene razón. Eres un idiota si no has aprovechado.

    —Ya cállense animales—dijo Mick, mientras barría—. ¿Ahora se dan cuenta de la puta necesidad de mantener limpio este chiquero? Como esta chica no es una puta... si les avergonzó de que viera toda la mierda en la que viven.

    — ¿Viven?

    —Así es—dijo tranquilo—. Porque yo no vivo en este lugar de mierda.

    —Bueno, bueno... sigamos limpiando. ¿Quieren?—dijo Tommy, cuando con asco retiró un líquido viscoso de la mesa con un sucio trapo apestoso—. Oh mierda... que no sean...

    — ¡Qué asco!—exclamó Vince mientras se reía al ver a Tommy casi vomitar al recoger eso viscoso.

    —Oye pero no puedes negar, que va a ser una inquilina muy especial—dijo Nikki con sugerencia y Tommy solamente rio de buena gana pero sin entender que desde que su mejor amigo, había visto a Dallas, le había fijado el ojo completamente.
     
  16.  
    Lady Stanley

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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    4956
    Capítulo XIV. Mal Entendido.

    — ¡Mierda! No terminaremos nunca de limpiar este lugar—se quejó cansado Nikki Sixx, dejándose caer sobre el jodido sofá—. Buena idea T-Bone... traer a una chica a vivir a este lugar. ¡Gran idea, imbécil!

    — ¡Ya cállate, Sixx!—se defendió al castaño, estaba igual de cansado que Nikki. No le veía fin a todo ese desastre.

    —Al menos tómenlo como algo bueno—dijo de repente Mick, sentándose en una silla y suspirando profundamente—. Ahora sí sabrán lo que es mantener un lugar limpio.

    —Oh viejo—dijo Vince algo mareado—. Abre la ventana, quieres—pidió, mientras les mostraba a los demás un cartón de leche completamente lleno de moho y algunas partículas vivas que asqueó a todos—. Esto huele asqueroso...

    — ¡Puaj!—se quejó Nikki cuando percibió el olor agrio de esa cosa—. ¡Saca eso Vinnie!

    — ¡Ya voy, carajo!—casi se vomitó encima, al escuchar el sonido pegajoso de la leche echada a perder contra la bolsa de basura. Estaba casi a su capacidad de llena y cerró la misma con rapidez para no sentir ese jodido olor en su nariz—. Mierda...

    —Esto es una locura—se quejó Tommy—. Debimos limpiar este lugar, antes.

    —Gran idea para hacerlo ahora—dijo irónico Vince—. Ahora que trajiste a una chica a vivir con nosotros... ¿Qué estará pensando de nosotros ahora al ver este jodido lugar?

    —Estoy más que seguro, de que piensa que son unos cerdos—dijo Mick irritado al ver que en definitiva no terminarían de limpiar ese lugar. Tomarían un par de días para hacerlo.

    —¿Quieren algo de ayuda?—los cuatro voltearon a la quinta voz que se unió a ese lugar y los tres más jóvenes, sintieron como se les secaba la garganta al ver a la chica en un diminuto short de mezclilla y una delgada blusa color blanco con el logotipo de los Rolling Stones. Dejándoles ver sus exquisitas piernas, torneadas y suaves a la pupila masculina.

    — ¡Dallas!—exclamó Tommy, saliendo de su sopor—. No es necesario nena. Enserio.

    Ella sonrió al ver que el baterista intentaba evitarle algún tipo de esfuerzo. Pero estaba acostumbrada a hacer limpieza... no dé en balde vivió con chicas igual de desordenadas que ellos—. Tranquilo Tommy—sonrió solo para él provocando incomodidad en el trío—. Yo les ayudaré, no hay problema—se acercó a Mick y le quitó suavemente de las manos la escoba.

    —No es necesario.

    —Déjenme a mí. ¿De acuerdo? Pueden ayudar si quieren.

    Los jóvenes asintieron y comenzaron nuevamente con la labor de ayudar a Dallas a limpiar la casa Mötley. Ambientaron el lugar, con un toca discos que tenían para las fiestas mientras sonaba su primer sencillo: Too Fast For Love.

    No supieron cuánto tiempo se tomaron, ni cuantas horas pasaron, ni tampoco notaron que la mañana se había convertido en la tarde y para cuando se dieron cuenta, la sala-comedor estaba completamente limpia. Y Mick cuando sintió como le tronó la cadera, optó por no seguir limpiando.

    —Mierda—

    —Tranquilo Mick—dijo Dallas, saliendo de la cocina—. Toma—le ofreció una cerveza bien fría que el guitarrista recibió gustoso.

    —Gracias—dijo educado y le dio un largo trago a su cerveza—. La necesitaba...

    — ¿Qué hay para nosotros?—dijo Nikki, acercándose a la mesa.

    —Consíguete la tuya, Sixx—dijo celoso Mick, alejando la botella de su compañero—. Les dije que no terminaríamos de limpiar esta mierda.

    —Pues hemos avanzado suficiente—sonrió Dallas, tendiéndole a Nikki otra botella que él recibió encantado. Dando un largo trago—. Al menos la sala y el comedor, están libres de basura.

    —Sí nena—dijo Nikki mientras se recuperaba del gas de la cerveza—. Pero todavía falta limpiar este chiquero—se refirió al piso.

    —Yo lo haré, no se preocupen—sonrió ella y lo invitó a sentarse—. Creo que se han tomado demasiadas molestias por mí.

    Mick negó—. No es que me importe mucho la limpieza, pero estos idiotas tienen un asco este lugar.

    De repente por la puerta que anteriormente había sido clausurada por ellos mismos, fue abierta de par en par por Tommy y Vince. Que regresaban acalorados pues sacar diez bolsas jumbo de basura, no era cosa sencilla.

    — ¡Joder, Tommy!—se quejó Vince de forma dramática—. Todavía faltan esas.

    —Y esas de allá—señaló Nikki a sus dos compañeros mostrándoles que la cocina estaba como la sala-comedor: sin basura.

    —Mierda Nick—dijo el griego cansado—. Échanos una mano, viejo. Ya nos cansamos.

    —Vayan—dijo sonriente Dallas cuando los tres jóvenes asentían desganados mientras Mick, disfrutaba de ver como por primera vez los holgazanes de sus compañeros intentaban dar una buena impresión—. Yo calentaré la comida, se debe de haber enfriado desde hace un buen rato.

    —De acuerdo—dijeron los tres músicos y Dallas fue a la cocina, esperando que al menos el horno microondas sirviera para poder calentar la comida que habían comprado de camino a casa.

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    Al abrir los ojos, lo primero que hizo fue levantarse de golpe pues no reconoció para nada el lugar en dónde estaba. Esa no era su habitación... un momento... ahora recordaba todo... se había largado de la casa Vixen y ahora estaba durmiendo en la cama que pertenecía a Tommy. Unos pequeños ronquidos la sacaron de sus pensamientos, y levantó la mirada...

    Se levantó de la cama sintiendo la alfombra en la planta de sus pies y sonrió.

    Vince era quien roncaba profundamente bajo las cobijas.

    Decidió salir de la habitación con cuidado, para no despertar a nadie pues aunque ella no hubiera querido, Tommy había optado por quedarse en el sofá y cederle su cama. Estaba sonriente al ver que todos los chicos incluyendo a Mick que se fue durante la noche a su propio departamento, se esforzaron mucho solo para que ella se sintiera cómoda. Pues se empeñaron en dejar limpio ese lugar y aunque no tenía gran importancia, realmente se los agradecía.

    Por primera vez, no le había molestado tener que limpiar un lugar, pues había recibido bastante ayuda.

    Bostezó un poco y se dirigió al ahora habitable baño, dónde se duchó rápidamente pues debía explicar porque no había ido el día anterior a trabajar. Era buena hora, así que podría pasar a almorzar algo antes de entrar a la oficina. Cuando terminó de bañarse, salió directo a la habitación olvidando que ahí no vivían chicas sino chicos.

    —Ouch—su cuerpo chocó fuertemente contra un pecho duro y fornido.

    —Ey—sintió que el rostro se le coloreaba al notar al dueño de esa voz, no era Tommy sino Nikki que estaba somnoliento pero le sonreía bastante amplio al verla.

    Fue cuando notó que la blanca sonrisa del bajista de Mötley Crüe se extendía al verla. ¡Joder! Su rostro se puso del color de un tomate maduro al ver que el pelinegro le delineaba las mojadas piernas y se detenía en la parte abultada de su pecho.

    —B-buenos días.

    —Buenos—dijo Nikki, tras verla correr literalmente a la habitación de Tommy y Vince. Volvió a bostezar sin quitar esa sensual vista de su cabeza. Entonces dirigió la mirada a un dormido baterista que no estaba precisamente cómodo en el sofá por su gran estatura, sonrió nuevamente con lascivia al pensar que era muy probable que el castaño no hubiera visto de Dallas, lo que él sí—. Está buenísima—se dijo, antes de entrar al baño.

    Mientras la chica, sentía su corazón latir aceleradamente... la mirada penetrante de Nikki Sixx la había descolocado. Había recorrido su cuerpo de manera depredadora y se sintió pequeña al lado del muchacho. Y luego decidió vestirse inmediatamente antes de que Vince despertara.

    Vaya que iba a ser difícil vivir entre chicos.

    Para cuando estuvo lista, terminaba de rociar su abundante melena con laca y perfumar su cuello con una rica loción.

    —Qué rico hueles, cariño—dijo un dormido Vince, sacando en la chica una sonrisa—. Lo digo enserio—luego le vio suspirar y girarse hacia la pared en la cama de arriba. Pues porque en esa habitación que era de él y Tommy, había una litera.

    —Gracias—susurró la chica y tomó su bolso—. Nos vemos más tarde.

    Vince movió su mano en señal de aceptación e inmediatamente se quedó completamente dormido.

    Cuando salió de la habitación, vio a Tommy y sintió pena por él por la incómoda posición en la que intentaba dormir en el sofá... definitivamente no era un buen lugar para descansar. Así que Dallas, con cuidado, se acercó a él para moverlo un poco.

    —Tommy—susurró su nombre y sus cabellos le hicieron cosquillas al castaño. Provocando que sus terrosos ojos se abrieran y cerraran varias veces para acostumbrarse a la luz del día que empezaba.

    —D-Dallas—dijo este todavía somnoliento—. ¿Todo bien?—se tapó la cara con su brazo delgado.

    —Muchas gracias—sonrió la muchacha al verlo todavía demasiado cansado—. Pero tengo que ir a trabajar. ¿Estarás bien?

    —Sí....

    —Deberías regresar a tu cama—sugirió la chica y este asintió, levantándose con lentitud del sillón y antes de que ella se fuera, la abrazó y besó su frente.

    —Nos vemos más tarde—dio un largo bostezo y luego se encerró en su habitación.

    Todo ante los ojos azulinos de la chica. Negó con su cabeza y sonrió, agradecía que su trabajo estuviera a escasas tres cuadras del departamento de los chicos.

    —Ten—una voz la sacó de sus pensamientos de nueva cuenta y vio a Nikki. Desvió la mirada un poco avergonzada al toparse con su pecho y un llamativo tatuaje en él—. No estamos luego, así que para que puedas entrar—le aventó a las manos unas llaves y ella las cachó—. Devuélvemelas cuando tengas tu juego.

    —P-pero no me quedaré m-mucho tiempo—dijo ella, intentando mirar en otra dirección mientras la sonrisa del bajista se ensanchaba divertida al ver lo que provocaba en la dulce amiguita de T-Bone. No pudo evitar verla de nuevo, aunque la prefería mil veces cubierta únicamente por una toalla y mojada tal como la había visto cuando salió del baño.

    —Blackie vive en la 9th Street y Riversdale. En frente hay un cine con películas porno—anunció este mientras la chica arrugaba la nariz—. Podrás encontrarlo ahí. Suerte.

    —Gracias, y gracias por las llaves—Nikki asintió sin prestarle más atención y se dirigió a asaltar la caja de pizza que había en la cocina, pues había sobrado bastante y él incluso aceptó que había sido buena idea pues la chica había comprado comida para casi una semana.

    Dallas no dijo nada más y salió de la casa, deseándole un buen día mientras este solo le hacía una seña sin voltear a verlo. Pero consciente de que la muchacha se había quedado viendo de más su amplia espalda.

    —Bien a trabajar—dijo este, antes de sentir la imperiosa necesidad de inyectarse un poco de su dulce oscura.

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    La joven agradeció que su jefe no la reprendiera, aunque le costaría el día de sueldo. Y la carga extra de trabajo que tendría posiblemente la haría salir tarde de la oficina, pero no tenía mayor problema. Mientras calculaba los ingresos de ese mes, una sonrisa se acomodaba en su boca al pensar en la buena suerte que había tenido... Tommy se portaba muy lindo con ella y podía sentirse como una adolescente emocionada por compartir besos intensos con él. Agradecía que este no intentara propasarse con ella.

    Pero... un temblor en el estómago la hizo dibujar en su cabeza, la imagen de cierto muchacho que hacía apenas un día había conocido. Nikki Sixx.

    El bajista tenía una forma de mirarla tan intensa que se sentía desnuda ante su penetrantes ojos verdes. De un bello esmeralda que la ponía a temblar como gelatina.

    —Definitivamente debo mantenerme lejos de él—se dijo, mientras borraba un asiento al ver que sus números se habían equivocado por estar pensando en lo recientemente sucedido.

    Pero es que era inevitable no pensar en eso... su rostro se puso de un rojo brillante cuando recordó que Nikki la había visto en menos de paños menores. Y solo provocaba que se avergonzara y la actitud tan normal de él y sin querer metió la mano en la bolsa de su saco para acariciar las llaves que este le había dado.

    —Sí, seguramente para él y hasta para Tommy es muy normal ver chicas desnudas—suspiró y cerró sus ojos—. Hasta el tarado de mi hermano ha de haber visto más zorras que en toda su adolescencia.

    — ¿Estás bien?—preguntó de repente una de sus compañeras haciéndola saltar un poco—. Te ves un poco cansada.

    La rubia negó—. No es que acabo de cambiarme de casa... y bueno, ustedes saben es pesado.

    — ¿Ya no estás viviendo con las chicas de esa banda de rock?—preguntó otra.

    —No... tuvimos unas pequeñas diferencias y decidí independizarme de ellas—soltó tranquila mientras sus dos compañeras asentían.

    —Bueno, entendemos. Debe de ser complicado.

    —Un poco, pero por eso un amigo me está hospedando en su casa en lo que yo puedo encontrar algo o encuentro dónde está viviendo mi hermano.

    —Suerte con ello querida—sonrieron ambas mujeres y regresaron a lo suyo en los pesados libros de diario de la editorial.

    Dallas hizo lo mismo y decidió concentrarse tanto en su trabajo que no notó que las horas pasaron de manera rápida. Ni siquiera escuchó cuando sus compañeras le decían que irían a comer... tan metida estaba en sus propias cuentas que había olvidado salir a almorzar.

    Le dio la una de la tarde, dos, tres, cuatro, cinco y los demás auxiliares comenzaban a retirarse de la oficina. Seis de la tarde y el día comenzaba a agonizar.

    —Señorita Duren—salió del trance que se había auto impuesto para poder sacar todos los pendientes de su día de no trabajo. Que no notó que el día había terminado, volteó a ver a la persona que le hablaba y se trataba del guardia de seguridad.

    —Oh... John. ¿Todo en orden?—preguntó curiosa al ver al hombre, nunca iba a su lugar.

    —Este sí—dijo el oficial—. Pero ya está por anochecer, señorita. Creo que es conveniente que deje el trabajo para mañana.

    — ¿Qué? ¿Pues a qué horas son?

    —Son casi las siete, señorita—dijo el oficial algo apenado—. Y las oficinas están por cerrar.

    —Santo cielo... —suspiró—. No me di cuenta. El día se me pasó volando.

    El hombre asintió—. Me lo imagino, de hecho nadie la vio salir en todo el día. Debe tener hambre y estar muy cansada.

    —Algo—se estiró y sintió el cansancio en su espalda de estar encorvada casi todo el día—. Gracias John, saldré en cinco minutos.

    El guardia de seguridad asintió y se retiró, dejando sola a la muchacha para que comenzara a guardar todas sus pertenencias. Se rascó los ojos y luego bostezó al notar que el cansancio físico comenzaba a aturdir sus sentidos que hasta ese momento se habían mantenido trabajando al cien.

    Por la ventana vio como el sol terminaba de ocultarse, dando paso a la noche cálida de Los Ángeles.

    —Demonios—dijo para sí, al escuchar su estómago quejarse de hambre.

    Pasaría a cenar algo rápido.

    —Yo creo que buscaré a Blackie, mañana—se dijo, mientras llegaba al lobby y John le abría la puerta para que saliera—. Buenas noches, y una disculpa John.

    —No se preocupe, señorita—sonrió el oficial y despidió a la muchacha.

    Se sobó el cuello un poco cansada y volvió a bostezar profundamente, cansada. En esos momentos juraba que podría dormir hasta en el duro piso, y cuando se dirigía a la parada del bus, recordó que ya no estaba viviendo con las chicas.

    —Diablos. Debo recordar que ya no es mi ruta—se dijo, regresando sobre sus talones y emprendió el camino con dirección al Whisky a Go Go! Pues la casa Mötley estaba en esa dirección sobre el Sunset Strip.

    Para cuando llegó, vio las luces de la casa encendidas, imaginando que los chicos estaban dentro. Debía agradecer a Tommy de nueva cuenta y comentarle sobre su hermano, pues realmente no pensaba quedarse a vivir ahí.

    Pero lo que nunca imaginó al abrir la puerta fue ver a Tommy y Nikki compartir a una mujer que gemía como vil gata en celo. Con las piernas lo más abiertas que podía para permitir que el alto baterista la embistiera con fuerza y su boca fuera invadida por el pene vibrante de Nikki. Se quedó sin habla, y ambos hombres la notaron cuando ella dejó caer las llaves que por la mañana, el pelinegro bajista le había dado.

    —Oh mierda—dijo Tommy espantado, sintiendo que todo su libido aún preso en las mojadas paredes femeninas de la chica que se follaba, se había ido al ver el rostro espantado de Dallas mirarle.

    Nikki al contrario de sentirse descubierto, sonrió ampliamente y burlón al ver la cara pálida de Dallas. Que intentó salir del departamento y ver a T-Bone, salir del interior de la muchacha que gimió en desacuerdo por no poder culminar, le vio ponerse el bóxer con rapidez e intentar ir tras la chica que corrió en dirección a la habitación.

    — ¡Dallas! ¡Espera!

    — ¡No, Tommy! ¡Vete, no quiero verte ahora!—dijo la colorada muchacha, sintiendo el bochorno en su rostro. Nunca había visto algo como eso. Ella todavía era una sosa niña que mantenía su virginidad intacta. Y eso había sido una impresión demasiado fuerte para ella.

    T-Tommy... se la estaba tirando al mismo tiempo que Nikki. Se cubrió su rostro avergonzada totalmente, sintiendo que no tenía dónde esconderse pues podía escuchar los suplicantes gritos del baterista.

    —Dallas... por favor—dijo este—. No es lo que piensas... yo...

    —Tommy, vete, por favor—pidió ella de nueva cuenta, no sabiendo que sentir al haber visto al muchacho con esa mujer y su amigo.

    Estaba muy consciente que le gustaba la manera en que Tommy la trataba e incluso le gustaba mucho cuando él le robaba apasionados besos. Pero no podía considerar un sentimiento abrasador en su estómago, porque no iba a permitir que algo así se sembrara en su interior.

    —No, Dallas... por favor. Déjame entrar. ¿Quieres?

    —Enserio, Tommy... no quiero h-hablar contigo ahora, ni con Nikki. Con ninguno—dijo—. Me iré a dormir. Buenas noches—a pesar de que no era cierto, de verdad no quería verlo... estaba demasiado avergonzada como para verlo a los ojos.

    —Carajo—gimió Tommy, descontento y al ver que la rubia definitivamente no saldría decidió irse a la sala dónde su mejor amigo. Terminaba lo que él no había podido hacer. Nunca se imaginó que la rubia llegara así... había olvidado por completo que la había invitado a quedarse con ellos, aunque su mente lo sabía, él lo había olvidado cuando su sistema recibió el tan anhelado estado high que le provocaba la cocaína. Y cuando Nikki llegó con esa zorra bajo el brazo y lo ofreció cogérsela con él, sin pensarlo ni un momento, accedió.

    —Lárgate—dijo Nikki a la mujer que le miró ceñuda y dolida por ser despachada de esa forma. Esta tomó sus bragas y su corto vestido, para ponérselo sobre su desnudo cuerpo y salir por la misma puerta por la que llegó esa extraña chica.

    —Mierda...

    — ¿Estás bien, viejo?

    El castaño negó—. No joder... Dallas... ella...

    —Tranquilo—suspiró Nikki—. Como si nunca hubiera visto o hecho algo así. Relájate... ya se le pasará.

    —Es que no entiendes—dijo el baterista algo cabizbajo todavía sintiendo pena por lo que pasó—. Esa chica, me gusta.

    Nikki se detuvo justo antes de ponerse los pantalones—. ¿Es enserio?

    —Sí...

    —Oh mierda...

    — ¿Ahora me entiendes?—suspiró Lee sintiendo la culpa en el pecho—. Nunca pensé que fuera a llegar. Es decir, ¡mierda! Olvidé que ella entraría por esa puerta en cualquier momento.

    —Déjala. Te hablará cuando se le pase—dijo Nikki, intentando no reírse de la miseria de su alto amigo—. Viejo, saldré por algo para cenar, Vince tampoco llegará... se quedará seguramente con alguna zorra del Girls. ¿Vienes?

    Tommy suspiró y asintió, recogiendo su camiseta del piso—. Vamos.

    Cuando los dos músicos salieron de la casa, Dallas salió también avergonzada. No había escuchado la conversación entre los jóvenes, ella iba a hacer de cuentas que no había pasado nada y a toda costa intentaría cambiar el tema de conversación con los dos. Se había puesto el pijama y buscó en el refrigerador algo qué comer, agradeció encontrar todavía una hamburguesa intacta dentro.

    Mañana pasaría al súper mercado para traer a ese lugar, comida de verdad.

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    En un puesto de hamburguesas del Sunset Boulevard, Nikki miraba un poco fastidiado a Tommy. Que seguía lamentándose por haber sido pillado de esa manera por Dallas.

    —Oh viejo, ya pasó—intentó animar el bajista, pero el castaño no hacía nada por remediarlo.

    —Es que su rostro... Dios...

    —Tommy.

    —Yo creo que esta noche iré a quedarme en casa de mis padres. No puedo ver a Dallas por ahora... no puedo, se me cae la cara de vergüenza. ¡Mierda! ¡Tenía mi verga dentro de esa zorra justo cuando ella llegó!

    El hombre que despachaba las hamburguesas escuchaba toda la conversación con atención y levantó una ceja cuando el alto y delgado muchacho gritó eso fuertemente. Suspiró y negó, imaginándose que el pobre desdichado había sido pillado en una infidelidad.

    — ¿Qué haré si Dallas no quiere volver a hablarme?

    —Te hablará, yo lo sé—dijo Nikki, extendiendo su plato al hombre que cocinaba pidiendo en silencio otra más—. Solo si te hace sentir mejor, quédate en casa de tus padres esta noche. Ella estará a salvo en la oscuridad de tú habitación, hermano. Ya te dije que Vinnie seguro no regresa a la casa.

    — ¿Tú crees eso?

    —Oh vamos, confía en mí. Si lo que te preocupa es que esta chica pueda voltearte la cara con una bofetada, quédate en casa de tus padres.

    — ¿La cuidarás?—preguntó Tommy de forma inocente, mientras Nikki sonreía divertido al ver lo inocente que se estaba portando su castaño baterista. No entendía cómo con otras mujeres era un hijo de puta y con esta chica en particular era todo lo contrario, se portaba como un hombre maduro y educado. Solo para recibir la tierna sonrisa de ella...

    —Si viejo. Cuidaré hasta el momento en que va al baño—rodó los ojos cuando Tommy sonrió encantado.

    — ¡Sixx! Eres el mejor.

    —Lo sé—dijo para calmar a su amigo y lo vio ahora comer con más ánimos su hamburguesa—. Pero mañana deberás hablar con ella y deberá acostumbrarse a este tipo de cosas si vivirá con nosotros. ¿Entendido? No pienso irme a follar a un hotel con una zorra a la que debo de pagar, y gastar más dinero, si tengo la comodidad de mi departamento.

    —Bien lo haré. Pero por hoy, no quiero verla.

    —Ay Tommy—suspiró Nikki—. A veces eres demasiado infantil.

    Lee sonrió encantado y ambos terminaron de cenar, incluso antes de que Nikki pudiera regresar a casa y Tommy irse a la de sus padres. Pasaron por el Girls Girls Girls, encontrándose ahí a Vince que estaba efectivamente con una candente rubia y una pelirroja de enormes tetas.

    — ¿Y Mick?

    —No quiso venir. Dice que quiere estar listo para las presentaciones en el Whisky de esta semana—dijo Neil, embelesado mientras jugueteaba con los pezones de la pelirroja que solo reía como tonta—. Dios, esta chica está deliciosa—sin pedir permiso, lamió un pezón sonrosado de la stripper y ella echó la cabeza hacia atrás al sentir el mojado contacto caliente de la lengua masculina con su hinchado botón.

    —Joder—dijo Tommy divertido—. Creo que tendré que terminar lo que no pude hace rato.

    —Toda tuya, amigo—dijo Vince, palmeando el trasero de la rubia que se fue con Tommy para empezar a acariciarlo sobre sus pantalones.

    Y Nikki hizo exactamente lo mismo.

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    Cuando regresó a la casa Mötley, sentía todo su cuerpo adormecido por todo el alcohol que había ingerido y las líneas de coca que había en su sistema. Provocándole ese estado high que le gustaba sentir, esa adrenalina que le causaba una felicidad no explicada. Con mucha dificultad entró a la casa que se encontraba totalmente oscura.

    Y arrastrando los pies, ingresó. Dando un fuerte portazo dispuesto a dirigirse a su habitación y tirarse a dormir profundamente hasta que el sol lo despertase.

    Podía sentir el embriagante olor a licor en sus ropas y sonrió divertido, cuando su mirada borrosa le indicaba que estaba por sucumbir al sopor de la droga. Solo sintió que giró la perilla de la puerta y luego de forma autómata se sacó la camisa y se tiró en la cama.

    Un sonoro grito le hizo doler los tímpanos de la oreja, al notar que esa no era su cama.

    —Mierda—dijo, justo cuando intentó ponerse de pie.

    — ¿Nikki?—sabía de quien era la voz, solo que empezó a reírse por la maldita situación en la que se había metido.

    —Hola.

    — ¿Estás bien?—Dallas se había asustado cuando sintió tremendo peso caer sobre ella. Había decidido acostarse a dormir para no tener que hablar con Tommy o precisamente él y ahora, venía a caerle encima sumamente borracho y drogado.

    —Creo que no—dijo Nikki sin quitar la sonrisa de sus labios, al sentir el cuerpo femenino.

    —E-espera—dijo ella al sentir que el bajista se entregaba al sueño—. N-Nikki... no te duermas. Pesas mucho...

    —Hueles rico—seguido comenzó a reírse—. Y eres muy cómoda.

    —O-oye es e-enserio—dijo ella nerviosa, sintiendo el penetrante aroma del bajista, alcohol y hierbas.

    — ¿Por qué te enojaste con Tommy?—preguntó de repente, descolocándola más, este se levantó sobre sus brazos para ver el rostro nervioso de Dallas pero él no lo notaba, sentía el cuerpo completamente adormecido y la tenía preso bajo su peso—. ¿Enserio te molestó, verlo follar con otra zorra?

    Ella viró su rostro avergonzada, no era eso—. N-no... no es e-eso... sólo que me dio m-mucha pena.

    — ¿Y por qué pena?—quiso saber Nikki, observándola.

    No sabía si eran los efectos de la sustancia en su cuerpo y el alcohol. Pero los gestos de la muchacha se le hacían sumamente sensuales y estaba seguro que ella no se daba cuenta de lo que estaba provocando en sus pantalones.

    —N-Nikki, p-por favor v-vete. ¿Dónde está Tommy?

    —Tommy, se fue a dormir a casa de sus padres porque piensa que estás enojada con él—sonrió divertido al ver el rostro compungido de la chica, colorado, sus mejillas ardían y casi brillaban—. ¿Entonces si lo estás?

    —N-no... p-por favor.

    El bajista estaba sintiendo como su parte masculina comenzaba a endurecerse por solo observar los gestos de la joven—. Dime... ¿Qué sentiste al vernos? ¿No quisiste unirte?

    Ella negó rápidamente y puso sus manos sobre el pecho del muchacho para que este se alejara, sus rostros estaban peligrosamente cerca y podía sentir el fuerte olor a alcohol de Nikki embriagarla. Y solo ponerla más nerviosa, pero el contacto con el desnudo pecho del bajista, quemaba... le cosquilleaban las manos.

    — ¿Te imaginaste que eras tú?

    —Ya b-basta...

    —Dime... pequeña Dallas... ¿No quieres saber que se siente? ¿Qué es lo que estaba sintiendo esa chica al tener el pene de Tommy en su vagina?

    La muchacha sintió una sensación en su estómago cuando Nikki bajó su rostro a la altura de su oreja y cerró los ojos con fuerza al sentir la lengua caliente de este en el lóbulo de su oreja. Apretó las manos en puño sobre el pecho masculino y realmente quería que se alejara, pero una parte de su cuerpo se inquietó cuando su tímpano captó el sonido que su lengua hacía sobre su oreja.

    Nikki podía sentir que las bolas le dolían, estaba demasiado drogado y borracho, pero los gestos que la muchacha hacía bajo su cuerpo solo conseguían calentarlo demasiado. Podía sentir el dolor de su pene contra los ajustados pantalones de cuero y luego cuando ella gimió, no pudo evitarlo. Dejó caer su pelvis contra la de ella para mostrarle y hacerla sentir su endurecida carne.

    Besó sin su permiso su cuello y succionó suavemente.

    La joven se estremeció bajo el cuerpo masculino, cerrando los ojos en el camino, abriendo sus manos sobre el pecho de Sixx e inconscientemente movió su cuello para darle acceso a este con sus osadas caricias. Una ola de calor desconocida invadió su cuerpo cuando sintió la dureza de su pantalón, generando en su interior sensaciones que nunca antes había experimentado.

    —B-basta—pidió ella y cuando el peso completo del chico calló sobre ella se asustó.

    Pero un sonoro ronquido, la hizo avergonzarse más de la cuenta.

    Nikki Sixx, se había quedado profundamente dormido, de un momento a otro.
     
  17.  
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    12 Enero 2008
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    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    4120
    Capítulo XV. Familia.

    ¿Qué podía hacer en esos momentos? Podía sentir en su oreja la cálida respiración de Nikki. El joven se había quedado dormido y todo su peso caía sobre ella. Tragó pesado y suspiró derrotada... podía sentir sus mejillas arder y su corazón latía a mil por hora. E incluso en su nariz penetraba el fuerte aroma del alcohol, mareándola un poco. ¿Cómo se metió en esto? ¡Ah sí! Le había aceptado a Tommy estar unos días ahí, en lo que encontraba a su hermano y/o podía encontrar un lugar dónde quedarse.

    Intentó mover a Nikki, pero el chico pesaba considerablemente y pareció que imprimía todo su peso al dormir. Y aunque le parecía una tarea titánica pudo quitarse al bajista de encima. Y le observó su alborotado cabello, y sus ojos delineados y el rosado natural de sus labios. Durmiendo se veía muy tranquilo y Dallas olvidó los nervios que tenía en un inicio. Se hizo a un lado y quiso irse pero antes de poder salir de la cama, el brazo suyo fue retenido por la pesada y áspera mano del muchacho.

    —No te vayas—dijo el pelinegro adormilado.

    Había sentido la mirada de Dallas sobre su persona y le agradó el escrutinio de la joven. Aunque estaba borracho. Estaba bastante consciente, aunque indispuesto.

    Dallas le miró con desconfianza. Iba a negar y alejar al muchacho—. No es adecuado, y tampoco está bien.

    —Sólo déjame dormir aquí—dijo comenzando a fastidiarse.

    —Está bien—suspiró derrotada y muy tonta al acceder con tanta facilidad. Se sintió como si estuviera haciendo algo malo. Sentía como si en cualquier momento, Vince o Tommy fueran a llegar y la vieran con Nikki.

    —Entonces ven—dijo sin despegar la cabeza de la almohada—. Prometo no hacerte nada, joder eres la hermanita de Blackie y la jodida noviecita de T-Bone.

    Dallas iba a negar en cuanto a lo que Nikki pensaba... sobre ella y el baterista. Pero prefirió callar. Sin dejar de fruncir el ceño, se metió de nueva cuenta a la cama y el pelinegro sonrió divertido.

    — ¿Lo ves? No era tan difícil—sentenció con una sonrisa arrogante y luego se acomodó al lado del muchacho.

    Por divertido y sumamente raro que fuera era la primera vez que Nikki dormía con una chica sin tener intimidad y eso a él le resultaba extraño pero raramente cómodo, quizás era la droga y el alcohol pero le sabía bastante bien solo entregarse al sopor en esa cama con la chica.

    La muchacha cerró sus ojos y se abrazó a sí misma para evitar lo más que podía el contacto con el músico. Se giró dándole la espalda sin poder dormir hasta que escuchó la respiración del bajista, lenta y acompasada. Fue cuando se dio cuenta de que ahora si se había quedado dormido y ella más segura, hizo lo mismo que él... dormir.

    Pero ninguno de los dos se dio cuenta de que sus cuerpos se buscaron silenciosamente. Hasta que ella terminó entre los brazos del bajista. Cómo si sus cuerpos se reconocieran de toda la vida.

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    Cuando abrió los ojos, reconoció que esa no era su habitación. Él no tenía una cama sobre la suya y al querer levantarse, sintió el peso extra de alguien y al notar quien era. Se sorprendió... oh mierda... ¿Había dormido con la novia de Tommy? Se sobresaltó cuando lo pensó pero se tranquilizó cuando vio que llevaba toda su ropa puesta y ella su ridículo pijama lila y azul... Entonces si no la había follado... ¿Qué demonios hacía ahí?

    Luego sudó frío al recordar que si había tenido un leve acercamiento con ella. Había besado su cuello y se había excitado muchísimo... quiso irse pues la verdad, recordar su rostro colorado, solo provocaba que su erección matutina se endureciera más. Luego se tensó cuando la escuchó suspirar suavemente y acurrucarse contra su pecho.

    Necesitaba irse pronto o ahora si Vince o Tommy iban a llegar, el rubio le tenía sin cuidado e incluso comenzaría a decir tonterías al respecto. Pero no creía que su mejor amigo se lo tomara muy bien y menos si estaba pretendiendo a la rubia.

    Con cuidado salió de la cama e inmediatamente se encerró en el baño para darse una ducha con agua fría.

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    Para cuando Dallas despertó, notó que su alarma sonó estruendosamente. Olvidando por completo la situación con Nikki y corrió al baño, se duchó, cambió y ni siquiera notó al bajista que le miró sorprendido y un poco ofendido porque prácticamente le ignoró. Ella salió como demonio que llevaba un alma y toda la Mötley House, se quedó en silencio.

    Después Nikki Sixx, se puso de mal humor al darse cuenta de que había dormido muy bien en mucho tiempo. Y esa mañana no tuvo la ya conocida resaca, y no quiso indagar más en el porqué.

    Dallas se había ido a trabajar y él también debía hacerlo hasta medio día. Y luego buscar a los demás para comenzar a ensayar. Pues en su mente estaba formando una letra que creía muy buena y con ayuda de Mick podría componer la melodía.

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    Prácticamente, le había ignorado y lo sabía, no quería ponerse incómoda y tensa con el muchacho que prácticamente le miraba con insistencia. Por esa razón se fue sin siquiera dirigirle la mirada, era muy posible que él quisiera arreglar el mal entendido. Pero ella prefería aparentar que ya se le hacía tarde y gracias a que vivía cerca de la Editorial, podría tomar el desayuno antes de convertirse en un ratón contable.

    —Oh Dallas vamos, sólo estaba borracho—se dijo un poco ida. Para cuando se daba cuenta eran las diez.

    —Señorita, Duren—llamó la recepcionista—. La buscan en recepción.

    — ¿A mí? ¿Y quién es?—se sorprendió.

    —Un tal Thomas Lee Bass. ¿Le atiende o le digo que está ocupada?

    La rubia negó y dejó su trabajo. Cuando escuchó el nombre de Tommy, sintió esas mariposas ya conocidas—. Dígale que bajo en un momento.

    La recepcionista asintió y se retiró para dar el comunicado.

    Dallas, bajó las escaleras con suavidad ya que no tenía ganas de hablar sobre lo ocurrido durante la noche. Al llegar al lobby, le vio ahí sentado, meneando la pierna con nerviosismo y mirando a la puerta giratoria con insistencias. En las manos llevaba una rosa y Dallas sonrió al verlo siendo tan él. Sus tacones resonaron en el piso, llamando la atención del castaño y su sonrisa se ensanchó al notarla.

    —Preciosa—saludó el baterista y se levantó del sillón, como resorte.

    —Tommy. ¿Qué haces aquí?—saludó la rubia, recibiendo la rosa en sus manos—. Es hermosa... no debiste.

    —Quise hacerlo—dijo este ahora tomando su mano—. Dallas discúlpame por lo de anoche. No significó nada... —antes de terminar Lawless le había tapado la boca y negó.

    —No me expliques nada. ¿Entendido?

    —Pero...

    —No importa. No estoy molesta ni nada, sólo que nunca había visto algo como eso.

    — ¿Enserio?—la cara de Tommy era de total sorpresa—. ¿Tú... nunca?

    Ella negó.

    —No Tommy y no es algo de lo que quisiera hablar aquí en mi trabajo.

    —Bueno, tienes razón—sonrió apenado y besó su frente—. ¿Quieres ir a comer? Creo que ya es tu horario.

    Dallas sonrió y aceptó. Ambos salieron de la editorial y fueron a un pequeño restaurante sobre Sunsent. La rubia no podía negar que le gustaba el alto chico. Y le gustaba salir de repente con él, pero también estaba la incómoda situación con Nikki. Fue cuando miró al castaño y prefirió callar. Aunque, las caricias del bajista la hiciesen vibrar de una manera muy intensa. Al contrario de Tommy que hasta ese momento se había portado muy bien con ella.

    —Tom—llamó Dallas al baterista que engullía gustosamente un emparedado. Y levantó sus ojos a la chica—. ¿Te parece si hoy, después de las cinco, pasas por mí y vamos al súper?

    — ¿Eh?

    —Sí... bueno he notado que en casa hacen falta algunas cosas y quisiera bastecer todo en gratitud por dejarme quedar con ustedes.

    El castaño observó a Dallas e inmediatamente negó—. No lo harás—terminó y bebió de su soda—. No es necesario. Te invite a quedarte y no es tu obligación hacerlo. Es como si regresaras a lo mismo de la Vixen House.

    —Pero quiero hacerlo Tom—dijo la muchacha tranquila. Y volvió a sonreír—. Y aunque tú no quieras y no quieras ir conmigo, iré de todas formas.

    El baterista infló las mejillas en un puchero y no dijo más. Ya era más que un hecho que Dallas haría lo que ella quisiera.

    Para cuando se dieron cuenta, el almuerzo había terminado y Dallas regresaba a su trabajo mientras Tommy iba al ensayo con sus amigos.

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    —Repite este Do, Do, Re y Mi para que suene mejor y tú, alza el tono en dos octavas—dijo Nikki a Mick y Vince quienes asintieron y hacían todo lo que podían. Antes de que siguieran en lo suyo, la puerta se abrió y todos observaron a Tommy.

    —Vaya hora de llegar, imbécil—se burló Vince y ambos chocaron palmas. Mientras Mick miraba de mala gana al par que ponía el desorden y Nikki sonreía al ver a sus dos compañeros.

    —Tuve que resolver un par de asuntos.

    — ¿Ese par de asuntos incluye a esa bella flaquita que duerme en nuestra habitación?—preguntó Vince.

    —Hey—se puso serio—. Dallas no se toca.

    —A menos que ella quiera—siguió Vince, molestando y Tommy se había puesto serio—. Aunque me imagino que debe ser una diosa desnuda y...

    — ¡Ya cállate, Vinnie!—exclamó el baterista sin imaginar que Nikki ahí presente podía casi afirmar lo que Vince hablaba. Quizás no la había visto por la noche, pero si le había observado cuando salió de la ducha aquella mañana, piernas largas y torneadas, y una figura de infarto. "En forma de guitarra". Se tensó un poco y agradeció que nadie notó su pequeña perturbación.

    —Ya déjense de niñerías, idiotas—dijo Mick—. Solo toquemos carajo—los otros tres asintieron y regresaron a sus puestos. Aunque Mars observó como Nikki sonreía lo mejor que podía a Tommy.

    —Cámara, idiotas. Esta es la buena—canturreó el bajista—-. Y muevan sus traseros porque este viernes, Mötley Crüe, tocara en el Whisky a Go Go!

    Los demás celebraron la buena noticia que Sixx, les dio.

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    Dallas se despidió de John y comenzó a caminar rumbo a la Mötley House. Se día, particularmente había sido algo cansado, un par de juntas y algunos resultados de último momento y ya cuando abandonaba la editorial lo único que quería en esos momentos era descansar.

    — ¿A dónde vas?—se detuvo cuando escuchó tan conocida voz. Al girarse vio recargado junto a un poste a su hermano mayor. Cruzado de brazos, lentes de sol, chaqueta de cuero y su ya tan distinguido peinado alborotado.

    — ¡Blackie!—exclamó la rubia, contenta. Se acercó para abrazarle y cuando lo hizo el guitarrista le correspondió.

    — ¿Qué haces aquí?--preguntó Dallas a Blackie, quien solo tomó su bolso y se lo echó al hombro.

    —Vine a verte, pulga. ¿Cómo has estado?--el pelinegro de alborotado peinado ignoraba todo lo que le había sucedido a su hermana. Ni siquiera estaba enterado de que la rubia, ya no estaba viviendo en la Vixen House.

    — ¿Por dónde quieres que empiece?--rodó los ojos al mismo tiempo que ponía sus manos a la altura de la cintura en forma de jarra.

    Blackie se quedó mirando a la muchacha y esperó paciente a que ella empezara, la vio suspirar profundamente con molestia.

    —Desde hace dos días que ya no estoy en la Vixen House—el bajista la miró atento y con curiosidad—. Tuve una discusión con Janice, estaba harta... Le dije que yo no era su Cenicienta y la muy... me dijo que si quería seguir viviendo ahí, debía ganarme de alguna manera el techo que me daban. ¿A caso no es suficiente con el dinero que llevo?

    —Te dije que muy posiblemente terminarías en problemas con esa chica. ¿Por qué no me haces caso?

    —Nunca pensé explotar de esa manera—dijo la muchacha, habían comenzado a caminar sobre el Sunset mientras charlaban de los pésimos días de la muchacha—. Aunque sabes... Creo que es mejor así, después de todo, Janice nunca me quiso... intentaba por todos los medios alejarme de Janet y bueno creo que al final lo consiguió... pero no todo es tan malo.

    — ¿A qué te refieres?--preguntó el pelinegro alzando una de sus cejas.

    Dallas mentalmente se imaginó el rostro que pondría su hermano en cuanto le dijera que se encontraba viviendo en la Mötley House—. Tommy me está dando asilo un par de días en la Mötley House.

    — ¿Qué? ¿Pero qué mierdas? ¡Dallas! ¡No puedes quedarte ahí!--Blackie conocía perfectamente las mañas que tenía Nikki, no dé en balde, este había sido el bajista en su antigua banda, London y conocía perfectamente que ese chico no era de fiar. Y tampoco confiaba para nada en los otros dos que vivían con el ojiverde.

    — ¿Y qué querías que hiciera?

    — ¡Pudiste haberme buscado!

    — ¡Y eso hice, maldición!--exclamó la rubia, comenzando a molestarse por la tonta pelea que estaba teniendo con su hermano—. ¡A penas te vi! ¡Prácticamente me iba a ir a un cuarto de hotel en lo que encontraba dónde quedarme y tú quién sabe dónde carajos andas!

    — ¡No te vas a quedar un día más en casa de los Mötley!

    — ¡Claro que me quedaré!--exclamó la chica e incluso llamaron la atención de algunas personas que también transitaban.

    —No lo harás. ¿Tú crees que no conozco las intenciones de Nikki, Tommy y ese Vince? Del tal Mick no diré nada porque se ve un tipo un poco menos idiota... pero en cuanto te descuides... esos tres intentarán saltar sobre ti como perros sobre un pedazo de carne. Y tú no eres una de las tantas zorras que viven en este lugar.

    — ¿Y dices eso porque...? ¿Has hecho lo mismo?--ambos jóvenes se miraban desafiantes, ninguno le bajaba la mirada al otro.

    Hasta que Blackie lo hizo.

    — ¡Oh Dallas! ¡Jodete y haz lo que quieras! Total, ya estás bastante grandecita.

    —No puedes evitar que haga lo que crea conveniente. Es más, ni siquiera me dejaste explicarte que estaba buscándote para ir a vivir contigo un tiempo antes de poder independizarme un poco... pero no... nada más escuchaste que vivo con tres tarados y el mundo explotó...

    —Debes entenderme, pulga—sonrió apenado y se rascó el brazo con incomodidad—. Eres mi única hermana y aparte eres mi hermanita menor... no puedo imaginarte con un idiota... o con esos idiotas.

    —No te preocupes, hermano—Dallas abrazó a su hermano, este regresó el acto de igual manera y suspiró—. Hasta este momento se han portado bastante bien... incluso entre todos hemos limpiado ese lugar.

    — ¿Enserio?

    —Sí. Fue toda una epifanía pero lo conseguimos en un día. Y Tommy, literalmente me donó su cama hasta nuevo aviso o hasta que consiga un lugar dónde quedarme.

    Blackie volvió a suspirar—. Por esta ocasión creeré en ti. Pero a la primera que me entere de que esos te han intentado faltar al respeto, yo mismo iré y les cortaré las bolas.

    Dallas comenzó a reír—. Descuida... sólo necesito un lugar a dónde llegar a dormir. Estaré bien...

    — ¿No preferirías venir conmigo? También vivo con mis compañeros de banda, pero estoy seguro que al saber que eres mi hermana, no intentarán pasarse de idiotas contigo.

    —Vamos hermano—dijo Dallas divertida—. Estaré bien, de verdad te llamaré si necesito algo.

    Blackie suspiró cansado y solamente metió las manos en los bolsillos—. Vayamos a comer algo. Yo invito.

    La rubia asintió y ambos se dirigieron a la cafetería más famosa del Boulevard. Podrían comer panqueques con jalea de frutos rojos y conversar sin tanto grito y el ruido de la calle en general. Era lo que ambos hermanos más apreciaban de verse de vez en cuando.

    Mientras comían, Dallas se enteró que W.A.S.P. estaría teniendo el próximo fin de semana (viernes y sábado), eventos en el Whisky a Go Go! Y que el dueño del lugar, estaba buscando otra banda más para poder llenar el cartel.

    — ¿Crees que Vixen, venga a presentar solicitud?--preguntó la chica distraídamente, mientras jugaba con la pajilla de su malteada y miraba a la calle dónde muchos autos transitaban al igual que gente y el cielo ya se había pintado de oscuro junto a un manto de estrellas.

    —No lo sé—confesó Blackie tranquilo y terminó su comida—. Aunque como te dije, son buenas pero todavía les falta y sin una bajista... tocan de la patada.

    Dallas sonrió un poco desanimada pues su mente se había ido al día en el que había decidido escapar con sus amigas.

    De esa Dallas ya no quedaba absolutamente nada, había pasado de ser la chica de enormes ropas holgadas y cara lavada a otra que representaba todo lo contrario. Quizás añoraba el confort que una casa podía darle y no estar rodando por el mundo.

    --Bueno espero que les vaya muy bien.

    El pelinegro se le quedó mirando--. Y hablando de todo esto... ¿Piensas seguir quedándote en Los Ángeles?

    --Supongo que sí... no tengo otro sitio a dónde más ir. Además, creo que siento esta ciudad más como mi hogar que el mismo St. Paul.

    --Eso es porque St. Paul es un lugar aburrido--sonrió el mayor de los dos y de su ajustado pantalón de mezclilla, sacó una cajetilla de cigarrillos--. Vámonos ya, pulga. ¿Quieres?

    Dallas aceptó y tomó uno de los cigarrillos, al dejar pagada la cuenta y sobre la acera, ambos encendieron con un mechero dicho pitillo. Degustando el sabor del tabaco al quemarse, aspiraron la nicotina y en sincronía sacaron el aire y humo retenido.

    —Ahora que ya sabes dónde vivo, podrás visitarme más seguido—sonrió la muchacha y el pelinegro negó.

    —Intentaré ir más seguido. No te prometo nada, pero es muy probable que nos veamos ahí si esos idiotas organizan alguna fiesta.

    — ¿Siempre vas a las fiestas?

    —Por lo general. Entonces ahí nos veremos y cuídate mucho.

    —Lo haré.

    —Entonces, te iré a dejar a tu nueva casa—ambos sonrieron y la rubia lo tomó de la mano antes de darle otra calada al cigarro—. ¿Qué pasa?

    —Acompáñame al Walmart.

    Este levantó una ceja cuando tiró la colilla al piso—. ¿Para qué?

    —Necesito comprar algunas cosas, si quiero vivir mediamente bien en ese lugar. ¿Me acompañas?

    —En vista de que no tengo nada que hacer. Vamos...

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    — ¿Qué cenaremos?—preguntó Vince, mientras destapaba otra botella de cerveza—. Muero de hambre.

    —No lo sé, no me han pagado y no creo que los vecinos quieran darnos algo de lo que les quede de la cena de ayer—dijo Nikki, buscando algo en el vacío refrigerador—. Mierda... esta cosa limpia, se ve horriblemente vacía.

    —Eso es porque Dallas, limpio y quitó toda la mierda de su interior—dijo Tommy, llegando al lado de su amigo, para buscar algo en la alacena—. Diablos, no hay ni una puta migaja de pan aquí.

    —Ya dejen de quejarse—dijo Mick de malas, al sentir el ya conocido dolor en su espalda, se acomodó en el sillón y suspiró cuando sintió como sus huesos tronaron.

    — ¿Y bien?—cuestionó de nueva cuenta Vince.

    Antes de que los otros pudieran responder a su pregunta con alguna palabrota, la puerta de la casa se abrió, dejando pasar a Dallas y a Blackie quien venía cargado de varias bolsas. Ambos venían discutiendo de algo.

    — ¡Viejo!—dijo Nikki al ver a su compañero—. Diablos, tiempo sin vernos.

    —Seh—contestó el mayor cuando dejó caer sobre la mesa las bolsas de la tienda—. Joder, Dallas estas putas bolsas pesan un chingo.

    —Ya no te quejes, yo también traigo bolsas—contestó la menor, ignorando a todos los hombres ahí presentes. Cuando las puso sobre la mesa suspiró y les prestó atención—. Hola chicos, ya llegué—sonrió a todos, esquivando la mirada verde de Nikki.

    — ¿Qué es todo esto, preciosa?—preguntó Vince al hurgar entre las bolsas, viendo varios productos—. ¡Oh genial, salchichas!—dijo emocionado sacando el paquete y antes de que pudiera abrirlo, Dallas le dio un suave manazo—. ¡Ouch! ¡Oye!

    — Deja ahí—contestó ella divertida—. Me tomé la libertad de ir al súper y traer todo esto.

    —Dallas... —empezó Tommy en son de regaño.

    —Cuidadito, piernas de pollo—dijo Blackie poniéndose al lado de su hermana de manera sobre protectora.

    Mick comenzó a reír cuando escuchó a Blackie, insultar a su baterista. Pues él también solía llamarlo así cuando estaba molesto.

    — ¿Qué?

    —Blackie, tranquilo—pidió Dallas al pelinegro.

    —Relájate viejo—pidió Nikki, sacando de la vacía nevera una cerveza—. ¿Quieres?

    —Claro—ambos se relajaron pues se conocían de tiempo. Mientras Dallas peleaba con Vince y Tommy porque querían comerse así las cosas que había traído.

    —Creo que la presencia de Dallas, les será de mucha ayuda—comenzó Blackie al ver como los otros dos chicos, ayudaban a la muchacha a guardar las cosas en sus respectivos lugares—. Aprovechen su buena voluntad y que es una gran chica—esto se lo decía a Nikki—. Cuidadito y te pasas de animal con ella... porque te mato Sixx.

    El mencionado comenzó a reírse—. Tranquilo hermano, no le haría nada a tu dulce hermanita.

    El bajista entrecerró los ojos y los clavó en su colega—. Es enserio Sixx, no quiero enterarme después de que le hicieron algo porque de verdad te voy a desconocer. A ti y a cualquiera que quiera pasarse de idiota.

    —Me parece estupenda amenaza—se incluyó Mick en la extraña conversación, se estiró con dolor y se sentó junto a los otros dos músicos—. Un gusto, Mick Mars, guitarrista.

    —Blackie Lawless, bajista—ambos estrecharon las manos mientras Nikki observaba divertido la situación.

    — ¡Oye espera, yo quiero cenar huevos con jamón!—los tres chicos voltearon a ver cómo Tommy y Vince peleaban por qué comer—- ¡Me vale madres, tú prepárate tu comida!—gritó el rubio, escondiéndose detrás de la muchacha—. ¡Preciosa, protégeme!

    — ¡Ah no, cabrón! ¡Con Dallas no te escondas!—dijo Tommy intentando alcanzar al más bajito.

    Los tres reían por las ocurrencias de estos y solo podían corretearse en esa diminuta cocina.

    —Idiotas—dijo Nikki divertido mientras bebía de su botella de cerveza.

    —Cuídenla—pidió Blackie a los otros dos músicos.

    —No hay problema—asintió Mick, sacando un cigarrillo de su pantalón. Blackie hizo lo mismo.

    Después de un rato, de haber puesto incluso los artículos de limpieza en su lugar. Dallas preparaba la cena para todos, incluyendo a su hermano que tras conversar un buen rato con Nikki y Mick se había decidido quedar un rato más. Para cuando estuvieron todos alrededor de la mesa, esperaron ansiosos para comer, en especial los Mötley. Que si bien, si estaban muertos de hambre antes de que llegara la muchacha.

    Cuando engulleron el primer bocado, cada uno a su manera se enamoró de la rubia y comieron hasta hartarse por esa noche.
     
  18.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
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    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
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    Capítulo XVI. Una noche de Rock.

    — ¿Cómo me veo, nena?—preguntó Tommy a Dallas, mientras se daba los últimos detalles en su alborotado cabello frente al espejo del camerino del Whisky a Go Go!

    —Te ves muy bien—dijo la rubia, mientras ella ayudaba a Vince con el crepe en el copete de su cabeza—. ¡Vince! Deja de moverte, si no nunca terminaré.

    El rubio refunfuñó—. ¡Oh es que duele, carajo! ¡Ouch! ¡Oye!

    — ¡Estate quieto!

    Tommy miraba divertido cómo la chica y el vocalista discutían sin dejar de peinar las hebras de este. Mientras que Mick sonreía burlón por el pleito.

    La semana se había ido volando y con ella, el viernes había llegado. Esa noche se presentaban tres bandas en el Whisky a Go Go! W.A.S.P. y Mötley Crüe, pero la tercera banda aún no había llegado, sería la banda que cerraría el evento que había traído consigo a muchos chicos de la ciudad, desde el centro de Los Ángeles hasta la costa de Santa Mónica y el bar estaba a reventar. Chicos y chicas de entre 17 a 22 años hambrientos de buena música.

    La banda que abriría el show de esa noche sería W.A.S.P. tenían trabajando en algunas canciones y querían presentarlas esa noche.

    — ¿Ya terminaron de arreglar a la rubia?—preguntó Blackie Lawless, entrando a los camerinos con una lata de cerveza en la mano.

    — ¿A cuál de las dos?—preguntó Mick divertido desde el sofá, algunas notas estaban sonando de su guitarra que estaba terminando de afinar.

    —Dallas ya está lista, pero Vinnie no—se burló Tommy.

    —Ya estás listo—dijo la joven, dejando el cepillo sobre el tocador y rociando laca sobre el alborotado cabello del vocal.

    —Ya era hora—se quejó divertido y se observó tal cual chica fuera frente al espejo—. ¡Nada mal, preciosa! ¡Gracias! ¿Te he dicho que eres la mejor y que te amo?

    — ¡Ey!—Blackie y Tommy exclamaron al mismo tiempo en queja por el cumplido a la chica.

    —Ya, ya tranquilos—dijo Vince—. ¿Han visto al Sixxter?

    —Seguro está follando con una golfa por ahí—dijo Blackie despreocupado.

    —Nada fuera de lo normal...

    —Seh—dijeron todos al mismo tiempo.

    — ¿Y los demás miembros de tu banda?

    —A penas son las siete, seguro llegaran rayando los imbéciles—contestó el pelinegro. Tomó el asiento de Vince y se colocó frente al espejo para observarse—. Ey, pulga. ¿Puedes echarme una mano por acá? Veo que se te da muy bien el crepe.

    —Claro—dijo la rubia, mientras los demás terminaban de arreglarse.

    El pronunciado maquillaje que usaban Tommy, Vince y Nikki junto a Mick, los definiría sobre la escena del rock. Mientras que los extravagantes accesorios que usaba Blackie lo definirían a futuro, además de su potente voz.

    Tal cual lo habían dicho, Nikki, entró al camerino acomodándose la bragueta del pantalón y en su rostro había una sonrisa de satisfacción. Lo primero que hizo fue mirar a Dallas y ver como ella le retiraba la mirada inmediatamente.

    —Ya era hora, idiota—dijo Mick—. ¿No puedes estar un solo momento sin estar follando como animal?

    —Eso lo dices tú porque no tienes con quien hacerlo—se intentó defender. Los otros solamente rieron pero no hicieron ningún comentario al respecto.

    —Bueno ya estoy listo—dijo Blackie rompiendo el incómodo silencio que se formó en el lugar—. Gracias pulga, pero todavía debo cambiarme.

    —Está bien, yo entonces saldré un momento.

    — ¿A dónde vas?—preguntó Nikki, curioso.

    —Iré a buscar una mesa.

    —Ni lo pienses—dijo Mick, dejando su guitarra sobre la base—. No encontrarás ninguna mesa vacía, el lugar está a reventar. Pero puedes estar hasta el frente, sales por el frente del escenario y bajarte.

    —Pienso lo mismo, además estarías en primera fila—dijo Tommy, pasando su brazo por los hombros de ella, ante la agría mirada de Blackie y la escéptica mirada de Nikki, que prefirió comenzar a maquillar dos franjas al estilo de los jugadores de futbol americano.

    —Supongo que no tendré mayor problema—dijo Dallas y aceptó la propuesta de todos.

    Al poco tiempo, comenzaron a llegar los demás miembros de la banda de su hermano y empezaron a prepararse. Por fuera, podían escuchar a la gente alebrestada, varios chiflidos comenzaron a escucharse por la tardanza.

    —Es hora—dijo Blackie, se acercó a Dallas y besó su frente con cariño—. Deséanos suerte.

    —Todo saldrá perfecto—animó la rubia y los cuatro músicos salieron con sus respectivos instrumentos.

    — ¡Buenas noches Whisky a Go Go!—dijo Blackie desde afuera y luego comenzó todo con un acorde de guitarra que enloqueció a toda la gente.

    —Iré afuera—dijo Dallas, dejando a los chicos terminar de prepararse—. Los veo en un rato.

    —Claro preciosa—dijo Tommy, acercándose a la joven y dándole un casto beso en los labios.

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    Pov. Nikki.

    No había día después del que compartí una cama con esa chica, en el que dejara de mirarla. Dallas Lawless se había vuelto parte de la banda, de una manera muy diferente. No era como todas esas zorras con las que Vince, Tommy y yo solemos meternos. Era diferente.

    Me molestaba la manera tan cercana en la que ella y T-Bone se relacionaban, besos y caricias de chiquillos. Intentaba ignorarlos pero era imposible, tenerla las 24 horas y los 7 días de la semana con nosotros solo hacía la tarea más difícil.

    Me había interesado en la chica y ahora mi mejor amigo era un problema mayúsculo. ¿Sería capaz de traicionar su amistad por esa mujer? Mi subconsciente me decía que no... pero una parte muy profunda de mi ser, me decía que sí. Que mandara todo al carajo e hiciera hasta lo imposible por cortejarla, meterla a mi cama y después olvidarme de ella... y regresársela a Tommy.

    ¿Era tan hijo de puta?

    Todavía me cuestiono seguido sobre ese punto.

    Esta noche especialmente se veía hermosa, su largo cabello rubio natural y sus grandes ojos verdes, parecidos a los míos. Cada que la veía, ella esquivaba mi mirada y solo podía intentar buscarla.

    A veces cruzaba palabra con ella, pero no había un acercamiento más.

    Siempre estaban todos, Tommy, Mick, Vince y ahora muy seguido se encontraba Blackie en la Mötley Housë. No había otro momento en el que pudiera estar a solas con ella.

    Dallas Lawless te estás convirtiendo en mi mayor capricho.

    —Oye, Sixx... ¿En qué piensas, viejo?—me preguntó Tommy, acercándose con esa sonrisa de bobalicón enamorado. Aún sin voltear a verlo pues me colocaba el delineador bajo los ojos.

    —En nada, en realidad. Espero que esta noche nos vaya bien—contesté como si nada pasara, cuando la verdad es que sentía cierta molestia con él.

    — ¡Claro que nos irá genial!

    —Para ti todo es genial, baterista—escuché a Mick quejarse como siempre. El viejo era muchas veces aquel que me hacía estar centrado. Lo vi levantarse con un poco de dolor por su enfermedad. Y eso... que tenía 29 actuaba como un viejo de 60.

    — ¡Vamos a patear traseros!—Tommy estaba realmente emocionado y lo veía a través del espejo juguetear con sus baquetas.

    —Claro. Solo que debemos esperar a que W.A.S.P. termine su presentación—contesté.

    —Que por cierto... tocan de puta madre—expresó Vince, mientras movía su pie al ritmo de la canción. Y he de reconocer que el malparido de Blackie cantaba bastante bien y le sentaba muy bien el bajo...

    Wild Child... excelente letra... no quedaría nada mal en un sencillo.

    Los Lawless, eran una constante en mi vida, primero Blackie conmigo en London y ahora su pequeña pero ardiente hermana viviendo bajo el mismo techo que yo y mis constantes deseos sexuales.

    —Terminando, iremos al Girls... ¿Qué dicen?

    — ¡Yo me apunto, viejo!—exclamó Vince al prestar atención a la conversación. Ese jodido rubio no puede pasar ni un solo día sin follarse a alguna golfa... aunque bueno... yo hice prácticamente lo mismo hace un rato y no me importó que Dallas estuviera presente aquí con todos.

    Lamentablemente, la ardiente morena que estuvo bajo mi cuerpo entre los efectos de la coca, solo podía ver en esa mujer, el cuerpo de Dallas, mientras me enterraba en los pliegues femeninos imaginaba que era esta maldita rubia. Imaginaba que era ella quien gemía mi nombre y cuando terminé... y escuchaba los berridos de esta desconocida. Todo me llevaba a imaginarme que era la pequeña hermana de Blackie Lawless la que se corría conmigo. ¿Estoy enfermo cierto? La verdad... no me importa.

    Alejé estos recuerdos de la mente si es que no quería tener una erección, provocando muy posiblemente la burla de estos idiotas.

    —Entonces, cuando termine el evento. Iremos al Girls... Nikki necesita cariño—dije burlón mientras los demás reían, chocaban manos (menos Mick), y elogiaban mi comentario.

    —Yo creo que esta noche... alguien tiene acci-ón—dijo Vince, mientras codeaba con sugerencia y burla a T-Bone, que inmediatamente le miró mal. Todos ahí entendimos que nuestro rubio amigo estaba hablando de Dallas Lawless y el imaginarme a mi flacucho baterista y ella... no me hizo nada de gracia.

    —Cállate Vinnie. Jamás podría hacer algo como eso, Dallas no es una chica fácil y no pienso tratarla de esa forma. Será cuando ella quiera que algo pase entre nosotros.

    —Pfffrrr! ¿Ya escuchaste eso Nikk?—el escandaloso de Vinnie se burlaba de Tommy mientras este le miraba de mala gana e incluso se había parado correctamente, de por sí era alto, ahora con la espalda recta ganaba un par de centímetros más... dejando ver a Vince como un pequeño gnomo a punto de ser aplastado—Tommy, hermano... no seas infantil... dime. ¿Cuándo te ha importado algo como eso? Te puedo apostar que si haces una sesión de besos con Dallas, la acaricias debidamente ella hará todo lo que tú quieras.

    —Sí... pero no es el caso. ¿Es que acaso no lo entiendes? Yo no quiero a Dallas para follar solamente... bueno sí, me encantaría, pero no así. No es una zorra más de las que te follas y me follo en el Girls o cualquier fan urgida que me abre las piernas nada más así.

    —Qué tierno—terminó Vince con esa rara conversación y yo estaba enojado incluso con el rubio por expresarse así de Dallas... Tommy tenía razón. No era como el resto de chicas que venían, y literalmente se bajaban las bragas listas para ser folladas por nosotros.

    No... Dallas Lawless vivía con una bola de idiotas, contándome, nos alimentaba, mantenía el departamento en buenas condiciones e incluso cuidaba de cada uno de nosotros. Sin que fuera su obligación, convivía con cada uno de nosotros e incluso estoy muy seguro que todos le han tomado afecto... hasta el amargado de Mick, estoy seguro que el anciano también la aprecia a su manera. Siempre reservado y algo hostil.

    Y yo... la deseo... la deseo con locura.

    —Bien, la banda está por terminar y el público está que arde. Vayamos a darles a estos niños lo que merecen. ¡Acabemos con esos hijos de puta!—exclamé y los otros asintieron con entusiasmo. Chocamos puños y nos colocamos nuestros instrumentos (Mick y yo) mientras Vince se pintaba los labios de un rosa y nosotros salíamos.

    Para esta presentación, habíamos comprado pirotecnia, ya que la idea de Mötley Crüe era hacer presentaciones de estadio con luces, fuego y mucho rock n' roll en bares pequeños. Así que cuando escuché como Blackie se despedía del enardecido público, era hora de presentarnos... el único problema que veía en estos momentos, era que si cuando terminaran nuestros 45 minutos no había llegado la banda cerradora... no tendríamos suficiente material para mostrar.

    Prácticamente, teníamos únicamente seis canciones.

    - Live Wire

    - Merry Go Round~

    - On With the Show

    - Toast of the Town

    - Take me to the Top

    - Stick to Your Guns

    Algo que no toleraba es la irresponsabilidad en este tipo de eventos. Porque pasan a fregar a la banda intermedia...

    —Es hora—dijo Tommy y asentí, siguiendo a mi alto compañero.

    "¡Con ustedes, Mötley Crüe!". Nos presentó el dueño del bar y nosotros salimos a hacer lo que sabíamos. Patear traseros y fue cuando Mick comenzó con su guitarra en Re sostenido a cinco tiempos y luego yo hice lo mío con el bajo. Tommy empezó a tocar y luego los cuatro nos conectamos mágicamente entre sí, cuando Vince comenzó a cantar...

    Pero aunque esto lo hacía con pasión nata, con la mirada estaba buscando a Dallas... y de cierta forma me desanimé cuando noté que ella prácticamente nos estaba ignorando, por abrazar a su hermano y felicitar a los zopencos que tocaban en la banda.

    ¡Vete a la mierda, Dallas!

    Y Live Wire, estoy muy seguro de que me salió diferente esta noche pues incluso Mick me miró sin entender porque mis rasgadas sobre las cuerdas eran más pronunciadas.

    Yo, estoy enojado.

    Fin Pov. Nikki.

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    Toda la gente en el Whisky a Go! Gritaba, intentaba cantar la letra de esa excitante canción o simplemente movían la cabeza al compás de la música. Y otros hacían guitarra de viento mientras Mötley Crüe hacía lo suyo. Dallas podía sentir sobre su nuca, la insistente mirada de Nikki, sus ojos eran tan penetrantes que se había comenzado a sentir nerviosa y de un momento a otro, había dejado de escuchar la celebración de W.A.S.P. y solo se concentraba en ignorar a la banda en general. Pero no podría hacerlo por mucho tiempo pues incluso sentía la mirada de Tommy desde la batería, Vince y Mick que estaban prácticamente a unos cuantos metros de ella, a pesar de que había muchas chicas al frente del escenario gritando y bailando, ellos ponían atención a ella.

    — ¿Quieres una cerveza, pulga?—preguntó Blackie entre gritos por el alto volumen de la música.

    — ¡Sí!

    — ¡Quédate aquí! ¡Ya vengo!—exclamó el pelinegro, dejando a la rubia entre los otros tres integrantes de la banda y sus groupies. Ellos le ignoraban gracias a que el bajista y cantante de la banda, les había prácticamente amenazado si alguno ponía sus ojos sobre su linda hermana.

    Fue cuando Dallas ya no tuvo más remedio que voltear y prestar toda su atención a Mötley Crüe y notó que cuando lo hizo, todos se desenvolvieron más amenamente en el escenario, y Vinnie bailaba mientras cantaba Take me to the Top con mucha energía.

    — ¡Son muy buenos! ¿No lo crees?—preguntó un chico que de la nada se acercó a Dallas. Vestido en una camiseta de mangas largas a rayas verde oscuro y verde bosque, rubio y medio regordete de nariz graciosa que miraba entretenido el show y bastante interesado—. ¿Sabes cómo se llaman?

    Entre gritos, Dallas escuchó y asintió—. ¡Son Mötley Crue!—de repente soltó un grito alebrestada cuando la pirotecnia de los chicos se activó. Provocando que el público se volviera loco.

    — ¡Me agrada! ¡Traen toda la actitud!—el chico hizo la señal rockera, de la mano—. ¡Por cierto, un gusto mi nombre es Tom Zutaut y estoy buscando una banda para contratar! ¡Trabajo en una casa productora! ¡Y espero poder entrevistarme con ellos!

    Dallas sonrió y entre comillas pudo escuchar el nombre del tipo y sus intenciones con la banda.

    — ¡Esperemos que tengas suerte!—gritó Dallas prestando atención a los chicos que estaban dando todo de sí.

    La gente se movía, aplaudía, gritaba, enardecida de tremenda presentación llena de luces de neón y pirotecnia.

    — ¡Ojalá que sí! ¡Porque también por ahí anda Rod Smallow! ¡Es el representante de Iron Maiden y no me gustaría perder mi oportunidad de firmar con esta banda! ¡Él está con Capitol Records!

    Antes de que la rara conversación con ese extraño muchacho continuara Blackie regresó bastante emocionado. Llevándose a Dallas lejos de la vista de Mötley y del raro chico.

    — ¿Qué pasa?—preguntó la rubia un poco consternada cuando fue alejada del ruido de la música.

    — ¡Pulga! ¡Me acaba de abordar Rod Smallow! ¡No me jo-das! ¡Y quiere hablar con la banda! ¿Sabes qué tan importante es esto?—Dallas acababa de escuchar el nombre de aquel hombre y asintió.

    —Es representante de Iron Maiden. Y trabaja para Capitol Records.

    Blackie estaba emocionado, bastante ansioso por poder contarle a su hermana lo mismo que ella le estaba diciendo, de un momento la sonrisa en su rostro se desvaneció—. ¡Oye, espera! ¿Y tú cómo sabes eso? ¿Quién te lo dijo?

    —Un sujeto que se interesó en Mötley.

    —Esas son buenas noticias. ¿Te dijo su nombre?

    —Recuerdo que me dijo que se llamaba Tom, no escuché más y tampoco sé dónde trabaja o para qué los quiere. Pero... ¡Felicidades!—Blackie se sorprendió por lo que su hermanita acababa de decirle.

    — ¡Bien! ¡Entonces esperemos que también le vaya bien a los chicos!—dijo Blackie y se acercó con Dallas a la barra para pedir dos cervezas—. ¡Ten pulga!

    —Gracias.

    Antes de que pudieran seguir conversando, una suave mano se posó en el hombro de Dallas y esta se vio obligada a voltear a ver a la persona que la tocaba.

    — ¡Jann!—exclamó la rubia a su mejor amiga. La otra rubia de ojos azules sonrió ampliamente y no esperó ningún segundo para corresponder el abrazo efusivo que Dallas le había dado.

    — ¡Dallas! Qué gusto verte—entre gritos respondió y Blackie sonrió al ver a su hermana y a su amiga.

    — ¿Qué haces aquí?—preguntó Dallas.

    — ¡Nosotras cerraremos el evento de esta noche! ¡Supuse que estarías aquí por tú hermano y tu amigo ese de Mötley!

    — ¡Sí así es!

    — ¡Qué bueno! ¡Espero puedas vernos! ¡Hemos conseguido una bajista nueva y Jan está muy contenta!

    Los hermanos Lawless hicieron un pequeño gesto de desagrado ante la mención de la líder de Vixen pero Janet no lo notó por el entusiasmo que le causaba tocar esa noche en el bar.

    — ¿Quieres tomar algo?—preguntó Blackie de repente para que el ambiente no se tornara incómodo.

    —No, gracias, iremos a prepararnos... todavía tenemos 30 minutos antes de que podamos tocar.

    Dallas asintió y vio llegar a Roxxy y a la nueva bajista, la baterista saludó rápidamente con la mano y se encaminó rumbo al backstage junto a la otra rubia, y finalmente Janice entró, vio de lejos a Dallas y rodó los ojos, pasando a su lado sin siquiera saludarla.

    —Es odiosa—confesó Blackie, después de darle un largo trago a su cerveza—. Veamos sí así como ronca, toca.

    —Lo sé, es insoportable—suspiró la menor—. Por eso creo que fue buena idea dejar la Vixen House, con Tommy y los demás no estoy mal... puedo acostumbrarme.

    —Suenas cómo si te quedaras a vivir con ellos por siempre—rezongó el mayor no muy de acuerdo con la decisión de su hermana pero no tuvo más que callar ante la sonrisa victoriosa de su menor—. Sólo cuídate. ¿De acuerdo?

    —Lo haré, no tienes que preocuparte—había cosas que no podía contarle a su hermano, como por ejemplo la sesión de sexo que Nikki y Tommy montaron en la sala de la casa o el asunto con el bajista unos días anteriores.

    La atención de los jóvenes fue atraída por el espectáculo que daba Mötley Crüe, la gente en el lugar disfrutaba la música y la voz potente de Vince, era única y bastante pegajosa. Y Take Me to the Top era todo un éxito, chicas gritaban enloquecidas con los movimientos sensuales del cantante y otras más aventureras se acercaban hasta el pequeño escenario para robarle un beso fogoso.

    Esa noche el lugar estaba a reventar.

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    — ¡Eso es viejo!—exclamó Tommy, chocando palmas con Nikki—. ¡Fue una puta locura! ¡Mira nada más!

    —Lo sé—contestó el bajista, satisfecho con el show que le habían dado a la gente en el bar—. Si seguimos así, pronto saldremos de las calles de Los Ángeles y subiremos como la espuma.

    —Por primera vez, estoy de acuerdo con lo que este dice—Mick se incluyó a la conversación, llegando con una cerveza en la mano—. Sólo hay que pulir ciertas canciones, te saliste de ritmo durante Mery Go Round. Pero se puede arreglar.

    Tommy miró divertido al guitarrista—. ¿Es enserio, viejo? Yo vi todo de maravilla.

    —Tú siempre ves todo genial y de maravilla, baterista—refunfuñó el mayor de ellos.

    — ¿Y Vince?—preguntó Nikki.

    —Oh... una rubia le hizo ojitos y se fue con ella...

    —Seguramente a los baños a coger.

    —Nada equivocado, bajista—dijo Mick sin tomarle mucha importancia al asunto—. De verdad que un día de estos van a contraer una enfermedad sexual por puercos.

    — ¿Eso lo dices porque tú no has conseguido chicas?—insinuó Tommy divertido, codeando a Sixx que solo rio por las bromas al guitarrista.

    —No, piernas de pollo... si no que a diferencia de ustedes yo tengo algo de respeto por mí mismo y todas las zorras que se follan noche tras noche.

    Nikki y Tommy comenzaron a reírse por lo amargado que a veces resultaba ser Mick.

    Antes de que pudieran seguir en lo suyo, vieron a las jóvenes de la banda que cerraba el evento esa noche en el Whisky a Go Go! Prepararse para antes de salir. Vieron a todas y se miraron con sugerencia, pero al ser ignorados por ellas rodaron los ojos pensando lo mismo... "apretadas" "mamonas" "creídas" y más sobre nombres que se les vinieron a la mente.

    —Por cierto... ¿No han visto a Dallas?—preguntó Tommy, dejando de lado a las chicas que terminaban de retocarse los alborotados peinados.

    —Debe de estar con su hermano, Romeo—contestó Mick, desinteresado. Comenzando a sentir su maldito dolor de columna y sin pedir permiso a las chicas, quitaba sus cosas de mala gana y se dejaba caer en el viejo sillón del camerino.

    — ¡Oye!—exclamó Roxxy molesta cuando vio caer su maleta al piso—. Maleducado.

    Mick ni siquiera le contestó y la ignoró para seguir tomando de su embriagante bebida.

    —Vamos a buscarlos, T-Bone. Te vemos en un rato, viejo—soltó Nikki ignorando la mirada agria de las chicas y Mick asintió.

    Cuando abandonaron el backstage, lo primero que recibieron fue gritos de chicas enardecidas y llenas de hormonas. Gritos y jaloneos entre ellas para poder hablar con ambos jóvenes músicos. Y también chicos que saludaban satisfechos por el excelente show que habían dado.

    —Podría acostumbrarme a esto—confesó Tommy divertido, justo después de que una chica lo besara apasionadamente y le corriera el labial.

    —Y lo harás, hermano—sonrió Nikki justo cuando también disfrutaba de las chicas y entre sí, les metía mano y gustosas se dejaban toquetear por las manos expertas del muchacho.

    —Creo que... Dallas puede esperar un ratito—dijo Tommy de nuevo cuando sintió como una chica le tomaba la mano y con mirada sugerente lo arrastraba lejos de ese tumulto de gente—. Oh por Dios... soy tan débil... viejo, si Dallas me busca... dile que no tardo.

    Nikki sonrió divertido—. Tómate tu tiempo—contestó y él vio con sus ojos verdes como su flaco amigo era arrastrado a la entrada de los baños y aquella osada chica le desabrochaba el cinturón y el botón de los pantalones e ignorando que mucha gente podría verlos, comenzaba a darle sexo oral y este solo echaba la cabeza hacía atrás disfrutando de las caricias mojadas.

    — ¿No quieres divertirte un rato, guapo?—preguntó una morena de largas pestañas coquetas.

    — ¿Ah sí? ¿Y qué tienes para ofrecerme primor?—respondió con otra pregunta sugerente.

    —Lo que quieras, cariño—informó, abriéndose la blusa dos botones.

    — ¿Sabes preciosa? Agradezco tus encantos... pero no estás tan buena—soltó irónico al ver cómo la chica le miraba ofendida, dispuesta a golpearlo por su insulto—-. No preciosa, no te atrevas—le tomó la muñeca y la aventó un poco suave para alejarlo de él—. Lárgate de aquí, zorra barata.

    En la mente de Nikki estaba presente la figura de cierta rubia, seguía molesto con ella por ignorarlo. Durante toda la presentación estuvo pendiente de la joven y en ningún momento se giró para verlos, aunque su lado racional le decía que estaba con su hermano, su lado más oscuro le gritaba que fuera a encararla. Esa maldita mujer se le estaba metiendo demasiado por la mente.

    En los momentos que más disfrutaba de su vida, cuando follaba no estaba viendo a la mujer que penetraba si no que su mente le jugaba sucio y el rostro y el cuerpo se convertía en Dallas Lawless. Era la mujer que quería tener bajo su cuerpo gimiendo su nombre... y eso empezaba a frustrarlo.

    No quería imaginar qué pasaría de pasar más tiempo con la chica viviendo bajo el mismo techo que él.

    Al seguir buscándola rápidamente la halló gracias al alborotado peinado que llevaba y esta estaba conversando con un chico, que le sonreía bastante e intentaba acercarse disimuladamente ante la mirada atenta de Blackie. Pero estaba seguro que su ex guitarrista ya no coordinaba del todo bien, conocía al hombre, no tardaría en aprovechar la noche y perderse con alguna golfa.

    —Supongo—escuchó la voz de la joven—. Pero creo que no tardaré en irme a casa, pronto...

    — ¿Por qué, preciosa? Si la noche es joven—contestó el susodicho que intentaba cortejarla.

    —No... yo tengo cosas que hacer mañana, pero agradezco tu invitación—comentó incómoda, quitándose el brazo del chico de sus hombros. Eso ya no le estaba gustando y su hermano estaba conversando con algunas chicas que le miraban coquetas. Desde hacía un rato que este bebía sin control y le había dejado de prestar atención.

    Y también se imaginaba dónde estaban los chicos con los que vivía: mujeres. Si eso era más que seguro.

    —Vamos nena... yo sé lo que quieres, todas las zorras de por aquí son iguales—dijo el chico ya harto de las largas que la rubia le estaba dando.

    —Te dije que no, lárgate cretino—comentó ella disgustada.

    Ante la negativa de la muchacha aquel que estaba con ella intentó jalonearla. Y el evidente gesto de dolor de Dallas cuando le apretó el brazo.

    —Te dijo que la sueltes, idiota—intervino Nikki, tomando al chico del brazo y obligándolo a soltar el delgado brazo femenino.

    — ¿Y tú quién mierdas eres, maricón? No porque toques en ese escenario, eres alguien—comentó el anónimo con toda la intención de agarrarse a golpes con el bajista—. ¿Ya viniste por tu zorra?

    —Vete al carajo, cabrón—soltó Nikki antes de cerrar su mano en puño y estrellarlo en la cara del muchacho.

    A partir de ese momento, todo se volvió un caos, pues Nikki y aquel chico se agarraron a golpes mientras Dallas miraba con horror todo lo que pasaba. De un momento a otro todo el bar se estaba agarrando a golpes e insultos y ella intentaba salir ilesa de eso. Hasta Blackie se golpeaba con un sujeto más grande que él.

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    — ¡Ouch! ¡Cuidado!—se quejó cuando sintió el ardor que el alcohol le provocó en la ceja al entrar en contacto con su piel y el algodón mojado.

    —Quédate quieto—contestó Dallas, molesta mientras curaba las heridas superficiales de Nikki Sixx.

    Después de aquel pleito en el Whisky a Go Go! Los habían echado a todos a la calle, claro solo a los que se habían visto involucrados en el problema. Justo cuando Vixen comenzaba a tocar el caos se desató y más de medio bar fue desalojado por los hombres de seguridad del lugar.

    Minutos más tarde, Nikki y Dallas se encontraban en la Mötley House, con la chica curando las heridas del bajista y este quejándose como niño.

    —No debiste involucrarte—comentó la muchacha algo molesta—. Pude haberlo mandado al demonio yo sola.

    —Si claro—contestó irónico—. El idiota ese te estaba jaloneando... Tsss... ¡Dallas ya basta!—alejó la mano de la chica y ese jodido algodón—. Estoy bien. Lo que menos podrías hacer es darme las gracias por defenderte.

    —Oh entonces, vete al carajo—contestó la rubia enojada, tirando el algodón ensangrentado al piso y yéndose a la habitación de Vince y Tommy. Se encerraría hasta que Nikki se largara de ahí o decidiera dormirse.

    De por sí ya le resultaba incómodo estar con él y en esos momentos de tenerlo cerca, las alarmas se le activaban en la cabeza.

    — ¡Oye no, espérate!—exclamó el bajista, todavía inconforme con ella. Tomándola de la mano haciéndola que lo mirara—. ¿Por qué no viste el show?

    Rodó los ojos fastidiada, intentando soltarse pero el chico se lo impidió, después de todo tenía más fuerza que ella—. Nikki, ya déjalo... estaba con mi hermano. Tú no sabes todo el tiempo que hemos estado separados... fueron años y ahora que lo tengo a mi lado quiero pasar todo el tiempo que pueda con él—aunque sabía que no era del todo falso, no pudo mirarlos porque durante todo el show sintió la penetrante mirada de él sobre su nuca.

    — ¿Sabes algo? No te creo nada—contestó ceñudo, no iba a quitar el dedo de la llaga tan fácilmente—. ¿Por qué te alejas?

    Dallas no supo que contestar y ante la pregunta solo pudo fruncir el ceño al igual que el pelinegro—. Porque eres un inmaduro. Suéltame.

    —Y tú eres una niña metida en una cueva de lobos.

    Ante el pequeño forcejeo, Nikki se levantó del sofá, siendo más alto que ella quedaron muy juntos con la joven acorralada contra la pared y el cuerpo del bajista no tenía a dónde huir y el aroma del muchacho penetraba en sus fosas nasales. Una loción que a cualquier mujer volvería loca.

    — ¿Qué? ¿Tienes miedo?—preguntó Nikki, con la voz profunda y suave. Esperando que Dallas temblara por su cercanía. Y lo consiguió cuando vio como la piel de la joven se ponía de gallina, en él provocando una suave erección.

    —Ni-Nikki... a-aléjate por favor—pidió poniendo sus manos sobre el pecho del chico para alejarlo de ella. Se sentía nerviosa y como no estarlo cuando el imponente y varonil cuerpo de Nikki la acorralaba sin tregua, él no era cómo Tommy, dulce y considerado... no el hombre que tenía frente a ella era todo fuego y misterio... y tenía que alejarse de él si no quería quemarse por curiosa.

    —Vamos, preciosa... tan solo responde a mí pregunta—comentó él todavía jugando. Apretó los labios cuando vio como ella se mordía los suyos con nerviosismo provocando que quisiera tomarlos—. Si no me dices, tendré que besarte.

    —Tommy no tardará en llegar...

    Sixx se sintió ofendido y empezó a reír con maldad ante las palabras esperanzadoras de la rubia sobre su flacucho amigo—. T-Bone... esta noche no regresará a casa preciosa... una sexy morena le estaba dando unas mamadas de infarto en el bar... pidió que te dijera que no tardaría...

    Ella no quiso creerle... de cierta forma dolió lo que Sixx acababa de decirle y no tenía derecho a reclamar nada contra el baterista pues no eran nada. Era cierto que habían compartido pequeños besos y había cierta química entre los dos pero nada más... e incluso quiso decirle al moreno que Vince o Mick vendrían en cualquier momento, pero recordó que el rubio era más fácil que otra cosa y el guitarrista muy probablemente se había ido a casa.

    Así que solo estaban ella y Nikki, solos... podía sentir su corazón latir aceleradamente. Y los ojos verdes del joven la ponían nerviosa.

    —V-vete—pidió, sintiendo un hormigueo en todo el cuerpo.

    —Creo que no... es la primera y única vez que te diré esto... Dallas Lawless... te quiero para mí... quiero que grites mi nombre mientras te hago mía y te olvides de Tommy.

    —Pero Tommy es tú amigo... —perdió el aliento cuando el chico había decidido en mandar todo al carajo por poseer a esa rubia.

    Un beso tan intenso, las manos masculinas tocaban todo a su paso exigiéndola, mientras ella nublada por la pasión de Nikki olvidaba todo su rasocinio... no conociendo lo que la lengua experta del bajista le hacía sentir, un cosquilleo y un suave gemido se escapó de sus labios cuando él mordió su labio inferior. Y él aprovechó para introducir toda su lengua en la húmeda cavidad femenina mientras la apresaba más contra su cuerpo, obligándola a sentir su hombría.

    Continuará....
     
  19.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
    Miembro desde:
    12 Enero 2008
    Mensajes:
    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    8391
    Capítulo XVII. Una Propuesta.

    Los besos de Nikki quemaban, nunca antes había sentido algo parecido en mi vida. No es cómo si hubiera besado muchos chicos... solo él y Tommy, podía sentir su lengua apoderarse de mi boca en un beso tan fogoso que me arrebata el oxígeno y el perfume de su piel me nubla los sentidos... no puedo parar, solo puedo sentir los pequeños mordiscos que él le da a mi labio inferior y yo solo puedo mantenerme estática con la espalda pegada a la pared y él pegado a mi cuerpo.

    Un mar de sensaciones que nunca he sentido me invade y quiero salir corriendo, pero no puedo, pues mi cuerpo me mantiene a la expectativa. Incluso no puedo evitar sobre saltarme cuando siento como agarra mi trasero y lo aprieta con deseo.

    Por Dios... en mi vientre puedo sentir lo duro de su carne.

    —Eres tan hermosa—dice Nikki aún sobre mis labios y vuelve a besarme.

    Cuando nos hace falta el aire, decide despegarse de mi boca un momento y yo solo puedo respirar agitada por tal sensación. Su boca sabe a menta y whisky... tan diferente a Tommy, él desprende un tenue sabor a caramelos...

    —T-tengo que irme—fue lo único que pude decirle, no quería estar ahí. Con todo esto revoloteando por mi cuerpo.

    —No preciosa, no lo harás—sus penetrantes ojos verdes me miran con pasión y siento en mi feminidad un tirón que nunca había sentido antes. Incluso puedo sentir como he empezado a humedecerme con un beso así de intenso.

    —Yo... yo no soy ninguna prostituta, Sixx—le amenacé seria, y solo puedo entrecerrar los ojos cuando acarició casi con ternura mi mejilla.

    —Sé que no lo eres... eres más que eso Dallas—dijo y luego sin dejar de acariciarme la mejilla y con cuidado su dedo índice pasó a mis labios con juguetería... Oh Nikki, debes dejar de hacer eso... por favor... al levantar la mirada para encararlo seguía viéndome fijamente—. No tienes idea de lo que me está costando, no tirarte al sofá, arrancarte la ropa... y follarte. No tienes idea de lo caliente que me pones.

    Sentí como la cara se me calentó con sus sucias palabras y solo pude bajar la cara para que no viera mi vergüenza. E incluso el problema del Whisky a Go Go! Quedó olvidado completamente, parecía que a Nikki no le importaba el golpe en su ceja... claro que no, en estos momentos solo tenía ojos para mí.

    —Déjame, Nikki... por favor—decidí parar con esto pues si continuaba con él a solas en medio de la sala y sus candentes caricias, no sabía que pasaría después.

    —No... no lo haré—sonrió como el gato Cheshire—. De hecho tengo una propuesta que hacerte y espero que aceptes... ¿Te parece?

    Me le quedé mirando y sus palabras no me parecieron para nada buenas. La manera en la que me recorría el cuerpo... no quería que me siguiera mirando así y cuando él se separó de mí. Tragué pesado—. ¿Qué quieres?

    —Qué bueno que preguntas... tengo una pequeña propuesta... ¿Tú realmente quieres algo con T-Bone? ¿O qué es realmente lo que buscas de él?

    Su pregunta me sacó de mis cabales y me quedé muda... ¿Qué quería? Ni yo sabía exactamente qué quería yo con Tommy. Es cierto que le quiero, pero no sé hasta qué punto... mis manos temblaron e incluso recordé que antes de que me besara, lo que me dijo del baterista me había dolido un poco... ¿Celos? ¿Quiero a Tommy? Creo... que sí...

    — ¿Qué clase de propuesta?—le miré con seriedad...

    —Yo puedo ayudarte para que T-Bone, solo tenga ojos para ti nena...

    — ¿Y tú que ganas ayudándome? Si hace un momento acabas de decirme que quieres tenerme entre tus piernas...

    La sonrisa de Nikki se ensanchó todavía más y se relamió los labios antes de continuar—. Eso es obvio, preciosa... pero tengo mis métodos y sé manejar a Tommy... a veces es como un pequeño niño que puedes tener contento con un juguete nuevo y tú mi querida Dallas podrías tener al bello Tommy Lee bajo tus encantos... claro siempre y cuando aceptes mi propuesta... o... en dado caso de que no quieras aceptar puedo ir a contarle a Tommy que esta noche te he besado y te mojaste cuando metí mi lengua en tu boca.

    — ¡¿Qué, qué?!—me sentía ofendida por toda la mierda que Nikki me estaba diciendo. Nunca me imaginé que él siendo una estrella de rock en crecimiento estuviera diciéndome algo así... le miré molesta y él solo sonreía desde el sofá... maldito seas... no aceptaré jamás y además... es su palabra contra la mía—. Tommy no va a creerte... sabe que yo no soy así.

    —Quizás en eso tengas razón... pero sabe que yo si soy capaz de meterme hasta las narices en una situación con tal de obtener lo que yo quiera... y si le digo que estoy interesado en ti, se hará a un lado.

    —No lo harás—me quejé y antes de poder irme. La puerta principal de la casa se abrió.

    Cuando me di cuenta de quién era, solo maldije a Nikki mentalmente... maldito cabrón, Tommy acababa de entrar abrazado de dos chicas a quienes besaba simultáneamente y las manoseaba, no fijándose quien estaba en la sala. Cuando miré al bajista, solamente sonreía con sorna, lo vi levantarse del sofá y dirigirse a su habitación.

    Y yo me quedé ahí mirando como idiota... el baterista sumergido en su lujuria con aquel par que tampoco se percató de mí. Fueron caminando con él hasta la habitación que hasta el momento yo estaba usando... mierda... ¿Dónde carajos voy a dormir? Con un portazo, Tommy ni siquiera me registró ni un momento.

    En ese momento, sentí como algo dentro de mí se rompió y estoy segura que escuché el suave "crack". No sé en qué momento, las lágrimas escocieron en mis ojos y quise salir corriendo de la casa...

    ¿Realmente quería a Tommy para mí?

    Yo creo que sí... o no sé es mi orgullo de mujer que acaban de mallugar...

    Por un momento lo pensé... pero lo que más me interesó en ese momento fue saber... ¿Dónde voy a dormir?

    Con Blackie era un tema perdido, pues así como Tommy llegó con dos zorras mi hermano probablemente estaba igual. Tampoco podía ir a buscar a Janet, pues seguramente ella estaría todavía en el bar o disfrutando del evento con Vixen.

    Suspiré y miré el sofá... supongo que tendría que dormir aquí... también lo único que lamento es que no saqué ni mi pijama... y que posiblemente toda la noche escucharía los berridos de aquellas golfas mientras Tommy se las follaba.

    Maldito seas Sixx... la noche iba a ser muy larga.

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    A la mañana siguiente, la Mötley House, estaba en completo silencio. En aquel sofá dormía incómodamente la rubia que había sido expulsada de la habitación de manera muda. Hasta entrada la madrugada, casi las cinco de la mañana los gemidos y suspiros de la recámara de Tommy habían parado y ahora se respiraba una paz.

    Pero misma fue rota, cuando Nikki salió de la habitación adormilado... se restregó los ojos un poco para enfocar el lugar y se dirigió al baño. Pero no sin evitar mirar la sala donde una mata de cabellos rubios estaban desperdigados en el largo sofá... sonrió con diversión al ver que su amigo ni siquiera había reparado en la presencia de ella... quiso tenerle lástima pero todavía estaba molesto por la situación de la noche en el bar.

    Y estaba interesado en hacerla caer...

    Sin tomarle más importancia a sus pensamientos, se metió al sanitario y pasados unos minutos regresó. Solo para ponerse al frente de la chica en cuclillas para despertarla.

    —Oye... despierta... Dallas—le llamó varias veces, pero parecía que realmente estaba cansada y como no, si el sillón era bastante incómodo para dormir. Era muy posible que cuando despertara lo hiciera con un dolor de cuello por la posición en la que descansaba.

    —Vete... mamá—balbuceó la joven e intentó manotear para que la dejaran. Solo pudo sonreír con diversión...

    —Que tierno—dijo y ahora decidido a molestarla, la zarandeó un poco.

    — ¡Qué! ¡Déjame dormir!—exclamó la chica cuando sintió el tirón en su brazo. Y cuando enfocó a Nikki con molestia se sentó en el sofá—. ¡Joder! Nikki... eres tú... ¿Qué estás haciendo en mi cuarto?

    La sonrisa del pelinegro se ensanchó—. Con la novedad preciosa... de que no estás en tu habitación, si no en mi sala...

    Luego todo regresó a la mente de la joven, recordando que Tommy entró con dos zorras a las que se tiró toda la noche y tuvo que quedarse a dormir en el incómodo sillón. Cerró los ojos con molestia al sentir un dolor punzante en el cuello llevándose inmediatamente una mano a la zona afectada.

    —Diablos...

    —Oh sí, diablos...

    — ¿Tommy ya se ha levantado?

    Nikki negó—. No... me imagino que sigue durmiendo con el culo al aire con aquel par de zorras.

    La rubia bajó la mirada un poco molesta y suspiró—. ¿Podrías entrar a la habitación y traerme un poco de ropa para bañarme y largarme antes de que despierte? No quiero verlo...

    — ¿Celosa?

    Frunció el ceño—. No, no estoy celosa. Solo me molesta que no tenga consideración conmigo... ni siquiera notó que estaba presente cuando entró a la casa haciendo sus desfiguros.

    Nikki comenzó a reírse—. Deberías acostumbrarte, nena, siempre es así. Que si bueno no te agrada vernos llegar con mujeres a la casa, podrías buscar otro sitio dónde vivir.

    — ¿Me estás echando?

    —No, de eso nada, pero debes entender que para nosotros es algo muy normal. Di que hasta el momento no hemos organizado fiestas destructivas y te han cedido su habitación aquellos dos.

    — ¿Me ayudarás?

    — ¿En serio no estás celosa?—volvió a molestar el pelinegro al ver que la chica arrugaba la nariz.

    — ¡Ya te dije que no!—se levantó del sofá molesta.

    —Sí tú lo dices... —contestó Nikki con diversión a la rubia, su expresión mortificada le causaba gracia. Además porque al mirar sus ojos, podía adivinar todo lo que estaba pasando por la mente de la chica... ella negaba estar celosa, pero la realidad era que si lo estaba e incluso estaba un poco dolida.

    Tal vez e iba a ser más sencillo de lo que él pensaba... y Dallas caería mucho más rápido a las condiciones de su propuesta. Pero debería hacerla molestar un poco.

    —Vamos Sixx... ayúdame con esto... por favor—pidió la joven—. Yo no pienso entrar ahí... no quiero ver a Tommy ni a las zorras que duermen con él.

    —Y dices que no estás celosa...—ironizó provocando que la chica rodara los ojos—. Supongo que no tengo nada más que hacer y qué este favor te va a costar caro.

    — ¿Qué quieres?—le miró con desconfianza al momento en el que Nikki se levantó del suelo y se enderezó, dándole gran tamaño. Ella se sintió pequeña al lado del bajista.

    —Por el momento—se tocó la barbilla pensativo—. Quizás solo el desayuno de esta mañana... ¿trato?

    Dallas rodó los ojos divertida, pensando que posiblemente el muchacho frente a ella quisiera otra cosa que no estaba dispuesta a darle—. Trato.

    —Perfecto—contestó el moreno y se dirigió a la habitación dónde Tommy dormía.

    Dallas esperaba que Nikki únicamente fuera por lo que le había pedido y regresara. E incluso miró con duda por donde el bajista había desaparecido.

    Hasta que escuchó ruidos y gritos en la habitación, abriendo los ojos con sorpresa por el alboroto.

    Minutos después salía el moreno, riendo a carcajadas de la habitación, con ropa de la chica. Dallas se le quedó mirando con curiosidad y él solo se encogió de hombros.

    —Yo que tú no entraría ahí. T-Bone está molesto.

    — ¿Qué le dijiste?

    —Por el momento nada, preciosa—contestó divertido—. Me encargaré de joderlo en un rato que haya despachado a sus zorras... por cierto... lindas bragas—señaló la ropa íntima de encaje blanco y el rostro blanco de la chica se coloreó furiosamente.

    — ¡Nikki!

    —Ya... ya... cómo si nunca hubiera visto bragas de mujer... pero si quieres saberlo, el encaje me encanta—comentó con diversión, mientras la chica le miraba furibunda e inmediatamente se levantaba del sofá y se metía junto con un portazo al baño.

    El bajista se quedó en la sala en completo mutismo, estaba seguro que su mejor amigo no tardaba en salir de la habitación. Importándole poco su desnudez y eso a él realmente le daba lo mismo, pero había sido sumamente divertido entrar y tirarle en el trasero desnudo los restos de una cerveza sin gas.

    El verlo brincar sobre el colchón y aquellas mujeres fue bastante divertido y luego los gritos furiosos del castaño, le hicieron parte de la mañana, eso y molestar a Dallas con el afán de conseguir que aceptara su propuesta. Los minutos corrían y él estaba bastante cómodo en su lugar con una sonrisa de gato.

    Hasta que la puerta de Tommy se abrió, mostrándole al baterista usando únicamente sus bóxer y con un rostro que parecía que se lo llevaba el diablo.

    — ¿Qué carajos, te pasa, viejo?—cuestionó molesto el castaño y miró a Sixx con toda intención de golpearle.

    Nikki sonrió divertido y se acomodó en el sofá con toda la saña del mundo para molestar a su casi hermano—. ¿Al menos te diste cuenta de qué fue lo que traje de la habitación?

    — ¡No me interesa, Nikki! ¡Me mojaste el culo con lo que quedaba de mi cerveza! ¡Mi cerveza viejo! ¡Además... mojaste a mis chicas!

    —Bien... lo lamento por tus zorras—dijo irónico mientras Tommy le miraba con muy mala cara—. Pero... ¿Y Dallas? ¿Al menos sabes dónde pasó la noche, viejo?—el bajista estaba disfrutando de sobre manera la transformación del rostro del baterista, toda su molestia seguro le salió por el trasero en cuanto mencionó a la rubia que seguía dándose un baño. Y el color en el rostro del flaco chico se fue por algún lado... mientras que Nikki disfrutaba de ver lo que esa mujer provocaba en su amigo—. Sólo entré a joderte un poco a tú habitación y sacar ropa para Dallas, para que pudiera darse un baño y arreglarse... porque si no lo notaste, anoche regresaste tan borracho y drogado que te valió un comino todo y ni siquiera nos viste en la sala mientras ella curaba una herida de mi ceja—se señaló el pequeño corte ya cicatrizante de su ceja.

    —Mierda...—todo le empezaba a dar vueltas, el mundo se le venía encima. Nunca había reparado en que Dallas estuviera en el departamento, no supo en qué momento se le olvidó la chica... y se sintió como un verdadero idiota mientras Sixx hablaba—. ¿Dónde está?

    — ¿No te acabo de decir que se está bañando?—frunció el ceño aunque en realidad se estaba divirtiendo más de la cuenta—. Y si de algo sirve... no creo que te quiera ver viejo... no sé dónde meterás tu cara esta vez.

    — ¡Soy un tarado!—comentó y Nikki no lo sacó de su afirmación—. Diablos... esas zorras siguen en la habitación. ¿Qué voy a hacer?

    El bajista se encogió de hombros—. Sólo sácalas... no es la primera vez que despachas a unas golfas así.

    Antes de que Tommy pudiera seguir hablando y quejándose, la rubia salió del baño enredada en una toalla blanca y el cabello le escurría mojado por la espalda.

    —Dallas...—habló el castaño avergonzado. Y ella no contestó, solamente lo pasó de largo deteniéndose frente a Nikki que le miraba con una sonrisa arrogante, por la situación que estaba pasando y porque le encantaba la vista que el cuerpo de la rubia le ofrecía al estar solamente cubierta por una toalla, y porque la situación le encantaba, tanto que la chica estaba molesta o celosa como para guardar su pudor y pararse frente a él—. Espera...

    —Nikki... ¿Podría vestirme en tu habitación?—preguntó sin voltear a ver a Lee.

    El bajista se rascó la barbilla y miró a la chica—. Déjame pensarlo...

    —Nikki...

    —Adelante—contestó él mientras la joven asentía y tomaba sus prendas del sofá y con cuidado de que ninguno de los dos jóvenes volvieran a ver sus prendas interiores. Se dirigió a la habitación del bajista que estaba disfrutando de sobre manera todo lo que estaba pasando esa mañana de sábado.

    Ni una dosis de heroína lo había puesto de tan buen humor.

    Luego al ver cómo el vaivén de sus caderas desapareció tras su puerta, regresó sus verdes ojos a Tommy que se encontraba totalmente abatido.

    — ¿Qué ha pasado, viejo?

    —Que la cagaste y casi te tirabas a dos golfas en frente de tu amorcito y ahora ella está enojada—explicó como si fuera lo más normal del mundo.

    — ¿Qué haré?

    —No lo sé, hermano. Pero... ya que yo fui por la ropa de Dallas, yo tengo bien ganado un desayuno—comenzó y se levantó del sofá, pero antes de meterse al baño todavía húmedo por la estancia de la chica en él, se detuvo para mirar al baterista—. Por cierto... yo que tú desaparecería de la vista de tú novia—se burló, cerrando la puerta detrás de sí.

    Tommy se quedó en completo silencio, sintiéndose un completo idiota. Cuando su sistema estaba lleno de sustancias que lo ponían high olvidaba toda su realidad y durante la noche después del Whisky, una chica le estaba dando unas estupendas mamadas y luego otra se le unió en ese magnífico oral, ambas compartían su polla en el baño del lugar y él, lleno de coca las llevó sin pensar dos veces en la Mötley Housë. Cómo bien había dicho su amigo Nikki, en ningún momento reparó en la casa, solo tenía un pensamiento en mente en esos momentos y era follar a ambas jóvenes como si no hubiera un mañana.

    Después, lo único que recordaba era sentir el trasero mojado y lo primero que vio al despertar, fue a Nikki riéndose cómo un demente mientras se burlaba de él y las dos jóvenes que despertaron también por todo el alboroto.

    Tenía que sacar a esas dos chicas de ahí lo más pronto posible.

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    Dallas estaba molesta y algo dolida... por eso había ignorado a Tommy completamente. Claramente sentía que no estaba enamorada del baterista pero ni él tenía respeto por su estancia en la casa, Nikki se lo había mencionado durante la noche anterior... no estaban acostumbrados a respetar a otra persona y mucho menos del sexo femenino en ese lugar. Ellos hacían uso de esas cuatro paredes que tenían cómo casa y si podían follar gratis, nada les impedía llevar a sus conquistas a ese lugar...

    —Y yo... debería acostumbrarme—suspiró un poco desganada mientras se terminaba de vestir y se miraba en el espejo del tocador del bajista.

    Hasta ese momento no había reparado en la amplia recámara que Nikki tenía, muy diferente a la habitación que compartía Tommy y Vince que era pequeña y compacta. Esta no... Nikki conocía lo que sí era bueno... tenía una cama matrimonial para él solo envuelta en unas sábanas blancas y un cobertor negro de terciopelo junto a un par de almohadas muy acogedoras, e invitaban a querer recostarse.

    Las paredes eran blancas, pero como las cortinas estaban abajo se veía oscuro y era necesario encender la luz de la habitación. Los ropajes de las ventanas eran de un color azul marino intenso y a un lado de la cama había un closet bastante grande y el piso estaba alfombrado también en un tono oscuro. Aunque había un poco de desorden, no era nada comparada a la otra habitación.

    Incluso si prestaba atención, en las paredes había un par de cuadros de Kiss, y olía a la loción que Nikki solía usar... el chico era bastante sobrio en cuanto a la decoración de su habitación y le entró curiosidad. Aunque no debería husmear en el lugar solo observó las lociones que Sixx solía usar.

    E incluso se sorprendió de que el lugar estaba prácticamente en orden.

    Inducida por la curiosidad, se levantó del tocador y se fue al armario. ¿Qué buscaba exactamente? No tenía idea... pero quería saber más de aquel hombre que la noche pasada le había arrebatado más de un beso lleno de pasión lujuriosa... antes de poder correr la puerta del closet. Un toque en la puerta la asustó un poco y miró con advertencia la puerta de la habitación.

    — ¡Ey, Dallas!—exclamó Nikki al otro lado de la puerta—. ¿No te has dormido, cierto?

    Balbuceó un poco al sentirse descubierta—. N-no... aquí e-estoy, ya casi termine.

    — ¡Oh cielos! ¡Vamos, mujer que tengo hambre y un trato es un trato!—siguió con su discurso.

    La rubia rodó los ojos y sonrió, lo sabía y le agradecía al pelinegro que le hubiera ayudado con la ropa que estaba en la habitación.

    Esa mañana, traía puestos unos vaqueros entallados a su figura, un par de tenis para mantenerse cómoda y una remera de manga larga de color blanco. Dejó su cabello sin laca y sin alborotarlo. Solo colocó un poco de delineador en sus ojos y un suave humectante sobre sus labios.

    Tomó sus toallas mojadas y abrió la puerta de la habitación, encontrándose a Nikki solo en la sala.

    — ¿Y Tommy?

    —Tú novio está despachando a sus conquistas...

    —No es mi novio—se defendió molesta, en esos momentos no quería que relacionaran a Tommy con su persona.

    — ¿Celosa?

    —Ya me preguntaste eso hace un rato, Nikki. ¡No! No estoy celosa, solo estoy molesta con Thomas por no tener ninguna consideración conmigo. No estoy reclamando el hecho de que se tirara a ese par de zorras, estoy reclamando que no pude descansar y encima de todo, tuve que dormir en el sofá. ¿Contento? No estoy celosa...

    Nikki sabía que estaba mintiendo y él obtendría lo que quería de ella tarde o temprano. Estaba seguro que Dallas aceptaría su propuesta.

    —Bueno... haré de cuentas que te creo. ¿Vale?—se defendió y luego regresó a moler—. Mi desayuno...

    Ella rodó los ojos—. Eres imposible... —suspiró mientras se dirigía a la cocina—. ¿Qué vas a querer?

    Él se frotó las manos con diversión—. ¿Qué tal un par de huevos fritos con tocino?

    —De acuerdo.

    —Entonces andando.

    Ambos jóvenes se internaron en la cocina mientras Tommy se encargaba de las dos chicas que intentaban enredarse con él nuevamente. Y no le gustaba para nada la cercanía de Nikki con la rubia.

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    Ese sábado estaba resultando bastante normal, durante el desayuno que Dallas había preparado para el bajista, Vince había regresado con una resaca mortal. Y Mick, había llegado de mal humor, mientras que Tommy no había aparecido por la cocina para nada.

    Pero solamente Dallas y Nikki conocían el motivo del porque no había salido. Además... no había despachado a ese par de golfas de la habitación... ¿Tan buenas estaban? Mentalmente la rubia, se decía que no significaba nada, pero había cierta molestia en ella que la hacía querer entrar a la habitación y mandar a volar a aquellas dos chicas. Pero prefería detenerse, e ignorar lo mejor que pudiera la situación.

    Rodó los ojos cuando escuchó las risas burlonas de Mick y Nikki... y volteó a ver de qué se trataba... Vinnie había derramado el jugo de naranja sobre sus blancos pantalones. Y ahora miraba de mala gana al par que se burlaba de él.

    —Muy divertido, tarados—comenzó el rubio, tomando varias servilletas—. Un pequeño accidente nada más.

    — ¿Pequeño accidente?—se burló Nikki—. Si parece que te has orinado, viejo... —y la cocina se llenó nuevamente de risas.

    —Yo no lavaré tu desastre, Vinnie—intervino Dallas, dejando sobre la mesa un plato y luego en la otra mano traía un sartén con humeantes huevos revueltos con tocino—. Esa mancha no saldrá tan fácilmente—terminó mientras servía el resto del desayuno.

    —Tranquila preciosa. Lo mandaré a la tintorería—dijo sin darle mucha importancia al asunto y olvidar las burlas de sus compañeros—. ¡Carajo! ¡Esto está delicioso!—exclamó mientras comía con afán la comida de la rubia.

    Solamente pudo sonreír agradecida por los halagos de su cocina.

    —Lo qué dice este, es verdad—secundó Mick, mientras comía e incluso degustaba una taza de café negro—. Esto está delicioso—dio un pequeño sorbo a su bebida y luego reparó en algo—. ¿Dónde está Piernas de Pollo? ¿Y por qué no está aquí? Sí es el primero en estar comiendo como cerdo...

    Nikki entonces miró al guitarrista con advertencia, y bajo la mesa le dio un pequeño codazo para que se callara. Mick muchas veces comprendía mejor que todos los demás lo que estaba pasando y entonces al ver el rostro algo sombrío de Dallas, supo que había metido la pata.

    —Seguramente sigue follando en la recámara—contestó la rubia entre dientes sin mirar al guitarrista.

    —Oh... —Vince se quedó prácticamente callado... no era que a él le molestara, pero si le sorprendía qué su alto amigo esté dentro teniendo sexo casual con dos tipas que no conocía, siendo que él mismo se notaba bastante interesado en la rubia que ahora preparaba más comida para el desayuno.

    —Será mejor dejarlo terminar—sugirió Nikki y pidió en silencio a los otros dos chicos que dejaran el tema, e inmediatamente comenzó a hablar—. Por cierto, tenemos que ir con el dueño del Whisky para cobrar lo del espectáculo de anoche. Muy posiblemente tendremos próximas fechas.

    — ¿Se dejó buena impresión?—preguntó Vince.

    —Espero yo que sí. Terminemos de desayunar, tú vete a limpiar y ponerte lo mejor presentable que puedas y tú, solamente descansa. Después iremos al Whisky.

    —Hecho.

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    Terminadas las actividades que habían planeado durante el desayuno, Nikki, Mick, Vince y Dallas se encontraban abandonando la Mötley Housë. Y antes de partir, el bajista se detuvo para gritarle a Tommy.

    — ¡Te dejamos el desayuno en la cocina, T-Bone! ¡Estaremos en el Whisky a Go Go!

    Para luego marcharse tras un portazo.

    Una vez sobre Sunset Strip, la banda se fue en dirección al bar. Pero Dallas se detuvo.

    —Los veré luego. ¿De acuerdo?—preguntó y los otros tres se le quedaron mirando—. Voy a ver a Blackie...

    —Si quieres podemos acompañarte—dijo Mick, mientras se ponía sus lentes de sol—. Podemos ir después de ir a cobrar el show de anoche. ¿Qué dices?

    Dallas se quedó pensando un momento—. Supongo que no tengo problema... pero después tenemos que ir al súper mercado.

    —De acuerdo.

    Con un trato hecho, la tensión entre Nikki y Dallas había desaparecido, en primer lugar por la ayuda que el bajista le había prestado a la joven con su muda de ropa. Y luego porque había pedido silenciosamente a Mick que dejara el tema en paz, pero eso no quería decir que no estaba a la expectativa de lo que fuera a hacer el muchacho después. Todavía tenía muy presente el hecho de que la había besado con muchísima pasión... y eso la ponía nerviosa.

    Mientras caminaban rumbo al bar, platicaban de diferentes cosas, sobre la banda principalmente. Se podía escuchar a los tres chicos hablar de arreglos en las canciones, algunos acordes y sugerencias para que tocaran mucho mejor en los próximos eventos.

    Podía acostumbrarse a esa vida... le gustaba...

    —Lástima que ya no vimos a tus amigas, Dallas—dijo Mick de repente, a la joven que había estado metida en sus propios pensamientos desde hacía un rato.

    Se sobresaltó cuando escuchó su nombre—. ¿Qué?

    —Sí... que ya no vimos a Vixen...

    La joven suspiró y se encogió de hombros—. Supongo que han de haber estado fantásticas... quizás hubiera podido verlas de no ser porque durante su presentación, el lugar se convirtió en un ring de lucha libre—esto último lo dijo mientras miraba a Nikki que le sonrió de manera socarrona al recordar que fue lo que pasó después de que llegaran a la casa.

    —Si supe de eso—dijo Mick—. Decidí largarme del lugar, antes, me dolía la jodida espalda y como los perdí de vista me imaginé que muy posiblemente se habían ido al Girls... pero creo que esta ocasión me equivoque.

    —Yo no voy a ese lugar... —la chica se quejó y entonces Vince comenzó a reír.

    Le pasó por los hombros un brazo sin dejar de caminar—. Te recuerdo, preciosa... que si has ido al Girls y hasta te besaste con una stripper del lugar... y también sorprendiste a los mismísimos Kiss esa noche. ¿Recuerdas?

    El rostro de la joven se coloreó al recordar a la stripper que la besó con pasión por petición suya y después todo el show que se había armado... y todo por una apuesta... que por cierto nunca cumplieron los perdedores. De repente, se quedó parada en medio del camino provocando que los jóvenes se miraran entre sí con una ceja levantada al no entender el repentino cambio de actitud de la joven.

    —Dallas... ¿Todo bien?—preguntó Mick un poco curioso al verla ida.

    —Malditos... —los tres músicos se quedaron sorprendidos por la palabra dicha entre dientes—. Nunca vinieron a ayudarme con los deberes domésticos...

    Los otros tres se miraron sin entender lo que la chica decía. Pero seguían caminando tras de ella para averiguar de qué se trataba, pues resultaba bastante cómico verla hablando sola.

    — ¿Segura que estás bien?—insistió Vince.

    —Estoy bien... sólo que ciertas ratas me deben—comenzó a enojarse, pero los Mötley solamente se divertían con lo que decía—. ¿De casualidad, ustedes no saben en dónde viven los Guns N' Roses?

    Los tres se miraron y negaron—. En realidad... no nos llevamos bien con ellos—comenzó Nikki—. No después de que Vince intentó ligarse a la novia de Stradlin, Rose quería golpear a Vince y yo me metí para parar el problema...

    —Diablos...

    —Sí, porque quizás tú debas meter tú nariz dónde no te llaman, Sixx—una voz profunda y áspera hizo voltear al cuarteto y los obligó a detenerse.

    Por la puerta principal del Rainbow Coffe, salía Axl Rose con un café en mano. Y unos lentes cubrían sus ojos, muy posiblemente se debía a la resaca que tenía. Y miraba bajo los lentes de mala gana a los tres sujetos que acompañaban a la noviecita de Steven.

    —Y tú no deberías escuchar conversaciones ajenas, marica—Vince contestó a la agresión del pelirrojo, colocándose al frente de todos y cerrando los puños para liarse con el líder de la otra banda a golpes.

    —Así como tú, no deberías meterte en las bragas de las mujeres que tienen pareja... maldito –contratacó Axl, comenzando a molestarse de veras.

    Nunca se imaginó encontrarse a la rubia, tenía muchísimo tiempo que no la veía. Prácticamente desde la noche en la que fueron al club nudista que estaba sobre la avenida. De ahí no había sabido más de ella y Popcorn no la había vuelto a mencionar. Pero nunca creyó que se la iba a encontrar ahí y menos en compañía de Mötley Cruë... así que por esos sujetos habían cambiado a su loco amigo...

    —Ya basta—dijo Dallas, seria y firme a los jóvenes que se insultaban—. No hemos venido a pelear con nadie, Axl... si ese es un problema entre Izzy y Vince no deberías meterte...

    El pelirrojo la miró molesto casi ofendido, sentía cómo que la rubia estaba defendiendo a esos tipos—. ¿Tan buenos son, cómo para que los defiendas?

    La rubia abrió la boca sorprendida... Axl Rose, prácticamente le había dicho prostituta con otras palabras. Quiso decirle que estaba muy equivocado, pero antes de que hablara, Nikki ya se había acercado peligrosamente al pelirrojo centímetros más pequeño que él... si no hacía algo pronto, el bajista terminaría golpeando al del paliacate en la cabeza.

    Mick y Vince también sintieron el peligro, pues se pusieron en alerta por cualquier movimiento de Rose o de Nikki.

    — ¿Sabes algo, Axl?—empezó Lawless con seriedad—. ¿Te sentirías mejor si te digo que no? ¿Tú ego masculino se inflaría si te digo que no he estado con ninguno de ellos?—los ojos azules de Rose le miraban con atención bajo las gafas de sol—. No sabes ni un carajo sobre mí Axl... no sabes absolutamente nada.

    —Seguro...—ironizó y siguió—. Estoy más que seguro que dejaste al pobre Steven, por meterte con alguno de... estos...

    Mick le miró de mala gana—. Cuida tu boca, mocoso...

    — ¡Oh lo olvidaba! ¡Los Mötley Cruë tienen un anciano en la banda! ¿No pudieron conseguirse algo mejor?

    Para ese momento, los ánimos estaban demasiado calientes y en cualquier momento cualquiera soltaría el primer golpe. Pero como si se tratara de un milagro, de una tienda de vinilos, salía con una amplia sonrisa, Steven Adler. El tema principal de conversación por el que estaban peleando con Axl, el rubio muchacho traía entre sus manos una bolsa con algunos discos que había comprado y al ver a su amigo no dudó ni un momento en acercarse para ver que hacía.

    — ¡Rose!—dijo Steven sin percatarse de la presencia de los otros cuatro.

    — ¿Qué haces aquí?—preguntó el pelirrojo, enojado.

    —Salí de esa tienda—señalando el local—. Y te vi... fui a comprar un disco de Aerosmith... ¿Tú qué haces?

    —Nada que sea de tu importancia, rubiecito—contestó Nikki a sus espaldas enojado igual que el pelirrojo.

    Entonces Steven volteó a ver a los otros cuatro presentes y se sorprendió de encontrarse junto a ellos a Dallas Lawless, la última vez que la había visto, ella se veía muy diferente. Era como si hubieran pasado años desde la última ocasión. Prácticamente la había visto la noche del club nudista y luego le había acompañado a su casa... desde entonces no la había visto nuevamente.

    — ¿Dallas? ¿Eres tú?—preguntó a la chica que se le quedó mirando igualmente sorprendida.

    —Parece que los invoqué—sonrió de buena gana, yendo a abrazar al muchacho para saludarlo.

    Todos miraron con repulsión la escena empalagosa, en especial Rose y Sixx. Uno por razones diferentes, mientras que el bajista lo hacía por molestia... no le gustaba que se acercaran a la joven.

    — ¿Cómo has estado? ¡Señor! ¡Te ves hermosa!—elogió, mientras la invitaba a darse una vuelta.

    —Gracias—sonrió un poco sonrojada—. ¿Cómo están los demás? Slash, Duff, Izzy...

    —Ellos están bien—sonrió ampliamente y miró a los demás—. Un momento... ¿Qué está pasando aquí?

    Axl rodó los ojos al ver que Steven era un poco lento—. Nada Popcorn, un pequeño inconveniente nada más. ¿Cierto?

    —Eres un... —iba a decir Vince, cuando Dallas le tapó la boca.

    —Todo bien. Solo conversábamos.

    El oji azul levantó una ceja no creyendo lo que le decían, pero al ver la sonrisa de todos ahí no hizo mayor alboroto.

    —... Supongo... ¿y qué hacían?— preguntó este nuevamente queriendo averiguar qué pasaba.

    —Nosotros íbamos al Whisky a Go Go! A cobrar el show de anoche—dijo Dallas tranquila—. ¿Y tú?

    —Pues ahorita solo hablar con ustedes, ya conseguí mi disco de Aerosmith. Y por casualidad encontré aquí a Axl hablando con ustedes...

    —Bueno, un gusto—dijo Nikki todavía enojado—. Tenemos que irnos.

    —Oye Dallas... ¿Aún sigues con las chicas?—preguntó interesado el rubio mientras la joven se ponía un poco nerviosa.

    Cuando llegó a Los Ángeles, Steven fue a la primera que conoció. Gracias a aquel horrible incidente con un ladrón que quería robarle 50 dólares... después todo había cambiado y le había dejado de ver.

    —No... es una muy larga historia—comentó ella con suavidad—. Por el momento estoy viviendo con los chicos—se refirió a Nikki, Vince y Mick.

    Mientras que Rose solamente sonreía burlón, queriendo confirmar lo que anteriormente le había dicho a la chica. Y Steven miró a la otra banda un poco desconfiado y con seriedad, ante los ojos de todos, tomó la suave mano femenina y la jaló lejos un par de metros para que solo ella pudiera escuchar.

    — ¿Es enserio?—preguntó sorprendido—. ¿Cómo pasó?

    —Tuve problemas con Jann, y decidí irme de la casa. Todo el tiempo me recordaba que estaba viviendo ahí gracias a ella y al trato que tiene con EMI. Entonces, un día me harté y la mandé a volar, afortunadamente Tommy me dio asilo—al mencionar al castaño baterista ausente, se sintió un poco molesta e incómoda pero no permitió que Steven lo notara—. Así que estoy viviendo con ellos... y estoy bien.

    —¿Estás segura?—era obvio que al baterista no le gustara para nada la idea de que Dallas viviera con Mötley Crüe, sobre todo porque conocía cómo eran, sobre todo porque a pesar de haber dejado de ver a la chica un tiempo seguía interesado en ella.

    —Claro—sonrió segura—. Todos han sido geniales conmigo.

    — ¿Ninguno ha intentado sobre pasarse?

    La rubia negó, obviamente omitiendo los acercamientos que Nikki tenía con ella... la manera tan candente en que se le acercaba y los besos hambrientos que le había dado. Intentó no sonrojarse al recordar eso.

    —Para nada... incluso Blackie me preguntó lo mismo, pero se dio cuenta de que estoy bien.

    —De acuerdo—suspiró un poco desganado.

    —Dallas, disculpa esta hermosa reunión de amigos—empezó Nikki con apatía—. ¿Pero podemos irnos, preciosa? Tenemos cosas que hacer...

    Dallas suspiró y rodó los ojos, sabía que el bajista solo estaba molestando, por una parte tenía razón pero por otra... odiaba que se metiera en cosas personales. Sonrió con naturalidad a Steven y le tomó las manos, para molestia de Sixx.

    —Conversaremos después. ¿Te parece?—le preguntó la chica—. Te prometo que lo haremos, pero por el momento tengo que hacerlo.

    —De acuerdo—suspiró este un poco apagado—. ¿Al menos puedo saber dónde vives?

    La joven asintió para molestia de Nikki y Vince—. Vivo tres calles hacía allá—señaló el camino por el que venían—. Sobre Sunset. Es un departamento pequeño de color blanco, vivimos en la planta baja.

    —Creo que será fácil—sonrió Steven—. Estoy seguro, que todo mundo sabe en dónde vive Mötley Crüe.

    —Es hora de irnos—dijo Nikki de nuevo, acercándose a los chicos de dorados cabellos naturales—. Dallas... por favor...

    —Ya voy Nick...

    —Nos veremos... marica—empezó de nuevo Vince con la pelea.

    —... jodéte puta—contestó Axl enojado dispuesto a seguir.

    Pero se contuvo cuando miró como Dallas convencía a los Mötley de marcharse.

    Entonces Steven sonrió como bobo mientras Axl levantaba una ceja todavía molesto—. Yo que tú me olvidaba de esa mujer... a como dé lugar, amigo.

    El baterista dejó de verla y quitó su sonrisa—. ¿Por qué lo dices?

    —Solo puedo decirte eso, no hablaré de más.

    —Entonces si yo debo olvidarme de Dallas, tú deberías hacer lo mismo con Erin—contestó el joven malhumorado por la mala leche del pelirrojo y se fue en dirección contraria a dónde los Mötley se habían ido—. Nos vemos en la tarde para el ensayo.

    Rose se quedó sin palabras por lo que Adler le había dicho.

    ... golpe bajo.

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    Tommy Lee Bass casi durante toda su vida había sido un joven al que no le preocupaba nada. Tenía una familia maravillosa que le amaba y sobre todo le apoyaba con todo lo que tenía planeado hacer. Hasta el hecho de que amaba a las mujeres, muchas mujeres, lo único que su madre podía pedirle era que se cuidara.

    En esos momentos, no sabía ni dónde esconderse. Tenía ganas de correr a la casa de sus padres, sabía que ahí no le juzgarían. Quizás y solo lo haría Athena en cuanto se enterara de su pequeña aventurilla... pero en esos momentos no tenía cara para enfrentar a Dallas.

    Sobre todo después de que prácticamente se olvidó de ella.

    La pasión, el alcohol y sus polvos zombis le hicieron borrar casete. Nunca reparó en que la chica iba a estar en casa, lo primero que su mente resolvió había sido que ella estaría con su hermano o posiblemente estaría con los chicos en algún otro lado, no se le vino a la mente que estaba en la sala.

    Cuando salió, vio sobre la mesa un desayuno totalmente frío y suspiró...

    —Tengo que arreglarlo...

    Sin tocar la comida se fue al baño para ducharse e ir a buscar a los chicos... y sobre todo a Dallas.

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    Cuando habían llegado al Whisky, el lugar estaba prácticamente vacío y únicamente se encontraban en el bar, las personas que noche a noche trabajaban ahí. Al ver entrar a los músicos no le dieron gran importancia, solo un par de meseras que le guiñaron el ojo a Vince y a Nikki.

    Mientras que Dallas, solo se acercaba a una mesa para tomar asiento junto a Mick que se quejaba de un pequeño dolor en su columna vertebral.

    — ¿Está el dueño?—preguntó Nikki a la mesera que solamente se reía como tonta.

    —Claro, ya le llamo—sonrió la mujer y desapareció por la entrada de la pequeña cocina del lugar.

    —Tan temprano y Sixx ya está ligando—dijo Vince divertido, acercándose a la mesa dónde todos esperaban al dueño del lugar.

    —Cállate—dijo Mick—. Tan temprano y ya estás diciendo tonterías. Será mejor que nos apuremos, tengo que ir a mi departamento.

    —Ya... no seas tan amargado—dijo el rubio a modo de defensa.

    —También tenemos que ir al súper mercado no lo olviden—dijo la chica, mientras cruzaba la pierna entubada en sus blancos pantalones.

    —Cierto—suspiró el rubio, luego una sonrisa se posó en su rostro—. ¡Quiero unos cereales de colores!

    Mick rodó los ojos fastidiado—. ¿No has crecido, o qué?

    —Viejo...

    —Tranquilos los dos—sonrió la joven al ver que prácticamente tenía niños en cuerpos adultos—. De acuerdo Vince, iremos por cereales de colores.

    El rubio vitoreo y Mick solo rodó los ojos, pero no pudo evitar tener una pequeña sonrisa en los labios mientras que Nikki observaba en silencio desde la barra. Sin dejar de mirar a la chica, pues él quería que ella aceptara la propuesta que tenía.

    —Tengo que ir al baño—dijo el guitarrista, levantándose de su lugar—. Ya vengo.

    —Vale—contestó Dallas y sonrió.

    Le gustaba mucho estar ahí, había encontrado eso que no tenía en casa. Una familia... una rara especie de familia... y ahí estaba. Cuando regresó de sus pensamientos, se dio cuenta de que Vince estaba coqueteando con una de las meseras y vio como ella se lo llevaba de la mano al área de los sanitarios dónde muy seguro estaba Mick orinando y en cuanto se diera cuenta de que estaban fornicando dónde él descargaba su vejiga se iba a enojar.

    Suspiró y cuando se dio cuenta, ya tenía en frente a Nikki quien le sonreía como un gato astuto. Se había sentado frente a ella, muy cerca.

    — ¿Nikki?

    —Hola—sonrió divertido, acercando su mano con ligereza hasta los rubios cabellos y enredando sus dedos entre las hebras.

    —... me asustaste... ¿Qué pasa?

    Él se acercó más a ella, sintiendo la tensión que se formaba entre ambos desde la noche anterior cuando la besó y le dijo que quería tenerla para él.

    — ¿Pensaste en lo qué te dije?

    Ella negó—. No quiero Nikki... —claro que había pensado en las profundas palabras que le había dicho, tan apasionadas y llenas de lujuria, el solo recordarlo la hacía estremecerse y por esa razón no había intentado tocar el tema—. Es algo que no pienso aceptar.

    — ¿Entonces si te gustaría que le diga a Tommy que estoy interesado en ti? ¿O prefieres seguir mirando cómo llegamos ebrios y nos follamos a nuestras amigas en la sala y en cualquier lado de la casa...?

    Ella rodó los ojos—. Me da lo mismo lo que hagan, Nikki, sólo tengan algo de consideración conmigo. Soy una mujer y...

    —Realmente nuestra consideración contigo es bastante grande—se defendió sin dejar de sonreír—. El problema es que cuando estamos calientes y queremos sexo, cualquier lugar es bueno, estés o no.

    —No lo haré...

    Antes de poder seguir replicando, la puerta del bar se abrió dejando ver al baterista de la banda, utilizando ajustados vaqueros y una camiseta de los Stones sin mangas y mostrando su vientre, unas botas vaqueras. Y esa sonrisa tan radiante que podría hacerle competencia a Steven Adler, ambos, bateristas y ambos... tremendamente adorables a su manera. Pero Dallas sintió molestia a verlo entrar y sonreírle.

    Inmediatamente Lee corrió a la mesa dónde estaban y Nikki tuvo que alejarse sigilosamente de la muchacha que también agradeció su distancia.

    — ¡Nikki, hermano! Espero no haber tardado demasiado—dijo sin mirar a la chica, le daba vergüenza tener que encararla—. ¿Y Mick, y Vince?

    —En el baño—contestó con aburrimiento el bajista y un poco agrio por la presencia del castaño—. No te perdiste de nada, todavía no me entregan el cheque por el evento de ayer.

    —Uff! Menos mal—dijo y sentía la mirada penetrante de la muchacha sobre su nuca y empezaba a sentirse nervioso.

    Nikki quería reírse por lo tonto de la situación pero debía aparentar que no le interesaba para nada lo que pasaba entre su amigo y la chica.

    —Regreso en un momento—habló la joven dispuesta a irse, si Tommy no pensaba dirigirle la palabra ella tampoco iba a buscarle la cara.

    — ¿A dónde vas?

    Miró a Nikki con el ceño fruncido—. Al baño...

    —Que todo salga bien—empezó a reírse mientras Dallas lo fulminaba con la mirada.

    —Idiota.

    —Yo también te amo—Tommy miró de mala gana al pelinegro por lo último dicho y cuando sus miradas se cruzaron se encogió de hombros—. ¿Qué?

    —No me gusta que se traten así, Nick.

    —Es mi forma natural de ser, T-Bone, me sorprende que te vengas a molestar a estas alturas del partido, viejo.

    —Sí, pero sabes que Dallas es importante para mí.

    —Oye... yo no soy el que se folla a un par de zorras a mitad de la sala, sabiendo que tengo una inquilina especial en casa. Vamos viejo... quizás suene como una nena, pero al menos si es la mujer que yo me quiero tirar, tendría más cuidado.

    Tommy suspiró y se relajó—. Tienes razón... soy un tarado—Nikki no lo sacó de su afirmación—. El problema es que Georgia y Micky trabajan aquí...

    —Con razón sus rostros se me hicieron conocidos—dijo el bajista cuando miró de reojo a las chicas que hacían sus deberes y de repente los miraban—. ¿Son el par de zorras que te besaron anoche y te estaban haciendo una mamada?—Tommy asintió.

    —En cuanto ustedes salieron de la casa, ellas también lo hicieron—se rascó la cabeza incómodo—. Lo que no entiendo es qué pasará cuando Dallas las vea.

    —Te va a mandar al carajo—dijo el bajista sin tomarle tanta importancia.

    Tommy le miró mal y un poco desesperado—. ¡Vamos hermano! ¿Qué hago?

    —Esta vez no sé qué puedo hacer...

    — ¡Hola Tommy!—dijeron ambas mujeres, que aunque habían compartido la cama con él. Les gustaba la atención que el alto muchacho les daba, pues era una estrella en ascenso.

    Justo cuando la voz de ambas chicas, Dallas salía del sanitario y sintió molestia al escuchar a las jóvenes gritarle al baterista. Al verlas desde la salida del baño, frunció el ceño al reconocerlas, eran aquel par que llegaron con el chico en la madrugada pegadas a su boca como sanguijuelas. Rodó los ojos y quiso tomar su cartera e irse, pero tendría que acercarse a la mesa en dónde estaban aquellos dos. Y bueno, pudo escuchar a Mick decirle de cosas y unas cuantas barbaridades a Vince en el baño y un par de gemidos.

    —Maldito caliente—salió el guitarrista ofuscado, ignorando a la muchacha cuando pasó a su lado—. Uno ya no puede ir al baño a gusto...

    — ¡Ya cállate! ¡Ah!—gimió Vince desde el interior del baño.

    Y Dallas solo pudo reír un poco por la pequeña situación incómoda.

    — ¿Podremos ir de nuevo esta noche a verte, Tommy?—preguntó Georgia una hermosa chica de ojos azules y cabello rojo, mirando coqueta al baterista—. Quizás puedas presentarnos a tú amigo.

    —Por el momento paso, preciosa—dijo Nikki. Regresando su mirada a Dallas que apretaba sus manos en sus pantalones sin acercarse.

    —Esta ocasión no podrá ser, nena—dijo Tommy, antes de seguir negándose la pelirroja le besó apasionadamente y el bajista abrió un poco más los ojos al ver aquel beso hambriento. Si... esa era una zorra que en otro momento le hubiera gustado follarse, pero sus ojos verdes pasaron a Dallas y juró que casi la vio ahogarse al respirar...

    Y no estaba celosa...

    —Acepto—leyó sus labios y luego la vio salir del Whisky a pasos furiosos.
     
  20.  
    Lady Stanley

    Lady Stanley Sweet Room

    Virgo
    Miembro desde:
    12 Enero 2008
    Mensajes:
    885
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Too Fast for Love |Mötley Crüe| Nikki Sixx
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    21
     
    Palabras:
    2956
    Capítulo XVIII. Buscando a Dallas.

    Tommy había alejado a Georgia de su persona sintiendo como la chica incluso le mordía con saña el labio inferior provocándole el brote de sangre. La empujó cuando sintió el punzante pellizco mientras le besaban y la alejó de su persona, mientras sentía la mirada de Nikki sobre él. Incluso pudo ver una mata de cabello rubio salir a toda velocidad del Whisky.

    —No me digas que... —dijo casi sin aliento.

    —Sí, esa de ahí era Dallas—contestó Nikki todavía algo azorado por la respuesta afirmativa que le había dado la chica. Nunca pensó que cedería tan fácil y al darse cuenta de que la joven estaba celosa gracias a las tonterías de Tommy, se supo victorioso. Aunque esa muda victoria no le supo bien, en vez de ello, sintió una molestia al saber que quería que la joven solo tuviera ojos para él.

    Es un mero capricho. Se dijo mentalmente, pues cuando obtuviera lo que quería de ella, estaba seguro que la botaría así como a muchas otras antes. Ni aunque recibiera los puños de Blackie, se le quitaban las ganas de obtener el ardiente cuerpo femenino. Y en esos momentos solo podía disfrutar de la desgracia de su amigo, reconocía que estaba mal, pero Dallas estaba metida en medio de sus cejas y no descansaría hasta obtener lo que quería.

    Lo divertido estaba por empezar, se relamió los labios, ansioso por poder verle la cara y empezar con ese juego.

    — ¡Maldición! ¡Dallas!—exclamó el baterista e importándole poco dejar a Sixx y a la pelirroja que le miraba ofendida, salió corriendo del bar en busca de la rubia. Necesitaba... ¡No! ¡Debía darle una explicación!... se había vuelto una necesidad y prioridad ver contenta a la joven y sus constantes acercamientos... ¿Los convertía en algo, no es así?

    Quería creer que sí...

    —Ya déjala, hermano—dijo Nikki, interiormente no podía permitir que el castaño y la chica se arreglaran ya que si no todo su plan se vendría abajo. Debía mantener a Tommy alejado de Dallas un tiempo—. Deja que se calme y cuando lo esté, intentas disculparte o arreglar las cosas con ella.

    — ¿Crees que sea lo correcto?—le miró a los ojos, angustioso, mientras se frotaba el brazo con ansiedad.

    —No lo sé—se encogió de hombros—. Pero yo no me arriesgaría a que esa mujer, me diera una patada en las pelotas.

    Tommy se puso pálido, imaginando a la rubia hecha furia y golpeándole su par más preciado... miró con horror al bajista y suspiró resignado... parecía que esta ocasión Nikki tenía mucha razón, y era sabio dejarla respirar y despejarse. Aunque una parte de él, quería salir corriendo y buscarla para explicarle que todo había sido gracias a sus dulces mágicos. Pero luego se imaginaba a la joven, reprochándole también su consumo de drogas... y no quería lidiar con eso.

    Por eso dejaste la casa de tus padres... no necesitas una madre más. Se dijo mentalmente y lo único que se le ocurrió fue encogerse de hombros en su silla. Levantando sus largas piernas y mirando con tristeza la puerta por dónde la joven se había ido.

    Antes de que alguno de los dos jóvenes hablara, regresó Mick con una expresión molesta.

    — ¿Qué te pasó?—preguntó Nikki.

    —Resulta que la maldita Barbie, no puede aguantarse las ganas de coger, y estaba meando y empecé a escuchar sus malditos berridos y también los de su golfa de turno—dijo enojado, acomodándose en las silla. Sus ojos cafés notaron la ausencia de cierta fémina—. ¿Y Dallas?—se hizo un silencio sepulcral y miraron al guitarrista con cara seria—. Ay Piernas de Pollo, seguramente volviste a cagarla...

    Hubo un suspiro profundo por parte de los tres masculinos y antes de que alguno pudiera decir algo más, la puerta del dueño del lugar se abrió y mandó a llamar al bajista líder de la banda.


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    —Bueno, tenemos suficiente dinero para comprar buena mierda—dijo Vince, sonriente, viendo como Nikki contaba los billetes—. ¿Lo haremos, cierto?

    Nikki sonrió y asintió—. Toma—le entregó algunos billetes—. Dile a Big-T que lo de siempre, Vinnie y nos veremos esta noche en el Girls.

    —Yo me apunto—dijo Tommy, sonriente.

    De cierta forma, estaba como al principio cuando Dallas lo encontró en la sala con una chica y Nikki, no podía verla. Quería tomar el concejo del bajista para intentar calmarse pero realmente quería ir donde la chica y explicarle todo... pero... ¿Dónde la podría buscar?

    —Entonces andando.

    —Mejor prepárense para el próximo show. Si mal no lo recuerdo es en la noche, inútiles—dijo Mick de mala gana—. Los veré en la noche.

    Los otros tres asintieron y el guitarrista partió por la avenida.

    — ¿Mientras qué hacemos?—preguntó Vince.

    —Se supone que iríamos de compras—dijo Nikki recordando el plan después de salir del Whisky, pero sin Dallas ahí no tenía mucha idea de qué comprar. En su lista de súper mercado había cervezas y más alcohol para pudrirse en la noche.

    —Oh vamos viejo... ¿enserio?—preguntó Tommy.

    —No tengo un plan mejor.

    —Iré a buscar a Dallas.

    —No creo que esté en la casa, viejo—respondió el bajista.

    —Seguramente está con su hermano—contestó Vince—. Bueno... yo iré a buscar lo que necesitamos para esta noche. ¡Nos vemos!

    — ¡Espérame, yo quiero ir contigo!—dijo Tommy algo desconsolado.

    — ¿Y yo qué haré?—les preguntó Sixx.

    — ¿No tienes que ir a trabajar, amigo?—preguntó el castaño curioso—. En la tienda de discos...

    El bajista rodó los ojos y les mostró el dedo medio—. Nos vemos.

    Los tres se separaron, y Nikki tenía en mente otra cosa: Buscar a Dallas...

    Aunque siendo bastante sincero no tenía ni la menor idea por dónde empezar, podría ir a casa de Blackie y preguntar, pero eso solo despertaría el instinto de hermano mayor de su amigo y comenzaría a interrogarlo con mala cara. Así que inmediatamente lo descartó...

    —Vamos Nikki... piensa—mientras hablaba solo caminaba por la enorme avenida de Sunset Strip. Era sábado por la mañana casi medio día y no tenía idea alguna de dónde buscar.

    Hasta que un recuerdo lo invadió.

    —Vamos, esta vez la canción saldrá bien—dijo Nikki a Mick y Vince—. Solo intenta alzar un poco más la voz aquí—señaló una estrofa de Live Wire al vocalista y empezaron a tocar nuevamente. Lo único que faltaba era la batería pero parecía que esa tarde, Tommy había decidido no asistir al ensayo.

    —Basta maldición—dijo Mick malhumorado, dejando de tocar—. Esto no va a funcionar si Piernas de Pollo, no aparece—dejó su guitarra a un lado suyo—. ¿Dónde mierdas se metió?

    —Posiblemente está con esa chica—contestó Vince al amargado chico—. Parece que ahora si va enserio.

    — ¿Cuál chica?

    —Nick, hermano... recuerda, la chica rubia ardiente que besaba a la stripper en el Girls—dijo Vince como si nada—. Anda de un hilo por ella... ¿Recuerdas? La llamaste zorra y Tommy se molestó.

    El pelinegro se rascó la barbilla como intentando recordar, hasta que abrió los ojos con sorpresa—. Es cierto...

    —Si esa que tiene nombre de ciudad...

    —Ya veo.

    —Pues hay que decirle al flacucho que deje de novias para otro rato. Tenemos que ensayar, maldición—se quejó Mick.

    —Eso díselo cuando regrese—terminó Nikki y comenzó a tocar de nuevo.

    Antes de que Vince y Mick se le unieran en la melodía, la puerta de la Mötley House se abrió. Dejando ver al castaño, traía en el rostro una sonrisa de idiota enamorado y parecía que volaba con cada paso que daba rumbo a ellos.

    — ¿Dónde andabas?—preguntó Mick de mala gana, mirando con reproche al baterista.

    — ¿Eh qué?—salió de su ensoñación cuando miró a sus compañeros—. ¡Oh diablos, lo olvidé!—dijo refiriéndose al ensayo—. Lo siento... yo... salí con Dallas y fuimos a la playa de Santa Mónica... lo siento.

    —Eso no justifica tú falta, baterista—comenzó el guitarrista nuevamente en reproche.

    — ¿Y qué hicieron?—preguntó Vince divertido—. ¿A caso lo hicieron en la arena, de manera romántica T-Bone?

    Tommy los miró ceñudo—. No... sólo fuimos a caminar... le gusta la playa y nunca la había conocido y creí que era buena idea.

    — ¿Vas enserio con esa chica?—preguntó Nikki un poco indiferente. No era la primera vez que Tommy se enamoraba a primera vista y estaba seguro que no sería la última vez.

    —Creo que sí... —suspiró nuevamente, mientras los otros tres lo veían con asco. Él los ignoró y fue a su puesto detrás de su batería—. Ya... perdón, ensayemos.

    —Mueve el culo—contestó Mick y empezó a tocar de manera furiosa.

    En esos momentos no le tomó mucha importancia sobre el lugar. La playa... era un lugar sin mucho atractivo para él, la conocía lo bastante bien y no era muy relevante, quizás solo por el hecho de ver hermosas chicas en bikini, pero nada más. No era un lugar en el que pudiera divertirse, no le atraía para nada traer el trasero lleno de arena.

    Pero podía ser una pista para buscarla, porque tampoco creía que estaría metida en la casa, para nada. Y menos sabiendo que Tommy podría llegar en cualquier momento.

    Así que encogiéndose de hombros, caminó con las manos dentro de los bolsillos y se dirigió a la parada del autobús para ir a Santa Mónica. No era mala idea, quizás con algo de suerte podría encontrarla. Tampoco se le ocurría ir a buscarla a su trabajo porque por sorprendente que era... no sabía dónde trabajaba, solo Tommy lo sabía y eso le molestaba un poco.

    Dallas ya había aceptado, eso era un muy buen punto a su favor.

    No perdía nada en ir y buscarla en ese dichoso lugar turístico.

    Vio el letrero del bus que llegaba a la parada y subió, era la ruta correcta y podría dormitar un poco, iba a la última parada. Los Ángeles se caracterizaba por ser una ciudad muy calurosa y esa mañana no era la excepción, sentado del lado de la sombra miraba pasar los coches, personas y la gran división sobre la avenida, llena de arbustos bien cuidados y palmeras.

    — ¿Eres Nikki Sixx?—antes de cabecear por la flojera del viaje. Sus ojos terrosos enfocaron a un hombre de apariencia regordeta, de coloradas mejillas y cabeza rubia.

    —Eh... no doy autógrafos—contestó todavía soñoliento, viendo al sujeto.

    —No, no, para nada amigo—sonrió el desconocido—. Déjame presentarme, trabajo para Elektra Records, un gusto—dijo todavía sin presentarse. A lo que Nikki levantó una ceja sin creer mucho lo que decía.

    —Amigo, déjame en paz. ¿Quieres?—comentó adormilado. Se acomodó nuevamente sobre el asiento del bus y cerró los ojos—. Lárgate.

    El desconocido miró mal a Nikki. Nunca pensó encontrarse al bajista en un autobús, pero antes de que pudiera seguir con su discurso vio al pelinegro bajarse del vehículo. Levantó una ceja al notar que el chico bajaba en el malecón de Santa Mónica. Quizás se reuniría con sus amigos.

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    Nikki miró por todos lados, no le gustaba mucho andar en la playa. El calor era insoportable y el bochorno le ponía de mal humor. Sus ojos se enfocaron para buscar a la joven pero no había rastro de ella por ninguna parte.

    —Mierda—masculló mientras se mordía el labio inferior y empezó a caminar con dirección al puente que lo conectaba con el parque de diversiones del lugar. Había mucha gente por ser fin de semana y eso no ayudaba mucho, Dallas no era una chica diferente, su cabello era rubio y pudo al menos ver varias jóvenes con el mismo tono de cabello.

    No le quedaba de otra más que recorrer todo el lugar.

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    Tal vez sería buena idea irse a vivir con Blackie, al menos con su hermano estaría más tranquila. No llevaba ni dos semanas viviendo con los Crüe y ya se empezaba a volver loca junto a toda la montaña rusa de emociones que Tommy le provocaba, eso y también la tonta idea de Nikki de querer provocarle celos a su compañero. Sus ojos se posaron sobre el tranquilo oleaje de ese día y de alguna manera se calmaba.

    —Solo somos amigos—reflexionó para sí—. No debería importarme lo que Tommy hace. ¿Cierto?

    Un largo suspiro soltó y tomó asiento en el área de la playa, debajo del puente del parque de diversiones. Había ido ahí ya que ese lugar fue bastante bonito cuando salió con el baterista por primera vez.

    La tarde pasaba lentamente, el sol se ocultaba entre las nubes de ese día y no encontraba que más hacer. Solo quería estar sola y cuando le diera hambre posiblemente regresar. El sopor del calor de la playa la hizo quedarse dormida sobre la arena.

    Sin que tuviera cuenta del tiempo, la tarde calló sobre ella.

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    —Mierda—suspiró Nikki harto, teniendo en su mano un hot dog y una gaseosa a medio terminar—. Seguramente ya se fue a casa... y yo aquí perdiendo el tiempo como idiota—había caminado por todo el puente del parque y ahora bajaba a la playa donde muchos vacacionistas y turistas seguían disfrutando del mar—. Será mejor que me vaya...

    Tal vez Nikki no pudo interpretar lo que sintió, si fue decepción por no encontrar a la rubia... o qué... no tenía idea. Pero harto, lanzó el vaso de soda a un punto de la arena bajo el puente y este sin querer calló encima de una persona que dormía.

    —... ¡¿Pe-pero qué?!—Dallas había despertado por el golpe del vaso y porque sintió como en la cara el líquido de cola le caía—. ¡Quién carajos tira su puta basura en la playa!

    El bajista sonrió divertido al ver que sin querer a quien había mojado, era la persona a la que había estado buscando todo el día.

    —Vaya, vaya... así que la pequeña Lawless se ha dado un baño de soda de cola—se burló Nikki al verla enojada y gruñendo en la arena, pero en el fondo le daba gusto haberla encontrado—. Dallas...

    — ¡Ay Nikki!—gruñó enojada—. ¡Tenías que ser tú... so cabrón!—se levantó, tomando el vaso vacío de soda—. ¿Qué carajos haces tirando basura? Ves que hay un montón de gente cochina y vienes a formar parte de ese grupo y...

    El bajista sonrió por el carácter de la joven y se puso frente a ella—. ¿Sabes?—la joven le miró enojada al interrumpirla—. Me da gusto verte...

    Ahí Dallas se quedó sin palabras.

    Una sensación en el estómago la hizo callarse... pasó saliva y boqueó como pez fuera del agua pero no pudo articular palabra después de eso. Vio como el bajista tendía su mano para ayudarla a levantarse y la tomó. Se quitó la arena de toda su cabellera y parte trasera.

    — ¿Nos vamos?—preguntó Nikki. Metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—. ¿O prefieres seguir durmiendo como foca en la arena?—molestó sin dejar de sonreírle a la joven que frunció el ceño por la mala broma.

    —Eres un idiota—suspiró resignada y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

    — ¿Por qué te fuiste?

    La rubia rodó los ojos, no tenía ganas de hablar de los celos que sintió al ver a Tommy con aquella mujer—. Sabes... no tengo ganas de hablar de ello... solo necesitaba pensar y...

    Antes de seguir caminando de regreso al puente de Santa Mónica, Nikki la tomó del brazo y la miró serio—. Tenemos que hablar... sobre las condiciones del trato que aceptaste esta mañana...

    — ¿Qué?

    —Así como me escuchaste—la rubia intentó soltarse pero el chico le impidió hacerlo—. Tendrás que cumplir a mis deseos o le diré a Tommy lo que pretendes hacer y...

    — ¡Ya!—gritó, soltándose con fuerza y mirándolo ceñuda—. ¿Sólo para eso viniste a buscarme? ¿Para que aceptara tus locuras?—empezó a caminar nuevamente—. Eres un idiota.

    Nikki sonrió al ver el carácter que tenía la muchacha y la detuvo de nueva cuenta—. En realidad... tenía ganas de verte...

    Ambos se quedaron callados, se formó un silencio incómodo para los dos y Dallas se rascó un brazo—. E-es me-mejor irnos.

    —Tienes razón—dijo serio—. Vámonos...

    —Oye Nikki... —el joven la miró de soslayo mientras caminaban por la playa de camino a la parada del autobús—. Gracias...

    El pelinegro sonrió y puso una de sus manos en las rubias hebras—. Andando Lawless—ella le miró sorprendida—. Pero tenemos que hablar sobre el trato que aceptaste. ¿De acuerdo?

    Ella rodó los ojos y negó fastidiada—. Eres imposible... ya... andando.
     
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