Microrrelato Todos iguales

Se había escondido para llorar. No quería ser visto por sus hermanos que seguramente se burlarían de tal muestra de sentimientos y emociones tan "impropias del ser masculino", como solían decir sus padres cuando era niño. Lo habían dejado con una pena inmensa luego de que, al ir a verla más temprano que de costumbre, la encontrara en la cama con un extraño. No fue capaz de hacerle frente a la situación. Encima, ella le recriminó en su cara la falta de cariño, cuando él se rompía la espalda por darle todo lo que ella le pedía y utilizó las mismas palabras que otrora utilizara su madre en contra de su padre: "Todos los hombres son iguales", aludiendo a que luego de dosificar el afecto esperaban fidelidad de sus esposas. Quiso gritar, golpear las paredes y hasta barajó la posibilidad de la agresión física que tanto aborrecía y que, por suerte, no se permitió llevar a cabo, y entonces corrió a casa donde vivía con sus hermanos y se dirigió con prisa al baño para dejarse llorar tranquilo, sin ojos que pudieran acusar su falta de fortaleza para este tipo de cosas. Ahí pensó en lo que diría su padre si lo viera llorando, él que nunca se dejó amedrentar, aún con las peleas constantes en casa, aún cuando su madre los abandonó de la noche a la mañana por irse a los brazos de otro, maletas en mano y con las mismas palabras que le seguían resonando en la cabeza: "todos los hombres son iguales". Entonces como un relámpago le vino a la mente el recuerdo de su padre entrando en la habitación a medianoche luego de una discusión para abrazarlos en la cama, a él y a su hermano; las ojeras que tuvo por días luego de que su madre los abandonara y los largos períodos que pasaba en el baño antes de irse a dormir, que siempre le parecieron de una duración innecesaria. A la luz de esos recuerdos, se secó las lágrimas entre sollozos y entonces pensó: "Quizás si es cierto que somos todos iguales".

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La base de la idea de este microcuento es el escrito "Los hombres son todos iguales" de @Melody cleary