Shinjuku Tokyo Opera City [CUM]

Entre los barrios de Shibuya y Shinjuku, se encuentra este complejo formado por dos edificios principales: Tokyo Opera City Tower y New National Theater Tokyo.

El primer edificio es un rascacielos, situado en la parte de Shinjuku, y cuenta con salas de conciertos, una galería de arte, un museo de arte moderno, restaurantes, tiendas y oficinas. Adjunto a la torre se encuentra el segundo edificio, situado en la parte de Shibuya, que consiste en un centro de artes performativas, tales como opera, ballet, baile contemporáneo y teatro.

Barrio de Tokio: Shinjuku (& Shibuya)

​

 

Evitarme dos días de clases a cambio de no asistir a un mugroso campamento escolar sonaba a un plan redondo, de verdad. No habría habido fuerza natural que me forzara a ensuciarme, sudar y rodearme de insectos, mucho menos dormir en el suelo; no lo hizo la muy ligera insistencia de Kakeru (que, dicho sea de paso, me sorprendió un poco) y no lo haría nada. Por suerte, Riamu estaba subida más o menos al mismo bote que yo y le había entusiasmado la idea de ir al teatro en uno de los días libres. ¿Acicalarme, ver una obra de teatro y cenar con una chica bonita en vez de embarrarme hasta el culo?

Hombre, ni se pensaba.

Estaba acomodándome la cremallera del reloj cuando el móvil en la mesa de luz sonó. Estiré el brazo, leí el mensaje de Riamu y guardé el aparato en el bolsillo de mi pantalón, escaneándome de arriba abajo frente al espejo. Una vez estuve satisfecho, sumé la billetera al bolsillo opuesto y salí de mi habitación. Bajé las escaleras sin prisa, en el proceso me topé al mayordomo y éste se detuvo, inclinando la cabeza para saludarme.

—No cenaré aquí esta noche —anuncié sin frenar ni mirarlo más allá del primer vistazo.

—Entendido, Shinomiya-sama.

—¿Oh? —Una tercera voz se acopló a mis pasos una vez alcancé la planta baja, y al alzar la vista denoté a Teruaki-san sentado en el recibidor—. Kou-chan, ¿no estás en la escuela?

Ya llevaba encima la sonrisa socarrona de toda la vida, pero fue detallarme de pies a cabeza y que el gesto se le intensificara. Pestañeé tranquilo y me detuve en mi camino hacia la puerta.

—Hoy no hay clases —resolví con simpleza, deslizando la mirada al juego de té para dos que había sobre la mesilla—. ¿Estás esperando a papá?

—Así es, como siempre, "llamada de negocios" o qué sé yo. —Había hecho las comillas con las manos y su gesto se había visto burlón por ese instante—. Pero debería terminar pronto, al menos ese es el límite de mi paciencia.

Me reí en voz baja.

—Siempre te hace esperar, ¿dónde se supone está ese límite?

—Con mi querida familia soy bastante complaciente —definió, cargándole parte de su peso al apoyabrazos del sillón oscuro—. ¿O miento, Kou-chan?

Cabrón como siempre. Si esperaba que le agradeciera por la intervención del otro fin de semana pues acabaría echando raíces. Todo este puto circo era su capricho y responsabilidad y haría bien recordándolo. Quizá fuera una pieza en el tablero aún pero ya no era un peón cualquiera. Gracias a él, sí, y también por su culpa.

—Oí que el club está teniendo mucho éxito —solté al aire, balanceando el peso entre mis pies para retomar mi camino—. Quizá me dé una vuelta un día de estos.

—Por favor, siempre estás más que bienvenido. —Su voz sonó con brío a mi espalda, y luego adquirió una diversión subyacente bastante cagada—. Ya quiero que pruebes los servicios que ofrecemos.

Me sonreí, tomando aire, y suspiré. Ah, qué cerdo asqueroso podía llegar a ser, de verdad.

—Gracias, pero no juego. —Lo miré por encima del hombro y le dediqué una sonrisa educada—. Ni con dinero ni con mujeres. Nos vemos, Teruaki-san.

—Que estés bien, chico.

Puede que en parte estuvieran concediéndole los caprichos al lunático de Dubois, pero conociendo a mi tío tampoco creía que no disfrutara ni un poco del asunto. Todo lo relacionado al Paraja me importaba una auténtica mierda, de todas formas, así que desapareció de mi mente apenas puse pie fuera de la casa. Recorrí el camino de piedras, apreciando la temperatura de la tarde, y cuando alcancé la acera distinguí el jodido deportivo en el que Riamu me estaba recibiendo. O más bien, junto a él. Mi vista se deslizó del coche a la chica, la recorrí de pies a cabeza y me pegué a la cara la sonrisita satisfecha.

Esa bastante parecida a la de mi tío.

—Ri-chan —murmuré, llegando frente a ella, y busqué su mano para depositar allí un beso; vaya, qué caballero—. Estás preciosa.

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Wenas, wenas uwu7

Acá el outfit de Kou:

 

Me había quedado esperando a Kou pacientemente, jugueteando con la pantalla del móvil al ir abriendo alguna que otra aplicación al azar y así hacer tiempo en lo que el chico decidía por aparecerse finalmente. No me había contestado al mensaje, pero eso no me sorprendió demasiado, y estuve dispuesta a darle un tiempo prudencial antes de ver si era necesario que insistiese con otro posible mensaje.

El muchacho tardó un poco más de lo que hubiese esperado en un principio, así que por supuesto mi primer instinto fue querer quejarme de ello en cuanto lo viese aparecer por la puerta, pero todas mis intenciones se fueron por la borda en cuanto su figura se materializó en mi campo visual. No era la primera vez que lo veía por fuera de la academia, lo que implicaba verlo en un conjunto diferente al uniforme, pero al parecer eso no significaba que me hubiese acostumbrado a ello todavía.

Bajé el brazo con el que estaba sujetando el móvil, quedándome (aunque posiblemente nunca fuese a admitirlo en voz alta) embobada mirando al chico mientras se acercaba a mí, y solo fui capaz de reaccionar cuando sentí que cogía mi mano libre para dejar un beso sobre la misma. Pestañeé un par de veces, volviendo en mí lo más rápido posible, y me eché encima una sonrisa sedosa para recibir de nuevo su mirada.

—Gracias~ —canturreé, sin pretender esconder en ningún momento lo contenta que estaba por su halago, y lo repasé vagamente con la vista sin perder la sonrisa—. Tú también, Kouchii. Estás para comerte~ —admití finalmente, inclinándome para dejarle un beso en la mejilla y poder decirle aquello último cerca de la oreja, susurrado.

Me separé soltando una risilla divertida y giré el torso para señalar el coche con la mano, como toda una buena anfitriona.

>>¿Listo, cielo?

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PERO WHAT A ZUKULEMT POWER COUPLE WE HAVE (!!!!)

also, supongo que no hace falta porque pues es un coche sin más (?), pero así me lo imagino yo, more or less:

 

La atención que Riamu pudiera prestarme era algo a lo cual me había habituado con el paso del tiempo. No sabía si la niña era enteramente consciente del hecho, pero tendía a expresar una intensidad muy genuina sin necesidad de hacer lío ni levantar la voz. Estaba en sus ojos, quizá, o en su energía y punto. La disfrutaba, además. A mí no me salía con esa naturalidad ni de coña, siquiera sabía si era capaz, y no desestimaba que ella lo hiciera. Era agradable, de hecho.

Te subía un poquito el ego y todo.

Dejé un beso en su mano, ella se acercó para repetir el numerito en mi mejilla y parpadeé despacio, apreciando el aroma de su perfume. Su voz me hizo cosquillas en la oreja, una risa me vibró en el pecho y busqué sus ojos adrede antes de responder.

—Lo sé —admití con todo el descaro del mundo, aunque la ligera diversión de mi voz también denotaba que, a esta altura del partido, lo hacía a propósito.

Deslicé la mirada al coche, satisfecho con el mismo, y hundí las manos en los bolsillos. Asentí, tranquilo.

—¿Las damas primero? —propuse, estirando la sonrisa—. ¿O quieres seguir jugando a la anfitriona, Ri-chan?

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ohmy, so classy uwuwuwu

 

Por mucho que lo hubiese intentando disimular, en el fondo era plenamente consciente de que Kou me había pillado in fragranti mientras me lo comía con la mirada, y si bien era cierto que el orgullo me iba a impedir admitirlo abiertamente de ser confrontada con el hecho, en realidad no me avergonzaba demasiado que el chico supiese que lo encontraba atractivo. A ver, quizás ni siquiera estaríamos ahí de no ser el caso, ¿cierto~?

Sea como fuere, el muchacho no comentó nada al respecto y, después de todo el teatrito que nos montamos, noté como buscaba mi mirada para soltarme tan pancho que sabía que estaba guapo. No pude evitar la leve carcajada de incredulidad que se me escapó de los labios, aunque finalmente la misma acabó transformándose en una sonrisilla divertida que mantuve mientras negaba ligeramente con la cabeza. El tono de su voz me indicó que pretendía ser una broma, pero, honestamente, no me hubiese importado demasiado si lo hubiese dicho completamente en serio.

Seguí el camino que hacían sus manos hacia los bolsillos con la mirada, sin perder la sonrisa en ningún momento, y cuando rehíce el mismo para volver a sus ojos, terminé por alzar levemente las cejas como primera respuesta a su pregunta. Relajé el semblante inmediatamente después, me encogí de hombros y me giré para rodear el coche por la parte trasera del mismo, rozando el alerón con el dedo índice en el proceso.

—Qué va... —empecé a decir, en voz baja, una vez alcancé la puerta contraria—. No soy tan buena anfitriona como tú~ —acabé canturreando, pretendiendo impostarme un tono de resignación que realmente no sentía.

Le dediqué otra sonrisilla fugaz antes de abrir la puerta y colarme dentro del coche con cierta rapidez, como si me hubiese montado una competición por ver quién entrada antes absolutamente por la cara; una que habría ganado, sin lugar a dudas. Después esperé pacientemente a que él también estuviese dentro y, con ello, le indiqué al señor conductor que podía arrancar, sin darle ninguna información extra al saber ya donde tenía que llevarnos.

>>¿Qué tal el día extra de descanso, Kouchii? —le cuestioné después de un rato, girando el torso para verlo mejor y jugueteando con un mechón de pelo entre los dedos—. ¿Te has despertado tarde o algo así~? Yo he tenido que salir de compras, así que no he podido estar hasta tan tarde... —añadí a modo de queja, completamente porque sí, e incluso inflé las mejillas al terminar, casi sin poder evitarlo.

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solo lo mejor para mis bbsitos uwu

 

La carcajada que le arrancó mi tremenda desfachatez fue de pura incredulidad y me mantuvo la sonrisa divertida pegada a la cara; el comentario había cumplido su objetivo. Mi pequeña oferta no le interesó lo suficiente, cosa que no modificó mi expresión. Seguí, inmóvil, su camino hacia la puerta contraria del coche, excusa que me permitió verla caminando y poder detallarla de arriba abajo. Aproveché para aquello el momento donde rozó el alerón, de modo que, al buscar mis ojos otra vez, yo ya estaba haciendo mi camino hacia la puerta que me correspondía.

La velocidad con la cual repentinamente se coló dentro del coche, la forma en que desapareció de su lugar, me arrancó una risa nasal sumamente floja y la imité, a mi ritmo. El coche por dentro lucía tan estilizado como el exterior. Habiéndome quedado satisfecho, giré el rostro hacia Riamu y la escuché, deslizando sutilmente la mirada al movimiento de su cabello. El auto había arrancado y entrelacé mis manos sobre mi regazo, relajado.

—Nada mal, aunque tampoco nada del otro mundo —respondí, en un murmullo calmado, y repasé su mohín antes de ladear apenas la cabeza—. ¿Y por qué tuviste que salir de compras? ¿A comprar qué?

 

No había podido comprobar de primera mano si Kou había hecho lo que había esperado que hiciese en cuanto decidí alejarme de su posición, pues toda la movida fue completamente premeditada y con un objetivo muy claro, pero la verdad es que no necesité hacerlo, porque algo dentro de mí me decía que había conseguido cumplir con mi objetivo de sobra. Tampoco conseguí que me siguiese el juego de ver quién entraba más rápido al coche, pero esa no fue ninguna sorpresa, realmente.

Del mismo modo, su respuesta tan neutral a las preguntas que le solté tampoco me pilló por sorpresa, aunque mi atención acabó centrándose más en el movimiento que sus ojos hicieron en cuanto empecé a juguetear con aquel mechón de pelo que había pillado entre los dedos. Me sonreí levemente durante un breve segundo, aprovechando su pequeña distracción, y apenas otro segundo después del mohín de queja que le mostré, mi rostro se iluminó al escuchar sus preguntas; como si justamente hubiese estado esperando esas exactas palabras.

—Vaya pregunta, Kouchii —solté, rodando los ojos con todo el dramatismo que fui capaz de reunir—. No podía ponerme cualquier cosa para una cita en el teatro, ¿o sí? Fui a comprarme este vestido y... —dejé la frase suspendida en el aire, suavizando por completo mi expresión al mismo tiempo, y aproveché que aún no me había puesto el cinturón para deslizarme al asiento central, apoyando la mejilla sobre el hombro del chico—. ...algo más~ ¿Quieres intentar adivinar el qué o prefieres esperar a ver si consigues que te lo enseñe al final de la noche~? —le susurré cerca del oído.

 

Sabía que preguntarle respecto a su salida de compras era precisamente lo que estaba esperando; eso, sumado a que no era información capaz de cambiarme la vida, quizá volviera extraño haber tenido el detalle de curiosear. Conceder, también. Por otro lado, vaya, yo no definía las válvulas de escape ni me interesaba forzarlas. Si pasar tiempo con Riamu y atender a sus caprichos me entretenía, pues bien. Además sólo había que verla, cómo se le iluminó la carita apenas le di vía libre para hablarme de sus compras. Maravillosa, ¿cierto?

La vida sin preocupaciones.

Le agregó dramatismo y yo meneé la cabeza, como acordando que no, ir al teatro sin ropa totalmente nueva era inadmisible. Deslicé la mirada brevemente a su vestido en cuanto lo mencionó y esbocé una sonrisa muy ligera, en cierto modo aprobando su elección. Permanecí quieto, tranquilo, al advertir sus intenciones de acercarse, y la acepté en mi espacio sin problema. Sentí su peso sobre mi hombro, me sonreí con la vista al frente y pestañeé despacio. Su aliento me rozó la oreja.

—Si lo consigo —destaqué, con clara mofa, y bajé la mirada a ella. La repasé brevemente, su perfume alcanzó mi nariz y ladeé el rostro para presionar los labios en su mejilla—. Deberías subir la dificultad si quieres que sea un desafío, Ri-chan.

Volví a buscar sus ojos.

—Has sido demasiado complaciente conmigo.

 

Después de haber pasado tanto tiempo en compañía de Kou, no me apenaba demasiado admitir que habíamos llegado a un punto en nuestra relación en el que, si alguien venía a decirme que este chico podía llegar a ser el cabrón más despiadado del mundo, con pruebas y todo de ello, ni de coña sería capaz de creerle. Kou me había seguido casi cualquier juego que me hubiese montado desde el momento que nos conocimos, y quizás aquel no fuese el mejor parámetro para juzgar el carácter general de alguien, pero a mí me valía.

La cuestión es que me siguió todo el rollo del teatro que me monté sin ninguna clase de problema y, vaya, solo con eso yo me daba por satisfecha, con lo que me gustaba ser el centro de atención; pero, para mi suerte, a Kou también parecía gustarle echarle algo de leña extra al fuego, así que escuché atentamente lo que tenía que decirme, regodeándome al mismo tiempo de toda la atención que me estaba prestando, y no pude evitar soltar una risilla nasal al recibir de nuevo su mirada.

—Qué va, cielo, aún no sabes lo complaciente que realmente puedo llegar a ser~ —canturreé en voz baja, lo suficiente para que solo él me escuchase, y me quedé un par de segundos en silencio, manteniéndole la mirada, hasta que concluí que el mensaje había calado y volví a deslizarme a mi sitio como si nada.

Miré por la ventanilla un par de segundos, detallando las figuras difusas de los edificios que iban pasando gracias a la velocidad del coche, y cuando volví a centrarme en el interior del vehículo, decidí pasar por completo de todas las leyes posibles y estiré las piernas por encima de los asientos, apoyando las pantorrillas sobre su regazo.

>>¿Tan predecible crees que soy, Kouchii? Me ofendes~ —solté, aunque en ningún momento soné tan ofendida como dije que estaba, y ya con la sonrisa divertida pegada a los labios volví a coger un mechón de pelo, jugueteando de nuevo con el mismo entre los dedos—. ¿Quieres un desafío, entonces? Uhm... ¡ya sé! ¿Por qué no vienes a mi casa después del teatro? Se me ocurren un par de cosas que podemos hacer para... subir la dificultad~

 

¿Ser extremadamente complaciente era algo de lo cual estar orgulloso? Al menos yo no lo vería así, por contradictorio que resultara con buena parte de mi historial. La réplica de Riamu, por ende, me causó cierta gracia que no llegué a externalizar. Oh, bueno, si ella lo concebía como una carta digna de rebatir mi argumento tampoco se lo discutiría en la cara. Puede que sólo hubiera querido subir la apuesta por el simple hecho de ganar.

Era una chiquilla bastante orgullosa, también.

Le sostuve la atención hasta que se retiró y volvió a su asiento. Me desinflé los pulmones, tranquilo, y permanecí en silencio. Supuse que si surgía otro hilo de conversación sería gracias a ella, no a mi culo tan quisquilloso, y así fue. Lo que no esperé fue sentir el peso de sus piernas sobre las mías. Tenía las manos entrelazadas allí, en mi regazo, las dejé suspendidas en el aire y la miré, con las cejas ligeramente alzadas. Su oferta me arrancó el aire en una risa nasal, me torció la sonrisa y bajé los ojos a sus piernas. Las recorrí, desde los zapatos hasta el corte del vestido, y poco después una de mis manos acompañó moderadamente el trayecto. La otra se mantuvo sobre su canilla.

—Que acabaríamos en tu casa o en la mía no entraba en discusión —murmuré, como si nada, y mis dedos se deslizaron hacia la parte trasera de sus muslos. Busqué sus ojos—. Pero es un honor que me invites a la tuya~

Despegué la mano de su piel, pues, y con ella navegué la superficie de su vestido hasta apoyar la amplitud de la palma a un costado de la falda, bastante cerca de sus caderas. Mi pulgar la acarició casi sin pedirme permiso.

—Refréscame la memoria, Ri-chan. ¿Qué obra estamos yendo a ver? —cuestioné, con la mirada distraída en el contacto.

 

La movida de echarle las piernas encima a Kou había sido, según mis completamente confiables cálculos al respecto, algo arriesgada; había un 50% de posibilidades de que me mandase a la mierda y un 50% de posibilidades de que me siguiese el rollo. Honestamente, me daba por satisfecha solo por haberle visto esa carita de sorprendido, pero suponía que aquel era mi día de suerte o algo, porque el chico acabó decantándose por la segunda opción, y solo con eso mi sonrisa se ensanchó de manera considerable.

Me regodeé como una estúpida ante el recorrido que le hizo con la mirada a mis piernas, y si bien había sido parte de mi objetivo, no iba a negar que un chispazo de satisfacción me sorprendió al notar su mano siguiendo el mismo camino. Tuve que hacer un poco de esfuerzo extra para tragar saliva cuando se paró en mi muslo, y ni siquiera me di cuenta de que también había bajado la vista para seguir su movimiento hasta que acabé por levantarla de nuevo para buscar sus ojos.

—¿En serio? —solté, prácticamente en un suspiro, y conseguí dedicarle una sonrisa ladeada al mismo tiempo que entornaba los párpados—. No te creas, me están dando ganas de des-invitarte y todo~

Tanto él como yo sabíamos que aquello era una total y absoluta mentira, así que no tenía mucho sentido darle más vueltas de las necesarias; mucho menos cuando noté la calidez de su mano alejándose de mi piel y la misma subiendo peligrosamente hasta mi cadera. Me mordí ligeramente el labio inferior, aprovechando que la atención de Kou se había desviado hacia el contacto de su mano, y solté el aire por la nariz en una risa floja antes de inclinarme hacia delante, acortando de nuevo las distancias entre nosotros.

>>Mucho ruido y pocas nueces~ —canturreé, bajando la voz para que solo él me escuchase a pesar de que, técnicamente, estábamos solos ahí atrás, y sonreí con intención mientras ladeaba ligeramente la cabeza—. Es decir, lo que voy a contar de ti en la academia si no me besas ahora mismito~

 

Sus reacciones jamás perdían el encanto, la niña era transparente a cagar y se alejaba tanto del estándar con el cual solía tener que lidiar que era refrescante. En la calle había multitud de punk girls buscando rascar la atención de cualquiera a cambio de un cigarrillo, no era eso a lo que me refería; jamás les había llevado el apunte, de todos modos. En casa, en las fiestas de Teruaki-san y los lugares adonde el tipo me llevaba, era otro tablero. Allí respiraban otros demonios.

Alcancé la piel de sus muslos, su voz se moduló casi en un suspiro y me sonreí, alzando la vista a sus ojos. Tuve que arquear las cejas, porque ni ella se creía las tonterías que estaba diciendo y era gracioso.

—¿Des-invitarme? —susurré, distraído, cuando mi mano alcanzó su cadera.

Sabía que estaba peligrosamente cerca de muchas zonas peligrosas, pero en definitiva no pasaba nada si lo hacía sobre el vestido, ¿verdad? Oí su risa, bastante floja, y seguí sus movimientos de soslayo al acercarse de nuevas cuentas. Despegué las manos de su cuerpo, recibí el nombre de la obra y me vi venir que soltaría alguna tontería, con la cara que había puesto. Como dije, era transparente.

¿Me molestó? En absoluto.

La formulación de la idea llegó a hacerme gracia, estiró una sonrisa de suficiencia en mis labios y alcé una mano entre nosotros, hundiendo los dedos en el costado de su cabeza. Barrí el cabello rosado hacia atrás, lo hice en un movimiento lento y cuidadoso hasta anclar la mano en su nuca, y en ningún momento me despegué de sus ojos. Recién entonces deslicé la mirada a sus labios y me incliné para susurrarle encima.

—El saludo, ¿no? Te lo debía.

Me hundí en su boca al instante. No fue invasivo ni ansioso, me tomé el debido tiempo y la besé con la profundidad que me dio la gana. Probablemente no fuera un beso de "buenas tardes", pero ¿quién contaba las horas? La mantuve afirmada contra mí, presioné los dedos entre su cabello y mi mano libre se aventuró, de nuevo, por la piel de sus piernas. Rozó sus muslos, tentó el borde de la falda y se afianzó a un costado, entre su cadera y su glúteo. No lo pensé ni un segundo, simplemente avancé un poco más y la enganché para acomodarla encima de mi regazo.

Respiré sobre su boca.

—¿Así alcanza para que no me des-invites?

 

En aquel punto de nuestra relación, lo cierto era que no me pesaba admitir que me lo pasaba realmente bien en su compañía, y aún menos que, a pesar de que me molestaba con él bastante más a menudo de lo que pudiese parecer, seguía perdonándole con una facilidad absurda con tal de seguir quedando siempre que fuese posible. Podía pecar de orgullosa, pero no era ninguna tonta, y Kou, con sus más y sus menos, me seguía siempre el juego de una manera que realmente me hacía disfrutar de su presencia.

Se le notó divertido por la tontería que solté de des-invitarlo a mi casa, exactamente como había esperado que pasase, pero no le dio más vuelta de la necesaria y, en el fondo, agradecí que así fuese, pues me permitió soltarle la siguiente tontería y en esa sí que me interesaba bastante más que me siguiese el juego. Seguí apenas de reojo el movimiento de su mano, notando como en mis propios labios se iba formando también una sonrisa de suficiencia, y le dejé hacer hasta que sentí su respiración prácticamente sobre la mía.

—Mhm... —fue todo lo que alcancé a murmurar ante sus palabras, en aquella ocasión siendo yo la que no le dio demasiada bola a la tontería en cuestión, y esperé pacientemente a que acortase la ínfima distancia que nos separaba.

Me amoldé a su ritmo con la facilidad que ya estábamos empezando a manejar, permitiéndole controlar el beso de la manera que considerase más oportuna mientras yo le correspondía sin ningún problema. El tacto de su mano en mi pierna me cosquilleó la piel, y no pude controlar la ligera sonrisa que se me coló en medio de nuestra unión cuando el chico me incitó a subirme en su regazo; acción con la que, por supuesto, no opuse ninguna resistencia.

>>Uhm... alcanza para que me lo piense —sentencié, con la voz apenas siendo un murmullo, y deslicé uno de los brazos que había echado por su cuello hacia mí, apoyando así los dedos en la curvatura de su cuello—. ¿Qué más tienes para ofrecerme? Sorpréndeme. Sé que puedes~

 

Su peso encima de mi regazo se sintió de alguna forma familiar, y me di cuenta que lentamente había comenzado a acostumbrarme a esto. A que me echara los brazos al cuello, su aroma y la suavidad de sus labios. Me estaba aprendiendo su contextura, la estrechez de su cintura y la textura de su piel. El largo de su cabello. La curva de sus pechos. Siempre había sido obsesivo, no lograba evitarlo.

Necesitaba reclamar lo que deseaba.

Memorizarlo al detalle.​

Cuando se separó la miré ligeramente desde abajo, pestañeé despacio y solté el aire por la nariz, pasando saliva. Sus dedos se afianzaron a los costados de mi cuello y mi brazo izquierdo, enredado en su cintura, acentuó el agarre casi a cámara lenta. La presioné más contra mí, mis labios toparon con su barbilla y le dejé un beso casto, divertido. ¿Que la sorprendiera? Se me ocurrían unas cuantas ideas, pero...

—No lo sé, Ri-chan —susurré, prendado a sus ojos, y la sonrisa me descubrió la dentadura—. Me gusta mantener mis asuntos privados, y tu deportivo no tiene divisor.

El impulso me escocía en el cuerpo y cedí, hundiendo el rostro en su cuello sin prisa. La besé justo debajo de la mandíbula, me humedecí los labios y descendí poco a poco. Cada beso me lanzó una pulsación de calor, presioné los dedos en su cintura y la otra mano, descansando en su pierna, tanteó el borde de la falda. Sólo eso.

Aunque debía bastar, ¿no?

—¿Trabajas con promesas? —agregué, respirando encima de su hombro, y me separé lo suficiente para verla a los ojos; mi pulgar se aventuró apenas en sus caricias—. De esas puedo hacerte unas cuantas~

 

Nuestras miradas conectaron en el mismo instante en el que nos separamos, provocando que la sonrisa que ya llevaba en los labios se ensanchase por lo mismo. Mi mente nos había encerrado en un burbuja privada, lo que hizo que fuese perfectamente consciente de cada pequeño cambio que nuestro cuerpo efectuase; seguí con la mirada cada gesto que hacía, la piel me cosquilleó ahí donde su brazo acentuó el agarre en mi cintura y el aire se me escapó en una especie de risa, o quizás suspiro, tras recibir las palabras que acompañaron al beso de la barbilla.

—Eso hubiese sido una buena sorpresa, sin embargo... —murmuré, en un tono divertido que se quedó a medio camino del quejumbroso, e incluso hice una breve mueca con los labios para remarcar el punto.

La tontería duró bastante poco, de todos modos, porque a pesar de haber dicho aquello y pseudo-negarse a mi petición, sentí su respiración rozándome la piel del cuello antes de que la misma acabase siendo sustituida por sus labios. Kou me fue dejando un reguero descendiente de besos por el cuello, al que yo por supuesto procuré darle más espacio ladeando apenas la cabeza hacia el lado contrario, y tuve que morderme los labios con relativa fuerza para que la voz no se me descontrolase demasiado. Paró en mi hombro, momento en el que volví a soltar el aire que había acumulado de golpe, y lo miré pestañeando lento un par de veces, sonriéndole nuevamente mientras intentaba ignorar los chispazos que sus caricias me estaban empezando a lanzar por todo el cuerpo.

>>Eso suena a trampa —solté, usando la mano que tenía libre para darle un toquecito en la nariz con el dedo índice, y aproveché el impulso para inclinarme hacia delante y volver a juntar nuestros labios en un beso relativamente fugaz—. Pero venga, porque me caes bien~ Retiro oficialmente mi des-invitación si consigues hacerme una promesa que valga la pena. ¡Solo una! El resto quiero que siga siendo sorpresa~

 

Riamu me dejó el espacio para hacer lo que quisiera, como si no le interesara en absoluto el contexto donde nos encontrábamos. No que a mí me mortificara, pero sí pretendía mantener al menos un poco las apariencias. Los besos que le dejé en el cuello, por ende, fueron superficiales, más allá de haberme tomado el tiempo suficiente para repartirlos y, entre medio, respirar encima de su piel. Con paciencia se amaba mejor, ¿no?

Se odiaba mejor, también.

El toquecito en la nariz me hizo cerrar los ojos brevemente y sonreír. Correspondí a su beso tranquilo, disfrutándolo, hasta que volvió a separarse y busqué su mirada. En medio de sus palabras le eché un vistazo sumamente discreto a la ventanilla y estiré la sonrisa. ¿Una sola promesa? A ver, ¿cuál debía seleccionar? Me relamí apenas y estiré el cuello hasta alcanzar su oreja.

—Voy a comerte —susurré, la diversión se me coló en la voz—. Donde tú quieras, como tú quieras, y no pondré un pero.

Eso era amplio, sí, pero iba a comprender a qué me refería, ¿cierto? Eché otro vistazo, esta vez por la ventanilla opuesta, y regresé a mi lugar original.

—De momento, creo que llegamos~

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estoy absolutamente non satisfied con este post, pero prefiero no seguir colgándote, sowwy :(

 

Esperé pacientemente a la respuesta de Kou, aprovechando el momento de relativa tranquilidad para repasar a conciencia las facciones de su rostro con la mirada, como si quisiese grabarme a fuego en la memoria las mismas a pesar de ser alguien que veía con bastante frecuencia. No estaba segura de si aquella intensidad se me había notado demasiado en la mirada, pero honestamente tampoco me preocupaba mucho de ser el caso, y, de todas formas, no tuve tiempo de darle mucha importancia, pues Kou no tardó casi nada en decidir qué responderme.

Atenta como había estado en todo momento a sus movimientos, pillé al vuelo cuando el chico buscó inclinarse para poder hablarme a la oreja, y yo me mantuve bien quietecita en todo momento para permitírselo sin ninguna clase de impedimento. El inicio de sus palabras me hizo alzar ligeramente las cejas, curiosa por lo que me fuese a decir, pero para cuando llegó al final de la misma, mi expresión ya se había relajado y en su lugar sentí la sonrisa sedosa extendiéndose por mis labios.

—Tentador~ —fue todo lo que le acabé contestando, en un susurro, al mismo tiempo que buscaba su mirada de reojo.

El timing de nuestra llegada suponía que no podía haber sido más oportuno, la verdad, aunque también era cierto que iba a tener que hacer un esfuerzo consciente por controlarme las hormonas antes de ir a entrar a la obra. Confiaba en mi capacidad de hacerlo, simple y llanamente porque aquella era una de las pocas cosas que genuinamente me interesaban hasta el punto de ponerlo como una de mis prioridades más altas, y me asentí mentalmente ante esa idea mientras veía al chófer abriéndome la puerta del coche para permitirme bajar del mismo; después hizo lo mismo con Kou. Esperé a que el chico llegase a mi lado para engancharme de su brazo, como bien venía siendo costumbre, y le dediqué una sonrisa amable al conductor mientras me despedía de él con la mano que tenía más libre.

>>¿Y bien? ¿Tienes ganas de ver la obra? —le pregunté al castaño a medida que nos acercábamos a la entrada del edificio—. No sé si hayas venido alguna vez a este teatro ya, pero para mí es uno de mis favoritos. ¡Y nos conseguí buenas butacas, eh! ¿A qué soy buena anfitriona~?

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no worries about it uwu

btw, mi plan era hacer un especie de timeskip son la obra de teatro cuz no siento que sea algo que nos dé mucha opción a rolear??? como mucho veo a riri comentando super emocionada cada vez que pasa alguna cosa concreta de su ship (?), o cosas de las actuaciones, pero en general la veo muy atenta y metida en la obra so... pero no sé qué opines tú, a lo mejor te parece que sí podemos sacarle jugo y lo hacemos, como prefieras <3

btw x2 no encontré ninguna imagen anime que le hiciese justicia al interior, así que te dejo como es irl de referencia cuz se ve really cool (?)

 

Riamu se bajó lentamente de mi regazo en cuanto llegamos y, como si nada hubiese ocurrido, nos dispusimos a bajar del auto. El chofer primero abrió su puerta y, apenas alcanzó la mía, le concedí algo más de atención a su expresión conforme descendía. Era bueno en su trabajo, quería decir, manteniéndose ajeno a los asuntos de sus empleadores, pero creí percibir un atisbo de incomodidad proviniendo de su cuerpo. Podría haberme mortificado, ¿eh? En su lugar, me sonreí y desvié la mirada al edificio ante mí, pasando de su existencia.

Riamu apareció a mi lado, enganchándose de mi brazo, y le concedí una sonrisa ligera antes de empezar a caminar. El Tokyo Opera City era enorme, así que nos sirvió para conversar en lo que alcanzábamos el teatro. Ella alardeó sobre su poder de anfitriona, los buenos asientos y no sé qué más.

—Ya la he visto —confesé por fin, sin tapujos, y ser consciente de que no se lo había dicho hasta el momento me acentuó la sonrisa. La miré y seguí hablando antes de que pudiera quejarse—. Pero en Londres, de hecho, y era una versión bastante oscura. Así que me dio curiosidad verla con un enfoque diferente.

Había cola para ingresar al teatro, que por suerte avanzó rápido y pudimos ubicarnos en nuestros asientos. Una vez estuve sentado, carraspeé ligeramente y analicé los alrededores, asintiendo.

—Sí, es una buena ubicación —concedí y me incliné hacia ella—. Buen trabajo, Ri-chan~

No pasó nada de tiempo hasta que la obra dio inicio. Poseía, en efecto, un enfoque realmente diferente, y me absorbí en la historia y los diálogos con la capacidad de concentración que poseía, la cual era bastante poderosa. Eso no me impidió, por supuesto, atender y disfrutar de los comentarios que Riamu me hacía o sus reacciones, tan honestas y... bueno, era bastante adorable. La obra era una comedia hecha y derecha, cosa que a mí no me fascinaba, pero a ella sí y se notaba a leguas. Recordé su entusiasmo con el proyecto de clases, su desenvoltura frente a la cámara y fui, poco a poco, comprendiéndola mejor. No era un trabajo que me hubiera propuesto, sólo estaba ocurriendo.

En medio de la obra había sentido mi móvil vibrando en el bolsillo. La primera vez lo chequeé disimuladamente y contuve el suspiro, poniéndolo en silencio y regresándolo a su lugar. Al rato, sin embargo, decidí volver a revisarlo y... vaya, hasta llamadas perdidas había. Joder, ¿en serio iba a volver a pasar lo mismo? Como fuera, ignoré el asunto hasta que la obra acabó. Estiré un poco el cuerpo, las luces se encendieron y giré el rostro hacia Riamu.

—¿Y bien? ¿Lo disfrutaste? —inquirí, divertido, a sabiendas de la respuesta.

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PASARON MIL AÑOS IM SO SORRY LOVE OF MY LIFE BUT IM BACK AND WITH NEW CONTENIDO !!!

 

Kou me aceptó fácilmente en su espacio, como venía siendo costumbre, y también me respondió más que diligentemente la seguidilla de preguntas que le solté a medida que nos acercábamos al edificio que se nos presentaba delante. Su respuesta inicial me sorprendió, ¡claro que lo hizo! ¡Me había engañado haciéndose que no conocía la obra cuando ya la había visto! ¡Ya le valía! Estuve a punto de quejarme por ello, por supuesto, pero Kou era astuto y se adelantó a seguir hablando para cortarme antes de poder intentarlo. Inflé las mejillas, en un gesto de molestia infantil, pero seguí escuchándolo de todos modos porque... bueno, porque sí.

Me quedé en silencio el tiempo que duró la fila avanzando, con la barbilla en alto y haciéndome la indignada por todo el asunto... más o menos hasta que entramos al auditorio y se me olvidó la ofensa tan grande que Kou había cometido. La sala era enorme, era preciosa, y los asientos que nos había conseguido permitían ver perfectamente el escenario; escenario en el que me podía ver actuando dentro de unos años.

Estaba segura de que algún día conseguiría estar ahí arriba, con todos los focos apuntándome.

Le sonreí con orgullo a Kou cuando afirmó que había escogido un buen sitio, asintiendo con la cabeza en un gesto solemne antes de volver a centrarme en el escenario que teníamos delante. No busqué sacarle más conversación porque sabía que a la obra le quedaría poco para empezar y, bueno, ¡habíamos venido a verla! La disfruté muchísimo, qué va, y el pobre Kou realmente tuvo que tener muchísima paciencia para aguantar... bueno, todas mis reacciones. No podía controlarlo, el teatro era algo que realmente vivía con todo mi ser, y si encima era una comedia tan maravillosa como aquella, ¿qué se suponía que hiciera? Las obras de teatro eran para disfrutarlas en su máximo esplendor.

—¡Claro! Sigue siendo una de mis obras favoritas y estos actores lo han hecho muy bien —contesté a la pregunta de Kou, con un tono que denotaba cierta diversión pero también cierta seriedad, y ladeé ligeramente la cabeza al centrar mejor la vista en el chico—. ¿Te ha gustado, cielo? Supongo que no eres muy de comedias, así que a la próxima te dejo elegir una más aburrida para ver... —añadí, con clara intención de broma—. ¡En cualquier caso! Eres muy buen compañero de asiento, ¿eh? Felicidades~

Me incliné para darle un beso en la mejilla, más por seguir con la broma que otra cosa, y después volví a mi sitio como si nada; con una sonrisa traviesa rondándome los labios, eso sí.

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ya sabes que te espero la vida entera, preciosa uwu Y SIEMPRE LISTA PARA EL CONTENIDO, OSI